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Los principales componentes o elementos de la cultura son el lenguaje, los valores,
las normas, los instrumentos y los signos.
2. Los valores son las concepciones –comúnmente aceptadas– del tipo deseable de
sociedad que quieren sus miembros; son ciertas maneras de ser y de obrar que una
colectividad juzga ideal y que hacen deseables o estimables a los seres o a las
conductas a las que se atribuye dicho valor. En nuestra sociedad son valores
comunes la libertad, la igualdad, la gratitud, la honradez, la tolerancia y el pluralismo,
entre otros muchos.
Características importantes de los valores son: a) aportan los criterios para juzgar las
acciones de las personas; b) inspiran la conducta y exigen comportarse de acuerdo
con el principio que enuncian; c) pueden variar de una época a otra, y de una
sociedad a otra; d) están jerarquizados: hay algunos prioritarios y otros dependientes;
hay algunos irrenunciables y otros negociables; unos se refieren a un aspecto
concreto de la sociedad y otros son generales.
Las normas sociales son las reglas según las cuales la gente orienta su conducta.
Las normas concretan las exigencias generales de los valores en pautas definidas de
obrar. Por ejemplo, la solidaridad como valor se concreta en leyes tributarias y
fiscales, etc. Las normas sociales exigen su cumplimiento. Esa exigencia se
manifiesta en la existencia de sanciones.
Hay que distinguir las normas sociales, que pueden denominarse usos sociales, de
otros conjuntos normativos también sociales, como son la moral o el derecho. Los
tres regulan la conducta libre del hombre, estableciendo comportamientos debidos
para la vida social, pero lo hacen de distinto modo. Por ejemplo, los usos sociales
(protocolos, reglas de «urbanidad», etc.) se nos presentan como obligatorios, pero, a
diferencia de los jurídicos, carecen de coercibilidad para forzar su cumplimento.
Los instrumentos son los artefactos propios de cada sociedad. Reflejan en cierto
sentido sus valores porque cada pueblo desarrolla técnicas y modos de hacer más
adecuadamente aquello que considera más importante. Cada cultura desarrolla sus
instrumentos típicos en armonía con sus objetivos y valores. Los amish no tendrán
nunca coches deportivos. Para nosotros, el teléfono móvil es ya un instrumento sin el
cual nos sería difícil vivir.
Los signos son aquellas cosas que tienen un significado particular reconocido por
los miembros de una cultura, como las señales de tráfico, y todos aquellos símbolos
que constituyen lenguajes o códigos particulares. Cada signo tiene sentido en el
contexto cultural en que se usa y fuera de él resultaría probablemente ridículo: lucir
un vestido de novia es un momento de gran importancia y honor, pero solo en su
contexto.
3. Los límites de la cultura
Las formas culturales en que se organiza la sociedad a sí misma son tan variables
como la libertad humana. Evidentemente, hay algunas mejores que otras. Cuáles son
aceptables y cuáles no lo son es algo que estudia a fondo la ética. Las sociedades
pueden configurarse de muy diversos modos, pero es claro que algunos de estos
modos ayudan a su desarrollo mientras que otros lo entorpecen, y aun hay otros, que
sencillamente no son posibles. Puede hablarse, por tanto, de unos límites que la
cultura no debe o no puede abandonar.
Los límites psicobiológicos del ser humano. Hay muy distintas gastronomías en
las diferentes sociedades, pero ninguna de ellas puede incluir el azufre líquido como
ingrediente básico, por la sencilla razón de que, si hubiera habido alguna sociedad
que lo hubiera elegido, no sobreviviría ninguno de sus miembros.
Los límites que impone la supervivencia misma del grupo social. Si las
sociedades han de perdurar, no se puede admitir como valores o normas aceptables
conductas tales como el asesinato, el robo o el incendio provocado. Si esas
conductas fueran normales, sería imposible establecer las relaciones de cooperación
que exige la vida social.
Se ha señalado que la cultura es utilizada por las clases dominantes para promover
una visión del mundo que sirve a sus propios intereses. Esto empujaría a las clases
subordinadas a aceptar valores que justifican la desigual distribución del poder y la
riqueza. Para estos autores, los límites a la evolución de la cultura serían los límites
de la capacidad de poder de los grupos dominantes.
En cualquier caso, por mucho poder que un grupo social tenga sigue habiendo
formas de desarrollo social que no son viables o sostenibles. Las presiones para
alcanzar en la economía moderna un desarrollo sostenible responden a esta
exigencia.
Los límites éticos. Es fácil advertir que no toda cultura o elemento de una cultura
favorece el progreso humano. Así, algunas culturas mesoamericanas precolombinas
favorecían sacrificios rituales de inocentes; o tribus canadienses, descubiertas
todavía en el siglo XX, tenían hábitos culturales antropofágicos. A la cultura que es
compatible con los bienes éticos –y jurídicos– que responden a la naturaleza humana
y que promueve el bien común puede denominársele «civilización».
4. Lo natural y lo artificial en la sociedad
Por otra parte, se puede afirmar que la sociedad es algo natural para el hombre por
cuanto una persona solo puede llevar a cabo la tarea de la propia existencia a través
de la vida social. Desde la perspectiva del principio, se ve que el ser humano desde
que nace y hasta una edad relativamente avanzada es un ser indigente e inadaptado,
incapaz de sobrevivir sin la ayuda de los demás.
Esta indigencia del ser humano implica, por tanto, una especie de distancia consigo
mismo, una no coincidencia. Así, por ejemplo, cuando alguien se siente culpable,
preocupado o fracasado, encuentra una enorme distancia consigo mismo; es como si
su personalidad se le hubiese esfumado. Se afirma con razón que la identidad de la
persona humana es un reto que siempre está pendiente de ser logrado: es, de
hecho, la tarea de la vida humana misma.