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Historia politica,social, economica y cultural de America Latina

Independencia de Cuba

Alumno: Moyano Marcos Xavier


Profesora: Pessio Vázquez María Florencia
Profesorado de matemática
Historia politica,social, economica y cultural de America Latina

Proceso independentista de cuba


Cuando cuba dejo de ser colonia, el mundo había comenzado a cambiar. Del viejo
colonialismo se transitaba a hacia el nuevo imperialismos, y eso explica como se
produjo la independencia de la isla. Cuba se convirtió en una nación independiente en
el 1898.
Después de 1825, España vio reducidas sus posesiones americanas a Cuba y Puerto
Rico. La metrópoli se beneficiaba de sus colonias a través de un nutrido grupo de
peninsulares con intereses en los negocios coloniales y la trata, junto con los grandes
plantadores isleños. En la segunda mitad del siglo XIX se había despejado el panorama
sobre los socios mercantiles y los flujos comerciales de Cuba y Puerto Rico. La
importancia del mercado norteamericano fue creciendo y las adquisiciones
estadounidenses de azúcar superaban a las peninsulares. Los intereses
norteamericanos se consolidaban en la economía cubana mientras las insurrecciones
independentistas se veían como un factor desestabilizador que amenazaba las
inversiones.
En 1868 comenzó la guerra de los Diez Años, un serio intento de emancipación,
aprovechando el desconcierto ante la revolución que había estallado en España. La
guerra redujo la producción azucarera, pero la debilidad militar de los insurgentes y la
falta de apoyo popular les impidieron imponerse al ejército español. La paz del Zanjón
de febrero de 1878 puso fin a la contienda, el general Martínez Campos comprometió a
conceder a Cuba formas de autogobierno. Al amparo de la paz de Zanjón surgió el
partido autonomista y el partido unión constitucional. El fracaso de los primeros
convirtió al partido revolucionario cubano de José Martí en el motor de la rebelión y el
encargado de aglutinar a los partidarios de la emancipación. José Marín fundó el PRC
en 1892, cuya finalidad era alcanzar la independencia.
Frente al modelo cubano de enfrentamiento contra la metrópoli, los hacendados de
Puerto Rico, deseosos de obtener la autonomía, prefirieron la vía moderada de la
presión política sobre las autoridades coloniales y metropolitanas.
La propuesta de una nueva ley de autonomía para Cuba llegó tarde y a partir del
mismo año con El Grito de Baire, el 24 de febrero de 1895, se inició la Segunda Guerra
de Independencia. La crisis azucarera de 1884 y el descontento generalizado en la isla
ampliaron la base social del movimiento emancipador, a diferencia de la Guerra de los
Diez Años. Pese a los esfuerzos del gobernador general Martínez Campos la rebelión se
extendió y la parte oriental de Cuba cayó en poder de los rebeldes. En diez meses la
insurrección se extendió por toda la colonia y el gobierno de Madrid se propuso acabar
con ella. A fines de 1896 el ejército español al mando del general Valeriano Weyler
había aumentado a 200 mil hombres y si bien la represión se endureció no se pudo
invertir la marcha de la guerra. La política española de tierra arrasada provocó
cuantiosas pérdidas entre los rebeldes, pero también entre los españoles.
La insurrección en Filipinas comenzó por el descontento de ciertos grupos indígenas
con la administración española y con el excesivo poder de las órdenes religiosas. José
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Rizal fundó la Liga Filipina con un programa simple, basado en la expulsión de los
españoles, de las órdenes religiosas y en la confiscación de sus latifundios para, así,
lograr la independencia.
El gobierno de EE.UU., que ambicionaba adquirir la isla de Cuba temía una revolución
social que afectara a sus inversionistas y recelaba de la capacidad pacificadora del
gobierno español. Martí había condenado las ambiciones anexionistas
estadounidenses, pero su muerte en 1896 impidió consolidar su liderazgo en el
movimiento independentista.
La vuelta de los liberales al poder en Madrid permitió en enero de 1898 un gobierno
autonomista en La Habana. La marcha atrás de la política metropolitana llevó a un
nuevo conflicto en un momento de indefinición, agravado por el rechazo de los más
radicales a la propuesta pacificadora española. En esas mismas fechas, el gobierno de
EE.UU. envió el crucero Maine al puerto de La Habana para proteger los intereses
norteamericanos
El 15 de febrero, en un confuso accidente, el crucero ardió y fue el pretexto para que
EE.UU. declarara la guerra a España e interviniera en Cuba, Puerto Rico y Filipinas,
donde impuso su superioridad militar, como muestran los enfrentamientos navales de
Santiago de Cuba y Cavite. Finalmente España perdió Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la
isla de Guam.
Después de la guerra de 1898 los caminos de Cuba y Puerto Rico se separaron, según
las posturas de sus grupos dominantes frente a la independencia. El Tratado de París
convirtió a Puerto Rico en una posesión norteamericana, pero la invasión de 1898 no
solo fue un cambio de metrópoli, sino también de las relaciones económicas con los
nominadores. De estar a fines del siglo XIX bajo el control de una metrópoli
proteccionista pasaron, a principios del siglo XX a manos de una gran potencia
capitalista, con una economía abierta y en franca expansión.
En Cuba el esquema político se había complicado, ya que al enfrentamiento entre los
partidos políticos locales se sumaba la dominación política, militar y económica de
EE.UU. Los liberales habían apoyado la emancipación, mientras que los conservadores
se habían mantenido a favor de la vinculación imperial.
Entre el 1 de enero de 1899 y mayo de 1902, Cuba tuvo una administración militar, lo
que no agradaba a los independentistas, que veían en EE.UU. un nuevo poder colonial.
La enmienda Platt aprobada por el Congreso norteamericano en febrero de 1901, e
incorporada por la presión norteamericana al texto constitucional, concedía a EE.UU. la
posibilidad de intervenir en la isla cuando lo considerara oportuno para proteger la
libertad, la propiedad individual y los intereses norteamericanos. Una de las
consecuencias de las garantías otorgadas por la enmienda Platt a los capitales
norteamericanos fue el incremento de sus inversiones en Cuba, que llegaron a ser casi
la cuarta parte de las inversiones norteamericanas en América Latina concentrándose
de forma preferencial en el sector azucarero, pero cubriendo también otras áreas,
especialmente en el sector servicios (comercio, banca, turismo, etc.).
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En 1902 se firmó un acuerdo comercial entre Cuba y EE.UU., que complementaba


económicamente a la enmienda Platt. EE.UU. redujo un 20% sus tarifas aduaneras a
diversos productos cubanos, entre ellos el azúcar y el tabaco, que dominaban las
exportaciones y Cuba redujo entre un 20 y 40% los aranceles a los productos
norteamericanos, preferentemente manufacturas. El crecimiento del comercio cubano-
norteamericano, que entre el 1904 y 1928 se multiplicó por cinco, fue consecuencia
directa del tratado.

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