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Fecha: 29/07/1994
TEXTO COMPLETO
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fuere el medio para su interposición, no está sometida a plazo alguna, señalándose con
acierto que si no puede suponerse que un acto de alcance general afecte un interés legítimo o
un derecho subjetivo -como si puede hacerlo un acto de alcance particular notificado, mal
puede interpretarse iniciado el plazo para impugnarlo, por lo que no puede atribuirse a la
impugnación directa de actos administrativos de alcance general el carácter de recursos
administrativos en sentido estricto, correspondiendo que ella se realice a través del "reclamo
impropio".
El decreto 2.284/91 tuvo por finalidad ahondar la política desreguladora encarada por el
Estado Nacional, pero además se consideró necesario -a tales fines y dentro de dicho
contexto remover las restricciones existentes para el ejercicio de las profesiones
universitarias o no universitarias. En forma concordante con los propósitos enunciados en el
citado decreto se produce el dictado del decreto 2.293/92, que contiene una nueva
proyección de la política económica del Estado Nacional descripta precedentemente.
Dados los textos legales invocados por el decreto 2.293/92, cabe concluir que nos hallamos
ante un decreto de ejecución, entendido como aquel que emite el Poder Ejecutivo Nacional
para hacer posible la aplicación de leyes, llenando o previendo detalles omitidos en éstas, y
cuyo dictado resulta adecuado para asegurar no sólo el cumplimiento de la ley sino también
los fines que se propuso el legislador.
Los decretos de ejecución importan una legislación "secundun legem", porque completan la
ley regulando los detalles indispensables para asegurar su cumplimiento y, por lo tanto, en
caso alguno pueden estar en contradicción con la ley, que constituye el límite de la potestad
reglamentaria. Esta facultad del Poder Ejecutivo se encuentra limitada por el inciso 2° del
artículo 86 de la Constitución Nacional, en cuyo mérito, si bien el Presidente de la República
está autorizado a expedir los reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes,
debe actuar cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias.
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nacional. Además, el referido decreto hizo especial salvedad de que el mismo no constituía
una limitación al poder de policía de las Provincias, las que mantienen intacta su facultad de
vigilar el correcto ejercicio de los profesiones dentro de sus jurisdicciones. Esta atribución,
así, no aparece afectada bajo forma alguna en la norma atacada ni se encuentra demostrada
su conculcación en las presentaciones de los reclamantes. Más aún tampoco se han
producido al respecto cuestionamientos por parte de las Provincias.
Pese a la esforzado crítica esgrimida por los reclamantes, no puede dudarse de que el
sustento constitucional en que se apoya tanto el decreto 2.284/91 -ratificado por ley- como
su similar 2.2.93/92 en la materia no es otro que el artículo 7° de la Ley Fundamental.
Cada estado provincial ejerce en plenitud su poder de policía con relación al ejercicio de las
profesiones universitarias y no universitarias dentro de su jurisdicción y respecto tanto de los
profesionales matriculados en ella como de aquellos que no lo están pero que ejercen en la
misma, pudiendo delegar dicha función en personas públicas no estatales -como lo son los
Colegios o Consejos Profesionales- y los actos otorgados en tales condiciones serán
reconocidos en las restantes provincias.
Ref. Normativas:
Ley 14.467
Ley 23.696
Ley 23.697
Ley 21.686
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Ley 23.068
Ref. Jurisprudenciales:
Fallos: C.S.J.N. 299:167-237:397-241:394
Fecha: 28/03/95
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El carácter normativo atañe a la esencia misma del reglamento. Este produce efectos
jurídicos generales, indeterminados, generando derechos y obligaciones sin consideración a
las singularidades o subjetividades. Sus efectos normativos se imponen como acto-regla,
tanto a la Administración como a los administrados. Aquí está dada la diferencia respecto del
acto administrativo, pues este último produce simplemente efectos jurídicos subjetivos
individuales y el reglamento los produce para un número indeterminado de personas o de
casos.
El reglamento, al igual que las leyes, no pueden por principio tener alcance retroactivo
mientras que esta posibilidad cabe admitirla respecto al acto administrativo en sentido
estricto (de alcance particular).
Si bien es exacto que dentro de la esfera del Poder Ejecutivo no existe un plazo legal dentro
del cual debe solicitarse o ejercerse de oficio el control de legalidad, no lo es menos que
dicho ejercicio, a petición de parte o a iniciativa de la propia administración, debe ser
oportuno ya que, de otro modo, se afecta la seguridad jurídica que, como valor, es tan
importante como la necesaria legalidad de los actos administrativos.
Ref. Normativas:
Ley 19.549
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PTN, “Dictamen 188:85"
Fecha: 22/02/1989
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La cuestión relativa a si los actos de alcance general son impugnables por vía de recurso, o
bien de reclamo es, ciertamente, opinable, y no está desprovista de consecuencias prácticas.
No obstante, si se conviene en que ni para el recurso ni para el reclamo existen plazos de
interposición, y en que incluso en el marco doctrinario que sólo admite el reclamo se acepta
que éste pueda interponerse no sólo ante la autoridad emisora del acto, sino, también, ante
los superiores de ésta, es dable concluir en que, al menos en el caso en examen, el encuadre
formal de la impugnación carece de la trascendencia que parecería desprenderse de las
enunciaciones teóricas de las diversas posiciones doctrinarias. No parece posible hallar en la
locución "a petición de parte", empleada por el artículo 83 del Reglamento de
Procedimientos Administrativos, fundamento suficiente para derivar de ella un medio
impugnativo distinto del reclamo previsto por el artículo 24 de la Ley Nacional de
Procedimientos Administrativos, pues aquella petición coincide con este reclamo. Aun
cuando las impugnaciones deducidas han sido calificadas como denuncias de ilegitimidad,
habida cuenta que, sea que a dichas impugnaciones se las califique como recursos, o bien
como reclamos, ellas no están sujetas a plazos perentorios de interposición, y que, además,
en el supuesto de considerárselas como reclamo, éstos pueden ser deducidos ante la misma
autoridad emisora del acto o sus superiores, es aceptable concluir en que pertenece al ámbito
de la discrecionalidad del Ministro de Economía admitir formalmente las presentaciones
efectuadas como recursos jerárquicos en los términos de los arts. 73, 90 y ccs. del
Reglamento de Procedimientos Administrativos- o como reclamos "impropios" -en el marco
de los arts. 24, inciso a), de la Ley Nacional de Procedimientos Administrativos y 83 del
citado Reglamento. La circunstancia de que entre los impugnantes haya asociaciones a las
que, conforme con la doctrina actual de esta Procuración, sólo corresponde reconocerles la
titularidad de un interés legítimo, no obsta al acogimiento de sus impugnaciones como
reclamos, porque si bien el artículo 24, inciso a), de la Ley de Procedimientos sólo alude
literalmente a la afectación cierta e inminente de derechos subjetivos, tratándose de una
impugnación administrativa deben regir, por analogía, las disposiciones pertinentes del
Reglamento de Procedimientos Administrativos, en especial, su artículo 74 que reconoce
legitimación a quienes aleguen un derecho subjetivo o un interés legítimo. Es de la esencia
del procedimiento administrativo su función instrumental al servicio de una concepción
amplia de la defensa de los intereses jurídicamente protegidos de los particulares -se los
rotule técnicamente como derechos subjetivos o como intereses legítimos, conforme con la
tradicional aunque actualmente discutida distinción- y al del cumplimiento por parte del
poder público, con la colaboración de los administradores, de su deber irrenunciable de velar
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por la intangibilidad del orden jurídico y de procurar su restablecimiento cuando resulte
vulnerable. La Ley Nacional de
Ref. Normativas:
Inc. E) Apartado 6
Inc. A)
Ref. Jurisprudenciales:
C.S.J.N., Fallos 136:200; 148:430; 178:355; 191:245; 237:636.
Fecha: 16/02/1990
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Partes: Provincia De Misiones
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En igual sentido se pronuncian FIORINI y PEARSON, quien señala que es "... menester
añadir a ese derecho o ese interés la versión o daño que sufre el titular de ellos por el acto
administrativo irregular".
2) De la redacción de la ley 23.659, se infiere que no ha sido voluntad del legislador que
casos como el presente queden comprendidos en la restricción de dicha norma, cuando a
modo de excepción expresa "... salvo cuando la Nación hubiera comprometido...
formalmente el otorgamiento de tales garantías... " voluntad que, para el caso, aparece
confirmada por el decreto reglamentario, al exceptuar también en el inciso a) de su art. 14 a
las "Operaciones de Financiamiento Externo otorgadas por... organismos de Crédito
Internacional, para cuya concertación la Nación hubiera comprometido... el otorgamiento del
respaldo del Tesoro Nacional...". Por otra parte, el carácter del, Banco Interamericano de
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Desarrollo como organismo de Crédito Internacional, según sus estatutos ratificados en
1959, es un hecho que no admite dudas; además de que la República tiene un director titular
permanente en su Directorio Ejecutivo.
Como tratado y como operación de crédito, el contrato debe ser aprobado por ley. No
obstante, esa ley aprobatoria puede ser dada anticipadamente. Esto es, lo que autoriza el
Poder Ejecutivo al sancionar el art. 48 de la ley 16.432, modificado por el art. 7 de la ley
20.548; siendo luego suficiente su invocación por los derechos aprobatorios, que tiende así a
tener sustancia legislativa, o sea el mismo rango jerárquico de una ley.
Ref. Normativas:
Ley 20.548
Ley 16.432
Ley 23.659
Ref. Jurisprudenciales:
C.J.S.N. FALLOS: 242:247; 253:1377; 244:129; 255:360; 288:416; 287:79; 285:322. (Ref.
2).
Fecha: 01/08/1994
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dedistintos tipos de documentación emitida por el Banco Hipotecario Nacional a domicilios
de destinatarios en el ámbito de todo el territorio nacional, no aparecen "ab-initio", como
contradictorias de los principios de concurrencia e igualdad, ni con el propósito de
seleccionar, de la mejor forma posible, el futuro prestador de servicio por parte del órgano
licitante.
La acreditación positiva de la idoneidad del oferente, que se realizaba a través del Registro
de Proveedores del Estado, no tiene lugar en el sistema instituido por el decreto 825/88, que
obra fundamentalmente como un mecanismo de exclusión de quienes incurren en
incumplimientos o inconducta en sus relaciones como oferentes o cocontratantes con el
Estado. Es por ello que, debiendo realizarse actualmente la "acreditación de la capacidad
técnica, económica y financiera" de los proponentes ante el organismo licitante, los pliegos
de condiciones particulares pueden prever la forma en que ello deba realizarse.
El criterio relativo a la exclusión de los entes autárquicos para interponer los recursos y la
admisión de provocar un pronunciamiento ministerial o del Poder Ejecutivo, expresado en el
artículo 74 del
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Reglamento de Procedimientos Administrativos, aprobado por decreto 1.759/72, ha sido
extendido a supuestos en los que se trata de entidades cuyas acciones estén en su totalidad en
manos del Estado Nacional, dado que finalmente es el propio Estado el único accionista de la
persona jurídica.
No debe declararse ninguna nulidad por la nulidad misma, es decir, por puro prurito
formalista, sino cuando ello responda a una finalidad que exceda del mero riguroso
cumplimiento de la norma del rito; este criterio no es más que una directa consecuencia del
principio de conservación de los actos jurídicos.
Carece de sentido la nulidad por la nulidad misma, por cuanto su declaración debe
corresponder a un concreto perjuicio para alguna de las partes, no correspondiendo adoptarla
por el mero interés formal del cumplimiento de la ley, cuando tal actitud implique un exceso
ritual manifiesto, siendo, por lo tanto, de interpretación restrictiva.
Por vía de principio y sin descartar la posibilidad de que eventualmente en una misma causa
pueda estar involucrado en concreto más de un agente, no resultan viables las recusaciones
indiscriminadas contra todos los integrantes de un determinado organismo, máxime si con
ello se pretendiera un efecto "sine die" y con relación a cualquier tipo de planteamiento que
formulara el recusante.
Ref. Normativas:
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Resolución Nro. 538/1994 de Banco Hipotecario Nacional
Ley 24.156
Ref. Jurisprudenciales:
Fecha: 31/05/1993
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administrativos efectuados por agentes del área presidencial que debieran ser resueltos por el
Secretario General - no se vería negado pero sí restringido.
Con carácter previo a la emisión del dictamen de la Procuración del Tesoro debe constar en
las actuaciones el asesoramiento de los servicios jurídicos con competencia específica en la
materia sometida a consulta, para evitar que la Procuración del Tesoro se convierta en una
asesoría más y supla el cometido específico de sus delegaciones en los distintos organismos
estatales.
Ref. Normativas:
Fecha: 09/03/1995
Partes: Compañía de Perforaciones Río Colorado S.A. - Edialem S.A. - Papel del Tucumán
S.A.
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Nro. De Dictamen: 000037
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El instituto de la recusación es personal, no orgánico, y sin descontar que una misma parte
puede recursar ilimitadamente a los agentes siempre que tenga causa legítima, no resultan
viables las recusaciones o excusaciones indiscriminadas respecto de todos los integrantes de
un área o sector de un organismo.
El "interés en el pleito" a que aluden las normas sobre recusación o excusación, se refiere a
una ventaja o mejora de tipo económico o pecuniario; que puede ser directa, cuando de la
decisión del pleito e sigue para el agente, sus consanguíneos o afines, un provecho material;
o indirecta, cuando la decisión de ese pleito influya de una manera eficaz o considerada
eficaz, en el resultado de otro pleito semejante, en que el agente, sus consanguíneos o afines
resulten beneficiarlos materialmente. El instituto de la recusación con causa requiere la
existencia de un motivo serio, previsto en la ley aplicable, que haga lugar a la inhabilidad
subjetiva del agente por lo que no puede en modo alguno, reposar en una mera presunción.
Ref. Normativas:
Ley 19.549 Art.6
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Constitución Nacional (1994) A rt.18
Fecha: 09/09/1998
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La recusación con causa -prejuzgamiento- (art. 17, inc. 7o CPCCN) deducida contra el
Presidente de la Comisión Nacional de Valores en el sumario que esta entidad instruye a
directores, apoderados, gerentes y empleados de una determinada firma sólo se configura
cuando media un pronunciamiento expreso, positivo y preciso sobre la cuestión de fondo a
decidir en el proceso; en tal sentido, de las manifestaciones vertidas por el funcionario
recusado surge que fueron realizadas con anterioridad a la oportunidad de la decisión a
recaer respecto de la cuestión debatida y ello merece calificarse como un pronunciamiento
expreso resultando procedente la recusación con causa, correspondiendo elevar las
actuaciones al señor Ministro de Economía.
Todo funcionario o empleado puede ser recusado, en la medida que su participación sea
trascendente en el procedimiento; no sólo el funcionario que debe tomar la decisión final
sino también aquellos que toman las decisiones de trámite tales como la apertura a prueba,
gobierno, producción y control de la prueba, etc. (conf. Dict. 214:166).
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La Comisión Nacional de Valores es una entidad autárquica que mantiene sus relaciones con
el Poder Ejecutivo por intermedio del Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos,
de acuerdo con lo dispuesto en el artículo I o de la Ley N° 17.811; sus funciones son ejercidas
por un Directorio de cinco miembros designados por el Poder Ejecutivo Nacional.
Ref. Normativas:
Fecha: 01/11/1999
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La Resolución del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social recurrida por las empresas
Refinerías del Norte S.A. y Refinerías San Lorenzo S.A., al haber dispuesto el cambio de
encuadramiento sindical de los trabajadores de las empresas sin tener en cuenta lo previsto
en el artículo 43 de la Ley N° 23.696, -el cual dispuso que el proceso de privatización por sí,
no produciría alteraciones o modificaciones en la situación, encuadramiento y afiliación en
materia sindical de los trabajadores de un ente sujeto a privatización, salvo resolución de la
autoridad en esa materia- resulta afectada en su legitimidad, por lo cual corresponde su
revocación. Además tratándose de una cuestión de "encuadramiento sindical" conforme el
sistema de la Ley N° 23.551, ningún empleador tiene legitimación sustancial para intervenir -
tal como ocurrió en el caso-.
La norma del artículo 43 de la Ley N° 23.696 define una situación jurídica determinada
respecto de un supuesto jurídico específico: establece que la situación jurídica del
encuadramiento sindical no será alterada por el proceso de privatización por sí. No está
otorgando una representación gremial a perpetuidad; está diciendo que esa representación
gremial no varía por el sólo efecto de la privatización, sino que requiere la resolución de la
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autoridad competente. Por lo tanto, el encuadramiento sindical correspondiente a los
trabajadores de estas empresas sí puede variar; pero sólo a través del procedimiento previsto
a tal fin por el orden jurídico.
Los empleadores carecen de legitimación activa para intervenir en una controversia sobre
encuadre sindical. Ello es así porque el encuadre sindical no prejuzga la aplicación de un
convenio colectivo determinado; una cosa es el encuadre sindical y otra diferente la
aplicabilidad de una convención colectiva. El encuadramiento sindical es una controversia
intersindical de derecho, que se resuelve a través de la personería gremial de cada una de las
asociaciones; el encuadramiento convencional, en cambio, es un tema totalmente diferente
que se centra en la delimitación del ámbito de aplicación normativa de una regla creada por
la autonomía colectiva, lo cual constituye una controversia individual o plural de derecho,
cuyo tratamiento incumbe exclusivamente al Poder Judicial.
Ref. Normativas:
Ley 23.696
Ley 23.551
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PTN, “Dictamen 233:325"
Fecha: 03/05/2000
TEXTO COMPLETO
Carece de sentido la nulidad por la nulidad misma, por cuanto su declaración debe
corresponder a un concreto perjuicio para alguna de las partes, no correspondiendo adoptarla
por el mero interés formal del cumplimiento de la ley, cuando tal actitud implique un exceso
ritual manifiesto, siendo, por lo tanto, de interpretación restrictiva (conf. Dict. 210:156 y
Fallos 125:640; 311:1403).
No debe declararse ninguna nulidad por la nulidad misma, es decir, por puro prurito
formalista, sino cuando ello responda a una finalidad que exceda del mero riguroso
cumplimiento de la norma del rito (conf. Dict. 127:15; 130:265; 210:156).
Ref. Normativas:
Ley 23.696
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Decreto Nacional 1.357/89
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