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Ciudades de Refugio
Ciudades de Refugio
(Deuteronomio 19:1–10)
4. Debemos permanecer en el refugio: había una ley muy curiosa en las ciudades de
refugio israelitas—era refugio hasta que muriera el sumo sacerdote de sus días (Jos. 20:2).
Algunos
han visto en esta Ley una referencia a la muerte de Cristo, el sumo sacerdote de todos los
pecadores. Quizás es una alusión al cambio de residencia de las almas que pasaron al
Hades antes del sacrificio redentor de Cristo, a las cuales Jesús acompañó al hogar
celestial eterno, según aparece en Ef. 4:8.
5. Debemos procurar que los postes del camino sean claros para otros: no somos
nosotros los únicos por quienes Cristo murió. Deber nuestro es procurar hacer clara la
salvación a otros (Is. 35:8). Este pasaje se refiere al Milenio, pero, en tanto, los caminos a
la vida eterna están muchas veces mal dirigidos. Debemos indicar el camino de salvación
con nuestras palabras y ejemplo haciendo todo lo posible para guiar a cada alma por el
camino bueno. Vendrá el día en que quedarán muy pocos perdidos en el mundo (Jer.
31:34). Pero entretanto que todo está lleno de pecadores errantes, que no buscan la
salvación o van por caminos quivocados, vivamos para ellos. Alcemos la bandera de la salud,
atraigámosles a Cristo.