Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
financiero
Si bien la pobreza monetaria descendió del 30 % en 2021 al 28,5 por ciento en 2022,
sigue estando en un nivel alto; al tiempo que los costos a largo plazo de la crisis en la
salud y la educación deben ser subsanados de manera urgente, tanto para reactivar el
crecimiento como para mitigar el aumento en la desigualdad.
En cuanto al empleo, este aumentó hasta casi recuperar los niveles anteriores a la
pandemia a finales de 2021, tras una caída del 20 %. Pero la proporción del empleo
formal ha caído casi 5 puntos porcentuales. De hecho, muchos de los nuevos puestos
de trabajo, sobre todo para las mujeres, se encuentran en pequeñas empresas que a
menudo son informales.
En el sector de las industrias pueden aflorar oportunidades tras las crisis que
desencadenan una reestructuración económica a gran escala. Por ejemplo, si bien el
sector de servicios ha sido muy castigado, la aceleración de la digitalización podría
ayudar a impulsar sectores como las tecnologías de la información, las finanzas y la
logística, que a su vez pueden mejorar la competitividad del mercado y aumentar la
eficiencia económica. Sin embargo, si no se abordan los factores estructurales, es
probable que el crecimiento débil y lento se mantenga y sea insuficiente para avanzar
en la lucha contra la pobreza, y las tensiones sociales.
La región está sufriendo los efectos cada vez más graves del cambio climático que ya
ha ocasionado importantes pérdidas económicos y sociales. Los huracanes, las
inundaciones y las sequías son cada vez más frecuentes, y se estima que 17 millones de
personas podrían verse obligados a abandonar sus hogares y casi 6 millones a caer en
pobreza extrema de aquí a 2030, sobre todo debido a la falta de agua potable, así
como a una mayor exposición al calor excesivo y a las inundaciones.
PERU
Los parámetros macroeconómicos fundamentales de Perú continúan siendo sólidos:
una relación entre deuda pública y producto interno bruto (PIB) relativamente baja,
reservas internacionales considerables y un banco central confiable. Se prevé que, a
mediano plazo, la economía nacional crecerá ligeramente por debajo del ritmo del 3 %
anterior a la pandemia, gracias al aumento de las exportaciones, mientras que la
demanda interna se desacelerará en un contexto de escasa confianza de las empresas,
un menor crecimiento de la cantidad de socios comerciales y cierta volatilidad de los
precios de la energía. Se estima que la pobreza se mantendrá por encima de los niveles
anteriores a la pandemia en los próximos dos años, como consecuencia de la caída de
la calidad media del empleo.
Se prevé que el PIB crecerá un 2,7 % en 2022, valor que se mantiene por debajo de la
tendencia previa a la pandemia. Se espera que la actividad sea respaldada por un
aumento de las exportaciones mineras, pero también sufrirá una desaceleración
gradual de la demanda interna. Es probable que la inversión privada se estanque dado
que que la confianza comercial es baja debido a la inestabilidad política e institucional.
Es probable que la recuperación de los empleos de alta calidad —que dependen más
de la inversión privada— sea lenta, lo que limitará tanto los ingresos de los
trabajadores como las mejoras de productividad.
Se estima que el déficit público aumentará levemente el próximo año, impulsado por
la reducción prevista de los ingresos fiscales, dada la reciente corrección de los precios
de los productos mineros. Sin embargo, la trayectoria del déficit debería mantenerse
en consonancia con las normas fiscales, con una reducción gradual hasta llegar al 1 %
en 2026. Esta consolidación implicará un esfuerzo moderado en cuanto a gastos,
especialmente los relacionados con transferencias extraordinarias. De conformidad
con esta trayectoria, se prevé que la deuda pública continuará estable en el
período 2022-24, en torno al 35 %.