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Todo lo bueno es apetecible y este por lo tanto perfecto dado que todo apetece su
perfección.
Toda cosa es perfecta en acto. Se dice que algo es bueno en cuanto es ente, puesto que
el ser ya es la actualidad de todas las cosas.
Lo que se apetece es la perfección, una cosa acabada y entera es ya perfecta porque
existe ya toda entera. A mayor cualidad mayor perfección y viceversa. La actualidad de
la cosa viene de la perfección en el ser. Todas las cosas son buenas en cuanto tienen ser,
y es bueno en sentido absoluto en la medida que alcanza la plenitud actual de su
identidad, o sea el modo de su ser y de su naturaleza, gracias a esta es apetecible y
perfecta.
Todo es bueno si tiene identidad y bueno en sentido absoluto en la medida que alcanza
la plenitud actual de su propiedad. “Perfecto es aquello que no tiene ninguna
deficiencia según el modo de su perfección”
Algo es bueno por su casusa final, y por ser bueno tiene la posibilidad de atraer y causar
atracción. Causa final en sentido de traer y dar reposo. En una relación de pareja se debe
dar lo anteriormente dicho. Una persona es atractiva para otra cuando despierta la
atracción en la otra. Tiene que haber cierto conocimiento entre los dos. La atracción es
algo misterioso, sugestivo. La mujer es la única y la experta en el acto de seducir. Todo
para atraer la atención del varón, y a traves de ello ganárselo, lograrlo poseer. Hay un
deslumbramiento por algo o alguien que hace que el hombre apetezca lo que le hace
falta.
Hace falta para el enamoramiento la apetencia y admiración. El coqueteo es el
componente físico más importante.
Las apariencias que al principio parecen seducir más adelante nos logran decepcionar.
Por ello hay que buscar la apetencia que me parece lo suficientemente perfecto para que
me complemente, que me realice.
Para seguir a Dios en la vocación sacerdotal, también tenemos que tener una apetencia
que nos impulse a seguirle. Tenemos que asentar bien las bases para adentrarse a ese
camino hermoso al cual Dios nos llama.
Un ente puede ser perfectivo, de dos maneras: de un modo, sólo según la razón de
especie; y así el ente perfecciona a la inteligencia. De otro modo el ente es perfectivo,
no sólo según la razón de especie, sino también según el ser que tiene en la naturaleza
de las cosas.
Él se perfecto que me perfecciona:
Yo no soy autor de mi ser, por tanto no puedo cambiar mi naturaleza. Cuanto más uno
conoce su propia naturaleza más libre y más feliz será. El placer, el sexo, el dinero, no
modifica, ni cambia ni transforma nuestra naturaleza. Todo ser humano está invitado a
ser discípulo, el señor ya nos ha iniciado. Alumno perpetuo de la verdad.
A medida que el hombre vaya conociendo la naturaleza humana, va conociendo el para
vivir pleno, feliz y libre.
Al sacerdocio se llega solo si profundizamos verdaderamente el Sacramento. Los papás
deben haber intentado un matrimonio según la voluntad de Dios.
Al elegir a la persona que uno quiere para que esta forma parte de su vida es importante
no solo fijarse en lo que más atrae o sea en lo meramente físico, puesto que las
apariencias engañan, hay que conocer a la persona que deseamos forme parte de nuestra
existencia, dado que esta será el apoyo que cada uno deberá tener para realizarse,
perfeccionarse y así ambos los dos que conforman la relación. El enamoramiento por
tanto debe darse como un proceso no lanzarse a la primera, sino descubrir los puntos
débiles y los fuertes, los pros y contras, estudiar bien a la persona, además ese pequeño
amor que al principio se pudo haber dado por un pequeño deseo o una simple atracción
física, debe ser pulido, para que no sea superficial, sino que con el tiempo se construya
la relación sobre bases sólidas en ambos.
Leyes para vivir en una buena relación conyugal o interpersonal:
Ley de la adhesión: para apartar del amor que prometí todos los apegos y vicios que lo
debilitan.
Le dé la esperanza: un amor bien vivido siempre encontrara las soluciones a sus
diversos problemas.
Ley de la conquista diaria: para intensifica el amor cada día y así se mantenga siempre
vivo.
Ley del sacrificio: el amor verdadero solo se verá en la renuncia personal a los vicios o
hobbies que nos pueden apartar de la pareja.
Ley de la paz: por el amor que entre ambos nos tenemos debemos renunciar a los
egoísmos ser siempre el primero para pedir perdón.
Ley de la alegría: tiene que haber confianza y conocimiento intrínseco mutuo.
Ley del progreso: el amor siempre prosperara y progresara cuando apunta a Dios, pues
se hará infinito.
Ley de la cruz: la cruz símbolo del amor conyugal. Pues esta es la cruz que da la vida.
Sola así se sostendrá en Dios, pues este es el autor del amor.
El matrimonio debe estar anclado en el amor de Cristo. Ama y serás amado.
Después de haber analizado el proceso del enamoramiento y las bases para que una
unión conyugal sea fructífera y duradera, ahora analizaremos si es posible enamorarse
por voluntad o decisión.
El amor debe ser una decisión de la voluntad pero no absolutamente. El ser humano no
solo es pura voluntad, además a consecuencia del pecado original ni la voluntad ni la
inteligencia poseen ya dominio sobre el sujeto mismo.
La razón y la voluntad las que deben regir al hombre, siendo estas las capacidades más
elevadas por las cuales este mismo hombre es digno. Y por tanto de amar.
Gracias a los sacramentos, los mandamientos y el mismo matrimonio, los instintos
quedan bajo el dominio de la gracia, la ayuda divina.
El amor no es verdadero sino es de tres. Pues el amor de dos es egoísmo, pero si en el
matrimonio Dios toma el mando y él es el centro de esta unión es amor es real,
verdadero y próspero. El amor es trino, el matrimonio es de tres.
Por tanto, es posible enamorarse por voluntad y decisión si se cumplen estas reglas:
Solo si el alma fuera sanada por la gracia e instalada en el orden de:
a) una inteligencia sanada de la ignorancia gracias a la revelación divina; a la fe; a la
instrucción religiosa ortodoxa; y a una cultura familiar y social que se lo enseñe, facilite
y apruebe.
b) una voluntad sanada de su malicia.
c) una sensibilidad ordenada por la templanza y la fortaleza. Es decir: En la medida en
que la inteligencia y la voluntad tengan dominio sobre la sensibilidad, las pasiones y los
deseos instintivos, es posible amar por pura voluntad. En la medida en que pase al
contrario, las pasiones pueden más que la voluntad.
Dimensiones del amor:
El verdadero amor abarca: amor como pasión, como virtud y como don de Dios.
Debería ser bella la vida de una pareja, porque en ellos se deben juntar como una trenza
estos amores, solo así sería un amor completo.
El amor en el matrimonio.
Debe ser: Total. Por ser amor. La totalidad parte de su naturaleza. Pues amo como
hombre y con la totalidad de como soy, sin reserva alguna. Alma, cuerpo, futuro, etc.
Todo recorte viene a ser enemigo del amor matrimonial. El amor debería ser unitivo y
complementario, sincero y eterno.
Todos estamos llamados a ser felices. Dios crea a cada persona y, esta se desenvolverá
en un universo personal distinto y único. Todos nacemos para Dios, nuestro fin, nuestra
verdadera felicidad. Dios como aquel que vela por nuestra existencia, él está siempre
presente aunque nosotros los seres humanos no le tomemos en cuenta, un Dios
inmensamente misericordioso y verdaderamente justo. Aquel único capaz de
transformar de cambiar radicalmente todo, especialmente la vida humana y, solo a
quienes él lo quiera, un Dios donde los imposibles no tienen cabida alguna, un Dios que
nunca se cansara de amar.
La paternidad y los hijos.
Un amor fructuoso. Es obligación o necesidad para los esposos, al fin y al cabo, es
mandato divino, pues van a ser una sola carne, igual fruto del amor, entonces se da en
los dos. Por obliga y por neseci. Amor que fructifica es un amor vivo, somos como el
sarmiento y la vida, el fruto del amor entre v y h, tienen que ser los hijos, porque esta en
su ser el producir engendrar por el amor conyugal, por tanto, el fruto del amor conyugal
son los hijos, brota de ese don reciproco.
Es signo, por tanto, amar es entregarse, amamos en la medida en que damos. O me
entregas todo o nada. Amor a medias es un amor placentero. La fecundidad lo mas
sagrado que tienen ambas criaturas, la mayor negación, dar el cuerpo, pero no recibir la
fecundidad, o dar la fecundidad, pero no el cuerpo. Si se da toda la capacidad hasta el
engendrar, recién será amor como signo, capaz de darlo todo, paternidad don de Dios, lo
hombres concrean pues junto a Dios dan a luz un nuevo hombre, por ellos que dan la
materia, mas Dios que le da el alma y su espíritu para que sea, gran misterio de Dios en
los hombres. Pues la nueva vida DIOS crea el alma de la nada, TRANSMITIENDO LA
IMAGEN DE Dios desde el principio. Los padres imagen de la paternidad de Dios.
Los padres no pueden programar un hijo pues depende también de Dios, por tanto, Todo
hijo es don de Dios, no se puede jugar a ser Dios manipulándolo.
El misterio de la vida
La vida, don y alegría. La vida nos llena de admiración. La vida de la madre lleva en el
seno de la mama, es el ser más frágil que puede existir, pero es el único capaz de
infinito, amor, conocimiento, capaz de Dios, y vales mas que todo el universo junto. Un
acto tan trascendental, así como crear todo un universo en uno micro. II Mac 7, 22-23.