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Margarita Ibáñez Tarín,

C/Puerta Zafa 46380 Cheste (Valencia) Teléfono 664242130

margaibta@gmail.com

Profesora de Geografía e Historia en el IES Abastos de Valencia

Diplomada en Magisterio, especialidad CC.SS.

Licenciada en Geografía e Historia, especialidad Historia del Arte.

Máster en Historia Contemporánea. Premio extraordinario de Máster 2012-2013 de la


Universidad de Valencia

Trabajo Fin de Máster:

“Purgas, cárceles, extorsiones y exilios. Profesores de Instituto durante la guerra y en


primer franquismo en Valencia”,
dirigido por el catedrático de la Universidad de Valencia, Marc Baldó Lacomba.

En la actualidad me encuentro realizando el Doctorado bajo la dirección del catedrático


Marc Baldó Lacomba. Mi tema de investigación es:

“Profesores franquistas, antifranquistas y en la “zona gris”. La guerra ideológica que


vivieron los profesores de Segunda Enseñanza en el País Valenciano (1936-1950)”.

PUBLICACIONES

– “El sindicato de profesiones liberales de la CNT durante la Guerra Civil en Valencia, refugio de
profesores de instituto derechistas. The CNT white-collar union during the Spanish Civil War in
Valencia, a refuge for right-wing secondary school teachers”, CIAN-Revista de Historia de las
Universidades, 17/2 (2014), pp. 141/169.

– “La represión política en el Instituto de Requena. Represaliados e integrados en el Nuevo


Estado”. Saitabi, Revista de la Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Valencia, Nº 62-
63, 2012-2013, pp. 135-158.

– “La limpieza política del profesorado en EEUU (1946-1956). El caso de Owen Lattimore”.
Comunicación Congreso de la AHC, Granada, septiembre 2012.

– “El instituto de Requena durante la guerra civil a través del profesor Camilo Chousa”, Revista
Oleana, Centro de Estudios Requenenses, 2010.

– “La posguerra en el Instituto de Requena a través de la trayectoria profesional y biográfica de


Adela Gil Crespo y Alejandro Gaos”, Revista Oleana, Requena, Centro de Estudios Requenenses,
2013

– “Camilo Chousa, ¿Héroe o villano?, El alcalde más polémico de Antequera en la II República”,


Revista del Centro de Estudios Antequeranos, 2011.

– “Presencia del profesor Camilo Chousa en el Andalucismo Histórico”, Comunicación en el XIV


Congreso de Andalucismo Histórico, Sevilla, septiembre de 2010.

1
Adela Gil Crespo. Historia de una moderna en los años de
plomo del franquismo

Margarita Ibáñez Tarín


Universidad de Valencia

Introducción

Adela Gil Crespo se ajustaba bien al modelo de mujer moderna republicana que
el franquismo consiguió aniquilar en la sociedad española de los años cuarenta y
cincuenta. Era brillante, enérgica, una profesora de éxito intelectual, catedrática de
Geografía e Historia de Instituto, de opiniones radicales y muy luchadora, que en su vida
privada y pública consiguió ser una mujer libre de las trabas derivadas de la condición
social secundaria que sufrían las mujeres en la posguerra. Representaba la antítesis de la
mujer “reina [esclava] del hogar” que preconizaba la Sección Femenina y por lo tanto era
una rara avis en la época. Fue una mujer adelantada a su tiempo, agnóstica, madre soltera,
trabajadora, viajera, rebelde con las trabas y las coerciones sociales, que consiguió
encontrar su lugar en la sociedad clasista y gris del franquismo y sobrevivir a la dictadura
más larga de Europa.
En este trabajo abordamos desde la perspectiva de la Historia Oral su trayectoria
biográfica. A partir de una entrevista realizada a su hijo Juan Antonio Gil Crespo
intentamos reconstruir su historia de vida, pero nos valemos también de otras fuentes
archivísticas e historiográficas para contrarrestar lo que Alexandro Portelli, uno de los
innovadores de este paradigma, ha llamado “el premio y la maldición de la Historia Oral:
la subjetividad”.1 El mismo entrevistado expresa sus dudas al respecto de la fiabilidad de
su memoria: “Hay que tener en cuenta de todos modos que yo nací en 1954, que cuando
mi madre y mi abuela, que murió en 1965, me contaban cosas de la guerra, habían pasado
muchos años, y mi madre murió hace veinte años. Los recuerdos que tengo son
confusos”.2 La reconstrucción de la historia de vida de Adela Gil Crespo que aquí
presentamos está incompleta, sin lugar a dudas, porque la memoria no es objetiva, los
recuerdos son a menudo fragmentarios y porque toda reconstrucción implica siempre una
nueva construcción y .por lo tanto transformaciones que influirán en una inevitable
deformación de la experiencia vital original. En cualquier caso, nosotros pretendemos
poner en relación la memoria y la historia y establecer un discurso biográfico coherente.
Por eso no nos basaremos únicamente en el testimonio de Juan Antonio Gil Crespo, aun
siendo muy valioso, ya que creemos, al igual que Ronald Fraser, que el historiador debe
consultar todas las fuentes primarias o secundarias que tengan relación con su campo de
investigación, porque necesita incluir las experiencias relatadas dentro de un contexto
socio-histórico a la hora de entender la narración del entrevistado y formular preguntas
válidas.3 Adela Gil Crespo, que por profesión no era ajena a nuestra disciplina, sabía muy
bien de lo que hablamos cuando citaba en el prefacio de una obra que dejo inconclusa
sobre la guerra civil al mencionado historiador inglés. Sabía que Ronald Fraser era en ese

1 Citado en FRASER, Ronald, “La Historia Oral como historia desde abajo”, Ayer, nº 90, 1993, p. 80.
2 Entrevista a Juan Antonio Gil Crespo, Madrid, 4 de junio de 2012.
3 FRASER, Ronald, “La Historia Oral…, p. 84.

2
momento en España, el primero que empezaba a recuperar la memoria popular de nuestra
guerra desde la perspectiva innovadora de la Historia Oral:

Como una visión lejana, en la que el recuerdo y la fantasía se entrecruzan, me llega el recuerdo
leyendo a Fraser,4 de cómo recibimos en mi familia y en mi barrio, la Prosperidad, la noticia del
alzamiento. No teníamos radio. Hacía años habíamos tenido una galena, pero después mi padre no
era partidario de la radio. La vecina de enfrente nos atormentaba tarde y noche con las estridencias
de las canciones de moda. Pero aquel día no eran canciones, eran noticias. Los militares se habían
sublevado en Marruecos, y la República parecía peligrar. Las noticias empezaron a circular, en la
calle se hacían corrillos, se lanzaban opiniones. No sería nada, sería una Sanjurjada más, y el
gobierno terminaría por dominar.5

Ella no tuvo tiempo, a pesar de ser una prolífica autora de artículos y obras de
ensayo de temática geográfica, de escribir sus memorias y es de justicia que intentemos
trazar en estas páginas las azarosas circunstancias vitales por las que pasó en el periodo
de la II República, la guerra civil y la posguerra.

La huella del Instituto-Escuela

Adela Gil Crespo (1916-1992) provenía de una familia humilde de origen


castellano que se estableció en Madrid a principios del siglo. Su padre era un taxista
socialista afiliado a la UGT que eligió para la formación de su hija el Instituto-Escuela de
Madrid. Allí estudió desde 1924 hasta 1933, fecha en que obtuvo el grado de bachiller y
se trasladó a Sevilla para empezar a trabajar en el recién creado Instituto Escuela6 como
profesora especial de trabajos manuales 7 y al mismo tiempo estudiar en la Universidad
hispalense la carrera de Filosofía y Letras.
El Instituto-Escuela de Madrid, donde estudió Adela Gil Crespo, había sido
fundado en 1918 siguiendo la estela de renovación pedagógica iniciada por la Institución
Libre de Enseñanza en 1876. La Enseñanza se distribuía en nueve grados, tres
preparatorios y seis de bachillerato. En la concepción de pedagogía activa que
preconizaba el instituto, los libros de texto no tenían cabida y eran sustituidos por
cuadernos de trabajo. De manera que los alumnos llevaban a cabo una labor productora y
no meramente receptora.8 En el Instituto-Escuela se fomentaba de manera prioritaria la
capacidad creadora del niño y por lo tanto los trabajos manuales tenían mucha
importancia. Adela Gil Crespo como profesora especial de Trabajos Manuales enseñaba
encuadernación, talla en madera, telares, corte y confección, trabajos con rafia, labores

4 FRASER, Ronald, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil española,
Barcelona, Crítica, 1979.
5 GIL CRESPO, Adela, “Relatos y recuerdos. Julio de 1936 en Madrid”, 1992, Inédito, Archivo de Juan
Antonio Gil Crespo.
6 ALGORA ALBA, Carlos, El Instituto Escuela de Sevilla (1932-1936). Una proyección de la Institución
Libre de Enseñanza, Sevilla, Diputación provincial de Sevilla, 1996.
7 GIL CRESPO, Adela, “Metodología y enseñanza en los institutos-escuelas” en J. HAR0 y otros (coord.):
Instituto de Bachillerato Cervantes. Miscelánea en su cincuentenario. 1931-1981. Madrid, MEC, 1981,
pp. 443-445. “Los trabajos manuales, que estaban graduados por curso, y en el Instituto-Escuela de
Madrid y en el de Sevilla, tenían la finalidad de practicar la artesanía; se enseñaban labores tradicionales
de lagartera, a repujar cuero y plomo, a tallar madera, a tejer telas y alfombras, a encuadernar libros, a
hacer cestos de rafia. En el Instituto Escuela de Valencia, en trabajos manuales seguían otra orientación,
dada por el señor Llácer, al que yo sustituí en el periodo de guerra, por haber sido movilizado, se hacían
juguetes, botones de madera, y recogiendo semillas del Jardín Botánico de Valencia, adornos. […] Lo
que actualmente tanto se busca, creatividad, expresión corporal, se practicaba en los Institutos Escuela.”
8 PALACIOS BAÑUELOS, Luis, Instituto-Escuela, historia de una renovación educativa, Madrid,
Ministerio de educación y ciencia, 1988, p. 99.

3
de aguja, repujado en piel, etc. Otro elemento esencial en la programación de actividades
de los Institutos-Escuela, al igual que en la ILE, eran las excursiones, concebidas como
clases prácticas o intuitivas donde los alumnos recogían observaciones directas que más
tarde tenían que poner en orden y exponer en clase. Se hacían excursiones de carácter
artístico, geográfico, geológico, ejercicios topográficos, etc. Los aspirantes del Magisterio
secundario, caso también de Adela Gil Crespo, eran uno de los aspectos más
característicos del Instituto-Escuela. A lo largo de los seis primeros años de existencia del
centro pasaron por el instituto 87 aspirantes, muchos de los cuales ocuparían después las
cátedras por oposición en numerosos institutos y serían transmisores de los valores
pedagógicos que les había aportado la institución.9

El paso de Adela Gil Crespo por los Institutos-Escuela dejó una huella indeleble
en su vida profesional, tal como nos cuenta su hijo en la entrevista:

– ¿Estudio los nueve grados (desde los 8 a los 16 años) en el Instituto-Escuela de


Madrid, entre 1924 y 1933?

Creo que son esas las fechas. Nació en septiembre de 1916, y entró en el Instituto-
Escuela y estuvo hasta terminar el bachillerato. En 1933 tendría 16 años. Las fechas
cuadran.

– ¿Por qué la matricularon en la Institución Libre de Enseñanza? ¿Fue una cuestión


ideológica?

El Instituto-Escuela nunca perteneció a la Institución Libre de Enseñanza, que era


una institución privada, a diferencia del Instituto-Escuela, que era semipúblico, con
profesores funcionarios y subvencionado con fondos públicos. Debió ingresar porque les
debió de parecer el centro más liberal en ese momento.
Recuerdo que mi madre contaba que había estado en colegios religiosos siendo
párvula y que mi abuela la sacó de allí al enterarse de que pegaban a los chicos. Mi abuelo
era socialista, y fue afiliado a la UGT, mi abuela era cristiana, pero no clerical. Tengo
entendido que llegó a afiliarse al Partido Comunista porque era lo más parecido al
mensaje evangélico. Eran personas de instrucción precaria, pero con inquietudes
intelectuales y de promoción profesional. Mi abuelo había sido zagal y provenía de una
familia de pastores de Siguero (Segovia). Vino a Madrid y fue mozo de cuadra y cochero
a principios de siglo. Parece que estuvo cerca de ser alcanzado por la bomba de Mateo
Morral. Luego se interesó por los automóviles y fue una de los primeros choferes de
Madrid. Hacia los años veinte del pasado siglo, mi abuelo y su hermano Celedonio se
establecieron como taxistas. Era un hombre bastante rígido. Nunca pegó a mi madre, pero
la única vez que suspendió matemáticas en sexto de bachillerato, le retiró la palabra
durante un año. Cuando mi madre estudiaba en Sevilla y venía a casa por los veranos
tenía problemas con mi abuelo sobre los horarios de regreso al hogar, lo que mi madre
no entendía, porque en Sevilla tenía más libertad de entrar y salir. Durante la guerra le
requisaron los taxis, y tuvo que alistarse de miliciano el Cuerpo del Tren para sobrevivir.
Estuvo preso acabada la guerra, desde junio de 1939 hasta enero o febrero de 1940. Y fue
liberado por la influencia de un general del que había sido asistente. Pero nunca se
recuperó. Nacido en 1875, fue para él un golpe muy duro estar preso después de toda una
viuda honrada, y eso le marcó. Murió de cáncer.

9
Ibid. P. 118.

4
Mi abuela era de Atanzón, Guadalajara, y vino a Madrid a trabajar de sirvienta en
Madrid. Cuando llegó a la estación y preguntó por una pensión para alojarse, alguien le
indicó las señas de un burdel, pero un policía al que preguntó por la dirección le informó
de donde querían que fuera, y le proporcionó la dirección de una pensión. Con el tiempo,
estudió para cocinera, y sé que llegó a viajar a Biarritz y Villaviciosa de Asturias, entre
otros lugares para formarse como cocinera. Llegó a ser cocinera en palacios de la
aristocracia. Sé que tuvo problemas con una marquesa bastante testaruda que pretendía
que diera los pollos los perros y los huesos a los criados, y alguien se chivó de que lo
hacía al revés, por lo que tuvo que dejar el puesto. Creo que dejó de trabajar al casarse.
Mi madre cuenta que se preocupaba de leer el periódico todos los días.
Me imagino que si entró en el Instituto-Escuela era porque era más avanzado que
otros centros de la época. La educación era bastante avanzada para la época, con clases
prácticas, viajes de estudios para estudiar historia o arte. Recuerdo que fue a Segovia,
Navacerrada, Alcalá de Henares, Barcelona durante la exposición de 1929. Se hacían
prácticas de laboratorio, se estudiaban las obras de los autores en Literatura, y no solo
manuales, se practicaban deportes (mi madre decía que aprendió a jugar bastante bien al
beisbol). Aunque también es cierto que su afición deportiva se despertó porque en un
momento dado podían escoger entre deportes o religión, cuyos horarios coincidían.
Pero al mismo tiempo, era una educación muy elitista, poco tolerante. Me acuerdo
que una de las definiciones favoritas de mi madre era la de “cretinos”, que aplicaba a
quienes no compartían sus aficiones intelectuales. A los de Instituto-Escuela les llamaban
en la época “los jesuitas de la acera de enfrente”, porque no eran en exceso tolerantes, y
es posible que la educación tuviera algo de clericalismo laico. Compañeras del Instituto-
Escuela de mi madre consideraban como un elemento negativo al juzgar a las personas,
ser “de familia modesta”. Ella misma cuando se peleaba con mi abuela, me acuerdo que
le sentaba muy mal que le recordara que su padre era un obrero. Tenía un sentido elitista
bastante parecido al de Ortega y Gasset, y siempre repetía que “la masa no es buena más
que para hacer pan”. Y en su sentido elitista se mezclaban los prejuicios intelectuales y
los de clase. Le parecía muy mal que sus hermanos pequeños leyeran tebeos, porque no
era refinado.
Con el tiempo, al conocer a personas de otros ambientes y otros niveles
educativos, empezó a darse cuenta de que los alumnos de Instituto-Escuela no eran los
únicos bien formados, y sus postulados exclusivistas se fueron moderando. Es cierto que
siempre guardó un buen recuerdo del Instituto-Escuela, y de su influencia en la
renovación de la enseñanza. De hecho, cuando se jubiló, su última lección fue
precisamente sobre la enseñanza en el Instituto-Escuela. Igualmente a mí me envió a
estudiar al Liceo Francés, que era un centro laico del Gobierno francés, donde se
impartían clase del bachillerato en francés y español, y algunos de los profesores de la
parte española, Pausa, Kreisler,. Manaut, lo habían sido del Instituto-Escuela. Pero nunca
se planteó llevarme al Colegio Estudio, dirigido por Jimena Menéndez Pidal, y que tenía
la pretensión de ser heredero del Instituto-Escuela.

– ¿Cuándo se marchó a Sevilla para trabajar en el Instituto-Escuela (recién creado


en 1932)? ¿Lo hizo como aspirante del Magisterio secundario (un trabajo de
prácticas que sólo existía en los institutos-escuela) y mientras tanto estudiaba la
carrera en la universidad?

Se marchó a Sevilla al terminar el bachillerato. No pudo estudiar Magisterio


primario en una Escuela Normal porque suspendió Matemáticas en sexto de bachillerato,
lo que luego pensó que pudo ser una suerte, porque podía haber terminado de maestra en

5
un pueblo donde la hubieran fusilado. No tengo muy claro por qué fue a Sevilla, pero me
imagino que por razones económicas. Fue profesora de Trabajos Manuales en el Instituto-
Escuela al propio tiempo que estudiaba Filosofía y letras. Creo que estaba interna en el
Instituto. El sueldo no debía ser alto, pero le permitía alojarse, comer y estudiar. En
aquéllos años, la situación económica de la familia empeoró. Mi abuelo y su hermano
Celedonio habían vivido muy bien con los taxis, pero durante la República su situación
empeoró, los taxistas eran en su mayoría republicanos o socialistas, y las clases pudientes
de la derecha, que eran sus principales clientes, les boicotearon. Además, el Gobierno
obligó a los taxistas a ampliar sus horas de servicio, para forzarles a contratar personal, y
mi abuelo tuvo mala suerte con el empleado que contrató, que le sisaba. Además en 1935
sufrió un accidente muy grave en la Sierra de Gredos. La marcha de mi madre a Sevilla
debió ser la única manera de que pudiera costearse sus estudios. Y de hecho, sus hermanos
pequeños no estudiaron, porque la situación económica empeoró durante la guerra y la
postguerra.

========

La vida profesional de Adela Gil Crespo estuvo marcada siempre por la influencia
del ideario de renovación pedagógica que puso en marcha el Instituto Escuela de Madrid
en 1918, herencia de la visión pedagógica de Giner de los Ríos y de la Institución Libre
de Enseñanza.10 A Adela Gil, que era por encima de todas las cosas, profesora, y
especialmente profesora de Geografía, sus alumnos la recuerdan como una maestra que
sabía hacer de la enseñanza de la Geografía una materia apasionante pero siempre a través
de la aplicación de un método perfectamente concebido. En esto era seguidora de los
planteamientos pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza. Los alumnos tenían
que aprender a ser críticos y a someter toda la información al filtro de la razón. Era
enemiga de los exámenes y de los libros de texto, ella se valía a la hora de evaluar, como
en la Institución, de los cuadernos de trabajo y de campo que confeccionaban los alumnos.
De esta manera los estudiantes llevaban a cabo una labor productora y no meramente
receptora y al mismo tiempo fomentaba su creatividad. 11 Siguiendo la línea de los
institucionistas era también una gran entusiasta del valor pedagógico de las excursiones. 12
Su identificación con el ideario del Instituto-Escuela la llevaba en ocasiones a
posiciones intolerantes y un tanto elitistas, según el testimonio que hemos visto de su hijo,
lo cual era bastante común entre los institucionistas. Esta concepción elitista de la
educación que tenían los alumnos de la Institución Libre de Enseñanza y del Instituto
Escuela no era rara en la época, como tampoco eran raras las críticas de los que como
Arturo Barea, en su trilogía La forja de un rebelde los calificaban como “la nueva

10
PALACIOS BAÑUELOS, Luis, El Instituto-Escuela, historia de una renovación educativa,
Madrid,Ministerio de educación y ciencia, 1988.
11
MUÑOZ JIMÉNEZ, José Miguel, “Adela Gil Crespo (1916-1992). Una vida dedicada a la Geografía”,
Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Madrid, 1993.
12
Entrevista a Carmen Tenas Pérez, alumna del instituto de Requena, 15 de abril 2012. Una vez nos mandó
un trabajo de investigación: “Historia del vestido desde la Prehistoria a nuestros días”. Otro día que
íbamos de excursión a ver unas cuevas un grupo de niños con ella, se hizo de noche y nos perdimos.
Entonces ella dijo que seguiríamos el curso del río y llegaríamos al pueblo y así fue. Cuando llegamos
nuestros padres estaban muy preocupados pero no se quejaron. Era una mujer muy comunicativa, con
gran sentido de la justicia y de la honradez y al mismo tiempo muy moderna, directa y hablaba siempre
sin subterfugios. Entrevista a Maria Dolores Roda Gallega, alumna y después administrativa del
Instituto de Requena, 18 de mayo de 2012. Recuerda una excursión a la ermita de San Blas por el río
Magro, cuando llegaron a la ermita los caseros se negaron a darles agua y Adela Gil se enfadó y dijo
que ni en las Hurdes ocurría algo así. Iban 40 niños de 1º y 2º de bachiller.

6
aristocracia de izquierda”.13. Poco a poco fue moderando sus postulados exclusivistas
conforme entró en contacto con personas de otros ambientes. En cualquier caso, siempre
mantuvo un buen recuerdo del Instituto Escuela, de hecho su última clase magistral,
cuando se jubiló, la dedicó a “La enseñanza en los Institutos Escuela”.

Del Madrid del terrible verano de 1936 a la Valencia de la evacuación masiva

El aciago verano de 1936 lo pasó en Madrid, a donde había llegado recientemente


procedente del Instituto-Escuela de Sevilla, así se salvó de los seis bandos de guerra de
Queipo de Llano que en los días siguientes al 18 de julio dieron lugar a grandes matanzas.
Adela Gil Crespo, trabajaba como profesora de Trabajos Manuales en el Instituto-Escuela
sevillano desde 1934 y al mismo tiempo era estudiante en la Universidad hispalense. De
haber permanecido en ese instituto que el gobernador civil de Sevilla calificó de “gran
foco de sectarismo antirreligioso disuelto por las autoridades nacionales a los pocos días
del Glorioso Movimiento Nacional”14 y dada su manifiesta ideología izquierdista podría
haber corrido peligro.
Algunos de los profesores destinados en el Instituto-Escuela de Sevilla como Juan
de la Mata Carriazo y Arroquia y Maria Rosario Montoya se reencontraron con ella en
julio de 1936, en Madrid. La capital estaba llena en esas fechas de catedráticos y
profesores encargados de curso interinos que habían acudido a los cursillos de unas
oposiciones para profesores de Segunda Enseñanza que se iban a celebrar el 3 de agosto
de 1936. El golpe de Estado del 18 de julio los sorprendió fuera de sus localidades de
origen y muchos ya no pudieron volver a las provincias que habían caído en manos de los
sublevados. La mayoría marcharon a Valencia siguiendo los pasos del gobierno
republicano en noviembre de 1936. Allí se incorporaron a los cuatro institutos de la ciudad
del Turia y a los otros que había en la provincia. Adela Gil Crespo, según la información
de su hijo, fue trasladada al Instituto-Escuela de Valencia como profesora de Trabajos
Manuales y como asistente en el internado del centro, a las órdenes del profesor Ángel
Lacalle que dirigía el internado.

– ¿En qué circunstancias se marcha a Madrid, antes del golpe de Estado? ¿Hubiera
corrido peligro su vida en Sevilla? ¿Qué contaba del terrible verano del 36?

Cuando el golpe de Estado estaba en Madrid de vacaciones. De haber estado en


Sevilla, es posible que la hubiesen fusilado. No tenía gran actividad política, pero estaba
afiliada a la UGT. De los inicios de la guerra tengo recuerdos confusos. A la zona donde
vivía, cerca del Arroyo Abroñigal (hoy M30), cerca de Alfonso XII, no llegó el frente.
Vivían en hotelitos con jardín, y había campos de cebada y rediles por los alrededores. En
el patio se criaban conejos y gallinas. Parece que no se pasó tanta hambre como en la
posguerra, pero la situación era difícil. A mi abuelo le requisaron el taxi, que era su medio
de vida, y tuvo que meterse a miliciano para sobrevivir. Mi abuela instaló una verdulería
cerca del mercado de Diego de León. Sé que mi madre pensaba que del lado de la
República estaba la justicia y el bien, que era imposible perder la guerra. Pero también
sé que estuvo a punto de que un miliciano de la FAI, le diera el paseo, cuando se encontró
a un ejecutado cerca de María de Molina, y se salvó por la intervención de un miliciano
socialista. A mi abuela vinieron una vez a buscarla los vecinos para fusilarla porque decía
que no se podía asesinar en nombre de la República, y se libró porque mi tío Bonifacio,

13
BAREA, Arturo, La forja de un rebelde. La ruta, Barcelona, Debolsillo, 2011, p. 202.
14
Archivo General de la Administración (en adelante AGA), Expediente de Adela Gil Crespo, (5)1.12
32/16757

7
que entonces tenía quince años, pudo esconderla. También me contó que presenció un
bombardeo en la Plaza Mayor, y vio los sesos de un hombre esparcidos por las paredes.
También me dijo que estaban comprando mi madre y mi abuela en el mercado de Legazpi,
cuando la gente huía despavorida por los ataques fascistas sobre Madrid, y entonces se
pensó que Madrid caería. Cuando vinieron a requisar el taxi, a mi madre le pareció bien
porque ningún sacrificio era excesivo por la República, y mi pobre abuelo pensaba que
su hija era gilipollas.

– ¿Cuándo se marcha evacuada a Valencia? ¿Van juntos todos los familiares?

Mi madre no marchó evacuada a Valencia. Fue destinada al Instituto-Escuela de


Valencia, para prestar servicios como profesora especial de Trabajos Manuales, ya que el
Instituto-Escuela de Sevilla no existía ya y el de Madrid había sido evacuado. Ella no fue
evacuada, sino trasladada. De todos modos, sus dos hermanos pequeños Enrique, nacido
en 1923, y Bonifacio, nacido en 1920, sí que fueron evacuados, como tantos niños
madrileños, cuando empezó la batalla de Madrid. En parte ella se trasladó a Valencia por
razones del servicio y en parte para hacerse cargo de sus hermanos, ya que el mayor
parece que había empezado a engolfarse. Mis abuelos no se movieron del Madrid.
Después, cuando localizó a sus hermanos en Vall de Uxó (Castellón), se los llevó al
Instituto-Escuela de Valencia.

– En Valencia trabajó en el Instituto-Escuela desde 1937 a 1939 ¿Recordaba algún


profesor?

Recuerdo que hablaba de Ángel Lacalle, que prendió fuego a los libros de la
biblioteca del antiguo colegio de jesuitas, donde estaba instalado el Instituto-Escuela, y
mi madre logró salvar varios libros de obras de Fray Luis de Granada. No recuerdo que
hiciera especiales menciones, salvo de Dámaso Alonso, de quien sí que hablaba mucho
porque había sido su profesor en Madrid y continuó siéndolo durante la guerra en la
Universidad de Valencia. Los estudios que realizó mi madre allí se anularon después de
la guerra. Mi tío Enrique estudió en Valencia hasta tercero de bachillerato, pero no se los
reconocieron.

Denuncias y cárceles en la posguerra

Terminada la guerra, Adela Gil Crespo regresó a Madrid, pero poco tiempo
después, el 22 de junio de 1939, fue detenida en su casa de la colonia Buenavista de
Madrid junto a buena parte de su familia. Una denuncia proveniente de un vecino, Emilio
Nafría Encabo, motivó el encarcelamiento de Adela y su madre en la prisión de Ventas
durante largos meses y el del padre en la de Carabanchel. Se trata de un claro caso de
delación sin pruebas de los muchos que fueron moneda corriente en la época. Toda la
familia fue acusada de tener ideología izquierdista, de participar en actos de propaganda
y delación de derechistas y fue detenida. Adela Gil en ese tiempo era una joven profesora
de 22 años que pese a su corta edad ya había trabajado en los Institutos-Escuela de Sevilla
y Valencia. Su padre, Bonifacio Gil Gómez, de 64 años era taxista y durante la guerra
había sido voluntario en el cuerpo del tren y en un batallón de transportes en Guadalajara.
La madre, Juliana Crespo Cubero, regentaba una pequeña tienda de cacharrería. Los
informes acusaban a Adela de ser socialista acérrima, una “persona de cultura y
elocuente” decían, que en los años de la contienda civil se había dedicado a hacer
propaganda de la causa roja en mítines y conferencias, saliendo con este fin varias veces

8
a provincias “en unión de comunistas y anarquistas”. Aunque la sentencia finalmente se
resolvió de manera favorable el 18 de enero de 1940 con la absolución de los tres, nadie
les pudo redimir de los largos meses que pasaron en la cárcel soportando condiciones
infrahumanas. Juliana, la madre, pudo acceder a la libertad provisional el 29 de agosto
para atender a sus dos hijos de 17 y 14 años que estaban solos desde la detención, Adela
salió el 25 de enero de 1940, después de siete meses de reclusión, y su padre piso la calle
el 6 de febrero de 1940.
El caso de los Gil Crespo no es un caso aislado, en esa época la delación de los
vecinos fue determinante. Al terminar la guerra las denuncias fueron la forma más sencilla
y rápida de implicar a la sociedad civil en la represión, y por tanto, de reforzar los lazos
con la dictadura. Cuestiones ideológicas, personales o económicas, fueron los principales
motivos que movieron a cientos de miles de personas a denunciar a un vecino, a un amigo
o a un familiar en los despachos de los tribunales militares, en las oficinas de la Policía,
en los cuarteles de la Guardia Civil o en los locales de Falange, buscando, en la mayoría
de los casos, un beneficio personal. En Madrid, tal como cuentan Gutmaro Gómez y Jorge
Marco, se creó un Juzgado Especial de Porteros. Se convocaba a dos vecinos afectos al
Movimiento de cada edificio para declarar ante las autoridades judiciales militares. De
esta manera, casa por casa, bloque por bloque, edificio a edificio se llevó a cabo con gran
efectividad la limpieza política en la capital. La inmensa estructura institucional de la
delación condujo a una sobreabundancia informativa, en ocasiones difícil de manejar.
Muchas veces los testimonios eran contradictorios y complicaban la instrucción de los
casos. Por otra parte, la cooperación de los ciudadanos con el sistema policial creado por
el franquismo cumplía con la función de alimentar la cohesión social y no era muy
diferente al sistema policial que se impuso en otros regímenes totalitarios. En Alemania,
según Gellatelly, “El 75% de las denuncias tenían un objetivo instrumental de beneficio
personal y sólo un 25% respondían a causas sentimentales de lealtad al sistema”.15 Los
ciudadanos en Alemania y en España hacían un favor al Estado suministrándole
información y al mismo tiempo manipulaban a las autoridades en su propio beneficio para
conseguir prebendas en forma de puestos de trabajo en la administración, ascensos,
incrementos de sueldo, etc.
Un fragmento de la entrevista realizada a Juan Antonio Gil Crespo muestra el
clima de presiones, denuncias y maledicencias en el que vivían los habitantes de la colonia
de Buenavista de Madrid en los primeros años de la posguerra:

– La sentencia absolutoria de 18 de enero de 1940 muestra que los cargos que tenían
contra ella y sus padres no tenían suficiente entidad para ser constitutivos de
delito. Los acusaban de izquierdistas y a ella de haber dado una conferencia en la
Colonia donde vivían a favor de la causa republicana. Parece un caso claro de
delación ¿Sabían quién los había denunciado y por qué?

Mi familia, como otras de la colonia, fueron encarceladas por delaciones de los


vecinos, según supo mi madre después, porque esos hechos no constaban en el juicio.
Después de salir de prisión, continuaron las denuncias, y mi madre tuvo que comparecer
varias veces ante los Juzgados militares para demostrar que ya había sido juzgada. Mi tío
Bonifacio no fue a la cárcel, porque era pequeño, pero tuvo denuncias durante el servicio
militar, si bien tuvo la suerte de “caer” con un Comandante que le dijo que no le importaba
que su padre fuera rojo, que lo único que le exigía es que no le causara problemas. Uno
de los denunciantes era un Guardia Civil que había ascendido durante la guerra, lo que
15
GELLATELY, Robert, No sólo Hitler. La Alemania nazi entre la coacción y el consenso, Barcelona,
Crítica, 2001, p. 263.

9
parece que estaba muy castigado. Como el hombre seguía con las denuncias mi madre le
tuvo que coger a solas en un descampado y amenazarle con sacar a la luz su historial
durante la guerra, y eso parece que le asustó. Otros vecinos habían hecho saqueos y tenían
interés en que no se supiera. A otra vecina mi abuela le había estado pasando comida
durante la guerra, y se lo pagó denunciándola. Las denuncias fueron fundamentalmente
por envidias, y por gentes que habían cambiado de chaqueta y tenían trapos sucios que
ocultar y méritos que hacer. La cosa continuó durante años. Parece que cuando mi abuelo
se estaba muriendo, en 1953, unos vecinos se preocuparon de enviar a un sacerdote para
que le confesara, a lo que mi abuelo se negó. Todavía en los años sesenta, siendo yo un
niño, los nietos de los denunciantes sacaban a relucir nuestro pasado rojo en las
discusiones en los juegos.

======

En los años de plomo del primer franquismo los tribunales militares y el sistema
penitenciario franquista fueron dos de los principales instrumentos “legales” de represión,
aunque no los únicos. El sistema penitenciario español en los años que siguieron a la
contienda se vio desbordado con el mayor número de presos de la historia de España. La
cifra exacta nunca se podrá saber, pero se acerca al millón de reclusos. Sólo los campos
de concentración de Valencia, Alicante y Murcia duplicaban la capacidad que tenía el
sistema antes de iniciarse la guerra.16 La mayoría de los reclusos pasaron largos meses en
la cárcel hasta que finalmente las sentencias resolvieron a favor en contra su situación.
Fueron años en los que el sistema penitenciario se vio desbordado con el mayor número
de presos de la historia de España. La cantidad exacta nunca se podrá saber, pero
atendiendo a los datos del Anuario Estadístico Español estudiados por Javier Rodrigo se
puede hablar de 270.719 presos en 1939 y 233.273 en 1940. Si bien conviene matizar que
esas cantidades no corresponden a los totales de personas privadas de libertad en España
después de la guerra. Solamente estaban incluidos los detenidos a raíz de la victoria
franquista, no los que después, por actividades políticas clandestinas, lucha guerrillera o
simple desafección política ingresaron en las cárceles.17
La cárcel de Ventas en Madrid, donde estuvieron presas Adela Gil y su madre,
entre el mes de junio de 1939 y finales de enero de 1940, se convirtió en un terrible
almacén de mujeres. En 1940, el grado de hacinamiento de Ventas era totalmente
desproporcionado. El edificio de la cárcel, previsto para 500 reclusas, había sido
inaugurado en 1933 respondiendo a la concepción humanitaria y educativa que Victoria
Kent se propuso impulsar durante su mandato como directora general de prisiones: celdas
individuales, espacios luminosos y amplios, escuela, biblioteca, pabellón para madres con
niños, etc. Pero ahora, en los primeros años de la posguerra, las celdas daban cobijo a 13
o 14 reclusas que dormían en jergones en el suelo y comían un rancho inmundo a horas
intempestivas. La cárcel llegó a tener hasta 8000 presas a mediados de 1940 que sin
embargo supieron organizarse en una tupida red de solidaridad. Al igual que en todas las
prisiones de la posguerra las presas de Ventas se organizaron de manera clandestina y en
ocasiones semitolerada por las autoridades. Las profesoras, como era el caso de María
Sánchez Arbós18, Justa Freire y Adela Gil Crespo daban clases a las analfabetas. El 12 de

16
GÓMEZ BRAVO, Gutmaro, “Teología penitenciaria. Las cárceles del régimen” en ARÓSTEGUI, Julio,
(coordinador), Franco, La represión como sistema, Barcelona, Flor de Viento, 2012. pp. 233-234.
17
RODRIGO, Javier, Hasta la raíz. Violencia durante la guerra civil y la dictadura franquista, Madrid,
Alianza Editorial, 2008, p. 165.
18
SÁNCHEZ ARBÓS, María, Una escuela soñada. Textos, edición de Elvira Ontañón y Víctor M. Juan
Borroy, Madrid, Biblioteca Nueva, Ministerio de Educación y Ciencia, 2007, pp.21-23. María Sánchez

10
diciembre de 1939 el subdirector de la prisión provincial de mujeres de Madrid, José
Ribes Muscat, certificaba, según consta en su sumario, que Adela Gil estaba
desempeñando el cargo de maestra con todo celo y entusiasmo. 19 Con estas maestras
republicanas y con otra institucionista de gran relevancia, Matilde Landa, coincidiría
Adela Gil en los meses que pasó en Ventas en el verano y el otoño de 1939. Matilde
Landa,20 perteneciente al partido comunista, organizó en Ventas la llamada oficina de
penadas para gestionar la interposición de recursos y la solicitud de indultos. La oficina
fue creada después de la conmoción que supuso en la prisión el fusilamiento el 5 de agosto
de 1939 de las llamadas Trece Rosas. Se conoció con posterioridad a los hechos que la
directora de la prisión, la antigua alumna de la Institución Libre de Enseñanza y monja
teresiana Carmen Castro, había cometido un acto de negligencia al no tramitar a tiempo
la petición de conmutación de la pena a 30 años de reclusión. La profesora Adela Gil y su
madre recordaban bien el episodio porque estaban allí esos días. El hecho de estar
internadas madre e hija no era nada raro. Había familias enteras con abuelas y nietas. Por
lo general, se trataba de mujeres que eran presas políticas pero no estaban ideologizadas,
su único delito era ser madres, esposas o hijas de antifranquistas. La lista de mujeres
encarceladas a título de rehenes por su parentesco con hombres perseguidos por el
régimen era interminable. 21
En general, los profesores encarcelados al igual que el resto de la población
penitenciaria, fueron considerados por el régimen como recuperables para la causa del
nacionalcatolicismo. Se trataba de “enemigos engañados” que se dejaron influir por
“ideas extranjerizantes” pero que mediante técnicas persuasivas y cristianas podían
regresar a Dios y protagonizar una conversión individual. Esa era la concepción de la
redención penitenciaria que tenía el franquismo, imbuida de moral católica. 22 Los
sacerdotes deambulaban por las prisiones intentando en vano, según Francisco García
Corachán, hacer labores de proselitismo: “El que no era católico, y la mayoría no lo
éramos, salvo rarísimas excepciones siguió firme en sus creencias”. 23 Los internos tenían
que asistir a clases de catecismo y superar un examen sobre la materia a fin de recibir
visitas y paquetes, la misa era obligatoria los domingos y festivos, “cosa que en la práctica
más que una conversión era una coacción”, según asegura el historiador Ricard Camil
Torres, y es que además los capellanes castrenses llevaban a cabo sus tareas con escasa
motivación contribuyendo a las vejaciones y maltratos de los reclusos. 24 La influencia de
la Iglesia fue capital en la concesión de beneficios penitenciarios, indultos, libertad
provisional y hasta en las revisiones de los expedientes de depuración, masonería, etc.

Arbós, maestra vinculada a la Institución Libre de Enseñanza, pasó tres meses en la cárcel de Ventas,
de septiembre a diciembre del 1939. En 1941 fue absuelta por un tribunal militar de urgencia aunque la
expulsaron del Magisterio. En julio de 1952 fue rehabilitada.
19
Archivo General Histórico de Defensa (en adelante AGHD), Tribunal militar nº 5, Expediente de Adela
Gil Crespo, Madrid, Sumario 33666, Legajo 859.
20
GINARD I FÉRON, David, Matilde Landa. De la Institución Libre de Enseñanza a las prisiones
franquistas, Barcelona, Flor de Viento ediciones, 2005, pp. Matilde Landa estuvo en la prisión de Ventas
de septiembre desde 1939 hasta agosto de 1940. En 1943 se suicidó en la prisión de Palma de Mallorca
al no poder resistir las presiones para que se convirtiera al catolicismo.
21
HERNÁNDEZ HOLGADO, Fernando, Mujeres encarceladas. La prisión de Ventas: de la República al
franquismo, 1931-1941, Madrid, Marcial Pons Ediciones de Historia, 2003, p.114.
22
GÓMEZ BRAVO, G. y MARCO, J., La obra del miedo. Violencia y sociedad en la España franquista
(1936-1950), Barcelona, Ediciones Península, 2011, pp. 66-67.
23
GARCÍA CORACHÁN, Francisco, Memorias de un presidiario..., p. 366.
24
TORRES FABRA, Ricard Camil, “Introducció al mon penitenciari al País Valencià”, en PAGÉS I
BLANCH, Pelai, La repressió franquista al País Valencià. Primera trobada d'investigadors de la
Comissió de la veritat, PUV, 2009, p. 101.

11
– ¿Coincidió con profesoras y antiguas alumnas de la Institución libre de Enseñanza
en la cárcel de Ventas? ¿Con Matilde Landa y con María Sánchez Arbós?

No recuerdo esos nombres. De la que más hablaba era de Justa Freire, que había
sido directora de un Grupo Escolar cerrado por la República, y que después se llamó
Grupo Escolar Padre Poveda, regentado por las Teresianas, en la calle Alfonso XII de
Madrid. Las compañeras del Instituto-Escuela de las que hablaba más, y con las que
siguió teniendo trato posteriormente, en especial Concepción Sánchez Arcas, no
estuvieron presas. No recuerdo que hablara de compañeras suyas en la cárcel.

– ¿Cómo describía el almacén de mujeres que era Ventas? ¿Condiciones


inhumanas?

Cuando mi madre estuvo en la cárcel de Ventas, había unas once mil presas para
una cárcel concebida para quinientas. Las condiciones de hacinamiento eran muy graves,
y las condiciones higiénicas todo lo malas que se pueden suponer. Sé que mi madre
contrajo la sarna, entre otras cosas, y mi abuela estuvo bastante enferma. Una vez que mi
madre pidió ayuda porque mi abuela tuvo un ataque, un vigilante les salió con que ahora
se quejaban después de haber asesinado. La cárcel estaba regentada por teresianas. Según
cuenta mi madre las funcionarias no pegaban a las presas, pero los falangistas, y
posiblemente la policía, tenían entrada libre para interrogar. Recuerdo que contaba que
un falangista entraba a torturar a su propia esposa aplicándole descargas eléctricas en los
dedos para que confesara dónde había metido sus joyas.
De todos modos, hablaba más de las condiciones inhumanas de la cárcel, de la
falta de higiene, la mala alimentación, el hacinamiento, la falta de medios, que de una
especial crueldad de los funcionarios. El trato personal no refería que fuera especialmente
malo. Y ella encontraba medios para enseñar a leer a otras presas y para hacer figuras con
huesos de albaricoques, aceitunas y melocotones. De algunas de sus compañeras no
hablaba muy bien. Justa Freire no era demasiado generosa y las presas comunistas, según
contaba, copaban los destinos y metían alpargatas en el rancho para provocar motines

– ¿Participó en la red de solidaridad entre las presas que se formó en la cárcel de


Ventas? ¿Dio clases a las reclusas?

Sé que daba clases en la cárcel y enseñaba a leer a otras presas, pero no creo que
participara en redes organizadas. No hablaba de solidaridad, y de hecho no recuerdo que
haya mantenido trato con ninguna de sus antiguas compañeras de prisión. En Agosto de
1939, poco después de los fusilamientos de las Trece Rosas, que mi madre describía como
unas muchachas de las Juventudes Socialistas cuyo delito consistió en haber seguido
reuniéndose después de la guerra, fue un cura a predicar sobre el sexto mandamiento, y
mi madre se levantó para recordarle que también existía el quinto mandamiento. Las
compañeras le hicieron el vacío, pensando que iban a tomar represalias contra ella pero
al parecer no le pasó nada.
Si existió una red de solidaridad, mi madre no debió conocerla, ni participar. No
tenía actividad política destacada. La guerra la veía como una cuestión de buenos y malos.
De la cárcel no refería casos de compañerismo, y no recuerdo que después mantuviera
relaciones con sus antiguas compañeras. También es cierto que tampoco se refería a casos
de delaciones, ni a que éstas fueran fomentadas por las autoridades de la cárcel.

12
– ¿Estaba afiliada a algún partido político? ¿En su expediente de depuración dicen
que posiblemente a Izquierda Republicana porque había hecho una contribución
económica de 10 pesetas en Sevilla? ¿Era del sindicato FETE- UGT?

Mi abuelo fue de la UGT, y creo que del partido Socialista. Mi abuela creo que
llegó a afiliarse al partido Comunista, porque le parecía el más cercano al cristianismo,
aunque no participó las purgas y crímenes, ni los aprobó. Mi madre estuvo afiliada a la
UGT cuando era profesora de Trabajos Manuales, no sé si ya en Sevilla, o solo durante la
guerra. Y es posible que, más que por convicción, se afiliara por necesidad de estar inscrita
en algún sindicato para poder trabajar. Mi abuela había tenido quince hijos, de los que
solamente tres, mi madre, y mis tíos Bonifacio y Enrique, llegaron a adultos, y cuando
iba a visitar las tumbas de sus hijos muertos, en el Cementerio de la Almudena, no dejaba
de pasar al Cementerio Civil para dejar flores en la tumba de Pablo Iglesias. Mi madre
contaba que había asistido a un mitin de Largo Caballero en el cine Benlliure, durante la
República. En mi familia existía bastante veneración por Don Julián Besteiro,
posiblemente uno de los políticos más honrados que han existido en este país. Nunca me
contó que hubiera hecho un donativo Izquierda Republicana, y sé que no perteneció a
ningún partido, solo a la UGT. No tuvo actividad política destacada, y se sentía bastante
resentida con los dirigentes republicanos, que habían huido dejando abandonado al
pueblo. Tampoco es que mi madre tuviera mucho olfato político.

Un encuentro fortuito en el juicio militar

Adela Gil Crespo, con 25 años fue juzgada en Madrid por procedimiento
sumarísimo de urgencia el 18 de enero de 1940 y absuelta de los cargos de ideología
izquierdista y propaganda política en favor de la causa republicana. 25 Curiosamente se
encontró en la sala con Miguel Hernández que iba a ser juzgado por el Tribunal de la
Prensa. La coincidencia, leyendo a Paul Preston, no resulta tan fortuita porque ese día
hubo cuatro procesos multitudinarios donde se decidió la suerte de cerca de 200 hombres
y 16 mujeres, y lo que es más grave, concluyeron en menos de dos horas. 26 Una de esas
mujeres era Adela Gil Crespo que recordaba bien haber visto al poeta leyendo Werther de
Goethe, en silencio en un rincón, y que cuando oyó que pedían pena de muerte para el
autor del Rayo que no cesa le dio una nota a su madre para que avisara a Dámaso Alonso.27
La realidad diaria era así. Los consejos de guerra sumarísimos eran tramitados con
carácter de urgencia por las autoridades militares y se resolvían en un acto único y breve
en el que no eran necesarios nada más que dos testigos de cargo. Los abogados defensores,
militares de graduación inferior al resto de los miembros del tribunal, se mostraban
incapaces de llevar a cabo una defensa en toda regla. Las sentencias eran rápidamente
ejecutadas y muchas veces no se consideraba necesario escuchar al acusado antes de
emitir el veredicto. A menudo cuando estos actos tenían carácter masivo y se juzgaba en

25
AGHD, Tribunal militar nº 5, Expediente de Adela Gil Crespo, Madrid, Sumario 33.666, Legajo 859.
26
PRESTON, P., El holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después, Barcelona, Crítica,
2011, pp. 631-632.
27
El mismo Eduardo de Guzmán también cuenta su encuentro con Miguel Hernández el día del juicio en
su obra El año de la Victoria: “Encontramos a muchos compañeros, amigos o simples conocidos de la
guerra, de los campos de concentración a las comisarías por las que hemos pasado. Entre ellos está
Miguel Hernández al que conozco hace años. Me sorprende que al terminar la lucha armada no haya
podido exiliarse. […]”. Paul Preston también recoge el consejo de guerra del periodista y del poeta
PRESTON, Paul, El holocausto español…, pp. 631-632.

13
bloque a varias personas era difícil diferenciar grados de responsabilidad entre los
acusados y los criterios de las sanciones se caracterizaban por la arbitrariedad. 28
Desde los primeros bandos de guerra se estableció el juicio sumarísimo de
urgencia como el procedimiento que se debía adoptar en los consejos de guerra. Frente al
procedimiento ordinario, el sumarísimo de urgencia se caracterizaba por su brevedad, la
ausencia de derechos y el predominio de la fiscalía sobre la defensa. Además la nueva
legislación franquista a partir del decreto nº 55 de 1 de noviembre de 1936, lo recortó
hasta el extremo de convertir los juicios militares en un simple trámite de apariencia
legalista.29
La mayoría de los sometidos a estos consejos de guerra que fueron obligados a
rendir cuentas de sus actuaciones políticas durante la II República y la guerra civil ante
la justicia castrense casi siempre fueron acusados de los mismos cargos: haber informado
contra personas de derechas, haber sido de ideas marxistas, haber hecho propaganda
marxista, haberse incorporado voluntarios al ejército republicano, haber sido miembros
del Comité revolucionario, haber tenido cargos civiles o militares durante la República,
etc. La lista de cargos no era demasiado extensa y se repetían con mucha frecuencia en
los sumarísimos.

– ¿Cómo fue el juicio sumarísimo al que fue sometida su madre? Fue juzgada en el
Real Monasterio de las Salesas de Madrid y coincidió allí con Miguel Hernández?
¿Qué contaba de este hecho? ¿Recuerda la fecha?

No recuerdo la fecha del juicio. Creo que fue el 18 de enero de 1940. La petición del
fiscal para mi madre creo que era de veinte años y un día por rebelión militar contra la
autoridad y al parecer la cosa terminó sobreseída, y fue excarcelada en febrero de 1940.
Mi abuela, nacida en 1879, estaba en libertad provisional, supongo que por la edad. Y la
petición del fiscal era parecida. Recuerdo que contaba que coincidió con Miguel
Hernández, que estaba leyendo el Werther de Goethe en un rincón, y mi madre se quedó
con las ganas de pedir que se lo regalara. Coincidió también con Eduardo de Guzmán,
que había sido director del periódico Castilla Libre, anarcosindicalista, y este señor se
dedicó a dar vivas a Franco, hasta que el Fiscal le llamó la atención, y le recordó que si
las hubiera dado en su momento, no estaría allí. De Miguel Hernández recuerdo que
contaba que estuvo callado. No sé si hablaron algo mi madre y él, pero no me lo ha contó.
Cuando pidieron pena de muerte para él, mi madre le dio una nota a mi abuela para que
fuera a avisar a Dámaso Alonso de que habían pedido pena de muerte para el poeta.
Siempre le oí decir que Dámaso Alonso y Leopoldo Panero intervinieron muy
activamente para que la condena se le conmutara. Él y su esposa Eulalia Galvarriato
fueron muy importantes en su vida. Dámaso Alonso consiguió disuadir a mi madre de
regresar a Sevilla después de la guerra para terminar la carrera, porque temía que la
fusilaran. La convenció de que fuera a Valladolid, donde no la conocían, y creo que
arregló que se pudiera examinar allí. Terminó la carrera en muy poco tiempo, pues salió
de la cárcel en 1940 y en 1942 ya era profesora interina el Lleida.

Una inesperada depuración profesional

28
GABARDA CEBELLÁN, Vicent, “Les execucions de la postguerra. El cas de València”, en CAMIL
TORRES, R. y NAVARRO, X., Temps de por al País Valencià (1938-1975), Castelló, Publicacions de
la Universitat Jaume I, 2012, pp. 172-173.
29
MARCO, Jorge, “Debemos condenar y condenamos…Justicia militar y represión en España (1936-
1948) en ARÓSTEGUI, Julio, (coordinador), Franco, La represión como sistema, Barcelona, Flor de
Viento, 2012. pp. 190-216.

14
En los primeros años del franquismo los profesores de bachillerato se convirtieron
en objetivo prioritario de la limpieza política, dada su gran influencia en la formación de
las nuevas élites, y se vieron sometidos a uno o varios de los procesos de purga político-
ideológica que emprendió el nuevo régimen. Las élites gobernantes del Nuevo Estado
franquista eran conscientes de que el poderoso instrumento de socialización y
nacionalización que venía siendo la enseñanza desde el siglo XIX no podía escapar a su
control. Sabían perfectamente que la pervivencia de la dictadura que iban a imponer no
podía sustentarse únicamente en el control de los resortes del poder y en el monopolio de
la violencia. La legitimidad del nuevo régimen debía contar con la aceptación de amplios
sectores de la sociedad y para ello se aplicaron a fondo en la utilización de los dos
principales instrumentos de transmisión de la ideología dominante: los medios de
comunicación y la escuela. 30
En la Segunda Enseñanza el modelo ideológico que el Nuevo Estado impulsó fue
diseñado por personas próximas a la revista Acción Española, como José Pemartín, jefe
del Servicio nacional de Enseñanza Superior y Media desde 1938, y sobre todo por Pedro
Sainz Rodriguez, primer ministro de Educación franquista y gran propagador de las ideas
de Menéndez Pelayo, cuyo ideario basado en una identificación a ultranza entre nación
española y catolicismo plasmó en la base doctrinal del sistema educativo franquista. 31
Este nuevo modelo escolar requería un nuevo modelo de profesor y por lo tanto se
procedió a separar de la labor docente a todos aquellos identificados con la anti-España
(socialistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas, feministas, defensores de la
Institución Libre de Enseñanza, laicistas, ateos, etc.). Estos heterodoxos de los años 40
eran vistos no sólo como disidentes sino también como enemigos y por lo tanto se
procedió inquisitorialmente en su contra a través de las Comisiones de Depuración
Laboral. Las Comisiones Depuradoras debían recabar información sobre los encartados e
integrarla en sus expedientes personales donde figuraban los siguientes documentos:
declaración jurada del profesor, informes sobre la conducta político-social (emitidos por
la Guardía Civil, la alcaldía y el cura párroco y en algunos casos informes de la Auditoría
de guerra y de la policía en las ciudades), pliego de cargos (elaborado por la comisión
depuradora), pliego de descargos (elaborado por el interesado), propuesta de sanción por
parte de la Comisión depuradora C (elevada al Ministerio de Educación en Madrid) y la
sanción definitiva emitida por la Comisión Dictaminadora Superior. Los cargos de los
que eran acusados los profesores variaban, pero por lo general eran referentes a haber
ocupado puestos de importancia en la administración y en el Ejército republicano y a
filiaciones a partidos de izquierdas y sindicatos. Interesaban las identidades políticas y la
conducta religiosa, pero se investigaba también el proceder privado y las actuaciones
sociales y profesionales. Después de que la Comisión Depuradora evaluaba los informes
aportados por las distintas instancias emitía el pliego de cargos y el interesado tenía un
plazo de 8 días para contestar con un nuevo escrito denominado pliego de descargo.
Finalmente se elevaba a la Comisión Dictaminadora Superior del Ministerio de
Educación en Madrid la propuesta para que dictaminará la resolución definitiva que era
publicada en el BOE. La confirmación en el cargo suponía la resolución absolutoria del
30
MORENTE VALERO, Francisco, La escuela y el Estado Nuevo. La depuración del magisterio nacional
(1936-1943), Valladolid, Ámbito, 1997, p. 53.
31
ÁLVAREZ JUNCO, José, Mater Dolorosa. La idea de España en el s. XIX, Madrid, Taurus, Madrid,
2001, p. 600. También es importante en este tema el libro de PEMARTÍN, José, ¿Qué es lo nuevo?
Consideraciones cobre el momento español presente, Santander, Aldus, 1938, porque dedica un capítulo
entero a explicar el fundamento político-filosófico de la depuración, donde la idea de la “desinfección”,
la “desintoxicación”, la “amputación” del “mal social” se concibe como una defensa del mismo cuerpo
social.

15
expediente. En caso de resolución negativa las sanciones iban desde la más grave de
separación forzosa de la enseñanza con baja en el escalafón, pasando por inhabilitación
para la enseñanza, jubilación forzosa y traslado forzoso dentro o fuera de la provincia
hasta llegar a la de inhabilitación para cargos directivos y de confianza que era la más
leve cuando se imponía sola, pero que lo más frecuente era que acompañara a la de
traslado forzoso.
Adela Gil Crespo tuvo suerte de poder eludir la depuración franquista. Cuando se
enteró tarde de que había sido depurada y estaba inhabilitada para ocupar cargos
directivos por haber ejercido la docencia durante la Segunda República ya estaba
trabajando como profesora interina nuevamente. Como no era funcionaria en el Instituto-
Escuela de Sevilla nunca pensó que la habían sancionado. 32 Eran las paradojas de la
desorganización de la administración franquista. El caso es que su depuración no le
impidió trabajar como profesora interina, adjunta y catedrática después de aprobar las
oposiciones en 1942 y ejercer en Lleida, Cáceres y Barcelona antes de recalar en Requena
en 1945.

Los grises años de la posguerra en el Instituto de Requena (Valencia)

– La sociedad requenense de los años 40 debía ser una sociedad clasista y muy
cerrada. ¿Qué contaba de aquellos años?

En Requena estuvo desde 1945 a 1958, antes había estado trabajando como
interina en LLeida, Cáceres, Algeciras, Luarca, y como profesora agregada en Barcelona.
Y había examinado a excombatientes de los que ponían la pistola sobre la mesa. El barrio
de Madrid del que procedía era de clase media baja y las relaciones eran muy tensas, pues
conocía a los vecinos que habían denunciado a mi familia. Mi abuelo procedía de un
pueblo de Segovia, Siguero, al que tuvo que dejar de ir a veranear, porque le rajaban las
ruedas del taxi. Por otro lado, la represión y la dictadura le habían enseñado a disimular
sus ideas por razones de supervivencia
En esas condiciones, no estaba tan mal preparada para afrontar la sociedad
requenense. Tuvo buenas relaciones con Alejandro Gaos y otros represaliados que
encontró allí, pero también tuvo una profunda amistad con las hermanas Agulló, en cuya
pensión se alojaba, y eso que eran fervientes católicas y habían sido perseguidas por los
republicanos. Es cierto que la sociedad de Requena era y es cerrada y no es acogedora,
pero eso no es necesariamente malo. Pues son más peligrosas sociedades en las que
prevalece el cotilleo, la murmuración y las injerencias en la vida de uno. Debo destacar
un hecho. Soy su único hijo, nacido en 1953, y mi madre murió soltera.33 Tuvo problemas
con una inspectora del Opus Dei, que se movió para evitar que percibiera el complemento
familiar, pero no tuvo problemas graves en Requena por esta circunstancia, que no iba
divulgando, pero que tampoco ocultaba. Me contaba una profesora del Colegio Estudio,
supuestamente liberal, que sufrió muchas presiones para abortar porque era soltera. Mi
madre, sin embargo, no tuvo esos problemas en Requena. Incluso decía que tuvo más
comprensión en ciertos ambientes católicos que entre personas supuestamente liberales.
En Requena se alojó primero en un hotel, y después en la pensión regentada por
las hermanas Agulló, con las que llegó a tener una amistad muy sólida, que duró hasta su
muerte. Nunca se pudo permitir tener domicilio particular. Cuando llegó a Requena, su

32 AGA, Expediente de Adela Gil Crespo, (5)1.12 32/16757.


33 Juan Antonio Gil Crespo es hijo de un importante geógrafo portugués, Orlando Ribeiro, al que su madre
seguramente conoció en una de sus estancias en Portugal con motivo de asistir a un congreso en Lisboa
o con una beca para estudiar el vulcanismo en las islas Azores.

16
sueldo era de seiscientas pesetas mensuales, de las que gastaba más de cuatrocientas en
alojamiento y tenía que mandar dinero a sus padres. Además eran los años del estraperlo,
en los que la comida era muy cara. Hasta la entrada en vigor de la ley de Funcionarios en
1954, los profesores tenían complementos por el número de alumnos, y un catedrático de
Madrid podía ganar quince veces más que uno de Requena, cuyo instituto tenía ochenta
alumnos. No se podía permitir abrir casa con esos ingresos.

– ¿Cómo vivió su madre su condición de madre soltera en aquellos años de plomo


del franquismo? ¿Le importa que se sepa que su padre era el conocido geógrafo
portugués, Orlando Ribeiro, catedrático de la Universidad de Lisboa?

No me importa que cite la relación con mi padre. Ellos se conocieron en un


congreso de Geografía en Jaca, creo que hacia 1950, y creo que hicieron excursiones
geográficas juntos. Mi padre estaba entonces casado con la hija de su maestro, y después
tuvo relaciones con mi madre, y a la vez con una alumna. Mi madre se hartó y rompió
con él. Yo vi a mi padre tres veces en mi vida, que me acuerde, y le escribía de vez en
cuando. A los dieciséis años me enteré que se había casado otra vez con una profesora
francesa, que evidentemente tenía más categoría que una catedrática de Instituto española,
como mi madre. La última vez que vi a mi padre estaba en cuarto de carrera de Derecho.
Me habló de reconocerme y yo no mostré el menor interés. Nunca se había ocupado del
mí ni ayudó a mi madre, ni siquiera en los años difíciles en que tuvo serios problemas
económicos por cuidar a un hermano enfermo. Cuando nombraron a mi padre profesor
honoris causa por la Universidad Complutense, que era donde yo había estudiado, yo era
Juez en Valdepeñas y ni me molesté en pedir permiso para asistir. Mi madre me comentaba
que le había visto en congresos. Supongo que le quiso mucho a su manera, siempre me
dijo que admiraba su inteligencia pero no soportaba su debilidad. Nunca hubo otros
hombres en su vida. Muchas veces he pensado que quería que yo fuera un gran hombre
solo para restregarle que me había hecho sin su ayuda. Es una relación hasta cierto punto
parecida a la de la Hildegart y su madre en los años treinta,34 solo que a mí no me mató.
Mi madre estaba muy influida por la moral anglosajona del éxito y la lucha por la vida, y
no tengo claro si diferenciaba el éxito personal y profesional del social.

– En el instituto de Requena debió coincidir con profesores muy derechistas. Uno


de ellos José Iñigo Gracia López, profesor de latín, que era agente del SIPM y
había sido quintacolumnista.

Con Gracia tuvo enfrentamientos, pero creo que por motivos profesionales más
que políticos. Sé que tuvo problemas muy serios porque intentó hacer cerrar una academia
que habían montado los mismos profesores para conseguir ingresos complementarios.
Desde el instituto la presionaron para que se trasladara a Linares. Y creo que Gracia era
uno de los impulsores. Las relaciones fueron bastante malas, y hablaba mal de él, pero
más bien por considerarlo inmoral que por fascista, por decirlo de alguna manera. Y los
enfrentamientos que tuvieron, hasta donde recuerdo, fueron más por razones
profesionales que políticas.

– En el instituto había un grupo de profesores que habían sufrido la depuración


franquista, como era el caso de Alejandro Gaos. ¿Qué relación tenía con ellos?

34
Para saber más sobre la trágica historia de Aurora y su hija Hildegart. Véase MANGINI, Shirley, Las
modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la Vanguardia, Barcelona, Ediciones
Península, 2001, pp. 228-231.

17
De Alejandro Gaos hablaba bastante, y las relaciones eran buenas. Recuerdo que
decía que había sido una suerte para ella caer en un Instituto donde gran parte de los
profesores eran represaliados, porque el ambiente era más liberal. En la Requena de los
años 40 coincidieron un grupo importante de depurados por el franquismo, entre ellos
Pascual Carrión, que fue director de la Escuela Enológica de Requena durante veinte años
y que llegó allí también para sufrir el destierro, después de haber tenido un papel
importante como ingeniero agrónomo en la elaboración del anteproyecto de la Ley de
Reforma Agraria de la II República. Mi madre encontró un ambiente acogedor en ese
sentido, muy diferente al de Cataluña. Cuando aprobó las oposiciones de agregada, estuvo
en el instituto Milá y Fontanals de Barcelona, cuyo Director formaba a los alumnos en el
patio y les preguntaba si habían comulgado.

Una larga y fructífera carrera académica

Resumir en pocas líneas su dilatada carrera académica y docente es tarea


imposible. Desde sus tempranos comienzos en 1933, durante la II República, hasta su
jubilación en 1986, en plena transición, va un largo recorrido que además ella vivió con
mucha intensidad. Basten algunas pinceladas sin intención de ser exhaustivos para que el
lector se dé cuenta de que se trata de una persona de gran nivel académico y profesional.
Becada por el gobierno francés estudió Geografía Humana en las Universidades de la
Sorbona de París y en Clermont Ferrand y realizó estudios y trabajos de campo sobre el
volcanismo en Auvernia entre 1949 y 1950. Unos años después, en 1957, becada por la
Fundación Juan March, realizó estudios sobre el volcanismo en las Azores y Madeira y
en 1966 en Sicilia y Nápoles, becada por el gobierno italiano. Participó en los congresos
internacionales de Geografía de Río de Janeiro (1956), Estocolmo (1960), Londres
(1964), Nueva Delhi (1969), Monterreal (1972), Moscú (1976) y en varias conferencias
regionales como la de Budapest (1971), en el congreso de Coimbra de 1958 de la
Asociación del Progreso de las Ciencias, etc. Pero nunca con ayudas del gobierno español.
En 1953 leyó su tesis doctoral “La vida pastoril en la sierra de Gredos” (realizada gracias
a una beca de 3.000 pesetas del C.S.I.C.) en homenaje a su padre que había sido pastor
en esa zona. En su labor investigadora fue pionera en la introducción de estudios sobre el
vulcanismo y la geografía agraria, especialidad en la que centró mayormente sus
investigaciones.
La lista de sus obras publicadas es larguísima y excede con mucho a la posibilidad
de enumerarlas aquí. Son más de 100 obras entre libros de texto para la editorial Anaya,
obras sobre Didáctica y Metodología de la Geografía, obras de temas científicos
(glaciarismo, vulcanismo, hidrología, desamortizaciones, estructura de la propiedad de la
tierra, turismo, trashumancia, etc.). Además escribió estudios de Geografía local histórica
y económica de Requena, Zamora y Denia y numerosos artículos y textos para
conferencias de sus viajes por Laponia, Canadá, China, Túnez, Kazajstán, etc. para la
Real Sociedad Geográfica, de la que fue alma mater hasta su muerte en 1992.35

– En su artículo “Metodología y enseñanza en los institutos-escuelas” dice que


estuvo becada por los gobiernos francés, italiano y español para realizar estudios
sobre vulcanismo. ¿Cuándo fueron esas estancias que pasó en el extranjero?

35
GIL CRESPO, Juan Antonio, “Relación de obras de Adela Gil Crespo”, inédito, Madrid, 1992.

18
Nunca fue becada por el Gobierno español. En el curso 1949-1950 estudió
Geografía en las Universidades de París y Clermont Ferrand, con los profesores André
Cholley, Max Derruau y otros y realizó estudios y trabajos de campo sobre el vulcanismo
de Auvernia, becada por el Gobierno francés. En 1966, realizó estudios sobre vulcanismo
en Sicilia y Nápoles, becada por el Gobierno italiano, y en 1957 realizó estudios sobre el
vulcanismo en las Azores y Madeira, becada por la Fundación Juan March.
En 1978 participó en un ciclo de conferencias sobre aspectos históricos de la etapa
franquista y la transición a la democracia, becada por el Consejo de Europa.
Participó en los Congresos Internacionales de Geografía de Río de Janeiro (1956),
Estocolmo (1960), Londres(1964), Nueva Delhi ( 1968), Montreal (1972), Moscú ( 1976),
y en varias Conferencias Regionales entre otras la de Budapest (1971), así como en el
Congreso de Coimbra de 1958 de la Asociación para el Progreso de las Ciencias. Nunca
obtuvo ayudas del Gobierno español para asistir a esos congresos. La única ayuda del
Gobierno español, que yo recuerde, fue para un crucero para profesores de instituto en
1969, con salida de Bilbao y escalas en Málaga, Atenas. Estambul. Bucarest, Dubrovnik,
Palermo y Monterreale y regreso a Barcelona, parcialmente subvencionado por el
entonces Ministerio de Educación y Ciencia.

– ¿Cuál es el tema de la tesis doctoral? ¿Cuándo la leyó?

Su tesis doctoral versaba sobre “La vida pastoril en la sierra de Gredos” y la leyó en
1953.36 Era un homenaje a mi abuelo, Bonifacio Gil Gómez, que había sido zagal en su
juventud, y sé que se dio demasiada prisa en leerla, para que mi abuelo, que se estaba
muriendo de cáncer, pudiera asistir a la lectura. Posteriormente rehizo la tesis para poder
publicarla en la Institución Gran Duque de Alba de Ávila, pero murió antes de verla
publicada. Antes y después de la lectura de la tesis, trabajó en muchos temas relacionados,
como la Mesta de Carreteros del Reino, la ganadería en la sierra de Gredos y en la
provincia de Ávila, las tierras comunales, las desamortizaciones civil y eclesiástica del
siglo XIX, etc.

Conclusiones

Su vida es la historia de una vida plena consagrada al trabajo académico y docente.


Para ella un profesor se hacía “en el duro bregar de la clase, pero aun siendo esta tarea
capital, su formación adolecía de resquebrajaduras si no aireaba su mente, si no se ponía
en contacto con otros países, otros métodos de trabajo en los terrenos de la enseñanza y
de la investigación”, decía en 1975.37 Y ella se aplicó a sí misma esta fórmula y fueron
innumerables los viajes que realizó para visitar lugares muy alejados y de muy difícil
acceso en esos años. Después registró sus viajes en las numerosas crónicas que hizo para
la Real Sociedad Geográfica de Madrid, de la que fue vocal de la Junta directiva hasta su
muerte. La Laponia finesa, Canadá, China, Tunez, Tokio y Kazajstán son sólo algunos de
los destinos en los que hizo escala a lo largo de su interesante periplo vital.
Junto a los viajes y la investigación, la enseñanza era su otra gran pasión. Su modelo
de enseñanza se basaba en la concepción pedagógica preconizada por la Institución Libre
de Enseñanza, un modelo que ella consideraba original y al mismo tiempo entroncado

36
Su tesis doctoral “Vida pastoril en el Macizo Central de Gredos”, lamentablemente aún permanece
inédita, en un original mecanografiado de 315 folios. Si bien la Universidad Complutense de Madrid
publicó en 1975 un extracto de la misma.
37
MUÑOZ JIMÉNEZ, José Miguel, “Adela Gil Crespo(1916-1992). Una vida dedicada a la Geografía”…,
p. 191.

19
con otras corrientes como el krausismo, el pragmatismo anglosajón y el racionalismo de
la tradición de la ilustración española. 38
Que era una adelantada a su tiempo en muchos aspectos es innegable, también su
visión de las reformas pedagógicas que periódicamente nos vienen impuestas de arriba a
abajo en todos los ámbitos de la enseñanza en este país, la suscribiríamos a día de hoy
muchos profesores: “La experiencia ha mostrado cuán poco eficaces son las reformas en
los centros docentes intentadas mediante una inspección general y uniforme,
prescribiendo planes o métodos todavía no ensayados y dirigidos a un personal docente
que a veces no está identificado con el pensamiento del reformador y otras carece de
medios para secundarle”.39 Y es que Adela Gil Crespo tuvo un amplio contacto con los
sistemas educativos de otros países y al mismo tiempo conoció en profundidad desde el
trabajo diario la evolución de los planes pedagógicos en España, desde la II República,
pasando por la larga dictadura franquista y hasta la transición democrática. Era pues una
observadora privilegiada que al final de su carrera profesional, cuando se jubiló en 1986
como catedrática de Geografía e Historia en el Instituto Beatriz Galindo de Madrid, seguía
defendiendo los métodos de su querido Instituto-Escuela: “una enseñanza sin exámenes,
sin premios ni castigos, que prepare para conocer el patrimonio español a través de
excursiones meticulosamente preparadas, y a través de los trabajos en equipo en los
laboratorios, a abrir el espíritu hacia los caminos de la ciencia”.40
A nivel personal fue siempre una mujer libre, poco convencional, que supo
sobreponerse a las trágicas consecuencias de la represión franquista que la llevaron a la
cárcel después de la guerra. Consiguió sobrellevar la época más gris de la posguerra a
pesar de las duras condiciones materiales y de las trabas e impedimentos sociales, que en
el caso de una mujer y además con sus antecedentes de “roja” tenían mucho peso. Pero
nunca se arredró ante las dificultades. Fue madre soltera en los tiempos más duros del
nacionalcatolicismo en España e hizo frente con su personalidad indomable a todas las
críticas y obstáculos que se le presentaron a nivel personal y profesional. La Universidad
le vetó el acceso a la docencia, pero no a la investigación que siguió desarrollando de
manera incansable a lo largo de toda su vida.
Hoy sigue vivo su recuerdo en la memoria de muchos de sus alumnos y compañeros,
pero es hora de que su figura profesional tenga el reconocimiento debido. Ella es una más
de esas de esas modernas de los años treinta, esas “amazonas del espíritu”, en palabras de
Shirley Mangini, “que iban creándose ellas mismas lejos de la imagen impuesta por el
patriarcado, que fueron silenciadas […] y que hoy por fin han alcanzado su justo lugar
como agentes de cambio de la época más esperanzada en la historia de España”.41

Fuentes y Bibliografía

FUENTES ORALES

- Entrevista a Juan Antonio Gil Crespo, Madrid, 4 de junio de 2012.


- Entrevista a Carmen Tenas Pérez, alumna del instituto de Requena, 15 de abril
2012.

38
GIL CRESPO, Adela, “Metodología y enseñanza en los institutos-escuelas”…, p. 447.
39
Ibid, p. 440.
40
Ibid, p. 447.
41
MANGINI, Shirley, Las modernas de Madrid. Las grandes intelectuales españolas de la Vanguardia,
Barcelona, Ediciones Península, 2001, p. 137.

20
- Entrevista a María Dolores Roda Gallega, alumna y después administrativa del
Instituto de Requena, 18 de mayo de 2012.

FUENTES DOCUMENTALES

Archivo General de la Administración (AGA)


- Educación. Expedientes de los profesores
- Justicia

Archivo del Instituto de Requena (AIR)

Archivo General e Histórico de Defensa (AGHD)

Archivo personal de Juan Antonio Gil Crespo

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