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Índice
Sinopsis ________________________ 4 18 ___________________________158
Prólogo ________________________ 5 19 ___________________________168
1 ____________________________ 11 20 ___________________________178
2 ____________________________ 18 21 ___________________________193
3 ____________________________ 26 22 ___________________________203
4 ____________________________ 32 23 ___________________________207
5 ____________________________ 38 24 ___________________________215
6 ____________________________ 42 25 ___________________________225
7 ____________________________ 47 26 ___________________________232
8 ____________________________ 53 27 ___________________________238
9 ____________________________ 67 28 ___________________________253
3
10 ___________________________ 73 29 ___________________________271
11 ___________________________ 83 30 ___________________________276
12 ___________________________ 90 31 ___________________________283
13 __________________________ 101 32 ___________________________286
14 __________________________ 110 Epílogo _______________________289
15 __________________________ 120 Sobre la autora_________________294
16 __________________________ 131 Créditos ______________________295
17 __________________________ 142
Sinopsis
Allete Auvray no solo es la heredera del trono Inglés. Dado que se casó
con su amado prometido vikingo, el jarl Torben, también es la nueva reina de
su clan, cumpliendo una profecía hecha por la antigua Oráculo del clan que
hablaba de una novia extranjera que lideraría a su gente y uniría a los nórdicos.
Pero la vida no se trata de cortesanos y galas. Se trata de llevar a un clan de
vikingos feroces a la batalla, y Allete no puede hacerlo a menos que se
convierta plenamente en uno de ellos: una escudera del clan Hakon. Con la
guerra contra su ex prometido, el rey Cathal, en el horizonte, Allete sacrificará
todo para asegurarse de estar a la altura de la tarea de llevar a su clan a la
victoria. Pero, ¿podrá hacer lo suficiente para ganarse el respeto de sus
hermanas de armas?
Dayna, la hermana de Allete, está en manos de una bruja, y su bienestar
se desconoce. Cathal tiene sus ejércitos listos, y Allete y Torben saben que no 4
tienen ninguna posibilidad por sí mismos. Para empeorar las cosas, Brant, la
mano derecha de Torben y el vikingo que ha reclamado el corazón de Dayna,
se está aferrando a su cordura por un hilo, luchando contra el impulso de
buscar a Dayna con o sin un ejército detrás de él. Con todas las de perder,
Allete y Torben deben aferrarse entre sí mientras luchan para salvar a su
hermana y derribar a Cathal de una vez por todas.
Clan Hakon #3
Prólogo
“Necesito que entiendas algo. Simplemente no puedes irte. No lo permitiré. Te
arrastraré de vuelta desde el otro lado y te obligaré a estar conmigo. Eres mi
hermana, mi mejor amiga, mi confidente, y no quiero hacer esta vida sin ti. Por
favor, no me obligues.”
~Diario de Allete Auvray
—He visto a una bruja desdentada y hambrienta luchar más duro para
masticar un trozo de pan duro de lo que has estado luchando toda la mañana
—me gritó Freya desde donde estaba sentada. Me había puesto de espaldas al
menos dos docenas de veces en la última hora mientras entrenábamos. Me di
cuenta de que las otras escuderas, aunque continuaban obedientemente con
sus propios ejercicios de entrenamiento, me observaban con el rabillo del ojo.
Le espeté:
—Si la bruja se está muriendo de hambre, entonces, por supuesto, 11
luchará duro para masticar un trozo de pan duro. Se llama instinto de
supervivencia.
—¿Instinto de supervivencia? ¿Ese es el problema? —preguntó Freya—
. ¿No sientes que tu supervivencia está lo suficientemente amenazada como
para luchar? Puedo remediarlo fácilmente. —Arrojando la espada de
entrenamiento de madera que había estado sosteniendo, giró hacia Babs—.
Tráeme dos espadas.
—Freya —llamó la voz profunda de Torben, enviando una clara
advertencia desde donde se encontraba a veinte pasos de distancia.
La líder de las escuderas lo enfrentó, luego entrecerró los ojos.
—Me pusiste a cargo de las luchadoras. Me dijiste que las entrenara
para que fueran tan letales como los hombres. Me dijiste que no interferirías.
En este momento, ella… —Freya me señaló—. No es tu novia ni mi reina, es
una guerrera, una escudera del clan Hakon. Aprenderá a pelear correctamente
o morirá en la batalla. Si se necesita una verdadera amenaza para que ella
saque su linda cabeza de princesa de su trasero, entonces que así sea.
Torben frunció los labios, pero no respondió. Babs estaba de regreso al
final del discurso de Freya. La mujer me sonrió como un lobo salvaje que
acaba de soltarse en un corral de ovejas. Deseaba poder decir que la vista no
me inquietó. Después de entregarle una espada a Freya, se acercó a mí.
Extendió su mano, me levantó del suelo, luego tomó mi espada de práctica y
la reemplazó con la real. Fantástico.
—La mayoría de los luchadores tienen un tic —susurró Babs—. Algo
que delata su próximo movimiento. Encuentra el tic de Freya y encontrarás
una grieta en su armadura. No digo que te permitirá derrotarla, pero te dará
una mejor oportunidad de salir ilesa de esto.
—¿Quieres decir que me patearán el trasero en lugar de que me maten?
—Exactamente. Y al final del día, ¿en realidad eso no es lo que importa?
¿Que te pateen tu trasero, que ha sido completamente pateado? —Con su
habitual risa inquietante, Babs se alejó del círculo de combate.
—Muchas gracias —le grité a su espalda que se retiraba. Podía sentir la
irritación y la preocupación de Torben a través de nuestro vínculo, pero lo
aparté de mi mente. Freya, por mucho que odiara admitirlo, tenía razón. Tenía
que ser capaz de luchar, incluso cuando mis emociones eran un desastre. Si no
podía concentrarme en un entorno controlado, ¿cómo diablos me concentraría
en el fragor de la batalla?
12
Estirando los hombros, moví la cabeza de lado a lado para ayudar a
aflojar los músculos tensos. Luego salté sobre mis pies unas cuantas veces, aun
ajustándome al calzado desconocido que me habían dado. Eran botas de cuero
que me llegaban hasta la pantorrilla hasta justo debajo de la rodilla. El cuero
era grueso y Freya había dicho que ayudaba a prevenir lesiones en los tobillos
y la parte inferior de las piernas. Aún se sentía raro no estar usando un vestido.
No era que nunca hubiera usado pantalones, pero rara vez y por lo general
solo cuando iba en paseos largos.
Los pantalones de cuero se ajustaban a mi piel. Permitían un fácil
movimiento sin ser engorrosos. El jubón que tenía puesto me llegaba a la mitad
del muslo. Sobre eso, llevaba un chaleco de cuero grueso con varias correas y
bolsillos, principalmente para guardar dagas. En mis antebrazos, usaba puños
de cuero con remaches plateados corriendo por ellos. En una pelea real, Freya
dijo que también usaría una cota de malla ligera debajo del chaleco de cuero
para mayor protección. Moverse sin torpeza con la ropa nueva requería algo
de práctica. Moverse rápida y eficientemente en las formas retorcidas que a
menudo se requieren para la batalla, bueno, eso era casi imposible. Pero sería
mejor que lo haga posible a toda prisa. De lo contrario, me esperaba mucho
dolor… o peor.
La espada corta que Babs me había dado me resultaba familiar. Torben
y yo habíamos entrenado con ella durante horas. Por las noches, me enseñaba
la forma correcta de manejarla fuera de nuestra choza. Aunque agotaba el
brazo de mi espada después de solo unos minutos, sabía que me estaba
volviendo más fuerte y capaz. Sostener una espada era una cosa, pero en
realidad balancearla y golpear cosas con ella requería una cantidad de fuerza
que aún no poseía por completo.
Al momento que levanté la espada, Freya rugió y se abalanzó sobre mí.
Levanté mi espada justo a tiempo para encontrarme con la de ella cuando se
detuvo a centímetros de mi cara con un fuerte zumbido y una reverberación
que sentí hasta mi hombro. Empujé hacia atrás tan fuerte como pude,
arrojando a Freya lejos de mí. Dio un par de pasos hacia atrás, luego comenzó
a dar vueltas. Mis pies se movían junto con los de ella mientras trataba de
observar el infame tic del que hablaba Babs. Sentí que las posibilidades de
encontrarlo eran tan altas como Torben aprendiendo a hacer bordado.
—Freya —gruñó Torben.
—Jarl, no le estás haciendo ningún favor —espetó la líder de las
escuderas mientras continuaba rodeándome.
—Torben, tengo que aprender —llamé sin apartar los ojos de la guerrera
frente a mí—. Dudo que un enemigo real retroceda y me deje recuperar el 13
aliento… o esperar hasta que agarre mi espada correctamente.
—Princesa, lo entiendo mejor de lo que crees. Pero eso no significa que
Freya tenga que hacerte cortes. Puedes aprender sin ponerte en peligro real.
Freya se lanzó hacia adelante al mismo tiempo que gritó:
—¡Incorrecto!
Estaba tan desprevenida que tuve que retroceder rápidamente para
evitar el golpe de su espada. Tan pronto como tuve equilibrio y ella detuvo su
ataque frontal, esperaba atrapar a Freya desprevenida. Di un paso hacia ella
al mismo tiempo que cortaba con mi espada. Sorprendentemente, la maniobra
casi funcionó. Freya bloqueó mi golpe justo antes de que golpeara su hombro.
Sonrió.
—Eso me gusta más.
—Maldita sea —murmuró Torben—. Por los dioses, mujer, serás mi
muerte.
Ni siquiera miré en su dirección mientras respondía.
—Solo si me molestas demasiado. Prefiero disfrutar de las actividades
de la cama matrimonial, y me costaría mucho renunciar a eso. —Esperaba que
mis palabras impactaran a Freya y posiblemente la distrajeran. Lo hicieron.
Con los ojos muy abiertos, Freya sin darse cuenta bajó su espada. Solo
un ligero movimiento, pero fue suficiente. Giré a la izquierda, girando mi
cuerpo en un círculo completo mientras arrastraba los pies más cerca de ella.
En un instante, la punta de mi espada descansó en su cuello.
—No estoy segura de qué me ha hecho sentir más orgullosa… —dijo.
Sonriendo, tiró mi espada a un lado como si fuera una molesta mosca—. El
hecho de que finalmente me venciste, que usaste un truco sucio para hacerlo,
o que bromeaste sobre tus actividades en la cama matrimonial frente a tu
esposo y nuestro jarl.
—Está bien estar orgullosa de mí por los tres. Es un gran momento.
Cuando miré a Torben, lo encontré mirándome como si me hubiera
crecido un segundo par de senos, asombro y lujuria a partes iguales.
—Estoy asombrado por ti, princesa, y definitivamente estoy deseoso por
ti, segundo par de senos o no —dijo a través de la conexión mental que nos 14
dio nuestro vínculo ancla.
—Eso es algo bueno, vikingo, porque un segundo par de senos nunca
sucederá.
—Nunca digas nunca, mi amor. No cuando la magia existe en el
mundo. Los milagros ocurren.
Mis ojos se abrieron de par en par mientras lo miraba.
—¿Milagros? —farfullé—. Umm, incluso si la magia pudiera hacer que
eso sucediera, nunca lo concedería. Tal vez deberías tener un par atado a tu
pecho, luego intenta blandir una espada o correr con un corpiño ajustado.
Pasan rápidamente de activo a pasivo.
—Yo, junto con la totalidad de la población masculina en todos los
continentes del mundo, estaría en desacuerdo contigo… muy ardientemente.
—Me dedicó una sonrisa maliciosa.
—Me perdí algo y siento que, tal vez, no debería estar presente en esta
conversación —comentó Freya ociosamente—. Sin embargo, también siento
la necesidad de quedarme. Estoy segura de que se volverá aún más divertido.
—Deberíamos quedarnos —dijo Babs—. En caso de que la princesa
decida atacar a su compañero con esa espada larga que está empuñando.
—¿Ha terminado el entrenamiento por hoy? —preguntó Torben, sus
ojos nunca dejando los míos.
—Me temo que no. —Freya suspiró, aunque sabía que no estaba ni un
poco arrepentida. A la sádica le encantaba torturarme—. Aún tenemos
resistencia para trabajar. Algunos sprints 1 en colinas deberían ser suficientes.
Gimiendo, eché la cabeza hacia atrás. Afortunadamente, no fui la
única. Un gemido colectivo provino de las escuderas que nos rodeaban.
—Dejen de lloriquear, vasijas de leche perezosas —gritó Freya—. No
les molestarán las carreras de colinas cuando puedan mantenerse erguidas
después de horas de batalla. Como mujeres, somos naturalmente más débiles
que la mayoría de los hombres. Eso significa que, cuando los combatamos,
debemos encontrar otras ventajas. Tenemos que ser capaces de sobrevivir a
ellos. El cansancio vuelve cobarde al hombre más fuerte. Ahí es cuando
muestran su debilidad.
—Tiene razón —coincidió Torben—. La resistencia es una de las cosas
que hace que las escuderas sean tan peligrosas. Es tan importante, si no más,
que empuñar un arma pesada.
15
Nadie parecía particularmente animado por sus palabras. Con mucho
murmullo, nos arrastramos hasta un barril de almacenamiento y sin
contemplaciones arrojamos nuestras armas en él. Luego marchamos,
jadeando, con la cabeza gacha, hacia la colina, un montículo empinado de
tierra que descansaba siniestramente a un kilómetro de distancia. Lo apodé el
Yunque del Diablo porque nunca cedía y convertía mi vida en un infierno. Las
otras escuderas parecían apreciar el apodo. Esta colina se había convertido en
la ruina de mi existencia. Incluso tenía pesadillas al respecto.
—Esperen —gritó Freya—. No olviden sus escudos. Úsenlos en la
espalda mientras corren.
—Está intentando matarnos —resopló Astrid.
—Hemos estado intentando decirte eso durante años —dijo Taina, una
de las gemelas.
—Lamento haber dudado de ti —dijo Astrid. Sonrió a las gemelas,
quienes noté que rara vez estaban muy separadas la una de la otra. ¿No me
dijo Torben que Talia una vez tuvo una aventura con Brant? ¿Me preguntaba
si Taina se quedaba para eso?
1
Sprint: carreras cortas o de velocidad; por lo general se corre a máxima velocidad en una distancia
pequeña.
Era una tortura, pero sabía que Freya estaba intentando matarnos
porque nunca nos ordenó que hiciéramos ningún entrenamiento que no
planeara completar ella misma. En unos minutos, se uniría a nosotras en la
colina con su escudo y probablemente también su espada. Y por eso la
respetaba como entrenadora y líder.
La siguiente hora estuvo llena de mucho sudor, ardor en los pulmones
y los músculos de las piernas, así como algunos ataques de arcadas terribles.
Sin embargo, me complace informar que nadie se desmayó. Cuando Freya
finalmente pidió que nos detuviéramos en nuestra última carrera, cada una de
nosotras colapsó donde estábamos en la cima de la colina. Rodé sobre mi
espalda, mirando hacia el cielo oscurecido. Podía oír los trabajosos jadeos de
las otras escuderas que hacían juego con los míos. Aunque mis pensamientos
fueron fugaces, me di cuenta de que el entrenamiento de Freya estaba
haciendo más que endurecer nuestros cuerpos y mejorar nuestras habilidades.
Nos estaba forjando en algo más grande que nosotras mismas. Había algo en
esforzarse y sufrir junto a otro ser humano que formaba un vínculo que no se
rompía fácilmente. La miseria mutua era como pegamento. Entonces me di
cuenta, por lo que estábamos viviendo juntas, que cada una de estas mujeres
daría su vida por mí, y yo por ellas. 16
Me quejé entre jadeos por aire.
—Estoy bastante segura… hay partes de… mi cuerpo… que duelen, que
definitivamente no están destinadas a doler.
—¿Puedes caminar? —preguntó Babs.
—Si digo que sí, ¿eso significa que tendré que hacer más entrenamiento?
—Tal vez —respondió—. Depende del estado de ánimo de Freya.
—Estoy demasiado cansada para escuchar más dolores de estómago de
ustedes, babosas —ladró Freya. Me di cuenta de que el sonido provenía de
algún lugar por encima de mí. Era la única que quedaba en pie—. Digamos
que ha sido todo por hoy.
—Gracias a los dioses —suspiró Astrid, y varias a su alrededor
repitieron su oración a medida que trataban de enderezarse.
—¿Necesitas ayuda para levantarte? —preguntó Lakin. Finalmente
estaba empezando a aprenderme todos sus nombres. Ahora, no me sentía
como una idiota por tener que decir continuamente: «oye, tú».
—Eso sería genial —dije, colocando mi mano en la suya extendida. Me
ayudó a ponerme de pie con facilidad—. Está bien, ahora me siento aún peor
porque me acabas de levantar como si fuera un niño y no has estado
entrenando en todo el día.
—Te volverás más fuerte —me aseguró Lakin—. Probablemente te
vuelvas más fuerte de lo que esperas porque tienes mucha motivación para
hacerlo.
No podía discutir con ella allí. La batalla se acercaba rápidamente. Si
no estaba preparada, el Yunque del Diablo sería la menor de mis
preocupaciones.
17
2
“Estoy increíblemente agradecido de haber encontrado a Allete y de que ella
estuviera destinada para mí. Sin embargo, desearía que nos hubiéramos conocido
en un momento de paz. Quiero protegerla de los horrores de la guerra a toda costa,
pero el costo de no ir a la guerra podría ser demasiado alto.”
~Torben
25
3
“Siempre escuché que las brujas arden más ferozmente que una persona normal.
Me imagino que tiene algo que ver con la magia dentro de ellas. Espero que esto
sea cierto. Y espero ser yo quien golpee el pedernal.”
~Dayna Auvray
2
Suplex: movimiento ofensivo usado en la lucha libre profesional. En la lucha libre olímpica existe
un movimiento llamado suplay, un término de la lucha grecorromana.
rodar sobre mí. Pronto, mi respiración volvió a ser uniforme. Podía escuchar
a Brant haciendo lo mismo, medio esperando escuchar al hombre roncando
en unos minutos más. En cambio, habló.
—Nunca respondiste mi pregunta.
—¿Qué pregunta?
—¿Adónde me envías?
Riendo, me levanté hasta quedar sentado.
—Te enviaré al rey Albric. Él ya te conoce y confiará en ti por lo que
eres para mí.
Gruñó y se incorporó, mirando con los ojos entrecerrados.
—¿Por qué? —preguntó—. Y por favor no me des la excusa política.
¿Cuál es la verdadera razón por la que me envías?
—Siempre fuiste demasiado perspicaz para tu propio bien —
murmuré—. Necesitas algo productivo que hacer. Este combate de lucha fue
una distracción bienvenida. Pero esa distracción solo durará un tiempo. Puedo
ver el anhelo en tus ojos. Quieres ir tras Dayna. Lo entiendo. Lo hago. Pero si 36
tomamos decisiones precipitadas ahora, podríamos terminar perdiendo a todo
el clan. Cathal y Calder son enemigos peligrosos. Tenemos que respetarlos.
Sin mencionar que, según Allete, Calder tiene una bruja oscura a su entera
disposición.
—¿Decisiones precipitadas? —espetó—. Han pasado dos semanas
desde que se fue. Estoy bastante seguro de que no he tomado ninguna decisión
precipitada. Siento que estamos perdiendo el tiempo. ¿Quién sabe qué podrían
estar haciéndole esos cabrones malvados? —dijo. Observé cómo la ira
desaparecía lentamente de su rostro. La desesperación tomó su lugar.
—Cuanto más rápido reunamos aliados para ayudar, más rápido
podremos recuperarla.
—¿Y cómo se supone que voy a llegar a Inglaterra? No tenemos barcos.
Y a caballo es demasiado lento.
—Dame un día para resolverlo. Mientras tanto, reúne tus suministros y
prepárate. Brant, es una orden, de tu jarl. Como tu amigo, simpatizo con tu
situación. Como tu rey, tengo que considerar toda la situación, no solo lo que
necesitas.
—Lo sé. Pero eso no lo hace menos molesto para mi trasero.
Tomé su brazo en un respetuoso apretón, uno de los únicos guerreros
que tenía derecho a dar, y le di una palmada en el hombro.
—Aguanta un poco más. Recuperaremos a Dayna.
Simplemente gruñó en respuesta.
—Vamos, volvamos al clan antes de que envíen un grupo de búsqueda.
—Me puse de pie y extendí un brazo, ayudándolo a ponerse de pie.
Recuperamos nuestras armas y comenzamos a marchar lentamente hacia el
pueblo.
37
5
“Nunca te quejes de que tu vida es aburrida. Es posible que un día te despiertes y
estés en las garras de una bruja oscura con un sentido del humor aún más oscuro.”
~Dayna Auvray
Gisele cruzó directamente la aldea del clan Thornag sin siquiera mirar
de reojo a los hombres y mujeres del norte que la observaban. La bruja se había
obligado a caminar por el pueblo en lugar de tomar su caballo. Esperaba usar
el tiempo extra para calmarse y ordenar sus pensamientos. No había
funcionado.
Cuando llegó a la cabaña más grande, no disminuyó la velocidad. 47
Golpear nunca pasó por su mente. En cambio, alcanzó la puerta de roble y la
abrió, causando que todo el edificio se estremeciera cuando la puerta rebotó
contra la pared.
Hubo maldiciones y chillidos debajo de una maraña de pieles y mantas
de lana sobre la cama.
—Dije que no me molestaran. —Una voz grave, ligeramente apagada,
salió de debajo de las mantas.
—Me prometiste un libro. —La voz de la bruja fue como un látigo
atravesando la habitación.
La cabeza barbuda de Calder apareció entre las mantas. Una masa de
mechones rubios despeinados, unidos a la cabeza de lo que parecía ser una
joven muy confundida, pronto la siguió.
—Estoy ocupado, bruja —gruñó Calder.
—Eres un rompe juramentos. ¿Dónde está mi libro?
—¿Puede esta conversación esperar una hora? —Furioso, el vikingo
subió más las mantas sobre su compañera como si a Gisele le importara cuánta
piel mostraba la pequeña zorra.
—No, aunque dudo seriamente que tomaría tanto tiempo. —Miró a la
mujer—. Sal, pequeño trofeo de caza —ordenó—. A menos que quieras
quedar desfigurada por el resto de tu inútil vida. Me imagino que tu jarl no
estará tan ansioso por tenerte en su cama si estás cubierta de lesiones.
Los ojos muy abiertos de la mujer rebotaron de Gisele a Calder,
claramente esperando una señal de si debía quedarse o seguir el consejo de la
extraña.
—Gisele, te pasas de los límites.
—Te equivocas de nuevo, Calder. Obviamente has olvidado cuánto
poder ejerzo. Estoy aquí para recordártelo.
Aparentemente, esto tomó la decisión de la joven rubia. Si esta
misteriosa mujer estaba dispuesta a amenazar a su jarl tan abiertamente,
entonces claramente no era nadie a quien enojar. La chica saltó de la cama,
luego agarró rápidamente su ropa, irrumpió por la puerta sin siquiera detenerse
a ponerse sus prendas.
—No olvidaré tus acciones aquí hoy —advirtió Calder.
—Me importa un culo de rata lo que olvidarás o no. Quiero el tomo que 48
me prometiste. Dijiste que podrías darme acceso al clan de Magnus.
—Cuando recuperemos a Hilda, podemos torturarla para sacarle la
información —dijo.
—Oh, y pensé que solo eras un torpe hombre del norte. No tenía idea
de que habías estado incursionando en la nigromancia a mis espaldas. —
Gisele se cruzó de brazos, mirando al señor de la guerra.
—¿De qué diablos estás hablando? —Calder tiró las mantas y las pieles.
Se puso de pie, golpeando con fuerza el suelo mientras lo hacía. Extendió su
postura, se cruzó de brazos y se enfrentó a la bruja, aparentemente
despreocupado por su falta de ropa. Gisele podría haber jurado que empujó
sus caderas un poco hacia adelante, y ella casi sonrió. Había visto miembros
más grandes en algunos de los conejos de montaña con los que experimentaba.
—Hilda está muerta, Magnus ha tomado cautiva a la princesa mayor y
yo tengo a la princesa más joven —explicó.
—Empieza por el principio —gruñó Calder. Descruzó los brazos y
rápidamente comenzó a ponerse la ropa.
—Después de que las tres mujeres desaparecieron, fui y las encontré.
Sin ayuda de ti, por cierto. A pesar de que Magnus y sus hombres te dijeron
que las perseguirían, no confiaba en él. Obviamente, hice bien en no hacerlo
—se regodeó.
—Me dio su palabra, un juramento de que no me traicionaría —señaló
Calder.
—Aparentemente, ninguno de los vikingos puede cumplir un
juramento.
—Tal vez no, pero pensé que mi hermano, mi sangre, sería la excepción.
—Tonto —siseó.
—Mira a quién estás llamando tonto, Gisele. Hasta tú tienes que dormir
alguna vez —advirtió.
—Y no tienes idea de dónde duermo, y nunca pasarías mis protecciones
mágicas incluso si pudieras encontrarlo. Por lo tanto, guarda tus amenazas
ociosas. —Gisele pensó en acabar con el tonto en ese momento, pero eso no
la acercaría más a su objetivo final. Tendría que tolerar al imbécil, aunque solo
fuera por un poco más de tiempo—. Me encontré con las mujeres primero,
pero tu hermano apareció poco después. Magnus agarró a la princesa mayor
por detrás y se la llevó. Estaba lidiando con la oráculo en ese momento o lo 49
habría detenido. La anciana cayó mucho más fácil de lo esperado, en realidad.
Una pena. Tenía la esperanza de que ella, al menos, plantearía un desafío
formidable. Una vez que la oráculo estuvo muerta, aún tenía que lidiar con la
princesa más joven. La dejé inconsciente. Me enfrenté a la decisión de
perseguir a Magnus o quedarme con la chica. Como no quería arriesgarme a
perder mi premio de consolación, tu hermano se escapó.
—Ese hijo de puta —gritó Calder, dejando caer un puño carnoso sobre
la mesa del comedor—. Lo mataré. —Comenzó a pasearse por el interior de
la choza, su cara cada vez más roja mientras pisoteaba. Gisele solo lo miraba,
su rostro era una máscara de impasibilidad—. ¿Se atreve a apuñalarme por la
espalda? —Calder rugió mientras volcaba la mesa y pateaba una silla.
—¿En serio estás sorprendido? ¿Y es necesaria la rabieta? —Los
hombros de Gisele se hundieron y exhaló un profundo suspiro mientras
miraba a Calder—. Eso no es importante. Sin embargo, lo importante es que
aún no tengo mi libro.
—¿Cómo murió la oráculo? —preguntó, ignorando sus preguntas.
—¿No estabas escuchando? Estaba lidiando con ella cuando apareció
Magnus. Para esas pobres almas como tú que no tienen la suerte de ser
bendecidos con talento mágico, “lidiar con” significa que la maté.
—¿No fue eso un poco contraproducente para conseguir el libro que
quieres?
—Sí, en retrospectiva. Pero Hilda y yo somos enemigas desde hace
mucho tiempo. La oportunidad de matarla era demasiado tentadora.
—Las brujas no son conocidas por su paciencia —dijo—. Y tú control
de impulsos parece ser inexistente.
Entrecerró los ojos.
—¿Tienes un deseo de muerte, o estás mal de la cabeza?
—¿Qué planeas hacer con la princesa más joven?
—Supongo que todo depende de ti.
Calder se rascó la barba, mirándola de reojo.
—¿Qué quieres decir?
—Supongo que querrás correr hacia el clan Hakon para vengarte de
Magnus. Iré contigo. Cuando lleguemos allí, veremos qué sucede. Quizás
Magnus te mate. En ese caso, usaré a la chica como moneda de cambio. 50
—No lo hará —gritó Calder.
Gisele se encogió de hombros.
—Casi no hace ninguna diferencia para mí. Si sales victorioso, aún
obtengo el libro. Así que no me importa lo que le pase a ninguna de las
princesas.
La bruja observó cómo una mirada hambrienta aparecía en los ojos de
Calder, una con la que estaba muy familiarizada.
—Podrías asegurar mi victoria —dijo.
—O podría asegurarme de que tu hermano salga victorioso.
—No lo harías.
—No te atrevas a decirme lo que haría o dejaría de hacer, Calder. He
sido demasiado indulgente contigo. Durante un año entero, he sufrido tu
estupidez. Un año de promesas vacías. ¿Y me has acercado a Magnus para
que pueda conseguir el libro? ¡No! —Apretó sus manos en puños, la
temperatura en la habitación bajó varios grados. Podía decir que Calder se dio
cuenta.
—El destino nos lo trajo —dijo Calder débilmente.
—Y tu ineptitud le permitió escapar —gruñó ella—. Una y otra vez, me
fallas.
—Si eres tan poderosa, ¿por qué necesitas mi ayuda para recuperar este
precioso libro?
—Porque el poder tiene un límite, y yo conozco el mío. A diferencia de
ti, no soy tonta.
Calder se quedó mirando durante varios minutos antes de tragar pesado.
—Quiero a la joven princesa oráculo. Ese es mi precio para ir a la guerra
porque eso es lo que haré si persigo a mi hermano.
Gisele dio dos pasos hasta que estuvo nariz con nariz con el hombre.
Para su crédito, no se inmutó.
—No tienes precio. No haces exigencias. Irás a donde yo diga y harás
lo que yo diga, o te arrancaré las entrañas y se las daré de comer a los lobos.
El rostro de Calder se contorsionó, cambiando de rojo a púrpura.
—No me amenaces…
51
—Silencio —gritó la bruja. La cabaña entera tembló. Las ollas de barro
explotaron. El fuego en el hogar se encendió de repente—. Esta es tu última
advertencia, Calder. Ya no hay acuerdo entre nosotros. Tu pereza e ineptitud
me han demostrado lo indigno que eres como mi compañero. Tomarás a tus
guerreros y atacarás al clan Hakon. Si sobrevives a eso, y si no te mato yo
misma, entonces puedes tomar el botín que quieras. Todo lo que quiero es el
libro. Después de eso, será mejor que reces a Odín para que nuestros caminos
no se vuelvan a cruzar.
Sus labios se apretaron, su frente dibujando una aguda uve. Se dio
cuenta de que estaba luchando contra el impulso de mirar hacia otro lado, para
inspeccionar el daño que ella le había hecho a su cabaña. Pero Gisele sabía
que su orgullo no lo dejaría someterse tan fácilmente, incluso cuando estaba
alarmantemente cerca de una pelea con alguien demasiado poderoso para que
él se opusiera.
—Aun no entiendo por qué este libro es tan precioso, vale tanto.
—Y no entiendo por qué sigues preguntando al respecto. Te he dicho
cien veces que no es de tu incumbencia. —Gisele enderezó los hombros, dio
un paso atrás y tiró de su túnica, recomponiéndose—. Ahora, ¿cuándo puedes
estar listo para partir?
Calder exhaló, el alivio de que la bruja se hubiera alejado claramente en
su rostro.
—Una semana y media —dijo.
—¿Por qué tanto tiempo?
—Algunos de mis hombres están en una redada. No me iré sin un
número adecuado de guerreros. También llevará tiempo empacar el barco y
asegurarse de que todas las armas estén listas para la batalla. No puedo
simplemente chasquear los dedos y hacer que todo suceda en un abrir y cerrar
de ojos.
Gisele negó con la cabeza.
—Inepto. Este clan tiene suerte de no haber sido eliminado bajo tu
liderazgo hace mucho tiempo. —Calder pareció por un momento como si
estuviera a punto de protestar, pero la bruja levantó una mano—. Bien. Una
semana y media y ni un día más —dijo. Se dio la vuelta y luego se dirigió a la
puerta que aún estaba abierta—. No me decepciones, Calder —dijo mientras
se detenía en la puerta—. Si lo haces, maldeciré a tu clan, tu línea de sangre, y
pondré tu cabeza en una estaca como advertencia para otros que podrían ser 52
lo suficientemente tontos como para cruzarme.
—También me alegro de verte de nuevo, bruja —gritó Calder cuando la
puerta se cerró de golpe.
8
“El orgullo puede ser algo bueno, o puede ser algo malo. Estoy aprendiendo
cuándo ser orgullosa y cuándo ser humilde. Un líder que aprenda bien esta lección
se ganará el respeto de muchos.”
~Diario de Allete Auvray
Tres días después, mis brazos estaban a punto de caerse de sus órbitas.
No me había levantado del banco excepto para hacer mis necesidades sobre el
costado del barco. Los hombres de Albric finalmente dejaron de intentar
convencerme de que dejara de esforzarme con los remos. Eventualmente,
simplemente me ignoraban, excepto para traerme ocasionalmente comida y
agua. Comida, que en su mayoría dejé intacta. Agua, que bebí para
mantenerme hidratado.
Era temprano en la tarde cuando el sargento Alfred gritó:
—¡Tierra a la vista!
—Ya era hora —murmuré, pero no renuncié a agarrar los remos. No
mucho después, nos deslizábamos hacia el puerto inglés. Uno de los hombres
de Albric movía la caña del timón y gobernaba, mientras otro empezaba a
mover la trinca para enrollar la vela. Finalmente, con un gemido, me levanté
y me estiré, intentando flexionar simultáneamente todos los músculos de mi
cuerpo a la vez. No creía que hubiera uno que no doliera. Pude ver el castillo
de Albric en la colina, una enorme estructura de piedra. Dispersos a lo largo
de la playa, aún podía ver franjas de tierra cubiertas de hollín donde una vez
se había sentado un barco en llamas, víctima de la locura de Magnus. En unos
momentos, sentí que la rueda dentada chocaba con el muelle de madera.
—Vamos, hombres —grité, saltando al muelle, sin molestarme en
amarrar el barco. El hecho de que dejé mi amado martillo de guerra en la
cubierta en mi prisa fue un testimonio de lo ansioso que estaba por completar
este recado.
—Brant, espera —gritó Alfred desde el muelle.
70
—Vamos, perros —grité—. Cathal no se va a atacar a sí mismo.
Necesito hablar con tu rey lo más rápido posible. Thomas, sube tu trasero aquí
y dile a tu tío que tus hermanas están a salvo.
—¿Qué pasa con Dayna? —preguntó Thomas mientras corría a mi lado.
Negué con la cabeza.
—Torben y yo creemos que es mejor que aún no le hablemos de Dayna.
Torben está preocupado porque dividirá la atención de tu padre. Entiendo su
punto de vista, incluso si me frustra. —Entrecerré los ojos—. Mi pregunta para
ti es ¿vas a ser leal a tu tío o leal al jarl de tu prima?
La mandíbula de Thomas se apretó.
—¿Torben tiene un plan para recuperar a Dayna?
Me encogí de hombros.
—Estoy seguro de que lo hace. Pero tengo uno mejor. Solo necesito que
mantengas a tu tío concentrado en llegar a Ravenscar. —Un plan se había
estado formando en mi mente mientras viajábamos. Ahora que estaba en
Inglaterra, estaba seguro de que iba a seguir adelante.
—Confío en ti, Brant —dijo Thomas—. Me aseguraré de que mi tío
vaya a ayudar a Torben, pero será mejor que hagas lo correcto con Dayna.
No respondí. No había necesidad. Si Thomas no podía ver la
determinación en mis ojos, entonces mis palabras no tendrían importancia.
Los hombres de Albric nos alcanzaron y nos rodearon. Corrimos al
castillo. Era una distancia más larga de lo que recordaba cuando perseguía a
Magnus mientras se llevaba a Allete. Tal vez eso fue porque estaba corriendo
cuesta abajo, hacia la costa, y ahora estaba trabajando cuesta arriba… y había
estado remando inútilmente durante tres días. Finalmente llegamos a las
murallas del castillo. Bajaron el puente levadizo y los guardias de turno nos
indicaron que atravesáramos. Aparentemente, nos habían estado esperando.
Supongo que podría agradecer a Myra por esto. Un mayordomo nos recibió
en el patio.
—Sir Thomas, es bueno verlo. El rey los espera en la sala del trono —
dijo—. Síganme.
Me vi obligado a aflojar el paso. El mayordomo no iba a romper el
decoro porque yo tenía prisa. Me moví nerviosamente mientras caminaba,
deseando que el hombre se moviera más rápido. Finalmente, nos acercamos a
las puertas de la sala del trono, que dos guardias abrieron cuando nos
acercamos. 71
—Rey Albric, los hombres que enviaste a los bárbaros han regresado. Y
han traído a tu sobrino junto con un… emisario.
Miré de soslayo al mayordomo, pero me guardé mi broma. Albric se
levantó para saludarnos. El hombre parecía haber envejecido una década
desde la última vez que lo vi. Su rostro estaba grabado con preocupación, y
sus ojos estaban vacíos.
—Thomas —dijo el rey mientras abría los brazos a su sobrino. Se
abrazaron, luego Thomas retrocedió a mi lado—. Bienvenido, Brant… ¿Creo?
Te recuerdo de antes. Gracias por venir hasta aquí.
Asentí.
—Por supuesto, Su Majestad. Tenemos mucho que discutir.
—Brant, por favor, antes de que discutamos cualquier otra cosa. ¿Cómo
están mis hijas? Dime que están bien.
Tragando pesado, me puse una máscara de impasibilidad.
—Gozan de buena salud, Su Majestad.
Miró a Thomas como si quisiera confirmar mis palabras.
Thomas asintió.
Sería la primera de muchas mentiras que le diría al rey ese día.
72
10
“Cuando esa vocecita en tu cabeza que te molesta habla… probablemente sea una
idea buena no discutir con ella y prestarle toda tu atención. Para que no acabes
como yo…”
~Dayna Auvray
Algo frío salpicó mi cara. Me senté, jadeando, incluso cuando sentí que
el agua comenzaba a correr por mi cuello y pecho. Casi grité cuando un dolor
agudo en mis costillas me impidió ponerme de pie. Bueno, cualquier hechizo
doloroso que la bruja hubiera infligido en mí, no había mejorado desde nuestra
pequeña marcha por el bosque. Estupendo. Tuve que obligarme a tomar
respiraciones cortas.
Gisele se cernía sobre mí, furia en sus ojos. Me miró con tanta malicia 73
que me preocupó un poco que me incendiara simplemente con el odio que
ardía en su mirada, y luego arrojó un balde vacío que repiqueteó contra la
pared de la choza.
—Si no duermo, entonces tú tampoco —escupió la bruja.
—Me dijiste que no tocara nada o que intentara escapar —espeté—. Eso
no me dejó mucho que hacer. Lo siento, me aburrí un poco, ¿de acuerdo?
Además, el cuerpo humano solo puede recibir tanto daño antes de tener que
apagarse.
—Ahora estoy aquí, y me importa un culo de rata tu frágil cuerpo
humano. Endurécete o muere.
—Me pondré en eso —me quejé. Observé cómo Gisele pisoteaba,
literalmente pisoteaba, como un niño al que le da una rabieta, al tiempo que
golpeaba libros y frascos en un pequeño mostrador lleno de marcas de gubias
y manchado con una miríada de colores, desde un verde ácido brillante hasta
un carmesí rojo sangre tan oscuro que casi negro. Me estremecí al pensar en
lo que había causado estas últimas marcas. La mujer había sido una bola
gigante de pelusa y rayos de sol antes de irse. Ahora, sin embargo, la alegría
era casi demasiado para mí.
—¿Tuviste una mala mañana? ¿Quizás tus malvados planes no van tan
bien como planeaste?
—No sabes nada —gruñó.
—Sé que estás actuando como un gallo con el cuello en las manos del
granjero.
—¿Cómo iba a saber que su hermano tonto aparecería y secuestraría a
la princesa? —murmuró Gisele. Ya no me hablaba. De hecho, era casi como
si ya no existiera. Entonces, simplemente me senté y escuché para ver si podía
obtener alguna información útil.
Gisele tomó un pequeño caldero negro, una miniatura del que estaba
colgado en ese momento en el hogar. Empezó a abrir esas botellas con los
extraños líquidos arremolinados, luego vertió varias cantidades en el caldero.
Luego alargó la mano hacia una de las cestas que colgaban sobre el mostrador,
tirando hacia abajo un mirlo muerto. Cuando recogió un cuchillo de aspecto
malvado, la miré, extrañamente fascinada. Observé cómo extendía una de las
alas del ave y bajaba el cuchillo con un movimiento fluido, separando
limpiamente el ala del cuerpo.
74
Gisele tiró el resto del ave en la cesta y luego metió la mano en otro
recipiente. Sacó una serpiente, pero definitivamente no estaba muerta. Si
hubiera sabido que había estado durmiendo en la misma habitación con la
serpiente, podría haber estado más interesada en escapar antes. Envolvió su
cuerpo alrededor de su brazo, enroscándose y desenrollándose
constantemente. Mientras tanto, su lengua entraba y salía mientras miraba a
su alrededor. En mi mente, imaginé que estaba buscando algo a lo que golpear.
Viles criaturas, las serpientes.
—¿No eres una mascota dulce? —arrulló Gisele a la serpiente.
Resoplé.
—Si por dulce quieres decir “quiere morderte la cara”, entonces
supongo que podría considerarse dulce —murmuré.
La bruja desenrolló a la criatura de su brazo antes de dejarla sobre el
mostrador. Comenzó a alejarse, pero se detuvo a medio deslizarse cuando la
mano del cuchillo de Gisele bajó por segunda vez. La cortó, casi exactamente
por la mitad, con un golpe limpio. Recogió las dos mitades, ambas aun
retorciéndose salvajemente en estertores de muerte, y las arrojó al caldero.
Aparentemente, eso es lo que les sucede a las criaturas bajo el cuidado
de Gisele que ella considera dulces.
Para cuando la bruja terminó de arrojar cosas en su mini-caldero, tenía
mucha curiosidad por saber qué estaba intentando inventar. Pero entonces mi
estómago se hundió. ¿Y si ella quería que yo lo bebiera? Ser forzada a beber
un brebaje de bruja repugnante parecía solo mi suerte.
Gisele murmuró algunas palabras en voz baja, luego se cortó la mano y
la sostuvo sobre la mezcla. Una línea carmesí se elevó rápidamente. La sangre
de la mujer goteó en el caldero, silbando a medida que salpicaba la superficie
del líquido oscuro que había dentro. Un humo acre se elevó del caldero e
invadió la cabaña, provocándome arcadas.
—Eso no puede ser bueno —susurré.
Los ojos de Gisele de repente se dirigieron a donde yo estaba sentada
en el suelo.
—¿Sedienta?
Mis ojos se abrieron de par en par. Estupendo.
—En absoluto —respondí—. En realidad, acabo de tomar un gran trago
de agua antes. Estoy muy renovada. Sin embargo, gracias por la oferta.
75
—Oh, pero insisto —Gisele prácticamente ronroneó como un gato que
acaba de encontrar un pájaro muerto en el que quiere revolcarse. Recogió una
taza de barro de un estante y la sumergió en el caldero. Poniendo una mano
en su cadera, me tendió la taza.
—Es muy considerado de tu parte incluirme en cualquier hechizo de
brujería que estés elaborando allí, pero estoy más que bien si me dejas fuera.
Créeme, no herirá mis sentimientos en absoluto —dije. Intenté tragar, pero un
nudo de miedo se había formado en mi garganta.
—Oh, vamos —insistió—. No es educado rechazar la hospitalidad de
tu anfitriona. Solo toma un traguito.
—Voy a tener que declinar incondicionalmente. —Cerré los labios con
fuerza como si eso de alguna manera evitara que la bruja me metiera el
repugnante líquido. En este punto, intentaría cualquier cosa. Hice un
movimiento rápido hacia atrás, pero mi espalda chocó con la maldita pared
detrás de mí.
Me miró como si fuera una niña errante que acababa de negarse a comer
mi cena.
—Esto sería mucho más fácil si hicieras lo que te dicen —espetó la bruja,
todo el entusiasmo perdido.
Sí, una niña errante, pensé mientras sacudía la cabeza.
—Lo siento, pero me comprometí a que nunca haría la vida de una bruja
más fácil simplemente haciendo lo que me decía. Siento una gran pasión por
cumplir con mis compromisos.
—En realidad, no quería hacer esto de la manera difícil porque la
manera difícil significa que babearás. Odio la baba —dijo, con el rostro
arrugado.
—Yo también —le ofrecí—. No me veo bien con baba. Probemos otra
cosa. Como no hacer que la prisionera buena beba la poción desagradable. Eso
probablemente sería lo mejor para todos los involucrad… —Gisele extendió la
mano que había estado apoyada en su cintura. Un destello de iluminación
salió de su mano. Algo me golpeó fuerte en el pecho, cortando mis palabras.
Fue entonces cuando se apagaron las luces.
No tenía idea de cuánto tiempo había pasado antes de que mis ojos se
abrieran lentamente. El mundo estaba borroso. Lo que entró en foco se
duplicó. Salté cuando vi dos de Gisele.
—Por favor, no dos. Seguramente, el mundo no puede con dos como 76
ella —murmuré en tanto trataba de aclarar mi vista. Me froté los ojos y
parpadeé. Mis pestañas revolotearon como esas ridículas fulanas en la corte
compitiendo por la atención de los hombres.
Finalmente, cuando la habitación se enderezó, miré a la bruja que se
cernía sobre mí. Me estaba mirando demasiado intensamente.
—Estás actuando un poco extraño, incluso para ti —dije. Sentí como si
estuviera esperando que me convirtiera en un pato que andaba como un pato
y que ladraba como un perro.
—¿Cómo te sientes? —preguntó mientras entrecerraba sus ojos
malvados.
Lo pensé por un momento. ¿Cómo me sentía? Al principio, no sentí
nada. Entonces, me di cuenta de que no quería arrancarle los ojos a la bruja
como había hecho antes. De hecho, me sentía bastante agradable, lo que me
puso nerviosa. La amabilidad no era una cualidad que yo valorara mucho en
mí misma. Pero ahora sentía… como si quisiera algo más que complacer a la
mujer que tenía delante. Entrecerré los ojos. Eso no podría ser correcto.
Odiaba a esta bruja. Después de todo, mató a Hilda. La apuñalaría en un
santiamén si pudiera. ¿No lo haría? No, eso tampoco estaba bien. Estaba
siendo tonta. Gisele era mi amiga. Debería hacer lo que ella decía. La escruté
a través de los párpados entreabiertos.
—Me has hecho algo. Debería querer matarte. Pero parece que no
puedo reunir la fuerza para odiarte. ¿Qué hiciste?
Sonrió.
—Nada tan malo —dijo—. Solo mejoré un poco tu disposición. Dios
sabe que lo necesitabas. Ahora, no intentarás escapar, y no tendré que
preocuparme por pelear contigo.
—¿Por qué querría escapar? ¿O en todo caso, pelear contigo? —Negué
con la cabeza en confusión.
—Exactamente, ¿por qué hacerlo? —canturreó prácticamente—.
Ahora, experimentemos un poco… solo para asegurarnos de que todo
funciona exactamente como pretendía.
—Eso suena como una buena idea —dije, e inmediatamente me
pregunté por qué, en el nombre de los dioses, creía que hacer algún tipo de
experimento con Gisele, la bruja loca, era una buena idea. Pero el pensamiento
huyó tan pronto como se materializó.
—Levántate —ordenó.
77
Sabía que estar de pie no se sentiría bien. Aún me dolía el cuerpo. Pero
Gisele lo había pedido, así que debe ser lo mejor para mí. Me puse a cuatro
patas. Aunque tomó algún tiempo y estuvo acompañado por repetidos
resoplidos y carcajadas de mi espectadora, odiaba estar decepcionándola.
Sabía que el tiempo de mi amiga era valioso: finalmente logré ponerme de pie.
—Ta-da —dije, sintiéndome realizada y queriendo patearme el trasero
al mismo tiempo.
—Ahora, déjame diseñar una prueba apropiada —dijo Gisele—. ¿Qué
nunca haría una princesita mimada? Ajá, lo sé. Siempre has querido hacerte
amiga de una rata, Dayna. Desde que eras una niña. Sientes que completaría
tu vida. Ve a buscar una rata y convéncela de que sea tu amiga del alma.
Las palabras de la bruja… ¿Bruja? Esa palabra suena tan negativa. Las
palabras de la mujer llenaron mi mente, y sonaba absurdo y completamente
lógico al mismo tiempo. Por supuesto, siempre quise hacerme amigo de una
rata. Naturalmente, ¿quién no?
Tal vez, la gente cuerda, respondió una vocecita en el fondo de mi mente.
La voz me sonaba extraña.
¿Quién eres tú?, pregunté a la voz.
Soy la parte de tu mente que no ha sucumbido al hechizo al que te sometió la
bruja
Negué con la cabeza, descartando eso de inmediato. Eso era tonto. No
había forma de que estuviera bajo un hechizo. Tenía una voluntad demasiado
fuerte para tener mi propia mente comandada por otra.
—La rata, niña. Estás buscando una rata —gruñó Gisele.
—Cierto. Por supuesto. La rata. —Empecé a caminar lentamente
alrededor de la cabaña, inclinándome y chasqueando la lengua—. Aquí ratita,
ratita, ratita —canté. ¿De qué otra manera llamaría a una rata? Seguramente,
estarían más inclinadas a ser mis amigas si sonara atractivo y dulce, ¿verdad?
Suenas como una idiota. Ahí estaba esa maldita voz otra vez. Decidiendo
que era mejor ignorarla, continué mi búsqueda de un nuevo mejor amigo
roedor.
Porque eso es algo completamente racional que haría una persona en control total
de su propia voluntad.
Cállate, maldita voz.
78
—Sal, sal, donde quiera que estés. Te daré queso y una manta caliente
para acurrucarte. A las ratas les gustan las mantas calientes, ¿no? —Miré a la
bruja.
Apenas miró en mi dirección mientras agitaba la mano.
—Seguro, seguro. Lo que sea. Sigue buscando.
En algún momento, me puse a cuatro patas, a pesar del dolor que me
causaba, y me arrastré, yendo de un extremo a otro de la habitación.
Empezaba a pensar que en la cabaña no vivían ratas. ¿O tal vez ninguno de
ellos quería ser mi amigo? Eso no podría ser cierto. ¿Quién no querría ser mi
amigo?
Prácticamente cualquier persona que no quisiera parecer un tonto, volvió a
sonar la voz.
Calla, voz. Gisele es mi amiga.
De repente, hubo un sonidito de arañazos en la esquina a mi derecha.
Corriendo, moví lentamente una pila de libros polvorientos. Allí sentada sobre
sus patas traseras había una rata, sus pequeños ojos brillantes miraban
fijamente algo que sostenía en sus diminutas manos con garras. Ni siquiera
pensé. Extendí la mano, luego lo agarré antes de que la criatura se diera cuenta
de que había sido detectada.
La rata graznó y se movió ferozmente, intentando liberarse. Incluso
intentó girar la cabeza y morderme. Sosteniéndolo cerca del cuello para que
no pudiera moverse, abracé el cuerpo contra el mío. Me levanté de mi posición
de rodillas. A Gisele, le lancé una sonrisa triunfante cuando dije:
—¡La conseguí!
Gisele estudió la rata en mis manos, con los labios fruncidos.
—No parece que la criatura quiera ser tu amigo del alma.
—Bueno, nos acabamos de conocer. No puedes esperar que de repente
saltemos a una relación. Tenemos que llegar a conocernos. Él se dejará
convencer. O tal vez es una ella… aún no estoy exactamente segura.
Los labios de la mujer se torcieron y sentí como si quisiera reírse de mí.
—Por todos los medios, ponte cómoda y conoce a tu rata.
No. NO llegues a conocer a la rata. Te verás como una idiota más grande de lo
que ya eres. Por el amor de Dios, cálmate, mujer, gritó la voz prácticamente.
Deja de gritar, respondí. Me estás dando dolor de cabeza.
79
Regresé al mismo lugar en el piso donde había estado sentada antes,
luego me deslicé por la pared hasta que estuve sentada. La rata se detuvo, pero
sus ojos no parecían menos aterrorizados.
—Hola —dije, intentando no sonar amenazante—. Mi nombre es
Dayna Auvray y soy una princesa. —Le dije esto a la rata con la esperanza de
que mi título pudiera alentarlo a querer ser mi amigo. ¿Quién no quería ser
amigo de una princesa?
—¿Cuál es tu nombre? —pregunté. Decidí llamarla niña porque parecía
más apropiado que me hiciera amigo de una niña y no de un niño.
Por supuesto que sí, suspiró la voz. Me encogí de hombros, mirando a la
rata.
—Entiendo si eres tímida. Solo te daré un nombre hasta que quieras
decirme el tuyo. Te llamaré…
—Tonta —interrumpió Gisele—. La llamarás Tonta.
Fruncí el ceño.
—¿En serio? Parece una elección extraña para un nombre.
—Te encanta —dijo la bruja.
—Sí, por supuesto que sí —gorjeé—. Me encanta Tonta. Es un gran
nombre. Y puedo llamarte Tontis por cariño.
El cacareo de la bruja desvió mi atención, y me sorprendió verla
inclinada y agarrándose el estómago.
—Es posible que tenga que mantenerte únicamente para entretenerme
—dijo entre risas.
—Ignórala, Tontis —dije, girándome hacia mi amiga—. Está un poco
loca de la cabeza.
De verdad, dijo la voz, porque ella no es la que se hace amiga de una rata y la
llama Tontis.
La voz sonaba tan racional. Entonces, ¿por qué quería ignorar todo lo
que decía?
Porque estás bajo un hechizo, dijo lentamente. La idea de estar bajo un
hechizo que le permitía a Gisele controlar mi mente me hizo estremecer. El
mero pensamiento de eso me hizo querer sacar mi cerebro de mi cabeza.
Seguramente, ese no podría ser el caso. Ignoré la posibilidad. Ignorar los
problemas mentales difíciles siempre fue el mejor curso de acción. 80
—Entonces, Tontis, ya que estás un poco callada, te contaré un poco
sobre mí. —Me eché hacia atrás, me puse cómoda y la abracé un poco más
cuando empezó a moverse de nuevo—. Como dije, soy una princesa, la
heredera más joven al trono de Inglaterra. He vivido una vida privilegiada, y
puedo admitir que he sido un poco malcriada. Sin embargo, estoy muy
agradecida por todo lo que me han dado. Mi hermana mayor es mi mejor
amiga. Su nombre es Allete. La amarás. Y no tengo ninguna duda de que ella
simplemente te adorará. Aunque creo que tendremos que darte un baño antes
de conocerte. Odio ser grosera, pero hueles un poco como a pan mohoso.
—¿Eso es lo que le dices a todos tus amigos? —preguntó Gisele.
—Soy honesta con ellos. No tiene sentido ser amigos si no estás
dispuesto a ser honesto.
—¿Huelo? —preguntó la bruja, sonando muy curiosa.
—Me gustaría señalar que no somos amigas. No tengo que ser honesta
contigo, pero, en este asunto, lo seré porque soy yo quien sufre. Apestas. Tu
olor es tan repugnante que tengo que luchar contra las ganas de vomitar, y
estoy empezando a creer que el olor de mi propio vómito podría ser una mejor
alternativa a tu hedor.
Los ojos de Gisele comenzaron a brillar con un espeluznante color
verde.
—¿Demasiado, honesto? —pregunté, arqueando mi ceja.
—Dile a tu rata que significa más para ti que cualquier otra cosa, y la
protegerás con tu propia vida. Y luego asegúrate de seguir adelante si se trata
de eso —escupió.
—Por supuesto —respondí. Estaba intentando hacerme amiga de
Tontis y quería que se sintiera segura porque quería que todos mis amigos
estuvieran a salvo—. Tontis, te prometo mi lealtad y te prometo protegerte con
mi vida si la tuya corre peligro.
Más tarde, mirarás hacia atrás y querrás enterrar la cabeza en la arena
por lo tonta que la bruja te ha hecho, dijo mi voz amistosa y alentadora.
Ignorando la voz, volví con mi nueva amiga y continué contándole
sobre mí. De vez en cuando, Gisele decía algo que no ayudaba y yo
simplemente la ignoraba.
—Sabes escuchar muy bien —le dije a Tontis una hora más tarde—.
Aunque, me gustaría que compartieras un poco sobre ti. ¿De dónde vienes? 81
¿Tienes hermanos?
—¿Tienes alguna enfermedad? —intervino Gisele.
—Aunque suene insensible, Tontis, tengo que admitir que es una
pregunta válida. Eres una rata, después de todo. Los de tu especie no son
exactamente conocidos por ser limpios y puros —señalé.
—Tan entretenido como ha sido esto, tengo algo útil que realmente
puedes hacer, Dayna, ahora que sé que nuestro experimento ha funcionado.
Trae a tu estúpido amigo aquí y luego mételo en esta jaula. —Cuando levantó
la jaula, me puse de pie e hice lo que me dijo. Por alguna razón, este acto de
obediencia se sintió bastante extraño. No podía recordar haber hecho lo que
me dijeron antes.
Vi como Gisele colgaba la jaula de un gancho.
—Puede descansar allí, y puedes jugar con ella más tarde.
Asentí.
—Sí, puedo jugar con ella más tarde. —¿Por qué la estoy repitiendo?
—Quiero que salgas a recoger hongos como este. —Mostró un ejemplo.
Tenía un tallo grueso y una parte superior en forma de huevo que colgaba
sobre el tallo—. No vayas tan lejos que ya no puedas ver la cabaña. Cuando
hayas reunido lo suficiente para llenar la canasta —me tendió una canasta de
mimbre marrón—, entonces puedes regresar.
—¿Y qué pasa si me quedo sin los hongos que están a la vista de la
cabaña antes de que la canasta esté llena?
—Entonces espera hasta que crezcan más.
—¿Qué pasa si muero antes de que crezcan más?
—Si sientes que vas a morir, primero cava una tumba y luego acuéstate
en ella. Serás el fertilizante de hongos perfecto.
Incliné mi cabeza levemente, sintiendo que algo sobre esa declaración
debería molestarme. Pero Gisele dijo que lo hiciera, y sentí que quería hacerlo.
Y parecía racional.
En serio, gritó la voz, llenando mi cabeza con un sonido estridente.
¿Cavar tu propia tumba y acostarte en ella para morir parece racional?
preguntó.
Bueno, ¿quién más va a cavar mi tumba? desafié. 82
¿Qué tal no esperar a morir y tratar de escapar en lugar de recolectar los
sangrientos hongos?
Puse los ojos en blanco. Obviamente no estabas escuchando. Ella no
quiere sangrientos hongos. Los champiñones regulares serán suficientes.
Ahora, silencio, tengo trabajo que hacer.
Salí por la puerta y al instante vi los hongos de los que Gisele había
estado hablando. Estaban por todas partes. Eso era genial. No debería ser
demasiado difícil llenar la cesta antes de morir. Por alguna razón, se sentía
importante que no muera.
Sí, tienes un gran plan, princesa, refunfuñó la voz.
11
“Cuando comienzas a sentirte más tonto que un objeto inanimado, es hora de dar
un paso atrás y recordar que eres un ser sensible y el objeto en cuestión no es más
que una colección de materiales ensamblados para hacer algo útil. Y aunque
deberías estar por encima de esas cosas, y el objeto ciertamente no te escuchará ni
te sentirá, no te culparé si maldices y golpeas a la maldita cosa. Si no hay otra
razón que simplemente para hacerte sentir mejor.”
~Diario de Allete Auvray
Deseé tener tiempo para dormir un poco después de hablar con el jarl
de Akefor. Quería ver a mi novia en sus sueños. Ver su alma y saber que estaba
bien. Pero tenía que encargarme del clan antes de poder descansar, lo que
significaba asegurarme de que tuviéramos aliados. Mi amor solo tendría que
esperar. 90
—Esta primera parada será al clan Akefor. No sé el nombre del jarl allí
—dije a Rush. Comenzamos a reducir la velocidad a medida que nuestro bote
se acercaba a tierra.
—Espero que estemos haciendo lo correcto, Torben. ¿Y si nos hacen
responsables de lo que les pasó? —respondió.
Compartía las preocupaciones de mi compañero de clan. Pero Myra y
yo habíamos hablado sobre el tema y parecía segura de que no nos culparían.
Así que dejé a un lado la preocupación y seguimos remando.
Después de haber ayudado a Brant a seguir su camino, inmediatamente
preparé mi propio barco. No podía dejar que el miedo y la duda me impidieran
al menos tratar de conseguir más aliados. El tiempo era esencial. Tenía la
esperanza de que cuando regresara al clan Hakon, el rey Albric estaría allí
esperándome. Entonces estaríamos listos… pero ¿para qué? Aún no estaba
seguro de cómo ocurriría el ataque contra Cathal. Y estaba el tema del rescate
de Dayna que se cernía sobre mí como una nube de tormenta. El clan Thornag,
desafortunadamente, estaba en dirección opuesta al reino de Cathal. Dudaba
que los otros clanes agraviados estuvieran interesados en esperar su venganza
mientras yo rescataba a mi cuñada. Aun así, odiaba dejar a Dayna en las garras
del clan Thornag mientras libramos la guerra contra Tara.
—Parece que Cathal simplemente fue hacia el norte a lo largo de la costa
de Noruega atacando a los clanes del norte cuando se acercó a ellos —comentó
Rush.
—Eso parece. Clan Akefor, clan Bjornvik y clan Brending, los tres en
Noruega y con un par de días de viaje entre ellos.
Rush negó con la cabeza.
—¿Quién sabe a cuántas personas inocentes mató?
—Temo tener que decírselo a Allete cuando nos enteremos —dije. Sabía
que se sentiría responsable, aunque no tenía control sobre las acciones de
Cathal.
Una vez que tuvimos el barco en curso, no hubo mucha discusión entre
mi tripulación y yo. Había un sentido de urgencia en nosotros, y pude ver que
todos los hombres lo compartían. Era una tripulación pequeña, lo justo para
tripular el barco. Saqué a Rush y Siv de mis seis principales, y dejé a Kjell y
Amund atrás con el clan.
Rezaba a los dioses para que no pasara nada mientras nuestro clan
estaba dividido. Aunque odiaba dejar a Allete, saber que teníamos un vínculo 91
entre nosotros lo hacía más llevadero. Al menos podría contactarla. Aunque
si hubiera problemas y yo me enterara sin poder ayudarla, podría volverme un
poco loco. Pero aun así preferiría saber que no tener ni idea.
Después de un largo día de navegación, finalmente llegamos a la aldea
del primer clan. Era medianoche. La luna estaba llena en el cielo y dejaba un
resplandor espeluznante en la superficie del agua.
—Siv, enciende una llama. Rush, levanta una bandera blanca —le
instruí. Lo primero que necesitábamos que supieran era que veníamos en son
de paz. No quería recibir una andanada de flechas tan pronto como mis pies
tocaran la playa.
Una vez que hicimos nuestra parte, esperamos una señal de regreso.
Imaginé que un vigilante iba a despertar a su jarl y transmitir el mensaje de
que otro clan había solicitado entrar en su territorio.
Un cuarto de hora después, vi que se encendía una flecha. Se disparó en
el aire, luego se encendió un fuego en la playa. Una bandera blanca estaba
atada a un palo clavado en el suelo cerca del fuego.
—Eso es. Movámonos —dije, y Siv y Rush fueron a poner el bote en el
agua—. El resto de ustedes quédense en el bote —Trepando por la borda,
murmuré—. Con suerte, esto no tomará mucho tiempo.
Tan pronto como llegamos a la orilla, pisé la arena mojada y observé a
los hombres y mujeres del norte que estaban parados en un semicírculo, con
las manos en sus armas, todos aún envainados, afortunadamente,
observándome.
—Soy Torben, jarl del clan Hakon de Ravenscar —dije—. Solicito
formalmente una audiencia con el jarl del clan Akefor. Me disculpo por
suplicarles a ustedes nobles en la oscuridad de la noche, pero este es un asunto
de urgencia que no podía esperar hasta horas más brillantes.
Un hombre de considerable corpulencia, aunque no de gran altura, se
adelantó al semicírculo. Llevaba pieles de lobo gris sobre los hombros,
calzones oscuros y botas de piel. Sobre su cabeza descansaba una corona hecha
con las astas de lo que parecían ser varios alces adultos. Sus ojos grises eran
astutos mientras me miraba, claramente tomando mi medida.
—Soy Rafal, jarl del clan Akefor. ¿Cuál es este asunto urgente que te
impulsa a buscar una audiencia conmigo en medio de la noche, Torben del
clan Hakon?
—Feliz encuentro, Rafal —respondí—. Te ruego una audiencia para
discutir sobre un enemigo común de nuestros clanes. Pero primero, quiero que 92
el clan Akefor entienda que el clan Hakon viene en son de paz.
Independientemente del resultado de este parlamento, no albergaremos
ninguna mala voluntad hacia tu clan.
—Entendido —dijo Rafal.
Asentí y luego continué.
—Sabemos que tu clan fue atacado recientemente —dije—. Por un
ejército dirigido por un salvaje despiadado llamado Cathal. No solo atacó a tu
clan, sino también a otros, incluido el mío. —Hubo un estruendo de ira y
maldiciones murmuradas. Entendía muy bien su furia latente.
—De hecho, lo hemos hecho —dijo Rafal—. Este hombre afirmó estar
buscando a su reina inglesa. Dijo que ella le pertenecía y que había sido
secuestrada por un hombre del norte. Cuando le dijimos que no había mujeres
inglesas en nuestro clan, dijo que eso no era suficiente. Quería registrar nuestro
pueblo. Le dije que él no era el único rey que estaba en esta playa y que no me
inclinaría ante su voluntad. Hizo como si eso fuera el final y regresó a su bote.
Vimos partir su barco.
»Esa noche, nos atacaron mientras dormíamos. Perdimos muchos
guerreros y muchos hogares fueron destruidos. Fue rápido. Pero oí su voz,
aunque no lo vi. —Rafal ya no me miraba a mí, sino a las llamas de la hoguera
mientras revivía aquella noche espantosa—. Llamó a la noche, “que este sea
un mensaje para todos los que pensarían en negarle al rey de Tara lo que se
merece”.
—Siento que esto le haya pasado a tu gente, Rafal —dije, y realmente
lo decía en serio—. Cathal es un perro, y merece ser pisoteado bajo nuestras
zuelas. Vengo ahora con la esperanza de ofrecerte la oportunidad de buscar
una restitución.
La barbilla de Rafal se levantó cuando dio un paso más cerca de mí.
—Estoy escuchando.
—La reina inglesa que buscaba Cathal es, de hecho, Allete Auvray, mi
novia.
Un murmullo emocionado recorrió a los miembros del clan de los
alrededores ante estas palabras. Rafal levantó una mano para callarlos.
Entendí su reacción. Era insólito que un hombre del norte tomara una esposa
inglesa.
—Entonces, ¿trajiste este infierno sobre nosotros? —vino una voz de la
multitud. 93
Lo ignoré.
—Si me permites un momento, Rafal, te explicaré cómo sucedió todo
esto. —Haciendo una pausa, lo miré fijamente.
—Continúa —dijo el jarl.
—Mi madre, Hilda, era una oráculo de renombre. Vio muchas profecías
cumplirse durante su vida.
Rafal asintió.
—Sabemos de Hilda la Oráculo. ¿Por qué hablas de ella en tiempo
pasado?
—Desafortunadamente, mi madre fue asesinada por una bruja al
servicio del clan Thornag. —Ahora corrían jadeos entre la multitud, así como
maldiciones, murmullos y algunos escupitajos en el suelo.
—Lo siento, Torben. Que el espíritu de tu madre vuele rápidamente a
las estancias de nuestros antepasados.
—Gracias, jarl Rafal —dije—. La profecía más reciente que dio mi
madre fue que me casaría con una novia extranjera. El jarl anterior del clan
Hakon, Magnus, se había vuelto inestable y codicioso. Estaba paralizando a
nuestro propio clan al pedirme que disciplinara a nuestros guerreros mediante
el desmembramiento por afirmaciones ridículas. La oráculo afirmó que mi
destino era derrotar al jarl y tomar su lugar. Todo esto ha llegado a pasar.
Desafié a Magnus por el cargo de jarl, luego lo maté en un juicio por
combate… y Allete es la novia extranjera de la que habló la oráculo.
El rostro de Rafal era sombrío. Gruñó.
—La noticia de la maldad de Magnus no es sorprendente. He lidiado en
el pasado con tu antiguo jarl. El hombre era poderoso, eso no se puede negar.
Pero nunca lo consideré un líder sabio o justo. Si demuestras ser un mejor líder
de tu clan, Torben, te felicitaré por tu victoria sobre Magnus.
—Ciertamente espero liderar el clan Hakon de manera más honorable
que Magnus, y tu felicitación es muy bienvenida. Antes de derrotar a Magnus,
secuestró a la princesa inglesa, a quien ya conocía y me di cuenta de que sería
la mujer sobre la que había profetizado la oráculo. Su padre, el rey Albric de
Inglaterra, la había prometido como esposa a Cathal. Esta fue una alianza
política hecha antes de que el rey Albric supiera qué clase de hombre era
realmente Cathal.
»Cuando Magnus huyó con la princesa, Cathal, en su ira, lo persiguió. 94
Pero Cathal no sabía exactamente adónde había ido Magnus. Cathal atacó a
cuatro clanes intentando encontrar a la princesa. El tuyo, el mío y otros dos,
Bjornvik y Brending.
Otro hombre dio un paso adelante. Miró a Rafal, quien le dio un fuerte
asentimiento.
—¿Por qué no le diste a la princesa una vez que la recuperaste de este
Magnus? Entonces, todo esto podría haberse evitado.
Apreté los dientes, mordiéndome la réplica aguda que quería vomitar.
La idea de mi Allete cerca de Cathal me dio ganas de vomitar. Respiré hondo,
luego lo solté antes de responder lentamente. Sabía que mucho dependía de
mis próximas palabras.
—Prácticamente, no podía. Cathal ya había atacado a nuestros clanes
antes de que pudiera rescatar a la princesa. Como dije antes, Cathal no es
digno de ser molido bajo nuestros tacones. No se le puede llamar hombre. Un
verdadero hombre, un guerrero en el fondo de su corazón, no atacaría a los
inocentes. Asesinó a niños y mujeres a sangre fría. No le entregaría un perro a
ese tipo de monstruo, mucho menos una princesa del valor de Allete.
»Pero eso no importa. Como dije antes, la princesa es mi novia. Así lo
profetizó la oráculo, y se ha cumplido. —Miré de Rafal al resto de su clan,
intentando mirarlos a los ojos—. Sé que lo que estoy diciendo puede sonar
como una locura para sus oídos. Pero la profecía de la oráculo no se refería
solo a mí. También profetizó que Allete me ayudaría a llevar la paz a los clanes
del norte. Pero no a través de la batalla y la violencia. No a través de la
conquista. Magnus lo intentó varias veces. No funcionó. —Hice un gesto
detrás de ellos hacia su pueblo. No podía verlo bien en la oscuridad, pero sabía
que estaría en varios estados de reparación, tal como lo estaba el clan Hakon—
. Los norteños somos un pueblo fuerte. Felizmente volaría a la batalla con
ustedes, superado en número diez a uno contra cualquier enemigo en esta
tierra. Pero han visto lo que nos pasa cuando estamos divididos. Somos
desacreditados por extraños. Hoy estoy aquí ante su jarl pidiendo cooperación.
Pidiendo una alianza.
Los ojos de Rafal se entrecerraron.
—Torben, ¿qué es exactamente lo que estás diciendo?
—Pronto atacaré a Cathal con la ayuda del rey Albric.
Nuevamente, el clan comenzó a murmurar con incredulidad.
—¿Por qué te ayudaría el rey de Inglaterra? —preguntó alguien. 95
—Porque él también ha sido agraviado por Cathal. Cathal agredió a su
hija. Tal cosa aviva el fuego de un hombre a la acción, ya sea vikingo o inglés.
Y Albric es ahora mi suegro. Es un hombre justo, como lo somos nosotros.
Vería el fin de la tiranía de Cathal, tal como lo haríamos nosotros. Por eso me
ha prometido su ayuda. Aquí está el sello real de Albric. Me lo ha dado como
señal para demostrar que se unirá a la batalla. —Saqué el sello del bolsillo
interior de mi túnica y luego se lo mostré.
Rafal se acercó para tomarlo de mi mano. Lo examinó, volteándolo de
un lado a otro para comprobar su autenticidad, sin duda. Finalmente, gruñó.
—Es real.
Asentí.
—Si te unes a nosotros en esta batalla, puedes recibir una restitución por
las personas que Cathal se llevó y el daño que causó.
—¿Cuándo zarparán hacia el reino de Tara? —preguntó Rafal.
—Debo ir primero al norte y buscar la ayuda de los otros dos clanes, eso
tomará dos días más. Luego, navegaré de regreso a Ravenscar, lo que llevará
otros tres días. Para entonces, el rey Albric debería haber llegado al clan
Hakon. Planearemos nuestro ataque lo más rápido posible. Diría que quince
días como máximo.
Rafal se volvió hacia el hombre que le había hecho la pregunta anterior.
—Llama a los guerreros de las fronteras. Prepara el ejército. Prepara los
barcos. Navegaremos hacia Ravenscar en una semana, luego navegaremos a
la guerra. —Dejó caer el sello en mi mano antes de extender su brazo.
Agarrando su antebrazo, lo sacudí.
—Gracias. En realidad, lamento lo que ha sufrido tu clan —dije.
Rafal negó con la cabeza.
—No entiendo por qué estás en este camino, pero si una oráculo te puso
allí, entonces será mejor que no te desvíes. Tal vez si este Cathal hubiera
podido asegurar a la princesa inglesa como su esposa, le habría dado la
capacidad de conquistar tierras al norte de él, lo que lo habría llevado a
nosotros de todos modos. No es una locura cazar al lobo que sabes que te
acecha hoy, en lugar de esperar y convertirte en la cena mañana.
—Eso es verdad. Pase lo que pase, todo lo que involucre al rey Cathal
es malo. Es un hombre malicioso que vive sin honor. 96
—Entonces, también morirá sin ninguno. —Rafal sacó su espada y
luego la levantó hacia el cielo. El resto del clan Akefor hizo lo mismo. Con
una sola voz, rugieron su grito de batalla.
Rafal se ofreció a dejarnos pasar la noche, pero lo rechacé.
Necesitábamos seguir moviéndonos. Necesitábamos llegar a los otros clanes,
y esperaba que fuéramos tan bien recibidos como en el clan Akefor.
Una vez de vuelta en el barco, pusimos rumbo al próximo clan. Hice
que Siv estableciera una rotación de remo para que los hombres pudieran
descansar un poco.
—También necesitas dormir —animó Rush—. Nadie quiere aliarse con
un rey cansado y débil.
Lo empujé mientras se reía.
—No estoy ni débil ni cansado. Pero dormiré un rato. Despiértame en
una hora para que puedas dormir la siesta —dije, luego encontré un barril para
apoyarme mientras me sentaba. Cuando cerré los ojos, el balanceo del barco
me envió directamente a dormir.
Estuvo allí casi de inmediato, sentada en la hierba junto a un arroyo
tranquilo.
—Princesa —dije. Me senté detrás de ella, acercándome lo suficiente
para envolver mis brazos alrededor de ella. Acurruqué su espalda contra mi
pecho, luego enterré mi cara en su cuello, aspirando su aroma y deseando estar
de vuelta en nuestra choza, en nuestra cama.
—Te tomó bastante tiempo —bromeó.
—Me disculpo por hacerte esperar, mi amor. Pero puedo informar que tenemos
nuestro primer aliado del norte en la guerra que se avecina —dije.
—¿Qué tan malo fue el ataque a su clan? —Mi corazón se hundió. No
quería responder, pero sabía que sería mejor dar la noticia sin ningún intento
de endulzar.
—Ya es bastante malo que el jarl esté dispuesto a navegar hacia el reino de Tara
con el rey de Inglaterra como aliado.
Suspirando, apoyó la cabeza en mi hombro.
—Odio que les haya hecho esto, y odio que me estuviera buscando. Si Magnus
no me hubiera llevado, entonces Cathal no habría tenido ninguna razón para navegar
cerca de esos clanes.
97
—No creo que importe, Allete. Incluso si te hubieras casado con él, Cathal tiene
hambre de poder. Hubiera usado los recursos de tu padre para tomar más tierra. Lo ha
hecho al sur de su reino. Inglaterra era una oportunidad para moverse hacia el norte.
No se puede tratar de racionalizar las decisiones de un loco. Todo lo que quieren es poder.
—No tiene sentido estresarse por eso ahora, ¿verdad? Simplemente avanzamos.
Y Dayna —dijo, su cuerpo cada vez más tenso—. ¿Cómo vamos a recuperarla? ¿Y
qué crees que le va a decir Brant a mi padre?
Esa era la pregunta de las mil libras. No le había dado a Brant ninguna
instrucción sobre qué decirle al rey con respecto a su otra hija.
—Maldita sea —espeté con los dientes apretados. Se me hizo un nudo
en el estómago cuando me di cuenta. Sin órdenes dadas sobre qué decirle a
Albric, Brant decidiría en función de lo que creía que era mejor para Dayna y
el clan. Conocí a Brant. Lo conocía demasiado bien.
—¿Qué? —Allete saltó en mis brazos.
—No sé lo que dirá Brant, pero tengo una corazonada. Aún no quiero que te
preocupes. Tienes bastante de que preocuparte. Por favor, avísame tan pronto como
llegue tu padre —dije, sin querer agobiarla con lo que creía que probablemente
haría mi oficial al mando.
—Lo haré. Te avisaré en el momento en que veamos las velas —prometió.
—Necesitas descansar. —La apreté más fuerte, queriendo meterla dentro
de mí, en algún lugar seguro donde nada pudiera hacerle daño. Era
completamente irreal, pero no me impidió intentarlo—. Te amo princesa.
—Cuídate, mi vikingo. Vuelve a mí —dijo.
Mientras me alejaba del sueño, podía sentir las emociones de Allete en
mi alma. Podía sentir su amor y su preocupación. Podía sentir su
desesperación por recuperar a su hermana, pero también por no sacrificar a
ninguna persona por otra. Era una líder verdaderamente desinteresada, y era
mía. Lo que hice para ser bendecido por los dioses con alguien como ella,
nunca lo sabría.
—Torben. Torben. Jarl. —Podía escuchar que me llamaban por mi
nombre y sentir que me sacudían el hombro, pero luché por abrir los ojos. El
aire fresco de la mañana era fresco y había una capa húmeda de rocío por todo
el barco. Mi hombro fue empujado de nuevo, y parpadeé.
—¿Me dejaste dormir toda la noche? —pregunté innecesariamente.
Siv se encogió de hombros.
—Lo necesitabas. 98
—Maldita sea, ¿por qué doy órdenes si ustedes, malditos tontos, no las
siguen? —gruñí. Poniéndome de pie, estiré los músculos—. ¿Dónde estamos?
—Por eso te estaba despertando —dijo Siv—. Hemos llegado. Hay
banderas de clanes en esta playa. —Señaló con la cabeza hacia la tierra a unas
trescientas yardas de distancia, tal vez un poco más lejos—. Tenemos la vela
blanca izada. Y han devuelto la señal.
Asintiendo, le di unas palmaditas en el hombro.
—Buen hombre, Siv. —Me ocupé de algunos asuntos rápidos de la
mañana, agarré un trozo de pan de un barril convertido en mesa improvisada
y mordí un trozo—. ¿Está el bote en el agua? —Le pregunté a Rush.
—Lo está —confirmó.
—Entonces terminemos con esto. Gracias por dejarme descansar,
aunque no es lo que quería —le dije a la tripulación, recibiendo asentimientos
a cambio. Rush y Siv fueron los únicos que tuvieron el descaro de decirme algo
al respecto.
—Jarl, nuestro trabajo es protegerte —dijo Rush—. Incluso de ti mismo.
Le indiqué que acercara la escalera por donde subiríamos al bote.
—Dite a ti mismo todo lo que necesites para justificar no hacer lo que
tu jarl te dijo —dije, poniendo los ojos en blanco—. Métete en el bote antes de
que te tire por la borda.
Rush se rio entre dientes, pero trepó obedientemente por la borda.
Remamos hasta la orilla. Y así comenzó el proceso de reclutamiento de
nuevos aliados, como la noche anterior.
Después de presentarle al jarl Hagen la misma información que le había
transmitido previamente al jarl Rafal, Hagen se tomó un tiempo para hablar
en privado con su general y sus mejores guerreros. Rush y yo nos quedamos
en la playa con hachas y espadas apuntándonos. Creía que la respuesta era un
poco exagerada. Solo éramos dos, pero entendí la paranoia de Hagen y su
deseo de mantener a salvo a su clan. Cuando todo estuvo dicho y hecho, ellos
también acordaron convertirse en aliados y unirse a nosotros dentro de una
semana en Ravenscar.
Cuando llegamos al tercer clan, ya era tarde de nuevo. Tomó casi dos
días llegar allí. Estaban más al norte de lo que me había dado cuenta. La luna
no brillaba y había poca visibilidad. Disparamos la flecha llameante y luego
pusimos antorchas para iluminar la bandera blanca con la esperanza de que 99
pudieran verla. No queríamos ponernos al alcance de sus arqueros si decidían
que éramos el enemigo.
Pasó una hora antes de que viéramos o escucháramos algo. Finalmente,
respondieron de la misma manera, por lo que pudimos remar hasta la orilla.
El jarl Blaine del clan Brending era joven, aunque no tanto como yo.
También era un poco agresivo para mi gusto. Se enfureció durante una buena
hora por Cathal, y aparentemente incluso había llegado a las manos con el rey
de Taran.
—Le corté la cara. —Blaine se rio—. Ya no es tan bonito.
Imaginé que Cathal estaba más que enojado porque alguien había
podido atravesar su espada. Admitía que deseé haber sido yo quien lo hiciera,
pero me tocaría a mí. Y cuando llegara, no sería simplemente un corte en la
mejilla. Sería a través del cuello… y lo suficientemente profundo como para
que su cabeza rodara a mis pies.
Al final, Blaine felizmente accedió a unirse a nuestro ataque. Su
ferocidad sería una ventaja, pero su temeridad podría resultar perjudicial. Tal
vez involucrarse en esta empresa con jarls que eran más sensatos frenaría el
apetito de destrucción de Blaine. Por lo menos, sería bueno tener a Blaine
como aliado antes de que se vaya demasiado lejos.
Después de cinco días y medio navegando y reuniéndonos con los
clanes, regresamos a casa, sabiendo que nuestros aliados pronto se unirían a
nosotros en Ravenscar.
—Gracias a los dioses —susurró Rush en tanto que el sol de la tarde
calentaba nuestros rostros por el frío de noviembre—. Honestamente, no sabía
si Blaine iba a estar a bordo.
—Yo tampoco —admití—. Me sorprende que no persiguiera a Cathal
cuando el rey huyó.
—Probablemente hubo demasiada destrucción como para comenzar a
preocuparse por ir tras él. El general de Blaine, Latham, mencionó que habían
considerado hacer una incursión en la primavera a Tara. Así que, parecía que
estaban planeando lidiar con Cathal de una forma u otra —agregó Siv.
—Solo espero que también podamos dirigir su ira mientras la saciamos
—dije—. Lo último que necesitamos es otro jarl hambriento de poder, sin
importar a qué clan o reino pertenezca.
Mientras navegábamos a casa, consideré mis pensamientos sobre Brant
y la posible decisión que tomó cuando se acercó a Albric con respecto a su 100
hija. Apostaría mi vida a que Brant no estaría en Ravenscar con Albric cuando
yo llegara.
13
“Si alguna vez sientes que estás siendo un imbécil obtuso, entonces probablemente
lo seas. Puede ser pertinente evaluar tu comportamiento en lugar de ignorarlo.
Debería seguir mi propio consejo. Después de todo, doy consejos buenos.”
~Dayna Auvray
30 de octubre de 995
Mañana es Samhain. Es la única época del año en que los espíritus compartirán
su poder con los vivos, ya que se levantará el velo entre los muertos y los vivos. he hecho
todos los preparativos necesarios para los encantamientos, y tengo las ofrendas para los
que me bendecirían con magia. Mi hermana gemela ya no será la única que ejerza el
poder en nuestro legado.
3 de diciembre de 994
¿Por qué no entiende? Es mi hermana gemela. Hemos estado juntas desde que
nuestra madre nos llevó en su vientre, pero me mira como si fuera un extraño.
Solo quiero ser como ella. Myra no tiene idea de qué es lo que corre por sus venas.
Ella tiene el poder de controlar, no solo a sí misma y su destino, sino también a los
demás. Ella nunca está en deuda con los caprichos de otra persona porque tiene magia.
No tengo nada. No soy nada.
Hoy me tomó de la mano y me dejó sentir lo que ella hace todo el tiempo. El
poder fue increíble. Me sentí invencible. Sin embargo, ella no hace nada con eso. ¿Por
qué? Le pregunté cómo podía ocultar esencialmente esta parte de ella, y me dijo que no
quería que la poseyera. ¿Qué significa eso? La magia es ella. 104
Me dijo que conocía ciertos hechizos, pero que no sabía cómo los conocía.
Simplemente estaban allí, en su mente. Le pedí que me mostrara un hechizo e hizo crecer
una flor en segundos a partir de una semilla. Supongo que eso es útil cuando necesitamos
que nuestro jardín produzca alimentos más rápido, pero quería ver algo que revelara su
superioridad sobre todos los demás. Le pedí que mezclara un hechizo que le permitiera
controlar a una persona.
Myra jadeó y luego prácticamente me gritó. Siguió y habló sobre cómo tomar el
libre albedrío de alguien era cruel y malvado. Sugerí hacer que su enamorado, William,
quisiera estar con ella. ¿En serio eso sería cruel? Quiero decir, no era como si ella fuera
a lastimarlo. ¿Cómo sería malvado? Myra afirmó que no lo quería a menos que él la
eligiera por su propio deseo, no por un hechizo que hubiera lanzado.
Ridícula, eso es lo que está siendo. Está desperdiciando este increíble poder. ¿Por
qué fue ella la gemela que nació con él? Yo lo habría usado correctamente. Habría
demostrado que era digna de la magia.
No me voy a rendir Encontraré una manera de obtener magia por mi cuenta.
Con o sin la ayuda de mi hermana.
—Santos dioses bebés —susurré. Gisele no había nacido bruja. En
cambio, su gemela, Myra, de todas las personas, lo había sido. Myra era la
mujer que había ayudado a Allete y Torben. Ella no era malvada, retorcida o
espeluznante. ¿Cómo diablos ella y Gisele habían venido de la misma mujer,
y mucho menos del mismo útero al mismo tiempo? Tal vez fue un error. Tal
vez la partera intercambió a la verdadera gemela de Myra con otra niña porque
estaba borracha con hidromiel por celebrar la bendición de nuevos niños.
Parecía razonable. Está bien, no lo hacía. No es razonable en absoluto.
¿Ahora intentas ser razonable?
—Silencio, maldita amenaza —casi gruñí ante la voz.
Pasé a la página siguiente, ansiosa por ver qué hacía Gisele a
continuación. Esto era mejor que cualquier libro que hubiera leído en la
biblioteca del palacio. Ojalá tuviera algunos sándwiches de pepino y limonada.
Esta vez sería absolutamente perfecto leer con mi amiga Tontis. Porque este
era mi lugar favorito para estar: en la cabaña de Gisele. ¿Por qué eso no sonaba
bien? Sabía que lo era. Negué con la cabeza y luego comencé a leer de nuevo.
105
3 de enero de 995
Ha pasado un mes desde que comencé esta documentación de mi camino hacia
el poder.
Logré convencer a Myra de que simplemente me gusta ver los pequeños trucos
divertidos que puede hacer. Me tomó unos días convencerla de que ya no tenía hambre
de poder. Pero ella finalmente me cree. Sería mucho más divertido si ella pudiera ver las
cosas a mi manera.
—Creo que así es como nos sentimos todos, bruja, pero no todos nos
volvemos malvados simplemente porque la gente no ve las cosas a nuestra
manera —dije. Sí, estaba hablando con un libro. No era más raro que hablar
con una rata. Creía. Quizás.
Hasta ahora, me ha mostrado su habilidad para curar enfermedades con varias
pociones. Ha tratado a varias personas en nuestro pueblo, aunque ellos solo piensan que
sus brebajes consisten en hierbas simples. Si supieran que la magia está involucrada,
lincharían a Myra en un instante.
¡Me tomó de la mano y compartió sus pensamientos conmigo! Admito que fue
bastante sorprendente escuchar a mi gemela en mi cabeza como si realmente fuéramos
una. Me hizo doler por la cercanía que alguna vez tuvimos. Ahora, las cosas están tensas
entre nosotras.
Anoche, formó una bola de luz en su mano a partir de un cristal. Le pregunté de
dónde había sacado el cristal y me dijo que una mariposa la llevó hasta allí. Le pregunté
si le había hablado y ella dijo que no le había hablado con palabras sino con emociones.
Pudo sentir el deseo de la mariposa. Le pregunté si sentía que podría controlar a la
mariposa, para decirle que vaya a buscar una flor, por ejemplo. Myra había dicho que
eso creía.
Imaginé todas las formas en que podría usar a los animales para mi propio
beneficio. Podría tener un gato que escuchara a escondidas las conversaciones de los
demás y luego me las informara. Podría tener lobos a mi entera disposición. Búhos y
cuervos contándome cosas que pasan en otros pueblos. Y, sin embargo, mi hermana se 106
juntaba con mariposas.
Por los dioses, la chica no tiene ni idea. Le pregunté si conocía a alguien más con
sus poderes y dudó. Siempre duda cuando está a punto de mentir. La pobre Myra nunca
ha sido una buena mentirosa. Finalmente admitió que conocía a alguien. La bruja,
Evelyn, aparentemente había sentido la magia de Myra y la buscó. Cuando le pregunté
más sobre ella, Myra espetó que lo dejara y me olvidara de la mujer. Por supuesto, eso
solo me hace querer conocerla más.
Tenía un nombre y la persistencia de mi lado. Planeo encontrar a Evelyn para
descubrir exactamente por qué mi querida hermana no quiere tener nada que ver con
una mujer que sin duda podría ayudarla con su magia.
—Bueno, eso no puede ser bueno —le dije a Tontis— ¿Qué opinas? Si
fuera una mujer apostadora, y lo soy, apostaría que esta mujer Evelyn jugó un
papel muy importante en por qué Gisele está cortando cuervos en una cabaña
espeluznante en lugar de cultivar flores bonitas y retozar con mariposas.
Tontis emitió un gorjeo que interpreté como acuerdo, aunque admití
que en realidad era más probable que me dijera que la dejara ir y olvidara todo
el asunto de la amistad.
—Ninguna posibilidad, Tontis. —Me reí—. Tú y yo estamos en esto a
largo plazo.
—¿Alguna vez consideraste que soy Tontis? —habló la voz de repente.
Lentamente giré mi cabeza hacia la rata que me miraba desde la jaula.
—Nah-ah —dije lentamente—. ¿En serio? ¿Gisele tenía razón? ¿Puedes
hablar?
—Si estoy tan inclinada. Ahora que somos amigas, vamos a encontrar una
manera de escapar de este lugar miserable —dijo Tontis.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué? Este es mi lugar favorito para estar.
—¿Te estás escuchando? Mira a tu alrededor. ¿Cómo podría ser este tu lugar
favorito para estar? Seguro que tu gusto no es tan malo. Acabas de decir que esta casa
da miedo —señaló Tontis.
—Creo que me gustaba más cuando solo cantabas —dije.
Pasé la página del diario justo cuando se abría la puerta de la cabaña. 107
Cerrando el libro rápidamente, lo deslicé por mis piernas hasta que se deslizó
al suelo con un ruido sordo.
—¿Tuviste una buena salida? —pregunté mientras le sonreía a Gisele.
Me miró con ojos fríos y labios apretados.
—Eres jodidamente alegre. Sé menos alegre.
Frunciendo el ceño, intenté profundizar mi voz.
—Espero que tu salida haya sido horrible y te hayas roto un tobillo.
—Mejor —resopló, y luego dejó caer varios conejos muertos sobre la
mesa.
—¿No podrías hacerlo mejor que eso? —pregunté—. Solo las brujas
patéticas matan menos de cinco conejos en un día.
Gisele clavó un cuchillo en la mesa junto a los conejos.
—Cuidado. No seas alegre, pero tampoco insultes. Encuentra un
término medio feliz.
—Siempre hay alguien que lo lleva demasiado lejos —dije, asintiendo y
señalándome—. Hola, soy esa chica.
Gisele gruñó algo por lo bajo que sonó mucho como «debería matar a
esa chica y ahorrarme el dolor de cabeza», mientras comenzaba a despellejar
a los conejos.
—Sé cómo hacer un estofado de conejo decente —dije—. La cocinera
me enseñó cómo hacerlo un día porque seguía viniendo a su cocina. Dijo que,
si iba a volverla loca, al menos iba a ser útil mientras lo hacía.
—¿Por qué estás hablando? —preguntó Gisele, moviendo sus ojos hacia
mí y luego de regreso a los malditos conejos.
—Me gusta hablar.
—No, no lo haces. Odias hablar. Es lo peor —resopló.
Inclinando la cabeza, toqué mi barbilla. Entonces palidecí.
—No. De hecho, me gusta hablar. Allete dice que me gusta el sonido de
mi propia voz. Probablemente tenga razón.
Gisele arrojó el cuchillo y luego mojó un poco del líquido en el caldero.
Me entregó el cucharón.
—Bebe esto. Te gusta. 108
Tomé el cucharón, luego lo incliné hacia atrás. Cuando tragué,
inmediatamente me atraganté.
—Es genial —balbuceé prácticamente.
Gisele me miró durante tanto tiempo que comenzaba a preguntarme si
lo que bebí me había hecho crecer un tercer ojo.
—Odias hablar. Es lo peor —dijo.
—Mucho —coincidí—. Odio hablar. Me callaré ahora.
—¿En serio? ¿No te parece extraño? ¿Quién detesta hablar? —preguntó
Tontis.
—Aparentemente yo, así que déjame en paz. No quiero hablar —respondí en
mi mente. Dado que Tontis me había estado escuchando en mis pensamientos
antes, pensé que probablemente aún podría escucharme. Tenía razón.
—¿Y no te molesta que una rata pueda escuchar tus pensamientos… o viceversa?
Me encogí de hombros.
—Estoy en la cabaña de una bruja que está más allá del mal, pero es mi lugar
favorito para estar y detesto hablar. ¿Hablar con una rata, incluso en mis pensamientos,
es de verdad tan extraño? —Supuse que ella debió haber pensado que tenía razón
porque no respondió.
109
14
“Si conoces a una oráculo, asegúrate de no dejarla morir hasta que revele todos sus
secretos. Este proceso puede llevar algún tiempo. Para cuando se revelen sus
secretos, probablemente querrás matarla tú mismo. Intenta abstenerte hasta que
tengas toda la información que necesitas. Sé que será difícil, pero creo en ti.”
~Diario de Allete Auvray
—Si me dices que orine en este libro, es posible que tenga que golpearte
con él —le dije a Myra mientras la miraba desde donde estaba en la pequeña
cocina.
Arqueó una ceja.
—Es una idea. 110
—Una mala idea —señalé.
—¿Tienes alguna sugerencia alternativa? —preguntó.
Empecé a pasearme, lo que parecía estar haciendo mucho
últimamente… a menos que estuviera sentada, tamborileando con los dedos
sobre la mesa. El golpeteo con los dedos parecía molestar a Myra, lo cual, en
mi opinión, era algo positivo, pero ella no se sentía así.
—¿Qué pasa con la sal? —dije—. ¿No se usa sal en hechizos y esas
cosas? —Creí recordar haber leído eso en alguna parte. O tal vez Dayna me lo
había dicho.
—A veces, pero Hilda no era una bruja —dijo Myra.
Fruncí los labios y pregunté:
—¿Estás segura de eso? Todo lo que rodea a este libro me parece
bastante mágico.
—Sí, estoy segura —dijo Myra—. Admito que Hilda podía ser bastante
cascarrabias, pero no era una bruja. Su magia es diferente a la mía.
—¿Cómo? —pregunté—. En realidad, no entiendo cómo es diferente.
¿La magia no es solo magia?
—Eso es como decir que los árboles son árboles —dijo Myra—. Los
árboles pueden tener las mismas propiedades, troncos, ramas y hojas, pero no
son lo mismo. Tienen formas diferentes, crecen a diferentes velocidades,
huelen diferente y sirven para diferentes propósitos.
—Está bien, lo entiendo, entonces, ¿en qué se diferencia tu magia de la
de Hilda?
Recostándose en su silla, cruzó las manos sobre su regazo. Su cabello
estaba recogido en un moño en su cabeza y sus ojos eran intensos para alguien
de su edad.
—La magia de una bruja está ligada a la naturaleza —comenzó—. La
energía que alimenta mi poder proviene de los mismos elementos que me
rodean. El viento, la tierra, el agua y el fuego. Cada elemento le da a mi magia
una propiedad mágica diferente. Por ejemplo, el agua se puede usar para un
hechizo de limpieza o curación. El fuego puede hacer un hechizo de
purificación… O un hechizo de encubrimiento porque el fuego produce humo.
¿Me sigues?
Asentí. Después de dejar de caminar incesantemente, tomé asiento al
otro lado de la mesa y apoyé los codos en la superficie de la mesa. 111
—Por favor, continúa.
—La tierra puede crear hechizos para el embellecimiento o para la vida.
El viento o el aire pueden crear hechizos que sofocan o limpian de una manera
diferente al agua. Se pueden combinar para aumentar su poder. Pero no puedo
crear magia sin ellos.
—¿Y mi magia? ¿No está ligado a los elementos? —pregunté.
Negó con la cabeza lentamente.
—Tu magia está atada a tu propia esencia. Es una parte viva de tu
cuerpo. En tu sangre, tu piel, tus huesos y tu alma. No hay Allete sin tu magia.
No se te puede quitar y si alguien lo intentara, te mataría.
—Bueno, eso es alentador.
Se encogió de hombros.
—Solo un hecho. Una bruja puede ser despojada de su magia. Pero las
oráculos son especiales de una manera diferente. No tengo idea de todo lo que
es capaz de hacer una oráculo, pero sé que su magia no se limita a curar o ver
el futuro. —Hizo una pausa—. Cuéntame brevemente sobre tu encuentro con
Gisele. ¿Cómo tuviste la desafortunada suerte de conocerla?
Le conté a Myra todo lo que sucedió después de que Magnus me
secuestrara. Sobre el terrible momento en el barco antes de llegar al clan de
Calder.
—Mi hermana debe estar bloqueándome de alguna manera porque no
la he visto en ninguna de mis visiones. Sabía que entrarías en contacto con
Calder, pero Gisele nunca estuvo presente en nada de lo que vi. Debe tener
una razón para trabajar con Calder —dijo Myra, hablando más para sí misma
que para mí.
—¿Qué podría ser eso? —pregunté.
Sacudió su cabeza.
—Gisele nunca hace nada que no la beneficie.
—Bueno, no tuve esa impresión en absoluto. Parecía completamente
altruista cuando la conocí —dije, mi tono de voz en completo contraste con
mis palabras—. La encontré bastante encantadora.
—Casi tan hermoso como sentarse en un cactus. —Myra se rio entre
dientes.
112
—¿Siempre fue así? —pregunté. Aún me parecía increíble que esta
mujer fuera la hermana gemela de Gisele, sobre todo porque Gisele parecía
joven y hermosa. Myra parecía haber existido cuando se inventó la suciedad.
Y no podía por mi vida imaginarme a Gisele como una niña. ¿Cómo podía
alguien tan malvado haber sido una pequeña inocente?
—De alguna manera, sí, ella siempre fue… No estoy segura de que
maldad sea la palabra correcta, pero ciertamente estaba dispuesta a hacer cosas
malas para obtener lo que quería. Creo que nació con una necesidad innata de
poder, de control. Pero ella lo escondió bien. Y no sabía cómo obtener el poder
que anhelaba. Hasta que entró en contacto con la magia por primera vez.
Entonces, creo, su camino se volvió más claro después de eso —explicó.
—¿Cómo se encontró con la magia por primera vez?
Agachó la cabeza, dejando escapar una risa ruidosa que fue todo menos
divertida.
—¿De dónde más? De su encantadora hermana gemela.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿De ti?
Asintió.
—Verás, nací bruja. Gisele, sin embargo, no lo hizo. No tenía ninguna
habilidad mágica de la que hablar. Cuando comencé a darme cuenta de que
era diferente, que tenía poder, quería que ella también lo experimentara. Era,
después de todo, mi hermana gemela. Lo hacíamos todo juntas. Pero cuando
comencé a llegar al poder y ella no lo hizo, se abrió una brecha entre nosotras.
Haría cualquier cosa para eliminar la distancia que nos separaba. Entonces,
pensé que podría quitar la cuña permitiéndole sentir lo que yo estaba
experimentando. Pero desde el momento en que sintió mi magia por primera
vez, las cosas cambiaron. Ella cambió.
—¿Vio todas las formas en que la magia podría beneficiarla? —dije.
—Exactamente. Se trataba de ella y de lo que podía ganar. —Suspiró—
. Perdí a mi hermana ese día. Después de eso, nunca volvió a ser la misma.
—Lo siento, Myra. Extraño a mis hermanas, incluso a Lizzy en casa,
con quien no soy tan cercana. No puedo imaginar cómo fue perder a tu
hermana por algo que la cautivaba más que su relación.
—Ha pasado mucho tiempo desde entonces. La chica que una vez
conocí ya no está.
113
—Voy a preguntarte esto y espero que no suene grosero, pero ¿por qué
parece tan joven?
Se rio.
—¿Y por qué me veo vieja?
—Tú lo dijiste, no yo. —Me reí, poniendo los ojos en blanco.
—Usa magia de sangre para mantenerse joven y hermosa. Mezclar la
sangre con cualquiera de los elementos la hace más fuerte. La adición de
sangre le da a la bruja el poder de hacer que la magia obedezca sus órdenes y
siga su voluntad. Con ese tipo de magia, una bruja puede hacer casi cualquier
cosa, incluso embellecerse. Se ha mantenido joven usando la fuerza vital de
los demás —explicó.
—¿Qué quieres decir con fuerza vital? —pregunté.
—Quiero decir, dudo que se detenga con un pequeño rasguño en la
mano como lo hiciste tú.
Mis ojos se abrieron del todo.
—¿Quieres decir que ha matado gente para obtener su sangre? —Mi
estómago se revolvió. ¿Cómo podría alguien tomar la vida de otra persona
para su propio beneficio personal? Podría entender la autodefensa. Pero no
podía entender el asesinato a sangre fría.
Myra se encogió de hombros.
—Es lo que es, y nada la cambiará en este punto. Ha ido demasiado
lejos.
Simplemente nos sentamos en silencio durante unos minutos. Me
pregunté si, como yo, Myra se estaba tomando un momento para llorar la
pérdida de alguien en las garras del mal. No conocía a Gisele, aparte de los
encuentros breves y horribles que tuve con ella, pero me entristeció que hubiera
elegido el camino del mal.
—Ya basta de la lección de historia y el paseo por el camino de la
memoria oscura y morbosa —dijo Myra mientras se frotaba las manos—.
Tenemos que resolver esto. —Señaló el libro que estaba apoyado en el centro
de la mesa.
—Yo digo que lo arrojemos al océano y dejemos que los peces se lo
coman —refunfuñé.
—Sé que estás frustrada. Yo también —dijo—. Pero el tiempo es 114
esencial. Si hay algo en este libro sobre lo que vendrá de la batalla con Cathal
y la unión de los clanes, o incluso la caída de Calder, necesitamos saberlo.
¿Estás segura de que no has tenido ningún sueño? ¿Quizás algo que se siente
como más que un sueño? —preguntó.
Negué con la cabeza.
—Nada. Estoy tan cansada que ni siquiera sueño por la noche. —
Frunciendo el ceño, miré el libro. Se había convertido en la ruina de mi
existencia—. Cuéntame tus secretos, molesto, molesto encuadernado en
cuero.
—Estoy segura de que debería funcionar —se rio Myra.
—Hemos probado todas tus brillantes ideas.
—No orinar —interrumpió Myra.
La ignoré.
—Tal vez es hora de ser un poco ridículo, sin la orina —agregué
rápidamente—. Hilda, después de todo, podría ser bastante ridícula.
Myra se tocó la barbilla mientras apoyaba el codo en la mesita. Todas
las tardes, después de mi entrenamiento durante las últimas dos noches,
volvíamos a la cabaña y trabajábamos para tratar de abrir el libro. Ahora que
estaba abierto, en esta tercera noche, estábamos intentando averiguar cómo
hacer que las páginas revelaran su contenido. Estaba segura de que Hilda no
había enterrado un libro en blanco. Si lo hubiera hecho, podría tener que
traerla de vuelta de la tumba solo para golpearla en la cabeza con él.
—Puedes tener razón —dijo finalmente la bruja—. Hilda no era más
que poco convencional.
—Hemos dicho hechizos. Hemos usado sangre. Hemos usado hierbas.
—Los marqué con mis dedos—. ¿Qué nos estamos perdiendo que la loca y
vieja oráculo encontraría divertido?
—No parece haber ninguna magia de oráculo en él. De lo contrario, tu
saliva habría funcionado de nuevo —señaló—. Tal vez ella usó magia
elemental.
—Pero dijiste que no era una bruja.
—Cierto, pero tal vez ella sabía que tendrías la ayuda de una bruja.
—¿Me estás diciendo que la mujer sabía que estarías aquí ayudándome?
Esa sería la única razón por la que usaría magia elemental, ¿verdad? 115
—Allete, era una oráculo —señaló por centésima vez—. Estoy segura
de que vio muchas cosas que nunca compartió con nadie. Cosas que solo ella
necesitaba saber. Tal vez vio mi ayuda en una visión.
—Recuerdo que me dijo una vez que el futuro no estaba escrito en
piedra. Incluso las cosas que vio podían cambiar debido a la capacidad de las
personas para cambiar de opinión. ¿Y si cambiabas de opinión y no decidías
venir a ayudarme? Si sabía que había incluso una pequeña posibilidad de que
no vinieras, ¿por qué correría un riesgo tan grande?
—Lo que sea que vio debe haberla convencido de que no me desviaría
de mi curso —respondió. Entonces se puso de pie y salió por la puerta—. Solo
quédate ahí. Vuelvo enseguida.
Me senté allí, con los ojos en la puerta abierta, preguntándome qué
estaba haciendo. Después de menos de un minuto, Myra regresó con un
puñado de tierra.
—No creo que esto sea todo ya que el libro fue enterrado en la tierra,
pero lo intentaremos —explicó a medida que espolvoreaba la tierra sobre las
páginas del libro—. Tierra, rica en suelo vivificante, muéstranos las palabras
por las que nos afanamos.
Ambas nos miramos expectantes, pero no pasó nada. Después de un par
de minutos, suspiré.
—Eso hubiera sido demasiado fácil.
Myra le quitó el polvo al libro y yo hice una nota mental para barrer el
piso más tarde.
—¿Ahora qué?
—Aire —dijo en tanto recogía el libro y lo sostenía frente a su cara, y
sobre sus palmas—. Aliento de vida, respiro sobre ti. Revela tu tesoro, déjanos
ver. —Respiró hondo y luego exhaló lentamente, moviendo la cara para que
su aliento tocara las páginas.
Irónicamente, estaba conteniendo la respiración mientras esperaba, con
la esperanza de que esto funcionara. Pero de nuevo, varios minutos después,
no había nada.
—Estoy empezando a odiar los libros mágicos.
—Empiezo a pensar que tampoco les agradamos demasiado —
respondió. 116
Resoplé.
—Hilda probablemente encantó la cosa para que odiara la sangre real.
—Lo siento, pero si lo hiciera, me reiría a carcajadas — dijo sin
vergüenza.
—¿Agua después? —pregunté, porque no veía cómo podía usar el fuego
sin quemar el maldito libro hasta convertirlo en una patata frita—. Me
pregunto si tiene que ser consagrada de alguna manera.
—No debería importar —dijo Myra—. El agua es agua. — Dejó el libro
sobre la mesa y luego se acercó a la olla de agua que colgaba en la chimenea.
Estaba fresca ahora ya que la había hervido el día anterior para que tuviéramos
agua limpia para beber. Mojó el cucharón antes de volver a la mesa. Mojando
sus dedos en el agua, Myra roció las gotas en las páginas en blanco y dijo—:
Agua purificadora, flujo refrescante, revela las palabras y lo que muestran.
Cuando eso no funcionó, levanté las manos en el aire y gruñí.
—¡Tienes que estar bromeando! ¿Fuego?
—O humo —dijo Myra.
—Sabes que no es humo. No después de todo esto. Esa pequeña anciana
hizo que el fuego revelara las palabras. Tiene que serlo, y es perfecto porque
ella pensaría que es hilarante. El hecho de que el fuego normalmente destruya
un libro en cuestión de minutos sería lo que realmente hace que el libro revele
su contenido.
—Será mejor que acabemos con esto —dijo Myra.
Sacamos la olla del hogar y luego encendimos la leña. Cuando el fuego
crepitaba agradablemente, ambas nos arrodillamos frente a él. Sostuve el libro
abierto en mis manos.
—¿Ahora qué?
—Sostenlo en el fuego —dijo Myra como si eso fuera lo más normal del
mundo y el acto no fuera a derretirme la piel de los huesos.
—Por supuesto —murmuré—. ¿Por qué no arrojaría un libro al fuego?
Qué tonto de mí tener que preguntar.
—Te estás estancando.
—No jodas, bruja —gruñí—. No estoy ansiosa por sentir el dolor del 117
fuego. Por lo general, trato de evitar quemarme, si es posible. Esta actividad
no ocupa un lugar destacado en mi lista de pasatiempos.
—Acaba de una vez. Si Hilda quiere que el fuego revele las palabras, lo
habrá hecho para que el fuego no te haga daño.
—Espero que no solo estés queriendo ver mi enagua echando humo. —
Me levanté un poco de rodillas para poder inclinarme hacia adelante. El calor
del fuego era intenso, pero no me quemaba hasta ahora. Después de otro
segundo de vacilación, sumergí el libro en el fuego junto con mis manos.
Jadeé. Podía sentir el calor en mi piel, pero el dolor punzante que esperaba
nunca llegó.
—Te lo dije —murmuró Myra.
—Sí, sí. Regocíjate todo lo que quieras. No fueron tus manos las que se
metieron en el fuego —dije.
Myra me ignoró mientras comenzaba otro hechizo como lo había hecho
con los elementos anteriores.
—Fuego refinado, brillante y audaz, revela en tus páginas lo que te han
dicho.
Respiré hondo cuando comencé a ver un cambio sutil en las páginas
abiertas.
—Algo está pasando.
Myra se acercó más. Me preocupaba que pudiera caer en las llamas si
no tenía cuidado. Entonces no pude evitar preguntarme si caía en las llamas
mientras sostenía el libro, ¿el resto de mí se quemaría o la magia me impediría
encenderme en un infierno de fuego como lo estaba haciendo con mis manos?
—Bueno, seré el caldero de una bruja. —Myra se rio entre dientes.
Reenfocando mi mirada en el libro, casi lo dejo caer mientras leía las
palabras que aparecían.
—Les tomó bastante tiempo a las dos. Estaba empezando a pensar que
me reencarnaría en una segunda vida antes de que descubrieran cómo leer mi
libro.
—¿Nos está insultando desde la tumba? —Miré el libro como si fuera
Hilda sentada justo frente a mí. Qué podría decir… la mujer saca lo mejor de
mí, incluso en la muerte.
118
—Eso parece.
Negué con la cabeza. Comenzando a sacar el libro de las llamas, me
detuve abruptamente.
—¿Tenemos que dejarlo en el fuego para leerlo? ¿O podemos sacarlo
ahora?
—Tendrás que sacarlo y ver. No se sabe con esa oráculo.
Estaba empezando a sudar por el calor del fuego, así que decidí que
valía la pena salir de allí, aunque fuera por unos minutos. Si las palabras se
desvanecieran, volvería a entrar.
Cuando ambas estuvimos sentadas a la mesa, con el libro en ángulo
entre nosotras, me alivió ver que las palabras no se habían desvanecido.
—Gracias a los dioses por eso. De hecho, no quería tener que sentarme
en el fuego para leer la maldita cosa. Lo habría hecho, pero me habría quejado
todo el tiempo.
—No tengo ninguna duda de que lo harías —dijo Myra, con una sonrisa
en su rostro arrugado.
—Está bien, es hora de empezar —dije. Volteé todo el camino hasta el
principio del libro—. ¿Debería leer en voz alta?
Myra asintió, poniéndose cómoda en la silla.
—Dentro de este libro están las profecías, hechizos, magias y
pensamientos de Hilda, Oráculo del clan Hakon —comencé—. Aquellos que
lean este libro y no posean la magia para merecerlo no entenderán nada y
enfrentarán las consecuencias por su violación de la privacidad. Presta
atención a mis palabras, intruso. No dejaré que tu intento de robo quede
impune.
Haciendo una pausa, levanté la ceja mientras le sonreía a Myra.
—Parece que esperaba que alguien encontrara el libro, alguien además
de nosotras.
El rostro de Myra estaba sombrío cuando sus ojos se encontraron con
los míos.
—Esperemos que se haya equivocado.
119
15
“Hay muchas razones para ir a la batalla. Muchas cosas me han llevado a luchar.
Y nunca he tenido miedo. Ni de perder, ni de morir. Pero hoy, lucho por la que
amo. Y, por primera vez, tengo miedo. Estoy aterrorizado de no poder ayudarla.”
~Brant
El aire fresco y salado asaltó mis sentidos mientras cargaba otra caja de
provisiones en el bote y luego se la entregaba a uno de los hombres de Albric.
Me encantaba estar en el mar. Era un hogar lejos de casa para mí. Me
encantaba la sal en el aire, el calor del sol en el agua y la frialdad fresca cuando
sumergía mis manos debajo de la superficie.
La semana se había arrastrado. He estado esperando con el alma en vilo
a que los hombres de Albric se reunieran desde los confines de su reino. Aparte 120
de reunir suministros y armas, he tenido poco en lo que ocupar mi mente
durante ese período. Albric tomó la decisión de llevar sus fuerzas a la guerra y
dejar solo un puñado de hombres para proteger el palacio.
Hasta donde él sabía, no existía Calder, ni una bruja malvada, y su hija,
Dayna, no estaba prisionera contra su voluntad. Thomas se había apegado a
su acuerdo de no decirle nada a su tío sobre Dayna. La decisión no fue fácil.
Le di vueltas en la cabeza durante todo el viaje a Inglaterra. Con cada golpe
de remo, mi mente cambiaba. Por un lado, si le hubiera dicho al rey que su
hija estaba cautiva, probablemente habría convocado de inmediato todas las
fuerzas que pudiera y volado hacia el asentamiento del clan Thornag para
tratar de rescatarla, declarando la guerra a cualquier clan del norte con el que
pasara por el camino. Al principio, pensé que era preferible, ya que podría
significar que mi Dayna estaba de regreso en mis brazos más temprano que
tarde. Pero cuanto más lo pensaba, más me daba cuenta de que era la estrategia
equivocada. No solo dañaría las relaciones entre los hombres del norte y los
ingleses, algo que Torben estaba intentando reparar, sino que también pondría
a Dayna en mayor riesgo.
Dayna no era una prisionera de alto valor. No tenía dones especiales
como su hermana Allete. Más allá de ser una moneda de cambio debido a su
estatus real, ¿de qué les servía a Calder y Gisele? Ninguna. Si Albric aterrizaba
con un ejército, Calder o Gisele probablemente le cortarían la garganta a
Dayna sin pensarlo dos veces. No, el movimiento más sensato era utilizar el
sigilo para rescatar a Dayna. No era el más sigiloso de los hombres, pero era
mucho más silencioso que un ejército inglés. Tendría que colarme y robármela
antes de que alguien supiera que estaba desaparecida.
Ya tenía un plan, bueno… los inicios de un plan. En realidad, no era
tanto un plan como simplemente había decidido escabullirme cuando nadie
estaba mirando y navegar lo más rápido posible hacia el clan Thornag bajo el
amparo de la oscuridad. Averiguaría el resto en el camino.
Decidí tomar el barco en el que había llegado. Torben y yo
originalmente habíamos planeado usar esta nave para transportar a Albric y
sus hombres de regreso a Ravenscar. Pero Albric había salvado dos barcos más
de los restos quemados que Cathal había dejado atrás y los preparó para zarpar
para viajar al encuentro de Torben. Si bien mi tercer barco sería valioso para
transportar hombres adicionales, Albric tendría que prescindir de él. Lo siento,
Su Majestad, es para su hija.
Mucho más difícil fue encontrar una tripulación mínima que me
ayudara a pilotar la cosa. Podría haberle pedido ayuda a Thomas, pero no 121
quería que supiera mis planes. Ya le había pedido que mintiera sobre una cosa
al rey. No le pediría que dijera aún más mentiras. Todos los hombres del norte
se enorgullecían de su perspicacia marinera, y yo no era diferente. Podría
navegar un tronco hueco a través del Canal de la Mancha con los ojos
vendados y las dos manos atadas a la espalda. Pero el pesado barco inglés que
me veía obligado a pilotar era engorroso y necesitaría más de un hombre, sin
importar cuán hábil fuera. Desafortunadamente, estaba completamente solo
en esta tierra extranjera y no tenía idea de en quién podía confiar. No podía
simplemente agarrar a un par de guardias de Albric y obligarlos a
acompañarme a través del agua hasta los riscos de Escandinavia para rescatar
a la hija del rey. Y, por cierto, muchachos, no le digan al rey adónde vamos.
Ya saben, por si acaso pregunta. Pero tendría que averiguar algo rápido. Cada
día que pasaba traía consigo más ansiedad, más miedo de que Dayna estuviera
siendo lastimada, torturada o algo peor.
Esa noche, Albric convocó una reunión final para discutir nuestros
planes. Me propuse fijarme en todos los asistentes, con la esperanza de
encontrar un aliado. Afortunadamente, una vez que me fuera, Thomas podría
ayudar a su tío porque Albric no sabría cómo volver al clan Hakon. Él podría
tener una idea general y podría encontrarla eventualmente, pero el tiempo era
esencial. Necesitábamos que la fuerza de combate inglesa se enfrentara a
Torben lo más rápido posible. No solo eso, el último extranjero en aterrizar en
las costas del norte, el rey Cathal, no había dejado exactamente una buena
impresión. No sería bueno tener a Albric deambulando por las playas de
Ravenscar preguntando: «Disculpe, ¿puede darme indicaciones para llegar al
clan Hakon?» Uno de mis compatriotas de otro clan podría decidir cortarle la
cabeza en lugar de señalarle la dirección correcta. Por lo tanto, dejar las
coordenadas exactas del clan Hakon con Thomas sería perfecto. Con suerte,
no me delatará antes de que pueda escapar.
Uno de los súbditos de Albric, un noble rico por su aspecto se dirigió al
rey.
—¿No estamos tomando un riesgo sustancial aquí, Su Majestad? Al
enviar a tantos de nuestro ejército a la guerra. Nuestras costas son difícilmente
invulnerables, incluso con toda nuestra fuerza aquí defendiéndola. —Lanzó
una mirada fulminante en mi dirección, como si de alguna manera hubiera
asaltado su castillo y secuestrado a las hijas del rey.
De acuerdo, me infiltré, pero hice todo lo que pude para detener el
secuestro en sí. Elegí ignorarlo. Ahora era el momento de forjar alianzas, no
nuevos enemigos. Dios sabía que ya teníamos muchos de esos.
El rey Albric entrecerró los ojos sobre el hombre. La mirada que el rey 122
le dio a su súbdito fue casi tan mala como la que acababa de darme el noble
mimado.
—Sí. Es un riesgo que debemos correr. No podemos permitir que se
mantenga el insulto que nos ha hecho el rey Cathal. Su ataque fue simplemente
un precursor, me temo. Una prueba para determinar no solo nuestra fuerza,
sino también nuestra determinación. Si no respondemos del mismo modo,
sabrá que Inglaterra está lista para ser desplumada. Su próximo ataque estará
en vigor. En verdad, somos débiles. Sabes que nuestro ejército no es lo
suficientemente fuerte para proteger nuestras tierras. Por eso, asumo la
responsabilidad. Pero mi objetivo es cambiar eso. Y comienza con aliados en
el norte como clan Hakon y otros. La paz con los hombres del norte no solo
los eliminará como una amenaza, sino que también nos ayudará a
fortalecernos juntos.
Estuve de acuerdo con el rey de todo corazón. Los hombres como
Cathal solo entendían una cosa: la violencia. No se detendría hasta que
Inglaterra estuviera bajo este control. Y entonces, ningún clan, aldea,
asentamiento, ciudad o reino en un radio de mil millas estaría a salvo.
La reunión pronto se disolvió y poco más se dijo. Los hombres tenían
semblante grave cuando cada uno regresó a su propia habitación designada en
el palacio. Sabían que estaban enviando a sus propios ejércitos al peligro, y
algunos de ellos no regresarían. Pero también reconocieron la necesidad de la
decisión de Albric.
Pero no todo estaba perdido, al menos para mí. Vi a un hombre en la
reunión en el que sentí que podía confiar con las coordenadas del clan Hakon,
un oficial gris curtido llamado capitán Clay. Parecía ser el hombre más leal y
sensato entre los asesores de Albric. Era una apuesta, pero estaba desesperado.
Mientras lo buscaba, recé a los dioses porque estaba tomando la decisión
correcta.
Encontré al capitán hablando con dos guardias en la puerta principal
del palacio. Esperé hasta que los guardias se alejaron y luego me acerqué a él,
justo cuando estaba a punto de dirigirse en la dirección opuesta.
—Capitán —dije lo suficientemente alto como para que me escuchara.
Se detuvo y se volvió hacia mí.
—¿Brant? ¿Necesitas algo? —preguntó. Aparentemente, podía decir por
la expresión de consternación en mi rostro que no lo estaba llamando
simplemente para conversar sobre el clima—. ¿Está todo bien?
—Todo está tan bien como puede estar, pero deseo hablar contigo en 123
privado. Tengo algo que compartir contigo de naturaleza delicada —dije.
Clay me observó durante varios segundos, luego asintió y me indicó que
lo siguiera. Caminamos por el pasillo, luego bajamos un tramo de escaleras.
El aire se volvió frío y viciado, lo que me indicó que estábamos entrando en
las entrañas del castillo. Cuando llegamos al pie de la escalera, Clay me
condujo a través de una puerta a una pequeña habitación.
—Cierra la puerta detrás de ti —ordenó. Cuando lo hice, el pequeño
espacio quedó completamente a oscuras hasta que Clay encendió una cerilla y
encendió una lámpara de aceite y un par de velas. La luz que emitían fue
suficiente para que viera que estaba en una especie de biblioteca abarrotada.
Estanterías rebosantes de tomos encuadernados en cuero, botellas de tinta,
plumas y trozos de pergamino, tanto grandes como pequeños, me rodeaban.
Había un escritorio de madera y dos sillas. Clay se sentó en uno, indicándome
que tomara el otro.
—Este es mi estudio personal —dijo Clay—. El rey Albric me lo dio
cuando vio que tenía la necesidad de escapar, pero no podía tenerme lejos del
castillo o de los guardias. Es bueno tener un lugar donde puedo leer, pensar o
dormir sin interrupciones.
Me reí entre dientes, seguro de que Torben podría apreciar lo que dijo
Clay. A los líderes rara vez se les permitía tiempo para sí mismos.
—Ahora, ¿en qué puedo ayudarte, Brant?
—Antes de decírtelo, necesito tu palabra de que no irás a Albric hasta
la hora acordada… después de que haya zarpado hacia Ravenscar. Las
noticias son sombrías y pueden nublar su juicio. Mucho depende de él. Debe
navegar en ayuda del clan Hakon. Mi jarl cree que el destino de nuestra gente
depende de ello.
Clay frunció el ceño.
—No puedo hacer tal juramento. Seguro que lo sabes, Brant. Mentir al
rey, incluso por omisión, es traición. ¿Podrías hacer tal juramento para
traicionar a tu jarl?
Tomé una respiración profunda. Lo que dijo era cierto. Nunca
prometería ocultarle nada a Torben, así que probé con otro tacto. Clay había
estado al servicio de Albric durante mucho tiempo y había protegido a las
princesas durante toda su vida. Esperaba que hubiera desarrollado una
debilidad por la hija menor de Auvray. Exhalé.
—¿Qué pasa si te digo que la vida de Dayna depende de ello?
Los ojos de Clay se agudizaron. 124
—¿Qué quieres decir?
—No puedo decir más, capitán. Quiero hacerlo. Pero, por su bien, debo
estar seguro de que no le darás esta noticia a su padre.
Sentado más alto, habló lentamente.
—Mi vida ha estado dedicada a la protección de todos en la familia real.
La daría de buena gana para proteger a cualquiera de ellos, incluida Dayna.
Aun así, Brant, me pides algo difícil. —Sacudió la cabeza.
—Eres un hombre de honor, Clay —dije—. Por eso he elegido confiarte
esta información. Creo que harás lo que sea mejor, no solo por tu rey, sino
también por su hija.
Pasaron varios momentos, pero el capitán no dijo nada. Miré
directamente a los ojos del hombre, suplicante, con la esperanza de que viera
la sinceridad en los míos. Finalmente, habló.
—Creo que tú también eres un hombre de honor, vikingo. Y confío en
ti. Pero no puedo retener información del rey a sabiendas sin una buena razón.
Me sentí desinflarme. Mi plan se estaba desmoronando.
—Sin embargo —continuó—, te haré esta promesa, Brant. Dime la
información, y la sopesaré cuidadosamente. Si creo que lo mejor para el reino
es entregar la información después de que hayamos zarpado hacia Ravenscar,
lo haré. Tienes mi palabra. Es seguir la línea de la obediencia a mi rey, pero si
ayuda a proteger a Dayna ocultar la información a Albric por un corto período
de tiempo, lo haré. Solo puedo esperar que lo entienda. Es lo mejor que puedo
hacer para conservar mi honor y proteger el reino. Y debo preguntar, ¿qué pasa
con Thomas? ¿Es consciente del peligro que corre su prima? Si es así, ¿ha
accedido a no decírselo al rey?
Gemí por dentro. Clay me estaba poniendo en un aprieto. Si le decía
que Dayna estaba cautiva y le transmitía esa información a Albric, toda
esperanza de rescatarla se esfumaría. Toda esperanza de derrotar a Cathal se
esfumaría. Aun así, el capitán estaba actuando con honor. No puedo decir que
no hubiera hecho exactamente lo mismo en su posición. Odiaba confiar en él,
o en cualquier otra persona, con la vida de Dayna en juego, pero no tenía otra
opción. Si él no me ayudaba, probablemente no podría rescatar a Dayna de
todos modos.
—Thomas está al tanto y acordó mantenerlo en secreto por ahora. —
Hice una pausa y luego solté—: Dayna no fue rescatada con Allete. 125
Su rostro no registró ninguna reacción. Probablemente se había
desconcertado mucho cuando mencioné a la chica por primera vez.
—¿Qué ha pasado? —preguntó, su voz baja.
—¿Recuerdas cuando le dije a Albric que habían sido rescatadas?
—Sí.
—Me refería a Allete y a Hilda, la oráculo de nuestro clan, que había
viajado con Magnus cuando capturó a Allete y Dayna. Desafortunadamente,
Hilda está en el más allá, donde van las oráculos bocazas después de que
fallecen.
—Será mejor que empieces desde el principio, Brant.
—No sé si tenemos tiempo para eso —dije—. Pero esto es lo que
sucedió, tan rápido como puedo decirlo. Cuando Magnus se fue de Inglaterra,
llevó a las hijas del rey al clan de su hermano en Dinamarca, el clan Thornag.
Allí, hizo un trato con su hermano, Calder, a cambio de refugio. Magnus
entregó a Dayna a Calder como prisionera.
Los ojos de Clay se oscurecieron cuando hablé sobre uno de sus
antiguos cargos siendo intercambiado entre vikingos como si fuera un buen
mueble. Estaba seguro de que mis propios ojos reflejaban un sentimiento
similar.
—Pero Calder tenía una bruja a su servicio —continué—. La bruja mató
a nuestra oráculo, luego tomó a Dayna como prisionera. Sin embargo,
Magnus escapó con Allete. Después de navegar de regreso, desafió a Torben
por el liderazgo del clan. Sabes el resto.
—¿Entonces Allete está a salvo en tu clan, pero Dayna está retenida por
Calder?
—O con la bruja —respondí—. No podemos estar seguros. Pero mi
objetivo es recuperarla.
—¿Una bruja? —gruñó.
—Veo que has tenido tratos con brujas antes —dije secamente.
—Me he encontrado con algunas en mis días, ninguna de ellas ha sido
buena —dijo.
—Por lo que ha dicho Allete, la bruja que trabaja con Calder es tan mala
como parece. 126
—Y ella tiene a Dayna… —murmuró.
—Te doy mi palabra, Clay —dije—. Voy a rescatar a Dayna. Pero
necesito que lleves estas coordenadas… —saqué un trozo de pergamino
doblado del bolsillo de mis pantalones—, hasta Albric. Los llevarán
directamente a Ravenscar. Thomas puede ayudar a guiarlos allí.
La frente de Clay se arrugó.
—¿Vas a ir solo?
Asentí.
—Es por eso por lo que no debes decirle al rey hasta que ya hayas
zarpado. Si voy solo, podría tener la oportunidad de recuperarla. Pero si llega
a las costas de Calder en números, ¿quién sabe lo que podría pasar? Podría
asustarlos para que hicieran algo terrible. No quiero que pase nada…
—Lo siento, Brant —interrumpió—, pero debo preguntarte, ¿por qué te
importa lo que le pase a Dayna? Ni siquiera conoces a la princesa.
Moviéndome incómodamente, me rasqué la nuca.
—Eh, en realidad, lo hago.
—¿Cómo?
—¿Recuerdas cuando los hombres de Magnus infiltraron tu guardia?
Hizo un ruido de disgusto, pero luego sus ojos se abrieron como platos.
—¿Tú estabas entre ellos? Por supuesto, ahora lo recuerdo. ¿Cómo
podría haberme perdido eso?
—Tuve el… eh… placer de proteger a la princesa. Llegamos a
conocernos. ¿Supongo que podemos haber… formado una especie de amistad?
—¿Una amistad?
Moviéndome de nuevo, bajé la vista al suelo, pero ya era demasiado
tarde. Había leído la verdad allí.
—¿La amas?
—Me voy a casar con ella.
Clay sonrió.
—¿Ella sabe esto?
Me encogí de hombros.
127
—No importa. La ataré a mi costado y la obligaré a caminar por el
pasillo. La mocosa está atrapada conmigo.
—Es joven —señaló.
—Esperaré hasta que tenga la edad suficiente. Pero se quedará con
nuestro clan incluso mientras espero. Puede dormir en la cabaña de las
escuderas. Nunca quiero separarme de ella. Me desgarra por dentro que no
pude protegerla.
—Suenas como si ella ya hubiera sido rescatada.
En mi mente, ella lo fue. Ningún otro resultado era aceptable.
Simplemente asentí porque no había nada más que decir. Sabía que la
expresión de mi cara lo decía todo.
—No puedo dejar que hagas eso… —comenzó, pero lo interrumpí.
—Mi decisión está tomada.
Clay levantó la mano.
—Espera —dijo con calma—. Escucha. Iba a decir que no puedo dejar
que hagas esto solo. Voy a ir contigo. Thomas estará con el rey en su viaje a
tu clan. Él puede guiarlo y mantenerlo tranquilo sobre el hecho de que tú y yo
no los acompañamos.
Empecé a abrir la boca, pero él volvió a levantar la mano.
—¿Tienes un plan sobre cómo llegar a Dayna?
—Iba a usar el barco en el que llegué —le expliqué.
—¿Qué hay de una tripulación? —desafió.
Me encogí de hombros.
—Aún no he resuelto exactamente todos los detalles.
—Justo como pensé. Eres un guerrero endurecido, Brant. Pero también
eres joven en algunos aspectos. También fui joven e impetuoso una vez. Y sé
lo que es estar enamorado. Te hace hacer cosas tontas. Me pediste un
juramento y prometí sopesar tus palabras cuidadosamente antes de decidirme.
Lo hice. No le contaré a Albric sobre la captura de Dayna si me permites
acompañarte al clan de Calder.
Exhalé una respiración que ni siquiera sabía que había estado
conteniendo, sintiendo como si me hubieran quitado un peso del pecho.
—Estaría agradecido por tu ayuda —le respondí.
128
—No podemos tomar a ninguno de los hombres del rey. Necesitarán
todo lo que puedan conseguir para ayudar a tu clan a derrotar a Cathal—dijo—
. Pero tengo algunos hombres en los muelles que me deben favores. Puedo
conseguirnos una tripulación.
—Lo mínimo indispensable —dije. No quería poner a nadie más en
peligro innecesario.
Asintió.
—Solo lo suficiente para mantener el barco en movimiento en el agua.
—¿Y qué hay de la traición? —pregunté, una pequeña sonrisa jugando
en mis labios. Hace solo un momento, el capitán parecía horrorizado por la
idea de mentirle a su rey, pero ahora esencialmente estaba abandonando su
posición.
—Si Thomas está dispuesto a ocultarle esto a su tío porque podría poner
en peligro la seguridad de Dayna por el momento, entonces solo puedo confiar
en que el primo de Dayna tiene su mejor interés en el corazón —dijo con una
sonrisa astuta—. ¿Cómo podría ir en contra de la sabiduría de Sir Thomas?
Tenía que admitir que me gustaba la forma de pensar de Clay.
—Creo que el rey estará de acuerdo en que he actuado en el mejor
interés —continuó—. Sigue adelante hasta el barco. Le daré estas coordenadas
a Thomas y luego reuniré a la tripulación. Prepárate para las quejas de tener
que levantarse y zarpar en medio de la noche —advirtió.
—Olvidas que lucho junto a los hombres del norte. Nunca hubo un lote
más malhumorado. Se quejan de que el cielo es demasiado azul y la hierba
demasiado verde.
Se rio.
—Entonces todos deberían llevarse bien.
Subimos las escaleras y atravesamos los pasillos del castillo. Cuando
llegamos a la puerta principal, nos fuimos por caminos separados sin decir una
palabra. Me dirigí al puerto, prestando mucha atención a dónde ponía los pies
para no tropezar en la oscuridad. La luna estaba especialmente oscura, lo cual
era malo para caminar, pero bueno para tratar de navegar sin ser detectado.
Sentí como si los dioses estuvieran bendiciendo mi viaje. Había una parte de
mí que incluso estaba contenta de que Clay viniera. No porque tuviera miedo
de ir solo, sino porque tener respaldo siempre era inteligente y él parecía
experimentado y capaz. 129
Cuando finalmente llegué al barco, había algunos guardias apostados a
lo largo de la playa. Uno en cada barco. Asentí al que custodiaba el drakkar
en el que había llegado.
—Salve, amigo —dijo cuando me acerqué—. Un poco tarde para salir,
¿no? ¿O ustedes, los hombres del norte, necesitan dormir menos que el resto
de nosotros?
—Ojalá —respondí—. Me reuniré con el capitán Clay para revisar algo
de la carga. Para asegurarnos de que todo esté listo para mañana. ¿Cuánto
tiempo has estado aquí?
El guardia se esforzó por no parecer cansado.
—No mucho tiempo —dijo.
Sabía que esto no era cierto. Lo había visto en este puesto ese mismo
día.
—Ajá. Has estado aquí desde mucho antes del anochecer.
Asintió.
—Ve a tomar un descanso —dije—. Tu capitán y yo estaremos aquí
para vigilar las cosas. Iré a buscarte cuando hayamos terminado.
Parecía que estaba a punto de protestar, pero luego la voz de Clay
detuvo sus palabras.
—Weston —dijo Clay a medida que caminaba rápidamente por el lado
opuesto de la playa donde estaban atracados los otros barcos—. Brant y yo
vamos a revisar la carga de los barcos, así que no tienes que perder el tiempo
con eso por la mañana. He relevado a los otros guardias durante unas horas
mientras hacemos esto. Descansa un poco. Te avisaré cuando sea el momento
de regresar.
Weston parecía estar a punto de suspirar de alivio, pero se contuvo.
Asintió bruscamente y giró sobre sus talones, prácticamente corriendo.
—Aún es lo suficientemente nuevo como para observar sus palabras y
movimientos cuando está cerca de mí —dijo Clay, con la voz llena de
diversión. Luego giró, se tapó la boca con las manos e hizo un sonido como el
canto de un ruiseñor. En cuestión de segundos, un grupo de hombres llegó
corriendo por el muelle desde la misma dirección en la que había aparecido.
—Nuestra tripulación —dijo, señalando con la cabeza a los recién
llegados.
130
—Bienvenidos. —Asentí y ellos respondieron de la misma manera.
Gracias a los dioses, pensé. Cuando decidí ir tras Dayna yo mismo,
honestamente no sabía si podría llegar al clan Thornag, pero estaba dispuesto
a hacer cualquier cosa para intentarlo. Traición, mentir a los guardias, robar
un barco, nada de eso importaba.
Una espesa niebla se había posado sobre la playa. No podía ver el
castillo. Apuesto a que, si alguien hubiera estado mirando en nuestra
dirección, no sería capaz de ver el muelle o el barco alejándose lentamente de
él. El dios del mar había dado su bendición. La tripulación trabajó rápida y
silenciosamente. Ni siquiera necesité dar ninguna orden. Claramente conocían
su camino alrededor de un navío inglés. En minutos, estábamos lejos del
puerto. No sonó ninguna alarma. Ningún ruido de ningún tipo provenía de la
orilla. El viento estaba a nuestro favor. Si se mantuviera a la velocidad actual,
llegaríamos al clan Thornag en solo unos días.
16
“Si te encuentras con un diario perteneciente a una bruja malvada, no lo leas. O
léelo. En realidad, no me importa. Pero ten cuidado, si eliges leer el diario, vas a
leer algunas historias inquietantes… realmente inquietantes.”
~Dayna Auvray
10 de julio de 995
Finalmente he encontrado a la bruja Evelyn. Tomó meses. Estaba empezando a
creer que tal vez Myra simplemente se inventó a la mujer para distraerme de mi
búsqueda para obtener mi propia magia. Ella debería saberlo mejor. Una vez que me
propongo algo, nunca me doy por vencida hasta que lo consigo.
131
—¿Crees que sus padres las mimaran? Suena mimada —dije, mirando
a Tontis.
Gisele se había ido temprano esa mañana sin decir nada más que «este
es tu lugar favorito, nunca te vayas». No estaba segura de por qué estaba
preocupada. Este lugar era estupendo, y no quería irme nunca. Parecía una
tontería que hubiera sentido la necesidad de seguir recordándome.
—¿Te estás escuchando? —preguntó Tontis.
—¿Qué parte? ¿Mis pensamientos o mis palabras en voz alta? —
pregunté.
—Nada de eso —gritó Tontis.
—¿Por qué no hablas con la boca y no solo con la mente? —pregunté,
ignorando su grito.
—La verdadera pregunta es por qué una rata está hablando —señala Tontis.
Probablemente tenía razón, pero eso no era importante.
—Lo importante es que averigüemos cómo Gisele se convirtió en esta
loca y malvada desquiciada —dije, concentrándome en el diario. Admito que
me obsesioné un poco con eso. Pasé las páginas hacia adelante, hojeé hasta
que vi el nombre de Evelyn nuevamente.
15 de julio de 995
Finalmente pude hablar con la mujer llamada Evelyn. Encontré a alguien que
me dijo que vivía en un pueblo cercano, a un día a pie del mío. Desde entonces, había
estado con el alma en vilo, esperando la oportunidad de poder escapar y buscarla. Hace
dos días, lo hice. Mi familia viajó a un pueblo cercano para comerciar. Durante el viaje,
me escabullí e hice el viaje a la aldea de Evelyn, sabiendo que pagaría un infierno a mi
regreso. Lo hice. Mis padres me sorprendieron entrando a escondidas por la puerta
trasera de nuestra cabaña después del anochecer de la noche siguiente. Ellos, junto con
Myra, me habían buscado todo el día. Nadie creyó la historia de que me había desviado
y me había perdido.
Entonces, me quedé atascada haciendo todas las tareas, por lo que ahora tengo
la oportunidad de escribir esto. Afortunadamente, Myra, siendo la gemela perfecta que
es, se negó a hacerme hacer los quehaceres sola. Me ayudó, pero también me acosó hasta
la muerte para decirle dónde había estado de verdad. Ojalá pudiera confiar en ella. Me
encantaría contarle todo lo que Evelyn compartió conmigo. Pero no tengo forma de saber
si se lo contará a nuestros padres, y no puedo arriesgarme a que me impidan volver.
Resulta que Evelyn es de hecho una bruja. Pero ella no era una bruja nata. ¡Es 132
una bruja hecha a sí misma! ¿Qué tan espléndido es eso? Es solo cuestión de tiempo
antes de que la mujer me cuente sus secretos.
Le pregunté a Evelyn a quién tendría que matar. Me dijo que dependía de mí.
Cuando le pregunté cómo elegir, me dijo que tenía que ser alguien que yo conociera.
Explicó que el poder que recibiría extraía su fuerza del vínculo de sangre entre mi… 133
víctima y yo. Evelyn dijo que cuanto más estrecha sea mi relación con el sacrificio, más
poder ganaré. No quería hacer la siguiente pregunta, pero lo hice. La respuesta fue
exactamente lo que esperaba. Si quisiera ser más poderoso que Myra, podría tomar todo
el poder de mi hermana quitándole la vida. Desearía poder decir que no lo había
considerado, pero eso no sería cierto. El pensamiento cruzó mi mente, aunque solo
brevemente. Pero lo descarté. No podía matar a mi gemela.
Matarla sería como matar una parte de mí misma.
—Sin mencionar que estaría realmente mal —espeté solo porque sentía
que, incluso ahora, décadas después, las palabras necesitaban ser dichas. Y sí,
me di cuenta de que Gisele no podía oírme. Ella estaba afuera haciendo lo que
fuera que hacía durante el día, y yo estaba siendo completamente
desconsiderada al indagar en su pasado. A pesar de que sabía que este era mi
lugar favorito, aún no me hacía ilusiones de que no me tenía cautiva. Así que,
creía que estábamos a mano.
—¿Estás segura de que no estás siendo un poco delirante? —dijo Tontis—. Te
tiene cautiva y te tiene encantada para que creas que estás hablando con una rata que es
tu nueva mejor amiga. ¿Crees que eso es completamente racional?
—¿Te sientes un poco celosa? —pregunté a Tontis—. Sabes que Gisele
no te llega ni a los talones.
—Estaba realmente preocupada por eso —dijo la rata—. Odiaría que algo se
interpusiera entre nosotras.
La rata se acurrucó en su jaula, sus ojos pequeños y brillantes miraban
alrededor de la habitación, su nariz moviéndose como siempre.
—Pareces muy preocupada.
—Te dije que lo estaba.
Eso sonó exactamente como algo que diría, como si la voz de la rata y
la mía fueran iguales. Un pensamiento extraño cruzó por mi mente. ¿Y si la
rata fuera simplemente una proyección de mi propio subconsciente? Hice una
pausa, luego negué con la cabeza.
—Eso sería raro.
—Mucho más raro que una rata parlante —agregó Tontis.
Ignoré a la rata parlante y volví al diario, anticipando ansiosamente lo
que contendría y al mismo tiempo temiendo los recuerdos que contenía. 134
Estaba segura de que el libro estaba a punto de revelar lo retorcida que era la
pequeña Gisele… incluso de niña.
Me tomó tres días decidir quién tenía que morir. Pronto, obtendría los poderes
que me habían sido negados al nacer. El acto no fue tan difícil de planear como pensé
que sería… e incluso más fácil de ejecutar.
Elegí a Tate, el mozo de cuadra. En realidad, era un poco mayor que un niño,
pero aún no era un hombre. Era amigo de Myra y de mí, por lo que se satisfizo la
conexión emocional necesaria. Él confiaba en mí, por lo que atraerlo no fue un problema.
Podría ahorrarte los detalles sangrientos, pero es importante que transmita los eventos.
Evelyn dijo que el momento del sacrificio es extremadamente poderoso. Dijo que, si me
conecto de alguna manera significativa con mi víctima durante el momento de su
muerte, entonces la sangre gana aún más poder. Entonces, eso era exactamente lo que
planeaba hacer.
Saqué a Tate del pueblo diciéndole que mi caballo se había quedado cojo en un
accidente de equitación. Me las arreglé para parecer bastante golpeada al rasgarme la
falda y untarme tierra por toda la cara. Parecía bastante comprensivo. Mientras
caminábamos hacia el bosque, Tate comenzó a coquetear conmigo. Me sorprendió, pero
no me decepcionó. Lo había visto coquetear con Myra en muchas ocasiones, pero ella
nunca parecía entender lo que estaba haciendo. Nunca me había prestado atención. No
estaba amargada. El chico no era exactamente el hombre más buscado del pueblo. A los
diecisiete, Myra y yo teníamos la edad perfecta para casarnos, pero nuestros padres no
nos habían presionado para encontrar pretendientes.
Mientras Tate continuaba burlándose de mí y haciéndome cumplidos, comencé
a alentar sus avances. Me reí de sus bromas y puse mi mano en su brazo mientras le
hablaba, aprovechando cada oportunidad para mirarlo con ojos inocentes. Llegamos a
un claro y fingí agotamiento. Me senté en una roca y le pedí que se uniera a mí, lo cual
hizo de buena gana. No tenía idea de que alguien estaba mirando desde los arbustos,
esperando que yo cumpliera con mi tarea.
No pasó mucho tiempo antes de que nos estuviéramos mirando el uno al otro,
nuestros labios acercándose poco a poco. Fue mi primer beso, y no se detuvo ahí. Hasta
ese momento, nunca había pensado mucho en cómo se sentiría mi primera experiencia
sexual con un hombre. Siempre supuse que no sucedería hasta mi noche de bodas, en
una cama de plumas, envuelta en el suave resplandor de las velas encendidas. En
cambio, sucedió en el bosque con un mozo de cuadra bajo las estrellas. Un romántico
empedernido podría haber pensado que la experiencia era terriblemente estimulante. Lo
era, pero no por nada de lo que Tate me estaba haciendo. En cambio, me estremecí de
emoción por lo que sabía que estaba a punto de hacer. Finalmente, estaba a punto de 135
obtener mi poder.
Después, Tate rodó fuera de mí, jadeando. Continué mirando hacia el cielo. Me
dolía ahí abajo. No esperaba que la experiencia fuera tan dolorosa. Fue un buen dolor
en algunos aspectos, pero un dolor, no obstante. Se incorporó sobre un codo y me miró
fijamente. Vi algo en esa mirada. Amor, tal vez. No, no fue eso. No, fue una fascinación.
Una fascinación conmigo, con mi cuerpo, con lo que acababa de hacer. Me di cuenta de
que ahora se consideraba un hombre. Y me di cuenta de que también había sido su
primera vez.
Podía sentir su cuerpo junto al mío, completamente relajado. Con su mano libre,
Tate frotó mi mejilla suavemente con el dorso de un dedo. Bajé mis faldas a su lugar
apropiado. Mientras lo hacía, recuperé una daga de mi bolso de montar. Luego igualé
la postura de Tate y me apoyé en mi propio codo, mi otro brazo descansando detrás de
mi espalda, agarrando la daga. Inhalé profundamente, intentando estabilizar mi
respiración.
—Gracias, Tate —susurré.
Temblé, la adrenalina corría por mis venas. La mano que sostenía el cuchillo
tembló. Sabía que tendría que ser rápida. Evelyn había dicho que el acto no sería fácil.
Ella me había dicho que atacara rápidamente. Usar toda mi fuerza para clavar la hoja.
De lo contrario, el cuchillo se desviaría y todo estaría perdido. Ella había dicho que
intervendría si no podía completar la hazaña, pero el poder no se transferiría a mí a
menos que yo sola le quitara la vida. Y eso era exactamente lo que pretendía hacer.
—Gracias, Gisele —respondió, mirándome profundamente a los ojos—. Eso fue
increíble…
El resto de las palabras quedaron atrapadas en su garganta, incapaces de escapar
alrededor del frío acero que acababa de clavarle en el cuello. Sus ojos se agrandaron.
Estoy segura de que los míos también lo estaban. Cayó hacia atrás, arrancando el mango
del cuchillo de mi agarre. Se agarró la garganta, sus piernas golpeando salvajemente, el
cuchillo aún sobresalía de su cuello. El gorgoteo y los golpes de Tate eran los únicos
sonidos. Era como si todas las criaturas nocturnas del bosque se hubieran detenido a
observar al niño en sus últimos estertores. Incluso el viento se había calmado. El joven
logró liberar el cuchillo. Cuando lo hizo, la sangre brotó de su garganta y nos cubrió a
ambos. Si hubiera estado pensando racionalmente, podría haberme preocupado cómo
explicaría las manchas de sangre a mis padres. En cambio, estaba demasiado
emocionada. Todo mi cuerpo se estremeció cuando me arrastré encima de él, mi pecho
presionado contra el suyo. Quería sentirlo mientras se quedaba quieto. Quería ver la luz
salir de sus ojos. Necesitaba experimentar su muerte lo más íntimamente posible para
asegurarme de recibir hasta la última gota de poder del sacrificio. Su sangre era cálida
a medida que fluía sobre mis manos. Tomé su rostro entre mis manos. Me miró como si 136
quisiera decir algo. ¿Qué? No podía aventurarme a adivinar. En cambio, gimió, con los
ojos en blanco en la parte posterior de su cabeza. Puse mis labios en los suyos y luego lo
besé profundamente. Me imaginé a mí misma absorbiendo cada pedacito de fuerza vital
de su cuerpo. Evelyn no había dicho nada al respecto, pero de alguna manera parecía
apropiado.
—Bien hecho —ronroneó una voz a mi lado. Me puse de rodillas,
concentrándome en Evelyn. No tenía manera de expresar lo que estaba sintiendo. Todos
los nervios de mi cuerpo parecían hormiguear—. Muy bien hecho —repitió—. Ahora,
reúne la mayor cantidad posible de su sangre en tus manos.
Hice lo que me dijeron. No fue difícil. La sangre aún salía del cuello de Tate,
aunque el flujo se estaba convirtiendo en un goteo pegajoso. Mientras tanto, Evelyn se
agachó y agarró su propio puñado de sangre. Después de untarlo en su cara, se alejó.
Empezó a cantar y a dibujar un círculo en la tierra a mi alrededor con el pie. Cuando el
círculo estuvo completo, dejó de cantar y me miró fijamente.
—Cuando yo lo digo, bebes la sangre. Consume todo lo que puedas. Cuanto más
bebas, más poder robarás. —Asentí.
Evelyn abrió los brazos y echó la cabeza hacia atrás, de cara a la luna. El aire se
volvió eléctrico y se me puso la piel de gallina. El viento, silencioso y quieto hace un
momento, comenzó a azotar el claro con furia. La fuerte voz de Evelyn resonó en la
noche.
«Espíritus de las tinieblas, presten atención a mi llamado,
Surge un nuevo siervo, abandonado de todos.
La sangre de un inocente corre por sus venas,
Tomada de su víctima a través de terribles dolores.
Concédele una bendición, su poder negado durante mucho tiempo,
¡Te doy, Gisele, una hechicera, mucho más allá de su tiempo!»
Cuando dijo la palabra tiempo, pateó el círculo de tierra que había creado,
rompiéndolo. Ojalá pudiera describir lo que pasó. Desearía poder poner en palabras de
alguna manera lo que sentí cuando el poder se estrelló contra mí. Era como si no hubiera
sido más que un hogar vacío toda mi vida y alguien finalmente me hubiera llenado con
un fuego resplandeciente y refinador. Lanzando mis manos de par en par, rugí a los
cielos. Los cuatro poderes elementales fluyeron hacia mí: tierra, viento, agua y fuego,
aunque no tenía idea de lo que estaba sucediendo en ese momento. Solo sé que se sintió
increíble. Me sentí de tres metros de altura y más fuerte que el toro más grande. Supe,
en ese momento, que podía lograr cualquier cosa. Pero la sensación solo duró unos
137
segundos. Di un paso hacia Evelyn, pero luego me derrumbé, temblando violentamente.
Intenté recuperar mis pies, pero toda mi fuerza se había ido. Me sentí como si acabara
de correr por millas. Me di la vuelta y vomité, escupiendo sangre y bilis por todo el suelo.
—Tranquila, niña —dijo Evelyn—. Tu carne mortal no está acostumbrada a
albergar tal poder. Relájate ahora.
Mi cabeza daba vueltas. Intenté levantarme sobre mis manos y rodillas. Entonces
el mundo se puso patas arriba y la oscuridad se apoderó de mí.
Cuando me desperté tres días después, supe que el ritual había funcionado.
141
17
“Quiero ser fuerte. Quiero ser firme. Quiero poder proteger a los que amo. Pero sin
importar lo mucho que quiera esas cosas, me siento total y absolutamente
inadecuada.”
~Diario de Allete Auvray
Solo tomó tres días llegar al territorio del clan Thornag. El viento y el
mar se aliaron para impulsarnos, impulsando nuestro barco a través de las olas
con una velocidad anormal. Cuando nos acercábamos a la playa de Thornag,
comencé a buscar en la costa. Después de unos minutos, divisé un nicho donde
podríamos anclar el barco e ir a tierra sin ser vistos.
Escuché mientras Clay daba a la tripulación órdenes estrictas de
permanecer en el barco y vigilar, pero mis ojos estaban en tierra. Dayna estaba 158
ahí fuera, en alguna parte. Después de semanas de estar inactivo, finalmente
hacía algunos progresos para recuperarla.
—¿Estás listo? —preguntó Clay.
—El bote ya está en el agua —dije, hablando del bote pequeño que
íbamos a remar hasta la orilla.
Cuando llegamos, ambos nos bajamos y atamos el bote a un árbol.
Saqué una brújula, luego encontré el norte apuntando en la dirección opuesta.
—Creo que tenemos que ir al sur. Ha pasado un tiempo desde que he
estado en su clan. No estoy exactamente seguro de cómo llegar desde aquí.
—¿Qué tan lejos estará de la costa? —preguntó Clay.
—Una buena caminata. Tienen un río que corre cerca de su aldea, por
lo que tienen acceso a agua dulce. No necesitan estar cerca de la playa. Si mal
no recuerdo, creo que su aldea está a unos dieciséis kilómetros de la costa. Aun
así, lo más probable es que mantengan una rotación de guardias en la playa,
de modo que tendrán muchas advertencias contra posibles invasores.
—¿Cómo encontramos la aldea? ¿Deberíamos seguir la rotación de la
guardia de regreso?
Sí, podríamos. Pero odiaba la idea de simplemente sentarme y esperar
a que ocurriera el cambio de guardia. ¿Y si llegábamos a la playa y justo
comenzaba una rotación nueva? Eso significaba que podíamos estar sentados
y esperando durante horas antes de que ocurriera otro cambio.
Clay, quien pareció sentir mi desgana, dijo:
—¿Por qué no vigilamos la playa? Esperamos un poco y vemos si
podemos captar alguna conversación entre los guardias sobre cuándo termina
su turno. Si va a ser demasiado tiempo, continuaremos.
Era un buen plan, y tuve que esforzarme para no pensar con mis
emociones. No le haría ningún bien a Dayna si no podía mantener la calma y
pensar con claridad.
—Eso funcionará —le dije.
Partimos en dirección a la playa donde estaban atracados los barcos del
clan Thornag. Afortunadamente, la luna estaba llena, de modo que era fácil
de ver. Me aseguré de permanecer en las partes más gruesas de los árboles y el
follaje. Si nos detectaran, se perderían todas las esperanzas de rescatar a
Dayna. 159
Llegamos a una brecha en los árboles, y pude ver el primer barco.
Efectivamente, había cinco guardias patrullando la playa. Se detuvieron de vez
en cuando para hablar antes de continuar. Probablemente estaban intentando
evitar quedarse dormidos. Sabía por experiencia que el deber de patrullar por
la noche podía ser increíblemente aburrido.
Nos acercamos lo más que pudimos, escondiéndonos detrás de un
arbusto cubierto de maleza y un par de árboles grandes. Me arrodillé y Clay se
arrastró a mi lado. Ahora solo teníamos que esperar. Odiaba esperar.
Los guardias más cercanos a nosotros se detuvieron para conversar a los
pocos minutos.
—¿Te quedarás atrás en nuestra próxima campaña? —preguntó el de la
derecha, vestido con una túnica negra y una ballesta a la espalda.
El chico de la izquierda se encogió de hombros.
—El jarl no me ha dicho si voy. Escuché que la bruja tiene algo que ver
con eso. No me agrada. Hace que mi piel se erice.
—Sí, pero es algo digno de ver —dijo el tipo de la ballesta, con una
asquerosa sonrisita obvia.
—No me gusta ni siquiera mirar a una moza que podría hacer que mis
joyas se caigan. Sin importar lo agradable que sea a la vista. No vale la pena ir
allí —dijo el otro—. Probablemente te convertiría en un sapo después… o
cortaría tu miembro y lo usaría en un hechizo o algo así.
Se acercó un tercer hombre. Tenía dos empuñaduras de espada a ambos
lados de sus hombros, indicando que era un luchador ambidiestro. Sería un
digno oponente si fuera bueno.
—¿De qué están parloteando ustedes dos mozas perezosas? —preguntó
el recién llegado.
—Sobre zarpar en unos días —respondió el hombre de la ballesta.
—Si me pregunta, es una pérdida de tiempo —dijo el tercer hombre—.
Gisele debe tener algo sobre el jarl, y está obligándolo a convertirnos en sus
perros guardianes.
—¿Lo está chantajeando? —preguntó el otro.
El hombre de espadas dobles asintió.
—Estaba haciendo guardia fuera de su caseta cuando ella se reunió con 160
él. Tiene una de esas princesas inglesas capturadas, la más joven, y quiere
usarla como moneda de cambio por un libro que cree que está oculto con el
clan de Magnus.
—¿Qué diablos tiene eso que ver con nosotros? ¿Por qué Calder se
preocupa por esto? —gruñó el hombre de la ballesta—. Se suponía que Magnus
regresaría, lo cual no pudo hacer. Se suponía que íbamos a terminar con una
de esas oráculos, y creo que el jarl incluso estaba considerando tomar a la que
Gisele cortó como su mujer. ¿Cómo en nombre de los dioses consiguió Gisele
a una de las princesas inglesas después de que escaparon?
—Es una bruja —respondió espada doble—. Probablemente pueda
hacer lo que quiera.
—Entonces, ¿por qué no capturó a la mayor que en realidad tiene
poderes? —desafió el primer guardia.
—¿Cómo demonios se supone que debo saber? —gruñó espada doble—
. Todo lo que sé es que navegar al clan Hakon por un maldito libro es un error.
—¿Alguien le ha señalado esto a Calder? —preguntó ballesta.
—¿Vas a cuestionar al jarl? —contraatacó espada doble—. ¿Y si esa
bruja se enoja y decide lanzarnos un rayo? Descansaré más tranquilo cuando
le consigamos su libro a la bruja y la alejemos de nuestro clan.
Nadie respondió. Pareciendo tomar eso como el final de su pequeña
reunión, los tres se dispersaron y volvieron a patrullar.
Me senté con la espalda contra el árbol. Santa Valquiria, Dayna ni
siquiera estaba aquí. Me froté la cara con ambas manos, sintiendo que el
cansancio por la falta de sueño me alcanzaba. ¿Cómo iba a averiguar dónde
estaba la bruja reteniendo a mi Dayna?
—Sigamos con el plan original —dijo Clay—. Vamos al clan Thornag.
Tal vez allí podamos averiguar dónde está esta mujer Gisele.
Quise gruñirle a Odin, preguntarles a los dioses por qué no estaba siendo
más útil en mi difícil situación para ayudar a una chica inocente, pero entonces
no tendría sentido. Los dioses no se preocupaban por nosotros, en realidad no.
Eso lo aprendí hace mucho tiempo.
Veinte minutos después, estaba reconsiderando mi desestimación de
Odin cuando aparecieron nuevos guardias para hacerse cargo.
—Gracias a los dioses —murmuré vacilante. Tan pronto como los
demás empezaron a irse, Clay y yo nos levantamos y nos movimos. El hombre
empuñando la ballesta estaba más cerca de nosotros, de modo que tuvo el 161
honor, sin saberlo, de llevarnos a su clan.
Aunque sabía que nos movíamos en silencio, aún pareció que
sonábamos como una manada de animales atravesando el bosque. Tuvimos
que escondernos de vez en cuando detrás de un árbol porque ballesta miró
detrás de él. No creí que nos escuchara, pero supuse que sintió nuestros ojos
sobre él. Conocía ese sentimiento demasiado bien. Era jodidamente molesto
no ser capaz de averiguar quién estaba observando.
Cuando finalmente llegamos a la aldea del clan, el lugar estaba en
silencio. Todos estaban metidos en las camas, excepto algunos de sus guardias
nocturnos. Calder era paranoico (o inteligente) por tener tantos guardias. Por
otra parte, si estuviera asociado con una bruja oscura, también querría muchos
ojos en el bosque circundante.
Continuamos avanzando en las sombras, notando en silencio cualquier
lugar que pudiera ser un buen escondite. Cuando llegamos casi a la mitad de
la aldea, me detuve cuando escuché una voz familiar.
—Necesito que le digas que serán cuatro días hasta que podamos irnos,
no tres.
Calder, pensé, reconociendo su barítono profundo.
—¿Y por qué tengo que hacer esto de noche, en la oscuridad? —
respondió una segunda voz.
—Porque ella necesita saberlo lo antes posible. Estará lo
suficientemente enojada por la demora, esperar para decírselo hasta el último
minuto solo generará más ira —explicó Calder—. Además, le gustas.
—No me lo recuerdes. Cometí un error con esa. Nunca debí haberme
metido en su cama.
—¿No fue buena? —preguntó Calder.
—No dije eso. —Los ojos del hombre adquirieron una mirada lejana
por un segundo. Sonrió burlonamente, pero entonces negó con la cabeza
rápidamente—. Dije que fue un error. Fue como meterse en la cama con una
viuda negra. Podría haberme matado en un abrir y cerrar de ojos. Aún podría
hacerlo.
Calder rio entre dientes.
—Pero no lo hará. Solo dale lo que quiere, y estarás a salvo de los
pasillos del Valhalla.
162
—Por los dioses, si no pensara que eres un jarl digno, te degollaría por
las cosas que me obligas a hacer —gruñó el otro hombre prácticamente.
—Me extrañarías demasiado para matarme —dijo Calder, sonando
demasiado parecido a Magnus para mi gusto.
—Sí, sí. Sigue diciéndote eso. Lo haré.
Clay y yo retrocedimos cuando escuchamos los pasos del hombre
viniendo hacia nosotros. Dejamos que la oscuridad de los árboles nos cubriera
hasta que pasó, luego comenzamos a seguirlo. Aunque era agradable que la
luna fuera tan brillante, también significaba que debíamos tener cuidado de
mantenernos lo suficientemente lejos como para que las sombras nos
cubrieran.
Cuando llevábamos casi una hora caminando, estaba listo para agarrar
al otro guerrero por detrás y exigirle que nos dijera dónde estaba la maldita
bruja y luego cortarle la garganta. Pero sabía que Torben no querría que
matara a alguien a menos que fuera absolutamente necesario. De hecho,
Torben se iba a enfurecer porque hubiera venido por mi cuenta, así que podría
no importar a quién matara porque lo más probable es que de todos modos él
me mataría.
Finalmente, llegamos al final del camino. No pude ver nada más que
una pared de árboles y matorrales enredados. Justo cuando pensé que el
hombre debía haber dado un giro equivocado en algún lugar de la oscuridad,
se acercó al follaje y lo miró fijamente. Lo oímos murmurar maldiciones.
—Malditos arbustos estúpidos. —Finalmente, pareció encontrar lo que
buscaba. Con un gemido y un gruñido, se empujó a través de una grieta
pequeña en la maleza. Un momento, estaba allí. Al siguiente, había
desaparecido entre la maleza densa.
Nos arrastramos hasta la pared de follaje. Si no hubiera visto al hombre
desaparecer entre la maleza, nunca habría encontrado el pasaje diminuto a
través de la vegetación. Fue absolutamente apretado que se hizo aún más
difícil de sortear porque aún teníamos que permanecer callados en lugar de
empujar violentamente a través de las ramas, pero Clay y yo al final logramos
atravesar el espacio pequeño. Vi una luz al otro lado de un claro, y olí el humo
de un fuego. Una cabaña pequeña apareció a la vista. Cuanto más nos
acercábamos a la cabaña, más rápido latió mi corazón. Si lo que dijeron esos
hombres en la playa era cierto, entonces Dayna estaba viva y en esa cabaña.
Prácticamente estaba temblando con la necesidad de irrumpir al interior 163
y agarrarla, para ver por mí mismo que estaba bien. Y luego matar a la maldita
bruja con mis propias manos.
—Cálmate. —La voz de Clay y su mano en mi hombro me sacaron de
mis pensamientos violentos. Le fruncí el ceño. Negó con la cabeza,
suspirando—. Estabas gruñendo como un maldito lobo.
—Oh, lo siento —murmuré, aunque no lo hacía. De momento, en
realidad no me importaba si nos descubrían. Solo quería llegar a Dayna.
Encontramos un lugar detrás de unos árboles que nos permitió ver la
puerta principal. El hombre que envió Calder estaba parado allí con la cabeza
inclinada hacia el cielo, luciendo como si quisiera estar en cualquier otro lugar
del mundo que no fuera la guarida de la bruja.
Finalmente llamó, luego dio un paso hacia atrás y se movió inquieto,
cambiando su peso de un pie a otro. No pasó nada. El hombre continuó
moviéndose ansiosamente. Parecía como si fuera a llamar una vez más, pero
bajó la mano. Pensé que estaba a punto de correr hacia el bosque cuando la
puerta finalmente se abrió. La mujer que respondió no fue lo que esperaba. A
pesar de que había escuchado a los guardias hablar de su belleza, aún la
imaginaba en mi mente como una demacrada vieja encorvada, con cabello gris
y dientes descuidados. No me había encontrado con muchas brujas en mis
días, pero esperaba que el mal que vivía dentro de ella también hubiera
contaminado el exterior. Pero no era ninguna de esas cosas. Era alta y esbelta,
con largo cabello rojo y pálida piel lechosa.
Cuando levantó esos labios carnosos en una sonrisa, la belleza se había
ido, su rostro se transformó en uno de pura maldad depredadora.
Aparentemente, incluso un exterior bonito no podía ocultar la podredumbre
dentro de ella.
—¿A qué le debo el honor de tu compañía? —preguntó Gisele. Su voz
era sensual. Podría haber sido sexy si no hubiera escuchado el siseo de una
víbora en él.
—Necesito hablar contigo —dijo el guerrero—. Calder me pidió que te
diera un mensaje.
La sonrisa desapareció del rostro de Gisele, y se cruzó de brazos frente
a ella. Entrecerró los ojos como un halcón detectando su presa.
—Espero que sea un buen mensaje.
Casi pude oír al hombre tragar pesado. Su espalda de repente se puso
recta como un remo. Maldijo en voz baja, luego pareció tomar algún tipo de
decisión. 164
—Escucha, está intentando tener todo listo en el período de tiempo que
solicitaste, pero hay otras cosas de las que ocuparse además de prepararse para
enfrentarte a otro clan. Dijo que nos retrasaríamos un día más en la partida.
Gisele pareció como si fuera a escupir fuego por la boca. El guerrero
también debió sentirlo porque dio otro paso atrás.
—Creo que es hora de que dé un paseo para ver a Calder nuevamente.
Al parecer, ha olvidado nuestra última conversación.
—Recuerda bien, pero también tiene que pensar en el bienestar del clan.
Estamos intentando prepararnos para el invierno, que está a la vuelta de la
esquina. No podemos simplemente detener todo porque quieres que lo
hagamos —dijo el hombre, su voz cada vez más frustrada.
Ella lo miró fijamente durante varios segundos antes de decir:
—No te muevas. Ya vuelvo. —Y luego le cerró la puerta en la cara.
Menos de cinco minutos después, salió de la cabaña con una capa larga
y negra.
—Vamos a ver tu jarl para que me explique exactamente por qué
necesita un día extra, luego yo le puedo explicar por qué eso no va a suceder.
Suspirando, el guerrero Thornag alzó las manos en un gesto de “Me
rindo”. Parecía cansado y agotado. Su rostro tenía arrugas que alguien tan
joven como él no debería tener, como si le hubieran quitado la vida, dejando
su piel con espacio extra para hundirse.
Vimos a medida que los dos caminaron en dirección a la barrera de
follaje. Nos habíamos movido lo suficiente como para que la maleza nos
cubriera. Empecé a moverme, pero me quedé paralizado cuando escuché la
voz de la bruja.
—Espera —espetó.
Se volvió y miró directamente al lugar donde nos escondíamos. No
tenía idea de cómo podía habernos visto, escondidos en la oscuridad como
estábamos, pero cuando entrecerró los ojos y comenzó a dar un paso en
nuestra dirección, mi corazón dio un vuelco en mi pecho.
—Se está haciendo tarde. Calder no estará despierto toda la noche —
dijo el hombre, con un cansancio evidente en su voz.
Gisele vaciló un momento más antes de decir:
—Por supuesto, vámonos. —Continuaron hacia la pared de follaje. En 165
lugar de atravesarla como lo habíamos hecho, Gisele se detuvo y murmuró
algunas palabras. La maleza densa se separó, dejándoles un camino despejado
por el que caminar.
Clay y yo nos quedamos inmóviles, observando hasta que la pared del
bosque se cerró detrás de ellos. Permanecimos callados y escondidos durante
al menos quince minutos más.
—Se han ido —susurré innecesariamente. Clay asintió.
La necesidad de correr a la cabaña para ver cómo estaba Dayna era
abrumadora. ¿En serio estaba a unos pocos metros de distancia, esperando
dentro de esa destartalada cabaña descuidada? Sin pensar en si alguien más
estaba dentro protegiendo a Dayna, o si la bruja había colocado algún tipo de
defensas mágicas sobre la casa, me levanté y comencé a correr hacia ella.
—Voy a entrar —dije por encima del hombro. En unos pocos pasos, me
detuve en la puerta. Sin tocar ni decir una palabra, agarré la manija de la puerta
y la abrí. Para mi sorpresa, se balanceó fácilmente. Me sorprendió aún más
cuando escuché un canto proviniendo de adentro. Mi respiración se atascó en
mi garganta. Era la voz de Dayna. Miré dentro, buscando en la habitación
pequeña hasta que la vi. Estaba agachada detrás de una mesa.
—Dayna —susurré. No pareció escucharme. Tenía una rata en las
manos y… eh… ¿le cantaba? Esperaba que estuviera en el suelo, tal vez
encadenada a la pared. Esperaba que le ataran las manos y los pies. Esperaba
que estuviera, tal vez inconsciente. No esperaba que le estuviera cantando a
un roedor como si no le importara nada en el mundo.
—Dayna —dije, esta vez en voz alta, y di un paso hacia ella.
Ella gritó y saltó en el aire, casi perdiendo su agarre sobre la rata. Esta
la arañó y se revolvió, intentando escapar, pero ella la aferró con fuerza.
—¿Por qué te acercas a mí sigilosamente? —gritó.
—Dayna —dije de nuevo, dando otro paso hacia ella. Quería correr
hacia ella. Quería levantarla en mis brazos y abrazarla con fuerza contra mi
cuerpo. Quería revisar cada centímetro de ella para asegurarme de que estaba
ilesa. Pero no vi ningún reconocimiento en sus ojos. No había nada que
indicara que me recordaba en absoluto… o que… me amaba. ¿Qué había
pasado? ¿Dónde estaba la coqueta chica luchadora que me robaron? Esta no
era Dayna. Alguien más me estaba mirando desde los ojos de Dayna.
—¿Qué? ¿Por qué sigues diciendo mi nombre? 166
—Soy Brant —dije—. ¿Me recuerdas?
—Por supuesto que te recuerdo. Alguien de tu tamaño es difícil de
olvidar. ¿Por qué no te recordaría? —preguntó, frunciendo el ceño ferozmente
como si fuera el que había perdido la cabeza.
Me di cuenta de que la bruja le había hecho algo a la mente de mi
amada, confundiendo su cerebro de alguna manera. Sin duda un hechizo
terrible.
—Estás hablando con una rata —señalé como si eso explicara mi
pregunta.
—Sí, ¿y qué?
—¿Por qué estás hablando con una rata?
Dayna me fulminó con la mirada.
—Es mi mejor amiga. Sería muy grosero ignorarla.
Por el ejército de Odín, ¿de qué estaba hablando? ¿Su mejor amiga? Una
rata. ¿En serio?
—Pensé que Allete era tu mejor amiga.
Hizo una pausa y volvió la cabeza, una expresión burlona pasó por su
rostro.
—¿Allete? —susurró el nombre prácticamente.
—Sí, All… —comencé.
—Hola, capitán Clay —saludó Dayna, mirando más allá de mí. Sus
labios se curvaron en una sonrisa.
¿Por qué a él sí le sonríe? Me pregunté. Probablemente mi boca estaba
colgando abierta. No podía creer que fuera la misma Dayna que había
amenazado con atravesarme con una daga oculta tantas veces.
—Hola, princesa —dijo, su voz volviéndose mucho más formal de lo
que la había escuchado en días—. Hemos venido a llevarte a casa.
La sonrisa de Dayna cayó de inmediato, y sus ojos se volvieron
sospechosos.
—¿Por qué razón harías eso? Este es mi lugar favorito en todo el mundo.
Clay se acercó a mí. Sentí su mirada interrogante, pero no aparté los
ojos de mi chica. Este no era el rescate que había imaginado. 167
19
“Pienso que es importante recordar que si la gente te está mirando fijamente como
si te has vuelto loco, probablemente es porque lo has hecho.”
~Dayna Auvray
Cuando mis pies tocaron la arena de nuestra playa, finalmente sentí que
podía respirar. Era como si hubiera estado conteniendo la respiración desde el
momento en que me fui hace diez días. Estaba increíblemente feliz de ver que
Albric y sus hombres habían llegado. Había movimiento por toda la playa
mientras armaban un campamento. 193
Me las arreglé para llegar a unos seis metros cuando escuché su voz.
Miré hacia arriba para ver una visión. Allete corría a toda velocidad, vestida
con atuendo de batalla, con el cabello trenzado como lo usan las escuderas
cuando entrenan o van a la batalla. Su rostro estaba cubierto de suciedad, y
también había manchas de sangre. Era un desastre, pero era la mujer más
hermosa que había visto en mi vida.
Cuando se acercó, pude ver sus ojos brillando con lágrimas.
Mi tierna princesa me extrañaba. Cuando estuvo lo suficientemente
cerca, se lanzó hacia mí. La atrapé por la cintura. Envolvió sus brazos
alrededor de mi cuello y sus piernas alrededor de mi cintura.
Escuché los vítores a nuestro alrededor, pero me hallaba completamente
concentrado en los susurros desesperados que venían de mi novia.
—Te amo, te amo, te amo —dijo una y otra vez.
Pasé una mano por su cabello y la espalda, apretando mi agarre.
—También te amo, princesa, mucho —dije. Pude sentir que ella
necesitaba esta conexión, así que simplemente me quedé en la playa con los
ojos cerrados, mi cara enterrada en su cuello, sosteniéndola en mis brazos.
De vez en cuando, decía algo sobre cuánto la extrañaba, lo encantadora
que era, lo preocupado que estaba por ella, y ella decía lo mismo.
Eventualmente, se apartó y tomó mi rostro entre sus pequeñas manos.
Sonrió, su rostro surcado por lágrimas se iluminó de alegría.
—Hola —dijo.
Me reí.
—Hola, hermoso.
—Regresaste sana y salva.
—Sí.
—¿Mencioné que te extrañé?
Asentí.
—Unas pocas veces.
—¿Mencioné que te amo?
—Sí. Sin embargo, hay algo que no has hecho —dije. 194
—¿Qué?
Colocando mi mano en la parte posterior de su cabeza, la atraje hacia
mí. No me importaba quién estaba mirando. Quería un beso de la mujer que
amaba, y no quería un beso como si fuéramos tímidos el uno con el otro.
Quería saborearla.
Allete gimió cuando mi lengua trazó la comisura de sus labios. Abrió
inmediatamente, su lengua bailando con la mía, cada uno de nosotros
compitiendo por el dominio. Eventualmente gané y ella me dejó explorar su
boca a mi antojo. Y lo disfruté.
Fue el carraspeo lo que finalmente hizo que me fuera del reino de la
boca deliciosa de mi esposa. Cuando nos separamos, ella me miraba con
lujuria desenmascarada. Yo estaba completamente de acuerdo con su
sentimiento, pero había otras cosas con las que tenía que lidiar antes de que
pudiera saciar mi hambre por Allete.
La puse de nuevo en el suelo y la rodeé con un brazo, atrayéndola hacia
mí, luego busqué a la persona que nos había interrumpido. Y, por supuesto, el
único que se habría atrevido sería un rey.
—Rey Albric —dije mientras le tendía la mano.
Tomó mi antebrazo en el suyo. Me aferré al suyo, dándole una sacudida
firme.
—Torben —dijo Albric—. Lamento la pérdida que ha sufrido tu clan.
Gracias por recuperar a Allete sana y salva.
—Lamento que Dayna no esté aquí —dije de inmediato.
El rey levantó la mano.
—No controlamos el destino de cada vida con la que entramos en
contacto. Incluso como padre de Dayna, no controlo su destino. No es tu
culpa. Además, me han informado que tiene dos rescatistas siguiéndola
mientras hablamos.
Mis ojos se abrieron de par en par.
—¿Qué?
—Brant y el capitán de mi padre, Clay, fueron tras Dayna. No
regresaron con mi padre. Salieron de Inglaterra hace unos días —explicó
Allete.
—No estoy terriblemente sorprendido —admití—. Pero me alegro de 195
que Brant no haya ido solo. No puedo decir que lo culpo. Hubiera hecho lo
mismo si fueras tú en el lugar de Dayna —dije.
Me preocupaba que mi amigo más antiguo se enfrentara a una bruja
oscura, pero también me alegraba que Dayna ya no estuviera sola. Ella sabría
que no había sido olvidada o abandonada.
—¿Tienes todo lo que necesitas? —pregunté al rey—. Pasará otro día
más o menos antes de que los clanes comiencen a llegar.
Albric negó con la cabeza.
—Tenemos todo lo que necesitamos en este momento. Tú, sin embargo,
parece que te vendría bien un baño y dormir.
Me reí.
—Ambos serían bienvenidos.
Allete levantó una mano para evitar que diera un paso adelante.
—Antes de que esas dos ideas se arraiguen demasiado en tu mente,
tenemos que reunirnos con Myra. Es un asunto de importancia —dijo—.
Necesitamos a tus hombres más cercanos, también a Torben, Freya y Babs. Y
padre, también los líderes de tu ejército.
Su padre asintió.
—¿Dónde deberíamos encontrarnos contigo?
Miré a Allete por dirección porque ella obviamente sabía algo que yo
no.
—En medio del pueblo, haremos un fuego. Encuéntranos allí —dijo.
—¿Ahora? —pregunté.
—Ahora —dijo, y había grava en su voz. Soplé un silbido. Un momento
después, Amund estaba a mi lado. Transmití la información que Allete le
había dicho a su padre y luego lo envié a buscar los que necesitábamos.
Tomando la mano de Allete, comencé a caminar en dirección al centro de la
aldea del clan.
—Parece que también te vendría bien un poco de descanso —le dije a
medida que caminaba a mi lado. Su rostro era hermoso pero desgastado.
—Dormir no sería desagradable —dijo, mirándome—. Dormí solo toda
mi vida, excepto la semana que estuvimos casados, pero, de repente, no puedo
dormir bien sin ti. Es muy inconveniente —bromeó. 196
Llevé su mano a mis labios. Presioné un beso en su palma.
—Yo tampoco duermo bien sin ti en mis brazos —admití.
—Entonces está decidido —dijo cuando se detuvo y me miró.
Se puso de puntillas y luego me dio un beso en los labios.
—Nunca volveremos a dormir separados.
Mis labios se estiraron en una sonrisa.
—Tengo la sensación de que cambiarás de opinión después de tener a
nuestro primer hijo.
Dio un paso atrás con un giro de sus ojos.
—Aún podemos dormir en la misma cama. Me aseguraré de ponerte un
cinturón de castidad antes de acostarte.
Riendo, eché la cabeza hacia atrás porque no era lo que esperaba que
dijera.
—Parece mucho más feliz ahora que has vuelto —dijo Myra cuando
llegamos al centro del pueblo. La anciana ya estaba arrastrando leña al círculo
para un fuego.
—Mujer, baja ese tronco —espeté mientras me apresuraba y tomaba la
rama que era casi tan grande como la bruja. La recogí y luego la arrojé a la
pila que ella ya había comenzado a construir.
Ella y Allete comenzaron a conversar, y pedí ayuda para recoger leña.
En un cuarto de hora, teníamos una pila de madera apilada hasta la cintura,
lista para quemar. Otros quince minutos más tarde, todos los convocados por
Allete habían llegado.
—Pídele al resto de los miembros del clan que continúen ayudando a la
gente del rey Albric a ubicarse y comiencen a organizar el espacio para los
otros tres clanes que vienen —le dije a Kjell, luego me volví hacia Allete—. Tú
y Myra parecen tener un plan, así que voy a seguirte.
Allete asintió, soltando mi mano y examinando al grupo que ahora
estaba reunido alrededor.
—Torben y yo hemos convocado esta reunión para discutir el plan de
batalla estratégico para nuestras fuerzas combinadas. Aquellos de ustedes que
no la conocen —le hizo un gesto a la bruja—, esta es Myra, una amiga y una
aliada. Es una bruja, pero no practica la magia oscura. Durante esta reunión,
usará un hechizo para impedir que cualquier otra persona escuche nuestros 197
planes. Existe la posibilidad de que el reino de Tara esté trabajando con una
bruja oscura. —Hizo una pausa, mirándome. Sin decir una palabra, se encogió
de hombros y guiñó un ojo, como si dijera que no sabía si eso era realmente
cierto.
Aparentemente, ella y Myra querían que quienquiera que pudiera estar
escuchando creyera que pensábamos que una bruja podría estar trabajando
con Cathal.
—Myra —continuó Allete—, avísanos si necesitas algo más.
Myra asintió, arrojó algo sobre la madera y luego murmuró algo en voz
baja. La madera se incendió. Se convirtió en una hoguera rugiente en cuestión
de segundos.
Todos dieron un paso atrás en conjunto mientras mirábamos, con los
ojos muy abiertos, el fuego. Se movía en un ritmo. Cuando miré a Myra, pude
ver sus labios moviéndose y escuchar un cántico murmurado. Me di cuenta de
que las llamas se movían a la par de su voz. El calor del fuego era intenso,
incluso cuando tiré de Allete un poco más lejos, aún se sentía extrañamente
caliente. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo Myra, pero me alegraba
que estuviera de nuestro lado.
La bruja asintió hacia mí. Supuse que esa era mi señal.
—Como la mayoría de ustedes saben, fui a visitar tres clanes que habían
sido atacados por el rey Cathal, al igual que lo había sido el clan Hakon. Estos
tres clanes acordaron aliarse con nosotros y el rey Albric para atacar el reino
de Tara. Deberían empezar a llegar pasado mañana. Tan pronto como estén
todos aquí, haremos nuestros últimos planes de batalla. Mi esperanza es que
no tome más de dos días de planificación y preparación antes de zarpar. Tara
es un viaje de cuatro días. Rezaremos a los dioses para que nos lleve tres o
menos.
Estaba a punto de terminar las cosas. No había muchos más detalles que
pudiera proporcionar en ese momento, al menos hasta que llegaran los otros
jarls. Entonces escuché a Allete jadear.
El fuego se elevó en el aire, a pesar de que el viento apenas soplaba. Fui
a alcanzar a mi novia para alejarla más, pero cuando tomé su mano y tiré, fue
como si estuviera intentando mover una piedra enorme. Ella no se movería.
Su cabeza estaba ligeramente inclinada hacia atrás y sus ojos estaban
muy abiertos. Pero me di cuenta de que no estaba viendo el fuego frente a ella.
El viento, que hasta entonces había sido flojo, aceleró su paso. El cabello de
Allete se agitó a su alrededor. Entonces comenzó a hablar. Su voz salió en un 198
tono amplificado que se podía escuchar sobre el fuego furioso y el viento
rugiente.
—Cinco cazadores se paran en una colina. Contemplan el valle de un
gran dragón que se alimenta de cualquiera a quien pone sus ojos. Ahora los
cazadores han puesto sus ojos en él. Lucharán contra el dragón y matará a
muchos, pero si se mantienen unidos, lo vencerán. Deben estar siempre
atentos porque hay dos serpientes que vendrán, como serpientes furtivas, a la
batalla.
»Se aprovechan de los desprevenidos y no les importa la vida de nadie.
Deben ser destruidos, o su legado vivirá y ellos volverán para perseguir a los
cinco cazadores. ¡Dense prisa! No retrasen su partida ni siquiera un día.
Apéguense a su curso. No giren a la izquierda ni a la derecha, sino sigan recto.
Tan repentinamente como se había levantado el viento, se calmó y el
fuego con él. La cabeza de Allete bajó y parpadeó varias veces. Sus ojos
estaban muy abiertos por la sorpresa, y pude ver un ligero temblor en su
cuerpo.
—La oráculo ha hablado —anunció Freya, y los de nuestro clan la
repitieron. Entonces todos inclinaron la cabeza ante Allete.
—Que sea como ha dicho la oráculo —dije—. Buscaremos hacer lo que
ella aconseja. Nos volveremos a reunir una vez que lleguen los otros clanes.
—Con eso, todos se dispersaron. Empecé a tirar de Allete en dirección a
nuestra cabaña. Cuando miré por encima del hombro, noté que Myra, Freya
y Albric nos pisaban los talones.
—¿Estás bien? —pregunté a Allete al tiempo que caminábamos.
—Sí —dijo—. Solo me siento un poco desorientada. Mientras les decía
toda la profecía, vi que mis propias palabras se cumplieron. Quiero decir, en
realidad vi la batalla. ¿Crees que tu mamá vio cosas así? ¿Crees que me vio? —
preguntó.
—Honestamente, no lo sé. Nunca entró en detalles de lo que veía. Ella
solo pronunciaba las palabras que le venían a la mente. Es posible que te haya
visto. No sé si las profecías suceden de la misma manera para cada oráculo —
admití. Ojalá pudiera ayudarla más. Ojalá supiera qué decir para que se
sintiera más cómoda con este nuevo regalo. Todo lo que podía hacer era ser
un hombro, brazos fuertes y un oído atento para ella.
—Esas cosas son más que suficientes —dijo, habiendo captado mis
pensamientos. 199
—No se sienten así, no cuando puedo sentir tu miedo.
Cuando entramos en nuestra choza, solo teníamos un minuto a solas
antes de que los demás se unieran a nosotros.
—¿Me prometes que estás bien? —pregunté de nuevo en tanto tomaba
su rostro entre mis manos.
Asintió.
—Fue mucho para asimilar, y no lo esperaba.
Hubo un golpe rápido, luego Thomas asomó la cabeza por la puerta.
—Siempre podemos contar contigo para el entretenimiento, prima —
dijo con una sonrisa. Luego su rostro se puso serio y entrecerró los ojos—. En
serio, sin embargo, ¿estás bien?
—Estoy bien, Thomas. Gracias por comprobarme. Ah, y no creas que
no me he dado cuenta de que te has perdido desde que llegaste tú y mi padre.
Guiñó un ojo.
—Y con el recordatorio de las mentiras que le dije a nuestro rey, seguiré
mi camino. —Se fue tan rápido como apareció.
—Es una molestia —dijo Allete con una sonrisa afectuosa.
—Un estorbo que ama mucho a sus primas —señalé.
No hubo tiempo para decir más cuando Freya, Myra y Albric entraron
a nuestra casa.
—Que nunca se diga que no eres bueno para el entretenimiento, Al —
dijo Freya en tanto tomaba uno de los asientos en la mesa pequeña.
Empujé suavemente a Allete hacia una de las sillas y luego le hice señas
a Myra para que también tomara una silla. Albric se apoyó con la espalda
contra la puerta ahora cerrada, mirando fijamente a su hija.
Allete le dedicó una débil sonrisa.
—Lo siento por eso.
Sacudió la cabeza.
—No te disculpes. Es bastante asombroso. Pero al igual que tu esposo,
me preocupa tu bienestar. ¿Estás bien?
—Lo estoy. Solo un poco más cansada ahora de lo que estaba antes de 200
todo eso.
—Entonces, hagamos esto rápido —dijo Myra—. Allete, has tenido tu
primera profecía. Creo que es particularmente importante que lo documentes.
—Miró fijamente a Allete y mi novia obviamente entendió lo que quería decir
Myra porque asintió—. No te vayas a dormir hasta que lo hayas documentado
para que esté fresco en tu mente.
—Está bien —concordó Allete.
—Mañana, podemos revisarlo más a fondo para asegurarnos de que no
nos hemos perdido nada pertinente —explicó Myra.
—Suena bien —dijo Allete.
La bruja se puso de pie y luego señaló a Freya:
—¿Acompañarías a una anciana? —preguntó. Sin esperar una
respuesta, hizo un gesto a Albric—. ¿Y acompañarás a dos mujeres vulnerables
y nos mantendrás a salvo?
Allete resopló.
—Vulnerable, mi trasero. Ustedes dos son tan vulnerables como un par
de serpientes rodeadas de ratones.
Albric se rio entre dientes y tomó la mano de Myra, colocándola en su
brazo mientras la ayudaba.
—Buenas noches, Allete, Torben —dijo el rey—Ambos necesitan
descansar un poco. —Él y Myra salieron de la cabaña con Freya pisándoles
los talones.
La escudera miró por encima del hombro y guiñó un ojo.
—Ustedes dos, asegúrese de intentar dormir un poco en algún
momento.
Sonriendo a la mujer que conocía de toda la vida, cerré la puerta antes
de que pudiera decir algo más para avergonzar a mi novia.
Cuando me enfrenté a Allete, ella estaba sacando una pluma y un
tintero de uno de los pequeños cajones de la cocina. Se sentó a la mesa con un
libro antiguo frente a ella. Vi que tenía una piedra preciosa verde incrustada
en el centro.
—¿Ese es el libro de mi madre? —pregunté.
Asintió. 201
—Lo siento, pero tengo que escribir lo que vi aquí.
—No te disculpes, princesa. Eres una oráculo. Tienes
responsabilidades. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? —pregunté.
—Una taza de té sería genial —dijo con una pequeña sonrisa.
—Creo que puedo encargarme de preparar un poco de té —le dije, luego
me puse a hacer exactamente eso en tanto ella abría el libro y pasaba a una
página en blanco. Mientras preparaba el té, mi mente se desplazó hacia Brant.
Me pregunté si ya había encontrado a Dayna. Si ambos estaban a salvo, junto
con el capitán Clay. En realidad, esperaba que lo estuvieran. No quería que
Allete tuviera que enfrentar la pérdida de su hermana, en cierto modo, por
segunda vez. Tampoco quería perder a mi amigo más confiable.
Dejé el té en la mesa al lado de Allete. Abrí mi boca, a punto de
preguntarle si había visto algo sobre ellos en la profecía, pero me detuve. Si lo
había hecho y era malo, no quería ponerla en una posición en la que tuviera
que compartir eso conmigo. Sería una carga suficiente para soportarla sola.
Inclinándome, presioné un beso en su frente.
—Voy a poner un poco de agua sobre el fuego para calentarte, así una
vez que hayas terminado, puedes tomar un baño de esponja. Y luego, mientras
terminas de escribir, voy a correr hasta el río y tomar un baño muy rápido y
frío.
—¿No quieres que tenga que congelarme? —dijo con una sonrisa
burlona.
—Voy a decir que sí a eso y no mencionar que tener a mi esposa
bañándose con esponja en nuestra casa no es mi motivación en absoluto. —
Esto la hizo reír, lo que ayudó a aliviar parte de la pesadez que había estado
sintiendo. Quería tomar sus cargas, pero sabía que no podía compartirlas todas
conmigo. Allete tendría que soportar algunos de ellas por su cuenta, sin
importar lo mucho que quisiera aliviarla de ellas.
Cada uno de nosotros tenía un propósito en esta vida. Tomar todas las
cargas de Allete sería quitarle parte de su propósito. No podía robarle su
destino. En cambio, sería su apoyo. Sería en quien podría apoyarse cuando la
carga se volviera demasiado para manejarla sola.
202
22
“Hoy tuve mi primera profecía. No quiero volver a hacer eso. Nunca. Muchísimas
gracias.”
~Diario de Allete Auvray
214
24
“Ir a la guerra no es algo que debe tomarse a la ligera. habrá vidas perdidas. Y yo
seré quien tomaré algunas de esas. También existe la posibilidad de perder mi
propia vida. No hay nada romántico, glorioso o recompensante en ir a la guerra.
Significa muerte. Lamentablemente, también es necesario.”
~Torben
Habían pasado dos días desde que regresé a casa de mi viaje para
parlamentar con los otros clanes. Me quedé en la playa, mirando los barcos
del último clan a medida que llegaban. El clan Akefor y el clan Bjornvik habían
llegado ayer. Esta mañana, el clan Brending fue visto en el horizonte. Las
costas del clan Hakon ahora estaban llenas de barcos de guerra, tantos que no
había lugar para que algunos de los barcos más grandes tocaran tierra y se 215
mantuvieron anclados en la bahía, los miembros de su clan fueron
transportados a la orilla en botes. El clan Brending tendría que dejar todos sus
barcos en el mar.
Tan pronto como llegaran, comenzaría el ajetreo y el bullicio de la
preparación de la batalla. Necesitábamos estar de vuelta en los barcos y
dirigirnos a Tara en dos días. Cuanto antes llegáramos allí, antes podríamos
terminar esto y seguir con nuestras vidas.
—Toma algunos botes para ayudar a transportar a sus guerreros a la
orilla. Quiero ponerme en marcha lo más rápido posible —les dije a Amund y
Rush, que acababan de subir para observar el progreso del clan que se
acercaba.
—No sé si lo escuchaste o no, pero el rey Albric tiene un mapa de Tara
y de los terrenos del castillo —dijo Rush.
—No lo había oído. Esas son buenas noticias. No tendremos que ir al
reino a ciegas. —Gracias a los dioses, Albric tenía una conexión previa con
Tara. Tener una idea de en lo que nos estamos metiendo nos ayudaría a saber
cómo distribuir a nuestros guerreros y qué tan lejos tendríamos que marchar
desde la costa hacia el reino para llegar al castillo—. Que todos sepan que
habrá una fiesta esta noche, luego una reunión —le dije a Amund—. Después
de eso, quiero que todos los jarls y el rey se reúnan en mi casa. Necesitamos
concretar nuestra estrategia.
—Las escuderas y los otros guerreros deberían regresar muy pronto de
su cacería. Con suerte, tuvieron una exitosa —dijo Amund.
—En efecto —respondí, la preocupación por Allete volviendo a mi
mente. Observé cómo se iban para hacer lo que les había ordenado. Esperaba
que la cacería también hubiera tenido éxito porque, de no ser así, habría
muchos hombres hambrientos y visitantes extranjeros durmiendo en nuestra
playa.
Cuatro horas después, el sol empezaba a ponerse y se habían encendido
varias hogueras. Sobre cada fuego había un pincho con un animal asado. Dos
de ellos tenían jabalíes gigantes. Un par de otros sostenían ciervos. Iba a haber
mucha carne para todos.
Grupos de hombres y mujeres se mezclaban. Me sorprendió lo bien que
todos parecían llevarse bien. Le había dejado claro a los miembros de mi clan
que seríamos hospitalarios y daríamos la bienvenida a nuestros aliados. Tal
vez ese sentimiento se había contagiado a los demás. O tal vez sus jarls habían
sido tan inflexibles en estar dispuestos a llevarse bien como yo. 216
Justo cuando Allete se acercó a mí, Kjell tocó una campana para cenar
para indicar que la comida estaba lista. Hubo fuertes vítores y la gente
comenzó a moverse hacia los fuegos donde se asaban los animales.
—Todos parecen estar pasando un buen rato —señaló Allete.
—Gracias a los dioses —dije—. No voy a mentir y decir que no me
preocupaba que pudiéramos tener algunas peleas que debían terminarse.
—Incluso si hay algunas, es comprensible. Tienes hombres, energía,
cerveza y enojo con alguien que los ha lastimado, todo envuelto. No sería
sorprendente si hubiera algunos exaltados que perdieran la cabeza en el grupo.
Mientras puedan golpearse y luego ser los mejores amigos, todo debería estar
bien.
—¿Los mejores amigos? —pregunté, mirando hacia abajo a su rostro
sonriente.
—O al menos cordiales el uno con el otro —corrigió.
Atrayendo a Allete a mi lado, presioné un beso en su sien.
—Estás bien. No será el fin del mundo si hay peleas.
—¿Quieres que te prepare un plato? —preguntó, señalando a los
animales.
—Puedo conseguir algo para mí —dije, no queriendo que ella me
sirviera.
Allete me empujó lejos con un sonido molesto.
—Ve a socializar con los jarls. Te traeré un plato de carne.
No tenía sentido discutir porque ella lo iba a hacer tanto si yo quería
como si no. Entonces, fui en busca de los jarls de los clanes. Los encontré
reunidos en el extremo más alejado del pueblo, a unas veinticinco yardas del
último fuego y animal.
—Torben —gritó Rafal, jarl del clan Akefor—. Estábamos hablando de
ti.
—¿Cómo va todo? —pregunté cuando tomé asiento en un tocón
vacío—. ¿Alguno de ustedes o sus hombres necesitan algo?
—La comida es excelente —dijo Hagen, jarl de Bjornvik—. Y tus
hombres y escuderas tuvieron la amabilidad de ayudarnos a todos a instalar 217
nuestras tiendas en la playa. Has hecho un trabajo excepcional haciéndonos
sentir bienvenidos.
Los otros jarls asintieron. Albric, que estaba sentado en el lado opuesto
del círculo de mí, me hizo una ligera inclinación de cabeza, como si dijera,
“bien hecho”. Le devolví la inclinación, luego centré mi atención en los jarls
una vez más.
—Me alegro de que todo sea de su agrado. Antes de hablarles a todos
como un todo, quería discutir nuestros planes para mañana. Si tienen
sugerencias, no duden en ofrecerlas.
»Mañana, nos encontraremos en los campos de entrenamiento.
Dividiremos a todos en grupos y los rotaremos. Algunos trabajarán en el
afilado de espadas y hachas. Algunos entrenarán, otros fabricarán flechas y
arcos de cuerda, y algunos se asegurarán de que tengamos trozos de tela para
vendar las heridas y licor para limpiar las heridas.
—Entonces, ¿cada grupo pasará una cierta cantidad de tiempo en cada
tarea? —preguntó Blaine, el jarl de Brending.
—Exactamente. Me imagino que esto ayudaría a aliviar el aburrimiento
y mantendría a todos en movimiento.
Hagen asintió.
—Creo que es una buena idea.
—¿Cómo se las arreglan para las provisiones? —pregunté—. ¿Están
abastecidos para el viaje de ida y vuelta?
Cada uno de ellos asintió.
—Para el viaje allí —dijo Rafal—. Si salimos victoriosos, podemos
tomar los suministros que necesitamos para el viaje de regreso. Si no ganamos,
entonces las disposiciones para el retorno no serán necesarias.
—Buen punto. Pero si deciden que podrían necesitar más, podemos ver
qué podemos hacer para ayudarlos. Después de que me dirija a todos, si
alguno de ustedes tiene algo que decir, no duden en hacerlo. Además, después,
me gustaría invitarlos a la casa mía y de Allete para repasar nuestra estrategia
de ataque. —En ese momento, Allete se acercó. Me di cuenta de que todos los
ojos de los hombres se movían hacia ella, luego casi me reí cuando sus bocas
se abrieron cuando ella me entregó un plato y una bebida.
—No creo que todos ustedes hayan tenido la oportunidad de conocer a
mi novia —dije, jalándola para que se parara a mi lado. Mientras ella
permanecía de pie y yo sentado, teníamos casi la misma altura—. Esta es 218
Allete Auvray —dije.
—Es un honor conocerlos —dijo Allete al tiempo que hacía una
pequeña reverencia—. El clan Hakon está agradecido de que cada uno esté
dispuesto a unirse a nosotros en esta batalla.
Cada uno de los jarls se puso de pie, luego apretaron los puños sobre sus
corazones y se inclinaron ante ella.
—Es un honor conocerte, Allete —dijo Blaine. Rafal y Hagen dijeron
lo mismo.
Allete se excusó y comí la comida que me había dado en tanto
escuchaba a los otros jarls hablar sobre sus experiencias con Cathal. Por
mucho que odiara que habían soportado el ataque del rey de Tara, me alegré
de que nos diera un enemigo común y una razón para unirnos. Cathal habría
sido un problema eventualmente porque estaba demasiado hambriento de
poder. No se sabía cuánto más daño podría haber causado en el futuro. Ser
atacado era algo horrible, pero podría haber evitado que sucediera algo mucho
peor porque estábamos eliminando el problema ahora en lugar de más tarde.
Después de comer y hablar, me adelanté y llamé a todos al centro del
pueblo. Expliqué todo lo que le había dicho a los otros jarls del clan. Hubo
vítores y aullidos de lobos mientras hablábamos sobre la preparación para la
batalla. Aunque todos éramos de diferentes clanes, estábamos unidos en
nuestra misión.
Allete
—¿Freya dijo que pediste verme? —pregunté a medida que entraba en
la cabaña de las escuderas donde todas dormían—. ¿Conseguiste algo para
comer?
—Sí, sí, niña —dijo Myra, señalándome como si comer no fuera
importante en absoluto—. Tengo noticias más importantes además de la
comida.
Frunciendo el ceño, estudié la mesa donde estaba sentada. Tenía un
219
cuenco frente a ella lleno de piedras de adivinación. Al lado había una mesa
con cartas de tarot.
—¿Qué estás haciendo?
—Intentando asegurarme de que todas las piezas estarán en el tablero
de ajedrez cuando lleguemos a Tara —respondió.
Tomé el asiento vacío al otro lado de la mesa mientras preguntaba:
—¿Y? ¿Qué has aprendido?
—Evelyn y Gisele están juntas y llegan a Tara con Calder como su títere
—contestó.
—¿Cómo sabes esto?
—Lo vi en la mente de tu hermana —respondió—. Ella, Brant y el
capitán Clay están en un bote, rumbo a Tara mientras hablamos.
—¿Cómo entraste en la mente de Dayna? ¿Está viva? Quiero decir, sabía
que lo estaba, pero tenía que verificarlo… —Sentí que las palabras se atascaban
en mi garganta cuando me di cuenta de lo que Myra estaba diciendo. Mi
hermana estaba viva y se dirigía a Tara.
—Está increíblemente abierta a la influencia mágica, lo que me dice que
Gisele le hizo algo. Sea lo que sea, me permitió vincularme fácilmente con ella
cuando la buscaba.
—¿Se dio cuenta de que estabas en su mente?
Myra se rio entre dientes.
—Pensó que algo estaba pasando cuando soñó conmigo, al menos eso
es lo que ella cree que era: un sueño.
Miré fijamente a Myra. Mi hermana estaba viva. Una cosa era creerlo
en mi corazón y otra muy distinta estar segura.
—Gracias, Myra —dije—. No me di cuenta de lo mucho que necesitaba
escuchar eso.
En mi camino de regreso a nuestra cabaña, me detuvo una docena de
personas de los otros clanes. Dijeron gracias por la comida y querían saber
cómo fue para mí pasar de ser una princesa inglesa a la novia de un jarl
vikingo. Todos fueron amables y tal vez un poco borrachos por la ingestión de
cerveza.
Abrí la puerta de nuestra casa para encontrar a Torben, mi padre, y los
otros jarls enfrascados en una discusión. Había un mapa extendido sobre la
mesa y se inclinaban sobre él. Los ojos de Torben se encontraron con los míos.
220
No estaba segura de lo que vio, pero fue lo suficientemente alarmante
que se disculpó y tomó mi mano para llevarme afuera.
—¿Estás bien? —preguntó—. Estás pálida.
—Acabo de hablar con Myra —dije—. Hizo sus cosas mágicas y sabe
con certeza que Dayna está viva, Torben. Está viva. —Podía sentir mi cuerpo
temblar—. Dijo que Dayna, Brant y Clay están todos en un bote camino a
Tara ahora.
—Eso significa que Gisele también está en camino —dijo.
Asentí.
—Y Calder y su clan.
—Será bueno para él estar allí. Necesita ver que su hermano se ha ido,
que no somos un clan que se quedará de brazos cruzados y será pisoteado. —
Atrayéndome a sus brazos, presionó un beso en mi cabello—. Me alegro de
que hayas tenido noticias de tu hermana. Sé que tiene que ser un alivio.
Asentí.
—Sabía que estaba viva aquí. —Presioné una mano contra mi
corazón—. Pero saberlo en mi mente, con certeza, me hace sentir mucho
mejor.
—Ya casi terminamos —dijo cuando me soltó—. Solo unas pocas cosas
más para resolver, luego tendremos nuestra casa para nosotros solos.
—¿Hay algo que pueda traerles a todos? —pregunté—. ¿Bebidas?
—Ya has hecho suficiente, hermosa. Solo siéntate junto al fuego y
descansa. Nos daremos prisa para que puedas meterte en la cama.
—Torben, no te apresures por mi culpa. Haz lo que necesitas hacer.
Puedo descansar junto al fuego —dije, luego lo seguí adentro.
Mi padre dejó su lugar en la mesa para venir a mí. Me envolvió en un
abrazo.
—¿Estás bien?
—Sí, padre. Gracias. Hablé con Myra y me aseguró que Dayna está viva
y de camino a Tara.
Dejó escapar un suspiro de alivio.
—Esas son buenas noticias.
—Dayna es una sobreviviente —dije—. De las tres de tus hijas, ella es 221
de la que nunca deberías tener que preocuparte.
—Allete, también eres una sobreviviente. Eres tan fuerte como Dayna.
Lizzie es fuerte a su manera, diferente a ti y a Dayna, pero sigue siendo fuerte.
Estoy inmensamente orgulloso de tener a cada una de ustedes como mis hijas
—dijo—. Lamento haberte puesto en tal terrible posición con Cathal. Nunca
deberías haber tenido que soportar su abuso sin importar la forma. De verdad,
Allete, lo siento.
Negué con la cabeza.
—No te culpo, padre. Sé las decisiones difíciles que debes tomar.
Entiendo que no puedes solo pensar en el bienestar de tu familia. Eres un rey.
Tienes a toda una nación buscándote para el liderazgo.
—Cuál es la razón por la que nunca debería haber organizado el
matrimonio arreglado —argumentó—. ¿Qué tipo de ejemplo estableció eso?
—Que a veces hay que hacer sacrificios para garantizar la seguridad de
todos los demás —dije.
Mi padre negó con la cabeza.
—Ya no parece tan simple.
—Es así de simple, pero no significa que sea fácil. Sé que las decisiones
que has tomado a lo largo de los años rara vez lo han sido, pero no te culpo.
Nadie puede culparte hasta que haya estado en tu lugar y haya luchado con
las preocupaciones de peso de administrar un reino.
—Gracias, Allete. Eres una mujer sabia, y el clan Hakon está muy
bendecido de tenerte como su reina —dijo.
—Solo soy lo que tú y mi madre me enseñaron a ser.
Besó mi frente, luego volvió a la mesa donde los otros hombres
examinaban el mapa de Tara. Tomé asiento en la mecedora junto a la
chimenea. Torben había hecho un buen fuego. El resplandor iluminaba la
habitación, sumándose a la luz de las linternas. Las sombras de las llamas
bailaban sobre las paredes, y las observé como si estuviera viendo bailar a la
gente en una reunión. En mi mente, podía escuchar música y las voces
parlanchinas de las personas mientras hablaban y reían. Esa parte de mi vida,
asistir a la corte y bailar en los bailes, se había ido. Descubrí que no lo echaba
de menos. Mi vida ahora bailaba con espadas en lugar de pretendientes. Ya no
era la princesa mayor de Inglaterra: era la esposa y reina de Torben, jarl del
clan Hakon. 222
Mis labios se curvaron a medida que pensaba en todas las veces que
soñé con emprender grandes aventuras. No sabía que mi vida terminaría
siendo una gran aventura. ¿Había peligro? Sí. Pero el peligro era mejor que el
aburrimiento cualquier día. No podía esperar a que Dayna fuera parte de esta
vida, y no tenía dudas de que vendría a vivir conmigo a Ravenscar cuando
todo estuviera dicho y hecho. No podía esperar a que Freya y Babs recibieran
una dosis de Dayna. El pensamiento hizo que una risa brotara de mí.
Rápidamente presioné mi mano en mis labios como si eso pudiera detener el
sonido. Miré a la mesa, pero ninguno de los hombres me prestó atención.
Sí, iba a ser divertido ver al clan Hakon familiarizarse con Dayna
Auvray. Las cosas nunca serían aburridas con ella alrededor.
—¿Allete?
La voz de Torben me sacó de mis cavilaciones.
—¿Te importaría repetir la profecía de ayer? —preguntó.
—Por supuesto —dije. Me puse de pie, luego me acerqué a la mesa.
Estaba preocupada, podría no recordarlo todo, y no quería tener que sacar mi
libro y leerlo. Cerrando los ojos, me concentré en pensar exactamente en lo
que quería saber. No estaba segura en qué punto comencé a hablar. Pero un
minuto, estaba pensando. A continuación, estaba repitiendo cada palabra que
había hablado la noche anterior.
Cuando terminé, los tres jarls me miraban con la boca abierta.
Parpadearon, se miraron entre mí y a Torben, luego de vuelta a mí otra vez.
—¿Qué? —pregunté, confundida en cuanto a por qué me estaban
boquiabiertos ante mí como si me hubiera crecido dos cabezas. Nadie
respondió—. Se dan cuenta de que el dragón es simbólico, ¿verdad? —
pregunté. Estaba empezando a preguntarme si pensaban que en realidad
estábamos yendo contra el ser mítico y no un rey malvado.
—Por supuesto.
—Sí.
—Obviamente.
Los tres jarls hablaron al mismo tiempo, pareciendo un poco tímidos.
Casi puse los ojos en blanco, pero me detuve. Habían pensado que estaba
hablando de un dragón real.
Después de eso, continuaron discutiendo nuestro plan de ataque. 223
Pronto me sentí cansada de estrategias de combate deliberantes. Finalmente,
un par de horas después, los jarls y Torben se despidieron. Torben y yo nos
curvamos en la cama juntos, y presioné un beso en su pecho.
—Todo salió bien hoy —dije.
Corrió su mano por mi espalda mientras asentía.
—Lo hizo.
—¿Estás bien?
—Solo estaba pensando en lo que me dijiste antes, sobre Brant, Dayna,
y Clay dirigiéndose a Tara. Me pregunto cómo Brant está manejando todo —
dijo.
—Me imagino que mi hermana está haciendo todo en su poder para
volverlo loco —dije con cariño—. Si nada más, ella lo mantendrá distraído.
—Él va en serio cuando se trata de ella —dijo—. ¿Te das cuenta de eso?
—Lo descubrí cuando fue tras ella sin decirle a nadie lo que estaba
haciendo.
—Simplemente no quiero que te sorprenda cuando lleguen a casa y él
exija casarse con ella.
No pude evitar reír.
—Pagaría para ver la respuesta de Dayna cuando Brant exija algo de
ella, incluido el matrimonio.
—¿Se negaría? —preguntó Torben.
—No lo creo, pero no porque lo exigió. Es porque ella está tan loca por
él como él lo está por ella. Dayna necesita un hombre fuerte. Brant será bueno
para ella —dije—. Esperemos que ambos contengan sus lenguas, así no se
mueren por ser molestos.
Torben se rio entre dientes.
—Si Brant fuera asesinado fuera de la batalla, definitivamente sería por
ser molesto.
—Entonces son perfectos el uno para el otro y para todos los demás.
Pueden molestarse el uno al otro a muerte, lo que nos salvará al resto de
nosotros. —Me quedé dormida esa noche pensando en el futuro que realmente
esperaba que hubiera pasado. Quería ver a mi hermana casada con Brant.
Quería ver su entrenamiento para ser una escudera. Quería verla ser una tía y
una madre. Quería mucho, pero sabía que querer no era suficiente. Tendría 224
que luchar para hacer realidad nuestro futuro. Y trabajaría hasta mi último
aliento para ver que eso pasara.
25
“Si nunca he mencionado lo tanto que me desagrada estar en un barco por días,
perdóname. Es justo que debes saber lo más posible de mí. ¿Por qué? Porque me da
la oportunidad de quejarme del hecho de que odio navegar en un barco durante
días. ¿Mencioné eso? No puedo recordarlo.”
~Dayna Auvray
—Freya, no puedes hacer que las mujeres de los otros clanes entrenen
contigo —grité mientras me apresuraba hacia la escudera. Aparentemente, la
mujer estaba en una misión épica para armar a todas las personas capaces de
dar a luz. Según Freya: «si puedes sacar a un niño de tu cuerpo y traerlo a este
mundo, entonces puedes apuñalar a un hombre y matar a uno».
—Con el debido respeto, Al, tú haz lo tuyo y yo haré lo mío —dijo.
Obstinadamente, continuó intentando forzar una espada corta en las manos
de una mujer que parecía querer que la tierra se abriera y se la tragara. 232
—Con el debido respeto, Freya, pero mi trabajo es asegurarme de que
hagas tu trabajo sin aterrorizar a personas inocentes.
Se burló.
—Soy vikinga. Aterrorizar a la gente es literalmente lo que hacemos.
Me reí. Aunque solo conocía a Freya por un breve tiempo, ya podía
decir que no era del tipo de las que son crueles solo por el hecho de ser cruel.
Podía fingir todo lo que quisiera, pero Freya tenía un corazón tierno.
Me dirigí a la mujer frente a Freya.
—¿Alguna vez has usado una espada antes? —pregunté.
Negó con la cabeza, demasiado petrificada para siquiera hablar.
Fruncí mis labios hacia Freya.
—Probablemente terminaría cortándose su propio pie antes de dañar al
enemigo.
—Puf —se quejó—. Creo que no te he dicho cuánto detesto la lógica.
—Todo el mundo tiene un papel —dije—. Y cada rol es tan importante
como el otro. Necesitamos que la gente se quede aquí para que todo funcione
sin problemas hasta que volvamos. Anima a las personas a hacer lo que mejor
se les da.
La escudera suspiró.
—Y es por eso que tu papel es el de reina.
Los ojos de la otra mujer se abrieron de par en par e hizo una reverencia.
Negué con la cabeza.
—Nada de eso —dije suavemente—. No soy más merecedora de una
reverencia que la siguiente mujer.
Freya le sonrió a la mujer.
—Es de armas tomar.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunté cuando asintió hacia Freya y sonrió.
—Soy Lanith —dijo en voz baja.
Freya gimió.
—Ni siquiera matas bichos, ¿verdad? No hay forma de que mates nada
con una voz tan pequeña como esa. Está bien, está bien, no debes tener una 233
espada.
Lanith pareció tan aliviada que casi me rio, pero no quería que pensara
que me estaba burlando de ella, así que me contuve.
—Gracias, Lanith. Encantada de conocerte. Si hay algo que necesites,
por favor házmelo saber.
Asintió y volvió a hacer una reverencia. Después de lo cual, sus ojos se
abrieron como platos y murmuró una disculpa antes de salir corriendo.
Freya se rio entre dientes.
—Parecía como si pensara que ibas a usar esta espada en ella por
inclinarse de nuevo.
Señalé con el dedo, dándole mi expresión más severa.
—Deja de aterrorizar a las mujeres que no pelean.
—Se sentirían mejor consigo mismas si supieran cómo manejar una
espada, eso es todo lo que digo.
—¿Cómo sabes que ya no se sienten bien consigo mismas? —pregunté.
—Porque ninguna mujer respetable puede sentirse bien si no puede
defenderse a sí misma y… —prolongó la palabra—, no deberían ser felices con
solo sentirse bien consigo mismas. Necesitan saber lo rudas que son. Hasta que
no te sientas así contigo misma, no habrás alcanzado todo tu potencial.
—¿Por qué Freya está discutiendo los complejos de inferioridad de las
mujeres? —preguntó Torben. Estaba cubierto de sudor, lo que significaba que
debía haber estado en el área de entrenamiento haciendo ejercicio.
Freya apoyó las manos en las caderas, una de las cuales aún sostenía la
espada, y miró a Torben.
—Lo estoy discutiendo porque es algo que debe abordarse.
—Tal vez —dijo Torben—. Pero no justo antes de que estemos a punto
de ir a la guerra con un loco diabólico.
—¿Y si no fuera un loco diabólico y fuéramos a la guerra con él? —
preguntó—. Entonces, ¿podría hacerlo?
Torben me miró.
—¿Ves con lo que he tenido que lidiar por mi cuenta? 234
Freya puso los ojos en blanco.
—No creas que tu reina simpatizará contigo. Es una mujer, su primera
lealtad es hacia su sexo.
Torben parecía como si quisiera reírse, pero la mirada de Freya dejó en
claro que podría apuñalarlo con la espada que sostenía. Lo mantuvo en
silencio.
—Está bien, creo que ya es suficiente. Freya, tú y yo nos aseguraremos
de que cualquier mujer que pueda y quiera luchar tenga lo que necesita. —
Levanté un dedo para que dejara de hablar—. Eso no incluye forzar una
espada o un hacha en las manos de cada persona con senos.
—Bien, pero la próxima vez que reclutemos a otros clanes, solo vamos
por los que tienen mujeres que no tienen miedo de su propia sombra —resopló.
Me puse de puntillas y le di un beso en la mejilla a Torben.
—Voy a encargarme de eso —dije, señalando a Freya—. ¿Cómo van las
cosas con los hombres?
—Bueno, no están intentando dar espadas a los granjeros, así que diría
que un poco mejor que contigo.
—Refriégalo, ¿por qué no lo haces? —gruñí juguetonamente. Freya se
inquietó, mirando mal a Torben—. Será mejor que la aleje de ti. Se ve con
ganas de apuñalar. —Tomé su mano vacía para alejarla de su jarl—. Vamos,
mujer guerrera. Tenemos mucho que hacer antes de que llegue el momento de
empezar a cargar los barcos.
Pasé la mayor parte del día asegurándome de que todos bebieran mucha
agua, comieran y que Freya no aterrorizara a más mujeres. Cuando finalmente
llegó la noche, estaba exhausta.
Acabábamos de terminar la cena cuando Torben pidió que todos se
reunieran en la playa. Una gran hoguera rugía y la anticipación de la batalla
corría por todo el grupo, haciendo que todos se sintieran un poco mareados.
—Cuando era niño, mi madre me dijo que no existían las “personas
buenas” —comenzó Torben cuando todos se callaron y le prestaron
atención—. Dijo que todos tenían la capacidad para el bien y la capacidad para
el mal. Que hay momentos en que somos buenos y momentos en que somos
malos. La pregunta que me planteó cuando era niño cuando me explicó esto
fue “¿qué tipo de persona quiero ser la mayoría de las veces?” Porque nuestras
elecciones y las acciones que resultan de esas elecciones definen quiénes somos 235
y en quiénes nos convertiremos. Pero aprendí algo más en el camino. No son
solo nuestras elecciones las que nos definen, sino las motivaciones detrás de
esas elecciones.
»Mañana partiremos hacia Tara. Cuando lleguemos, tomaremos vidas.
Algunas de nuestras vidas también serán arrebatadas. Quitar una vida nunca
debe ser algo fácil de hacer, ya sea dentro de la guerra de niebla o no. Las vidas
que tomamos no son sacadas de un deseo de volverse más poderoso. Son
restitución por las vidas arrebatadas a nuestros clanes y el daño que nos causó
el rey Cathal. Examinen sus corazones y la razón por la que se unen a nosotros
en esta batalla. Mantengan su propia conciencia limpia y asegúrense de
hacerlo por la razón correcta. Ahora, cederé la palabra a mi esposa, nuestra
oráculo y reina del clan Hakon. —Se hizo a un lado y yo avancé.
Había mencionado que quería que me dirigiera a todos. No voy a
mentir, al principio, quise negarme. Pero luego recordé todas las veces que mi
madre se dirigió al reino junto con mi padre. Un frente unido daba fuerza y
seguridad a la gente, y quería que el clan supiera que apoyaba las decisiones
de Torben.
Mientras echaba un vistazo a las caras que me miraban, vi muchas cosas
diferentes. Algunos me suplicaban que les asegurara que saldríamos
victoriosos. Otros me preguntaban si tenía la fuerza para pararme al lado de
un hombre tan formidable como mi esposo. Y otros se llenaron de lágrimas
por los que ya habían perdido a manos de Cathal y sus hombres. Mi corazón
estaba con ellos. Deseaba poder decirles que sabía sin lugar a duda que
saldríamos victoriosos, pero solo los dioses conocían el destino de nuestros
clanes. Incluso con mi profecía, una variable desconocida podría cambiar lo
que había visto. No les mentiría sin importar cuánto quisiera tranquilizarlos.
Tomé una respiración profunda y la dejé escapar lentamente antes de
comenzar a hablar.
—La guerra nunca es fácil. Incluso a mi corta edad, he visto la
devastación que causa. Desafortunadamente, la diplomacia no siempre
funciona. Hay quienes en el mundo solo saben comunicarse con violencia.
Toman lo que quieren sin pensar en cómo afectará a los demás. El poder es su
objetivo final, y no les importa a quién aplastan en su camino hacia la cima.
»Lo único que detendrá a ese tipo de tiranos son las personas que están
dispuestas a hacer sacrificios. Algunos de ustedes saben incluso mejor que yo
que nada en la vida es fácil. Nada se nos entrega simplemente. Incluso el aire
que respiramos tiene un precio porque la libertad no es gratis. La libertad de
hombres como Cathal tiene el precio de sangre, vidas, dolor y pérdidas. Esta 236
no será la única batalla que enfrentaremos. Esta es simplemente una de las
muchas que vendrán en nuestra vida. —Me concentré en las escuderas
reunidas a mi extrema derecha. Freya asintió, su mirada feroz ardiendo en la
mía. Me dio un ligero asentimiento, y se sintió bien saber que tenía su apoyo.
Entonces, para mi sorpresa, las escuderas inclinaron la cabeza como una sola.
Sentí lágrimas en mis ojos mientras su aceptación llenaba mi corazón.
»Solo he sido parte del clan Hakon por un breve tiempo, pero puedo
decirles que lo que he visto y experimentado con ustedes me enorgullece de
ser miembro de este clan. Me siento honrada de estar junto a todos ustedes en
la batalla. Como ha dicho nuestro jarl, hagamos esto por las razones correctas.
No nos rebajaremos al nivel de Cathal. No dejaremos que la codicia o el ansia
de poder sean lo que nos motive. Nos mantendremos del lado del bien sin
importar el costo.
—¿Están con nosotros? —rugió Torben.
—¡Estamos con ustedes! —Puños, armas y gritos se alzaron en el aire
mientras los clanes ante nosotros gritaban su acuerdo. Las escuderas
comenzaron a golpear sus escudos con las empuñaduras de sus espadas a un
fuerte ritmo. Pronto, todos aplaudieron o golpearon un arma al ritmo. Era una
canción de guerra, un grito de guerra y una promesa a nuestros enemigos de
que íbamos a por ellos. No soportaríamos la injusticia que había sido traída a
nuestras costas. No permitiríamos que sus acciones quedaran sin respuesta.
El canto de nuestra gente se prolongó hasta bien entrada la noche hasta
que finalmente el silencio se apoderó del pueblo y la playa donde dormían los
demás clanes. Pero cuando todo finalmente se calmó y Torben y yo estábamos
solos en nuestra cama, elevé una oración a los dioses.
—Seamos victoriosos. Dejen que nuestra victoria sirva como un
mensaje a cualquiera que busque levantarse y atacar a los más débiles que
ellos, de que no nos iremos en silencio en la noche. Dennos fuerza. Dennos
sabiduría. Dennos corazones puros para que no seamos corrompidos por el
mundo que nos rodea que tan fácilmente se enreda. Además, dennos la
capacidad de perdonar a aquellos que buscan ser diferentes de sus elecciones
pasadas.
No dormí mucho esa noche. Mi mente estaba demasiado preocupada,
no solo por mi clan, sino también por mi hermana. Sin mencionar que temía
el viaje por mar. Yo no estaba hecha para estar en un barco. Imaginé que
Dayna también se sentía bastante miserable.
—Duerme, amor mío —ordenó Torben cuando me moví por centésima 237
vez. Me acercó más a su cuerpo hasta que, finalmente, los latidos de su
corazón me arrullaron en un sueño profundo.
27
“Me pregunto cómo un niño puede crecer para ser alguien como Cathal. ¿Su
madre o niñera lo dejó caer de cabeza? ¿Fue privado de afecto y amor hasta que de
repente odió a todo y a todos? ¿O fue uno de sus padres un engendro del infierno,
disfrazado como humano para engañar a su amante para que durmiera con ellos?
Sea lo que sea que lo causó, espero no provocar de alguna manera que mi hijo se
convierta en un desperdicio de espacio tan asqueroso.”
~Dayna Auvray
Jadeaba como una gata en celo cuando llegamos a las puertas del
castillo. Estaban abiertas de par en par, lo que parecía una mala señal. 261
Nada salió de dentro. Al oír que alguien venía detrás de mí, me di la
vuelta. Me relajé cuando vi al resto de las escuderas, evaluándolas
rápidamente para asegurarme de que todas estaban presentes e ilesas. Estaba
lista para curar cualquier herida que pudieran haber sufrido. Inicialmente, no
vi ninguna herida que amenazara la vida, solo algunos cortes y raspaduras.
Pero entonces Taina salió de detrás de su hermana. Me di cuenta por su cara
que tenía un dolor inmenso. Se sostenía la parte superior del brazo. La magia
dentro de mí prácticamente saltó sobre ella en un esfuerzo por arreglar el corte.
Un río rojo salía de debajo de la mano de Taina y bajaba por su brazo. No
podía ver qué tan ancha o profunda era la herida, pero Taina no estaría
haciendo una mueca tan mala por un simple rasguño.
—Siéntate, déjame ver.
—No —respondió ella mientras retrocedía un paso—. No es nada. No
tenemos tiempo que perder.
—Taina, no seas tonta.
—Es una tontería perder el tiempo aquí mientras la batalla continúa,
princesa. Puedes atenderla después. Ahora, luchamos. Los miembros de
nuestro clan nos necesitan.
—Es posible que no logres pasar la batalla si no arreglo ese brazo.
—Y otros miembros del clan podrían morir si lo haces. No es solo el
tiempo perdido. Es posible que necesitemos tu poder más tarde. Será mejor
que no lo desperdicies conmigo —dijo.
—Maldita sea, Taina — prácticamente grité—. No voy…
—Ella tiene razón. —Una voz aguda desde las sombras de la puerta del
castillo me interrumpió. Myra salió—. Debemos darnos prisa, y es posible que
necesite tu ayuda para derrotar a Gisele y Evelyn. El brazo tendrá que esperar.
—Pensé que estabas en la playa —dije, frunciendo el ceño.
—Lo estaba. Pero no es donde están Gisele y Evelyn —dijo—. Están
aquí. —Señaló el largo corredor del castillo.
—Estaré bien, Allete —aseguró Taina. Como para probar su punto, se
agachó y prácticamente me puso de pie—. Vamos.
—¿Cómo sabes que Gisele está aquí? —preguntó Freya a Myra.
—Puedo sentir la maldad de mi hermana. —Myra frunció los labios con
disgusto, buscando algo que yo no podía ver—. Su contaminación hace que
este lugar apeste. —Había una mirada salvaje y lejana en los ojos de la anciana 262
que nunca había visto antes, y me sacudió hasta la médula. Empezó a hablar
consigo misma, murmurando acerca de haber tratado de proteger a su
hermana durante tanto tiempo.
—Myra. —Hablé bruscamente. Su enfoque pareció volver.
—¿Qué, niña? —preguntó.
—¿Cómo podemos ayudar? —pregunté suavemente. Sabía que
dondequiera que estuviera Gisele, tenía que encontrar a Dayna.
—Intenta mantener el ritmo —dijo, y luego comenzó a correr por el
pasillo de piedra. No podía creer lo rápido que se movía. Por lo general, estaba
tan rígida por la edad, pero ahora se movía como una niña ágil.
—¿Qué demonios? —espetó Freya—. Babs, Astrid. Ustedes dos,
sígannos. —Señaló a las otras escuderas—. El resto de ustedes asegúrense de
que no nos sigan.
—Pensé que era vieja —dijo Babs entre jadeos mientras corríamos.
—Lo es —aseguré.
—Entonces, ¿cómo nos está dejando atrás? —preguntó Freya.
—¿Setas mágicas? —cuestioné.
Corrimos detrás de Myra, siguiendo los giros y vueltas del castillo y
bajamos las escaleras. Supuse que nos dirigíamos a la mazmorra.
Nos detuvimos repentinamente en el fondo, que terminaba con una
puerta de acero cerrada. Myra colocó sus manos contra la puerta, cantando en
voz baja.
—Ahora, ¿qué está haciendo? —preguntó Babs.
—Intentando encontrar una manera de abrirla, me imagino —dije. Vi
las manos de la bruja comenzar a brillar. Myra comenzó a cantar más fuerte,
pero después de un minuto me di cuenta de que no solo Myra estaba cantando.
Había otras dos voces cantando al otro lado de la puerta.
—¿Myra? —pregunté—. ¿Qué es eso?
Myra agarró mi mano y la colocó en la puerta, su voz nunca vaciló. No
podía entender lo que estaba diciendo porque hablaba un idioma que nunca
había escuchado. Podía sentir algo dentro de mí tirando, la misma sensación
que sentía cuando sanaba a alguien. Me concentré en el poder tirando dentro
de mí, luego empujé mi magia para tratar de hacer que la puerta se abriera. No
tenía idea si podía ayudar a Myra, pero ella parecía creerlo, o tal vez 263
simplemente me puso la mano en la puerta para que me callara.
Cerré mis ojos. Imaginé que la puerta se abría con tanta fuerza que ni
siquiera se mantenía en sus bisagras. En mi mente, vi la habitación oscura más
allá y la luz de las antorchas en las paredes.
Poder en el interior, levántate, ven, no te escondas.
Lleva tu energía a este lugar, abre este espacio bloqueado.
Magia, haz lo peor que puedas.
Las palabras llenaron mi mente. Continué enfocándome en lo que
quería, y las palabras continuaron viniendo.
Abre las puertas de par en par, deja ir lo que se ha guardado adentro.
Esta es mi orden, poder fluyendo por mi brazo y saliendo de mi mano.
¡Abre esta puerta! ¡Abre esta puerta! ¡Abre esta puerta, YO EXIGO!
Hubo un sonido silencioso y el viento comenzó a soplar en el pequeño
espacio. Sentí que la suciedad y el polvo comenzaban a arremolinarse a mi
alrededor. Mi cabello voló en todas direcciones. Entonces, el viento pareció
fusionarse detrás de mí, atrayendo energía hacia sí mismo. Pasó volando y me
atravesó de atrás hacia adelante. Aunque podía sentir su poder, no amenazó
con derribarme o desequilibrarme. Hubo un fuerte golpe cuando el aire
condensado golpeó la puerta. Con un fuerte crujido y una lluvia de astillas, la
puerta de roble voló hacia adentro y se estrelló contra la pared opuesta. Mi
boca se abrió. No tenía idea de cómo lo había hecho, pero la magia dentro de
mí aparentemente era mucho más fuerte de lo que había pensado
originalmente. Pero no tuve tiempo de procesar esta información. Casi de
inmediato, escuché a Myra gritar a mi lado.
—¡Fuego!
Los candelabros en las paredes repentinamente estallaron en llamas,
arrojando luz sobre la oscura mazmorra. Parpadeé para adaptarme al brillo
repentino, luego vi celdas con barrotes de hierro alineadas a ambos lados de
las paredes. Había una pasarela de tres metros de ancho que recorría la
longitud de la mazmorra. Olía mal, húmedo y mohoso. El aire viciado hizo
que me ahogara y tosiera.
—¿Hola? —gritó Freya.
Contuve la respiración mientras esperaba una respuesta. Sentí como si
hubieran pasado diez años de mi vida antes de que alguien respondiera.
264
—Si no estás aquí para rescatarnos, al menos llévate a las brujas contigo.
—Era Dayna, su voz alta y clara.
Corrí hacia adelante.
—Dayna —grité, sin hacer caso del peligro.
Esa era mi hermanita pudriéndose en la mazmorra de Cathal. Iba a
matarlo si Torben no se me adelantaba.
—Allete —gritó Dayna.
Casi me rio por el sonido de su voz. Parecía exasperada, como si me
hubiera estado esperando. Entonces recordé a Myra contándome sobre el
sueño en el que había podido acercarse a Dayna. Tal vez lo había hecho.
Me detuve patinando frente a ella. Dayna estaba de pie en una celda,
con las manos alrededor de los barrotes. Vestía una túnica de lino y pantalón.
Levanté mis cejas.
—Me encanta tu elección de prendas, hermana.
—No me mires así. Es lo único que Cathal nos daría para usar —dijo.
—Se vería bien en un saco de arpillera —dijo una voz ronca desde la
celda adyacente. Vi a Brant sonriéndome. Más allá de él estaba Clay.
—Clay. Brant. —Asentí antes de preguntarle a mi hermana—: ¿Estás
bien? Sé que es una pregunta tonta, pero no sé qué más preguntar.
—De hecho, estoy mejor que hace unos días.
—Estás encerrada en un calabozo —señalé.
—Sí. Pero no voy a arrastrándome por el suelo, declarándole al mundo
que era la mejor amiga de una rata y haciendo todo lo que esa maldita bruja
me dijo que hiciera, todo el tiempo con una sonrisa espeluznante en mi rostro,
así que estoy llamando a esto una mejora —dijo.
Parpadeé varias veces.
—¿Una rata?
Puso los ojos en blanco.
—Por supuesto, eso es a lo que tu cerebro se aferraría. Solo sácame de
aquí. Podemos hablar de eso más tarde cuando ya no esté encerrada en la
mazmorra de este lunático.
llave.
Freya estaba de repente a mi lado, sonriendo mientras sostenía una
265
—Mira lo que encontré —dijo—. Puede o no haber estado en posesión
de un guardia que puede o no tener algunos nuevos agujeros de espada en el
vientre. —Evaluó a Dayna—. Debes ser la hermanita.
—¿Parezco como si estuviera chupando una teta o comiéndome los
pies? —preguntó Dayna, entrecerrando los ojos.
Riendo, Freya echó la cabeza hacia atrás.
—Ya me gusta.
Abrió la celda y Dayna salió volando hacia mis brazos. Se estrelló
contra mí con tanta fuerza que las dos casi caímos. Afortunadamente, Babs
estaba detrás de mí. La mujer más pesada me atrapó y nos estabilizó.
—Brant —dijo Freya, y luego chasqueó la lengua—. La última vez que
te vi, estabas abordando un barco para Inglaterra. ¿Cómo diablos terminaste
en una mazmorra en Tara? —Rápidamente abrió las celdas de Clay y de él.
—Seguí mi corazón, y aquí es donde me llevó —dijo Brant, señalando
a Dayna.
—Deberías haber pedido mi opinión —dijo Freya—. Te habría dicho
que seguir tu corazón generalmente significa que terminas en algún tipo de
mazmorra.
—Mientras la mazmorra incluya a Dayna, entonces seré felizmente
capturado.
Babs hizo un ruido de arcadas.
—Nunca pensé que vería el día en que el poderoso Brant estuviera
enamorado. Es asqueroso.
—No sé quién eres, pero soy la única que puede meterse con Brant, así
que toma tu hacha de batalla y retrocede.
Dayna casi gruñó mientras giraba hacia Babs.
—Vaya —dijo Brant. Puso sus manos en las caderas de Dayna para
alejarla de Babs—. Es mejor no enojar a una escudera que puede limpiar el
piso contigo, amor —dijo—. Babs no pretende ningún daño. Es tan espinosa
como tú.
—Cállate, Brant —resopló Babs—. No voy a lastimar a tu mujer. 266
Respeto su voluntad de defenderte, sin importar lo estúpido que sea de su parte
amenazarme. La pondremos en forma lo suficientemente pronto, entonces ella
podrá respaldar esas palabras de enojo.
—Oooh, ¿eso significa que consigo un hacha de batalla? —preguntó
Dayna, su irritación de repente desaparecida.
—La última vez que te dieron algo afilado, un par de hombres perdieron
las manos —le recordé.
Dayana se encogió de hombros.
—Necesitaban aprender a no tocar a una mujer sin su consentimiento.
Sin manos, será difícil para ellos tocar a una mujer y punto. Problema resuelto.
—No quiero ser aguafiestas, pero ¿podemos continuar con esta reunión
una vez que ya no estemos en una batalla contra Cathal? —preguntó Freya.
—Sí, salgamos de aquí —estuve de acuerdo.
—Es un poco tarde para eso —dijo una voz fría desde la puerta, lo que
nos hizo dar la vuelta y enfrentar a la recién llegada.
—Gisele —susurró Myra. Era una palabra simple, pero sentí como si
una montaña de emociones estuviera en ella. Lástima, remordimiento, amor
y desprecio, todo se fusionó en ese único nombre—. Qué amable de tu parte
finalmente mostrarte en lugar de enfurruñarte en la oscuridad.
Otra mujer se unió a Gisele. Evelyn, supuse, y se interpusieron entre
nosotros y la puerta que conducía fuera de la mazmorra. Ambas mujeres
sonrieron.
—Tú lo llamas enfurruñarte en la oscuridad, yo lo llamo esperar el
momento oportuno para revelarme —dijo Gisele.
—Dite todo lo que necesites para hacerte sentir mejor —la reprendió
Myra—. ¿Dónde te has estado escondiendo todos estos años, hermana?
—Tu hermana tiene una lengua afilada —le dijo Evelyn a Gisele—. Tal
vez debería cortarla.
Gisele prácticamente siseó a la otra bruja.
—No la tocarás.
Evelyn volvió la cabeza lentamente para mirar a Gisele.
—¿Te sientes protectora con tu familia?
267
—No tienes ningún derecho sobre ella. Ella es mi hermana. Si alguien
va a lastimarla, seré yo.
—Guau, hablando de disfuncional —murmuró Freya.
—No puedo discutir con eso —dijo Myra.
Evelyn gruñó a Gisele.
—Yo te hice. No serías nada sin mí.
—Eso no te da derecho a amenazar a mi hermana —dijo Gisele—.
Puedes matar a cualquiera de los otros, pero no tocarás a Myra.
Freya dijo algo, pero no estaba prestando atención. Estaba demasiado
ocupada intentando encontrar una salida de la mazmorra. Sentí que Dayna
me empujaba. Estaba señalando a la derecha. Había una puerta de piedra a la
vuelta de la esquina de la hilera de celdas. No la había notado antes porque
había estado muy concentrada en Dayna.
Tiré de la manga de Freya, intentando discretamente de moverme hacia
la puerta. Sus ojos se abrieron un poco y me dio un pequeño asentimiento.
Afortunadamente, Gisele y Evelyn estaban demasiado ocupadas discutiendo
como para darse cuenta. Freya levantó su mano detrás de su espalda, con tres
dedos levantados. Lentamente, fue bajando uno por uno en una cuenta
regresiva.
Cuando se bajaron los tres dedos, todos se movieron a la vez.
Dayna agarró la mano de Brant, tiré de Clay y Babs tiró a Myra sobre
su hombro. Corrimos hacia la puerta, Astrid y Freya cerrando la marcha.
—¡Páralos! —gritó Gisele. No debería haberse molestado. Cuando
llegamos a la puerta, Brant agarró la manija y tiró.
No pasó nada. Tiró de nuevo, y Clay también lo intentó. Ambos
hombres gruñeron y maldijeron. No se movió. Me di la vuelta justo a tiempo
para ver a Evelyn lanzar un rayo de magia oscura hacia los hombres. Levanté
la mano, sin saber qué estaba intentando hacer, pero tenía que hacer algo. Mi
propio poder explotó hacia afuera, otra ráfaga de viento como antes. Golpeó
el rayo de Evelyn y lo desvió, enviando el pulso de magia oscura hacia el techo
donde explotó, lloviendo pequeños pedazos de escombros.
—¿Yendo a algún lugar? —preguntó Gisele a medida que caminaba
hacia nosotros.
—Bájame —gritó Myra. 268
—Sí, baja a mi hermana, vikinga. Se acabó —dijo Gisele mientras se
acercaba. La expresión de su rostro era la de un gato que finalmente había
acorralado a un ratón particularmente molesto. Evelyn se unió a Gisele y nos
miró a todos con ojos hambrientos. De hecho, se lamió los labios y tuve que
reprimir un escalofrío.
Babs hizo lo que le dijo, y la anciana gruñó antes de enderezar su ropa
con indignación.
—Ella tiene razón —dijo Myra—. Se acabó. De una manera u otra.
Allete, intenta proteger a los demás lo mejor que puedas. Esto es entre ella y
yo. —Señaló con un dedo torcido a Gisele.
—Espera —grité prácticamente y di un paso adelante, levantando las
manos—. No tiene que ser así.
Podía sentir a Astrid, Freya, Brant, Clay y Dayna extendiéndose detrás
de mí, y se me cayó el estómago. No había forma de que pudiera protegerlos
a todos. Ni siquiera sabía cómo. Gisele y Evelyn nos separarían.
—Sí, niña —dijo Myra—. Mi hermana tomó su decisión hace mucho
tiempo.
Algo brilló detrás de mí. Freya y Astrid sacaron sus cuchillos de
repuesto. Pasaron dagas a Clay, Brant y Dayna, luego desenvainaron sus
espadas.
Evelyn se rio.
—Sus débiles espadas tendrán poco efecto sobre nosotras. Te
cortaremos como hierba. Pero aún hay esperanza para ti, Allete. Puedes unirte
a nosotras. Ya he creado una con gran poder que empezó con nada. —Hizo
un gesto a Gisele—. Solo piensa en lo que podría hacer por alguien como tú.
Podrías tener un poder más allá de cualquier cosa que hayas imaginado.
Dayna se rio entre dientes.
—No seas idiota —dijo—. A diferencia de ti, a Allete no le importa el
poder. Se preocupa por ayudar a la gente.
—Entonces tal vez pueda ayudarte —dijo Evelyn—. No serías la
primera hermanita impotente a la que he ayudado a escapar de la sombra de
su hermana mayor.
Aparentemente, esto fue suficiente para Myra.
269
—No —gritó, lanzando sus manos hacia Evelyn.
Una mancha de luz blanca pura brotó de sus manos. Evelyn levantó sus
propias manos y se formó un escudo opaco frente a ella. El disparo de Myra
se desvió inofensivamente. Evelyn se rio.
—Myra, Myra, Myra —dijo—. Puede que parezcas una vieja bruja,
pero he estado haciendo esto mucho más tiempo que tú.
—Myra, detente, por favor —supliqué. No quería que nadie más
sufriera por mi culpa. Durante tanto tiempo, la gente había tratado de
controlarme debido a mi poder. Cuando era joven, tenía que ocultarlo por
miedo a lo que pudieran hacer los demás. Luego me secuestraron por eso. Y
mi hermana fue torturada por ello. Y Hilda había muerto por eso. Ojalá nunca
me hubieran maldecido con este poder.
—Última oportunidad, chicas —dijo Gisele—. ¿Qué va a ser? Únanse a
nosotras o mueran ahora.
—Jódete —dijo Dayna.
—Detente —espeté—. Prométanme que los dejarán ir — les ordené a
las brujas.
—¿Qué? —preguntó Gisele. Su frente se arrugó.
—¿Me quieren? Pueden tenerme —dije. Desabroché el cinturón de mi
espada y luego la dejé caer al suelo—. Haré lo que quieran. Pero todos los
demás aquí salen ilesos, incluida Myra.
Todos detrás de mí hablaron a la vez. Sus voces treparon una contra la
otra, ahogándose. Di un paso hacia Gisele, mis palmas levantadas.
—¿Tenemos un trato?
Me di cuenta de que estaba sopesando su deseo de matar a su hermana
contra la posibilidad de tenerme como protegida.
—Hecho —dijo Evelyn—. Aceptamos los términos.
—Esa no es tu decisión —gruñó Gisele—. Vine aquí para librar al
mundo de mi hermana entrometida, y eso es exactamente lo que pretendo
hacer.
—No seas tonta —ladró Evelyn—. Piensa en el poder que la sangre de
esta nos traerá.
—Tiene razón —dije, luego di otro paso hacia ellas.
—Es toda suya. Dejen que los demás se vayan. 270
—No sabes lo que estás diciendo, niña —chilló Myra.
—Sí —respondí con calma. Doblándome, recuperé una daga de mi
bota. Arrastré su hoja por mi brazo. Apareció una línea de líquido rojo. Le
tendí el brazo a Gisele—. Es tuya.
29
“Ver a mi esposa salir corriendo con las otras escuderas fue lo más difícil que he
hecho. Fue mucho peor que cualquier batalla que había luchado, cualquier lesión
que había sostenido. A pesar de la profecía, a pesar de todo lo que había sido según
el plan hasta ese momento, aún temía no volver a verla con vida.”
~Torben
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Sobre la autora
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Quinn Loftis es una autora premiada que vive en el hermoso Arkansas
Occidental con su marido, hijo, Nora el Doberman, y Phoebe la gata (quien
cree que es una ninja disfrazada). Es autora de ocho novelas, incluyendo el
best-seller de USA Today: Fate and Fury. Quinn está más allá de agradecida
por haber sido bendecida para ser capaz de escribir a tiempo completo, y
espera que los lectores sepan lo mucho que todo su apoyo significa para ella.
Algunas de sus aficiones son leer, hacer ejercicio, crochet, y pasar tiempo con
la familia y amigos. Le da todo el crédito de su éxito a Dios, porque él le dio
el espíritu creativo y la imaginación que se necesita para escribir.
Clan Hakon:
1. The Viking’s Chosen
2. The Viking’s Captive
3. The Viking’s Consort
Créditos
Moderación
LizC
Traducción
LizC y Lyla
Corrección
~Ángel'Grey
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Carib
Imma Marques
Michy
Recopilación y revisión
LizC
Diseño
Bruja_Luna_
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