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UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO

FACULTAD DE DERECHO Y CC. PP.


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO
ACTO JURIDICO.
DERE 530.

TEORÍA GENERAL DEL ACTO JURÍDICO

1. NOCIÓN: La Teoría General del Acto Jurídico tiene por objeto la definición del acto
jurídico, la determinación de su naturaleza sus requisitos o elementos esenciales así
como elaborar una clasificación universal del acto jurídico, examinar todos sus aspectos
relativos a éste como son: su forma, sus efectos, sus modalidades, los vicios de la
voluntad y las condiciones para la eficacia o ineficacia del acto jurídico.

2. NATURALEZA DE LA TEORÍA GENERAL DEL ACTO JURÍDICO.


Según la doctrina, esta teoría corresponde al ámbito del Derecho Privado y dentro de
él, al Derecho Civil. Como Derecho Civil, el acto jurídico constituye una entidad jurídica
de carácter civil; es decir, es una institución jurídica que genera relaciones jurídicas y
derechos subjetivos, viene a ser derecho objetivo y derecho subjetivo a la vez.
- Como derecho objetivo, la teoría general permite la elaboración de la normatividad
especial reguladora del acto jurídico; y toda norma jurídica es derecho objetivo.
- Como derecho subjetivo, el acto jurídico crea relaciones jurídicas, produce efectos
jurídicos (efectos de derecho) y genera una gama o conjunto de derechos subjetivos y
de obligaciones. Por eso es que esta teoría tiene amplia aceptación en el Derecho
Civil moderno y en las codificaciones civiles modernas.

3. LA RELACIÓN JURÍDICA:
3.1. Concepto. Es el vínculo jurídico que une a dos sujetos de derecho, en una relación
de coimplicancia, bajo un ordenamiento jurídico determinado y en un ámbito espacial o
territorio y que puede tener naturaleza patrimonial o extrapatrimonial, sustantiva o
adjetiva, nacional o internacional, de derecho público o de derecho privado.
3.2. ELEMENTOS:
a) Sujetos o Personas, que pueden ser naturales o jurídicas (de derecho público o de
derecho privado) y en un principio de bilateralidad, se les identifica, por ejemplo, como
sujeto activo o acreedor y sujeto pasivo o deudor. Estas se encuentran bajo una
relación de coimplicancia (porque los derechos y deberes son recíprocos).
b) Objeto: Que puede ser material como por ejemplo la venta de muebles o inmuebles;
o puede ser no material o inmaterial, cómo por ejemplo: el matrimonio o la tutela,
dbiendo considerarse si tiene contenido patrimonial o extrapatrimonial.
c) El Acto en sí : Que puede ser una compraventa, el matrimonio el reconocimiento de
un hijo, el arrendamiento, un testamento, la adopción. Etc.
d) El Vínculo Jurídico: Que es el núcleo que identifica o determina la existencia o
relevancia de una relación jurídica, según el origen del hecho, acto o negocio jurídico
y bajo un ordenamiento jurídico determinado, que interesa o es regulado por él
derecho.
e) El Territorio: Bajo el cual se determinan el principio de legalidad de la relación
jurídica, para la solución de conflictos de leyes y la competencia jurisdiccional.

ESQUEMA DE UNA RELACIÓN JURÍDICA:


Norma Jurídica

Sujeto A.................................Vínculo Jurídico.............Sujeto B (P. Nat. O P. Juríd.)


Dºs. Y Deb.
-(REL. COIMPLICANTE)- Deb. Y Dºs.
(Acto jurídico – objeto del acto)

TERRITORIO NACIONAL
TERRITORIO EXTRANJERO

2.3. Clases de Relación Jurídica:


A). Según el Territorio, puede ser:
1. Relación Jurídica Nacional. Una relación Jurídica es nacional cuando todos sus
elementos (sujeto, objeto, acto) son nacionales Ejm: si José Luis, peruano, y Yesenia,
peruana, contraen matrimonio en la ciudad de Piura, es una indudable relación
jurídica nacional.
2. Relación Jurídica Internacional.- Será cuando uno o todos los elementos de la
relación jurídica son extranjeros o por Ejm:
a) Si Vladimir Castillo, peruano, se casa con la italiana Sayuri Zanetty, en Madrid; otro
ejemplo se da cuando el Sueco Felucho Novick se casa con la peruana Rebeca Solano,
ante el Juez de Miami (Estado de Florida), en Norteamérica.En el primer ejemplo un
elemento es extranjero. En el segundo ejemplo, casi todos los elementos son extranjeros
en la relación jurídica.
B). Según la materia, puede ser sustantiva o material, cuando tiene su origen en un acto
o negocio jurídico (patria potestad, arrendamiento, locación de servicios, etc.); adjetiva o
procesal (en lo judicial, administrativo o arbitral), cuando se origina de un proceso o litigio
determinado);
C). Según su naturaleza, puede ser de Derecho Público o de Derecho Privado. Ello no
impide que exista una relación jurídica de Derecho Privado entre, por ejemplo, dos
personas jurídicas de Derecho Público (Por ejemplo, dos Estados que contratan
prestaciones recíprocas de contenido patrimonial). Ver art. 2072, del C.C.;
D). Según su contenido, puede ser patrimonial (actos jurídicos, contratos, pago
indebido, enriquecimiento sin causa, compraventa, etc.); o extrapatrimonial (adopción
filiación matrimonial o extramatrimonial, tutela, capacidad, etc.).
E). Según su territorio, puede ser nacional o internacional o extraterritorial.

3. TEORÍA DEL NEGOCIO JURÍDICO.


En la doctrina al lado de la Teoría General del Acto Jurídico se ha elaborado la
Teoría del Negocio Jurídico. Esta teoría ha sido sustentada por la doctrina alemana y
está consagrada en el C.C. Alemán de 1900. Según ella el negocio jurídico es la suma
de voluntades para lograr la declaración común de voluntad que produce efectos o
resultados jurídicos queridos y regulados por las partes, para alcanzar fines prácticos de
su exclusivo interés; sin embargo, se le objeta porque el negocio jurídico tiene menor
amplitud que el acto jurídico. La idea de negocio jurídico se aplica de modo general, en el
Perú, a los contratos que son negocios jurídicos de contenido patrimonial donde prima la
libertad contractual de las partes o autorregulación; resulta también que el contrato es
una especie de acto jurídico. Algunos autores (v.g. José León Barandiarán), consideran
que esta teoría no es necesaria porque el acto jurídico abarca todas las declaraciones de
voluntad inclusive las que originan los contratos. Por eso, los autores del C.C. del 84’, no
aceptaron la Teoría del Negocio Jurídico y consagraron la Teoría General del Acto
Jurídico. En resumen: el negocio jurídico, siempre tiene finalidad patrimonial; y permite, la
plena libertad de las partes, para escoger el contenido y cláusulas a pactarse (libertad

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contractual). Por ejemplo, cláusulas de exclusividad, cláusulas de confidencialidad,
modalidades, cláusulas penales, cláusulas de garantías, cláusulas de publicidad, etc.
El Dr. Carlos Fernández Sessarego opina que, en todo caso, hay una sinonimia entre
negocio jurídico y acto jurídico.

4. LOS HECHOS DE LA VIDA.


Son los sucesos o acontecimientos que se producen en el mundo que nos rodea.
Estos hechos pueden caer dentro del campo del Derecho y otros no interesan al Derecho
o son intrascendentes para el Derecho; según esto puede afirmarse que hay hechos no
jurídicos y hechos jurídicos.
4.1. Hechos no jurídicos.
Son los que no tienen relevancia jurídica, es decir, los que no interesan a la esfera el
Derecho y por lo tanto el Derecho no los regula, no los codifica. Por ejemplo, los
quehaceres domésticos.
4.2. Hechos jurídicos.
Son aquellos que dependen de la voluntad de la persona y que producen resultados
jurídicos; aunque también hay hechos en los que no interviene la voluntad de la
persona, pero producen resultados jurídicos; estos hechos interesan al Derecho, caen
dentro de la esfera del Derecho y por tanto el Derecho los norma mediante las leyes o
normas jurídicas. Estos hechos jurídicos son de 2 clases:
4.3. Hechos jurídicos involuntarios.
Son los eventos que tienen lugar sin la intervención de la persona humana o
sujeto de derecho; pero, no obstante ello, producen efectos jurídicos. Ejemplo: el
nacimiento, la muerte, una inundación, etc.
4.4. Hechos jurídicos voluntarios.
Son aquellas situaciones o hechos que dependen de la voluntad de la persona o
sujeto de derecho. En este caso se producen una manifestación o declaración de
voluntad que causa resultados jurídicos o efectos jurídicos queridos por la
voluntad del sujeto que hace la declaración. Esta exteriorización de la voluntad
genera relaciones jurídicas y derechos subjetivos que son regulados por la
normatividad jurídica, es decir, por la codificación civil.
El Dr. León Barandiarán denomina a estos hechos como “hechos jurígenos”,
porque generan o crean efectos jurídicos. Estos hechos jurídicos voluntarios se
conocen en la doctrina con el nombre de Actos Jurídicos. Y a ellos se refiere la
Teoría General del Acto Jurídico y el Libro II del Código civil de 1984, en sus
artículos 140 al 232, en que por primera vez se hace una definición del Acto
Jurídico en el Código Civil (art. 140) y por primera vez también, se determina el
contenido del Acto jurídico.

5. EL ACTO JURÍDICO
5.1. Definición:
Es el hecho jurídico voluntario, lícito que contiene una declaración libre de voluntad y
que produce efectos jurídicos queridos por el agente o los sujetos que intervienen en su
celebración o son fijados por la ley.
Nuestro C.C. define el acto jurídico en el Art. 140. Según esta regla, el acto jurídico es “la
manifestación de voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones
jurídicas”. La voluntad es un elemento trascendental y esencial en la producción del acto
jurídico, además la voluntad crea relaciones jurídicas, es decir, produce obligaciones y
derechos subjetivos para el agente producto o para las partes que intervienen en la
celebración del acto jurídico. La voluntad a que se refiere esta regla es una voluntad
privada; es decir, una voluntad que corresponde a la persona o sujeto de derecho y es
una voluntad jurídica, porque debe haber concordancia o armonía entre la manifestación
de voluntad y el querer interno del declarante. Si la voluntad nace viciada, se caerá
dentro del campo de la invalidez o anulabilidad de los actos jurídicos.
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6. REQUISITOS DE VALIDEZ DEL ACTO JURÍDICO.
6.1 ANTECEDENTES:
El C.C. de 1936, señalaba los requisitos del acto jurídico en el artículo 1075; según
esta regla, los requisitos esenciales del acto jurídico eran: agente capaz, objeto lícito y la
observancia de la forma prescrita o que no éste prohibida por la ley. Según el Dr. León
Barandiarán, este artículo era diminuto pues no consignaba en forma completa los
requisitos del acto jurídico; además contenía una confusión doctrinaria pues confundía el
concepto jurídico del objeto lícito con el fin lícito. Esta confusión ha sido debidamente
aclarada en el Art. 140, segunda parte, del C.C. de 1984.

6.2. LOS REQUISITOS DEL ACTO JURÍDICO EN EL C.C. DE 1984.


El Código Civil vigente señala expresamente los requisitos esenciales para la
validez del acto jurídico; como es un C.C. moderno ha perfeccionado la enumeración de
los requisitos, ha establecido la diferencia entre el objeto y el fin del acto jurídico,
esclareciendo la confusión doctrinaria del C.C. derogado; además le asigna una
especial importancia a la manifestación de la voluntad para la validez del acto jurídico.
Por eso, León Barandiarán dice que aunque el código no lo menciona expresamente la
manifestación de voluntad viene a ser también un requisito esencial para la validez
del acto jurídico a tal punto que, puede afirmarse que, sin manifestación de voluntad no
hay acto jurídico, estos requisitos están señalados en el art. 140 del C.C. y son:
1. Plena capacidad de ejercicio, salvo las restricciones contempladas en
la ley.
2. Objeto física y jurídicamente posible.
3. Fin lícito.
4. Observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

6.2.1. Plena capacidad de ejercicio, salvo las restricciones contempladas en la ley:


Anteriormente a este requisito se le denominaba “Agente Capaz”, refiriéndose a la
persona humana; esto es al sujeto de derecho o agente de derecho. Cabe recordar que
la persona jurídica se guía por su representante legal.
Según el art. 140, del C.C. (del texto originario), para que la persona pueda concertar
o celebrar un acto jurídico debe ser un sujeto o agente capaz, es decir una persona que
goza de capacidad civil plena o absoluta; esto es, que tiene capacidad jurídica y
capacidad de obrar o de ejercicio. Según el C.C. (del texto originario) tenían plena
capacidad de ejercicio de sus derechos civiles las personas que hayan cumplido 18 años
de edad (Art. 42, del C.C. del texto originario). Esto significa que todas las personas
mayores de 18 años son agentes capaces y en consecuencia pueden celebrar toda clase
de actos jurídicos. Por ejemplo: Pueden celebrar libremente esponsales, pueden contraer
matrimonio, otorgar testamento y celebrar cualquier contrato. Esto ha sido severamente
modificado por los Tratados Internacionales y la legislación vigente sobre la discapacidad.
Así, tenemos el Decreto Legislativo Nº 1384, publicado el 04/09/2018, modifica los
siguientes artículos del C.C., referentes a la capacidad del agente en el acto jurídico:
- “Artículo 3º.-Toda persona tiene capacidad jurídica para el goce y ejercicio de sus
derechos.
La capacidad de ejercicio solo puede ser restringida por ley. Las personas con
discapacidad tienen capacidad de ejercicio en igualdad de condiciones en
todos los aspectos de la vida”.
Legalmente ya no existen más los incapaces absolutos y los incapaces relativos.
Las personas con enfermedad mental, autismo, Síndrome de Down, alzhéimer,
demencia senil, deterioro mental, etc. son consideradas personas con discapacidad y
pueden celebrar actos jurídicos. Para ellos y todos los demás discapacitados se les
aplicará la institución del apoyo, las salvaguardias y los ajustes razonables.

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- “Artículo 42º.- Toda persona mayor de dieciocho años tiene plena capacidad de
ejercicio. Esto incluye a todas las personas con discapacidad, en igualdad de
condiciones con las demás y en todos los aspectos de la vida, independientemente
de si usan o requieren de ajustes razonables o apoyos para la manifestación de su
voluntad.
Excepcionalmente tienen plena capacidad de ejercicio los mayores de catorce
años y menores de dieciocho años que contraigan matrimonio, o quienes
ejerciten la paternidad”.
Cabe recordar que antes tenían capacidad para contraer matrimonio los hombres
de 16 años, mujeres de 14 años. La edad queda equiparada a 14 años, para ambos
casos.
- “Artículo 44º.- Tienen capacidad de ejercicio restringida: (…)
9.- Las personas que se encuentren en estado de coma, siempre que no hubiera
designado un apoyo con anterioridad”.
Se agrega un supuesto más, con la salvedad que en los casos del art. 44, incisos
del 4 al 8, aún corresponde designar curador, conforme a las modificaciones
introducidas en el Libro de Familia, del C.C.
En los casos antes mencionados, pueden hacerse en vía notarial o judicial
- Artículo 140º.- El acto jurídico es la manifestación de la voluntad destinada a crear,
regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas. Para su validez se requiere:
1.- Plena capacidad de ejercicio, salvo las restricciones contempladas en la ley. (…)1
- “Artículo 141º.- La manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita. Es expresa
cuando se realiza en forma oral, escrita, a través de cualquier medio directo, manual,
mecánico, digital, electrónico, mediante la lengua de señas o algún medio alternativo
de comunicación, incluyendo el uso de ajustes razonables o de los apoyos requeridos
por la persona.
Es tácita cuando la voluntad se infiere indubitablemente de una actitud o conductas
reiteradas en la historia de vida que revelan su existencia.
No puede considerarse que existe manifestación tácita cuando la ley exige
declaración expresa o cuando el agente formula reserva o declaración en contrario”.
En esta modificatoria, se incluyen los conceptos de ajustes razonables o de los
apoyos. En cuanto a ajustes razonables, se refiere al eventual o permanente uso de
medios técnicos, mecánico, electrónicos, animales, etc., que faciliten al discapacitado
su manifestación de voluntad; por ejemplo: uso de señales, lazarillos, bastones de
apoyo físico normales o digitalizados para invidentes; sillas de ruedas mecánicas o
electrónicas, etc. Respecto a los apoyos, está referidos a uno o varios sujetos que
deben coadyuvar al cuidado de la persona con discapacidad, en cuanto a conocer
sus costumbres, sus intenciones y formas de vida, sus gustos y pareceres
personales, interpretando siempre su voluntad en el sentido más íntimo y realista de
lo que lo quiere y desearía plasmar el discapacitado. Así por ejemplo, interpretar si en
realidad desea disponer de un bien, como anticipo de herencia o compraventa, donde
quien haga de apoyo, debe saber y conocer que es lo que, en lo profundo o habitual
de la mente del discapacitado, quería decidir o disponer sobre sus propiedades.
- “Artículo 221º.- El acto jurídico es anulable:
1.- Por capacidad de ejercicio restringida de la persona contemplada en los
numerales 1 al 8 del artículo 44”.

1
Por Resolución Administrativa No. 046-2019-CE-PJ, del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, de
fecha 23.01.19., se aprobó el “REGLAMENTO DE TRANSICIÓN AL SISTEMA DE APOYO EN
OBSERVANCIA AL MODELO DE DISCAPACIDAD, en cumplimiento del Decreto Legislativo No.
1384, que regula el estado de los procesos de interdicción y curatela; la restitución de la capacidad
jurídica y transformación de procesos de apoyo0 y salvaguardias, el Juez competente; los tres tipos de
procesos que deben seguirse para esas designaciones; las reglas de su tramitación, todo ello orientado a
asegurar el acceso a la justicia para personas con discapacidad.
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- Artículo 226º.- Cuando hubiere más de un sujeto que integre una misma parte, la
capacidad de ejercicio restringida del artículo 44 de uno de ellos no puede ser
invocada por la otra que integre la misma parte, salvo cuando es indivisible la
prestación o su objeto.
Además, el Decreto Legislativo Nº 1384, publicado el 04/09/2018, en sus disposiciones
complementarias derogatorias, deroga los siguientes artículos del C.C. referidos al
agente en el acto jurídico:
a) El numeral 2 del artículo 43, los numerales 2 y 3 del artículo 44, el numeral
2 del artículo 219.
b) Los artículos 228, 229.
6.2.1.1. Capacidad Restringida: El nuevo Código comprende como posibles sujetos
pasivos –ahora englobando todo en la categoría que podríamos denominar como
‘sujetos pasibles de ser sometidos a una restricción parcial de su capacidad’– no a
quienes presentan una enfermedad mental, sino a aquellos que sufren una ‘alteración
mental permanente o prolongada’ (calificable ‘de suficiente gravedad’ y ‘siempre que
el juez estime que del ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su
persona o a sus bienes’), y a quienes padecen ‘adicciones’.
6.2.1.2. Apoyos y Salvaguardias: Son figuras jurídicas creadas en nuestro
ordenamiento jurídico mediante Decreto Legislativo N° 1384 (04/09/2018), donde se
establece que las personas con discapacidad pueden ejercer plenamente sus
derechos de manera autónoma y en igualdad de condiciones.
Según esta ley, se remarca que a partir de su entrada en vigencia las personas con
discapacidad no necesitarán de alguien que los represente para poder votar, comprar,
vender, casarse, ejercer la patria potestad de sus hijos e hijas, entre otros; sino que lo
podrán hacer ellas mismas, y en caso que lo requieran, ellas podrán contar con la
ayuda de una persona de apoyo.
Por tanto, se elimina la figura del “curador”, que era una persona nombrada por un
juez para que tome las decisiones en lugar de la persona con discapacidad; y en
lugar del “curador” se crean las figuras de “apoyos y salvaguardias”. La destitución
del curador seguirá vigente para los casos de sujeto penado, del ausente o
desaparecido, del hijo póstumo, curatela de bienes con o sin usufructo, el curador
especial para determinados bienes, etc.; y las personas que se refiere los incisos 4, 5,
6, 7 y 8, del artículo 44º, del C.C., concordante con el art. 564 del código sustantivo.
“La función de apoyo –ya sea formal o informal– debe consistir en asistir a la persona
en la toma de sus propias decisiones en diferentes modos y maneras respetando
siempre su voluntad y sus preferencias…”2
El objetivo principal del apoyo es el “facilitar” a la persona la “toma de decisiones”.
Con lo cual resulta evidente que el objetivo del apoyo no es decidir por la persona,
sino facilitarle la toma de sus propias decisiones. Y así surge una de sus
características principales, esto es, el apoyo no desplaza o sustituye a la persona,
sino que se sitúa a su lado, procurando que sea esta quien en última instancia decida.
a) Apoyos: Son las formas de asistencia libremente escogidas por una persona
mayor de edad para facilitar el ejercicio de sus derechos, incluyendo el apoyo
en la comunicación, en la comprensión de los actos jurídicos y de las
consecuencias de estos, y la manifestación e interpretación de la voluntad de
quien requiere el apoyo. A la vez que este apoyo no tendrá facultades de
representación salvo en los casos en que ello se establezca expresamente por
decisión de la persona con necesidad de apoyo o que también sea establecido
por el juez según el artículo 569° del Código Civil.

2
Cuenca Gómez, Patricia, El sistema de apoyo en la toma de decisiones desde la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad: principios generales, aspectos centrales e
implementación.
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Los apoyos pueden recaer en una o más personas naturales, instituciones
públicas o personas jurídicas sin fines de lucro, ambas especializadas en la
materia y debidamente registradas.
Excepcionalmente el Juez puede designar apoyos en caso de que la persona
mayor de edad no pueda manifestar su voluntad y para aquellas que se
encuentren con capacidad restringida en estado de coma (inc.9 del art 44). El
juez determina la persona o personas de apoyo, tomando en cuenta la relación
de convivencia, confianza, amistad, cuidado o parentesco que exista entre
ellos y la persona que requiere apoyo. No pueden ser designados como
apoyos las personas condenadas por violencia familiar o personas
condenadas por violencia sexual. Este proceso judicial de manera
excepcional puede ser iniciado por cualquier persona con capacidad jurídica.
b) Salvaguardias: Son las medidas para garantizar el respeto de los derechos,
la voluntad y las preferencias de la persona que recibe apoyo, prevenir el
abuso y la influencia indebida de quien brinde tales apoyos; así como para
evitar la afectación o poner en riesgo los derechos de las personas asistidas.
La persona que solicite el apoyo o el juez interviniente según el artículo 659-E
del Código Civil, establecerán las salvaguardias que estimen convenientes
para el caso concreto, indicando como mínimo los plazos para la revisión de
los apoyos. El juez realizará las diligencias necesarias para determinar si la
persona de apoyo actúa acorde a su mandato.
Asimismo, la norma establece que se elimina el internamiento involuntario de
las personas con discapacidad, ya que antes eran internados sin su
consentimiento y se anula la figura de “interdicción” por la que muchas familias
de personas con discapacidad optaban y que significaba la “muerte civil” y así
tener que hacer un largo y costoso juicio y designar a una persona como
“curador” que decida por su familiar, maneje todos sus bienes y administre
toda su vida. Por tanto, las instituciones como la ONP y las AFP ya no podrán
exigir la “interdicción” en las personas con discapacidad para el otorgamiento
de una pensión.
La demanda de interdicción solo procederá contra los pródigos, los que
incurren en mala gestión, los ebrios habituales y los toxicómanos. Ya no será
posible presentar dicha demanda contra las personas privadas de
discernimiento, sordomudos, ciegosordos y ciegomudos que no puedan
expresar su voluntad, indicados en los artículos 581 y 583 del Código Procesal
Civil.
En ese sentido, el Decreto Legislativo también señala que cualquier ciudadano
puede solicitar la reversión de la interdicción de personas con discapacidad
que haya sido dictada con anterioridad a la entrada en vigencia de esta norma,
para la designación de apoyos y salvaguardias.
c) Procedimiento para la elección de apoyos y salvaguardias: Con la
finalidad de facilitar su participación en todos los procedimientos judiciales, las
personas con discapacidad tienen derecho a contar con ajustes razonables y
ajustes de procedimiento, como así lo indica el artículo 119-A del Código
Procesal Civil.
Las solicitudes de apoyos y salvaguardias se tramitarán ante el juez
competente o notario, y deberán iniciarse por petición de la propia persona
mayor de edad, de forma libre y voluntaria, para coadyuvar a su capacidad de
ejercicio. (Art. 841 del C.P.C)
En materia de designación de apoyos es competente el Juez Civil, atendiendo
al artículo 546 inciso 6 y 547 del C.P.C. (los asuntos que no tengan un vía
procedimental propia, son inapreciables en dinero o hay duda sobre su monto,
o por urgencia de tutela jurisdiccional y que por tanto el Juez debe considerar
atendible, en ese caso serán competentes los Jueces Civiles), y del lugar
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donde se encuentra la persona con discapacidad (art 21 del C.P.C), o también
el Juez del lugar en que se encuentre el bien o bienes tratándose de
pretensiones sobre derechos reales. (Art. 24 del C.P.C)
No obstante, se dispone que en los casos de las personas que se encuentren
en estado de coma que no hubieran designado un apoyo con anterioridad (art.
44 inciso 9 del Código Civil) y aquellas personas con discapacidad que no
pueden manifestar su voluntad (art. 45-B inciso 2 del Código Civil), la solicitud
puede ser realizada por cualquier persona en los términos previsto en el
artículo 659–E del Código Civil, esto es, tomando en cuenta la relación de
convivencia, confianza, amistad, cuidado o parentesco que exista entre ella o
ellas y la persona que requiere apoyo.
Igualmente, se refiere que el solicitante con discapacidad deberá acompañar a
su solicitud:
a) Las razones que motivan la solicitud; y,
b) El certificado de discapacidad que acredite su condición.
Por otro lado, se establecen deberes especiales de los jueces en estos
procesos como los de realizar todas las modificaciones, adecuaciones y
ajustes en el proceso para garantizar la expresión de la voluntad de la persona
con discapacidad. (Art. 845 C.P.C)
Por último, se señala que la resolución final deberá indicar quién o quiénes
serían las personas o instituciones de apoyo, a qué actos jurídicos se
restringen, por cuánto tiempo van a regir y cuáles son las medidas de
salvaguardia, de ser necesarias. Se dispone que dicha resolución deberá
inscribirse en el Registro Personal, conforme al artículo 2030, del Código Civil.
Adicionalmente, se establece que la resolución final deberá ser redactada en
formato de lectura fácil donde sus contenidos son resumidos y transcritos con
lenguaje sencillo y claro, de acuerdo a las necesidades de la persona con
discapacidad. (Art. 847 C.P.C)
6.2.1.3. Ajustes Razonables: Los ajustes razonables son aquellas modificaciones y
adaptaciones (ajustes) necesarias y adecuadas (razonables) requeridas para
garantizar a la persona con discapacidad física, sensorial, mental y/o intelectual el
pleno ejercicio del derecho al trabajo en igualdad de condiciones que los demás
trabajadores.
6.2.2. Objeto física y jurídicamente posible:
En primer lugar, para la validez del acto jurídico se requiere que haya un objeto y
que éste sea físicamente posible. Según la doctrina se considera objeto a un bien, una
utilidad o un interés de la persona que la determine a concretar o celebrar el acto
jurídico; pero éste objeto debe ser físicamente posible, lo que significa que debe ser
materializable, realizable o alcanzable (también determinado o, según el caso,
determinable). Contrario sensu, en el derecho no se permite concertar o pactar sobre
objetos que son realmente inalcanzables o sea que son físicamente imposibles. Por
ejemplo: no se puede celebrar un contrato de compraventa sobre una zona o parte del
planeta Saturno, tampoco se puede donar o alquilar una parte del planeta Venus por la
misma razón no se puede dar en comodato una galaxia. Pero si se puede constituir un
legado sobre la cría de un animal, o una cosecha o de la próxima edición de un libro,
pues aunque todavía no existen o están en el mundo material, pueden ser realizables,
posibles físicamente, a futuro (llamados tambien bienes indeterminados) Un bien
imposible fisicamente puede ser la venta futura de la cría de una mula, por ser un bien
indeterminado (híbrido).

El objeto debe ser también jurídicamente posible, o sea que la voluntad debe estar
encaminada a concertar sobre un objeto que está bajo la protección de la norma jurídica
y que esta permite pactar sobre él; contrario sensu, no se pude pactar sobre un objeto
jurídicamente imposible. Por ejemplo, no se pude vender el lago Titicaca o un parque
pág. 8
público, que son inenajenables; no se puede vender una franja de nuestro mar territorial,
por ser patrimonio del Estado o alquilar o vender los restos arqueológicos de Chan Chan,
el puerto de Paita o un buque de nuestra armada, por no permitirlo la ley, la revocación
del reconocimiento de un hijo extramatrimonial o de la adopción; o el testamento cerrado
por un ciego.

6.2.3. Fin Lícito.


Este requisito consiste en la finalidad del acto jurídico; se requiere que la finalidad
sea lícita; es decir, que la orientación de la voluntad del agente debe colocarse dentro de
lo dispuesto por la ley positiva; la finalidad no puede ser contraria al orden público, ni a
las buenas costumbres; porque éstas constituyen las columnas básicas sobre las que se
sustenta la vida del Estado. Si el fin del acto jurídico es ilícito, el acto será nulo, afectado
de nulidad absoluta (art. 219, inc. 4to. del C.C.). En relación con este requisito, debe
tenerse en cuenta lo dispuesto por el art. V. del T.P., del C.C., según el cual es nulo el
acto jurídico contrario a las leyes que interesan al orden público (por ejemplo, las normas
del Derecho de Familia) o a las buenas costumbres (que son las reglas morales
socialmente aceptadas por todos). Si se celebra un acto con un fin ilícito, cae dentro del
campo de los actos ilícitos y sus autores incurren en responsabilidad civil, con obligación
de indemnizar por su comportamiento (aún cuando se trate de una compraventa de droga
–siendo azúcar impalpable- a cambio de dinero falso). También en el caso de actos
realizados con infracción de bienes jurídicos tutelados (la vida, la salud, la integridad
física, la libertad, la justicia, etc.). El fin ilícito tiene dos dimensiones; como causa u
origen; y como finalidad propiamente dicha.

6.2.4. Observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad.


En la esfera del Derecho hay otros actos jurídicos consensuales o meramente
consensuales; es decir, que se perfeccionan con el sólo consentimiento de las partes, por
lo tanto, no requieren de solemnidad o formalidad alguna; quiere decir, que pueden
celebrarse bajo cualquier forma, es decir, por instrumento privado o público y aun
verbalmente como es el caso de la compraventa, del arrendamiento, del comodato, de la
donación de bienes de escaso valor, etc.
Sin embargo, hay otros actos jurídicos para los que la ley exige una forma especial,
que está expresamente consignada en la Ley Positiva. Esto es lo que el Código Civil
llama la Forma Prescrita. Esta forma significa que el acto jurídico debe celebrarse
bajo ciertas formalidades o solemnidades por eso se llaman Actos Jurídicos
formales o solemnes, pero además el Código Civil señala que debe observarse
dicha forma prescrita bajo sanción de nulidad (ACTOS JURÍDICOS AD
SOLEMNITATEM). En relación con este requisito considera algunos actos bajo sanción
de nulidad sino observan la forma prescrita: Pero hay otros actos que si bien deben
revestir cierta forma no se señala su nulidad como sanción; esto significa qué, si la ley
señala para un acto una forma, debe observarse ineludiblemente e inexorablemente, en
caso contrario el acto será nulo afectado de nulidad absoluta como así lo dispone el art.
219 inc. 6º, del Código Civil. Por ejemplo: el matrimonio es un acto jurídico formal por
excelencia, la separación de patrimonios durante el matrimonio debe otorgarse por
escritura pública bajo sanción de nulidad (art. 295 C.C.), el testamento es nulo de pleno
derecho por defectos de forma (art. 811 C.C.→ art. 695 C.C.), la anticresis se otorgará
por escritura pública bajo sanción de nulidad (art. 1092 C.C.), el suministro celebrado a
título de liberalidad (gratuitamente) debe formalizarse por escrito (por documento privado
o por documento público) bajo sanción de nulidad (art. 1605 C.C.), la donación de bienes
muebles cuyo valor excede al 25% de la UIT, dicha donación se deberá hacer por escrito
de fecha cierta, bajo sanción de nulidad (art. 1624 C.C.), en el caso de bienes inmuebles
debe hacerse por escritura pública, con indicación individual del inmueble o inmuebles
donados, de su valor real y el de las cargas que ha de satisfacer el donatario, bajo
sanción de nulidad (art. 1625 C.C.), la cesión del depósito debe hacerse con autorización
pág. 9
escrita del depositante bajo sanción de nulidad (art. 1817 C.C.), el contrato de secuestro
debe constar por escrito bajo sanción de nulidad (art. 1858 C.C.), la fianza debe constar
por escrito bajo sanción de nulidad (art. 1871 C.C.), la renta vitalicia se constituye por
escritura pública bajo sanción de nulidad (art. 1925 C.C.). Además de la forma prescrita,
el Código Civil reconoce y consagra el principio de la libertad de la forma contenido en el
art. 143. Según este principio cuando la ley no designe una forma específica para un acto
jurídico, los interesados pueden usar la que juzguen conveniente; según esta regla si la
ley no prescribe ni exige una forma solemne, las partes pueden usar cualquier forma.
Esta forma libre puede ser un instrumento privado cuyas firmas pueden ser
legalizadas (lo que lo convierte en un documento de fecha cierta) o no, por un notario o
un instrumento público, que es la escritura pública y que se otorga ante un Notario
Público o puede ser una forma verbal u oral. Por ejemplo: los actos jurídicos
consensuales o no formales se celebran bajo el principio de la “LIBERTAD DE
FORMA”; es decir, bajo cualquier forma de las indicadas. (Escritura pública, documento
privado, documento de fecha cierta.)
Los instrumentos privados constituyen las formas “AD PROBATIONEM” (ver arts.
1411 y 1412, del C.C.), porque sirven para acreditar a probar la existencia del Acto
Jurídico y su contenido. Los instrumentos públicos constituyen formas “ad probationem”.
Estos instrumentos públicos hacen plena fe y constituyen prueba plena en juicio y
conservan toda su validez jurídica mientras no se discuta judicialmente sobre su nulidad o
eficacia legal.
Tratándose de los contratos consensuales o no solemnes que son aquellos que se
perfeccionan con el solo consentimiento de las partes se aplica el principio de la Libertad
de Forma. Por ejemplo: es el caso del contrato de arrendamiento que siendo consensual
puede celebrarse bajo cualquier forma, o sea usando instrumentos privados o públicos y
aun verbalmente (del Art. 1666 al art. 1712, del C.C.). También es el caso de otros
contratos consensuales como la compraventa, el comodato, el mutuo, el hospedaje, etc.,
que pueden celebrarse en cualquier forma, de conformidad con el Art. 143, del C.C.
Según esta regla corresponde a las partes o sea a los interesados escoger la forma para
la concertación del acto jurídico.
Por otro lado, se da el caso para los que la ley señala determinada forma de
celebración del acto jurídico, pero no sanciona su inobservancia con la nulidad del acto,
en este caso, la forma empleada en la celebración del acto jurídico constituye solo un
medio de prueba de la existencia del acto jurídico; lo que significa que, si no se observa
la forma prevista en la ley, un acto jurídico conserva su eficacia. No es nula, ni anulable,
de modo que si se produjere un litigio derivado del acto celebrado, la forma usada será el
medio probatorio de su existencia, es decir, de su celebración. Así se desprende de lo
establecido en el Art. 144 del C.C. Por ejemplo: en el caso de la Asociación, el Art. 81 del
C.C. establece que el Estatuto debe constar por escritura pública salvo disposición
distinta de la Ley. No dice bajo sanción de nulidad, por lo tanto, si no se usa la forma
impuesta (escritura pública) y se utiliza un documento privado la existencia del Estatuto y
de la Asociación tendrán eficacia jurídica, sirviendo el documento como medio de prueba
de la existencia del Acto constitutivo de la Asociación.
Otros ejemplos: en el caso de la Fundación el Art. 100 del C.C. dispone que ésta
se constituye mediante escritura pública o por testamento; pero no prescribe “bajo
sanción de nulidad”; quiere decir, que si la fundación se constituye por instrumento
privado éste será el medio de prueba de la existencia del Acto Constitutivo de la
Fundación. En el caso de la Hipoteca el Art. 1080 del C.C. dispone que ésta se constituye
por escritura pública salvo disposición diferente de la Ley. Pero tampoco dice bajo
sanción de nulidad, esto significa que la forma impuesta por la ley es la escritura pública,
de modo que si se usare un instrumento privado, éste será el medio de prueba de la
existencia del acto o sea del mutuo con garantía hipotecaria (Art. 144 del C.C.).

6.2.5. La manifestación de la voluntad en el Acto Jurídico.


pág. 10
Según la doctrina, la manifestación exterior de la voluntad es un elemento o requisito
esencial para la validez del acto jurídico, aunque el código no lo enumere expresamente
o taxativamente. Según esta Teoría, sin expresión de la voluntad no hay acto jurídico.
Esto se desprende de lo establecido en el Art. 140, del C.C., según el cual: “El acto
jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear, regular, modificar o extinguir
relaciones jurídicas. Según esta regla el acto jurídico es efectivamente una manifestación
de voluntad. Para que esta tenga eficacia y surta sus efectos legales debe haber una
concordancia o armonía entre la manifestación exterior de la voluntad o exteriorización de
la voluntad y el querer interno del agente o sujeto de derecho. Este querer interno se
llama voluntad real porque ella es lo que realmente desea exteriorizarse al celebrar el
acto jurídico. Por eso se afirma en doctrina que, cuando se produce esa concordancia o
relación armoniosa entre la manifestación exterior de la voluntad y la voluntad real, se
trata entonces de una voluntad jurídica. Sin embargo, puede darse el caso de una
voluntad viciada o sea que no se exterioriza libremente porque adolece de lo que se
llaman los Vicios de la Voluntad, en cuyo caso el acto jurídico cae dentro de la esfera de
la invalidez de los actos jurídicos; es decir, el acto jurídico puede ser anulable según el
caso.

Por ejemplo: en el caso del estado de coma, hay ausencia total de la


manifestación de voluntad porque al sujeto le falta pleno discernimiento, en este caso no
existiendo la voluntad del agente, el acto jurídico es nulo, afectado de Nulidad Absoluta,
como así lo establece el Art. 219, inc. 1º, del C.C. En el caso de un acto jurídico
celebrado bajo intimidación o violencia, el acto será anulable, como así lo establece el
Art. 221, inc. 2º del C.C.

6.2.5.1 Clases de manifestación de la voluntad.


La manifestación de la voluntad es de 2 clases:
a. Expresa.
b. Tácita.

a). Expresa.
Es cuando se formula o se manifiesta exteriormente y puede ocurrir por tres formas:
1. Por escrito.- Consiste en que la voluntad se expresa por cualquier medio
escrito; ya sea, usando los manuscritos (de puño y letra) o utilizando
medios mecánicos, eléctricos o electrónicos. Por ejemplo: la máquina de
escribir mecánica o eléctrica, la computadora, el fax, el telefax, la
impresora, Ipod, etc. Los arts. 141 y 141 A., del C.C., modificado por la Ley
No. 27292, incorporan expresamente a la Internet, bajo esta modalidad.
2. Oralmente.- O sea por medio de la palabra, expresada verbalmente o
usando otros medio de expresión oral, el teléfono, el celular, la radio, la
televisión, el intercomunicador, el skype, Smartphone, etc.
3. Por cualquier otro medio directo.- por medio del lenguaje mímico (por
señas).
b). Tácita.
Tiene lugar cuando la voluntad se expresa mediante una actitud concreta o por
medio de un determinado comportamiento del agente o sujeto de derecho, el cual debe
exteriorizarse de tal modo que revele o le de a entender la existencia de la declaración de
voluntad. Nuestro Código Civil en su Art. 141, 2º párrafo, establece que la manifestación
de voluntad es tácita cuando esta se infiere o deduce indubitablemente de una actitud o
de circunstancias de comportamiento que revelen su existencia. Esto significa que la
manifestación tácita depende de una conducta o de un comportamiento concreto del
agente productor del acto jurídico.
Por ejemplo: Si Pedro tiene una obligación de pagar una deuda pero ésta ya ha
prescrito por el transcurso del tiempo y sin embargo paga los intereses devengados, en
pág. 11
este caso el pago de los intereses debe entenderse como la voluntad tácita y sincera de
Pedro de pagarle al acreedor, por lo menos los intereses generados por el capital
mutuado aún cuando la obligación de pago hubiere prescrito.
Si la ley exige una Declaración Expresa de Voluntad o si el agente productor del acto
jurídico formula una reserva o una declaración de voluntad en contrario no podrá
considerarse que existe una manifestación tácita de voluntad. Así lo establece el Art. 141,
2ª parte, del C.C.

6.2.5.2. El silencio como manifestación de voluntad.


Según la doctrina el silencio no puede considerarse como una manifestación de
voluntad; esto significa que el silencio de la persona no tiene valor jurídico por sí solo; sin
embargo, el silencio puede estimarse como una declaración o manifestación de voluntad
en 2 casos:
1. Cuando la ley positiva lo considera como una manifestación de voluntad. Por
ejemplo, los arts. 33 y 34 de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento
Administrativo General, donde se regulan el SILENCIO POSITIVO y el
SILENCIO NEGATIVO. En el caso del art. 294 y 296, inciso 3ero, del C.P.C.,
que en caso de absolución de posiciones, la negativa a contestar, dará por
ciertas las preguntas a favor del que pregunta.
2. Cuando las partes que intervienen en un convenio o contrato le atribuyen al
silencio el significado de una manifestación de voluntad (Art. 142 del C.C.). Por
ejemplo: Si Pedro le vende mercaderías a Pablo y en el contrato se establece
que si en el plazo de 20 días de recibida la mercadería Pablo no la rechaza ni
formula observación alguna, se tendrá por aceptada la mercadería. Por lo
tanto se considerará perfeccionado el contrato de compraventa; si se vence el
plazo de los 20 días y Pablo nada dice al respecto, su silencio se considerará
como una manifestación de voluntad y por lo tanto deberá pagar el precio de
las mercancías. Fuera de estos casos, el silencio no tiene relevancia jurídica.
6.2.5.3. El Art. 141-A, del C.C., regula la formalidad que debe emplearse para la
manifestación de voluntad, expresa o firma; en este último caso, puede ser generada por
medios electrónicos, ópticos o cualquier otro análogo.

I. TEORÍAS SOBRE LA VOLUNTAD EN LA INTERPRETACIÓN DEL ACTO


JURÍDICO.

En la doctrina existen tres teorías sobre la voluntad en la interpretación del acto jurídico,
que son las siguientes:

1. La Teoría de la Voluntad.
Esta teoría consiste en la aplicación del “criterio subjetivo” en la interpretación
del acto jurídico. Según esta teoría, en la celebración del acto jurídico, tiene
primacía la voluntad real del agente o querer interno del agente productor del
acto, de modo que esta voluntad real tiene más importancia que la
exteriorización de la voluntad. Según esto, para la interpretación del acto
jurídico debe hacerse un estudio psicosomático de la persona que interviene en
la celebración del acto jurídico para determinar si su voluntad es una voluntad
jurídica o si está viciada; es decir, si está afectada por alguno de los vicios de la
voluntad.

2. La Teoría de la Declaración de Voluntad.


En esta teoría se aplica el “criterio objetivo”, según el cual durante la
celebración del acto jurídico prevalece la declaración de voluntad, es decir, la
exteriorización o manifestación exterior de la voluntad del agente productor del
acto de tal modo que al momento de la interpretación del acto jurídico debe
pág. 12
analizarse y explicarse el contenido y el sentido de la declaración exterior de
voluntad, debiendo presumirse la voluntad real, esto significa que la declaración
de voluntad debe estimarse como la voluntad real del sujeto, es decir, debe
entenderse que lo que expresa exteriormente el agente es lo que realmente
quiere internamente. Esta teoría es la que ha consagrado el Código Civil
vigente, en el art. 140, concordante con el art. 168 del C.C. Este último artículo
dice al respecto que el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo se
haya expresado en él (Bajo el Principio de la buena fe).

3. La Teoría de la Responsabilidad
Según esta teoría, la declaración de voluntad debe ser seria, es decir, debe
manifestarse con arreglo a la verdad, de modo que si se falta a este principio el
agente que interviene en la celebración del acto jurídico debe responder por los
daños y perjuicios que ocasione a la otra parte. Según esto, durante la
interpretación del acto jurídico debe examinarse cuidadosamente este punto, es
decir, si el agente obró con seriedad o si faltó a la verdad e incurrió en
responsabilidad. La interpretación que se haga determinará si hubo daños y
perjuicios.

7. CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS JURÍDICOS.

Los actos jurídicos pueden ser:


7.1. Actos jurídicos Unilaterales y Bilaterales.
*Unilaterales. Son aquellos que contienen una sola declaración de voluntad. Por
ejemplo: El testamento en cualquiera de sus formas es acto jurídico unilateral por
excelencia porque en el sólo interviene la voluntad del testador siendo además un acto
jurídico “personalísimo” porque sólo puede otorgarlo personalmente el testador, no existe
testamento por poder, ni la doctrina ni la ley reconocen el testamento por poder.
Además, según nuestro C.C., es nulo el testamento otorgado por dos o más personas
en común (Art. 814 del C.C.). Otro ejemplo: El reconocimiento de hijos
extramatrimoniales, que pueden hacerlo separadamente el padre o la madre.
*Bilaterales. Son aquellos actos que se realizan por la concertación o intervención de
dos voluntades, por ejemplo: la compraventa (vendedor y comprador), el arrendamiento
(arrendador y arrendatario), la donación (donante y donatario), el depósito (depositante y
depositario), la permuta (permutantes), etc.

7.2. Actos jurídicos Principales y Accesorios.


*Principales. Son actos que existen y se perfeccionan por sí solos, que no requieren
ningún otro acto para su celebración y existencia. Por ejemplo: la compraventa, la
donación, el mandato, el depósito, el arrendamiento, la locación de servicios, la permuta,
etc.
*Accesorios. Son actos que se derivan de un acto jurídico principal o que para su
existencia requieren de una acto principal.
Por ejemplo: la garantía inmobiliaria, la hipoteca y la anticresis; también conocidas como
derechos reales de garantía.
Estos actos se derivan de un acto jurídico principal que es el contrato de mutuo o
préstamo. A estos actos se le denomina contrato de mutuo con garantía prendaria,
contrato de mutuo con garantía hipotecaria, contrato de mutuo con garantía anticrética.
7.3. Actos jurídicos Típicos o Atípicos.
* Típicos. Se caracterizan porque son reconocidos y regulados por la ley positiva,
ejemplo: compraventa, permuta, donación, mutuo, depósito, el mandato, etc.
Son nominados los actos que tienen un nombre propio y específico en la doctrina y en la
ley que se conoce como “nomen juris” que significa “nombre jurídico”.

pág. 13
En general son todos los actos jurídicos que llevan un “nomen juris”. Nuestro C.C. vigente
por primera vez utiliza la expresión contratos nominados, con referencia los actos
jurídicos nominados, como puede verse en la sección segunda del Libro VII, sobre
Fuentes de la Obligaciones.
*Atípicos. Son los que no están regulados en el ordenamiento jurídico y por tanto la ley
no les asigna un nombre propio; sin embargo, si en la práctica o en el comercio de los
hombres se diera el caso de un acto jurídico atípico éste se regirá por las disposiciones
generales del acto jurídico y si se tratare de un contrato que es una especie de acto
jurídico se seguirá supletoriamente por las disposiciones generales aplicables a todo
contrato (Arts. 1351 al 1372, del C.C.). Por ejemplo: junta, franquicia, auspicio, etc. En
estos últimos casos, son atípicos por que no constan o se regulan en ley alguna, pero su
denominación es genéricamente aceptada en el tráfico jurídico.
7.4. Actos jurídicos Consensuales y A.J. Solemnes.
* Consensuales. Son los que se perfeccionan por el simple consentimiento de las partes.
No requieren de formalidad o solemnidad alguna. Por ejemplo: la compraventa, es un
acto jurídico consensual por excelencia; para su conclusión basta la aceptación de las
partes sobre el bien objeto del acto y sobre el precio; no se requiere ninguna otra
condición. El contrato de arrendamiento es también consensual por lo tanto puede
celebrarse bajo cualquier forma incluso verbal u oral; por ejemplo la permuta, etc.
* Solemnes.- Son los que se celebran bajo ciertas formalidades o solemnidades (ad
solemnitatem), previstas en la ley positiva, por eso se conocen también con el nombre
de actos jurídicos formales.
7.5. Actos jurídicos Inter vivos y Mortis causa.
* Inter vivos. Son los actos que se celebran en el comercio de los hombres, entre
personas existentes cuyos efectos jurídicos se desenvuelven estando vivos los
celebrantes. Por ejemplo: la compraventa, la donación, el depósito, el mandato, la
permuta, el comodato, etc.
* Mortis causa. Son los actos que se celebran en vida; pero sus efectos se producirán
con motivo del a muerte de una persona o que surten efectos jurídicos a la muerte de la
persona. Por ejemplo: el testamento en cualquiera de sus formas, ya sea testamento
ológrafo, abierto o cerrado; la disposición post-morten de órganos o tejidos humanos; el
seguro de vida, se contrata inter vivos pero sus efectos son mortis causa; actos de
disposición cadavérica, etc.
7.6. Actos jurídicos Onerosos y Gratuitos.
* Onerosos. Son aquellos actos que contienen obligaciones recíprocas o prestaciones
recíprocas que obligan a ambas partes y que, por lo mismo, se llaman
contraprestaciones. Por ejemplo: la compraventa, el arrendamiento, el depósito, la
permuta, el hospedaje, etc.
* Gratuitos. Son los que sólo obligan a una de las partes y favorecen o benefician a la
otra parte. Por ejemplo: la donación, el mandato gratuito, el depósito gratuito, el anticipo
de herencia, el legado testamentario, etc. Los actos gratuitos se llaman: Liberalidades o
Actos de Liberalidad.
7.7. Actos jurídicos Ejecución Instantánea o de Tracto Sucesivo.
* Actos de Ejecución Instantánea. Son los que se perfeccionan en un solo acto y surten
efectos jurídicos inmediatos, tan pronto se celebra el acto jurídico. Por ejemplo: la
compraventa, el comodato, el mandato, el mutuo préstamo, el hospedaje, etc.
* Actos de Tracto Sucesivo. Son aquellos que surten efectos periódicamente o en forma
sucesiva. Por ejemplo: el contrato de arrendamiento, cuya renta o merced conductiva se
paga cada cierto plazo que puede ser por días, semanas, meses, bimestres, años, etc.; el
mutuo crediticio con intereses que se paga periódicamente hasta el cumplimiento total de
la obligación, la compraventa a plazos, las diversas modalidades de pandero techo,
pandero auto etc.
7.8. Actos jurídicos Simples y Complejos.

pág. 14
* Simples. Son los que se celebran sin complicaciones. Por ejemplo: el arrendamiento, el
mandato, el comodato, la permuta, el mutuo simple, etc.
* Complejos. Son los que por su especial naturaleza requieren de varias formalidades y
surten diversos efectos jurídicos. Por ejemplo: el matrimonio que produce los siguientes
efectos:
- Efectos patrimoniales: como es la constitución de la sociedad de gananciales y las
convenciones pre y post matrimoniales.
- Efectos personales: como son los deberes y derechos que nacen del matrimonio, etc.
7.9. Actos jurídicos Patrimoniales y Extrapatrimoniales.
* Patrimoniales. Son los que tienen contenido económico o pecuniario, son actos de
enajenación o disposición de bienes. Por ejemplo: la compraventa, la donación, la
permuta, el mutuo, el testamento, etc. Según la doctrina se considera también como
actos jurídicos patrimoniales los derechos reales de garantía como son la anticresis y la
hipoteca; o el caso del warrant.
* Extra patrimoniales. Son los que no tienen un contenido material económico o
pecuniario, pero sin embargo generan derechos y aún obligaciones, no son actos de
disposición; son más bien, actos jurídicos de carácter personal. Por ejemplo: los
esponsales (convenio esponsalicio o noviazgo), la adopción, el reconocimiento de un hijo
extramatrimonial,

8. LA REPRESENTACIÓN (Arts. 145 al 167, del C.C.)

8.1. CONCEPTO. Es el hecho jurídico en virtud del cual una persona libre llamada
Representante, sustituye la voluntad de otra persona llamada Representada para la
celebración de un acto jurídico, pero los efectos de éste se trasladan a la persona
representada. También se afirma que la Representación es una forma de sustitución por
la cual una persona declara su voluntad por sí y en lugar y en nombre de otra persona,
pero el declarante no recibe efectos jurídicos de su declaración sino que estos favorecen
o benefician al representado; o sea, a la persona cuya voluntad ha sido sustituida por el
declarante.

8.2. CLASES DE REPRESENTACIÓN.


En la doctrina se conoce la siguiente clasificación:
8.2.1 La Representación Legal.
Es la que reconoce y señala expresamente la Ley Positiva, esta representación está
admitida en el art. 145, 2da. Parte, del C.C. Según esta regla la facultad de
representación la otorga el interesado; la confiere la Ley, esto significa que hay una
representación que no depende de la voluntad de las partes sino que es impuesta por
la ley o como prescribe el código, es conferida por la Ley. Por ejemplo: la
Representación de los menores de edad es ejercitada por sus representantes legales,
es decir, por sus padres o tutores.3
La representación de los mayores de edad, sujetos con capacidad restringidas o
discapacitados o interdictos la ejercen sus representantes legales o sea sus apoyos o
curadores, estos representantes están reconocidos expresamente por el Código Civil,
el Código de Los Niños y de los Adolescentes y el Decreto legislativo No. 1384, que
regula los casos de apoyos y salvaguardias, con representación legal; en esta clase
se incluyen los Representantes de los ausentes declarados como tales judicialmente
y estos son los curadores interinos. (Ver artículos 47, del C.C., sobre el curador del
desaparecido; 54 del C.C., sobre designación del administrador de los bienes del

3
- “Artículo 45º.- Toda persona con discapacidad que requiera ajustes razonables o apoyo para el
ejercicio de su capacidad jurídica puede solicitarlos o designarlos de acuerdo a su libre elección.”
(Dec. Leg. No. 1384).

pág. 15
ausente; 502 y ss, sobre la tutela; 564 y ss, sobre la curatela; art. 74 sobre la patria
potestad; Ley N° 29633, AUTOCURATELA)

8.2.2 La Representación Convencional


Es aquella que depende de la voluntad de los interesados y que se establece
mediante el Poder de Representación. La Representación convencional o voluntaria
está reconocida por el art. 145, 2da. Parte, del C.C., según el cual la facultad de
representación la otorga el interesado, puede ser el caso de la presentación directa
con poder.
8.2.3 La Representación Directa
Es aquella que en forma expresa y directa le confiere el representado al
representante bajo la forma de sustitución de la voluntad utilizando para ello el Poder
de Representación. En este caso los efectos de la Declaración de voluntad se
trasladan al representado. El Código Civil en el art. 145, primera parte, prescribe que:
el acto jurídico puede ser realizado mediante representante salvo disposición
contraria de la ley. Esto significa que en la Representación Directa el representante
declara por sí y en nombre y en lugar de otra persona; sin embargo, si la Ley prohibe
la Representación, es decir, si la ley no permite actuar por medio de un representante
en forma directa la Representación no funciona. Por ejemplo: es el caso del
testamento que no puede otorgarse por Representación por prohibirlo la ley; en
efecto, el art. 690, del C.C., determina que las disposiciones testamentarias deben ser
la expresión directa de la voluntad del testador quien no puede dar poder a otro para
testar ni dejar sus disposiciones testamentarias al arbitrio de un tercero; esto se debe
a que el testamento en cualquiera de sus formas es un acto jurídico unilateral y
personalísimo. Por lo tanto, ni la ley ni la doctrina admiten el testamento por poder;
según esto si una persona otorga un testamento por poder se tratará de un acto
jurídico nulo por violación de una prohibición legal. La representación directa con
poder, se encuentra regulada en el art. 164, del C.C.; la representación directa sin
poder está prevista en el art. 161 del C.C. (actúa más allá de las facultades; o cuando
se ha vencido el tiempo de la representación, o es un falso representante, o se
encuentra en conflicto de intereses con el representado, etc.)
8.2.4 La Representación Indirecta. También llamada por Vidal Ramírez,
representación en nombre propio, oculta, mediata o de intereses. Se actúa en
nombre propio, pero en interés ajeno
Consiste en que la Representación funciona en dos fases:
1. Cuando el Representante declara por sí y para sí, y los efectos del Acto le
favorecen.
2. Cuando el Representante tiene que celebrar un acto jurídico adicional trasladando
los efectos jurídicos del acto anterior al representado. Esta representación no es
admitida en el C.C. de 1984, considerándosele como un mandato sin
representación.

8.3. PERSONAS QUE INTERVIENEN EN LA REPRESENTACIÓN:


a. El representante.
Que es la persona que hace la declaración de voluntad por sí misma, y en lugar y en
nombre de otra persona, que es el representado.
b. El representado.
Es la persona que confiere su declaración de voluntad al representante para la
celebración del acto jurídico, pero los efectos de éste se trasladan al mismo
representado. Según la Doctrina el representante recibe el nombre de “dominus”.
c. El tercero.
Que es la persona que celebra el acto jurídico con el representante. Según la doctrina
el tercero es una persona ajena al representado, pero tiene conocimiento que el
representante actúa en lugar y en nombre del “dominus”.
pág. 16
La presencia del tercero llamado también “tercera persona” es necesaria en la
concertación o celebración del acto jurídico.

8.4. REQUISITOS DE LA REPRESENTACIÓN:


1. Que el representante haga la Declaración de Voluntad por sí mismo, o sea, que actúe
en forma directa frente al tercero y personalmente. (art. 157, C.C.)
2. Que el representante declare al celebrar el acto jurídico que obra en lugar y en
nombre del representado; esto es, lo que en la doctrina se llama la “contemplatio
domini” (Art. 164, del C.C.)
3. Que los efectos del acto jurídico se trasladen al representado desde el momento
mismo de la celebración del acto jurídico (art. 160, C.C.).

8.5 CAPACIDAD DEL REPRESENTANTE.


Para ser representante se requiere tener capacidad plena de obrar o de ejercicio y
estar en pleno uso de las facultades mentales, es decir, se requiere ser agente capaz,
como lo exige el art. 140 del C.C., concordante con el art. 42 del C.C., es decir, ser mayor
de 18 años cumplidos. Según esto el representante debe ser una persona que esté en
condiciones de ejercer libremente sus derechos civiles; en cambio, para ser representado
en ciertos casos basta ser titular de derechos; este es el caso de los menores de edad y
de los mayores de edad incapaces civilmente. En ambos casos funciona la
Representación Legal, la que está determinada o autorizada expresamente por la ley
positiva. Por ejemplo: en el caso de la Declaración Judicial de Ausencia, el ausente está
representado por el curador interino (art. 47 del C.C.); en el caso de los menores de
edad, éstos son representados por sus padres, quienes pueden administrar los bienes de
sus hijos y representarlos en todos los actos de la vida civil (art. 423, incs. 6º y 7º del
C.C.).
Tratándose de la Representación Convencional el representado debe tener plena
capacidad civil para otorgar el poder de Representación (art. 145 del C.C.).

I. UTILIDAD PRÁCTICA DE LA REPRESENTACIÓN


La Representación es una institución jurídica que ofrece una gran utilidad práctica,
pues permite celebrar toda clase de actos jurídicos. Incluso entre personas ausentes o
distantes y aún entre presentes cuando por diversas circunstancias el representado
(dominus) no puede actuar directa y personalmente en la concertación de actos jurídicos;
en el caso de una persona ausente, ésta puede celebrar un acto jurídico por medio de un
representante para cuyo efecto basta que le otorgue un poder de representación. Por
ejemplo: “A” vive en Argentina y desea vender su casa de Trujillo a “B”, que se domicilia
en Trujillo; pero “A” no puede viajar. La representación lo faculta para otorgarle poder a
“C” quien como su representante puede contratar con “B”, o sea, puede celebrar con “B”
contrato de compraventa, que es un acto jurídico. También funciona la representación
entre presentes; o sea, cuando el representado está presente en el lugar del acto jurídico,
pero no puede concertarlo directamente, por una enfermedad o por tener que ausentarse
urgentemente; en cualquiera de estos casos puede celebrar el acto haciendo uso del
poder de representación.
En el caso de los menores de edad y de los mayores incapaces o interdictos civiles
la ley faculta el ejercicio de la Representación y en este caso no se requiere poder
alguno, pues se trata de una Representación Legal y ésta funciona de pleno derecho.

II. EL PODER DE REPRESENTACIÓN.


Es la autorización expresa que el representado confiere al representante para la
celebración de un acto jurídico en lugar y en nombre de él. Este poder funciona en el
caso de la representación convencional; para el efecto se requiere que la autorización
sea expresa y por escrito, pues no se admite en el Derecho el poder de representación
verbal; este poder puede otorgarse mediante un instrumento privado o instrumento
pág. 17
público, sin embargo, en nuestro C.C. establece que para disponer de la propiedad del
representado se requiere que el encargo conste en forma indubitable y por escritura
pública bajo sanción de nulidad. Según esta regla el representante no puede vender un
bien de propiedad del representado ni donarlo, ni permutarlo sino está autorizado por
escritura pública. Tampoco puede gravar los bienes del representado si no tiene un poder
en escritura pública; esto significa que el representante no puede ceder en prenda ni en
anticresis ni hipotecar los bienes del representado sin dicho requisito, pues en ambos
casos es bajo sanción de nulidad; quiere decir, que si dispone de los bienes o les impone
un gravamen mediante un documento privado el acto jurídico es nulo, por faltarle la
formalidad o solemnidad que exige la ley (art. 156 del C.C., concordante con el art. 219,
inc. 6º, del C.C.).

III. LA REPRESENTACIÓN ENTRE CÓNYUGES.


El Código Civil vigente permite la Representación entre cónyuges, esto significa
que uno de los esposos (dominus) puede conferir poder al otro para la práctica de
determinados actos jurídicos, o sea, que la Ley permite el otorgamiento de poderes entre
cónyuges. Así lo establece el art. 146 del C.C. Además, el C.C. establece que
corresponde conjuntamente a los cónyuges la representación legal de la sociedad
conyugal, lo que quiere decir que ambos ejercen dicha representación simultáneamente,
pero esta regla no es absoluta pues cualquiera de ellos puede dar poder al otro para que
ejerza solo dicha representación social, en todo o en parte (art. 292 del C.C.). No debe
confundirse la representación del art. 292 del C.C. (para actos administrativos ordinarios
de la vida del hogar), con la representación del art. 315 (para actos de disposición o
adquisición del patrimonio conyugal), del mismo código.

IV. PLURALIDAD DE REPRESENTANTES.


Esto significa que una persona puede tener varios representantes a la vez; estos
representantes pueden actuar conjuntamente o sucesivamente, según el caso. Nuestro
Código Civil establece al respecto una presunción según la cual cuando son varios los
representantes se presumen que lo son indistintamente, es decir, que todos pueden
actuar simultáneamente para celebrar los actos jurídicos que les han sido encargados;
sin embargo, el representado puede disponer en forma expresa que los representantes
actúen conjuntamente o sucesivamente.
• Conjuntamente; significa que el representado los autorice para que ejerzan la
representación a la vez, o sea al mismo tiempo.
• Sucesivamente; significa que los representantes actúen por su orden; o sea, en el
orden de su designación y conforme a las facultades consignadas en el poder de
representación; en ambos casos se requiere una autorización expresa del
representado. También puede darse el caso que el representado designe dos o más
representantes para celebrar actos jurídicos diferentes en cuyo caso la designación
debe ser específica así como también debe ser específico el acto a los actos jurídicos
para los que se otorga el “Poder de Representación”. Por ejemplo: “A” (dominus),
puede otorgar poder a “B” para que venda una casa a “C” para que cobre alquileres
de un edificio, a “D” para que ejecute la cobranza de títulos valores, a “E” para la
compra a un tercero, etc.
Nuestra ley civil no pone límite alguno para conferir el poder de representación, o
sea, que el Principio de la Pluralidad de Representantes es ilimitado (art. 147 del C.C.).
Sin embargo, “en garantía de los derechos del representado”, nuestro Código Civil
establece una responsabilidad por parte de los representantes, según esto, si son dos o
más los Representantes, éstos tienen una responsabilidad solidaria frente al
representado por los daño y perjuicios que le irrogaren, ya sea en caso de incumplimiento
o en caso de negligencia en el ejercicio del encargo y aún en el caso de una actuación
dolosa y perjudicial para los intereses del representado.

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La responsabilidad solidaria significa que pueden responder todos a la vez o uno
solo de los representantes por los daños y perjuicios causados, la única condición que
pone la ley es que el poder se haya otorgado por acto único y para un objeto de interés
común (art. 148 del C.C.). En todo caso cabe advertir que los representantes quedan
sujetos a responsabilidad civil extracontractual, la cual consiste en que aquél que por dolo
o culpa causa daño a otros está obligado a indemnizarlo (art. 1969 del C.C., concordante
con el art. 1984 del C.C.).

V. REVOCACIÓN DEL PODER DE REPRESENTACIÓN.


El Poder de Representación es un acto revocable, esto significa que puede quedar
sin efecto por voluntad del representado. Según nuestra ley civil, el Poder de
Representación puede ser revocado en cualquier momento (art. 149 del C.C.), para el
efecto se requiere que el representado otorgue un nuevo documento en el que exprese la
revocación del poder. La ley se pone en el caso de un poder otorgado por varios
representados para un objeto de interés común; en este caso la revocación deben
hacerla todos los representados. No puede hacerse parcialmente, es decir no puede
hacerla uno o dos representados porque si es parcial no surte efectos legales, solo tendrá
efectos si la revocación es realizada por todos los representados; quiere decir que si
éstos lo revocan parcialmente el representante puede continuar actuando y sus actos
jurídicos tendrán valor legal (art. 150 del C.C.).
Por otro lado, la revocación debe ser comunicada al representante, pero asimismo debe
comunicarse por escrito a cuantos hayan intervenido en el acto jurídico o sean parte del
acto jurídico celebrado por representación. Si la revocación únicamente es comunicada al
representante no puede ser opuesta a los terceros que han contratado con el
representante y que ignoran que el poder ha sido revocado; sin embargo, si la revocación
ha sido inscrita en los Registros Públicos podrá ser opuesta a los terceros. Como la ley
civil tiene un espíritu protector establece que quedan a salvo los derechos del
representado contra el representante para el caso de habérsele comunicado la
revocación del poder (art. 152 del C.C.).

VI. LA RENUNCIA DEL PODER DE REPRESENTACIÓN.


La Representación no es indefinida ni absoluta de modo que el representante
tiene derecho a renunciar al poder si lo desea, para el efecto se requiere que la renuncia
sea comunicada al representante. Una vez comunicada al representante no puede
abandonar el encargo sino que está obligado a continuar ejerciendo la representación
hasta su reemplazo. Sin embargo, la ley se pone en el supuesto que el representante no
pueda continuar con la representación por un impedimento grave o por una justa causa.
Por ejemplo: por enfermedad comprobada, por un accidente, por razones de trabajo, por
cambio de domicilio, por tener que viajar de urgencia a otro lugar o a un país extranjero,
etc. En cualquiera de estos casos puede apartarse inmediatamente de la representación
si habiendo cumplido con notificar o comunicar su renuncia al representado transcurre el
plazo de 30 días más el término de la distancia sin haber sido reemplazado. En este
caso, vencido dicho plazo el representante podrá apartarse de la representación sin
responsabilidad alguna de su parte (art. 154 del C.C.).

VII. LA SUSTITUCIÓN DEL PODER DE REPRESENTACIÓN.


Por principio la Representación debe desempeñarse personalmente por el
representante; sin embargo hay una excepción y consiste en que puede ser sustituido por
otra persona que él designe, en cuyo caso se requiere que el representado le haya
facultado expresamente la sustitución (art. 157 del C.C.).
Si el representante hace la sustitución en la persona que se le designó, quedará
exento de toda responsabilidad civil frente al representado y aún frente a terceros; si en el
documento otorgado no se le señaló la persona del sustituto pero se concedió al
representante la facultad de nombrarlo, éste será responsable cuando hizo una mala
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elección del sustituto, en este caso el representante es responsable de todas las
instrucciones o encargos que imparte al sustituto. Si el sustituto incurre en culpa o dolo el
representado puede accionar directamente contra el sustituto; es decir puede interponer
contra él todas las acciones judiciales que la ley le confiere en defensa de sus derechos
(art. 158 del C.C.).
La sustitución del poder tampoco es indefinida o absoluta sino que puede ser
revocada por el representante en cuyo caso reasumirá el poder de representación salvo
que no esté facultado para ello o que el representante le hubiere revocado el poder de
representación (art. 159 del C.C.).

VIII. CASO DE VICIOS DE LA VOLUNTAD.


El poder de representación le confiere al representante la facultad de celebrar
actos jurídicos que tienen que ser los que el representado le hubiere facultado en el Acto
Constitutivo del Poder. Para la concertación de los actos jurídicos (vender, comprar,
donar, permutar, anticresar, hipotecar, hospedar, etc.) el representante debe exteriorizar
su voluntad libremente de modo que haya una concordancia entre la declaración de su
voluntad y la voluntad real, o sea su querer interno, mejor dicho, debe actuar con una
voluntad jurídica que es una voluntad personalmente manifestada; sin embargo, la ley se
pone en el supuesto que la voluntad del representante sea modificada o afectada por
fuerzas extrañas, es decir, que actúen con una voluntad viciada afectada por cualquiera
de los llamados Vicios de la Voluntad. Por ejemplo: haya actuado por violencia o
intimidación, en cualquiera de estos casos nuestro C.C. declara que el acto jurídico es
anulable si la voluntad del representante hubiere sido viciada; se refiere al error, al dolo o
a la violencia y a la intimidación considerados como vicios de la voluntad en el Código
Civil (art. 163 del C.C., concordante con el art. 221, inc. 2º del C.C.).
La Ley se pone también en el supuesto de que el contenido del acto jurídico
hubiera sido determinado total o parcialmente de modo previo por el representado. En
este supuesto el acto jurídico también es anulable si la voluntad del representado hubiere
sido viciada respecto a dicho contenido (segundo extremo del art. 163 del C.C.).
Así mismo, es anulable el acto jurídico que el representante realice consigo
mismo, en nombre propio o como representante de otro; a no ser que la ley o el
representado lo permitan, y éste último lo estipule dentro del poder otorgado (Art. 166 del
C.C.).

IX. CASO DE LOS DEPENDIENTES.


Los dependientes son las personas que trabajan habitualmente al servicio de otras
personas en establecimientos abiertos al público y en los que realizan constantemente
actos de comercio. El Código Civil contempla la situación de estas personas y dice que
se presume que el dependiente tiene poder de representación de su principal para los
actos jurídicos que ordinariamente realizan en dichos establecimientos; quiere decir que
en este caso no se requiere un Poder de Representación expreso sino que basta la
autorización del principal o empresario; sin embargo, como la ley no lo prohibe y mas
bien lo facultad, los dependientes pueden ser objeto de un Poder de Representación (art.
165 del C.C., concordante con el art. 145 del C.C.).

X. CLASES DE PODER DE REPRESENTACIÓN.


Es de 2 clases:
a. El Poder General.
Este poder es el que se otorga para la concertación de los actos de administración.
Mediante este poder el representante puede arrendar predios, cobrar títulos valores,
pagar arbitrios municipales, servicios públicos, impuesto y ejercitar actos para el
mantenimiento de inmuebles, hacer mejoras o reparos, etc. Al respecto, el art. 155, 1ª
parte del C.C., dice que: el poder general sólo comprende los actos de administración.
b. El Poder Especial.
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Es el que sirve para celebrar determinados actos jurídicos o actos específicos para
los cuales ha sido conferido. Mediante este poder el representante puede celebrar
toda clase de contratos de los permitidos por la ley tales como: vender bienes,
comprar bienes, donar o permutar bienes, fijar o señalar los gravámenes, o sea dar
bienes en prenda, cederlos en anticresis o gravarlos con hipoteca, etc.
Este poder está reconocido en el art. 155, 2ª parte, del C.C. de 1984. El Código Civil
no señala una forma solemne para el otorgamiento del Poder de Representación, sin
embargo, en el art. 156 estipula que para disponer de la propiedad del representado
(vender, donar o permutar) o para gravar sus bienes (prenda, anticresis, hipoteca) se
requiere que el encargo conste en forma indubitable y por escritura pública, bajo
sanción de nulidad. Fuera de estos casos quiere decir que se puede utilizar la forma
libre de concertación; por otro lado, en el caso de los representantes legales se
requiere autorización expresa para celebrar los siguientes actos sobre los bienes del
representado (art. 167 del C.C.):
1. Para disponer de ellos o gravarlos.
2. Para celebrar transacciones (o sea arreglos entre las partes en forma judicial o
extrajudicial).
3. Para celebrar el compromiso arbitral, (o sea para someter en litigio o un arbitraje).
4. Para celebrar los demás actos para los que la ley exige autorización especial.
Estos actos son los contemplados en los arts. 447, 448, 531, 532 y 602 del C.C.,
entre otros.
(Ver poder por acta, carta poder, poder consular, poder fuera de registro, acta de
poder, diferencia entre mandato y representación).

INTERPRETACIÓN DEL ACTO JURÍDICO (Arts. 168, 169 y 170 del C.C.)

CONCEPTO DE INTERPRETACIÓN. Según la doctrina hay dos clases de interpretación:


una semántica y otra jurídica. Semánticamente la palabra “interpretación” se deriva de la
voz latina INTERPRETATIO que significa acción o efecto de interpretar. La voz
“interpretar” significa explicar o aclarar el contenido y el sentido de una cosa, de una
acción o de una palabra; también significa explicar o aclarar un texto escrito.
Jurídicamente la palabra “interpretación”, tienes dos acepciones:

1. En la Teoría General del Derecho. -


Existe la llamada Interpretación de la Ley o Interpretación Jurídica, que consiste en
explicar o aclarar el contenido y el sentido de la norma jurídica, de las reglas del Derecho.
Es lo que se llama HERMENEÚTICA JURÍDICA. Esta interpretación es de tres clases:

a). Interpretación Judicial. Que es la que realizan los jueces al dictar sus fallos o
sentencias;
b). Interpretación Auténtica. Que es la que realizan los legisladores al elaborar las leyes;
c). Interpretación Doctrinal. Que es la que realizan los juristas o tratadistas al escribir sus
obras o tratados.

2. En la Teoría General del Acto Jurídico. -


Existe la llamada INTERPRETACION DEL ACTO JURIDICO que tiene una
conceptuación doctrinaria distinta de la que corresponde a la interpretación de la norma
jurídica o interpretación de la ley. La interpretación del acto jurídico consiste en explicar o
aclarar el contenido y el sentido que tiene la manifestación de la voluntad en la
celebración del acto jurídico. Cuando se celebra un acto jurídico hay una declaración de
voluntad o manifestación exterior de la voluntad y también una voluntad real que es la
voluntad interior o el querer interno del agente o sujeto del Derecho. Según la doctrina,
para que se celebre un acto jurídico entre ambas voluntades debe haber armonía o
concordancia entre ambas voluntades, o sea entre la declaración de voluntad y la
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voluntad real. Según lo expuesto la interpretación del acto jurídico consiste en explicar el
sentido de la declaración de voluntad y en constatar si hay una relación armónica entre
esa declaración y la voluntad real del agente.

CARÁCTER DE LA TERMINOLOGÍA EMPLEADA EN LA INTERPRETACIÓN DEL


ACTO JURÍDICO.

En la moderna teoría del Derecho Civil se habla de la interpretación de los actos jurídicos
en plural y de la interpretación del acto jurídico en singular. Estas tendencias crean una
confusión que es necesario aclarar:

• Cuando la doctrina habla de la interpretación de los actos jurídicos en plural, se


refiere a toda clase de actos jurídicos; es decir, a todos los actos jurídicos, pero,
también se refiere a determinado tipo de actos jurídicos con tendencia a
considerar los actos jurídicos bilaterales, que son los contratos o negocios
jurídicos.

• Pero cuando se refiere a la interpretación del acto jurídico en singular considera


a los actos jurídicos bilaterales como los contratos y también a los actos
jurídicos unilaterales tales como el testamento y el reconocimiento de los hijos
extramatrimoniales.

La moderna teoría del Derecho Civil estima que la terminología más apropiada es la
interpretación del acto jurídico en singular y esta tesis es la que ha recogido y consagrado
el Código Civil de 1984, así puede verse del epígrafe del Título IV del Libro II, que dice:
“Interpretación del Acto Jurídico”, escrito en singular.

II. ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La interpretación del acto jurídico no se conoció ni se reguló en el Derecho romano, los


jurisconsultos romanos regularon únicamente los contratos y se preocuparon por
determinar las formalidades de éstos, de tal modo que si los contratos reunían las formas
o solemnidades legales no era necesaria interpretación alguna sobre la declaración de
voluntad de las partes, pero esto estaba referido a los contratos más no a los actos
jurídicos.

El Código Civil francés de 1804 consideró la primacía de la voluntad interna del agente o
sea de la voluntad real considerándola como de mayor importancia que la declaración
exterior de la voluntad, esto significa que en el Derecho francés del siglo pasado se
impuso lo que en la doctrina se llama “Criterio Subjetivo”.

El Código Civil alemán de 1900 siguió el criterio de la doctrina francesa, pero a partir de
la dación de este código los juristas alemanes variaron su criterio y aceptaron el Criterio
Objetivo, según el cual en la celebración del acto jurídico prevalece o tiene mayor valor la
declaración de voluntad, o sea la manifestación exterior de la voluntad de modo que la
declaración de voluntad hace presumir que es la expresión de la voluntad real del agente.
En la moderna teoría del Derecho Civil existen ahora estas dos tendencias:

1. La Teoría de la Declaración de Voluntad (criterio objetivo).

2. La Teoría de la Voluntad Real (criterio subjetivo).

Entre estas dos teorías se ha bifurcado la moderna doctrina sobre interpretación del acto
jurídico.
pág. 22
III. LA INTERPRETACIÓN DEL ACTO JURÍDICO EN LA LEGISLACIÓN
PERUANA.

El Código Civil de 1852 no reconoció ni reguló la interpretación del acto jurídico. Este
código no contiene norma alguna sobre la materia. El Código Civil de 1936 tampoco
reguló la interpretación del acto jurídico.

Según el Dr. José León Barandiarán podría considerarse como un antecedente de esta
institución el art. 1328 del Código Civil ubicado dentro de las disposiciones generales de
los contratos. Según esta regla: “los contratos son obligatorios en cuanto se haya
expresado en ellos y deben ejecutarse según las reglas de la buena fe y común intención
de las partes”; sin embargo, esta regla no se refiere al acto jurídico sino a los contratos en
general, pues no tiene ninguna referencia específica sobre el acto jurídico. En la parte
que dice: “... en cuanto se haya expresado en ellos...” se considera que se refiere a la
declaración exterior de la voluntad, o sea al criterio objetivo y en la parte que se refiere a
“... la común intención de las partes” es evidente que se refiere a los actos jurídicos
bilaterales que son aquellos en que intervienen dos partes y en las que hay
contraprestaciones recíprocas. Tal como está redactada la norma en términos generales
se refiere a las condiciones de obligatoriedad y de ejecución de los contratos; en cambio,
el Código Civil de 1984 recoge y aplica la Teoría de la Declaración de Voluntad, o sea el
criterio objetivo de interpretación del acto jurídico, lo que se advierte en el art. 140,
cuando prescribe: “el acto jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear,
regular, modificar o extinguir las relaciones jurídicas”. Esta norma está corroborada por el
art. 168, cuando dice: “el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se
haya expresado en él y según el principio de la buena fe”. Cuando esta regla expresa “...
de acuerdo con lo que se haya expresado en él...” (el acto jurídico) es evidente que se
refiere a la declaración exterior de la voluntad, es decir, que aplica también el criterio
objetivo de interpretación del acto jurídico.

IV. LA VOLUNTAD JURÍDICA.

Es una voluntad sana, es decir una voluntad legal que es aquella en la que hay una
concordancia entre la declaración de voluntad y la voluntad real. Si no se da esta relación
se tratará de una voluntad viciada, es decir, afectada por cualquier vicio de la voluntad
como son, el error, el dolo, la violencia y la intimidación. Cuando se produce alguno de
estos vicios el acto jurídico se convierte en un “acto ineficaz” o un “acto que adolece de
invalidez jurídica”. Fuera de estos casos la voluntad es jurídica cuando existe la referida
concordancia.

V. LOS DESTINATARIOS DE LAS NORMAS SOBRE INTERPRETACIÓN DEL


ACTO JURÍDICO.

Son las personas que intervienen o que pueden intervenir en la interpretación del
acto jurídico y a quienes van destinadas las normas que al respecto ha consignado
el Código Civil. Estas personas consideradas como destinatarios de dichas normas
son las siguientes:

1. Las partes
Estas son las personas que intervienen en la celebración o concertación del
acto jurídico. Son los llamados agentes productores del acto o sujetos de
Derecho que celebran el acto. Estas personas, según la doctrina, pueden
interpretar libremente el acto jurídico celebrado para lograr su ejecución o su
perfeccionamiento en caso de duda.
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Esta interpretación pueden hacerla extrajudicialmente, es decir, de común
acuerdo y sin necesidad de acudir al Poder Judicial. Para el efecto deberán
celebrar con acto jurídico adicional o aclaratorio que en la doctrina se conoce
con el nombre de “Acto de Constatación”.
Por ejemplo, si “A” y “B” celebraron un contrato de compraventa y omitieron
referirse a la forma de pago o al área total y al área construida, pueden celebrar
un contrato adicional de carácter aclaratorio.

2. El Juez
Si las partes no se ponen de acuerdo en la interpretación del acto jurídico
pueden recurrir al juez en lo civil de su jurisdicción para que éste haga la
interpretación con arreglo a los hechos, al contenido del acto, a las cláusulas de
éste y a las disposiciones de la ley civil sobre la materia, o sea, con sujeción a
los artículos 168, 169 y 170 del C.C., vigente. Para el efecto debe haber una
demanda, una contestación de demanda, una etapa de ofrecimiento y actuación
de pruebas y una sentencia, es decir, debe haber un “proceso judicial” en el que
el juez, atendiendo a lo expresado por las partes, debe hacer la interpretación
del acto jurídico materia de la “litis”. La interpretación la hará el juez a través de
la sentencia.

3. Los árbitros
Que son las personas que en defecto de los jueces pueden resolver conflictos y
por lo tanto pueden intervenir en la interpretación del acto jurídico para evitar el
litigio o conflicto judicial. Este arbitraje está permitido por la Ley General de
Arbitraje, Decreto legislativo No. 1071, del 28.06.2008). La intervención de los
árbitros concluye con una especie de sentencia llamada LAUDO ARBITRAL.

VI. CARÁCTER DE LAS NORMAS SOBRE LA INTERPRETACIÓN DEL ACTO


JURÍDICO.

Las normas jurídicas sobre interpretación del acto jurídico son obligatorias para todos,
es decir, para las partes, para los jueces y para los árbitros. Nadie puede eludir su
cumplimiento y por tanto al interpretar los actos jurídicos deben aplicarse
ineludiblemente. Estas normas son los arts. 168, 169 y 170 del Código Civil, que
constituyen el Título IV del Libro II. Estas normas han sido consideradas por primera
vez en el ordenamiento jurídico civil peruano, pues el Código Civil de 1936 no se
ocupó de este asunto.

El art. 168 establece que el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que
se haya expresado en él y según el principio de la buena fe, quiere decir que los
intérpretes del acto deben considerar lo que en él se haya expresado y que ésta es la
voluntad real del agente y en cuanto a la buen fe debe entenderse como que las
partes han obrado en la creencia sincera que celebran un acto legal. El art. 169
dispone que las cláusulas de los actos jurídicos se interpretan las unas por medio de
las otras atribuyéndose a las cláusulas dudosas el sentido que resulte del conjunto de
todas; esto significa que el acto jurídico debe interpretarse mediante el “principio de la
interdependencia y de la sistematización” de modo que una de las cláusulas debe ser
la consecuencia de la otra, o sea de la que antecede y la que subsigue debe tener
como antecedente aquélla de donde proviene. El art. 170 determina que las
expresiones que tengan varios sentidos deben entenderse en el más adecuado a la
naturaleza y al objeto del acto. Por ejemplo: en el caso del contrato de arrendamiento
las cláusulas sobre subarrendamiento y sobre conclusión del contrato deben
interpretarse en relación al acto principal que es el arrendamiento. La parte del art. 170

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que habla del objeto del acto debe entenderse que se refiere a la finalidad del acto
jurídico.

MODALIDADES DEL ACTO JURÍDICO (Arts. 171 al 189 del C.C.)

CONCEPTO. Las modalidades del acto jurídico son los “elementos accidentales” del acto
jurídico. Estas modalidades consisten en ciertas cláusulas o estipulaciones que los
declarantes, o sea las partes colocan voluntariamente al momento de la celebración del
acto jurídico. También se consideran como las autolimitaciones de la voluntad de los
declarantes que no forman parte de la esencia del acto jurídico.
Según el tratadista italiano Francesco Messineo (Tratado de Derecho Civil y Comercial)
las modalidades del acto jurídico pueden existir o no existir en el acto jurídico, dependen
de las partes. Si los declarantes desean añadirlas al acto jurídico pueden hacerlo
libremente.
Sin embargo pueden no añadir estos elementos en cuyo caso el acto jurídico no pierde
eficacia, es decir, conserva toda su validez jurídica. Estos elementos según lo expuesto
pueden faltar o no en el acto jurídico, pero si se agregan se consideran como añadidos a
los requisitos esenciales del acto jurídico, que son los señalados en el art. 140 del Código
Civil.
Según la doctrina universalmente aceptada y que recoge nuestro Código Civil vigente
estos elementos accidentales se llaman “Modalidades del Acto Jurídico” y son:
a. La condición.
b. El plazo.
c. El cargo o modo.

CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS JURÍDICOS EN RELACIÓN CON LAS


MODALIDADES.

Pueden ser:

1. Actos Jurídicos puros o simples.


Son aquellos que no contienen modalidad alguna, es decir, que no están
sujetos a condición, plazo o cargo alguno; esto significa que en el Derecho se
admiten los actos jurídicos desprovistos de modalidades. Por ejemplo: son
actos puros del matrimonio, el reconocimiento de los hijos extramatrimoniales,
la adopción, la renuncia de la herencia, la renuncia a un legado, etc.

2. Los Actos Jurídicos modales.


Son aquellos que contienen alguna de las modalidades del acto jurídico o todas
las modalidades en su conjunto, o sea que pueden tener una o más
condiciones, un plazo o un cargo. Por ejemplo: el contrato de arrendamiento
puede contener un plazo determinado en este caso se llama Contrato de
Duración Determinada que puede ser por un día, por una semana, por un mes,
o por un año, etc.
“A” puede vender a “B” una casa conviniendo las partes que el precio de la
venta se pague a plazos.
“A” puede ofrecer a su hijo “B” la donación de un automóvil a condición de que
se reciba de abogado el 30-12-22.
En general todos los actos jurídicos sujetos a una condición, a un plazo o a un
cargo son actos modales.

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1. LA CONDICIÓN

CONCEPTO. Es una modalidad del acto jurídico que consiste en un hecho futuro e
incierto de cuya realización depende el cumplimiento del acto jurídico o el cese de sus
efectos jurídicos, quiere decir que la condición es un suceso, un acontecimiento o un
evento que se cumple en el futuro y del cual depende la eficacia del acto jurídico o la
resolución o rescisión del acto jurídico.

REQUISITOS DE LA CONDICIÓN. Según la doctrina son los siguientes:


1. Es un hecho futuro; esto significa que la condición debe realizarse o cumplirse
después de celebrado el acto jurídico.
Quiere decir que la condición no rige para el presente ni para el pasado porque
si así fuere se trataría de un hecho desconocido y no surtiría los efectos
deseados por los declarantes, es decir, por las partes que intervienen en la
celebración del acto jurídico. Es decir, que la condición tiene relación con el
factor tiempo, mejor dicho con el transcurso del tiempo, puesto que mientras se
cumple la condición en el futuro queda en suspenso el acto jurídico. Al respecto
el art. 175 del C.C. determina que si la condición es que no se realice cierto
acontecimiento dentro de un plazo se entenderá cumplida desde que vence el
plazo o desde que llega a ser cierto que el acontecimiento no puede realizarse.
Por ejemplo: Pedro le dice a Juan: te compraré tu casa cuando mi padre me
transfiera una casa en anticipo de herencia; en este caso, la compra del
inmueble a Juan depende de un suceso futuro que es el anticipo de herencia.
2. Es un hecho incierto, esto significa que la condición es un suceso o evento
que crea en las partes un estado de incertidumbre porque como se trata de un
hecho futuro no hay en los declarantes la certeza de su realización. Ambos
requisitos deben funcionar conjuntamente durante la concertación del acto
jurídico.
Ejemplo de hecho incierto: Pedro le dice a Juan: “te compraré tu casa si me
saco el premio de la lotería de Trujillo en fiestas patrias”.

CLASIFICACIÓN DE LA CONDICIÓN. Puede ser:


1. Condición expresa
Cuando las partes consignan la condición expresa o explícitamente, es decir, en
forma específica y por escrito. En términos generales toda condición, para que
tenga validez, debe ser colocada o consignada de modo expreso durante la
celebración del acto jurídico o del negocio jurídico (contrato).
El Dr. León Barandiarán afirma que no hay condición tácita en el acto jurídico y
que tampoco se puede presumir la condición, por eso es que en el Código Civil
no hay referencias a la condición tácita.
2. Condición causal
Cuando los declarantes expresan los motivos o razones para la consignación
de la condición durante la celebración del acto jurídico.
3. Condición potestativa
Cuando las partes consignan voluntariamente la condición en el acto jurídico.
Por principio la consignación de la condición es voluntaria.
Las partes no están obligadas por la ley a colocar condiciones durante la
celebración del acto jurídico, pero si conviniesen en colocar alguna condición,
ésta debe ser voluntariamente expresada porque si la voluntad de las partes
estuviere viciada la cláusula condicional sería nula o anulable, según el caso.
Por ejemplo: si hubo violencia o intimidación la condición sería anulable (art.
221, inc. 2º, del C.C., concordante con el art. 214, del C.C.).
4. Condición suspensiva.

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Es aquel hecho o evento futuro que deja en suspenso el cumplimiento del acto
jurídico mientras no llegue su realización.
Ejemplo: “A” le dona a “B” una colección de la enciclopedia jurídica OMEBA a
condición que se gradúe de abogado el 27.07.23.
“A” le ofrece comprar a “B” su casa cuando cobre su compensación por tiempo
de servicios. Si la condición se realiza el acto jurídico pactado da eficacia
jurídica, es decir, se da por cumplido.
5. Condición resolutoria.
Es aquella de la cual depende la cesación del efecto jurídico. En este caso al
producirse el evento futuro, o sea la condición resolutoria se resuelve o rescinde
el acto jurídico o el negocio jurídico, es decir, se resuelve el contrato, se pone
fin al acto jurídico.
Por ejemplo: “A” y “B” celebran un contrato de compraventa de una casa a
condición que no se realicen las elecciones para Gobiernos Regionales antes
del 2022. Si las elecciones se realizan se rescindirá el contrato, es decir, “A” le
devolverá el precio de venta a “B” (comprador) y “B” le devolverá la casa a “A”.
Al contrario, si no se realizan las elecciones el acto jurídico contractual
conservará su eficacia, es decir, no habrá resolución o rescisión del contrato.
Esto significa que tratándose de la condición resolutoria hay una forma positiva
y otra negativa de realización del evento.

IRRETROACTIVIDAD DE LA CONDICIÓN. Según nuestro Código Civil “la condición no


opera retroactivamente salvo pacto en contrario” (art. 177 del C.C.). Quiere decir que la
regla general es que la condición sea irretroactiva, esto significa que la condición ya sea
suspensiva o resolutoria funciona solo para el futuro no para el pasado ni para el
presente; sin embargo, excepcionalmente se permite que las partes establezcan alguna
condición con efectos retroactivos, aunque esta regla, en la práctica, no se cumple. En
todo caso queda como una excepción para el supuesto de que podría darse el caso.

2. EL PLAZO.

CONCEPTO. El plazo es una modalidad del acto jurídico que consisten en un


acontecimiento futuro y cierto que debe cumplirse necesariamente e inexorablemente, es
decir, fatalmente. Según la Doctrina el plazo se llama también “TÉRMINO” y está
determinado por el transcurso del tiempo.

Esta modalidad presenta diversas manifestaciones que el Derecho tiene en cuenta.


Puede ser un plazo determinable, o sea un plazo de fecha cierta, por ejemplo: “A” le dice
a “B” te pagaré la deuda el día 15 de julio próximo. Juan le dice a Pedro me casaré con
María el 25 de diciembre del 2022. Pedro le dice a Juan te venderé mi casa dentro de un
año, etc.
Estos son plazos fácilmente determinables por cuanto se puede precisar la fecha de su
cumplimiento o de su realización, pero hay plazos de fecha incierta que son imposibles
de determinar o de precisar. Por ejemplo: te venderé mi casa el día que muera mi padre,
te donaré mi biblioteca el día que me reciba de abogado, etc.
Según los tratadistas el plazo es un momento de tiempo o un período de tiempo y
además es sinónimo de término.
Sin embargo, la palabra “término” se aplica generalmente en la esfera del Derecho
Procesal Civil y sirve para computar y señalar los diversos estadíos o momentos
procesales. Por ejemplo: hay un término para contestar la demanda, hay otro término
para plantear o deducir excepciones que son medios procesales de defensa, hay un
término para ofrecer pruebas y otro para actuar las pruebas ofrecidas, etc.

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CARACTERÍSTICAS DEL PLAZO. Son las siguientes:
1. Es un hecho futuro. - Esto significa que el plazo está estrechamente vinculado
al factor tiempo. De ahí que cuando un acto jurídico sujeto a un plazo queda
sometido al transcurso del tiempo; por eso es, que el plazo como modalidad
del acto jurídico está relacionado con el porvenir, o sea que rige para el futuro
y no para el pasado, lo cual se debe a que la eficacia del acto jurídico o la
extinción de los efectos jurídicos del acto dependen del cumplimiento del
plazo. Una vez fijado o señalado el plazo para las partes su realización o
cumplimiento resulta inevitable o ineludible si el acto jurídico contiene un plazo
fijado por las partes. Se trata de un acto modal o sea sujeto a una modalidad
que en este caso es el plazo.
Según la doctrina los actos jurídicos puros o simples no tienen plazo. Por
ejemplo: el reconocimiento de los hijos extramatrimoniales, el otorgamiento del
testamento, etc., no están sujetos a plazo alguno porque la ley en estos casos
no admite plazo.
2. Es un hecho cierto. - Esto significa que cuando se fija un plazo hay la certeza
de su realización, pues el tiempo es un factor inevitable e ineludible por cuanto
siempre tiene que cumplirse y en esto se diferencia el plazo de la condición
pues éste es un hecho incierto que puede cumplirse o no puede cumplirse.
3. Es un hecho establecido arbitrariamente. - Esto significa que el plazo del acto
jurídico es fijado voluntariamente por las partes según su libre arbitrio o
albedrío, es decir, que el plazo es reconocido por la ley pero al celebrarse el
acto jurídico es señalado por las partes interesadas según su voluntad.

CLASIFICACIÓN DEL PLAZO. Según la doctrina el plazo se clasifica en la forma


siguiente:
1. Plazo suspensivo
Es aquel que suspende los efectos del acto jurídico hasta su cumplimiento, o
sea que cumplido el plazo recién el acto jurídico cobra eficacia, es decir, surte
los efectos jurídicos queridos por las partes. Por ejemplo: “A” le alquila su casa
a “B” por un año pero ambos colocan una cláusula según la cual “A” se obliga a
entregarle la casa a “B” dentro de 2 meses, fecha desde la cual el contrato
surtirá sus efectos legales (178, del C.C.).
2. Plazo resolutorio
Es aquel que, celebrado el acto jurídico, éste, surte sus efectos y éstos se
desarrollan en el tiempo hasta el cumplimiento del plazo fijado, vencido el
plazo fijado cesan los efectos del acto jurídico. Por ejemplo: “A” le presta a “B”
cinco mil soles por el plazo de 2 años, pactando intereses al 10% mensual.
Concluido el contrato de mutuo, o sea, vencido el plazo de los 2 años fijados el
acto jurídico llamado mutuo se resuelve, es decir, cesan sus efectos si es que
“B” cancela el capital mutuado al vencimiento de dicho plazo.
“A” la arrienda a “B” su casa por el plazo de un año improrrogable, vencido
este plazo el contrato de arrendamiento (acto jurídico) se resuelve, es decir,
queda sin efecto y el arrendatario está obligado a devolver el bien al
arrendador, en caso contrario el arrendador “B” le puede interponer o iniciar la
acción judicial respectiva. (Art. 178, del C.C.).
3. Plazo expreso.
Es aquel que señalan las partes en forma explícita o expresa durante la
celebración del acto jurídico.
4. Plazo tácito.
Tiene lugar cuando las partes no fijan un plazo determinado, pero se presume
que han querido señalar un plazo. Al respecto, el art. 182, del C.C. dice: que si
el acto no señala plazo, pero de su naturaleza y circunstancias se dedujere
que han querido concederse al deudor, el juez fija su duración. En este caso el
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acreedor tiene que aceptar la decisión del juez porque se trata de una
interpretación del acto jurídico relacionada con el plazo.
5. Plazo convencional.
Es el que señalan las partes de común acuerdo, Este plazo es potestativo,
depende la voluntad de las partes. La ley no señala regla alguna ni requisito
alguno para establecer el plazo convencional.
6. Plazo legal.
Es el que la ley positiva señala y en este caso las partes están obligadas a
respetarlo.
Por ejemplo, en el caso del mutuo cuando el deudor y el acreedor no señalan
plazo para la devolución del capital mutuado se entiende que es de 30 días
contados desde la entrega de la suma pactada (art. 1656, del C.C.). Este es el
ejemplo típico del plazo legal.
Según la doctrina el plazo legal no es en realidad una modalidad del acto
jurídico puesto que las parte no lo señalan o agregan como un elemento
accidental del acto jurídico o del negocio jurídico sino que la ley lo impone en
defecto o a falta de la manifestación de voluntad de las partes. Al respecto,
cabe aclarar que existe una serie de normas jurídicas que señalan plazos
legales como, por ejemplo, los plazos de prescripción que señala el art. 2001
del C.C. El plazo de caducidad, por ejemplo, el señalado para anular el
matrimonio por existir un defecto sustancial en la persona del otro cónyuge;
tales como, conducta deshonrosa o toxicomanía, en estos casos el plazo es
de 2 años, es decir, el cónyuge agraviado tiene un plazo de 2 años para
accionar, es decir, para demandar la anulación del acto jurídico matrimonial
(arts. 277, inc. 5º, del C.C.).
También existe el plazo de caducidad de la acción de separación de cuerpos o
de divorcio por las causales de adulterio, atentado contra la vida del cónyuge,
homosexualidad sobreviniente al matrimonio y la condena por delito doloso a
una pena privativa de la libertad mayor de 2 años. En todos estos casos la
acción caduca a los seis meses de conocida la causa por el ofendido (art. 339,
del C.C., concordante con el art. 333, inc. 1º, 3º, 9º y 10º, del C.C.); (art. 349,
del C.C.).
7. Plazo judicial.
Es el que fija el juez a falta de un plazo convencional o legal. Este plazo está
previsto en el art. 182, del C.C., según el cual, si el acto jurídico no señala
plazo, pero de su naturaleza y circunstancias se dedujere que ha querido
concederse al deudor el juez fija su duración. También la fija el juez cuando el
deudor o el tercero no hubieren señalado plazo, en este caso el C.C. señala el
procedimiento que debe seguirse ante el juez competente.

CÓMPUTO DEL PLAZO. Según el art. 183, del Código Civil el plazo se computa de
acuerdo al calendario gregoriano. Este calendario fue creado por el Papa Gregorio XIII en
el año 1582 y desde entonces rige hasta la fecha y ha sido admitido por nuestros
legisladores o reformadores del Código Civil para hacer la computación del plazo en la
celebración del acto jurídico. Según este calendario, para computar el plazo se
observarán las siguientes reglas:
1. El plazo señalado por días. - Se computa por días naturales o sea incluyendo
sábados, domingos y feriados, salvo que la ley o el acto jurídico establezcan el
cómputo del plazo por días hábiles (art. 183, inc. 2º, del C.C.).
2. El plazo señalado por meses. - Este plazo se cumple en el mes del
vencimiento y en el día de este, correspondiente a la fecha del mes inicial. Por
ejemplo: Si se celebra un contrato el 9 de junio de 2022 por el plazo de 6
meses vencerá el 9 de diciembre de 2022. Si en el mes del vencimiento falta
tal día el plazo se cumple el último día de dicho mes. Por ejemplo: si se
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celebra un contrato el 29 de febrero de 2020 (año bisiesto), por el plazo de un
año vencerá el 28 de febrero de 1999. (Art. 183, inc. 2do., del C.C.).
3. El plazo señalado por años.- Se rige por las reglas que establece el inciso 2º
del art. 183 del C.C., o sea por la regla anterior. Por ejemplo: si se celebra un
contrato de arrendamiento el 9 de junio de 2020 por el plazo de 3 años
vencerá el 9 de junio de 2023. (Art. 183, inc. 2º, del C.C.)
4. El plazo excluye el día inicial e incluye el día del vencimiento, esto significa
que el plazo no se cuenta el mismo día de celebración del acto jurídico, sino
que se computa desde el día siguiente. Por ejemplo: Si se celebra un contrato
de arrendamiento el 9 de junio del 2021 el plazo se computará a partir del día
10 de junio del 2021, considerando que el día tiene 24 horas. (Art. 183, inc. 4º,
del C.C.).
5. El plazo cuyo último día sea inhábil vence el primer día hábil siguiente. Por
ejemplo: si el plazo vence el domingo 18-08-19, en realidad vencerá el día
lunes 19-06-02. (Art. 183, inc. 5º, del C.C.).

Por otro lado, el art. 184, del C.C., establece que las reglas del art. 183, del C.C. son
aplicables a todos los plazos legales o convencionales, salvo disposición de la ley o
cuando las partes hubieren adoptado un acuerdo diferente, lo que se consignará en el
documento que contiene el acto jurídico.

PROTECCIÓN DEL DERECHO DE LAS PARTES. El Código Civil establece que antes
del vencimiento del plazo quien tenga derecho a percibir alguna prestación puede
ejercitar las acciones conducentes a la cautela o defensa de sus derechos (art. 178, 2do.
parágrafo, del C.C.). Por ejemplo: el titular del derecho puede hacer la inscripción de su
derecho en el registro respectivo (propiedad inmueble, mandatos, personas jurídicas,
sociedades mercantiles, etc.) puede trabar embargos en bienes del deudor, puede exigir
fianzas o prestar fianzas, puede hacer anotaciones preventivas en los Registros Públicos,
puede solicitar en la vía judicial cualquier prueba anticipada que convenga a su derecho,
por ejemplo: absolución de posiciones (confesión), exhibición judicial de documentos
públicos o privados, una inspección judicial, etc., puede pagar impuestos o arbitrios
municipales, etc. Todos estos actos están permitidos por la ley (art. 178, del C.C.) en
relación con el plazo, pero sólo puede ejercitarse o practicarse antes de que venza el
plazo señalado en el acto jurídico.

PÉRDIDA DEL DERECHO AL PLAZO POR EL DEUDOR. El deudor pierde el derecho a


utilizar el plazo en los casos siguientes:
1. Cuando resulta insolvente después de contraída la obligación, por ejemplo,
una obligación de mutuo o préstamo; sin embargo, mantiene su derecho al
plazo si garantiza la deuda que puede ser mediante una fianza (la firma de una
persona solvente que lo garantice) o mediante un derecho real de garantía
(prenda, hipoteca, anticresis) (art. 181, inc. 1º, del C.C.).
Conviene aclarar que este inciso ha sido adicionado por la Primera D.M. del
C.P.C., en la forma siguiente: Se presume la insolvencia del deudor si dentro
de los 15 días de su emplazamiento judicial no garantiza la deuda o no señala
bienes libres de gravamen por valor suficiente para el cumplimiento de su
prestación. Según esta enmienda (que rige desde el 01-01-93) si el deudor no
cumple con estos requisitos dentro de dicho plazo (15 días) se le presume
insolvente y por tanto pierde el derecho a utilizar el plazo.
2. Cuando no otorga el acreedor las garantías a que se hubiese comprometido
(inc. 2º del art. 181 del C.C.).
3. Cuando las garantías disminuyeren por acto propio del deudor (caso de venta
o donación de bienes) o cuando desaparecieren por causa no imputable al
deudor (caso de robo, terremoto, incendio, etc.), salvo que sean
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inmediatamente sustituidos por otras garantías equivalentes. Pero en este
caso las garantías deben ser a satisfacción del acreedor (inc. 3º del art. 181
del C.C.).
Conviene aclarar que el art. 181, del C.C. ha sido materia de un agregado
hecho por la Primera DM del C.P.C. que dice: la pérdida del derecho al plazo
por las causales indicadas en los incisos precedentes se declara a petición del
interesado y se tramita como proceso sumarísimo. Son especialmente
procedentes las medidas cautelares destinadas a asegurar la satisfacción del
crédito.

EL CARGO.

CONCEPTO. Es una modalidad del acto jurídico que consiste en el encargo que una
persona hace a otra para que cumpla determinada obligación a fin de poder recibir en
cambio gratuitamente un bien o un derecho. También puede decirse que el cargo o modo
es una modalidad del acto jurídico por la cual el beneficiario de una liberalidad se obliga a
hacer algo para adquirir o conservar el beneficio del derecho que constituye la liberalidad.

Esto significa que el cargo se presenta en los actos de disposición a título gratuito no así
en los actos onerosos. Por ejemplo, el cargo, tiene lugar en los actos de donación de
bienes, en el otorgamiento de los testamentos y en cualquier acto jurídico a título gratuito
tales como: el depósito gratuito, el mandato gratuito, la cesión gratuita de un crédito,
etcétera.

El Dr. José León Barandiarán dice que el cargo importa una obligación para quien lo
asume. Sin embargo, el beneficiario de la liberalidad no está obligado a aceptar el cargo,
de modo que puede rechazarlo en el momento de celebrarse el acto jurídico, pero, una
vez aceptado el cargo, el beneficiario está obligado a su cumplimiento. Por ejemplo: “A” le
dice a “B” te dono mi casa con encargo de que después de fallecido mandes a celebrar
anualmente una misa de aniversario. “A” le dice a “B” te instituyo legatario del 33 % de
mis bienes, con el encargo que pases una pensión de alimentos a mi hija “C”.

CARACTERÍSTICAS DEL CARGO:


1. Solo tiene lugar en los actos jurídicos a título gratuito. Por ejemplo, en la
donación y el testamento.
2. Es un hecho accesorio, es decir, que tiene que celebrarse un acto jurídico de
liberalidad en el que el autor del beneficio imponga el encargo al beneficiario
de la liberalidad, si lo desea, porque es voluntario. Si no desea imponer un
cargo el acto jurídico de liberalidad quedará perfeccionado de todas maneras.
El cargo entonces viene a ser una obligación accesoria, un hecho accesorio.
3. En el cargo intervienen 3 sujetos a diferencia de la condición en la que sólo
intervienen 2 sujetos que son el acreedor y el deudor.

PERSONAS QUE INTERVIENEN EN EL CARGO.


En el cargo intervienen 3 sujetos:
1. El imponente. Que viene a ser el autor de la liberalidad o beneficio, o sea, la persona
que al celebrar el acto jurídico establece o impone un cargo a la persona que va a
recibir el beneficio del derecho.
2. El beneficiario. Es la persona favorecida por el imponente con una liberalidad pero
que a la vez queda obligado a cumplir el cargo o el encargo.
3. El beneficiado. Es la persona que se beneficia con el encargo o cargo. Esta persona
puede ser el mismo imponente o un tercero, como es el caso del que recibe una
pensión alimenticia o cualquier otro beneficio establecido por el imponente.

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EL CARGO EN LA LEGISLACIÓN NACIONAL. El Código Civil de 1936 reconoció la
existencia del cargo y dictó normas sobre esta modalidad del acto jurídico. Incluso se
refería al cargo en el contrato de donación, pero específicamente lo regulaba en el Libro
V De las Obligaciones, en la parte relativa al acto jurídico.
El Código Civil de 1984 se ocupa del cargo en los arts. 185 al 189, pero también se
refiere al cargo en el contrato de donación, concretamente en el art. 1642 del C.C., que
se refiere al caso de las donaciones remuneratorias o sujetas a cargo; en los legados con
cargo, Art. 768, del C.C.; los legatarios sustitutos con cargo, Art. 741, del C.C.

EL CUMPLIMIENTO DEL CARGO.


Según la Teoría General del Acto Jurídico el cargo es una obligación desde el momento
que el encargado se obliga a su cumplimiento o simplemente acepta el cargo. Por lo
tanto, el Código Civil señala algunas reglas que permiten accionar judicialmente para
lograr el cumplimiento del cargo.
Al respecto el Código Civil establece que el cumplimiento del cargo puede ser exigido por
las siguientes personas:
1. Por el imponente, o sea por el autor de la liberalidad. Por ejemplo: en la
donación, el que dona un bien mueble o inmueble con cargo tienen acción
judicial para exigir su cumplimiento y en este caso la acción la dirigirá contra el
beneficiario de la donación.
2. Por el beneficiado con el cargo. Por ejemplo: en caso de que el cargo esté
constituido por una pensión alimenticia a favor de la hija “C”, ésta puede
interponer la acción de alimentos contra el obligado al cargo. La acción en este
caso está prevista y amparada por el art. 185, 1ra. parte, del C.C.
3. Si el beneficiado con el cargo es una institución de servicio social y el cargo es
de interés social la acción judicial puede ser interpuesta por el representante
legal de la institución beneficiada.

Por ejemplo: Si “A” dona un edificio de renta a “B”, para que con parte de la renta done
una vez al año prótesis (órganos ortopédicos), al Instituto de Rehabilitación de Trujillo; si
llegado el plazo “B”, no cumple el encargo, o sea, no entrega la renta, la entidad
beneficiada puede accionar judicialmente para el cumplimiento de la obligación (art. 185,
2da. parte, del C.C.).

EL PLAZO EN EL CUMPLIMIENTO DEL CARGO.


El cargo puede estar sujeto o no a un plazo. Si se señala por el imponente un plazo
determinado el cargo debe cumplirse necesariamente por el obligado dentro de dicho
plazo. Sin embargo, puede darse la hipótesis que no se señaló plazo alguno para la
ejecución del cargo; se trata entonces de un cargo sin plazo, pero como el cargo debe
cumplirse en algún momento la ley ha previsto la solución y en este caso corresponde al
juez en lo civil el señalamiento del plazo. Quiere decir que en este caso el plazo queda
sujeto al buen criterio o al prudente arbitrio del juez. Para el efecto el Código Civil señala
el trámite a seguir y dice que se aplicará el Proceso Sumarísimo.
Esto significa que el interesado debe iniciar una demanda de señalamiento del plazo del
cargo a fin de que éste sea fijado en la sentencia (art. 186, del C.C.).

EL MONTO DEL CARGO.


El monto viene a ser el valor asignado al encargo cuando se trata de una liberalidad. Es
lógico suponer que el monto del cargo debe ser menor que el valor de la liberalidad
porque si fuera mayor equivaldría a una contraprestación y en todo caso nadie va a
aceptar un derecho o un bien bajo liberalidad, si su monto es mayor que el cargo porque
si así fuera el beneficiado resultaría gravado o perjudicado. Como esta hipótesis podría
ocurrir en la realidad la ley ha dado una solución equitativa. Al respecto, el art. 187 del
pág. 32
C.C. dice: que el gravado con el cargo no está obligado a cumplirlo en la medida en que
exceda el valor de la liberalidad.

TRANSMISIÓN DEL CARGO A LOS HEREDEROS DEL GRAVADO.


Si el cargo es inherente a la persona del gravado no pasa a sus herederos en caso de
fallecimiento. Por ejemplo: Si “A” le dona a “B” una casa con el cargo de que “B”, que es
ingeniero civil, le elabore los planos de todas sus propiedades, pero resulta que “B”
fallece sin cumplir con el cargo, es decir, no hace los planos, en este caso como la
obligación es inherente a la persona de “B”, el cargo no se transmite a sus herederos. En
este caso y para evitar el enriquecimiento indebido; el Código Civil establece que si el
gravado u obligado muere sin cumplir los cargos señalados en el acto jurídico la
adquisición del derecho quedará sin efecto legal debiendo revertir los bienes al
imponente de los cargos y si éste hubiese fallecido los bienes revertirán o volverán a sus
herederos. Todo esto tiene lugar cuando se trata de cargas inherentes a la persona del
gravado la obligación de cumplir los cargos impuestos pasará a los herederos del
gravado.
Por ejemplo: “A” dona un edificio a “B”, para que con parte de su renta se ayude a
sostener el Asilo de Ancianos de Trujillo. Si “B”, fallece el cargo se transmitirá a sus
herederos y éstos quedan obligados a su cumplimiento. (Art. 188 del C.C.)

CASO DE HECHOS ILÍCITOS O IMPOSIBLES.


El Código Civil se ha puesto en la hipótesis que el hecho constitutivo del cargo es ilícito o
imposible física o jurídicamente.
Por ejemplo: Si se pone como cargo que el gravado abra una casa de citas en Trujillo
para que a cambio de esto reciba un legado o una herencia. En este caso como el
encargo es un hecho ilícito se tendrá como no puesto y por lo tanto el acto jurídico de
liberalidad subsistirá y tendrá eficacia jurídica.
“A” le dona a “B” un terreno, con el encargo de que en parte del bien constituya un censo
a favor de “C”; aquí se trata de un imposible jurídico o de un hecho jurídicamente
imposible porque la institución de los censos ya no existe en el Perú, no los reconoce ni
los regula el Código Civil vigente. En este caso el cargo se tendrá por no puesto pero el
acto jurídico del que proviene subsistirá, es decir, tendrá eficacia jurídica, porque se
entiende que el gravado actúa de buena fe.
Las mismas reglas funcionan si el hecho que constituye el cargo no era ilícito o imposible
al momento de celebrarse el acto jurídico, pero después de celebrado éste llega a ser un
hecho ilícito o un hecho imposible física o jurídicamente. En este caso el acto jurídico
también subsistirá, es decir, tendrá eficacia jurídica y por lo tanto surtirá todos sus
efectos.

LA SIMULACIÓN DEL ACTO JURÍDICO (arts. 190 a 194, del C.C.)

CONCEPTO. La simulación consiste en celebrar un acto jurídico aparente cuyos efectos


dan lugar a un engaño frente a los terceros. Según el tratadista francés Louis Josserand
la simulación constituye un acto jurídico de carácter ficticio y el tratadista italiano
Francesco Messineo dice que la simulación significa una mentira puesto que simular es
mentir. En la simulación intervienen dos voluntades, es decir, dos partes que se ponen de
acuerdo para aparentar un acto jurídico cuando su voluntad real es otra. Esto quiere decir
que la simulación constituye una disconformidad entre la voluntad declarada y la voluntad
interna de las partes. Puede darse el caso que el acto declarado es aparente y el acto
oculto es verdadero o puede ser que todo el acto sea una apariencia, es decir, un
engaño. Nuestro Código Civil regula la simulación del acto jurídico en el Título VI del
Libro II (arts. 190 al 194 del C.C.).

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CARACTERÍSTICAS DE LA SIMULACIÓN.

Son las siguientes:


1. Que la manifestación de voluntad de las partes sea deliberadamente fingida,
es decir, que sea consciente y aparente.
2. Que ambas partes tengan la intención de aparentar el acto jurídico.
3. Que las partes oculten el acto verdadero o sea que se oculte o disimule la
voluntad real o el querer interno de las partes.
4. Que se tenga el propósito de engañar o mentir. Esta última es la característica
principal de la simulación.

CLASIFICACIÓN DE LA SIMULACIÓN.
Según la doctrina, la simulación se clasifica en la forma siguiente:
1. Simulación absoluta.
Esta clasificación está contenida en el art. 190 del C.C. Según esta regla por la
simulación absoluta se aparenta celebrar un acto jurídico cuando no existe
realmente la voluntad para celebrarlo. Según esto se trata de un acto jurídico
realmente fingido.
Según el argentino Héctor Cámara la simulación es absoluta cuando las partes
no quieren en realidad concluir ningún negocio las partes fingen un acto que
en realidad no quieren celebrar.
Según el tratadista argentino Raymundo Salvat la simulación es absoluta
cuando el acto jurídico que se realiza no tiene nada de real, el acto tiene toda
la apariencia de ser real pero resulta ser una farsa.
Según el Dr. León Barandiarán, en la simulación absoluta la declaración de
voluntad no responde a ninguna determinación realmente querida.
Por ejemplo: “A” tiene varias deudas y sus bienes están amenazados por un
posible embargo, entonces para burlar a sus acreedores simula una venta con
“B” pero éste es ficticio, pues solo figura en la escritura pública de
transferencia del bien y el pago de un precio pero en realidad no ha habido
ninguna transferencia y ningún precio y “A” sigue en posesión y disfrute de sus
bienes.
2. Simulación relativa.
Está reconocida en el art. 191, del C.C. Según esta regla cuando las partes
han querido concluir un acto distinto del aparente tiene efectos entre ellas el
acto ocultado siempre que concurran los requisitos de sustancia y forma y no
perjudiquen el derecho del tercero.
Según esta regla hay una dualidad en la declaración de voluntad, es decir, hay
una doble declaración de voluntad de las partes, o sea, que éstas declaran un
acto ficticio con la apariencia de ser verdadero y por otro lado declaran un acto
real o verdadero. Esto significa que las partes han querido celebrar un acto
distinto del aparente.
Por ejemplo: “A” celebra con “B” un contrato de donación pero ocultamente
celebran una compraventa sobre el mismo bien pero en forma simulada,
ocultando el acto. En este caso, hay dos actos jurídicos: uno fingido o
aparente (la donación) y otro oculto o verdadero (la compraventa).
3. Simulación lícita.
Es aquella que se celebra con arreglo a ley y que no viola la ley y no causa
perjuicio a terceros.

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Por ejemplo: un padre puede vender en forma simulada un bien a su hijo, sin
recibir precio alguno y sólo con el fin de favorecerlo.
4. Simulación ilícita.
Consiste en celebrar un acto jurídico aparente con violación de las
prohibiciones de la ley y sobre todo para perjudicar derecho de terceros. Por
ejemplo: “A” arrendador puede venderle a su hijo “B” simuladamente una casa
arrendada con el fin de que el hijo pueda demandar al arrendatario “C” por
desalojo y recuperar de este modo la posesión de su propiedad.
Según la doctrina, la simulación no es reprobada por la ley cuando no causa
daño a terceros o cuando su fin no es ilícito. En este caso el acto jurídico tiene
eficacia, no procede su nulidad porque a nadie perjudica. Esta teoría ha sido
consagrada en el art. 193, del C.C. cuando dice que la acción para solicitar la
nulidad del acto simulado puede ser ejercitada por cualquiera de las partes o
por el tercero perjudicado, según el caso.
Esto significa que si hay un tercero perjudicado, o sea, una persona que ha
sufrido daños y perjuicios por la simulación el acto es anulable, esto es, que
procede la acción de anulación del acto jurídico como así lo establece el art.
221, inc. 3ro. del C.C., según el cual el acto jurídico es anulable por simulación
cuando el acto real que lo contiene perjudica el derecho de terceros.
Por ejemplo: es el caso del deudor que tiene varias deudas y que para burlar a
sus acreedores (que son los terceros) vende sus bienes.

LA SIMULACIÓN POR INTERPÓSITA PERSONA.


Nuestro Código Civil contempla esta figura en el art. 192, según el cual la regla del art.
191 se aplica cuando en el acto jurídico se hace referencia a datos inexactos o cuando
interviene interpósita persona. La figura de la interpósita persona consiste en que una de
las partes no quiere aparecer en el negocio y acepta que otra persona lo celebre por ella.
La persona que celebra el acto se llama “testaferro”.
Por ejemplo: “A” desea comprarle a “B”, una casa, pero no desea figurar en el
contrato y aparece “C”, como celebrante del acto. En este caso “C”, es una interpósita
persona que simula comprar para sí cuando en realidad su voluntad interna es comprar
para “A”, que resulta ser el verdadero adquiriente.

LA ACCIÓN DE INVALIDEZ DE LA SIMULACIÓN.


.
Esta acción tiene por objeto lograr la invalidez jurídica del acto simulado, los interesados
mandarán la anulación del acto jurídico amparándose en los arts. 193 y 221, inc. 3ro. del
C.C.
Durante el proceso las partes pueden aportar y actuar todas las pruebas concernientes a
su derecho como son la confesión, los testigos, documentos públicos o privados, los
peritajes (pericias), inspecciones judiciales, etc., conforme a lo dispuesto por el art. 192
del C.P.C.
Esta acción la pueden interponer las siguientes personas:
1. Cualquiera de las partes, es decir, los simuladores. Por ejemplo: en la
compraventa simulada, el fingido vendedor, puede demandar la nulidad al
fingido comprador y viceversa. Esta es una innovación del Código Civil vigente
que permite accionar a cualquiera de las partes simuladoras para anular lo que
aparentaron y lo que realmente no quisieron realizar.
2. Por el tercero perjudicado. En este caso el tercero es la persona agraviada por
acto jurídico simulado por lo que interpondrá la demanda de nulidad contra las
dos partes simuladoras. Por ejemplo: el acreedor perjudicado por la falsa
venta de los bienes del deudor, o el inquilino perjudicado por la falsa venta del
bien arrendado tienen expedita la acción de anulación por simulación. Esta
acción se interpondrá ante el juez de primera instancia en lo civil. Si la persona
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adquirió derechos patrimoniales de buena fe y a título oneroso no podrá ser
perjudicada por la simulación y en este caso la simulación no puede ser
opuesta en juicio ni por las partes ni por los terceros perjudicados, así lo
establece el art. 194 del C.C. Esta regla se interpreta en el sentido de proteger
a los ulteriores adquirientes de derechos en caso de simulación.
Por ejemplo: “A” le vende a “B” simuladamente un bien; “B” le vende a su vez
al tercero “C”, pero “C” le vende a “D” que es un adquiriente de buena fe, que
compró el bien a título oneroso. En este caso, “D” no se perjudica ni puede
perjudicarse con la simulación, de modo que el acto jurídico de compraventa
celebrado con “C” (vendedor), tiene eficacia jurídica y surtirá todos sus efectos
legales. En este caso ni “A”, ni “B”, ni “C” pueden accionar contra “D” por ser
éste un adquiriente de buena fe; quiere decir que en este supuesto no procede
la acción de simulación. La buena fe es la creencia sincera de que se está
celebrando un acto jurídico válido, aunque en realidad no lo sea, pero la ley
protege la buena fe de las personas, sobre todo cuando éstas adquieren
bienes a título oneroso.

EL FRAUDE DEL ACTO JURÍDICO. (Arts. 195 al 200, del C.C.)

CONCEPTO. El fraude consiste en el acto doloso o malicioso del deudor para burlar la
ley o los derechos de los acreedores o del acreedor y aún de terceros. Por medio del
fraude, el deudor dispone maliciosamente de sus bienes u oculta dolosamente sus
bienes con el fin de caer en la insolvencia y de este modo burlar las normas legales y
perjudicar los derechos de sus acreedores. En este caso el deudor malicioso o mal
intencionado se llama “deudor fraudulento”. El fraude tiene lugar en los actos de
disposición a título gratuito y también en los actos de disposición a título oneroso. Esto
significa que el deudor fraudulento puede donar sus bienes o enajenar sus bienes para
burlar los derechos crediticios del acreedor o para evadir la ley.
Por ejemplo: “A” (acreedor), le presta a “B” (deudor), la suma de veinte mil soles y “B”,
con posterioridad a la fecha del crédito, le dona a “C” sus bienes haciéndolo dolosamente
o maliciosamente con el fin de evadir el cumplimiento de la obligación crediticia. En el
mismo supuesto el deudor “B” puede vender sus bienes a “C”, para burlar el crédito del
acreedor “A".

DIFERENCIAS DEL FRAUDE CON LA SIMULACIÓN:


• El fraude es un acto real o verdadero, en cambio la simulación es un acto aparente o
ficticio. Es un engaño, es una farsa.
• La simulación puede ser lícita o ilícita. En cambio, el fraude siempre es ilícito ya que
es un acto doloso o malicioso, destinado a burlar los derechos del acreedor y también
para evadir la ley.
• La acción de simulación tiene como finalidad la nulidad del acto simulado, en cambio
en el fraude tiene lugar la “Acción Pauliana”, que tiene como fin que el Juez declare la
ineficacia del acto jurídico fraudulento.
• En el caso de la simulación, ambas partes se ponen de acuerdo para engañar a
terceros y aún hay el caso de la simulación por interpósita persona o sea usando un
testaferro, en cuyo caso el engaño o apariencia está en la persona del titular. En
cambio, en el fraude no hay engaño ni ficción sino que hay una parte llamada deudor
que actúa dolosa o maliciosamente, para causar perjuicios a la otra parte llamada
acreedor, en su expectativa de cobrar lo que se le adeuda.

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REQUISITOS DEL FRAUDE. Son los siguientes:
1. Que haya un deudor y un acreedor.
2. Que el deudor obre dolosamente o maliciosamente.
3. Que el deudor se sustraiga intencionalmente al cumplimiento de su obligación
con el acreedor.
4. Que el deudor disponga de sus bienes fraudulentamente a título gratuito u
oneroso.
ACCIÓN DEL ACREEDOR CONTRA EL DEUDOR.
En el fraude, el deudor dispone de su patrimonio para disminuirlo en perjuicio de su
acreedor. Para evitar la burla el acreedor puede interponer una acción judicial contra el
deudor llamada Acción Pauliana o Acción Revocatoria. Esta acción tiene por objeto la
declaración de ineficacia del acto jurídico. Dicha acción está prevista en el art. 195 del
C.C.

CARACTERÍSTICAS DE LA ACCIÓN PAULIANA.


La acción pauliana compete o corresponde al acreedor y está dirigida contra el deudor
fraudulento o los terceros que intervienen en el fraude. Esta acción procede aún cuando
el crédito esté sujeto a condición o plazo, además tiene lugar cuando el acto fraudulento
se ha producido después de la fecha cierta del crédito. Según nuestro Código Civil, el
acreedor puede pedir la ineficacia del acto fraudulento cuando la disposición del
patrimonio le cause prejuicio a su derecho de crédito.
Según el art. 195, del Código Civil, la Acción Pauliana, tiene lugar en los siguientes
casos:
1. Cuando el deudor tenga conocimiento del perjuicio que el acto fraudulento
origina a los derechos del acreedor, es decir, que esté consciente de su
intención dañosa o maliciosa para perjudicar el derecho del acreedor. Sin
embargo, si se trata de un acto anterior a la fecha del crédito también procede
la acción pauliana si el acto jurídico está dolosamente preordenado, o sea,
preparado previamente para perjudicar el cumplimiento del futuro crédito (art.
195, inc. 1ro., del C.C.).
2. Cuando tratándose de actos a título oneroso (enajenación de bienes) y el
tercero tenga conocimiento del perjuicio causado a los derechos crediticios del
acreedor; es decir, cuando hay una real connivencia entre el deudor y el
tercero. Asimismo, cuando el tercero que interviene en el acto jurídico anterior
al nacimiento del crédito, o sea, a la fecha cierta del crédito, haya conocido la
preordenación dolosa. En cualquiera de estos casos el acreedor dirigirá la
acción pauliana contra el deudor y contra el tercero (art. 195, inc. 2do., del
C.C.).

CASO DE LOS TERCEROS SUBADQUIRIENTES.


Nuestro Código Civil se ha colocado en el supuesto que los bienes sean adquiridos por
terceros subadquirentes que no están en connivencia, o sea, de acuerdo con el deudor
fraudulento. Si los terceros subadquirentes han obrado de buena fe y han adquirido sus
derechos a título oneroso, la declaración de ineficacia del acto recaída en la acción
pauliana, no perjudica sus derechos por cuanto la ley protege la buena fe de las
personas; quiere decir que la declaración de ineficacia solo perjudica a los terceros
subadquirentes de mala fe que hubieren adquirido los bienes a título gratuito u oneroso
(art. 197, del C.C.).

Por ejemplo:

A es acreedor de B y este le vende a C;


C a su vez, le vende a D / que desconocía la existencia de la acreencia
En este caso, D es el tercero subadquiriente de buena fe.
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IMPROCEDENCIA DE LA DECLARACIÓN DE INEFICACIA DEL ACTO.
Interpuesta la Acción Pauliana, la declaración de ineficacia del acto resulta improcedente
cuando se trata del cumplimiento de una deuda vencida, si ésta consta en documento de
fecha cierta. (Art. 198, del C.C.).
Según esta regla, si se ha vencido la obligación y en un instrumento privado o público
consta la fecha de su vencimiento, la acción pauliana ya no procede. En este caso, el
acreedor tendrá expedita la acción de Obligación de Dar Suma de Dinero (proceso
ejecutivo, abreviado o sumarísimo, según la característica de la obligación), previstos en
el Código Procesal Civil, concordante con el art. 1219, del Código Civil, y concordantes
con los arts. 1220 al 1241, del mismo cuerpo jurídico, pudiendo solicitar el embargo de
los bienes del demandado como medida precautoria para asegurar el cumplimiento de la
obligación.

DERECHOS DE LOS ACREEDORES.


Tratándose de la acción pauliana y declarada por el juez de la ineficacia del acto, el
primer beneficiario es el acreedor que interpuso dicha acción. Si hubiera un tercero
adquiriente que tenga frente al deudor derechos de crédito pendientes de la declaración
de ineficacia, no podrá participar o concurrir sobre el producto de los bienes que han sido
objeto del acto ineficaz, mientras que el acreedor accionante no haya sido satisfecho en
el pago de su derecho crediticio; es decir, en el pago de la deuda que le tenía el deudor
fraudulento. Por otro lado, el acreedor burlado por el deudor puede interponer, contra los
terceros adquirentes, las acciones judiciales que le correspondan sobre los bienes objeto
del acto ineficaz, o sea, del acto fraudulento.
Por ejemplo: Puede trabar embargo sobre dichos bienes para asegurar el resultado del
juicio, puede inscribir la demanda en el Registro de la propiedad inmueble o en el de la
propiedad mueble. (Art. 199 del C.C.)
Si se hubiera cometido algún delito puede recurrir a la vía penal o sea al Ministerio
Público, formulando la denuncia respectiva.

PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN PAULIANA


La acción pauliana prescribe a los 2 años conforme a lo dispuesto en el art. 2001, inc.
4to., del C.C., vencido este plazo la acción es improcedente. La prescripción tiene lugar
vencido el último día del plazo, conforme lo dispone el art. 2002, del C.C.

EL FRAUDE EN CASO DE QUIEBRA: La última enmienda ratifica literalmente el texto


que tiene actualmente el art. 200, del C.C., en materia de quiebra (pérdida total del
negocio).
LA ACCIÓN SUBROGATORIA POR FRAUDE DEL DEUDOR. El Art 1219, inciso 4to.,
del C.C. le otorga especiales derechos y acciones del acreedor como efecto de las
obligaciones impagas y en las que advierte la conducta fraudulenta del deudor. Es
efecto de las obligaciones autorizar al acreedor para lo siguiente:
1. Emplear las medidas legales a fin de que el deudor le procure aquello a que está
obligado.
2. Procurarse la prestación o hacérsela procurar por otro, a costa del deudor.
3. Obtener del deudor la indemnización correspondiente.
4. Ejercer los derechos del deudor, sea en vía de acción o para asumir
su defensa, con excepción de los que sean inherentes a la persona o
cuando lo prohíba la ley. El acreedor para el ejercicio de los derechos
mencionados en este inciso, no necesita recabar previamente
autorización judicial, pero deberá hacer citar a su deudor en el juicio
que promueva.
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Es posible ejercitar simultáneamente los derechos previstos en este
artículo, salvo los casos de los incisos 1 y 2.
MODIFICACIONES DEL CÓDIGO CIVIL EN MATERIA DE FRAUDE.
El Título VII, del Libro II, del Código Civil, que se refiere al fraude del acto jurídico ha
sufrido dos modificaciones que han sido introducidas por la primera D.M., del C.P.C: La
primera enmienda, ha recaído en el art. 195, del C.C.; y la segunda, en el art. 200, del
C.C. y que se refieren al trámite para lograr la ineficacia del acto jurídico fraudulento, así
como a la prueba que debe aportar el acreedor para acreditar la existencia del crédito, así
como de los requisitos que señala el art. 195, del C.C. La modificación del art. 200, del
C.C., se refiere a que la ineficacia de los actos gratuitos se tramita como proceso
sumarísimo y la de los actos onerosos se tramita como proceso de conocimiento.
Asimismo, declara la procedencia de las medidas cautelares o precautorias (embargos),
que tengan por finalidad evitar que el perjuicio derivado del fraude resulte irreparable.

LOS VICIOS DE LA VOLUNTAD. (Arts. 201 al 218, del C.C.)

Concepto. Son las divergencias o discordancias entre la declaración de voluntad y el


propósito interno del agente durante la celebración del acto jurídico. Estos vicios hacen
anulable el acto jurídico como así lo determina expresamente el art. 221, inc. 2º, del
Código Civil. Según la doctrina los vicios de la voluntad son: el error, el dolo, la violencia y
la intimidación.

EL ERROR.

CONCEPTO. Es el falso concepto que se tiene de las cosas, de las personas y del
Derecho, y que da lugar a juicios equivocados sobre ellos, sobre sus cualidades o sobre
los efectos del acto realizado. El error supone el conocimiento de la verdad sobre una
cosa o sobre un hecho.

CLASIFICACIÓN.
Según la doctrina el error se clasifica en la forma siguiente:

1. Error de hecho.
Es la falsa noción o idea que se tiene de las cosas o de las circunstancias del
hecho que se realiza; es el conocimiento equivocado o inexacto de un hecho o de
sus elementos. Por ejemplo, “A” compra un objeto en la creencia que es de oro
por su apariencia y peso, pero, en realidad, es un objeto de bronce
cuidadosamente barnizado.
2. Error de derecho.
Consiste en que no se conoce las normas jurídicas o se tiene un conocimiento
equivocado o falso de las disposiciones legales durante la celebración del acto
jurídico. Este error está previsto en el art. 202, inc. 3ro. del C.C.
Por ejemplo: “A” compra a “B” un inmueble que está gravado con una garantía
hipotecaria, es decir, compra un bien hipotecado, pero como ignora lo que es una
hipoteca y las normas sobre la hipoteca compra el bien en la creencia que está
saneado.
3. Error sustancial.
Llamado también “error esencial” como así lo denomina el art. 202 del Código
Civil. Este error consiste en que la divergencia o disconformidad entre la
declaración de voluntad y el querer interno del sujeto es de tal naturaleza que de

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haberlo conocido el declarante no habría celebrado el acto jurídico. Según el Dr.
León Barandiarán, este error presenta la siguiente clasificación.
a. Error obstativo.
Tiene lugar cuando las dos partes no coinciden en cuanto al consentimiento
que prestan en relación a la identidad del acto o a la identidad del objeto. Este
error está previsto en el art. 208 del C.C. y presenta dos clases:
• Error obstativo del acto.
Se le conoce en la doctrina con el nombre de error “in negotio” y consiste
en un error en la identidad del acto que se celebra. Por ejemplo: “A”
entrega a “B” un TV en la creencia que se lo vende y “B” lo recibe en la
creencia que se lo dona. En este caso no hay compraventa ni donación
porque no existe concordancia de voluntades, pues hay error en el acto en
el negocio jurídico.
• Error obstativo en el objeto.
Se le conoce también en la doctrina con el nombre de error “in corpore”.
Este tiene lugar cuando hay equivocación en el objeto principal del acto.
En la doctrina se cita el siguiente caso: “A” entiende vender el caballo
“Alazán” a “B” y “B” entiende comprar a “Pardo”. En este caso hay
concordancia de voluntades en el principal acto o contrato y por tanto éste
puede anularse.
b. Error dirimente.
Tiene lugar cuando estando ambas partes conformes en cuanto al acto y al
objeto una de ellas celebra el acto atribuyéndole al objeto de éste una cualidad
esencial que no tiene.
En la doctrina se llama también error “in substancia” y está previsto en el art.
202, inc. 1º, del C.C.
Por ejemplo: “A” compra un objeto de cobre creyendo que es de oro. “A”
compra un cilindro de vinagre creyendo que es vino.
c. Error en la persona.
También llamado Error sobre la Persona. Tiene lugar cuando hay
equivocación sobre identidad de las personas o sobre sus cualidades
esenciales. Habrá error sobre la identidad cuando se realiza un acto jurídico
en la creencia que es una determinada persona siendo en realidad otra.
Por ejemplo: Se dona dinero a Juan pensando que era Andrés. Habrá error
sobre las cualidades personales cuando se celebra un acto atribuyéndole a
una persona una cualidad que no tiene.
Por ejemplo: “A” contrata como defensor a B creyendo que es abogado
cuando en realidad no lo es, pues es un tinterillo, o sea, una persona que se
dedica al ejercicio ilegal de la Abogacía. Este error está previsto en el Art. 202,
inc. 2º., del C.C.
d. Error accidental.
Se llama también error indiferente. Este error se refiere a los motivos que
impulsan a hacer una declaración de voluntad sobre cualidades secundarias
de mera denominación del objeto o con referencia a vicios o defectos en el
objeto que no constituyen error sustancial o que inciden sobre el valor de la
cosa y que por tanto no dan lugar a la anulación del acto jurídico.
Según la doctrina este error presenta la siguiente clasificación:
• Error en el motivo.
Está previsto en el Art. 205 del C.C. y es aquel error que se da en las razones
personales subjetivas y cambiales o mudables de sujeto a sujeto.
Por ejemplo: A compra una finca o casa con el fin de reposar, pero resulta
que al lado de la finca se producen continuamente ruidos molestos.
María compra un ajuar para casarse, pero la boda no se realiza por algún
motivo.
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En ambos casos no se podrá anular el contrato de compraventa alegando el
motivo frustrado.
• Error en una cualidad secundaria.
Está previsto en el Art. 209 del C.C.
Es aquel que no afecta la esencia del acto jurídico por cuanto se trata de una
cualidad secundaria.
Por ejemplo: A compra un Código Civil en la creencia que es de cuarta edición.
En este caso, se trata de la misma obra, aunque de distinta edición y por tanto
el acto no se puede anular porque sólo se trata de una cualidad secundaria.
• Error en la mera denominación.
Está previsto en el Art. 209 del C.C. y puede darse en la persona o en la cosa a
la que se refiere la declaración de voluntad. Este error no vicia el acto o sea no
lo anula cuando se puede identificar a la persona o a la cosa designada. En el
error sobre la persona puede recaer en el nombre, en la edad, en el número del
DNI o RUC, en el domicilio, etc.
Por ejemplo: Al otorgar un testamento, el testador se equivoca en el nombre y
en la edad del hijo pero estos datos son identificables. En este caso, el error no
anula el acto.
A vende un reloj marca “Citizen” a B pero en el documento contractual aparece
marca “Citzen” (se ha omitido la segunda letra i, por error mecanográfico), en
este caso, el acto jurídico tendrá validez si hay otros actos o elementos que
confirman que se trata de un reloj Citizen.
• Error de cuenta.
Se llama también error de cálculo. Está previsto en el Art. 204 del C.C.
Es el error numérico que da lugar a la corrección o rectificación, pero no anula
el acto jurídico. Por ejemplo: el error en que se incurre al redactar las planillas
de pago o los balances, al consignar la extensión superficial o las áreas o
medidas perimétricas de los predios en los contratos de transferencia de
dominio y aún en los de cesión de posesión; también en los contratos sujetos a
garantías reales donde se consignan cifras o cantidades de dinero, numeración
de fincas, medidas superficiales y áreas de inmuebles, etc.
En todos estos casos el error numérico no anula el acto jurídico porque es
subsanable o rectificable. Salvo que dicho error en la cantidad haya sido
determinante de la voluntad de las partes.

EL DOLO.

CONCEPTO. Es un vicio de la voluntad que consiste en el artificio, maquinación o astucia


que una persona usa contra otra para inducirla a la celebración de un acto jurídico que no
lo habría celebrado sino mediara dicho artificio. También se dice que el dolo es una treta,
un ardid o un engaño para causar un perjuicio en el Derecho ajeno.

CARACTERÍSTICAS.
1. Que el ardid o artimaña sea la causa determinante del acto jurídico.
2. Que la mala intención del autor del dolo se cumpla con el fin de hacer daño al
agraviado en su persona, en sus bienes o derechos.
3. Que el engaño o astucia sea realizado personalmente por el autor del dolo, por
un representante suyo o por un tercero (cómplices).
4. Que el dolo se produzca en forma voluntaria por el agente o autor.

CLASIFICACIÓN.
Según la doctrina existen las siguientes clases de dolo:

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1. Dolo unilateral.- Cuando un declarante hace caer a otro en el engaño o ardid.
Por ejemplo: A vende a B una casa haciéndole creer que es de material noble
cuando en realidad es de adobe.
2. Dolo bilateral.- Llamado también “Dolo Recíproco”. Consiste en que los dos
participantes se engañan mutuamente. En este caso no procede demandar la
anulación del acto ni da lugar a indemnización.
Por ejemplo: A le vende a B una porcelana vulgar haciéndole creer que es de
buena calidad y a su vez B le paga a A mediante acciones que según B están
bien cotizadas en la Bolsa de Valores cuando en realidad están depreciadas.
3. Dolo causal o determinante.- cuando tiene por finalidad determinar a la otra
parte a realizar un acto jurídico incidiendo en el objeto principal del acto y que
no lo habría realizado en caso de saber la verdad.
Por ejemplo: A desea comprar un auto Toyota modelo 2000 a B pero éste le
engaña y le da un auto marca Ford haciéndole creer que es Toyota y en este
falso supuesto A compra el auto que le oferta B; en este caso procede la
anulación del acto jurídico.
4. Dolo incidental.- Es el que no está dirigido al objeto principal del acto sino a
los aspectos secundarios con el fin de inducir a la otra parte a celebrar el acto
en condiciones más onerosas de las que las hubiere convencido en caso de
saber la verdad. En este caso el autor del dolo está obligado a pagar una
indemnización a la víctima del ardid.
Por ejemplo: A le vende a B un auto Toyota de 1999 haciéndole creer que es
de 2001, por lo que el comprador paga un asuma que no habría pagado de
conocer la verdad.
5. Dolo de tercero.- Cuando un tercero comete un engaño pudiendo una de las
partes conceder o no el dolo. Por ejemplo: A le vende a B un objeto y éste lo
compra como si fuera de oro pero es de cobre y ha sido barnizado o dorado
por C. (el tercero). Si A vendedor conocía el artificio será cómplice de C (del
tercero). En este caso procede la nulidad del acto por el dolo del tercero.

El dolo también se puede dar por omisión y produce los mismos efectos de la acción
dolosa.

LA VIOLENCIA Y LA INTIMIDACIÓN.

LA VIOLENCIA
1. Concepto
Es la coacción física o moral que una persona emplea contra otra para obligarla a
celebrar un acto o para impedir que se celebre un acto. Es una fuerza física o material
y también moral que atenta contra la libre determinación de la voluntad de la persona,
de modo que sin la presión de esta fuerza la persona no habría celebrado el acto.

2. Clasificación
Según lo expuesto, la violencia es de 2 clases:
a. Violencia física
Llamada en el Derecho Romano “Vis Absoluta” que es la fuerza bruta o
fuerza física que coacta a la persona obligándola a celebrar un acto que no
quiere o no desea celebrar.
Por ejemplo: A golpeando con un garrote a B le obliga a otorgarle un
anticipo de herencia.
A torciéndole el brazo a B lo obliga a donarle una casa, etc.
b. Violencia moral, vis compulsiva o intimidación.

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Llamada en el Derecho Romano “Vis Compulsiva”, consiste en las
amenazas que producen temor o miedo y que una persona usa contra otra
para obligarla a celebrar un acto o a abstenerse de hacerlo. Esta violencia
se conoce en la doctrina como “INTIMIDACION”. Por ejemplo: A amenaza
matar a la esposa de B si éste no le cancela una deuda.
A le coloca un revólver en el pecho a B amenazándolo de muerte sino se
casa de inmediato con su hija. Para que se configure la intimidación, debe
reunir tres requisitos:
1º Debe significar un temor fundado o sea constituir una perturbación
angustiosa del espíritu; que le cause, al amenazarlo, un miedo de
grandes proporciones.
2º Debe constituir un mal inminente, es decir, que el mal a producirse
debe ser de inmediato, esto es, en el acto.
3º Debe constituir un mal grave, es decir, que la amenaza real del mal
a causar sea de tal magnitud que produzca una fuerte impresión en la
persona.
Por ejemplo: A le dice a B: “si no me pagas la deuda secuestraré a tu
hija Z”.
A le dice a B: “si no te casas conmigo incendiaré hoy mismo la casa
tus padres”.
Sin embargo el Código Civil considera que la amenaza del ejercicio
regular de un derecho no anula el acto. (Art. 217 del C.C.).
Por ejemplo; si el acreedor le dice al deudor: “si no me pagas la deuda
mañana te embargo tu casa y la sacaré a remate” o si le dice: “si no me
pagas hoy mismo te demandaré ante el juez”. Estas amenazas no anulan
el acto jurídico porque se trata del ejercicio de un derecho reconocido por
la ley. Asimismo nuestro Código Civil dice que el simple temor reverencial
no anula el acto. (Art. 217 del C.C.).
Esta regla se refiere al caso de las personas sujetas a cierta subordinación
o dependencia que las induce a celebrar un acto por respeto o por aprecio
a la persona de quien depende. Por ejemplo: si el esposo le dice a su
cónyuge, “retira tus ahorros del banco de lo contrario no entras a la casa”;
si el jefe le dice al empleado, “si no me limpias el escritorio te despido en el
acto”.
Se trata de actos realizados por simple temor reverencial pero no anulan
el acto. Además nuestro Código Civil determina que para calificar la
violencia o la intimidación el juez debe tener en cuenta la edad, el sexo o la
condición de la persona y las demás circunstancias que puedan influir
sobre su gravedad (Art. 216 del C.C.).
En cualquier caso, la violencia o la intimidación son causas de anulación
del acto jurídico aunque hayan sido empleadas por un tercero que no
interviene en él.
Por ejemplo: cuando el interesado contrata un sicario para violentar o
amenazar al declarante (Art. 214 del C.C.).
Asimismo, el Código Civil establece que la intimidación tiene lugar cuando
se produce en el agente el fundado temor de sufrir un mal inminente y
grave en su persona, en su cónyuge o en sus parientes dentro del cuarto
grado de consanguinidad (hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y en forma
ascendente: padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos) o en sus
parientes del segundo grado de afinidad (cuñados, suegros) pudiendo
recaer las amenazas sobre los bienes de unos o de otros. Tratándose de
otras personas o bienes, corresponderá al juez decidir sobre la anulación
del acto jurídico según las circunstancias (Art. 215 del C.C.).

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Por ejemplo: si el amenazado es el ahijado o el padrino o una persona muy
allegada al declarante, el juez evaluará esta relación para anular el acto
jurídico.

LA INVALIDEZ DEL ACTO JURÍDICO. (Arts. 219 al 229 del C.C.)

CONCEPTO. Para que el acto jurídico tenga validez y por tanto produzca efectos
jurídicos, debe reunir los requisitos esenciales que prescribe la ley. En el caso de
nuestro Derecho Civil estos requisitos son los que señala en forma taxativa el art.
140, del C.C. Cuando en el acto jurídico ocurren estos requisitos se dice que tiene
existencia jurídica desde su nacimiento. Esto significa que los requisitos para la
validez del acto jurídico deben ser coetáneos con su nacimiento. Si falta uno de
estos requisitos el acto jurídico pierde eficacia y se convierte en un acto nulo o
anulable, según el caso. Entonces se dice que el acto jurídico adolece de nulidad
absoluta (acto nulo) o de anulabilidad (acto anulable). Según lo expuesto la
nulidad del acto jurídico consiste en la ineficacia o invalidez del acto por faltarle
alguno de los requisitos esenciales o porque la voluntad del agente adolece de
algún vicio del consentimiento, es decir, algún vicio de la voluntad.

POSICIÓN DE LA LEGISLACIÓN PERUANA.


Según el Dr. León Barandiarán; la Teoría de la Nulidad y de la Anulabilidad del Acto
Jurídico aparece consagrada en el Código Civil de 1936, que distinguió claramente la
clasificación de los actos en nulos y anulables, y señaló taxativamente las causales de
nulidad y de anulabilidad. El Código Civil de 1984, consagra esta misma teoría y, en
efecto, el Art. 219 del C.C. regula el acto jurídico nulo y señala las causas de nulidad, y el
Art. 221 del C.C. se refiere al acto jurídico anulable y señala en forma taxativa las causas
de anulabilidad del acto jurídico.

EVOLUCIÓN DE LA INVALIDEZ.
El primer Código Civil en el Perú, esto es, el de 1852 no reguló la figura del acto
jurídico como tal; sin embargo, en su título III hace referencia a uno de los actos jurídicos
más conocidos: Los contratos. El citado título tiene el nombre de “Requisitos esenciales
de los contratos”, encontrándose prescrito en su art. 1235°, lo siguiente: “Para la validez
de los contratos se requiere:
1. El consentimiento de las partes.
2. Su capacidad para contratar.
3. Causa cierta que sea materia del contrato.
4. Causa justa para obligarse.”

Asimismo, en el art. 1236°, del mismo cuerpo normativo, se establece taxativamente que
“el error causa la nulidad del contrato, cuando recae sobre la sustancia de la cosa que le
sirve de objeto, o sobre cualquier circunstancia que fuere la causa principal de su
celebración.”

En cuanto al dolo, en su art. 1239°, del C.C.; prescribe que “el dolo produce nulidad en
los contratos, cuando es de tal naturaleza que sin él no se habrían celebrado.”

Siguiendo la línea de la nulidad, el art. 1241° señala que “son nulos los contratos
celebrados por fuerza o violencia que recae sobre los contratantes o alguno de ellos, ya
se haya empleado por una de las partes o por un tercero.

Como complemento de lo expuesto, el art. 1244° del C.C.; prescribe que “el contrato
hecho por error, violencia o dolo, no es nulo ipso jure; y sólo da lugar a la acción de
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nulidad o de rescisión.” Tal es así que, la nulidad a la que hubiera lugar respecto del
contrato hecho por error, violencia o dolo, no será de pleno derecho, sino que se deberá
iniciar la acción correspondiente, ya sea de nulidad o de rescisión.

Por su parte, el Código Civil de 1936, en su Libro Quinto (Del derecho de las
obligaciones), en su Sección Primera, incluye disposiciones referidas a los actos
jurídicos, y concretamente, en su art. 1075°, prescribe que “para la validez del acto
jurídico se requiere agente capaz, objeto lícito y observancia de la forma prescrita, o
que no esté prohibido por la ley”.

En cuanto a la manifestación de la voluntad, el referido Código señalaba que esta


consistía ya sea en la expresión positiva o tácita, o en la ejecución de un hecho material.
Asimismo, se consideraba que la manifestación de voluntad podría resultar también de la
presunción de la ley en los casos en que ésta lo disponga expresamente. (Art. 1076°, del
Código Civil de 1936).

Además, en la misma Sección Primera, pero en el Título II, se encuentran prescritas las
disposiciones referidas a los vicios de la voluntad, y evidentemente también a la
anulabilidad. Concretamente, en su art. 1079°, prescribe que “es anulable el acto jurídico
cuando la declaración de voluntad emane de error sustancial”.

Cabe mencionar que, en su art. 1093° prescribe una disposición similar sobre la violencia
o intimidación, a la que se encuentra en el Código Civil del año 1852, siendo que, el
referido art. señala que “la violencia o la intimidación anularán el acto, aunque se
hubiesen empleado por un tercero que no intervenga en él”.

Finalmente, tenemos que en la actualidad se encuentra vigente el Código Civil de 1984, y


las disposiciones referidas al acto jurídico y la invalidez del mismo son aún más
completas que las del Código antecesor. Tal es así que, el art. 140° de Código Civil de
1984, prescribe cuáles son los requisitos de validez del acto jurídico, siendo estos: la
manifestación de voluntad, el agente capaz, objeto física y jurídicamente posible, fin lícito
y la observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad.

Asimismo, el art. 141° prescribe de forma detallada lo que respecta a la manifestación de


voluntad, siendo esta uno de los requisitos fundamentales en el acto jurídico.

Cabe resaltar que el referido Código Civil de 1984 dedica varios artículos a la nulidad y
anulabilidad del acto jurídico, detallando cuáles son sus causales, entre otras
disposiciones.

Como se advierte de lo señalado con respecto a la evolución de la invalidez, los tres


Códigos Civiles peruanos desarrollaron contenido sobre el acto jurídico (o los contratos si
nos referimos al C.C. de 1852), pero no hay duda de que en los tres se ve reflejada la
necesidad de desarrollar el criterio de VALIDEZ de los actos jurídicos, y evidentemente
los requisitos del mismo.

a) LA INEXISTENCIA DEL ACTO JURÍDICO.

Según el jurista Juan Espinoza E.: “la inexistencia es la no configuración del negocio
jurídico que, a diferencia de la invalidez, no produce ningún efecto jurídico.”
Desde otra visión de la doctrina, la figura de la inexistencia del acto jurídico constituiría
solo una necesidad técnica para diferenciarla con la figura de la nulidad; por cuanto
en la primera no cabría la conversión de un acto jurídico con ausencia de

pág. 45
manifestación de voluntad, la cual sí es posible en un acto jurídico nulo, pudiendo ser
salvado mediante su conversión en otro negocio válido.
La cátedra sostiene que esta clase de nulidad subsiste en las llamadas nulidades de
pleno derecho, como las de los Arts. 811 y 813, del C.C.

b) LA NULIDAD DEL ACTO JURÍDICO.

NULIDAD ABSOLUTA DEL ACTO JURÍDICO.


Según la doctrina esta nulidad es de carácter público, pues, defiende el interés público.
Esto se debe a que las causas de invalidez del acto jurídico son graves y afectan el
interés social. Además; su carácter de nulidad absoluta, consiste en que para el Derecho,
el acto jurídico no puede existir y no existe desde su nacimiento si le falta alguno de sus
requisitos esenciales, es decir, cualquiera de los requisitos que están previstos en el Art.
140 del C.C.
Aunque el código no lo dice expresamente ni lo señala en la enumeración del Art. 140 la
doctrina sobre la materia señala que otro requisito o elemento esencial de invalidez que
no puede faltar en ningún acto jurídico es la voluntad, es decir, la declaración exterior de
voluntad, la que debe guardar concordancia o conformidad con el querer interno o
voluntad real del sujeto. Este requisito se deduce del texto de la primera parte del art.
140, según el cual el acto jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear,
regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas. Quiere decir que si no se produce esta
manifestación de voluntad no habrá acto jurídico, esto es, que el acto es inexistente. En
esto se basa la Teoría de la Inexistencia del Acto Jurídico, según la cual, si falta algún
requisito de validez del acto, éste es inexistente; por lo tanto, al declararse su nulidad por
el juez, lo único que hace es reconocer que el acto nunca existió jurídicamente por
tratarse de un acto incompleto.
Por otro lado, la nulidad absoluta del acto es de interés público por cuanto puede ser
alegada por todo el que tenga interés legítimo en anular el acto pero también puede ser
alegada por el Ministerio Público (fiscal) como defensor del pueblo y de la legalidad y por
último puede ser alegada por el juez de oficio cuando el acto resulte manifiestamente
nulo.
Por ejemplo: si en un proceso el juez observa que un testamento ha sido otorgado en
común por ambos cónyuges puede declarar de oficio su nulidad pues el testamento es un
acto jurídico unipersonal y personalísimo, por lo que el juez no tiene sino que aplicar el
Art. 814 del C.C., según el cual es nulo el testamento otorgado en común por dos o más
personas.
Asimismo, si en un proceso el juez observa la partida de matrimonio civil entre dos
hermanos debe declarar de oficio su nulidad, pues según el Art. 274, inc. 5º del C.C. es
nulo el matrimonio de los parientes consanguíneos en el segundo grado de la línea
colateral, o sea, entre hermanos (Art. 242, inc. 2º del C.C.) que prohibe casarse entre
hermanos.
Las características de esta nulidad están previstas expresamente en el Art. 220 del C.C.

CAUSALES DE NULIDAD ABSOLUTA.


De acuerdo al artículo 219 del Código Civil, las causales de nulidad son las siguientes:

1. NULIDAD POR FALTA DE MANIFESTACIÓN DE VOLUNTAD DEL AGENTE.

Dentro de esta causal se encuentran las hipótesis de todas aquellas


declaraciones que no tienen efectos vinculantes, es decir, declaraciones hechas
en broma, escénicas, realizadas con fines didácticos o por cortesía, o sea,
aquellas en las cuales el agente no desea vincularse jurídicamente y dentro
del contexto en el cual se dan, es notorio y evidente que es así.

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En la jurisprudencia se ha presentado un caso en particular que ha hecho tanto a
los operadores jurisdiccionales como a los doctrinarios formularse la pregunta ¿Es
válido el acto jurídico del sujeto que no ha podido manifestar su voluntad
por causas atribuibles a su persona? Tal cuestión fue consecuencia de un caso
referido a que el 31.03.03, un consumidor denunció a un banco por presunta
infracción a la Ley de Protección al Consumidor. En su denuncia señaló que el
13.08.12 entre las 2:00 y 4:00 horas fue dopado y bajo ese estado, terceros
utilizaron su tarjeta de crédito por un monto que superaba el límite de su línea de
crédito. No obstante se comprobó que las firmas que aparecían en los vouchers
eran suyas, así como su huella digital.

Ante ello, la Comisión de Protección al Consumidor declaró infundada la


denuncia en atención a lo siguiente:

“Un consumidor razonable comprende, sobre la base de la información


existente en el mercado, que existe un riesgo en el empleo de tarjetas de
crédito, como la que es materia de denuncia. En ese sentido, un
consumidor razonable tiene como expectativa que el proveedor de una
tarjeta adopte las medidas de seguridad a efectos de minimizar los riesgos
que podrían presentarse al usar una tarjeta de crédito, desde ese instante
la responsabilidad por el uso que se dé a la misma.
Por lo expuesto, un consumidor tendría mucho cuidado al momento de
realizar transacciones comerciales con su tarjeta de crédito. Así, no
debería exponerse a situaciones que puedan generarle un peligro; es decir,
que atenten su integridad física o coaccionen el dominio de su voluntad.
Conforme se ha señalado en los párrafos anteriores, el señor Mesones por
propia voluntad se expuso a una situación de riesgo al haber estado
libando licor hasta la madrugada en posesión de su tarjeta de crédito, con
la cual se efectuaron los consumos que ahora cuestiona.
Por ejemplo, una persona que consume alcohol y maneja es consciente
que de ocurrir algún accidente mientras conduce su vehículo bajo ese
estado, será responsable por las consecuencias de este. Asimismo, una
persona que efectúa transacciones con una tarjeta de crédito ya sea bajo
la influencia de alcohol o no, es responsable por los consumos que se
efectúan con ella, salvo que al haber sido víctima de un robo, hubiera
bloqueado la tarjeta de inmediato.”
De lo resuelto por la Comisión se concluye que si bien el acto jurídico sería nulo
por falta de manifestación de voluntad del sujeto, excepcionalmente, el acto será
válido si el propio agente es el causante de dicha situación.

2. NULIDAD POR HABER REALIZADO EL ACTO CON UNA PERSONA CON


CAPACIDAD DE EJERCICIO RESTRINGIDA.

Del artículo 42, C.C. (modificado por el Decreto Legislativo No. 1384), se tiene
que al cumplir una persona 18 años de edad, adquiere capacidad de ejercicio
plena. No debiendo olvidar que la regla es la capacidad plena y la excepción es
la capacidad restringida.

De acuerdo al artículo 43 C.C., inciso 1ero., los menores de dieciséis años


tendrían capacidad de ejercicio restringida, salvo para los actos especificados
por la ley (por matrimonio o título oficial, por ejemplo), y aquellos referidos a
exigencias de la vida cotidiana. La justificación de permitir la validez de algunos
actos jurídicos celebrados por estos incapaces tiene sustento en que existe la
conveniencia y necesidad de satisfacer aspectos para el desarrollo normal de
pág. 47
actividades cotidianas, que atañen bien sea al sustento o bien a la educación, el
vestido, la recreación, el deporte, etc.; así como lo prescribe el art. 1358, del C.C.

3. NULIDAD POR IMPOSIBILIDAD MATERIAL O JURÍDICA DEL OBJETO DEL


ACTO POR SU INDETERMINABILIDAD.
Se afirma que “la imposibilidad física (natural o material)” se verifica cuando el
contrato tiene por objeto cosas que no son existentes en la naturaleza o
actividades materialmente irrealizables.
En cambio “la imposibilidad jurídica”, depende de una valoración normativa, no de
disfavor por la violación de los principios fundamentales del ordenamiento
(ilicitud), sino de “indiferencia”.
La imposibilidad debe ser valorizada de manera objetiva y absoluta; debe ser
originaria, o sea que se remonte al momento de la estipulación y debe tener
carácter definitivo.
En lo que respecta a la nulidad por falta de determinación o no determinación del
objeto, se advierte que el objeto es determinado cuando el contrato ofrece una
indicación suficiente, bajo un doble aspecto, cuantitativo y cualitativo; no es
necesario que el objeto sea indicado con absoluta precisión, basta que sea clara
la voluntad de las partes, incluso haciendo recurso a las reglas hermenéuticas.

4. NULIDAD POR FINALIDAD ILÍCITA.


El concepto de ilicitud expresa una contradicción del negocio al ordenamiento
jurídico más fuerte que aquella constatada por su contrariedad a normas
imperativas.
La doctrina nacional afirma que “normalmente cuando el objeto del negocio es
ilícito, la causa también lo es. Sin embargo es perfectamente posible que el objeto
sea lícito y la causa no.

5. NULIDAD POR SIMULACIÓN ABSOLUTA.


“Para la configuración de la simulación existe una manifestación que no
concuerda con la realidad de los hechos, de tal manera que existe una verdad de
las partes intervinientes que se encuentra oculta pero evidenciada por los hechos
o con otros elementos; entonces, en el acto jurídico público si existe la
manifestación del agente, y justamente esa disconformidad entre la realidad y el
documento hace la configuración de la simulación absoluta.

Asimismo, la simulación absoluta se configura cuando la manifestación de las


partes plasmada en el acto jurídico cuestionado no corresponde a su real
voluntad, la misma que permanece oculta, existiendo un engaño de las partes en
perjuicio de un tercero.” (Vista de la causa N° 1991 del 2009, de la Sala Civil
Permanente de la Corte Suprema de Justicia)

6. LA NULIDAD POR INCUMPLIMIENTO DE LA FORMA EN LOS ACTOS AD


SOLEMNITATEM.
Se configura cuando en el acto jurídico no se ha cumplido con la forma prescrita
en la ley, bajo sanción de nulidad, siendo aquella requisito indispensable para que
el acto jurídico sea considerado como válido.

7. LA NULIDAD EXPRESA.
Hace referencia a los supuestos de nulidades textuales o expresas, esto es,
aquellas que vienen dispuestas manifiestamente por un texto legal.

8. LA NULIDAD VIRTUAL.

pág. 48
También conocida como nulidad tácita, la nulidad virtual se encuentra prescrita en
el art. 219° inc. 8, del Código Civil peruano, en concordancia con el art. V, del
Título Preliminar del Código Civil.

La nulidad virtual no se encuentra descrita en el contenido de la norma, por ende,


para determinar que existe un supuesto de esta nulidad es necesario deducir
indirectamente que el contenido del acto jurídico contraviene, ya sea una o varias
normas imperativas, el orden público o las buenas costumbres. (Ver art. V del
TPCC)

Con lo expuesto, cabe precisar que, para determinar la existencia de la nulidad


virtual, no es necesaria la exigencia de la prohibición textual y directa.

c) LA ANULABILIDAD O NULIDAD RELATIVA DEL ACTO JURÍDICO4.

Esta nulidad consiste en declarar la invalidez jurídica del acto por existir un vicio de la
voluntad o por la incapacidad relativa del agente o simplemente cuando la ley declara
anulable el acto (Art. 221 del C.C.).
Esta nulidad se caracteriza porque sólo puede ser declarada judicialmente a instancia
de parte, es decir, por la acción interpuesta por la parte interesada.
Es un supuesto de la categoría de la invalidez del acto jurídico, en donde a pesar de
que el acto cuente con todos sus elementos esenciales, se configura un vicio de la
voluntad.
Siendo así; que el acto es anulable cuando teniendo todos los aspectos de su
estructura y un contenido totalmente lícito, tiene un vicio estructural en su
conformación.
Rómulo Morales, sostiene que “la anulabilidad es un mecanismo de protección jurídica
para cautelar la libertad y el conocimiento de una parte que participó en la celebración
del contrato en situación de disminución de su voluntad”.
Así, el art. 221, del Código Civil, establece las causales de anulabilidad, las cuales
son:
1. Por capacidad de ejercicio restringida de la persona, contemplada en los
numerales del 1 al 8, , del art. 44, del C.C.:

i. Los mayores de dieciséis y los menores de dieciocho años de edad, por


razones de insuficiente madurez del sujeto.
Así también el art. 227 del C.C. interpretado conjuntamente con el art. 456
C.C., podemos determinar que los mayores de dieciséis y menores de

4
Una característica típica de los actos jurídicos anulables, es que pueden confirmarse, convalidarse o
ratificarse:
-Confirmación: Es una modalidad de la convalidación, por la cual las partes quedan vinculadas por un hecho
posterior al contrato originariamente inválido. La confirmación podría definirse como aquella convalidación
operada por una posterior declaración de voluntad de quien podía invocar la causa de invalidez (art. 230 del
C.C.).
-Convalidación: Lo que lo diferencia de la confirmación es que es unilateral; pues es aquel acto jurídico
orientado a hacer desaparecer un vicio o defecto no sustancial que sería causal de anulabilidad del acto por
confirmar.
-Ratificación: Es la manifestación de voluntad por la cual una persona presta su consentimiento a ser
alcanzado por los efectos de un acto jurídico que, en su origen, no tiene poder jurídico suficiente para
vincularle. Otra manera de explicarla, sería que el titular de un derecho le reconoce eficacia a una declaración
de voluntad hecha por otra persona en su nombre sin representación o que habiéndola tenido se excedió de
sus atribuciones.

pág. 49
dieciocho pueden contraer obligaciones o renunciar a derechos siempre
que sus padres que ejerzan la patria potestad autoricen el acto de manera
expresa o tácita. Es por esto, que el menor que actúa con dolo responde
por los daños y perjuicios que cause a terceros. Es claro además, que el
incapaz absoluto o relativo puede realizar actos que solo le puedan
procurar un beneficio sin autorización alguna.
ii. Los pródigos, es decir, aquellos que despilfarran sus bienes en exceso a
su porción disponible. La prodigalidad tiene las siguientes características:
• Conducta desarreglada de la persona.
• Esta conducta ha de dirigirse a malgastar el propio patrimonio.
• Se obra con ligereza, es decir, existe una desproporción con los
fines a los que debe dedicar una persona sus bienes.
• Que se ponga en peligro injustificado el patrimonio.
• Dicha conducta y ese peligro han de ser con perjuicio de la familia.
iii. Quienes incurren en mala gestión, o sea, los inhábiles para manejar su
patrimonio y que por ello hayan perdido más de la mitad de sus bienes.
iv. Los ebrios habituales, según se observa, las formas clínicas del
alcoholismo crónico son:
• Delirium Tremens, alucinaciones y temblores en las manos, brazos
y cara.
• Alucinación Aguda, caracterizada por el delirio de persecución, con
conservación del conocimiento.
• Síndrome de Korsakow, el enfermo no recuerda nada de lo que ha
hecho o dicho un minuto antes.
• Delirio de celos.
• Epilepsia alcohólica, en la cual los ataques epilépticos se producen
con la ingestión del alcohol y desaparecen al abandonar la bebida.
El bebedor habitual, carece de facultades necesarias que le permitan realizar
actos jurídicos válidos, es por ello que el derecho interviene, tutelando sus
propios intereses y los de su familia.
Los toxicómanos, son aquellos que hacen uso permanente y compulsivo de una
droga y que tienen como consecuencias el deterioro orgánico y físico; así como,
el consecuente perjuicio social.
v. Los que sufren pena que lleva anexa la interdicción civil, es decir aquellos
que hayan sido sancionados con la limitación relativa de su capacidad,
existiendo dos opiniones: una, considera a la interdicción como una pena
accesoria de la principal, lo cual viene a ser una “muerte civil”; y la
segunda sostiene que el propósito de la interdicción es tuitivo, que no solo
se limita a la persona del condenado sino también a su familia.
Es por eso que, en doctrina, se toma en cuenta la segunda opinión,
observando que “la interdicción para realizar ciertos actos y la imposición
de un curador no son sino la consecuencia necesaria de la imposibilidad
de hecho en que se encuentra el recluso para atender con eficacia sus
intereses y para desempeñar normalmente la patria potestad”. (Guillermo
A. Borda)

2. La anulabilidad resultante de error, dolo, violencia e intimidación.


En cuanto al error, dolo e intimidación; resulta claro que estamos tratando actos
jurídicos en los cuales ha existido una voluntad correctamente declarada, solo
que,por haber sido dicha voluntad anormal o viciosamente formada, corresponde
a la víctima la opción de confirmar el acto o solicitar judicialmente su declaración
de nulidad del mismo.

pág. 50
En cambio, la violencia física es un supuesto de falta de manifestación de
voluntad ex.

3. La anulabilidad del acto disimulado.


Según lo establecido en el art. 221.3, del C.C., el acto jurídico es anulable por
simulación cuando el acto real que lo contiene perjudica el derecho de tercero. Es
así que, en la simulación relativa, el acto oculto, real o disimulado tiene un doble
filtro:

A) Con respecto a los que lo celebraron, el acto debe reunir los requisitos de
validez establecidos en el art. 140 C.C.
B) Con respecto a los terceros, que no perjudique sus derechos (art. 191 y
221.3 del C.C.).

4. La anulabilidad expresa.
Es aquella que obedece a un mandato legal específico. Es así que, encontramos
supuestos de nulidad expresa en los arts. 277 (A. del matrimonio), 808 (A. del
testamento con relación a las personas incapaces señaladas en el art. 678 C.C.),
809 (anulabilidad del testamento por defectos de forma) y 743 (anulabilidad de la
desheredación en el testamento fundada en causa falsa) del Código Civil.

d) LA INEFICACIA DEL ACTO JURÍDICO.

En la ineficacia se estudian los efectos jurídicos del acto que resultan ineficaces, mientras
que en la invalidez del acto se estudia la estructura del mismo. La regla general es que
un negocio jurídico válido produzca efectos jurídicos, vale decir, sea eficaz. Sin embargo,
nos podemos encontrar frente a casos de negocios jurídicos válidos pero ineficaces, o
frente al caso de negocios inválidos pero eficaces.

d.1. LA INEFICACIA ESTRUCTURAL. Viene a ser lo que la doctrina en muchos


casos conceptualiza como “Invalidez del Acto Jurídico”. Es la privación de tutela
jurídica a efectos típicos y consustanciales al tipo de negocio jurídicamente tutelado,
o porque hay un vicio que deriva de la propia estructura del negocio, o de sus
elementos. Se presenta de modo inicial o al momento de la celebración, formación,
concertación o conclusión del acto jurídico; y, es un defecto de su estructura, por
falta de un elemento esencial (manifestación de voluntad, objeto física y
jurídicamente posible, fin lícito, forma prescrita por la ley bajo sanción de nulidad, que
no sea contrario al orden público o a las buenas costumbres, incapacidad absoluta o
incapacidad relativa, vicios de la voluntad, simulación absoluta o simulación relativa,
entre otros supuestos de invalidez absoluta o invalidez relativa).

d.2. LA INEFICACIA FUNCIONAL. Es la ineficacia propiamente dicha, que versa


sobre los efectos jurídicos emitidos tras la celebración de los actos jurídicos. Es decir
el acto jurídico es válido, pero por alguna razón (causas objetivas externas de
carácter social, económico o moral, etc.), no surte efectos o surtiendo estos luego
cesan, sea por la revocación, la resolución, la rescisión y el mutuo disenso.5
CIUDAD ORREGO, año 2021
Prof. Mg. Juan José Estrada Díaz

5
Revocación: Con la revocación los efectos jurídicos que había surtido el acto jurídico, se pierden. Por
ejemplo: Un poder de representación puede ser revocado quitándole el poder que se había otorgado a cierta
persona (art.149, del C.C.). La revocación solo acontece en actos jurídicos unilaterales, donde hay una sola
manifestación de voluntad. Por ejemplo, el testamento; el anticipo de herencia o el anticipo de legítima.
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ANEXOS
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DECRETO LEGISLATIVO
Nº 1384

pág. 53
pág. 54
R.A. Nº 046–2019–CE–PJ

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