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154 Paradise Papers fue la segunda revelación mundial sobre tenencias de empresa-
rios y funcionarios de todo el mundo en paraísos fiscales que tuvo lugar en pocos años. La
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vos del Estado con relación a la economía dejaría de crecer a partir de 2020:
medida en términos netos (es decir, descontando los pasivos intra sector
público) llegaría a representar ese año el 37 % del PBI, y empezaría a des-
cender en los años siguientes. Para que esta reducción del peso de la deu-
da ocurriera efectivamente, tenían que cumplirse algunas condiciones, que
Caputo parecía dar por hechas: un menor ritmo de emisiones de pasivos;
una economía creciendo más rápido de lo que lo hacía la deuda; un sende-
ro descendente en las tasas de interés pagadas por el país al emitir bonos; y,
finalmente, como gran parte de la deuda era en dólares, que no se devalua-
ra fuerte el peso. Caputo reconocía, sí, que el volumen de emisiones que su
cartera estaba realizando “no lo podemos sostener por los próximos veinte
años, diez, ni cinco”. Pero nada indicaba que estuviera anticipando que la
imposibilidad de colocar deuda en los mercados internacionales se plantea-
ra no en cinco años, ni en uno, sino en menos de un mes. Venía de emitir
en enero USD 9.000 millones.
Las evidencias de que la dinámica de los pasivos iba en una dirección
opuesta a la que afirmaba Caputo estaban por doquier; para entonces nu-
merosos analistas de los más variados posicionamientos habían adverti-
do al respecto155. Las previsiones del entonces ministro, hoy eyectado del
gobierno después de haber reemplazado en junio a Federico Sturzenegger
como presidente del BCRA (cargo que ahora ocupa Guido Sandleris), no
tenían más asidero que el optimismo inoxidable con el que muchos funcio-
narios en circunstancias insostenibles suelen confiar en que las mismas con-
diciones que llevaron antes a crisis, no volverán a hacerlo. O tal vez no era
eso, sino el descaro de quien, sin creérselo, pretende convencernos a noso-
tros de que “esta vez será diferente”.
primera, los Panama Papers, había ocurrido en 2016 cuando se hicieron públicos los regis-
tros del bufete de abogados Mossack Fonseca & Co. En esa oportunidad quedaron expues-
tos el propio presidente Macri y su familia por participación en sociedades no declaradas, el
director de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) Gustavo Arribas y el intendente PRO
de Lanús Néstor Grindetti, entre otros. En otros países estos casos forzaron la renuncia de
presidentes y ministros. Acá apenas fue separado de su cargo un funcionario menor. En
el caso de Caputo, fue defendido a capa y espada y se le aseguró un cuidado paso por el
Congreso, donde el ministro habló más de la deuda pública que de las tramoyas que había
hecho como banquero para garantizarle a sus clientes evadir ganancias del fisco.
155 Ver por ejemplo Esteban Mercatante, “¿A dónde nos lleva el endeudamiento se-
rial del gobierno de Macri?”, La Izquierda Diario, 06/04/2018, consultado el 10/04/2019 en:
https://www.laizquierdadiario.com/Adonde-nos-lleva-el-endeudamiento-serial-del-Gobierno-
de-Macri.
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156 Cabe mencionar además otro pequeño “detalle”. Los gastos que el Tesoro nacional
realiza en pesos no necesitan dólares para saldarse. Una emisión de deuda en dólares para cu-
brirlos no cambia el hecho de que igual el gobierno necesita emitir los pesos. Contraer una
deuda en dólares para financiar un déficit en pesos amplía el respaldo en moneda fuerte de la
impresión de billetes con la que se debe pagar esos gastos, pero la emisión ocurre con o sin
este mayor respaldo de dólares. En ese sentido, solo de manera mediada puede decirse que
el Estado “necesitó” emitir deuda en dólares para financiar aquellos gastos que son en pesos.
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157 Después del primer ajuste que tuvo el tipo de cambio cuando se puso fin al “cepo”,
volvió a subir otro 20 % en 2016, y durante todo 2017 ajustó otro 18 %. Considerando la
suba de precios de 40 % en 2016 y de 25 % en 2017, en términos reales el tipo de cambio
fue cayendo.
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158 La base monetaria es el dinero emitido por el BCRA, que incluye los billetes y mo-
nedas en circulación, en los bancos, y los que el BCRA tiene retenidos.
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159 Paula Bach, “El riesgo financiero en la coyuntura internacional”, La Izquierda Diario,
01/02/2018, consultado el 30/03/2019 en: https://www.laizquierdadiario.com/El-riesgo-
financiero-en-la-coyuntura-internacional.
160 Las turbulencias continuaron hasta julio de 2018, momento en que se iniciará una
recuperación de los valores sostenida hasta noviembre, cuando empezó una nueva caída
que se agudizó en Navidad.
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161 En la primera emisión de Lebac de 2018, realizada el 18 de enero, las tasas baja-
ron de 28,8 % a 27,2 % anual. Seguirían bajando hasta el 18 de abril, cuando llegaron a co-
locarse Lebac a 26,3 %.
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162 Paula Bach y Esteban Mercatante, “La crisis no tocó Fondo”, La Izquierda Diario,
09/05/2018, consultado el 30/03/2019 en: https://www.laizquierdadiario.com/La-crisis-no-
toco-Fondo.
163 En el caso de las Lebac en manos de no residentes, la renta que obtuvieran queda-
ba alcanzada con una alícuota de 5 %.
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164 Carlos Burgueño, “365 días de crisis: la ‘traición del JP Morgan’”, Ámbito,
24/04/2019.
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165 Aunque hay que notar que esto podía contribuir a reducir el saldo deficitario del
comercio exterior, pero poco efecto podía tener en los demás componentes que explicaban
el déficit de la balanza de pagos, como los intereses de la deuda, que no disminuyen en lo
más mínimo por una devaluación.
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algún jugador fuerte como el Tesoro de los EE. UU. −algo poco probable
ya que solo lo hizo con México durante el Tequila y en otras pocas ocasio-
nes−. Después de trece años de que la Argentina saldara el último crédito
con el FMI, Macri fue a golpear sus puertas nuevamente.
Corrida episodio 2
¿Cuál era el cálculo detrás del primer acuerdo? Mostrar que el país te-
nía cubiertas sus necesidades de financiamiento para 2018, y dar la señal de
que la moneda se equilibraría según lo determine el mercado. Todo indica-
ba que los funcionarios argentinos no deseaban más movimientos del dólar.
Pero era claro que el staff del FMI no opinaba lo mismo. En igual sentido se
pronunciaban algunos empresarios166.
Si el gobierno y el FMI confiaron en que el préstamo y el compromiso de
reducción del déficit alcanzaban para aplacar la corrida, y que el dólar po-
dría flotar sin turbulencias, se probaron errados. Con la cotización nueva-
mente sin techo tras haberse levantado la oferta de USD 5.000, pocos días
después de que se oficializó el Acuerdo Stand-By tomó envión alcista nue-
vamente. Lo mismo ocurrió con el riesgo país, que se empezó a acercar a
los 600 puntos.
Ante la suba de la divisa, bajo los imperativos del FMI de limitar la inter-
vención, la autoridad monetaria mantuvo una política errática como la que
que discutible, ya que el Tesoro puede disponer de pesos del BCRA sin ne-
cesidad de respaldarlo con deuda en dólares), esto le daba al BCRA capa-
cidad de intervención sin comprometer recursos propios. Estas subastas, y
la intervención en el mercado de futuros, fueron las herramientas para in-
tentar saturar la demanda de dólares. Para finales de julio el BCRA llevaba
perdidos, desde el comienzo de la corrida, USD 18.500 millones, un ter-
cio de ello en el mes y medio transcurrido desde la salida de Sturzenegger.
Al mismo tiempo, Caputo va a iniciar la política que se profundizará me-
ses después, ya con él fuera de la autoridad monetaria: contraer los agre-
gados monetarios en términos reales (que suban menos que la inflación) y
subir los encajes que los bancos deben constituir como proporción de sus
depósitos, inmovilizando pesos (lo que limitaba la capacidad de los bancos
para otorgar créditos). De esta forma, reduciendo los pesos en circulación y
aumentando el rendimiento de los activos en pesos, al precio de restringir
el crédito, buscaba compensar la caída en la demanda de pesos (o más bien
el aumento sin techo de la demanda de dólares) con una reducción equi-
valente de su oferta. El supuesto era que podía llegarse a un punto donde
esto contuviera la corrida, sin que antes hubiera un mayor ajuste del tipo de
cambio. Esta presunción se probó también errada.
Con Caputo se aceleró el desarme de Lebacs: redujo los montos de las
renovaciones en el vencimiento, en parte dejando que los pesos liberados se
fueran a dólares, y en parte absorbiéndolos con el nuevo instrumento con el
que buscaban reemplazarlas: las Leliq. A diferencia de las Lebac, las Leliq
eran entregadas exclusivamente a entidades financieras.
Después de varias semanas en emergencia, la cosa pareció tranquilizar-
se, con el precio del dólar estabilizado algo por arriba de $ 27.
Episodio 3
Pero la calma no podía durar. El apretón monetario y las subastas diarias
mantuvieron la calma mientras no hubo nada que desestabilizara la estante-
ría. El 10 de agosto hubo otro día turbulento para los mercados emergentes,
ocasionado en esta oportunidad por una aceleración de la crisis en Turquía.
En una sola jornada la lira cayó 13 % frente al dólar; el peso argentino fue
la segunda moneda que más se depreció, perdiendo 3 %.
Como las malas noticias suelen venir juntas, estos sucesos ocurrían días
antes de un nuevo “supermartes” de vencimiento de Lebac. Si el BCRA ac-
tuaba de acuerdo a lo previsto, el vencimiento de $ 333.000 millones no
sería renovado para reducir el stock de Lebac. Eso significaba liberar una
cantidad enorme de pesos para volcarse al dólar: equivalían a USD 11.000
millones; aunque dos tercios estaban en manos de entidades financieras y
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167 Aumentar encajes obliga a los bancos a inmovilizar una proporción mayor de sus
depósitos. De esta forma, el BCRA podía limitar en parte la cantidad de pesos liberados por
las Lebac que podían volcarse a dólares.
168 “Anuncio del Ministerio de Hacienda”, 13/08/2018, consultado el 30/03/2019 en
https://www.argentina.gob.ar/noticias/1382018-anuncio-del-ministerio-de-hacienda.
169 “El BCRA anuncia el programa de cancelación de LEBAC”, 13/08/2018, consultado el
30/03/2019 en http://www.bcra.gov.ar/Noticias/BCRAlebac_programa_cancelaci%C3%B3n.asp.
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Este fue el mensaje que transmitió Macri, en un video que fue difundi-
do por Presidencia el 29 de agosto, minutos antes de que arrancara la acti-
vidad en la city porteña. El objetivo era dar a conocer que estaba cumplido
un reclamo que hace varias semanas venían transmitiendo los analistas fi-
nancieros: que se cierre el programa financiero de 2019. Es decir, mostrar
de dónde iba a salir la plata durante el último año de mandato de Macri,
bajo el supuesto de que no habría posibilidad de regresar a los mercados de
crédito. Macri advertía, en ese video de un minuto, que eso estaba cumpli-
do, y lo estaba gracias a una ayuda adicional del FMI.
Esto fue lo que dijo. Pero, por la falta de precisiones, la lectura fue otra
bastante distinta. Para los inversores financieros, era como si hubiera di-
cho: “intentaremos que el FMI nos adelante plata, pero todavía no podemos
confirmarlo. Confiamos en que están asegurados los dólares para pagar la
deuda en 2019 sin recurrir al mercado, pero aún es prematuro dar esa infor-
mación. Teníamos un Acuerdo Stand-By vigente, queremos negociar otro”.
Ni siquiera fue difundida una presentación de Hacienda que mostrara en al-
gún detalle este supuesto cierre del programa financiero de 2019.
En los hechos, lo que el video transmitía era algo que para entonces era evi-
dente. El primer programa con el FMI había fracasado. Hacía ya un tiempo
que los funcionarios de Cambiemos venían mostrando, con sus decisiones, la
imposibilidad de mantenerse en los marcos del compromiso presentado por el
gobierno como marco del Acuerdo Stand-By –como evidenciaba sobre todo el
BCRA vendiendo reservas–. Ahora el presidente informaba que los términos
de ese acuerdo ya no regían. Habría otro, pero todavía había que negociarlo.
La respuesta fue instantánea. La cotización del dólar se disparó casi
10 % ese día y 15 % en el siguiente, superando por momentos los $ 40. El
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BCRA subastó en los últimos tres días del mes casi USD 2.000 millones. El
BCRA elevó las tasas de interés a la friolera de 60 % anual. El riesgo país
se acercó a los 800 puntos.
Pasaría casi un mes hasta que se anunciara el nuevo acuerdo con el FMI.
El dólar ya no bajaría de $ 37, moviéndose entre ese valor y los $ 40; las ta-
sas se quedarían en 60 %, y las reservas caerían USD 3.600 millones más,
sumando un drenaje de USD 27.600 millones desde que arrancó la corrida.
“Déficit cero”
El 3 de septiembre, Dujovne dio a conocer finalmente el programa fi-
nanciero de 2019. Informó además un nuevo ajuste de las metas de déficit
para 2019. Ya no buscarían déficit de 1,3 % del PBI, sino equilibrio fiscal.
“Déficit cero”, como había proclamado Cavallo en 2001, aunque en ese en-
tonces se refería al déficit financiero, después de los pagos de deuda. Ahora
el equilibrio fiscal buscado para este año, si se logra, dejará un déficit finan-
ciero de 3,3 % del PBI.
El recorte que se había anunciado en junio achicaba la meta para 2019
de 2,2 % del PBI a 1,3 %, mediante mayores recortes de gastos. El nuevo
objetivo, de llegar al déficit cero, será buscado mayormente con aumento
de ingresos: restitución de retenciones y freno a la eliminación de Bienes
Personales, impuesto que el fisco iba a dejar de percibir este año según lo es-
tablecido por la reforma tributaria de 2017.
Si bien el programa financiero de 2019 era algo reclamado hacía tiempo,
cuando llegó, después del mensaje de Macri que había empeorado la cosa,
fue “demasiado poco, demasiado tarde”. La corrida siguió sin cambios.
Estrella fugaz
Con poco más de tres meses al frente del BCRA, el 25 de septiembre
Luis Caputo renunció al cargo. Lo hizo nada menos que en un día de paro
general convocado por todas las alas de la CGT y la CTA, y con movili-
zaciones de la izquierda clasista en numerosos puntos del país. Era la pri-
mera acción de la burocracia desde el arranque de la corrida, que vino con
aceleración de la inflación, más deterioro de los salarios, y anuncios de más
ajustes que afectan el empleo público. La parsimonia daba cuenta de la co-
laboración pasiva de las conducciones sindicales burocráticas, ante los pri-
meros pasos del saqueo contra la clase trabajadora y los sectores populares.
Pero a pesar de la parsimonia de la burocracia sindical, el día elegido por
Caputo era un desplante para el gobierno y contribuía a caldear los áni-
mos en el mercado cambiario. El valor del dólar se instalaría cómodamen-
te en $ 40.
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La salida del banquero fue impuesta por el FMI, que quería poner fin
al uso de las reservas para intervenir en el mercado. Además, otros funcio-
narios del gobierno lo responsabilizaban por el fallido anuncio del 29 de
agosto.
más siderales que antes, lo que constituía, como afirmó el vicepresidente del
BCRA, Gustavo Cañonero, una política “brutalmente básica”. Pero lo que
determinó sobre todo la posibilidad de calmar al dólar es la magnitud del
ajuste que ya se había producido: un salto del precio del dólar de 100 %, una
fuga de capitales que en todo 2018 llegaría a USD 28.000 millones, y egre-
sos de capitales de portafolio por USD 17.000 millones (que descontando los
ingresos arrojan una reducción de USD 6.000 millones). Solo como resulta-
do de todo eso la corrida había perdido combustible y la cotización del dó-
lar alcanzaría una situación estable por varios meses.
El gobierno se aseguró el apoyo de los gobernadores y legisladores de
casi todo el peronismo y otros bloques para aprobar sus leyes de “déficit
cero” y asegurar el avance de todo lo comprometido con el FMI.
A pesar de mostrarse cumplidor con las metas, la precaria estabilización
lograda desde octubre –que se esfumó en febrero de este año– tuvo un lími-
te: no se tradujo en una baja del riesgo país. A fin de 2018 superaba los 800
puntos. Apenas llegó a bajar a 600 puntos en enero, cuando se hablaba de
un “veranito financiero”. Hoy se acerca a 1000 puntos.
170 Ver al respecto Naomi Klein, Doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre,
Buenos Aires, Paidós, 2011.
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176 Jorge Fernández Díaz, “José Nun: ‘Si les subieran los impuestos a las fortunas per-
sonales, no haría falta el endeudamiento’”, La Nación, 16/04/2018.
177 Recordemos aparte lo que venimos señalando a lo largo de este libro: el endeuda-
miento acelerado que derivó en la crisis no responde exclusivamente al déficit fiscal, sino al
faltante de divisas como resultado del déficit de la balanza de pagos.
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