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La Inestabilidad Política Boliviana

Bolivia inició el siglo XX con la derrota de varias guerras que concluyeron con la pérdida de buena
parte de su territorio -y su acceso al mar- a manos de Brasil y Chile. Durante la segunda mitad del
siglo XX, Bolivia se vio afectada por una gran inestabilidad política. En un primer momento, el
Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) logro impulsar políticas que incluyeron una reforma
agraria que logro la redistribución de la tierra, la nacionalización de las minas de estaño y el
petróleo, y la ampliación del derecho al voto de las mujeres y a los indígenas. Después de un
tiempo las reformas se detuvieron en 1984 cuando Víctor Estenssoro fue despuesto por un golde
de Estado impulsado por el general Rene Barrientos que fue apoyado por las fuerzas militares y la
elite de derecha.

Este nuevo período de dictaduras atrajo la inversión extranjera para privatizar el sector minero, lo
cual empujó el desarrollo de la economía, en buena parte gracias a los altamente cotizados precios
del estaño en los mercados internacionales. Un nuevo golpe de Estado ocurrió en 1971,
encabezado por el coronel Hugo Banzer. En sus siete años al mando, Banzer fue mucho más
represivo que sus antecesores, al punto de suprimir el movimiento obrero, despojarlo de sus
derechos civiles y militarizar las minas del país; instauro en principio un gobierno cívico – militar,
en poco tiempo cooptaron el poder y adhirió a la Doctrina de Seguridad Nacional al punto que en
1974 todo el gabinete de gobierno estuvo en mano de los militares. Para finales de la década de
1990, la calidad de vida de la mayoría de los habitantes en Bolivia rayaba en la miseria. El
descontento social estalló en violentos levantamientos populares, como el ocurrido en
Cochabamba en el año 2000, por la privatización del abastecimiento de agua potable. Quien fungía
como presidente era de nuevo el exdictador Hugo Banzer, en una Bolivia con huelgas, cortes de
carreteras y enfrentamientos entre el ejército y las comunidades indígenas y campesinas.

La inestabilidad política, las renuncias en bloque de ministros que no sabían cómo recomponer la
economía, los impuestos a los salarios y las controversias por la exportación de gas natural
exacerbaron el sentimiento insurrecto de las comunidades indígenas. Durante la dictadura
boliviana, la represión llevo a la proscripción políticos y la censura de prensa. Esta situación
termino en 1978 cuando se presento un nuevo golpe de Estado que dio el general Juan Pereda.

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