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En efecto, cuando el historiador impone su significado personal por sobre el del autor esto
conduce a que afirme o no si creó una doctrina, en cambio, al tomar en cuenta la época en la
que se creó, y el aspecto social y político del autor se es concebible si era su fin. En
concreto, el trabajo de Peter Laslett con Patriarca and other Political Work al contextualizar
históricamente el trabajo en su periodo de tiempo logró darle nuevos significados. Esta
herramienta se sobrepuso al textualismo al demostrar su correlación entre la comprensión
del texto y su contexto histórico, se volvió el método Cambridge y durante los 70 dominó la
disciplina.
Por otro lado, se visualizó otro flagelo, ya que continuamente se confundía la Historia con la
Filosofía, para ello nuevamente uno de los autores de la Escuela de Cambridge, Pocock
sostiene que “El historiador del pensamiento político se encuentra comprometido tanto en
la reconstrucción histórica como en la reconstrucción filosófica; busca entender el
pensamiento político del pasado, elevándose a mayores niveles de generalidad y
abstracción. Como resultado la HPP tiene una tendencia constante a convertirse en
filosofía”. Dicho de otra manera, el historiador depende del nexo entre la experiencia y el
pensamiento.
Además. cabe añadir que Skinner en la creación de su propia metodología adaptó el trabajo
lingüístico de dos filósofos, uno de ellos, J. L. Austin en su libro “How to do Things with
Words” desarrolló la idea de que la forma de captar el uso de una palabra o un
pronunciamiento es lo que el agente que la emite estaba haciendo al emitirla, por lo tanto,
Skinner afirmó que la comprensión e interpretación de un texto “equivale a comprender lo
que el escritor quiso significar al escribir en una forma particular”, denominado fuerza
ilocucionaria. Entonces, no solo hacía falta la contextualización histórica y comprender la
intencionalidad detrás del texto, sino que para lograr entender la intencionalidad se
necesita comprender el lenguaje usado por el autor, ya que “La única forma de captar las
intenciones del autor es considerar al texto como un acto de comunicación al auditorio al
que quería dirigirse.”. A su vez, con esto en cuenta se podía deducir si un autor apoyaba un
pensamiento antiguo o por el contrario lo refuta y busca cambiarlo.
Por esta razón, se comparó estos resultados con la investigación científica y Thomas S.
Kuhn en su libro La Estructura de las Revoluciones Científicas explicó a profundidad el
desarrollo científico, un paradigma en el cual daban respuestas a teorías ya formuladas e
indican las nuevas dificultades que acechaban la comunidad científica, por consiguiente,
ahora se discutía si la HPP se desarrollaba de la misma manera que la ciencia. Por lo que
Pocock explicó este argumento aclarando que ambas comunidades eran diferentes y por
ende su desenvolvimiento también, por ejemplo, el lenguaje de la política es críptico,
mientras que el lenguaje científico no lo es. Además de ello, Pocock recordó lo que Skinner
destacó del trabajo de Austin, la fuerza ilocucionaria y la repercusión de esta, sumando al
paradigma del lenguaje el propósito retador para obtener una respuesta en el complicado
pensamiento político.
En síntesis, para decodificar los escritos de los autores clásicos del pensamiento político se
es necesario analizar el uso del lenguaje empleado, luego comprender el contexto histórico
sociopolítico en el que se encontraba cuándo redacto y público sus ideas, y por último
interpretarlas de la manera en la que el autor quiso que se hiciera.