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Tema 3 - Historia medieval - Historia del Arte

IMPERIO ROMANO DE ORIENTE. BIZANCIO

2. PRIMERAS DINASTÍAS DE ORIENTE: TEODOSIANA Y TRACIA

A Arcadio se le considera el primer emperador del Imperio romano de


Oriente, que comenzó a gobernar en solitario a la muerte de su padre, el emperador
Teodosio en 395. Tuvo que hacer frente a incursiones de hunos y godos; estuvo
más interesado en la religión que en la política, por lo que tuvo más influencia su
mujer, la emperatriz Elía Eudoxia, aspecto que fue criticado por el patriarca de
Constantinopla, Juan Crisóstomo, lo que le valió el destierro.

Le sucedió su hijo Teodosio II (408-450) a los siete años, siendo regente


durante diez años Antemio, prefecto del pretorio. Durante su reinado los hunos
atacaron Constantinopla, siendo defendida gracias a los muros que se habían
construido y, años después, se firmó la paz, volviendo los hunos a sus tierras. Se le
conoce como “el Calígrafo”, por su entrega a las artes y las letras; promulgó el
“Código Teodosiano”, donde se compilaron todas las leyes generales existentes
desde Constantino. Además se fundó la Alta Escuela de Constantinopla, reconocida
en el siglo IX como la primera universidad del mundo. A su muerte, en 450 heredó la
corona su hermana Pulqueira.
A Pulqueira se le deben la construcción de numerosas iglesias en
Constantinopla; se casó con el general Marciano y fue nombrado emperador;
estabilizó el Imperio y dejó las arcas saneadas. Con ellos termina la dinastía
teodosiana porque tuvieron una hija, Marcia, cuyo marido, Antemio, no fue
reconocido como heredero legítimo.

El Imperio de Oriente pasó a manos del alano Aspar, comandante en jefe del
ejército imperial, cuya fuerte influencia hizo que nombraran emperador a un
subordinado suyo: León I el Tracio (457-474) dando comienzo a la dinastía tracia.
Fue el primer emperador que recibió la corona de manos del Patriarca de
Constantinopla, ya que en la “Nueva Roma” el obispo de la capital fue elevado a la
categoría de patriarca, que se convirtió en la cabeza de los patriarcados orientales
bajo el título de “ecuménico”.

León I entregó el trono a su nieto León II, pero al fallecer a los pocos meses,
ocupó el trono su padre Zenón, quien recibió de Odoacro en 476 las insignias
imperiales de Roma, convirtiéndose en el único emperador. Tuvo que hacer frente a
numerosas revueltas internas y a ataques externos de hunos y vándalos.

A su muerte en 491, su esposa Adriana se casó con Anastasio (491-518);


durante su reinado el Imperio tuvo un periodo de prosperidad, ya que impulsó la
actividad mercantil y comercial en las ciudades mediante la reducción de impuestos
y otras medidas económicas, con lo que restauró el orden político y social, dejando
un Imperio en paz y con reservas económicas. Murió sin descendencia.

3. DINASTÍA JUSTINIANA. JUSTINIANO EL GRANDE (527-565)

Anastasio I murió sin descendencia, por lo que el Senado eligió a Justino


(518-527), de la guardia palatina y con 70 años, para que ocupara el trono. Supo
rodearse de consejeros de confianza, entre los que destacó su sobrino, al que
adoptó y dio el nombre de Justiniano, quien iniciaría una nueva dinastía, llevando
al Imperio romano de Oriente a su mayor apogeo.
Justino I había derogado una ley que prohibía el matrimonio con mujeres de
clase social más baja, lo que permitió a Justiniano casarse con Teodora, que se
ganaba la vida como actriz. Justino murió en 527 dejando a Justiniano como
sucesor.

3.1. Obra política.

Durante su reinado tuvo lugar la revuelta de Niká en 532, provocada por el


enfrentamiento entre dos partidos rivales: los azules, portavoces de la ortodoxia y de
la aristocracia y los verdes, al que apoyaban los mercaderes y funcionarios y eran
promonofisistas; ambos competían en carreras de carros en el Hipódromo de
Constantinopla. La revuelta se extendió por toda la ciudad, durante seis días y
llegando a destruir edificios como la iglesia de Santa Sofía. Se puso fin a la rebelión
mediante una violenta represión.

Justiniano I se rodeó de figuras relevantes, destacando el general Belisario


que contribuyó a consolidar el poder del emperador y que sin embargo terminó
apartado de todos sus cargos por el propio emperador. También destacó el
historiador Procopio de Cesárea, cuyos escritos constituyen la principal fuente
escrita para conocer el reinado de Justiniano, quien además de las crónicas oficiales
escribió a la muerte del emperador una obra titulada “Historia secreta”.

Quien más influyó en Justiniano I y tuvo una participación activa en el reinado


fue la emperatriz Teodora. Gracias a ella y al general Belisario, el emperador no
huyó de la ciudad cuando tuvo lugar la revuelta de Niká.

Mandaron levantar la iglesia de los Santos Sergio y Baco, que se convirtió en


el centro de peregrinación más importante de todo el Oriente cristiano después de
Jerusalén, y donde fue enterrada la emperatriz al morir.

Como consecuencia de la revuelta de Niká se llevó a cabo una reforma


administrativa, que frenaba la autoridad despótica de los gobernadores y de los
altos funcionarios provinciales, ya que se parcelaron las provincias para evitar el
aumento de poder y la ambición de los gobernantes. También se hizo una reforma
en la recaudación de impuestos ya que las campañas militares ocasionaban muchos
gastos. Justiniano organizó una administración más centralizada, controlada por los
oficiales de palacio.

En el aspecto religioso, defendió la ortodoxia frente al monofisismo, que


rechazaba la doble naturaleza divina y humana de Jesús, dogma definido en el
Concilio de Calcedonia en 451. Esto provocó una fuerte oposición entre la población
de Egipto, Siria y Palestina. Justiniano, que quería lograr la unidad religiosa,
prohibió la enseñanza de la filosofía griega y ordenó el cierre de la Escuela de
Atenas que había fundado Platón (en el siglo IV a.C.).

Respecto a la política exterior, se enfrentó a los persas sasánidas en 531 en


el norte de Siria, siendo derrotados y obligados a firmar la paz, teniendo que
entregar tal cantidad de dinero que Justiniano tuvo que subir los impuestos a la
población.

Él quería unir Occidente y Oriente y volver a los ideales de la vieja Roma,


restaurando un Imperio unificado. Envió a su ejército dirigido por Belisario al norte
de África y derrotó a los vándalos, convirtiendo el territorio en prefectura del pretorio
de África. Esta victoria les permitió dirigirse a Italia, tomando bases clave para
controlar la navegación en sus costas: en el Tirreno ocuparon Sicilia, Nápoles y
Roma; más tarde en la costa adriática ocuparon Rimini y Rávena, derrotando a los
ostrogodos.

A partir de 540 hubo una crisis bélica generalizada: fue necesario enfrentarse
de nuevo a los persas, frenar invasiones de los búlgaros y regresar a África porque
había una sublevación por parte de los mauritanos. Al mismo tiempo, aprovechando
la crisis del reino visigodo de Hispania ocuparon: Cartagena, Murcia, Málaga y
Córdoba, llegando hasta el Algarve.

Con estas campañas, Justiniano dominaba el Mediterráneo, porque


solamente quedaban fuera de su dominio las antiguas provincias de la Tarraconense
y la Provenza y, salvo la Galia, Bizancio dominaba las provincias que se
consideraban vitales del antiguo Imperio romano. Para defender las fronteras
levantó más castillos fortificados y nuevos limes.
Este periodo de paz permitió el desarrollo del comercio y favoreció los
intercambios mercantiles, espirituales y artísticos a través del Mediterráneo. Debido
a enfrentamientos con Persia se introdujo la cría del gusano de seda en Bizancio,
convirtiéndose en un monopolio estatal muy lucrativo. Estos intercambios
permitieron que muchos estudiosos acudieran a las escuelas de Constantinopla y
Antioquía; además se facilitó el tránsito de muchos peregrinos que acudían a Tierra
Santa.

Con el tiempo se vio que los sueños de unificación de Justiniano no eran


posibles sino manteniendo todo a la fuerza. Había escasez de dinero y no era
posible pagar a los soldados; además hubo grandes temblores de tierra y una
epidemia de peste (540-542) que se extendió desde Egipto a Constantinopla,
extendiéndose por el Mediterráneo y llegando a las Islas Británicas que redujo la
población a la mitad y provocó una gran crisis mundial.

A la muerte de Justiniano en el 565, gran parte de su obra se vino abajo, ya


que Bizancio perdió la mayor parte de los territorios ganados en Occidente,
convirtiéndose en un Imperio oriental.

3.2. Obra legislativa.

Justiniano llevó a cabo una importante reforma legislativa. Encargó al jurista


Triboniano preparar un Código para el Imperio en el que se recopilasen las leyes
existentes, con el objetivo de unificar y dotar al Estado de una base jurídica
homogénea. Fue terminada en el 529 y conocida como Código de Justiniano,
constituyendo la base de toda la literatura jurídica posterior.

Además se realizó el Cuerpo de Derecho civil, la más importante


recopilación de derecho romano y escrito en latín.

3.3 Sucesores de Justiniano.

A la muerte de Justiniano en 565, surgieron muchos problemas para


continuar el proyecto político de unificación: el ejército estaba desorganizado y
mantenía enfrentamientos con persas, lombardos y eslavos en los Balcanes; el
Imperio seguía siendo romano pero sus súbditos eran en mayor parte griegos; las
conquistas se fueron perdiendo. Sus sucesores fueron su sobrino Justino II, su hijo
adoptivo Tiberio II y su yerno Mauricio. Estando Mauricio de emperador, los
soldados se sublevaron dirigidos por Focas, quienes tomaron Constantinopla y
asesinaron a Mauricio y a sus hijos. El último emperador, Focas (602-610) fue
destronado por Heraclio durante sus enfrentamientos en el norte de África.

4. DINASTÍA HERÁCLIDA (610-717).

Durante todo el siglo VII gobernó en Bizancio la dinastía Heráclida, nombre


dado por su primer gobernante, Heraclio (610-641), gobernador del norte de África
que inició una revuelta contra el emperador Focas que desembocó en una guerra
civil. En 610, Heraclio llega a Constantinopla y fue nombrado emperador.

Tomó el título de basileus, que a partir de entonces designa a los


emperadores bizantinos; hasta ese momento lo ostentaban los reyes de Persia. De
esa forma subraya su victoria sobre los persas y al mismo tiempo rompe con las
tradiciones romanas abandonando los títulos de emperador, césar y augusto.

Fue el iniciador de una serie de reformas que afectaron a la administración y


a la organización militar, sacando al Imperio de la decadencia en la que se
encontraba. Se crea una nueva circunscripción militar y administrativa llamada
thema, clave para la defensa interior del Imperio a cuyo frente estaba un estratega
o general con plenos poderes. Esta reforma militar fue acompañada por un cambio
en la administración central que suprime la prefectura del pretorio. Los territorios
periféricos que se encontraban lejos de Constantinopla fueron gobernados por los
exarcas, jefes supremos de las fuerzas militares.

En cuanto a su política exterior, Heraclio hizo frente a los avances del ejército
persa del rey Cosroes II que se había apoderado de Antioquía y había saqueado
Jerusalén, llevándose la reliquia de la Vera Cruz; además se apoderó de Alejandría
e interceptó los envíos de trigo que debían de llegar a Constantinopla. Heraclio
formó un ejército integrado por numerosos monjes y contó con fondos que había
requisado a la Iglesia, lo que dió a la empresa un carácter de guerra santa. Fue un
triunfo total y recuperó todas las provincias (incluida la reliquia que él mismo
restituyó), por lo que aumentó su prestigio. También hizo frente a los ávaros y
eslavos que llegaron a las murallas de Constantinopla. Fueron derrotados por los
musulmanes que se expandían por Siria en 636.

Respecto a la cuestión religiosa, la reconquista de las provincias orientales


hizo que surgiera otra vez la cuestión del monofisismo, muy extendido en estos
territorios y, aunque Heraclio quiso unificar el Imperio y promulgó un edicto en este
sentido, no tuvo mucho éxito.

El emperador Heraclio murió en 641, dejando a sus dos hijos de


coemperadores: Constantino III y Heracleonas. El primero sólo gobernó unos
meses ya que falleció, heredando el trono su hijo Constante II. Durante su reinado y
durante el reinado de su hijo Constantino IV debieron hacer frente al avance de los
musulmanes, quienes llegaron a sitiar Constantinopla. Gracias al empleo del
llamado fuego griego en sus barcos consiguieron que se retirasen y firmaron un
tratado de paz que duró treinta años, además de pagar un tributo anual al Imperio
bizantino.

Conseguida la paz en el frente oriental, Justiniano II, hijo de Constantino IV,


centró su atención en la zona de los Balcanes ante la amenaza de los búlgaros.
Este emperador tenía un carácter cruel y despótico y además subió los impuestos,
por lo que le retiraron del poder. Sin embargo, lo recuperó a la fuerza más tarde en
705 ayudado por los búlgaros sembrando el terror entre la población.

Tras él hubo breves gobiernos de generales y se puso fin al reinado de esta


dinastía ocupando el trono en 717 León III el sirio o el Isáurico.

5. DINASTÍA ISÁURICA (717-820). EL PROBLEMA ICONOCLASTA.

León III llegó al trono en el año 717 rebelándose contra el emperador


Teodosio III, quien había usurpado el trono a Anastasio II, su protector y a quien
debía el nombramiento de estratega del thema de Anatolia (Isauria).
El nuevo emperador reorganiza los cuadros militares, themas, que fueron
sustituyendo a las provincias romanas en las regiones más amenazadas. Hizo frente
a los ejércitos árabes que volvieron a asediar a Constantinopla y su victoria fue
crucial para evitar que se extendieran por Asia Menor.

Promulgó en 726 el código llamado “Écloga” o “fragmentos escogidos”, una


revisión del derecho de Justiniano con innovaciones en el derecho criminal. Fue
redactado en griego.

El hecho más característico de su reinado fue la lucha contra las imágenes,


conocida como iconoclastia y que duró más de un siglo. Hubo una lucha entre los
partidarios de mantener el culto a las imágenes o iconos, llamados iconódulos, y
aquellos que deseaban eliminarlos: iconoclastas. Este movimiento provocó la
ruptura de la paz social, porque Grecia y su capital se mostraron fieles a las
imágenes, frente a las provincias orientales que rechazaban su culto.

Las medidas que tomó el emperador fueron muy impopulares, llegando a


amenazar al papa Gregorio II si no se sumaba al edicto y prohibía el culto a las
imágenes. Ante su negativa hubo altercados y el papa pidió ayuda a los carolingios.

Esta querella separó aún más a las iglesias de Oriente y Occidente y sobre
todo cuando el emperador nombró a Anastasio, patriarca de Constantinopla y le
ordenó que destruyera todas las imágenes.

A su muerte, su hijo y sucesor, Constantino V (741-775) continuó con la


misma política y realizó una represión contra los monjes y los monasterios
encubriendo una desamortización, que hizo que muchos se fueran a otros lugares.
Durante el gobierno de este emperador se disfrutó de un periodo de paz debido al
cambio de dinastía en el imperio musulman, ya que los abasíes trasladaron su
capital de Damasco (Siria) a Bagdad (Iraq). Murió durante un enfrentamiento contra
los búlgaros en 775.

Le sucedió su hijo León IV (775-780). A su muerte repentina le sucede su


hijo Constantino VI con su madre Irene de regente, quien hizo restaurar el culto a
las imágenes, según lo acordado en el Concilio de Nicea de 787, en el que
participó activamente. Devolvió los bienes a los monjes y restauró las buenas
relaciones entre Roma y Constantinopla. Irene asumió el título de basileus, pero
hubo revueltas que culminaron en su derrocamiento en 802 y fue exiliada a la isla de
Lesbos donde murió.

Le sucede un alto funcionario de palacio: Nicéforo I Focas (802-811) quien


hizo una reforma financiera para conseguir más ingresos y compensar los gastos de
la emperatriz Irene, afectando sobre todo al estamento religioso suprimiendo los
privilegios fiscales que disfrutaban. Murió a manos de los búlgaros.

Le sucede su yerno Miguel I que solo estuvo dos años en el trono pues fue
depuesto tras una derrota contra los búlgaros. Le sucede León V el Armenio
(813-820) que retornó a la iconoclastia. Fue asesinado en 820.

6. DINASTÍA FRIGIA (820-867).

Tras el asesinato de León V, que fue el último emperador de la dinastía


Isaúrica, le sucede Miguel II (820-829), un soldado que no sabía ni leer ni escribir y
que da comienzo a la dinastía Frigia. Su hijo y sucesor Teófilo (829-842), sí recibió
una esmerada educación y destacó por ser un iconoclasta exaltado.

Le sucede su hijo Miguel III (842-867) siendo regente su madre, la


emperatriz Teodora y su tío Bardas. La emperatriz restauró el culto a las imágenes,
poniendo fin al segundo período iconoclasta. Fue apartada del poder por su hijo y
encerrada en un monasterio. Reforzó la flota imperial, llegando a hacer incursiones
en Egipto para hacer frente a los musulmanes que habían ocupado Sicilia y Creta.
Fue asesinado por Basilio el Macedonio, miembro de su guardia, dando comienzo
al gobierno de la dinastía Macedónica.
7. DINASTÍA MACEDÓNICA (867-1056).

Con el gobierno de esta dinastía, Bizancio disfruta de su periodo de mayor


esplendor, ya que hubo un periodo de apogeo político y equilibrio económico,
cultural e institucional.

Su primer gobernante fue Basilio I (867-886), que había asesinado al


anterior gobernante, Miguel III, siendo miembro de su guardia. Llevó a cabo una
nueva compilación de leyes: las Basílicas, que constituyó la base legislativa hasta
la llegada de los turcos otomanos. Mantuvo buenas relaciones con Roma, aunque
también hubo conflictos que darían lugar a la separación de las dos Iglesias: la
católica (Roma) y la ortodoxa (Constantinopla).

En cuanto a su política exterior derrotó a los paulicianos, una agrupación


cristiana derivada del maniqueísmo y formada en Armenia en el siglo VII; acudió en
apoyo de las tribus eslavas y de los pueblos dálmatas contra el avance de los
musulmanes, creando el thema de Dalmacia. Perdió Siracusa, aunque mantuvo
Taormina, que estuvo en manos bizantinas hasta el 902.

A su muerte en un accidente le sucede su hijo León VI el Sabio (886-912),


aficionado a los libros, quien continuó con la reforma emprendida por su padre con
las Basílicas, y con su traducción al griego. Hubo de enfrentarse a los búlgaros y a
los musulmanes, perdiendo Taormina, la última plaza que conservaban en Sicilia.
También se enfrentó a varegos y rusos, con los que se vio obligado a firmar la paz y
sellar un tratado comercial.

Le sucedió Constantino VII (913-959), que delegó el gobierno en manos de


su suegro Romano I, soldado del thema de Armenia que actuó como emperador
asociado hasta el 914, cuando sus propios hijos le depusieron y el emperador
asumió de nuevo el poder. Romano I destacó en la política interior, favoreciendo a
los pequeños y medianos propietarios con el fin de frenar el auge económico de los
terratenientes. Constantino VII mantuvo su política interior y, en el ámbito exterior,
frenó la incursión húngara de 958. Mantuvo relaciones cordiales con el emperador
Otón I y con el califa de al-Andalus, Al-Hakam II. En Oriente hacía frente a los
fatimíes de Egipto y a los abasíes de Bagdad. Constantino VII es conocido sobre
todo por sus obras escritas: De Ceremoniis, De la Administración del Imperio, o
sus discursos; desarrolló una gran biblioteca en su palacio e impulsó el taller de
copia.

A su muerte le sucede su hijo Romano II (959-963) a quien, tras un breve


reinado, le sucede Nicéforo Focas (963-969), quien se casa con su viuda; confiscó
posesiones a los monasterio y donaciones a la Iglesia para hacer frente a gastos
militares. Recuperó Chipre y Creta pero fue derrotado por los fatimíes y tuvo que
abandonar definitivamente la isla de Sicilia.

Después del gobierno de un militar llamado Juan I Tzmiskés (969-976) llega


al gobierno Basilio II (976-1025), quien firmó dos treguas con los fatimíes y
recuperó gran parte de Siria que seguía en poder de los abbasíes; convirtió Armenia
en protectorado bizantino; su derrota frente a los búlgaros le valió el sobrenombre
de “el matador de búlgaros” : Bulgaría pasó a ser un thema bizantino. Durante su
mandato, Bizancio alcanzó su mayor extensión territorial pero sus sucesores
perdieron casi todo lo logrado.

Le sucedió su hermano Constantino VIII (1025-1028), cuyo gobierno se vio


alterado por las intrigas de su hija Zoe, que dio legitimidad por vía matrimonial a tres
emperadores: Romano III, que sufrió derrotas en Siria y hubo de hacer frente a
pestes, hambres y un terremoto que asoló la capital; Miguel IV y Constantino IX
(1042-1055), quien tuvo un gran interés por la cultura y las leyes, dando lugar a un
renacimiento literario en el que destacó Miguel Psellos con su obra Chronografía,
siendo el libro de memorias más importante de la Edad Media. En los últimos años
de su reinado (1054) se produjo la separación definitiva de las Iglesias de Oriente y
Occidente, cuyo artífice fue Miguel Cerulario, patriarca de Constantinopla.

A su muerte le sucede su cuñada Teodora, hermana de Zoe, pero al año


murió y con ella termina la dinastía, ya que no dejó herederos. Fue proclamado
emperador el comandante en jefe del ejército Isaac Comneno, inaugurando una
nueva dinastía.

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