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I.

IMPERIO ROMANO DE ORIENTE: IMPERIO BIZANTINO

El Imperio Romano de Oriente o también llamado Imperio Bizantino, se originó en


el año 395 d.C. cuando el emperador Teodosio dividió el Imperio Romano en dos:
Oriente y Occidente. A diferencia del Imperio Romano de Occidente, que fue
destruido por los germanos en el año 476 d.C., el Imperio Bizantino logró
sobrevivir a la amenaza germánica. Por eso perduró por casi diez siglos, hasta el
año 1453 en el que los turcos otomanos ocuparon su capital, Constantinopla.

A lo largo de diez siglos, los bizantinos, que eran en realidad una pluralidad de
pueblos, lograron fusionar la cultura de los griegos y romanos, los elementos
religiosos de cristianos y paganos y las costumbres occidentales y orientales. De
esta manera conservaron los aportes culturales de la antigüedad y los re-
elaboraron bajo nuevas formas. Aunque hablaban griegos, los bizantinos se
llamaban así mismos romanos, pues consideraban herederos de este antiguo
imperio. Por eso a Constantinopla se le conocía también como la nueva Roma

1. CONSTANTINOPLA

Actualmente esta ciudad no existe con este nombre, hoy en día esta antigua
ciudad se llama Estambul. Fue construida por el emperador Constantino en el año
330, se construyó sobre la antigua ciudad griega de Bizancio. En sólo seis años
edificó una ciudad cuyo tamaño y arquitectura eran equiparables a los de Roma y
la llamo Constantinopla. Constantinopla se ubicó entre el Mar Negro y el Mar
Mármaro; estaba rodeado de mar y era el paso obligado de todos los
comerciantes que viajaban por mar o por tierra entre Asia y Europa. Hasta el siglo
XIII fue una de las ciudades más pobladas del mundo: sólo Bagdag la gran ciudad
del Islam la igualó. Para proteger Constantinopla de los germanos, el emperador
Teodosio II, construyo en el siglo V una muralla triple de unos 12 metros de altura
que rodeo la ciudad. Esta muralla recorre unos 19 km y tiene 96 torres, desde las
cuales los soldados bizantinos divisaban al enemigo.

2. LA HISTORIA DE UN GRAN IMPERIO

Desde la caída del Imperio Romano de Occidente, los gobernantes bizantinos


añoraban los tiempos en que este imperio dominaba todo el Mediterráneo. Uno de
ellos fue el emperador Justiniano, intento restaurar la grandeza del viejo imperio.
2.1 JUSTINIANO

Justiniano, sobrino del emperador Justino, llego al trono en el año 527. Justiniano
era como su tío, hijo de un simple campesino. Sin embargo desde joven, recibió
una excelente formación militar. Al momento de su ascensión al trono, el Imperio
Bizantino incluía la Península Balcánica, Asia Menor, Siria, Palestina y Egipto. Sin
embargo, Justiniano pensaba que el mundo cristiano debía tener una única
autoridad política: el emperador bizantino. Con estas ideas y con la ayuda de los
generales Belisario y Narsés, Justiniano se apoderó de los territorios vándalos del
norte de África, Córcega, Cerdeña y de las Islas Baleares; conquisto Italia y Sicilia,
dominadas por los ostrogodos y por último ocupó el suroeste de la España
visigoda.

Luego Justiniano emprendió la reforma del estado bizantino para renovar las
bases sobre las que se asentaba el imperio. Reorganizó la administración central,
residente en Constantinopla, que supervisaba a los funcionarios de provincias.
Además, decidió clasificar y editar las leyes romanas. Para ello, encargo al jurista
Triboniano la redacción del código Justiniano, que incluyo todas las constituciones
dictaminaras desde la época del emperador Adriano. Por otra parte, mejoro la
situación de la hacienda pública y de la recaudación de impuestos, para sostener
una organización civil y militar más eficiente.

Justiniano murió en el año 565, año en que concluyó uno de los periodos más
brillantes de la larga historia bizantina.

2.2 EL IMPERIO DE LOS SUCESORES DE JUSTINIANO

Poco tiempo después de la muerte de Justiniano, los bizantinos perdieron


posesiones conquistadas en Europa Occidental y debieron afrontar el avance de
los ávaros, eslavos y búlgaros que presionaban para internarse en la Península de
los Balcanes.

Los persas por su parte de adentraron cada vez más en las provincias orientales
del Imperio Bizantino. Sin embargo, el peligro persa fue sustituido por el árabe,
que se convirtió en el adversario más temible, ya que en el siglo VII ocupo Siria,
Palestina y el norte de África. Entonces, el imperio se redujo a Grecia, Asia Menor
y el sur de Italia. En el siglo XI la situación empeoró, cuando los turcos, en
especial la tribu de los seldjúcidas se apoderaron del Asia Menor. Estos
acontecimientos marcaron el inicio de la decadencia de Bizancio, que concluyo en
1453, cuando otra tribu de turcos, los otomanos, ocupo Constantinopla.
3. ORGANIZACIÓN POLÍTICA

En contraste con las monarquías germanas, el Imperio Bizantino contó con una
sólida organización política.
El imperio constituía una monarquía teocrática en la que el emperador o basileus
era considerado el delegado de Dios en la Tierra y por lo tanto un personaje
sagrado. Por eso fue el jefe de la Iglesia y com tal podía nombrar a los patriarcas.
Al emperador se lo representó como a los santos con la cabeza rodeada por un
halo de luz.
Con un poder absoluto, el emperador fue también el jefe supremo de la
administración y del ejército bizantino. Para su acción de gobierno contaba con
tres instrumentos.

 La burocracia civil, conformada por funcionarios que eran verdaderos


pofesionales de la administración pública.
 El ejército, muy numeroso, integrado por soldados de las más diversas
nacionalidades. En las zonas de frontera la defensa se completó con los
estratiotas, que eran soldados campesinos a quienes se les pagaba
mediante la entrega de tierras.
 La iglesia bizantina que a diferencia de lo que ocurría en Occidente, se
encontraba subordinada al emperador. Esta característica se le conoce
como césaro-papismo.

4. LA RELIGIÓN

La sociedad bizantina era profundamente religiosa: todas las actividades


cotidianas estaban estrechamente ligadas a la región. Por ello los pleitos o
querellas envolvían a todo el pueblo y creaba serios problemas políticos.
Esto ocurrió por ejemplo con el monofisismo, una corriente religiosa que sostenía
que Cristo poseía una sola naturaleza, la divina, y que contrariaba a la posición
cristiana que invocaba la doble naturaleza de Cristo: humana y divina.
El monofisismo fue popular en Siria y Egipto, por eso, estas regiones trataron
constantemente de separarse del imperio. Esto último facilitó la conquista por los
árabes.

En el siglo VIII se originó otra querella promovida por los iconoclastas. Éstos
sostenían que las imágenes religiosas o iconos llevaban a prácticas
supersticiosas, porque se adoraba en ellas a la imagen representada y no al Dios
verdadero. Además, los iconoclastas buscaban disminuir el poder económico y
social de los monjes.

A diferencia del monofisismo, los iconoclastas fueron protegidos y estimulados por


algunos emperadores bizantinos. Este hecho provocó un distanciamiento entre
estos monarcas y el Papa romano, que se oponía a esta corriente religiosa.
Este proceso culminó con el cisma de Oriente entre la cristiandad occidental y
oriental, en 1054. En tanto que la primera aceptó como jefe espiritual al Papa de
Roma, el Oriente reconoció como jefe supremo al patriarca de Constantinopla. La
Iglesia de Oriente se llamo griego-ortodoxa.

5. LA ECONOMÍA

A lo largo de diez siglos de historia, Bizancio fue uno de los centros económicos
más importantes del mundo medieval. La economía bizantina fue
mayoritariamente agraria.
Las grandes propiedades agrícolas estaban en manos de la Iglesia y de la
aristocracia, pero también había pequeños propietarios que con el correr de los
siglos, desaparecieron, incorporándose los grandes dominios como colonos.
Por otro lado, Bizancio no descuido las actividades artesanales ni el comercio.
Este imperio desarrolló un importante comercio internacional. Gracias a esta
actividad, en los mercados de Constantinopla y de otras ciudades del imperio se
podían hallar productos de zonas tan diversas como por ejemplo, China, Persia y
España. Los artesanos bizantinos fabricaban a su vez numerosas piezas que se
vendían al extranjero.
Por ello, la moneda bizantina, el besante, fue aceptada en todos los mercados de
la Edad Media hasta el siglo XI. Se trato por lo tanto de una moneda internacional.

6. UNA CULTURA DE SÍNTESIS

Imperio Bizantino Iglesia San Marcos


La cultura bizantina fue una admirable síntesis de Elementos grecorromanos,
orientales y cristianos. Las grandes obras del mundo clásico se recopilaron en las
escuelas y universidades, como las de Atenas o Constantinopla y en monasterios
como los celebres del monte Athos, en Grecia. En la arquitectura los bizantinos
sobresalieron por la belleza de sus iglesias. En sus construcciones usaron la
cúpula sobre pechinas y planta de cruz griega.

Los mejores ejemplos de esta obra los tenemos en la iglesia de Santa Sofía de
Constantinopla y en Italia en la basílica de San Marcos en Venecia. Los interiores
de las iglesias fueron decorados con hermosos mosaicos que recubrieron con un
lujo y color inusitado, los ábsides y las cúpulas. Por otro lado, la escultura
bizantina produjo bellos relieves en placas de marfil.
7. LA DECADENCIA DE UN IMPERIO

La invasión de los turcos seldjúcidas en el siglo XI privó a Bizancio de una de las


zonas más ricas del imperio: el Asia Menor. A partir de este momento, el Imperio
de Oriente vivió una lenta y paulatina decadencia que se manifestó en una severa
crisis agraria y comercial.

Los bizantinos descuidaron su armada, y el tráfico comercial cayó paulatinamente


en más de genoveses y venecianos.
Así, la ruina del estado bizantino se hizo inevitable: debilitado en sus bases debí o
ceder territorios a distintas potencias. Por último, sufrió la invasión de los turcos
otomanos. Cuando en el año 1453, los turcos tomaron Constantinopla, el imperio
se hallaba casi reducido a la misma capital. Este hecho puso fin a mil años de
historia.

II. Historia y biografía de Justiniano I

Justiniano I (11 de mayo de 483 – 13 de noviembre de 565). Nació en Tauresio,


Macedonia. Cerca del actual Yugoslavia Pertenece a una familia humilde y el
nombre de su madre es Vigilantia. A la muerte de sus padres fue adoptado por su
tío materno Justino, y junto a él se traslada a Constantinopla para recibir una
educación de calidad. Recibió instrucción en teología, historia y jurisprudencia. 
Comenzó a dedicar su vida a la carrera militar. Justiniano emprende su radiante
carrera hasta alcanzar los más altos cargos del Estado; se casa con Teodora,
una actriz de teatro conocida en la época por su vida libertina. Mientras su tío se
convierte en el nuevo emperador en el 518. Justiniano consigue que lo nombre co-
emperador en abril de 527.

Mientras Justiniano I reina, persigue el renacimiento del poderío romanoclásico,


reconquistando variados territorios. Fue responsable de construir un período
histórico distinguido por la edificación de rimbombantes monumentos
arquitectónicos y por su labor legisladora. Se inicia con él una época tupida en
acontecimientos culturales, bélicos y jurídicos. El emperador dejó su huella en la
antigua colonia griega de Megara, Constantinopla, que más adelante fue la
capital del Imperio romano de Oriente.

Justiniano I se mostró inquieto por las invasiones bárbaras a su territorio.


Exhorta a su ejército para luchar fuertemente contra los persas y se organiza la
reconquista de las provincias romanas de Occidente, sometidas al yugo de los
invasores bárbaros. Les encomienda esta labor a sus generales más destacados,
Belisario y Narsés, quienes magistralmente derrotaron a sus tradicionales
enemigos e incorporan al imperio el norte de África y de Italia, así como
numerosas ciudades costeras del sureste de España.  Justiniano I, uso su
habilidad diplomática para extender los límites del imperio haciendo oportunos
beneplácitos a los bárbaros vecinos. Su política se basó en mezclar las armas y
la diplomacia, Justiniano firma con el rey persa Cosroes I el tratado de la paz
eterna, muy favorable a los bizantinos, quienes no perdieron parte alguna de su
territorio.

No todo se centró en el arte de la guerra, el espacio cultural también fue abonado


por la semilla de este polifacético emperador, y la universidad acogió en sus aulas
a figuras como el historiador Procopio y el poeta Romano el Melódico. La máxima
expresión arquitectónica de la época de Justiniano I es la basílica de Santa
Sofía, que por siglos se sitúa como centro principal de los ortodoxos. El arte
bizantino quedó plasmado también en otras ciudades: en Ravena se puede
admirar en las iglesias de San Vital y San Apolinar, que alojan maravillosos
mosaicos.

Justiniano I era un hombre muy curioso, así que comenzó a indagar en el campo
de los estudios jurídicos, posteriormente formó una comisión delegada de producir
un nuevo código de las leyes imperiales promulgadas desde el período de
Adriano. El trabajo de este grupo de comisionado, era preparar un manual para el
uso de los estudiantes de leyes, que recibió el nombre de Instituía. Un año más
tarde surgió una edición más completa del Código de Justiniano, que contenía
las propias leyes elaboradas y promulgadas por el emperador. Su trabajo jurídico,
como, por ejemplo, la producción de las nuevas leyes que reflejaron las
necesidades contemporáneas, fueron supervisadas e influidas por Triboniano.
Este sutil jurisconsulto era juez del palacio sagrado, uno de los ministros judiciales
más importantes del imperio.

En la década de los años 540 se propago una terrible epidemia conocida como la
plaga de Justiniano, situación que merma la mano de obra, mata cientos de
personas y genera un estado de inestabilidad, esta causa natural pone en jaque
el esplendor del momento. Hipótesis afirman que esta epidemia fue la peste
negra. El imperio entonces comienza a perder los territorios que ha subyugado,
debido a que los invasores y salteadores aprovecharon la ocasión para quitarle
tierras al imperio hecho que solo se revierte hasta el siglo IX.

La aguda dedicación de Justiniano a los proyectos públicos disminuyó


formidablemente hacia el final de su reinado, entregándose al estudio de los
problemas referentes a la teología. El interés por los asuntos religiosos le llevó a
publicar en el año 564 un edicto en el que afirmaba que el cuerpo humano de
Cristo era incorruptible. Esta aseveración suscitó las protestas airadas de muchos
eclesiásticos. Justiniano I se consideraba como el representante de Cristo en
la tierra, y, por otra parte, el Imperio romano de Oriente no había desarrollado la
concepción distintiva entre Iglesia y Estado que luego se desplegaría con el
cristianismo latino.

El período de Justiniano en su rol de emperador se ha perpetuado en la memoria


histórica universal merced a su legado como legislador, diplomático, teólogo y
amante de la cultura. En su última fase de vida pasa su tiempo indagando la
doctrina cristiana. Lo que le generó luego de su muerte la veneración como santo
por la iglesia ortodoxa y por algunos organismos luteranos, su fecha de
celebración religiosa es el 14 de noviembre. Justiniano I muere en el 565 sin
engendrar hijos.  Por ello su sobrino Justino II ocupa el trono.

III. Ley de las XII Tablas

Portada de una edición de la Ley de las XII Tablasrecopiladas por Jacques Godefroy en
1641.

La Ley de las XII Tablas (Lex duodecim tabularum o Duodecim tabularum leges) o Ley
de igualdad romana fue un texto legal que contenía normas para regular la convivencia
del pueblo romano. También recibió el nombre de Ley decenviral. Por su contenido se
dice que pertenece más al derecho privado que al derecho público. Fue el primer código
de la Antigüedad que contuvo reglamentación sobre censura (pena de muerte por poemas
satíricos). La ley se publicó al principio en doce tablas de madera y, posteriormente, en
doce planchas de bronce que se expusieron en el foro. Debido a que no queda indicio
alguno de su existencia, algún autor ha llegado a sugerir que no existieron.

No obstante, su desaparición puede explicarse por el saqueo que sufrió Roma hacia el
año 390 a. C. por parte de los galos. Se cree que se destruyeron y, por algún motivo, no
se reprodujeron con posterioridad. Esta última teoría parece estar apoyada por las
abundantes referencias que de ellas hacen los autores antiguos. El historiador Tito Livio
dijo de ellas que eran la fuente de todo el derecho romano, tanto público como privado.
Por su parte, el orador y abogado Cicerón afirmó que los niños aprendían su contenido de
memoria.

Al estar estas leyes expuestas públicamente, estaban libres (al menos teóricamente) de
las malas interpretaciones de sus custodios, pues parece que anteriormente los pocos
que conocían las leyes las interpretaban manipulándolas a su favor. Ya en época imperial,
estas Leyes, pensadas para todos (los ciudadanos), fueron las bases jurídicas del Imperio
Romano, pues todos estaban bajo las mismas en cualquier rincón del Imperio.

Alegoría de las XII Tablas en un libro de derecho del siglo XVI.

Durante los tres primeros siglos de Roma, el derecho privado tenía su fuente única en
usos vigentes entre los fundadores de la ciudad, que había pasado, por tradición, de las
poblaciones primitivas a la nación nueva. A estas costumbres se les conoce como mores
majorum («costumbres de los mayores», o «costumbres de los antepasados»). Se puede
decir que en este periodo, el derecho privado solo tiene una fuente cierta, la costumbre.
La falta de precisión y esclarecimiento de sus reglas favoreció al arbitrio de los
magistrados patricios encargados de la administración de la justicia, y no solamente en el
derecho privado, sino también en la represión de crímenes y delitos. Los tribunos, que
fueron los intérpretes de las reclamaciones de la plebe, pidieron la redacción de una ley
que rigiera igualmente para todos los ciudadanos. Después de diez años de resistencia,
los patricios cedieron: el Senado y los tribunos acordaron redactar una ley aplicable a los
dos órdenes. Esta ley fue la de las XII Tablas.

Elaboración

La elaboración de la Ley de las XII Tablas, se produjo a mediados del siglo V a. C.,


gracias a la insistencia de un tribuno de la plebe llamado Terentilo Arsa a partir del
464 a. C. (ver Secessio plebis), y fue hasta el 454 a. C. cuando el Senado republicano
decidió enviar una comisión de tres magistrados a Atenas para conocer la legislación del
gobernante griego Solón, inspirada por el principio de igualdad ante la ley.

Tres años después a la vuelta de esta comisión, se suspendieron las magistraturas y el


Senado decidió constituir otra comisión integrada por diez patricios que se llamaría
Decenvirato, presidida por un cónsul para la elaboración de la ley. Esta comisión gobernó
y trabajó en la redacción durante un año para las diez primeras tablas, terminadas en el
451 a. C. Sin embargo, como no había sido terminada la labor de redactar todo el derecho
existente, se conformó un segundo decenvirato que gobernó de manera tiránica y fue
depuesto por un levantamiento, quedando reinstaurado el consulado. Únicamente
redactaron dos tablas.

Finalmente, para que no se dijera que los patricios usaban a su favor la ignorancia de la
plebe sobre el texto de las tablas, pues esta había sido una de las razones por las que
insistieron en la redacción de las Tablas, éstas fueron colocadas en el Foro romano para
que todos las vieran, por orden de los dos primeros cónsules después de los
decenviratos: Lucio Valerio y Marco Horacio[1]

Influencias

En ellas se recogen por escrito, de manera más o menos ordenada, una serie de
costumbres que tenían carácter de ley, a esto se le denomina derecho consuetudinario e
incluso algunas de las leyes del regnum fueron redactadas por los decenviratos
legislativos (decenviri legibus scribundis).[2] Las influencias externas que pudieron haber
tenido, serían las que viniesen del estudio de las leyes griegas por la comisión que fue a
estudiarlas, a fin de redactar mejor las propias.
Contenido

Ciudadanos romanos examinan la Ley de las XII Tablas después de su implementación.

Aunque no se sabe con certeza el contenido exacto que tuvieron las XII Tablas, gracias a
las referencias que hay de ellas en la historiografía romana se puede decir que
contendrían lo siguiente:

Tablas I, II, III

Contendrían derecho procesal civil.

El procedimiento que regulan es el de las acciones de la ley, acciones judiciales que en


virtud de la Ley de las XII Tablas podrían ejercer los ciudadanos romanos para la defensa
de sus derechos. El proceso se caracterizaba por su excesivo formalismo, las partes
debían pronunciar determinadas palabras, a veces muy complicadas, obligatoriamente si
querían tener posibilidades de ganar el litigio o debían realizar ritos. Detrás de este
formulismo estaba el sentimiento religioso.

Las acciones de la ley a saber eran inicialmente cuatro: dos declarativas y dos ejecutivas.
Las primeras: acción por apuesta (sacramentum) y acción por petición de un juez o de un
árbitro (postulatio iudicis). Estas se caracterizaban por contemplar el mismo proceso,
iniciado ante los pontífices (quienes indicaban la fórmula solemne) más tarde ante un
magistrado (quien se encargaba de mediar la contienda entre las partes ayudando a
determinar un juez privado) y por último ante un juez (quien recibe la fórmula solemne y
las pruebas preparadas). Las dos restantes o ejecutivas: acción por aprehensión corporal
(manus iniectio) y la acción de toma de prenda o embargo (pignoris capio). Ambas
guardaban resagos pertenecientes a la venganza privada, ya que en ellas se podía aplicar
la fuerza o violencia para recuperar lo debido.

La intervención del poder público era escaso. El pretor era el magistrado que presidía el
proceso, encauzándolo y fijando la controversia, pero el juez que dictaba sentencia era un
ciudadano elegido de común acuerdo por las partes.

La ejecución de la sentencia condenatoria de un deudor se regulaba muy detalladamente.


Aunque resulta morbosa por ser personal y cruel, es fruto del consenso que tuvo la
elaboración de las XII Tablas por parte de patricios y plebeyos; como los deudores solían
ser los plebeyos, esta regulación constituía un principio de seguridad jurídica, el plebeyo
podía saber lo que le esperaba en el caso de ser insolvente.

Tablas IV, V

Contendrían derecho de familia y de sucesiones.

Regulan normas relativas a la tutela de menores de edad no sujetos a patria potestad al


haber fallecido su padre. Por igual contenían normas relativas a la curatela a fin de
administrar los bienes de aquellas personas pródigas, enfermos mentales o
discapacitados. También había normas para tutelar a las mujeres solteras una vez
fallecido el padre, de ellas se harían cargo familiares próximos.
En estas Tablas por primera vez se limita legalmente el poder absoluto del paterfamilias
sobre su familia. En relación con la mujer, se estableció el divorcio a favor de la mujer, la
mujer se divorciaba ausentándose durante tres días del domicilio conyugal con ese
propósito. En relación con los hijos, el paterfamilias perdía la patria potestad de sus hijos
si los explotaba comercialmente en tres ocasiones, ya que el hijo quedaba emancipado.

En materia de sucesiones, se da preferencia a la sucesión testada en relación con la


intestada. Si la sucesión era intestada la ley establecía como primeros herederos a los
herederos sui, de derecho propio, esto es los hijos y la mujer como una hija más. Si no
había herederos sui, heredaba el agnado más próximo al fallecido; aquellos parientes que
estuvieron sujetos con el fallecido a la potestad de un ascendiente común. Si tampoco
existían herederos agnados, heredaban los gentiles, aquellas personas con el mismo
gentilicio o apellido que derivaban de la misma gens que el fallecido.

Tablas VI, VII

Contendrían derecho de obligaciones (negocios jurídicos de la época) y derechos


reales.

Regulan el negocio jurídico del nexum, en la que el deudor asume la obligación de hacer
la prestación al acreedor, en caso de incumplir quedaría sometido a la potestad del
acreedor sin necesidad de sentencia judicial. El nexum fue derogado por la Lex Poeteliae-
Papiliae.

También regulan la stipulatio o sponsi, en la que el deudor asume la obligación de hacer


la prestación al acreedor y en caso de incumplimiento el acreedor podía ejercitar una
acción judicial para obtener una sentencia tras el juicio.

En el campo de los derechos reales se regularían la mancipatio y la en iure cessio,


negocios jurídicos que hacían posible la transmisión de la propiedad de la res mancipi
(medios de producción; capital, trabajo, fincas, edificios, esclavos, animales de tiro y
carga).

Estos negocios estaban rodeados de solemnidades. El mero contrato de compraventa no


bastaba para transmitir la propiedad de cosas importantes, por lo que había que realizar
uno de estos dos negocios para que la propiedad se transmitiera de modo pleno. La
mancipatio consistía en realizar el negocio jurídico ante 6 testigos, ciudadanos romanos
varones y mayores de edad. La en iure cessio se realizaba ante el pretor, que actuaba
como el actual notario, dando fe pública del negocio.

La usucapio consistía en la adquisición de la propiedad de buena fe por el paso del


tiempo y con justo título (dos años para bienes inmuebles; un año para bienes muebles).

En la Tabla VII además se contendrían normas relativas a relaciones de vecindad entre


fincas colindantes.

Contiene disposiciones referidas a las siguientes cuestiones: solares y vías de


comunicación; anchura mínima de las vías en las rectas y en las curvas; límites entre
fundos (terrenos); obligación de cortar las ramas del fundo colindante; posibilidad de
recoger frutos, etc.

...Si alguien fijara un seto cavando junto a un fundo ajeno, no trapase el lindero; si una
cerca deje un pie; si un edificio dos pies; si cavase un foso o un hoyo deje tanto espacio
como profundidad; si un pozo, un paso; plante el olivo o la higuera a nueve pies de lo
ajeno; los demás árboles a cinco pies...

Digesto 10,1,13

Tablas VIII, IX

Contendrían el derecho penal de la época.

Se caracterizan porque contienen tanto normas muy arcaicas como normas modernas, lo
que refleja un periodo de transición.

En estas Tablas aparece implícitamente la distinción entre dos ámbitos del derecho penal,
el derecho público y el derecho privado.

... Nuestras leyes de las Doce Tablas, tan parcas en imponer la pena capital, castigaron
con esa pena al autor y al recitador de versos que atrajera sobre otro la infamia. Esta
disposición fue sabia, porque debemos tener sometida nuestra vida a los fallos legítimos
de los jueces y de los magistrados, más no al ingenio de los poetas, y no debemos oír
cargos sino allí donde la contestación es lícita y podemos defendernos judicialmente.

Cicerón. De República IV, 10, 12.

El público se ocuparía de los crimina o ilícitos penales que eran atentados contra el
pueblo romano, como el perduelio o traición al pueblo romano y de los ilícitos más graves
como el parricidium. Los crimina eran perseguibles de oficio y sancionados con la pena
capital o en su caso el exilio.

El privado se ocuparía de los delicta, ilícitos privados, de menos gravedad y de


persecución a instancia de la víctima o de sus familiares. Estos ilícitos eran castigados
con pena pecuniaria a favor de la víctima, siempre dependiendo de la gravedad del
mismo. Delicta serían delitos de daños a bienes de terceros, el furtum y la iniuria o delito
de lesiones.

En la Tabla IX se establece la prohibición de concesión de privilegios por lo que todos los


ciudadanos son iguales ante la ley.

Tabla X

Derecho Sacro

Recoge una serie de normas que se refieren al orden de la vida interna de la ciudad. Se
prohíbe la incineración e inhumación de los cadáveres en la ciudad, se intenta así evitar
incendios, o que la presencia de un cadáver atente contra la salubridad pública. Se
prohibía también el excesivo lujo en los funerales.

Tablas XI, XII

Son las Tabulae Iniquae (Tablas de los injustos)

Lo que contiene este "cajón de sastre" entre otras cosas, es la prohibición del connubium
(matrimonio desde el punto de vista jurídico, entre patricios y plebeyos). Posteriormente
con la Lex Canuleia esta prohibición queda abrogada. Los cónsules eran magistrados.
Estas dos tablas no llegaron a presentarse a los comicios. Las tablas XI y XII no se las
puede agrupar bajo el mismo derecho. La tabla XI se relaciona con el derecho penal, con
especial hincapié en lo criminal, y la tabla XII con el derecho privado.

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