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ÍNDICE
1. DEFINICIÓN Y FISIOPATOLOGÍA........................................................................................ 3
2. ETIOLOGÍA.................................................................................................................................. 4
3. EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA.............................................................................................. 6
4. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL.............................................................................................. 9
5. TRATAMIENTO.........................................................................................................................10
6. CRITERIOS DE DERIVACIÓN HOSPITALARIA..............................................................12
7. B
IBLIOGRAFÍA.........................................................................................................................13
1. DEFINICIÓN Y FISIOPATOLOGÍA
La retención aguda de orina (RAO) se define como la acumulación de líquido en la vejiga
urinaria por la imposibilidad de lograr la micción, y en consecuencia, el vaciado vesical, a
pesar del deseo y esfuerzo del paciente. La primera referencia histórica se debe a Galeno
(131 a 200 d. C.), que, describió que “podía ser causada por una masa que comprime la
uretra (refiriéndose a la próstata) y por inflamación y absceso en la región del cuello de la
vejiga y de la uretra”.
La retención aguda de orina es, junto a la hematuria, la urgencia urológica más frecuente.
Se caracteriza por el cese del flujo de orina en algún punto del tracto urinario (desde el área
cribosa del riñón al exterior) por un obstáculo mecánico o funcional, de causa congénita
o adquirida. Si la presión dentro del tracto urinario aumenta y es transmitida hasta la
papila renal, se produce disminución del filtrado glomerular (baja diuresis), afectación de la
capacidad de concentración tubular (orina hipotónica) y de la acidificación (orina alcalina).
Anatómicamente estos pacientes presentan dilatación de los cálices renales y en estadios
finales disminución de la cortical renal. RAO no es sinónimo de anuria, éste término sólo
se debe referir a la ausencia completa de producción de orina por el riñón. La anuria suele
tener un origen obstructivo en el sistema excretor alto y la vejiga se encuentra vacía.
Es mucho más frecuente en varones, se estima que el 10% de los hombres con edad entre
70 y 80 años y un tercio de los que tienen entre 80 y 90 años la padecerán en algún momento
de su vida. El progresivo aumento de la longevidad se ha traducido en una prevalencia
cada vez mayor de trastornos prostáticos y por tanto de episodios de RAO. Alrededor
del 30% de episodios de RAO están precipitados por causas como estreñimiento, cáncer
de próstata, estenosis uretral postoperatoria, infecciones urinarias, ingesta excesiva de
alcohol, urolitiasis, fármacos, etc., aunque en la mayoría no se identifica la causa y se asocia
comúnmente a hiperplasia benigna de próstata (HBP). Puede constituir una indicación de
cirugía prostática y más de una tercera parte de las resecciones transuretrales de próstata
se realizan tras un episodio de RAO. Debido a su inicio brusco e inesperado, es atendida
en los servicios de urgencias hospitalarios y de atención primaria. Dado que constituye la
causa más frecuente de insuficiencia renal aguda reversible, es importante diagnosticarla
y tratarla precozmente.
2. ETIOLOGÍA
La RAO es casi en la mayoría de los casos observado en hombres en una relación de
4:1, por las variables anatómicas de este grupo (la presencia de la próstata). El grupo de
edad más afectado, es el de los hombres entre 50 a 70 anos, que es la edad en que se
presenta hipertrofia prostática y CA de próstata; en los hombres jóvenes las etiologías son
de tipo inflamatorio o secundario a fármacos que aumentan el tono del esfínter vesical.
Con frecuencia hay más de un factor etiológico causante de RAO en el varón; los más
frecuentes son:
Obstrucción mecánica
● Hiperplasia benigna de próstata (HBP) (la causa más frecuente).
● Prostatitis.
● Estenosis uretral.
● Secundaria a coágulos.
● Contracción del cuello vesical.
● Enclavamiento de cálculo en cuello vesical o uretra.
● Carcinoma vesical.
● Carcinoma uretral.
● Carcinoma de próstata.
● Estenosis del meato uretral.
● Esclerosis prepucial.
● Iatrogenia uretral.
● Cuerpos extraños intrauretrales.
Obstrucción funcional
● Alfa adrenérgicos: adrenalina, fenilefrina, fenilpropanolamina, pseudoefedrina.
● Beta adrenérgicos: isoproterenol, metaproterenol, terbutalina.
● Anticolinérgicos: atropina, belladona, diciclomina, escopolamina HCL, flavoxato HCL,
hiosciamina, homatropina, bromuro de ipatropio.
● Sulfato de morfina y otros opiáceos.
● Antiarrítmicos: disopiramina, procainamida, quinidina.
● Antidepresivos tricíclicos: amitriptilina, imipramina, prapotilina, nortriptilina.
● Algunas hormonas: estrógenos, progesterona, testosterona.
● Algunos antipsicóticos: clorpromazina, flufenazina, haloperidol.
● Antihistamínicos: bromfeniramina, ciproheptadina, clorfeniramina, difenhidramina,
hidroxizina.
Sobredistensión vesical
● Inmovilidad, viaje prolongado.
● Estreñimiento.
● Post-quirúrgico/anestésico.
● Ingesta excesiva de líquido.
Vejiga neurógena
● Cistopatía diabética.
● Lesiones medulares.
Patología neuromuscular
● Distrofia muscular.
● Miastenia gravis.
Postcirugía abdomino-pélvica
En la mujer, las causas más frecuentes de RAO son la estenosis uretral, la obstrucción
del cuello vesical post-cirugía tras la reparación de incontinencia urinaria o por causas
ginecológicas, por cistoceles voluminosos, prolapsos de la mucosa uretral y carúnculas
uretrales, por obstrucción secundaria a compresión por patología ginecológica o tras lesión
uretral por sondajes previos que provoquen fibrosis periuretral.
3. EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
ANAMNESIS.
La actuación del médico en centro de urgencias de atención primaria debe ir encaminadas
en primer lugar a confirmar la sospecha de RAO, y en segundo lugar, a comprobar si
corresponde a la evolución natural de una HBP, a una obstrucción uretral o si hay
algún factor desencadenante (tabla 1), que tras ser eliminado, pueda revertir el cuadro
espontáneamente.
El paciente con retención aguda de orina por lo general se encuentra muy inquieto e
incomodo, y refiere dolor hipogástrico vesical y deseo intenso de miccionar. El cuadro
clínico es la expresión de la distensión de las paredes vesicales por acumulación de orina
en la vejiga; el cual, cuando es agudo, resulta intolerable. El paciente, después de intentos
repetidos, no consigue orinar y refiere dolor, así como deseo intenso de orinar tanto más
agudo cuanto más rápida haya sido la instauración del proceso.
Cuando se trata de un paciente con gran cantidad de orina residual previa en el que se
produce una obstrucción completa (agudización de una retención crónica) presentará, con
frecuencia, goteo continuo de orina (incontinencia paradójica o micción por rebosamiento).
EXPLORACIÓN FÍSICA.
Es necesario confirmar o descartar la presencia de vejiga distendida (globo vesical) y/o
masas a nivel renal. En ocasiones es evidente a la simple inspección y otras sólo a la
palpación, sobre todo en pacientes obesos. La palpación hipogástrica provoca malestar
y aumenta de manera considerablemente el deseo miccional y en la percusión se observa
clara matidez. Tras resolver la RAO, se debe tanto en varones como en mujeres, realizar
tacto rectal para evaluar la presencia de masas, impactación fecal, sensación perineal y
el tono del esfínter rectal, recordando que un examen normal de la próstata no descarta
a la HBP como posible causa de la obstrucción. Imprescindible recordar que debemos
sospechar siempre una prostatitis aguda bacteriana ante todo paciente varón que consulta
por retención aguda de orina y fiebre elevada, y en estos casos es aconsejable aplazar el tacto
rectal ante el riesgo de desencadenar una bacteriemia. La exploración se debe completar
con puño percusión renal, auscultación en busca de soplos abdominales, exploración
de la uretra buscando anomalías (abscesos, hipospadias, fibrosis periuretral, cálculos),
constantes vitales, examen pélvico en mujeres y evaluación de fuerza, sensibilidad, reflejos
y tono muscular.
Hombres
Mujeres
Historia Clínica Exploración física Posible etiología
Presión pélvica, protrusión Prolapso de vejiga, recto
Cistocele, rectocele,
de un órgano pélvico por la o útero en examinación
prolapso uterino.
vagina. pélvica.
Aumento de tamaño de
Dolor pélvico, dismenorrea, Masa pélvica o patología
útero, ovarios o anexo en
metrorragia. ginecológica maligna.
examinación pélvica.
Prurito vagina, exudado Exudado vaginal,
Vulvovaginitis.
vaginal, disuria. inflamación vulvar y vaginal.
Hombres o mujeres
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS.
En atención primaria se debe realizar análisis del sedimento y, si se sospecha infección
urinaria, urocultivo de una muestra de orina. Con frecuencia el sedimento urinario puede
mostrar leucocitos e incluso algunos gérmenes sin que ello tenga repercusión ni importancia
clínica salvo que el paciente tenga fiebre elevada. En este caso, como se comento con
anterioridad, es necesario que el médico considere que el desencadenante de la retención
urinaria es una prostatitis aguda bacteriana.
4. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Anuria: ausencia completa de producción de orina por el riñón.
Agudización de una retención de orina crónica: aunque se palpa globo vesical, el paciente
orina por rebosamiento.
Aneurisma de aorta abdominal: dolor lumbar bilateral bajo con irradiación a abdomen, TA
normal o hipotensión acompañada de signos vegetativos, asimetría de pulsos en miembros
inferiores y masa pulsátil abdominal. Es preciso derivar de forma urgente a urgencias
hospitalarias para diagnóstico mediante TAC abdominopélvico.
Abdomen agudo.
5. TRATAMIENTO
Una RAO debe ser solucionada con el inmediato y completo vaciamiento mediante
sondaje de la vejiga. El cateterismo o sondaje vesical es una técnica que consiste en la
introducción de una sonda por la uretra hasta la vejiga urinaria. Los sondajes vesicales
están disponibles en todos los centros de atención primaria y su colocación no entraña
dificultades en la mayoría de los casos. Se recomienda el drenaje inicial completo de la
vejiga en lugar de limitar el volumen de drenaje. Está contraindicado en casos de sospecha
de uretritis o prostatitis aguda o cuando se sospeche traumatismo uretral (politraumatizado
que presente sangre por meato uretral). El paciente en una RAO suele permanecer un
tiempo definido con el catéter, aunque en ocasiones, ha de permanecer indefinidamente.
El catéter para el sondaje intermitente se caracteriza por ser semirrígido y por poseer una
sola luz. Los tipos más frecuentes son:
● Sonda de Nelaton. Tiene la punta recta. Se usa tanto en hombres (más larga) como
en mujeres (más corta).
● Sonda de Tiemann. Tiene la punta acodada y más fina, lo cual facilita el avance en el
caso de los varones con la uretra estrecha.
Los catéteres usados para los sondajes temporales como permanentes son dispositivo
flexible con un balón de autorretención que se infla desde una válvula externa que se
encuentra cercana al pabellón (sondas tipo Foley) y un embudo colector que se conecta
a un sistema de drenaje o a un tapón. Pueden ser de dos vías (una para evacuar la orina
y otra para inflar el balón desde el exterior) o de tres (se añade una tercera vía para poder
introducir o sacar líquido de la vejiga). El calibre de la sonda se expresa según la escala
francesa de Charrière (Ch), siendo un Ch equivalente a 0.33 mm. Los calibres disponibles
se escalonan de dos en dos. La longitud varía dependiendo del tamaño de la uretra (varón,
mujer o niños) y del propósito del cateterismo y se. En la elección del calibre de la sonda
se tendrá en cuenta que la uretra del varón tiene un diámetro que oscila entre 20 a 30
Ch y la de la mujer entre 24 a 30 Ch. Una recomendación práctica es comenzar con una
sonda de 18 Ch y, si hay dificultad, intentarlo con sondas más delgadas. Las medidas más
habitualmente empleadas son los siguientes:
● Calibre: 8 Ch para los niños, entre 14 y 18 Ch para los hombres y entre 16 y 20 Ch
para las mujeres.
● Longitud estándar: 41 cm (aunque en las mujeres y los niños la sonda puede ser más
corta).
Se debe realizar en condiciones de asepsia (lavado con agua jabonosa previa, retracción de
prepucio, desinfección con clorhexidina y colocación de campo estéril así como guantes
estériles). Se lubrica la uretra con lubricantes con xilocaina y se introduce la sonda con
suavidad. Cuando fluya la orina, debe evitarse el vaciado rápido de la vejiga para prevenir
la aparición de síncopes vaso-vagales y la hematuria ex-vauco como consecuencia del
descenso brusco de la presión intravesical, pinzando la sonda urinaria durante 10-15
minutos cada vez que se evacuen 200-250 ml de orina, hasta el vaciado completo vesical.
Una vez eliminada la RAO y colocado el sondaje, se puede dar de alta al paciente,
intentando la retirada del sondaje en unos días en la consulta programada de enfermería.
Se deber recomendar lavado diario con agua y jabón del meato uretral, controlar en
domicilio la aparición de hematuria y seguimiento por su médico de familia y derivación si
precisa programada a consultas externas de urología. La asociación en caso de HBP un
alfa bloqueante (tabla 2) hasta la retirada de la sonda aumenta la posibilidad de micción
espontánea tras retirada de sondaje sobre todo manteniendo el tratamiento al menos tres
días. Los antibióticos no están indicados tras el sondaje vesical. No se debe mantener
antibióticos por el mero hecho de llevar una sonda, y solo se debe tratar si se presenta una
infección del tracto urinario clínicamente comprobable.
Una vez retirado el sondaje se debe advertir al paciente que si en las siguientes horas vuelve
a presentar problemas en la micción, debe acudir a un centro sanitario, para colocación de
nuevo sondaje temporal. Si después de tres intentos no se consigue micción espontánea,
se debe practicar un sondaje permanente. Si la colocación del sondaje está contraindicada
(prostatitis, traumatismo uretral), se debe derivar a Urgencias Hospitalarias para realización
de punción suprapúbica.
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