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MARIELA SILVINA TORREZ

DNI: 37409782

Un cuarto propio de Virginia Woolf

El mundo que nos presenta la autora desde el formato de ensayo, se entremezcla con la
ficción ya que tiene el propósito de analizar la inserción de la mujer en el universo laborar
literario del siglo XVI. Para ello toma de ejemplo la relación que hay entre los autores
consagrados y aquellas mujeres poetas que no pueden lograr una aceptación o
reconocimiento similar a la del autor masculino.

Partiendo de esto, Woolf nos relata cuales son los motivos por los que una hipotética
hermana de Shakespeare no lograría escribir las obras tan valerosas que hizo su hermano.
Para ello, describe las diferentes etapas por las que atravesaría la joven, repletas de
obstáculos, hasta su muerte anunciada.

Dichas etapas de esa ficionalización podrían definirse de la siguiente manera: los espacios
por los que deben deambular el género, las oportunidades de aprendizajes, las obligaciones
maritales, el deseo de enfrentarse al mundo y finalmente salir de las sombras.

Judith, nombre por el cual la autora personifica a la hermana de Williams, está sujeta a
transitar por los espacios cerrados, a la vista de sus opresores, cuya presencia es vigilada
por los padres, en un sinfín de llamados de atención. Este legado le será continuado por el
marido impuesto. Como mujer debe cumplir con determinadas tareas, sus responsabilidades
están arraigadas a los quehaceres del hogar, el espacio demandado para derrochar sus
talentos. A diferencia del celebérrimo quien se caracteriza por tener un espíritu libre que
aprende del mundo, viaja y experimenta diversas motivaciones que son plasmadas en las
obras.

A su vez, las diferentes oportunidades de estudiar son abismales, poder conocer a otros
autores y aprender de ellos, así como nuevas técnicas, despiertan el ímpetu de la creatividad
que se enriquece en la confluencia con el saber adquirido y pulido constantemente. En
cuanto a la mujer, que es negada para acceder a una educación avanzada en comparación a
las oportunidades presentes para el hombre, no se puede menospreciar la capacidad innata
que esta posee, esa sabiduría para la poetización. Sin embargo, la distancia de saberes o
experiencias será notoria cuando se le es censurada la educación. “No tuvo oportunidad de
aprender gramática ni lógica, menos aun de leer a Virgilio y Horacio.”pag.67

Este espacio cerrado y denegado a la experimentación, está anclado a los mandatos


sociales de la época, cuyas responsabilidades rozan entre la desobediencia y la culpa. La
búsqueda de los propios deseos versus la necesidad de respetar lo impuesto para no perder
el amor filial. La joven, enfrenta a su padre y grita a los cuatro vientos el odio que siente
hacia el sacramento del matrimonio, pero su inquietud perturbada por la decepción del
padre, la lleva a aceptar su voluntad.

Luego de resignarse ante la propuesta, da un golpe inesperado de rebeldía y se deja llevar


por su pasión:” la fuerza de su vocación la impulsó” por lo que huye. Pero, debe enfrentarse
al exterior en el que el patriarcado aflora en cada rincón: las risas, el rechazo y los
aprovechamientos, la hacen aun más vulnerable. La muerte cobra protagonismo y el
suicidio pareciera ser su salvación.

Esta historia en la que nos inmiscuye Woolf va deslindando los pasos controlados y
dirigidos hacia toda mujer de la época que no puede revelar y encarnar lo que realmente
desea ser. La dificultad para ser escritora se ve reflejada en cada humillación que debe
enfrentar la joven. Las palabras exteriorizadas en las obras de grandes autoras dejan
plasmado el sello de las peripecias y muchas debieron esconderse tras el anonimato, a la luz
de las sombras para no ser juzgadas. A su vez, esas relaciones de poder y económicas
alejan a la mujer como la protagonista de los grandes textos, por lo que ganarse un cuarto
propio es salir de la oscuridad y brillar en la cúspide del reconocimiento.” Entonces la
oportunidad surgirá y el poeta muerto que fue la hermana de Shakespeare se pondrá el
cuerpo que tantas veces ha depuesto”pag.144.
Las inseparables de Simone de Beauvoir

La novela de Simone está centrada en las transformaciones de los personajes principales


que se ven perjudicados por el entorno que los envuelve y asfixia. Para ello voy a analizar
las relaciones entre Sylvie y Andree, sus inversiones y la influencia del medio sobre ellas.

Estas jóvenes entablaron una relación desde niñas, a partir de ese día que se cruzaron en el
salón de clases, sus vidas cambiaron. El impacto que sintió Sylvie hacia su amiga fue
desconcertante y peculiar. Pero, desde allí conformaron una relación de amistad
inquebrantable. Ambas, mostraban personalidades muy diferentes: una Andreé más rebelde
y liberal, la otra niña temerosa y fiel a los mandatos religiosos.

Al comienzo de la obra los hechos narrados dan cuenta de un desenvolvimiento


premonitorio de las acciones principales de las protagonistas. Sin embargo, la
transformación de las jóvenes se hace visible a medida que van creciendo y deben tomar
decisiones. Sylvie nos invita a su mundo, desde su mirada, pero sobre todo nos lleva a
conocer el universo de Andreé.

Estas niñas son inseparables, y cada situación que viven las lleva a enfrentarlas juntas. Sin
embargo, no hay un sentimiento mutuo ya que Sylvie manifiesta un amor no correspondido
que va más allá de una amistad. La otra, cree desconocer esas manifestaciones, busca la
manera de ignorarlas y se sumerge al dolor del amor de dos jóvenes que le son alejados.

Los primeros indicios de cambio se manifiestan cuando la niña rebelde, ya una jovencita,
calla en la mesa, respeta las opiniones de su madre y posteriormente obedece a cada tarea
encomendada por esta. Cuando pareciera tener al mundo a sus pies, se ve sometida a los
mandatos religiosos y familiares, por lo que debe obedecer en todo para ser amada por Dios
y su madre y por ende ganarse el cielo.

Sylvie observa lo que sucede en la vida de su amiga y se asombra ante todo esa formalidad
colonial, la ve diferente pero aun así no deja de sentir lo que siente: un amor distinto que se
deja observar entre líneas y aflora en los detalles, por ejemplo cuando le fabrica un bolso y
le regala para su cumpleaños.
Sylvie ve en su amiga una temeridad que ella ya no siente, ha dejado de creer en Dios y se
proclama partidaria de la vida sin deseos de negar quien es o lo que quiere. Es por ello que
se anima a profetizar su sentimiento en esa noche cuando su amiga prepara los bizcochos.
“Habría renunciado a todo para no perderla”pág.51 Pero no encuentra una respuesta
esperada o cree no ser lo suficientemente clara, lo que la desalienta. Da un portazo a esa
posibilidad y hay un quiebre en ella y en la historia.

Ya no importa sus sentimientos sino las de su amiga que sufre por no poder estar con los
hombres que ama: Bernard, el niño de su infancia del que se enamoró por primera vez y
Pascal, el amor juvenil que creyó no ser correspondido. Ambos condenados por las
decisiones de su madre, la señora Gallard.

Esta mujer tiene un papel fundamental en la historia es quien maneja los hilos de su hija y
de toda la familia y la dirige hacia lo que cree correcto. Marca una presencia fuerte en la
novela, sin ella la misma no cobraría sentido, su figura representa el patriarcado, los
mandatos y la culpa ante Dios por los pecados cometidos. Cada una de estas acepciones
recae condenatoriamente en la presencia de Andreé que la hace ahogar en esa realidad y
quiere librarse de ella, pero la muerte no sería la solución y la vida la enferma y agota.
Enfatiza su amiga:“yo aborrecía esa pulserita de esclava” pág. 64

Sylvi la acompaña, la consuela e impulsa a luchar por amor, por lo que se observa un
cambio no solo en ellas sino también en su relación y específicamente en lo que Sylvi
siente : de ese amor de admiración al ser pequeñas, pasamos a un amor romántico y
finalmente a un amor de respeto y acompañamiento en el sufrimiento de su amiga, por lo
que hace todo lo posible para que ella sea feliz.

La historia culmina de un modo premonitorio por que el cansancio de Andreé, sus


desvelos, temores, obligaciones y preocupaciones ocasionan su muerte, antes de poder
concretar su compromiso tan esperado. Su ataúd se cubre de rosas blancas símbolo de:
pureza, castidad, el ser perfecta y adecuada para el matrimonio y la vida en general, sin
machas y sin pensamientos oscuros. Pero, ahí está su amiga para acompañarla y darle el
adiós que se merece, homenajeando a esa niña rebelde que una vez fue feliz, por lo que
decide colocar rosas rojas ante toda esa blancura.

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