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Volume 3

Biological Psychology
Michela Gallagher, PhD
Johns Hopkins University
Baltimore, Maryland
Randy J. Nelson, PhD
Ohio State University
Columbus, Ohio

LA MENTE
Su relación con la psicología fisiológica se remonta al siglo XIX, cuando se realizaron los
primeros experimentos para comprender la naturaleza de la mente. Uno de los primeros
investigadores en este campo fue Ernst Weber, un fisiólogo que en 1834 buscaba determinar si
los nervios que responden al estado de los músculos también contribuyen a los juicios sobre
pesos. Descubrió que la diferencia apenas perceptible (DAP) en peso podía ser detectada de
manera confiable por el observador, y que esta diferencia no era una cantidad absoluta, sino
una relación constante en relación con el peso que se levantaba. Este hallazgo mostró que las
propiedades de la mente podían medirse y estudiarse.

Gustav Fechner, influenciado por las observaciones de Weber, desarrolló aún más la psicología
fisiológica. En su obra "Elementos de Psicofísica" (1860/1966), Fechner planteó que la medición
psicológica en DAP aumentaba aritméticamente mientras que la intensidad del estímulo físico
aumentaba geométricamente, estableciendo así una relación logarítmica. Estos métodos
psicofísicos y los conceptos de umbrales absoluto y diferenciales desarrollados por Fechner
fueron fundamentales para los primeros psicólogos experimentales, como Wilhelm Wundt y su
estudiante Edward Titchener, en sus intentos por medir los atributos de la sensación. Sin
embargo, a pesar de los esfuerzos de observación científica, el enfoque principal de Wundt y
Titchener era la introspección, que consistía en que los observadores informaran sobre sus
experiencias subjetivas. Sin embargo, diferentes observadores podían tener introspecciones
diferentes, lo que llevó a cierta falta de fiabilidad en los resultados. Aunque la introspección
seguía siendo un enfoque importante en ese momento, otros investigadores, como Oswald
Külpe en Bonn, comenzaron a adoptar enfoques más conductuales.

Edwin Boring, estudiante de Titchener y director del departamento de psicología en Harvard,


trató de reformular las ideas de Titchener en términos más modernos. Boring enfatizó que las
dimensiones de la experiencia consciente se relacionaban con la discriminación de estímulos
físicos y propuso un enfoque más conductual en la psicofísica. Su estudiante, S. S. Stevens,
introdujo el método de estimación directa de magnitud, en el que los observadores asignaban
números a los estímulos para describir su juicio sobre ellos. Stevens descubrió que la relación
entre la intensidad del estímulo y la sensación no era logarítmica, como argumentaba Fechner,
sino una función de potencia, lo que resultó ser muy útil tanto en los estudios psicofísicos
como en los fisiológicos de los procesos sensoriales.

La psicofísica moderna se ha centrado cada vez más en enfoques conductuales y en la


detección de señales. John Swets y David Green desarrollaron la teoría de detección de
señales, que se ha aplicado en diversos campos, desde la telefonía hasta la detección de fallos
en estructuras y el diagnóstico médico. Sin embargo, en este enfoque, la mente en sí misma no
ha sido considerada directamente, y la esperanza inicial de que la psicofísica pudiera medir la
mente se ha desvanecido.
En resumen, la psicología fisiológica y la psicofísica se han centrado en el estudio de las
propiedades de la mente y su relación con los estímulos físicos. A través de experimentos y
mediciones, se ha buscado comprender cómo la mente procesa la información sensorial y
cómo se relaciona con los aspectos fisiológicos del organismo. Aunque la introspección fue un
enfoque importante en el pasado, la psicofísica moderna se ha vuelto más conductual,
centrándose en la observación y medición de respuestas conductuales y fisiológicas a los
estímulos.

EL CEREBRO
Hasta el siglo XIX, el estudio de la función cerebral se basaba principalmente en la observación
de lesiones cerebrales en humanos y animales. El debate clave en ese entonces era si las
funciones psicológicas estaban localizadas en regiones específicas del cerebro o si se
distribuían ampliamente en él.

En el primer período, que abarcó desde la antigüedad hasta el siglo II d.C., el enfoque estaba en
la ubicación de la función cognitiva y la discusión giraba en torno al alma y su relación con el
cuerpo. Se creía que el alma residía en diferentes partes del cuerpo, incluyendo la cabeza, el
corazón y el hígado, pero la parte asociada al intelecto se encontraba en la cabeza.

En la segunda era, que abarcó desde el siglo II hasta el XVIII, el debate se centró en si las
funciones cognitivas estaban localizadas en los ventrículos cerebrales o en la materia cerebral
misma. La influencia de la iglesia en esta época era notable, y se creía que los espíritus fluían a
través de los ventrículos cerebrales. Sin embargo, en los siglos XV y XVI, personas como da
Vinci y Vesalio cuestionaron esta visión.

Durante el siglo XVII, se solidificó la idea de que la función intelectual estaba localizada en la
materia cerebral, en parte gracias a las opiniones de Thomas Willis y a descripciones clínicas de
pacientes con daño cerebral.

La tercera era, que comenzó en el siglo XIX y continúa hasta el presente, se centra en cómo se
organizan las actividades mentales en el cerebro. La idea de la localización propone que
funciones mentales específicas son llevadas a cabo por partes específicas del cerebro, mientras
que la visión de la equipotencialidad sostiene que grandes áreas del cerebro están igualmente
involucradas en todas las actividades mentales.

Franz Joseph Gall fue una figura destacada en el siglo XIX, y sus ideas sobre la localización de
las funciones cognitivas socavaron las creencias religiosas y sociales de la época. Gall propuso
que diferentes facultades mentales estaban representadas en áreas específicas del cerebro, y
desarrolló un esquema llamado organología para describir 27 regiones distintas del cerebro
con funciones separadas.

Las ideas de Gall fueron criticadas por autoridades gubernamentales, religiosas, filósofos y
científicos, ya que desafiaban las concepciones morales, religiosas y filosóficas de la unidad del
alma y la mente. Aunque sus ideas sobre frenología fueron objeto de críticas y no se
consideran válidas en la actualidad, su enfoque en la localización de las funciones cerebrales
sentó las bases para futuros estudios sobre la organización cognitiva en el cerebro. La relación
entre el texto y la psicología fisiológica se encuentra en la historia de la comprensión de la
función cerebral y su localización. A lo largo de los siglos, se ha debatido si las funciones
psicológicas están localizadas en regiones específicas del cerebro o si se distribuyen
ampliamente en él. Este debate es fundamental en la psicología fisiológica, que estudia las
bases biológicas de la conducta y los procesos mentales.

El texto describe cómo, en el siglo XIX, Franz Joseph Gall propuso la frenología, una teoría que
postulaba que diferentes facultades mentales estaban representadas en áreas específicas del
cerebro. Aunque las ideas de Gall han sido ampliamente criticadas y desacreditadas, sentaron
las bases para futuras investigaciones en la localización de las funciones cerebrales.

El texto también menciona los descubrimientos de Paul Broca y Gustav Fritsch y Eduard Hitzig,
quienes identificaron áreas específicas del cerebro asociadas con el lenguaje y el movimiento,
respectivamente. Estos descubrimientos respaldaron la idea de la localización de funciones en
el cerebro y contribuyeron al desarrollo de la neurofisiología y la neurología clínica, campos
que investigan la relación entre la actividad cerebral y la conducta.

En resumen, el texto presenta una visión histórica del debate sobre la localización de las
funciones cerebrales y cómo ha influido en el desarrollo de la psicología fisiológica,
proporcionando una base para comprender cómo las actividades mentales están relacionadas
con la actividad cerebral. El texto se relaciona con la psicología fisiológica al abordar el
desarrollo histórico de los métodos y las técnicas utilizadas para estudiar la función cerebral y
su relación con la conducta. En particular, se mencionan avances significativos en la
neuroanatomía, la neuroquímica y la neurofisiología.

La neuroanatomía descriptiva, facilitada por el método de Golgi y los estudios de Ramón y


Cajal, proporcionó una comprensión detallada de la estructura del cerebro. Esto sentó las bases
para el posterior estudio de las funciones cerebrales y su localización.

La neuroquímica descriptiva se centró en identificar las sustancias químicas presentes en el


cerebro, lo que contribuyó a comprender los procesos químicos implicados en la comunicación
neuronal.

La neurofisiología se benefició del desarrollo de técnicas de registro, como el


electroencefalograma (EEG) y los potenciales evocados, que permitieron estudiar la actividad
eléctrica del cerebro y las respuestas corticales a la estimulación sensorial. Estos estudios
proporcionaron información sobre la organización de las áreas sensoriales en la corteza
cerebral y revelaron la existencia de mapas funcionales y proyecciones receptotópicas.

Además, el texto destaca el papel crucial del microelectrodo en el análisis de las propiedades
de las neuronas individuales y los detectores de características sensoriales. Estos avances en la
neurofisiología proporcionaron una comprensión más detallada de cómo las neuronas
codifican y procesan la información sensorial.

En resumen, el texto muestra cómo los avances en la neuroanatomía, la neuroquímica y la


neurofisiología han contribuido al desarrollo de la psicología fisiológica al proporcionar
herramientas y conocimientos para investigar la relación entre la actividad cerebral y la
conducta. Estos avances han sentado las bases para la neurociencia cognitiva y el estudio de los
procesos mentales desde una perspectiva biológica.

PROCESOS SENSORIALES
La psicología fisiológica estudia cómo los procesos fisiológicos están relacionados con la
experiencia y el comportamiento humano. En el caso de los procesos sensoriales, como la
visión del color y la detección del tono, la psicología fisiológica se enfoca en comprender cómo
los sistemas sensoriales del cuerpo humano están relacionados con la percepción y la
experiencia subjetiva.

En el caso de la visión del color, el desarrollo histórico del estudio de este fenómeno ha
involucrado avances en la física y la fisiología. Desde Isaac Newton hasta Thomas Young y
Hermann von Helmholtz, los científicos han investigado cómo los rayos de luz interactúan con
el ojo humano para producir sensaciones de colores. Se han propuesto diferentes teorías,
como la teoría tricromática de Young-Helmholtz y la teoría de los "procesos oponentes" de
Ewald Hering, para explicar cómo los receptores de colores en el ojo y las interacciones
neurales en la retina contribuyen a la percepción del color.

En el caso de la detección del tono en la audición, los estudios han buscado comprender cómo
el sistema nervioso codifica la frecuencia del sonido en la sensación de tono. Desde la teoría
del lugar del tono propuesta por Hermann von Helmholtz hasta la teoría de la frecuencia
respaldada por los estudios de E. G. Wever y C. W. Bray, los investigadores han investigado
cómo la cóclea y las fibras nerviosas en el oído contribuyen a la percepción y la discriminación
de los tonos. Georg von Békésy realizó un estudio minucioso de la cóclea, lo que le llevó a
recibir el Premio Nobel en 1961 y a proporcionar una comprensión más completa de los
movimientos de la membrana basilar en respuesta a los tonos.

En resumen, la psicología fisiológica estudia cómo los procesos sensoriales, como la visión del
color y la detección del tono, se relacionan con los aspectos físicos y fisiológicos del cuerpo
humano. A través de investigaciones históricas y descubrimientos científicos, se ha logrado una
comprensión más profunda de cómo estos procesos ocurren y cómo contribuyen a nuestra
experiencia y percepción del mundo.

APRENDIZAJE Y MEMORIA
Karl Lashley, una figura destacada en el desarrollo de la psicología fisiológica y la biología de la
memoria en los Estados Unidos, hizo importantes contribuciones a la comprensión de los
procesos de aprendizaje y memoria. La investigación de Lashley se centró en estudiar los
mecanismos cerebrales que subyacen al aprendizaje mediante el método de la lesión, que
desarrolló a partir de su trabajo con Shepherd Franz.

La perspectiva teórica de Lashley sobre el aprendizaje estuvo influenciada por dos ideas
congruentes: la localización de la función en neurología y el conductismo en psicología. Él creía
que el aprendizaje involucraba la formación de conexiones específicas en la corteza y, por lo
tanto, debería ser posible ubicar las áreas específicas donde ocurrían estos cambios, conocidas
como engramas. Su trabajo tuvo como objetivo identificar sistemáticamente estos lugares de
aprendizaje, los engramas, a través de estudios que involucraron lesiones de varios tamaños en
diferentes regiones de la corteza.

Sin embargo, los hallazgos de Lashley desafiaron la creencia predominante en la localización de


la función. Descubrió que la ubicación de las lesiones no era crítica para el proceso de
aprendizaje, sino el tamaño de las lesiones, especialmente para las tareas más difíciles. Estos
hallazgos llevaron a las dos nociones teóricas de Lashley: equipotencialidad y acción de masas.
De acuerdo con la equipotencialidad, todas las áreas de la corteza son igualmente importantes
para el aprendizaje, mientras que la acción masiva sugiere que la cantidad de tejido cerebral
extirpado es fundamental.
Las interpretaciones de Lashley provocaron vigorosos debates en el campo, y varios
investigadores ofrecieron explicaciones alternativas. No obstante, su trabajo tuvo un profundo
impacto en el campo emergente de la psicología fisiológica. Influyó en muchos psicólogos
fisiológicos eminentes que trabajaron con Lashley o fueron influenciados por sus ideas.

Dos ejemplos notables incluyen Austin Riesen y Donald O. Hebb. Riesen realizó estudios
pioneros sobre el desarrollo de la percepción visual al criar monos en la oscuridad durante
períodos prolongados y luego probar su percepción visual. Este trabajo sirvió como estímulo
para que Hebb desarrollara su influyente teoría de la organización y función del cerebro,
esbozada en su libro "La organización del comportamiento" (1949). La teoría de Hebb desafió
las nociones tradicionales y pretendía unificar temas dispares, como la acción de masas, los
efectos de la crianza en la oscuridad sobre la percepción y la preorganización de la corteza
sensorial.

La influencia de Lashley se extendió más allá de sus colaboradores inmediatos. El trabajo de


Brenda Milner con el paciente HM, que se sometió a una lobectomía temporal bilateral, arrojó
luz sobre el papel del hipocampo en la memoria y avanzó en la comprensión de las funciones
cerebrales superiores. El descubrimiento de la potenciación a largo plazo (LTP) y las células de
lugar en el hipocampo también contribuyó al estudio de la memoria y la navegación espacial.

La investigación de Lashley y los desarrollos posteriores en psicología fisiológica sentaron las


bases para la neurociencia cognitiva moderna, que integra la neurociencia y la psicología
cognitiva para comprender la base neuronal de la cognición. El estudio de los mecanismos
cerebrales que subyacen al aprendizaje y la memoria sigue siendo un área importante de
investigación en el campo de la psicología fisiológica y la neurociencia cognitiva.

MOTIVACIÓN Y EMOCIÓN
La relación entre la psicología fisiológica, la motivación y la emoción es estrecha y ha sido
objeto de estudio en el campo de la psicología y la fisiología biológica. A lo largo del siglo XX,
estos campos han seguido caminos separados, pero comparten orígenes históricos comunes.

En los siglos XVII y XVIII, la doctrina del instinto se utilizó para explicar por qué los organismos
se impulsaban a comportarse, tanto en los seres humanos como en los animales sin alma.
Darwin y su énfasis en el comportamiento adaptativo contribuyeron a extender la doctrina del
instinto al comportamiento humano. Freud y McDougall también desarrollaron ideas sobre la
motivación humana instintiva.

Sin embargo, Watson se opuso a la noción de instinto y rechazó los mecanismos biológicos de
la motivación. Esta postura influyó en la separación entre la psicología y la fisiología en el
estudio de la motivación.

En cuanto a la emoción, en las primeras décadas del siglo XX, la teoría de James y Lange fue
dominante. Estos teóricos afirmaban que primero percibimos una situación emocionalmente
estimulante, lo que provoca cambios fisiológicos en el cuerpo y finalmente da lugar a la
experiencia emocional. James se centró más en la experiencia subjetiva, mientras que Lange se
enfocó en los aspectos fisiológicos.

Sin embargo, esta teoría fue desafiada por Cannon, quien argumentó que los sentimientos
subjetivos y las respuestas fisiológicas ocurren simultáneamente en respuesta a una situación
emocional. Cannon también introdujo el concepto de homeostasis, que se relaciona con el
equilibrio fisiológico del organismo.

Posteriormente, Schachter y Singer llevaron a cabo un estudio en 1962 para explorar el papel
de la activación simpática en la experiencia emocional. En el estudio, se administró epinefrina a
un grupo de sujetos y un placebo a otro grupo. Los sujetos que recibieron epinefrina sin
saberlo informaron experiencias emocionales similares a las de las personas que actuaban
emocionalmente en su presencia. Esto sugiere que la emoción no se limita a la activación
simpática, sino que también involucra factores cognitivos.

En resumen, la psicología fisiológica, la motivación y la emoción están estrechamente


relacionadas. Aunque en algunos momentos históricos se han seguido caminos separados, el
estudio de la motivación y la emoción ha sido influenciado tanto por aspectos biológicos como
psicológicos. El entendimiento de la motivación y la emoción requiere considerar tanto los
procesos fisiológicos como los cognitivos.

La investigación experimental sobre los sustratos cerebrales de la emoción comenzó en el siglo


XX con los estudios de Karplus y Kreidl en 1910 sobre los efectos de la estimulación del
hipotálamo. Posteriormente, Bard demostró en 1928 que el hipotálamo estaba relacionado con
la "rabia simulada". En la década de 1930, Ranson, Magoun y Hess realizaron estudios sobre el
papel del hipotálamo en el comportamiento emocional en animales.

En 1937, Klüver y Bucy informaron sobre el síndrome de Klüver-Bucy, que mostraba cambios en
la motivación y el comportamiento agresivo después de la lobectomía temporal bilateral en
monos rhesus. Este síndrome llevó a investigaciones sobre las funciones de la corteza
inferotemporal en la visión y a la exploración de las estructuras del sistema límbico en relación
con la motivación y la emoción.

En la actualidad, los investigadores prefieren el término "comportamientos motivados" para


enfatizar las características específicas de los comportamientos relacionados con el hambre, la
sed, el sexo, la temperatura, etc. Karl Lashley fue una figura importante en este campo y
argumentó que el comportamiento motivado no se limita a una cadena de actos instintivos o
reflejos, sino que implica un estado central.

Clifford Morgan, Eliot Stellar, Kurt Richter, Frank Beach, Neal Miller, Philip Teitelbaum y James
Olds son algunas de las figuras clave en el desarrollo de la psicobiología de la motivación. Estos
investigadores realizaron estudios que ampliaron la comprensión de los mecanismos cerebrales
involucrados en la motivación y la emoción. Se destacaron las contribuciones de Morgan, quien
cuestionó la noción de Cannon sobre el hambre y el comportamiento alimentario, y Beach,
quien desarrolló una teoría central de la motivación basada en un mecanismo central
excitatorio.

Además, el trabajo de Lindsley, Magoun, Moruzzi y otros en el sistema ascendente reticular


activador proporcionó una base fisiológica sólida para comprender la activación y la emoción.
Hebb y Stellar integraron todas estas investigaciones en una teoría general de la motivación.

En resumen, la investigación experimental sobre los sustratos cerebrales de la emoción ha


evolucionado a lo largo del tiempo, involucrando estudios sobre el hipotálamo, el sistema
límbico y otros circuitos neurales. Los investigadores han explorado los mecanismos cerebrales
involucrados en los comportamientos motivados y han desarrollado teorías para comprender
mejor la motivación y la emoción.
Frank Beach, una figura destacada en el campo de la neurociencia del comportamiento, hizo
contribuciones significativas a nuestra comprensión del comportamiento sexual y las
influencias hormonales. Desempeñó un papel fundamental en el desarrollo del campo
moderno de las hormonas y el comportamiento, junto con WC Young. La investigación de
Beach se centró en los mecanismos neuronales que subyacen al comportamiento sexual y el
concepto más amplio de estrés.

Kurt Richter, otra figura influyente, realizó estudios innovadores sobre la motivación, el
comportamiento alimentario y el papel de las glándulas suprarrenales en el estrés. También fue
pionero en la investigación de los ritmos circadianos en mamíferos.

Neal Miller, conocido por sus excepcionales habilidades de experimentación, tenía un gran
interés en los mecanismos fisiológicos de la motivación y el aprendizaje. Realizó estudios
pioneros sobre los efectos de castigo y recompensa de la estimulación cerebral y su papel en el
miedo condicionado.

James Olds hizo un descubrimiento innovador en el campo de la motivación al demostrar los


efectos gratificantes de la autoestimulación en el cerebro. Su trabajo allanó el camino para
comprender los comportamientos adictivos y la participación de los circuitos de recompensa
del cerebro.

El surgimiento de la neurociencia cognitiva, un campo relativamente nuevo, se remonta a los


primeros días de investigación en el laboratorio de Orange Park, donde científicos como Chow
y Pribram comenzaron a estudiar las funciones de las áreas de asociación cortical en el
aprendizaje, la memoria y la cognición. La década de 1950 fue testigo de avances significativos
en la comprensión de la organización de la función cognitiva en el cerebro.

Mortimer Mishkin, Hal Rosvold y Karl Pribram hicieron importantes descubrimientos sobre el
papel del lóbulo temporal en la percepción visual y la memoria a través de estudios de lesiones
en monos. Los estudios de pacientes, como el realizado por Scoville y Milner, revelaron el papel
crucial del hipocampo en la función de la memoria.

En general, estos investigadores y sus contribuciones dieron forma a los campos del
comportamiento sexual, las hormonas y el comportamiento, el estrés, la motivación y la
neurociencia cognitiva, sentando las bases para nuestra comprensión actual de la intrincada
relación entre el cerebro y el comportamiento.

La psicología fisiológica es una rama de la psicología que se centra en los sustratos biológicos
del comportamiento y la experiencia. Se preocupa por comprender cómo los procesos
mentales están relacionados con la actividad fisiológica del cerebro y el sistema nervioso.

En el texto proporcionado, se menciona la relación entre la psicología fisiológica y la memoria


declarativa. La memoria declarativa es una forma de memoria que se refiere a la capacidad de
recordar conscientemente hechos y eventos. Se especializa en el aprendizaje rápido y en la
formación de conjunciones entre diferentes estímulos.

La psicología fisiológica ha contribuido al estudio de la memoria declarativa al examinar los


sustratos neurales y los procesos fisiológicos involucrados en la formación, almacenamiento y
recuperación de la memoria declarativa. Se ha demostrado que el sistema de memoria del
lóbulo temporal medial, que incluye estructuras como el hipocampo, desempeña un papel
crítico en el establecimiento de representaciones duraderas y utilizables en la memoria a largo
plazo.
Además, la psicología fisiológica ha investigado otros tipos de memoria, como la memoria no
declarativa, que abarca habilidades, aprendizaje de hábitos y formas simples de
condicionamiento. Se ha descubierto que estos tipos de memoria están controlados por
sistemas cerebrales diferentes al sistema de memoria del lóbulo temporal medial. Por ejemplo,
el condicionamiento clásico de la musculatura esquelética depende del cerebelo, el
condicionamiento de respuestas emocionales depende de la amígdala y el aprendizaje de
hábitos depende del neostriado.

En resumen, la psicología fisiológica se relaciona con la memoria declarativa al investigar los


sustratos biológicos y los procesos fisiológicos involucrados en su funcionamiento. Estudia
cómo el cerebro y el sistema nervioso contribuyen a la formación, almacenamiento y
recuperación de la memoria declarativa, así como a otros tipos de memoria. La investigación en
psicología fisiológica ha proporcionado una comprensión más profunda de cómo funciona la
memoria y cómo está relacionada con la actividad cerebral.

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