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14/6/23

Radiología del carcinoma


renal

Bazan, F., & Busto, M. (2014). Radiología del


carcinoma renal. Radiología, 56(1), 61–75.
doi:10.1016/j.rx.2013.08.005

VELA GARCIA ANA LIZETH


IMAGENOLOGÍA
Análisis

El carcinoma de células renales es la octava neoplasia maligna más frecuente en el adulto y


la más frecuente del riñón, por tanto, se trata de una enfermedad muy común.
Desafortunadamente este hallazgo se detecta incidencialmente. Cualquier lesión renal sólida
vista en los estudios de imagen tiene una alta probabilidad de ser maligna.
La tomografía la resonancia magnética son las técnicas radiológicas de elección para detectar
y localizar el carcinoma de células renales, definir las características anatómicas de su
entorno, estadificarlo, planificar el tratamiento y seguir su evolución. L tomografía es la
primera opción por su mayor disponibilidad y menor costo en comparación con la resonancia
magnética.
Una vez detectada una masa renal lo primero que debe establecerse es si corresponde a un
seudotumor. Una vez excluido el seudotumor, debe establecerse si la masa es quística o sólida
y en ambos casos intentar determinar si es benigna o maligna. a clasificación más útil para
evaluar las formas quísticas es la de Bosniak, que relaciona la probabilidad de malignidad de
una lesión con una serie de características como son los septos, el grosor de los septos y las
paredes, calcificaciones, nódulos y realce septal/mural/nodular
Al detectar un nódulo sólido renal lo primero es determinar si la lesión contiene grasa y así
descartar un angiomiolipoma. Las lesiones sólidas benignas o malignas y sin grasa
macroscópica son indiferenciables. Una vez diagnosticado un carcinoma de células renales,
es fundamental estadificarlo adecuadamente ya que el estadio es el factor individual más
determinante en el pronóstico del paciente, la clasificación que se recomienda es la TNM.
Para el tratamiento se han desarrollado terapias mínimamente invasivas, como las técnicas
de termoablación renal, con el objetivo de preservar al máximo la función renal, reducir las
complicaciones, el dolor, el tiempo del procedimiento y la duración de la estancia
hospitalaria. Inicialmente fueron técnicas laparoscópicas pero actualmente, y en un notable
porcentaje de casos, se realizan por vía percutánea, guiadas por ecografía, TC o RM. Las 2
técnicas ablativas más aceptadas y disponibles actualmente son la ablación por
radiofrecuencia y la crioablación. Ambas lesionan letalmente las células tumorales sin dejar
tejido tumoral viable, ocasionando el menor daño posible sobre las estructuras sanas
adyacentes.
El mejor predictor actual de respuesta precoz al tratamiento es una reducción igual o mayor
a un 10% en la suma de los diámetros mayores de las lesiones diana. En el protocolo de
seguimiento del carcinoma de células renales con tratamiento antiangiogénico es aconsejable
realizar una fase arterial además de la nefrográfica para detectar y monitorizar la respuesta
de las metástasis hipervasculares.

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