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PROCESO DE DECLARACIÓN DE NULIDAD DE LA SAGRADA ORDENACIÓN

BENEDICTO XVI, M.p. Quaerit semper, 30 agosto 2011, en AAS 103 (2011), 569-571;
L’Osservatore romano 43/41 (2011), 2.
CCDDS, (Decreto) Regulae servandae ad proceduram administrativam nullitatis
ordinationis inchoandam et celebrandam noviter confectae, 16 de octubre de 2001, en
AAS 94 (2002) 292-300. Un Comentario a las nuevas reglas: L. Navarro L., Le nuove
regulae servandae per le cause di nullità della sacra ordinazione, en Ius Ecclesiae 15
(2003) [306]313-331.
CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Carta
circular, prot. 263/97, sobre las causas de dispensa de las obligaciones de la sagrada
ordenación..., 6 de junio de 1997, en Revista Mexicana de derecho canónico, 4 (1998),
pp. 177-181.
CONGREGAZIONE PERI L CULTO DIVINO E LA DISCIPLINA DEI SACRAMENTI, Plenaria della
Congregazione. Relazione circa le cause di dispensa dalle obbligazioni annesse alla
sacra ordinazione, 23 gennaio 1991, en Notitiae 27 (1991) 57. Véase también Notitiae
37 (2001) 431.
PABLO VI, encíclica Sacerdotalis coelibatus, 24 junio 1967.
SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI, Normae, 16 apr 1970, en Leges Ecclesiae, vol
V, n. 4132, col. 6389.
SACRA CONGREGATIO PRO DOCTRINA FIDEI, Litterae circulares, 13 IAN 1971, EN AAS 63
(1971) PP. 309-312; Normae, PP. 303-308; traducción al español en CDF,
SAGRADA CONGREGACIÓN DEL SANTO OFICIO, Decreto Ut locorum ordinarii y Regulae
servandae para la instrucción de las causas de nulidad de la sagrada ordenación en la
diócesis, 9 junio 1931, en AAS, 23 (1931), pp. 457-492.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, carta Per litteras (y normas
procesales adjuntas), 14 de octubre de 1980, en AAS, 72 (1980), pp. 1132-1137;
traducción al español en CDF, Documenta. Documentos publicados desde el Concilio
Vaticano II hasta nuestros días, Palabra. Madrid 2007, 84-88.
SECRETARÍA DE ESTADO, Litterae, 8 febrero 1989 (prot. n. 230.139), en Notitiae 25 (1989)
485; Véase Litterae, 13 apr. 1989, p. 486.
AMENTA Pietro, “La dispensa dagli obblighi della sacra ordinazione e la perdita dello
stato clericale”, en Periodica 88 (1999) 331-359.
COLAGIOVANNI Emilio, “De dispensatione a coelibatu sacerdotali iuxta novus Normas”,
en Monitor ecclesiasticus, II (1981), pp. 209-238.
COLAGIOVANNI Emilio, “Il procedimento di dispensa dagli oneri sacerdotali”, en I
procedimenti speciali nel diritto canonico, Città del Vaticano, Librería Editrice
Vaticana, 1992, pp. 371-385.
DE PAOLIS V., Ammisio status clericalis, en Periodica 81 (1992) 251-282.
FERRARA Vicenzo, “Normae substantivae ac procedurales nunc vigentes in pertractandis
causis de dispensationes a coelibatu sacerdotali”, en Apollinaris, 62 (1989), pp. 513-540.
FERRARA Vicenzo, L'istituto caonico della dispensa pontificia dal celibato e dagli altri
obblighi dell'ordinazione, en Apollinaris, 67 (1994), pp. 497-564.
HORTA ESPINOZA Jorge Enrique, La dispensa del religioso de las obligaciones de la
profesión y del sacramento del orden, Romae, Pontificio Athenaeum «Antonianum».
Facultas Iuris Canonici, 1999, lx+377 p.
HYNOUS D. M., Processes for Departure from the Clerical State, en R. R. CALVO y N. J.
KLINGER (eds.), Clergy Procedural Handbook, Canon Law Society of America,
Washington 1992, pp. 238-275.
MARTÍN A.G., “La nulidad en la sagrada ordenación”, en Ius canonicum, 23 (1983), pp.
579-596.
MIRAGOLI E., La dispensa dal celibato. Note per l'istruzione di una causa, en Quaderni
di diritto ecclesiale 7 (1994) 212-229.
PALOMO C., "La nueva tramitación de la dispensa del celibato sacerdotal", en REDC, 37
(1981), pp. 147-152.

INTRODUCCIÓN

El estado clerical o condición jurídica de clérigo, que señala una situación esencialmente
jurídica, puede perderse. También pueden perderse las obligaciones y derechos propios de
la condición de «ministro sagrado» (cf. can. 207 § 1). Por el contrario, el orden sagrado,
que determina una condición sacramental de naturaleza ontológica, habilitando al ordenado
para actuar “in persona Christi”, nunca se anula. En efecto, el sacramento del orden
imprime carácter en el sujeto que lo recibe (c. 1008) y, una vez recibida válidamente la
ordenación sacerdotal (diaconado, presbiterado y obispado) nunca se anula (c. 290).

De acuerdo con las normas de los cc. 290-293 y de otras extracodiciales, el estado clerical
puede perderse. Ésta pérdida se produce:

a) Mediante la declaración de invalidez de la sagrada ordenación dada por sentencia


judicial o por decreto administrativo.
b) Por dimisión como pena legítimamente impuesta.
c) Por rescripto de la Sede Apostólica: a los diáconos por causa grave; a los presbíteros
por causa gravísima (c. 290).

La legislación del código de 1917 (cc. 1993-1998; cf. cc. 211-214) contemplaba
únicamente dos tipos de casos: los procesos contra la validez de la sagrada ordenación y los
procesos contra la validez de la asunción de las obligaciones derivadas de la ordenación.
Además de las normas del CIC17, ambos procesos eran regulados por las Regulae
servandae de 1931. Desde el punto de vista procedural, dos vías estaban previstas: la vía
judicial y la vía administrativa; la Congregación para los Sacramentos decidía la vía a
seguir. Después de la segunda guerra mundial se produce una evolución significativa en la
práctica y en la normativa sobre la dispensa del celibato sacerdotal 1. Disminuyen los
procesos de nulidad de la ordenación sagrada y de las obligaciones, al mismo tiempo que
aumentan los casos de dispensa del celibato con la consiguiente pérdida del estado clerical.

La Constitución apostólica de Pablo VI, Regimini Ecclesiae universae, n. 57 (1967)


concedió la competencia exclusiva a la entonces Sagrada Congregación para la Disciplina
de los Sacramentos para tratar estos casos. Y aunque en el proceso de reforma del código se
propuso revisar y modificar los citados cánones sobre las causas contra la sagrada

1
Cf. L. NAVARRO, «Le nuove regulae servandae per le cause di nullità della sacra ordinazione», en Ius
Ecclesiae 15 (2003), 321-322.

2
ordenación2, el Coetus de Populo Dei, en 1980, decidió limitar el proceso a la cuestión de
la validez de la ordenación misma; se omitió el proceso contra la validez de las
obligaciones anejas al estado clerical. El Coetus de Processibus incorporó nuevos cánones
al código en el esquema de 1980, de acuerdo con el cambio sugerido por el Coetus de
Populo Dei, que finalmente quedaron en la legislación vigente3. Por tanto, el Libro VII del
código actual, en el apartado correspondiente, sólo se refiere a la declaración de nulidad de
la sagrada ordenación (cc. 1708-1712). Si la ordenación ha sido válidamente recibida, el
único modo de liberarse de las obligaciones de la misma es mediante dispensa dada por el
Romano Pontífice (cc. 290, 3º, 291). Sin embargo, el código también regula los casos de
pérdida del estado clerical en general (cc. 290-293).

Por otro lado, hay que señalar que la dimisión del estado clerical impuesta como pena
canónica, o concedida por rescripto de la Sede Apostólica, no conlleva la dispensa de la
obligación del celibato, que únicamente concede el Romano Pontífice (c. 291). La
excepción a esta norma se da en caso de peligro de muerte, en que el ordinario o ministro
(clérigo) que asiste al matrimonio, puede dispensar del impedimento de orden proveniente
del diaconado (c. 1079 §§ 1-2)4.

También cabe indicar que, al perderse el estado clerical se pierde con él los derechos
propios del estado, así como las cargas, excepto la del celibato. Por tal motivo, a quien ha
perdido el estado clerical se le prohíbe ejercer la potestad de orden, a no ser en caso de
peligro de muerte (c. 976); también queda privado de todos los oficios, funciones, y de
cualquier potestad delegada (c. 292). Y siendo la pérdida del estado clerical de naturaleza
perpetua, la vuelta al mismo únicamente es posible por otro rescripto de la misma Sede
Apostólica (c. 293)5.

Tomando en cuenta lo anterior, hay que distinguir entre la nulidad o invalidez de la sagrada
ordenación y la pérdida del estado clerical, impuesta como sanción o concedida mediante
rescripto6.

Los tres modos de perder el estado clerical requieren sendos procesos:

a) Proceso de declaración de nulidad de la sagrada ordenación.


b) Proceso penal para imponer la pena de dimisión del estado clerical.
c) Proceso para solicitar la exoneración de las obligaciones del estado clerical.
2
Cf. Communicationes 17 (1985), 76-89).
3
Cf. J. PUNDERSON, comentario, en Comentario exegético al Código de derecho canónico, IV/2, 2014-
2016.
4
Asimismo, según la reciente Carta Circular de la CCDDS, n. 5, la dispensa del impedimento proveniente
del presbiterado puede pedirse a la Sede Apostólica mediante fax 69 88 34 99. Cf. Revista mexicana de
derecho canónico 4 (1998), 180, nota 4.
5
Recientemente, la Congregación para el Clero hizo pública unas Orientaciones para la Readmisión al
ejercicio del ministerio sacerdotal.
6
De acuerdo con el can. 207, la estructura de la Iglesia está compuesta por ministros sagrados
(pertenecientes al estado clerical) y laicos (pertenecientes al estado laical). En este sentido, al perderse el
estado clerical, el sujeto retorna al estado laical, que fue el estado al que ingresó con el bautismo. De suyo, el
CIC17 hace referencia a un regreso al estado laical (can. 213 § 1).

3
Las normas para imponer la pena de dimisión del estado clerical son las propias de todo
proceso penal, las cuales veremos en su momento7. Ahora, nos interesa estudiar los otros
procesos.
I. NULIDAD DE LA SAGRADA ORDENACIÓN

Los casos de nulidad de la ordenación sagrada son escasos. Por los datos que se tienen,
prevalecen aquellos que se refieren a la dispensa de las cargas anejas al estado clerical 8. Las
razones de este hecho residen en la naturaleza misma del sacramento del orden, que es un
don que se recibe y que configura con Cristo cabeza; asimismo, cuando las causas de
nulidad son dudosas, se recomienda seguir el proceso de dispensa del celibato. Sin
embargo, es conveniente saber que pueden darse casos de nulidad del orden sagrado, por
razones que emergen de las mismas normas, a saber:

Por incapacidad del ministro para conferir la ordenación, es decir, no era un obispo
válidamente ordenado (c. 1012);
Por incapacidad del candidato para recibir la ordenación, es decir, el sujeto no era un
varón válidamente bautizado (cc. 849, 1024);
Por defecto sustancial en el rito (c. 1009 § 2)9;
Por defecto de intención del ministro;
Por defecto de intención del candidato que es ordenado (c. 1029).

Es conveniente explicar con más detalle los casos en que la intención del candidato resulta
viciada y puede hacer nula la ordenación sagrada. La intención necesaria o suficiente para
la válida recepción del orden es paralela a aquella que un adulto necesita para recibir
válidamente el bautismo, a saber, el uso de razón y la intención habitual de recibir el
sacramento. A este respecto, Joseph Punderson y Joaquín Calvo opinan que sólo se requiere
la intención habitual para recibir válidamente el sacramento; si esta intención falta, la
ordenación es inválida. Por el contrario, si hay intención habitual, pero el sujeto es
ordenado estando sin sentido o intoxicado, el sacramento es válido10.

Del mismo modo, cuando el sujeto recibe la ordenación por violencia física irresistible (cf.
c. 125 § 1), es decir, que la ordenación se recibe en contra de la voluntad del candidato, no
teniendo intención de ser ordenado; en esos casos, la ordenación es inválida. Sin embargo,
el miedo grave injustamente inflingido, o por dolo, no hace la ordenación inválida (cf. c.
125 § 2); pero podría hacer disminuir la fuerza vinculante de las obligaciones resultantes de
la misma, lo cual facilitaría la concesión de la dispensa de éstas.
7
Los casos previstos en el Código por los que se puede imponer la pena expiatoria de expulsión del estado
clerical están en los cc. 1364 § 2, 1367, 1370 § 1, 1394, 1395 §§ 1-2 (como posibilidad), y 1387 (de modo
preceptivo en los casos más graves).
8
Los datos estadísticos reportan más de 500 dispensas al año. En el año 2001 fueron concedidas 540
dispensas a sacerdotes: L'Attività della Santa Sede 2001, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2002,
734.
9
Cf. PÍO XII, Const. Ap. Sacramentum ordinis, n. 4; en AAS 40 (1948), 6-7.
10
Así lo establecía BENEDICTO XIV, Instrucción Eo quamvis, 4 mayo 1745, en GASPARRI, Fontes I, No.
357, pp. 890-903.Cf. Comentario exegético al Código de derecho canónico, IV/2, 2014; Código de derecho
canónico. Edición bilingüe y anotada, 5ª ed., Pamplona, EUNSA, 1992, 1023.

4
La simulación hace también el sacramento inválido. Sin embargo, cuando no hay
simulación de recibir el orden sagrado pero sí lo hay de asumir la obligación del celibato
derivado de la misma ordenación, no por ello el celibato deja de ser vinculante. La
obligación del celibato proviene del mismo derecho eclesiástico y va anejo a la recepción
del orden sagrado (cf. cc. 277 § 1, 1087)11.

También puede haber factores que sólo afecten la recepción lícita de la ordenación, como
por ejemplo, la existencia de una irregularidad o impedimento, o la seria falta de cualidades
requeridas en el candidato (can. 1025 § 1; cf. cann. 1041-1042). En tales casos, la
ordenación es válida pero el sujeto queda irregular para ejercerla (can. 1044).

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos emanó, mediante


decreto aprobado específicamente por el Papa, las nuevas normas que deben ser observadas
en las causas de nulidad de la sagrada ordenación, llevadas administrativamente12. Por
tanto, las Regulae servandae13 del 9 de junio de 1931 quedaron abrogadas. La
promulgación de estas normas, de alguna manera, privilegia el proceso administrativo para
examinar las causas de nulidad de la sagrada ordenación. El 30 de agosto, el Papa
Benedicto XVI transfirió la competencia para los casos de nulidad de la ordenación a un
Departamento especial de la Rota Romana.14

Por su parte, el Código de derecho canónico prevé la posibilidad de examinar esta causa
mediante proceso administrativo o por el proceso judicial. Por una parte, el can. 1709 § 1
determina que la autoridad competente (Rota Romana) puede decidir que la causa sea
conocida por ella misma, siguiendo en tal caso el proceso administrativo; por otra parte,
también prevé que la causa pueda ser juzgada por un tribunal que ella designe. En este
último caso, se entiende que el tribunal designado ha de seguir el proceso judicial. Más aún,
cuando se siguiera el proceso judicial, ha de juzgar un tribunal colegial de tres jueces (can.
1425 § 1, 1º, a).

Por tanto, el proceso de nulidad de la sagrada ordenación puede llevarse o por la vía
administrativa o por la vía judicial. La Rota Romana decidirá. Así lo expresa la nueva
normativa: «Ninguna autoridad inferior puede iniciar el proceso si no ha recibido
previamente la facultad de la misma Congregación» (art. 1). Sólo habiendo recibido
dicha facultad, el Ordinario podrá seguir adelante (art. 3 § 1). Si la Rota decide
conocer el caso, lo hará por la vía administrativa. Esta opción tendrá lugar cuando la causa
de la nulidad de la ordenación sea muy obvia, como por ejemplo, que el ordenante fuera
incapaz por no tener o haber recibido válidamente la ordenación episcopal, o porque el
presunto ordenado careciera del bautismo. Sin embargo la Rota pedirá al Ordinario que

11
Cf. coram Parrillo, en SRRD 20(1928), 349, 355.
12
Véase estas normas en AAS 94 (2002), 292-300; traducción al español en Revista Mexicana de Derecho
Canónico 9/2 (2003), 205-218.
13
AAS 23 (1931), 457ss.
14
Benedicto XVI, carta ap. Dada m.p. Quaerit semper, en AAS 103 (2011), 569-571; L’Osservatore
romano 43/41 (2011), 2.

5
instruya la causa. Entonces, el Ordinario seguirá las nuevas reglas del procedimiento
administrativo para declarar la nulidad de la sagrada ordenación.

Ahora bien, la Rota Romana puede decidir que el caso sea llevado por la vía judicial. Si así
fuera, remitirá la causa a un tribunal que, siendo colegiado de tres jueces, observará las
normas sobre los juicios en general y sobre el juicio contencioso ordinario. Además, el
tribunal tomará en cuenta la naturaleza propia de la causa (c. 1710). Así, por ejemplo, no
habiendo demandado, tampoco habrá necesidad de citar para una contestación de la
demanda, ni habrá peligro de que los derechos sean violados. Pero en estas causas se
requiere la intervención de un defensor de la sagrada ordenación, con los mismos derechos
y obligaciones del defensor del vínculo matrimonial (c. 1711). También se requiere de una
segunda sentencia conforme, del tribunal de apelación, para que la sentencia de nulidad de
la sagrada ordenación quede firme. Sólo entonces el clérigo perderá todos los derechos
propios del estado clerical y quedará libre de todas sus obligaciones, incluyendo el celibato
sacerdotal (c. 1712).

1. PROCEDIMIENTO ANTE EL ORDINARIO

Para iniciar el proceso de nulidad de la ordenación sagrada es necesario que preceda la


petición de nulidad de la sagrada ordenación. Gozan del derecho de hacer la Petición:

el propio clérigo;
el ordinario de quien depende, es decir, del domicilio actual;
el ordinario de la diócesis de ordenación, es decir, de incardinación (c. 1708);
el promotor de justicia de la diócesis de incardinación o del domicilio del clérigo
(De regulis servandis, art. 2).

Libelo petitorio

El libelo petitorio debe contener los elementos que establecen los cann. 1501-1504, a saber:

1. Dirigirse a la Rota Romana (al Decano).


2. Lo que se pide: si consta la nulidad de la ordenación sagrada del diaconado o del
presbiterado.
3. Indicar en qué derechos se funda el actor para pedir la nulidad de la ordenación
sagrada (alguna de las causales de nulidad).
4. Indicar los hechos en que se funda, así como las pruebas que aporta y el nombre de
los testigos (y direcciones).
5. Firma del orador, lugar del domicilio y fecha (día, mes y año).

6
Autoridad competente

La autoridad competente para conocer el asunto es la Rota Romana. Por tanto, el libelo es
dirigido a esta Congregación (c. 1709 § 1; art. 1),15 a través del Ordinario de que se trata en
el c. 1708: el ordinario del domicilio actual o el ordinario de la diócesis de ordenación. Una
vez recibido el libelo, el Ordinario debe transmitirlo a la Rota. Al libelo ha de agregar unos
informes suyos, si los tiene, sobre todo acerca del fundamento de la causa, de acuerdo con
una indagatoria administrativa acerca de los hechos que se afirman en el libelo mismo (art.
2 § 2). Posteriormente, la Rota Romana decidirá si ella misma conocerá la causa o
designará un tribunal, que será colegiado de tres jueces (c. 1425, §, 1º). En caso de que ella
misma conozca la causa, pedirá al ordinario que instruya la causa administrativamente,
observando las Reglas vigentes (año 2001). Desde el momento en que la petición es
enviada a la Congregación, queda prohibido, ipso iure, al clérigo el ejercicio de las órdenes
(c. 1709).

15
“Es competente también para examinar, según la norma del derecho, las causas de nulidad de la sagrada
ordenación” (PB, 68). «Nulla auctoritas inferior potest processum intimare nisi prius ab ipsa Congregatione
facultatem acceperit» (art. 1).

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