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establecen qué cursos deben aprobar los docentes de la escuela pública para recibir un
título habilitante. es un hecho que muchas de las escuelas que siguen contratando
docentes sin capacitación pedagógica formal están consideradas entre las mejores del
país. Por lo tanto, todos los criterios que se propongan acerca de lo que necesitan saber
los docentes para hacer su trabajo se enfrentan, desde un principio, con una doble
paradoja.
Los capacitadores de docentes que se molestan en abordar la cuestión parte de la idea
de que los docentes con poca o ninguna capacitación pueden tener ciertas cualidades
compensatorias que les permiten contrarrestar su carencia. John Dewey, por ejemplo,
apoyaba este punto de vista. Reconocía que algunos maestros «transgreden todas las
leyes conocidas y establecidas por la ciencia pedagógica».
¿Qué convierte en eficaces a esos docentes? Esto se debe, explicaba Dewey, a que
«ellos mismos están tan pletóricos de la ciencia de la indagación, son tan sensibles a
todos los signos de su presencia o ausencia, que no importa lo que hagan ni cómo lo
hagan, logran despertar e inspirar una actividad mental alerta e intensa en aquellos con
quienes entran en contacto». Por consiguiente, Dewey sostenía que un fuerte «espíritu
de indagación» podía compensar la falta de conocimientos pedagógicos. Que el
conocimiento exigido para enseñar apela en gran medida al sentido común, que se
adquiere en el proceso de vivir, es esencial para la realización de todo lo que hacemos.
El sentido común no sólo nos sirve de guía para la acción en todas nuestras iniciativas,
sino que también nos aporta, por intermedio del lenguaje, los conceptos y categorías
que hacen inteligible la realidad. Da significado a la experiencia. Proporciona al docente
el significado de todos los objetos comunes, como las sillas, mesas, paredes, puertas,
gatos, perros, etc. Por ende, podemos dejar rápidamente de lado la parte del sentido
común que constituye el fundamento de la comprensión humana pero no guarda una
relación directa con la tarea docente
Para sintetizar lo que hemos dicho hasta ahora sobre el aporte de la experiencia escolar
pasada a la pericia técnica pedagógica, comenzaremos por señalar que todos tenemos
la opción de enseñar tal como recordamos que se nos enseñó. Los docentes que
carecen de una capacitación formal, como los que trabajan en institutos terciarios y
universidades, quizá no tengan otra alternativa. Aun quienes han estado
sistemáticamente expuestos a otras posibilidades tal vez prefieran el modo como
recuerdan que se les enseñó.
otro requerimiento epistémico de la enseñanza, más allá del puramente pedagógico. Se
trata de la necesidad del docente de dominar el material que va a en señar, una
exigencia, se dice, relacionada con su conocimiento de cómo enseñar ese material.
los docentes suelen encontrarse con una diversidad de marcos dentro de los cuales
pueden encuadrar su actividad. Es a la vez esencial para el trabajo del docente y de una
naturaleza inequívoca mente pedagógica: el conocimiento de cómo organizar el
conocimiento a fin de poder enseñarlo. Uno de esos principios, por ejemplo, consistiría
en ir de lo fácil a lo difícil Otro, relacionado con el primero pero no exactamente igual,
sería ir de lo simple a lo complejo. Un tercer principio, útil cuando se narran
acontecimientos que pueden ordenarse de manera cronológica, sería ir desde el
comienzo hasta el final sin interrupciones. Un cuarto principio indicaría proceder en
forma deductiva, de lo lógica mente previo a lo siguiente. Y así sucesivamente.
Es falsa la afirmación de que los docentes necesitan saber mucho sobre sus alumnos
para poder enseñarles en forma apropiada. Un grupo de docentes que suele
desenvolverse con muy poca información sobre sus alumnos es el de quienes enseñan
Solís, Mercedes
es sólido o débil. En suma, se enseña a los jóvenes de hoy a ser más críticos respecto
de todo lo que se les dice. - Nos revela la existencia de un genuino avance en dirección
a las dos metas interrelacionadas que señalé: la de hacer más placentero todo el
proceso de la escolaridad y la de dar a los alumnos más control sobre ese proceso.
Todos los docentes deben tener una perspectiva en parte conservadora y en parte
liberal. Si bien la corriente histórica de la profesión, al menos en años recientes, parece
haber tomado una sola dirección - hacia una interpretación más liberal de la enseñanza
- la salud y el desarrollo futuro de la enseñanza dependen de que la mayoría de los
docentes conserven una visión equilibrada tanto de los medios como de los fines de la
pedagogía.
El capitulo 6 “Dos puntos de vista diferentes sobre la enseñanza: el mimético y el
transformador.” Aborda la complejidad de la enseñanza en su aparente dualidad.
la tradición mimética es más fácil de describir, está más cerca de la idea que hoy parece
tener la mayoría de la gente respecto de la educación. Es llamada «mimética» (del
griego mimesis, del que proceden los vocablos «mimo» y «mímica») porque se centra
en la transmisión de conocimientos fácticos y metodológicos de una persona a otra, a
través de un pro ceso esencialmente imitativo. Es un conocimiento «presentado» al
alumno, y no «descubierto» por él, puede «pasar» de un individuo a otro o de un texto
a un individuo, por lo que podemos considerarlo «separable» de las personas mismas,
en dos sentidos. Es separable, porque puede preservarse en libros, películas, etc., de
modo que «sobrevive» a quienes lo poseyeron en un principio. En segundo lugar, es
separable en el sentido de que puede ser olvidado por quienes alguna vez lo tuvieron.
Así como puede ser «poseído», también puede ser «desposeído» a través de la pérdida
de la memoria. Más aún, puede ser «no poseído», es decir, no haber sido poseído
nunca. Un correlato de este carácter separable es que su poseedor puede «mostrarlo»
o exhibirlo, lo cual a veces nos lleva a considerarlo un conocimiento «objetivo». Una
propiedad fundamental del conocimiento mimético es que puede reproducirse; esta
propiedad nos permite decir que «se transmite» del docente al alumno o del texto al
alumno.
¿Cómo se alcanza la meta de esta tradición? En esencia, el procedimiento para
transmitir el conocimiento mimético consta de cinco pasos, el cuarto de los cuales se
divide en dos vías posibles, «A» o «B», según la presencia o ausencia de error de parte
del alumno. La serie es la siguiente:
Primer paso: Someter a prueba. Se pone en marcha algún tipo de indagación, formal o
informal, para determinar si el alumno ya conoce el material o sabe ejecutar la destreza
en cuestión. Corresponde omitir este paso cuando hay razones valederas para suponer
que el alumno carece de ese conocimiento o destreza.
Segundo paso: Presentar. Tras comprobar o presumir que el alumno ignora el punto a
aprender, el docente «presenta» el material, ya sea en forma discursiva –con la ayuda
de elementos visuales o sin ellos- o por la vía de ejemplificar o demostrar la ejecución
correcta de la destreza en cuestión o alguno de sus aspectos.
Tercer paso: Ejecutar/ evaluar. El alumno, que presumiblemente ha estado atento
durante la presentación, es in vitado o exhortado a repetir lo que acaba de ver, leer o
escuchar. El docente (o algún dispositivo sustituto, como una máquina para calificar
pruebas) supervisa su desempeño, juzgándolo y a veces asignándole una nota según
su exactitud o corrección.
Solís, Mercedes
Cuarto paso (A): (Desempeño correcto.) Premiar/ fijar. Al constatar que el desempeño
del alumno es razonablemente correcto (dentro de determinados límites
preestablecidos), el docente (o el dispositivo sustituto) emite un comentario favorable
sobre lo realizado por él y, cuando lo considera necesario, indica una o más repeticiones
a fin de instalar o «fijar» el material en el repertorio de las cosas sabidas o las destrezas
dominadas por el alumno.
Cuarto paso (B): (Desempeño incorrecto.) Iniciar circuito correctivo. Al constatar que el
desempeño del alumno es in correcto (también en este caso, dentro de determinados
límites preestablecidos), el docente (o el dispositivo sustituto) inicia un procedimiento
correctivo destinado a enmendar el error en cuestión. En general, este procedimiento
comienza con un diagnóstico de la dificultad del alumno, seguido por la selección de
una estrategia correctiva apropiada.
Quinto paso: Avanzar. Cuando la unidad de conocimiento o destreza ha sido «fijada»
(una vez realizadas todas las correcciones y ejercicios pertinentes), el docente y el
alumno avanzan a la siguiente unidad de «nueva» enseñanza, volviendo al primer paso
si el docente lo considera necesario, y repitiendo en orden los demás pasos. La
secuencia de pasos se repite hasta que el alumno haya adquirido los conocimientos
indicados o hasta agotar los esfuerzos por alcanzar el nivel de dominio prescripto.
La tradición transformadora considera que la buena enseñanza es capaz de lograr:
una transformación, en la persona enseñada; un cambio cualitativo a menudo de
grandes proporciones, una metamorfosis. ¿Qué rasgos y cualidades han tratado de
modificar los docentes partidarios de la tradición transformadora? a medida que la
escolaridad se fue extendiendo y asumió una orientación más laica, los educadores se
propusieron conseguir una «transformación» del carácter, la moral y la virtud. Muchos
siguen hablando así hoy en día, pero lo más común es referirse a «actitudes», «valores»
e «intereses» como los rasgos psicológicos que los docentes actuales desean modificar.
se propusieron conseguir una «transformación» del carácter, la moral y la virtud. Ahora
bien, ¿Qué hacen los docentes para provocar las transformaciones en sus alumnos?
Hay algunas formas características de trabajar, determinados «modos de
funcionamiento» que, aunque no son recetas ni fórmulas, son dignos de señalarse. Los
tres más fáciles de identificar, al juicio del autor estudiado, son los siguientes:
l. Ejemplo personal. los docentes que tratan de producir cambios transformadores
Deben esforzarse al máximo por ser ejemplos vivientes de ciertas virtudes, valores o
actitudes. El cumplimiento de este requisito alcanza su punto culminante en grandes
figuras históricas, como Sócrates y Jesús, quienes son paradigmas de ese modelo
personal.
2. Persuasión «blanda». El estilo de enseñanza es más judicial y retórico que basado
en la prueba y la demostración. A menudo la autori dad del docente queda tan
disminuida por la introducción de una modalidad interrogativa dentro de esta tradición
que se produce una especie de inversión de roles, como si el alumno enseñara al
docente
3. Empleo de narraciones. cuál es la función o el propósito de la narrativa, una respuesta
(para
algunos la única posible) es: moralizar. Las narrativas nos presentan historias acerca de
cómo vivir (o cómo no vivir) nuestras vidas.