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Fernando Hernández
Juana Sancho
1989. Laia. Barcelona
La tarea del enseñante se caracteriza sobre todo por tener que llevar a cabo una
constante toma de decisiones y por desarrollarse en situaciones complejas y
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diversas. Ante estas circunstancias, los enseñantes suelen simplificar las
situaciones con las que se encuentran, para lo que forzosamente tienen que
disponer de ayudas operativas que economicen sus esfuerzos. Ayudas que, sólo
pueden provenir de una formación que dote de recursos flexibles al profesorado y
sobre todo de una actitud reflexiva sobre su práctica profesional.
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con la capacidad de ir incorporando en sus actuaciones personales y
profesionales los diferentes sentidos que pueden adoptar la construcción del
conocimiento y las formas de saber contemporáneas.
LA EXPLICACIÓN DEL SENTIDO DEL TÍTULO: PARA ENSEÑAR NO BASTA CON SABER LA
ASIGNATURA
Lo mismo sucede con alguien que, una vez terminada su carrera universitaria, y
con la autoimagen de especialista o estudioso de una disciplina, pretende
transformarse en enseñante. El primer estado no deviene automáticamente en el
segundo y no conlleva que pueda asumirse con garantías de éxito. Los problemas
y las peculiaridades a las que se ha de enfrentar un licenciado que pretende
actuar como docente hacen que los conocimientos adquiridos en una especialidad
universitaria no resulten, por sí mismos, aplicables en su función de enseñante.
Este inicio argumental actúa como reclamo, casi como reivindicación, de una
formación específica para quienes se han de dedicar a la enseñanza, más allá del
dominio de su disciplina. Y ello, por razones relativas a la tarea a desarrollar en la
escuela y por la problemática que encierra la propia constitución de los saberes
que se han de enseñar.
Que una persona sepa que las minorías de cualquier tipo no son, en principio,
mejores ni peores que la mayoría, ni más ni menos inteligentes, no garantiza su
comportamiento con estas minorías.
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Que un enseñante tenga una determinada concepción sobre cómo se ha de
secuenciar la presentación de los conocimientos de una disciplina no supone que
esta ordenación sea la que el alumnado capte mejor, ni que se adecue a su estilo
cognitivo o al sistema de aprendizaje que haya adquirido en anteriores etapas de
su escolarización.
Por todo ello, y esto es de importancia capital para la formación del profesorado y
para quienes se plantean la posibilidad de ser enseñantes, saber la materia que se
ya a impartir, si bien es absolutamente necesario, no es condición suficiente para
lograr o propiciar el aprendizaje del alumnado.
Pero todavía es posible perfilar más esta idea. Aunque se hayan estudiado las
teorías evolutivas de Piaget o Wallon, se conozca la importancia de tener en
cuenta el papel del entorno cultural y social para el desarrollo cognitivo del
alumnado y se tenga información sobre todos los modelos conocidos de
enseñanza y aprendizaje, no existe la seguridad de que la práctica docente pueda
por ello mejorar. Si esto no fuera así, los psicólogos y los pedagogos serían los
mejores profesores, pero la experiencia demuestra que no es siempre cierto y que
conocer algo no quiere decir poder utilizarlo.
Todo lo anterior nos lleva a reiterar que no tiene por qué darse una
correspondencia entre los conocimientos disciplinares de los enseñantes y su
práctica profesional, debido, entre otras, a las siguientes razones:
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en la escuela, de manera que aquélla se convierta en conocimiento para el
alumnado. Esta relación entre conocimientos elaborados desde diferentes ámbitos
de estudio y la educación escolar nos lleva a considerar, por una parte, diferentes
aspectos que conforman el sentido complejo de la educación escolar, más allá de
la mera transmisión disciplinar y, por otra, a situar los aspectos más pertinentes
para la comprensión de la interacción entre el profesorado y el alumnado, entre la
enseñanza y el aprendizaje. Vinculado todo ello a ejemplos que puedan servir de
pautas de referencia y no de norma, para quienes pretenden aproximarse al
ejercicio profesional de la docencia.
El papel de los sistemas escolares viene enmarcado entre los dos extremos de un
continuo en el que cada enseñante y cada escuela necesariamente se sitúa con
más o menos conocimiento de causa. Las posiciones extremas de este continuo,
en ocasiones consideradas contrapuestas, se repiten desde que la enseñanza se
ha constituido en tema de estudio para diferentes disciplinas, pero sobre todo para
la Sociología.
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vida, unos conocimientos acumulados, unos valores y unos significados culturales.
De aquí proviene el punto de conservadurismo y reproducción de determinados
valores que preside todo sistema escolar. Lo que ha llevado a plantear su carácter
antidemocrático, opresivo, monopolizador, reproductor e incluso anticonstitucional
en una sociedad democrática. Autores como Bereiter (1973) ejemplifican esta
posición al señalar que «la educación obligatoria es una terrible afrenta a la
libertad individual».
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minoritarios, ¿cómo garantizar que no se esté aplicando un principio de
discriminación?
Estos dos problemas no tienen una sola respuesta. La forma menos problemática
de abordarlos sería el consenso explicitado por todas las partes implicadas
mediante una revisión crítica continua. Es decir, lo que se ha de definir en el
sistema de enseñanza, de la forma más clara posible, es qué se entiende por cada
uno de estos temas en cada situación educativa en la que se interviene y el grado
de aceptación que se le otorga por parte de cada uno de los estamentos
integrantes y, una vez llevado a la práctica, retomar la discusión periódicamente
para contrastar su vigencia.
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escolaridad obligatoria a capas cada vez más amplias de la población y se generó
un importante crecimiento del fracaso escolar, tuvo que ser reformulado para
evitar el riesgo de fomentar posturas reduccionistas del tipo “las personas más
inteligentes son las que obtienen mejores resultados en determinadas pruebas
psicométricas” o, en el peor de los casos, pasadas por el tamiz de prejuicios
culturales, de clase, de raza, de sexo, etc. que llevan a conclusiones del tipo “los
blancos son más inteligentes que los negros”, “la lógica masculina es mejor que la
femenina”, etcétera.
En el momento actual no existe una respuesta clara y unívoca sobre lo que hay
que enseñar, cómo hay que tratar al alumnado para que su desarrollo personal y
su adaptación socio-laboral sea óptima y cómo ha de funcionar la escuela para
que cumpla con sus objetivos2.
A todo lo anterior habría que añadir el importante papel que juega la evaluación
del alumnado en la construcción de su autoimagen y en sus posibilidades de
promoción socio-laboral futura. Máxime cuando no se tiene la seguridad de que
las calificaciones recibidas reflejen necesariamente sus capacidades y
conocimientos «para enfrentarse a la vida». Esto hace que la actividad docente,
compleja de por sí, llegue a tales cotas de dificultad que lleve a pensar, en
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En su día, causaron cierto revuelo las declaraciones del escritor Torrente Ballester, que ha sido
profesor de bachillerato durante casi cuarenta años, en las que planteaba el interés con que él
había esperado su jubilación, ya que había llegado a un punto de su carrera en cl que no sabía qué
debía enseñar, ni cómo hacerlo, ni a quién estaba enseñando, ni qué les podía interesar a los
estudiantes.
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ocasiones, en nuestra relativa incapacidad para actuar en el sistema escolar y, a
algunos enseñantes, a buscar otras salidas profesionales en las que la exigencia
no sea tan fuerte, ni la indefinición de sus cometidos tan patente.
La idea central que orienta este libro es, por todo ello, la de que una aproximación
a la problemática en torno a la «realidad escolar» puede ofrecer al actual o futuro
enseñante elementos, a la vez comprensivos y distanciadores con respecto a lo
que puede ser su práctica profesional. Pretende situar la información sobre las
relaciones y problemas de la enseñanza y el aprendizaje desde unas referencias
teóricas que le permitan ubicar su trabajo, reconociendo, a la vez, los límites y las
posibilidades del mismo.
El análisis que los especialistas han llevado a cabo parte de la aceptación de que
el hecho educativo es fundamental para que el individuo pueda alcanzar su
madurez humana, tanto en el terreno personal como en el social. Pero Ia reflexión
sobre el conflicto que surge entre individuo y sistema escolar es una temática
relativamente reciente.
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adaptarse críticamente (binomio que comporta una clara tensión) al mundo adulto
del trabajo que, a su vez, no se ha caracterizado precisamente por ser un modelo
de armonía entre el individuo y la sociedad.
Estos dos enfoques han predominado hasta los inicios de los años ochenta. En la
actualidad parece apuntar un cierto distanciamiento de estos objetivos, pues el
desarrollo de la sociedad posindustrial ha trastocado el sistema laboral, creando
nuevas necesidades, y ha puesto al descubierto que en realidad, por preparación
«para la vida» se entendía preparación para el trabajo. Cuando éste ha dejado de
ser el objetivo dominante de los valores y logros sociales, una salida que justifica-
ba la larga escolarización de los individuos, la función de la escuela ha comenzado
a replantearse.
Por eso hoy, aunque muchos profesores, sobre todo de enseñanza secundaria y
universitaria, aseguran que ellos se limitan a transmitir unos conocimientos sin
más, distintos estudios realizados sobre todo desde la sociología del conocimiento
sugieren que la forma de seleccionar, articular, transmitir y evaluar los contenidos
del currículum3, así corno su desarrollo particular en un determinado contexto,
tiene una importancia considerable en la evolución personal e intelectual del
alumnado, su forma de aproximarse al conocimiento en la vida cotidiana y su
propio éxito o fracaso dentro del sistema escolar.
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se han venido realizando sobre la comprensión del fenómeno educativo y sobre
las interacciones que tienen lugar en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
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Actividad 6:
Partamos de un ejemplo 4:
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Adaptado de Davini, Cristina (1995) Educación Permanente en Salud. OPS.
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El profesor D., al abordar la problemática de la esterilización, se
da cuenta -por lo que expresan ante la pregunta inicial sobre
cómo realizan la práctica- que sus alumnos del Curso de Auxiliar
de Enfermería, desarrollan la técnica de manera inadecuada,
desconociendo su fundamentación.
Por un lado, el conocimiento teórico sobre los contenidos; y, por otra parte, el
conocimiento didáctico que lo ayudó a considerar los errores de los alumnos.
Su interpretación de lo sucedido en la clase lo impulsó a tomar decisiones
sobre procesos, secuencia y control; favoreció la aparición de interrogantes,
promovió la explicitación de las distintas percepciones; apoyó la comparación
entre los testimonios de cada alumno con las de sus compañeros,
fundamentando y relacionando sus concepciones con conceptos nodales
“limpio y sucio”; promovió el desarrollo del lenguaje a través de la descripción,
propiciando la comunicación, las operaciones intelectuales y el pensamiento.
Todo esto en un proceso de interacción grupal.
El saber profesional del docente integró aquí, por lo tanto, elementos teóricos
con reglas empíricas y experiencia práctica.
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Actividad 7:
En este intercambio
grupal, no olviden escribir
sus testimonios para,
luego, compartirlos con el
resto del grupo y con su
tutor.
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