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Pensar el afuera / Celeste Castiglione ... [et.al.] ; coordinado por Nicolás Hochman. -

1a ed. - Mar del Plata : Kazak Ediciones, 2010.

EBook. - (CLEUM / Lucas E. Misseri)

ISBN 978-987-26573-0-7

1. Migraciones. 2. Exilio. I. Castiglione, Celeste II. Hochman, Nicolás, coord.

CDD 304.8

Fecha de catalogación: 06/01/2011

Imagen de tapa: Leticia Paolantonio

Copyleft

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resultante.

2
Índice

Introducción……………………………………………………………………………....…………………………………… 4

Primera parte. Pensar la adaptación: redes sociales, género y medios de comunicación

“En busca de un sueño. Estrategias de un inmigrante para convertirse en ‘rey del vino’”
Ana María Mateu ……………………………………………………………………………………………………………… 11

“Migraciones y género: una aproximación a partir de las experiencias de mujeres bolivianas


residentes en Mendoza”
Victoria Martínez Espínola ………………………………………………………………………………………………… 40

“Marcas de la focalización: el migrante latinoamericano en la prensa argentina”. Celeste


Castiglione ………………………………………………………………………………………………………………………… 58

Segunda parte. Pensar las fronteras: posicionalidad, desterritorialidad y


extraterritorialidad

“Los Estudios Fronterizos y sus descontentos: un manifiesto Posicional”


Gustavo Fares …………………………………………………………………………………………………………………… 81

“La extraterritorialidad del pobre”


Pablo Gasparini …………………………………………………………………………………………………………………. 103

“Fabio Morábito, o el exilio sutil”


Nicolás Hochman ………………………………………………………………………………………………………………. 122

Agradecimientos……………………………………………………………………………………………………………….. 138

3
INTRODUCCIÓN

4
Pensar el afuera es uno de los primeros productos del Proyecto CLEUM; es decir, del
proyecto para la formación de un Centro Latinoamericano de Estudios Utópicos y Migratorios,
cuya finalidad es aunar los esfuerzos aislados de los especialistas que están trabajando
arduamente en la región sobre esas dos amplias temáticas.
El primer interrogante surgido entre nuestros colaboradores fue pensar cómo se
integran dos núcleos de investigaciones en apariencia tan disímiles como el del pensamiento
utópico y el de los estudios migratorios, cuyos abordajes suelen ser muy diferentes. En
principio, ambos temas no tienen un abordaje monádico sino que necesitan de múltiples
enfoques para una comprensión más cabal de los problemas que se ramifican a partir de
cuestiones tan simples como qué es una utopía, o por qué migran las personas. Tanto para la
primera como para la segunda se suele apelar a la filosofía, la historia, la sociología, la
antropología, el psicoanálisis y la literatura, entre otras áreas de estudio. A medida que las
respuestas se acumulan surgen nuevos interrogantes y nuevos entrecruzamientos, que obligan
aún más a trabajar en conjunto con especialistas de áreas que comúnmente están alejadas
unas de otras para poder aprehender dichos conceptos.
Las utopías son experimentos mentales, son pensamientos comprometidos
socialmente y también política, económica y filosóficamente. La utopía supone un viaje, una
proyección de un ideal o de un terror y su contrastación con la sociedad empírica del utopista,
aquella que vive a diario. Por ello las funciones de ficción y de crítica son elementales para ella.
En este sentido, el utopista usa su razón para hipotetizar en torno a nuevas formas de
sociedad y para criticar la propia. Si pensamos que el migrante, ya sea voluntario o forzado se
mueve para mejorar su estado, sus posibilidades, para conseguir autorrealización o para
escapar a un mal, estos conceptos no parecen tan alejados.
En Argentina se da un fenómeno particular que es compartido con otros Estados
americanos, el de una inmensa descendencia de migrantes. Muchas de las generaciones de
argentinos descienden de europeos que vinieron a “hacerse la América”. El nuevo continente
jugó un rol trascendental en el desarrollo del pensamiento utópico en tanto que posibilidad

5
física o geográfica de un espacio otro, fue el topos de la esperanza europea, el mal llamado
“continente vacío”, el paraíso edénico, el hogar del buen salvaje, la tierra gratis, un mundo
abierto a las posibilidades humanas y a su vez una apertura en la concepción del mundo y del
hombre. Tanto los conquistadores, como los criollos, los italianos y españoles, los europeos del
Este, los chinos y coreanos, etcétera, imaginaron este lugar como un sitio mejor. Se movieron
abrazados a la esperanza de que existía un lugar otro que era mejor que el propio, la ouk-topía
en tanto que negación de este lugar, rechazo de mi aquí y ahora, devino en eutopía y
búsqueda del allí y mañana.
Pasan los siglos y los herederos de esos viajeros esperanzados vuelven a proyectar
ideales en otros espacios. Vuelven al viejo continente a “hacerse la Europa”, a explorar las
nuevas posibilidades, ya sea laborales o de libertad de expresión. En fin, los movimientos
humanos en muchos casos están ligados a proyecciones de ideales sociales, la mayoría de los
cuales son rayanos a la utopía. Por ello, la finalidad de este proyecto es acercar estos dos
campos para una mejor comprensión de los movimientos migratorios y de los imaginarios que
les subyacen.
El grupo que le da forma al Proyecto CLEUM está formado por especialistas de
diferentes países de América Latina, y procura, con volúmenes como Pensar el afuera, difundir
las posibilidades de trabajos transdisciplinarios internacionalmente, explotando esa gran
ventaja que tenemos los latinoamericanos de compartir no sólo vivencias, sino también el
código en el que registramos las mismas: una lengua común.
Mientras se publica este volumen estamos trabajando en otros dos, al tiempo que se
prevé la organización de una serie de reuniones científicas para la promoción de dichos
trabajos y para la estimulación del diálogo entre diferentes áreas sociales de conocimiento,
con la finalidad de solidificar los estudios en la región. No obstante, que el Centro de Estudios
sea latinoamericano se debe a que las similitudes mencionadas permiten aunar esfuerzos y
evitar repeticiones, al tiempo que nos brinda la posibilidad de discutir con otros centros de
estudios norteamericanos, europeos, o de cualquier otra parte del mundo, y enriquecernos del
intercambio, muchas veces fraccionario o escaso.

Editar un libro siempre es una tarea complicada, y más todavía cuando lo que se
busca no es armar una compilación homogénea e idéntica a sí misma. Pensar el afuera nació
como prolongación de un proyecto mayor, y tanto en esta publicación como en CLEUM
partimos de la premisa de que las diferencias, el debate y la permanente confrontación son

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necesarios e imprescindibles para que el pensamiento pueda crecer y desarrollarse. Por eso los
artículos que componen este volumen poseen un carácter heterogéneo y asimétrico,
condiciones innegociables a la hora de convocar a sus autores.
El criterio de selección que pusimos en práctica, cuestiones formales al margen,
consistió en tomar al perspectivismo como guía. Los trabajos que aquí presentamos son,
invariablemente, apreciaciones subjetivas, parciales y fragmentarias de realidades mucho
mayores. No renegamos de esa condición (por otra parte, presente indefectiblemente en
cualquier tipo de estudio), sino que la aceptamos como la posibilidad de transformar en acto
algunas ideas, prejuicios y suposiciones de las cuales partimos a la hora de iniciar una
investigación. Un perspectivismo que propone analizar diferentes temas desde diferentes
lugares, sin proponer soluciones finales ni unilineales a los diversos problemas que van
surgiendo. Y que, de hecho, en cierto modo estimula más la aparición de esos problemas que
sus virtuales respuestas.
En la primera parte del libro, “Pensar la adaptación: redes sociales, género y medios
de comunicación”, el lector podrá encontrar tres trabajos de corte empírico que, abordando
diferentes temas, pueden ser leídos como un cruce de miradas a partir de preocupaciones
similares: ¿Cómo es la adaptación de los inmigrantes al nuevo espacio? ¿Qué estrategias
implementan para sobre-vivir a esa nueva realidad? ¿Cómo se interrelacionan con el medio y
con las personas que se hallan en él? ¿Qué rol juega la mirada del otro en todo ese proceso?
¿Cómo se ve afectada la biografía de los sujetos en esa coyuntura? Estas preguntas, que
subyacen en los artículos propuestos, son interrogantes que pueden aplicarse a cualquier
contexto histórico-social, y que siempre tendrán respuestas distintas, lo que, lejos de angustiar
al investigador, debería servir como incentivo para comenzar a tratar de entender y explicar lo
complejo de la condición humana, y las dificultades agregadas de analizarla en un momento de
cambio tan radical como lo es una migración.
Ana María Mateu ,en su artículo “En busca de un sueño: Estrategias de un inmigrante
para convertirse en rey del vino”, se propone contar la historia de la familia Arizu, emigrantes
navarros, como un ejemplo microhistórico de las posibilidades de inserción y de ascenso social
a las que era posible acceder a fines del siglo XIX y principios del XX en la provincia de
Mendoza, Argentina, siempre que se conjugaran algunas habilidades personales, familiares y
empresariales.
Victoria Martínez Espínola, por su parte, con “Migraciones y género: una aproximación
a partir de las experiencias de mujeres bolivianas residentes en Mendoza”, comparte el mismo

7
espacio geográfico, la provincia argentina de Mendoza, pero desde una mirada particular que
viene desde fines del siglo pasado: el enfoque de género. Desde el supuesto de que el género
constituye una forma primaria de relaciones de poder se analiza la problemática de las
inmigrantes bolivianas en la mencionada provincia.
Celeste Castiglione, con “Marcas de la focalización: el migrante latinoamericano en la
prensa argentina”, ofrece un estudio del modo en que fueron presentados los migrantes
latinoamericanos en los principales diarios argentinos, en el período 1999-2007. El análisis se
sustenta en el reconocimiento del valor performativo del lenguaje, lo que remarca la influencia
de los medios de comunicación en la población al tiempo que se destacan sucesos puntuales
descritos por esos periódicos (ataques a inmigrantes, incendios de talleres clandestinos, etc.).
La segunda parte, “Pensar las fronteras: posicionalidad, desterritorialidad y
extraterritorialidad”, es de corte más teórico, y busca instalar la idea de la “frontera” como un
punto de quiebre y no retorno en los sujetos, mediante la cual el adentro y el afuera quedan
un poco difuminados en el imaginario de aquel que debió partir. Los tres artículos abordan las
cuestiones que se proponen desde el título confrontando la teoría con la práctica, intentando
explicar los conceptos a través de ejemplos claros y accesibles. La noción de “identidad”,
presente en los primeros artículos, cobra en estos un rol mucho más protagonista, siendo
discutida desde diferentes ángulos. A través de visiones de paralaje complementarias (a veces
contradictorias, pero no por ello excluyentes), los tres autores buscan cuestionar algunos
preceptos que muchas veces son tomados pasivamente por los investigadores que se basan en
ellos para construir sus propios corpus bibliográficos.
Gustavo Fares, en “Los Estudios Fronterizos y sus descontentos: un manifiesto
Posicional”, analiza los Estudios Fronterizos tal como se practican en la academia
estadounidense, y los desafíos que enfrentan, uno externo, la desterritorialización de la
nación-Estado, y uno interno, la esencialización de su objeto de estudio, es decir, de las
poblaciones migratorias y que habitan en los territorios fronterizos. Propone una alternativa a
estos desafíos mediante la noción de “posicionalidad,” generalmente asociada con la
geografía. Como ejemplo del uso de la posicionalidad en los Estudios Fronterizos analiza la
construcción y deconstrucción de la identidad hispana en los Estados Unidos, y las
características de tal construcción de identidad como proceso político y no como categoría
natural dada.
Pablo Gasparini, en “La extraterritorialidad del pobre”, parte del ensayo “Reflections
on Exile” de Edward Said para analizar el concepto de extraterritorialidad de George Steiner y

8
reflexiona sobre la aplicabilidad del mismo a la literatura y la cultura latinoamericana.
Distingue las categorías de “extranjero” y de “inmigrante” (la primera aparentemente más
ligada a la experiencia extraterritorial) y compara las políticas de escritura de Antonio Porchia y
Witold Gombrowicz en Argentina considerando, para esta tarea, algunos conceptos sobre la
inmigración provenientes de Vilém Flusser y de Abdelmalek Sayad.
Por último Nicolás Hochman, en “Fabio Morábito, o el exilio sutil”, entremezcla su
experiencia en los estudios sobre el exilio con una entrevista al reconocido escritor egipcio-
italiano-mexicano. Al tiempo que se entrecruza la teoría migratoria con la poética de un eterno
migrante, se expone el problema que supone la ausencia de una concepción específica del
punto de partida de quien migra: el “nostos” (el hogar, el propio lugar, la patria) de toda
nostalgia. La angustia del “haber ido” deviene en una extranjería fecunda para la escritura y
por extensión para los estudios migratorios.
Pensar el afuera implica salir un poco a lo desconocido. Resignarse (en el sentido de re-
signar, de volver a dar un significado) a que el afuera siempre será desconcertante, imposible
de encasillar y de contener; a que la entropía (del movimiento de las cosas, pero también del
pensamiento) va a seguir estando ahí. Y que precisamente por eso es positivo apostar a los
proyectos que permiten compartir esos espirales excéntricos que son las ideas, y compartir el
proceso con quien quiera ser parte de él. Proyecto CLEUM invita, desde esta posición, a que
los lectores se enfrenten a este libro desde esa perspectiva, en tanto algo inconcluso, abierto y
deseante de seguir construyendo un camino basado en la observación, las preguntas, la
investigación, el debate y la participación.

Nicolás Hochman

Noviembre de 2010

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PRIMERA PARTE

Pensar la adaptación:
redes sociales, género y medios de comunicación

10
EN BUSCA DE UN SUEÑO. ESTRATEGIAS DE UN INMIGRANTE PARA
CONVERTIRSE EN “REY DEL VINO”

Ana María Mateu

Resumen

La historia de la familia Arizu, emigrantes navarros, constituye un claro ejemplo de


las posibilidades de inserción y de ascenso social a las que era posible acceder a fines del siglo
XIX y principios del XX en la provincia de Mendoza, Argentina, siempre que se conjugaran
algunas habilidades personales, familiares y empresariales. Esta biografía tiene sus
comienzos en la aldea de Unzué, en la provincia de Navarra, España, y en la coyuntura social y
económica que dejaron atrás. De las múltiples relaciones entre ese contexto y el que
encontraron y contribuyeron a moldear en esta provincia argentina surgen esclarecedoras
pistas sobre su exitoso proceso de inserción en la vitivinicultura provincial, que llevó a que el
hermano mayor, Balbino, fuera calificado como “rey del vino”.

Palabras claves: Inmigración – Redes sociales – Vitivinicultura.

Abstract

The history of the Arizu family, migrants from Navarre, constitutes a clear example of
the possibilities of insertion and of social mobility to which it was possible to accede at the
end of the 19th century and beginning of the 20th in the province of Mendoza, Argentina,
providing that there were conjugating some personal, familiar and managerial skills. This
biography has his beginning in Unzué's village, in the province of Navarre, Spain, and in the
social and economic conjuncture that they left behind. From the multiple relations between
this context and the one that they found and helped to mold in this Argentine province

11
enlightening tracks arise on his successful process of insertion in the provincial viticulture,
which led that the elder brother, Balbino, was qualified as "king of the wine".

Keywords: Immigration – Social Networks – Viticulture.

12
Introducción

La historia de la familia Arizu, emigrantes navarros, constituye un claro ejemplo de


las posibilidades de inserción y de ascenso social a las que era posible acceder a fines del siglo
XIX y principios del XX en la provincia de Mendoza, Argentina, siempre que se conjugaran
algunas habilidades personales, familiares y empresariales. Esta biografía tiene sus
comienzos en la aldea de Unzué, en la provincia de Navarra, España, y en la coyuntura social y
económica que dejaron atrás. De las múltiples relaciones entre ese contexto y el que
encontraron y contribuyeron a moldear en esta provincia argentina surgen esclarecedoras
pistas sobre su exitoso proceso de inserción en la vitivinicultura provincial, que llevó a que el
hermano mayor, Balbino, fuera calificado como “rey del vino” (La Quincena Social, 1920).
El abordaje microanalítico, sugerido con fuerza por la riqueza y la prodigalidad de las
fuentes nominativas encontradas, permitió a través de la historia específica de una familia
empresaria, contextualizar, confirmar, refutar o relativizar, algunos de los avances de los
últimos años sobre la historia de inmigrantes, de empresas y de sectores agroindustriales. Los
actores “de carne y hueso” que aquí rescatamos nos remitieron a aldeas españolas, a
parientes, a pasajeros de barcos, a trabajadores, a pueblos vitivinícolas, cuyas identidades
entrecruzadas, fueron “traducidas” en el sentido de Geertz y ofrecieron explicaciones para
esta historia, que esperemos expresen la complejidad del problema estudiado (Geertz, 1987).
Balbino Arizu embarcó en Barcelona en el buque Fivaller para llegar a Buenos Aires el
8 de julio de 18831. Era una de las 127.177 personas que salieron de Navarra entre 1861 y
1930 y de los 3.901 españoles que partieron ese año. Con la convicción de que su horizonte se
podía extender más allá que el de sus abuelos, subió al buque que lo traería a América con
bastantes más cosas que un pasaje y el equipaje. Trajo consigo una experiencia vitivinícola
aportada por varias generaciones: ese era su mejor capital social y cultural (Bourdieu, 1991).
Su llegada al país fue temprana en relación a la mayoría de sus compatriotas y lo convirtió en
un anticipador y disparador de los cambios en su propia familia y en su red de parientes y
amigos. No vino a probar suerte en cualquier actividad, declaró, a su arribo, ser agricultor y
orientó sus energías y estrategias para continuar siéndolo. Ejerció un destacado rol en relación
al crecimiento vitivinícola de Mendoza, sector en cuya cúspide se insertó, marcando pautas y
señalando comportamientos y estrategias. Al elegir Mendoza, sabía que la reproducción de su

1
Información extraída de las Listas de Pasajeros de las bases de Datos del Centro de Estudios
Migratorios Latinoamericanos, Buenos Aires (CEMLA).

13
cultura vitivinícola no iba a estar constreñida al acotado y fragmentado espacio navarro. Su
historia empresarial y la de la industria recorrieron senderos similares. ¿Pensaría que llegaría a
tener el paño de vides más grande del mundo?

La inmigración española

Insertar este estudio microanalítico en el importante proceso de cambio demográfico


de la Argentina moderna permite corroborar o discutir algunos supuestos que forman parte de
la última literatura disponible sobre el tema y conocer las múltiples y, a veces, inesperadas
relaciones entre las escalas micro- y macroanalíticas que explican las relaciones entre el
individuo, el grupo y el contexto.
En relación al estado del arte sobre el tema de la inmigración española2, Moya afirmó
en 2004, que los estudios en la Argentina son mucho menos numerosos a los realizados en
otros países, y sobre otras colectividades y esboza algunos fundamentos. Sugiere que tal vez
no llamaban la atención porque eran “invisibles”, es decir, demasiado parecidos a los
habitantes del país, o porque eran el grupo fundador de la cultura original. A veces eran
considerados “primos” pero también recién llegados, incultos, extranjeros, extraños (Moya,
2004:15). Por su parte, distintos especialistas 3 señalan que la historiografía vasca y navarra,
ha dedicado poca atención al ámbito americano y solo han rescatado la atención a las
biografías de grandes personajes.
Los Arizu formaron parte de la oleada trasatlántica impulsada por la apertura de la
economía y la ampliación del mercado de trabajo. Argentina se convirtió, para muchos, en la
tierra de promisión dadas sus enormes posibilidades de progreso relacionadas con sus
condiciones estructurales: población escasa, tierra abundante, expansión económica
acelerada, demanda de trabajadores y salarios más altos que en España o Italia, como lo ha
demostrado Cortés Conde en sus series de salarios (Cortés Conde, 1979). En vísperas de la
Primera Guerra Mundial, Buenos Aires era la segunda ciudad más poblada de la costa
atlántica, después de Nueva York y había más españoles en ella, que en cualquier ciudad de la
península ibérica, a excepción de Madrid y Barcelona. El Cuadro Nº 1 muestra la preferencia

2
Remitimos, entre otros, a Sánchez Albornoz, 1988; Clementi, 1991; Marquiegui, 1993; Fernández,
1986; Fernández, 1987; Fernández y Moya, 1999; Yáñez Gallardo, 1989; Moya García, 1998; Pérez
Fuentes; Fernández de Pinedo, 1993; Sánchez Alonso, 1995 ; Romolo, 1988; Cagiao, 1989; Mikelarena
Peña, 1993.
3
Azcona Pastor 1992, Idoate Ezquieta, 1989, Erdozain Azpilcueta, 1999, Garaico Echea, 1965.

14
de los migrantes por venir a “hacer la América”, por otra parte, el Gráfico Nº 1 es demostrativo
de los volúmenes de crecimiento de la inmigración española en el país, con un punto máximo
en 1913 y el Cuadro Nº 2 relaciona el porcentaje de españoles en relación a otras
colectividades, mostrando el predominio de los italianos en los primeros años de la
inmigración masiva.

Cuadro Nº 1:
Emigración española, distribución por continentes de destino de los efectivos

Años Emigración Total América Europa África Asia-Oceanía


1885-1890 374.088 262.420 4.613 98.020 9.035
1891-1895 396.474 282.751 16.650 87.262 9.811
1896-1900 396.183 276.839 7.257 81.300 30.787
1901-1905 348.910 236.910 8.602 100.127 3.271
1906-1910 713.055 586.934 11.938 110.059 4.124
1911-1915 818.486 649.703 33.449 133.023 2.311
1916-1920 453.878 401.069 11.499 40.011 1.299
1921-1925 484.115 416.508 8.166 58.048 1.393
1926-1930 376.340 302.725 8.328 64.253 1.034

Fuente: Comisión de Estadística del Instituto Geográfico y


Catastral e Instituto Nacional de Estadística. www.ine.es

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Gráfico Nº 1:
Inmigración española en bruto en Argentina (1857-1960)

Fuente: Sánchez Alonso, 1992: 77.

Cuadro Nº 2:
Inmigración al país, por nacionalidades (1876-1910)

Nacionalidad Españoles Italianos Otros Total=100


Período Nº % Nº % Nº % Nº
1876-1880 16.086 14.3 69.210 61.7 26.913 24.0 112.191
1881-1885 23.133 9.1 182.620 71.5 49.432 19.4 255.185
1886-1890 135.709 23.0 313.265 53.0 142.409 24.0 591.383
1891-1895 36.450 15.4 160.240 67.8 39.562 16.8 236.252
1896-1900 95.264 23.1 264.455 64.2 52.355 12.7 412.074
1901-1905 146.774 27.9 289.534 55.0 89.722 17.1 526.030
1906-1910 488.768 39.5 528.197 42.7 221.108 17.8 1.238.073

Fuente: Martín, 1992:254.

16
A las favorables condiciones estructurales del país se les unía la posibilidad de tener
rápidamente trabajo. Hasta la Primera Guerra Mundial la oferta laboral en nuestro país era
inmensa y ello explica los grandes volúmenes de migrantes que arribaron y su rotación entre
distintos puestos rurales y urbanos. Entre 1882 y 1930 las dos terceras partes de los
inmigrantes que declararon profesión eran agricultores, seguidos muy de lejos por
trabajadores del comercio y del transporte. Su composición profesional no respondía tanto al
tipo de demanda de mano de obra del país de destino como al perfil de los excedentes de la
oferta española en aquellas décadas. Por ello tuvo mucha importancia la emigración
“golondrina” que puso de relieve la formación, a finales del siglo XIX y primeras décadas del
XX, de un mercado de trabajo de dimensiones atlánticas. Como el Cuadro Nº 3 demuestra, el
movimiento migratorio se correspondió con el índice del crecimiento del PBI argentino.

Cuadro Nº 3
Crecimiento del producto real por habitante (1870-1989)
(tasas de crecimiento medias anuales compuestas)

1870-1900 1900-13 1913-29 1929-50


Argentina 1,1 2,5 0,9 0,6
Australia 0,7 1,1 -0,4 1,6
Canadá 1,8 3,3 1,0 1,8
Brasil 1,1 1,4 1,4 2,4

Fuente: Sánchez Alonso. 1992: 42.

Migrar en red desde Navarra

¿Era la familia Arizu un exponente de la agricultura navarra de la época? ¿La elección


de Mendoza se relacionó con la intención de reproducir un paisaje vitivinícola, acerca del que
ya se tenía conocimiento y experiencia? ¿La fragmentación de la tierra y sus limitaciones en
cuanto al aumento de la productividad, a la expansión de los cultivos y a la subsistencia de una
familia numerosa, fueron decisivos para migrar? Las respuestas a estas preguntas explican el
comienzo de esta historia.

17
Hacia 1880/84 el vino representaba el 45% del total de las exportaciones españolas,
que en especial se orientaban hacia Francia, antes de iniciar en 1891 un largo declive. Grandes
superficies de tierra, que sólo servían marginalmente para otros cultivos, habían sido
apropiadas para el viñedo, y se extendían, especialmente, entre los pequeños propietarios. La
vitivinicultura, el “primer ramo de riqueza navarra” (Lana Berasain, 1987), llegó a representar
en vísperas de la filoxera a mediados de la década del noventa, poco menos de un 40% del
producto agrícola total, habiendo partido en 1857 de una proporción inferior al 20%. Se había
producido un importante crecimiento a partir de 1880, especialmente en la zona de Tafalla,
aunque también en Tudela y Estella. Si a comienzos del siglo XIX se producían en Navarra entre
375 a 400 mil hectolitros de vino, hacia los años ochenta la producción provincial se acercaba
al millón de hectolitros, habiéndose multiplicado por 2,5. Por otra parte, las dinámicas vías de
comunicación ferroviaria de la red Norte, que vinculaban directamente las zonas productoras
de caldos de alta graduación (Tudela, Tafalla) con la frontera francesa, permitieron la mejora
de la comercialización del vino de mesa, que así pudo responder a las oportunidades del
mercado internacional impactado por la drástica reducción de la producción de uva en Francia
por la expansión de la filoxera.
La coyuntura que acabamos de analizar, nos permite afirmar que Balbino y sus
hermanos no abandonaron una economía agotada. Por el contrario, en 1883 la vitivinicultura
española, y, en especial, la de Navarra se encontraba en la “golden age”4 de la euforia
exportadora hacia Francia. Incluso el proceso migratorio familiar se adelantó a la posterior
crisis de sobreproducción y a la difusión de la filoxera y el mildium. La importancia que hemos
atribuido al conocimiento y a la experiencia que Arizu capitalizó en Navarra y aplicó a un
contexto de crecimiento como el de Mendoza, es compartida por Pinilla cuando sostiene que
el arribo de inmigrantes con experiencia como bodegueros, con conocimientos técnicos de
cómo cultivar y cómo producir vinos, produjo un crecimiento muy importante en áreas con
condiciones para la vitivinicultura, como Australia o Argentina (Pinilla, 2002:63). El ingreso de
inmigrantes como consumidores y como activos laborales y la ausencia de barreras de

4
Afirma Juan Pan-Montojo que la “edad de oro de la vid” fue el periodo 1877-1887 durante el cual no
dejaron de crecer las exportaciones de vino común español ante la expansión de la filoxera en las cepas
francesas desde los años ‘60. España y Francia suscribieron por diez años el tratado comercial de 1882
por el que se redujeron los aranceles que pagaban los vinos españoles al entrar en Francia. Cuando
finalizó el tratado se produjo una crisis de sobreproducción que no pudo ser absorbida por el mercado
interior. Sus efectos solo fueron amortiguados por la penetración de la filoxera en España. Pan-
Montojo, Juan. El vino y la política comercial en la restauración. En: http://dialnet.unirioja.es. Formato
pdf.

18
entrada, permitió el establecimiento de viñedos de mucha mayor escala que los de los países
de origen. Sostiene que si a esto le unimos, en el caso argentino, el proteccionismo tarifario y
las políticas públicas tendientes a la sustitución de importaciones, podemos explicarnos el fin
de países exportadores de vinos como España.
¿Fueron los Arizu un caso especial dentro del proceso migratorio español? ¿Su
temprana llegada constituyó un factor de atracción para otros españoles? ¿Cómo circulaba la
información entre los dos mundos que se iban a encontrar? ¿Actuaban las redes sociales como
un mecanismo que aminoraba los riesgos y maximizaba las posibilidades de conseguir lo que
se buscaba? Plantearnos estas preguntas desde las “dos orillas”5, permite rescatar las
especificidades de las regiones de atracción y expulsión en donde se movían los actores y
conocer el rol jugado por las redes sociales. Fernando Devoto resalta la importancia, para el
proceso migratorio español (Devoto, 2004) del “acceso a la información”, de los vínculos
tradicionales entre ambos países, de la misma lengua, religión y tipos de sociabilidad, factores
todos que deben ser mediados por las diferencias regionales que conectan el mundo con la
aldea, posición también sostenida por Blanca Sánchez Alonso (Sánchez Alonso, 2000:730-755).
La circulación de la información remite a la categoría de “redes sociales” de dilatada
presencia en los estudios migratorios y en otros temas de historia económica y política. La
misma constituye una “metáfora” que pone de relieve mecanismos de comportamiento social
invisibles a los modelos estructurales (Ramella, 1995:9). La conformación de los vínculos
originales y sus múltiples resemantizaciones y reconfiguraciones crean solidaridades o alianzas
para la difusión acerca de dónde migrar. Reafirmando esta postura Ramella sostiene que la
oferta y la demanda entran en contacto en el interior de una trama de relaciones en donde la
información no es un bien libre, y donde cada individuo desarrolla una estrategia para acceder
a ella, incorporarla y transmitirla(Ramella, 1995:15)
En la historiografía argentina, los condicionantes relacionales, lo que Cortés Conde
llamó efecto “parientes y amigos” (Cortés Conde, 1985), tuvieron sus primeras aproximaciones
en los trabajos fundadores de Samuel Baily (Baily, 2000:45-62) y de Fernando Devoto (Devoto,
1988), de amplio impacto en los años ‘80 en lo que Miguez califica como una visión histórica
post-estructural, porque desplaza el eje hacia lo relacional y hacia el individuo, hacia la historia
“desde abajo” (Miguez, 1995).

5
Nos pareció interesante recrear el nombre de un sitio español sobre los procesos migratorios.
http://www.entredosorillas.org/.

19
¿Fue la migración una enfermedad, una epidemia que tuvo para todos los actores y
las regiones las mismas repercusiones? (Fernández y Moya, 1999:20).6 A pesar de que los
consulados argentinos estaban diseminados por Europa y operaban prácticamente como
agentes de propaganda, sostiene Moya que los principales auspiciantes fueron los propios
miembros de la familia, a través de las cartas de los migrantes que llegaban a los pueblos y
eran leídas en las iglesias, y, en especial, por medio de las remesas que actuaban como el
principal incentivo para salir del país. Para otros, como John y Leatrice MacDonald tuvo gran
importancia el auspicio de los padroni, aunque también fue importante la acción de los
agentes reclutadores, que recibían dinero por cada emigrante conseguido (MacDonald, 2004).
Las cadenas actuaban en un espacio definido más como “espacio migratorio”, que como
delimitaciones geográficas. La regionalización del fenómeno migratorio como clave explicativa,
ha mostrado una visión más optimista del fenómeno y permitido desvincular la penuria rural
con la inmigración (Moya, 2004; Sánchez Alonso, 1995; Devoto, 2004) al remitir a las
características socioeconómicas de la región y a tipos familiares, unidades de corresidencia y
sistemas de herencia. Todas estas especificidades llevan incluso al interior de la propia familia
y enriquecen modelos más generales. Afirma Sánchez Alonso que ayudan a explicar la
despoblación de algunos pueblos o comarcas y la concentración de personas de un mismo
origen en determinadas localidades del país de destino (Sánchez Alonso, 1988).
Pareciera estar demostrado que la emigración fue un fenómeno de alfabetos,
pequeños propietarios y comerciantes y que el éxodo no se inició en las zonas más
empobrecidas sino en aquellas relativamente mejor ubicadas y más democráticas.
Corroborando esta postura, Moya sostiene que Navarra fue la región de donde salió la mayor
proporción de emigrantes, a pesar de que había llamado la atención de un viajero en los años
‘80 por el bienestar general que se vivía y por la ausencia de mendigos (Moya, 1999:41). En un
primer momento, la jurisdicción norteña de Pamplona centró la mayor parte de la emigración
Navarra, ya que en 1857 representaba el 91% de las salidas al extranjero. Su ubicación
estratégica en las vías de comunicación permitió mejores contactos con la información que
provenía de los puertos o a través de los Pirineos, entre los “primos” de ambos lados de la
frontera, que, a juicio de José Moya, eran vecinos y parientes, a pesar de que las estadísticas
oficiales los diferenciaban simplemente como extranjeros.

6
La intensidad del fenómeno migratorio y su difusión fue asimilada al lenguaje corporal. Moya remarca
el uso de conceptos como “fiebre”, “enfermedad contagiosa”, “desangre”, “cáncer”, utilizados por los
países ante la pérdida de sus habitantes. Dicho autor analiza varios de estos conceptos y su significado.

20
Según el análisis de Fernández de Pinedo, el 82, 45% de los navarros salió por el
puerto de Barcelona. Aunque las Estadísticas de Emigración e Inmigración de España, indican
solamente el lugar de salida y no el de la provincia de origen, dicho autor deduce que por
Vizcaya emigraba un sector más calificado que el grueso español, con un elevado porcentaje
de industriales y artesanos. En este sentido sostiene que “grupos sociales cualificados”
buscaron alcanzar en la emigración metas que no veían posibles en su propia tierra”
(Fernández de Pinedo, 1988:120) como una manera de resistir la proletarización. Esto es
corroborado con que el afán de “mejorar fortunas”, en la documentación para salir del país,
fue confesado por los navarros como la principal causa de emigración (Idoate Ezquieta, 1989).
Afirma Marcelino Iriani que en el caso vasco y navarro, el 30% de los llegados a Argentina
utilizó el mecanismo de la cadena (Iriani, 1999:185). Lo usual era que primero llegara un
pionero y que luego de este impulso inicial, los mecanismos de llamada o de salidas se daban
desde ambas orillas. En el mismo sentido, Idoate Ezquieta refrenda esta opinión a través de la
trascripción de la documentación que se debía llenar antes de partir, en donde se manifestaba
la existencia de llamados de parientes o amigos (Idoate Ezquieta, 1989).
La peculiaridad de la emigración navarra era expresada por las rimas y coplas de la
época. Moya destaca que, a diferencia de Galicia, las canciones transmitían los lamentos más
de las madres que de las viudas, ya que la mayor parte de los navarros emigrantes eran hijos
solteros. La circunstancia, señalada por Fernández Pinedo, de que la emigración en los años ‘80
fuera de una media sorprendentemente baja, de 12 a 14 años, explica el pesar de muchas
familias por su desmembramiento y la difusión de algunos folletos que circulaban para frenar
el éxodo (Cola y Goity, 1882).7

La familia Arizu

Como afirman Anaclets Pons y Julio Serna, siempre las búsquedas de


interpretaciones, dependen del tamaño de la red que tiremos al océano: “ceñirse al lugar, al
objeto reducido, no es la antítesis de lo universal, ya que en lo cercano pueden formularse
cuestiones generales: cómo unos individuos concretos se han planteado problemas
semejantes a los de otros seres humanos muy diferentes o alejados” (Pons y Serna, 2007:17).

7
Agradecemos el acceso a este documento al Dr. José Miguel Lana Berasain.

21
Esta historia familiar rescata a actores “de carne y hueso”, (Bragoni, 2004)8 que remiten a
aldeas españolas, a parientes, a pasajeros de barcos, a trabajadores, a pueblos vitivinícolas,
cuyas identidades entrecruzadas, permiten ensayar algunas explicaciones sobre el proceso
migratorio.
Del matrimonio de Ambrosio Arizu (1833) con su prima Eusebia Labiano nacieron
once hijos: Balbino (1858), Juan Clemente (1859), Lucio Prudencio (1861), Eusebia Vicente
(1863), Sotero Miguel (1866), Jacinto Prudencio (1868), Eustaquia Micaela (1870), Luciana
(1873), Antonio (1875), Isidro (1876) y María Dolores (1879). Eustaquia y Luciana se hicieron
monjas y Lucio Prudencio, Antonio, Isidro y María Dolores parecen haber fallecido
tempranamente. Constituían una familia numerosa9 que vivía junto a un peñón de casi mil
metros de altura, en una aldea que, en la actualidad, tiene solamente 132 habitantes. Los
Arizu Labiano estaban asentados desde el año 1600 en Navarra y emparentados entre sí desde
varias generaciones: Arizu Otazu, Arizu Labiano, Fernández Arizu, Arizu Abadía,
Arizu Yracheta, Arizu Yrisarri , Arizu Leoz, Arizu y Alcalde, Arizu Elorza, Arizu Díaz, Arizu Yturria,
Arizu y Martínez, Arizu y Duque, Arbizu Arizu, Zalba Arizu y Erice Arizu10.
Según el amillaramiento11 de Unzué realizado en 188912, seis años después de que
Balbino hubiera partido a Mendoza, Ambrosio Arizu, su padre, era uno de los 105 residentes
censados (en los que se incluía a los forasteros) y era propietario de tres casas, dos corrales,
casi 25 hectáreas de herbáceos y un poco menos de 1,62 hectáreas de viñedos. Su esposa
Braulia, estaba registrada en otra unidad familiar, como propietaria de 2 toros, 20 cabras, 122
lanares “churros” y 2 mulas. Sus bienes urbanos y agrícolas los ubicaban entre los más ricos del
pueblo, solo superados por Patricio Erice con casi 32 hectáreas y por Benigno Zabalza, con 45
hectáreas, quienes tenían además entre 200 y 300 cabezas de ganado lanar. En todo el pueblo
había 52 hectáreas de viñedos, la mayoría de menos de 1 hectárea, que en la actualidad han
desaparecido. El comercio no era una actividad importante, ya que la producción agrícola y la

8
El retorno al actor y a las perspectivas microanalíticas ha tenido una recepción interesante en la
historiografía argentina económica, política y social en las últimas décadas.
9
La alta natalidad de la época era una estrategia contra la alta mortalidad y un recurso para establecer
alianzas con otras casas familiares.
10
Información extraída de los Archivos Mormones, sede Godoy Cruz y de su sitio en Internet.
www.lds.org
11
El amillaramiento es la relación numerada y por orden alfabético de todos los dueños y usufructuarios
de bienes inmuebles y ganadería sometidos a contribución que haya en cada término municipal,
expresados separadamente y en conjunto, individuo por individuo, de cada uno y todos los objetos de
imposición que el dueño o usufructuario posea. Se realizaron a partir de 1853 hasta 1906.
12
Archivo General de Navarra, Diputación Foral de Navarra, Catastro, caja 16128. Agradecemos la
gentileza de José Miguel Lana Berasain por facilitarnos este material.

22
actividad industrial, se reducían prácticamente al autoabastecimiento. Los pocos excedentes
se intercambiaban en las ferias y mercados locales, según se había hecho desde siglos
anteriores.

Algunas explicaciones para la migración familiar

En medio del contexto de las migraciones internacionales cuáles fueron las


motivaciones para el viaje de Balbino y de sus hermanos varones: ¿Una familia numerosa en
relación al tamaño de la propiedad?, ¿falta de actividades productivas que absorbieran la
fuerza de trabajo familiar?, ¿la obligación del heredero de compensar económicamente al
resto de los hermanos?, ¿una personalidad ambiciosa?, ¿conflictos familiares?, ¿su soltería?
Los Arizu vivían muy cerca del cruce de los caminos entre Pamplona y Tafalla y a un
promedio de 30 Km. de ambas importantes poblaciones, una de ellas, Pamplona, la capital de
Navarra. Es decir, estaban en contacto con las profundas transformaciones sociales de su
época, relacionadas con la disminución del analfabetismo, la aceleración del proceso
urbanizador y los cambios económicos y culturales. No estaban aislados, ya que el telégrafo
(1882) y el teléfono (1885) comunicaron a Navarra con el resto del país y luego con el mundo.
A mediados del siglo XIX, había llegado a Pamplona el ferrocarril. Balbino y sus hermanos
sabían leer y escribir en un medio donde el 64% de la población era analfabeta y donde el
sufragio universal estaba recién estrenado, ya que fue en la Constitución de 1869 cuando por
primera vez se reconoció el sufragio universal masculino. Inserto en un medio escasamente
alfabetizado, con altos niveles de ruralidad y en donde la burguesía era un pequeño grupo de
comerciantes, industriales o propietarios que solían ocupar la mayor parte de los cargos
municipales, Balbino no era uno más. Pertenecía a una de las familias más ricas y antiguas de
Unzué. No huía de la miseria.
Sin dudas, una de las causales más directamente relacionadas con el proceso
migratorio vasco o navarro fue la peculiar forma de transmitir el caserío y sus tierras, cuya
unidad no debía romperse. En el sistema de “herencia troncal” (Aizpún Tuero, 1945),
generalmente los matrimonios eran de conveniencia y lo más habitual era que el heredero
elegido, generalmente el hijo mayor, recibiera, al casarse, la propiedad inmueble y sus padres
quedaban viviendo bajo su amparo. Al asociar a un solo hijo al trabajo del padre, se
perpetuaban en el hogar paterno los valores de trabajo y familia. Sin embargo, afirma Azcona

23
Pastor (Azcona Pastor, 1992) que, a veces, se dejaba afuera al hijo más emprendedor para que
fuera a probar fortuna a América.
Si Balbino partió de un puerto español13, es evidente que cumplió el servicio militar o
pagó para evitarlo. Llegó a Mendoza con 25 años recién cumplidos, el 31 de marzo. No se
había casado lo cual implicaba que no había logrado acrecentar el patrimonio con otra
heredera o “pubilla” ni acceder a los bienes troncales de su familia y a las obligaciones que ello
acarreaba: compensar a sus hermanos segundones con dotes y legítimas, cuidar a los padres,
ser usufructuario de sus bienes hasta que fallecieran e intentar “colocar” lo mejor posible a los
hermanos. Por otra parte, si llegó a la Argentina con su nombre y a los 25 años, podemos
suponer que ya había cumplido con los requisitos del servicio militar o había pagado una
compensación en metálico. Y si embarcó en Barcelona y no desde un puerto extranjero,
implica que también había cumplimentado con la normativa de época14.
Su decisión había sido suficientemente planeada: venía a expandir su capital
económico, social y cultural vinculado a la vitivinicultura. Si las tierras navarras eran pocas para
tanta familia y el peñón ponía límite a sus aspiraciones ¿porqué no buscar un paisaje similar
con montañas que se recostaban hacia el oeste15, pero también con una llanura inmensa hacia
el este que marcaría un enorme espacio para vender sus productos? El encuentro de un
paisaje adecuado para reproducir “lo conocido” ¿constituye una de las claves para entender
una inserción económica tan exitosa?
Balbino se embarcó a la Argentina en julio, época en que ya en su pueblo se habían
terminado las tareas agrícolas de la siega, la trilla y la vendimia. Cuando subió al Fivaller no se
diferenciaba del común de los resto de los emigrantes que caracteriza José Manuel Azcona
Pastor16: sexo masculino (89,2%), solteros (89%), agricultores y de una edad que oscilaba entre

13
Los agentes de embarque facilitaban la emigración clandestina a través de la falsificación de
documentos personales, del embarque en altura o por puertos extranjeros como Burdeos, Gibraltar,
Lisboa, por ejemplo, para escapar del servicio militar. Los varones jóvenes enfrentaban el problema de
la prolongada duración del servicio militar, entre los 18 y los 25 años, que podría ser evitada con una
compensación en metálico, y a la que no todos podían acceder. Esto explica que fueran los varones
jóvenes quienes nutrieron la emigración clandestina y los más propensos a caer en las redes de
reclutadores que les proporcionaban documentación falsa y pasaje para abandonar el país.
14
Para un pormenorizado detalle de la documentación presentada sobre los emigrantes del Valle de
Baztán puede consultarse a Idoate Ezquieta, 1986:139-147.
15
La aldea de Unzué y la ciudad de Mendoza se ubican casi a la misma altura sobre el nivel del mar.
16
Analiza un grupo de 2.019 emigrantes navarros entre 1830 y 1900, p. 64. El hecho de abandonar el
hogar, el pueblo de origen y el país comportaba una selección de aquellos miembros de la familia que
estaban en mejores condiciones para situarse en el país de destino. Consecuentemente, los niveles de
alfabetización de los que emigraban eran superiores a la media de España por las mismas fechas
(Azcona Pastor, 1992:64).

24
los 20 y 25 años (36,2%). Cuando, como era tradición entre los navarros, Balbino fue a la feria
de Tafalla en 1882 se encontró con Bernardino Izuel17, un “pariente” de origen zaragozano,
especialista en riego, que había traído de Argentina un lote de mulas para vender y que lo
entusiasmó a viajar. Con él llegó a Mendoza en 1883, a trabajar en la apertura de un canal en
el departamento de Rivadavia. Es posible que a Izuel, que actuara como “padroni”, como un
agente de trabajo, ya que no sabemos si el grado de parentesco era real o fue “recreado”
posteriormente18.
Debemos destacar que entre las regiones españolas, los vascos y navarros gozaban
de la mejor reputación entre los grupos ibéricos de la Argentina y eran preferidos antes que los
europeos del sur. Sin embargo, la llegada de los Arizu Balbino no parece haber estado
relacionada con las políticas públicas inmigratorias argentinas ni con las Oficinas de
Propaganda en Europa, ni con los pasajes subsidiarios del estado argentino19.
Aunque la mayoría de los inmigrantes se asentó en Buenos Aires (Cuadro Nº 4), la
búsqueda de mano de obra fue central en las políticas públicas de Mendoza. Para el desarrollo
vitivinícola de Mendoza, se necesitaba, en forma prioritaria, mano de obra. Por ello, el
gobierno se empeñó en su búsqueda ya en los primeros años de la década de 1870. Con el
presupuesto nacional o con el provincial se nombraron distintos agentes e inspectores de
inmigración que se establecieron en Buenos Aires y que hasta viajaron a Europa a buscar
trabajadores.

17
No conocemos su grado de parentesco real, pero se trataban como “primos” y se acompañaron en la
vida empresarial. El Álbum del Centro Vitivinícola de 1910 cuenta que Izuel vivía en San Rafael desde
1870 y se había dedicado a las obras de riego. Había realizado en Francia estudios sobre irrigación y
tuvo a su cargo la extensión de la red de riego en el sur mendocino, cuyos honorarios el gobierno
canceló con tierras, muchas de las cuales fueron vendidas a los Arizu. Entre ambos donaron tierras para
la fundación de Villa Atuel.
18
Entrevista a Sara Ruiz Izuel de Casale, 18 de marzo de 2008.
19
El experimento del gobierno argentino con la inmigración “subsidiaria” durante el periodo 1888-1891
atrajo a miles de personas que abandonaron su país sin planes claros y sin contactos en la Argentina,
precisamente antes de la crisis del 90. Entre 1889 y 1890 el gobierno argentino expidió alrededor de
134.000 pasajes que fueron entregados a agentes reclutadores y de los cuales unos 60.000 se
entregaron a españoles. La promoción tuvo impacto en el conjunto de España, especialmente sobre las
familias de jornaleros andaluces afectados por la sequía y la filoxera.

25
Cuadro Nº 4
Distribución geográfica de la población española en Argentina ( 1869-1914)
(% sobre el total de españoles en cada fecha censal)

Año 1869 1895 1914


Capital Federal 41,8 40,4 37,0
Buenos Aires 42,2 35,2 33,0
Santa Fe 4,6 10,6 10,2
Entre Ríos 8,9 3,2 0,9
Córdoba 0,7 2,7 5,1
Mendoza 0,2 1,4 5,0
San Juan 0,1 0,9 1,3
Tucumán 0,1 2,0 1,9

Fuente: Blanca Sánchez Alonso. La inmigración española en Argentina.


Siglos XIX y XX. Ediciones Jucar, 1992, p. 68.

Cuando llegó a Mendoza en 1883, la vitivinicultura estaba dando sus primeros pasos
en su “proceso de resurrección” 20, amparada por el estado nacional y provincial que promovía
el cambio de una economía basada en la ganadería comercial a otra sustentada en la
agroindustria para abastecer el mercado nacional en formación. Los cambios económicos se
asentaron en complejas relaciones comerciales y laborales vinculadas a la ganadería comercial,
a la expansión de alfalfares y a los cultivos cerealeros que trascendían los límites provinciales21.
Balbino Arizu se insertó en una sociedad de profundos cambios y tuvo la habilidad de
beneficiarse con las múltiples posibilidades que la expansión económica brindaba: conexiones
ferroviarias, canales y diques para el riego, llegada de mano de obra. Su condición de
extranjero no le impidió insertarse en las redes mercantiles y clientelares y a los cuatro años
de llegar compró diez acciones del flamante Banco Provincia, que más tarde presidiría. La

20
Mateu, Ana María. “Estado y vitivinicultura. Las políticas públicas de la transición. Mendoza 1870-
1890”. En: Travesía. Revista de Historia Económica y Social. 3/4. Vol. 1. ISBN 0329. Compilación a cargo
de Daniel Campi y Marta Bonaudo. Tucumán, 2003, pp.177-205.
21
La historiografía tradicional sobre las regiones agrarias argentinas ha mostrado la expansión
capitalista como una época de grandes cambios que se realizaron sobre un territorio vacío o virgen. Sin
embargo, la última literatura disponible, aun reconociendo la importancia de los cambios, intenta
rescatar las etapas previas para conectarlos con las relaciones sociales agrarias y empresarias del siglo
XIX. Bragoni, Beatriz y Richard Jorba, Rodolfo. “Acerca de la complejidad.... Op. Cit.

26
empresa Arizu se incorporó a una industria naciente que estaba buscando su perfil dentro de
la dicotomía “calidad versus cantidad”.
Desde los momentos iniciales de la fundación de la industria a nivel industrial, se
creyó que la viña era un negocio millonario. La Memoria de la Exposición Interprovincial de
1885 sostuvo “no hay cultivo más lucrativo que el de la viña”22. Cinco años más tarde, Emilio
Civit expresó que “...el que puede ahorrar un peso sobre su renta o disponer un peso sobre su
crédito debe emplearlo en bodegas y viñas con entera confianza y fe en lo venidero; en la viña
está la riqueza de Mendoza23. Arata24, en 1903, todavía seguía sosteniendo que convertirse en
viñatero no era un negocio tan difícil, ni que requiriese de grandes desembolsos. Sostenía que
con un capital que fácilmente se obtenía en los bancos, se podía asegurar una tasa de ganancia
del 40 o 50%. La plantación de viñedos se convirtió en un “boom”, que se tradujo en un
crecimiento fabuloso pero anárquico, y que rápidamente llevó a que los establecimientos para
elaborar tanta materia prima fueran insuficientes. Las elites tradicionales diversificaron su
capacidad económica invirtiendo en la modernización del viñedo y en la ampliación de la
superficie cultivada. A esta incipiente burguesía se le unieron empresarios de origen
extranjero. Aquí comienza la historia de la empresa Arizu.
Las políticas públicas pronto dieron sus frutos. Aquellos 39 extranjeros de 1874 se
convirtieron en 296 al año siguiente, llegaron a 3.177 en 1890 y alcanzaron un pico en 1914,
para luego descender abruptamente con la Primera Guerra Mundial (Gráfico Nº 2).

22
A.H.M. La Provincia de Mendoza en su Exposición Interprovincial de 1885. Mendoza, 1885, p.73.
23
Civit, Emilio. Los viñedos de Francia... Op. cit., p.27-28.
24
Pedro Arata. “Investigación vitivinícola”. Op. cit., p. 202.

27
Gráfico Nº 2:

Mendoza-Crecimiento Vegetativo e Inmigratorio - 1900-1928

18.000

16.000

14.000

12.000

10.000

8.000

6.000

4.000

2.000

80 83 886 889 892 895 898 901 904 907 910 913 916 919 922 925 928
18 18 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Año

Crecimiento Veget at ivo Crecimient o Inmigrat orio

Fuente: Martín, José Francisco. Estado y empresas. Relaciones inestables.


EDIUNC, Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, 1992, pp. 248-250.

Apenas instalados los Arizu en Mendoza, la información para migrar circuló por los
lazos fuertes y débiles, ampliando los límites de la experiencia más allá de la familia. Su
temprana inserción fue un factor de atracción para casi el 25% de las familias de Unzué que
llegaron a Mendoza, sabiendo que acá encontrarían techo, comida y un trabajo. Constituyeron
un claro caso de migración en red, que terminó por trasladar a más de un tercio de la aldea.
Ser pariente, ser amigo o ser español, actuaba como una especie de garantía para acceder a un
trabajo, para integrar la cadena y para ir armando la “familia empresarial” por etapas. Los
nombres de trabajadores, comerciantes y proveedores que aparecen, incluso antes de la
formación de la primera empresa familiar en 1887, son casi los mismos que marcarán el
entorno relacional de la empresa en los años posteriores.

28
Los Arizu configuraron una red social, de un carácter aldeano o microregional y no
solo familiar, que, simbólicamente, reprodujo el entramado de vecinos de la aldea natal en
Mendoza. Las fuentes nominativas nos remiten a comunas de origen y a parentescos lejanos,
mostrando la revalorización de la comunidad como ámbito significativo de interacción social.
La aldea pasó a ser el lugar de pertenencia, la patria, aunque desde allí se valorizara un espacio
más amplio, como Navarra y por último, como España. Muchas de las relaciones laborales
dentro de la empresa ya venían estructuradas desde España, desde la misma aldea de Unzúé.
Para conocer el peso de estas redes étnicas hemos cruzado los apellidos de las familias
consignadas por el amillaramiento de Unzué con los de los trabajadores, cualquiera fuera su
condición, en el periodo analizado. Del total de grupos de familias de Unzué, que totalizaban
105, 18 (17%) se trasladaron a Mendoza, totalizando alrededor de 100 hombres, que, a su vez,
seguramente era cabezas de familia (Gráfico Nº 3 y Cuadro Nº 5).

Gráfico Nº 3:
Residentes de Unzué y familias de Unzué en la empresa (%) (1889-1930)

Unzué y Arizu 1889-1930

70
60
50
40
30
20
10
0
Unzué Empresa Arizu

Fuente: Elaboración propia en base a bases de datos de Arizu


y Amillaramiento de Unzué.

29
Cuadro nº 5
Familias de Unzué en la empresa Arizu

Familia Cantidad de personas

Armendáriz 7
Echeverría 3
Erice 2
Esain 1
Gorriz Celaya 1
Gil 9
Indurain 1
Irisarri 2
Liberal 11
Lizasozin 1
López 11
Martínez 17
Ramírez 14
Salinas 3
Salas 5
Valencia 4
Zabalegui 3
Zabalza 5

Fuente: Elaboración propia en base a Amillaramiento


y Base de Datos de trabajadores de Arizu.

Pero no debemos limitar el funcionamiento de esta red solamente a los trabajadores


de la empresa Arizu. Los apellidos del amillaramiento se multiplicaron en otras empresas y
actividades de la provincia y muchas veces, se fueron entrelazando entre ellos. Para la mayoría
de los emigrantes del Navarra, el proceso de inserción social en Mendoza había comenzado
con la alentadora noticia de que en lo de “los Arizu”, para los primeros tiempos, siempre había
techo y comida25.

25
Entrevista a Daniel Schimtt, Op. Cit.

30
Conclusiones

La empresa Arizu se convirtió en los primeros años del siglo XX en la tercera en


importancia del país y Balbino fue un destacado actor en el gremialismo empresario y en
actividades filantrópicas. Ya hemos analizado los pasos de Balbino Arizu para, desde una
bodega alquilada convertirse en el tercer empresario vitivinícola del país, que muestran las
habilidades de un “emprendedor” que encontró o se creó un espacio en una estructura
productiva que se estaba conformando. Y que, rápidamente, comenzó a incidir sobre la misma
a través de sus propias pautas y las de las corporaciones en las que participó, que pretendieron
controlar la industria e incluso incurrir en prácticas colusivas26.
Fue el artífice de la exitosa mezcla de valores “modernos”, con la preponderancia de
la familia como elemento determinante de su “cultura empresarial”. Evidentemente su
inserción social en una red, que ya venía estructurada desde el país de origen, constituyó una
de las herramientas para que este grupo familiar y empresarial fuera tan exitoso. Las
explicaciones van más allá del fenómeno pull and push y de dos contextos en estrecha
relación. No fue el encuentro de un paisaje adecuado para reproducir “lo conocido” la única
clave para entender porqué los Arizu eligieron Mendoza. Una vez instalados, se movieron
dentro de redes sociales, que reconfiguraron un espacio de paisanos, familiares y de relaciones
políticas y sociales que aminoraron los riesgos y maximizaron las posibilidades de conseguir lo
que se buscaba. Hay a lo largo de todo el periodo un continuo intercambio de poderes ante
escribanos público que permiten suponer que los límites entre la familia, los compadres y
paisanos y los negocios estaban poco nítidos. Esto también se corresponde, con un manejo
muy casero y familiar del dinero27.
La historia de los Arizu no es un caso especial dentro del proceso migratorio español.
Exhibe rasgos comunes con otras historias, pero también sus diferencias. Del análisis de su

26
El término “colusión” se refiere a un acuerdo entre empresas que compiten entre sí o cuyas
actividades se complementan verticalmente, ya sea para aumentar o fijar los precios, o para reducir la
producción y así incrementar sus ganancias. El beneficio resultante del acuerdo implica un perjuicio para
el resto de las empresas o consumidores. En este tipo de circunstancias, los participantes de una
industria oligopólica suelen tomar en cuenta las acciones de sus rivales y coordinar sus acciones como si
fueran un cártel, aunque no tengan un acuerdo formal. A este tipo de comportamiento se denomina
colusión tácita o paralelismo consciente.
27
Eran frecuentes los retiros de los Arizu para pagar sus cuentas personales de luz, agua, viajes, la
ropa de “Gath y Chávez” y “A la ciudad de Buenos Aires”, hasta el bacalao o el champagne, las limosnas,
el palco del teatro, los bombones. A esto se añadía el llamativo descuento ¿compulsivo o coercitivo? a
los mensuales de números de la Lotería de Navarra y de contribuciones a la Sociedad Española de
Socorros Mutuos.

31
itinerario empresarial se pueden extraer conclusiones que iluminan los procesos de
conformación del empresariado regional. En primer lugar, no escaparon de la miseria. La
familia Arizu pertenecía al sector de mayor poder económico de Unzué, aunque también su
crecimiento futuro estaba limitado por la situación de la agricultura navarra de la época.
Fueron los hijos varones, y en especial, el primogénito, quienes decidieron reproducir, a una
escala mayor, un contexto vitivinícola acerca del que ya se tenía conocimiento y experiencia.
Fue esta una estrategia encabezada por el propio heredero de los bienes troncales y
desplegados para evitar un proceso de movilización descendente. El principal capital de Arizu
fue su propio conocimiento de cuánto del modelo español podía ser trasladado a Mendoza y
qué errores no debían repetirse.
Los tres hermanos más importantes de la saga crecieron dentro de la empresa, pero
también fuera de ella, donde cada uno armó su propio grupo familiar. La excepción fue
Balbino, el mayor, quien contrarió un mandato que ya constituía parte del imaginario
colectivo de la industria: “la viña se planta siempre pensando en los hijos”28. Sin embargo, su
elección matrimonial, con quien seguramente no le daría hijos, fue el arranque de la empresa.
Sotero (ocho años menor que Balbino) falleció en 1912 a los 42 años y Jacinto (diez
años menor) en 1927, a los 60 años. Ambos formaron familias numerosas y construyeron su
vida con solidaridades e identificaciones propias, al margen de la de Balbino. De las tres
mujeres del grupo de hermanos inicial, dos fueron monjas y quedaron en España. La otra,
Eusebia, casó con Florencio Garde y tuvo una participación escasa en la empresa, mediada por
su rol de mujer y por el protagonismo de Balbino. Fue la proveedora del mundo de los afectos
de su hermano, quien en su viudez se aferró a ella y a sus hijas.
De acuerdo al sistema troncal de transmisión de la herencia que priorizaba “la casa”,
el “tronco familiar”, Balbino, era el responsable de la transmisión material y simbólica de los
bienes. Este rol se mantuvo internalizado en la familia, a semejanza del habitus de Bourdie y
fue resemantizado en la sociedad de arribo, donde el núcleo familiar se ramificó. Es probable
que la empresa familiar funcionara en el imaginario familiar como el bien troncal del derecho
sucesorio navarro y esto explicaría el intercambio de bienes entre los hermanos y sus
descendientes para no dispersar el patrimonio (Bourdieu, 1991).
La parentela fue reedificada y construida más allá de los vínculos biológicos. Hemos
podido corroborar que muchos de los apellidos de los residentes del pueblo de Unzué son los

28
Memoria del II Congreso Nacional de Comercio e Industria en Mendoza, Compañía Sudamericana de
Billetes de Banco, Buenos Aires, 1914. Balbino se desempeñó como vocal de ese Congreso.

32
mismos del personal vinculado a la empresa familiar a través de distintas relaciones laborales.
La propia demanda de trabajadores actuaba como mecanismo de llamada para los pobladores
de una pequeña aldea, que a largo del siglo XX fue casi desangrada por el éxodo de sus
pobladores. Esto es demostrativo de la importancia de los vínculos personales en la sociedad
industrial y en el mercado, que actuaban como factor condicionante de las relaciones sociales.
Si pensamos en un proceso migratorio en busca de tierras cultivables, el objetivo fue
plenamente cumplido. La empresa, y la familia llegaron a tener inmensos paños de viña a
través de compras que superaron las 19.500 has. Si la meta era la producción de vinos y la
llegada hasta los más lejanos puntos de venta del mercado interno, su inserción como los
terceros productores del país a partir de la primera década del siglo XX, no permite dudas. Por
otra parte, fueron innovadores y pioneros en la mayoría de las estrategias societarias de la
época: en la conformación de una S.A, en la inversión en el sur de la provincia, en la
integración vertical con sus principales distribuidores de vino, en la constitución de un
fideicomiso de “garantía” para conseguir fondos en los complicados años de la primera
Guerra, en cotizar en la Bolsa de Londres, en su equipamiento tecnológico, en el diseño de los
canales de distribución, en la diversificación de su cartera de productos y hasta en la
exportación al extranjero de pequeños volúmenes.
Pero, como contrapartida, Balbino fue, un conservador que mantuvo el control
absoluto de una “muy simple” estructura organizacional. Y para mantenerla, recurrió a un
cúmulo de relaciones en las que la familia, el origen étnico, la aldea, los favores recibidos y los
lazos políticos se entremezclaban y casi no permitían fisuras. La empresa fue su vida, su
familia, su “tronco”, en el sentido navarro de los bienes. Debemos destacar que, también, tuvo
un compromiso con la Mendoza de su época, en la que concretó sus sueños e invirtió su
dinero. No fue un inmigrante golondrina, no volvió a España a gastar lo conseguido, sus restos
reposan en el Cementerio de la Capital de la provincia, luego de que sus actividades fueran una
parte muy importante de la vida laboral y económica de la provincia.

33
Fuente: La Quincena Social. Nº 35,
Mendoza, 15 de octubre de 1920.

Diagrama:
Descendientes Ambrosio Arizu

34
Diagrama de descendientes de Sotero Miguel Arizu

Diagrama de descendientes de Jacinto Prudencio Arizu

Fuente: Elaboración propia en base a Bases de Datos del


Archivo de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. www.lds.org

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39
MIGRACIONES Y GÉNERO: UNA APROXIMACIÓN A PARTIR DE LAS
EXPERIENCIAS DE MUJERES BOLIVIANAS RESIDENTES EN MENDOZA

Victoria Martínez Espínola

Resumen

El presente trabajo se dirige a conocer algunos de los factores que han dado lugar al
desarrollo de proyectos migratorios por parte de mujeres bolivianas residentes en la provincia
de Mendoza, Argentina. Intentamos aproximarnos a la cuestión estableciendo una relación
entre distintos niveles de análisis: algunos determinantes estructurales que explican el
desarrollo de las migraciones, la conformación de redes sociales de migrantes y las
motivaciones personales de las protagonistas del fenómeno estudiado a partir de sus
discursos. Partimos del supuesto de que la perspectiva de género, en tanto pone de manifiesto
que éste constituye una forma primaria de relaciones significantes de poder, permite hacer
visibles ciertas posiciones de dominación/subordinación socialmente construidas. Tal categoría
posibilita un abordaje de los procesos migratorios orientado a conocer ciertas especificidades
en que el mismo es experimentado por las mujeres.

Palabras claves: Migraciones – Factores de género – Mujeres bolivianas.

Abstract

The current article aims to learn about some of the factors that have caused the
development of migratory projects of Bolivian women living in Mendoza Province, Argentina.
We intend to deal with the matter by establishing a relationship between different levels of
analyses: some structural issues explaining migrations’ development, the constituency of

40
migrants’ social laws and the personal reasons of the women involved in this phenomenon
taking into account their comments. The starting point is the idea that as the genre
perspective highlights the fact that genre is a primary form of significant relationships of
power, it makes it possible to make some positions of domination/subordination which are
socially built clear. Such category allows for the possibility of an approach to the migratory
processes oriented to learn about certain specifications in which it is experienced by the
women.

Keywords: Migrations – Genre factors – Bolivian women.

41
Introducción

El presente artículo se propone una aproximación al conocimiento de los factores


que han dado lugar al surgimiento de proyectos migratorios por parte de mujeres bolivianas
residentes en Mendoza. La colectividad boliviana ha adquirido, desde mediados del siglo XX en
adelante, una importancia cuantitativa creciente en la provincia. Asimismo, consideramos que
junto con su aumento numérico, se desarrollan procesos de gran interés sociológico que
deben abordarse en su especificidad. La investigación se enmarca en el cruce de dos campos
temáticos centrales: por un lado, los estudios sobre migraciones; por el otro, los estudios de
género. Esta intersección de campos teóricos ha dado lugar a los estudios sobre feminización
de las migraciones, enfoque tendiente a problematizar algunas líneas de los clásicos estudios
sobre migraciones.
El trabajo pretende relacionar estos aportes teóricos con algunos resultados del
trabajo de campo realizado desde una metodología cualitativa. Se trata de un análisis dirigido
a interpretar los discursos de las mujeres entrevistadas con el fin de reconstruir las
significaciones que enlazaron a sus experiencias migratorias, prestando especial atención a las
motivaciones de la migración. Así, intentamos captar ciertas estructuras de significación
presentes en “lo dicho” por las mujeres y buscar algunas explicaciones (Geertz, 1988: 24). Los
testimonios que analizaremos pertenecen a mujeres de distintas edades nacidas en Bolivia,
que residen de manera permanente en Mendoza, y que actualmente se dedican a la venta
ambulante de prendas de vestir en el centro de la ciudad. El límite temporal de la investigación
se ubica en el año 2009.

Migraciones y reproducción de la vida

El campo de análisis constituido por los procesos migratorios contemporáneos es de


una vastísima extensión. Asimismo, son muchas las disciplinas y enfoques desde donde se los
puede analizar, pudiendo enfatizar en aspectos demográficos, antropológicos, económicos,
psicológicos, comunicacionales, etc. Además, existen diversas corrientes teóricas dentro de las
ciencias sociales que han abordado esta temática desde distintos marcos conceptuales29.

29
Para una revisión acerca de teorías migratorias contemporáneas, ver: Massey, Douglas, Arango,
Joaquín, Graeme, Hugo y otros (2000) “Teorías sobre la migración internacional: Una reseña y una

42
Según Massey y otros, en la actualidad no existe una teoría coherente y única sobre las
migraciones internacionales, sino un conjunto fragmentado de teorías que se han desarrollado
aisladas unas de otras. Según los autores, dada la complejidad y la naturaleza multifacética que
revisten actualmente las migraciones, es necesaria la incorporación de varias perspectivas,
niveles y supuestos de análisis (Massey, Arango, Graeme y otros, 2000:6).
De acuerdo a nuestra investigación bibliográfica y a nuestro trabajo de campo,
consideramos importante tener en cuenta esta sugerencia a la hora de conceptualizar el
fenómeno migratorio. Tomaremos como referencias teóricas algunos estudios que ponen de
manifiesto la importancia de distintas variables que permiten explicar el surgimiento y
desarrollo de los movimientos migratorios: la existencia de aspectos socioeconómicos que
determinan la salida de grupos humanos de determinadas sociedades, la conformación de
redes sociales que estimulan la inmigración a ciertas regiones y las motivaciones personales de
las protagonistas de este proceso social.
Siguiendo a Larissa Lomnitz, consideramos a la migración como el resultado de una
perturbación entre los seres humanos y su ambiente, sea social o físico (Lomnitz, 1987: 47). La
autora propone un modelo descriptivo de las migraciones que permita comprender
analíticamente los diversos aspectos del problema. Para este fin, caracteriza a las sociedades
humanas desde un enfoque ecológico, entendiéndolas como uno de los elementos dentro de
un sistema complejo de factores geográficos, climáticos y de fauna y flora propios de una
región dada.
En este marco, el fenómeno de la migración se presenta como un proceso de
desplazamiento geográfico de poblaciones humanas de un “nicho ecológico” a otro. Dentro de
este proceso se distinguen tres etapas:
a) Desequilibrio: proceso mediante el cual un nicho ecológico se satura temporal o
permanentemente, afectando la subsistencia o la seguridad de un grupo humano.
b) Traslado: comporta todos los factores que afectan al proceso migratorio
propiamente, incluyendo diversas variables como: distancia de traslado, medios de transporte,
características de los migrantes, aspectos temporales y espaciales.
c) Estabilización: implica el restablecimiento del equilibrio o acomodo del grupo.
Incluye todo el proceso de aculturación y adaptación al nuevo ambiente (Lomnitz, 1987: 48-
49).

evaluación”, en: Trabajo, Año 2, núm. 3, 5-50. Arango, Joaquín (2003) “La explicación teórica de las
migraciones: luz y sombra”. Migración y Desarrollo, Nº 1.

43
Lomnitz hace una consideración relevante para nuestro análisis, dado que se refiere
a la migración de tipo rural-urbana. Al respecto, aclaramos que la mayoría de nuestras
entrevistadas provienen de zonas rurales pertenecientes al departamento de Potosí, ubicado
en la región andina boliviana. Según la autora, en América Latina la etapa (a) del proceso
migratorio (desequilibrio) se produce por la saturación del subsistema rural, debido al
crecimiento de la población rural y el agotamiento de las tierras. A esta saturación se agregan
factores de desequilibrio relativo, como la centralización de los recursos nacionales en el
subsistema urbano. Este proceso tiene por consecuencia un rezago creciente del campo, no
sólo en lo que se refiere a la economía, sino en diversos aspectos como la concentración
urbana de servicios médicos, la educación pública y la infraestructura tecnológica en general
(Lomnitz, 1987: 50).
Esta conceptualización nos permite hablar de la migración como una estrategia por
parte de los y las sujetos frente a un contexto ecológico que dificulta la producción y
reproducción de la vida humana. Por esto tomaremos el concepto de estrategias de
reproducción que aporta Bourdieu, según el cual éstas son acciones destinadas a generar
nuevas condiciones de vida en un contexto de deficiencia de algunos de los factores
imprescindibles para asegurar el mantenimiento de la vida individual y/o colectiva. Así, estas
estrategias pueden ser emprendidas por sujetos individuales o colectivos, con diferentes
grados de conciencia por parte de los mismos y son aplicadas en puntos diferentes del ciclo de
vida como proceso irreversible (Bourdieu, 2002:7).
Dado que los factores de expulsión de la población boliviana tienen sus raíces en un
proceso histórico muy complejo, su abordaje excedería los límites del presente trabajo. Sin
embargo, para situarnos en ese contexto, vale citar a Cristina García Vázquez cuando afirma
que Bolivia es uno de los países más pobres de América Latina y un representativo ejemplo de
que la riqueza de sus suelos ha sido la causa del hambre y la explotación de gran parte de su
población. “Un país que ha contribuido al desarrollo de los países industrializados, por ser
fuente de las materias primas más demandadas por éstos; primero con la extracción de plata;
más tarde, a finales del siglo XIX y durante el siglo XX, con la de caucho, petróleo y,
principalmente, del estaño” (García Vázquez, 2005:42). Como consecuencia de la sostenida
explotación de sus recursos naturales y de su población, la compleja sociedad boliviana se vio
desestructurada, empujando a gran parte de ella a buscar mejores oportunidades laborales y
de vida en otras tierras.

44
Con respecto a la Argentina como destino primordial de las migraciones bolivianas,
Alberto Zalles Cueto menciona como determinante de este proceso el déficit crónico de mano
de obra durante el siglo XX en actividades que han sido las realizadas por los y las migrantes,
como el trabajo agrícola, la construcción, el servicio doméstico y la industria de la confección
(Zalles Cueto, 2002:92-93). La conformación del circuito migratorio entre Bolivia y Argentina es
antigua y ha pasado por diversas etapas, en las que se conjugan determinaciones económicas,
políticas y culturales de ambos países, tanto de tipo estructurales como coyunturales30. Según
Susana Sassone, la circulación entre Bolivia y Argentina es un recurso permanente, hecho que
se hace visible con las numerosas empresas de transporte que, desde distintas ciudades del
país, llegan a las localidades de la frontera con Bolivia. Además, otro aspecto más elocuente de
la visibilidad de los y las bolivianas en Argentina está dado por su presencia en el espacio
público a través de la acción comunitaria, la religiosidad y las festividades transferidas desde
Bolivia (Sassone, 2009:400).

30
Para una profundización en este tema, ver Sassone, Susana María (2009) “Breve geografía histórica de
la migración boliviana en la Argentina”, en: “Temas de patrimonio cultural Nº 24: Buenos Aires
Boliviana. Migración, construcciones identitarias y memoria”, Comisión para la Preservación del
Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Buenos Aires, 389-402.

45
Las redes sociales de migrantes

Otro aspecto relacionado con las estrategias de sobrevivencia y los procesos


migratorios es el de las redes sociales de migrantes. Dentro de los estudios sobre migraciones,
este asunto constituye un campo en sí mismo. En relación con nuestro trabajo este aspecto es
insoslayable, dada la importancia que para nuestras entrevistadas ha tenido la existencia de
migrantes previos (como los padres, hermanos y primos), tanto en la toma de la decisión de
migrar, así como en el apoyo que les fue brindado una vez llegadas a Mendoza.
Debido a la existencia de una extensa bibliografía sobre el tema de las redes
migratorias, acotaremos nuestra referencia teórica a la conceptualización que hacen Douglas
Massey y otros autores, siendo Massey uno de los más importantes investigadores que se han
centrado en esta temática. Según los autores, las redes de migrantes son “conjuntos de lazos
interpersonales que conectan a los migrantes, primeros migrantes y no-migrantes en las áreas
origen y destino mediante lazos de parentesco, amistad y de compartir un origen común (…)
Las conexiones de redes constituyen una forma de capital social que la gente puede usar para
tener acceso al empleo en el extranjero. Una vez que un número de migrantes alcanza un
umbral crítico, la expansión de la red reduce los costos y los riesgos del movimiento, lo que
hace aumentar las probabilidades de la migración, lo que origina traslados adicionales, que
después expanden la red, y así sucesivamente. Con el tiempo esta conducta se extiende hasta
abarcar amplios segmentos de la sociedad expulsora” (Massey, Arango, Graeme y otros,
2000:26-27).
Las redes de migrantes tienen una importancia central en la conformación de
comunidades migrantes en todos los momentos implicados en la trayectoria migratoria, es
decir, desde la toma de decisión en los lugares de origen hasta el establecimiento en las
sociedades de destino. En un primer momento, es a través de parientes o amigos que los
futuros migrantes obtienen la información necesaria para evaluar y decidir emprender la
migración. Posteriormente, por ejemplo, gracias a los miembros de estas redes, los y las
migrantes accederán más fácilmente a un trabajo y podrán construir sus casas.

46
Agencia migrante

Por otra parte, consideramos de fundamental importancia tener en cuenta la


dimensión de las motivaciones personales en el análisis de los procesos migratorios, ya que si
se desdibujan los factores subjetivos –que pueden estar configurados, por ejemplo, por la
existencia de redes de migración-, la comprensión profunda de este fenómeno social quedaría
incompleta. En un análisis de Sergio Caggiano sobre las construcciones que la prensa escrita ha
elaborado sobre los inmigrantes en Argentina, encontramos un llamado de atención al
respecto: “se recurre a numerosos términos (…): «ola», «corriente», o «flujo» inmigratorio,
«oleadas», «torrente» o «aluvión». Todos ellos evocan fenómenos pertenecientes al orden de
lo natural. La historicidad, las condiciones sociales y aun la subjetividad envueltas en estos
procesos quedan relegadas. El reenvío a la naturaleza sugiere un movimiento que no puede
controlarse o que, en cualquier caso, se rige por leyes ajenas a la dimensión social” (Caggiano,
2005:78).
Stephen Castels aporta una noción que nos parece indicada para introducir la
comprensión de los aspectos subjetivos en los procesos migratorios, que es la noción de
agencia migrante. Según esta idea, los y las migrantes no son individuos aislados que
reaccionan a estímulos del mercado y reglas burocráticas, sino que son seres sociales que
buscan algo mejor para sí mismos, sus familias y sus comunidades dando forma de manera
activa al proceso migratorio (Castels, 2006:42).
Consideramos que esta noción de agencia migrante puede complementarse con la
idea de Joan Scott, según la cual la agencia humana se define como el intento parcialmente
racional de construir una identidad, una vida, un entramado de relaciones y, por ende, una
sociedad (Scott, 1990:44).

Feminización de las migraciones

La presente investigación pretende conocer y comprender el fenómeno migratorio


en Mendoza desde una perspectiva de género. Siguiendo a Marina Ariza y Orlandina de
Oliveira, entendemos al género como un sistema de prácticas, símbolos, representaciones,
normas y valores en torno a la diferencia sexual entre los seres humanos, que organiza las
relaciones entre mujeres y varones de manera jerárquica. Este sistema es una construcción

47
social que se impone a los individuos y que, a su vez, es recreado por ellos a partir de los
significados proporcionados por el lenguaje, la historia y la cultura. Por lo tanto, el concepto de
género articula aspectos de carácter socio-estructural y socio-simbólico e incluye tanto
determinantes macro- como microestructurales (Ariza y Oliveira: 2000:2).
Consideramos que el concepto remite siempre a relaciones de género o entre los
géneros, intentando de este modo alejarnos de ciertas nociones del sentido común que
asocian las cuestiones de género a los asuntos estrictamente femeninos. En este sentido
aclaramos que, si bien nuestro trabajo de campo se basó únicamente en testimonios de
mujeres, esto no quita que, en torno a algunos temas, también existe una narración de la
experiencia de género masculino, y de la relación entre ambos.
En el presente apartado pretendemos arribar a una comprensión del proceso de
feminización de las migraciones actuales a partir de distintos estudios que se centran en el
análisis de dicho fenómeno a escala internacional y nacional. Nos interesan estos aportes en la
medida en que cuestionan el tratamiento que se ha hecho históricamente de los fenómenos
migratorios al no contemplar la dimensión de género como un aspecto diferencial de los
desplazamientos humanos. También nos interesa el rescate de la noción de autonomía por
parte de las mujeres en el proceso de toma de la decisión de migrar.
De acuerdo a las investigaciones de varias autoras, existe el consenso de que la
incorporación de la categoría de género a los análisis de las migraciones internacionales se
ubica históricamente en la década de los ‘70 del siglo XX y, con mayor rigurosidad, desde los
años ‘80. Previamente, su inclusión ha sido mínima (Gregorio Gil, 2003; Jiménez Julià, 1998;
Aubarell, 2000; Rizzo, 2007). El surgimiento del nuevo campo de análisis constituido por la
relación entre migraciones y estudios de género se presenta como una continuidad de la
perspectiva inaugurada por la antropología feminista en los años ‘70, la cual indagaba acerca
de las relaciones entre el capitalismo internacional y su impacto diferencial según el género
(Gregorio Gil, 2003: 1).
Consideramos que la perspectiva de género ha permitido echar luz sobre una
realidad que ha estado “siempre ahí”, pero que ha sido invisibilizada por una cultura patriarcal
muy fuerte, de la que no ha estado exento el ámbito académico. Un aspecto señalado por
varias autoras como obstáculo al tratamiento específico de las migraciones femeninas ha sido
el estereotipo subyacente a los estudios tradicionales sobre migraciones, según el cual la
migración es fundamentalmente laboral y masculina. Por este motivo se ha construido una

48
imagen de las mujeres migrantes como sujetos pasivos, dependientes y acompañantes del
varón proveedor (Gregorio Gil: 2003; Juliano, 2000; Aubarell, 2000; Jiménez Julià, 1998).
Dolores Juliano apunta a deconstruir este estereotipo a partir de la idea de que las
mujeres son estructuralmente viajeras.

La mujer se caracterizaría por permanecer, mientras que el hombre tendría


unos itinerarios autónomos más amplios. Sin embargo, esto es falso en su
conceptualización misma, dado que la inmensa mayoría de nuestras
sociedades son patrilocales, lo que significa que el modelo tradicional de
mujer es el de la mujer que abandona su hogar de origen para ir a vivir al
lugar de su marido. Así, mientras que el hombre podía pasar toda la vida en
el grupo en el cual nacía, la mujer era emigrante por definición, puesto que
al casarse debía cambiar de lugar. (Juliano, 2000:382)

Los distintos aportes acerca del proceso de feminización de las migraciones nos
llevan a captar la cuestión de la autonomía de las mujeres en tanto migrantes, como también a
considerar que los motivos de las migraciones pueden ser diferentes según la pertenencia de
género. Al respecto, Juliano menciona la existencia de problemáticas de género que permiten
explicar las diferencias entre la migración masculina y la femenina. Entre ellas se destacan las
situaciones de mujeres viudas, madres solteras o mujeres que desean continuar sus estudios.
En este mismo sentido, resulta esclarecedora la reflexión de Nadia Rizzo a propósito
de la migración de mujeres latinas a Alemania. La autora afirma que los factores
socioeconómicos o de clase no son suficientes para dar cuenta de los motivos que impulsan a
las mujeres a emigrar. A ellos debe agregarse la comprensión de factores de género, los cuales
se relacionan con situaciones represivas vividas por el sólo hecho de ser mujeres, tanto en el
ámbito familiar como en el cultural. En tales situaciones, “la migración puede suponer un giro
hacia una transformación creativa en la biografía, ante una trayectoria biográfica de
sufrimiento” (Rizzo, 2007:10).
Todos estos aportes dejan en claro la existencia de relaciones de poder en los
distintos espacios de interacción de la vida social. Además, dan cuenta de la autonomía y
capacidad de las mujeres para modificar dichas relaciones a través de sus propias acciones,
como puede ser la toma de la decisión de migrar. Con respecto a este último punto, Eva
Jiménez Julià considera que uno de los aportes de los estudios de género al estudio de las
migraciones es que permiten reconocer la existencia de relaciones patriarcales al interior de la

49
familia y, por lo tanto, considerar que determinadas situaciones son conflictivas y no neutrales,
como puede ser la decisión de emigrar por parte de las mujeres (Jiménez Julià, 1998: 20-21).
Por último, tomamos un estudio de María Inés Pacecca y Corina Courtis sobre
migraciones de mujeres de países limítrofes en el Área Metropolitana de Buenos Aires desde
un enfoque cuantitativo. Nos interesa su definición de “feminización” de las migraciones,
según la cual “el término «feminización» se refiere a la modificación de la composición por
sexos en los flujos migratorios, específicamente al aumento cuantitativo de mujeres en el total
de inmigrantes. Como proceso, la feminización de las corrientes migratorias abre un conjunto
de discusiones sobre la incidencia, la visibilización y la comprensión del género en el plano
individual, de la unidad doméstica, comunitario y del mercado de trabajo. Desde 1960 en
adelante se verifica la feminización paulatina y sostenida de la población limítrofe residente en
Argentina” (Pacecca y Courtis, 2008:23).

Emprender la migración

El principal interrogante que nos


planteamos al comenzar la investigación
sobre experiencias migratorias de mujeres
bolivianas residentes en Mendoza alude a
sus causas. Nos interesa conocer qué
motivó a las mujeres entrevistadas a
emprender un viaje, al menos prolongado,
a otro país. Desde nuestras prenociones
acerca de lo que podría impulsar tal acción estratégica, esperábamos encontrar respuestas
referidas a la situación económica en su país y sus lugares natales. Sin embargo, si bien los
motivos laborales son importantes a la hora de comprender las migraciones aquí analizadas,
no constituyen los únicos determinantes de las mismas. Más bien, cabe resaltar que las
entrevistadas enfatizaron en otro tipo de explicaciones de sus motivaciones, relacionadas con
aspectos afectivos.

50
Redes sociales

Evidentemente, las mujeres entrevistadas han buscado una mejora en sus


condiciones de vida. Observamos que, en todos los casos, esa posibilidad de cambio ha estado
estrechamente asociada a otras personas de sus círculos de relaciones más cercanas. Así, ante
las preguntas acerca de las motivaciones para emprender la migración, las respuestas se
refirieron a las relaciones con otras personas en tres sentidos: en primer lugar, la separación
de sus parejas y padres de sus hijos; segundo, la presencia en Mendoza de familiares, ya sean
sus madres, hermanos y hermanas o primos; por último, la ausencia de seres queridos en
Bolivia, como los padres, debido a su muerte.

Teodora:
“Mi hermana vivía acá antes, ella me llamó, ella me llamó y por eso vení,
sí.”

Flora:
“Mis hermanos hace mucho estaban acá. Venían, iban, venían, entonces yo
venía a buscar mis hermanos.”

En la mayoría de los casos, la existencia de una red de relaciones de parentesco en el


lugar de destino es lo que ha habilitado y animado a las mujeres entrevistadas a dejar sus
hogares en Bolivia y comenzar la búsqueda y construcción de nuevas condiciones de vida en
Mendoza. Además, estos entramados de relaciones han sido fundamentales para la
supervivencia de las mujeres que migraron solas con sus hijos pequeños, ya que encontraron
en los hogares de sus familias un lugar donde residir durante un tiempo, a la vez que un
espacio de contención de los hijos para que las mujeres puedan trabajar fuera del hogar.

Factores de género

Uno de los aspectos que contrastó con ciertas ideas previas al trabajo de campo ha sido acerca
de con quién/quiénes vinieron las mujeres entrevistadas. En un solo caso nuestra entrevistada
migró con su marido y sin hijos, a quienes tuvo estando en Mendoza. Todos los otros
testimonios son de mujeres que vinieron sin maridos o parejas. La mayoría de las entrevistadas

51
vinieron con amigos, primos, hermanos, con sus hijos pequeños luego de separarse de sus
maridos, o bien solas y con la certeza de que se encontrarían con sus familiares.
Las relaciones de pareja han tenido una importancia decisiva en cuanto al
surgimiento de los proyectos migratorios de las mujeres entrevistadas. Nos animamos a decir
que, en varios casos, el mal funcionamiento de las relaciones de pareja ha jugado el papel de
“factor de expulsión” de las mujeres de sus lugares de origen. Como muchas de ellas relatan,
decidieron emigrar porque se habían separado de sus maridos, porque “las cosas no andaban
bien” o porque el marido las había dejado. En esos casos, la situación conflictiva a nivel de la
pareja fue un factor fundamental para que decidieran dejar sus lugares de origen, aunque
tuvieran hijos y un futuro bastante incierto en Argentina. Por este motivo hablamos de
factores de género para explicar las motivaciones de las migraciones, dado que, alejándose de
estas experiencias conflictivas, las mujeres también han buscado mejorar su calidad de vida.

María Elena:
“Viví en la frontera de Brasil con mis tres hijos, porque mis hijos, me
abandonó el padre de mis hijos, también es boliviano. Me agarré mis hijos,
me vine, ojos cerrados (…)”

Lucero:
“Yo me separé con el papá, por problemas, no me llevaba bien y por eso es
que ando acá.”

Las entrevistadas han atravesado diversas dificultades. Éstas no sólo han estado
dadas por ser madres sin cónyuges. Se suman distintos factores que han complejizado sus
experiencia, entre los que se destacan el no tener documentación argentina al ingresar al país,
hablar solamente quechua en algunos casos, y tener que trabajar en condiciones de
explotación para garantizar la propia supervivencia y la de sus hijos e hijas. Al respecto, cabe
destacar que las entrevistadas son vendedoras ambulantes que permanecen en sus lugares de
trabajo durante extensas jornadas. A pesar de la intensidad e informalidad que caracterizan a
ese trabajo, todas las mujeres prefieren sus actuales situaciones laborales a las anteriores, las
cuales estuvieron marcadas por el servicio doméstico y el trabajo rural. En relación a este
último, las mujeres registran la experiencia como muy sacrificada, tanto por el esfuerzo físico
que debían realizar como por estar sujetas a las inclemencias climáticas y vivir en condiciones
de extrema precariedad.

52
Por todas estas razones no podemos dejar
de preguntarnos qué es lo que ha motivado a las
mujeres a pasar por tantas situaciones difíciles y
seguir adelante. La respuesta más elocuente que
encontramos es la existencia de una búsqueda
permanente, sin fronteras geográficas, de vivir mejor.

María Elena:
“[En Bolivia] hubiera trabajado pero capaz no hubiera tenido lo que mis
hijos tenían. Tenían que salir ellos a algún lado. Yo digo, hubiéramos estado
más… peor, discúlpame, más pobres, digo yo. Mis hijos siempre me
agradecen, “gracias mami por habernos manejado tanto por todos lados,
conocemos todo, sabemos cómo es la vida mami, trabajando, durmiendo
en las calles, trabajando toda nuestra vida, trabajando”, ¿ve?”

Coincidimos con Silvia Hirsch en cuanto a que acciones tales como movilizar diversas
estrategias económicas, recurrir a la familia extensa para el cuidado de los hijos y querer
acceder a un mayor nivel educativo, involucra una capacidad de agencia que se renueva y
actualiza (Hirsch, 2008:250). Advertimos que a partir de la vivencia de la migración, sorteando
diversos obstáculos, las mujeres experimentan una revalorización de sí mismas. Reflexionan
acerca de las capacidades que, como mujeres, han desplegado con el fin de generar una vida
más satisfactoria.

Lucero:
“Es feo depender del hombre, pedirle para cualquier cosa, es feo. No, ahora
yo que trabajo sé que voy a comprar lo que voy a comer. A veces hasta
preguntan qué vas a cocinar porque él te da la plata. No, es feo depender
de un hombre.”

Reflexiones finales

A lo largo del presente trabajo hemos intentado aproximarnos a una comprensión de


los factores que han dado lugar al surgimiento de las migraciones de mujeres bolivianas a la

53
provincia de Mendoza desde una perspectiva de género. Sin dudas, el análisis a partir de dicha
categoría permite echar luz sobre diversos aspectos de la vida de las mujeres migrantes que
merecen futuros análisis, como son los condicionamientos del género en el mercado laboral,
en el sistema educativo y en el trabajo dentro del hogar, por nombrar sólo algunos.
A partir de la problemática planteada en el presente análisis, podemos afirmar que
existe una interrelación de aspectos que permite comprender las migraciones de las
protagonistas del estudio. Por un lado, existen factores de tipo económico y ecológico que han
configurado un circuito migratorio entre Bolivia y Argentina. A partir de esta situación, se han
conformado en distintas regiones de Argentina agrupamientos de personas de origen boliviano
de importancia cuantitativa y cualitativa. En este punto cobra fuerza la conformación de las
redes sociales de migrantes, que con su sola existencia animan y habilitan la migración de más
personas, ya que aseguran la supervivencia en el contexto posmigratorio.
Por otro lado, nos hemos preguntado de qué manera se han desarrollado los
proyectos migratorios desde la perspectiva de las mujeres entrevistadas. Al respecto, un
importante hallazgo durante nuestra investigación es que, junto con las motivaciones laborales
y la existencia de redes de migrantes, lo que denominamos factores de género permite explicar
una parte importante de las migraciones aquí abordadas. Por este motivo podemos
dimensionar la riqueza hermenéutica de la perspectiva de género para el estudio de distintos
procesos de la vida en sociedad y de las migraciones en particular.
Con la noción de factores de género nos referimos a experiencias vivenciadas por las
protagonistas de la investigación que tienen que ver con sus posiciones en tanto mujeres en
distintas dimensiones de la vida individual y social. De manera privilegiada, en nuestro trabajo,
los factores de género que influyeron en la migración de las mujeres están dados por las
rupturas en las relaciones de pareja, como resultado de vivencias negativas de las que las
mujeres han querido alejarse. Es decir, podemos interpretar que las relaciones de pareja han
constituido un elemento represivo para algunas mujeres en sus lugares de origen.
Un último aspecto que queremos poner de relieve (y no por eso menos importante,
sino todo lo contrario) es que las mujeres entrevistadas han protagonizado el fenómeno
estudiado en tanto agentes activas con proyectos de mejorar sus condiciones de vida, de
modo que han dirigido todos sus esfuerzos a perseguir objetivos de superación para sus vidas y
las de sus hijos e hijas. Un claro ejemplo de esto último es el intenso trabajo de las mujeres
(tanto remunerado como no remunerado) con la intención de que sus hijas e hijos tengan una
escolarización lo más prolongada posible sin tener que trabajar, situación diferente de las que

54
ellas tuvieron que atravesar. Por lo tanto, para la comprensión del desarrollo de las
migraciones queremos tener presente, junto con los aspectos macrosociales, la agencia
migrante de las mujeres, es decir, su capacidad de proyectar distintas situaciones para sus
biografías personales y de llevar a cabo todas las acciones posibles para lograr sus objetivos.

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57
MARCAS DE LA FOCALIZACIÓN: EL MIGRANTE LATINOAMERICANO EN LA
PRENSA ARGENTINA31

Celeste Castiglione

Resumen

El tema de este trabajo es estudiar cómo son presentados los migrantes en los diarios
argentinos, entre los años 1999 y 2007. Se eligieron como diarios de referencia a La Nación,
Clarín y Página/12, por su alcance nacional y bajo la creencia de que se podría alcanzar un
vasto abanico de posiciones ideológicas.
Tenemos en cuenta el carácter performativo del lenguaje. En otras palabras, que el
lenguaje construye realidades, relaciones de poder y quien tiene acceso a expresarse en los
medios tiene la gran posibilidad de influir en la opinión pública.
El tema estudiado es el tratamiento que los diarios dieron a la inmigración reciente
latinoamericana en Argentina. Se hace énfasis en la cobertura de sucesos puntuales
(“noticias”) como el ataque a quinteros bolivianos, ocurrido en 2000; el incendio en un taller
clandestino del barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires, en 2006 y los espacios en donde
viven. De estos ejes, se infieren relaciones discursivas, así como la constante alusión y
comparación con el pasado.

Palabras Clave: Migración latinoamericana – Representaciones sociales – Medios de


comunicación.

31
El presente trabajo es una de las líneas desarrolladas en la tesis doctoral. Para la misma se han
analizado 1241 artículos. Los párrafos seleccionados poseen la fuente La Nación, Clarín o Página/12 (LN,
C y P12 respectivamente y fecha).

58
Abstract

The purpose of this work is to study how immigrants are dealt with in Argentine
newspapers, between the years 1999 and 2007. La Nación, Clarín and Página 12 were chosen
as reference newspapers, because of their national reach, and in the thought that a wide span
of ideological positions could be covered.
We take into account the performative condition of language. We understand that
language implies power; that one who has the chance to express something in the media has a
great opportunity to influence the public opinion.
The first subject dealt with was the treatment given by the papers to the recent Latin
American immigration in Argentina. The emphasis lies on the coverage of three particular
subjects (news): an attack on Bolivian workers (“quinteros”) in the outskirts of town occurred
in year 2000, the fire set to a clandestine workshop in the neighbourhood of Flores (city of
Buenos Aires) in 2006; and the different places where they live. Of these axes, discursive
relations are inferred, as well as the constant allusion and comparison with the past.

Keywords: Latin American migration – Social representations – Media.

59
Si bien la migración limítrofe es un fenómeno permanente desde 1869 en las zonas
de frontera y el interior del país, se torna más visible en las zonas urbanas, a partir de los
cambios económicos en las décadas del sesenta y setenta del siglo XX, donde pasan a
incorporarse en sectores de baja productividad (Devoto, 2003). Las relaciones de interacción
de la migración limítrofe con los argentinos se basan casi fundamentalmente en constituirse
como fuerza de trabajo etnificada, vinculada a la horticultura, en zonas rurales y periféricas y al
servicio doméstico y la construcción en ámbitos urbanos (Benencia, 2003, 2009) y viviendo en
lugares empobrecidos y villas de emergencia.
Como explica Maguid (2001), hasta 1991 la diversificación sectorial permitía que se
adecuaran y redireccionaran los flujos migratorios de los países limítrofes, y la demanda de la
fuerza de trabajo adicional generada en algunos segmentos absorbía la mano de obra. Esta
creciente visibilización o “hipervisibilización” (Gavazzo, 2008) de la migración se instala en los
medios de comunicación y en la opinión pública y “sin ninguna base empírica, se intenta
responsabilizar a los migrantes del aumento de la desocupación, de la pobreza y el deterioro
de los servicios sociales” (Maguid, 2001: 4) en los `90. El “1 a 1”, les otorgaba una ventaja
comparativa y la posibilidad de enviar remesas a sus países de origen. Los cambios producidos
en el modelo económico a partir de la crisis de 2001 tuvieron consecuencias en el mercado
laboral metropolitano.
En el período elegido para este artículo (1999-2007), se cruzan dos aspectos muy
importantes que atraviesan la temática migratoria: la crisis de 2001 y la nueva ley de
migraciones N° 25.871/03, así como también transformaciones en el MERCOSUR, que
constituye un marco de respeto y garantías de los Derechos Humanos sumamente
importantes. La prensa argentina, si bien no será tan explícita en las estrategias discursivas
enunciativas empleadas como en la década del noventa, no dejará de asociarlas a categorías
negativas así como mostrará una relativa indiferencia frente a las políticas migratorias, tanto
nacionales como regionales.
Por esa razón, nos resulta sumamente adecuado considerar el planteo de Laclau
(2006), en quien desarrolla aspectos como la homogeneidad de la voz que emerge en los
diarios y que se encuentra signada por la relación binaria en donde se constituye, a través de
un acto de exclusión entre un otro y un nosotros situando al otro en una “exterioridad radical”.
Este planteo aún no ha sido superado, sino por el contrario: se encuentra tan naturalizado en
el discurso mediático, que ha hallado formas de expresarse sutiles que son las que
pretendemos evidenciar. Esta dinámica se encuentra anclada en que la exclusión y la identidad

60
se presentan como un juego de “suma cero” que ayuda a la percepción binaria y posee un
correlato en la ausencia o presencia en el sistema y su exposición en el campo de la
representación.
En ese sentido, este planteo es útil en la construcción de una identidad del nosotros
(argentino, hijo/nieto de inmigrantes europeos) y en la distancia que establece con el grupo
elegido para ser otro: el nosotros es imposible cuando descubre que él (yo, nosotros) no es
otro que siendo abyecto. La abyección es un reconocimiento de la falta que se construye
entonces en el no reconocimiento de los próximos en donde “nada le es familiar, ni siquiera la
forma de los recuerdos” (Kristeva, 2006: 13): el nosotros no se reconoce como latinoamericano
y ni como emigrante, ante una crisis. Esta separación es la que constituye la brecha que sitúa al
otro en el otro extremo del puente: cruzarlo implica nuestra aniquilación como sujetos en esta
sociedad. La construcción de excusas para atravesar la distancia se encuentra cimentada por
estructuras simbólicas y de sentido que nos reaseguran en nuestra inacción.
El contexto en donde hoy emerge esta voz homogénea es el modelo neoliberal que
requiere un ejército proletario de reserva cada vez más dependiente de los movimientos del
mercado y un discurso acorde con la des-subjetivización del trabajador como actor político.
Esta realidad (el sistema), es representado como algo tan intangible que en consecuencia,
parece, es imposible de cambiar.
Por lo tanto, en este marco, ¿cómo se construye la relación entre los grupos? En
primer lugar afirmando que las relaciones entre éstos implican relaciones de poder: “que cada
grupo no es sólo diferente de los otros sino que en muchos casos constituye esa diferencia
sobre la base de la exclusión y la subordinación de los otros grupos.” (Laclau, 1996: 177)
Las posibilidades de acción política que surgen a partir de este punto están basadas
en la opresión del grupo mayoritario con respecto al minoritario que obtura posibilidades.
Como señala Laclau, el rechazo es una forma especial de afirmación: no se puede superar
aunque sí negociar. El otro tiene que ser siempre otro, aunque el rechazo del otro no implica
eliminación discursiva radical, sino una renegociación constante de las formas de su presencia,
por esa razón el despliegue de la presentación del otro oscila entre la conmiseración y la
abyección. Si una minoría racial o cultural intenta afirmar su identidad en un nuevo contexto
social, “tendrá que tomar en consideración circunstancias nuevas que transformarán
inevitablemente su identidad” (Laclau, 1996: 178).
La segregación discursiva, (por ejemplo, “los bolivianos no pagan impuestos”, “las
paraguayas son dulces y sumisas”, etc.), implica que hubo interacciones y concesiones mutuas.

61
En donde el nosotros espera que en el futuro, los otros se adapten a nuestra forma de vida,
formando parte del mismo sistema político. Si renuncian a ello, se reafirma su irracionalidad y
obliga a una “relación periférica y ambigua con las instituciones existentes que sólo puede
tener efectos políticos paralizantes” (Laclau, 2006: 180), o apariciones standardizadas y
estereotipadas en fiestas o celebraciones.
Frente al otro, si el lector se percibe como un igual (por ejemplo con el boliviano) que
es un excluido, un subalterno, esclavizado, el nosotros se desvanece, se pulveriza, del mismo
modo que si el otro intenta afirmar su identidad tal como es ella al presente, se condena a sí
mismo a una existencia marginal de ghetto y sus valores sólo pueden ser recuperados como
“folklore”. En síntesis, no hay posibilidad de victoria en términos de una autenticidad cultural
ya adquirida.
En definitiva, cada identidad se conforma a partir de sus diferencias con todas las
otras. El problema es que el concepto de universalidad requiere que todos nos veamos como
iguales: para evitar esa contradicción, hay que postular un más allá radical: el otro no es un
distinto, es una amenaza (Laclau, 2006): no pueden comprenderse a sí mismos si no es en
relación y en oposición con otros, en una situación de frontera, nunca de puente. Estudiar las
identificaciones es estudiar los límites, y algunos de ellos son establecidos por los diarios en la
creación y reproducción discursiva de sentido, redundante y repetitiva (van Dijk, 2008).
En La Nación, Clarín y Página/12, hemos encontrado distintos niveles de construcción
de esta distancia, que a su vez poseen manifestaciones temáticas concretas en cuanto a la
presentación de los inmigrantes latinoamericanos en los diarios argentinos.

Relaciones discursivas en torno a las interacciones sociales

El lenguaje es una forma de construir y narrar el mundo. Lo que “se dice” y las
“formas del decir” contribuyen a conformar las relaciones entre los grupos en las sociedades
no sólo desde las representaciones, sino también en la convivencia cotidiana.
En consecuencia, la mención a los lugares y espacios en donde viven, trabajan y
desarrollan su vida los migrantes son narradas por los diarios, a veces como marco o periferia
de la noticia, pero que resultan relevantes porque contribuyen a conformar y construir
concepciones y percepciones que el lector actualizará y estará presente, explícita o
implícitamente, en su relación con ellos en la Argentina.

62
Si bien históricamente la Capital Federal y el conurbano bonaerense fueron lugares
de entrada, paso e instalación de las migraciones de principios y mediados de siglo XIX, sigue
siendo un espacio que los que se consideran “nativos” deben compartir y/o defender frente a
determinadas “ocupaciones”.

Las Fronteras

Las representaciones sociales en torno al espacio se agravan a partir de que se debe


compartir con personas con las que un nosotros no se siente identificado. El “espacio”, el aire
ocupado por el cuerpo considerado como abyecto, implica en la lógica binaria que es un lugar
restado a otro, al nativo, al nosotros.
Este dispositivo, que se manifiesta bajo una tácita metáfora de “casa tomada”, se
hace notoria en los diarios, mixturado con otros elementos, que distraen y diluyen la
connotación negativa pero que se suman a construir la distancia. Como explica Kunz (2008),
una vez que el migrante cruza la frontera territorial, hay otra frontera dentro del país receptor,
las ciudades, los barrios que dividen a los individuos en dos grupos separados por el
maniqueísmo legalista: por un lado, la ley y el orden, por el otro, la trasgresión y la
irregularidad. Pero también, a niveles más simbólicos que se remiten desde “formas de vida”,
usos y costumbres, hasta detalles vinculados con los sentidos en donde los olores de la
comida, manifestaciones culturales y el mismo cuerpo del otro ocupan, atraviesan y conviven
en nuestro espacio32.
Se despliegan, entonces, estrategias de esquivamiento (Prévôt Schapira, 2001) y
distancias materiales, conformando una “nueva marginalidad”, como plantea Waquant (2001)
de concentración y estigmatización para con la migración (pobre) y otra de orden más
simbólico. Ésta última, como expresa Kristeva (2006), es más interna, más íntima en donde el

32
Esto es consistente con lo que expresa Perceval (2008:117), que condensa de manera concreta lo que
queremos ejemplificar: “De este modo, las poblaciones migrantes definidas fundamentalmente a partir
de sus particularidades culturales, se convierten en una seria amenaza para las sociedades de instalación.
Se produce una representación de la inmigración extracomunitaria que construye socialmente el miedo al
extranjero, al extraño, y más concretamente, actitudes entre la población mayoritaria como la
condescendencia, la desconfianza, el desprecio, el temor e incluso el odio a los inmigrantes, como una
reacción natural y comprensible”. La brecha se expande, hay “algo”, que para el nosotros con intenciones
y ecos de la vieja Europa en el mapa genético, impide el acercamiento.

63
reconocimiento del otro como un igual, impide el desarrollo del nosotros/yo como un sujeto
que puede vivir en nuestra sociedad. En consecuencia esta “sensación” de abyección
resguarda, cuida y da seguridad al sujeto que desplaza y condensa en la figura del inmigrante
todo lo que no quiere ser ni parecer. Esto le permite separarlo de la propia subjetividad, y la
distancia tiene que ser necesariamente producida y justificada (nacionalidad, historia, cultura,
costumbres, “mentalidades”, etc.). Por esa razón, consideramos que las descripciones de las
torturas, talleres y espacios en donde migrantes pobres viven, lejos de promover cierta
empatía en el lector, contribuyen a formar una distancia, porque concentra “todo” aquello de
lo que el lector se quiere alejar. El reconocimiento de la igualdad, en definitiva, la sospecha de
que todos podemos ser vulnerables y víctimas, como el otro, como expresa Kristeva (2006): si
la reconozco me aniquila.
Por esa razón, en el discurso de los diarios en mayor y en menor medida se
contribuye a afianzar que “eso” le pasa a otro y en otro lado. Ese otro que posee características
intrínsecas que lo predisponen, y cuyo horizonte de expectativas y comportamiento es
consistente con su condición de migrante, lo encierran en una categoría unificadora y
omniexplicativa.
Este artículo forma parte de una serie de dos notas firmadas por Isabel Saralegui, y
que comienzan el domingo, tituladas “Camionetas y fotos robadas por cocaína” y “El camino
de la cocaína, los zares usan camellos, vehículos y piqueteros”.

Es mediodía cuando se escuchan dos disparos que hacen eco en la


quebrada. Nadie se inquieta en el paso clandestino bautizado El Túnel por
los lugareños del Sector Cinco, en la caliente frontera con Bolivia (…) La línea
de puntos y rayas que se ve en el mapa es aquí un límite difuso en el que se
confunden la arena, la tierra colorada, la basura y la vegetación selvática.
(“LN en la frontera. SALVADOR MAZZA”. LN 23/06/2002)

En este sentido, relaciona aspectos de hiperexoticidad como son las organizaciones


criminales de Rusia, la metáfora del camello, que si bien es una modalidad de tráfico, remite a
Medio Oriente y por último, los piqueteros. Esto no quiere decir que no existan organizaciones
criminales en la zona de la Triple Frontera, sino dónde cae la responsabilidad de lo que pasa
allí: el peso está puesto en el lugar, en donde no se contextualizan las condiciones históricas
que hicieron de esa zona una “frontera caliente” con Bolivia que combina con imágenes de
clandestinidad, deshechos, disparos y peligro.

64
La Ciudad

"Para qué voy a votar, si total no voy a regresar a Perú", remató un joven,
que prefirió no dar su nombre. No hace falta que regrese. Por estos días,
algunas esquinas de Buenos Aires podrían confundirse con las de cualquier
ciudad peruana. (“Escaso interés de los peruanos en Argentina”. LN
01/07/2001)

En este párrafo, la periodista realiza entrevistas a peruanos, sobre su participación


en las elecciones su país y apuntando a relevar el grado de compromiso político con su país de
origen. De esta manera, generaliza “interés” por parte de la comunidad peruana, a la que al
mismo tiempo connota como numerosa y permanente, y en donde las esquinas de Buenos
Aires se han transformado a su imagen y semejanza. Asimismo, el título también sugiere que
los peruanos (todos), no se encuentran interesados en su actual sociedad de residencia.

(Alejandro Frigerio, Sociólogo UCLA y antropólogo UCA argentino,


actualmente profesor de la UCA) “Es cierto: hubo una gran corriente
inmigratoria europea, muy importante, pero ése no es el momento
fundacional de La Nación. Además, se toma como representativo de La
Nación a la Capital pero en el Gran Buenos Aires el panorama cambia: hay
otro fenotipo. Toda la gente de piel oscura vive fuera de la Ciudad
Autónoma. Pero en algún momento del día se ve a gente de piel oscura: son
los cartoneros". Frigerio cuenta que le empezó a preocupar el tema de la
raza en 2001, cuando estalló la gran crisis. "Vi a dos chicas rubias,
absolutamente blancas, pidiendo plata, y me asusté. Tenía naturalizado que
la gente que pedía dinero en la calle sólo era la de piel oscura. La ciudad es
blanca, europea, y es la que nos representa como Nación. No sólo es un
prejuicio socio-cultural; es también racial. En la historia argentina siempre se
identificó la falta de cultura con el color oscuro. (C 17/11/2007)

En las declaraciones del especialista que citamos, la raza se menciona en forma


naturalizada. Como dice van Dijk (2009) las declaraciones de la élite “blanca”, dirigida al lector
“blanco” es un ejercicio cotidiano, en donde el acuerdo de presuposiciones basadas en una
ideología compartida se hacen presentes constantemente, aunque tal vez no, de manera tan
explícita. En este párrafo se generaliza y presentan desde un lugar de “especialista”, (una

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sección de Historia del Diario Clarín), situaciones no sólo incomprobables (“toda la gente de
piel oscura vive fuera la Ciudad Autónoma”) sino también prejuiciosa (cartoneros como
sinónimo de gente de piel oscura, chicas rubias, “absolutamente” blancas, pidiendo plata, los
que piden plata son oscuros, la ciudad es blanca, europea”) en un abuso tendencioso de
imágenes y conceptos como la “raza” que resultan aún más peligrosas viniendo de un discurso
habilitado desde el diario que le aporta un “efecto de verdad”.

El Barrio

Como expresa Laura Rocha (Redacción de La Nación): “La comunidad boliviana


(prefiere) vivir en las áreas bonaerenses de Escobar, Pilar, Campana, La Plata, Bahía Blanca y
Tandil. También los hay en la Capital, Salta, Jujuy, San Juan, Rosario, Córdoba y Mendoza” (LN
26/10/2006). Sin embargo, denominaciones como “prefiere” resulta una simplificación, en
donde más allá de las motivaciones individuales, las facilidades vinculadas a las redes sociales
que ya marcaron las actividades frutihortícolas, no toma en cuenta las decisiones locales y
comunitarias, ni los aspectos globales y estructurales. Esa generalización de “toda” la
comunidad boliviana y su aparente “preferencia”, podría ser reemplazada por “la comunidad
de animales x prefieren vivir”, como si su establecimiento estuviera determinado por
cuestiones ambientales y adaptativas. Cuando se hace referencia a las zonas en donde residen
los migrantes provenientes de países limítrofes se detalla que habitan los barrios de La Boca,
Barracas, Once, San Telmo, Flores, Floresta, Balvanera, Liniers, todos conocidos por tener
zonas pobres, o denominadas “peligrosas” o lindantes con villas miseria.
En este párrafo Clarín remarca la procedencia étnica (aunque de manera
generalizada) y de mafia, en el título y en el contenido, que también relaciona con asesinatos,
drogas y prostitución. Asimismo, le atribuyen características relativas que evocan una suerte
de dinastía “grandes familias”, pero que además le suma una característica cultural que
denomina “primitiva” que no puede ser considerada sino de forma negativa.

Un marido que le pega a su mujer. Otro que engaña a la suya. Las deudas
tras la pesificación. Los conflictos en el Bajo Flores son solucionados por los
narcos que lo manejan, aun después del operativo del domingo pasado.
Sobre la mejilla morena de Johana la mancha azul no deja dudas. El
recuerdo de la pateadura que soportó una semana antes todavía la dobla

66
sobre la panza, como si se protegiera de su ex marido. Así le pega él desde
hace mucho (…) A saber: primera orden incumplida, un disparo en un pie.
Tras la segunda advertencia: directo a la cabeza. (…) “Ellos son de meterse
en conflictos de familia cuando ya se van de las manos para que no se pueda
meter la policía. {Ellos intentan entender el problema tratando de solucionar
a su manera}. Al principio son de hablar fuerte, poniendo en claro cómo es
que se sale del asunto. El método más extendido es el del “préstamo
anticrético”. (“Bolivianísimo, el sistema es en La Paz y Cochabamba usado
por el diez por ciento de los propietarios de casas”. P/12 13/05/2007)

El cuadro aquí presentado, contiene elementos de violencia doméstica y de


frustraciones por problemas económicos que son literaturizados y personalizados en la figura
de Johanna que se pueden encontrar en cualquier hogar sin distinción de clase social. Sin
embargo, estas acciones son enmarcadas en el Bajo Flores y relacionadas con actividades
ilícitas. Si bien se menciona la presencia del Estado argentino que realiza el operativo, su poder
continúa, como continúan también los golpes. De esa manera, le otorga un sistema normativo
propio, “ellos” manejan sus problemas a su manera, coherente con “su cultura”,
bolivianizando y alejando del nosotros éste tipo de episodios. Esta forma de “encapsular”,
condensar y desplazar el conflicto, desde la reflexión del lector argentino y la autopercepción
del migrante lo separan cada vez más de la igualdad y los derechos humanos universales.
Asimismo, esta descripción en donde algunas pautas se comparten (violencia,
infidelidad) genera mayor rechazo en la sociedad de residencia cuando la acción del otro se
parece a la nuestra. Esto se manifiesta especialmente en una sociedad que se jacta de torcer
las leyes o inflingirlas porque otro no las cumple o porque es un indicador de su identidad
(“viveza criolla”). Cuando observa que el otro posee un aparato normativo diferente, todo lo
que viene a posteriori es una manifestación de condena moral e insulto a las buenas
costumbres. Pero no sólo como una fachada hacia el exterior sino una separación interna, una
ruptura en donde quien denuncia (y quienes lo leen) no se van a sentir identificados: por eso el
cuadro debe ser grotesco y etnicizante: lo hacen otros/ ellos: “La ley de la villa”.
En una serie de acontecimientos delictivos en donde se trazó una relación
generalizada en cuanto a “los peruanos” con relación a las drogas: “‘Base’ de los narcos
peruanos” (LN 07/05/2007). “Sospechan que un narco fue uno de los ladrones del avión” (LN
10/05/2007). “Mataron a otro peruano. Recelos por las venta de drogas ilícitas” (LN
13/05/2007). “Sospechan que los crímenes serían para ganar el Abasto” (LN 13/05/2007). Esta

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presentación de “narco” asociada a una nacionalidad se conforma como estrategia asociativa
que queda en la memoria del lector, así como el lugar del desarrollo, el Once y la mención del
Abasto con reminiscencias históricas que contribuye a estigmatizar no sólo a una comunidad
sino presentarlo en término de “ganancia” (y por lo tanto pérdida) y de territorio, que también
remite a un léxico biológico.
Asimismo: “Once: asesinaron de seis balazos a un joven peruano en plena calle” (C
08/05/2007). “Fusilaron de un balazo a otro peruano en una casa de Once” (C 10/05/2007). En
el primer titular, la imagen de un chico joven muerto, atravesado por seis balas en el espacio
público es impactante así como la alusión a “fusilamiento” del segundo, en donde “otro”
remite en este caso a una continuidad.
En el presente, la cooptación de barrios que históricamente fueron considerados
como el “patio trasero” de la Capital Federal (Salessi, 1995), en virtud de una separación como
consecuencia de la fiebre amarilla de 1871, se refuerza con lugares en donde se condensa todo
lo abyecto:

“el agua casi sólida. Antes el Riachuelo no tenía este olor a podrido, aclara.
Antes eran todos tanos laburantes -recuerda Colchón-. Yo nací en la isla y
acá se hablaba el dialecto genovés. Había un bar, con jamones colgados,
donde todos los parroquianos se conocían y se juntaban a tomar cerveza.
Quedan pocos italianos o descendientes en la zona”. (C 13/03/2000)

Se relaciona con una descripción que hace Esteban Echeverría en El Matadero,


considerando al Riachuelo, en parte como realidad y en parte como metáfora y que desprende
de un artículo periodístico de 1871, el agua era “unas veces sangrienta, otras verde y espesa”
(Salessi, 1995: 72). Pero fundamentalmente marca la profunda distancia entre la dimensión
temporal del pasado en donde todos eran “tanos laburantes” y el presente, (paraguayos,
bolivianos y peruanos) y en donde el “olor a podrido” “copó” todo: el barrio, el agua, el aire,
contaminándola.
En el artículo “Buenos Aires, capital de la quinta provincia gallega en el mundo” (C
22/09/2007) esta situación es visibilizada como algo profundamente positivo, como una suerte
de aproximación, legitimidad y pertenencia con Europa.

(Testimonio de Mauricio Macri, en ese momento diputado de Compromiso


por el Cambio) "Buenos Aires tiene que volver a ser la ‘gran puerta de

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entrada’ de la Argentina para que miles de extranjeros vengan a visitarnos y
a invertir en el país". El ámbito era propicio, ayer, para esa definición que
regaló Mauricio Macri, candidato a jefe de Gobierno por Compromiso para
el Cambio: lo dijo durante un encuentro con la colectividad Armenia. (C
29/07/2003)

La “gran puerta de entrada”, que Clarín refuerza con las “negritas”, se abre para
quienes quieren venir a invertir o en calidad de turistas, los transatlánticos, los que entran por
aire o por mar, evidentemente, donde la puerta es Buenos Aires. Aquí la voz del actual Jefe de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es clara en cuanto a la distinción entre turista o inversor
con poder adquisitivo, en contraposición al migrante pobre.
La apropiación de lugares en donde se desarrollan las actividades delictivas alimenta
un círculo vicioso que profundiza las imágenes abyectas que provocan, como lo expresa el
periodista de Página/12, Cristian Alarcón: “El joven peruano acribillado sobre la vereda de la
calle Alsina, cerca del Spinetto Shopping, en la madrugada del lunes, sería una víctima más de
una guerra por la zona de Once-Balvanera entre traficantes de origen peruano. Y además,
objeto de una “justa venganza” por haber asesinado antes a otras seis personas” (“Tiros en la
saga de ‘Los Nañas’”, P/12 09/05/2007). En este caso, la palabra “saga” está usada en un
sentido muy distinto al que se emplea cuando se relaciona a la experiencia migratoria del
pasado. En este caso remite a una historia que se perpetúa a través de las generaciones (casi
hereditariamente); mientras que en el caso de las migraciones mediterráneas, es relacionado
con leyendas poéticas y tradiciones heroicas.

En la villa 1.11.14 ayer hubo una fiesta. Al ritmo de reguetón, los


narcotraficantes peruanos que lograron zafar de la Gendarmería y su
megaoperativo del último domingo despuntaron el vicio del asado y el vino
(…) “Chiquito”, una mano derecha de los jefes de la banda, dormía junto a
una novia a pocos pasos de su propia pieza. (P/12 09/05/2007)

En este párrafo, las tradiciones alimentarias locales como el asado y el vino, son para
los peruanos un “vicio”, mientras que en el caso de los argentinos emigrados, es un recuerdo
nostálgico, una añoranza que despierta los sentidos y los sentimientos de argentinidad. La
asociación “narcotraficantes peruanos”, así como “mafia china”, consolidan relaciones entre

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un registro étnico y una actividad ilegal. En este caso, lograron “zafar”, y uno de los jefes,
duerme junto a “una” novia, dando a entender una cierta promiscuidad o poligamia exótica.
En este caso Página/12, con su estilo, invita a naturalizar la relación entre grupo
migratorio, barrios y de cantidad. En éste sentido, y bajo una elíptica relación con Hamlet
(“Algo huele podrido en Dinamarca”), fue el único diario que mencionó la idea de algunos
miembros del municipio de Escobar que querían hacerles pagar las calles a los bolivianos por
el deterioro del espacio urbano. Y vuelven a surgir las mismas estrategias vinculadas a la
estrategia de mobbing (acoso) inmobiliario respecto de las tierras ocupadas por las quintas
que se combina con acciones xenófobas.

Algo huele a podrido en el municipio de Escobar. En las últimas semanas la


comunidad boliviana –en su mayoría quinteros y vendedores
frutihortícolas– ha sido objeto de robos xenófobos y aprietes por parte de
pequeños grupos de jóvenes de la zona que cortaron las vías de acceso al
mercado donde distribuyen su mercadería los quinteros, en protesta porque
las calles están rotas, según dicen, como consecuencia del flujo de camiones
que entran y salen del lugar. (P12 04/05/2007)

Espacios laborales, espacios de enfermedad y muerte

La lectura de los artículos que se relacionan a los quinteros bolivianos, el trabajo en


los talleres, y los actos delictivos en la zona del Abasto con un grupo de peruanos, poseen una
relación intrínseca que subsume las esferas laborales con el cuerpo del migrante.
De acuerdo a lo estudiado por Scribano (2009), la definición política de los cuerpos
son estrategias que una sociedad adopta para disponer de ellos, como parte de una
estructuración social del poder. Es decir, un cuerpo que la sociedad de acuerdo a sus
parámetros considere perfecto, tendrá un lugar determinado, con atributos de poder que
fueron aprendidos por el sujeto, que forman parte de su auto percepción y la de los demás.
Asimismo, junto a la “política de los cuerpos” se establecen las “políticas de las emociones”,
una oferta de sensibilidades construidas y configuradas por dispositivos de regulación de esas
emociones y sensaciones. Los diarios, y los medios de comunicación en general, se constituyen
como grandes arquitectos en los ordenamientos y cánones que guían, otorgan permisos y
ponen hitos en la transmisión de las emociones. Especialmente a través de las tapas, los

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espacios dedicados, los suplementos, así como en la cotidianeidad. Siguiendo a este autor, y al
contexto que hemos planteado de la relación entre las migraciones recientes y la globalización,
coincidimos en que el neoliberalismo “se ha transformado en una máquina depredatoria de
energía corporal”, (Scribano, 2009: 142-143), así como un gran aparato represivo
internacional.
Desde el espacio global hasta los más cotidianos, las emociones también constituyen
dispositivos que en el espacio cotidiano, desde lo conciente y lo inconsciente que establecen y
robustecen formas de diferenciación corporal. Este concepto de Figari (2009) resulta
sumamente adecuado para estudiar como es presentado por los diarios el cuerpo del
migrante.

En el pecho todavía se puede ver la estampa de la plancha caliente y, cerca


de su tetilla izquierda, las quemaduras hechas con los cables pelados son
escalofriantes. A Choque le cuesta hablar, pero la bronca que tiene encima y
las ganas de hacer público su caso le hacen olvidar el dolor. (…) "Fernando,
mi hijo de ocho años -agregó Basílica- nunca se va a poder olvidar de lo que
escuchó y vio. El odio y el rencor que siente, ¿quién se lo saca? Necesitamos
que alguien se haga cargo y nos proteja (…) (A otros familiares) no les pasó
nada porque pudieron escaparse; tuvieron suerte, nada más." Sin embargo,
el sábado último la fortuna no estuvo del lado de Ángel Ramírez, un familiar
de Basilio. (LN 27/06/2000)

La descripción focalizada en primer plano, así como los instrumentos utilizados


conforman una imagen mental, con las coordenadas exactas. Asimismo, las emociones que
transmite son de bronca, odio, rencor, que constituyen un potencial peligro de venganza o
represalia, que a su vez representan su continuidad con el hijo, construyendo una escena de
“problema”. Cuando la periodista toma la palabra, las actividades y decisiones del migrante no
están mediadas por la razón sino por la “fortuna”, la “suerte”, el azar.

El de ayer, el más cruel de los ataques, fue sufrido por Fidencio Choque, de
44 años, quien, en presencia de sus dos nietos y de otros dos niños -todos
de entre 2 y 14 años-, fue quemado con una plancha en el pecho dos veces.
Además lo intentaron colgar con un cable de los genitales para que revelara
dónde ocultaba los ahorros de la familia (…) El niño lo contaba con toda
naturalidad, sin advertir la crueldad de la escena que describía. "Al abuelo lo

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ataron, lo colgaron, enchufaron la plancha y lo quemaron acá, en el pecho",
contó el pequeño de 8 años ante los funcionarios judiciales.(…) Amenazaron
a Choque y a Albornoz para que les entregaran el dinero que escondían en
su casas, a sabiendas de que los trabajadores bolivianos no están
acostumbrados a hacer uso del sistema bancario (…) Los delincuentes
recurrieron a los métodos más salvajes para obtener la plata: tomaron al
niño de 8 años, bailarín en el ballet de la comunidad tarijeña, lo ataron a una
silla y le pusieron un cuchillo en el cuello, mientras le gritaban a su abuelo:
"Si no aparece todo el dinero degollamos al nene". (LN 24/06/2000)

En el detalle pormenorizado de la tortura intervienen todo tipo de sensaciones


cualquiera sea el perfil del lector: sexo, edad, así como la incorporación del testimonio del
nene, en donde aclara que lo contaba con “total naturalidad”, sin poder dar cuenta de lo que
estaba relatando, sin considerar siquiera un efecto de las escenas que acababa de presenciar y
colmado de detalles irrelevantes. A menudo, la recolección de datos y testimonios en
momentos de crisis, exponen al entrevistado de manera negativa.
Asimismo, la tortura se encuentra entre las acciones que el individuo no quiere
pensar ni recrear. Sin embargo, en el caso de los quinteros bolivianos, se llega a detalles
impensables. Este grado de datos y organización de la composición del “cuadro”, posee una
doble mirada: la posibilidad de crear una empatía con respecto al sufrimiento del otro o por el
otro de profundo rechazo.
Intercalando este nivel de narración (de las torturas, colgarlo de los genitales,
plancha en el pecho, testículos, cuchillo en el cuello, atar al nene) con costumbres étnicas
(dejan el dinero en su casa, comunidad tarijeña), conforman capas de información e imágenes
de distinto orden que combinadas conforman un todo ajeno, en donde el lector toma distancia
de ese otro. La frontera se establece: “esos desechos caen para que yo viva” (Kristeva, 2006:
12). Ese límite me resguarda en mi mundo y me confirma.
En el caso de la descripción de los migrantes éstas situaciones no se ocultan. Por el
contrario, las emociones y recuerdos que despiertan, se condensan y se desplazan hacia la
situación de ese sujeto, al que no veo como víctima, sino como responsable de ese destino.
Ése es el límite claro, que separa la civilización de la barbarie, el nosotros argentino de ese otro
limítrofe (indígena) o asiático (exótico), que me generara rechazo y se confirma con la
presencia de su cuerpo.

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"También le taparon la boca a un bebé para que no llorara", contó uno de
los investigadores (…) "Pero eso no fue todo. A uno de los chicos le
colocaron una escopeta en la boca. Y, además, amenazaban todo el tiempo
con violar a todos" (Testimonio del fiscal que investiga el caso, José Maraggi)
(C 18/08/2000)

Aquí, la descripción de la escena en donde incorpora un bebé, otros niños, la imagen


de la escopeta en la boca y la amenaza de violar a “todos” resulta repulsiva, y operan como
disparadores de emociones.

La tragedia de las familias de las víctimas del incendio no tiene fin. Al dolor
de haber perdido a sus esposas e hijos se suma la angustia de no poder
enterrarlos. Según informó el Ministerio de Derechos Humanos porteño, la
Justicia sigue analizando los seis cuerpos. En el incendio murieron Juana
Vilca, Wilfredo Quispe (15), Harry Rodríguez (3) y otros tres menores de
edad. (C 09/05/2006)

La demora en la entrega de los cuerpos fue por el estado en que quedaron.


"Estaban calcinados. Hubo que buscar tejidos sanos para poder realizar las
pruebas de ADN que acreditaran sus identidades", explicó el abogado Carlos
Oreste Cardozo. "Recién el martes recibimos el informe del cuerpo médico
forense y por eso mañana (por hoy) podremos retirarlos de la morgue",
agregó. (C 20/05/2006)

En ambos ejemplos, se remite a cuestiones tanáticas que se hunden en lo más


profundo de la historia de la humanidad y también de la historia nacional: enterrar los
cuerpos, cuerpos quemados, el análisis de los mismos, que afortunadamente en el primer caso
les devuelve a algunos la dignidad de nombrarlos. En el segundo párrafo, descripciones como
“estado de los cuerpos”, “calcinados”, “tejidos sanos”, “ADN”, “forense”, “morgue”, arman a
través del lenguaje un mundo vinculado a la muerte y a todos los pensamientos que el
individuo día a día aparta para poder continuar. Si estas emociones que suscita, están
especialmente distribuidas en un contexto de otredad, en donde la tragedia fue etnificada, el
nosotros está a salvo.
Como expresa Kristeva (2006), el cadáver es aquello que irremediablemente ha
caído, que relaciona con la cloaca: trastorna más violentamente aun la identidad de aquel que

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se le confronta como un azar frágil y engañoso. Los olores, la sangre, el sudor, la putrefacción,
no significan la muerte, sino un desecho, que indica lo que el individuo descarta para vivir, eso
que se esconde, se perfuma, se limpia: simbolizan eso que el individuo debe evitar.
Asimismo, la animalización del otro nos confirma en nuestra humanidad: “Cuando vio
a Amalia Venacio le pidió una anécdota. La mujer la miró y después de un momento se acordó
de una: “Ya sé -dijo-, me acuerdo del día que me querían hacer dormir en la cucha de un
perro.” Eso sucedió hace un año, cuando Amalia buscaba trabajo en una casa de Av.
Avellaneda”. (P12 27/02/2002)
Y con respecto a uno de los talleres, que también se constituyen como espacios de
reproducción de la fuerza de trabajo, se abarcan todas las posibilidades del asco: olores, el
polvillo intangible que se respira, la imagen de las cucarachas y enfermedades:

Allí trabajaban bolivianos, peruanos o paraguayos (…) Las


condiciones de “higiene no existen, los baños están
permanentemente tapados, se aspira mucho polvillo y la
cocina está invadida por cucarachas”. (P/12 16/01/2007)

Es decir, la descripción per se no sería negativa, de hecho puede provocar un


acercamiento o sensibilización, incluso empatía: lo que provoca distancia, en este caso, es
anteponerle la condición étnica, a la situación que describe. Tampoco, relaciona el contexto en
donde se desarrollan los migrantes en función al modelo de producción que lo provoca.

“Díaz y Miranda, los dos de 31 años, golpearon a un vecino con una silla de
hierro, lo patearon, le ataron las manos con un alambre de púas y después
de incendiarle la casucha lo tiraron al fuego. Al hombre que intentó ayudarlo
le dieron con un ladrillo en la cabeza, le dispararon con un calibre 32 que le
perforó el pulmón, le pusieron un cable en el cuello y le clavaron un hierro
en la nuca. Mientras tanto cantaban y bailaban, se contó en el juicio, entre
otros detalles”. (“Perpetua por un caso como el de la ‘Naranja Mecánica’”.
P/12 09/05/2002)

En este caso, el paralelo con “La Naranja Mecánica” en el título, que obviamente
establece el contrato entre el autor y el lector y deja satisfechas las condiciones de felicidad,
pero desvía en cuanto a que durante toda la noche habían torturado delante de toda la familia

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a alguien atado a una silla. Y en otro sentido, se confirma lo que afirma van Dijk y que
mencionamos previamente, cuando se refiere a que la información que se construye es en
general en torno a dichos y escritos por las élites “blancas” y dirigidas a ellos.

Otros perfumes, otros olores

Dentro de la atribuida sensación de invasión de los migrantes, el tema alimentario


surge siempre como una característica más de la cultura inaprensible del otro que emerge
como una sensación incontrolable de emociones. Siempre asociada identitariamente con el
placer, el descanso, las reuniones y celebraciones, la comida “es la forma más elemental y más
arcaica de la abyección” (Kristeva, 2006: 9). En este caso, el momento de comer, utilizado
simbólicamente para hablar de la familia, de los nuestros, es invadido con otras posibilidades
gastronómicas que generan distancia y fuerzan a crear la representación visual de lo que se
describe.
Sin embargo, en el caso de las colectividades más antiguas, la comida es considerada
como puente, un acercamiento: “No cabe duda de que la comida es una gran transmisora de la
cultura de un país. Por eso, los aromas y los sabores ocupan un lugar privilegiado en los stands
de las diferentes colectividades”. (LN 03/09/2000)
Existe una tensión con esa descripción del pasado y el presente siempre visto como
algo idílico y romántico, pero esencialmente puro, desprovisto de toda mácula, en donde el
lugar de la mujer también es pasivo, manso, absolutamente circunscrito al hogar, a una
función reproductiva y asexuada:

Una abuela española en la cocina hirviendo potajes eternos. Un patio


andaluz perfumado de geranios y jazmines, o una huerta gallega donde
crecían las verduras de la vida. Un suspiro, de tanto en tanto, y una misma
frase al final: España está en el corazón. Una casa que alegraba -o
entristecía- la voz quebrada del flamenco, la música brava y rotunda de
España. (LN 13/03/04)

En este artículo Joaquín Morales Solá apela a imágenes visuales, auditivas y olfativas,
todas agradables, en donde lo “eterno” plantea una continuidad del pasado más remoto. Este

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tejido entre el pasado y el presente, activa representaciones positivas. Asimismo, “inserta” a
España en el corazón de la Argentina, como una fuerza que impulsa.

En nuestro país viven unos 120 mil peruanos (…) María Cabrejos sacude la
cabeza con desazón. Mientras acomoda en una bandeja una porción de
ceviche y un plato humeante listo para servir (papas a la huancaína, aclara),
esta peruana de 30 años arremete: "Alan García dejó al país hecho un
desastre, con la inflación por las nubes, mientras que Toledo es un populista
ambicioso. No, no voy a votar a ninguno de los dos". Y agrega una botella de
Inka Cola a la atiborrada bandeja… (LN 01/07/2001)

“En ese rincón del corazón porteño no se escucha tango. El vals peruano y la
marinera norteña acompañan a los comensales que degustan cerveza
mezclada con Coca-Cola.” (Vals peruano y marinera, LN 27/09/2004)

Dentro de las estrategias discursivas que presentan la caracterización del otro


mediante la referencia de signos perceptibles de su alteridad constituyen una diferenciación
basada en rasgos culturales: “papas a la Huancaína”, “ceviche”, “Inka Cola”, atravesadas por
una importante desafección política y la alusión a la “cantidad” de peruanos que viven en la
Argentina, conforman una suerte de contraposición especular con la nota de Morales Solá. Por
un lado, la mujer en el hogar, en la casa, abuela, ajena a los cambios del exterior y superado el
desarraigo, aunque no la nostalgia, se contrapone la mujer joven, peruana, trabajando en el
espacio público, con su voz y la de la periodista, los sentimientos son de desazón, bronca y sin
reparos expresa su opinión de manera contundente.
Como sostienen Taibi y el-Madkouri Maataoui (2006), el tiempo y el espacio resultan
fundamentales en la reflexión del lector: en nuestro corazón porteño, centro del amor, centro
del cuerpo, órgano fundamental (puede morir el cerebro, pero no el corazón y en donde ya
está España), en nuestro espacio (espacio es poder) ya no se escucha nuestra música, el tango,
sino un vals peruano. Y la comida no es comida sino cerveza. Este “silenciar al otro tratándolo
como un objeto abierto a la interpretación libre, sin darle la oportunidad de explicarse a sí
mismo y sin fundamentar las interpretaciones sobre datos objetivos”, son encontradas
también con el inmigrante magrebí: el presente del otros es el pasado del yo, en donde es visto
como económicamente subdesarrollado y culturalmente atrasado, del cual el nosotros y el
observador-lector, en el presente logró desprenderse.

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Sin embargo, el ejemplo más agudo en cuanto a la comida, se despliega en el caso de
los talleres clandestinos y los testimonios e historias de vida que los diarios realizan:

"inmigrantes dormían hacinados y alimentándose con comida que estaba en


pésimo estado". ("Operativo Coreatown". C 03/03/2000)

“una porción de nervio, porque a eso no lo puedes llamar carne", detalló el


periodista. (LN 04/04/2006)

En este caso, el periodista que “se hace pasar” por un tallerista, describía las raciones
y una suerte de guiso en donde se mezclaba todo, como parte de lo que los migrantes se
podían ahorrar ya que se les brindaba “cama y comida”.

Algunas palabras finales

Esta forma de “presentación” en donde se revaloriza la posición y la historia de un


nosotros nacional en contraposición a otro latinoamericano no aúna una posición de
integración y solidaridad regional.

Esta mirada desde los medios de comunicación que describe de manera tan cercana,
lleva a una visión microscópica que impide relevar el contexto macro y las múltiples líneas
económicas, políticas y sociales, que se entrecruzan y que constituyen las causas de este tipo
de migración que fractura solidaridades de clase, reemplaza el concepto de raza por el de
“cultura” (o de mentalidad) y pone el eje y la responsabilidad en el sujeto migrante como
culpable de su destino.
Asimismo, recuperando el planteo de Laclau y Kristeva planteados al inicio, el
reconocimiento del otro como un igual, pone de manifiesto la fragilidad del sujeto en el marco
neoliberal en el que estamos insertos. Por esa razón, el lenguaje de los medios de
comunicación, actores parte del mismo, opera reproduciendo y profundizando las diferencias,
porque en definitiva, el migrante es una metáfora del “pobre” al cual no se lo puede atacar
directamente por ser “políticamente incorrecto”, pero es ésa clase que hay que dejar caer para
seguir existiendo.

77
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Diario Página/12: 182 artículos (del 10 de diciembre de 1999 al 10 de diciembre de 2007).

79
SEGUNDA PARTE

Pensar las fronteras:


posicionalidad, desterritorialidad y extraterritorialidad

80
LOS ESTUDIOS FRONTERIZOS Y SUS DESCONTENTOS: UN MANIFIESTO
POSICIONAL

Gustavo Fares

Resumen

Pensar un afuera y su opuesto, un adentro, así como la noción misma de


movimientos migratorios, sobreentienden las fronteras que separan tales dominios espaciales.
El presente artículo analiza los Estudios Fronterizos tal como se practican en la academia
estadounidense, y los desafíos que enfrentan, uno externo, la desterritorialización de la
nación-estado, y uno interno, la esencialización de su objeto de estudio, es decir, de las
poblaciones migratorias y que habitan en los territorios fronterizos. Se propone una alternativa
a estos desafíos mediante la noción de “posicionalidad,” generalmente asociada con la
geografía. Como ejemplo del uso de la posicionalidad en los Estudios Fronterizos se estudia la
construcción y deconstrucción de la identidad hispana en Estados Unidos, y las características
de tal construcción de identidad como proceso político y no como categoría natural dada.

Palabras claves: Frontera – Posicionalidad – Hispano

Abstract

To think of an outside and its counterpart, an inside, as well as about migratory


movements, assume the notions of borders that separate and unite those spatial domains.
This articles discusses Border Studies, as practiced in the United States now-a-days, and the
challenges the discipline faces. Those challenges can be characterized as external (the
deterritorialization of the nation-state) and internal the essentiatlization of Border Studies’
objects of inquiry, i.e. migartory populations and inhabitants of border areas. The article

81
proposes the use of the notion of “positionality,” generally associated with geography, as an
alternative to those challenges. As an example of the use of positionality in Border Studies, the
article analyzes the construction and deconstruction of Hispanic identity in the United States,
and the characteristics of such constructions as political processes, rather than as given or
natural categories.

Key words: Border – Positionality – Hispanic

82
Ser, de alguna manera, Cervantes y llegar al Quijote le
pareció menos arduo —por consiguiente, menos
interesante— que seguir siendo Pierre Menard y llegar
al Quijote, a través de las experiencias de Pierre
Menard.
Jorge Luis Borges. “Pierre Menard, autor del Quijote”
(Borges, 1990)

En una conferencia reciente en Lawrence University, Salman Rushdie describió su


viaje “iniciatorio” en los 1960s de Londres a Mumbai como una experiencia sin fronteras
notables. Esa misma semana, el Congreso de Estados Unidos debatía la extensión de una
barrera fronteriza en el sudoeste del país, medida fuertemente opuesta en California por su
“Governator”, Arnold Schwarzenegger, una de las más recientes encarnaciones del “ideal”
norteamericano de la historia exitosa del inmigrante. Mientras estos asuntos se trataban
legislativamente, los inmigrantes se lanzaron a las calles en más de cien ciudades para
reclamar el derecho a ser ciudadanos. Y aun así, las áreas fronterizas raras veces figuran en la
imaginación colectiva cuando se piensa en los Estados Unidos tanto dentro como fuera del
país. Parecería, sin embargo, que esta falta de atención esta llegando a su fin en este milenio
que comenzó hace ya una década y que los grupos otrora marginalizado están accediendo al
centro de la escena política y cultural. Es claro que por motivos de seguridad, inmigración, y
por razones económicas, las políticas de la frontera y de los grupos que allí habitan o transitan
se han ubicado en el centro de la atención publica y de las agendas domestica e internacional
del país. Para mejor entender estos cambios colectivos culturales y políticos importantes
estudiar las fronteras como regiones, si, pero además como separaciones imaginadas, pero no
imaginarias, entre gente, separaciones que proveen no solo territorios donde ubicarse, sino
también la posibilidad de comunicación, de cruces, de retornos, y la de la creación de
identidades múltiples y fluidas, basadas no en características esenciales, sino en posiciones
transitorias.

83
Pensamiento Fronterizo

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define una frontera como


“Línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios”; línea, a su vez, es
definida como "Sucesión continua e indefinida de puntos en la sola dimensión de la longitud,"
y en sentido más especifico, como “sucesión de personas o cosas situadas una detrás de otra o
una al lado de otra.” Las fronteras, pues, pueden ser definidas como “una [sucesión de
personas o cosas situadas una detrás de otra o una al lado de otra] real o imaginaria que
separa dos terrenos, dos países, dos territorios.” Las fronteras pueden ser, no solo reales o
imaginarias, sino también "imaginadas", en el sentido que son ideas manifestadas en hechos
físicos, en el terreno, y en sus encarnaciones (patrulleros, cuerpos armados, guardias
fronterizos, guardacostas, funcionarios de inmigración, paredes, perros, trafico, leyes escritas y
obedecidas, o no, cruces ilegales, etc.) que de maneras diversas “territorializan” nuestro
pensamiento y proveen parámetros dentro de los que nos movemos y vivimos.
Podemos distinguir al menos dos dimensiones del concepto de “frontera.” La
“Frontera,” con "F" mayúscula, se refiere a los limites territoriales de la nación, donde, según
Galeano, las interacciones que allí se dan muestran el verdadero rostro del sistema (Galeano,
1988: 113-125). Las otras fronteras, con "f' minúscula, se ubican en encuentros diversos,
similares en complejidad y riqueza, señalando interacciones entre áreas que se demarcan.
Gloria Anzaldúa, por su parte, usa historias locales y desafía concepciones hegemónicas
cuando señala en sus escritos sobre la nueva mestiza que las áreas de frontera no son sólo
territoriales sino también psicológicas, sexuales, y espirituales. Para Anzaldúa, las áreas de
frontera no se circunscriben solamente al territorio del sudoeste de Estados Unidos, sino que
están presentes como sitios de interacción constante donde sea que dos o más culturas se
encuentran, donde la gente de razas diferentes ocupan el mismo territorio, donde las clases
bajas, medias y altas, se tocan (“Whenever two or more cultures edge each other, where
people of different races occupy the same territory, where under, middle y upper classes
touch.” 1987: “Preface”). En estas áreas y en estos encuentros existen fronteras con “f,” no
“F” donde y cuando la separación y los limites se repiten en lugares, tiempos y poblaciones
diferentes.
Las fronteras también se encuentran relacionadas con el tiempo, no solo el
territorio, lo cual las vuelve aún más fluidas y cambiables. Como tales, pueden ser
consideradas como líneas temporales que representan el correr de la historia en un lugar

84
determinado. La Historia vis-à-vis las fronteras y la formación de los estados nacionales, se
relaciona estrechamente con los sistemas y movimientos coloniales y post-coloniales y, en este
aspecto, las fronteras pueden ser consideradas como restos que presentan las menaras en que
el mundo llego a ser lo que es en el presente. En tal contexto el “pensamiento fronterizo”
marca los momentos, no solo los lugares, donde el imaginario del mundo moderno se quiebra,
donde aparecen formaciones nuevas, cambian las viejas, y la hibridez, la diversidad y la
diferencia se presentan en la cultura. (Mignolo, 2000b: 23). Este proceso se ha dado muchas
veces antes a través de la historia, como por ejemplo, en la construcción del mundo moderno
entre los siglos 16 y 19, proceso apoyado por textos religiosos. De acuerdo con una posible
(Occidental) interpretación del Viejo Testamento, Noé tuvo solo tres hijos y por lo tanto, era
imposible hacer caber en ese ascendencia, a la gente de 4 continentes, una vez que el Nuevo
Mundo hubo sido descubierto como tal , luego del Encuentro en el siglo XV.
Consecuentemente, América, el cuarto continente, fue visto y clasificado como la extensión
“natural” de la tierra de Japeth, o Europa, al Occidente de aquella. Subsecuentemente, España
debatió acerca de los Derechos de las (nuevas) Gentes, tomando en cuenta la noción religiosa
de “pureza de sangre” y las obras e ideas de Bartolomé de las Casas, mucho antes de la
declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en el S. XVIII. La “pureza de sangre” y
la producción de escrituras alfabéticas marcaron los límites entre los pueblos y, en tal
situación, la traducción fue la herramienta que permitió incorporar la diferencia colonial entre
conquistadores y conquistados, permitiendo a los nuevos amos comunicarse y controlar a la
población nativa, y trascender los límites impuestos por las diferencias culturales que
separaban las poblaciones en contacto. Hacia el final del S XVIII, la frontera entre los pueblos
pasó a estar marcada por el acceso a la historia, y aquellos se clasificaron entre pueblos con o
sin historia. El S XIX fue testigo de un cambio radical en laconstrucción del mundo y de sus
poblaciones, en este caso, basada no en la “pureza de sangre”, ni en términos de escritura,
historia, o derechos del ciudadno, sino en términos de raza y de color de piel. Este corto
análisis indica que el conocimiento no es universalmente establecido por un sujeto
trascendente, sino por sujetos históricos en sitios variados, con diferentes historias, culturas y
límites, que se imponen no solo en territorios sino también en sus habitantes. Cuando las
historias locales pasan a primer plano, cuando el sistema que las mantiene subyugadas se
quiebra, revelan diseños globales que pueden tener nombres diferentes pero los mismos, o
similares fines, que se relacionan con la construcción de grandes narrativas desde una
perspectiva de la colonialidad.

85
Finalmente, las fronteras también aparecen en los sistemas semióticos, como
bien lo señala Lotman (2005: 205). Para él, la noción de “semiósfera” señala el espacio
semiótico, fuera del cual el sentido no puede existir. El conjunto ensamblado de formaciones
semióticas precede a la existencia del lenguaje individual y es la condición de existencia del
mismo. Las fronteras se dan entre las diferentes simiósferas, donde a su vez se encuentran los
“filtros” que permiten el paso de una semiósfera a otra, filtros traductores, si se quiere, donde
y a través de los cuales los textos y palabras se traducen a otros idiomas, situados fuera de la
semiósfera de marras, pero no fuera del sistema en su totalidad. Existe, además otra frontera
entre el sistema en su totalidad y lo que queda fuera de él, el sitio donde el lenguaje no puede
existir. Así como en las Matemáticas, dice Lotman, la frontera representa un conjunto de
puntos que pertenecen simultáneamente al espacio interno y externo del sistema, así también
la frontera semiótica se representa por la suma de filtros traducibles, a través de los cuales el
textos e traduce a lenguajes situados fuera de dicha semiósfera. La frontera, en esta
concepción, es un mecanismo bilingüe que permite la transformación de la información. Debe
tenerse en cuenta que esta frontera que divide y une a la vez, es asimismo el sitio donde los
procesos semióticos se aceleran, fluyen de maneras mas activas, jugando mas libremente en
esta periferia con las estructuras de la lengua, en lugar de estar fijos, como sucede en los
centros. En tanto las fronteras son parte de la semiósfera, ésta requiere la existencia de un
“afuera” caótico, y lo construye en caso de no encontarlo. De lo dicho se deduce que desde un
punto de vista interno, desde dentro de la semiósfera, es posible que un cultura vea a la otra
como caótica, como habitando el espacio caótico, externo a la semiósfera, de tal modo que la
frontera entre culturas no se da en sitios fijos, sino de acuerdo a la posición y percepción del
observador.

Diferencia y diversidad a través de las fronteras

El pensamiento fronterizo no es, de ninguna manera, el resultado de procesos


“naturales” sino de procesos sociales y políticos y, como tales, tienen historias siempre sujetas
a una variedad de interpretaciones. En algunas de estas interpretaciones, el papel de las
fronteras es dual y, casi siempre, contradictorio: las fronteras están allí para excluir tanto como
para permitir el pasaje, para segregar, pero también para colocar a las gentes una al lado de la
otra. La proximidad implica interacción, la cual, a su vez, produce una cultura híbrida o

86
“enriquecida”, que se manifiesta en cientos de maneras y en una cantidad de artefactos. Las
fronteras, pues, no solo separan, sino que además crean áreas que promueven la formación de
culturas caracterizadas por negociaciones e interacciones, engrandeciendo el espacio
geopolítico y creando sentidos nuevos, como sugiere Homi Bhabha en su ensayo “The Third
Space.” Allí, Bhabha arguye que es contraproducente tratar de colocar juntas diferentes
formas de cultura y pretender que pueden coexistir fácilmente ya que las culturas no
comparten un elemento en común que permita una traducción fácil de una a otra (Bhabha,
1990: 209). Bhabha comenta el intento de concebir la diversidad cultural como opuesta a la
diferencia cultural, intento que tiene como objetivo contraponerse a la idea de que las culturas
diversas pueden entenderse fácilmente, y de que esa diversidad es algo bueno que debe
promoverse. Estas creencias no son nuevas pero se han vuelto moneda común en el ámbito
académico y en las sociedades democráticas y pluralistas, que creen poder acomodar tal
diversidad. Bhabha, en cambio, arguye que tal celebración de la diversidad se considera
manejable solo en tanto las culturas foráneas puedan ser localizadas y ubicadas en los
esquemas de la cultura dominante, cuya existencia garantiza la contención de las diferencias
culturales. Este universalismo aparente y la aceptación de diversas culturas, dice Bhabha,
enmascara en verdad valores y normas etnocéntricos. Después de todo, es la cultura de las
sociedades democráticas y pluralistas la que conforma los esquemas dentro de los cuales
entran y contienen a las demás culturas, como si ellas no formaran parte del sistema
dominante, el cual mantiene una posición privilegiada desde la cual acomoda, o trata de
hacerlo, a las demás culturas. Adicionalmente, presumir que diferentes culturas pueden
coexistir y que, en algún nivel, todas las formas de diversidad cultural pueden entenderse en
base a un concepto universal puede ser a la vez peligroso y contraproducente. Peligroso
porque enmascara una serie de creencias e ideologías que por naturaleza se oponen a la
aceptación de las diferencias reales entre culturas; contraproducente, porque es limitativo, ya
que las culturas diferentes no pueden, con facilidad, ser traducidas entre ellas y tratar de
abarcarlas y entenderlas en base a un sistema de creencias y desde una perspectiva única las
empobrece y empobrece, además, a la cultura dominante. Según Bhabha, culturas diferentes
establecen entre ellas una inconmensurabilidad, un terreno no-en-común, que esencialmente
crea bordes que las separan, mostrando el proyecto universalista como una utopia que trata
de hacer que las culturas coexistan sin mayores conflictos y que, en algún nivel, se reconozca
que todas obedecen a un sistema de principios y a un lenguaje o sistema de conceptos
universales. Tal sistema universal, que afecta a todas las culturas, sería la noción de derecho

87
natural, aceptada hasta mediados de siglo, y cuestionada a partir del post-estructuralismo en
adelante. José David Saldivar aplica conceptos similares a los de Bhabha, en cuanto al conflicto
entre diferencias culturales, la situación en Estados Unidos, cuando nota que la diversidad en
el país no es algo a ser celebrado, sino el resultado de prácticas coloniales/neocoloniales que
resultaron en instituciones tales como la esclavitud, la conquista, la desterritorialización, y el
desplazamiento involuntario muchas veces, de pueblos (aunque este ultimo aspecto varia de
comunidad a comunidad, de acuerdo a las maneras en que llegaron al país, o si ya estaban en
el al momento de ser dominadas). Bhabha y Saldivar se mueven dentro de la teoría de cultura
similar a la teoría del lenguaje de Walter Benjamin, de acuerdo a la que la traducción cultural
es posible solo si las culturas son entendidas no como equivalentes en contenido sino como
actividades simbólicas y significantes. Estos conceptos relativos a la coexistencia pacifica de
diversas culturas, dadas sus diferencias, puede sin embargo pensarse que se aplica mas a la
situación europea, desde donde Bhabha los desarrolló, que a la de Estados Unidos. En Europa
el camino a la ciudadanía es mucho mas dificultoso, y hasta misterioso, que en Estados Unidos,
y ello ha derivado en conflictos basados no en razas, sino en religiones (Islam) y aspectos
culturales (vestirse o no de maneras tradicionales como la burka, en Francia, o la prohibición
de minaretes en Suiza, por ejemplo) a su vez reflejados en motines en las calles y en
enfrentamientos violentísimos con las fuerzas del orden. Estos últimos aspectos no se han
dado en Estados Unidos, y es más bien la lucha por los derechos civiles a través de carriles
legales, la que ha avanzado las causas de los inmigrantes basadas en sus propias culturas y el
respeto que buscan por parte de las corrientes dominantes.
De estas ideas de diversidad, diferencia cultural y traducción cultural Bhabha
deriva la noción de que todas las culturas están en un proceso continuo de hibridez. La
importancia de la hibridez en las culturas se refleja mediante los procesos de traducción, que
niega el esencialismo de cualquier cultura y permite la comunicación, no solo los contactos,
entre ellas. La hibridez se da no en la posibilidad de sintetizar dos posiciones en una tercera,
sino en la existencia de un tercer espacio donde las posiciones previas pueden renegociarse y
donde emerge una tercera posición cultural (Bhabha, 211). En este tercer espacio surge algo
nuevo, diferente, e irreconocible, una nueva área de negociación de sentidos y de
representación, que encontramos claramente presente en áreas de frontera, este término
entendido tanto con “F” como con “f.” Pero, ¿cómo se construyen estos elementos diferentes,
nuevos, irreconocibles? y por quién? La disciplina de Estudios de Frontera, o de Estudios
Fronterizos, tal como se practica en Estados Unidos trata de responder a estas preguntas y de

88
dar cuenta de los elementos nuevos que aparecen cuando dos o mas culturas, dos o mas
estados-nacionales, dos o mas naciones, dos o mas naciones-dentro-del-estado, interactúan y
se comunican entre si y con otros elementos. Pero, la disciplina de “Estudios Fronterizos” esta
a su vez, enfrentando al menos dos desafíos: la desterritorialización y la reterritorialización, de
la nación-estado, que puede ser caracterizado como un desafío externo a la disciplina, y un
segundo desafío, esta vez interno, que ser relaciona con la tendencia a esencializar las
entidades que los Estudios Fronterizos definen y examinan. Veamos con detalles ambos
desafíos.

El desafío externo: Desterritorialización

Según Arjun Appadurai (1996) dos fuerzas principales han sostenido la interacción
cultural antes del siglo XX: la conversión religiosa y la guerra, a veces como fenómenos
separados, otras, al unísono. En parte debido a la expansión territorial y política de Europa a
partir del siglo XVI y XVII, en parte al desarrollo de formaciones sociales agresivamente
independientes, tales como los estado-naciones europeos y las compañías de comercio con
ellos asociados, durante esos siglos comenzaron a tomar forma una serie de formaciones
políticas interrelacionadas de naturaleza “Eurocolonial.” La expansión sentó el escenario para
la exportación de la cultura europea y su aplicación a otros dominios, como proyectos políticos
y culturales de gran escala basados en afinidades étnicas. Junto con la formación de
comunidades políticas imaginadas, como Benedict Anderson llama a la nación-estado (1983) la
expansión del Occidente europeo dio lugar a procesos y negociaciones que podían entenderse
apropiadamente usando el modelo de organización de centro-margen. Vivimos en la
actualidad, en cambio, en lo que se ha dado en llamar “capitalismo desorganizado,” resultado
de desfazajes fundamentales entre la economía, la cultura, y la política. Appadurai propone un
marco elemental para explorar tal desfazaje, mediante el estudio de relaciones entre 5
dimensiones de corrientes culturales, en y a través las fronteras:
1. Etnoscapes: paisaje de personas que constituye el mundo de poblaciones
cambiantes (turistas, refugiados, trabajadores temporarios, etc.)
2. Mediascapes: distribución de capacidades electrónicas para producir y diseminar
información; grandes y complejos repertorios de imágenes, narrativas, y etnoscapes
3. Tecnoscapes: configuración global de tecnología

89
4. Financescapes: disposición del global capital y
5. Ideoscapes: concatenaciones de imágenes, a menudo con cargas políticas e
ideológicas, incluyendo imágenes y términos tales como libertad, bienestar social,
derechos, soberanía, y representación. La dispersión de estos términos ha causado
que pierdan cierta medida de coherencia interna.
El sufijo “scapes” señala los rasgos irregulares de estos fenómenos y de su naturaleza
artificial, construida. Estos paisajes son los bloques básicos de nuestro mundo imaginado y
formulan, de maneras tentativas, las condiciones y desfazajes bajo los cuales se dan los flujos
globales actuales.
La desterritorialización, o negación y trascendencia de las fronteras, y la
reterritorialización o los cambios de fronteras previamente aceptadas, son fuerzas que se
mueven entre los desfazajes mencionados, poniéndolos en contacto entre sí. Los mediascapes
y los ideoscapes habitan estas corrientes, estos flujos de poblaciones y también sus cambios
de territorios. A medida que la nación-estado se convierte en una construcción atacada, estos
dos términos tratan de controlarse mutuamente y de convertirse en el proyecto dominante:
naciones buscan estados (Palestinos) mientras que hay estados que buscan controlar las
naciones dentro de sus fronteras (Yugoslavia, Iraq). Los datos primordiales (“primordial”),
sean basados en el lenguaje, el color de piel, la vecindad, etc.) se han globalizado y,
consecuentemente, se han globalizado, siendo desterritorializados y reterritorializados
constantemente, y cuestionando la naturaleza de los lugares y sus manifestaciones
manifestaciones culturales, políticas, ecológicas, que tienen lugar dentro de sus fronteras, así
como el efecto de estas manifestaciones en territorios más extensos, y no solo a nivel local. La
globalización, la desterritorialización, y la reterritorialización de fenómenos sociales quedan
representados no solo en eventos políticos, sino también en fenómenos sociales y culturales.
Estos producen artefactos culturales tales como películas, literatura y arte, como materias
primas, “primordia” en el lenguaje que usa Appadurai, no como complementos de otras
experiencias más “reales”, sino como realidad en sí misma, y a través de ellos, originan
construcciones que encarnan estos fenómenos, les ponen un rostro, y les otorgan capacidad
de expresión. En las universidades de Estados Unidos el cuestionamiento de fronteras y las
tendencias a considerar la desterritorialización y la reterritorialización se ven expresadas en un
constante, y acelerado, cambio de fronteras entre disciplinas académicas, lo que origina
nuevos campos de conocimiento, tales como los Estudios Hemisféricos, o los Estudios Inter-
Americanos, con o sin un componente “trans-Atlántico” (Bauer, 2009)

90
El desafío interno: un problema esencial

Además de los desafíos que los Estudios Fronterizos enfrenan por los fenómenos de
de las tendencias de desterritorialización y de reterritorialización, un segundo problema en la
practica de los Estudios Fronterizos es la tendencia a esencializar sus objetos de conocimiento,
definiendo a la vez que fijando sus características y sus historias. Un ejemplo contemporáneo
de una construcción cultural esencializante, relevante a nuestros estudios y a los Estados
Unidos como nación, es la frontera México-Americana en su encarnación como la tierra mítica
Aztlán, la cual, por su parte, esencializa las gentes y la historia de ese territorio. Una relación
importante entre el mundo anterior a la llegada de Hernán Cortés a México y la sociedad
española en los territorios del norte del hemisferio Occidental es la organización política en los
territorios de América del Norte bajo la dominación de los Aztecas, antes que los españoles
hubieran cruzado al Valle de México (Fields, 2001). Una característica de esta sociedad
indígena era la naturaleza hegemónica de su cultura, impuesta tanto en el nivel del idioma
como de los dioses, y en terrenos más comunes, como la entrega de esclavos y el pago de
tributos. El Nahual prevalecía como lengua franca, aun más allá de los límites formales del
Imperio Azteca, intensificando los procesos de aculturación lingüística hacia el Nahual mucho
antes que los españoles aparecieran en escena. Esta hegemonía lingüística, además del
sistema impositivo ya reinante en el Imperio y de su red de comunicaciones, fueron
apropiados por Cortes, permitiéndole un control más fácil de las poblaciones Mesoamericanas
subyugadas. A pesar de haber sido derrotada, la sociedad mexica siguió siendo
extremadamente importante culturalmente, apropiándose de la imaginación tanto de de
súbditos como de dirigentes. En las poblaciones conquistadas, Aztlán se transformo en un sitio
de orígenes míticos del pueblo azteca pero, con la dominación de Tenochtitlán por Cortes, se
volvió además, una noción a la cual regresar, que simbolizaba la perdida del paraíso de los
indígenas, así como una tierra prometida para los españoles. De esta manera, los ejércitos
españoles avanzaron al norte, siguiendo un sendero que siglos antes, de acuerdo a las
tradiciones aztecas, los había conducido al sur, a México Central. La conquista resultante de
Nuevo México por parte de los españoles, puede ser vista como el resultado de la intersección
entre las identidades aztecas y españolas, las dos influencias culturales prevalecientes en la
formación de la sociedad colonial de América del Norte. El regreso al paraíso original de las

91
gentes mexica significaba, a su vez, para los españoles, el regreso a un lugar sin pecado
original. En esta interpretación, quizás Aztlán podría mostrar lo que seria una civilización
Azteca sin el mal del politeísmo y los sacrificios, sin el pecado de la idolatría, un Nuevo México
que seria mejor que el México real, y donde los Indios pueblo serian más virtuosos que los
aztecas. La “Nueva Jerusalén” de los españoles, se transformo así en el Nuevo México de las
poblaciones que hablaban Nahual, una utopia inalcanzable, inmersa en el mito y en la religión,
más allá de las fronteras del mundo, de los mundos, conocidos.
Este mito del retorno posible a un lugar edénico ha tendió una larga duración y ha
contribuido a la definición de una identidad hispana en Estados Unidos mediante la agencia del
chicanismo. El “nacionalismo” chicano, en busca de su mito fundacional, encontró a Aztlán y a
la romantización del pasado indígena, construyendo con esos elementos un modelo
esencializado y universal, que ha generado todo tipo de contradicciones, ejemplificadas por un
lado, por el carácter exclusionario de la iconografía y la simbología de Aztlán, y, por el otro,
mediante diferentes objetivos que el movimiento chicano tenía, de acuerdo a perspectivas
desde México y desde Estados Unidos. Con respecto al uso de iconografía y simbología
aztecas, no se mencionaba la existencia de otros grupos indígenas pre-colombinos, como por
ejemplo, los mayas, dando lugar a una dominación simbólica y a una homogenización de la
ascendencia y el pasado indígena. Esta construcción se acerca mucho a una esencialización y,
aun más problemático, a la homogenización de culturas indígenas que caracterizó a la colonia
europea en América y a su discurso Eurocolonial. La segunda contradicción señalada en el
concepto de Aztlán se encuentra relacionada con las maneras en que al pasado pre-colombino
se uso en México y en Estados Unidos. En México, la idealización del pasado indígena no
puede separarse de la ideología indigenista del México post-revolucionario, que incluye a
Vasconcelos y a su famoso ensayo La raza cósmica. Sin embargo, surgen problemas cuando se
trata de combinar una versión idílica de un pasado pre-colombino y los textos de Vasconcelos
referidos a la raza cósmica, ya que el proyecto indigenista era, en verdad, un proyecto de
mestizaje, más que de indígenas puros, proyecto que necesitaba legitimizar las mezclas
raciales y culturales para dar al México post-revolucionario una cultura nacional, que no podía
lograrse solo con un énfasis en el pasado indígena puro, antes de la caída del pecado original,
como las versiones previas del mito de Aztlán podían dar a entender. La homogenización
llevada a cabo por el ideal mestizo trataba de encontrar o, mejor dicho, de construir, una raza
nacional, la raza cósmica, bajo la cual los indígenas pudieran ser asimilados. Estas ideas
pusieron a los indígenas en México en una posición similar a la de los chicanos en Estados

92
Unidos, es decir, se enfrentaron al mandato de asimilarse a las corrientes dominantes. En el
caso de México esa corriente dominante dictaba una identidad indígena uniforme, mientras
que en Estados Unidos la asimilación de los chicanos esperaba lo opuesto, es decir, la
integración al mundo anglo, que despreciaba a los indígenas. La raza mestiza y un pasado
común dieron, tanto a Vasconcelos como al chicanismo, los elementos para uniformar la
diversidad cultural, estableciendo parámetros para construir una identidad nacional que era
no solo hegemónica sino también homogénea. Pero, a pesar de las similitudes apuntadas
entre el mestizaje y el chicanismo había una diferencia fundamental: mientras que el discurso
de Vasconcelos representaba la corriente indigenista dominante en México y tenía el poder del
Estado detrás suyo, el chicanismo se construía de manera precisamente contraria a la
corriente dominante en Estados Unidos. En ambos casos, la alternativa simbólica que el
concepto de la nación de Aztlán proponía a la cultura dominante, se volvió problemática tanto
en México como para los chicanos en tanto no fue capaz de integrar la diversidad de gentes,
ideas, y culturas, del pasado mítico que se reclamaba como propio. Con la explosión de la
conciencia chicana, lesbiana y feminista, el universo simbólico que dominaba la cultura chicana
fue criticado aun más duramente como una tiranía cultural impuesta por intelectuales
masculinos, como una metonimia del orden patriarcal. Para autores que salían a la palestra en
los años de las décadas de los 1970s y 1980s, tales como Anzaldúa y Moraga, Aztlán, concebido
de acuerdo al movimiento chicano, era una construcción más bien monolítica, que debía ser
criticada y cambiada, expandida, para poder incorporar los elementos que alguna vez había
rechazado, si quería llegar a ser una noción cultural y políticamente eficaz, aceptable para la
gente que decía representar, y para poder formar la base de una “nación movible.”
La esencialización de una geografía, Aztlán, como la tierra mítica de la identidad
chicana, llevó, a su vez, a la esencialización de los que se decían descendientes
contemporáneos de los habitantes originales del lugar, los hispanos/latinos en Estados
Unidos, identificados mayoritariamente con las poblaciones del sudoeste de Estados Unidos y
sus áreas fronterizas. Siguiendo el argumento de Mignolo, en tanto la colonialidad es un lado
invisible pero imperdible de la modernidad aun en acción en el mundo de hoy, se puede
considerar a la esencialización de los hispanos/latinos en Estados Unidos como un proceso
que responde a causas históricas, a partir de 1848, cuando Estados Unidos y México lucharon
por dominios territoriales, seguidos por la guerra contra España de 1898, cuando el poder
emergente, Estados Unidos, y el imperio en decadencia, España, se enfrentaron por la
supremacía, que incluía entonces las causas independentistas de Cuba y Puerto Rico. El

93
tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 entre Estados Unidos y México movió la frontera hacia
el ur, mientras que el conflicto de 1898 la expandió hacia el Caribe y Asia. Aun si se tiene en
cuenta que la noción de “Fronteras españolas” (“Spanish Borderlands”) se introdujo
originalmente 1921 por el historiador Herbert Eugene Bolton ya articulaba el concepto racista
de una raza Aria civilizadora presente desde 1898 como parte del destino manifiesto de la
nación de habla inglesa. En este contexto, la re-creación y re-apropiación de Aztlán puede ser
vista como una reacción contra dicha expansión política y cultural y la consecuente
subordinación de diferencias.
A medida que las fuerzas de desterritorialización y reterritorialización señaladas por
Appadurai, y el carácter cultural exclusionista de Aztlán mencionado más arriba se pusieron de
manifiesto, la noción de una tierra mítica de origen comenzó a perder validez, y fue
reemplazada en las universidades norteamericanas por el campo de los Estudios Fronterizos.
Pero, a su vez, los Estudios Fronterizos, como otras tantas construcciones culturales, como
“raza,” “género,” o “nación,” no pudo evitar la tendencia a esencializar sus objetos de estudio,
volviéndolos estáticos y fijos en términos culturales y políticos, antes que dinámicos y
adaptables a las condiciones de un mundo en proceso de cambio, tales como la globalización,
la desterritorialización, y la reterritorialización.

Posicionalidad: Una Posible Solución

El uso de la posicionalidad, generalmente asociada con la geografía, en las disciplinas


de las humanidades puede ser un instrumento que ayude a tener en cuenta las tendencias
desatadas por la globalización, la desterritorialización, y la reterritorialización, a la vez que nos
permita liberarnos de tendencias esencialistas, que hemos visto se encuentran presentes en el
estudio de regiones, sujetos y encuentros fronterizos.
Si bien geógrafos usan una variedad de términos para describir las maneras como
diversos lugares se relacionan a través del espacio, Eric Sheppard, tomando prestada la idea de
teorías feministas, propone “el término posicionalidad para describir cómo entidades
diferentes se colocan con respecto a las demás en el espacio/tiempo” (Sheppard, 2002: 318).
Para Sheppard las teorías feministas de posicionalidad enfatizan una variedad de posiciones desde las
cuales los sujetos conocen el mundo, y que pueden ser así también utilizadas por la geografía y su
conceptualización (318). Desde este punto de vista, la posicionalidad es una construcción

94
relacional, en tanto las condiciones de posibilidad para un agente dependen de su posición con
respecto a otros, de manera similar a lo que se aduce en la teoría de redes (network theory). La
posicionalidad incluye relaciones de poder en cuanto ciertas posiciones pueden tener mayor
influencia que otras y en tanto que la naturaleza localizada de todo conocimiento desafía afirmaciones
de objetividad. Aun más, la posicionalidad reproduce configuraciones previas, a la vez que deviene
sujeto y agente de cambio, precisamente porque cada repetición, cada recreación, es siempre
imperfecta. Para nuestros propósitos, vale la pena enfatizar que en la propuesta de Sheppard
“la posicionalidad de dos lugares debe medirse no por las distan cias físicas que los
separan, sino por la intensidad y la naturaleza de sus interconexiones” (324). El prestar
atención a la posicionalidad cuestiona la esencialización de sujetos, definidos por la geografía
que ocupan o de donde vienen, y requiere un entendimiento más fluido de sitios y de
fronteras como espacios que determinan identidades y culturas, pero que no las fijan de
maneras rígidas e inescapables, como si se trataran de condiciones biológicas o naturales.
Cabe preguntarse, en esta coyuntura, en qué difiere este acercamiento a la cuestión
de definiciones espaciales y de sujetos de otras teorías postcoloniales. Examinando el “Brut
Barroque”, Lois Parkinson Zamora afirma que su acercamiento “brut” puede aplicarse a otros
contextos históricos y culturales específicos donde se ve un encuentro de culturas (Parkinson
Zamora, 2009: 130). De manera similar, la posicionalidad puede dar cuenta de posiciones
situadas, en contextos e historias específicos, sin alienar, o “reificar” dichas condiciones, de las
maneras en que la mayoría de los postcolonialismos académicos hacen mediante conceptos
generales tales como “la mirada”, o “el Otro” sin dar referencias especificas a las condiciones de
campo, o a un contexto determinado. Debido a esta ausencia de especificaciones, estos
colonialismos, afirma Parkinson Zamora, son “Eurocéntricos” y deben verse con cierta sospecha,
como también sucede con cuestiones de hibridez que llevan a una reificación de identidades
culturales” (131). Si la posicionalidad puede ser eficaz a la hora de desarrollar estrategias de
resistencia y/o cambio en los procesos de globalización, también puede tener consecuencias
importantes en las humanidades, al legitimizar un a perspectiva alternativa las identidades
postcoloniales fijas y al abrir la condición de los sujetos, de sus circunstancias, y de sus
discursos, a la posibilidad de cambio.
La idea de posicionalidad no es, en sí, nueva. Un ejemplo temprano que señala una
construcción cultural que cambia de acuerdo con el contexto en que se predica puede ser vista
en el gesto del Padre Mateo Ricci, que en 1584 transfirió el centro del mundo del Atlántico al
Pacifico (Mignolo, 1995). En ese entonces, el Mandarín de la dinastía Ching visitó a Ricci en su

95
estudio, y se sorprendió al ver el mapa que colgaba en su pared, donde China no ocupaba el
centro. Sorprendido porque, en los 2000 años previos, la organización espacial China se basaba
en cinco puntos, norte, sur, oeste, este, y central, con China en el centro, como bien lo dice la
frase Reino Medio (“Middle Kingdom”.) El movimiento del Padre Ricci en al mapamundi
consistió en redibujar las coordenadas preservando los continentes y los océanos, pero
colocando a China, no a Europa, en el centro. Su estrategia señala el momento cuando los
sujetos europeos se dieron cuenta de que el centro del mundo era movible, al cambiar la
posición de dicho centro para adaptarlo a las condiciones y contextos culturales nuevos. El
movimiento efectuado por Ricci es un aspecto particular de lo que Mignolo llama “semiosis
colonial”, el proceso por el cual diferentes sistemas culturales interactúan en la producción e
interpretación de artefactos culturales, haciendo que el sentido de los signos no dependa ya
de su contexto original sino de un nuevo cuadro de relaciones generado a través de límites
culturales. La posicionalidad también puede rastrearse, aunque con otros nombres, en las
nociones antes señaladas por Lotman, en la relatividad de las semiósferas y en las
características de sus fronteras.

La (de)construcción de la identidad hispana

Si bien la idea de posicionalidad no es nueva, quizás lo que si puede ser original es


reconocer su importancia para los Estudios Fronterizos. Para ilustrar este punto, y concluir,
quiero ofrecer un ejemplo de las maneras cómo la posicionalidad puede ser usada para evitar
esencializaciones y para llevar a cabo un análisis más sutil de las identidades, fronterizas o no.
En su artículo “The Invención of Ethnic Origins y the Negotiación of Latino Identity, 1969-
1981,” Klor de Alva desafiaba a Said en una polémica contra las tendencias esencialistas de su
noción de orientalismo, alegando que un número cada vez mayor de especialistas en Estados
Unidos, había comenzado a re-examinar las interpretaciones de identidades y de culturas
basadas en características inmutables (Klor de Alva, 1997: 55-74). Este examen, a su vez,
generó diversos acercamientos a la cuestión de cómo definir identidades sin asumir
características esenciales, y generó un renovado interés en ver a las identidades como
relacionales, más que como esenciales, como en continuo estado de construcción, más que
fijadas para siempre, y en una constante negociación y reinvención, más que inmutables.
Gerald Torres es un autor que, desde los Estudios Fronterizos, presta atención a la historia, y

96
des-esencializa, las identidades colectivas de los hispanos/latinos en Estados Unidos,
proveyéndonos de un claro ejemplo de las ventajas de utilizar una perspectiva basada en la
posicionalidad para el estudio de identidades y de asuntos relacionados con el espacio, el
territorio, y las fronteras en Estados Unidos Torres medita acerca del legado del Encuentro y
de la Conquista, en lo relativo a la cuestión étnica, racial, y sus intervenciones en la política de
Estados Unidos, recordando a Gabriel García Márquez y su novela El general en su laberinto,
donde el colombiano presenta a Simón Bolívar como reflexionando sobre su sueño fracasado
de unificar a la América del Sur, y para quien la alternativa era entre la unidad o la anarquía
(Torres, 1998:153-168). Bolívar veía a la nación-estado, el análogo liberal de la construcción
del pueblo donde el ciudadano reemplaza la noción del sujeto, como el lugar por excelencia
para dar un marco a la organización de las nuevas repúblicas. La construcción del estado
liberal, que acoge hoy en día a las comunidades que no comparten la cultura de la mayoría,
como es el caso de los hispanos en Estados Unidos, pregunta ¿cómo se puede organizar la
nación para hacer que la libertad y la solidaridad sean dos aspectos del mismo tema? En
Estados Unidos se hace posible pensar que el sueño de Bolívar se haya hecho realidad en la
unidad pan-hispánica, que deja de lado las diversas nacionalidades de donde han venido los
hispanos, unidad que se da dentro de un estado multicultural y multiétnico, y de manera
políticamente pacífica. Pero, que no haya nacionalidades, no implica que no haya divisiones,
esta vez basadas en la raza que definirían así una identidad “pan-hispánica” inexistente en los
países de origen. Una identidad “pan-hispánica” forjada de las muchas culturas nacionales de
Latinoamérica pero basada en la raza, parece tener sentido en el sistema político de Estados
Unidos en tanto esta nueva identidad responde a la estructura política y de grupos de poder
en el país, basada en concepciones raciales de la identidad. Tal es, en esencia, el modelo
asimilacionista en Estados Unidos, donde las identidades basadas en la cuestión racial son
primero oprimidas, más tarde respetadas como minorías, y, una vez que se llega a un
porcentaje de la población, asimiladas partes de la cultura nacional. Tal es la historia de los
grupos inmigrantes irlandeses, italianos, alemanes, que siguiendo los dictados de la estructura
política del país, asumieron una identidad racial primero, para pasar más tarde a ser parte de
la corriente dominante. Esta identidad racial puede considerarse como falsa, no en el sentido
de no existir sino en el de ser inventada, construida, de acuerdo al contexto, y no a partir de
características esenciales de los diversos grupos; tal es el caso de los hispanos en su condición
actual de identidad ya no racial aunque lo fuera hasta el censo del año 2000, sino ya étnica,

97
categoría intermedia entre raza y corriente dominante en el esquema político de Estados
Unidos.
Jorge Gracia define el término como el grupo de gente que comprende los habitantes
de países de la Península Ibérica después de 1492 y sus colonias después del encuentro entre
Iberia y América, y los descendientes de la gente que vive en esos países. La noción es
problemática porque requiere que quienes han sido colonizados por los Iberos empiecen a
concebir su identidad como separada de las culturas regionales de América, de modo que el
proceso que viven los hispanos o latinos en Estados Unidos no es nuevo, sino que parece una
repetición del que se ha estado viviendo desde el Descubrimiento o Encuentro en adelante en
cada nación hispanoamericana. Además, como afirma Laura Moya, el concepto de identidad
hispana así definida se encuentra sin contenido en un número de niveles. No provee
información acerca del lugar de nacimiento de la persona a que se aplica, su nacionalidad,
estatus social o económico, lenguaje, religión, filiación política, o ni tan siquiera a que centuria
pertenece. Como tal, oscurece más que ilumina la identidad de la gente que quiere describir
(Moya, 2001: 2). Para complicar las cosas se puede decir que la categoría de “hispano” es una
abstracción, pero una abstracción diferente a las abstracciones de “cubano” o “mexicano”, por
ejemplo. Decir que la idea de “cubano” o “mexicano” son abstracciones, es cierto, pero estas
categorías tienen al menos cierta base empírica e intersubjetiva o comunal para localizar sus
raíces. Decir que uno es “hispano” es hacer una aclaración sobre las maneras como la herencia
étnica y cultural latinoamericana se concretiza dentro de la cultura general de Estados Unidos.
Otra manera de formular estas nociones es afirmar que el único lugar donde hay hispanos es
Estados Unidos.
La existencia de una identidad hispánica en Estados Unidos surge, creo, como una
manera de responder de manera coherente a una política de identidades nacionales definidas
en términos de las políticas de los grupos de interés en Estados Unidos, lo cual ha llevado a la
creación de un grupo abarcador, como un paraguas que subsume las culturas nacionales
individuales. Imaginemos que uno es miembro de un grupo cultural identificado como un
subgrupo (méxico-americano, puertorriqueño, cubano, etc.); imaginemos además que uno ha
examinado el panorama político de Estados Unidos y, después de hacerlo, se pregunta ¿cómo
puedo organizarme de manera que las cuestiones que me interesan entren dentro de la
agenda política nacional? La respuesta obvia es que uno debe organizarse de manera que el
grupo al que pertenece establezca una presencia política a nivel nacional. Pero ¿cómo se llega
a tener una presencia política nacional? Mirando las distribuciones de las culturas nacionales

98
hispanas y las diferentes culturas de Estados Unidos, uno descubre rápidamente las
nacionalidades que invoca y los lugares donde se afincan. Se revela entonces que los grupos
que tienen una voz en la política a nivel nacional están conformados por distintas identidades
cuasi-raciales, más que nacionales. También se nota que los subgrupos culturales dominantes
se replican a sí mismos, de manera que sus miembros forman subgrupos que son también
parte de los grupos dominantes. Entonces, en este punto, surge la cuestión de ¿cuál va a ser la
identidad de este grupo asociado por historia, lenguaje, creencias, y en algunos casos por sus
orígenes, que quiere influir en la política nacional? Una posible fuente de identidad
transnacional es organizarse de acuerdo a la identidad del colonizador. Este es un primer paso
útil porque crea una inmediata distinción entre uno hispano y quienes han sido colonizados
por los británicos o los franceses. Aún más, hay variantes específicas de la experiencia histórica
que pueden ser mostradas, ocultadas o reprimidas, como se haga necesario. La identidad
hispana o latina puede entonces utilizarse para organizar el avance de objetivos políticos
específicos. El grupo, además, se organiza como una fuerza nacional y deja de lado conflictos
de clase o nacionales como estrategia para poder intervenir en la política de Estados Unidos. El
problema es que de esta manera estamos haciendo un grupo con componentes que, en
principio, no son tales, es decir, que no tienen “esencialidad”. Pero la idea de organizarse,
basada en una identidad común, llamada hispana, es coherente con el manejo de la cosa
pública en Estados Unidos, que se basa en las diferencias o raciales y en el uso de un eje racial
bipolar de blanco-no blanco. La identidad pan-hispánica implica que hemos ya asumido todas
las diferentes culturas nacionales y nos encontramos respondiendo a intereses de grupos, para
lo cual tiene sentido usar un término que crea, en efecto, una falsa categoría racial. Este gesto
falsifica una raza, define la etnicidad en términos raciales, y concibe una identidad política que
quiere ser organizada alrededor de la bipolaridad racial blanco-no blanco del dominador. A
pesar de la racionalidad de esta respuesta desde el punto de vista de las élites la estrategia es
un tanto inestable; de hecho la bipolaridad de esta política racial se encuentra bajo estrés
precisamente por la racialización de las políticas étnicas. La creación de una falsa raza crea,
además, una tripolaridad que subvierte la idea de raza en sí misma. A pesar de ello, la
identidad pan-hispánica, dentro de la estructura de los grupos pluralistas de Estados Unidos,
crea entonces una forma de disciplina política que permite que los grupos étnicos se muevan
fuera de sus políticas raciales o nacionales bajo la rúbrica de una identidad hispana. La misma
es situacional, fluida, multifacética, parte de una constelación de identificaciones individuales
múltiples a disposición de los individuos, quienes pueden manejarlas de diferentes maneras.

99
El beneficio de organizarse de acuerdo a la identidad del colonizador tiene ciertas
ventajas. Una vez creada una identidad política pan-hispana mediante una falsa etnia, los
grupos que pertenecen a esta identidad, mexicanos, cubanos, puertorriqueños, etc., ganan un
espacio y una técnica para manejar las discusiones raciales y los conflictos en la sociedad
donde habitan. Así, definidos los hispanos como un grupo de intereses políticos, tiene sentido
para un puertorriqueño negro transformarse en hispano en lugar de ser un afro-americano
para la sociedad dominante, si la ventaja política específica de ser puertorriqueño es más
importante que la podría ganar siguiendo las líneas raciales de blanco-negro. Los subgrupos
específicos participan de esa identidad en la medida en que les permite acceder a la agenda
política nacional y, a través de ella, a la distribución de bienes sociales y políticos. Esta
participación transforma las opciones políticas de los grupos locales, si bien los obliga a
mantener la ficción de la identidad que los agrupa, fundada en principios raciales. Tal
organización requiere que se reconozca también que el fin último de este tipo de organización
es llegar a borrar la distinción entre hispano y blanco. La organización racial ofrecida a los
hispanos es una forma de asimilación cultural que elimina el poder de un grupo nacional
específico, y es posible, precisamente, debido a la fundación no-racial de la categoría
“hispana.”
En suma, la raza y las identidades que ella sostiene son más bien un proceso político
y no una categoría “natural” dada, y los grupos que se formen alrededor de la raza, y no de
nacionalidades o culturas, en el esquema político norteamericano, van a tener más
posibilidades de que su voz se escuche a nivel nacional. Volverse “hispano” entonces, es dar
vuelta la idea de la identidad étnica, es un paso intermedio a la asimilación, o puede serlo,
desde el momento en que, en último término, quiere dejar de tener identidades específicas
para participar en la vida del país sólo como ciudadano.

El epígrafe de Borges sugiere que los contextos dan sentido a las palabras, a las
obras, y a los artefactos culturales. Si esto es así, la posicionalidad puede ser un instrumento
que, tomando en cuenta la naturaleza fluida y cambiantes de las identidades y de las fronteras,
con “F” y con “f”, presente en un mundo globalizado, pueda abrir la cultura de Estados Unidos
con sus elementos latinoamericanos, a una comprensión más fluida y útil de la variedad de
identidades que se encuentran dentro de sus fronteras espaciales y culturales. Quizás,
entonces, en un futuro no muy lejano, la ausencia de fronteras de que hablaba Rushdie en su
viaje, pueda replicarse en las fronteras actuales entre naciones y pueblos, gentes y culturas.

100
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102
LA EXTRATERRITORIALIDAD DEL POBRE

Pablo Gasparini

Resumen

A partir del ensayo “Reflections on Exile” de Edward Said, el artículo analiza el


concepto de extraterritorialidad de George Steiner y reflexiona sobre la aplicabilidad del
mismo a la literatura y la cultura latinoamericana. Distinguiendo las categorías de “extranjero”
y de “inmigrante” (la primera aparentemente más ligada a la experiencia extraterritorial) se
comparan las políticas de escritura de Antonio Porchia y de Witold Gombrowicz en Argentina
considerando, para esta tarea, algunos conceptos sobre la inmigración provenientes de Vilém
Flusser y de Abdelmalek Sayad.

Palabras clave: Extraterritorialidad – Porchia – Gombrowicz

Abstract

Focusing on the essay “Reflections on Exile” of Edward Said, the article questions
the concept of extraterritorial from George Steiner and makes some reflections about this
concept when applied to the Latin-American literature and culture. In an attempt to
distinguish the categories of “foreigner” and “immigrant” (the first more compatible with the
extraterritorial experience) the articles compares the writing policies of Antonio Porchia and
Witold Gombrowicz in Argentina, according to some concepts about the immigration from
Vilém Flusser and Abdelmalek Sayad.

Keywords: Extraterritoriality – Porchia – Gombrowicz

103
104
Crítica y extensión del concepto de extraterritorialidad

En Reflections on Exile (2000) Edward Said alerta sobre cierto punto de vista
estético que, al generar aquello que el pensador palestino vislumbra como una suerte de
metafísica del exilio, ocultaría los conflictos políticos y sociales de los actuales desplazados: las
“incontáveis massas” (49) de refugiados e inmigrantes. La posición de Said sobre esta cuestión
es rotunda: “Deve-se deixar de lado Joyce e Nabokov e pensar nas incontaveis massas para as
quais foram criadas as agências da ONU” (Said, 2003: 49). A pesar que este llamado a la
realidad social y política del desplazamiento territorial acabe aludiendo al relato “Amy Foster”
de Joseph Conrad en tanto matriz narrativa que puede “decir” –desde su fulgor metaforico y
ficcional– sobre la experiencia del desplazamiento, no es exagerado afirmar que Said exhibe
cierto gesto escéptico ante la conversión del tema en exclusiva disquisición literario-
académica. El blanco es claramente sino Steiner y su concepto de extraterritorialidad (que son
explicitamente citados al comienzo del ensayo), sí la conversión de este último concepto, de
extraordinaria fortuna, en categoría omnipresente y ubicua para los estudios literarios
dedicados a la problemática del pasaje y superación de fronteras identitarias, culturales y
lingüísticas.
En el restringido ámbito sobre el cual este artículo se moverá, aquel delimitado por
la “literatura latinoamericana”, podría afirmarse que cierta perspectiva extraterritorial aparece
lateralmente enunciada por Borges en “El escritor argentino y la tradición” (1953). Por cierto,
en este conocido ensayo, Borges realiza una serie de analogías a partir, aparentemente, de una
observación del sociólogo Thorstein Veblen sobre el lugar de los intelectuales judíos en la
cultura occidental. Así como estos intelectuales actuarían “dentro” de esa cultura sin sentirse
por ello “atados a ella por una devoción especial” (Borges, 1973: 272), Borges afirma que a
escritores como Shaw, Berkeley y Swift “les bastó el hecho de sentirse irlandeses, distintos,
para innovar en la cultura inglesa” (Borges, 1973: 273).
Traicionando quizás la forma paradójica en que Borges prefirió enunciar la cuestión,
el vislumbre del escritor sudamericano a partir de esta nada euclidiana situación (a la vez
“dentro” y “fuera” de determinada cultura) forjaría un verdadero paradigma cultural capaz de
romper y cuestionar cualquier tipo de exigencia identitaria. Este paradigma puede sospecharse
o intuirse incluso por atrás del rescate de cierta tradición universalista de “lo
latinoamericano”. Así Octavio Paz en su nuclear ensayo sobre Rubén Darío y el modernismo
(“El caracol y la sirena: Ruben Darío”, 1964) revierte la decimonónica acusación de

105
“descastamiento” y “afrancesamiento” de los modernistas en estrategia o vía de modernidad y
universalidad. Dejando de lado aquí si, en rigor, el cosmopolitismo modernista puede o no
entenderse como una experiencia extraterritorial (y sí, quizás, transnacional en el sentido de
Casanova, ya que se trata aquí de alcanzar el meridiano de cierta contemporaneidad)33 lo
cierto es que la reflexión sobre los límites permeables de una cultura y de una literatura no es
nada ajena al campo latinoamericano que, incluso, en algunas de sus líneas americanistas,
asume y anticipa las reflexiones de Borges. Así ya en 1926 Pedro Henríquez Ureña afirmaba en
“El descontento y la promesa” que: “tenemos derecho a tomar de Europa todo lo que nos
plazca: tenemos derecho a todos los beneficios de la cultura occidental” (Ureña, 1989: 42). Y
esto por no señalar, tal como lo hace Roberto Schwarz en “A nota específica”, que tal gesto
puede encontrarse en América Latina mucho antes, puntualmente en “Noticia da atual
literatura brasileira-Instinto de nacionalidade” escrito por Machado de Assis en 1873. De
hecho si por extraterritorial podemos entender ciertas situaciones de no sujeción, superación
o desborde de lo considerado “propio” (“Masson era bom escocês, sem dizer palavra do
cardo” – apuntaba Machado, 1959: 817), la literatura latinoamericana podría entenderse
como “extraterritorial” in toto. Y esto, para comenzar, y si queremos seguir una radical
afirmación de Octavio Paz, por el hecho primordial de que “La lengua que hablamos es una
lengua desterrada de su lugar de origen” (Paz, 1991: 51)

Sobre las figuras del exilio y la inmigración

Distanciándose de su sentido más fuerte, aquel que destaca autores que han
resignificado y ampliado, en lo que respecta al ámbito literario, su pertenencia lingüística, el
concepto de extraterritorialidad puede extrapolarse, de esta manera, para la comprensión de
estrategias superadoras de demandas románticas que procurarían forjar determinadas

33
En La República Mundial de las Letras Pascale Casanova hace del concepto de transnacionalidad uno
de los recursos que tendrían las literaturas de los confines para instaurarse en el centro del debate
intelectual. Casanova, discípula dilecta de Pierre Bourdieu, lee los procesos de internacionalización
desde la constitución de un campo literario global; desde esta perspectiva, su pensamiento parece
querer desacralizar el de George Steiner. Si para éste los escritores modernos son quienes se quedaron
sin hogar (los que arrojados de la lengua materna debieron refugiarse en lenguas extranjeras), en
Casanova se trata de releer esta opción por la superación de las fronteras nacionales menos como un
abrigo que como una estrategia, menos como efecto de la intemperie intrínseca a la modernidad que
como una deliberada búsqueda de participación en el “mercado simbólico” mundial.

106
entidades (la “literatura argentina”, la “literatura brasileña”, etc.) en virtud de hipóteticos
genios o características nacionales y esto sin caer en el mito universalista de la literatura como
mero producto retórico capaz de desarrollar sus virtuales posibilidades independientemente
del locus de su producción. En este sentido, toda literatura moderna es extraterritorial, pues
sería imposible pensar en la experiencia literaria contemporanea fuera del intenso intercambio
de lenguas, figuras y experiencias que supone el trabajo estético con la palabra; un trabajo
que, para aludir al concepto de “literatura menor” de Deleuze-Guattari, ha sido entendido
como producto de aquel que trabaja la “propia” lengua como si no lo fuera, es decir, un
producto de aquel que puede vislumbrar la lengua desde cierta posición externa
metaforicamente dicha, en ocasiones, a través de la figura del exilio. Sobre este aspecto, Yves
Delègue en Le Royaume D’Exil (1991) analiza el corrimiento del concepto de exilio de su
sentido literal, una experiencia individual e histórica de abandono forzado del territorio de
pertenencia, a su sentido metafórico; es decir la conversión del concepto de exilio en una
figura capaz de significar la vacilación de determinada identidad a partir de un desplazamiento
que expone esta identidad a la confrontación con lo otro y por lo tanto a la revisión y
cuestionamiento de sus propios límites. Tal como ha sucedido con el concepto de
extraterritorialidad, la figura del exilio se ha convertido, de hecho, en una imagen
omnipresente y ubicua que ha llegado a postularse ya sea como la esencia misma de la
experiencia estético/literaria (como, para sólo citar un ejemplo, lo hace Michael Seidel en Exile
and the Narrative Imagination, donde es afirmado que “[the] exile is a symptomatic metaphor
for the state of the narrative imagination”, Seidel, 1986: 8) ya sea como una suerte de punto
de fuga capaz de desconstruir las certidumbres sociales de la modernidad34.
Es en este punto donde desearía volver a la visión crítica de Edward Said sobre el
privilegio otorgado a la figura “dos exilados cosmopolitas” (49) en detrimento de las masas de
inmigrantes, de los “homens e mulheres desconhecidos [que] passaram anos de solidão
miserável”, de las “multidões sem esperança, a miséria das pessoas ‘sem documentos’
subitamente perdidas, sem uma história para contar” (49), pues releer el concepto de
extraterritorialidad ya no a través de la figura del exiliado cosmopolita sino a través de la del
migrante desposeído supondrá no tan sólo otro corpus de autores sino también el análisis de
un tipo de relación identitaria particular con la lengua del país anfitrión y, fundamentalmente,
otra serie de connotaciones para el concepto de extraterritorialidad construido en verdad

34
Así Christian Miquel en Critique de la modernité. L’exil et le social (1992) y el más literario La quête de
l’exil (1996) postula una suerte de “condición exílica” que lleva a la elaboración, junto a Huguette
Dufresnois, de una supuesta filosofía del no-ser o “nontologie” (ver La philosophie de l’exil, 1996).

107
sobre la figura del extranjero políglota consciente de la valía de su diferencia cultural y
lingüística.

108
La inmigración según Vilém Flusser y Abdelmalek Sayad

Para intentar apuntalar esa lectura, es decir para reconcebir el concepto de


extraterritorialidad desde la figura del inmigrante, parece conveniente acudir a Vilém Flusser
quien, en un fragmento notable de su ensayístico Bodenlos.Uma autobiografía filosófica, no
sólo establece el concepto de “apatridad”, en ciertos aspectos análogo al de
extraterritorialidad, sino que reflexiona también sobre las relaciones entre “apatridad” (una
condición, según Flusser, “extralingüística”; Flusser, 2007: 70), con la situación del “clássico
imigrante” (69) y aún con la experiencia de la vivencia de la cultura como “simple dado”, es
decir la vivencia de la propia cultura como dato natural, sin la perspectiva externa intrínseca al
abandono del sedentarismo.
Según Flusser, judío de Praga emigrado a Brasil debido a la invasión nazista, una vez
trascendida la propia cultura (y esto por razones de un desplazamiento territorial violento y no
buscado) ocurre un “esvaziamento constante do eu” (69) ya que la cultura aparentemente
trascendida (la judía/praguense en el caso de Flusser) sería recurrentemente reclamada en el
país anfitrión como “factor cultural”. Es decir, al mismo tiempo que ocurre y se asume un
abandono de lo que se consideraba propio, de aquello que siendo invisible a los propios ojos
configuraba el fundamento de cierta existencia “natural”, sucede también una exigencia de
auto-representación de la “propia” cultura (o al menos de una mirada externa y distante en
virtud de aquello que los locales posicionan como una obvia “extranjería”). El problema
apuntado por Flusser es que esta exigencia, nacida en cierto modo del reconocimiento de la
diferencia, es que lejos de limitarse a aquello que el propio Flusser posiciona como una clara
ganancia o agudeza intelectual (“a gente vê interpenetrações culturais, hierarquias culturais e
abismos entre as culturas, e a gente vê os vários dinamismos que fazem com que culturas se
interpenetrem, se distanciem e se entredevorem”; p.68) desemboca, en razón de su propia
lógica, en “um processo de constante auto-alienação” (69). Las palabras del filósofo checo son,
en este sentido, categóricas: “a gente passa a pairar por cima de um conjunto complexo de
várias culturas, e a gente se vê a si própria assim pairando” (68).
Contrariamente a ese “pairar” (vocablo portugués que podríamos traducir como
“fluctuar” y también, en otro sentido, como “hesitar” o “vacilar”) la situación del “clássico
imigrante” es para Flusser aquella de la asimilación. No habría aquí conflicto, sino voluntariosa
aspiración o simple definición en la nueva cultura. En esta situación, una cultura, para Flusser,
sería simplemente sustituida por otra. En todo caso, menos que un conflicto o un estar a la vez

109
fuera y dentro de determinado ámbito, sucedería aquí un proceso de lenta incorporación
vivenciado, en ocasiones, de una generación a otra:

Simplesmente uma ‘realidade’ vai sendo paulatinamente substituída por


outra, e em lugar nenhum se abre o abismo da falta de fundamento (é
claro que o processo dialético varia conforme as culturas: tal variação
será discutida em outro lugar do presente livro). Pois tal processo de
substituição de uma cultura por outra é lento, passa-se em grande parte
em camadas inconscientes, e geralmente ocupa mais tempo que a vida
do imigrante. O imigrante transfere o processo da assimilação para os
seus filhos, e tal vez até netos, e em nenhum ponto do processo pode
ser constatada uma passagem nítida de uma cultura para a outra. O
problema de um engajamento na ‘nova cultura’ não se põe, porque a
gente desliza imperceptivelmente na direção dela. A ‘nova cultura’ é
vivenciada como paulatina penetração de uma realidade. (Flusser, 2007:
69-70).

Podría objetarse, con seguridad, el grado de aserción de Flusser en la


categorización de un proceso multifacético e históricamente tan determinado como la
inmigración. Sin embargo, sin la intención de adentrarnos en esa crítica (que debería
considerar el carácter especulativo inherente al género predominante desde donde Flusser
está escribiendo: el ensayo filosófico) vale la presentación de dos experiencias de
desplazamiento cultural aparentemente tan diferentes: una, la de la inmigración, caracterizada
por cierta afirmación identitaria (es decir, las culturas se abandonan o se adoptan sin lugar
para la vacilación o el “pairar”) y otra, la del apatrida sin-fundamento que, signada por la
trascendencia de la propia cultura, no exige ni supone la asimilación en la nueva y determina
una suerte de descomprometido cosmopolitismo: “A gente passa a ser esponja que pode
chupar elementos de não importa que cultura (tal vez seja este o verdadeiro significado do
termo cosmopolitismo: capacidade de aproveitamento universal pasivo e irresponsable)”
(Flusser, 2007: 69).
Lo curioso es que ciertos matices de tal rotunda categorización podrían
encontrarse en un estudio esta vez sí signado a partir de una discursividad sociológica fuerte y
a partir de una realidad histórico-espacial determinada. Me refiero a A imigração (ou Os
paradoxos da alteridade) de Abdelmalek Sayad donde se sugiere establecer ciertas

110
diferenciaciones entre los conceptos de inmigrante y de extranjero. Según Sayad, aunque no
exista diferencia jurídica entre estas categorías (pues, desde el punto de vista legal, la
categoría de extranjero subsume a cualquier otra), sería necesario superar las limitaciones del
estatuto jurídico para poder aprehender la verdadera situación de las personas que atraviesan
fronteras nacionales. Así el inmigrante, “oriundo dos países dominados”, sería aquel en quien
“os efeitos da condição social dobram os efeitos da origem nacional” (Sayad, 1998: 268);
efectos estos que, a su vez, reafirman cierta jerarquía entre naciones exportadoras e
importadoras de inmigrantes (el tercero y el primer mundo respectivamente). Por su parte, el
extranjero, siempre según Sayad, sería aquel en quien los efectos de la condición social
anularían los efectos del origen nacional y, por ende, lejos de convertirse (como el inmigrante)
en permanente objeto de adaptación (lingüística, social y aún política) es tratado siempre
“com o respeito devido a sua qualidade de ‘estrangeiro’” (268).
Sobre estos apuntes, podría concluirse que la extraterritoralidad de Steiner
estrecharía vínculos, en virtud del relieve dado a la capacidad de habitar una casa o patria
abstracta por encima de las territorialidades específicas, con el extranjero de Sayad (a quien se
le permite en razón de su extracción social y origen nacional la conservación y culto de su
diferencia) y con el apatrida sin fundamento de Flusser (en tanto experiencia de
transcendencia cultural) y parece, en principio, distante de la demanda de asimilación (exigida
y autoimpuesta) del inmigrante. Y esto hasta en términos de vivencia lingüística. Si según
Flusser, como adelantáramos más arriba, para el apatrida sin-fundamento “todas as línguas
são vistas a partir de uma posição extralinguística” (Flusser, 2007: 70), para el inmigrante “a
‘nova’ língua é vivenciada como meio de comunicação com o novo ambiente, e passa,
imperceptivelmente, a deslocar a língua materna e estabelecer-se em ‘propria língua’”
(Flusser, 2007: 71). Releer el concepto de extraterritorialidad de Steiner ya no a partir de la
figura del exiliado cosmopolita sino desde aquello que Silviano Santiago llamó (en un artículo
notable sobre el film Viagem ao começo do mundo de Manoel de Oliveira) el “cosmopolitismo
del pobre” (Silviano, 2004), supone reconocer la asunción rotunda de una pérdida (de una
lengua, de una cultura) que cancela la vivencia fantasmática de aquel origen al que el exiliado,
imaginariamente, regresará. Por cierto, si el inmigrante vive así en la unidimensional aspereza
de lo real, el exiliado vive, para traer una cita de Piglia en Respiración Artificial, en “la
constante nostalgia del futuro” (Piglia, 1993: 30).

111
Un inmigrante entre extranjeros: Antonio Porchia

En una entrevista de 1952, André Breton afirma que “El pensamiento más dúctil de
expresión española es, para mí, el de Antonio Porchia, argentino” (Breton, 1952). La opinión,
que proviene quizás de la lectura de la edición francesa de Voces (Voix, 1949), resulta
paradójica si pensamos que aquello que Breton entiende ser el pensamiento poético más
dúctil en lengua española es el resultado del trabajo literario de un inmigrante calabrés que,
habiendo llegado a la Argentina con quince años de edad, debió aprender fuera de cualquier
circuito institucional o académico la lengua del país anfitrión. Por cierto, entre la llegada de
Porchia a la Argentina (1902) y la publicación de sus primeras “voces” (1938) transcurren cerca
de 36 años, en los cuales podemos sospechar la lenta asimilación de la lengua española
reflejada en el plano biográfico a través de los diferentes oficios que Porchia desempeñó en
Argentina, ya que en ellos es claro el pasaje de tareas manuales (la costura de cestos o la
carpintería) a otros, como el de funcionario portuario, significativamente caracterizado por la
exigencia de dominio del registro escrito y oral de la lengua referencial.
En este sentido, podríamos concluir que la propuesta estética de Porchia se
encuentra, en principio, muy lejos del colorido “cocoliche” con el cual el sainete y la tradición
del teatro popular argentino representaron usualmente la lengua de los inmigrantes italianos.
Lengua bestial e índice, como en Don Chicho de Novión, de bajeza y degradación espiritual, el
macarronismo se lee en esta tradición menos como posibilidad de encuentro o de ácida crítica
social (como sucede con el Juó Bananére brasileño) que como marca de una tenaz opacidad
lingüística que sus autores (sintomáticamente, en su gran mayoría, descendientes de
inmigrantes) buscarían –vanamente– redimir. Lejos de toda “infame” propensión macarrónica,
la lengua poética de Porchia se nos presenta, en principio, universal e irreprochablemente
dada a la lengua referencial del país anfitrión. En otro trabajo postulábamos que la limpidez
léxica de estas voces podía originarse del peculiar cruce que Porchia realiza entre la
universalización de los conceptos (propia de la tradición religiosa) y la instigación a la praxis
inherente a la discursividad anarquista (un cruce entre universalismo e imanencia que no
tengo aquí espacio para desarrollar y que origina, a mi ver, el tantas veces señalado panteísmo
de esta experiencia). Sin embargo, como bien sabemos, a pesar que hacia mediados de la
década de ’50 Porchia es invitado a leer sus voces en la “Sociedad Argentina de Escritores”
(SADE) en un momento en el cual Jorge Luis Borges es presidente de esta institución, la
tentativa de Sur de corregir algunos de estos aforismos para una posible publicación en esta

112
revista genera la negativa de Porchia quien retira, discretamente, sus textos de manos del
editor. ¿Qué sería, nos preguntamos, lo que Sur sugería corregir?
En este sentido podríamos convocar el trabajo de la estudiosa Laura Cerato, quien
analizando las primeras versiones de algunas voces (editadas por la editorial Impulso en 1943 y
1948) y la edición de la editorial Hachette (1965), afirma que podríamos encontrar una serie de
adecuaciones o inclusive supresiones entre las mismas. Estas modificaciones y supresiones que
Cerato revela en Voces abandonadas, indicarían la tentativa del propio Porchia de corregir lo
que la estudiosa lee como “ciertas anomalías de construcción provenientes del italiano, que
prestan un particular sabor a su palabra” (en Porchia, 2002: 15), como si por detrás de la
limpidez léxica de estos aforismos emergiese, “en soufrance”, aquella lengua que la condición
de inmigrante relegó a la perdida.35
El hecho de que estas “anomalías” se refieran siempre al plano
sintáctico/pronominal (Cerato hacer referencia, por ejemplo, al pleonasmo pronominal
en“Quien hace lo que hace como sabiéndolo hacer lo que hace, no lo hace consigo lo que
hace, y no es suyo lo que hace; Porchia, 2002: 99) nos induce a pensar que lejos de constituir
una gratuita agramaticalidad, esta “anomalía” se ofrece a aquella “retorcedura del Logos” que
Ortiz-Osés en “Humanística y aforística” lee como intrínseca al Saber destilado por el aforismo;
un Saber que, propio del “Apolo hermesiano de sobrenombre Loxias” (Ortiz-Osés, 2004: 244)
dice o logra evocar lo descartado por la rígida gramática del Logos o, en palabras del crítico, “la
sunción de lo sobreseído por nuestra razón victoriosa (…) los márgenes de lo real convivido, los
residuos de una experiencia aún sin reciclar, las consideraciones intempestivas, los
pensamientos sin cobijo oficial u oficioso” (Ortiz-Osés, 2004: 242). Por remitirnos a la voz
citada, podríamos decir que lo que desde un punto de vista estrictamente gramatical y
normativo es vivenciado como un pleonasmo pronominal, puede ser leído, desde un punto de
vista aforístico, como una audaz vía de extrañamiento de la lengua y de, por lo tanto, acceso a
lo poético. Por cierto, podría pensarse que el objeto directo, lejos de estar duplicado, es decir
sustituyendo pronominalmente el mismo sintagma, esté haciendo referencia a elementos en
verdad incompatibles sólo entrevistos como idénticos gracias a lo que Vilém Flusser llamaba el
hábito y “cobertor” de determinada lengua (Flusser, 2007: 234). De esa manera, el “lo” de

35
Tomamos este concepto del campo disciplinar psicoanalítico (ver Amati-Melher, 2005: 72). Sobre este
mismo fenómeno , Jacques Hassoun lee la “lengua materna” como una “langue contrabande” pues la
misma se encontraría “enfouie au fond de notre mémoire comme un mendiant, un cheminot [...], et un
Jean Val Jean en rupture de ban, enfouirait au fond de sa besace des candélabres dérobés á un généreux
bienfaiteur […]. Mais ce contrebandier est rarement conscient de ce qu’il porte” (Hassoun, 1993 : 65).

113
“sabiéndolo hacer” estaría refiriéndose a algo diferente del “lo” de “lo que hace”
estableciéndose así una clara distinción entre el “saber” y el “hacer”; distinción esta que lo
restante de la voz (que deslegitima el “hacer sabiendo” para priorizar, tal vez en alusión a la
propia actividad poética, un “hacer” desde el “no-saber”) parecería confirmar. La posible
normalización de la voz (“Quien hace lo que hace como sabiendo hacer lo que hace, no lo hace
consigo lo que hace, y no es suyo lo que hace”) perdería de hecho este efecto de no identidad
del objeto, aquella falta de proximidad entre el objeto del saber y el objeto del hacer,
traicionando el sentido que la voz parece estar instaurando al remitir todo objeto al mero
hacer.
El férreo control y depuración que Porchia hacía de sus voces puede entenderse así
como una práctica de control de la agramaticalidad que lejos de inhibirla procura reconvertirla
y redimirla como saber poético; pues es cierto que aunque podamos encontrar en este trabajo
de vigilancia lingüística cierto eco de las exigencias de las escuelas italianas contra lo que en la
adolescencia de Porchia (y aun en la época de escritura de estas voces) era entendido como las
contaminaciones que los demonizados dialectos pudiesen llevar a la lengua mayor
“florentina”, también es cierto que Porchia no duda en conservar el sabor agramatical cuando
este parece necesario al decir de su saber. Veamos sino, como si fuese un efecto de cierta
hipercorrección de aquellos pleonasmos pronominales, la supresión, en cierta voces, de toda
deixis anafórica y el trabajo, intencional, con la hiperbólica reiteración: “Y si no hay nada que
es igual al pensamiento y no hay nada sin el pensamiento, o el pensamiento es sólo
pensamiento o el pensamiento es todo”. (Porchia, 1978: 75).
Indiferente a esta búsqueda de equilibrio entre agramaticalidad y saber poético, el
pedido de corrección de Sur deja entrever más bien la insoslayable sospecha de macarronismo
que pesaba sobre este inmigrante que las sutilezas de un proyecto estético construído, quizás,
sobre la herida –nunca del todo cicatrizada– de un corte lingüístico.

Un exiliado “degradado” a inmigrante: Witold Gombrowicz

Esta condición de alguna manera inerme frente a las pérdidas y cambios


lingüísticos, esta condición que en Porchia aparece no dicha pero que podemos leer en las
entrelíneas de sus redimidas “retorceduras” gramaticales, quizas aparezca explicitada en las
palabras que otro desplazado, Witold Gombrowicz, profiere a la hora de comenzar una célebre

114
conferencia en la librería Fray Mocho de Buenos Aires en 1947. La figura elegida por
Gombrowicz para hablar de su precariedad lingüística será la de la infancia: “Soy un forastero
totalmente desconocido, carezco de autoridad y mi castellano es un niño de pocos años que
apenas sabe hablar” (en Gombrowicz, 1984: 108).
Sabemos que Gombrowicz, arribado a la Argentina en 1939 con el objetivo –nunca
del todo reconocido por el autor– de escapar a la guerra que se cernía sobre Polonia, nunca
tuvo –diferentemente de Porchia– el proyecto de producir estéticamente en castellano y que
su producción en polaco aparece en Argentina mediada por traducciones, algunas de ellas
antológicas como la que el propio Gombrowicz, el escritor cubano Virgilio Piñera y un “comité
de traducción” hiciera de su principal novela Ferdydurke al español (Argos, 1947). Sin embargo,
la figura de Gombrowicz, lejos de poder reducirse a la de un “exiliado cosmopolita” que, al
decir de Flusser, logra sacar provecho de su condición de “extranjero”, se ve, por el contrario,
expuesto a todo tipo de necesidades materiales y a una radical falta de legitimación simbólica
que lo marginará en el medio local hasta que el reconocimiento europeo lo saque de su “exilio
sudamericano”. Quizás, siguiendo a Sayad, su suerte estuvo echada por la geopolítica y al
avatar de provenir de un país europeo periférico y militarmente arrasado. De hecho, la poca
atractiva situación de Varsovia (devastada por la maquinaria de guerra nazista) y su histórica
lejanía de París, relegó a los polacos arribados durante la Segunda Guerra a un rango de
europeos de segunda, cuando no a la de emigrantes refugiados. El propio Gombrowicz llega a
traslucir esta condición cuando a propósito de cierto auditorio argentino que está escuchando
a un conferencista de su nación, observa que “los argentinos escuchaban con indulgencia (...)
ya que comprendían la situación psicológica del pobre polaco” (Gombrowicz, 1988ª: 25).
De este modo, a pesar de presentarse, fiel a su histrionismo, como el “conde
Gombrowicz” y de buscar, al menos en un primer momento, posicionarse como un escritor
europeo, podría afirmarse que menos que lograr representarse como extranjero, Gombrowicz
cae –bien contra su voluntad– en el paradigma del inmigrante: de aquel a quien no se le otorga
el derecho a su diferencia o más bien está desprovisto de aquella legitimación que lo
convierte, a los ojos de los locales, en lo que Flusser llamaba un “factor cultural” y las
consecuentes posibilidades de auto-representación de lo propio.
Lejos de acceder al circuito que un exiliado-extranjero reconocido como tal podía
gozar en la Argentina de aquella epoca (pensemos en la amplia tarea que Roger Caillois cumple
en la Argentina para la cultura francesa, por ejemplo), el inesperado arribo y marginal origen
de Gombrowicz parece haberle impedido imaginar una patria que pudiera valuarse en

115
términos de diálogo cultural. Su concepto de Polonia como “nación menor” podría ser
repensado así a partir de la propia situación de Gombrowicz en Argentina e, incluso, la
resignificación que este escritor realiza de la tradición polaca del exilio romántico (Mickiewicz
por antonomasia) podría ser leída desde este exilio “degradado” a situación inmigratoria. De
hecho, tal como hemos propuesto en El exilio procaz: Gombrowicz por la Argentina, Witold no
pretende adoptar ninguna de lo que considera las “fachas” o imposturas del exilio, ni la del
cantor del humo acerbo (en relación a la Tragedia de la segunda guerra) ni la del refugiado,
sino que más bien pretende desconstruir lo que considera ser los lugares comunes de esta
experiencia. En el relato que se esboza en su Diario, y en la misma Transatlántico, el exilio
quiere mostrarse menos como una decisión por la preservación que como resultado de sus
intrascendentes caminatas; y antes que como tierra de seguridad, el exilio se convertirá en una
posibilidad existencial y artística de vacilación “asegurada” por las inherentes experiencias de
la humillación, la derrota y la soledad. La cita de su Diario ya es, en este sentido, antológica:
“¡Doy gracias al Ser Supremo por haberme sacado de Polonia cuando mi situación literaria
empezaba a mejorar y por haberme lanzado al continente americano en medio de gente que
habla una lengua extraña, en la soledad, en la frescura del anonimato, en un país más rico en
vacas que en arte!” (Gombrowicz, 1988b: 236).
Preguntarse por el hacer intelectual de Gombrowicz si el Chrobry, en lugar de
desembarcarlo en “un país más rico en vacas que en literatura”, lo hubiera hecho en un lugar
donde hubiera podido desarrollar su “extraterritorialidad” (salvándolo, en cierta forma de la
miseria económica) nos lleva a pensar hasta qué punto una crítica fundamentada en el análisis
de las relaciones de fuerza dentro del campo intelectual puede dar cuenta de la práctica que
emana de ese campo. ¿Necesariamente, nos preguntamos, la desubicación en el campo
cultural implica la asunción de una actitud intelectual impertinente (ya prefigurada
estéticamente en su novela Ferdydurke de 1937)? Por lo pronto vale recordar que no existían
en Argentina cátedras de lenguas y literaturas eslavas como aquellas que acogieron a Czeslaw
Milosz al comienzo de su exilio norteamericano36, aunque bien podemos especular que de
haber arribado a ese destino materialmente más promisorio sería difícil imaginar que
Gombrowicz, en vista de lo políticamente remiso de su pensamiento, hubiera sido tan
felizmente aceptado: recordemos el lugar ya laureado de Milosz cuando arriba a Estados
Unidos donde se lo considera no sólo un intelectual directamente comprometido en la lucha

36
A partir de 1961, Czeslaw Milosz se instala en los Estados Unidos donde enseña lenguas y literaturas
eslavas en la Universidad de California, en Berkeley.

116
contra el nazismo, sino también como aquel que había hecho pública y explícita su ruptura con
el régimen comunista polaco37.
Contra ese currículo promisorio, el ingreso de Gombrowicz al Banco Polaco de
Buenos Aires como empleado (donde trabajó por ocho años) o la inversión de sus primeros
derechos de autor en la compra de una máquina inyectora (en la que se reproducían en
material plástico íconos de la religiosidad popular argentina: virgencitas del Luján y grotescas
figuritas de San Cayetano) hablan –aun desde lo anecdótico– de una raigal falta de
legitimación dentro del campo intelectual local. En este sentido, la indiferencia de Sur (que
Gombrowicz, diferentemente al tan discreto Porchia, siempre se encargó de recordar) parece
haber fortalecido aquello que, desde cierta perspectiva, parece una desmotivada arenga sobre
la miseria (simbólica y material) como alternativa artística.

Algunas conclusiones

Si para Steiner el extraterritorial es un “potentado em viagem” (Steiner, 1973: 19) el


paradigma del inmigrante opondría a esa riqueza la pobreza y la pérdida. Menos que la
posibilidad de moverse por las varias lenguas que su propio desplazamiento territorial le
permitiría, la demanda del país anfitrión por operar mecanismos de identificación que “limen”
su “bárbara” singularidad38 obliteran la posibilidad de exponer o representar su cultura o
culturas de procedencia. La inscripción universalista de Porchia en Argentina o la persistencia
de Gombrowicz en la lengua polaca no son así más que los diferentes lados de la imposibilidad
de permitirse estar –para decirlo con Steiner– en la frontera (aunque de hecho, por cierto, lo
estén). Concentrándonos específicamente en Porchia, podríamos pensar que frente al abanico
lingüístico del extranjero poliglota, la renuncia o intolerancia a la hesitación (al “pairar” diría
Flusser) que se carga sobre el inmigrante parece llevar, con todo, a la emergencia “en
souffrance” de las lenguas de proviniencia; una circunstancia que lejos de auspiciar cierto tipo
de pertenencia identitaria o de aprovechamiento estético (como ciertas frases del inglés de

37
Milosz permaneció en Varsovia durante la ocupación alemana y trabajó clandestinamente como poeta
y editor de textos de la resistencia. Luego de la guerra fue nombrado agregado cultural en Washington y
luego en París, donde en 1951 rompe con el régimen comunista (dos años más tarde publica El
Pensamiento cautivo, una aguda crítica al stalinismo soviético).
38
Recordemos que según Sayad “os imigrantes são constantemente objeto de um trabalho de correção
que consiste em reduzir os erros, as falhas que eles demonstram com relação à sociedade de sua
imigração”, trabajo que va de la formación más simple, profesional, “até a formação mais geral
(lingüística, social e até mesmo política’ (Sayad, 1998: 61-62).

117
Nabokov que, según Steiner, son “’metatraduções’ do russo”; Steiner, 1973: 20) parece querer
evitarse o conjurarse. Pasando ahora al caso específico de Gombrowicz, podríamos pensar que
aun intentando expandirse a través de las (auto)traducciones, su desconstrucción y rechazo de
la “polonidad” podrían comprenderse como una opción histriónica de liberarse de aquel
pasado que el país anfitrión auspicia interdictar y que, de forma análoga a la emergencia
clandestina de la lengua materna en Porchia, emerge bajo la lógica de un susurro incesante
(“allá Mataban y Degollaban” se oye decir el autoficcional narrador de Transatlántico;
Gombrowicz, 1995: 39).
Diferentemente del exiliado, confinado en un exterior que vive como provisorio
pues su (mítico) pasado y pertenencia territorial están siempre en aquel lugar y tiempo que se
ha visto obligado a dejar y al que fantasmáticamente pretende y desea volver (fantasma y
deseo que el país anfitrión sustenta al suponer que el exilado retornará a su territorio una vez
terminada la proscripción o persecución política), el inmigrante carga sobre sí (aún -como lo
expone Sayad- sin reconocerlo)39 el peso de una decisión aparentemente definitiva. Las
categorías, naturalmente subjetivas, pueden variar y superponerse, aunque sobre esa
subjetividad pese el cielo de la historia. Así, a pesar que Andrée Bachoud en “Exilés, immigrés?
Un pouvoir? Une influence?” (1998) distinga los términos “exilio” e “inmigración”40afirma
también que ambos conceptos (el primero determinado fundamentalmente por razones
políticas y el segundo por razones económicas y sociales) pueden modificarse en el tiempo.
Más allá de los ejemplos concretos citados por Bachoud para sostener tales afirmaciones,41
vale rescatar que lo político se instaura como un importante campo diferencial entre ambas
categorías. Para el exiliado la política (con mayúsculas) será el objeto primordial de sus
reflexiones ya que es ella, o más bien sus percances y visicitudes autoritarias, la que lo ha
expulsado del territorio de pertenencia. El inmigrante, por su lado, a pesar de la exclusión

39
Así, si para el país anfitrión la presencia del inmigrante es “permanente mas destinada a um estatuto
de ilegitimidade permanente” (Sayad, 1998: 283), para los inmigrantes el sentimiento de lo provisorio
parece constituirse en una forma de no confesarse su transplante definitivo: “São (…) os proprios
imigrantes que, tendo entrado como que sub-reptícia e provisoriamente (como eles pensavam) numa
sociedade que sentem hostil, precisam convencer a si mesmos, às vezes contra as evidencias, de que
sua condição é efetivamente provisória” (Sayad, 1998: 46).
40
“L’exil suposse l’intervention de facteurs politiques déterminants dans l’expatriation. Il peut être
collectif ou individuel; il implique l’eventualité d’un retour dans le cas oú les mobiles ou les causes du
départ disparaissent. L’emigration est un phénomène collectif, dont les causes peuvent être
économiques, elle suppose une volonté d’implantation dans le pays d’accueil”; Bachoud, 1988: 25)
41
Por sólo poner un ejemplo de los citados por Bachoud, los obreros agrícolas que emigraban de España
a Francia desde fines del siglo XIX y principios del XX, adquieren en el país anfitrión una gran conciencia
política de la mano del pensamiento anarquista y socialista, hecho que les impide regresar a España una
vez que esta ha caído en las manos de Franco.

118
política impuesta por el país anfitrión (los derechos políticos, como analiza Sayad, son aquellos
que el país anfitrión explicitamente impide desarrollar a la inmigración)42 se moverá más bien
en la concretud de la lucha por lo político. En este punto, y a pesar que no sea el objetivo
principal de sus reflexiones, debemos admitir que Gombrowicz, por el espesor de sus
observaciones (fundamentalmente en su Diario) sobre el devenir político de Polonia, se
inscribiría dentro de la figura del exiliado, mientras que Porchia, en razón de su conducta
política, en la del inmigrante. De hecho, la temprana adhesión de Porchia a la primera
organización obrera argentina (la FORA, Federación Obrera de la República Argentina), su
participación en la revista de izquierda La Fragua (donde, entre 1938 y 1939 publicará sus
primeras voces) y la fundación en 1941, junto a otros inmigrantes italianos, de la “Asociación
de Artes y Letras Impulso” (de cuño anarco-socialista), dejan claro esta voluntad de actuar
políticamente en el territorio del país anfitrión y esto a pesar que ese territorio se le presente,
en este aspecto, claramente remiso. En todo caso, de pensarse en este sentido algún tipo de
trascendencia territorial, deberíamos considerar la clara orientación cosmopolita y
universalista del movimiento obrero argentino, orientación esta no sólo compatible con las
matrices internacionalistas que lo fundaron (el anarquismo, el socialismo, el comunismo) sino
también por el relevante hecho de que la mayor parte de los obreros “argentinos” eran,
precisamente, “extra-territoriales”.
Rediseñar, siguiendo de alguna manera la propuesta de Said, el concepto de
extraterritorialidad a partir de la figura del inmigrante, supone así oponer la (fantasmática)
multidimensionalidad del extranjero/exiliado políglota (paradigma de identidades y de
representación cultural), la pérdida (y consecuente contrabando) de las lenguas del pasado
que distinguen la vivencia del inmigrante y esto porque, a no ser en un uso estético deliberado
(Perlongher, Wilson Bueno, Juó Bananére) sería difícil operar algún tipo de identificación
simbólica en el translingüísmo migrante.43 Repensar, por último, desde estos otros
fundamentos aquello que en la primera parte de este trabajo posicionábamos como la
“extraterritorialidad” cultural latinoamericana, nos obliga a meditar sobre como tal
extraterritorialidad privilegió, al menos en el caso de Sur en Argentina, al “extranjero” por
sobre el inmigrante, y esto no sólo en lo que atañe al reconocimiento simbólico dentro de
aquel campo literario, sino también en lo que atañe a la figuración “cosmopolita” de cierta
zona de las letras latinoamericanas, pues si, como ya ha sido citado, “nuestra tradición es toda

42
Ver Sayad, 1988: 270-271.
43
Sobre este punto, ver Cangi, 2000: 266.

119
la cultura occidental”, no debería omitirse que tal extraterritorialidad ha sido construida
también sobre la pérdida, los silencios y el regreso siempre persistente de lo aparentemente
abandonado o destruido.

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121
FABIO MORÁBITO, O EL EXILIO SUTIL

Nicolás Hochman

Resumen

Es algo habitual que los escritores, enfrentados a experiencias de carácter traumático,


se refugien en la escritura y encuentren en ella un modo eficaz de poder resistir y transformar
lo trágico en una representación aceptable. Fabio Morábito es un prestigioso escritor de
nacionalidad mexicana. Nació en Alejandría, Egipto, en 1955, pero como sus padres eran
italianos se trasladó desde muy pequeño a Milán. A los quince años su familia volvió a
mudarse, esta vez a México, donde Morábito se dedicó a las letras. Desarrolla una poesía que
parte de un desarraigo que él no quiere llamar así. En sus versos se percibe el dolor del
tránsito permanente, de aquel que se siente extranjero en donde quiera que esté. Ni
totalmente italiano, ni totalmente mexicano, la angustia del haber ido se manifiesta como algo
tangible, concreto, fácil de distinguir. Esa extranjería de la que él hace mención se traduce en
primer lugar como una pérdida de su patria, que luego deriva en un cortocircuito que dificulta
establecer, precisamente qué y cuál es esa patria.

Palabras clave: Fabio Morábito – Exilio – Extraterritorialidad.

Abstract

It is commonplace that writers, faced with traumatic experiences in nature, taking


refuge in writing and finding it an effective way to resist and transform the tragedy into an
acceptable representation. Fabio Morábito is a prestigious writer of Mexican nationality. Born
in Alexandria, Egypt, in 1955, but his parents were Italian, from a young age he moved to

122
Milan. At age 15 his family moved again, this time to Mexico, where Morábito was devoted to
letters. He develops a poetry that part of an uprooting that he did not want to call it. In his
verses is perceived a pain of permanent movement, who feel foreigner wherever. Although
not entirely Italian or Mexican, the anguish of having been manifested as something tangible,
concrete, easy to distinguish. That foreigner’s feeling which he mentions first is translated as a
loss of their homeland, which then leads to a short circuit that makes it difficult to establish
precisely what and which is that country.

Keywords: Fabio Morábito – Exilie – Extraterritoriality.

123
Otras maneras de exiliarse

‘Ser’ un inmigrante es, pues, muy distinto a


‘saber’ que se emigra. Implica asumir plena y
profundamente la verdad y la responsabilidad
absolutas inherentes a esa condición. Las
realizaciones de este tipo pertenecen a un
estado mental y emocional difíciles de soportar.
Ello explica la necesidad de recurrir a múltiples
operaciones defensivas, para quedar tan sólo en
el ‘saber’ y no en el ‘ser’ emigrantes. (Grinberg y
Grinberg, 1984:82)

Habitualmente se entiende por exilio la experiencia abrupta que enfrenta un


individuo cuando debe abandonar su país por razones políticas y/o ideológicas. Generalmente,
ese exilio está ligado a la presión real de un Estado opresor, muchas veces militar, que
amenaza la integridad física del sujeto debido a diferentes posturas de pensamiento o acción.
En ocasiones, la persona marcha al exilio por recomendación directa del Estado (o de los
funcionarios que lo encarnan), obteniendo su pasaje al exterior de manera legal, como si fuera
una medida preventiva. En otros contextos, el Estado no brinda esa posibilidad a modo de
advertencia, y el sujeto elige exiliarse antes de que una catástrofe se cierna sobre él o sus
allegados. Estas políticas pueden ser individuales o masivas, sin que por ello se distinga entre
un tipo de exilio u otro. La experiencia, en todo caso, no deja de ser individual (indivisa), por
más compartida y generalizada que sea. Como señala Juan Gelman,

Serías más aguantable, exilio, sin tantos profesores del exilio, sociólogos,
poetas del exilio, llorones del exilio, alumnos del exilio, profesionales del
exilio, buenas almas con una balancita en la mano pesando el más el
menos, el residuo, la división de las distancias, el 2x2 de esta miseria.
Un hombre dividido por dos no da dos hombres.
Quién carajo se atreve, en estas circunstancias, a multiplicar mi alma por
uno. (Gelman y Bayer, 2009:31)

Es innegable que una experiencia que reúne alguna de las características


mencionadas arriba puede conducir al exilio. Sin embargo, no toda expulsión o abandono (por

124
motivos político-ideológicos) de un país se transforma en exilio, ni todo exilio está causado por
detonantes similares.
Si bien no se conoce con exactitud de dónde proviene la palabra exilio, es de
suponerse que esté ligada a relatos de la Antigüedad. En La Eneida, Virgilio describe qué pasó
cuando Ulises, Aquiles, Agamenón y demás griegos famosos saquearon y destruyeron Troya.
En el libro, Virgilio narra la epopeya de Eneas, príncipe de Dardania, quien condujo a los
troyanos fuera de su ciudad, trasladándolos hasta Italia para que pudieran estar seguros. Irse
de Troya, estar fuera de Ilión (como se la llamaba antiguamente), ex-Ilión. Si aceptamos que el
origen de la palabra puede estar asociado a este relato, veremos entonces que aquellos
primeros exiliados no abandonaron su ciudad por un motivo político-ideológico, sino porque
su ciudad no existía más. Es indisociable la desaparición de Troya de los motivos que llevaron a
su caída (duelos de dioses, problemas de jurisdicción, enfrentamientos comerciales, mujeres
que se van con otros hombres que no son sus maridos, etc.), pero lo importante aquí es otra
cosa: los exiliados se convirtieron en tales a partir del momento en que una situación límite les
impidió continuar viviendo como lo hacían y los obligó a buscar una alternativa para seguir
adelante. No se vieron expulsados por un Estado opresor, sino por un vacío imposible de
llenar.
Para que un exiliado sea exiliado, hay un requisito indispensable: la elección. No
necesariamente esa elección es la de irse, ya que un deportado se ve imposibilitado de elegir si
permanecer o alejarse44, sino la de verse a sí mismo como tal. Como sugería Gelman en la cita
anterior, no son los profesores, poetas ni sociólogos los que definen qué es ser un exiliado, sino
el exiliado mismo. El exilio no es una categoría necesariamente permanente, sino que muta, se
transforma, varía según la percepción que el propio sujeto tenga de su realidad, de su propia
paralaje. Es probable que una persona que debió exiliarse en un momento a otro país, pero
logró superar el trauma, resignificar su experiencia y sentirse a gusto con su nueva vida, no se
sienta exiliada. Ahí hay un punto importante para demarcar las continuidades e intermitencias
de su exilio, que dependerán, en cada caso, de la psiquis del sujeto, en relación con las
fluctuaciones cotidianas de la vida y el contexto en el que elige vivir. Cómo lo elige. Para qué,
cuándo, dónde, de qué manera, con quién.
El exilio genera un trauma que puede desencadenar reacciones sumamente diversas.
Pero el trauma, como tal, puede ser resignificado, y aunque la experiencia permanezca allí

44
Distinto es el caso de un sujeto que se ve forzado a abandonar un espacio bajo la amenaza latente de
la muerte. En este punto la persona sí tiene una elección, que es la de quedarse y morir, o irse y vivir.
Aunque dramática y binaria, sigue siendo una elección.

125
ineluctablemente, es factible de ser elaborada. El exilio implica una serie de elecciones que,
por supuesto, no son fáciles, ni cómodas, ni carentes de paradojas y contradicciones
inherentes. Elecciones que posiblemente nunca puedan llegar a ser tomadas y que impliquen
consecuencias imprevisibles para el sujeto y su entorno más inmediato. Pero elecciones al fin.
La elección de un sujeto de verse a sí mismo como exiliado, consciente o inconsciente,
surge probablemente del enfrentarse con el vacío simbólico que queda tras la destrucción de
Troya. Esa destrucción, que puede haber sido detonada por factores político-ideológicos, tiene
en muchos casos causas que la anteceden, y que no siempre son demasiado claras para el
sujeto que lleva a cabo acciones que lo comprometen, acciones que tienen consecuencias.
Esto quiere decir que lo político-ideológico, aunque muchas veces esté y sea central en el exilio
como consecuencia, puede no ser su motivo fundante, o al menos no el único.
El exilio se convierte así en un fenómeno complejo y difícil de reducir a estructuras
rígidas, inencasillable en los moldes a los que los investigadores sociales tantas veces nos
acostumbramos a utilizar para poder demarcar con claridad de qué estamos hablando. Un
concepto incómodo, permeable, poroso, fluctuante, en continuo movimiento.
Un sujeto puede exiliarse porque una dictadura militar lo fuerza a hacerlo. Pero
también puede hacerlo por motivos económicos, o sociales. Puede estar en el exilio cuando su
lengua no es la del nuevo espacio que habita, aunque no haya habido una expulsión de su
tierra natal que lo llevara a trasladarse allí. O puede naufragar como Robinson Crusoe, Tom
Hanks en “El náufrago” o los pasajeros del vuelo 815 de Oceanic Airlines en “Lost”. Puede
experimentar un exilio por motivos burocráticos, como le ocurre (nuevamente) a Tom Hanks
en la película “La terminal”, de Steven Spielberg, o sentir que está exiliado en su propio país,
del que tampoco siente pertenencia. Puede haberse exiliado un habitante de provincia que se
trasladó a trabajar a una capital, y encontró allí una cultura radicalmente diferente de aquella
que dejó. O, como ocurre muchas veces, el exiliado se encuentra exiliado de sí mismo, ya que
no consigue elaborar el vacío que dejó Troya, y probablemente ni siquiera sepa por qué se
siente así.

El exilio, más allá de su nominación

Fabio Morábito es un prestigioso escritor de nacionalidad mexicana. Nació en


Alejandría, Egipto, en 1955, pero como sus padres eran italianos se trasladó desde muy

126
pequeño a Milán. A los quince años su familia volvió a mudarse, esta vez a México, donde
Morábito se dedicó a las letras. Tras adoptar el español como primera lengua, comenzó a
publicar sus libros (cuentos, poesías, ensayos, relatos infantiles y traducciones). Si alguien lo
escucha hablar, entenderá perfectamente que lo hace en español, aunque sea tan evidente
que su país de origen es otro, siendo su pronunciación la de un extranjero que no termina de
interiorizar la nueva lengua.
En Extraterritorialidad. Ensayos sobre la literatura y la revolución lingüística, George
Steiner explica que en ocasiones, cuando un escritor abandona su patria y su lengua, puede
emplear a la literatura (y a la traducción en particular) como un vehículo para poder sublimar
la experiencia exiliar de la cual aún no pueden salir (Steiner, 1973). Rossana Álvarez y Juan
Gómez lo explican así:

En su ensayo ‘Extraterritorial’, George Steiner se detiene en el modo en que


las lenguas, al ser traducidas por escritores multilingües, se ven recreadas, y
reconoce que en esos procesos se estaría gestando una nueva figura de
autor, signada desde el Romanticismo por el escritor como conocedor de la
lengua con la que crea para, finalmente, concluir junto con Theodor Adorno
que ‘...solamente aquel que no se siente verdaderamente como en su
propia casa dentro de una lengua puede usarla como instrumento’. La
condición de extranjero del autor resignifica, entonces, el traslado de un
lenguaje a otro, porque en ese proceso subyace una intención, un propósito
del autor. De ese modo, la traducción resulta ser un medio para alcanzar un
fin, la traducción se vuelve un dispositivo. (Álvarez y Gómez, 2004)

A partir de esto, Gina Saraceni, en su libro Escribir hacia atrás, intenta comenzar a dar
una explicación del por qué de las preocupaciones y acciones de Morábito dentro su obra:

El poeta-viajero se siente extranjero frente a la lengua: no solamente ante


la lengua de adopción –el español–, sino también ante la lengua madre –el
italiano–, que, con el paso de los años, se atrofia… convirtiéndose, en un
momento dado, en una lengua extranjera que hay que volver a
aprender/aprehender desde otro lugar: el lugar de la lengua literaria.
En un ensayo titulado ‘El escritor en busca de una lengua’ (1993), Morábito
dice que ‘(…) sólo es posible hablar otro idioma convirtiéndose en otro
individuo’, apuntando al hecho de que la lengua es el factor constitutivo de

127
la identidad del sujeto y que de ella depende su representación del mundo.
(Saraceni, 2008:122)

Es algo habitual que los escritores, enfrentados a experiencias de carácter


potencialmente traumático, se refugien en la escritura y encuentren en ella un modo eficaz de
poder resistir y transformar lo que podría llegar a ser trágico en una representación
aceptable45. Morábito, que sabe muy bien cuál es el carácter de esa experiencia, busca quitarle
rigidez y dramatismo. Cuando Moctezuma Quistian Ollin Tecandi, periodista de la revista
Babab, le pregunta de qué manera el continuo traslado afectó su vida y su obra, Morábito
responde:

Afectó a mi vida al provocar un sentimiento persistente, no de desarraigo -


es una palabra muy fuerte, trágica-, sí, de extranjería, de sentirme
perteneciente a dos mundos diferentes y tener marcas de uno y otro. Esto
no ha producido una escisión grave de la personalidad, pero sí el hecho de
no ser ni sentirme totalmente italiano o totalmente mexicano, si es que
estos términos significan algo.46

Quizás el libro en el que mejor puedan percibirse los síntomas del exilio sutil en este
escritor sea en Lotes baldíos, donde Morábito desarrolla una poesía que parte de ese
desarraigo que él no quiere llamar así. En sus versos se percibe el dolor del tránsito
permanente, de aquel que se siente extranjero en donde quiera que esté. Ni totalmente
italiano, ni totalmente mexicano, la angustia del haber ido se manifiesta como algo tangible,
concreto, fácil de distinguir:

Yo nací en una playa / de África, mis padres / me llevaron al norte, / a una


ciudad febril, / hoy vivo en las montañas, /// me acostumbré a la altura / y

45
Jacques Lacan dedicó gran parte de su seminario 23 a tratar este tema a partir del estudio de la obra
James Joyce, que le permitió explicar su concepto de sinthome. LACAN, Jacques. El Seminario. Libro 23.
El Sinthome. Paidós, Buenos Aires, s/d. Cfr. HOCHMAN, Nicolás, “El exilio y los síntomas: Gombrowicz
fuera de Polonia”, en actas de las Primeras Jornadas de Historia, Psicoanálisis y Filosofía, realizadas en el
Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, 22 y 23 de octubre de 2009.

46
OLLIN TECANDI, Moctezuma Quistian, “La importancia del estilo. Entrevista a Fabio Morábito”, en
Revista Babab. http://www.babab.com/no14/Morábito.htm

128
no escribo en mi lengua, / en ciertos días del año / me dan mareos y
vértigos, / me vuelve la llanura (Morábito, 2002:7-8)
Yo nací lejos / de mi patria, en una / ciudad fundada / en las afueras de
África. /// Que en todo continente / y país, aunque mínimo, / hay algo de
más / que no les pertenece /// (…) Yo nací en un combate / de lenguas y de
orígenes / que sólo tierra adentro / termina, en el desierto, /// tal vez por
eso un algo / de irrealidad me nutre / de eterna despedida / y la ironía no
basta /// -ni el buen humor, ni el arte- / para dejar de ser / alguien que en
todas partes / se siente un extranjero (Morábito, 2002:15-16)

Esa extranjería de la que él hace mención se traduce en primer lugar como una
pérdida de su patria, que luego deriva en un cortocircuito que dificulta establecer,
precisamente qué y cuál es esa patria. Esto resulta muy habitual en los exiliados que
permanecen mucho tiempo en el exterior, arraigándose en un espacio específico, que no es su
tierra original. Y cuando ese espacio incluye además un cambio radical de lengua, de un idioma
a otro, el trauma se acentúa y puede ser vivido como un exilio dentro del exilio. Es decir, como
un agravante que pesa aún más que el traslado espacial de un lugar a otro. Las metáforas con
que Morábito lo define son muy claras y precisas en este sentido:

Un día mi padre dijo / nos vamos, y tú eras / la meta: otra lengua


(Morábito, 2002:20)
Nos mudamos un día / para ir lejos, irse / tan lejos como herirse (Morábito,
2002:22)

Cuando Morábito titula su libro Lotes baldíos hace algo más que elegir azarosamente
una mera nominación. El lote baldío es el espacio que está vacío y sobre el cual se puede
construir. Un vacío que no se refiere a objetos materiales, sino a significaciones. Un lote baldío
que está en el espacio al que se llega, pero también en aquel que se abandonó, porque las
resignficaciones funcionan en pasado, presente y futuro. En esos lotes baldíos, en esos vacíos
expectantes de ser significados, Morábito encuentra un espacio para construir su vida y su
obra, sintiendo que pertenece y que no pertenece, que es de allí y que no lo es, que podrá
adaptarse y que no lo hará nunca. Sin ellos, probablemente, ese tránsito sería insoportable.

129
Especialista en mudanzas: entrevista a Fabio Morábito

Nicolás Hochman: En “Mudanza” decías que “A fuerza de mudarme / he aprendido a no pegar


/ los muebles a los muros, / a no clavar muy hondo, / a atornillar sólo lo justo”. ¿Cuáles fueron
las experiencias que atravesaste para llegar a esa percepción del espacio ocupado?

Fabio Morábito: No hay como mudarse muchas veces para descubrir que no existen los
espacios vírgenes. Deseamos que los haya, de hecho cada mudanza encierra la esperanza de
cierta virginidad alcanzable, pero cuando llegamos al nuevo lugar, se nos hace patente su
inmersión en el ruido del mundo, su condición de espacio ya usado y pisado por otros. He ahí
que el especialista en mudanzas, si no quiere perecer por la decepción, debe olvidarse
entonces de la virginidad y mirarse como un pasajero en tránsito, como un simple ocupante.

NH: ¿Conociste a otros especialistas en mudanzas?

FM: Sí, conocí a una mujer brasileña, que emigró a México por motivos políticos durante la
dictadura en su país, y cuando la conocí, se había mudado una docena de veces dentro de la
pura Ciudad de México.

NH: ¿Y cómo fue tu vínculo con ella?

FM: ¿Cuál fue mi vínculo con ella? Es mi mujer desde hace treinta años. Llegamos a México en
el mismo año, pero no nos conocimos hasta diez años después. Mi hijo tiene tres pasaportes:
el mexicano, que le corresponde por haber nacido en México, el brasileño, por parte de su
madre, y el italiano, por parte mía. En casa sólo se habla español, pero mi hijo habla además
inglés, alemán, italiano y francés.

NH: ¿Qué aprendiste? ¿De que prejuicios te fuiste desprendiendo a través de compartir esas
experiencias migratorias?

FB: Bueno, supongo que se aprende a tener una especial sensibilidad hacia todo tipo de
desarraigo, no sólo geográfico, sino social, que finalmente es el más grave de todos, y, en

130
consecuencia, a tener un olfato especial por descubrir en los demás y en uno mismo el más
mínimo atisbo de estrechez de miras, de provincianismo y, sobre todo, de fanatismo.

NH: ¿Qué cambia cuando cambia la lengua? ¿Cómo afecta eso la obra de un escritor?

FM: Aclaro que me hice escritor después de haber mudado de lengua, lo cual es un dato
importante. No es lo mismo ser un escritor y luego mudarse de lengua, que hacerlo cuando se
tiene quince años, que es mi caso, y luego hacerse escritor en la nueva lengua aprendida. Si en
lugar de hacerme escritor, me hubiera hecho médico, nadie me preguntaría en qué afecta la
mudanza de la lengua en mi profesión de médico, y sin embargo yo creo que sí afecta, como
afecta en todos los órdenes de la vida. Se piensa que a un escritor le afecta de manera
particular, ya que la lengua es precisamente su herramienta de trabajo. Es verdad, pero la
herramienta de trabajo de un escritor no es precisamente la lengua, sino la lengua literaria,
que es otra cosa; que es de por sí una lengua extranjera; en este sentido, el cambio de lengua,
que es una experiencia de extranjería, puede facilitar la tarea del escritor, en vez de
perjudicarlo.

NH: Hablar de la lengua literaria lleva a pensar en conceptos como extraterritorialidad


(Steiner) o desterritorialización (García Canclini). Tu nomadismo, si podemos llamarlo así,
habrá afectado y condicionado ciertos hechos y procesos de tu vida. Perder (espacios, lenguas)
para ganar otros, como si fueran nuevas capas de piel. Uno de estos procesos, claramente,
está ligado a la escritura. ¿De qué otras maneras sentís que esas experiencias te
transformaron?

FM: En muchos sentidos, pero quizá el más fundamental de todos es que uno aprende cuán
dúctil es el ser humano y cuán azarosa la vida misma. Es un aprendizaje que está al alcance de
cualquiera, desde luego, pero quienes hemos emigrado y reiniciado nuestra vida en otros
lugares, lo percibimos más claramente. Se le hace patente a uno la vieja máxima estoica de
que no somos dueños de nada, y que lo que poseemos hoy, mañana puede esfumarse en un
parpadeo. Yo, al menos, procuro no perder de vista jamás esta verdad. Me considero un
hombre afortunado, a quien la vida ha tratado con largueza, hasta con laureles, pero procuro
no dormirme en ellos, porque sé que son efímeros.

131
NH: En continuo traslado (involuntario) de los primeros años de tu vida, el ser/sentirte
extranjero tantas veces, ¿te llevaron a pensar tu extranjería como una forma de exilio?

FM: No soy un exiliado, soy un emigrado. Que las dos experiencias tengan puntos en común,
no cabe duda, pero no hay que confundirlas. Cuando se habla de exilio, hay que tener cuidado
de no elevar esta condición a una postura existencial, en la cual acaba por caber medio
mundo: emigrados, residentes extranjeros, nómadas por libre voluntad, simples especialistas
en mudanzas, etc. Todos quieren ungirse con el prestigio del exilio. No, definitivamente yo
nunca me he sentido un exiliado, afortunadamente.

NH: ¿Y por qué el exilio otorga tanto prestigio? ¿Qué es lo que hace que ciertos emigrados
prefieran verse a sí mismos como exiliados?

FM: Porque el exiliado es una víctima, o así se le ha visto siempre, y la víctima está siempre
rodeada de un halo de prestigio, o cuando menos de consideración. Y a todos nos gusta
sentirnos considerados. Durante los años setenta, México fue la meta de muchos exiliados
latinoamericanos, en especial del cono sur, pero también de otras partes de América Latina.
Conocí a muchísimos y aprendí a detectar, en varios de ellos, el oportunismo de la víctima, la
queja existencial como medio de conseguir la atención ajena, cuando no favores y beneficios.
Había incluso cierto tipo de mirada y de tono de voz, de lo más impostados, que me ponían los
pelos de punta. Con esa mirada y ese tono de voz, muchos mediocres se abrieron camino.
Aprendí que los que habían sufrido mayormente las consecuencias de su exilio, eran los más
pudorosos, los más llevaderos y sencillos en el trato, y a menudo, incluso, los más alegres. No
tenían que actuar.

NH: ¿Volviste a Egipto e Italia alguna vez?

FM: He vuelto a Italia varias veces; en dos de ellas, me quedé a vivir durante un año, por
razones de estudio. Nunca pensé quedarme a vivir ahí, a pesar de que siempre he disfrutado
esos regresos. A Egipto sólo he vuelto una vez, y durante pocos días, para conocer mi casa
natal. Quiero volver de nuevo, con más calma, de ser posible con indicaciones más precisas
sobre ciertos lugares donde vivió mi familia, tanto en El Cairo, como en Alejandría. Soy

132
partidario de los regresos. Quienes no regresan, lo pagan caro. Hay que regresar una y otra
vez. El regreso es inagotable.

NH: ¿De qué maneras y mediante qué recursos intentaste transmitir lo complejo de la
experiencia migratoria?

FM: No soy un especialista en experiencia migratoria, ni quiero serlo. No he intentado ni


remotamente transmitir la complejidad de esa experiencia. He escrito sobre ella porque es
algo que me ha tocado vivir, pero he escrito sobre muchas otras cosas, tanto en prosa como en
poesía, que me interesan más que la experiencia del emigrante. Con esto, respondo a tu
pregunta: he hablado de esta última con los recursos a mi disposición, que son los de mi
temperamento y mi estilo, los mismos con los cuales he hablado de cosas como los columpios,
el sexo, las moscas, el mar y los lotes baldíos.

NH: ¿Qué libros y autores modificaron la visión que tenías de tu propia migración? ¿De qué
forma?

FM: No puedo dejar de interesarme por aquellos autores en cuya obra la marginación juega un
papel preponderante. La lista sería larga, así que sólo mencionaré la última obra que ha venido
a sumarse a esta lista predilecta, tratándose además de una obra argentina: El entenado, de
José Saer. Hay en ese libro una cantidad de reflexiones extraordinarias sobre la situación del
exilio.

Bibliografía

ÁLVAREZ, Rossana y GÓMEZ, Juan Ariel. (2004) “Manuel Puig y la estrategia de la


(auto)traducción”, presentado en el II Congreso CELEHIS de Literatura, Mar del Plata.
http://www.freewebs.com/celehis/actas2004/ponencias/38/3_Alvarez_Gomez.doc
BERNETTI, José Luis y GIARDINELLI, Mempo (2003). México: el exilio que hemos vivido. Bernal:
Universidad Nacional de Quilmes.
GELMAN, Juan y BAYER, Osvaldo. (2009) Exilio. Buenos Aires: La Página.
GRINBERG, León y Rebeca (1984). Psicoanálisis de la migración y el exilio. Madrid: Alianza.

133
HOCHMAN, Nicolás (2009) “El exilio y los síntomas: Gombrowicz fuera de Polonia”, en actas de
las Primeras Jornadas de Historia, Psicoanálisis y Filosofía, realizadas en el Centro Cultural de la
Cooperación, Buenos Aires, 22 y 23 de octubre de 2009.
LACAN, Jacques (s/d). El Seminario. Libro 23. El Sinthome. Buenos Aires: Paidós.
MORÁBITO, Fabio (1993). “El escritor en busca de una lengua”. En Vuelta, año XVII, N° 195.
_____ (2002) Lotes baldíos. México: Era-Conaculta.
_____ (2005) Lunes todo el año. México: Era-Conaculta.
OLLIN TECANDI, Moctezuma Quistian, “La importancia del estilo. Entrevista a Fabio Morábito”,
en Revista Babab. http://www.babab.com/no14/Morábito.htm
SARACENI, Gina (2008). Escribir hacia atrás. Rosario: Beatriz Viterbo.
STEINER, Georges (1973). Extraterritorialidad. Ensayos sobre la literatura y la revolución
lingüística. Barcelona: Barral.
ŽIŽEK, Slavoj (2006). Visión de paralaje. Buenos Aires: FCE.

134
SOBRE LOS AUTORES

Celeste Castiglione
Licenciada en Ciencia Política (1996, UBA) y Licenciada en Sociología (2006, UBA), ha realizado
un posgrado en FLACSO (2005) y actualmente es doctoranda de la UBA. Desde 2005 a la
actualidad se desarrolla como asistente de investigación en el Instituto de Investigaciones
“Gino Germani” en el Grupo Población Migración y Desarrollo (Dir. Susana Novick) y consultant
del proyecto de post doctorado (2008-2009) de Jorge Ginieniewicz: “Accumulation of political
Assets among Argentiniean Migrants to Spain and Canada, and Returnees” del Global Urban
Research Centre, University of Manchester. Posee publicaciones en la Argentina y en el
exterior. Su principal área de interés son las migraciones actuales y el análisis crítico del
discurso en torno a la migración desde los medios de comunicación escrita.
castiglioneceleste@yahoo.com.ar / ccasti@cnba.uba.ar

Gustavo Fares
Nació en Argentina, donde se graduó de la Facultad de Derecho de la UBA y de la Escuela de
Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón.” Después de realizar estudios de posgrado en la Escuela
Superior de Bella Artes “Ernesto de la Cárcova” viajó a Estados Unidos. Allí obtuvo un Master
en Idiomas y Letras y otro en Artes Visuales, ambos de West Virginia University. En 1987,
comenzó sus estudios de doctorado en Literatura Latinoamericana y Estudios Culturales en la
University of Pittsburgh, de donde se graduó en 1989. Sus intereses incluyen las obras del
escritor mexicano Juan Rulfo, escritoras argentinas contemporáneas, cultura latinoamericana,
y estudios culturales. Actualmente es Profesor y Chaiperson del Spanish Department en
Lawrence University, en Wisconsin, Estados Unidos.
faresg@lawrence.edu
http://www.lawrence.edu/fast/faresg/

Pablo Gasparini
Profesor en Letras por la Universidad Nacional de Rosario (UNR, Argentina), posee maestría y
doctorado en Letras (Literatura hispanoamericana) por la Universidad de São Paulo (USP,

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Brasil). Realizó pos-doctorado en el Instituto de Estudos da Linguagem de la Universidad de
Campinas (Unicamp, Brasil). Sus temas de investigación se orientan a la cuestión del exilio
(publicó El exilio procaz: Gombrowicz por la Argentina, Beatriz Viterbo, 2007) y a la
problemática del desplazamiento lingüístico/literario. Posee artículos sobre el tema en varias
revistas especializadas (Revista Iberoamericana, Hispamérica, Remate de males, etc.). Desde
2009 es profesor de la Universidad de São Paulo.
pablogasparini@usp.br

Nicolás Hochman
Nació en Buenos Aires en 1982. Estudió Cine y Locución, y es Profesor y Licenciado en Historia
por la Universidad Nacional de Mar del Plata, con una tesina sobre el escritor Witold
Gombrowicz. Ha recibido becas en la UNMdP (donde dicta clases en la Facultad de
Humanidades) y el CONICET, del cual es investigador. Se encuentra desarrollando su
Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad de Buenos Aires, con una tesis acerca de las
diferentes formas del exilio.
Publicó los libros Modernidad: conquista, relaciones coloniales y formación del capitalismo
(2009) y Entre las revoluciones y la consolidación de los Estados-Nación: el capitalismo en el
siglo XIX (2010), ambos por editorial Longseller, además de haber colaborado en revistas
académicas y literarias de Argentina, Chile, Colombia, España, México y Uruguay.
Desde el 2004 hasta el 2010 fue editor de la revista Prometheus (www.pmdq.com.ar).
Actualmente dirige la revista Casquivana (www.casquivana.com.ar) y es miembro del comité
editorial de Prometeica. Revista de Filosofía y Ciencias (www.prometeica.com.ar). Coordina
diversos proyectos, como el taller de lectura y escritura Heterónimos, el Proyecto CLEUM y el
ciclo literario Alejandría.
hochmanicolas@yahoo.com.ar

Victoria Martínez Espínola


Licenciada en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad
Nacional de Cuyo. Becaria de la Beca para la Promoción de la Investigación, Secretaría de
Ciencia, Técnica y Posgrado, Universidad Nacional de Cuyo. Realizó su tesis de licenciatura
sobre el tema “Experiencias migratorias de mujeres bolivianas residentes en Mendoza”,

136
dirigida por la Dra. Estela Fernández Nadal y co-dirigida por la Dra. Mercedes Molina. Es
miembro integrante del Proyecto de investigación bianual 2009-2011: “El sujeto en la filosofía
latinoamericana contemporánea: A. Roig, E. Dussel, F. Hinkelammert, I. Gebara, R. Fornet-
Betancourt”, dirigido por la Dra. Estela Fernández Nadal. Realizó una pasantía de investigación
en el Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI), San José, Costa Rica, durante los
meses de septiembre a noviembre de 2007, en el marco del Seminario de Investigadores y
Formadores (SIF). Participó de los cursos “Arte y Educación Popular” y “Género/Religiones:
Historia y Perspectivas”, promovidos conjuntamente por el Centro Ecuménico de Servicios a la
Evangelización y la Educación Popular (CESEP) y la Secretaría de Especialización,
Perfeccionamiento y Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo, CESEP,
durante enero y febrero de 2009 Sao Paulo, Brasil.
viquimar2002@yahoo.com.ar

Ana María Mateu

Doctora en Historia por la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, Diplomada en Economía


Política por FLACSO. Es profesora en la universidad de la cual se graduó en la cátedra de
Historia Social Argentina I y es investigadora adjunta del CONICET en el Instituto de Ciencias
Humanas Sociales y Ambientales, donde lleva a cabo también la dirección de becarias sobre las
temáticas asociadas al ámbito vitivinícola. Ha publicado numerosos artículos en revistas
argentinas y extranjeras y dos libros en colaboración: La gran aldea mendocina (2005) y El vino
y sus revoluciones (2008). Es miembro de la Comisión Directiva de la Asociación de Historia
Económica desde 1995 y de la Red Iberoamericana de Estudios Empresariales, Universidad de
León, Monterrey, México.
amateu@lab.cricyt.edu.ar

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AGRADECIMIENTOS

En primer lugar, a los autores que componen este volumen, quienes confiaron en el
Proyecto CLEUM al enviar sus respectivos artículos y, en todos los casos, tuvieron una
excelente predisposición para corregir, modificar y recibir sugerencias destinadas a hacer de
diferentes textos dispersos un libro compilatorio.
En segundo término, todo este trabajo no hubiera sido posible sin la colaboración de
los asesores académicos que evaluaron de manera anónima (a través del sistema de double
blind) los textos que les enviamos, haciendo devoluciones precisas, críticas, formales y, pese a
todo eso, distendidas; ellos son Silvina Jensen, Emmanuel Taub y Lucas Misseri.
Tercero, a Fabio Morábito, quien con mucha paciencia y buena voluntad nos permitió
entrevistarlo y publicar esas palabras en Pensar el afuera.
Por último, a Leticia Paolantonio, ilustradora de la imagen de tapa, por sus dibujos;
no solamente el que quedó seleccionado al final del proceso de selección, sino también por
todos aquellos que fueron quedando en el camino, como parte de una travesía difícil y
puntillosa.
A todos ellos, muchas gracias.

Nicolás Hochman

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