Está en la página 1de 16

UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

FACULTAD DE MEDICINA
ESCUELA DE MEDICINA. EXTENSIÓN TÁCHIRA
HOSPITAL CENTRAL DE SAN CRISTÓBAL
CÁTEDRA DE PEDIATRÍA II

PLANES DE REHIDRATACIÓN EN PEDIATRÍA

Realizado por:
Jessika A. Laguado Ochoa
CI: 25.169.069

Docente:
Dra. Alicia Pimentel

San Cristóbal, Abril de 2022


Introducción:
La enfermedad diarreica aguda (EDA) se establece como una de las patologías más frecuentes en la
atención del paciente pediátrico, junto con ello, también representa la segunda causa de muerte en este
grupo etario, según datos de la OMS para el 2014 de 1.8 millones de defunciones asociadas a EDA
alrededor del 90% correspondieron a niños menores de 5 años, por esta razón es fundamental entender las
implicaciones fisiológicas que tiene la enfermedad y como proporcionar un cuidado adecuado y oportuno
para cada paciente con EDA.
Durante la atención del paciente con EDA es esencial garantizar un balance hidroelectrolítico pues las
pérdidas a través de las heces pueden generar déficits en el mismo que su vez puede derivar en edema
cerebral, convulsiones, choque hipovolémico, falla renal, lesión cardiaca, coma e incluso la muerte .
Generalidades fisiológicas
El peso corporal total del ser humano está compuesto por solidos (proteínas, minerales, grasas,
carbohidratos, entre otros) y por agua, que a su vez está distribuida entre el líquido extracelular e intracelular;
la proporción de agua con relación al peso corporal va a depender de la edad y del sexo del individuo,
durante la gestación el agua va a representar alrededor del 95% del peso corporal total, estando
almacenada principalmente en el líquido extracelular, progresivamente esta proporción ira disminuyendo
hasta alrededor de los 2 años de edad, para ese momento el agua representará aproximadamente el 60% del
peso corporal total y se ubicará principalmente en el líquido intracelular, el contenido de agua ira
disminuyendo progresivamente hasta la vejez; adicionalmente cabe resaltar que la proporción de agua
será generalmente mayor en los hombres que en las mujeres ya que estas últimas tendrán una mayor
composición grasa

La osmolaridad plasmática (OP) es otro componente fundamental para tener en cuenta en estos
pacientes, básicamente consiste en aquellos elementos químicos en el plasma que son capaces de atraer
moléculas de agua hacia el espacio intravascular (sodio, potasio, glucosa y nitrógeno ureico), los rangos de
normalidad son entre 280 y 295 mOsm/L, esto es muy importante ya que durante el tratamiento vamos a
optar por sustancias cuya osmolaridad sea similar a la fisiológica.
Fórmula para calcular la osmolaridad plasmática: OP = 1.86 (Na + K) + 1.15 (Glu/18) + (BUN/6) + 14
Así entonces el flujo de agua va a estar dado por el transporte activo de iones (principalmente Na+, Cl-,
HCO3- y K+) y nutrientes (principalmente glucosa).
Durante la EDA hay un aumento en la cantidad de agua y electrolitos en las heces, así como en la
frecuencia de las deposiciones lo que significa un serio problema para la homeostasis que se traduce en
complicaciones (convulsiones, choque hipovolémico, falla renal, lesión cardiaca, coma e incluso la
muerte), por este motivo es fundamental reponer dichas perdidas ya sea por medio de sales de
rehidratación oral o soluciones de administración endovenosa, su uso depende de las características y las
condiciones del paciente.
Deshidratación
Corresponde a un estado patológico caracterizado por un balance negativo de agua o de fluidos
corporales, producido por baja ingesta o gasto aumentado, alteración en el volumen de líquidos corporales.
La deshidratación se da por los siguientes mecanismos: el incremento de las pérdidas, la disminución del
aporte, la disminución de la absorción y/o el desplazamiento de líquido. Las causas más frecuentes de la
deshidratación son la gastroenteritis aguda y los vómitos.
El metabolismo hidrosalino de los niños tiene características específicas que lo diferencian significativamente
del de los adultos. Los tres factores más importantes son:
1. Mayor porcentaje de agua corporal por kilogramo de peso, con predominio del espacio extracelular
(más capacidad para perder agua)
2. Mayor recambio diario de agua y electrolitos (más posibilidad de desequilibrio hidrosalino).
3. Inmadurez renal para eliminar orinas concentradas (menor capacidad de adaptación a los cambios de
agua y sal del medio interno).
El número de signos presentes aumenta con la importancia de la deshidratación:
 Sed intensa o llanto incesante en el lactante pequeño
 Sequedad de mucosas
 Pliegue cutáneo persistente
 Ojeras, hipotonía de los globos oculares
 Ausencia de lágrimas en el llanto
 Fontanela anterior hundida.
Epidemiología: Cuanto menor es la edad del niño, mayor es el riesgo de deshidratación. La deshidratación es
más frecuente en los niños pequeños y el 90% ocurre en menores de 18 meses. Es muy prevalente en los
países en vías de desarrollo, debido al mayor número de infecciones gastrointestinales y a la falta de medios.
En nuestro entorno, las causas más comunes son: gastroenteritis aguda, enfermedades que cursan con vómitos
persistentes (infecciones graves, obstrucción intestinal, hipertensión intracraneal) y procesos intestinales
crónicos que pueden presentar episodios agudos de diarrea (enfermedad inflamatoria intestinal, síndromes
malabsortivos). En los niños con lactancia materna, puede producirse deshidratación en los primeros días de
vida, por problemas de adaptación (falta de aporte). Los lactantes con fibrosis quística, en los meses calurosos
del verano, pueden presentar cuadros de deshidratación, debido a la pérdida excesiva de sales por el sudor.
Finalmente, otras causas de deshidratación son las enfermedades endocrinas, como: diabetes mellitus, diabetes
insípida y síndrome adrenogenital.
Clasificación: Los dos criterios para clasificar la deshidratación son la pérdida de peso y los niveles del sodio
en plasma.
1. En función de la pérdida de peso:

 Deshidratación leve: < 5% de pérdida de peso


 Deshidratación moderada: entre el 5-10% de pérdida de peso.
 Deshidratación grave: > 10% de pérdida de peso.
En los niños mayores de 35 kg, los valores (%) para la pérdida de peso son proporcionalmente menores:
deshidratación leve < 3%; deshidratación moderada 5-7%, deshidratación grave > 7%.
2. En función del balance de agua y solutos (Tabla I):

 Deshidratación hipotónica: Na < 130 mEq/L.


 Deshidratación isotónica: Na 130-150 mEq/L.
 Deshidratación hipertónica: Na > 150 mEq/L.
Fisiopatología: La deshidratación del espacio extracelular es la forma más frecuente, se caracteriza por una
disminución del volumen circulante y se produce en la deshidratación isotónica y en la deshidratación
hipotónica.
Cuanto menor es la edad del niño, mayor es el porcentaje de agua corporal. En los recién nacidos, el agua
supone el 80% de su peso; en los lactantes, el 70-65%; y en los niños mayores, el 60%. El agua corporal total
se distribuye en dos grandes compartimentos, el volumen extracelular (20-25% del peso corporal) y el
volumen intracelular (30-40% del peso corporal). La concentración de solutos es distinta en cada uno de estos
compartimentos, pero en condiciones normales, el volumen y la osmolaridad se mantienen constantes
mediante el paso de agua y solutos de un compartimento a otro. Cuando se producen alteraciones en los
volúmenes o en la composición de los espacios corporales, se ponen en funcionamiento mecanismos
reguladores (sed, barorreceptores, eje renina-angiotensina, hormona antidiurética), con el fin de mantener la
homeostasis. El espacio extracelular es el más frecuentemente afectado en los cuadros de deshidratación, al
estar más en contacto con el exterior y menos protegido respecto a la capacidad de retención de agua.

 Deshidratación hipotónica: es la menos frecuente (10%), suele estar producida por la gastroenteritis
aguda asociada a pérdidas importantes de sales y por algunos tipos de insuficiencia suprarrenal.
Afecta fundamentalmente al espacio extracelular. Se produce cuando existe proporcionalmente una
pérdida mayor de sodio que de agua, por lo que la osmolaridad plasmática y el espacio extracelular
estarán disminuidos. La disminución de este espacio provoca un descenso del volumen circulante, de
la volemia y de la perfusión tisular y renal. En los casos graves, se produce insuficiencia renal y
shock. Cuando el proceso está muy evolucionado, puede alterarse el espacio intracelular.

 Deshidratación hipertónica: (25%) ocurre cuando existe una disminución de la ingestión de líquidos
o cuando se aportan soluciones con concentraciones de sodio elevadas. Afecta principalmente al
espacio intracelular. Se produce cuando la pérdida de agua es proporcionalmente mayor que la de
electrolitos, provocando un incremento de la osmolaridad plasmática y un paso de agua desde la
célula al espacio extracelular como mecanismo compensatorio. Es la forma más grave de
deshidratación debido a la afectación de las células del sistema nervioso central. Debe tenerse en
cuenta que, aunque los niveles plasmáticos de sodio estén elevados, en realidad existe una
disminución de la cantidad total de sodio del organismo. Al tratarse de una deshidratación intracelular
existirá una depleción global de potasio, en función del grado de afectación renal.

 Deshidratación isotónica: es la forma más frecuente (65%) y está causada por la gastroenteritis
aguda. En estos casos, se produce una pérdida de agua y electrolitos de forma proporcional, por lo que
la osmolaridad y los niveles plasmáticos de sodio se mantendrán normales. Este balance equilibrado
hace que no se generen gradientes en el medio interno, por lo que la repercusión recaerá
fundamentalmente sobre el espacio extracelular.
Clínica: Las manifestaciones clínicas dependerán del espacio corporal afectado: extracelular (signos de
hipovolemia), intracelular (signos neurológicos) y del grado de deshidratación (leve, moderada, grave)
• Signos de deshidratación extracelular: Los signos son propios de la pérdida de volumen circulatorio, por
lo que serán precoces y llamativos, consistirán en: frialdad de la piel, relleno capilar lento, taquicardia, pulsos
débiles, hipotensión arterial, signo del pliegue, ojos hundidos, mucosas secas, fontanela deprimida en los
lactantes y oliguria. En los casos avanzados, se produce shock.
•Signos de deshidratación intracelular: Las manifestaciones clínicas son expresión de la afectación celular,
fundamentalmente del sistema nervioso central. Se producirá: irritabilidad, hiperreflexia, temblores,
hipertonía, convulsiones y coma. Los niños tienen sed, las mucosas están “pastosas” y pueden tener fiebre de
origen metabólico. Los signos de shock son tardíos, por lo que el diagnóstico puede retrasarse.
Diagnóstico: El diagnóstico de la deshidratación es eminentemente clínico, basado en la historia clínica y en
los signos y síntomas que presenta el paciente. En la anamnesis, es importante tener en cuenta: el tiempo de
evolución del cuadro, el tipo y el volumen de las pérdidas producidas (vómitos, deposiciones), el grado de
diuresis, el tratamiento recibido y la existencia de otros signos asociados, como fiebre, sudoración y sed. En la
exploración física, deberán tomarse las siguientes constantes: peso, temperatura, frecuencia cardiaca,
frecuencia respiratoria y tensión arterial.
La pérdida de peso es el dato más importante y el patrón de referencia para estimar el
grado de deshidratación. Cuando no se dispone del peso previo, es necesario recurrir
a los hallazgos de la exploración física. Ningún signo de forma aislada tiene
suficiente especificad ni sensibilidad para estimar el grado de deshidratación. En una
revisión publicada en la revista JAMA en 2004, los autores encontraron que los tres
signos con mayor especificidad y sensibilidad para detectar una deshidratación del
5% o superior fueron: el relleno capilar prolongado, la disminución de la elasticidad
de la piel y la alteración en el patrón respiratorio. Por otra parte, la ausencia de
mucosas secas, la apariencia normal y la ausencia de ojos hundidos se asociaban a
una deshidratación menor del 5%.
La escala de Gorelick permite calcular el grado de deshidratación mediante la
puntuación de signos y síntomas (Tabla II): tres o más ítems tienen una sensibilidad
del 87% y una especificidad del 82% para detectar deshidratación igual o mayor del
5%.
Pruebas complementarias
La deshidratación es un diagnóstico clínico, por lo que las pruebas complementarias no deben realizarse
sistemáticamente. Estarán indicadas en las deshidrataciones graves y en las moderadas cuando se va a
instaurar tratamiento con sueroterapia intravenosa. El objetivo es valorar de forma más precisa el tipo de
deshidratación (natremia) y el estado metabólico (equilibrio ácido-base, función renal). No existe ninguna
determinación bioquímica con sensibilidad y especificidad suficiente para establecer el grado de
deshidratación. El bicarbonato es el parámetro bioquímico cuyos valores se han relacionado más
estrechamente con el grado de deshidratación. Niveles de bicarbonato plasmático superiores a 15-17 mEq/L se
asocian significativamente a un grado de deshidratación menor del 5%
Las determinaciones de laboratorio más importantes en plasma son: hemograma, pH y gasometría
(bicarbonato, CO2), iones (Na, K, Cl), osmolaridad, glucosa, urea y creatinina. En orina: densidad,
osmolaridad, pH, iones y cuerpos cetónicos.
Choque hipovolémico
Un shock hipovolémico es una afección de emergencia en la cual la pérdida grave de sangre o líquido hace
que el corazón sea incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo. Este tipo de shock puede hacer que
muchos órganos dejen de funcionar. Los signos de shock hipovolémico (deshidratación intravascular) se
asocian a los signos precedentes:
• Trastornos de la conciencia, niño irritable, inconsolable;
• Tinte grisáceo, cianótico, extremidades frías;
• Taquicardia (frecuencia cardíaca > 160 lpm en el lactante);
• Polipnea > 40 respiraciones/min;
• Prolongación del tiempo de recoloración cutánea, medido en la frente o el esternón (no en las
extremidades), que es patológico si supera los 2 segundos;
• Hipotensión es un signo demasiado tardío en el niño
• La oliguria y la anuria son difíciles de comprobar sin un dispositivo de recolección de orina
Tratamiento: El tratamiento de elección en la deshidratación leve y moderada es la rehidratación oral; solo
cuando esta no sea posible o esté contraindicada, se recurrirá a la fluidoterapia intravenosa. El tratamiento de
la deshidratación consiste en la administración de líquidos y electrolitos, con el fin de neutralizar el balance
negativo.
Rehidratación oral

Sales de rehidratación oral (SRO)


El mecanismo de acción de las sales de rehidratación oral parte de la capacidad del sodio de entrar a
las células intestinales y generar un gradiente osmótico por el cual ingresa glucosa y agua junto con el
sodio.
La rehidratación oral debe hacerse con soluciones “hiposódicas” (Na < 60 mEq/L). Este procedimiento
Consiste en la administración de soluciones de rehidratación oral (SRO) para restablecer el equilibrio
hidroelectrolítico. La SRO fue diseñada inicialmente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1977
para el tratamiento de los niños deshidratados por diarrea en los países en vías de desarrollo. Su composición
tiene una concentración de sodio de 90 mmol/L y una osmolaridad de 330 mOsm/L. Posteriormente, la
Asociación Americana de Pediatría (AAP) en 1985, la propia OMS en 2002 y la Sociedad Europea de
Nutrición y Gastroenterología (ESPGHAN) en 1992, han publicado otras guías en las que recomiendan SRO
con concentraciones de sodio entre 60-70 mmol/L y osmolaridad entre 200-250 mOsm/L. Estas SRO han sido
denominadas “SRO hiposódicas” o con bajo contenido en sodio (Na < 60 mEq/L). La razón de disminuir la
concentración de sodio es descender la osmolaridad y favorecer la absorción de agua por el intestino.

Ventajas de la rehidratación oral: Comparándola con la rehidratación intravenosa, la rehidratación oral


tiene menos complicaciones, es más fisiológica, más barata, más segura, reduce el número de ingresos y
favorece la introducción precoz de la alimentación.
Composición de las fórmulas de rehidratación oral: Las SRO están compuestas fundamentalmente de
agua, sodio, cloruro, potasio, glucosa y una base (bicarbonato, citrato sódico, acetato). La efectividad de las
SRO se basa en la existencia de un sistema co-transportador de sodio y glucosa, localizado en la célula
intestinal, que se mantiene intacto en todos los tipos de diarreas. Para que este sistema transportador sea
efectivo, la relación sodio/glucosa debe ser 2/1 o inferior. La concentración máxima de glucosa no debe
exceder los 150 mmol/L por el riesgo de diarrea osmótica.
Las presentaciones comerciales de estas fórmulas pueden ser en forma de polvo, dispensadas en sobres que
deben ser diluidos en cantidades predeterminadas, o bien como soluciones líquidas preparadas para la
administración directa. Estas últimas son preferibles a la forma en polvo, ya que con ellas se evitan errores en
la preparación. Las “bebidas energéticas” no están indicadas debido a que tienen poco contenido de sodio y de
potasio, excesiva concentración de glucosa, inadecuada proporción sodio/glucosa y una elevada osmolaridad.
Indicaciones: La rehidratación oral está indicada en las deshidrataciones leves y moderadas. Puede utilizarse
en todas las edades y en cualquier tipo de deshidratación. En los lactantes al
pecho, se recomienda combinarla con tomas de lactancia materna. Los niños
con vómitos también pueden ser rehidratados por vía oral, cuando estos no son
muy intensos. Algunos autores recomiendan la administración de SRO por
sonda nasogástrica antes de recurrir a la vía intravenosa
Contraindicaciones: La rehidratación oral está contraindicada en los niños que
presentan alteración importante del estado general o del nivel de conciencia y
en aquellos que tienen pérdidas de líquidos superiores a las que pueden
administrarse por vía oral (Tabla IV).

Descripción de la técnica:
• 1ª fase de reposición del déficit de agua y electrolitos:
- Estimación del déficit: inicialmente, se debe realizar una estimación del déficit de agua y de
electrólitos en función de la pérdida de peso y de las manifestaciones clínicas (p. ej., una pérdida del
5% del peso significa un déficit de volumen de 50 ml/kg).
- Reposición del déficit: este volumen de líquido deberá reponerse en forma de SRO en 4-6 horas en
las deshidrataciones hipo-isotónicas y en 12 horas en las hipertónicas. La solución se administrará
inicialmente en forma de pequeñas tomas de 5-10 ml con jeringuilla o cucharilla cada 5 minutos,
incrementando la cantidad según la tolerancia del niño.
- Valoración del grado de hidratación: una vez completada la primera fase de rehidratación, se
realizará una nueva valoración; si la deshidratación persiste, deberá estimarse de nuevo el déficit e
iniciar otra vez su reposición, si se ha normalizado se pasará a la segunda fase de mantenimiento. La
fase de rehidratación oral no debe durar más de 12 horas y la cantidad máxima administrada no debe
superar 150 ml/kg.
• 2ª fase. Mantenimiento. Consiste en la administración de las pérdidas mantenidas que se estén produciendo.
Suele realizarse en régimen ambulatorio, indicándoles a los padres la forma y la cantidad de SRO que deben
administrar. En el caso de los niños con gastroenteritis aguda, el volumen de líquido dependerá del número y
del volumen de las pérdidas, aproximadamente 5-10 ml/kg por cada deposición o 2-5 ml/kg por cada vómito
que sean abundantes.

Rehidratación parenteral

Soluciones de administración endovenosa (SAE)


Las sustancias de administración endovenosa disponibles para la restitución de líquidos se clasifican en tres
tipos: los cristaloides, los coloides y las unidades de sangre
 Los coloides son soluciones con partículas de alto peso molecular, por ende su paso desde el
componente intravascular a los tejidos es lento, de modo que permanecen en los vasos sanguíneos
por periodos de tiempo prolongados y se consideran los expansores más eficaces del volumen
intravascular pero a su vez se relacionan con una mayor tasa de desarrollo de reacciones de
hipersensibilidad y otras complicaciones. Entre los coloides encontramos a la albúmina, los
glóbulos rojos empaquetados, el plasma fresco congelado y las soluciones sintéticas. El uso de estas
soluciones como terapia de rehidratación no se recomida por varias razones, por un lado, no son
efectivas ya que como se dijo anteriormente no pueden ingresar al medio intracelular por el gran
tamaño de sus partículas, generan más reacciones de hipersensibilidad y además son costosas y
su disponibilidad es baja con relación a los cristaloides.

 Los cristaloides son soluciones isotónicas respecto al plasma compuestas por partículas de bajo
peso molecular con la capacidad de fluir rápidamente desde el área intravascular tisular al
medio intracelular, son económicas y generalmente no generan reacciones de hipersensibilidad;
se distribuyen por el plasma presentando un índice de eliminación alto, después de 60 minutos de
la administración solo permanece el 20% del volumen suministrado en el espacio intravascular.
Entre los cristaloides encontramos a la solución salina, el lactato de Ringer y la dextrosa
Tipos de suero: La rehidratación intravenosa rápida debe realizarse con sueros isotónicos. El suero salino 0,9
es hasta ahora el más utilizado en los distintos estudios, pero cada vez existen más publicaciones relacionadas
con la utilización de otros sueros, como las soluciones polielectrolíticas o las soluciones “balanceadas”. Se
trata de soluciones que tienen una composición más parecida al plasma que el suero salino, sobre todo en
relación con la concentración de cloro. El lactato de Ringer posee una osmolaridad más similar al
plasma con relación a los demás. Asimismo, según la literatura la solución salina tiende a producir
levemente mayor disminución del pH debido a que posee mayor concentración de cloro que el lactato de
Ringer y esto a su vez se deriva en complicaciones como acidosis metabólica e hipercloremia. A su vez la
dextrosa se usa con menos frecuencia que los otros dos porque tiene un alto contenido de glucosa, pero
muy poco sodio (tabla 3).

Velocidad de infusión: En cuanto al volumen de líquido que se administra en función del tiempo, existe una
gran variabilidad entre los distintos autores. Un volumen medio recomendable es 20-40 ml/kg en 2 horas.
Pauta de actuación: Durante todo el proceso es necesario realizar un control y seguimiento estricto del
paciente: toma de constantes (frecuencia cardiaca, tensión arterial frecuencia respiratoria), valoración del
estado general, balance hídrico y controles analíticos (gasometría y función renal).
Manejo del paciente con EDA: El manejo del paciente con EDA va a depender de sus características y
el estado de deshidratación del mismo, en este sentido es fundamental evaluar al paciente con diarrea con
el fin de establecer el grado de deshidratación o la ausencia de esta e iniciar así un manejo adecuado
(tabla 4).
Para alrededor del 90% de los pacientes que consultan por diarrea el tratamiento hídrico más adecuado se
basa en la administración de SRO de modo que la administración de SAE se destina a los pacientes con
grados de deshidratación más elevados o que cumplan con alguno de los siguientes criterios:
 Alteración del estado de conciencia.
 Deshidratación grado III con o sin choque.
 Diarrea de alto gasto fecal (mayor a 10 cc/kg/hora o más de dos deposiciones liquidas en una hora
ó más de 10 deposiciones en las últimas 24 horas ó más de cuatro deposiciones en las últimas
cuatro horas).
 Distensión abdominal por la presencia de íleo paralítico u obstrucción intestinal.
 Fracaso de la Terapia de Hidratación oral (la cantidad ingerida no alcanza a reponer perdidas).
 Incapacidad de aceptar líquidos por vía oral.
 Persistencia de vomito (más de tres episodios en una hora ó más de cuatro episodios en las
últimas cuatro horas)
 Presencia de convulsiones.
 Sospecha de isquemia intestinal y/o enterocolitis necrotizante.
 Paciente menor de 4,5 Kg. de peso y/o menor de tres meses de edad

Planes de rehidratación:
Plan A: Está dirigido a todos los pacientes que no tienen deshidratación, el manejo se hace en casa y se
compone de:
 Aumentar el aporte de líquido más de lo usual.
 Administrar SRO, en el caso del paciente con diarrea después de cada deposición acuosa dar 10 -
20 ml/kg.
 Continuar la alimentación, teniendo en cuenta que la diarrea se deben evitar alimentos muy
endulzados o irritantes como jugos ácidos.
 Informar al cuidador sobre los signos de alarma por los cuales deberá volver a consultar
inmediatamente (émesis y fiebre no controlable, disentería, alteración de la conciencia).
 Promover medidas preventivas, para evitar el contagio infeccioso (lavado de manos, higiene en
la preparación de alimentos y su conservación).
Plan B: Está indicada en los pacientes con deshidratación leve o de grado I o II, en este caso el
tratamiento se hace en el servicio de salud.

 Inicialmente este plan se administra durante 4 horas, en ellas se multiplica el peso del paciente por
75-100ml y el resultado es la cantidad de SRO que se van a administrar
Si se produce vómito, esperar 10 minutos y continuar más lentamente; si ocurre nuevamente vómito,
intentar la administración por sonda nasogástrica.

 Valoración horaria y finalmente a las 4 horas, observando diuresis (0.5 ml/kg/hora).


 Si ha mejorado, pero aún no está hidratado, continuar en plan B por 2 horas más.
 Si está hidratado, verificar tolerancia a la alimentación para definir plan A.
 Si no ha mejorado remitir a Centro de Salud, para iniciar líquidos parenterales.

Plan C: Está dirigido a los pacientes con un grado III de deshidratación o que cumple alguno de los ítems
anteriormente vistos, este se va a dividir en tres fases.
Fase I: Se le llama fase de repleción intravascular, su objetivo es recuperar la perfusión y hacer que
el pulso sea más fuerte.

 Se administra a dosis de bolo de 20 cc x kg, para pasar en un tiempo de 5 a 60 minutos según la


necesidad y estado clínico del paciente.
 Si el déficit de líquido es leve o se tiene sospecha sobre disfunción miocárdica, preferiblemente se
recomienda dosis de 10 cc x kg en cada bolo de solución.
 De preferencia se utiliza Lactato de ringer, ya que la Solución Salina Normal 0,9 % podría
ocasionar una acidosis hiperclorémica dilucional por expansión del volumen extracelular,
agravando un cuadro acido-básico preexistente.
 No se recomienda el empleo de grandes volúmenes de soluciones dextrosadas, debido a la
posterior hiperglucemia y diuresis osmótica.
 De acuerdo al estado clínico del paciente posterior a la infusión del bolo inicial, se revalorará la
administración de nuevos bolos de cristaloides (máximo tres) o administración de coloides.
Fase II: El objetivo de esta fase es corregir la carencia de agua en los compartimiento intersticial e
intracelular. En esta fase se van a tener en cuenta dos factores para hidratar al paciente, el déficit y las
necesidades basales.
Déficit: Representa el agua perdida por la deshidratación y la reposición depende del grado de la misma
junto el peso del paciente.
En menores de 10 kg:
 Grado I → 50 cc/kg/24 horas.
 Grado II → 100 cc/kg/24 horas.
 Grado III → 150 cc/kg/24 horas.
En mayores de 10 kg:
 Grado I → 30 cc/kg en 24 horas
 Grado II → 60 cc/kg en 24 horas.
 Grado III → 90 cc/kg en 24 horas.
Necesidades basales: Se refiere a la perdida de agua que tiene una persona sana en condiciones normales,
se calcula empleando método de HollidaySegar (tabla 5).

En este método se tiene en cuenta el peso del paciente, por debajo de 10Kg por cada Kg se administrarán
100ml/kg/día, si el paciente pesa más se le sumara a lo anterior 50ml/kg/día por cada kg hasta los siguientes
10kg y en caso de que el peso sea mayor entonces a los dos anteriores se les sumara 20ml/kg/día por
cada kg adicional restante.
Las necesidades basales se suman a el déficit para calcular la cantidad de líquidos parenterales que se
deben administrar.
En caso de que el paciente curse con deshidratación grado II se le deberán restar los bolos iniciales.
Dicha cantidad calculada se administra de la siguiente manera:

 50 % en las primeras 8 horas de la solución correspondiente para la edad.


 50 % en las siguientes 16 horas de la solución correspondiente para la edad.

Fase III: Denominada fase de reposición de perdidas actuales, en caso de que el paciente siga
perdiendo líquidos ya sea por vomito o diarrea. El vómito se repone por solución salina y la diarrea, o
ambos se puede hacer por lactato de Ringer. En este caso se calculan las pérdidas y se reponen en relación
1:1.
Durante la fase I vamos a optar por usar lactato de Ringer y solución salina en todas las edades, mientras
que en la fase II vamos a elegir el líquido teniendo en cuenta la edad del paciente, los lactantes y
prescolares tienen una mayor demanda energética, por esta razón se opta en ellos por la dextrosa,
mientras que en pacientes mayores se debe tener en cuenta que un aumento en la glucosa puede aumentar la
diuresis y con ello agudizar la deshidratación .
¿Qué se recomienda?
 Dieta: continuar dieta normal, sin restricción de lácteos, sin cambio de fórmula, una vez el
paciente se encuentre hidratado
 En los casos de diarrea persistente se opta por usar fórmulas sin lactosa.
 Se recomienda el aporte de alimentos ricos en carbohidratos complejos (arroz, papa, yuca,
ñame), carnes magras, pescado y huevo.
 Se recomienda el uso rutinario de Zinc para disminuir duración, severidad e incidencia de la
EDA. Durante 10 a 14 días
 En caso de requerir un antiemético, se prefiere el ondasetrón en dosis única.

¿Qué no se recomienda?
 Bebidas carbonatadas (gaseosas o refrescos de soda)
 Bebidas rehidratantes para deportistas
 Solución de agua, sal y azúcar
 Frutas con alto porcentaje de fibra (papaya, pitaya)
 No se sugiere el uso de medicamentos antidiarreicos
 AYUNO, el niño no tiene por qué realizar ayuno debido a su condición
 No se recomienda el tratamiento por “curanderos”, “sobanderos” o “sobadores de descuaje

Ondansetrón
El ondansetrón es un antagonista de los receptores serotoninérgicos 5HT3, que ha demostrado su efectividad
para reducir la necesidad de fluidoterapia intravenosa en los niños con vómitos. Su uso es recomendado en los
niños con deshidratación moderada que tienen vómitos, con el objetivo de facilitar la rehidratación oral. La
dosis es 0,15 mg/kg, máxima 8 mg y debe administrarse 20 minutos antes de iniciar la rehidratación oral.
Entre sus efectos secundarios está la posibilidad de producir diarrea.
Criterios de fracaso
Importante volumen de pérdidas mantenidas, inestabilidad hemodinámica, empeoramiento del estado general
y signos de retención de líquidos (edemas, hepatomegalia). Cuando esto ocurre, el tratamiento deberá ser
específico en función del cuadro fisiopatológico.

Fluidoterapia según los diferentes tipos de deshidratación:

Deshidratación Isonatrémica (Natremia: entre 130-150 mEq/l)


• Si el niño se halla en shock, se procede a la reposición del volumen intravascular con SSI a razón de
20 ml/kg en 20 minutos, que eventualmente se repite hasta restablecer la hemodinámica.
• Restauración del déficit en 24 horas, aportando 7 a 10 mEq/kg/día de sodio. Este aporte se consigue
con una concentración de 60 mEq/litro.
• El potasio se agrega a la mezcla una vez que la diuresis se restituye, en forma de cloruro de potasio a
una concentración de 30 mEq/litro del mencionado catión.
Deshidratación hiponatrémica (Natremia: inferior a130 mEq/l)
• Si el niño se halla en shock, se procede a la reposición del volumen intravascular con SSI a razón de
20 ml/kg en 20 minutos, que eventualmente se repite hasta restablecer la hemodinamia
• Restauración del déficit en 24 horas, la mitad del mismo en las primeras 8 horas, y el resto en las 16
horas restantes, aportando 10 a 14 mEq/kg/día de sodio.
• Este aporte se consigue con una concentración de sodio de 75 mEq/litro, en las primeras 8 horas y de
60mEq/l en las restantes 16 horas.
• La corrección muy rápida de la hiponatremia puede conducir a la mielinólisis pontina, por lo que se
debe evitar un incremento del sodio sérico mayor de 12 mEq/l en 24 horas.
• La corrección del déficit de sodio se puede cuantificar por la siguiente fórmula (Na deseado - Na
actual) x 0.6 x Kg. El factor 0.6 corresponde a la distribución del sodio en el líquido extracelular.
• Con el potasio se procede de la misma manera que en la deshidratación isonatrémica.
Deshidratación hipernatrémica (Natremia: superior a 150 mEq/l)
• Si el niño se halla en shock, se procede a la reposición del volumen intravascular con SSI a razón de
20 ml/kg en 20 minutos, que eventualmente se repite hasta restablecer la hemodinamia.
• La restauración del déficit se realiza en 1 a 4 días según la natremia obtenida:
 Na de 145 a 157 mEq/l: en 24 horas.
 Na de 158 a 170 mEq/l: en 48 horas.
 Na de 171 a 183 mEq/l: en 72 horas.
 Na de 184 a 194 mEq/l: en 84 horas.
• La reposición de cada día contempla el mantenimiento más el déficit estimado, que se fraccionara en
1 a 4 días según el tiempo determinado por el nivel de natremia.
• No existe un consenso sobre la concentración ideal del líquido a infundir, las recomendaciones del
plan inicial varían de 36 mEq/litro (¼ de SSI) a 75 mEq/l (½SSI). Se deben variar las concentraciones
de sodio según la velocidad de descenso del sodio, lo cual está directamente relacionado con el aporte
de “agua libre”. En pacientes complicados con hipernatremia grave, se infunden “en paralelo” 2
soluciones con diferentes concentraciones de sodio y la misma concentración de glucosa y potasio:
a) Solución glucosada al 5% + 36 mEq/l de sodio (¼ de SSI).
b) Solución glucosada al 5% + 150 mEq/l de sodio (SSI).

Déficit de potasio según los tipos de deshidratación


• Hipotónica: 8 a 10 mEq/kg/día.
• Isotónica: 8 a 10 mEq/kg/día.
• Hipertónica: 0 a 4 mEq/kg/día.
Consideraciones generales en el tratamiento parenteral:
La restitución del potasio, se debe considerar las siguientes recomendaciones:
• No debe agregarse a la mezcla de hidratación hasta que el paciente no haya orinado y se compruebe la
buena funcionalidad de los riñones.
• La corrección de la kalemia, a diferencia del sodio, se realiza de manera gradual en 48 horas o más,
motivo por el cual las concentraciones indicadas en la mezcla de rehidratación equivalen a la mitad o
menos con respecto al sodio, a pesar que los déficits sean similares.
• El aporte global de potasio por día no debe exceder de 4 mEq/día, para evitar sobrepasar la capacidad
de captación celular de potasio, y por consiguiente la hiperpotasemia.
• El nivel sérico de potasio se ve alterado en forma inversamente proporcional por los desequilibrios del
estado acido básico. Así, por cada 0,1 que desciende el pH, el nivel de potasio se incrementa entre 0,6
mEq/l. En el curso de la re-hidratación la acidosis tiende a corregirse espontáneamente, y el potasio
desciende consecuentemente, de ahí la importancia de los controles sucesivos del ionograma.
Líquidos de reposición
En el curso de la rehidratación pueden continuar las pérdidas concurrentes, las cuales deben ser tenidas en
cuenta según el sitio del gasto:
1) Líquido gástrico: ya sea por vómitos o drenaje por sonda, la reposición se debe hacer teniendo en cuenta
la composición del mismo y el volumen perdido:
• Sodio = 20-80 mEq/l.
• Potasio = 5-20 mEq/l.
• Cloruro = 100-150 mEq/l.
Una solución adecuada para la reposición, volumen por volumen, en un tiempo de 1 a 6 horas, es: SSI hasta
1000 cc + 7 ml de Cl K, que representa una cantidad mayor de potasio que la que se pierde, teniendo en
cuenta la tendencia a desarrollar hipokalemia en pacientes con pérdidas gástricas, debido a las pérdidas
concomitantes por orina.
2) Diarrea: en los infrecuentes casos de imposibilidad de reposición por vía oral de pérdidas por deposiciones
diarreicas copiosas, se debe medir el volumen de las mismas e infundir la cantidad equivalente según la
composición de la pérdida:
• Sodio = 10 a 90 mEq/l.
• Potasio = 10 a 80 mEq/l.
• Cloro = 10 a 110 mEq/l.
• Bicarbonato = 15 a 50 mEq/l.
La solución recomendada para la reposición es:
• Solución glucosada al 5% hasta 1000 cc + 25 mlde Cl Na (75mEq/l de sodio) + 20 ml de Bicarbonato de
Sodio 1M (20 mEq/l) + 8 ml de Cl K (24 mEq/l de Potasio).
3) Fiebre: por cada grado centígrado que aumenta la temperatura por encima de 37º, se debe calcular
10ml/kg/día, aunque este razonamiento es teórico ya que la elevación térmica no persiste durante todo el día,
por lo que se debe hacer balances de pérdidas parciales
Referencias Bibliográficas:

1. J. Ardura, J. Argente, A. Blanco, M. Castro, O. Cruz, J. Figueras, J. Molina. Nuevo Tratado de


Pediatria M. Cruz. Editorial Oceano. Barcelona.

2. J. C. Molina Cabañero. Deshidratación. Rehidratación oral y nuevas pautas de rehidratación


parenteral. Servicio de Urgencias. Hospital Infantil Universitario Niño Jesus. Madrid. 2019.

3. J. Pilay, S. Reinosos, A. Vásquez, D. Dávila. Terapia de hidratación parenteral en pediatría.


Revista científica mundo de la investigación y el conocimiento. Editorial Saberes del conocimiento.
Ecuador. 2020. Disponible en: http://recimundo.com/index.php/es/article/view/738

4. M. Garcia, C. Lopez, M. Lopez. Deshidratación aguda. Urgencias de pediatría. Servicio de


Pediatria. Hospital universitario Príncipe de Asturias. Editorial Alcalá de Henares. Madrid España.
2020 Disponible en: www.aeped.es/protocolos/deshidratacionaguda

5. Kliegman, Stanton, St. Geme, Schor. Tratado de pediatría Nelson. Editorial Elsevier. Edición 20.
Barcelona España. 2016.

6. E. Bonilla, B. Acevedo. Conocer el manejo de la deshidratación, el choque hipovolémico y las


consideraciones dietéticas en la enfermedad diarreica aguda. (pacientes pediátricos).
Conferencia. España 2020. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/340115675

También podría gustarte