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APUNTE Nº 6

INSTITUCIONES POLÍTICAS
USS - CONCEPCIÓN

BIEN COMÚN COMO FIN DEL ESTADO


Constituye toda una problemática determinar si el Estado tiene o no algún
fin. Las posiciones a favor o en contra son numerosas entre los especialistas del
Derecho Político y el Derecho Constitucional.
Para Hans Kelsen la cuestión que hace referencia a los fines que debe
perseguir un Estado es una cuestión política que, está fuera de la Teoría General
del Estado.
Por otro lado, Jellinek señala que, “si se prescinde de la idea de fin, no se
puede tener una noción perfecta del Estado, ya que se omite una característica
que es suficiente por sí misma para diferenciar el Estado de todas las otras
formaciones que pretenden ser sus iguales, cuando no superarlo”.

¿Qué debemos entender por Bien Común?


Para el jesuita Francisco Suárez (1548-1617), en su Tractatus de Legibus
ac Deo Legislatore (1612) clasifica las leyes en ley eterna, ley divina, ley natural y
ley humana. Respecto de esta última señala que ésta únicamente puede
expedirse con fundamento y dentro del marco de la ley natural, debiendo ser
particularmente respetados los principios fundamentales de la ley natural que se
relacionan con el bien común. El bonum commmune abarca no solamente el
bonnun commmunitatis, es decir aquellos bienes que sirven para asegurar la
existencia de la comunidad, sino también al bien de los miembros particulares
(felicitas singulorum ut sunt membra), ya que, y en la medida en no daña a los
demás, forma parte del bonum commmune. E inversamente, el bonum
communitatis es un bien de cada ciudadano, pues siendo el fin de la comunidad la
felicidad del común de todos los miembros (felicitata communis), deben los
ciudadanos estar siempre dispuestos a realizar los sacrificios necesarios para la
protección de la comunidad.

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El Papa Juan XXIII (1881-1963) en su Carta Encíclica “Pacem in Terris” (11
DE ABRIL DE 1963) señaló respecto al Bien Común: “Obliga al ciudadano: Todos
los individuos y grupos intermedios tienen el deber de prestar su colaboración
personal al bien común. De donde se sigue la conclusión fundamental de que
todos ellos han de acomodar sus intereses a las necesidades de los demás, y la
de que deben enderezar sus prestaciones en bienes o servicios al fin que los
gobernantes han establecido, según normas de justicia y respetando los
procedimientos y límites fijados para el gobierno. Los gobernantes, por tanto,
deben dictar aquellas disposiciones que, además de su perfección formal jurídica,
se ordenen por entero al bien de la comunidad o puedan conducir a él.
Obliga también al gobernante: La razón de ser de cuantos gobiernan radica por
completo en el bien común. De donde se deduce claramente que todo gobernante
debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio bien común y ajustando al
mismo tiempo sus normas jurídicas a la situación real de las circunstancias.
(…) Abarca a todo el hombre: Hemos de hacer aquí una advertencia a nuestros
hijos: el bien común abarca a todo el hombre, es decir, tanto las exigencias del
cuerpo como las del espíritu. De lo cual se sigue que los gobernantes deben
procurar dicho bien por las vías adecuadas y escalonadamente, de tal forma que,
respetando el recto orden de los valores, ofrezcan al ciudadano la prosperidad
material y al mismo tiempo los bienes del espíritu.
Todos estos principios están recogidos con exacta precisión en un pasaje de
nuestra encíclica Mater et Magistra, donde establecimos que el bien común abarca
todo un conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el
desarrollo expedito y pleno de su propia perfección”.
También se refiere al Bien Común la Constitución Pastoral Gaudium et
Spes (07 de diciembre de 1965) “La promoción del bien común: La
interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización hacen
que el bien común -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen
posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y
más fácil de la propia perfección- se universalice cada vez más, e implique por ello
derechos y obligaciones que miran a todo el género humano. Todo grupo social

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debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los demás
grupos; más aún, debe tener muy en cuenta el bien común de toda la familia
humana”.
Hübner Gallo (Introducción al Derecho, 121) señala: “El Bien común, muy
por encima de una simple suma de los bienes individuales, es el bien de la
colectividad entera, considerada como un todo intercomunicable y solidario. En la
realización de este objetivo supremo de la vida colectiva, el Derecho es sólo uno
de los medios en juego, ya que también contribuyen a formarlo los esfuerzos
individuales, la acción de las instituciones y de los gobiernos, el legado espiritual y
material de las generaciones anteriores”.

El Bien Común en la Constitución de 1980


Nuestro texto constitucional conceptualiza el Bien Común en los mismos
términos anteriores al señalar en el Art. 1° inc. 4° CPR 1980 “El Estado está al
servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo
cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a
cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización
espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta
Constitución establece”.
Así, nuestra Constitución define como elemento teleológico o fin del Estado
al bien común, el cual tiene las siguientes características: 1.- Es una tarea del
Estado y la comunidad; en consecuencia, constituye el nexo común entre el
sistema social nacional y el sistema político. 2.- Es una tarea que nunca se
completa, sino que se desarrolla constantemente. 3.- Se refiere a todos y a cada
uno de los integrantes de la comunidad nacional. Se aparta de la tendencia
individualista o colectivista. 4.- Busca la mayor realización espiritual y material
posible de la persona humana, por lo que no se agota solamente en aspectos
relativos al bienestar físico o material. 5.- Nunca la tarea de bien común puede
desconocer los derechos fundamentales ni servir como excusa para atentar contra
ellos.

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