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El bien común es un concepto que en general puede ser entendido como aquello de
lo que se benefician todos los ciudadanos o como los sistemas sociales, instituciones y
medios socio económicos de los cuales todos dependemos que funcionen de manera que
beneficien a toda la gente.
Todas las grandes ciencias comparten un interés en las precondiciones necesarias para
obtener un cierto fin social que es percibido como deseable. Consecuentemente el concepto
de bien común contiene diferentes elementos o puede ser estudiado desde diferentes
perspectivas. Por ejemplo: la riqueza general del bien común económico. El bienestar
común o público (Gemeinwohl o Intérêt général) de la ciencia política. Y el «Bonun
commune» de la tradición europea filosófica o cristiana.
En esta perspectiva no puede haber bien común a menos que las sociedades
estén integradas y sean estables (es decir, que haya Cohesión social). En otras palabras: a
menos que esos sistemas sociales sean viables en el largo plazo. Pero lo que incrementa esa
viabilidad social no necesariamente aumenta la utilidad individual o bienestar de cada
individuo.
Así, desde este punto de vista se puede entender el bien común como la suma de las
condiciones de la vida social que permiten que los individuos libremente den forma a sus
vidas. El propósito del Estado (entendido como la sociedad políticamente organizada) sería
entonces proveer a los individuos de los medios para que puedan efectivamente llevar a
cabo esas elecciones. John Rawls sin embargo introduce una distinción entre "lo bueno",
que es crear un mundo material mejor -como quiera que eso se defina- y "lo justo", que crea
las condiciones para una sociedad libre y justa, una que permite la persecución de la virtud
pero no prescribe el cómo hacerlo o qué es exactamente lo que se desea. Así, el bien común
sería el bien que es común a cada ciudadano, el bien de cada uno de los ciudadanos, más
que una concepción definida o concreta de lo que constituye el bien para todos y cada uno.
Todo lo anterior ha dado origen a una rica y compleja series de estudios (ver, por
ejemplo: Cambio social y Conflicto social).
Por Bien común se entiende, en filosofía en general, aquello que es compartido por y de
beneficio para todos los miembros de una comunidad; en sentido general, no solo físico o
económico.
El bien común abarca al conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales
los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su
propia perfección.
En esta concepción el bien común no es la suma de los bienes de cada uno de los miembros
de la sociedad ya que ese bien es indivisible y solo con la colaboración de todos puede ser
alcanzado, aumentado y protegido. Afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte
de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. Posiciones fuertemente
influidas por este punto de vista ha sido incorporado en las constituciones y legislaciones de
numerosos países y es la posición de la iglesia católica. Por ejemplo, en la Doctrina Social
de la Iglesia, a partir de la encíclica Rerum Novarum. En las encíclicas posteriores se ha
seguido profundizando en su concepto.
Esta percepción deriva de los clásicos griegos (principalmente Platón y Aristóteles) a través
de la tradición escolástica, especialmente del trabajo de quién es considerado su más grande
representante: Tomás de Aquino, quien re introduce el tema en su Suma teológica -cuestión
98- cuando al hablar sobre la esencia de la ley afirma que esta:
"no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel
que tiene el cuidado de la comunidad"
Así el bien común es también fin común. Algo que no necesariamente existente, pero a ser
obtenido por esta. En las palabras de Píndaro: llega a ser el que eres. A partir de eso, de
Aquino sugiere:
"constituyéndose la ley ante todo por orden al bien común, cualquier otro precepto sobre un
objeto particular no tiene razón de ley sino en cuanto se ordena al bien común. Por tanto,
toda ley se ordena al bien común"
Parece seguir entonces que sería el deber común o general adecuar la acción de todos y
cada uno (por lo menos, dentro de ciertos límites) a la preservación u obtención de ese bien
común: “Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal,
la realización más completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política.
Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad civil, de los
ciudadanos y de las instituciones intermedias”.
"A través de estas cosas queda al alcance de los gobernantes beneficiar a los demás órdenes
sociales y aliviar grandemente la situación de los proletarios, y esto en virtud del
mejor derecho y sin la más leve sospecha de injerencia, ya que el Estado debe velar por
el bien común como propia misión suya. Y cuanto mayor fuere la abundancia de medios
procedentes de esta general providencia, tanto menor será la necesidad de probar caminos
nuevos para el bienestar de los obreros."
"Mas, aunque todos los ciudadanos, sin excepción alguna, deban contribuir necesariamente
a la totalidad del bien común, del cual deriva una parte no pequeña a los individuos, no
todos, sin embargo, pueden aportar lo mismo ni en igual cantidad. Cualesquiera que sean
las vicisitudes en las distintas formas de gobierno, siempre existirá en el estado de los
ciudadanos aquella diferencia sin la cual no puede existir ni concebirse sociedad alguna. Es
necesario en absoluto que haya quienes se dediquen a las funciones de gobierno, quienes
legislen, quienes juzguen y, finalmente, quienes con su dictamen y autoridad administren
los asuntos civiles y militares. Aportaciones de tales hombres que nadie dejará de ver que
son principales y que ellos deben ser considerados como superiores en toda sociedad por el
hecho de que contribuyen al bien común más de cerca y con más altas razones. Los que
ejercen algún oficio, por el contrario, no aprovechan a la sociedad en el mismo grado y con
las mismas funciones que aquéllos, mas también ellos concurren al bien comúnde modo
notable, aunque menos directamente. Y, teniendo que ser el bien común de naturaleza tal
que los hombres, consiguiéndolo, se hagan mejores, debe colocarse principalmente en la
virtud. De todos modos, para la buena constitución de una nación es necesaria también la
abundancia de los bienes del cuerpo y externos, «cuyo uso es necesario para que se
actualice el acto de virtud».
Pensamiento de Maritain
El Bien común es uno de los conceptos claves de la filosofía política de Jacques Maritain.
Para este filósofo católico el fin de la sociedad política es perseguir el bien común. Pero
este bien común no es la mera suma de los bienes particulares, pues, como Aristóteles nos
enseña, incluso en el orden matemático seis es algo más que tres más tres. Es decir que el
número seis tiene vigencia propia e independiente de los sumandos, e incluso puede ser
resultado de otros diferentes. Y a su vez puede combinarse con entidad propia en la serie de
los números en cifras de valor absoluto y relativo ad infinitum.
Repite con Santo Tomás que cada persona individual es, con respecto a toda
la comunidad, lo que la parte con respecto al todo. Esto diferencia el modo de pertenencia
a la sociedad estatal de cualquier otra de fines específicos. El hombre se compromete por
completo en esta sociedad civil, su vida, sus bienes, su honor. No así en un sindicato, un
club o una academia.
Pero ese compromiso, aunque total, no ocurre en virtud de cuanto hay en la persona y
cuanto le pertenece. Dice Maritain:
Formo parte del Estado en razón de ciertas relaciones con cosas de la vida común que
afectan a todo mi ser, pero en razón de otras relaciones (que también afectan a todo mi ser),
con cosas más importantes que la vida en común hay en mí bienes y valores que no existen
por el Estado ni para el Estado y que están fuera del Estado.
Por su carácter de bonum el bien común no puede ser una resultante del simple querer
individual, el pecado rousseaniano de desencajar la voluntad de su propia naturaleza. La
mayoría ni la unanimidad pueden cambiar la idiosincrasia de la bondad. La democracia no
es simple aritmética. Los valores humanos no obedecen a criterios estadísticos. La calidad
no es procreación de la cantidad.
Por su carácter de común este bien abarca tanto a la sociedad como a la persona. Es pues
común "al todo y a las partes, digo a las partes como si fueren todos, porque la noción
misma de persona, significa totalidad". En otras palabras, en tanto se es "individuo" se es
parte de la sociedad y en cuanto se es "persona ", es decir, algo más que simple fragmento
de materia, se participa de lo social en cuanto se permite al hombre la realización plena de
sus más altas funciones en este sentido, "per se". No es el ser humano simple elemento
sirviente del Estado. Este personalismo de Maritain es asiento básico para condenar toda
forma de totalitarismo que siempre pretende absorber hasta las funciones más espirituales
del ciudadano. Y al mismo tiempo implica un rechazo de la tesis individualista liberal que
considera al hombre como simple átomo social.
Aunque resulta obvio no está de más insistir, y es el propio Maritain quien lo expresa, que
el individuo y la persona no son dos seres distintos:
"No existe en mí una realidad que se llama individuo y otra que se dice persona, sino que es
un mismo ser, el cual, en un sentido es individuo y en otro es persona. Todo yo soy
individuo en razón de lo que poseo por la materia, y todo entero, persona, por lo que me
viene del espíritu." (Maritain)
Según Maritain, el bien común implica tres elementos fundamentales:
Es decir, que la función del bien común obliga a compartir los bienes sociales para
beneficio de la persona, para su perfección. De ahí que todo bien comunitario revierte sobre
las personas, se redistribuye la participación común. Maritain en frase feliz trató de resumir
o de empatar el doble aspecto de su doctrina: personalismo comunitario. La autoridad ha de
imponerse solo tanto cuanto sea necesario a estos propósitos comunitarios. Y no se puede
justificar el maquiavelismo para explicar la acción estatal. Una ley injusta no es ley.
Elementos de la definición:
Bienestar social y desarrollo del grupo mismo: El desarrollo es el resumen de todos los
deberes sociales. Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del Bien
Común, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que
necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo,
educación y cultura, información adecuada, derecho a fundar una familia, etc. (Cfr. GS 26,
1)” (CIC, n. 1908).
Implica paz: es decir, estabilidad y seguridad de un orden justo. Supone, por tanto, que la
autoridad garantiza por medios honestos, la seguridad de la sociedad y la de sus miembros.
El Bien Común fundamenta el derecho a la legítima defensa individual y colectiva (CIC, n.
1909).
CARACTERÍSTICAS
Es objetivo
Es uno de los principios que rigen la vida social que es preciso tener siempre presente. Es
también uno de los conceptos más desgastados y ambiguos, pues se lo confunde
con bienestar, o calidad de vida -visión ampliada del bienestar-. Pero estos conceptos
centran el fin de la sociedad en el individuo autónomo y nada tienen que ver con el
concepto de Bien Común.
El concepto de Bien Común “está íntimamente ligado a la naturaleza humana. Por ello no
se puede mantener su total integridad más que en el supuesto de que, atendiendo a la íntima
naturaleza y efectividad del mismo, se tenga siempre en cuenta el concepto de la persona
humana” (PT, n. 55).
El Bien Común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y
su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario’ [...]. Este orden
tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor CIC, n. 1906-9 y
1912.
En cuanto a la subordinación a las exigencias del Bien Común, las personas deben proceder
necesariamente sin quebranto alguno del orden moral y del derecho establecido, procurando
armonizar sus derechos y sus intereses con los derechos y los intereses de las demás
categorías económicas profesionales, y subordinar los unos y los otros a las exigencias del
Bien Común. Aunque en grados diversos, según las categorías, méritos y condiciones de
cada ciudadano.
Por este motivo, los gobernantes han de orientar sus esfuerzos a que el Bien Común
redunde en provecho de todos, sin preferencia alguna por persona o grupo social
determinado [...]. No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al
interés de unos pocos, porque está constituida para el Bien Común de todos. Sin embargo,
razones de justicia y de equidad pueden exigir, a veces, que los hombres de gobierno
tengan especial cuidado de los ciudadanos más débiles, que pueden hallarse en condiciones
de inferioridad, para defender sus propios derechos y asegurar sus legítimos intereses.
Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los
demás grupos. La persona [...] se ordena al Bien Común, porque la sociedad, a su vez, está
ordenada a la persona y a su bien, estando ambas subordinadas al bien supremo, que es
Dios (IBÁÑEZ LANGLOIS, JOSÉ MIGUEL, o.c., p. 86).
Abarca a todo el hombre, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como a las del espíritu.
De lo cual se sigue que los gobernantes deben procurar dicho bien por las vías adecuadas y
escalonadamente, de tal forma que, respetando el recto orden de los valores, ofrezcan al
ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu. Abarca todo
un conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y
pleno de su propia perfección.
El hombre, por tener un cuerpo y un alma inmortal, no puede satisfacer sus necesidades de
un modo absoluto ni conseguir en esta vida mortal su perfecta felicidad. Esta es la razón
por la cual el Bien Común debe procurarse por tales vías y con tales medios, que no sólo no
pongan obstáculos a la salvación eterna del hombre, sino que, por el contrario, le ayuden a
conseguirla (Cfr. PT, n. 59).
Obliga al Estado
La razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el Bien Común. De donde se
deduce claramente que todo gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio
Bien Común y ajustando al mismo tiempo sus normas jurídicas a la situación real de las
circunstancias. Siendo superior al interés privado, es inseparable del bien de la persona
humana, comprometiendo a los poderes públicos a reconocer, respetar, acomodar, tutelar y
promover los derechos humanos y a hacer más fácil el cumplimiento de las respectivas
obligaciones.
Por consiguiente, la realización del Bien Común puede considerarse la razón misma de ser
de los poderes públicos, los que están obligados a llevarlo a cabo en provecho de todos los
ciudadanos y de todo hombre -considerado en su dimensión terrena-temporal y
trascendente- respetando una justa jerarquía de valores, y los postulados de las
circunstancias históricas (Cfr. PT: AAS 55 (1963) 272).
Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal, la
realización más completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política.
Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad civil, de los
ciudadanos y de las instituciones intermedias. Ha de ser considerado como un valor de
servicio y de organización de la vida social, del nuevo orden de la convivencia humana.
Pero no sólo el Estado debe aportar las condiciones, es tarea de todos.
2. El Estado liberal en el que cada uno se ocupa de sí mismo, peca por defecto.
Obliga al ciudadano
Referencias:
INTRODUCCIÓN:
Si bien es cierto bien común puede entenderse como un concepto compuesto por
dos términos suficientemente acotados en los diccionarios, su significación trasciende a la
sumatoria de éstos. En forma análoga, viene a representar un perfecto ejemplo de la teoría
sistémica donde el total es mayor que la sola suma de sus partes. He estimado pertinente
entonces, para fines de este ensayo, iniciar mi análisis del bien común, a partir de la
interpretación del concepto del bien, para precisar, a continuación, lo que constituye su
calificación de común, y su internalización por la sociedad como concepto de
“trascendencia mayor”.
CONCEPTO DE BIEN:
Este es, en efecto, el principio que constituye la naturaleza de cada uno, donde el actuar de
los hombres libres se orienta a la armonía del conjunto. Empédocles considera que el bien
es la amistad; Anaxágoras reconoce el bien como el principio motor y otros filósofos de la
1
VIDAL STUARDO, JORGE, “El Bien Común en la Sociedad”, en Revismar N° 2, 2005, pp. 158-162.
antigüedad utilizan el bien oponiéndolo al mal, en una correlación entre lo igual y lo
desigual, como interpretando que todas las cosas provienen de los contrarios. No obstante,
en dicha época se apreciaba que todas las cosas son objeto de un orden compuesto de cierta
manera, donde todas ellas están en mutua relación y ordenadas hacia un fin, que es el bien
por excelencia. Vinculando las concepciones filosóficas y económicas del bien y teniendo
como punto de apoyo la ley de causa y efecto, se puede precisar que aquellas cosas que
tienen la virtud de poder entrar en relación causal con la satisfacción de las necesidades
humanas, las llamamos utilidades o cosas útiles.
El deber supremo para con la sociedad que representa el conjunto de seres humanos
y sus relaciones mutuas, es el bien común. Éste viene a constituir el conjunto de libertades,
bienes y servicios que hacen posible a las personas su mejor desarrollo en la sociedad de la
que forman parte. Tan trascendente llegó a ser la conceptualización de este término, que se
llegó a decir que era “aliquid divinum” (algo divino) y que, después de Dios, el bien común
era lo más importante para el género humano.
Ya Platón había expresado que no hemos nacido para nosotros únicamente, sino que una
parte de lo que somos se la debemos a nuestros padres, y otra a los amigos. Y según
afirman los estoicos, con Cicerón como principal exponente, todo cuanto produce la tierra
fue creado para el uso de los hombres, y los hombres para los hombres, de forma que
puedan servirse de provecho entre sí y a los demás. Por eso debemos promover la utilidad
común con el mutuo intercambio de obligaciones, dando y recibiendo el fruto de nuestro
trabajo y de nuestras facultades.
El bien común equivale, con otras palabras, al conjunto de condiciones necesarias para que
los hombres, las familias y las asociaciones puedan lograr su mayor desarrollo.
ELEMENTOS DEL BIEN COMÚN.
Más la forma de participar debe ser en la medida de su respectiva prestación. Ello significa
que no sería éticamente correcto que alguien disfrutara de los bienes de la sociedad y hasta
acabara con ellos, lo que privaría al resto de la sociedad del disfrute de los que necesita.
Además, así como cada uno tiene derecho a tales bienes, tiene la estricta obligación de
contribuir a mantenerlos y acrecentarlos.
− Unas condiciones sociales externas: para poder ejercer los derechos y los deberes de
orden personal y comunitario como expresión de la dignidad de la persona, deben darse las
condiciones que permitan a los individuos y a las sociedades menores desenvolverse
adecuadamente.
- El tercero es el Sistema Educativo que representa la garantía interna del bien común,
porque cada persona bien educada, como fruto de esa buena educación, está preparada para
actuar en favor del bien común; y el último elemento es el Orden Político que se interpreta
como la responsabilidad que tiene el Estado para lograr un adecuado equilibrio entre los
principios de libertad, autoridad y bien común.
El bien común no se opone al bien particular, precisamente porque beneficia a todos los
miembros de la sociedad. En este sentido se puede entender éste como lo que permite que
cada ciudadano pueda poseer personalmente un cierto bien privado. Ello lleva consigo,
como condición necesaria, que cada cual respete los derechos que tienen los demás,
quedando realzada la dignidad de cada persona en el deber de colaborar al bien común. A
diferencia del animal, el hombre posee la capacidad de abrirse a lo común. Por eso, cuando
antepone constantemente el bien privado, se asemeja al animal y traiciona su condición de
persona.
Pensar lo contrario es tanto como pensar que el desarrollo humano debe apoyarse en el
egoísmo. Las responsabilidades frente al bien común no son iguales en todos los
ciudadanos. Así, los hombres más conocidos de un país, políticos, artistas, intelectuales,
deportistas de elite, etc., han de ser íntegros, pues constituyen una minoría de prestigio cuya
conducta tiende a ser imitada.
El ejemplo de esas minorías tiene un poderoso efecto multiplicador, que ya era conocido
mucho antes de la existencia de los grandes medios de difusión. Así lo advertía Cicerón
quien decía que “lo peor de las personas importantes no es que pequen, aunque de por sí ya
es un mal serio, sino que tengan tantos imitadores”. Pues basta recorrer la historia para ver
que tal como fueron los principales ciudadanos de una república, así fue esa república, y los
cambios que los grandes introdujeron en sus costumbres no tardaron en ser adoptados por el
pueblo.
Por eso los grandes, cuando tienen vicios, resultan particularmente perniciosos para el
Estado, pues además de estar corrompidos, corrompen a los demás. La responsabilidad de
los ciudadanos respecto al bien común tiene dos vertientes. Por una parte, es un deber
primordial intervenir, según las propias posibilidades, en las distintas esferas de la vida
pública. Cuando se olvida este deber surgen el desinterés hacia lo que es de todos, el
abstencionismo electoral, el fraude fiscal, la crítica estéril de la autoridad, y la defensa
egoísta de los privilegios a costa del interés general. Es de nuevo Cicerón quien denuncia
que “hay algunos que por dedicarse sólo a sus negocios o por ser insociables, se aíslan
alegando que no hacen mal a nadie. No se dan cuenta de la injusticia que cometen al
desentenderse de la sociedad y no emplear en su servicio ni su atención, ni su trabajo, ni sus
cualidades”.
Así se comprende que nada es más erróneo que plantear el problema de la persona y el bien
común en términos de oposición. El bien común es un bien que beneficia a todas las
personas y a cada persona que constituye el Estado, respetando la dignidad de la naturaleza
humana. Es material, intelectual y moral y nunca representará ventajas, beneficios o
privilegios en favor de alguien en particular.
Todo indica que el ser humano tiene un criterio superior, cual es el intento de lograr
la perfección humana en la medida de la posibilidad de cada uno. El principio podría
expresarse con la vieja máxima de Píndaro: llega a ser el que eres, o, si se quiere, intenta
ser el hombre que podrías ser si realizaras tu naturaleza esencial, tu destino. Su mayor
cualidad es que establece un criterio objetivo, pero su aplicación respeta las
particularidades de cada ser humano. Si todos lleváramos una vida buena, no por ello
seríamos todos iguales. Pero ¿Cuál es el camino para realizarme y llegar a mi perfección?
La respuesta es llevar una vida virtuosa, ya que la virtud designa el conjunto de cualidades
cuya posesión y práctica ayuda al individuo a alcanzar la felicidad. El hombre para ser
virtuoso debe ser educado en el cultivo de las virtudes y no sólo eso, necesita vivir en un
marco virtuoso para poder llevar adelante su propio proyecto de perfección. Se presenta así
una nueva visión que no es ni totalitaria ni individualista. El bien común se representa así
como el conjunto de condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo
consciente y pleno de su propia perfección.
CONCLUSIONES
- La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y
si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes proclamasen leyes
injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar
en conciencia. En semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se
origina una iniquidad espantosa.
- La diversidad de los regímenes políticos es moralmente admisible con tal que promuevan
el bien legítimo de la comunidad que los adopta. Los regímenes cuya naturaleza es
contraria a la ley natural, al orden público y a los derechos fundamentales de las personas,
no pueden realizar el bien común de las naciones en las que se han impuesto.
Bibliografía:
− ARAUJO AZAROLA, María C.: Juan Pablo II y la Civilización del Amor, Colección
Sentir en la Iglesia 7, 1988.
− CICERÓN, Marco Tulio: Sobre la naturaleza de los dioses, Colección los grandes
pensadores, Editorial Sarpe, Madrid, 1983.