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BIEN COMÚN COMO FINALIDAD DEL ESTADO

El bien común es un concepto que en general puede ser entendido como aquello de
lo que se benefician todos los ciudadanos o como los sistemas sociales, instituciones y
medios socio económicos de los cuales todos dependemos que funcionen de manera que
beneficien a toda la gente.

Todas las grandes ciencias comparten un interés en las precondiciones necesarias para
obtener un cierto fin social que es percibido como deseable. Consecuentemente el concepto
de bien común contiene diferentes elementos o puede ser estudiado desde diferentes
perspectivas. Por ejemplo: la riqueza general del bien común económico. El bienestar
común o público (Gemeinwohl o Intérêt général) de la ciencia política. Y el «Bonun
commune» de la tradición europea filosófica o cristiana.

El interés desde este punto de vista no se centra en individuos sino en comunidades o


sociedades. En las palabras de Simón Bolívar: “Son derechos del hombre: la libertad, la
seguridad, la prosperidad y la igualdad. La felicidad general, que es el objeto de la
sociedad, consiste en el perfecto goce de estos derechos” y "El sistema de gobierno más
perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad
social y mayor suma de estabilidad política."

En esta perspectiva no puede haber bien común a menos que las sociedades
estén integradas y sean estables (es decir, que haya Cohesión social). En otras palabras: a
menos que esos sistemas sociales sean viables en el largo plazo. Pero lo que incrementa esa
viabilidad social no necesariamente aumenta la utilidad individual o bienestar de cada
individuo.

Así, desde este punto de vista se puede entender el bien común como la suma de las
condiciones de la vida social que permiten que los individuos libremente den forma a sus
vidas. El propósito del Estado (entendido como la sociedad políticamente organizada) sería
entonces proveer a los individuos de los medios para que puedan efectivamente llevar a
cabo esas elecciones. John Rawls sin embargo introduce una distinción entre "lo bueno",
que es crear un mundo material mejor -como quiera que eso se defina- y "lo justo", que crea
las condiciones para una sociedad libre y justa, una que permite la persecución de la virtud
pero no prescribe el cómo hacerlo o qué es exactamente lo que se desea. Así, el bien común
sería el bien que es común a cada ciudadano, el bien de cada uno de los ciudadanos, más
que una concepción definida o concreta de lo que constituye el bien para todos y cada uno.

Todo lo anterior ha dado origen a una rica y compleja series de estudios (ver, por
ejemplo: Cambio social y Conflicto social).

Por Bien común se entiende, en filosofía en general, aquello que es compartido por y de
beneficio para todos los miembros de una comunidad; en sentido general, no solo físico o
económico.

El bien común abarca al conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales
los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su
propia perfección.

En esta concepción el bien común no es la suma de los bienes de cada uno de los miembros
de la sociedad ya que ese bien es indivisible y solo con la colaboración de todos puede ser
alcanzado, aumentado y protegido. Afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte
de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad. Posiciones fuertemente
influidas por este punto de vista ha sido incorporado en las constituciones y legislaciones de
numerosos países y es la posición de la iglesia católica. Por ejemplo, en la Doctrina Social
de la Iglesia, a partir de la encíclica Rerum Novarum. En las encíclicas posteriores se ha
seguido profundizando en su concepto.

Esta percepción deriva de los clásicos griegos (principalmente Platón y Aristóteles) a través
de la tradición escolástica, especialmente del trabajo de quién es considerado su más grande
representante: Tomás de Aquino, quien re introduce el tema en su Suma teológica -cuestión
98- cuando al hablar sobre la esencia de la ley afirma que esta:

"no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel
que tiene el cuidado de la comunidad"

Así el bien común es también fin común. Algo que no necesariamente existente, pero a ser
obtenido por esta. En las palabras de Píndaro: llega a ser el que eres. A partir de eso, de
Aquino sugiere:
"constituyéndose la ley ante todo por orden al bien común, cualquier otro precepto sobre un
objeto particular no tiene razón de ley sino en cuanto se ordena al bien común. Por tanto,
toda ley se ordena al bien común"

Parece seguir entonces que sería el deber común o general adecuar la acción de todos y
cada uno (por lo menos, dentro de ciertos límites) a la preservación u obtención de ese bien
común: “Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal,
la realización más completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política.
Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad civil, de los
ciudadanos y de las instituciones intermedias”.

Algunas menciones en la Rerum Novarum:

"A través de estas cosas queda al alcance de los gobernantes beneficiar a los demás órdenes
sociales y aliviar grandemente la situación de los proletarios, y esto en virtud del
mejor derecho y sin la más leve sospecha de injerencia, ya que el Estado debe velar por
el bien común como propia misión suya. Y cuanto mayor fuere la abundancia de medios
procedentes de esta general providencia, tanto menor será la necesidad de probar caminos
nuevos para el bienestar de los obreros."

Rerum novarum, número 23

"Mas, aunque todos los ciudadanos, sin excepción alguna, deban contribuir necesariamente
a la totalidad del bien común, del cual deriva una parte no pequeña a los individuos, no
todos, sin embargo, pueden aportar lo mismo ni en igual cantidad. Cualesquiera que sean
las vicisitudes en las distintas formas de gobierno, siempre existirá en el estado de los
ciudadanos aquella diferencia sin la cual no puede existir ni concebirse sociedad alguna. Es
necesario en absoluto que haya quienes se dediquen a las funciones de gobierno, quienes
legislen, quienes juzguen y, finalmente, quienes con su dictamen y autoridad administren
los asuntos civiles y militares. Aportaciones de tales hombres que nadie dejará de ver que
son principales y que ellos deben ser considerados como superiores en toda sociedad por el
hecho de que contribuyen al bien común más de cerca y con más altas razones. Los que
ejercen algún oficio, por el contrario, no aprovechan a la sociedad en el mismo grado y con
las mismas funciones que aquéllos, mas también ellos concurren al bien comúnde modo
notable, aunque menos directamente. Y, teniendo que ser el bien común de naturaleza tal
que los hombres, consiguiéndolo, se hagan mejores, debe colocarse principalmente en la
virtud. De todos modos, para la buena constitución de una nación es necesaria también la
abundancia de los bienes del cuerpo y externos, «cuyo uso es necesario para que se
actualice el acto de virtud».

Y para la obtención de estos bienes es sumamente eficaz y necesario el trabajo de los


proletarios, ya ejerzan sus habilidades y destreza en el cultivo del campo, ya en los talleres
e industrias. Más aún: llega a tanto la eficacia y poder de los mismos en este orden de
cosas, que es verdad incuestionable que la riqueza nacional proviene no de otra cosa que
del trabajo de los obreros. La equidad exige, por consiguiente, que las autoridades públicas
prodiguen sus cuidados al proletario para que éste reciba algo de lo que aporta al bien
común, como la casa, el vestido y el poder sobrellevar la vida con mayor facilidad. De
donde se desprende que se habrán de fomentar todas aquellas cosas que de cualquier modo
resulten favorables para los obreros. Cuidado que dista mucho de perjudicar a nadie, antes
bien aprovechará a todos, ya que interesa mucho al Estado que no vivan en la miseria
aquellos de quienes proveen unos bienes tan necesarios."

Rerum novarum, número 25

Pensamiento de Maritain

El Bien común es uno de los conceptos claves de la filosofía política de Jacques Maritain.
Para este filósofo católico el fin de la sociedad política es perseguir el bien común. Pero
este bien común no es la mera suma de los bienes particulares, pues, como Aristóteles nos
enseña, incluso en el orden matemático seis es algo más que tres más tres. Es decir que el
número seis tiene vigencia propia e independiente de los sumandos, e incluso puede ser
resultado de otros diferentes. Y a su vez puede combinarse con entidad propia en la serie de
los números en cifras de valor absoluto y relativo ad infinitum.

Repite con Santo Tomás que cada persona individual es, con respecto a toda
la comunidad, lo que la parte con respecto al todo. Esto diferencia el modo de pertenencia
a la sociedad estatal de cualquier otra de fines específicos. El hombre se compromete por
completo en esta sociedad civil, su vida, sus bienes, su honor. No así en un sindicato, un
club o una academia.
Pero ese compromiso, aunque total, no ocurre en virtud de cuanto hay en la persona y
cuanto le pertenece. Dice Maritain:

Formo parte del Estado en razón de ciertas relaciones con cosas de la vida común que
afectan a todo mi ser, pero en razón de otras relaciones (que también afectan a todo mi ser),
con cosas más importantes que la vida en común hay en mí bienes y valores que no existen
por el Estado ni para el Estado y que están fuera del Estado.

Por su carácter de bonum el bien común no puede ser una resultante del simple querer
individual, el pecado rousseaniano de desencajar la voluntad de su propia naturaleza. La
mayoría ni la unanimidad pueden cambiar la idiosincrasia de la bondad. La democracia no
es simple aritmética. Los valores humanos no obedecen a criterios estadísticos. La calidad
no es procreación de la cantidad.

Por su carácter de común este bien abarca tanto a la sociedad como a la persona. Es pues
común "al todo y a las partes, digo a las partes como si fueren todos, porque la noción
misma de persona, significa totalidad". En otras palabras, en tanto se es "individuo" se es
parte de la sociedad y en cuanto se es "persona ", es decir, algo más que simple fragmento
de materia, se participa de lo social en cuanto se permite al hombre la realización plena de
sus más altas funciones en este sentido, "per se". No es el ser humano simple elemento
sirviente del Estado. Este personalismo de Maritain es asiento básico para condenar toda
forma de totalitarismo que siempre pretende absorber hasta las funciones más espirituales
del ciudadano. Y al mismo tiempo implica un rechazo de la tesis individualista liberal que
considera al hombre como simple átomo social.

Aunque resulta obvio no está de más insistir, y es el propio Maritain quien lo expresa, que
el individuo y la persona no son dos seres distintos:

"No existe en mí una realidad que se llama individuo y otra que se dice persona, sino que es
un mismo ser, el cual, en un sentido es individuo y en otro es persona. Todo yo soy
individuo en razón de lo que poseo por la materia, y todo entero, persona, por lo que me
viene del espíritu." (Maritain)
Según Maritain, el bien común implica tres elementos fundamentales:

1.- Redistribución, ayuda al desarrollo personal - 2. Autoridad, es su fundamento - 3.


Moralidad intrínseca

Es decir, que la función del bien común obliga a compartir los bienes sociales para
beneficio de la persona, para su perfección. De ahí que todo bien comunitario revierte sobre
las personas, se redistribuye la participación común. Maritain en frase feliz trató de resumir
o de empatar el doble aspecto de su doctrina: personalismo comunitario. La autoridad ha de
imponerse solo tanto cuanto sea necesario a estos propósitos comunitarios. Y no se puede
justificar el maquiavelismo para explicar la acción estatal. Una ley injusta no es ley.
Elementos de la definición:

Conjunto de condiciones de la vida social: estructuras, libertad, orden, seguridad,


educación, empleo, salud (perfeccionamiento físico y
espiritual), justicia, familia, vivienda, religión (el hombre tiene una dimensión sobrenatural
que es preciso desarrollar); Asociaciones y cada uno de sus miembros: integrantes de la
sociedad agrupados o individualmente; El logro de su propia perfección: plenitud de las
potencias. Respeto a la persona en cuanto tal. En nombre del Bien Común, las autoridades
están obligadas a respetar los derechos fundamentales e inalienables de la persona humana.
La sociedad debe permitir a cada uno de sus miembros realizar su vocación. En particular,
el Bien Común reside en las condiciones de ejercicio de las libertades naturales que son
indispensables para el desarrollo de la vocación humana: "derecho a actuar de acuerdo con
la recta norma de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad,
también en materia religiosa".

Bienestar social y desarrollo del grupo mismo: El desarrollo es el resumen de todos los
deberes sociales. Ciertamente corresponde a la autoridad decidir, en nombre del Bien
Común, entre los diversos intereses particulares; pero debe facilitar a cada uno lo que
necesita para llevar una vida verdaderamente humana: alimento, vestido, salud, trabajo,
educación y cultura, información adecuada, derecho a fundar una familia, etc. (Cfr. GS 26,
1)” (CIC, n. 1908).

Implica paz: es decir, estabilidad y seguridad de un orden justo. Supone, por tanto, que la
autoridad garantiza por medios honestos, la seguridad de la sociedad y la de sus miembros.
El Bien Común fundamenta el derecho a la legítima defensa individual y colectiva (CIC, n.
1909).

En definitiva son cuatro los elementos que constituyen el Bien Común:

1. Las condiciones sociales de paz, justicia y libertad.

2. Un conjunto de bienes materiales, educativos, éticos.

3. Equidad en el reparto de esos bienes.

4. Una adecuada organización social.

CARACTERÍSTICAS

Es objetivo

Es uno de los principios que rigen la vida social que es preciso tener siempre presente. Es
también uno de los conceptos más desgastados y ambiguos, pues se lo confunde
con bienestar, o calidad de vida -visión ampliada del bienestar-. Pero estos conceptos
centran el fin de la sociedad en el individuo autónomo y nada tienen que ver con el
concepto de Bien Común.

Deriva de la naturaleza humana

El concepto de Bien Común “está íntimamente ligado a la naturaleza humana. Por ello no
se puede mantener su total integridad más que en el supuesto de que, atendiendo a la íntima
naturaleza y efectividad del mismo, se tenga siempre en cuenta el concepto de la persona
humana” (PT, n. 55).

No es la suma de los bienes individuales, tampoco la sociedad es la mera suma de los


individuos. La sociedad es necesaria para que la persona se realice como tal, y debe
presentar una serie de condiciones que hagan posible el desarrollo simultáneo de la persona
y de ella misma, hacia la perfección que se dará histórica y culturalmente. No hablamos
aquí de unas condiciones mínimas de desarrollo, ni de algo necesariamente material
(aunque lo material forma parte de la “integridad” del desarrollo humano). Hablamos de
condiciones de posibilidad.
Redunda en provecho de todos

El Bien Común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y
su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario’ [...]. Este orden
tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor CIC, n. 1906-9 y
1912.

En cuanto a la subordinación a las exigencias del Bien Común, las personas deben proceder
necesariamente sin quebranto alguno del orden moral y del derecho establecido, procurando
armonizar sus derechos y sus intereses con los derechos y los intereses de las demás
categorías económicas profesionales, y subordinar los unos y los otros a las exigencias del
Bien Común. Aunque en grados diversos, según las categorías, méritos y condiciones de
cada ciudadano.

Por este motivo, los gobernantes han de orientar sus esfuerzos a que el Bien Común
redunde en provecho de todos, sin preferencia alguna por persona o grupo social
determinado [...]. No se puede permitir en modo alguno que la autoridad civil sirva al
interés de unos pocos, porque está constituida para el Bien Común de todos. Sin embargo,
razones de justicia y de equidad pueden exigir, a veces, que los hombres de gobierno
tengan especial cuidado de los ciudadanos más débiles, que pueden hallarse en condiciones
de inferioridad, para defender sus propios derechos y asegurar sus legítimos intereses.

Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los
demás grupos. La persona [...] se ordena al Bien Común, porque la sociedad, a su vez, está
ordenada a la persona y a su bien, estando ambas subordinadas al bien supremo, que es
Dios (IBÁÑEZ LANGLOIS, JOSÉ MIGUEL, o.c., p. 86).

La sociedad se ordena a la persona, en consecuencia, el bien de la persona está por encima


(es la razón de ser) del Bien Común. Pero el hombre, como individuo, se ordena al Bien
Común: el Bien Común está por encima del bien individual. El bien de la persona no se
alcanza sino en su trascenderse en la búsqueda del Bien Común.

Sencillamente, no pueden oponerse Bien Común y bien de la persona: la persona que se


cierra en su individualidad frustra su propio bien, a la par que frustra la posibilidad de la
consecución del bien de los demás.
El Bien Común de un grupo social es pues el fin común por el cual los integrantes de una
sociedad se han constituido y relacionado en ella. Ese Bien Común tiene como
característica distintiva el hecho de que por su propia naturaleza es esencialmente
participable y comunicable a los integrantes del grupo social (ZANOTTI GABRIEL,
Economía de Mercado y Doctrina Social de la Iglesia, Edit El Belgrano, p. 22)

Abarca a todo el hombre

Abarca a todo el hombre, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como a las del espíritu.
De lo cual se sigue que los gobernantes deben procurar dicho bien por las vías adecuadas y
escalonadamente, de tal forma que, respetando el recto orden de los valores, ofrezcan al
ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu. Abarca todo
un conjunto de condiciones sociales que permitan a los ciudadanos el desarrollo expedito y
pleno de su propia perfección.

El hombre, por tener un cuerpo y un alma inmortal, no puede satisfacer sus necesidades de
un modo absoluto ni conseguir en esta vida mortal su perfecta felicidad. Esta es la razón
por la cual el Bien Común debe procurarse por tales vías y con tales medios, que no sólo no
pongan obstáculos a la salvación eterna del hombre, sino que, por el contrario, le ayuden a
conseguirla (Cfr. PT, n. 59).

Obliga al Estado

La razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el Bien Común. De donde se
deduce claramente que todo gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio
Bien Común y ajustando al mismo tiempo sus normas jurídicas a la situación real de las
circunstancias. Siendo superior al interés privado, es inseparable del bien de la persona
humana, comprometiendo a los poderes públicos a reconocer, respetar, acomodar, tutelar y
promover los derechos humanos y a hacer más fácil el cumplimiento de las respectivas
obligaciones.

Por consiguiente, la realización del Bien Común puede considerarse la razón misma de ser
de los poderes públicos, los que están obligados a llevarlo a cabo en provecho de todos los
ciudadanos y de todo hombre -considerado en su dimensión terrena-temporal y
trascendente- respetando una justa jerarquía de valores, y los postulados de las
circunstancias históricas (Cfr. PT: AAS 55 (1963) 272).
Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal, la
realización más completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política.
Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad civil, de los
ciudadanos y de las instituciones intermedias. Ha de ser considerado como un valor de
servicio y de organización de la vida social, del nuevo orden de la convivencia humana.
Pero no sólo el Estado debe aportar las condiciones, es tarea de todos.

Hay dos extremos:

1. El Estado providencia que se encarga de todo, peca por exceso. Se busca el


perfeccionamiento del hombre, pero éste ha de poner de su parte. Si el Estado impone las
condiciones coarta la libertad individual.

2. El Estado liberal en el que cada uno se ocupa de sí mismo, peca por defecto.

Obliga al ciudadano

Todos los individuos y grupos intermedios tienen el deber de prestar su colaboración


personal al Bien Común. De donde se sigue la conclusión fundamental de que todos ellos
han de acomodar sus intereses a las necesidades de los demás, y deben enderezar sus
prestaciones en bienes o servicios al fin que los gobernantes han establecido, según normas
de justicia y respetando los procedimientos y límites fijados por el gobierno.

Actualmente al no afrontarse con frecuencia los problemas sociales según criterios


de justicia y moralidad, sino de acuerdo con criterios económicos e ideológicos, se está
perdiendo en la sociedad la capacidad de decidir según el Bien Común; y esto está
provocando, en el individuo, una creciente incapacidad para encuadrar los intereses
particulares en una visión coherente del Bien Común.

Referencias:

- Juan XXIII: Pacem in terris, citado en Concepto del Bien Común.

-Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 164.


EL BIEN COMÚN EN LA SOCIEDAD1

INTRODUCCIÓN:

Si bien es cierto bien común puede entenderse como un concepto compuesto por
dos términos suficientemente acotados en los diccionarios, su significación trasciende a la
sumatoria de éstos. En forma análoga, viene a representar un perfecto ejemplo de la teoría
sistémica donde el total es mayor que la sola suma de sus partes. He estimado pertinente
entonces, para fines de este ensayo, iniciar mi análisis del bien común, a partir de la
interpretación del concepto del bien, para precisar, a continuación, lo que constituye su
calificación de común, y su internalización por la sociedad como concepto de
“trascendencia mayor”.

A continuación proseguiré con un análisis de las interpretaciones contradictorias que se


derivan de la utilización de este concepto donde, según las ideologías predominantes, el
bien común tiene interpretaciones diferentes, para finalizar con algunas conclusiones que
nos permitan destacar las dificultades que tiene este constructo para erigirse como un
principio rector que oriente adecuadamente tanto al hombre individual como a la sociedad
entera en la búsqueda de su perfección.

CONCEPTO DE BIEN:

De acuerdo a su concepción filosófica, el bien representa el valor supremo de la


moral; pero desde el punto de vista económico, corresponde a cualquiera de las cosas
susceptibles de satisfacer necesidades humanas. Aristóteles llamaba bienes a los medios
que sirven para la vida y el bienestar de los hombres.1 Es más, reconoce que en el mundo,
los hombres libres no están sometidos a hacer esto o aquello según la ocasión, sino que
todas sus funciones, o la mayor parte, están reguladas, a diferencia de los esclavos y las
bestias de carga, donde su actuar depende de las circunstancias.

Este es, en efecto, el principio que constituye la naturaleza de cada uno, donde el actuar de
los hombres libres se orienta a la armonía del conjunto. Empédocles considera que el bien
es la amistad; Anaxágoras reconoce el bien como el principio motor y otros filósofos de la

1
VIDAL STUARDO, JORGE, “El Bien Común en la Sociedad”, en Revismar N° 2, 2005, pp. 158-162.
antigüedad utilizan el bien oponiéndolo al mal, en una correlación entre lo igual y lo
desigual, como interpretando que todas las cosas provienen de los contrarios. No obstante,
en dicha época se apreciaba que todas las cosas son objeto de un orden compuesto de cierta
manera, donde todas ellas están en mutua relación y ordenadas hacia un fin, que es el bien
por excelencia. Vinculando las concepciones filosóficas y económicas del bien y teniendo
como punto de apoyo la ley de causa y efecto, se puede precisar que aquellas cosas que
tienen la virtud de poder entrar en relación causal con la satisfacción de las necesidades
humanas, las llamamos utilidades o cosas útiles.

En la medida en que reconocemos esta conexión causal y al mismo tiempo tenemos el


poder de emplear las cosas de que estamos hablando en la satisfacción de nuestras
necesidades, estas cosas las llamamos bienes.

Conceptualización del bien común

El deber supremo para con la sociedad que representa el conjunto de seres humanos
y sus relaciones mutuas, es el bien común. Éste viene a constituir el conjunto de libertades,
bienes y servicios que hacen posible a las personas su mejor desarrollo en la sociedad de la
que forman parte. Tan trascendente llegó a ser la conceptualización de este término, que se
llegó a decir que era “aliquid divinum” (algo divino) y que, después de Dios, el bien común
era lo más importante para el género humano.

Ya Platón había expresado que no hemos nacido para nosotros únicamente, sino que una
parte de lo que somos se la debemos a nuestros padres, y otra a los amigos. Y según
afirman los estoicos, con Cicerón como principal exponente, todo cuanto produce la tierra
fue creado para el uso de los hombres, y los hombres para los hombres, de forma que
puedan servirse de provecho entre sí y a los demás. Por eso debemos promover la utilidad
común con el mutuo intercambio de obligaciones, dando y recibiendo el fruto de nuestro
trabajo y de nuestras facultades.

El bien común equivale, con otras palabras, al conjunto de condiciones necesarias para que
los hombres, las familias y las asociaciones puedan lograr su mayor desarrollo.
ELEMENTOS DEL BIEN COMÚN.

Cuatro elementos esenciales constituyen el bien común: − Un conjunto de bienes de


todas las clases: materiales (riqueza industrial, agrícola, comercial; la técnica, los servicios,
las fuentes de energía, los transportes y comunicaciones); culturales (lengua, artes,
tradiciones, derecho); morales (verdad, amistad, justicia, paz, libertad, solidaridad). Para
que se realice el bien común es preciso que estos tres tipos de bienes se den en la cantidad y
proporción exigidas por el tiempo y lugar, y que estén debidamente jerarquizados: los
materiales subordinados a los culturales y unos y otros a los morales. − Una justa
distribución de los bienes: todas las sociedades menores y todos los individuos que
componen la sociedad deben participar del bien común y de las libertades, bienes y
servicios que lo constituyen.

Más la forma de participar debe ser en la medida de su respectiva prestación. Ello significa
que no sería éticamente correcto que alguien disfrutara de los bienes de la sociedad y hasta
acabara con ellos, lo que privaría al resto de la sociedad del disfrute de los que necesita.
Además, así como cada uno tiene derecho a tales bienes, tiene la estricta obligación de
contribuir a mantenerlos y acrecentarlos.

− Unas condiciones sociales externas: para poder ejercer los derechos y los deberes de
orden personal y comunitario como expresión de la dignidad de la persona, deben darse las
condiciones que permitan a los individuos y a las sociedades menores desenvolverse
adecuadamente.

Estas condiciones exigen la implantación y mantenimiento del orden público, el ejercicio


de las libertades cívicas en la mayor amplitud posible y, como resultado de todo, la paz
social.

− Una adecuada organización social: que puede descomponerse en cuatro elementos o


causas eficientes: el primero de ellos es un Ordenamiento Jurídico que le sirva de apoyo
externo, de defensa y protección; el segundo es un Ordenamiento Económico como base
material del bien común, combinando la iniciativa privada con la función subsidiaria del
Estado;

- El tercero es el Sistema Educativo que representa la garantía interna del bien común,
porque cada persona bien educada, como fruto de esa buena educación, está preparada para
actuar en favor del bien común; y el último elemento es el Orden Político que se interpreta
como la responsabilidad que tiene el Estado para lograr un adecuado equilibrio entre los
principios de libertad, autoridad y bien común.

Deberes individuales respecto al bien común

El bien común no se opone al bien particular, precisamente porque beneficia a todos los
miembros de la sociedad. En este sentido se puede entender éste como lo que permite que
cada ciudadano pueda poseer personalmente un cierto bien privado. Ello lleva consigo,
como condición necesaria, que cada cual respete los derechos que tienen los demás,
quedando realzada la dignidad de cada persona en el deber de colaborar al bien común. A
diferencia del animal, el hombre posee la capacidad de abrirse a lo común. Por eso, cuando
antepone constantemente el bien privado, se asemeja al animal y traiciona su condición de
persona.

Pensar lo contrario es tanto como pensar que el desarrollo humano debe apoyarse en el
egoísmo. Las responsabilidades frente al bien común no son iguales en todos los
ciudadanos. Así, los hombres más conocidos de un país, políticos, artistas, intelectuales,
deportistas de elite, etc., han de ser íntegros, pues constituyen una minoría de prestigio cuya
conducta tiende a ser imitada.

El ejemplo de esas minorías tiene un poderoso efecto multiplicador, que ya era conocido
mucho antes de la existencia de los grandes medios de difusión. Así lo advertía Cicerón
quien decía que “lo peor de las personas importantes no es que pequen, aunque de por sí ya
es un mal serio, sino que tengan tantos imitadores”. Pues basta recorrer la historia para ver
que tal como fueron los principales ciudadanos de una república, así fue esa república, y los
cambios que los grandes introdujeron en sus costumbres no tardaron en ser adoptados por el
pueblo.

Por eso los grandes, cuando tienen vicios, resultan particularmente perniciosos para el
Estado, pues además de estar corrompidos, corrompen a los demás. La responsabilidad de
los ciudadanos respecto al bien común tiene dos vertientes. Por una parte, es un deber
primordial intervenir, según las propias posibilidades, en las distintas esferas de la vida
pública. Cuando se olvida este deber surgen el desinterés hacia lo que es de todos, el
abstencionismo electoral, el fraude fiscal, la crítica estéril de la autoridad, y la defensa
egoísta de los privilegios a costa del interés general. Es de nuevo Cicerón quien denuncia
que “hay algunos que por dedicarse sólo a sus negocios o por ser insociables, se aíslan
alegando que no hacen mal a nadie. No se dan cuenta de la injusticia que cometen al
desentenderse de la sociedad y no emplear en su servicio ni su atención, ni su trabajo, ni sus
cualidades”.

BIEN COMÚN Y LIBERALISMO

El fin de la sociedad no es el bien individual, ni el conjunto de los bienes


individuales de cada una de las personas que la constituyen. Es mucho más que eso, es el
bien de la comunidad, el bien del cuerpo social. No obstante, hoy estamos viviendo
problemas que tienen mucha relación con el individualismo y la persona y la sociedad. El
comunismo y el totalitarismo crearon un materialismo que, a juicio del autor, debió ser
superado, no con el neoliberalismo capitalista que ha pretendido sustituirlo todo con el
capital y el mercado, sino con un sistema basado en la justicia social del “bien común”.

El liberalismo siempre defendió el individualismo, pregonando que cada cual debía


empeñarse por su propio éxito, velando así por el progreso de toda la sociedad económica,
convirtiendo al Estado en el responsable máximo, guardián supremo del “bien común”,
aunque ésta función no está limitada sólo a él, sino a toda la sociedad. El Estado debe
impedir así los abusos de quienes pretenden enriquecerse a costa de los más pobres,
humildes y marginados.

Ese bien común es entonces la convivencia de la vida humana, de la multitud, de una


multitud de personas; su comunicación es el bien servir. Es pues, común al todo y a las
partes sobre las cuales se difunde, y con él deben beneficiarse. En la actualidad corremos el
riesgo de continuar buscando en otro tipo de individualismo, como es el neoliberalismo, un
camino equivocado y perjudicial al bien común de la sociedad. En contrasentido, debemos
revivir el sistema humanista el cual debe estar basado en el personalismo comunitario,
teniendo presente que la verdadera concepción de la vida política no es exclusivamente
personalista ni exclusivamente comunitaria, sino personalista y comunitaria a la vez, ya que
ambos términos se complementan y se exigen mutuamente.

Así se comprende que nada es más erróneo que plantear el problema de la persona y el bien
común en términos de oposición. El bien común es un bien que beneficia a todas las
personas y a cada persona que constituye el Estado, respetando la dignidad de la naturaleza
humana. Es material, intelectual y moral y nunca representará ventajas, beneficios o
privilegios en favor de alguien en particular.

EL CULTIVO DE LAS VIRTUDES – UNA NUEVA VISIÓN DEL BIEN COMÚN

Todo indica que el ser humano tiene un criterio superior, cual es el intento de lograr
la perfección humana en la medida de la posibilidad de cada uno. El principio podría
expresarse con la vieja máxima de Píndaro: llega a ser el que eres, o, si se quiere, intenta
ser el hombre que podrías ser si realizaras tu naturaleza esencial, tu destino. Su mayor
cualidad es que establece un criterio objetivo, pero su aplicación respeta las
particularidades de cada ser humano. Si todos lleváramos una vida buena, no por ello
seríamos todos iguales. Pero ¿Cuál es el camino para realizarme y llegar a mi perfección?
La respuesta es llevar una vida virtuosa, ya que la virtud designa el conjunto de cualidades
cuya posesión y práctica ayuda al individuo a alcanzar la felicidad. El hombre para ser
virtuoso debe ser educado en el cultivo de las virtudes y no sólo eso, necesita vivir en un
marco virtuoso para poder llevar adelante su propio proyecto de perfección. Se presenta así
una nueva visión que no es ni totalitaria ni individualista. El bien común se representa así
como el conjunto de condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo
consciente y pleno de su propia perfección.

CONCLUSIONES

Habiendo repasado tanto la conceptualización como la aplicación del principio del


bien común, podemos precisar lo siguiente:

- El bien común es la suma de aquellas condiciones que permitan satisfacer la necesidad de


logro de los miembros de la comunidad. El bien común implica que las estructuras sociales
deben ser diseñadas de tal forma que permitan que la gente tenga la oportunidad de
participar y de satisfacer sus necesidades humanas básicas.

- La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y
si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes proclamasen leyes
injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar
en conciencia. En semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se
origina una iniquidad espantosa.
- La diversidad de los regímenes políticos es moralmente admisible con tal que promuevan
el bien legítimo de la comunidad que los adopta. Los regímenes cuya naturaleza es
contraria a la ley natural, al orden público y a los derechos fundamentales de las personas,
no pueden realizar el bien común de las naciones en las que se han impuesto.

- El descubrimiento de la vocación de la humanidad a formar una sola familia puede animar


y dar un sentido adecuado al proceso de globalización que con recelos experimenta hoy
nuestro mundo. La condición necesaria para alcanzar este ideal está en la superioridad del
bien de la humanidad sobre el bien de cualquier comunidad política, racial o cultural. Ello
exige entender con claridad que la consecución del bien común de una comunidad política
no puede ir contra el bien común de la humanidad.

Bibliografía:

− ARISTÓTELES: Moral a Nicomaco, Ediciones Espasa, Colección Austral, traducción


de Patricio de Azcárate, Madrid, España, 10ª Edición, 1997.

− ARAUJO AZAROLA, María C.: Juan Pablo II y la Civilización del Amor, Colección
Sentir en la Iglesia 7, 1988.

− SÁNCHEZ AGESTA, Luis: Principios Cristianos del Orden Político, Ediciones


Temática SRL, Buenos Aires 1986.

− MARITAIN, Jacques: La persona humana y el bien común.

− MARITAIN, Jacques: El Hombre y el Estado.

− SANTO TOMÁS DE AQUINO: De los principios de la naturaleza, Colección los


grandes pensadores, Editorial Sarpe, Madrid, 1983.

− CICERÓN, Marco Tulio: Sobre la naturaleza de los dioses, Colección los grandes
pensadores, Editorial Sarpe, Madrid, 1983.

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