asociaciones y cada uno de sus miembros alcancen de manera más fácil e íntegra la
perfección que les corresponde.
De acuerdo a Renate Mayntz, todas las grandes ciencias comparten un interés en las
precondiciones necesarias para obtener un cierto fin social que es percibido como deseable.
Consecuentemente el concepto de bien común contiene diferente elementos o puede ser
estudiado desde diferentes aspectos. Por ejemplo: la riqueza general del bien común
(commonwealth) económico. El bienestar común o publico (Gemeinwohl) de la ciencia
política. Y el “bonun commune” de la tradición europea cristiana.[1]
Si entendemos entonces el bien común como la condición material (la riqueza general) que
permite ese desarrollo, encontramos que la economía moderna ofrece una definición formal
de bien común: es la suma cuantitativa de las utilidades de los miembros de una sociedad
(el publico) pero con el agregado de una condición fundamental: esa riqueza común debe
incluir a todos: sin bienestar de todos los individuos, no puede haber bienestar general.
(ver Economía del bienestar)
En esta perspectiva no puede haber bien común a menos que las sociedades estén
integradas y sean estables. En otras palabras, a menos que esos sistemas sociales sean
viables en el largo plazo. Pero lo que incrementa esa viabilidad social no necesariamente
aumenta la utilidad individual.
Así, desde este punto de vista se puede entender el bien común como la suma de las
condiciones de la vida social que permiten que los individuos libremente den forma a sus
vidas. El propósito del Estado (entendido como la sociedad políticamente organizada) seria
entonces proveer a los individuos de los medios para que puedan efectivamente llevar a
cabo esas elecciones. John Rawls sin embargo introduce una distinción entre lo Bueno, que
es crear un mundo material mejor -como quiera que eso se defina- y lo Justo, que crea las
condiciones para una sociedad libre y justa, una que permite la persecución de la virtud
pero no prescribe el como hacerlo o que es exactamente lo que se desea.
Todo lo anterior ha dado origen a una rica y compleja series de estudios. (ver, por
ejemplo: Cambio social y Conflicto social)
no es más que una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel
que tiene el cuidado de la comunidad
constituyéndose la ley ante todo por orden al bien común, cualquier otro precepto sobre un
objeto particular no tiene razón de ley sino en cuanto se ordena al bien común. Por tanto,
toda ley se ordena al bien común
En esta concepción el bien común no es la suma de los bienes de cada uno de los
miembros de la sociedad ya que es indivisible y solo con la colaboración de todos puede ser
alcanzado, aumentado y protegido.[4]Afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte
de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad.[5] Posiciones
fuertemente influidas por este punto de vista ha sido incorporado en las constituciones y
legislaciones de numerosos países y es extante en la posicion de la iglesia catolica. por
ejemplo, en la Doctrina Social de la Iglesia, a partir de la enciclica Rerum Novarum. En la
encíclicas posteriores se ha seguido profundizando en su concepto.
En el pensamiento de Maritain
El Bien común es uno de los conceptos claves de la filosofía política de Jacques Maritain.
Para este filósofo católico el fin de la sociedad política es perseguir el bien común. Pero
este bien común no es la mera suma de los bienes particulares, pues, como Aristóteles nos
enseña, "incluso en el orden matemático seis es algo más que tres más tres". Es decir que el
número seis tiene vigencia propia e independiente de los sumandos, e incluso puede ser
resultado de otros diferentes. Y a su vez puede combinarse con entidad propia en la serie de
los números en cifras de valor absoluto y relativo ad infinitum.
Repite con Santo Tomás que "cada persona individual es, con respecto a toda la
comunidad, lo que la parte con respecto al todo". Esto diferencia el modo de pertenencia a
la sociedad estatal de cualquier otra de fines específicos. El hombre se compromete por
completo en esta sociedad civil, su vida, sus bienes, su honor. No así en un sindicato, un
club o una academia.
Pero ese compromiso, aunque total, no ocurre en virtud de cuanto hay en la persona y
cuanto le pertenece. "Formo parte del Estado – dice Maritain – en razón de ciertas
relaciones con cosas de la vida común que afectan a todo mi ser, pero en razón de otras
relaciones (que también afectan a todo mi ser), con cosas más importantes que la vida en
común hay en mí bienes y valores que no existen por el Estado ni para el Estado y que
están fuera del Estado". [4]
Por su carácter de bonum el bien común no puede ser una resultante del simple querer
individual, el pecado rousseaniano de desencajar la voluntad de su propia naturaleza. La
mayoría ni la unanimidad pueden cambiar la idiosincrasia de la bondad. La democracia no
es simple aritmética. Los valores humanos no obedecen a criterios estadísticos. La calidad
no es procreación de la cantidad.
Por su carácter de común este bien abarca tanto a la sociedad como a la persona. Es pues
común "al todo y a las partes, digo a las partes como si fueren todos, porque la noción
misma de persona, significa totalidad". En otras palabras, en tanto se es "individuo" se es
parte de la sociedad y en cuanto se es "persona ", es decir, algo más que simple fragmento
de materia, se participa de lo social en cuanto se permite al hombre la realización plena de
sus más altas funciones en este sentido, "per se". No es el ser humano simple elemento
sirviente del Estado. Este personalismo de Maritain es asiento básico para condenar toda
forma de totalitarismo que siempre pretende absorber hasta las funciones más espirituales
del ciudadano. Y al mismo tiempo implica un rechazo de la tesis individualista liberal que
considera al hombre como simple átomo social.
Aunque resulta obvio no está de más insistir, y es el propio Maritain quien lo expresa, que
el individuo y la persona no son dos seres distintos:
"No existe en mí una realidad que se llama individuo y otra que se dice persona, sino que es
un mismo ser, el cual, en un sentido es individuo y en otro es persona. Todo yo soy
individuo en razón de lo que poseo por la materia, y todo entero, persona, por lo que me
viene del espíritu".
Es decir, que la función del bien común obliga a compartir los bienes sociales para
beneficio de la persona, para su perfección. De ahí que todo bien comunitario revierte sobre
las personas, se redistribuye la participación común. Maritain en frase feliz trató de resumir
o de empatar el doble aspecto de su doctrina: personalismo comunitario. La autoridad ha de
imponerse solo tanto cuanto sea necesario a estos propósitos comunitarios. Y no se puede
justificar el maquiavelismo para explicar la acción estatal. Una ley injusta no es ley.
Elementos de la definición
Implica:
En definitiva son cuatro los elementos que constituyen el Bien Común: 1.- Las condiciones
sociales de paz, justicia y libertad; 2.- Un conjunto de bienes materiales, educativos, éticos;
3.- Equidad en el reparto de esos bienes; y 4.- Una adecuada organización social.
Es objetivo
Es uno de los principios que rigen la vida social que es preciso tener siempre presente. Es
también uno de los conceptos más desgastados y ambiguos, pues se lo confunde con
bienestar, o calidad de vida -visión ampliada del bienestar-. Pero estos conceptos centran el
fin de la sociedad en el individuo autónomo y nada tienen que ver con el concepto de Bien
Común.
El concepto de Bien Común “está íntimamente ligado a la naturaleza humana. Por ello no
se puede mantener su total integridad más que en el supuesto de que, atendiendo a la íntima
naturaleza y efectividad del mismo, se tenga siempre en cuenta el concepto de la persona
humana” (PT, n. 55).
No es la suma de los bienes individuales, tampoco la sociedad es la mera suma de los
individuos. La sociedad es necesaria para que la persona se realice como tal, y debe
presentar una serie de condiciones que hagan posible el desarrollo simultáneo de la persona
y de ella misma, hacia la perfección que se dará histórica y culturalmente. No hablamos
aquí de unas condiciones mínimas de desarrollo, ni de algo necesariamente material
(aunque lo material forma parte de la “integridad” del desarrollo humano). Hablamos de
condiciones de posibilidad.
“El Bien Común está siempre orientado hacia el progreso de las personas: ‘el orden social y
su progreso deben subordinarse al bien de las personas y no al contrario’ [...]. Este orden
tiene por base la verdad, se edifica en la justicia, es vivificado por el amor” (CIC, n. 1906-9
y 1912).
En cuanto a la subordinación a las exigencias del Bien Común, las personas “deben
proceder necesariamente sin quebranto alguno del orden moral y del derecho establecido,
procurando armonizar sus derechos y sus intereses con los derechos y los intereses de las
demás categorías económicas profesionales, y subordinar los unos y los otros a las
exigencias del Bien Común” (MM, n. 147), “aunque en grados diversos, según las
categorías, méritos y condiciones de cada ciudadano. Por este motivo, los gobernantes han
de orientar sus esfuerzos a que el Bien Común redunde en provecho de todos, sin
preferencia alguna por persona o grupo social determinado [...]. No se puede permitir en
modo alguno que la autoridad civil sirva al interés de unos pocos, porque está constituida
para el Bien Común de todos. Sin embargo, razones de justicia y de equidad pueden exigir,
a veces, que los hombres de gobierno tengan especial cuidado de los ciudadanos más
débiles, que pueden hallarse en condiciones de inferioridad, para defender sus propios
derechos y asegurar sus legítimos intereses” (PT, n. 56). “Todo grupo social debe tener en
cuenta las necesidades y las legítimas aspiraciones de los demás grupos” (GS, n. 26).
“La persona [...] se ordena al Bien Común, porque la sociedad, a su vez, está ordenada a la
persona y a su bien, estando ambas subordinadas al bien supremo, que es Dios” (IBÁÑEZ
LANGLOIS, JOSÉ MIGUEL, o.c., p. 86).
La sociedad se ordena a la persona, “en consecuencia, el bien de la persona está por encima
(es la razón de ser) del Bien Común. Pero el hombre, como individuo, se ordena al Bien
Común: el Bien Común está por encima del bien individual. El bien de la persona no se
alcanza sino en su trascenderse en la búsqueda del Bien Común” (Ibídem.).
“El Bien Común de un grupo social es pues el fin común por el cual los integrantes de una
sociedad se han constituido y relacionado en ella. Ese Bien Común tiene como
característica distintiva el hecho de que por su propia naturaleza es esencialmente
participable y comunicable a los integrantes del grupo social” (ZANOTTI GABRIEL,
Economía de Mercado y Doctrina Social de la Iglesia, Edit El Belgrano, p. 22).
Abarca a todo el hombre
“Abarca a todo el hombre, es decir, tanto a las exigencias del cuerpo como a las del
espíritu. De lo cual se sigue que los gobernantes deben procurar dicho bien por las vías
adecuadas y escalonadamente, de tal forma que, respetando el recto orden de los valores,
ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu”
(PT, n. 57). “Abarca todo un conjunto de condiciones sociales que permitan a los
ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección” (MM, n. 19).
El hombre, por tener un cuerpo y un alma inmortal, no puede satisfacer sus necesidades de
un modo absoluto ni conseguir en esta vida mortal su perfecta felicidad. Esta es la razón
por la cual el Bien Común debe procurarse por tales vías y con tales medios, que no sólo no
pongan obstáculos a la salvación eterna del hombre, sino que, por el contrario, le ayuden a
conseguirla (Cfr. PT, n. 59).
Obliga al Estado
“La razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el Bien Común. De donde se
deduce claramente que todo gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio
Bien Común y ajustando al mismo tiempo sus normas jurídicas a la situación real de las
circunstancias” (PT, n. 54).
“Si toda comunidad humana posee un Bien Común que la configura en cuanto tal, la
realización más completa de este Bien Común se verifica en la comunidad política.
Corresponde al Estado defender y promover el Bien Común de la sociedad civil, de los
ciudadanos y de las instituciones intermedias” (CIC, n. 1910).
o El Estado “providencia” que se encarga de todo, peca por exceso. Se busca
el perfeccionamiento del hombre, pero éste ha de poner de su parte. Si el
Estado impone las condiciones coarta la libertad individual.
o El Estado liberal en el que cada uno se ocupa de sí mismo, peca por defecto.
Obliga al ciudadano