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Factores Causales

Coville, W. et al. (1963). Causative Factores. In: Abnormal Psychology. USA: Barnes & Noble. Traducción por Cecilia Meza Peña.

Las causas de un comportamiento anormal son muchas y complejas. Incluso en un individuo la


etiología (estudio sobre la causa de las cosas) de un trastorno de personalidad es, sin excepción,
múltiple; las relaciones simples de uno a uno o bien causa y efecto son prácticamente
desconocidos. En general los factores causantes son clasificados como biológicos, psicológicos y
culturales, muchos trastornos mentales son resultado de una combinación de todos estos
factores, pocos son causados por uno solo de estos factores. Para entender la etiología de la
enfermedad mental, uno debe de distinguir entre las causas predisponentes y precipitantes, las
dos son encontradas en cualquiera de las clases de factores antes mencionados.

Causas predisponentes son los factores en los cuales se ha producido en el individuo una
susceptibilidad a alguna forma de enfermedad mental. Ellas pueden estar en el origen genético, la
historia física, o la familia y el trasfondo social

Causas precipitantes son ese inmediato estrés o incidentes traumáticos que provocan una
perturbación mental. Algunas causas precipitantes comunes son: el luto, reversas financieras,
accidentes o heridas, enfermedades severas o debilitadoras y dificultades maritales. Estos eventos
no son suficientes para causar un trastorno de la personalidad

A. Factores biológicos
Los principales factores biológicos son la herencia, la complexión y enfermedad física y lesión.
Pueden ejercer sus efectos solos o en combinación

1. Herencia: por herencia se refiere a la dotación biológica transmitida por los padres a la
descendencia en el momento de la concepción. El arreglo particular de genes por algún
individuo puede considerarse único, excepto que los gemelos idénticos tendrán patrones
de genes idénticos.
2. Complexión: Este término se refiere a la estructura biológica del individuo. Es un término
comprehensivo, incluye las características innatas del individuo y sus experiencias
tempranas con el ambiente. Los principales factores que la constituyen son: el físico,
temperamento, funciones endocrinas y otros aspectos de la fisiología del cuerpo.
3. Temperamento: este atributo puede ser considerado de la estructura básica de la
personalidad. El temperamento puede ser reconocido en la vida temprana, es
relativamente persistente, y fija el tono general de la respuesta del individuo a su
ambiente. Las manifestaciones del temperamento son: estado de ánimo predominante,
tempo y la intensidad de respuesta, nivel de energía, y sensibilidad a la estimulación.
Algunos tipos de temperamentos han sido puestos en hipótesis como predisponentes del
individuo hacia el desarrollo mental o desordenes emocionales.
4. Enfermedad física y lesiones: Alteraciones en la estructura del cuerpo o funcionamiento
debido a enfermedad o trauma, pueden traer anormalidades mentales. Las lesiones en la
cabeza constituyen la clase de traumas más importantes en la alteración del
comportamiento. Cuando existe una menor capacidad adaptativa del cuerpo esto puede
interferir en el manejo de conductas adecuadas a situaciones de estrés.

B. Factores psicológicos
La principal preocupación para el psicólogo es la historia de las relaciones interpersonales del
individuo, en el que se pueden encontrar las causas para muchas formas de perturbaciones en la
personalidad. No solo estos factores causales psicológicos reflejan la estructura básica de la
personalidad, también influencian la respuesta del individuo en los factores físicos o culturales. Los
factores psicológicos causales son usualmente múltiples, y operan en una manera compleja y
hasta se superponen. Raramente un comportamiento anormal puede ser rastreado a un solo
factor psicológico. En cada faceta de la historia de vida se analiza el patrón de relaciones
interpersonales del individuo, y el acercamiento más conveniente hacia ésta historia interpersonal
es la cronológica, dividiendo el tiempo de vida en 7 periodos: infancia, niñez temprana, niñez
tardía, adolescencia, adultos jóvenes, mediana edad y adultos mayores. Estas divisiones arbitrarias
no tienen como propósito sugerir rupturas en la continuidad de la historia personal, por los
cambios que toman lugar en algún periodo son ineludiblemente entrelazadas con la completa
historia interpersonal hasta ese punto.

1) Infancia: el periodo de infancia es uno de completa impotencia y dependencia durante el cual


el funcionamiento del infante está completamente orientado a la satisfacción de las
necesidades físicas. Esta normalmente asumido que se extiende desde el nacimiento hasta el
segundo año del niño. Se marca por el rápido desarrollo del organismo. Las actividades más
importantes durante este periodo son la alimentación del niño y la relación que vive con la
madre. Estas dos actividades tienen repercusiones psíquicas importantes, en donde la primera
figura de relación será la madre, cobrando importancia desde la toma de pecho hasta el
destete, la forma de vínculo creado en base a esta necesidad física del niño de ser alimentado
es una de las más significativas por su forma temprana en la historia de un sujeto. La madre
tiene que conectarse con su bebé para comprender sus necesidades y dar satisfacción a las
mismas, moderando entre la realidad y las exigencias del bebé. Entender los diferentes tipos
de llanto, las diferentes necesidades manifestadas a través de ese llanto, gratificar o frustrar al
bebé, brindar soporte emocional ante la entrada a esta nueva realidad fuera del útero, el
acompañamiento en su maduración motriz, son actividades que la madre realiza en la
interacción con el bebé y que marcan psíquicamente.
2) Niñez temprana: Es el periodo en el que los primeros intentos de socialización son hechos. Se
inicia durante la tarda parte del segundo año, en ese tiempo, el infante es consciente de su
individualidad y es confrontado con problemas de autoridad y disciplina. Este periodo es
generalmente considerado como terminado en algún punto de los 6 o 7 años. Durante este
periodo la familia es el marco en el cual el niño desarrolla sus habilidades sociales y aprende a
controlar su comportamiento de acuerdo a las normas que se le imponen. La aprobación
parental es la principal guía. El control de esfínteres y el reconocimiento de las diferencias de
género serán aspectos que durante este periodo ocuparán la vida psíquica del pequeño.
3) Niñez tardía: El periodo de la infancia tardía normalmente empieza durante los 6 o 7 años de
vida, usualmente coincide con el inicio de la escuela para el niño. Este periodo está
caracterizado por un vigoroso crecimiento y aparición de habilidades intelectuales
significativas. También durante esta etapa el niño extiende su esfera de actividad social más
allá de la familia. Las áreas críticas de ajustamiento caen en tres categorías: desarrollo físico,
ajuste escolar y socialización
a) Desarrollo físico: Las desventajas físicas, deformidades, pueden causar un severo
problema para la adaptación del niño en este periodo de su vida.
b) Adaptaciones escolares: Ir a la escuela implica separación de los padres, sumisión para
establecer estándares por los grupos no-familiares y la participación en actividades
grupales, todos estos son fuentes potenciales de estrés para el niño
c) Socialización: a medida que el niño se mueve hacia los años de infancia tardía el
normalmente empieza a unirse a grupos y encontrar un lugar para el con sus compañeros.
A través del proceso de socialización el empieza a diferenciar los roles masculinos y
femeninos, para probar sus propias habilidades en relación para los de sus asociados y
para aprender ciertas habilidades sociales rudimentarias. Cualquier cosa que intervenga
con este proceso puede ser una fuente de estrés y una posible perturbación de
personalidad. Por ejemplo, demandas extremas del tiempo del niño en la forma de tareas
del hogar molestas, largas tareas escolares, y de otras labores que circunscriben su
comportamiento de grupo pueden interferir seriamente con su desarrollo social y crearle
resentimientos de larga duración. Otras condiciones potencialmente dañinas son:
aislamiento impuesto, restricciones extremas del comportamiento del niño, y la insistencia
habitual de los padres a que el niño participe en actividades que los complace más a ellos
que a su hijo. Los niños que llegan a éste periodo de vida sintiéndose tímidos, inhibidos, o
insuficientes, experimentan difíciles problemas de adaptación, al igual que aquellos que
han sido mimados y se han hecho egocéntricos. Experiencias satisfactorias y exitosas de
grupo pueden ayudar al niño tímido o inhibido; también pueden reprimir al demandante y
egocéntrico. Sin embargo, todas las experiencias de grupo del niño no pueden ser
planeadas o supervisadas, y, frecuentemente, los problemas que él cargue consigo dentro
del grupo serán intensificados por el ridículo, la exclusión y el bullying.
4) Adolescencia: El periodo de adolescencia es anunciado por inicio de una serie de cambios
psicológicos, los cuales acercan al individuo a una madurez física y biológica. Estos cambios
ocurren más temprano en las niñas (algunas veces tan temprano como los nueve o diez años);
en niños los cambios correspondientes no son probables de ocurrir antes de los doce años. Los
cambios adolescentes generalmente incluyen: (para niñas) el desarrollo de glándulas
mamarias y tejido graso subcutáneo, y la menarquía, (para niños) el desarrollo de mejor tono
muscular, engrosamiento de la voz, y el crecimiento de barba. Es en este periodo que la
madurez sexual biológica es acercada y gradualmente alcanzada en ambos sexos. La reacción
del individuo a estos cambios y al impulso sexual generado constituye una fuente potencial de
alteraciones psicológicas en el adolescente. Junto con los cambios biológicos fundamentales
aparecen varios cambios psicológicos, tales como independencia de los lazos familiares,
intereses heterosociales aumentados, timidez, sentimientos de frustración en el umbral de la
madurez, y la maduración de intereses vocacionales y ambiciones.
a) Cambios biológicos: Los cambios biológicos fundamentales que toman lugar durante
la adolescencia son integrales en la maduración de cada individuo, y su potencial a
causar alteraciones en la personalidad reside en su cronometraje, su secuencia, y la
reacción del niño hacia los cambios, más que en éstos mismos. El “madurador
temprano” a veces se avergüenza o se siente culpable por la aparición de los cambios,
especialmente cuando él o ella no ha sido preparado para entender su significado. Por
el otro lado, el “madurador tardío” se siente inadecuado cuando va detrás de sus
compañeros en ésta área del desarrollo. La falta de comprensión parental o la
renuencia a discutir esto cambios de manera inteligente y objetiva con el niño
acentúa éstas dificultades. Porque nuestra cultura pone severas limitaciones a la
gratificación temprana de necesidades sexuales, la presencia de madurez biológica
sexual en el adolescente requiere de comprensión sensible. La adecuación de la
apariencia física preocupa al adolescente y es un factor importante en el desarrollo y
mantenimiento de su autoestima y las buenas relaciones sociales. El mal manejo de
los problemas de cambios físicos en este periodo de la vida puede llevar a patrones en
la adultez de compensación excesiva o ajuste social y sexual inadecuado.
b) Cambios psicológicos: En nuestra sociedad, el periodo de adolescencia sirve para
medir la capacidad del individuo de funcionar en el rol de hombre o mujer y para
desarrollar las habilidades del rol apropiado. Una parte de esta capacidad reside en
los cambios físicos descritos en párrafos previos, pero la mayor parte reside sobre el
ajuste psicológico que se alcanza. Los problemas del individuo se vuelven complicados
en este punto de la vida, pues, mientras se acerca a la madurez y a sus múltiples
responsabilidades, se espera que desarrolle independencia y asertividad encarando
controles continuos de adultez. El conflicto en relaciones con la autoridad, algunas
veces alcanzando el nivel de rebeldía ante los ojos de los padres, es un típico
problema de los adolescentes. Cuando la independencia es permitida muy temprano
y completamente, o cuando es retenida o muy restringida, problemas de ajuste se
presentan los cuales podrían tener un impacto en la personalidad adulta que le sigue.
La preocupación de los adolescentes al comprobar sus capacidades conlleva a la
preocupación de sí mismo, y ésta preocupación se expresa normalmente en un
comportamiento egoísta, asilado o introvertido. Dada una atmósfera de comprensión
familiar y la oportunidad de tener experiencias sociales con compañeros, el
adolescente finalmente resuelve su egocentrismo. Cuando tan favorable ambiente
hace falta, el ajuste egocéntrico puede perdurar y convertirse en la raíz de una
personalidad adulta. Entonces, la resolución en última instancia del proceso de
comprobación yace en el alcance satisfactorio de ajustes heterosociales, sexuales y
vocacionales. Acosados por frustraciones en cada una de éstas áreas, el adolescente
gradualmente extiende su mano hacia experiencias apropiadas a su nivel de madurez
y, a la larga, con madurez total y confianza aumentada, asume responsabilidad por los
ajustes satisfactorios en cada uno de ellos. Los factores que intervienen con el ajuste
adecuado heterosocial y sexual son: el desarrollo físico retrasado, el control restrictivo
de los padres, y sentimientos abrumadores de insuficiencia. El progreso en el ajuste
vocacional puede ser obstaculizado por orientación inadecuada, educación o
experiencia laboral limitada, intervención familiar, falta de interés de parte del
adolescente o de alentamiento de los padres, o la renuencia del individuo de asumir
la responsabilidad de la adultez.
5) Adultos Jóvenes: Con el final de la adolescencia, el proceso de desarrollo del individuo está
completo, y la sociedad lo reconoce como una persona madura. Sin embargo, en varios niveles
de la sociedad, la dependencia del adolescente es prolongada más allá por el mantenimiento
de lazos familiares emocionales y debido a los largos años de educación requeridos para
diversos negocios y carreras profesionales. En general el individuo es considerado un adulto
cuando asume la responsabilidad de tener su propia familia y es capaz de mantenerla
independientemente. Otro criterio importante de la adultez es el ajuste vocacional
satisfactorio. Aunque el adulto joven se enfrenta a un número de crisis que influencian el
desarrollo de su personalidad, sólo algunas pocas de estas experiencias constituyen causas
básicas de un comportamiento anormal. Estas crisis son a menudo causas secundarias o
precipitantes de trastornos de la personalidad que podrían derivarse. El individuo que llega a
la adultez con sentimientos de seguridad y confianza en sus propias habilidades puede
experimentar ansiedad y disturbios en el medio de una crisis pero finalmente la enfrentará
realísticamente y encontrará un ajuste adecuado. Por el otro lado el adulto joven con una
historia de niñez o adolescencia insegura u otro mal ajuste de personalidad, enfrentado por la
misma crisis, puede precipitarse a otro número de trastornos de personalidad como la
depresión, la ansiedad prolongada o desorden psicosomático.
a) Cortejo, matrimonio y la paternidad: ajustes a los problemas de cortejo y matrimonio son
altamente dependientes en las relaciones interpersonales previas del individuo. De
principal importancia en la relaciones con las figuras paternas. La manera y éxito del
individuo en asumir su rol sexual y al relacionarse con el sexo opuesto, son un crecimiento
directo de su identificación con el padre del mismo sexo y la relación con el padre de
distinto sexo. estudios tienden a mostrar que el único factor más predictivo de un cortejo
y matrimonio exitoso es el matrimonio feliz de los padres de la nueva pareja. El
matrimonio es, en efecto, un test emocional de estabilidad y madurez. En un matrimonio
feliz dos personas comparten amor y afección en un sentido seguro y creativo y enfrentan
los problemas ordinarios de manera íntima. Los matrimonios que no son felices deben
considerarse síntomas de debilidad en la personalidad de la pareja. El matrimonio es por
lo tanto la causa de comportamiento anormal y al mismo tiempo la solución a los
problemas de la vida. Un matrimonio infeliz puede sin embargo intensificase y exponer
trastornos de personalidad latentes. Estadísticas indican que en los estados unidos uno de
cada cuatro matrimonios resulta en divorcio y un tercio de los matrimonios restantes son
infelices. Esto revela el grado de desajuste emocional y augura un aumento de alto índice
de desajuste en los niños que estos matrimonios producen. Los factores principales del
mal ajuste son: privación emocional en la niñez, hogares rotos, y preparación inadecuada
para las demandas físicas y emocionales del matrimonio así como sus responsabilidades
socioeconómicas. A esto se le debe agregar las complicaciones de guerra, la escasez de
vivienda, el número cada vez mayor de madres trabajadoras, varias presiones económicas
y las incertidumbres y temores de la vida en la edad atómica. La infelicidad en los
matrimonios se expresa en mal ajustes tales como: desarrollo de enfermedades
psicosomáticas, depresiones, ansiedades, infidelidad, alcoholismo, y el tratamiento cruel
de niños. Otros factores que pueden complicar el matrimonio y contribuir a desórdenes
emocionales son: la incapacidad de tener hijos, sentimientos de miedo y culpa
relacionados con la relación conyugal, embarazos, y la responsabilidad de la paternidad;
diferencias en la expectativa del rol, e inseguridad financiera. Un matrimonio feliz
aumenta sus sentimientos de realización personal y seguridad, permite a los individuos
lidiar más efectivamente con los problemas diarios, y promueve una unidad familiar que
permite el desarrollo feliz de sus hijos.
b) Ajuste vocacional: La naturaleza de nuestra sociedad tan compleja, cambiante, y
tecnológica, hace difícil el problema de seleccionar una vocación para el adulto joven
moderno. En general, la decisión ocupacional en nuestra sociedad es hecha de una o dos
maneras: ya sea que el individuo, habiendo completado su educación secundaria (o
interrumpiéndola) busque por un trabajo principalmente para apoyo económico; o que
haga planes para prepararse a sí mismo en una carrera en particular y tome
entrenamiento avanzado para calificar para ella. Cuando el que busca trabajo está
dispuesto a experimentar y cambiar trabajos en etapas tempranas a su ajuste, hasta que
encuentra una con oportunidades que se relacionan con sus intereses y capacidades, el
ajuste puede ser satisfactorio. Por el otro lado, donde el trabajo es seleccionado por bases
de azar, y las oportunidades de cambio están limitadas por el aumento de las
responsabilidades financieras (matrimonio temprano, dependencia de los padres, etc.), el
resultado quizá sea uno de insatisfacción, fracaso al usar las capacidades personales, y
sentimientos de inferioridad y culpa. La insatisfacción prolongada de trabajo de este tipo
proporciona la raíz para el desarrollo de una serie de transtornos de la personalidad.
Absentismo, accidentes, síntomas físicos y la tensión familiar pueden ser frecuentemente
asociados con un ajuste al trabajo insatisfactorio. Cuando el individuo toma la deicisión de
carrera inteligentemente, asumiendo que hay oportunidades para él en el campo, su
ajuste vocacional le permitirá experimentar satisfacción y realización personal. Tales
decisiones de vocación son comúnmente auxiliadas por recursos de ayuda psicológica y
orientación. Sin embargo, si la decisión es forzada sobre el individuo por demanda
parental, o si está basada en mecanismos neuróticos compensatorios, el ajuste vocacional
es probable que sea pobre y las perturbaciones en la personalidad pueden ser un
resultado. El ajuste vocacional satisfactorio puede ser una fuente de seguridad y fuerza,
compensando varios factores que de otra manera podrían tener un efecto dañino en la
personalidad. El ajuste vocacional pobre puede ser una fuente continua de frustración y la
causa principal de una perturbación grave en la personalidad.
6) Mediana edad: Mientras que este periodo es difícil de delimitar en términos de edad y podría
ser llamado “la edad madura”, puede ser asumido como el tiempo en el que el estatus civil,
vocacional y social del individuo se han vuelto razonablemente fijos hasta el periodo
climatérico o menopausia. Es en esta etapa de la vida donde uno ve el índice más alto de
expresión emocional y enfermedad mental. La distribución de la edad en poblaciones de
pacientes de hospitales y estadísticas de consulta apoyan este punto. A las perturbaciones que
vienen en la mediana edad no se les puede, sin embargo, asignar una sola causa en los
fenómenos físicos y psicológicos en esta etapa de la vida. Es más bien que los cambios que
ocurren hacen posible a las perturbaciones manifestarse en la forma de enfermedades. Las
principales áreas de ajuste a las que el individuo de mediana edad se enfrenta son:
disminución del vigor físico, cambio en la constelación familiar, restricción de la posibilidad de
cambio futuro, y la menopausia o el climaterio.
a) Disminución del vigor físico: Durante la mediana edad, la enfermedad física ocurre con
más frecuencia; la resistencia y la tolerancia al estrés físico son menos abundantes, y
disminuye el potencial sexual. El cómo reaccionará el individuo a éstos cambios depende
de ajustes psicológicos previos, y la reacción puede ser más pertúrbate que el cambio en
sí.
b) Cambio en la constelación familiar: Para cuando el individuo alcanza la mediana edad, sus
padres o parientes cercanos pueden haberse vuelto dependientes o haber muerto; sus
hijos se habrán casado y dejado el hogar; hermanos y hermanas abran crecido y se abrán
ido a distintas regiones. Dichos cambios perturban las raíces familiares de las cuales la
seguridad original del individuo se generó. El individuo que no ha alcanzado una seguridad
personal a través de los ajustes en la adultez puede responder a estos cambios con
enfermedad emocional.
c) Restricción de la posibilidad de un cambio futuro: Durante este periodo el patrón de vida
se ha vuelto tan fijo que existen pocas oportunidades al cambio. La persona de mediana
edad se percata de que está comprometida a un tipo particular de vida. Si no está
satisfecho con lo suyo, usualmente siente que no hay nada que pueda hacer al respecto.
Cualquier expectativa que tiene del futuro no es posible que compense adecuadamente el
presente de infelicidad, y el individuo se puede sentir atrapado. Dichas actitudes son
precipitantes importantes de la enfermedad emocional.
d) Menopausia y climaterio: Esto es comúnmente conocido como “cambio de vida”. Durante
la última parte de la mediana edad, como resultado de cambios específicos en las
glándulas sexuales, el individuo pierde la habilidad de procrear. El impulso sexual y la
habilidad de participar en relaciones sexuales satisfactorias continúa, pero en una
intensidad disminuida. Estos cambios, que son acompañados por ajustes generalizados en
el sistema endocrino, son más dramáticos en la mujer pues causan el cese gradual de la
actividad menstrual. En algunas mujeres, la reacción de éstos cambios es extrema y
pueden incluir depresión severa con agitación y ansiedad, sentimientos abrumadores de
culpa e indignidad, así como intentos de suicidio. Este tipo de reacción es llamada
melancolía envolvente. Cambios más pequeños incluyen la pérdida del autoestima,
sentimientos de futilidad y pesimismo, pérdida de energía y quejas psicosomáticas. En
muchos individuos, sin embargo, reacciones específicas a dichos cambios envolventes son
transitorias y no dramáticas. Falta de visión por parte de la familia a las razones de
cambios de comportamiento en la persona afectada pueden acentuar el problema y
llevarlo a la ruptura de previamente adecuadas relaciones familiares.
7. Vejez: El periodo de edad no puede ser delimitado claramente por la amplia variedad
individual. Actitudes previas, situaciones de vida y vigor físico toman influencia en el ajuste
durante los últimos años de vida. Los problemas principales y causas de trastornos de
personalidad en la vejez son: restricción física severa, dependencia, sentimientos de utilidad
disminuyente, y sentimientos de aislamiento.
a) Restricción física severa: Envejecer puede traer consigo la pérdida de agudeza
sensorial, particularmente en las áreas visual y auditiva, y problemas de movilidad.
Las limitaciones en funcionamientos psicológicos como problemas de memoria y
habilidad de aprendizaje restringida pueden resultar debido a cambios en el tejido
cerebral. Dichos cambios atacan los sentimientos de seguridad del individuo e
intensifican sus niveles de insuficiencia. Los problemas en la agudeza sensorial,
restringiendo la conciencia de los alrededores del individuo, pueden inducir
sentimientos de sospecha y exclusión. Cambios severos en el cerebro pueden atraer
consigo comportamientos psicóticos.
b) Dependencia: En esta etapa de la vida hay comúnmente un estado forzado de
dependencia física, social y económica, que puede ser complicada gradualmente por
sentimientos de rechazo y pueden resultar en el uso de patrones infantiles como el
mal humor, la búsqueda de atención y la terquedad.
c) Sentimientos de utilidad disminuyente: Para tanto mujeres como hombres, este
periodo reduce las áreas de vida en las que el individuo se siente capaz de ser una útil
contribución a los demás. La familia y las responsabilidades vocacionales están
usualmente detrás de ello, y, al menos que las actividades vocacionales en la forma
de hobbies, o responsabilidades menores (como el cuidado de niños) sean
proporcionadas, un sentimiento de vacío y futilidad se puede desarrollar. La persona
podría “morir” psicológicamente, incluso físicamente, porque no hay nada más que
puedan hacer.
d) Sentimientos de aislamiento: La pérdida de amigos de toda la vida, movilidad
restringida, y los ingresos limitados sirven para aislar al individuo de edad avanzada
de las relaciones sociales. Si su vida ha estado relativamente vacía de actividades
culturales, o si no tiene o no quiere tomar refugio en leer o algún otro hobby, el
ajuste emocional efectivo será muy difícil de conseguir.

C. Factores culturales
Además de las condiciones extremas de estrés ambiental, los factores culturales raramente son
causas principales de psicopatologías. Dichos factores son más probables de proporcionar un
escenario para la precipitación de molestias emocionales o de determinar la naturaleza de los
síntomas antes de causar la enfermedad.

1. Comportamiento anormal en grupos culturales: No hay evidencia de que algún grupo


cultural o étnico tenga una propensión a enfermedades mentales. Sin embargo, hay
evidencia de que cuando una enfermedad mental se desarrolla en cierto grupo, hay mayor
tendencia a cierto tipo de enfermedad que a cualquier otro. De este modo, por ejemplo, la
esquizofrenia tiende a ser más característica de una sociedad civilizada más que de una
primitiva. También, comparada con las normas de otros grupos étnicos, la incidencia del
alcoholismo es más alta en poblaciones irlandesas, mientras que la incidencia de psicosis
maniaco-depresiva es más grande en Nueva Zelanda. Los específicos factores dinámicos (o
constitucionales) que producen estas diferencias no son claramente entendidos aún.
2. Prácticas de crianza de hijos: Quizá la manera más notable en que las culturas difieren es
con respecto a las prácticas de crianza de hijos y la difusión de información de sexo,
preparación al matrimonio, y las relaciones de autoridad en la significancia del desarrollo
de la personalidad. Una cultura en la que el hogar y el sistema escolares enfaticen una
rígida relación autoritaria entre niños y adultos tiene a contribuir más a la supresión y
represión de respuestas del desarrollo normales. En dicho medio, uno esperaría encontrar
personalidades adultas agresivas, notablemente retiradas. El ajuste a la sexualidad es
claramente influenciado por las prácticas de sexualidad en la niñez, las cuales son
generalmente fijas dentro de las costumbres culturales. Las diferencias en la crianza de
hijos son, sin embargo, reducidas por la comunicación en masa y otros intercambios de
conocimiento actuales.
3. Sistemas de valores: El desarrollo de la personalidad y el carácter tiende a ser reconocido a
través de los estándares principales y valores expuestos por el ambiente cultural. Valores
conflictivos dentro de la cultura del individuo o dentro de diferentes culturas puedes ser
expuestos y generar ciertos problemas de adaptación. Los conflictos del sistema de
valores que enfrentan muchos niños en la sociedad, que podrían tener un impacto serio
en el desarrollo de su personalidad son: diferencias de valores morales enseñados en casa,
en la escuela y en la iglesia, y aquellos practicados por adultos en la sociedad; una
discrepancia notable entre lo que se quiere y la realidad; y la supresión y gratificación
retrasada de deseos normales.
a) Diferencias de valores morales aprendidos y practicados: Este conflicto amenaza la
seguridad básica del niño, causa pérdida de autoestima y respeto por las figuras
autoritarias en la sociedad, y puede llevar a un comportamiento producido por la
culpa.
b) Discrepancia entre lo que se quiere y la realidad: El individuo en desarrollo en la
sociedad está expuesto a descripciones de la vida fantasiosas y agradables en
publicidad, revistas, periódicos, la televisión y el cine. La discrepancia entre estas
descripciones y la vida que el individuo está realmente llevando es tan grande que
éste puede desarrollar sentimientos crónicos de insatisfacción y un sentido
abrumador de estrés competitivo, y puede, de este modo, adoptar aspiraciones
irrealistas e inalcanzables.
c) Supresión y gratificación retrasada: En un ambiente cultural tan complejo como la
sociedad americana, es necesario instituir control sobre la expresión de deseos
que en sociedades más simples se requiere menos. Esto afecta particularmente al
grupo de adolescentes en nuestra cultura, quienes encuentran sus deseos en la
independencia económica, la actividad heterosexual y la libertad del control
adulto retrasado. La falta de estos controles, sin embargo, crearía problemas aún
más grandes pues resultaría en delincuencia e irresponsabilidad.
4. Factores tecnológicos y económicos que crean estrés: En una sociedad altamente
industrializada y urbanizada hay muchos factores que pueden contribuir a perturbaciones
en la personalidad. Los más significativos son: las condiciones de trabajo y hogar,
movilidad de unidades familiares y la disponibilidad de necesidades básicas.
a) Condiciones de trabajo y el hogar: Condiciones extremadamente desagradables o
de explotación en el trabajo puede interferir con el desarrollo normal de la
personalidad al disminuir el autoestima, producir frustración intolerable y
brindando tiempo limitado en la recreación de la vida familiar.
b) Movilidad de unidades familiares: La transportación mejorada y facilitación de la
comunicación destruye el concepto de estabilidad y “raíz” familiar. La mudanza
frecuente puede crear tensiones psicológicas que incapaciten el desarrollo de la
personalidad.
c) Disponibilidad de necesidades básicas: En el margen de cualquier sociedad, existen
grupos de personas que encuentran difícil el brindarse a si mismos las necesidades
básicas de la vida. Bajo dichas condiciones, donde toda la atención se centra en en
sobrevivir, hay poco tiempo y energía disponibles para proveer apoyo psicológico
en la unidad familiar.
5. Problemas de las minoría: El individuo normalmente debería tener la oportunidad de
desarrollar su autoestima a través de la interacción con otras personas en su medio social.
En algunos casos en grupos de minoría se crean obstáculos para el desarrollo de la
personalidad. Los prejuicios y el comportamiento discriminatorio conllevan a sentimientos
de inferioridad e inseguridad, que pueden ser compensados con agresión o
comportamiento delincuente.
6. Eventos catastróficos: El efecto traumático psicológico de cualquier desastre es
dependiente de la estabilidad emocional de individuo y su historia de vida.

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