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SENTENCIA CONSTITUCIONAL

PLURINACIONAL 0250/2021-S4
Fecha:  17-Jun-2021

SENTENCIA CONSTITUCIONAL
PLURINACIONAL 0250/2021-S4
Sucre, 17 de junio de 2021
SALA CUARTA ESPECIALIZADA
Magistrado Relator:  Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano
Acción de amparo constitucional
Expediente:                35023-2020-71-AAC
Departamento:          Santa Cruz
En revisión la Resolución 19/2020 de 17 de marzo, cursante de fs. 2653 a 2659,
pronunciada dentro de la acción de amparo constitucional interpuesta
por Alexander Cabral Duran, en representación de la Empresa Inversiones Sucre
Sociedad Anónima (S.A.) “I.S.S.A” contra Zenon Edmundo Rodriguez
Zeballos, Sigfrido Soleto Gualoa, Walter Pérez Lora y Julio Nelson Alba Flores,
ex y actuales Vocales de la Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental de
Justicia de Santa Cruz.
I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA
I.1. Contenido de la demanda
Por memorial presentado el 21 de febrero de 2020, cursante de fs. 2580 a 2594, el
accionante expuso los siguientes argumentos de hecho y de derecho:
I.1.1. Hechos que motivan la acción
Dentro del proceso penal iniciado por José Luis Tuddo Martinez en representación
legal de la Empresa Inversiones Sucre S.A. “I.S.S.A” –a la que ahora representa–
contra Lecxyn Menacho Paz, Jerry William Martinez Jordán, Ricardo Fresco Callau
y otros, por la presunta comisión de los delitos de estafa, uso de instrumento
falsificado, asociación delictuosa y enriquecimiento ilícito de particulares con
afectación al Estado, fue emitida acusación formal recayendo el proceso ante el
Tribunal de Sentencia Penal Décimo Segundo del Tribunal Departamental de Justicia
de Santa Cruz, instancia en la que tres de los procesados interpusieron excepción de
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, declarándose
probadas dos de ellas, resoluciones que fueron objeto de apelación por parte de la
empresa querellante y el Ministerio Público, habiendo sido resueltas por la Sala
Penal Tercera del mismo departamento, conformada por los Vocales ahora
demandados, quienes declararon probados los “incidentes” a través de Auto de Vista
de 18 de junio de 2019, incurriendo en una serie de ilegalidades.
Añadió que Lecxyn Menacho Paz y Jerry William Martinez Jordán, interpusieron la
excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso
estableciendo que, el primer acto del proceso fue el inicio de investigaciones,
señalando la primera el “23 de mayo de 2014” y el segundo el “31 de enero de igual
año”; no obstante, el Tribunal de primera instancia estableció que el inicio del
proceso fue la denuncia sentada el 30 de enero de 2014, lo que conllevó en
incongruencia entre lo solicitado y lo resuelto, al haberse apartado de la petición
efectuada por estos y resolver de forma ultrapetita el inicio de las investigaciones. No
obstante de ello, los acusados tampoco acompañaron prueba que demuestre el primer
acto del procedimiento conforme prevé el art. 133 del Código de Procedimiento
Penal (CPP), no pudiéndose presumir que los mismos se encuentran en obrados si no
fueron ofrecidos, aspectos que no se corrigieron por parte de los Vocales ahora
demandados.
Refirió que los excepcionistas tampoco demostraron que fueron declarados rebeldes
dentro del proceso penal de referencia ni desvirtuaron ninguno de los requisitos que
suspenden el término de la prescripción, siendo que la carga de la prueba
corresponde a los que interponen la excepción, incumpliendo de esta forma con el
art. 133 del CPP, ya que tampoco presentaron ni ofrecieron prueba documental
alguna que respalde su posición, debido a que, solo se limitaron a referir los actuados
mediante un recuadro, sin ofrecerlos y acompañarlos para que el Tribunal pueda foja
a foja analizarla emitiendo una decisión imparcial dilucidando si hubo o no dilación,
aspecto que de ninguna manera puede ser susceptible de convalidación, ya que no es
posible que, el Tribunal de primera instancia y el de alzada, supongan que la
identificación de los actuados realizados concuerda con las piezas procesales,
resultando imperante que sea demostrada objetivamente por quienes interpusieron la
excepción; por lo que, no es posible fundar un incidente sin elementos probatorios
que demuestren donde ocurrió la dilación y a quién es atribuible.
Asimismo, refierió que si bien los acusados acompañaron la SCP 0275/2016-S2 de
23 de marzo, en la que se dispuso que debe aplicarse el art. 130 de la norma adejetiva
penal, relativa a la suspensión de plazos por vacaciones judiciales no resultando
factible el cómputo de días hábiles, debiendo solo descontarse la primera; no
obstante, la SCP 910/2019-S4 de 16 de octubre “modula” la línea poniendo en
vigencia nuevamente que deben descotarse los feriados y días inhábiles; precedente
que también establece que no procede la excepción de extinción de la acción penal
por duración máxima del proceso, si no se acreditó haber tenido una participación
activa dentro del proceso, reclamando en su oportunidad el incumplimiento de los
plazos procesales que ahora demanda, aspecto inobservado por los excepcionistas, ya
que si bien manifestaron sobre actos dilatorios atribuibles al Ministerio Público y
autoridades judiciales, no señalaron cuál fue el comportamiento que ellos tuvieron en
el proceso, si presentaron algún memorial solicitando la prosecución del proceso, la
realización de alguna audiencia o la celeridad en la investigación, ya que tampoco se
evidencia reclamo alguno por el cumplimiento de los plazos procesales; toda vez
que, si bien intentan realizar una especie de auditoría del proceso, esta adolece de
fallas, debido a que consignan determinadas actuaciones; empero, no indicaron por
qué las mismas constituyen dilación o por qué la autoridad judicial o el Ministerio
Público incurrió en dilación, pues tampoco establecieron el plazo de la supuesta
dilación, manifestando simplemente que sobrepasó un año, un mes y veinticuatro
días.
Tampoco se consideró el grado de complejidad que conllevó la tramitación de la
causa con 18 denunciados, lo que inviabiliza la extinción de la acción penal por el
solo transcurso del tiempo, al revestir el caso complejidad en su investigación y
juzgamiento, ya que la estafa generada a la empresa querellante tiene afectación
estatal; toda vez que, la Fábrica Nacional de Cemento (FANCESA S.A.) tiene como
copropietarias estatales al Gobierno Autónomo Municipal de Sucre, Universidad San
Francisco Xavier de Chuquisaca y Corporación Boliviana de Fomento (CBF)
posteriormente transferida a Sociedad Boliviana de Cemento (SOBOCE S.A); por lo
que, existió daño económico al Estado en un monto de diez millones de bolivianos,
tornando los delitos imprescriptibles.
Aspectos que fueron denunciados ante el Tribunal de alzada; sin embargo, no fueron
corregidos ni atendidos por dicha instancia, omitiendo sanear procedimiento,
emitiendo un fallo ultrapetita fuera de lugar sin la debida fundamentación y
motivación, apartándose de los marcos de razonabilidad, ya que tampoco
consideraron que las dilaciones emergieron de las acefalias existentes en el Tribunal
de Sentencia Penal Décimo Segundo del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz y que lógicamente incidieron en que se dilate y demore el proceso penal, lo cual
no puede ser atribuido a los acusados ni al referido Tribunal; por lo que, no
correspondía extinguir el proceso en favor de los solicitantes, conforme lo dictamino
el Voto Disidente efectuado por Lilian Zabala Zambrana, jueza de dicho Tribunal,
quien al respecto también realizo precisiones respecto a la complejidad del caso.
Finalmente, señalaron que el Tribunal de alzada tomo aspectos totalmente distintos a
lo solicitado por los excepcionistas, ya que estos interpusieron una excepción; no
obstante, los Vocales ahora demandados declararon probado el “incidente” de
extinción de la acción penal, por duración máxima del proceso, cuando correspondia
resolver la excepción.
I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados
El impetrante de tutela denunció lesión al debido proceso en su vertiente de
fundamentación, motivación y congruencia, seguridad jurídica, acceso a una justicia
plural, pronta, oportuna, transparente y sin dilaciones, igualdad y a ser oído; y los
principios fundamentales procesales de transparencia, probidad, legalidad, verdad
material e igualdad de las partes, citando al efecto los arts. 115, 117, 119, 120, 178 y
180 de la Constitución Política del Estado (CPE).
I.1.3. Petitorio
Solicitó se conceda la tutela impetrada y en consecuencia se disponga la revocatoria
o la nulidad del Auto de Vista de 18 de junio de 2019, emitido por los ex Vocales de
la Sala Penal Tercera del Tribunal Departamental de Santa Cruz, que declararon
“probado el incidente de extinción de la acción penal por duración máxima del
proceso y no resuelve la excepción de extinción de la acción penal por duración
máxima del proceso interpuesto por Lecxyn Menacho Paz y Jerry William Martinez
Jordán” (sic), y dispongan que dicha Sala a través de las nuevas autoridades
judiciales realicen una adecuada compulsa declarando improbada la aludida
excepción, además de resolver todos los puntos apelados por la institución que
representa, debiendo referirse a la falta de prueba por parte de los que interpusieron
el incidente.
I.2. Audiencia y Resolución de la Sala Constitucional
Celebrada la audiencia pública el 17 de marzo de 2020, según consta en el acta
cursante de fs. 2647 a 2653, presente la parte accionante; y, Lecxyn Menacho Paz,
Jerry William Martínez Jordán acompañado de su representante legal y Pablo
Montenegro Monasterio en representación de la Procuraduría General del Estado –
como terceros interesados–; y, en ausencia de los Vocales ahora demandados se
produjeron los siguientes actuados:
I.2.1. Ratificación y ampliación de la acción
La parte solicitante de tutela a través de su abogado, ratificó los fundamentos de la
acción de amparo constitucional, señalando que: a) Los Vocales ahora demandados
resolvieron algo no solicitado, ya que los acusados –hoy terceros interesados–
interpusieron excepciones de extinción de la acción penal por duración máxima del
proceso; no obstante, el Tribunal de alzada resolvió un incidente, existiendo una
amplia diferencia entre excepción e incidente; b) El primer acto del proceso es la
denuncia o querella, realizada el 30 de mayo de 2014; por lo que, lo expuesto por los
excepcionistas no estaría a derecho, habiendo equivocado el procedimiento, no solo
en realizar la auditoria de los plazos sino de las etapas procesales que hubieran
transcurrido para demostrar los tres años; y, c) El Auto de Vista emitido por el
Tribunal de alzada, jamás realizó fundamentación referente a la prescripción,
solamente señaló que no existe prescripción de la acción conforme el art. 123 de la
CPE.
I.2.2. Informe de las autoridades demandadas
“Walter Pérez Lora, Julio Nelson Alba Flores; actuales” y “Zenón Rodríguez
Zeballos, Sigfrido Soleto Gualoa; ex” todos Vocales de la Sala Penal Tercera del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, respectivamente; no presentaron
informe escrito tampoco se presentaron en audiencia, pese a sus legales
notificaciones cursantes de fs. 2616 a 2620 de obrados.
I.2.3. Intervención de los terceros interesados
Lecxyn Menacho Paz y Jerry William Martinez Jordán, a través de su representante
legal señalaron que: 1) En primera instancia fue resuelta la excepción interpuesta en
el siguiente sentido “fundada la excepción” y el alzada se resolvió “probado el
incidente”, consignación que no trastoca el principio de congruencia, como pretende
confundir el accionante, debido a que el art. 308 del CPP, modificado por el art. 8 de
la –Ley 586 de 30 de octubre de 2014–, establece taxativamente excepciones,
señalando que las partes pueden oponerse a la acción penal mediante excepciones de
previo y especial pronunciamiento, disponiendo un catálogo de excepciones,
consignado en el numeral 4, la extinción de la acción penal conforme los arts. 27 y
28 del CPP, en cuya parte final el art. 308 de la misma norma adjetiva penal
establece que la tramitación debe realizarse conforme prevé el art. 314 del adjetivo
penal modificado por el art. 8 de la Ley 586, que establece claramente que las
excepciones se tramitarán por la vía incidental; 2) Presentaron una excepción de
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso no así una
prescripción, siendo diferentes ambos institutos; 3) El Tribunal Supremo de Justicia a
través del Auto Supremo 901/2016 de 15 de noviembre, dispuso ciertos requisitos
que deben ser cumplidos por quienes pretenden solicitar una extinción de la acción
penal, como ser establecer el tiempo, identificar a quien es imputable la mora,
haciendo las deducciones de las vacaciones y los feriados, aspectos que fueron
debidamente cumplidos y acreditados a través de una auditoria jurídica, que fue
valorada resultando de ello la extinción bajo la lógica de que el proceso se extendió
por cuatro años, cinco meses y diecisiete días, sin ningún tipo de justificativo; 4) De
la auditoría realizada, se puede verificar que el 31 de enero de 2014, el Ministerio
Público informó al control jurisdiccional el inicio de las investigaciones, habiéndose
ampliado la investigación en contra de los acusados hoy terceros interesados el 23 de
mayo de igual año, razón por la que se realizó una explicación de fechas de cuándo
fue iniciado y cuándo ampliado contra estos; y, 5) Finalmente, señalaron que la
resolución emitida se encuentra enmarcada en derecho, donde se valoró
adecuadamente la prueba; por lo que, solicitaron se deniegue la tutela impetrada.
Pablo Montenegro Monasterio, en representación de la Procuraduría General del
Estado, solicitó dar cumplimiento al art. 29 bis del CPP, por cuanto los delitos que
atentan contra el patrimonio del Estado y causen daño económico son
imprescriptibles y no admiten régimen de inmunidad, razón por la cual impetró hacer
prevalecer los intereses del Estado y no se cause más daño económico, debiendo
observarse la normativa aludida y el art. 112 de la CPE.
I.2.4. Resolución
La Sala Constitucional Cuarta del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz,
mediante Resolución 19/2020 de 17 de marzo, cursante de fs. 2653 a 2659, denegó la
tutela impetrada ; con base a los siguientes fundamentos: i) Conforme el art. 133 del
CPP, la extinción de la acción penal se promueve tanto por las partes, como por el
Juez a cargo de la causa; por lo que, los argumentos vertidos en su contexto no
podrían encontrarse sujetos al principio de supra petita y ultra petita; es decir, bajo el
pedido de las partes; toda vez que, al poder ser generado de oficio puede tener un
carácter de criterio y valoración por parte del Tribunal hoy demandado, ajeno al
formulado por las partes; ii) El caso analizado tuvo una duración de cinco años; es
decir, dos más de lo establecido por ley, lo que conlleva a sopesar que el
razonamiento efectuado por el Tribunal ahora demandado, a partir de su
considerando cuarto, ha sido correcto y evidente de acuerdo a los datos del proceso,
debiendo aclararse que lo que alude el impetrante de tutela respecto a que se hubiera
interpuesto una excepción y se resolvió un incidente, resulta una “exquisitez
jurídica” más allá de lo razonable, debido a que se trate de una excepción o un
incidente los efectos que se tramitan son los mismos; iii) Respecto a que no se
presentó prueba y que no se cumplió con los requisitos para su viabilidad, dicha
reclamación no fue denunciada en la apelación; siendo unánime el criterio de dicho
Tribunal que el cuaderno procesal al que refieren los terceros interesados constituye
la prueba a la que el Juez puede acudir; y, iv) Respecto a lo vertido por el solicitante
de tutela y la Procuraduría General del Estado de que los delitos fueran
imprescriptibles, la “Corte Interamericana de Justicia” estableció los alcances de la
aplicación del art. 111 y 112 de la CPE, indicando que debe existir una interpretación
global de la Norma Fundamental y no del artículo en particular, dado que todos los
procesos deben culminar en un plazo razonable; por lo que, en el caso el Tribunal
ahora demandado valoró adecuadamente el proceso estableciendo que tuvo una
duración excesiva para su conclusión.

II. CONCLUSIONES
De la revisión y compulsa de los antecedentes que cursan en obrados, se establece lo
siguiente:
II.1.    Cursa Auto Interlocutorio 148/2018 de 10 de diciembre, por el que el Tribunal
de Sentencia Penal Décimo Segundo del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz, declaró fundada la excepción de extinción de la acción penal por duración
máxima del proceso planteados por Lecxyn Menacho Paz y Jerry William Martinez
Jordán, disponiendo el archivo de obrados; por lo que una vez ejecutoriada la
resolución, dispuso dejar sin efecto las medidas cautelares de carácter personal o real
que se hubieran establecido en su contra (fs. 2266 a 2270).
II.2.    Mediante memorial de 31 de enero de 2019, Ronald Yhasmany Trigo
Ledezma, en representación de la Empresa Inversiones Sucre S.A. “I.S.S.A”
interpuso recurso de apelación contra el Auto Interlocutorio 148/2018 de 10 de
diciembre, denunciando en lo principal falta de fundamentación y motivación,
respecto a la falta de prueba en la que fue basada la resolución de primera instancia,
inobservancia de la complejidad del caso, imprescriptibilidad de los delitos de la Ley
de Lucha Contra la Corrupción, Enriquecimiento Ilícito e Investigación de Fortunas
"Marcelo Quiroga Santa Cruz" –Ley 004 de 31 de marzo de 2010– y acefalias
existentes en el Tribunal de origen, bajo el argumento que la extinción de la acción
penal, por duración máxima del proceso no puede limitarse al simple computo
aritmético con relación al tiempo trascurrido, sino que resulta imprescindible valorar
todos los factores que incidieron en el transcurso del proceso, situación que los
Jueces habían inobservado (fs. 2387 a 2398).
II.3.    Consta Auto de Vista 81 de 18 de junio de 2019; por el que, los Vocales ahora
demandados, declararon improcedentes los recursos de apelación interpuestos por
Ronald Trigo Ledezma, en representación de la Empresa Inversiones Sucre
S.A.”I.S.S.A”, Ministerio Público y Procuraduría General del Estado contra el Auto
Interlocutorio de 10 de diciembre de 2018, que resolvió declarar probados los
incidentes de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso
interpuestos por Lecxyn Menacho Paz y Jerry William Martinez Jordán, que fue
notificado al apelante el 10 de julio de 2019, quién presentó solicitud de
complementación y enmienda la misma fecha, mereciendo el Auto de 12 del mes y
año referidos, por el que el Tribunal de alzada resolvió no ha lugar la solicitud
efectuada, fallo que fue puesto a conocimiento del prenombrado el 22 de agosto del
aludido año (fs. 2513 a 2519, 2522, 2527 a 2528, 2529 a 2534 y 2538).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO
El solicitante de tutela denunció lesión al debido proceso en su vertiente de
fundamentación, motivación y congruencia, seguridad jurídica, acceso a una justicia
plural, pronta, oportuna, transparente y sin dilaciones, igualdad y a ser oído; y los
principios fundamentales procesales de transparencia, probidad, legalidad, verdad
material e igualdad de las partes; alegando que los Vocales ahora demandados a
momento de emitir el Auto de Vista de 81 de 18 de junio de 2019, incurrieron en
falta de fundamentación, motivación y congruencia; toda vez que: a) Establecieron
de forma ultrapetita que el primer acto del proceso fue realizado el 30 de enero de
2014, cuando los excepcionistas tomaron como parámetro el aviso de investigaciones
al juez cautelar señalando como fechas el 23 de mayo de 2014 y el 31 de enero de
igual año; b) Su determinación no fue sustentada en prueba objetiva, debido a que los
excepcionistas se limitaron a realizar un recuadro de los actos procesales, sin aportar
prueba que evidencie la existencia de actos dilatorios; máxime, cuando tampoco
identificaron en que fojas del cuaderno de investigación se
encuentran; c) Inobservaron el cumplimiento del art. 133 del CPP, debido a que no
consideraron que los excepcionistas no demostraron que jamás fueron declarados
rebeldes dentro del proceso penal ni desvirtuaron ninguno de los requisitos que
suspenden el término de la prescripción; d) No consideraron que la SCP 910/2019-
S4 de 16 de octubre, puso nuevamente en vigencia que deben descontarse los
feriados y días inhábiles; precedente que también establece que no procede la
excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, si no se
acredito haber tenido una participación activa dentro del proceso, reclamando en su
oportunidad el incumplimiento de los plazos procesales que se reclama; e) No
emitieron pronunciamiento respecto a la complejidad del caso ni consideraron que
los delitos son imprescriptibles; por lo que, no operaba la excepción de extinción de
la acción penal por duración máxima del proceso; y, f) Los procesados interpusieron
una excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso y las
autoridades ahora demandadas resolvieron un incidente, existiendo diferencia entre
ambos –excepción e incidente–.
En consecuencia, corresponde dilucidar en revisión, si tales argumentos son
evidentes a fin de conceder o no la tutela solicitada.
III.1.  Subsidiariedad de la acción de amparo constitucional
La acción de amparo constitucional se encuentra instituida en el art. 128 de la CPE,
que establece: “La Acción de Amparo Constitucional tendrá lugar contra actos u
omisiones ilegales o indebidos de los servidores públicos, o de persona individual o
colectiva, que restrinjan, supriman o amenacen restringir o suprimir los derechos
reconocidos por la Constitución y la ley”. A su vez el art. 129.I del referido texto
constitucional, resalta que: “La Acción de Amparo Constitucional se interpondrá por
la persona que se crea afectada, por otra a su nombre con poder suficiente o por la
autoridad correspondiente de acuerdo con la Constitución, ante cualquier juez o
tribunal competente, siempre que no exista otro medio o recurso legal para la
protección inmediata de los derechos y garantías restringidos, suprimidos o
amenazados”; en consecuencia, la Constitución Política del Estado dispone que esta
acción como mecanismo de protección, poniéndola al alcance de toda persona que
sufra vulneración a sus derechos reconocidos en la norma suprema, siendo su objeto
principal el restablecimiento inmediato y efectivo de los derechos y garantías que
puedan estar siendo vulnerados (restringidos, suprimidos o amenazados);
procediendo dicho mecanismo siempre y cuando el ordenamiento jurídico ordinario
no prevea un medio idóneo y expedito para reparar la lesión producida.
En este sentido la SC 0428/2010-R de 28 de junio, sobre la acción de amparo
constitucional y sus características ha establecido que: “…esta acción por mandato
del art. 19. V de la CPE abrg y 129. I de la CPE, se caracteriza por la vigencia del
principio de subsidiaridad, toda vez que este mecanismo no sustituye las otras vías o
mecanismos legales que las leyes confieren a los afectados para restituir los
derechos fundamentales afectados.
Siguiendo una interpretación bajo el criterio de ʽunidad constitucionalʼ y a la luz de
la problemática concreta, se establece que el principio de subsidiaridad de la acción
de amparo constitucional, encuentra sustento en la ingeniería constitucional
establecida por el Constituyente para el órgano judicial, en ese contexto, la
jurisdicción ordinaria tiene la finalidad de administrar justicia al amparo del
principio de unidad jurisdiccional plasmado en el art. 179.I de la CPE; por su parte,
la justicia constitucional, tiene como misión garantizar el respeto a la Constitución y
la vigencia plena de los Derechos Fundamentales. Lo expresado precedentemente,
implica que la justicia ordinaria resuelve conflictos con relevancia social y
garantiza así la tan ansiada paz social, asimismo, la justicia constitucional en
relación a la primera, es garante de los derechos fundamentales cuando estos han
sido vulnerados en sede judicial ordinaria. El postulado antes señalado tiene gran
relevancia ya que el juez o tribunal ordinario, no es solamente garante de la
legalidad, sino que en su función de administrador de justicia, es también garante de
derechos fundamentales, por tal razón, solamente en caso de incumplir este rol,
puede operar la tutela constitucional, ya que de lo contrario y de no agotarse todos
los medios procesales para el resguardo de los mismos en sede jurisdiccional
ordinaria, se tendrían justicias con roles paralelos, equivocando así el verdadero
sentido de la justicia constitucional y ocasionándose incoherencias jurídicas que
afecten los cimientos propios de la justicia ordinaria y constitucional.
Por lo expuesto, se colige que el amparo constitucional ha sido instituido por el art.
19 de la CPE abrg, y consagrado en el art. 128 de la CPE, como un recurso
extraordinario que otorga protección inmediata contra los actos ilegales y las
omisiones indebidas de funcionarios o particulares que restrinjan, supriman, o
amenacen restringir o suprimir derechos y garantías fundamentales de la persona
reconocidos por la Constitución y las leyes, siempre que no hubiere otro medio o
recurso legal para la protección inmediata de esos derechos y garantías. En ese
sentido, la jurisprudencia constitucional ha establecido que el amparo tiene como
características esenciales: la subsidiariedad y la inmediatez, entendiéndose la
primera como el requisito de haber agotado todas las instancias y medios legales
idóneos antes de interponer el recurso, pues la tutela que brinda el amparo
constitucional está referida a los casos en que han sido agotados los medios que la
ley otorga para tal objeto, puesto que dicho recurso tiene como característica la
subsidiariedad y no puede ser utilizado como un mecanismo alternativo o sustitutivo
de protección, hecho que desnaturalizaría su esencia”.
Asimismo, el Tribunal Constitucional mediante la SC 1337/2003-R de 15 de
septiembre, con respecto al principio de subsidiariedad, dispuso que: “…no podrá
ser interpuesta esta acción extraordinaria, mientras no se haya hecho uso de los
recursos ordinarios o administrativos y, en caso de haber utilizado los mismos
deberán ser agotados dentro de ese proceso o vía legal, sea judicial o
administrativa, salvo que la restricción o supresión de los derechos y garantías
constitucionales ocasione perjuicio irremediable e irreparable.
Que, de ese entendimiento jurisprudencial, se extraen las siguientes reglas y sub
reglas de improcedencia de amparo por subsidiariedad cuando: 1) las autoridades
judiciales o administrativas no han tenido la posibilidad de pronunciarse sobre un
asunto porque la parte no ha utilizado un medio de defensa ni ha planteado recurso
alguno, así: a) cuando en su oportunidad y en plazo legal no se planteó un recurso o
medio de impugnación y b) cuando no se utilizó un medio de defensa previsto en el
ordenamiento jurídico; y 2) las autoridades judiciales o administrativas pudieron
haber tenido o tienen la posibilidad de pronunciarse, porque la parte utilizó
recursos y medios de defensa, así: a) cuando se planteó el recurso pero de manera
incorrecta, que se daría en casos de planteamientos extemporáneos o equivocados y
b) cuando se utilizó un medio de defensa útil y procedente para la defensa de un
derecho, pero en su trámite el mismo no se agotó, estando al momento de la
interposición y tramitación del amparo, pendiente de resolución. Ambos casos, se
excluyen de la excepción al principio de subsidiaridad, que se da cuando la
restricción o supresión de los derechos y garantías constitucionales denunciados,
ocasionen perjuicio irremediable e irreparable, en cuya situación y de manera
excepcional, procede la tutela demandada, aún existan otros medios de defensa y
recursos pendientes de resolución”.
III.2.  El debido proceso en sus elementos fundamentación y motivación de las
resoluciones del Tribunal de alzada
La SCP 1217/2015-S2 de 12 de noviembre, señaló que: “La jurisprudencia
constitucional que es uniforme, ha establecido a través de sus entendimientos
ampliamente desarrollados, que es imprescindible e ineludible el deber que tienen
las autoridades sean judiciales o administrativas, de fundamentar y motivar las
resoluciones que emiten, al constituir un elemento del debido proceso derecho
fundamental reconocido y consagrado no solo por el orden constitucional interno,
sino también por los Instrumentos Internacionales. Esta exigencia, también debe ser
cumplida por el tribunal de alzada a momento de emitir sus resoluciones resolviendo
en esa instancia los agravios expuestos en los recursos de apelación planteados. Así
la SCP 0781/2015 de 15 de julio: estableció: “La obligación de fundamentar las
resoluciones también es aplicable a las resoluciones que resuelven apelaciones, así
la SC 0040/2007-R de 31 de enero, haciendo referencia a la SC 0577/2004-R de 15
de abril, indicó que: ‘Esta exigencia de fundamentar las decisiones, se torna aún
más relevante cuando el Juez o Tribunal debe resolver en apelación la
impugnación de las resoluciones pronunciadas por las autoridades de primera
instancia; (…), es imprescindible que dichas Resoluciones sean suficientemente
motivadas y expongan con claridad las razones y fundamentos legales que las
sustentan y que permitan concluir, que la determinación sobre la existencia o
inexistencia del agravio sufrido fue el resultado de una correcta y objetiva
valoración de las pruebas, del mismo modo que se exige al apelante cumplir con la
obligación de fundamentar los agravios; por cuanto, en la medida en que las
resoluciones contengan los fundamentos de hecho y de derecho, el demandado
tendrá la certeza de que la decisión adoptada es justa; por lo que no le esta permito
a un Juez o Tribunal, reemplazar la fundamentación por la relación de antecedentes,
la mención de los requerimientos de las partes o hacer alusión de que el Juez de
instancia obró conforme a derecho, (…); con mayor razón, si se tiene en cuenta que
el contar con una Resolución debidamente fundamentada y motivada es un derecho
fundamental de la persona y forma parte del debido proceso…”.
Como uno de los elementos conformadores del debido proceso, es la
fundamentación y motivación que debe contener toda resolución que se emita sea
judicial o administrativa, pues es deber de la autoridad que la dicte el cumplir con
la explicación y especificación de forma expresa de las razones o motivos por los
que adopta una determinación; obligación ineludible que también es aplicable a las
resoluciones que resuelven apelaciones, la que no requiere que sea ampulosa o
extensa, sino que sea clara y que explique el porqué de la razón de su decisión.”
III.3.  La extinción de la acción penal por el transcurso del tiempo
La SCP 0289/2020-S4 de 27 de julio, al respecto precisó que: “La norma prevista
por el art. 133 del CPP, establece que todo proceso tendrá una duración
máxima  de tres años contados desde el primer acto del procedimiento, salvo caso
de rebeldía; por su parte el art. 27 inc. 10) del mismo cuerpo legal, determina que la
acción penal se extingue por vencimiento del plazo máximo de duración del proceso;
sin embargo, el computo del plazo no es supeditado única y exclusivamente al
transcurso del tiempo, así fue desarrollado por la jurisprudencia constitucional
citando al efecto la SC 1042/2005-R de 5 de septiembre, concluye que: ‘Es
importante recordar que la extinción del proceso penal por mora judicial tiene su
base de sustentación en el derecho que tiene toda persona procesada penalmente a
un proceso sin dilaciones indebidas, un derecho que forma parte de las garantías
mínimas del debido proceso, consagrado por el art. 14.3.c) del Pacto Internacional
de Derecho Civiles y Políticos y, art. 8.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos como un derecho a un proceso dentro de un plazo razonable,
instrumentos normativos que forman parte del bloque de constitucionalidad,
conforme ha determinado este Tribunal en su amplia jurisprudencia.
Empero, conforme ha definido este Tribunal Constitucional en su SC 0101/2004 y su
AC 0079/2004- ECA, la determinación de la extinción debe responder a una
cuidadosa apreciación, en cada caso concreto, de los siguientes factores
concurrentes al plazo previsto por la Ley: a) la complejidad del asunto, referida no
sólo a los hechos, sino también a la cuestión jurídica; b) la conducta de las partes
que intervienen en el proceso; y c) la conducta y accionar de las autoridades
competentes, en este último caso para determinar si el comportamiento y accionar
de las autoridades competentes fue manifiestamente negligente dando lugar a un
desenvolvimiento del proceso fuera de las condiciones de normalidad; en
consecuencia, conforme se expresa en la doctrina y la jurisprudencia emanada de
los órganos regionales de protección de los Derechos Humanos, como la Corte
Americana de Derechos Humanos, se entiende por un proceso sin dilación indebida
a aquel que se desenvuelve en condiciones de normalidad dentro del tiempo
requerido y en el que los intereses litigiosos pueden recibir pronta satisfacción; de
lo referido se infiere que este derecho se lesiona cuando el proceso penal no se
desarrolla en condiciones de normalidad debido a la actuación negligente de las
autoridades competentes, es decir, con un funcionamiento anormal de la
administración de justicia, con una irregularidad irrazonable, dando lugar a que el
proceso tenga una demora injustificada’.
Del referido entendimiento jurisprudencial, se tiene que si bien, el art. 133 del CPP,
determina que todo proceso tiene una duración máxima de tres años computables a
partir del primer acto del procedimiento, salvo el caso de rebeldía y el art. 27 inc.
10) del referido cuerpo legal prevé que la acción penal se extingue por vencimiento
del plazo máximo de duración del proceso; sin embargo, la aplicación de los
referidos preceptos adjetivos penales, a tiempo de resolver la excepción de extinción
de la acción penal, se encuentra condicionada a la valoración de varios factores que
pudieron haber incidido en el transcurso del tiempo, en resguardo del derecho a la
defensa y el debido proceso del imputado, en vinculación con la protección de las
garantías jurisdiccionales que asisten a la víctima o acusador particular y al
Ministerio Público”.
III.4.  Interpretación del art. 112 de la CPE, a la luz de la extinción de la acción
penal por vencimiento del plazo máximo de duración del proceso
La SCP 1231/2013-S3 de 1 de agosto, al respecto señaló: “El art. 7.5 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, reconoce que: “Toda persona
(…) tendrá derecho a ser juzgada dentro un plazo razonable o a ser puesta en
libertad…”; y el art. 8.1 de la misma norma internacional determina que: “Toda
persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por ley…”.
La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, estableció a
través de la Sentencia de 29 de enero de 1997, dentro el Caso Genie Lacayo vs.
Nicaragua, que: ‘El artículo 8 de la Convención que se refiere a las garantías
judiciales consagra los lineamientos del llamado debido proceso legal o derecho de
defensa procesal, que consisten en el derecho de toda persona a ser oída con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la
sustanciación de cualquier acusación penal formulada en su contra o para la
determinación de sus derechos de carácter civil, laboral, fiscal u otro cualquiera’.
(…)
(…)
(…)
De forma que entonces debe entenderse que el plazo razonable representa un
principio fundamental del sistema interamericano de derechos humanos, cuyo
sustento se encuentra en el derecho al debido proceso sin dilaciones indebidas, que
a su vez implica, una concreción del derecho de acceso a la justicia pronta y
oportuna. De ahí que es posible sostener que aquél (el plazo razonable), en su
contenido integral se configura como una garantía que condiciona la actividad
jurisdiccional del Estado en el desarrollo temporal del proceso, el que debe
desenvolverse con seriedad atendiendo a las particularidades y complejidad de cada
caso concreto cuyo análisis da lugar al plazo considerado razonable.
(…)
(…)
Por consiguiente, la extinción de la acción penal por vencimiento del plazo máximo
de duración del proceso procura garantizar que el ejercicio propiamente de la
acción penal, materializado en determinado proceso y procedimientos concretos, se
lleve a cabo dentro un plazo razonable. Por ello, el art. 133 del CPP, establece que
todo proceso tendrá una duración máxima de tres años, contados desde el primer
acto del procedimiento y que vencido el plazo el juez declarará la extinción de la
acción. Asimismo, la Disposición Transitoria Tercera, dispone que los procesos a
tramitarse conforme al régimen procesal anterior, deben concluir en el plazo
máximo de cinco años, computables a partir de la publicación del Código de
Procedimiento Penal, en cuyo, caso el juez declarará la extinción de la acción
penal. Ahora bien, el art. 112 de la CPE, determina textualmente que: “Los delitos
cometidos por servidores públicos que atenten contra el patrimonio del Estado y
causen grave daño económico, son imprescriptibles y no admiten régimen de
inmunidad”.
(…)
(…)
Todos estos supuestos, incluyendo la extinción por vencimiento, se constituyen en
garantías que determinan, de modo general, que el transcurso del tiempo produce
efectos que inhabilitan la potestad del Estado para iniciar o continuar con el
ejercicio de la acción penal, o en su caso, inhabilitar la posibilidad de ejecutar la
pena. Supuestos estos que se fundamentan en la imposibilidad de reunir pruebas, en
el deterioro o desaparición de las mismas, en la dificultad de reconstruir la verdad,
en la pérdida de interés de perseguir penalmente, negligencia en ejecutar la pena, la
imposibilidad de mantener eternamente bajo amenaza de pena a una persona o la
necesidad de sancionar la negligencia del Estado; sin embargo, la extinción por
vencimiento del plazo máximo de duración del proceso adquiere especial relevancia
constitucional en tanto se fundamenta en el sistema interamericano de derechos
humanos que reconoce el principio de plazo razonable implícito en el derecho al
debido proceso.
Es justamente en este esquema de análisis que ingresa el art. 112 de la CPE, pues al
establecer que los delitos cometidos por servidores públicos son imprescriptibles y
no admiten régimen de inmunidad, parece eliminar cualquier obstáculo jurídico
penal a la responsabilidad punitiva, o lo que sería lo mismo, la posibilidad de
cancelar la punibilidad por el simple transcurso del tiempo a través de la
declaración de extinción de la acción o de la pena por motivo de la prescripción.
De cierto modo, es posible asimilar que al residir los fundamentos de la
prescripción en diversas consideraciones que en definitiva dependen de la postura
sobre política criminal del legislador, el constituyente haya dispuesto la
imprescriptibilidad de los delitos cometidos por servidores públicos que atenten
contra el patrimonio del Estado y causen grave daño económico. Lo que no es
posible interpretar es que el art. 112 de la CPE, pretenda suprimir el principio de
plazo razonable, y con ello eliminar el debido proceso, reconocido en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y cabalmente interpretada por la
jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Esto no supone una interpretación estricta y cabal del art. 112 de la CPE, ni de las
normas concretas que mantiene su texto, simplemente significa, a la luz del caso en
concreto, eliminar su aplicación o efectos de imprescriptibilidad frente al plazo
máximo de duración del proceso, ya que de la lectura textual del art. 112 de la CPE,
no se puede concluir que la imprescriptibilidad de la referida disposición alcanza a
la extinción de la acción penal por vencimiento del plazo máximo de duración del
proceso máxime si se considera lo referido ut supra en sentido que el derecho a ser
juzgado en un plazo razonable constituye un derecho humano que además está
garantizado por la Constitución y que en su caso debe generar responsabilidad en
los causantes de dicha dilación.
De modo que, el principio de plazo razonable y su concretización a través de la
regla general que define la posibilidad de cancelar la responsabilidad punitiva
mediante la extinción de la acción penal por vencimiento del plazo máximo de
duración del proceso no admite excepción alguna en atención al art. 112 de la
CPE, que únicamente alcanza y refiere a la imprescriptibilidad de la acción penal
pero no a la extinción por máxima duración del proceso.”
III.5.  Límites respecto a la interpretación de la legalidad ordinaria
La SCP 0577/2013 de 21 de mayo, respecto a los límites que se autoimpone el
Tribunal Constitucional Plurinacional en el análisis de los casos puestos a su
conocimiento a través de la acción de amparo constitucional, señaló que: “La
jurisprudencia constitucional, además de establecer los límites para la procedencia
de la acción de amparo constitucional contra decisiones judiciales, adoptó para sí -
en la justicia constitucional- la teoría del self-restraint, desarrollada en la doctrina,
con el objeto de delimitar los ámbitos entre ésta y la jurisdicción ordinaria.
Esta teoría del selft-restraint, de autolimitación con un amplio respaldo en la
República Federal de Alemania, dio sus primeros frutos en materia de justicia
constitucional ‘Más allá de los límites que el Tribunal (Constitucional) tiene como
cualquier órgano de poder, resulta muy importante que sepa autolimitarse, es decir,
el self-restraint, que el activismo judicial no sea desbordado, que aplique con
prudencia las técnicas de la interpretación constitucional, que jamás pretenda
usurpar funciones que la Constitución atribuye a otros órganos, que siempre tenga
presente que está interpretando la Constitución, no creando una filosofía o moral
constitucionales”’.
En ese marco, se puede precisar que una de esas autolimitaciones que se impuso en
la justicia constitucional es precisamente que no puede considerarse a esta
jurisdicción como una instancia o etapa adicional de los procesos ya sean judiciales o
administrativos; es así que la jurisprudencia constitucional ha desarrollado que esta
jurisdicción, dada su naturaleza y fines, se encuentra impedida de revisar o sustituir
por otra la interpretación de la legalidad ordinaria realizada por los juzgadores y
tribunales de las otras jurisdicciones, esto en virtud a que el art. 179.III de la CPE,
establece que: “La justicia constitucional se ejerce por el Tribunal Constitucional
Plurinacional” por lo que se la concibe como una instancia independiente del órgano
judicial, razón por la que el Título III, Capítulo Primero de la Norma Suprema,
regula al Órgano Judicial y Tribunal Constitucional Plurinacional, existiendo en
dicho precepto una clara distinción entre ambas entidades de la estructura jurídica
boliviana.
En este entendido y toda vez que el art. 178 de la CPE, establece que: “La potestad
de impartir justicia emana del pueblo boliviano y se sustenta en los principios de
independencia, imparcialidad, seguridad jurídica…”, que la labor interpretativa
según su jurisdicción y competencia que, la Constitución Política del Estado
reconoce a las otras jurisdicciones entre ellas la de los jueces y tribunales ordinarios,
es exclusiva de éstos y no de la jurisdicción constitucional que conforme ya se refirió
está concebida como una jurisdicción especializada, que tiene como objetivos el
ejercer el control de constitucionalidad en los diferentes ámbitos normativo, tutelar y
competencial, así como de velar por la supremacía de la Constitución Política del
Estado, ejercer el control de constitucionalidad y precautelar el respeto y la vigencia
de los derechos y garantías constitucionales.
Ahora, si bien la interpretación legal que ejercen los jueces y tribunales de las otras
jurisdicciones es independiente y de atribución exclusiva de éstos; por lo que, no
puede ser perturbada con la utilización de acciones constitucionales, también se debe
tener en cuenta que, ninguna jurisdicción está exenta del control que ejerce el
Tribunal Constitucional Plurinacional, el cual puede ingresar a revisar la
interpretación realizada por los juzgadores solo cuando exista una evidente lesión de
derechos y garantías constitucionales, fruto de una interpretación arbitraria, carente
de fundamentación suficiente o con error evidente; para lo cual, resulta importante la
existencia de una carga argumentativa que acredite los presupuestos para que esta
jurisdicción pueda ingresar en el análisis de fondo del acto lesivo denunciado.
En ese sentido, la SC 0085/2006-R de 25 de enero, respecto a la interpretación y
aplicación de la legalidad ordinaria ha establecido que: “…si bien la interpretación
de la legalidad ordinaria corresponde a las autoridades judiciales y
administrativas; compete a la jurisdicción constitucional, en los casos en que se
impugne tal labor como arbitraria, insuficientemente motivada o con error evidente,
el estudio, dentro de las acciones de tutela, de la decisión impugnada, a los efectos
de comprobar si la argumentación jurídica en la que se funda la misma es razonable
desde la perspectiva constitucional -razonamiento que debe ajustarse siempre a una
interpretación conforme a la Constitución- o si por el contrario, se muestra
incongruente, absurda o ilógica, lesionando con ello derechos fundamentales o
garantías constitucionales” (las negrillas nos pertenecen).
En ese orden, la citada Sentencia Constitucional, estableció además que: “…
atendiendo a que la jurisdicción constitucional sólo puede analizar la interpretación
efectuada por los jueces y tribunales ordinarios cuando se impugna tal labor como
irrazonable, es necesario que el recurrente, en su recurso, a tiempo de cuestionar
la interpretación de la legalidad ordinaria: 1. Explique por qué la labor
interpretativa impugnada resulta insuficientemente motivada, arbitraria,
incongruente, absurda o ilógica o con error evidente, identificando, en su caso, las
reglas de interpretación que fueron omitidas por el órgano judicial o administrativo,
y 2. Precise los derechos o garantías constitucionales que fueron lesionados por el
intérprete, estableciendo el nexo de causalidad entre éstos y la interpretación
impugnada; dado que sólo de esta manera la problemática planteada por el
recurrente, tendrá relevancia constitucional”.
Es importante resaltar que quien interpone la acción de amparo constitucional no
debe limitarse a hacer una relación o descripción de antecedentes de la causa o
simplemente realizar un análisis crítico de la interpretación realizada, sin establecer
los derechos y la forma en que dicha interpretación vulneró los mismos, sino que
debe explicar por qué considera que la interpretación es arbitraria y no es razonable,
en tal entendido la SC 0718/2005-R de 28 de junio, estableció que: “… para que este
Tribunal pueda cumplir con su tarea es necesario que la parte procesal, que se
considera agraviada con los resultados de la interpretación porque lesionan sus
derechos fundamentales, exprese de manera adecuada y precisa los fundamentos
jurídicos que sustenten su posición, fundamentos en los que deberá exponer con
claridad y precisión los principios o criterios interpretativos que no fueron
cumplidos o fueron desconocidos por el juez o tribunal que realizó la interpretación
y consiguiente aplicación de la norma interpretada; asimismo, exponer qué
principios fundamentales o valores supremos no fueron tomados en cuenta o fueron
desconocidos por el intérprete al momento de desarrollar la labor interpretativa y
asumir la decisión impugnada; pues resulta insuficiente la mera relación de hechos
o la sola enumeración de las normas legales supuestamente infringidas; porque sólo
en la medida en que el recurrente expresa adecuada y suficientemente sus
fundamentos jurídicos la jurisdicción constitucional podrá realizar la labor de
contrastación entre la interpretación legal realizada por la jurisdicción ordinaria y
los fundamentos que sustentan la interpretación y las conclusiones a las que arribó,
con los fundamentos y pretensiones expuestos por el recurrente del amparo
constitucional…”.
En este marco, se tiene claramente establecido que la interpretación de la legalidad
ordinaria es atribución exclusiva de los jueces y tribunales ordinarios, no siendo
posible a esta jurisdicción constitucional, irrumpir en esa labor como si la acción de
amparo se tratase de un recurso de revisión o una etapa de casación; pues será
posible sólo cuando se cumpla con los requisitos de procedencia y exista evidente
afectación a algún derecho fundamental o garantía constitucional; es así que la SC
1358/2003-R de 18 de septiembre, señaló que: “…cabe recordar que el amparo
constitucional es una acción de carácter tutelar, no es un recurso casacional que
forme parte de las vías legales ordinarias, lo que significa que sólo se activa en
aquellos casos en los que se supriman o restrinjan los derechos fundamentales o
garantías constitucionales, por lo mismo no se activa para reparar supuestos actos
que infringen las normas procesales o sustantivas, debido a una incorrecta
interpretación o indebida aplicación de las mismas”.
III.6.  Análisis en el caso concreto
El accionante denuncia como lesionados sus derechos y principios constitucionales
invocados en la presente acción tutelar; alegando que los Vocales ahora demandados
a momento de emitir el Auto de Vista de 81 de 18 de junio de 2019, incurrieron en
falta de fundamentación, motivación y congruencia; toda vez, que: 1) Establecieron
de forma ultrapetita que el primer acto del proceso fue realizado el 30 de enero de
2014, cuando los excepcionistas tomaron como parámetro el aviso de investigaciones
al juez cautelar señalando como fechas el 23 de mayo de 2014 y el 31 de enero de
igual año; 2) Su determinación no fue sustentada en prueba objetiva, debido a que,
los excepcionistas se limitaron a realizar un recuadro de los actos procesales, sin
aportar prueba que evidencie la existencia de actos dilatorios; máxime, cuando
tampoco identificaron en que fojas del cuaderno de investigación se
encuentran; 3) Inobservaron el cumplimiento del art. 133 del CPP, debido a que no
consideraron que los excepcionistas no demostraron que jamás fueron declarados
rebeldes dentro del proceso penal, ni desvirtuaron ninguno de los requisitos que
suspenden el término de la prescripción; 4) No consideraron que la SCP 910/2019-S4
de 16 de octubre, puso nuevamente en vigencia que deben descotarse los feriados y
días inhábiles; precedente que también establece que no procede la excepción de
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso, si no se acredito haber
tenido una participación activa dentro del proceso, reclamando en su oportunidad el
incumplimiento de los plazos procesales que se reclama; 5) No emitieron
pronunciamiento respecto a la complejidad del caso ni consideraron que los delitos
son imprescriptibles ;por lo que, no operaba la excepción de extinción de la acción
penal por duración máxima del proceso; y, 6) Los procesados interpusieron una
excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso y las
autoridades ahora demandadas resolvieron un incidente, existiendo diferencia entre
ambos –excepción e incidente–.
Atendiendo el objeto procesal de la presente causa, relativa a una presunta falta de
fundamentación, motivación y congruencia generada por el Auto de Vista
pronunciado por los Vocales ahora demandados, incumbe inicialmente conocer los
fundamentos que sirvieron de base para declarar la improcedencia de la apelación
formulada por el accionante contra el Auto Interlocutorio 148/2018, emitido por el
Tribunal de Sentencia Penal Décimo Segundo del Tribunal Departamental de Justicia
de Santa Cruz, que declaró fundada la excepción de extinción de la acción penal por
duración máxima del proceso planteado por Lecxyn Menacho Paz y Jerry William
Martinez Jordán –hoy terceros interesados-, disponiendo el archivo de obrados.
En ese contexto, se tiene que en el segundo y tercer Considerando del aludido fallo,
los Vocales hoy demandados realizaron una configuración normativa tanto interna
como convencional, respecto al instituto jurídico de la extinción de la acción penal
por duración máxima del proceso apoyada en jurisprudencia constitucional respecto
a los requisitos para su procedencia.
En el cuarto Considerando establecieron que efectivamente la causa penal fue
iniciada con la denuncia sentada el 30 de enero de 2014, habiéndose informado
dentro de las veinticuatro horas el inicio de las investigaciones ante el Juez Cautelar,
para posteriormente presentarse imputación formal y finalmente acusación conforme
el art. 5 del CPP; por lo que, de la lectura del cuaderno procesal evidenciaron que los
acusados presentaron una auditoria jurídica amplia y precisa de los actos dilatorios,
identificando fojas y fechas, señalando el tiempo de dilación de cada acto, indicando
que la mora procesal sería atribuible al Ministerio Público, parte denunciante y al
Órgano Judicial; habiéndose realizado además el descuento de las vacaciones
judiciales, días feriados e inhábiles, arguyendo que solo deben computarse los días
hábiles, concluyendo que, pese a dicho descuento, se sobrepasó el plazo previsto por
el art. 133 del adjetivo penal.
En el Considerando quinto, plasmaron parte de la SCP 0551/2010-R de 12 de julio y
la SCP 1128/2013 de 17 de julio, en virtud a los cuales concluyeron que en el caso, el
cuadernillo de investigación estuvo sin movimiento durante mucho tiempo, sin que el
Ministerio Público ni las autoridades denunciantes hubiesen realizado acciones
correspondientes para darle celeridad al proceso a fin de evitar la retardación de
justicia; así consideraron también imperante señalar que si bien es cierto que los
imputados tienen la obligación de adoptar una actitud activa durante el proceso, no es
menos cierto que en los delitos de orden público corresponde al Ministerio Público
como parte acusadora la obligación de dar celeridad al proceso penal para que el Juez
o Tribunal “cumplan con los plazos procedimentales conforme el art. 225 de la CPE”
(sic), y 40 de la Ley Orgánica del Ministerio Publico (LOMP); existiendo en el caso
un total abandono al dejar transcurrir más de tres años desde el inicio de la
investigación.
En el sexto Considerando, expresaron en cuanto al recurso de apelación interpuesto
por el Ministerio Público, que la supuesta demora estructural por las acefalías del
Tribunal donde radicó la causa, de ninguna manera podían ser atribuidas a los
acusados, al carecer estos de competencia para nombrar autoridades judiciales;
asimismo, señalaron respecto a las argumentaciones relativas al plazo razonable,
complejidad del asunto, actividad procesal del interesado, conducta de las
autoridades judiciales y errónea valoración de la prueba, que los mismos fueron
respondidos en acápites anteriores; en lo demás refirieron que el apelante –Ministerio
Público– no cumplió con las formalidades exigidas por el art. 404 del adjetivo penal,
ya que no expuso de forma separada y fundada cada vulneración para oponerse al
fallo judicial como lo exige el procedimiento en el art. 396.3 y 404, además que el
Fiscal recurrente no se apersonó a efectos de fundamentar o ampliar su recurso.
Finamente, en el último Considerando, con relación al agravio deducido por “Ronald
Jhasmany Trigo Ledezma” respecto a que, el fallo apelado carecería de
fundamentación, manifestaron que dicha aseveración no resultaría cierta, ya que, de
su lectura se evidenciaría que se encuentra debidamente fundamentada conforme al
art. 124 del CPP, habiéndose expuesto las razones jurídicas y fácticas de porque se
“admitió” el incidente de extinción de la acción penal por duración máxima del
proceso, bajo el fundamento de que los acusados realizaron una auditoria completa y
precisa de los actos dilatorios, señalando fechas, fojas y duración de cada acto,
además de identificar a quien sería atribuible la mora procesal. También refirieron en
cuanto a la reclamación formulada en torno a la Ley 004, referida a que los delitos
afectarían al Estado por lo que serían imprescriptibles; que si bien es cierto dicho
extremo de acuerdo al art. 123 de la CPE vinculado al 111 y 112 de la misma Norma
Fundamental; sin embargo, el caso en revisión trataría de una extinción de la acción
penal por duración máxima del proceso previsto en el art. 133 del CPP, que resulta
diferente al instituto de la prescripción que pretende la parte recurrente prevista en el
art. 29 del Código Penal (CP), siendo su interposición y requisitos diferentes,
habiendo el recurrente confundido los hechos. Asimismo, en lo que respecta a la
reclamación de que el Tribunal de Sentencia Penal Décimo Segundo del Tribunal
Departamental de Justicia de Santa Cruz, estuvo bastante tiempo sin jueces titulares;
expresaron que dicho aspecto ya había sido respondido en acápites anteriores.
Ahora bien, contrastados los fundamentos del fallo impugnado con las denuncias
efectuadas por el impetrante de tutela, se tiene en cuanto a la primera
problemática relativa a que los Vocales ahora demandados establecieron de forma
ultrapetita que el primer acto del proceso fue realizado el 30 de enero de 2014,
cuando los excepcionistas tomaron como parámetro el aviso de investigaciones al
juez cautelar señalando como fechas el 23 de mayo de 2014 y el 31 de enero de igual
año; debe señalarse que dicho extremo no fue motivo de impugnación en instancia de
apelación, pues conforme a la Conclusión II.2 del presente fallo constitucional, se
tiene que el recurso deducido por el ex representante de la Empresa Inversiones
Sucre S.A. “I.S.S.A” giró en torno a la falta de fundamentación y motivación
respecto a la falta de prueba en la que fue basada la resolución de primera instancia,
inobservancia de la complejidad del caso, imprescriptibilidad de los delitos de la Ley
004 y acefalías existentes en el Tribunal de origen, bajo el argumento que la
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso no puede limitarse al
simple cómputo aritmético con relación al tiempo transcurrido, sino que resulta
imprescindible valorar todos los factores que incidieron en el transcurso del proceso,
situación que los Jueces habían inobservado. En cuyo contexto, la reclamación
efectuada mediante la presente acción tutelar al no haber sido impugnada ante
Tribunal de alzada, imposibilita a este Tribunal pueda emitir pronunciamiento al
respecto; toda vez que, al constituir la acción de amparo constitucional un
instrumento subsidiario, no es posible utilizarlo si previamente no se agotó la vía
ordinaria, resultando en el caso que los Vocales ahora demandados no tuvieron la
posibilidad de pronunciarse sobre lo ahora denunciado; por lo que, corresponde en
este punto denegar la tutela impetrada en aplicación de la jurisprudencia
constitucional contemplada en el Fundamento Jurídico III.1 del presente fallo
constitucional, con la aclaración de que no se ingresó al fondo de la problemática
planteada.
Referente a la segunda problemática, suscitada en torno a que la determinación de
los Vocales hoy demandados carece de falta de fundamentación y motivación, al no
haber sido sustentada en prueba objetiva, debido a que, los excepcionistas se
limitaron a realizar un recuadro de los actos procesales, sin aportar prueba que
evidencie la existencia de actos dilatorios; máxime, cuando tampoco identificaron en
qué fojas del cuaderno de investigación se encuentran.
Al respecto, de acuerdo a los fundamentos del Auto de Vista esgrimidos
precedentemente, se tiene que las autoridades ahora demandadas sostuvieron que los
acusados presentaron una auditoría jurídica amplia y precisa de los actos dilatorios,
en la que identificaron fojas y fechas e indicaron el tiempo de dilación de cada acto,
además de señalar que la mora procesal sería atribuible al Ministerio Público, parte
denunciante y al Órgano Judicial, en el que además se realizó el descuento de las
vacaciones judiciales, días feriados e inhábiles, evidenciándose que se sobrepasó el
plazo previsto por el art. 133 del CPP.
No obstante, en su labor intelectiva obviaron consignar datos certeros con fechas
específicas que, sustenten el tiempo de dilación existente, limitándose simplemente a
señalar que efectivamente la causa penal fue iniciada con la denuncia sentada el 30
de enero de 2014, habiéndose informado dentro de las veinticuatro horas el inicio de
las investigaciones ante el Juez Cautelar, para posteriormente presentarse imputación
formal y finalmente acusación conforme el art. 5 del adjetivo penal; extremo que
resulta sólo una mención genérica de los hechos sin consignación expresa de tiempo,
no pudiendo limitar su argumentación a simples afirmaciones sin ningún tipo de
sustento, extremo que no satisface la observancia del debido proceso, en su
componente de fundamentación y motivación conforme la jurisprudencia
constitucional desarrollada en el Fundamento Jurídico III.1 del presente fallo
constitucional, ya que el razonamiento expresado, llega a ser insuficiente para
generar convicción y certeza de lo analizado, no pudiendo arribarse a dichas
conclusiones sin esbozar antes un adecuado análisis que consigne expresamente las
fechas de los datos emergentes del proceso; máxime, cuando constituye deber de las
autoridades judiciales realizar una detallada auditoría jurídica, para establecer o no la
extinción de la acción penal por duración máxima del proceso.
Sumado a ello, debe tenerse presente que, la jurisprudencia constitucional glosada en
el Fundamento Jurídico III.2 del presente fallo constitucional, estableció que, quien
pretende solicitar la extinción de la acción penal, debe precisar de manera puntual en
qué parte del expediente se encuentran los actuados procesales que, provocaron la
demora o dilación invocada, lo que no implica ni se traduce en la necesidad de que el
solicitante de tutela tenga que ofrecer y producir nueva prueba, cuando la misma se
encuentra en el expediente del proceso, sino únicamente individualizarla.
En ese contexto, se tiene que si bien los excepcionistas hubiesen presentado una
“auditoría detallada”, su contenido y análisis no se advierte de la fundamentación
expresada por el Tribunal de alzada; por lo que, corresponde conceder la tutela
solicitada, al advertirse lesión del debido proceso en sus vertientes de
fundamentación y motivación.
En cuanto a la tercera y cuarta problemática, referida la primera al hecho de que los
Vocales ahora demandados inobservaron el cumplimiento del art. 133 del CPP,
debido a que no consideraron que los excepcionistas no demostraron que jamás
fueron declarados rebeldes dentro del proceso penal, ni desvirtuaron ninguno de los
requisitos que suspenden el término de la prescripción; y, la segunda relativa a que
no consideraron que la SCP 910/2019-S4 de 16 de octubre, puso nuevamente en
vigencia que deben descontarse los feriados y días inhábiles; precedente que también
establece que no procede la excepción de extinción de la acción penal por duración
máxima del proceso, si no se acreditó haber tenido una participación activa dentro
del proceso, reclamando en su oportunidad el incumplimiento de los plazos
procesales que se reclama. En ese contexto, remontándonos al Auto de Vista 81
objeto de cuestionamiento, se tiene que en el cuarto Considerando el Tribunal de
alzada ingresó a determinar que la causa fue iniciada con la denuncia interpuesta el
30 de enero de 2014, cumpliendo el aviso de las investigaciones dentro de las
veinticuatro horas, para posteriormente presentarse imputación formal y finalmente
acusación, concluyeron que de la lectura del cuaderno procesal evidenciaron que los
acusados presentaron una auditoria jurídica amplia y precisa de los actos dilatorios,
identificando fojas y fechas, indicando el tiempo de dilación de cada acto, señalando
que la mora procesal sería atribuible al Ministerio Público, parte denunciante y al
Órgano Judicial; habiéndose realizado además el descuento de las vacaciones
judiciales, días feriados e inhábiles, arguyendo que solo deben computarse los días
hábiles, en cuyo efecto concluyeron que pese al descuento realizado se sobrepasó el
plazo previsto por el art. 133 del adjetivo penal.
Constatándose de lo expuesto, que los Vocales hoy demandados solo se limitaron a
hacer mención al trámite procesal a partir de la denuncia sin especificación de fechas
y a sostener que la auditoría presentada por los excepcionistas se encontraba
completa; no obstante, omitió en su labor analítica motivar su decisión con una
exposición clara de los elementos probatorios que sustenten la extinción o no de la
acción penal por vencimiento del plazo máximo de duración del proceso, limitándose
a remitirse a la propia auditoría jurídica, resultando obligación de las autoridades
jurisdiccionales de instancia y de apelación, verificar si los actuados procesales
identificados por el procesado a tiempo de interponer la excepción, son la causa de la
dilación, determinando el tiempo de la demora, que debe responder además a una
cuidadosa apreciación, en cada caso concreto, de los factores concurrentes al plazo
previsto por ley, para finalmente decidir sobre el fondo del asunto planteado, ello
conforme a la línea jurisprudencial contenida en el Fundamento Jurídico III.3 de esta
Sentencia Constitucional Plurinacional, que establece que el cómputo del plazo no se
encuentra supeditado única y exclusivamente al transcurso del tiempo; toda vez que,
si bien el art. 133 del adjetivo penal, determina que todo proceso tiene una duración
máxima de tres años computables a partir del primer acto del procedimiento –salvo el
caso de rebeldía– y el art. 27 inc. 10 del referido cuerpo legal prevé que la acción
penal se extingue por vencimiento del plazo máximo de duración del proceso; sin
embargo, la aplicación de los referidos preceptos adjetivos penales, a tiempo de
resolver la excepción de extinción de la acción penal, se encuentra condicionada a la
valoración de varios factores que pudieron haber incidido en el transcurso del tiempo
como ser la complejidad del asunto, la conducta de las partes que intervienen en el
proceso, etc.
No obstante, la actuación contraria, devino en la imposibilidad de que el hoy
solicitante de tutela conozca de manera inequívoca las razones por las que, se
pronunciaron de determinada forma, aspecto que hace viable la concesión de la tutela
impetrada, por ausencia de fundamentación y motivación como componentes del
debido proceso.
Respecto a la problemática quinta, en relación a que las autoridades ahora
demandadas no emitieron pronunciamiento respecto a la complejidad del caso ni
consideraron que los delitos son imprescriptibles; por lo que, no operaba la
excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del proceso;
corresponde manifestar que el Auto de Vista 81 de referencia aclaró que el
planteamiento de los acusados no fue la extinción de la acción penal por prescripción
sino por duración máxima del proceso penal previsto en el art. 133 del CPP, cuya
interposición y requisitos son diferentes al instituto de la prescripción, con el que
confunde el recurrente; de acuerdo al razonamiento jurisprudencial constitucional
glosado en el Fundamento Jurídico III.3 de esta Sentencia Constitucional
Plurinacional en el que estableció que la imprescriptibilidad prevista en el art. 112 de
la CPE, no comprende el principio de plazo razonable, materializado mediante la
extinción de la acción penal por vencimiento del plazo máximo de duración del
proceso; en consecuencia, se concluye que no existe omisión alguna que lesione
derecho o garantía correspondiendo, en esta parte, denegar la tutela solicitada.
En cuanto al no pronunciamiento sobre la complejidad del caso, -como bien ya fue
expuesto anteriormente- no se observa que las autoridades ahora demandadas, hayan
realizado mención o valoración alguna, sobre ello; no obstante, haber sido un agravio
de apelación, vulnerando con ello el debido proceso en su elemento fundamentación
de las resoluciones; toda vez que los Tribunales de alzada, se encuentran en la
obligación de dar respuesta a cada uno de los agravios deducidos por las partes a
objeto de que conozcan las razones de hecho y derecho por las cuales sus
pretensiones fueron aceptadas o desestimadas; por lo que, corresponde en este punto,
conceder la tutela solicitada por vulneración al debido proceso en su elemento de
congruencia (incongruencia omisiva advertida).
Finalmente, respecto a la última reclamación, relativa a que los acusados
interpusieron una excepción de extinción de la acción penal por duración máxima del
proceso y las autoridades hoy demandadas resolvieron un incidente, que a decir del
accionante resulta muy diferente a lo que plantearon; debe señalarse que a más de
dicha denuncia general, el impetrante de tutela no efectuó fundamentación ni
motivación alguna menos explicó la relevancia constitucional de su reclamo,
incumpliendo de esta forma con las exigencias contenidas en la jurisprudencia
constitucional ilustrada en el Fundamento Jurídico III.5 de este fallo constitucional,
pues al encontrarse el contexto de su reclamación centrada a una cuestión relativa a
la interpretación de la legalidad ordinaria, para que la justicia constitucional de
manera excepcional ingrese a revisar la interpretación otorgada por los jueces y
tribunales ordinarios, es necesario que a tiempo de cuestionar la interpretación de la
legalidad ordinaria, el solicitante de tutela: i) Explique por qué la labor interpretativa
impugnada resulta insuficientemente motivada, arbitraria, incongruente, absurda o
ilógica o con error evidente, identificando, en su caso, las reglas de interpretación
que fueron omitidas por el órgano judicial o administrativo; y, ii) Precise los
derechos o garantías constitucionales que fueron lesionados por el intérprete,
estableciendo el nexo de causalidad entre éstos y la interpretación impugnada;
aspectos que fueron incumplidos por el hoy accionante; por lo que, corresponde
denegar la tutela impetrada.
En consecuencia, la Sala Constitucional al denegar la tutela solicitada, actuó de
forma parcialmente incorrecta.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional Plurinacional, en su Sala Cuarta Especializada; en virtud
de la autoridad que le confiere la Constitución Política del Estado y el art. 12.7 de la
Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional; en revisión, resuelve: REVOCAR en
parte la Resolución 19/2020 de 17 de marzo, cursante de fs. 2653 a 2659,
pronunciada por la Sala Constitucional Cuarta del Tribunal Departamental de Justicia
de Santa Cruz; y en consecuencia: CONCEDER la tutela impetrada, únicamente
respecto al debido proceso en sus elementos de fundamentación, motivación y
congruencia; por lo que, se deja sin efecto el Auto de Vista 81 de 18 de junio de
2019, disponiendo que los actuales Vocales de la Sala Penal Tercera del Tribunal
Departamental de Justicia de Santa Cruz, emitan nueva resolución considerando los
Fundamentos Jurídicos expuestos en la presente Sentencia Constitucional
Plurinacional.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.
Gonzalo Miguel Hurtado René Yván Espada Navía
Zamorano MAGISTRADO
MAGISTRADO

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