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2017

Centro Bautista de Estudios Teológicos - Panguipulli

Preparando
Discípulos
Para la
Obra del
Ministerio
De Cristo
COMPENDIO
NIVEL 1

IGLESIA SEDE
Primera Iglesia Bautista
Manuel Rodríguez 49

PANGUIPULLI
2015 – 2017
Compendido materias tratadas en el Nivel 1: Preparando discípulos para la obra del ministerio de
Cristo años 2015-2016-2017 Página 1
2017
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CONTENIDO
INTRODUCCIÓN

Capítulo 1:
EL TRABAJO PASTORAL
LAS FUNCIONES DEL PASTOR
1. Introducción
2. Objetivos del Pastorado

LOS TERRENOS DEL PASTOR


1. Personas
2. La iglesia local
3. La denominación
4. Las otras denominaciones
5. La comunidad civil

CAMPOS DE ADMINISTRACIÓN PASTORAL


1. Introducción
2. Vivir a Jesús
3. Su capacitación

VIDA Y HOGAR DEL PASTOR


1. Introducción
2. Sus relaciones
3. Su familia
4. Las finanzas del pastor
5. Las tentaciones del pastor

LA ASESORÍA FUNCIÓN DEL PASTOR


1. Introducción
2. El asesorar es una parte del ministerio:
3. Los dos métodos principales para asesorar:

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Capítulo 2:
LA ORGANIZACIÓN Y LAS RELACIONES EN LA IGLESIA
LA ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA
1. La importancia de la organización de la Iglesia
2. La estructura
3. Prever el futuro.
4. Analizar el presente.
5. Delega
6. Planear
7. Programar
8. Los cambios.
9. Presupuestar y controlar finanzas.

LAS RELACIONES EN LA IGLESIA


1. La iglesia primitiva
2. Principales campos de relaciones
3. Causas de problemas en relaciones
4. Hacia la maduración de las relaciones
5. Orden y disciplina

Capítulo 3:
LA IGLESIA Y SUS FUNCIONES
LA EVANGELIZACIÓN
1. Generalidades
2. El lugar de la evangelización en la iglesia.
3. Modelo bíblico.
4. Bases generales para una buena evangelización.
5. Objetivos de un programa de evangelización.

LA EVANGELIZACIÓN COMO PROCLAMACIÓN


1. El mensaje.
2. Condiciones para la proclamación del evangelio.
3. Proclamación por medio de reuniones al aire libre.
4. Proclamación por medio de la radio.
5. Proclamación por las casas.
6. Proclamación por medio de campañas.
7. Proclamación por medio de células.
8. Proclamación en hogares.
9. Evangelización y Discipulado
10. Discípulos: Vida y Método.
11. Modelo de un discipulado en Cristo.
12. Como hacer discípulos.

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LA EVANGELIZACIÓN Y FORMACIÓN DE NUEVAS CONGREGACIONES


1. Formación de nuevas congregaciones
2. La meta
3 Relaciones internas
4 Relaciones con la iglesia madre.
5 Relaciones hacia la denominación
6 Relaciones con el resto del cuerpo de Cristo
7 Relaciones hacia la comunidad
8. Pasos a seguir.

FORMACIÓN DE LOS CRISTIANOS


1. Introducción
2. Presuposiciones que necesitan ser rectificadas
3. El sermón como varita mágica
4. Programa básico de formación cristiana
5. Programa de evangelización
6. Programa de formación inicial
7. Programa de biblia
8. Talleres

MINISTRACIÓN DE LA PALABRA
1. Introducción
2. Examen a ciertas prácticas
3. Posibilidades de ministración de la palabra
4. Programa de predicación
5. Preparación propia

EL CULTO
1. Introducción
2. Bases del culto
3. Elementos básicos del culto cristiano.
4. El orden del culto.
5. Sencillez del culto.
6. Preparación de los directores de cultos.
7. Observaciones generales para los directores de cultos.

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Capítulo 4:
LA CONSEJERIA EN LA IGLESIA
EL CONSEJO
1. Niveles de consejo.
2. Objetivo del consejo.
3. Un modelo de consejo.
4. Problemas comunes.
5. Actitudes del pastor como consejero.

MATRIMONIO, SEXO Y NOVIAZGO


1. Introducción
2. El concepto cristiano del matrimonio
3. El concepto cristiano del sexo
4. Aconsejamiento de adolescentes respecto a relaciones heterosexuales, romance y matrimonio
5. Elección del futuro cónyuge
6. El noviazgo
7. Factores que conducen a la armonía matrimonial

ACONSEJAMIENTO PREMARITAL Y MATRIMONIAL; SEPARACIÓN


1. Introducción
2. Entrevista preliminar antes de aconsejar a los comprometidos
3. Asesoramiento premarital
4. Aconsejamiento matrimonial
5. Separación y divorcio
6. Aconsejamiento de los separados
7. Aceptación de los recasados
8. Problemas del sexo

FORMACIÓN DEL NIÑO


1. Introducción
2. Establecer un hogar estable y seguro:
3. Disciplina:
4. Dar amor inteligentemente:
5. Comprender, enseñar y guiar a los niños:

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INTRODUCCION

Bienvenidos te has embarcado en este día, junto a otros estudiantes del sector norte de la cabecera de la
provincia de Valdivia, en un excitante viaje de descubrimiento, la revelación progresiva de los ricos tesoros que se
encuentran en la Palabra de Dios. Esta guía de estudio es tu punto de comienzo.

Objetivos del taller


El taller, tiene tres grandes objetivos:
1. Enseñarte las verdades esenciales de la Palabra de Dios.
2. Entrenarte en tu estudio de la Palabra de Dios.
3. Equiparte para multiplicar la Palabra de Dios en la vida de otros.
El propósito es suplir tus necesidades como estudiante de la Palabra de Dios, pero también vamos más
allá, a aquellos que vas a llevar al Señor, enseñar y entrenar. Nosotros mantenemos esto constantemente en
mente en la preparación de los materiales de los cursos.
Con la ayuda del Espíritu Santo, esperamos hacer los objetivos de Dios para tu vida, nuestros objetivos.
Estos objetivos de Dios para contigo están encapsulados en tres pasajes de las escrituras que definen el
material del presente curso.
La Meta: “...A los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según
la imagen de su Hijo...” (Romanos 8:29).
El Método: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de la
mente...” (Romanos 12:2).
El Resultado: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes [darán] mucho fruto y
muestran así que son mis discípulos” (Juan 15:7-8).
El propósito principal del curso no es entrenarte como pastor, ni como evangelista, ni como maestro. Estas
son funciones específicas de ministerio que se irán definiendo en la medida que Dios moldea tu vida en
conformidad con su plan único y su propósito específico para contigo.
El propósito es equiparte para ser un ministro efectivo del nuevo pacto:
el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra,
sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica 2ª Corintios 3:6
que más adelante se podrá manifestar en muchas, diferentes y únicas expresiones de ministerio. Esto no es algo
para unos pocos escogidos. Cada discípulo verdadero del Señor Jesús tiene el privilegio y la responsabilidad de
ser un ministro del nuevo pacto.

Énfasis de los talleres


Todos los materiales del curso están orientados a la vida. Esto quiere decir que no tienen un alcance
académico, con un énfasis solamente en la acumulación y evaluación de conocimiento, sino que en vez de esto,
enfatizamos la aplicación práctica sobre la base de un proceso de tres aspectos entrelazados en la Palabra de
Dios:
Revelación – la iluminación de la Palabra de Dios por el Espíritu Santo.
Arrepentimiento – el ajuste de nuestro pensamiento y comportamiento con la Palabra de Dios.
Realidad – el recibir poder del Espíritu Santo para vivir de acuerdo a la Palabra de Dios.

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Notarás en este proceso el fuerte énfasis en el trabajo del Espíritu de Dios. La revelación viene por el
trabajo sobrenatural del Espíritu Santo. Luego nosotros respondemos a esta revelación con arrepentimiento
(ajustando la dirección de nuestras vidas). En base a nuestra respuesta, el Espíritu de Dios continúa su trabajo
particular de gracia de conformar nuestras vidas a la imagen de Cristo y hacer que su Palabra sea una realidad
diaria para nosotros.

Visión
El tener una visión personal es probablemente el elemento más importante que tú puedes traer a los
talleres. Se dice que el tener una visión es la clave para desarrollar la autodisciplina. Un joven estudiante que
estudia medicina a menudo se olvida de fiestas y salidas con sus amigos a fin de poder completar sus estudios.
¿Por qué? Porque él o ella tiene una visión. La visión de llegar a ser un doctor o una doctora, resulta en la
práctica en una forma de autodisciplina.
Si tú tienes una visión de ser usado por Dios (aunque no sepas los detalles de cómo Dios te usará), esa
visión va a empezar a definir tu vida y ordenar tus prioridades. Cuanto más poderosa y definida sea tu visión, te
será más fácil disciplinarte a ti mismo para pasar tiempo con Dios y estudiar su Palabra.
Se dice que el éxito, es más cuestión de determinación que de inteligencia. Como Jesús, cuando describió
las características de aquellos que habrían de ser sus discípulos, dijo:
“... Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62).
Ten la determinación delante de Dios para terminar lo que has comenzado.

Aplicación
Tu programa de estudio en los talleres tiene un objetivo principal: ver la Palabra de Dios aplicada en forma
práctica y consistente en tu vida. Un hombre sabio dijo una vez:
Yo oigo y olvido
Yo veo y recuerdo
Yo hago y entiendo
Y otro más sabio escribió:
“No se contenten solo con escuchar la palabra...Llévenla a la práctica” (Santiago 1:22).

Multiplicación
Solo vas a aprender verdaderamente, lo que eres capaz de compartir con otros. En realidad, es cuando les
enseñas a otros que aprendes más. Por esta razón, cada lección del curso está diseñada no solo para ser
estudiada sino para ser enseñada. Te damos total permiso para que compartas con otros lo que aprendas a
través de estos estudios.
El crecimiento dramático de la Iglesia del primer siglo está descrito en Hechos 12:24 de manera muy
inusual: “Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba”.
El crecimiento de la Iglesia no solo se describía como la adhesión de nuevos convertidos a Cristo, sino
como teniendo un efecto multiplicador que venía del mismo poder de Dios. La palabra de Dios fue establecida en
los corazones de los primeros cristianos:

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Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Santiago 1:21;
Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del
misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, 26 pero que ha sido manifestado ahora, y
que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a
todas las gentes para que obedezcan a la fe, 27 al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo
para siempre. Amén. Romanos 16:25-27

y, a través de ellos, esa Palabra se multiplicaba en sus efectos, desatando una gran reacción en cadena de
crecimiento.
Esta es, en esencia, la visión de los talleres. En la medida que tú apliques efectivamente la Palabra de Dios
personalmente a tu vida, el Espíritu Santo va a multiplicar sus efectos a través de ti para tocar la vida de muchos.
Y en la medida que enseñes y entrenes a esas personas para que apliquen la Palabra de Dios en sus vidas, ese
efecto multiplicador va a empezar a aumentar. ¡Quién sabe cuántas personas puedas tocar, directa e
indirectamente, simplemente al ser obediente a la Palabra de Dios!

Respondiendo Tus Evaluaciones: “Apropiándome de la verdad”


Las pruebas y las asignaciones del curso desempeñan tres funciones muy importantes:
Una herramienta de enseñanza. Las preguntas refuerzan los contenidos de las lecciones,
ayudándote a recordar y absorber los principios de la palabra de Dios. Notarás que nada te impide volver a la
lección y comprobar cuáles son las respuestas correctas. Si no recuerdas la respuesta a la pregunta, regresar a
la lección es un importante puesto que permite reforzar tus experiencias de aprendizaje.
Una herramienta de discipulado. Tus respuestas nos proveen como una ventana sobre cómo estás
progresando. Si vemos puntos de dificultad o fallas en tu entendimiento, podemos hacer un seguimiento más
específico contigo. De esta manera, podemos ser capaces de asistirte para superar cualquier obstáculo de
entendimiento. Esto es vital para una comprensión más amplia de la Palabra de Dios.
Una herramienta de evaluación. Tus respuestas te servirán como una evaluación personal de tu
progreso.
Todas las pruebas son del tipo “libro abierto”. Esto significa que se permite leer tu Biblia y tu lección para
contestar las preguntas de la prueba. Sin embargo, copiar y pegar directamente de tu lección no está permitido.
Todo debe ser en tus propias palabras, a menos que estés citando de la Biblia. Si estás citando de alguna otra
fuente, es importante también citar el autor y la referencia.

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CAPITULO 1:
LAS FUNCIONES DEL PASTOR

Lección 01 Fecha Expone

Los Objetivos Del Pastor 10 sept 2016 Pr. Santiago Ramos Sáez
1. Introducción

2. Los objetivos del Pastorado


Primer Objetivo: Dar a la iglesia un lugar en su comunidad
Segundo Objetivo: Reconciliar y vincular a las personas con Dios
Tercer Objetivo: Formar y perfeccionar a los cristianos
Cuarto Objetivo: Crear y madurar relaciones
Quinto Objetivo: Organizar y movilizar capacidades

1. Introducción.
El pastor generalmente se considera a sí mismo una persona de acción, de movimiento. A las iglesias les
gusta mucho decir: “Nuestro pastor es activísimo. Todos los días vemos visitar y predicar”.
Sin embargo, esta actividad intensa a menudo no rinde los mejores frutos. Ni tampoco permite pastorados
de gran alcance. ¿Por qué? Por la razón de que la tarea de guiar a una congregación no es tan sencilla como
parece. Es una labor compleja. Es una responsabilidad que no exige únicamente “acción visible”, sino orientación
clara, motivaciones muy definidas, actitudes positivas, comprensión y visión panorámica, planeamiento y
ejecución cuidadosa. Todo ello precedido por una vida de estrecha relación con quien guía a la Iglesia, el Espíritu
Santo, y una capacidad cada vez mayor de discernimiento de la mente y planes divinos para su cuerpo.
Jesús en su ministerio terrenal supo dedicar el tiempo necesario a las multitudes que le acosaban. Y,
cuando fue necesario, no titubeó para escaparse de ellas por un tiempo, e irse al mar o a un monte a orar, a
descansar, a estar con su círculo más íntimo, o quizá aun a meditar. El dio el tiempo necesario para enseñar a
quienes les iba a encargar la continuación de su labor. El organizó sus modos de enseñanzas, incluso, los
aspectos que podía enseñarles en un tiempo y los otros que requerían mayor madurez y comprensión de ellos.
Para quien ha trabajado largo tiempo con personas es siempre aleccionador ver con qué determinación
Jesús unas veces enseñó a atender a las multitudes más allá de sus propias capacidades, recursos y tiempo, y
otras veces en las cuales simplemente los apartó de ellas y se los llevó a un sitio aparte. También es importante
ver como el Señor, a su tiempo, los envió a predicar, a enseñar, a sanar, a liberar de presiones satánicas,
mediante instrucciones muy cuidadosas y claras. Luego escuchaba sus informes, y, con base en dichas
experiencias, les enseñaba nuevas cosas.
El ministerio de San Pablo mostró algo parecido. Aunque su conversión fue extraordinaria, y tuvo el
privilegio de recibir el evangelio por revelación directa del Señor, el grueso de ministerio no empezó sino hasta
unos 15 años después. Y el examen de su labor nos muestra que él tenía ciertos objetivos y ciertos planes de
trabajo. Y que, conforme fue pasando el tiempo y la obra se iba desarrollando, San Pablo orientaba y reorientaba
su labor y con ella la vida de las iglesias.

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En Jesús y en San Pablo tenemos el ejemplo de dos hombres que desplegaron una acción enorme. Pero
dicha acción estuvo sostenida por ideas claras, por una visión definida de lo que se buscaba, y por una ejecución
también inteligente.
Los conceptos que siguen, a modo de plataforma teórica del pastorado, son considerados indispensables
para que la tarea sea bien hecha. Posiblemente sean conceptos rudimentarios e incompletos, pero te ayudarán a
entender por qué estás en el ministerio y para qué te tiene el Señor en él. Entonces te será más fácil orientar el
trabajo práctico diario, mensual o anual o por períodos largos. Y, con la bendición del cielo por supuesto, los
frutos serán muy abundantes.
Lo importante, entonces, es saber por qué, para qué y cómo se hacen las cosas. De aquí la necesidad de
considerar los fundamentos del ministerio pastoral.

2. Los Objetivos del Pastorado La obra pastoral necesita apuntar con precisión. Debe tener puntos de
referencia bien concretos hacia los cuales guiar la acción de la iglesia. San Pablo afirmaba que él “peleaba no
como dando golpes al aire”. Él sabía adónde, en qué forma, y en qué tiempo asestaba sus “golpes”.
Muchos pastores no pueden ver fruto permanente de sus esfuerzos porque su labor carece de orientación.
Han asumido la idea de que ser pastor es dar sermones, visitar hermanos para recordarles que vengan al culto, y
oficiar ciertas ceremonias. Los que tienen visión misionera, dedican parte de su tiempo a abrir obras nuevas.
Pero con el tiempo se dan cuenta que la vida y el tiempo se les escapa y que no avanzan como quisieran.
Hay pastores que tienen grandes dificultades en movilizar sus iglesias en tareas que son su vida misma,
como la evangelización, reuniones de predicación por las calles, campañas, etc. Y si lo logran es por breve
tiempo.
Otros afirman que mediante campañas y otros medios pueden levantar congregaciones nuevas en poco
tiempo. Pero luego no saben qué hacer con la nueva iglesia. Los convertidos siguen con sus chismes, se ven
envueltos continuamente en pleitos, cuentos, y resentimientos. Falta la colaboración. Y a menudo aparecen
también las divisiones.
Cuando se trabaja en la obra a base de un programa inadecuado los problemas mencionados, y otros
más, no sólo aparecen, sino que se hacen males crónicos. Por eso es tan importante que cada pastor conozca a
fondo los objetivos de su tarea. Así podrá orientar mejor su labor. Podrá escoger sus medios más adecuados. Y
podrá formar su propio programa de acción. En fin, podrá desarrollar una pastoral propia, efectiva, y que
satisfaga al Señor, a la iglesia y a él mismo.

PRIMER OBJETIVO: Dar a la iglesia un lugar en su comunidad. Una congregación puede tener un templo, ya
sea en el centro o en una orilla de la población. O bien pueden no tener templo y reunirse en casas. O bien
puede reunirse en un parque o en una plaza. La ubicación geográfica no tiene mayor importancia. Lo que sí es
importante es que la congregación sea conocida. Y que las referencias que la comunidad no cristiana tiene de
dicha iglesia sean favorables en cuanto a su testimonio y su presencia.
Puede ser que la congregación no sea muy bien vista al principio por tratarse de una iglesia no católica,
como sucede corrientemente en nuestro continente. Pero si a pesar de aquello los rasgos de la agrupación
cristiana, sus normas de vida, su armonía interna, y su vida cotidiana son realmente una luz, esa iglesia se
ganará su puesto en la comunidad. Y al tener el lugar su tarea se le facilita.

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Por el contrario, una congregación que está presente en su comunidad pero vive en desorden, en pleitos,
atacando siempre la forma de ser de la gente, negativos a participar en la búsqueda del bienestar colectivo, y
atacando a las otras iglesias, aunque tenga un buen edificio ha puesto en entredicho su lugar en la comunidad.
Esta iglesia se está cerrando las posibilidades de desarrollar y ampliar su ministerio. Su futuro está
completamente minado.
Por esta razón el trabajo pastoral debe perseguir consciente e inteligentemente que la iglesia no sea un
“quiste” o cuerpo extraño en la comunidad, sino que sea parte íntegra de ella. Debe guiarla a entender y a vivir la
posición que Dios le ha asignado como luz, como sal y como comunidad pacificadora. Pastor e iglesia deben ser
libros abiertos a su comunidad.
Cuando existen dos o más congregaciones cristianas en una población la situación requiere ser muy bien
manejada.
Porque si entre los pastores no hay buenas relaciones, no se visitan, y quizá hasta se lanzan ataques de
púlpito a púlpito (y por si usan altoparlantes) la gente de la localidad muy pronto sabrá catalogar dichas actitudes
y presentará resistencia a su mensaje. Estas iglesias y pastores sencillamente están dañando su propio
ministerio.
De aquí que todo pastor debe buscar que su congregación se gane su puesto en la comunidad. Es lo que
el Nuevo Testamento llama “hallar gracia” o “tener favor con todo el pueblo”. Eso es lo que permite, en parte, que
el Señor pueda añadir a la iglesia cada día los que han de ser salvados (Hecho. 2:47).

SEGUNDO OBJETIVO: reconciliar y vincular a las personas con Dios.Este objetivo pertenece al más
profundo deseo de Dios. Él quiere que el ser humano no esté separado de El sino que vivan en diálogo continuo.
En las Sagradas Escrituras es claro que el hecho que Dios ha buscado restablecer el dialogo con sus criaturas.
Todo esto tuvo su expresión suprema en la encarnación del Verbo, su muerte, resurrección y ascensión, y luego
en la venida y acción presente del Espíritu Santo. Entonces Dios, hoy como ayer, busca que las personas sepan
que El existe; que crean a lo que Él dice; que lo busquen; que lo encuentren; que le sigan; y que, al fin, disfruten
eternamente de Él y con Él.
La misión de la iglesia en este mundo corresponde básicamente a la verdad anteriormente expuesta. A la
iglesia no hay que andar buscándole misiones o tareas. Ya Dios se la ha trazado muy claramente. Por eso San
Pablo apostólica y pastoralmente lo expresó de la siguiente manera:
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros,
os rogamos en nombre de Cristo: reconciliaos con Dios. 2ª Co. 5:20.
Por tanto la labor pastoral también debe apuntar sin rodeos en aquella dirección.
Este objetivo de reconciliar y vincular a las personas con Dios se expresa en la tarea evangelizadora como
labor suprema que toda iglesia cristiana debe llevar a cabo.
De aquí que la labor pastoral se debe proyectar definitivamente hacia la motivación, capacitación y
acción evangelizadora permanente de la congregación.
Se da el caso de las conocidas campañas evangelísticas que son acciones temporales.
Se logra formar coros y nombrar consejeros. Pero a la hora del trabajo de integración de los nuevos
creyentes, que son fruto de la campaña, por lo general es el pastor solo el que lleva la carga. Y es bien sabido
que una vez que el evangelista se va y pasa toda la emoción de la campaña, la iglesia vuelve a entrar en el
mismo espíritu de pasividad o inmovilidad. De aquí que los frutos de las campañas son muy bajos. A penas se
logra integrar porcentajes por lo general de un 2, 3 o 4 %. Hay sus excepciones.
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Esta situación tan conocida y comentada puede ser enfrentada de otra manera y puede y debe ser tocada
desde sus mismas raíces. Y todo esto ha de comenzar por reconocer que toda iglesia tiene una tarea suprema
que es la evangelización, y que el pastorado está puesto para motivar, capacitar, organizar, y movilizar
permanentemente a la iglesia en función de este objetivo primario.
El pastor es, pues, el primero que debe conocer su tarea y no excusarse con la conocida frase: “Yo soy
pastor. No soy evangelista”. La iglesia igualmente debe decir: “Yo soy la evangelista”. Por tanto, es tarea pastoral
formar y orientar a la iglesia para esta labor. En esta manera el objetivo de reconciliar y vincular a las personas
con Dios será una tarea más fácil, más amplia y más rápida.

TERCER OBJETIVO: Formar y perfeccionar a los cristianos. San Pablo hizo muy claro este propósito cuando
expresó que sus esfuerzos los dirigiría:
“a fin de presentar en Cristo Jesús a todo hombre”. Col. 1: 28, Ef. 4:13
La medida del crecimiento de cada cristiano es Jesús mismo. Hasta su estatura hemos de aspirar a crecer
todos. Lo cual quiere decir que la palabra pastoral debe ser hecha de tal manera que el día final pueda presentar
“perfectos” a los fieles.
La obra pastoral requiere darle hoy a este punto la importancia debida. Por lo general en nuestras iglesias
se pone un énfasis desmedido en la conversión, en el nuevo nacimiento, y se descuida todo el proceso siguiente.
Por esto hay tantos cristianos que no crecen, no colaboran, simplemente “calientan bancas” en los templos. Y es
por esto que hay tantos cristianos que siguen arrastrando pecados y costumbres de la vieja vida.
Dejan algunas cosas externas y visibles cuando se convierten. Pero conservan muchas cosas que a veces
son peores como el resentimiento, el orgullo, los chismes, la desobediencia, la falta de sujeción al Señor y a la
congregación, la pereza para servir y muchas otras.
Esto indica que hace falta una clara visión de lo que es la vida cristiana. Ella parte, sí, de una conversión
genuina, de un bautismo en el Espíritu Santo, pero debe ser seguida de un proceso definido, de maduración y
perfeccionamiento.
San Pablo expresa la urgente necesidad de este proceso cuando establece que a la fe hay que añadirle
virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor (2ª P. 1:5-8). San Pablo lo
expresa en el sentido de mirar a cara descubierta a Jesús para ir siendo transformados a su semejanza (2ª Co.
3:18). La vivencia cristiana encierra no solo dejar pecados y formas de la vieja vida, que es el aspecto negativo,
sino avanzar a la semejanza de Jesús. Esto significa que todo convertido debe aspirar a amar, como lo hizo
Jesús, a ser justo como Jesús, a servir como Jesús, a ser santo como Jesús. Y no solo aspirar a esas cosas,
sino dar al Espíritu Santo toda la libertad de acción para que realice esa transformación permanentemente.
Mientras no exista en la obra pastoral esta perspectiva, la labor seguirá cojeando. Porque se seguirán
enfatizando los esfuerzos evangelísticos gastando recursos en abundancia para “convertir” personas, creyendo
que por el hecho de levantar la mano, de ser bautizados, saber la doctrina de la iglesia, y asistir regularmente a
las reuniones, ya la persona está completa. La conversión constituye apenas el primer pasó en la vida de fe. Es
solo pasar al otro lado de la puerta. Pero a partir de allí debe iniciarse un programa serio de formación a fin de
que el cristiano sepa dónde está, hacia donde va y qué debe hacer.
La anterior implica una constante revisión del programa y una evaluación de la vida misma que va
desarrollando la iglesia. Se necesita un programa más concreto que tienda a realizar las aspiraciones de Dios
para con sus hijos, para que dejen de ser niños en Cristo y vayan adelante a la perfección (He. 6:1, 1ª Co. 3:1).

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Este asunto conduce al estudio de otros factores muy importantes. Es el caso de la continuidad pastoral.
Hay denominaciones que acostumbran cambiar o rotar pastores cada año o cada dos años. Y hay pastores que
toman la costumbre de estar en una iglesia por períodos parecidos. El pastor experimentado sabe muy bien que
uno o dos años es apenas el tiempo necesario para comenzar a conocer una congregación y una comunidad, y
para que la congregación empiece a conocer al pastor. Y es apenas el tiempo necesario para trazar planes en
serio.
Entonces cuando una denominación, un pastor, o una iglesia acostumbran este tipo de rotación lo que
hacen es crear una vida artificial para unos y otros. Los pastores se contentan con programitas sencillos, apenas
para “pasar el tiempo”. Hay muchos que incluso guardan un archivo de sermones que lo van pasando de una
congregación a otra en la misma forma. Así aniquilan la creatividad y la seriedad en la comunicación del mensaje
fresco de Dios a su pueblo. Las iglesias también aprenden a que las “entretengan”, a que las hagan pasar el
tiempo, a no edificarse ellas mismas pues saben que tendrán una voz nueva cada año o cada dos años.
También hay que ver el compromiso mismo del pastor en este proceso. Toda congregación será lo que su
pastor es. No será tanto lo que predica su pastor, sino lo que él vive. Así un pastor sectarista, que siente y piensa
mal de otras iglesias, consciente o inconscientemente, formará una iglesia que cree que las demás son malas.
Un pastor que no ha comprendido el amor y la misericordia, y se pasa en sus predicaciones sólo atacando el
pecado, formará una iglesia negativa y criticona. Un pastor legalista que no ha comprendido bien lo que es la
libertad del evangelio y del Espíritu Santo (Gá. 5:1, 2 Co. 3:17) formará una congregación en la que todos
pasarán examinándose y juzgándose unos a otros por la ropa que llevan o por cosas secundarias.
Un pastor que es perezoso, que se levanta tarde, que no estudia, que no organiza, hará una iglesia sin
metas, desordenada y sin cooperación alguna. El pastor que toma en serio a Jesús moverá a su pueblo a vivir
como El. El que ama y que hace misericordia enseñará lo mismo. El que sirve enseñará a servir. El que madruga
a trabajar, a estudiar y a orar, transmitirá eso también.
Esto muestra que el compromiso del pastor es fundamental. El pastor forma su congregación más por lo
que hace que por lo que dice (1ª Co. 11:1). La obra pastoral exige continuidad. Exige seriedad. Exige
programarse. Exige compromiso de los pastores. Exige compromiso de las iglesias. Exige renovación y cambio.
Exige mejorar no sólo la predicación sino el programa total. De aquí que el objetivo de formar y perfeccionar a los
cristianos debe arrancar del pastor mismo. El mismo debe buscar parecerse a Jesús. El mismo debe estar
profundamente comprometido en el programa total de la iglesia e ir adelante. Entonces el rebaño será como su
pastor. Entonces pastor y ovejas crecerán, se perfeccionarán y se presentarán juntos como obra ya completa en
la presencia del Señor (Fil. 3:12-18).

CUARTO OBJETIVO: Crear y madurar relaciones. Es muy común pensar que una iglesia es un grupo de
personas que se reúnen para alabar al Señor. Esta es una media verdad. La iglesia es mucho más que gente
reunida bajo un mismo techo. Y es mucho más que un grupo que confiesa verbalmente una misma fe.
Los corintios, una iglesia primitiva, creían en Cristo y se reunían a alabarle. Pero ellos vivían divididos en
facciones. Vivían en pleitos unos con otros. Vivían sin disciplina. Tenían diversas prácticas sin importarles los
demás. Llegaban a la Santa Cena pero humillaban a los pobres. Tenían todos los dones del Espíritu pero los
usaban para distinguirse ellos mismos. A ellos San Pablo dijo: “examinamos a vosotros mismos si estáis en la
fe…” (2ª Cor. 13:5).

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De otra iglesia primitiva, la de Jerusalén, dice San Lucas que:

“Todos estaban juntos, que tenían en común todas las cosas, que repartían a todos según la necesidad de cada
uno, que partían el pan en las casas, y que comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Hechos 2:42-46.

De la iglesia en Colosas San Pablo afirmó que “él se gozaba mirando su buen orden” (Col. 2:5).
En nuestros días al énfasis del crecimiento numérico de las iglesias hay que ponerle los debidos
complementos.
Un grupo cristiano que no desarrolla las relaciones nuevas y propias del Espíritu Santo, no sólo puede ser
un engaño sino que es un escándalo para el mundo. El crecimiento numérico debe estar siempre aparejado por
una maduración en las relaciones. Y si este objetivo no es claro en la obra, ya sea misionera o pastoral, el
trabajo no sólo es parcial sino que le falta contenido verdadero.
Esta es la razón por la cual aunque se levantan congregaciones con facilidad hoy día por todos lados, con
la misma facilidad muchas se mueren. Otras se van apagando hasta quedar reducidas a un grupo pequeño.
Otras no son más que nidos de problemas.
Formar una iglesia no es sólo convertir personas y reunirlas. Con las congregaciones hay que aplicar el
mismo principio de los árboles: hay que enderezarlo desde que es pequeño. Así a la congregación hay que
enseñarle desde su mismo nacimiento cuáles son sus campos de relación, cómo lograrlos y cómo mantenerlos.
Por tanto a los hermanos hay que enseñarles primeramente a relacionarse con Dios. Pero juntamente con
eso, a relacionarse unos con otros, a relacionarse con la iglesia como comunidad de fe y de servicio para trabajar
juntos para Dios y para la gente. Deben aprender a mantener el orden interno. Deben aprender a relacionarse
con el ministerio de la iglesia y sujetarse a él. Y que también aprendan a relacionarse con los vecinos, los
colegas de estudio, los compañeros de trabajo, de deporte, con las amistades, con los familiares.
Hay iglesias en las cuales se celebran cultos muy vistosos, aparentemente muy formales. Pero las
personas vienen y se van sin saber ni importarles quién está a su lado. El culto es nada más que una ceremonia
que, se dice, se dirige a Dios. Pero no toma en cuenta que esa adoración a Dios debe hacerse estrechamente
con amor, relación, y expresión vivencial al hermano (1Juan 4:20). Un culto que solamente tienda a la relación
con Dios, y que no abra las puertas de par en par a la relación de unos con otros puede ser una simple
falsificación del culto cristiano.
Basta recordar que la misma mesa del Señor en la iglesia primitiva no tenía la formalidad y la frialdad que
en muchas iglesias tiene hoy. Antiguamente era una comida en conjunto, era una fiesta de amor en el Espíritu
dirigida a Dios, y que se proyectaba en gran amor de los unos hacia los otros también.
La tarea pastoral apunta a crear y perfeccionar las relaciones. Este es uno de sus cometidos. Para eso
cuenta con la acción del Espíritu Santo, la guía de la Palabra de Dios y la autoridad espiritual de la cual está
investido el pastor por Dios.

QUINTO OBJETIVO: Organizar y movilizar capacidades. La congregación es un organismo vivo, dinámico.


Vive no sólo porque cree y para creer. Vive para servir. En el Nuevo Testamento no hay lugar para
congregaciones de “turistas”. Tampoco hay lugar para los que adquieren la “etiqueta” de la salvación y se sientan
en el tren tranquilamente a esperar que Jesús regrese o que Dios se los lleve. Jesús llama a creer en El cómo
Salvador. También a creer en El cómo Señor. Y por esto nos llama a ser como El: "Como el hijo del Hombre no vino
para ser servido sino para servir”…Marcos 10:45

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San Pablo establece que el Espíritu Santo reparte sus dones (sobrenaturales) “a cada uno”. Los da para
“edificación” de todo el cuerpo. Los otorga para que cada uno cumpla por lo menos una función específica, o sea
que todo creyente tenga por lo menos un campo de servicio en la iglesia (1Co. 12 a 14; Ro. 12:3-8; 1ª P. 4:10).
El mismo Espíritu establece la función de los ministerios en la iglesia. Dice que los apóstoles, los profetas,
los evangelistas, los pastores y maestros tienen su propósito. El los da para: “perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio”… Efesios 4:11-12
Los pastores entonces no son dados a la iglesia para que ellos hagan toda la obra. Sino para
perfeccionar o madurar a los hermanos para que ellos hagan la obra de Dios.
Y aquí se llega a uno de los puntos más delicados de la obra pastoral. Cuando un pastor se queja de esta
manera: “En esta iglesia todo me toca hacer, nadie me ayuda”, cuando se mira que la esposa del pastor toca el
piano o el órgano por años y años, que entre ella y el pastor por lo general dirigen los cultos, hacen obra
evangelísticas, visitan a los hermanos, oran por los enfermos y ayudan a los necesitados, no hay que culpar a la
congregación. El defecto está en la labor pastoral misma que centraliza la tarea y no sabe motivar su gente.
Lo más grave de todo esto es que el seno evangélico se ha formado una mentalidad muy corriente tanto
en los seminarios, entre pastores y misioneros, y en las iglesias, que al pastor se le llama y se le paga para que
predique, visite, evangelice y oficie ceremonias.
El modelo bíblico no es así. Los pastores aunque reciban salario y casa, no viven para hacerlo todo, sino
para enseñar a los hermanos a hacer la obra de Dios. Este debe ser un objetivo fundamental de la otra pastoral.
Y dadas las características de la iglesia en la América Latina, y de la magnitud de la obra que hay por delante, es
mucho más urgente darle a este principio bíblico de la movilización del pueblo de Dios el valor y la urgencia que
se merecen. El pensamiento y el esfuerzo de este Diplomado se dirigen precisamente en esta dirección.
La acción pastoral que parte del Nuevo Testamento es de conjunto. Toda la iglesia está incluida. Todo
hermano puede y debe servir. Dios pedirá cuenta de su labor tanto a pastores como hasta el hermano que se
considera más inútil (Mt. 25:14-46; 1ª Co. 3:10-15).
Por esto el pastorado lleva el claro objetivo de hacer de la iglesia un organismo en el que todos participen,
de hacer de ella un conjunto en el que todos aprendan, gocen, sufran y trabajen juntos. El camino pastoral por el
que muchos han optado de predicar y visitar es el camino del menor esfuerzo. Dios nos llama a movilizar a su
pueblo para hacer de él una verdadera comunidad pastoral.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Qué exige la responsabilidad de ser Pastor?
Pregunta 2: ¿Qué nos muestra el examen de la labor de San Pablo?
Pregunta 3: ¿Por qué razón es que muchos pastores no pueden ver el fruto permanente de sus esfuerzos?
Pregunta 4: ¿Por qué es tan importante que cada pastor conozca a fondo los objetivos de su tarea?
Pregunta 5: ¿Cuál es el primer objetivo del Pastor?
Pregunta 6: ¿Qué significa: “hallar gracia” o “tener favor con todo el pueblo”?
Pregunta 7: ¿Cuál es la misión que le corresponde a la Iglesia en este mundo?
Pregunta 8: ¿Hacia dónde se debe de proyectar la labor Pastoral?
Pregunta 9: ¿Por qué razón hay tantos cristianos que no crecen y solamente son “calienta bancas en los templos”?
Pregunta 10: Explica porque razón “el crecimiento numérico debe estar siempre aparejado por una maduración en las relaciones”.

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Lección 02 Fecha Expone

Los Terrenos del Pastor 10 sept 2016 Pr. Santiago Ramos Sáez

1. Personas
2. La iglesia local
3. La denominación
4. Las otras denominaciones
5. La comunidad civil

A la luz de los capítulos anteriores podemos ahora especificar los terrenos con que el pastor trabaja.
1. Personas. La labor del pastor se dirige hacia los seres humanos con nombres, apellidos, historia propia,
cultura, problemas, ambiciones, capacidades y pecados. Hay que conocer a esas personas. A algunas de ellas
hay que liberarlas de posesiones demoníacas. Hay que comunicarles el plan de Dios.
Hay que guiarlas al arrepentimiento en Cristo Jesús. Hay que guiarlas en un proceso nuevo de cambio
continuo. También ayudarlas a liberarse de situaciones emocionales, mentales, físicas, sociales, culturales y
económicas.
El pastor no ve sólo “almas” que hay que salvar. Ve personas con necesidades, capacidades
posibilidades espirituales, físicas, sociales, económicas, culturales y otras más. El pastor tiene de las personas
una visión y un acercamiento integral.
Ya sea en la predicación, en la enseñanza, o en la preparación de programas de trabajo, el pastor necesita
considerar al ser humano en forma total. No puede estar proveyendo sólo para ciertas necesidades de su alma y
olvidar otras.
Tiene también que considerar que por sobre la predicación, y a veces tan impersonal que no deja de ser
tan atractiva para muchos ministros religiosos, está la tarea de trabajar con seres humanos concretos. Que
algunos de ellos responden positivamente a nuestra labor. Otros responden con cierta indiferencia y otros con
manifiesta indiferencia. Otros negativa y hostilmente. A algunos se les da pan y devuelven con un golpe.
No debe sorprenderse un pastor ante la gran variedad de reacciones en las personas. No debe sentirse un
triunfador, ni tampoco dejarse desanimar, amargar o resentirse.
El trabajo con personas trae de todo. Y el obrero de Dios necesita desde el principio reconocer esta
realidad y saber adaptarse a ella. Dios dará que nuestro rostro sea como pedernal (Is. 50:6-7, Ez. 3:8-9).
En una perspectiva más amplia, trabajar con vidas humanas es construir vidas para la eternidad, lo cual
constituye todo un reto y gozo. San Pablo llamaba a los hermanos de Filipos “gozo y corona mía” (Fil. 4:1). Esto
implica toda una planificación distinta del ministerio. Formar personas como tarea de cada día es muchísimo más
amplio que predicar o visitar. Y exige más. Y compromete más.
Por tanto nunca será suficiente la capacidad y la experiencia que un pastor necesita para su labor. Él está
llamando a ahondar día y noche en la naturaleza y realidad humanas. Está llamado a crecer y crecer en amor y
sabiduría hacia las personas. Y está llamado a madurar en todo sentido su compromiso con los seres humanos,
llegando a ser como Jesús y Pablo que acabaron y completaron su obra con gozo (Jn. 17:4-2, 4:7,8).

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El pastorado entonces, se dirige a las personas primeramente, y no solamente a las de la congregación,


sino a las del vecindario, del barrio, del pueblo o ciudad en que vive o se mueve.
Por tanto es de fuerza mayor que todo pastor aprenda a conocer a las personas, su naturaleza, sus
problemas, y sus relaciones. Pero que igualmente aprenda, madure y perfeccione su trato hacia ellas como
personas y también como parte de una congregación, y de una comunidad en la que vive, y más ampliamente,
como parte de una nación o de un grupo étnico. El pastor no sólo vive rodeado de personas. Ellas mismas son el
objeto y terreno de su labor.
Por esto necesita aprender a amarlas profundamente, a ser paciente, a ver con ellas verdaderos proyectos
de Dios en los cuales el pastor participa plenamente.

2. La iglesia local. La iglesia local jamás puede ser vista solo como un conglomerado de personas que se
reúnen para alabar a Dios y oír su Palabra. La iglesia es muchísimo más que eso. La iglesia es un grupo humano
especial. Como grupo se dan ciertos tipos de relaciones. Como grupo tiene objetivos comunes que Dios le ha
dado, como son la evangelización, la adoración, la ayuda mutua y otros. Como grupo tiene que crear sus propios
medios para alcanzar sus fines. Tiene que recoger y administrar fondos. Y tiene que crear y desarrollar
organismos internos necesarios.
Esto hace ver que el campo pastoral es mucho más que atender personas. Es una tarea de organización y
administración a fin de que el cuerpo de Cristo no sólo crezca sino crezca sano y cumpla su misión.
Hay iglesias que tienen pastor, ancianos y diáconos. Pero la tarea en realidad la llevan a cabo una o dos
personas nada más. Esto sucede, en parte, porque se les nombra para los cargos pero no se les enseña ni se
les supervisa en su labor. También a menudo se levantan problemas entre pastores y diáconos porque unos
hacen la labor de otros. No hay áreas de responsabilidad definidas. Hay congregaciones en las que los pastores
se quejan de que hay mucho pleito o de que los hermanos no cooperan.
Una gran parte de la razón de los problemas apuntados es la falta de ver la iglesia local como un todo,
como un organismo que necesita no sólo corazón que le mueva la sangre, sino que necesita de un cerebro que
organice, coordine, delegue la acción de cada miembro y de la toda la congregación. Por tanto, todo pastor si
quiere serlo en el sentido bíblico de la palabra, debe pensar que no solo debe predicar y saber tratar y guiar a las
personas, sino que debe ser un verdadero creador de relaciones, una persona con metas claras, y con un buen
sentido de organización.
Vale la pena anotar lo siguiente. El temperamento del latinoamericano es más emotivo que racional. Se
guía más por lo que siente que por lo que piensa. Esto se refleja claramente en la vida de las iglesias. Por lo
general no se hacen planes. Si se prepara una campaña es cosa de algunos días nada más. Muchas cosas se
empiezan, y a los pocos días quedan en el olvido. Muy a menudo se escucha a los pastores anunciar un plan
desde el púlpito pero después de dos o tres semanas aquello ha pasado también al olvido. Aun para muchos
pastores la simple palabra “organización” les es muy dudosa porque piensan que si el Espíritu Santo es quien
guía, los planes y la organización salen sobrando.
Frente a esta situación, que es parte de la manera de ser nuestra, y de la “teología” que algunos se forjan,
hay que tener presente algunos aspectos que señala el Nuevo Testamento.
 Jesús reunió y preparó por tres años a sus discípulos (Mr 3:13-19).
 Cuando Judas murió, los once se reunieron y nombraron sustituto (Hch. 1:21-26)
 Cuando la iglesia creció y aparecieron ciertas necesidades se nombró un cuerpo diaconal (Hch. 6:1-6).

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 Cuando surgieron problemas de doctrina, se reunieron los apóstoles y la iglesia y llegaron a un


común acuerdo y emitieron un documento (Hch. 15:1-32).
San Pablo, cuando formó las congregaciones en distintas partes, siguió un plan en el trayecto.
 Los visitó.
 Les nombró ancianos o pastores.
 Les envió discípulos para que los orientan y les nombran el personal que les faltaba. Y para que los
aconsejaran en cuanto a ciertos problemas.
 Les escribió.
 Los orientó a resolver sus problemas, les dio instrucciones de cómo nombrar dirigentes y cómo
administrar los diferentes aspectos del trabajo.
Este es el ejemplo del Nuevo Testamento. Actúa, sí, el Espíritu Santo, pero ese Espíritu Santo también
guía a los dirigentes a dar la organización necesaria a la iglesia.
La administración correcta y bajo la dirección del Espíritu Santo es necesaria. No ofende a Dios. Al
contrario, le agrada porque va en beneficio de su iglesia. Si San Pablo y los apóstoles, bautizados con el Espíritu
Santo, vieron la necesidad de la organización, nosotros hoy no podemos despreciar ese factor sino darle la
atención debida.
Es lógico que no vamos a sustituir la acción del Espíritu Santo por la organización humana. Alguien una
vez expresó que su iglesia estaba tan bien organizada que si el Espíritu Santo se retiraba, ella seguiría andando
igual.
No es a este extremo a que se debe llegar. Pero tampoco al otro de actuar “a como salgan las cosas”. El
pastorado es también organización de la congregación.

3. La denominación Dentro de las actuales estructuras de la iglesia la denominación es un factor muy


importante. Aunque la denominación sea un defecto del cuerpo de Cristo, sin embargo es necesario adoptar una
actitud crítica pero sana.
La iglesia local no pude ser una isla. Ni puede hacerse de ella un pequeño reino. Por la naturaleza misma
de la iglesia que es una, si una congregación forma parte de una denominación, lo mejor es que tenga en cuenta
esto para el desarrollo de las mejores actitudes. Y aquí el ministerio pastoral juega un papel muy importante.
Por un lado no hacer de la denominación ni un ídolo ni su círculo único. Hay que reconocer que la
denominación es un accidente de la historia y que no adorna la iglesia, pero por otro lado, como quiera que sea,
una denominación pude tener algo de positivo pues se trata de un conglomerado de iglesias hermanas que en
algunos casos traspasan fronteras de países y de diferencias étnicas.
Entonces el pastorado debe tener siempre presente que la iglesia del Señor es mucho más que la iglesia
local. Y que en la denominación puede haber un marco más amplio para el desarrollo del pastor mismo, un
marco más amplio para la comunión de los hermanos, un marco más amplio para la evangelización conjunta y
para otras formas de servicio.
De aquí que el pastor y su congregación deben enseñarse a ampliar y perfeccionar las relaciones dentro
de su propia denominación. Y deben ampliar y perfeccionar las vías de ayuda mutua y de servicio en toda
dirección.

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4. Las otras denominaciones El trabajo de los pastores debe siempre partir del hecho que la iglesia es una a
pesar de las divisiones y denominaciones existentes. Así para el pastor que sirve a Dios con todo su corazón y
con toda su mente, la iglesia es más que su congregación local, y es más que su propia denominación. Por tanto
en sus actividades personales y en su trabajo hay elementos que necesita evitar y otros que debe llevar a cabo.
Citemos los conocidos casos de ensalzar la denominación propia por sobre los demás, el hecho de crear
en la congregación actitudes de hostilidad y desprecio hacia otros cuerpos eclesiásticos, y lo que comúnmente
se llama “robar” creyentes de otras congregaciones o procurar la división de una congregación para formar la
propia.
En el plano de la construcción del cuerpo de Cristo en su forma más amplia el pastor debe ser un
elemento de unión, de respeto, aprecio y cooperación. Cuando surgen situaciones difíciles, debe procurar
enfrentarlas personalmente con amor, inteligencia y sinceridad. En lo posible ha de cooperar en asociaciones de
pastores, esfuerzos evangelísticos unidos y otras actividades.
En ciudades pequeñas o poblados con pocos habitantes, se debiera evitar la proliferación de
congregaciones que a veces producen un escándalo mayor que la luz que dan. En vez de aglomerarse en un
lugar, deben buscar zonas, barrios, colonias, caseríos, en los cuales no existen congregaciones para iniciar allí
obras nuevas.
Los pastores son constructores de un edificio muy grande, pero no siguen sus propios antojos, sino el plan
maestro del Señor. Así, aunque cada uno labora por aparte, lo hace siguiendo un patrón general, la edificación
del cuerpo de Cristo en un sentido más amplio.

5. La comunidad civil. El pastor necesita mirar la comunidad en la cual está ubicada la iglesia. Allí hay
necesidades no solo espirituales. Hay enfermos que necesitan ser sanados. Hay niños abandonados. Hay
mujeres en situaciones difíciles. Hay grupos marginados. Hay falta de centros de salud, de educación, etc. El
pastor y la congregación pueden ser factores muy importantes en la solución de los mismos.
La iglesia es parte de una nación. Y aunque por su fidelidad a Jesús como Señor, ella no puede
identificarse con todas sus estructuras y con todos los aspectos de su cultura, sí debe reconocer que juega un
papel en ella. Y que en determinados momentos la iglesia podrá dar su contribución en una u otra forma a su
país. La iglesia necesita sentirse parte de esa gran comunidad que es la patria y que a ella en algo necesita
contribuir.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿En qué aspectos de este capítulo mi opinión es desfavorable?
Pregunta 2: ¿Qué bases bíblicas tengo para no estar de acuerdo?
Pregunta 3: De los cinco aspectos señalados en el capítulo, ¿en cuáles estoy trabajando con ahínco?
Pregunta 4: ¿Qué es, en concreto, lo que estoy llevando a cabo en estos campos? Enumerar.
En el campo de las personas, lo que llevado a cabo son:
Pregunta 5: ¿Necesito capacitarme más ampliamente para atender mejor estos campos?
Pregunta 6: ¿En qué terrenos no estoy haciendo casi nada?
Pregunta 7: ¿Por qué no hago casi nada? ¿Por prejuicios personales? ¿O por prejuicios denominacionales? ¿Por convicciones
bíblicas? ¿Por temor a críticas? ¿Por simple descuido? ¿Por falta de orientación?
Pregunta 8: El pastor no ve sólo “almas” que hay que salvar, ¿Qué otra cosa debe de ver?
Pregunta 9 : Explica el por qué la Iglesia es un grupo humano especial.
Pregunta 10: ¿Cuáles serían algunas de las necesidades de la comunidad civil?

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Lección 03 Fecha Expone

Los Campos de Administración Pastoral 10 sept 2016 Pr. Santiago Ramos Sáez
1.Introducción
2. Vivir a Jesús
3. Su capacitación

1. Introducción.
El pastorado requiere una visión de la totalidad de su responsabilidad.
Podría usted mismo contestarse ahora estas preguntas:
a. ¿Es esta la idea que usted ha tenido acerca de la responsabilidad pastoral?
b. ¿Qué elementos nuevos encuentra?
El pastoreo de una congregación es un asunto muy variado.
Una persona puede llegar a ocupar el cargo del pastor de la noche al día como sucede en muchas
congregaciones. Pero para desempeñar a cabalidad su función se necesita, primeramente, tener una
comprensión total de la tarea.
Muchos piensan que si una persona tiene facilidad de palabra ya puede ser pastor. Esto ha llegado a ser
así sencillamente porque se identifica al pastor como un predicador. Nada más alejado de la verdad. El pastor es
mucho más que un director de cultos. Y es mucho más que un visitador de hermanos.
La obra pastoral comprende entre las áreas básicas: la buena administración de su propia vida y la de su
hogar, la acción evangelizadora como tarea primerísima que Dios le ha asignado a su iglesia, la formación
espiritual de los cristianos, la creación, ampliación y maduración de las relaciones en la iglesia, la tarea de
aconsejar, la reflexión sobre la Palabra de Dios que es mucho más amplia que la simple predicación desde un
púlpito, la planificación de cultos y reuniones, la ministración espiritual, mantener orden y la aplicación de la
disciplina cuando es necesario.
Y, para rematar y amarrar y amarrar bien lo anterior, un trabajo de organización a fin de que la labor
alcance los objetivos propuestos por medio de una acción de todo el cuerpo en forma conjunta y coordinada.
Sin embargo es necesario aclarar lo siguiente. Este es un modelo madurado con el tiempo y la
experiencia. Pero esto no quita que se considere como una meta mínima a la cual todo pastor responsable debe
aspirar en la medida que transcurre el tiempo, cobra experiencia y se va capacitando.
La dificultad del pastorado se da cuando se toma un modelo tan simple que más bien es una invitación a
realizar el mínimo esfuerzo. Es aquel de predicar, visitar, aconsejar y oficiar ceremonias. El pastor necesita alzar
su vista y comprender las seriecísimas implicaciones de su responsabilidad.
No debe conformarse con tener unos pocos recursos para “manejar” un grupo, sino aspirar y hacer todo lo
que esté a su alcance para ampliar y madurar su labor. Así podrá decir como el apóstol: “Honro mi ministerio”.
Es muy posible que un pastor al empezar su labor no cuente más que con la capacidad de comunicar la
Palabra de Dios. Pero no se puede hacer de esto el único recurso, ni puede tomarlo como una varita mágica.
El pastor experimentado sabe que la predicación es un recurso muy limitado para formar la iglesia. Se
necesita, entonces, no sólo madurar esta capacidad, sino desarrollar otras, e irlas madurando también.
De otra manera sucederá lo que constantemente se ve por doquier: pastores decepcionados de sí mismos
y decepcionados de la obra. E iglesias decepcionadas de los pastores.

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La grey de Dios necesita ser apacentada. El Señor necesita personas maduras y capaces. ¡Aspiremos
siempre a lo mejor en nuestra tarea! ¡Así se cumplirá el deseo del Señor de que llevemos fruto, llevemos mucho
fruto, y llevemos mucho fruto que permanezca! (Juan 15).

2. Vivir a Jesús La primera tarea del pastor es vivir a Jesús en presencia de sus hermanos. La enseñanza
que proclama es más importante por la forma como la vive, que por lo que dice por su boca. De aquí que la base
del trabajo pastoral no radica primeramente en una buena cualidad oratoria u organizativa, sino en su vivencia de
Jesús.
Lo anterior presupone una conversión definida al Señor. Y también presupone una relación tal con el
Espíritu Santo que le lleve a un proceso de continua renovación espiritual (Ro. 12:1-2).
El estudio diario de la Palabra de Dios habrá de tener un objetivo más amplio, más serio que el de
preparar sermones. Debe ser una vía continua de penetrar en la mente y corazón de Dios, para conocerlo y
conocer sus pasos y movimientos en el mundo, en la iglesia y en las personas.
Sin esta percepción de la mente de Dios en todas las cosas, el pastor jamás podrá ver más allá de las
cuatro paredes del templo. Y no podrá ver más allá del sermón que va a predicar el domingo próximo.
Los caracteres de la persona de Jesús como son el amor, la justicia, el gozo, la franqueza, la sabiduría, la
percepción humana, y muchas otras se han de ir plasmando en la vida del pastor. Esa es la parte de la
enseñanza cristiana que más vale y que más debemos sembrar en la vida de los hermanos. Hay mucho de cierto
en aquello de que “como es el pastor así llegará a ser su rebaño”.
Hay que tener también siempre presente que la persona comunica a las demás no sólo por la palabra
hablada. Lo hace también por los gestos de la cara, por el movimiento de las manos, por la forma de vestir, por la
forma de pensar y por la actuación en diferentes circunstancias de la vida. Todo eso es “palabra” también. Todo
ello habla a la gente que lo ve.
Un pastor, entonces, no enseña sólo cuando se para en el púlpito. Sus actividades en el hogar, en la calle
en la oficina o en el taller, todo ello es un continuo sermón. No es exagerado, entonces, afirmar que el pastor
enseña más por lo que vive que por lo que dice con su boca.
Para cultivar la propia vida hay que recordar el ejemplo de Jesús. Pasaba tiempo con los discípulos, con
las multitudes y con su Padre. El pastor igualmente necesita combinar el estar con la gente y con el Señor. A
menudo deberá apartarse y estar a solas con El para oír más de cerca su voz. La reflexión en la Palabra de Dios,
la oración y el ayuno a solas renuevan la visión y las fuerzas.
No todo ha de ser acción y movimiento. Necesitará quietud y soledad también. No todo ha de ser hablar.
También debe escuchar. No todo es enseñar. También es aprender. No solo necesita exponer la Biblia ante las
gentes. Su vida es igualmente una carta abierta para que sea leída por todos.

3. Su capacitación Hay pastores que tienen la oportunidad de estudiar en seminarios o institutos. Pero todos
los que hemos tenido esta oportunidad sabemos que entre lo aprendido en una institución de estas y la realidad
del campo hay una distancia enorme. Lo cual implica que el pastor necesita ser siempre un estudiante.
Puede mejorar su educación no sólo por vías formales como la asistencia a aulas, sino, y sobre todo, por
el estudio personal cada día. El pastor avanza por medio de la observación cuidadosa, el análisis y la evaluación
de trabajo que él otros van realizando, y por medio de la búsqueda de mejores vías para su obra.

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La mayor parte del trabajo pastoral en América Latina se hace de una manera casi idéntica en todas las
regiones. Con algunas excepciones, existe un contentamiento general con el uso de ciertas formas muy
conocidas sin tratar de madurar y adecuar el trabajo a las diferentes situaciones.
Actualmente hay variadas oportunidades que cada pastor puede explorar. Existen distintos planes de
educación teológica. Los hay por extensión en muchos países.
También estudios a distancia o por correspondencia en distintos niveles.
Además de los tradicionales sistemas de institutos y seminarios bíblicos y organismos no evangélicos de
enseñanza general, hay ciudades y regiones rurales en las que pastores de diversos grupos llevan a cabo
reuniones periódicas, para orar juntos y estudiar juntos diferentes temas.
Algunos cuentan con asesoramiento o ayuda de una persona con más preparación. Otros no tienen esa
ayuda, pero el interés, la visión y la necesidad los impulsa a buscar modos apropiados a su situación.
Los estudios básicos como la enseñanza primaria y secundaria, son muy necesarios. Hasta donde sea
posible, el pastor debe aspirar a cursar estudios superiores también.
Dios no desprecia a la persona bien capacitada si es humilde y consagrada. Moisés, Isaías, Daniel, San
Lucas y San Pablo fueron, entre muchos otros, claros ejemplos de esto.
La lectura de periódicos, tanto noticias, comentarios y artículos generales, puede ser un elemento de
capacitación constante. Igualmente, la lectura de diversas revistas. También escuchar por la radio programas
culturales y noticias. De vez en cuando en la televisión se presentan programas edificantes. Algunas localidades
tienen centros para conferencias públicas a las que se puede acudir libremente.
En fin, el pastor cuenta hoy con una gran diversidad de medios para aumentar su capacidad.
Lo anterior exige algo muy importante. El pastor además de cultivar una vida en torno a Jesús, necesita
planificar su tiempo disponible.
Tomemos el caso de un pastor que para sostenimiento material tiene que trabajar en otra cosa, como es el
caso del gran sector de pastores latinoamericanos. Son los mal llamados “pastores laicos”. Este pastor atiende
su trabajo diario, su familia y la iglesia.
En esta condición se requiere definir muy bien un horario y someterse en lo posible a él. ¿Por qué?
Sencillamente porque si el pastor todas las noches tiene que estar en la iglesia no tendrá tiempo para su familia,
lo cual tarde o temprano le acarreará problemas. Por otro lado, no tendrá tiempo para estudiar, y a corto plazo,
su enseñanza no mostrará progreso.
Será un repetidor cada semana. Por otro lado no tendrá descanso. Y la familia, el estudio y el descanso
son necesarios para bien del pastor y de la iglesia.
En el caso de los pastores que dedican todo el tiempo a su iglesia la distribución del tiempo es también
muy importante. Hay muchos pastores que para justificar su salario ante la congregación se lanzan a un
activismo descontrolado sin analizar sus consecuencias. Desde la mañana salen a la calle, andan por las casas
de los hermanos, y hacen cosas sin ninguna trascendencia.
Y aunque la gente ve que es “muy activo”, este pastor no se da cuenta no solo del tiempo que no
aprovecha para estudiar y desarrollar su ministerio, sino que, sin darse cuenta, va creando “vicios” pastorales y
congregacionales.
En realidad un pastor puede avanzar muchísimo si dispone bien del gran recurso que se llama tiempo. Los
lunes generalmente son días para un descanso. Es un día apropiado para estar fuera de la comunidad y dedicar

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unas horas para planificar debidamente el horario de una a dos semanas de trabajo. Pronto se adquiere
disciplina y experiencia y el tiempo rinde maravillosamente.
Todo período de estudio debe incluir períodos de evaluación del trabajo personal y de la marcha de la
iglesia. El pastor así analiza con detenimiento cada aspecto, lo positivo y lo negativo. Estudia con cuidado los
problemas que aparecen, sus posibles causas y busca posibles soluciones. Y se forma un plan de acción. Y
luego se va ejecutando. Cuando el pastor se acostumbra a hacer esto, con papel y lápiz en mano, y va
reconociendo los logros como también las fallas, su formación pastoral se pone en marcha con gran fuerza.
Es común ver a los pastores deprimidos porque sus congregaciones no marchan “bien” o porque surgen
problemas. Pero la tarea de un pastor es precisamente resolver esos problemas. No es cosa de ponerse a
lamentar, o creer que no ha sido llamado por Dios, o pensar que la gente no lo quiere, y dedicarse sólo a orar
para que Dios resuelva las situaciones.
Desde luego hay que orar y pedir la dirección del Espíritu Santo. Pero Dios espera que el pastor se
enfrente a aquellas situaciones en su nombre y les busque una salida. Por lo cual, parte de la capacitación de un
pastor es saber analizar problemas y buscar soluciones.
Además cuando el pastor evalúa sistemáticamente su trabajo, cuando traza y lleva a cabo planes
definidos, él mismo va tomando confianza y seguridad y no se atemoriza ante los problemas. En otras palabras,
deja de vivir tempestades en vasos de agua. Por otro lado le permitirá darle movimiento a la labor de la iglesia, y
un movimiento ordenado y hacia delante.
El pastor debe aspirar también a tener una cultura general, lo cual quiere decir que necesita leer y conocer
sobre política, literatura, artes, ciencias, etc. De este modo tendrá un panorama más amplio del mundo. Le
permitirá relacionarse con mayor confianza con personas de distintos niveles. Y le permitirá hacer enfoques en
sus mensajes y estudios más amplios y más constantes con la realidad humana.
Pero al mismo tiempo el pastor debe procurar especializarse en alguna área. ¿Cómo puede hacer esto?
Por un lado mediante un plan organizado de lecturas. También por los análisis que él hace del campo de estudio,
por la asistencia a cursos y conferencias, por el diálogo y comparación con trabajos de otros. Todo esto puede ir
formando algo así como un “almacén” de conocimientos y experiencias propias que le va dando una
especialización en el campo de su interés.
Hay aspectos en los que un pastor casi obligadamente necesita profundizar. Por ejemplo en la educación.
El pastor es siempre un maestro. Por tanto debe procurar que su capacidad de enseñanza sea cada vez mayor.
También en el consejo. El hecho de que el pastor tenga continuamente que tratar problemas humanos, impone
de alguna manera se prepare cada vez más y más en este campo. Igualmente en la organización, e la
interpretación y ampliación de la Palabra de Dios.
El que vive en una región rural necesita capacitarse en asuntos relacionados con la comunidad, con las
actividades propias de los pobladores, con las actividades propias de los pobladores, con la organización de
cooperativas, con la introducción de cambios en la agricultura, etc.
En las zonas urbanas, zonas industriales, les es muy necesaria la buena información en campos como el
sindicalismo y otras organizaciones obreras y comunales. En fin, el pastor está llamando a detectar las
características, necesidades y oportunidades de su región, para poder prepararse mejor y contribuir así en la
forma más eficaz posible.
Lo anterior parece un ideal muy bueno pero difícil de alcanzar. Sin embargo aunque un pastor en algunas
circunstancias no tenga la oportunidad de ir a capacitarse a centros de enseñanza, contando con la organización

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de su propio tiempo, con un compromiso serio de su parte, puede desarrollar un plan propio de formación. Esto
permite que al cabo de unos años cuente con recursos muy variados.
Y es muy importante tener una visión amplia de la propia vida. Con ella, con buen empeño, y con la ayuda
divina, a mayor edad, el pastor podrá tener un ministerio más amplio y más efectivo.
El tiempo juega un papel muy grande en los planes de Dios. Moisés pasó 40 años en el palacio y 40 en el
desierto. Fue una capacitación de 80 años para cumplir una gran tarea de 40. José pasó años muy difíciles para
poder cumplir una tarea de pocos años pero de extraordinaria importancia. Juan el Bautista se preparó 30 años
para un ministerio muy breve. Jesús igual. San Pablo, aunque el evangelio le fue dado por revelación, sin
embargo, lo más importante de su ministerio empezó cerca de 15 años después de su conversión. Así hay
muchos otros casos.
El pastor necesita planear su vida con amplia visión. Necesita fe para organizar su ministerio, de modo que
empleando bien su tiempo, pueda ofrecer al Señor y a la iglesia una vida verdaderamente útil.
Algunos pastores se “terminan” muy pronto. Corren demasiado o no saben correr. Se satisfacen con logros
aparentes. Se confían en el uso de “herramientas” muy limitadas y se descuidan. No se disciplinan. Ni se
capacitan. Y aunque sean personas que amen al Señor y que tengan vidas limpias, llega el momento que “no
dan más”. El consejo de un boyero viene bien a todo pastor: …lo importante no es llegar primero, sino saber
llegar.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Qué tipo de visión requiere el Pastorado?
Pregunta 2: ¿Qué comprende en sus áreas básicas la obra Pastoral?
Pregunta 3: ¿Qué es lo que el Pastor debe de hacer para poder decir como Pablo “Honro mi ministerio?
Pregunta 4: ¿Cuál es la razón de ver a tantos Pastores decepcionados?
Pregunta 5: ¿Cuál es la primera tarea del Pastor?
Pregunta 6: ¿Cuál es la base del trabajo Pastoral?
Pregunta 7: ¿Qué es lo que se debe de ir plasmando en la vida del Pastor?
Pregunta 8: ¿Qué cosas renuevan la visión y las fuerzas del Pastor?
Pregunta 9: ¿Cómo puede el Pastor mejorar su educación?
Pregunta 10: ¿Por qué razón debe el Pastor aspirar a tener una cultura general?

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Lección 04 Fecha Expone

Vida y Hogar del Pastor 08 oct 2016 Pr. Santiago Ramos Sáez
1. Introducción
2. Sus relaciones
3. Su familia
4. Las finanzas del pastor
5. Las tentaciones del pastor

1. Introducción
Paradójicamente, muchos pastores viven rodeados de personas y sin embargo viven muy solos. El temor
a ser criticados por tener personas de su “preferencia”, a veces debido a una espiritualidad equivocada por lo
cual procura presentarse como un personaje especial, o como una persona que aparenta ser más de lo que en
realidad es, le mueve a mantenerse con relaciones muy restringidas.
Se da así el pastor que no tiene amistades profundas. Los hermanos de la iglesia son su círculo, pero sus
relaciones llegan hasta cierto límite. Su trato con las personas es más que todo a nivel “profesional”, o pastoral.
Conviene reflexionar en algunos ejemplos bíblicos:
Jesús, aunque andaba entre multitudes, tenía círculos humanos muy estrechos. Tenía a los setenta (Lc.
10:1-12). También un grupo de mujeres que le seguían siempre y le servían con sus bienes (Mt. 27:55; Lc. 8:3).
Tenía a los doce (Mr. 3:13-19; Jn. 13:1-20). Y entre éstos tenía tres: Pedro, Jacobo y Juan que estaban
más cerca de Él (Mr. 14:32-33). Y todavía hubo un discípulo que se relacionaba más estrechamente con El y que
fue el único presente a la hora de la cruz (Jn. 13:23-25; 19:25-27).
Con San Pablo se dio algo parecido. Tenía personas muy de su confianza como Bernabé, Lucas, Silas,
Timoteo, Tito y muchos otros.
El pastor necesita de hombres y mujeres que le estén muy de cerca. Deben tener amistades profundas.
Debe permitir que otros le conozcan y tener a quienes él pueda conocer mejor. Esto da una dimensión más
amplia de la comunión cristiana. Le permite conocer mejor al ser humano. Y le permite tener ayuda en los
momentos más difíciles. Porque la amistad permite dar. Y permite recibir.
Esta actitud abre las puertas para una edificación humana sin límites. El pastor a veces equivoca el
camino inconscientemente. Cree que sólo él debe hablar. Que todos deben oírlo y que él vive para servir a todos.
Pero él igualmente necesita oír a los demás, tiene mucho que aprender y recibir de los demás. Y en muchas
oportunidades, él también tendrá que ser servido por los demás.
El pastor no es más que un simple ser humano además de su fe en Jesús. No es un superhombre. Y así
como muchas personas necesitan de su ayuda él también necesita ser ayudado y ser ministrado en muchas
ocasiones por otras personas. De otra manera cuando llegan las crisis se encontrará solo. Y son muchos los que
en estas situaciones han quedado postrados. El proverbista nos recomienda actuar en esta dirección:

“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. …


Y amigo hay más unido que un hermano”. Proverbios 17:17; 18:24

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2. Sus relaciones Las relaciones personales del pastor, entonces, se caracterizan por una apertura total y
sincera en la doble vía de dar y recibir. Es lógico que debe ser cuidadoso en la elección de sus amistades más
cercanas, y hay que cuidar mucho la apariencia de estas relaciones. Pero los “peligros” que entraña el tener
personas más allegadas son compensados con muchas ventajas.
Al pastor le es necesario mejorar y ampliar sus relaciones con toda la congregación. Él es ejemplo de
relaciones. Y es un creador de relaciones en la congregación.
Por esto, él ve no sólo lo negativo y pecaminoso de las personas. Ve lo bueno que hay en ellas. Sigue el
ejemplo de San Pablo quien al acordarse de los hermanos de Filipos daba gracias en sus oraciones con gozo
por ellos. Aquellos fueron hermanos tan iguales a los que tenemos en las iglesias de hoy, con problemas, con
altos y bajos, con cosas que reprocharles y cosas que alabarles. Sin embargo San Pablo se alegraba por ellos y
los miraba, no como eran en aquel momento, sino como lo que habrían de ser en el futuro (Fil. 1:3.4, 6).
Cuando en el pastorado hay un énfasis desmedido en la doctrina del pecado, sin balancearla
adecuadamente con la del perdón y la formación de la nueva persona a la semejanza de Jesús (1Co. 6:9-11; 2
Co. 3:17-18), se produce una visión negativa y pesimista de todo ser humano. Esto se refleja en la predicación
que solo ataca el mal humano y que solo ve pecados por doquier.
Se refleja en una desconfianza en los demás. Y cuando esto se hace una línea de pensamiento desarrolla
una actitud en la congregación igualmente negativa, pesimista, legalista y desconfiada de unos hacia otros.
Por eso es importantísimo comprender bien el papel que juegan los énfasis doctrinales y las actitudes del
pastor mismo respecto a las relaciones entre los seres humanos. Al ser humano hay que conocerlo, darle su
lugar y darle a cada uno su trato. Y, a partir de la conversión a Jesucristo, en vez de continuar con relaciones de
temor y desconfianza, debe haber un sentido de elevación de las mismas, viendo en cada hermano no un
conjunto de defectos, sino una nueva criatura que se va formando con la obra del Espíritu Santo, del pastor y de
los demás, a la imagen preciosa de Jesús.
El pastor que es retraído, desconfiado, temeroso de la gente, obstaculiza su ministerio. Necesita estudiar
las causas de esas actitudes y enfrentarse a ellas.
El pastor que es un buen orador no es quien mejor construye una congregación. Puede sí reunir
momentáneamente mucha gente. Pero el que tiene actitudes de amor, de amplio acercamiento a todos, y
confianza en la nueva criatura en Cristo, es quien puede crear una verdadera comunidad de amor.
Otra área de relaciones pastorales a cultivar es la relacionada con sus colegas de ministerio. Entre los
pastores suceden a menudo cosas inquietantes. Es el caso típico de una pequeña población de unos cinco mil
habitantes con varias iglesias se conocen entre sí. De esta falta de conocimiento y relación se producen temores
de unos contra otros y continúas situaciones de “guerra fría” o “guerras sordas”, y, a veces, pugnas abiertas
entre unos y otros que trascienden a los fieles y la comunidad no cristiana.
En cada ciudad los pastores, aunque sean de diferente denominación, pueden buscarse, orar juntos,
ayudarse, ser buenos amigos e incluso colaborar en programas conjuntos. Si las actitudes de los pastores entre
sí son negativas, son temor y hostilidad, no sólo ellos vivirán amargados y sin bendición divina, sino que su
congregación se contagiará del mismo mal. Y Dios ha llamado a la paz, al amor y a la buena voluntad.
Aunque quizá con un poco de limitación, sin embargo todo pastor necesita conocer a las personas
importantes de su comunidad. Es el caso de las autoridades políticas, autoridades gubernamentales, maestros,
dirigentes sindicales, sacerdotes de la Iglesia Católica y otras. En cuanto sea posible para él, no solamente debe
conocerlas, sino ponerse a sus órdenes, y colaborar con ellos.

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En fin, su labor será más amplia en la medida que sus relaciones sean también más amplias. Jesús se
relacionó con mucha gente que no eran los de su círculo más cercano. Y un pastor que tiene convicciones claras
del evangelio jamás debe temer con quién o quiénes se van a relacionar.
A todos se debe. A todos tiene algo que brindarles. Y de todos también tendrá algo que recibir.

3. Su familia Empecemos por reconocer que no necesariamente todo pastor debe ser casado. San Pablo fue
soltero. Y esto tiene sus ventajas. Pero el estado célibe debe ser vivido sobre la base de tener don de
continencia (1Co.7:9).
Si un pastor por una decepción vivida decide permanecer solo, es bueno que lo reconozca, pues el
recuerdo y la frustración vivida pueden desarrollar en él actitudes negativas hacia las mujeres y hacia el
matrimonio que perjudicarán de una u otra manera su ministerio.
Para el pastor joven que espera casarse y que sirve en una congregación soltero, sus movimientos han de
ser claros ante la gente, como Jesús recomendó a sus discípulos, que no anduvieran quedándose en una u otra
casa, sino que permanecieran en aquella que fuera digna (Lc. 10:7).
La presencia de un pastor soltero suscita el interés de las señoritas de la congregación, y no está lejos que
también suscite el interés de otras mujeres de la comunidad. De allí el cuidado de las relaciones con el bello
sexo, y el cuidado de no alentar esperanzas falsas. Ha de ser franco y definido en sus compromisos (1Ti. 4:12;
5:1-3). De otro modo puede caer el lazo del diablo.
3.1. La familia del pastor es una viña pequeña. La familia como un núcleo de afectos bien puede ser motivo de
estabilidad o motivo de perturbación. Hay pastores que han tenido que abandonar el ministerio debido a
problemas familiares. Otros en las situaciones más difíciles y adversas en el ministerio han recibido apoyo y
sostén de su familia y han logrado sostenerse.
Quiere esto decir que el hogar requiere la debida atención al igual que la iglesia o el Señor. A menudo
muchos conflictos en el hogar del pastor se deben a falta de atención de parte del cabeza de casa quien emplea
su tiempo visitando hermanos, atendiendo campos blancos, atendiendo cultos y otras cosas. A la casa llega a
comer de vez en cuando, llega cansadísimo a dormir, y así no da la atención debida a la esposa e hijos.
3.2. El sexo en el hogar. Al pastor conviene tener presente que el hogar es honroso delante de Dios. Y que en
Cristo “no hay varón ni hembra” o sea que el ideal de Dios ahora en Cristo es que la mujer pueda llegar a ser
como fue en el principio, en igualdad con el hombre.
Esto se relaciona muy particularmente a la posición generalizada del hombre latinoamericano que mira a la
mujer con cierto aire de superioridad. Y así se establece una relación de desigualdad. Por el contrario al
reconocer la dignidad de la mujer como “gloria del varón” le da el amor y la seguridad que aquella por naturaleza
requiere. Así la mujer responderá a su vez con amor y sujeción. En este sentido la relación pastor-esposa pude
ser ejemplarizante en una congregación y ayuda a realzar el valor del matrimonio.
Desde otro ángulo, es importante para el pastor y su esposa una correcta perspectiva bíblica respecto al
sexo.
Existe a menudo la idea de la impureza y pecaminosidad de las relaciones sexuales en el hogar. Inclusive
hay quienes experimentan sentimientos de culpa y otros a veces las evitan a toda costa por la misma razón. Esta
situación, como es natural, crea tensiones que a la larga pueden ocasionar situaciones muy difíciles.

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Basta recordar que Dios hizo al hombre y a la mujer “varón y hembra” tales como somos todos los seres
humanos. Y sin que mediara el pecado, Dios les invitó a multiplicarse. San Pablo es muy claro al recomendar a
los casados lo siguiente:

“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino
el marido, ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración, y volved a
juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. 1 Corintios 7:3-5

También el apóstol recuerda que esas “viandas” han sido creadas por Dios. Y aún más. Deben tomarse
con acción de gracias por los creyentes y los que han conocido la verdad (1 Ti. 4:3). De modo que frente al sexo
en el hogar el pastor y su esposa han de platicar con libre conciencia, de igual a igual, creativamente y en
verdadero diálogo de amor.
El sexo en el hogar no cumple una simple función biológica. Es todo un lenguaje, una comunicación de
vida a vida en la forma más profunda. Este elemento, entonces, requiere ser bien entendido y bien llevado a la
práctica.
Lo anterior lleva un asunto muy relacionado. Es el referente a la procreación. Esto es algo que compete
exclusivamente a la vida de cada pareja. En nuestra opinión, la relación sexual no busca únicamente
procreación. Busca primariamente unificación de la pareja. Por lo cual queda a juicio de los esposos no sólo la
frecuencia de sus relaciones sino la cantidad y el tiempo de hijos que quieran.
Sobre esta materia hay mucho escrito ahora. Nos limitaremos solo al enfoque que pueda ayudar a cada
familia pastoral a tomar sus decisiones con libertad y tranquilidad. En este modo una vida sexual satisfactoria
para ambos, y una familia procesada de común acuerdo según posibilidades y responsabilidades en la vida, no
sólo evitará muchos problemas y sufrimientos, sino que será un baluarte para la vida.
3.3. La esposa del pastor Hay una creencia muy generalizada entre los evangélicos latinoamericanos de
que la esposa del pastor debe compartir todas las responsabilidades ministeriales de su marido. Frente a esta
situación hay que tomar en cuenta los siguientes aspectos.
Hay esposas de pastores que tienen capacidad para el ministerio pastoral. Algunas hasta lo hacen mejor
que su esposo.
Hay mujeres que han aceptado consciente y responsablemente que su función está mayormente en su
hogar y no en el trabajo de la iglesia.
Debido a la situación económica, algunas esposas de pastores tienen necesidad de trabajar fuera del
hogar por lo que no pueden compartir toda la tarea de su marido.
Algunas esposas de pastores que tienen talento musical a veces monopolizan de por vida el piano o el
órgano de las iglesias, y acostumbran a la congregación a que ella siempre esté al frente de esta actividades.
Algunas mujeres por respaldar a su marido se dan a realizar muchas tareas en la iglesia, descuidando el
hogar, y, a veces, metiéndose en situaciones y problemas que competen a su marido.
Al respecto conviene pensar en las siguientes posibilidades:
a) Cada pareja es un caso distinto. Esto ha de ser entendido por la denominación, por la iglesia y por el
pastor. No puede legislarse de una manera única y meterlos a todos en el mismo costal.

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b) Cada pareja decide el papel que uno y otro van a jugar. Y esto necesita ser comunicado y entendido
por la congregación a su debido tiempo, a fin de no crear expectativas falsas en la gente, y evitarse críticas y
situaciones innecesarias.
c) Las iglesias requieren ser enseñadas con franqueza y claridad sobre esta cuestión. Ellas pueden
aprender a aceptar a sus pastores y esposas con sus capacidades y limitaciones.
d) Cuando la esposa del pastor crea problemas a su esposo por andar metiéndose en asuntos que no
son de su competencia, la pareja debe entrar en diálogo sincero. Deben analizar las razones. Puede ser que la
mujer esté demasiado preocupada por el prestigio de su esposo, pero no sabe en efecto cómo ayudarlo y le está
causando daño. Puede ser que el esposo no sea apto para el trabajo pastoral.
Puede ser que la mujer tenga una sed interna de reconocimiento porque su marido no ha sabido dárselo.
Puede que necesiten la ayuda de un consejero que los oriente.
e) Hay funciones que la mujer por sus capacidades puede ejercer. Pero como esposa del pastor no
debe ejercerlas siempre ella sola. Su visión habrá de ser enseñar y capacitar a otras para que tomen su lugar.
Cuando la pareja se va o los trasladan, todos los van a recordar como personas muy activas, y recordarán quizá
“lo bien que ella tocaba el piano”. Pero al irse dejan un vacío irreparable. Hicieron un bien y un mal a largo plazo.
No dejaron a nadie capacitado para tomar su lugar.
f) Otra costumbre muy generalizada en nuestro continente es la de que el pastor viva al lado del templo.
Esto tiene desde luego sus ventajas y muchas desventajas, pues la casa pastoral viene a ser la casa de todos.
La gente entra y sale cuando quiere. Entonces no hay privacidad en el hogar.
La pareja no puede tener sus ratos a solas durante el día, y a veces ni siquiera en la noche. La casa
pastoral se vuelve un lugar de movimiento constantemente. No hay oportunidad para tiempos quietos de oración,
de estudio o de descanso.
Este problema se puede solucionar, en parte, con separar el templo y la residencia pastoral. Se ha visto en
muchos casos, cuánto ayuda que la casa del pastor esté no muy cerca del templo. Pero cuando no hay esta
posibilidad no queda más que establecer con iglesias algún tipo de arreglo a fin de que el hogar del pastor no
sea tierra de todos, sino que sea morada privada de una familia.
3.4. Es proverbial que los hijos de pastores dan mucho que hacer Los creyentes piensan que estos
muchachos por ser hijos de siervos de Dios nacen santos. Pero no es así. Son seres comunes y corrientes.
Muchos pastores han llegado a sufrir mucho por la presión que las iglesias ejercen sobre sus hijos imponiéndoles
normas muy estrictas. De allí que se van almacenando cargas de gran intensidad en aquellos niños que luego
llegan a explotar en la juventud. Es cuando los hijos de misioneros y pastores no quieren tener nada que ver con
la iglesia y todos empiezan a preguntarse por qué.
Como una respuesta a esta situación podrían considerarse estas medidas:
1. Pastor e iglesia necesitan reconocer que aquellos son personas comunes y corrientes.
2. El pastor necesita atender a sus hijos al igual que lo hace con los hermanos de la congregación.
3. Que al niño se le enseñe la Palabra de Dios en el hogar, pero que no se produzca una atmósfera de
exagerada religiosidad, lo que a la larga puede atribuir o saturar al niño y producirle reacciones contrarias a la fe.
Aun en cosas de Dios debe haber cierta medida y no tratar de imbuirle la fe al niño a como haya lugar.
4. Hay que cuidarse mucho de “arrancarle” al niño tempranas profesiones de fe. Es evidente que los
padres desean que su hijo acepte a Cristo como Salvador y que el niño quiera complacerlos. Y puede fácilmente
hacer una “decisión” por Cristo. Pero más tarde él llega a descubrir que aquello no fue genuino. Sencillamente se

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llegará a rebelar internamente contra sus padres o contra el sistema de la iglesia por haberle hecho tomar una
decisión que él realmente no estaba preparado para tomar. La decisión de fe viene por la dirección del Espíritu
Santo, y a su tiempo, aunque los padres quisieran que fuera antes.
5. A menudo los hermanos de la iglesia critican al hijo del pastor por cualquier cosa y le dicen en su
cara: “Eres hijo del pastor, y estás haciendo eso...”
Esta situación lo que hace es enfrentar al niño con su propio padre, y con la fe. Y eso puede ser la causa
de un distanciamiento emotivo entre el niño y su padre, entre el niño y los hermanos de la iglesia, y entre el niño
y la fe. En este sentido el pastor, como adulto, y como persona que comprende bien este fenómeno, debe
proteger a sus hijos enseñando a la congregación a no emplear jamás este recurso que es muy traicionero.
6. Es evidente que necesitará enseñar al niño su papel, ayudarle a comprender su comprometida
situación como hijo de pastor, y pedirle su cooperación en ciertas cosas. Pero hay que reconocer que al niño se
le deja que se desenvuelva dentro del marco de su propia personalidad. Al fin y al cabo, él, aunque sea un
“pequeñín”, es una persona, y si bien necesita orientación, hay que darle el respeto que merece.
7. Quizá se debe tomar en cuenta también que no por tratarse de hijos de pastores ellos tienen que
ver con el trabajo de su papá. Hay quienes casi obligan a sus hijos a participar en algunas cosas como cantar
“especiales”, orar en público, tocar instrumentos, etc. Al niño se le motiva para servir al Señor, pero jamás se le
obliga. Mucho menos exhibirlo ante la congregación. Se busca, en fin, que él a pesar de su condición, tenga un
desarrollo igual y normal como lo tienen los demás niños.
8. El buen trabajo que han hecho los padres durante la infancia de los niños constituye la mejor base
para cuando éstos despierten a la pubertad y adolescencia. Siempre hay que entender que estos muchachos
cada vez querrán ser más libres. Y esto es lo natural. Los muchachos empiezan a sentir gran atracción hacia el
sexo contrario.
Necesitan hacer ejercicio y buscar el deporte. Les comienza a gustar mucho la vida social. Y, muy a
menudo, a estos muchachos les gusta la música, y no precisamente la misma que se canta en los cultos de la
iglesia. Si el pastor en esta época adopta una actitud negativa, legalista e impositiva, podrá quebrantar las
relaciones con sus hijos. Corresponde entonces reconocer los cambios típicos que se operan en el joven, y
también disponerse adaptar sus relaciones con ellos.

4. Las finanzas del pastor. Ya se mencionó que hay pastores que económicamente dependen de la iglesia y
otros que ganan su sueldo de otra manera. Aunque el ideal es lo que el obrero de Dios sea sostenido por la obra,
la realidad se presenta de otra manera. San Pablo mismo algunas veces fue ayudado económicamente por las
iglesias y en otras tuvo que romperse las manos trabajando (Fil. 4:10-17; 2 Co. 11:7-10).
Dicho ejemplo nos ayuda mucho hoy. Hay libertad para que el obrero escoja su modo de sostenimiento
económico. Y ningún pastor debe sentirse culpable si necesita trabajar con sus manos o si, sencillamente,
prefiere no someterse a un sistema económico definido.
Aunque no se ha realizado un estudio científico sobre la materia, sí es muy conocido en el ámbito
evangélico latinoamericano, en distintas denominaciones, que no siempre los pastores sostenidos tiempo
completo por las iglesias dan mayor rendimiento que quienes lo hacen parcialmente.
La tradición de las misiones protestantes, con excepciones, fue la que cada obrero debía estar dedicado
por entero a la iglesia. Y se dan en nuestros continente numerosos conflictos porque los misioneros que
establecieron la obra estaban bien financiados por sus iglesias madres. En esas situaciones crearon un ideal y lo

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impusieron. Pero al aplicarlo a nuestra realidad se ha dado que muchos pastores han tenido que vivir solo de la
iglesia aun en condiciones infrahumanas.
El pastor tiene derechos como las demás personas. Y si es casado no solo tienen derechos, si no grandes
deberes: casa, ropa, alimentación, diversión sana, medicinas, estudios. Y si una congregación no puede darle
para cubrir sus necesidades básicas, él tiene el deber y el derecho de buscar otros medios.
De otra manera puede abocarse otros medios. De otra manera puede abocarse al vergonzoso
espectáculo muy común de familias pastorales desnutridas, casi desvestidas, y sin poderse educar.
Es cierto que muchos pastores han vivido este sacrificio con abnegación. Pero también hay muchos que
han vivido por esta causa la separación conyugal, y el alejamiento del Señor y de la iglesia por parte de los hijos,
y otras consecuencias no menos penosas. El pastor en este sentido puede ser de espíritu sacrificado, pero
también realista y definido en sus procedimientos. Por esto aunque el ideal bíblico es que el obrero sea sostenido
por la obra, sin embargo no hay ley que obligue, sino libertad, dadas las circunstancias del pastor y de la iglesia
(1 Co. 6.1-19).
Por supuesto que el pastor debe ser buen administrador del dinero y ha de saber discernir entre lo que son
necesidades fundamentales de la vida y del hogar y lo que son “lujos”. Para segur al Señor hay que vivir con lo
que es necesario y no desarrollar actitudes de “consumidor”.
Hasta donde sea posible hay que evitar las deudas. Y hay que hacer arreglos claros y definidos con la
congregación en lo que respecta al manejo de dinero.

5. Tentaciones del Pastor. Jesús fue tentado en todo según nuestra semejanza. Pero sin pecado (Hch. 4. 15).
El pastor como ser humano es tentado también. Y la tentación, aunque no es pecado en sí, puede ser la puerta
hacia él. Desde la perspectiva de su propia función como guía de personas y grupos humanos, hay ciertas áreas
específicamente de tentación o de debilidad a las que debe prestárseles atención.
5.1. El sexo. Si bien es escrito que el matrimonio del pastor es escudo contra los problemas del sexo, la
experiencia enseña que no es una protección absoluta. Las oportunidades se presentan en muy variadas
circunstancias.
5.2. El domino sobre las personas. La religión se presenta para ejercer el dominio sobre las personas y las
comunidades. Hay que ser muy honesto y examinar las actitudes para ver si van más allá de lo que es
orientación y enseñanza. En muchos lugares el líder religioso puede llegar a ocupar el lugar del patrón o del rico.
5.3. La ambición por el dinero. A veces por necesidades no satisfechas en la niñez o la juventud, el
pastor puede tener una fuerte inclinación hacia el dinero. Otras veces la pobreza en que regularmente viven los
pastores los puede motivar a buscar algo más allá del sueldo. Otras veces las “pasiones desordenadas”, como
son el querer tener bastantes cosas, o aparentar tener lo mismo que el misionero u otras personas son las
culpables. Puede que la mala administración hogareña haga que la bolsa familiar esté “rota” siempre, y el dinero
se gaste sin saber cómo. Es entonces cuando aparecen los déficits familiares… y puede sobre venir la tensión.
5.4. La fama. Es correcto anhelar ser un buen pastor, o anhelar la excelencia pastoral. Pero si se va más lejos, el
punto de querer ser un gran predicador para distinguirse, o para superar a fulano, o para llegar a tener un
nombre, o poder ser llamado como pastor de alguna iglesia “codiciada”, ya sea por lo que paga o por el nombre
que da, se ingresa a un campo peligroso. Las alturas marean a muchos y la distinción, como puede ser bendición
divina, puede ser también tentación diabólica.

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5.5. La pérdida de visión. Un teólogo de nuestros días dice que la tentación consiste en la “debilidad, es el
desaliento en el cansancio de no querer hacer aquello que Dios nos propone”. El pastor vive continuamente
expuesto a esta tentación.
5.6. Dejar el ministerio. Algunos hasta al Señor. Las tareas las luchas y las limitaciones del servicio
continuamente provocan a dejar el ministerio y vivir tranquilos con sus familias. No hay obrero de Dios que una o
muchas veces no haya estado cara a cara con este problema.
Frente a estas realidades, algunas sugerencias:
a. Aunque estemos lavados por la sangre del Cordero; aunque hayamos sido bautizados en el Espíritu
Santo; y aunque contemos con años de experiencia, la tentación y la caída siempre acechan. Somos pecadores
por naturaleza (1 Co. 10. 12). No se puede adoptar ni en privado ni en público, una actitud de “superhombre”.
Somos simples y llanamente seres humanos en proceso de formación a la semejanza de Jesús.
b. Hay que reconocer con honradez y sinceridad el área o áreas de mayor debilidad que cada uno
tiene, ya que sea la atracción hacia el sexo opuesto, el dominio o la fama, etc. Pretender ocultarla o negarla no
ayuda. Hay que reconocerla para enfrentarla adecuadamente.
c. Para cada área hay que contar con la ayuda de Dios. Él ha dado promesa de fortaleza (1 Co. 10.
13; He. 2.18; 4. 15-16).
d. Además de la ayuda de Dios hay que saber prevenirse. Para quien el sexo le es problema con
mayor razón debe cuidar su hogar y las relaciones con su esposa y ella debe cooperar muy inteligentemente.
Debe evitar situaciones que le pongan en peligro como las visitas a casas cuando las mujeres están solas, o las
citas en la oficina o templo con damas a solas.
e. Si el problema es el dinero, el orden en el manejo es fundamental. Hay que hacer un presupuesto
hogareño bien calculado y someterse a él. Si el problema es dominio de las personas, hay que aprender a
reconocer con mayor claridad que el evangelio busca hacer libres a las personas (Gá. 5.1; Jn. 8.32), y que la
función pastoral no es la de dictar a las personas todo lo que deben hacer. Más bien, hacerles libres del poder
del pecado y de Satanás, enseñarles a reconocer la Palabra de Dios la guía final en muchas cosas, y enseñarles
a usar la razón guiada por el Espíritu Santo para enfrentarse a la vida. Es decir, el pastor no se impone sino que
enseña al pueblo a ser verdaderamente libre y usar su libertad en Cristo.
Si el problema es la pérdida de visión, quizás lo que necesite es perdonar a algunas personas que le han
causado amargura; o bien entender que el ministerio a ratos es gozo, pero a ratos es lucha, y a retos es llanto
también (Hch. 20.19). Hay que recordar que el premio se tendrá al final de la carrera (2 Ti. 4.6-8), y que estemos
llamados a seguir el ejemplo de Jesús que empezó y acabó su tarea (Jn. 17.4).
Para esto es muy útil leer y meditar a fondo todo el contenido pastoral de la segunda carta a los Corintios.
Y también las cartas enviadas a Timoteo y Tito y la tercera carta de San Juan.
f. Cuando hay focos de tentación que actúan con mucha violencia en la persona por los que se siente
una potencia interna muy fuerte, quizá lo que necesita es algo más que orar y tomar ciertas precauciones
posiblemente existan factores sicológicos profundos que los causan, situaciones vividas durante la niñez,
traumas o heridas profundas en la mente o en los sentimientos, cosas que causaron gran vergüenza y que se
han hundido en el inconsciente, o aun patrones culturales heredados por el ambiente en que se ha crecido.
En estos casos requiere de una liberación que ha de venir con ayuda de algún consejero o psicólogo
cristiano experimentado, que ayude a descubrir el foco del problema, a guiar a la persona a confiar en Dios para
que las fuerzas sean reconocidas y sacadas del interior.

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El pastor necesita ayuda y orientación. Por esto Santiago recomendó: “confesaos vuestras faltas y
vuestras ofensas unos con otros, orad unos por otros para que seáis sanados” (Stg. 5.16). No solo para ser
perdonados sino también sanados. El mismo peso del trabajo, el constante enfrentamiento que el pastor tiene
ante la vida y ante los problemas tan hondos de la gente hacen que su ser a ratos se “contagie” de ciertos “virus”
y se sienta afectado y tentado. El necesita la ayuda de Dios y a menudo la de hermanos bien capacitados y de
confianza.
Y, finalmente, el pastor necesita descanso. A menudo se sabe de obreros muy activos que incurren en
pecados. En algunos casos hasta se trata de personas de reconocida solvencia espiritual. Algunos trabajan
hasta el agotamiento. No tener un día semanal de descanso y no tener uno o dos períodos al año, para estar
lejos de la congregación, hace que el pastor se llene de tensiones, de pensamientos, de sentimientos, que no
puede eliminar ni ordenar.
El descanso es un imperativo pastoral. Cuando Elías tuvo la gran batalla con los profetas de Baal,
posteriormente experimentó una gran depresión.
Y el valiente se derritió y deseaba morirse. Y Dios lo que hizo fue dejarlo dormir y alimentarlo. Luego le
renovó la visión (1 R. 19.1-18). Jesús mismo a menudo se aislaba y se aislaba a sus discípulos del intenso trajín
del día (Mr. 6.30-32).
A veces los pastores equivocadamente para descansar lo que hacen es irse a otra iglesia a “predicar una
campaña”. El obrero de Dios necesita aprender a descansar y las iglesias deben ser enseñadas a dar a sus
pastores el descanso necesario.
g. Cuando un hombre honestamente reconoce que no tiene capacidad, ni llamado para ejercer el
ministerio, aunque haya cursado estudios en un seminario, es mejor que sea franco y se retire a otra labor. Una
acción así, basada en la honestidad, es más importante que continuar una vida ficticia. Se beneficiará el pastor,
su familiar y la congregación. La buena administración pastoral empieza por una buena administración de la
propia vida y la del hogar. Expresado en palabras apostólicas:

“Ten cuidado de ti mismo” 1 Timoteo 4:16


Y además, “que el obispo gobierne bien su casa,…pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la
iglesia de Dios?” 1 Timoteo 3:1-15

Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Qué es lo que mueve a muchos Pastores a mantenerse con relaciones muy restringidas?
Pregunta 2: ¿Cuáles eran algunos de los círculos humanos estrechos del Señor Jesús?
Pregunta 3: ¿Por qué es que el Pastor también necesita ser ayudado y ser ministrado en muchas ocasiones por otras personas?
Pregunta 4: ¿Qué pasa cuando en el Pastorado hay un énfasis desmedido en la doctrina del pecado, sin balancearla adecuadamente
con la del perdón y la formación de la nueva persona a la semejanza de Jesús?
Pregunta 5: ¿A qué se deben a menudo muchos conflictos en el hogar del pastor?
Pregunta 6: ¿Qué conocimientos nuevos he adquirido en esta Lección?
Pregunta 7: ¿Qué aspectos de mi propia vida requieren atención especial?
Pregunta 8: ¿Qué clase de atención le estoy dando a mi familia?
Pregunta 9: ¿Tengo un plan para organizar mi tiempo?
Pregunta 10: ¿Qué pasa cuando los hermanos de la Iglesia critican al hijo del Pastor?

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Lección 05 Fecha Expone

La Asesoría Función Del Pastor 08 oct 2016 Pr. Santiago Ramos Sáez

1. Introducción
2. El asesorar es una parte del ministerio:
3. Los dos métodos principales para asesorar:

1. Introducción.
- Pastor, me siento muy nerviosa; no duermo ni como bien – dijo la joven de veintiún años.
- El pastor le respondió: -¿Se preocupa usted mucho por algo, Susana? Por supuesto que tiene mucho en
que pensar, pues le quedan menos de tres semanas para casarse con Carlos.
Susana vació su corazón durante la conversación. Le contó al pastor que tenía dudas de que le conviniera
casarse con Carlos. Al comenzar a cortejarla, Carlos había consagrado su vida para ser pastor. Se matriculó en
el instituto bíblico al cual ella asistía, pronto ganó el amor de Susana y se comprometieron para casarse.
Luego Susana comenzó a notar que la espiritualidad de Carlos carecía de profundidad. Se le ocurrió la
siguiente pregunta: “¿Hizo Carlos una consagración solamente para casarse conmigo?” También le parecía que
era poco maduro; no permanecía en ningún puesto de trabajo por más de dos meses, Sin embargo, ella pasaba
por alto estas observaciones y se decía a sí misma: “El cambiará.” Cuatro semanas antes de la fecha de la boda,
Carlos gastó todo su dinero comprando un viejo automóvil; además, tendría que pagar pesadas cuotas
mensuales hasta cancelar la deuda. –No tenemos dónde vivir, ni artefactos ni muebles, y parece que tendremos
que vivir de lo que gano yo- dijo Susana- ¡Qué error cometí prometiendo casarme con él!
EL PASTOR: -Pero Susana, aún le queda tiempo para rectificar lo que le parece ser un error.
SUSANA: -He pensado en eso pero ya hemos enviado las invitaciones para la boda. ¿Qué
pensarían nuestros amigos?
EL PASTOR: -Bueno, el matrimonio cristiano es algo permanente. Si usted comete un error ahora,
tendrá que sufrirlo el resto de su vida. ¿No es su futuro más importante que lo que pensarán sus amigos?
SUSANA: -Así es, pastor. Debo romper con Carlos, pero yo no podría soportar la vergüenza y el
chisme. ¿No hay algún camino menos mortificante? No sé qué hacer.
EL PASTOR: -¿No le convendría expresar sus dudas a Carlos y tal vez postergar indefinidamente la
fecha de la boda? Luego enviaría una nota a los invitados informándoles de su decisión. No es necesario explicar
la razón. Así usted tendría tiempo de llegar a una decisión.
SUSANA: -Eso es lo que haré. Gracias pastor.
Susana habló con su novio y los dos decidieron postergar la boda. Al pasar seis semanas, rompieron el
noviazgo. Carlos dejó de estudiar para el ministerio, y Susana le escribió a su pastor. Le agradeció por haberla
animado a llevar a cabo lo que ella sabía que era conveniente. Este es un ejemplo del asesoramiento pastoral,
aunque los nombres son ficticios.
Analicemos el proceso de asesorar que fue puesto en marcha cuando Susana acudió a su pastor y pidió
oración. El pastor se dio cuenta inmediatamente de que la nerviosidad de la joven tenía sus raíces en un
problema. Sabía que la ansiedad era algo insólito en la vida de la señorita, ya que ella tenía una personalidad
serena y alegre. Razonó de la siguiente manera “Si yo orara a Dios para que sane su nerviosidad sin ser
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solucionado el problema primero, sería tan inútil como pedir al médico que quite el síntoma sin curar primero la
enfermedad.”
El pastor tuvo la intuición de que el problema de Susana tenía algo que ver con el venidero enlace
matrimonial. Sin embargo, no formuló una pregunta directa sobre lo que pensaba intuitivamente. Más bien le
abrió la puerta a la joven para que ella hablara espontáneamente del problema.
Al comenzar a contar el problema, Susana tuvo dudas en cuanto a la conveniencia de casarse con Carlos,
pero todavía estaba indecisa. Su optimismo femenino que la alentaba a creer que su novio cambiaría, fue
rudamente sacudido cuando Carlos compró un vehículo en el último mes antes del matrimonio. En este punto
comenzó seriamente el conflicto interno de la joven.
Hablando con el pastor, Susana vio claramente su problema, y no le cupo duda alguna de que sería un
error funesto casarse con Carlos. Pero vacilaba todavía en tomar una decisión firme y anular la boda. Pensó en
la vergüenza que sentiría cuando se enteraran sus amigos.
El pastor no dijo mucho sino que dio a la señorita la oportunidad de hablar de todo corazón. El oído atento
del pastor y su comprensión estimularon a Susana a traer a la luz los temores que había tratado de pasar por
alto, y ver objetivamente su propio dilema. Al pastor le quedaba solamente afirmarla en su conclusión y sugerir el
modo menos penoso de llevar a cabo lo que ella quería hacer.

2. El asesorar es una parte del ministerio: Muchos piensan que el asesoramiento pastoral es algo nuevo,
una nueva dimensión del ministerio. En el sentido psicológico moderno, tienen razón, pero este asesoramiento
pastoral ha existido largo tiempo antes de los descubrimientos de Freíd y James.
Los pastores se han preocupado siempre de los problemas de los creyentes. Ricardo Baxter, predicador
inglés de gran influencia en el siglo XVII, observó acertadamente: “El ministro no debe ser solamente un
predicador público, sino que debe ser conocido también como consejero del alma, así como el médico lo es para
el cuerpo”
“Washington Gladden escribió en su libro El pastor cristiano, en 1896: “Si el ministro es el tipo de hombre
que debiera ser, muchos relatos de dudas, perplejidad, tristeza, vergüenza y desesperación serán
probablemente vertidos en sus oídos”.
Dios mismo nos da la pauta al decir que El “como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los
corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (Isaías 40:11). “Yo buscaré la
perdida, y haré volver al redil la descarriada, vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil” (Ezequiel 34:16).
El Señor Jesús nos enseña en la parábola del buen samaritano que nuestro prójimo es aquel que necesita
ayuda. Cuántas personas en nuestro derredor son heridas y despojadas de la paz y del gozo que debieran tener
como herencia en Cristo. Tensiones, inseguridad, ansiedad, desviaciones morales, infelicidad matrimonial y
problemas de adolescentes caracterizan a nuestra sociedad. Pero desgraciadamente, muchos pastores son
como el sacerdote y levita de la parábola. Están tan ocupados en sus tareas eclesiásticas, que no atienden a los
que son heridos por problemas abrumadores.
Algunos pastores no aconsejan a sus miembros por varias razones, James Hamilton, escritor evangélico,
nota que algunos pastores estiman que “si los feligreses tuvieran una experiencia adecuada, el consejero no
sería necesario... “Piensan que los problemas de sus miembros pueden ser solucionados si oran. Sin embargo,
muchos creyentes “cuyo arrepentimiento es real, cuya consagración es definitiva y cuyo servicio y testimonio son
indubitables”, todavía necesitan tomar decisiones apoyados por un consejero.

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Algunos predicadores desconfían de sí mismos en este ministerio. No se sienten aptos, seguros para
asesorar. Tienen miedo de meterse en la relación íntima de aconsejar, o temen “las crudas realidades de la vida”
que posiblemente descubran así, y por eso titubean en abocarse a la tarea de aconsejar de manera formal. Se
encuentran también ministros evangélicos que no ven la importancia de visitar y de aconsejar. Piensan que con
sólo predicar, se cumple su ministerio.
El verdadero pastor, se encuentra dónde están las ovejas. Se compadece de sus debilidades, las ama de
corazón, las consuela y las sana. Vive cerca de sus feligreses y piensa con la mente de ellos, ve con los ojos de
ellos, siente con el corazón de ellos, sufre las congojas de ellos, sobrelleva las cargas de ellos, y así cumple la
ley de Cristo.
El pastor tiene un lugar importantísimo en la vida de su congregación. Desempeña un papel único en las
ocasiones significantes, tales como el nacimiento, la conversión, el enlace matrimonial, la enfermedad y la
muerte. Es natural que sus miembros acudan a él cuando los hijos causan problemas. El pastor tiene la gran
responsabilidad de aconsejar bien; de otro modo habrá consecuencias funestas. El asesorar no es fácil es
cansado, consume tiempo, y a veces no logra los resultados apetecidos. Pero vale la pena cumplir este
ministerio tan necesario para el bien de los demás. Todo esto debemos hacer en el nombre de Aquel que “no
vino para ser servido, sino para servir”.
El asesorar también tiene un gran valor para el pastor. Conociendo a sus miembros y sus problemas, se
da la oportunidad de preparar sermones más comprensibles, prácticos y profundos. Los miembros recibirán más
ayuda de los mensajes para enfrentarse con sus problemas y se sentirán más cerca de su pastor. Se dijo acerca
de un pastor que no quería involucrarse en la vida de sus miembros: “Durante la semana es invisible y el día
domingo, incomprensible.” Además de enriquecer el ministerio, el aconsejar proporciona muchas oportunidades
de llevar a almas angustiadas a los pies de Cristo.

3. Los dos métodos principales para asesorar: Una forma de asesorar que los pastores han empleado a
través de los siglos se denomina la técnica directiva. En esta técnica el papel del pastor es semejante al del
médico. El miembro describe su problema y el pastor formula preguntas, reúne información, hace el diagnóstico y
le ofrece el remedio. La única responsabilidad del asesorado es cooperar con el pastor y llevar a cabo su
consejo.
Aunque este método a veces da buenos resultados, presenta muchas debilidades y peligros. El pastor
puede equivocarse en su diagnóstico y perder la oportunidad de ayudar al asesorado. En tal caso, el consejo
sería más perjudicial que beneficioso. Este método priva al asesorado de la oportunidad de ver por sí mismo su
problema y comprenderse así mismo. También puede quitar al asesorado la oportunidad de sanarse
emocionalmente.
El proceso de asesorar no es simplemente un proceso intelectual, sino que involucra tanto la mente como
las emociones. Muchos de los problemas no se encuentran en la mente sino en el área de las necesidades
personales, de las relaciones emocionales que tienen que ver con la satisfacción de los deseos básicos y con las
frustraciones que resultan cuando éstos no se satisfacen.
El método directivo no da lugar a la libre expresión de emociones, sentimientos actitudes, pues la dirección
que da el pastor tiende a inhibir a la persona, haciendo que las emociones se interioricen, en vez de permitir que
el asesorado las desahogue. Finalmente, la persona que es aconsejada puede acostumbrarse a depender del
pastor en vez de resolver sus propios problemas.

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La técnica directiva puede presentar al pastor la tentación de satisfacer su propio “yo”, la de posar como
una autoridad que sabe todas las respuestas. Trataría al asesorado con condescendencia en vez de situarse en
un plano de igualdad. Hamilton comenta acerca del método directivo:
Muchos pastores encontrarán fácil, casi natural participar es esta forma de aconsejamiento, debido a que
la posición del ministro es vista por muchas personas como una figura de autoridad. Los pastores que están
inseguros encontrarán un gran refugio en esta posición de autoridad. Les será más fácil hablar
condescendientemente a sus feligreses que trabajar con ellos. Cuando un pastor habla así a su gente... quiere
decir que en realidad no experimenta lo que ellos experimentan y no entiende completamente lo que ellos
sienten.
Por regla general, no conviene usar la técnica directiva. Pero en la experiencia pastoral, a veces se hacen
combinaciones de este método con el indirecto, especialmente después de comenzar con el no directivo y de
encontrar el problema.
La segunda forma de asesorar se llama técnica no directiva. Es el método que ha desarrollado Sigmund
Freíd, el padre de la psicoterapia. Aunque tanto el creyente como la mayoría de los sicólogos modernos
rechazan muchas de las ideas freudianas, el pastor puede emplear algunos conocimientos comprobados y la
técnica de los sicólogos. La aplicación de la psicología, sin embargo, no ha de negar la realidad del pecado, ni la
importancia de la responsabilidad personal, ni el papel de las Escrituras en el proceso de asesorar. Más bien, el
pastor aprende del analista la importancia de escuchar, de comprender a la persona que tiene problemas de
sentir su angustia, de aceptarla tal como es, de apoyarla, de animarla, de disminuir su aislamiento y soledad, y
de aliarse con ella en la lucha con su problema.
En la técnica no directiva, el asesorado es la figura central; habla libremente de su problema y de sus
sentimientos. El asesor le escucha reflexiona y responde. No es juez ni consejero con todas las respuestas. El
asesor es “una relación interpersonal en la cual dos personas se concentran en esclarecer los sentimientos y
problemas de una, y se ponen de acuerdo en que eso es lo que tratan de hacer”.
El consejero ayuda al asesorado a comprenderse a sí mismo, a encontrar el problema, a ver las
alternativas, a tomar su propia decisión, y a llevarla a cabo. No trata de manipular la entrevista haciendo
preguntas directas, ofreciendo interpretaciones y respuestas de cliché, e imponiéndole sus soluciones. Más bien,
ayuda al asesorado a ayudarse a sí mismo.
La técnica puramente no directiva puede tener algunas desventajas. A veces, el consejero se mantiene
demasiado pasivo y no proporciona al asesorado las reflexiones, información, sugerencias, y alternativas
necesarias para que éste pueda llegar a decisiones razonadas y basadas en la verdad bíblica. También esta
técnica puede “ocupar mucho tiempo en el laborioso proceso de conducir... a un consultante, para llegar a
conocer su problema y pensar en las alternativas que tiene”. No todos los pastores cuentan con suficiente tiempo
para usar este método.
Sin embargo, la técnica no directiva, cuando es modificada y adaptada para el uso del pastor-consejero,
presenta mayores posibilidades de ayudar profunda y permanentemente al asesorado, en muchos de los casos.
Hay otras técnicas, además de las dos que hemos considerado, y la elección de la técnica debe depender de la
clase de problema o dificultad con que se trate. Consideraremos más adelante algunas otras técnicas.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Cuándo fue puesto en marcha el proceso de asesorar con Susana?
Pregunta 2: ¿De qué se dio cuenta el pastor inmediatamente?

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Pregunta 3: ¿Qué fue lo que estimuló a Susana a traer a la luz los temores que había tratado de pasar por alto, y ver objetivamente su
propio dilema?
Pregunta 4: ¿Cuál es la observación de Ricardo Baxter, el predicador inglés?
Pregunta 5: ¿Qué fue lo que Washington Gladden escribió en su libro El pastor cristiano?
Pregunta 6: ¿Cómo eran el sacerdote y el Levita en la parábola del Buen Samaritano?
Pregunta 7: Comenta alguna razón por la cual algunos pastores no aconsejan a sus miembros.
Pregunta 8: ¿Qué oportunidad le da al pastor el asesorar?
Pregunta 9: ¿En qué consiste la técnica directiva?
Pregunta 10: ¿Qué es lo que el pastor aprende del analista?

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CAPITULO 2:
LA ORGANIZACION Y LAS RELACIONES EN LA IGLESIA

Lección 06 FECHA EXPONE

La Organización De La Iglesia 08 oct 2016 Hno. Enrique Zúñiga Mella


1. La importancia de la organización de la Iglesia
1.1 Ejemplos bíblicos
1.2 Un pastor se hace cargo de una Iglesia
1.3 El meollo del asunto

2. La estructura
2.1 Estructura extensa o denominacional
2.2 Estructura interna

3. Prever el futuro.

4. Analizar el presente.
4.1 Una evaluación puede hacerse cada año o cada dos años
4.2 Sugerencia de un tipo de cuestionario a emplear en una evaluación

5. Delega
5.1 Para delegar hay que ser sincero con uno mismo
5.2 Para delegar también hay que tener confianza en las personas
5.3 Para delegar primero hay que formar
5.4 La delegación implica instrucciones específicas a las personas
5.5 Para delegar es necesario supervisar el trabajo
5.6 Respecto a los dones mismo del Espíritu
5.7 Al delegar hay que tener presente otros elementos

6. Planear
6.1 En relación con la evangelización
6.2 En relación con las necesidades de los hermanos
6.3 Tocante a las relaciones
6.4 Sobre el gobierno de la congregación

7. Programar
7.1 Tomemos por caso el objetivo sobre la evangelización
7.2 Pero hay que tomar en cuenta que la evangelización…
7.3 Si se trata de otro objetivo
7.4 Si esta iglesia tomara solamente en su primer año…

8. Los cambios.
8.1 El cambio es necesario
8.2 El cambio produce resistencia
8.3 Para el cambio hay que contar con el Señor

9. Presupuestar y controlar finanzas.


9.1 Manos fuera de la bolsa
9.2 La iglesia debe tener una política clara sobre el manejo de fondos.
9.3 La estructura.
9.4 Sistema de control de ofrendas.
9.5 Sistema para guardar ofrendas.

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...si el de profecía, úsese... o si de servicio... el que enseña...


el que exhorta... el que reparte... el que preside...
el que hace misericordia... Romanos 12:6-8

1. La importancia de la organización en la iglesia.


1.1. Ejemplos Bíblicos. Cuando Moisés se sentía morir de fatiga por la enorme carga que llevaba vino un
consejo sabio. Moisés lo escuchó. Hizo un plan. Buscó hombres. Les asignó tareas. Lo comunicó al pueblo. Y se
guiaron todos por aquel plan (Ex. 18:13-27).
Igualmente al tomar posesión Israel de la tierra prometida los territorios se distribuyeron adecuadamente a
las tribus y a las familias (Jos. 13-21). Y se complementó aquella acción con un avanzado sistema de leyes que
reglamentaba los diferentes aspectos de la joven nación (Dt. 12-26).
Jesús también seleccionó de entre las multitudes hombres para que estuvieran con El y para que
compartieran su tarea. El distribuía su tiempo para atender a las gentes y para formar a su reducido grupo de
discípulos. A éstos les dio instrucciones muy específicas sobre cómo habrían de hacer su labor (Mt. 10:1-25; Lc.
10:1-12). Entre los mismos doce había uno que ejercía el cargo de tesorero (Jn. 12:6). Había otros que se
encargaban de hacer otras cosas (Lc. 22:8). Al morir encargó a Juan el cuidado de su madre (Jn. 19:26-27).
Antes de ascender dio órdenes a sus discípulos (Jn. 20:21-22; Lc. 24:49; Mr. 16:14-18; Mt. 28: 18-20 y Hch. 1:6-
8).
Al surgir la iglesia el amor se manifestó mediante la ayuda mutua. Los apóstoles recibían los dineros y los
distribuían. Lo hacían a cada uno según sus necesidades (Hch. 4:32-35). Esto suponía cierto estudio de las
condiciones de los hermanos necesitados. Ante la necesidad de las viudas se repartieron ayudas y se repartieron
también las funciones en una forma específica (Hch. 6:1-6).
San Pablo, al fundar iglesias, les estableció pastores, ancianos, diáconos (Hch. 14:23; 1 Ti. 3:1-13; Fil.1:1).
Al escribir sobre el cuerpo de Cristo y hablar de los dones se refiere a cada órgano con un lugar, una dignidad y
una función específica. También establece la importancia de distinguir entre los ministerios (Ef. 4:11-12) y el
resto de los dones. También San Pablo ayudó a las iglesias a reglamentar las diferentes ayudas (1Co. 16:1-4; 1
Ti. 5).
Los ejemplos anteriores revelan claramente algo que es muy importante para la vida de la iglesia. Las
relaciones, la estructura, las funciones, las ayudas, etc. es necesario que se guíen por criterios inteligentes.
Quizá por esto el Nuevo Testamento insiste tanto en el hecho de que el pueblo de Dios debe crecer en el
entendimiento (1 Co. 2:16; Fil. 1:9; 2 P. 1:5,3:18). El Espíritu Santo que da el amor, la alegría y la espontaneidad
es el mismo que da la inteligencia para dirigir.
1.2. Un pastor se hizo cargo de una congregación. El predicaba bien. Era querido por los hermanos. De
pronto empezaron a surgir desconfianzas, mermas en las ofrendas retiro de algunos hermanos y, finalmente,
aparecieron algunas acusaciones contra él. Al estudiar el caso se halló que en la iglesia el pastor lo hacía
prácticamente todo. Las ofrendas se recogían públicamente pero de allí en adelante no se sabía a cuánto
ascendían, qué se hacía con ellas, pues no se llevaba un control adecuado.
En otro caso surgieron problemas entre diversos hermanos y el pastor. Resultó que el pastor cambiaba
constantemente personas de los puestos directivos de la congregación, pues decía que no cumplían su tarea.
Esto creó fuertes resentimientos contra él y una resistencia de parte de los demás hermanos a aceptar puestos.
Al estudiarse la situación se encontró que los hermanos “que no cumplían” argüían que a ellos se les nombraba y

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se les daba una posición pero no sabían en qué consistía ella, cuáles eran sus deberes y no se les daba ninguna
instrucción para desempeñarlos adecuadamente.
En otra iglesia se dio una división. Allí el cuerpo de directivos de la iglesia se tomó la libertad de despedir
al pastor. La decisión correspondía hacerla a otro organismo y no a ellos. Y aunque había un sentir general que
al pastor se le debía despedir, fue el procedimiento mismo el que provocó la división entre los hermanos.
En otro caso fue el nombramiento de un pastor. La iglesia trajo a varios hermanos para conocerlos. Les
escucharon sus predicaciones y tuvieron alguna información acerca de sus capacidades. Llegó el día de la
elección. Se sometió a la congregación a escoger entre los cuatro al mismo tiempo. Antes de la votación se dio
oportunidad para que se oyeran opiniones libres acerca de cada uno. Poco a poco la reunión se fue “calentando”
y la congregación se fue dividiendo ardorosamente por los varios candidatos. Hubo al fin varias sesiones.
Después de todo uno de los candidatos obtuvo cierta ventaja sobre los demás y fue nombrado. Pero cuando él
vino a tomar posesión de su cargo halló muchas familias retiradas, otras resentidas, y otras que no querían
colaborar con él. Gran parte de su tiempo se gastó en sanar heridas.
Otra iglesia recibió una visitación de Dios. Muchas personas experimentaron una nueva dimensión de su
fe y de su vida. Empezó un notable crecimiento. Con esto se hacían patentes diversas necesidades y diversas
posibilidades de servicio. Juntamente con la adoración espontánea, la alegría y el compañerismo, se fueron
desarrollando gradualmente diferentes ministerios, programas de trabajo y de ayuda. La iglesia con el tiempo
alcanzó un alto grado de participación en diferentes áreas y al mismo tiempo de plena satisfacción de sus
miembros.
En congregaciones donde se dan muchos dones del Espíritu, se han encontrado problemas que surgen
cuando no se reconoce la relación entre los dones y los ministerios, el correcto empleo de aquellos en un cuerpo,
y la relación que tiene con los ministerios. El ejercicio del don de lenguas, de profecía, y otros sin ajustarse a los
criterios bíblicos (1 Co. 14), y a los ministerios de la congregación (Ef. 4:11; He 4:17) puede traer graves
conflictos a la iglesia.
1.3. El meollo del asunto. Los ejemplos citados revelan claramente que en una iglesia la estructura, las
funciones y los recursos necesitan ser organizados. En una maquinaria la organización implica colocar en sus
debidos lugares y posiciones las piezas que la componen a fin de que funcione bien. En una iglesia, organizar es
definir las distintas funciones integrar personal a ellas, orientar sus interrelaciones, y, trabajando armónicamente,
alcanzar los fines que Dios le ha propuesto.
El pastor juega un papel de gran importancia. Como ya se señaló, hay pastores que son excelentes
personas y magníficos predicadores pero al fallar en este campo pueden dar al traste con su ministerio. Hay que
combinar una y otra cosa.
Hay iglesias que tienen varios pastores con diferentes ministerios, unos vistosos, los que predican. Otro,
que aparece poco en público, pero es quien proyecta, orienta y organiza la iglesia. Así uno y otro corazón y
cerebro, se complementan y le dan dirección al cuerpo. Ambos son igualmente necesarios.
En este estudio estamos proponiendo un modelo pastoral a base de un concepto más amplio y más bíblico
que el tradicional. Es un modelo a base de múltiples funciones. No solo pensando en un solo pastor sino en un
posible cuerpo de pastores. Esto permite que entre todos se repartan las diferentes tareas y puedan atender
mejor a la iglesia. Además se está proponiendo un tipo de pastoral congregacional (Ef. 4:11-16) que establece
que el ministerio pastoral enseña al resto de los santos a hacer la obra del ministerio.

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Este acercamiento pastoral requiere mayor comprensión de lo que es la función organizativa. Pero da
mayor solidez a la iglesia y mayores posibilidades de acción. Y los hermanos se dan cuenta de que la iglesia no
es una “bodega de materiales de construcción”, sino que en realidad, son piedras vivas y constructores activos
del cuerpo de Cristo. Cada uno debe saber desempeñar su puesto.

2. La estructura. Toda iglesia y pastor continuamente deben tomar decisiones. Son los casos de
nombramientos de tesorero, diáconos, pastores, etc.; si compran un terreno, si construyen o amplían el edificio;
si aplican la disciplina “a algún hermano”, y muchas otras cosas semejantes.
Las decisiones pueden ser correctas. Pero muchas veces lo que causa dificultades es el procedimiento
que se sigue. Quizá la decisión correspondía hacerla a los diáconos pero el pastor se adelantó y decidió por
ellos. Entonces el conflicto surge. Y surge porque no se ha tomado en cuenta la estructura o la forma cómo está
organizada la congregación, quienes son los que toman las decisiones, qué campos corresponden a cada uno, y
qué relación hay entre ellos.
En una congregación las decisiones se toman con base en dos elementos básicos:
 Su estructura extensa.
 Su estructura interna.
2.1. Estructura extensa o denominacional. Si la iglesia es parte de una denominación o asociación de
iglesias, ya sea nacional o internacional, probablemente muchas de sus decisiones tendrá que hacerlas en
conformidad con el estatuto y los organismos que la rigen. Entonces es muy importante que el pastor y la iglesia
conozcan a fondo la forma como está integrada dicha organización, cuáles son los organismos, cuáles sus
funciones y las personas que las presiden o componen. Es muy importante también que tengan bien definidos
cuál es el campo de autonomía que tiene la iglesia, o sea en qué aspectos ella puede decidir por sí misma, y en
qué aspectos debe recurrir al o a los organismos denominacionales.
Para esto ayuda mucho tener en algún lugar visible un dibujo u organigrama de la denominación con la
descripción de los campos que corresponden a cada uno.
2.2. Estructura interna. Esta se refiere a la forma como cada iglesia local está organizada internamente. En
este caso se dan básicamente dos posibilidades: (1) cuando la iglesia es parte de una denominación; (2) cuando
la iglesia es independiente.
2.2.1 La iglesia denominacional. Regularmente las denominaciones adoptan una forma de organización
general por la cual cada congregación debe regirse. Algunas permiten ciertas variantes. Otras son muy rígidas.
La mayoría de los problemas en las tomas de decisiones se dan en este nivel porque se desconoce la
organización interna o no se entiende, o no se le hace caso.
Lo primero es conocer bien el sistema organizativo de la congregación ya sea Metodista, Presbiteriana,
Pentecostés o Bautista. Luego se deben conocer bien cuáles son las funciones de cada organismo.
Si en una iglesia hay una junta que gobierna y un pastor, las responsabilidades de cada uno deben estar
muy bien demarcadas y la forma como se van a coordinar y cooperar. De otra manera se suscitarán problemas
porque la junta puede extremarse en su autoridad y provocar un enfrentamiento con el pastor, o puede que al
pastor se le “vaya la mano” en su autoridad y entre en conflicto con otros.
En estos casos junta y pastor deben estudiar a fondo sus respectivas funciones. Cada vez que uno u otro
son nombrados, o que se nombre una persona nueva, se le debe informar bien de la tarea correspondiente.

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Debe haber siempre un período de estudio entre ellos y el pastor para detallar las responsabilidades y sus
funciones y no dar por entendido que cada uno ya sabe lo que le toca hacer.
El pastor juega un papel muy importante en la formación de los hermanos para que sirvan bien en sus
puestos. Serán necesarias sesiones periódicas para evaluar la marcha del trabajo, para estudiar con franqueza si
se entienden, y si no, por qué razones y si es necesario hacer cambios en los procedimientos. Entre los
organismos directivos de una iglesia no debe darse ningún tipo de “guerra abierta” ni de “guerra sorda”.
Cualquiera de estas situaciones afecta la congregación. Por esto la armonía es esencial.
Cada función de la iglesia debe tener por escrito por lo menos las siguientes cosas:
 ¿Qué les corresponderá hacer?
 ¿Cuántas personas la componen?
 ¿A quién son responsables? ¿Al pastor?, ¿A los diáconos?, ¿A la junta? ¿A la asamblea de la
iglesia?
 ¿Quién les va a aconsejar?
 ¿Cada cuánto se van a reunir para hacer planes?
 ¿Cada cuánto van a evaluar la marcha del trabajo?
 ¿Qué relación tienen con los otros organismos de la congregación?
 ¿Qué organización interna van a tener?, ¿presidente?, ¿secretario?
 ¿Con qué frecuencia deben informar?
 ¿Su informe será verbal o escrito?
 ¿Por cuánto tiempo durarán sus funciones?
Una iglesia al crecer, según las necesidades que aparecen, las oportunidades, y la visión, necesita
reorganizarse continuamente. Una misma forma puede estancarla.
A veces la estructura prevista para una congregación no alcanza para cubrir todas las necesidades.
Entonces hay que nombrar algunas comisiones. Y así como estas pueden ser de ayuda, también pueden ser un
obstáculo. Por lo cual es importante tomar en cuenta algunos factores como los siguientes:
 Que tengan su función o tarea claramente definida y que la tengan por escrito.
 Que estén compuestas por pocas personas (3-5).
 Que ellas estén interesadas en la tarea.
 Que sea presidida por alguien que ha sido el creador de la idea o que ha mostrado mucho interés.
 Que el objetivo de la comisión sea realista, factible, y que esté dentro de las posibilidades de la
iglesia.
 Que tengan una orientación clara de cómo van a trabajar.
 Que sepan con qué recursos pueden contar.
 Que sepan qué grado de autonomía tendrán.
 Que tengan asesoramiento o supervisión tanto del pastor como de otras personas capacitadas en la
materia.
 Que tengan oportunidad de informar periódicamente a la iglesia sobre su labor.
Aun cuando la comisión pueda servir como un instrumento de ayuda esto no quita una seria
responsabilidad pastoral. Es necesario que el pastor se siente a pensar a planear, a organizar con papel y lápiz
al lado de los integrantes de la comisión. Los conflictos o el no poder alcanzar los objetivos vienen muchas veces
por la improvisación. Por esto no se definen claramente ni las metas ni los programas. A menudo en las

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congregaciones hay personas que tienen gran capacidad organizativa y pueden ayudar al pastor a darle forma a
los proyectos y comisiones. Una iglesia puede invitar de vez en cuando a alguna persona que les instruya sobre
estos aspectos y que incluso haga un estudio y recomendaciones de posible reorganización interna. El pastor,
por supuesto, necesita buscar orientación sobre esta materia ya sea en libros o tomando cursos, y aspirar con el
tiempo a ser un buen organizador.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: Da un ejemplo que revele claramente algo que es muy importante para la vida de la iglesia. Las relaciones, la estructura,
las funciones, las ayudas.
Pregunta 2: ¿Cómo deben de estar en una iglesia la estructura, las funciones y los recursos?
Pregunta 3: ¿Qué significa organizar en el caso de una Iglesia?
Pregunta 4: ¿Qué establece un tipo de pastoral congregacional?
Pregunta 5: ¿Qué es lo que muchas veces causa dificultades en la toma de decisiones?
Pregunta 6: Explica esas dificultades.
Pregunta 7: ¿Cuáles son los dos elementos básicos que en una congregación se deben de tomar como base para tomar decisiones?
Pregunta 8: ¿En qué consiste la estructura extensa o denominacional?
Pregunta 9: ¿A qué se refiere la Estructura Interna?
Pregunta 10: ¿A qué se refiere cuando la Iglesia es denominacional?

2.2.2 La Iglesia independiente. En América Latina abundan estos casos. Unas iglesias se separan de sus
denominaciones. Otras porque nacen casi espontáneamente o por la acción de un pastor que sin conexión
denominacional forma un grupo. Algunas de estas iglesias crecen con gran fuerza y se multiplican. Otras se ven
afectadas continuamente por problemas.
Entre los factores que intervienen para bien o para mal está precisamente el de la organización.
Se puede dar el caso de una congregación de éstas que surge por la predicación en una casa. El grupo
crece. Pronto necesitan hacer dos cosas: o comprar un terreno para construir un templo o desarrollar un
programa de “iglesias en casas”, de modo que cada vez que el grupo llega a cierta cantidad se subdivide y se
reúnen por aparte.
En ambos casos el grupo requiere organizarse. No pueden mantenerse a base de predicación solamente.
Tienen que adoptar algún sistema. De otra manera puede suceder lo que a muchos grupos les pasa: el grupo no
crece más y se encierra en sí mismos, situación ésta que casi siempre lleva a extremismos y a problemas
internos que dan al traste con el grupo.
Se dan casos en que los pastores de estos grupos se preocupan casi exclusivamente de predicar. Y
olvidan la organización. Después tropiezan con problemas porque la gente se pregunta qué se hace con el
dinero que se recoge y preguntan por qué no se les toma en cuenta en las decisiones. El pastor, por su lado, se
ve cada vez más recargado de trabajo, pues no delega tareas.
Si al fin el pastor tiene que trasladarse a otro lugar, o simplemente la situación se le vuelve insostenible y
abandona el grupo, aquella congregación queda en muy difícil condición. No se les formó un grupo de liderazgo
base, y al irse el único líder el grupo se desorienta.
Por esto es necesario al formar una congregación que desde el principio se adopte algún sistema de
organización, ya sea congregacional o representativo, y deben darse pasos para formar personas que
juntamente con el pastor lleven la carga del grupo.
Para estos casos sugerimos dos tipos de organización básica.

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a. Con los bautizados se constituye una asamblea que viene a ser el organismo máximo. Se reúnen
periódicamente cada dos o tres meses. En dicha sesión se hacen los nombramientos para distintos tipos de
trabajo. Se escuchan los informes del pastor y de los organismos principales. Se informa del movimiento de
dineros. Se aprueban los presupuestos. Se aprueban los planes de trabajo. Se conocen casos extremos de
disciplina.
Esta asamblea nombra al pastor, pastores o cuerpo de ancianos para ministrar en las cosas espirituales.
Se les fija un período, que puede ser renovado si así lo sienten.
También esta misma asamblea puede nombrar un cuerpo de diáconos y diaconisas para administrar
ofrendas, edificios, sueldos, ayudas o sea todo lo relacionado con aspectos materiales de la iglesia. Así el pastor,
pastores o cuerpo de ancianos se ven libres de tener que ver con estos asuntos. Estos cuerpos informarán
detalladamente a la iglesia acerca de sus funciones. Si el pastor devenga sueldo lo recibirá mediante acuerdo de
la iglesia y por la administración del cuerpo de diáconos.
Cuando la iglesia crece y surge otras necesidades que especificar a quién se le encargan o bien se
nombran comisiones de trabajo. Pero estas comisiones siempre deben ser responsables a alguien. Por ejemplo
se va a construir o ampliar el templo. Esta es una atribución diaconal. Ellos bien podrían tomar la tarea por sí
mismos. O bien podrían nombrar una comisión que se encargue específicamente de este aspecto.
Puede ser también que se va a abrir una nueva obra en otro lugar. O que se va a iniciar un pequeño
instituto de preparación de obreros en la iglesia. En dicho caso habrá que definir quién los nombra, a quién son
responsables, cómo van a trabajar.
En este sistema las funciones de orden espiritual y material se delegan muy claramente entre el pastor o
pastores y cuerpo de diáconos. Esto facilita la tarea y da confianza a la congregación, pues el pastor se
desentiende de la administración de dineros.
Sin embargo, aunque tienen tareas distintas (y uno y otro no deben meterse en el campo del otro) es
necesario que haya relación entre ambos. Al pastor corresponderá instruir a los diáconos cuando son nombrados
sobre sus tareas. Debe reunirse con ellos para informarse mutuamente de planes y problemas de sus
respectivos campos y para buscar soluciones. Así en forma conjunta, coordinan sus proyectos y actividades.
Además, el pastor debe tener presente su función ministradora no solo a personas, sino a los organismos
de la iglesia. Esos necesitan motivación y orientación espiritual. A menudo les invadirán la tentación o el
desánimo. El pastor debe ministrarles en estas circunstancias. Por lo cual no toda sesión ha de ser para tratar
“negocios” de la iglesia. Necesitarán juntos buscar el rostro y la bendición de Dios (Sal. 127:1-2)
b. Otro sistema de organización es aquel por el cual la iglesia se reúne en sesión especial una vez al año. En
ella se escoge una junta de unos 5 a 7 hermanos que velan por la marcha de la congregación. Se reunirán
periódica y frecuentemente con el pastor y con los presidentes de comisiones si las hay, para orar, evaluar la
marcha de la congregación, hacer planes conjuntos.
Esta junta deberá informar ampliamente a la iglesia en su sesión anual. El pastor mismo es responsable
ante ellos. Solo en caso de un conflicto se podría apelar a la reunión de toda la iglesia. A esta junta le
corresponderá supervisar el trabajo del pastor y asuntos materiales. Ellos pueden tener la facultad de nombrar
comisiones para ayudarles en algunas funciones. Aunque la autoridad máxima radica en la reunión anual, sin
embargo esta junta tiene las funciones y responsabilidad mayor en la congregación.
Este sistema es más sencillo y está muy difundido en las iglesias. Concentra mucha autoridad en unas
pocas personas. Por esta razón tiende a dos extremos: si la junta es muy “fuerte” tenderá a dominar y opacar al

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pastor. Si el pastor es “fuerte” impondrá su voluntad casi a su antojo. Se requiere madurez y mucho diálogo de
ambos para no caer en dichos extremos o en una confrontación mutua.
Sin embargo, hay algo que tantos pastores y hermanos en general necesitan tener presente. La iglesia no
es una agrupación humana corriente, ni es una empresa con fines de lucro. Ni es un club. Aunque reúne muchas
personas, recoge dinero y lo gasta, y necesita organizarse, la iglesia es, sobre todo, el cuerpo de Cristo.
La organización, el dinero, los edificios y otras cosas, son secundarias y deben estar subordinadas a los
propósitos divinos. Por esto no importa qué estructura tenga una congregación, jamás debe mirarse con carácter
empresarial sino espiritual.
Por lo cual, a la posición y tarea pastoral misma se debe dar un lugar preponderante. El pastor procura
honrar su ministerio y la iglesia y sus organismos a su vez reconocen que la tarea pastoral es la función rectora
más importante de su estructura no importa qué lugar le asignen en el organigrama.

3. Prever el futuro. La iglesia plantea siempre una seria interrogante al pastor: ¿Qué es lo que Dios quiere
de ella? ¿Y cómo puede el pastor guiarla hacia donde Dios quiere?
Un pastor puede dirigir su labor exclusivamente a mantener la iglesia en cierto estado. En este caso él no
alcanza a ver más allá del sermón del próximo domingo, a mantener la asistencia y cierto nivel en las ofrendas.
Esta será una iglesia estática y con poco futuro.
Pero también puede mirar a la congregación con una anticipación de dos, cinco, diez, quince años
adelante. No la mira solo como ella es en la actualidad, sino como se desea que llegue a ser. El pastor entonces
está llamando a prever en cierto modo el futuro de su iglesia. Al mismo tiempo debe hacer planes para ese futuro.
Una iglesia que actualmente tiene muchos niños necesita prepararse para la época cuando toda esa niñez
esté atravesando la difícil edad de los 13 a los 18 años, edad muy determinante para la vida de ellos y su relación
con la fe cristiana. Del mismo modo una iglesia que tiene jóvenes al presente debe ver en ellos futuros hombres y
mujeres maduras, profesionales, obreros, quienes podrán dar un gran aporte a la iglesia y también a la
comunidad civil. Una iglesia también que al presente tiene muchos adultos o ancianos debe pensar qué será de
ella en un lapso de 5, 10 o más años, y hacer planes para poder ganar niños y jóvenes al más corto plazo.
La previsión el futuro de una iglesia debe tomar en cuenta también otros factores. Hay poblaciones que dan
la impresión de esta eternamente estancadas. Son como Macondo en Cien años de soledad, otras poblaciones
experimentan un éxodo continuo y creciente y puede percibirse que en pocos años se podrá reducir a unas pocas
casas y quizá la población hasta deje de existir. Esto es muy frecuente en ciertas regiones rurales en las que
quedan poblaciones prácticamente abandonadas. Otras poblaciones tienen vida, crecen continuamente y se
constituye en centros humanos muy importantes. El pastor debe percibir algo del futuro de la localidad en que
trabaja y proyectar la vida de su iglesia con suficiente anticipación.
Se dan casos de poblaciones en que las personas permanecen por lo regular muy corto tiempo. Vienen y
se quedan por uno o dos años y luego emigran. Este tipo de fenómeno hace que los que se convierten pasen
corto tiempo en la iglesia. La membresía se renueva constantemente en lapsos sumamente cortos. Esta situación
para muchos es muy desalentadora. Sin embargo, hay que saber manejarla y trabajar con el poco tiempo
disponible proyectando un plan especial para dicha situación.
Los cambios que se dan en la economía de un país o de una región deben siempre tenerse presentes. Es
el caso de una iglesia que se forma por ejemplo en una zona minera o de alguna industria. Allá las personas
dependen mucho de la situación económica de la región. Y la iglesia también. Si las empresas van en

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prosperidad posiblemente la iglesia tendrá bastante estabilidad económica. Por lo contrario, una dificultad en
aquella industria afectará también al aspecto económico de la congregación. Todo esto hace pensar que no
solamente hay que prever qué pasará con el presupuesto de la iglesia sino qué pasará con la misma membresía
de la iglesia. Y qué pasará con el ministerio de la iglesia en la localidad.
Los cambios políticos que se dan en nuestros países exigen gran visión pastoral. Hay muchos jóvenes que
crecen en nuestras iglesias y se pierden por falta de orientación al tener que enfrentar los cambios y las
penetraciones ideológicas. Cuando hay visión y percepción acerca del futuro se puede trabajar sobre mejores
bases. La organización de una iglesia no solo busca mantener su estado presente. Mira su futuro y reúne los
elementos necesarios para hacerle frente. Visión y organización van de la mano. Dentro de esta perspectiva el
pastor necesita también reconocer su posición como profeta y visionario (Hch. 11:27-30, 21:8-14; Ro. 12:6).
Apropiándome de la verdad
Pregunta 11: ¿Cuál es un factor que interviene para mal o para bien en una Iglesia Independiente?
Pregunta 12: ¿Qué le pasa a un grupo que no se organiza?
Pregunta 13: Resume el primer tipo de organización sugerida
Pregunta 14: ¿Qué trabajo deberá ejercer el pastor en este primer tipo de organización?
Pregunta 15: Resume el segundo tipo de organización sugerida.
Pregunta 16: ¿En qué clase de extremos podrían caer en este tipo de organización?
Pregunta 17: ¿Cuál es la función rectora más importante de su estructura?
Pregunta 18: ¿Cuál es la interrogante que la iglesia plantea siempre al pastor?
Pregunta 19: ¿Qué debe de planear una iglesia que tiene muchos adultos o ancianos?
Pregunta 20: ¿Qué logramos cuándo hay visión y percepción acerca del futuro?

4. Analizar el presente. Es de una gran ayuda para el pastor conocer a fondo el estado de su congregación.
Es necesario realizar un diagnóstico de vez en cuando. Para esto es importante tener hasta donde sean posibles
unos tres puntos de vista:
 El del pastor.
 El de la congregación misma.
 El de la comunidad no cristiana.
Cuando se logra reunir una visión triple como la indicada, se puede tener un cuadro más amplio. Porque el
pastor ve la iglesia desde su punto de vista sin tener referencia de lo que la congregación piensa acerca de sí
misma y de lo que piensa también acerca del pastor.
Pero también la congregación necesita conocer cuál es la imagen que tiene de ella la comunidad no
cristiana. A veces los cristianos se conforman con pensar que la gente no les quiere porque son de Cristo. No se
dan cuenta de que hay otros factores que crean una imagen muy negativa de la iglesia que deben conocerse y
que quizá deben ser corregidos.
La evaluación permite a los hermanos expresarse y entrar en diálogo con el pastor y con ellos mismos
sobre la situación de la iglesia. Cuando surgen situaciones difíciles en la congregación que tienden a alargarse,
es conveniente celebrar también un tipo de reunión de este tipo. Así pueden aflorar los problemas y vías de
solución. La experiencia de algunas congregaciones al respecto ha sido que no solamente logran entender mejor
su situación presente, sino que pueden trazar metas y cambios para el futuro.

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4.1 Una evaluación puede hacerse cada año o cada dos años. Y en su preparación hay que tomar en
cuenta estos factores:
 Fecha a realizarse.
 Período previo para oración y preparación de la congregación.
 Definir si se van a formar grupos pequeños de estudio.
 Si se llevará a cabo en un solo día o en varios.
 Si van a emplear cuestionarios fotocopiados, o cartelones con las preguntas o temas.
 Quiénes van a moderar los grupos.
 Qué preparación se les va a dar a los moderadores.
 Quiénes van a recoger y analizar la información de los grupos.
 Qué se va a hacer con las conclusiones del estudio.
 La efectividad de esta labor está en orar, crearles conciencia a los hermanos de su valor, planear
bien el trabajo, y tomar muy en serio las conclusiones de las mismas.
4.2 Sugerimos un tipo de cuestionario que podría ser empleado en una evaluación.
(1) Sobre la tarea evangelizadora.
a. ¿Qué lugar ha ocupado durante el año el evangelismo en las distintas actividades de la congregación?
b. ¿Se ha notado progreso o retroceso en relación a años anteriores?
c. ¿Qué medios se han utilizado en la tarea?
d. ¿Cuáles se ven que han sido más efectivos?
e. ¿Qué ha marchado bien y qué no?
f. ¿Qué metas específicas podrían proponerse para el año siguiente?
g. ¿Qué medios para alcanzarlas?
h. ¿Podemos iniciar uno o más puntos de predicación? ¿A dónde? ¿Qué planes tendríamos que hacer?

(2) Sobre las necesidades de los hermanos y de la comunidad.


a. ¿Cuáles son las necesidades mayores entre los hermanos?
b. ¿Qué se está haciendo en el campo de los materialmente necesitados de la congregación?
c. ¿Qué programas podríamos desarrollar para mejorar estas situaciones?
d. ¿Cómo podemos llevarlos a cabo?
e. ¿Qué necesidades se presentan en la comunidad no cristiana?
f. ¿Hemos hecho algo? ¿Por qué sí, o por qué no?
g. ¿Qué podríamos hacer?

(3) Sobre la administración de la iglesia.


a. ¿Hay actividades que no aprovechan mucho al desarrollo efectivo y total de la congregación?
¿Cuáles?
b. ¿Cuáles son las actividades de mayor provecho? ¿Por qué?
c. ¿Hay suficiente participación de la congregación en el gobierno y decisiones de la iglesia?
d. ¿Qué organismos operan en la iglesia? ¿Qué funciones desempeñan?
e. ¿Surgen conflictos constantes entre lo diversos organismos? ¿Por qué?
f. ¿Qué se puede hacer para superar o mejorar dicha situación?
g. ¿La administración del dinero, está haciéndose en forma bien clara?
h. ¿Qué recomendaciones hay para mejorarla?

(4) Sobre las relaciones


a. ¿Se dan frecuentemente problemas entre los hermanos? ¿A qué se debe?
b. ¿Cómo mejorar esta situación?

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c. ¿Cómo son los nexos de la iglesia con la denominación a la que está afiliada? ¿Cómo mejorarlos?
d. ¿Cómo son las relaciones respecto a otras congregaciones? ¿Qué motiva e impide esas relaciones?
¿Cómo se pueden mejorar?
e. ¿Qué opinión tienen las personas importantes de la población acerca de la iglesia?
f. ¿Qué opinión tiene la gente de la población acerca de la iglesia?
g. ¿Qué motiva dichas opiniones, tanto positivas como negativas?
h. ¿Qué podemos hacer para que nuestra iglesia goce de buen reconocimiento entre los no cristianos?
i. ¿Cómo son las relaciones entre la juventud y los adultos de la iglesia?
j. ¿Cuáles son las causas de estas situaciones?
k. ¿Qué se puede hacer para crear un ambiente de mayor amor y cooperación?

5. Delegar. Las muchas tareas de la congregación han de ser llevadas a cabo por todos los hermanos. El
pastor o cuerpo directivo deben pretender hacerlo todo, sino aprender a delegar responsabilidades.
Delegar es asignar tareas, responsabilidad y autoridad.
Entre las tareas más comunes de una iglesia pueden citase las siguientes:
 Evangelización y formación de nuevos cristianos.
 Apertura de nuevas congregaciones.
 Dirección de cultos.
 Predicación y enseñanza.
 Ayudas a los necesitados.
 Consejo.
 Administración de los edificios de la iglesia.
En las listas de dones que el Espíritu reparte a los creyentes, se da una gran variedad de funciones.
 Profecía: (Para edificar, exhortar, consolar y prevenir, Ro. 12:6; 1 Co. 14:3).
 Servicio (Ro. 12:7)
 Enseñanza: (Ro. 12.7)
 Exhortación: (Ro. 12:8)
 Repartición: (Ro. 12:8)
 Presidencia: (Ro. 12:8)
 Hacer misericordia: (Para ayudar, Ro. 12:8)
 Sabiduría: (Para aconsejar, 1 Co. 12:8)
 Ciencia: (Para enseñar lo profundo de Dios, 1 Co. 12:8)
 Fe: (Para promover obras grandes, 1 Co. 12:9)
 Sanidades: (Para hacer curaciones, 1 Co. 12:9)
 Milagros: (1 Co. 12:10)
 Discernimiento: (Para distinguir los espíritus que son de Dios y los que no son, 1ª Cor. 12:10)
 Lenguas: (Para dar mensajes de Dios si hay interpretación, 1 Co. 12:10)
 Interpretación: (Para hacer comprensible a todos un mensaje en otras lenguas, 1ª Cor. 12:10)
También están los ministerios para un radio de acción más amplio.
 Apóstolos
 Profetas
 Evangelistas

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 Pastores y maestros (Ef. 4:11)


El Espíritu Santo así indica que la obra de Dios debe estar repartida o delegada entre todos los miembros
de su cuerpo. San Pablo enseña que los pastores, sobre todo, capaciten a los santos para que hagan la obra del
ministerio (Ef. 4:11-16).
5.1. Para delegar hay que ser sincero con uno mismo. El pastor a veces prefiere hacerlo todo en resguardo
de su propia seguridad y posición. Teme que otros hagan mejor las cosas o simplemente que las hagan bien y
que esto afecte a su posición. Esta actitud no corresponde al verdadero sentido pastoral. El pastor está llamado
a reconocer sus más hondas actitudes y rectificarla, si es necesario, para que pueda delegar en otros sus tareas.
5.2. Para delegar también hay que tener confianza en las personas. Hay que creer con sinceridad que los
demás pueden aprender y pueden hacer las cosas bien. Y que pueden quizás hacerlas mejor que uno mismo.
Sin esta dosis de fe en los demás no se puede delegar. Esta confianza hay que demostrarla y manifestarla
dando oportunidad a los hermanos de aprender; dándoles oportunidad de practicar lo aprendido; dándoles aún
oportunidad de equivocarse: que tengan la facultad de decidir y llevar adelante proyectos o encargos. El mismo
Espíritu Santo nos demuestra la confianza que Dios tiene en las personas cuando da dones para que sirvan, aun
sabiendo que muchos los emplean en forma equivocada o mal.
5.3. Para delegar hay que formar primero. No es cosa de repartir cargos, hacer nombramientos y poner a las
personas a hacer distintas cosas. Requiere una preparación mínima previa. Requiere que cada uno sepa no solo
qué va a hacer sino cómo lo va a hacer. Por esto es que el pastor necesita planear bien su trabajo y tener algo
más que cultos. Requiere de un programa más amplio para capacitar y movilizar a los hermanos.
5.4. La delegación implica de instrucciones específicas a las personas. Si se les pude dar por escrito es
mucho mejor. Así cada uno puede estar informado de la tarea que se le asigna, de las formas posibles como
puede realizarlas, el grado de autoridad que tienen; hacia quién son responsables; cuándo pueden decidir
libremente y sin consulta y cuándo no deben hacerlo.
5.5. Para delegar es necesario supervisar el trabajo que cada uno hace. Así se podrá dar cuenta en qué
forma van aplicando los principios que se les enseñaron; se puede ir observando cómo han seguido las
instrucciones que se les dieron; en qué medida han acertado y en qué medida no. Al mismo tiempo qué
recomendaciones se les pueden hacer para que vayan mejorando cada vez más y cada uno o cada grupo de
trabajo vayan tomando verdadera autonomía en su función. Para esta labor de supervisión se necesita al
principio la presencia y participación misma del pastor con los hermanos y además reuniones periódicas de
evaluación.
5.6. Respecto a los dones mismos del Espíritu, como una forma de delegación, hay que tener presente que
vienen por voluntad divina. Pero que también se pueden “desear” los mejores dones (1 Co. 12:11, 31). Y, a
veces los dones se dan mediante profecía y por imposición de manos (1 Ti. 4:4). Dios anhela así capacitar a sus
hijos en forma sobrenatural para que edifiquen al cuerpo (1 Co. 12:3, 4, 5, 6, 12, 19, 31). El pastor en esto debe
concordar con Dios y anhelar que los hermanos sirvan en estos poderes del Espíritu.
Corresponde entonces, como tarea pastoral, orientar sobre los dones; motivar a los hermanos a
reconocerlos o solicitarlos; saber emplearlos para edificación de los demás y no para orgullo o exhibición:
integrarlos cuando hay varios de una misma clase, a fin de que constituyan un servicio más amplio; comunicarlos
por la imposición de manos, y llamar al orden cuando se abusa de ellos.

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Al mismo tiempo quienes ejercen los dones deben reconocer la relación y sujeción que deben al ministerio
de la congregación, Sin esta doble vía sucede como en Corinto adonde cada uno hacía prácticamente lo que
quería y la iglesia entra en confusión.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 21: ¿Cuáles son los tres puntos de vista para realizar un diagnóstico?
Pregunta 22: ¿Qué permite a los hermanos una evaluación?
Pregunta 23: ¿Cada cuánto pudiera hacerse una evaluación?
Pregunta 24: Menciona algunos factores que deberán tener en cuenta para una evaluación.
Pregunta 25: ¿Qué otro aspecto incluirías en el cuestionario de una evaluación sobre la tarea evangelizadora?
Pregunta 26: ¿Cuál incluirías en el aspecto sobre las necesidades de los hermanos?
Pregunta 27: ¿Cuál otro aspecto sugieres tomar en cuenta en el caso sobre las relaciones?
Pregunta 28: ¿Qué quiere decir delegar?
Pregunta 29: ¿Qué nos enseña Efesios 4:11-16?
Pregunta 30: Menciona lo que crees que es importante para delegar

5.7. Al delegar hay que tener presente otros elementos.


(1) El pastor debe mantener una comunicación constante con los hermanos. Debe recordarles los objetivos
que tratan de alcanzar y sugerirles ideas.
(2) Es importante el estímulo, el elogio sincero. Cuando alguno comete un error, no hay que rebatir, mostrarle
desconfianza. Más bien hay que estimularlo a seguir adelante.
(3) Si hay cambios se debe notificar a los hermanos.
(4) A los que les toca trabajar en comisiones hay que ayudarles al principio, pues a veces les cuesta trabajar
en equipo. Hay que hacerles presente que la contribución de cada uno es fundamental para alcanzar objetivos.
(5) El pastor debe estar atento a las posibilidades de “roces” o disgustos entre los miembros de las
comisiones. Debe informarse de las causas que las provocan, y si ellas continúan debe moverse para mediar.
(6) El pastor debe estar siempre a las órdenes de estos hermanos para responderles a sus preguntas, darles
sugerencias si se las solicitan, orientarles en la formación de planes, etc.
(7) El pastor debe mantener una actitud clara y definida por la que los hermanos no sientan que él está sobre
ellos, sino al lado de ellos. Que juntos van por el mismo camino y llevan las mismas metas.
(8) El pastor debe siempre motivar con su ejemplo. Su fe, su actitud positiva ante las circunstancias, su
entusiasmo, su compromiso y su amor deben ser la tónica del trabajo. Este ejemplo dado en forma constante
puede hacer mucho más que las palabras.

6. Planear. Aparte de la evaluación que se haga de la vida de la iglesia, de las necesidades que salgan a
relucir, de los problemas que se han puesto en evidencia, y de la visión que se tiene acerca del futuro, hay que
dar otro paso más.
Corresponde establecer ciertos objetivos para el futuro.
Estos objetivos pueden cubrir distintas áreas como por ejemplo:
6.1. En relación con la evangelización.
 Meta de crecimiento de un 10, 20 ó 30 por ciento en relación con la membresía actual.
 Meta de iniciar una nueva congregación cada uno o dos años.
6.2. En relación con las necesidades materiales de los hermanos.
 Enfrentar la falta de capacitación técnica de los hermanos.
 Enfrentar necesidad de tierras para cultivar.

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 Enfrentar otras necesidades de los hermanos.


6.3. Tocante a las relaciones.
 Desarrollar un ambiente de mayor armonía entre los hermanos.
 Buscar compañerismo con otras iglesias de la comunidad.
6.4. Sobre el gobierno de la congregación.
 Dar más oportunidad de participación a la iglesia en la toma de decisiones.
 Informar más a menudo a la congregación sobre los distintos aspectos administrativos.
Lo anterior no es más que un ejemplo sencillo y general.
Lo verdaderamente importante es que si un pastor y una congregación se ponen de acuerdo sobre lo que
desean alcanzar en los próximos meses y años les será más fácil orientar sus energías, recursos y oraciones.
Esto hace que la iglesia sienta que efectivamente va marchando hacia delante, pues lo que sucede a menudo en
las congregaciones es que están dando vueltas en un mismo círculo. Las metas y objetivos ayudan a caminar
hacia puntos concretos y dan la oportunidad de saber si se llegó o no.
Es importante también tener presente que cuando los objetivos son producto de una oración intensa de la
dirección del Espíritu Santo, y de una participación franca de la mayoría de los hermanos, habrá cooperación
humana y bendición divina. La falta de cooperación se da porque a veces los planes se hacen de pronto y sin
consultar al Señor. O los hace una sola persona, o un grupo pequeño y se impone al resto. Entonces los
hermanos sin conocer las causas, sin oportunidad de emitir su opinión, no se sienten realmente motivados e
identificados con dicho proyecto.
Cuando se definen los objetivos es necesario que estén a la vista de la congregación. Se pueden hacer
hojas mimeografiadas para que cada hermano los tenga en su Biblia. También pueden anotarlos en cartulinas
grandes y tenerlas en lugares visibles del templo.

7. Programar. Los objetivos que se trazan deben ser alcanzados. Para esto es necesario trazar un programa
de acción, o sea los pasos que se van a dar. Esto requiere cuidado, pues a veces se programa menos de lo que
se necesitaba o a veces se programa más de la cuenta. Pero en ese proceso y con el tiempo se va aprendiendo.
7.1. Tomemos por caso el objetivo sobre la evangelización.
Se quiere aumentar el número de la membresía en un 20 por ciento durante el próximo año. Este es el
objetivo.
¿Qué corresponde hacer para alcanzarlo? Algunas cosas pueden ser las siguientes:
(1) Saber cuál es la membresía actual. Si la iglesia tiene 80 miembros, el 20 por ciento de aumento sería
de 16 personas.
(2) Motivar por medio de mensajes y estudios alusivos al tema, como también tiempos de oración y de
ayuno. Guiar a los hermanos a comprender y aceptar su tarea, dedicarse y buscar la bendición y poder divinos
(Hch. 1:8).
(3) Capacitar a los hermanos para la realización de la tarea. Esto puede hacerse por medio de
seminarios de evangelización antes de comenzar el trabajo mismo. Ya sea el pastor o un invitado que venga a la
iglesia por una semanas, no tanto como evangelista, sino como maestro para adiestrar a los hermanos en la
tarea.

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(4) Búsqueda o preparación de materiales adecuados. Por ejemplo folletos de capacitación sobre la labor
de evangelización. También tratados para ser repartidos, nuevos testamentos, libros que podrían ofrecerse con
el fin de hacer contactos.
(5) Determinar los medios que se van a emplear para la labor de evangelización:
¿Visitación casa por casa? ¿Campañas en sitios públicos? ¿Predicación por las calles?
(6) Hacer un calendario de actividades. Por ejemplo:
Enero: Motivación general a la iglesia. Días de oración y ayuno. Búsqueda o preparación de materiales.
Febrero: 1-15, primer seminario de capacitación y formación de un plan general. 16-28, primer intento de
hacer contactos. Distribución de literatura a vecinos inmediatos. Distribución de literatura a compañeros de
estudio, de trabajo, a familiares.
Marzo: 1-31, comunicar el evangelio en forma amplia a las personas que se han interesado por medio de
la distribución de literatura (fase anterior).
Abril: 12-25, primera campaña evangelística.
Abril: 26, se empieza la formación de los nuevos creyentes. Evaluación conjunta de la marcha del trabajo.
Es posible que al hacer esto se descubran vacíos, necesidades y problemas que deben ser estudiados y
analizados. Esto podría dar pie a lo siguiente:
Junio: Un nuevo seminario de evangelización.
Reorganización del programa para el resto del año.
 Además de lo esbozado, en dicho programa hay otros elementos que tomar en cuenta. Si se van a
invitar personas para enseñar el curso de capacitación en febrero y para la campaña de abril, dicha invitación
debe hacerse con varios meses de anticipación. Así se podrá asegurar la participación de los hermanos
deseados. Para traerlos se necesita dinero. Igualmente para la preparación de materiales. ¿De dónde se van a
obtener dichos fondo? Esto también hace pensar que si la iglesia al presente no dispone de muchos recursos
económicos debe empezar con unos 6 meses antes.
 Si va a emplear literatura también deben buscarla y adquirirla con tiempo suficiente. Si van a realizar
un trabajo de visitación casa por casa necesitarán un dibujo o “croquis” de la población, ubicación de las casas,
lista de personas conocidas y ya interesadas en el evangelio, escuelas, colegios o instituciones en las que quizá
se podría desarrollar algún programa especial. Estos detalles son muy importantes y deben pensarse antes de
empezarse el programa mismo. Es posible que una labor seria necesite de seis meses a un año solamente de
preparación. Esto permitirá tener personas formadas, dinero, materiales y otras cosas y darle así programa
verdadera profundidad. De otra manera el esfuerzo no pasará de ser una acción de pocos días, no tendrá mayor
efectividad ni tampoco continuidad. Es muy importante también no perder de vista la necesidad de evaluar
continuamente el trabajo en la medida que se va desarrollando. Así se podrán ir mejorando las etapas siguientes.

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1 3 5 7

Posición de Inicio de acción Rectificación Segunda


Objetivos 1ª. Fase del programa Evaluación

2 4 6
8
Trazado del 2a. Fase
Primera Etc.
Programa Acción
Evaluación

Y así se va formando en la iglesia un plan de trabajo permanente. El proceso que hemos descrito puede
describirse de la siguiente manera:
7.2 Pero hay que tomar en cuenta que la evangelización, aunque es el más importante objetivo de la
iglesia, no es el único. Hay que cubrir otras áreas. Esto plantea que, paralelamente con el objetivo de la
evangelización (que debe ser permanente), se deben trazar otros programas.
Quizá se descubra que en la iglesia parte de la pobreza y necesidad de los hermanos es que solo cuentan
con su fuerza física, y que no tienen orientación ni preparación para desempeñarse bien ya sea como
carpinteros, albañiles, costureras o servidoras domésticas. Ante esta situación se ve la necesidad de que los
hermanos se capaciten en estas áreas.
Este puede ser otro objetivo de la iglesia: Capacitar para ganarse la vida.
Para alcanzarlo se necesita un programa adecuado. ¿Qué se podría hacer?
(1) Ver cuántos hermanos están necesitados de este tipo de ayuda.
(2) Ver en qué áreas se necesita la capacitación
(3) Ver si en la misma congregación hay hermanos que tienen preparación en aquellos campos. Posiblemente
ellos mismos podrían ofrecer durante la semana enseñanza para los demás.
(4) Ver si en la comunidad hay organismos que ofrezcan esta clase de preparación, y si los hay saber cuánto
cobran, en qué fechas se dan los cursos y qué requisitos piden.
(5) Si no hubiera ninguno de los dos recursos anteriores quizás se podría investigar la posibilidad de
conseguir ayuda a otro nivel por medio de organismos evangélicos internacionales a fin de que envíen alguna
persona a dar un curso breve sobre algunos de estos aspectos. Esto podría abrir la oportunidad a la iglesia de
que dicho curso se abriera para toda la comunidad.
(6) Las iglesias podrían ayudar a algún hermano para que fuera a algún lugar y aprendiera un oficio en pocas
semanas. Se podría enviar al más necesitado, más interesado o más capaz para que aprenda el oficio. Y
después que él mismo enseñe a los otros. Hay muy variadas maneras de acercarse a estos problemas. Lo que sí
se quiere dejar en claro es que es necesario al ver las necesidades reales desarrollar programas específicos, y

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que estos programas vayan siendo evaluados para que no queden siempre igual sino que, recogiendo
experiencias favorables y desfavorables se vayan madurando poco a poco.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 31: Menciona tres elementos que debemos de tener presentes al delegar.
Pregunta 32: Menciona algún objetivo con relación a la evangelización.
Pregunta 33: Menciona algún objetivo con relación al gobierno de la congregación.
Pregunta 34: ¿Cuáles son los resultados si un pastor y una congregación se ponen de acuerdo sobre lo que desean alcanzar en los
próximos meses y años?
Pregunta 35: ¿En qué nos ayudan las metas y los objetivos?
Pregunta 36: ¿Por qué se da la falta de cooperación?
Pregunta 37: Menciona dos objetivos para el área de evangelización.
Pregunta 38: ¿Cuánto tiempo requeriría una labor seria de preparación evangelística?
Pregunta 39: ¿Por qué es muy importante no perder de vista la necesidad de evaluar continuamente el trabajo en la medida que se
va desarrollando?
Pregunta 40: Menciona 2 aspectos importantes de un programa adecuado para capacitar a los hermanos a ganarse la vida.

7.3 Si se toma otro objetivo como el de buscar compañerismo estrecho con otras iglesias de la región
habría que pensar en estas posibilidades.
(1) Hacer la lista de iglesias y pastores.
(2) Averiguar si existe alguna reunión periódica entre pastores de la zona. Si la hubiera sería el pastor la
primera persona en apersonarse a ella.
(3) La iglesia podría planear una comida, o café fraternal para los pastores de la región.
(4) Podría hacerse un calendario de reuniones conjuntas. La iglesia haría la invitación a otras congregaciones
para que la visiten y luego para devolver la visita.
(5) De esto pueden surgir otros aspectos. Celebrar conjuntamente días especiales como el de Resurrección,
Día de la Reforma, día patrio u otra fecha importante. Y se puede pensar en desarrollar un programa de
evangelización en la región en forma unida, y otros programas conforme el Señor dirija.
7.4 Si esta iglesia tomara solamente en su primer año los objetivos señalados ya sería suficiente para
cobrar experiencia. Abarcaría tres áreas distintas que bien pueden combinarse entre sí. Entonces tendría tres
áreas a desarrollar con objetivos y programas definidos:
Evangelismo Ayuda humana Relaciones
El evangelismo, por ser tarea suprema de toda iglesia cristiana, conviene no solo hacerlo permanente, sino
irlo madurando, ampliando y hacerlo parte de la vida de toda la congregación. Los otros objetivos, conforme a la
dirección del Espíritu pueden mantenerse y ampliarse uno, desarrollar otro, finalizar los que se consideren que ya
cumplieron su función, o que no están dentro de las capacidades de la iglesia.
Una iglesia que va creciendo en forma múltiple puede proponerse varios objetivos a la vez si ve que
cuenta con personal y otros recursos para alcanzarlos. Desde luego la iglesia pequeña o muy nueva deberá
proponerse uno o dos objetivos muy esenciales y que estén dentro de sus posibilidades.
Los ejemplos anteriores muestran a grandes rasgos posibles vías de hacer las cosas. Y muestran la
necesidad de tener objetivos más claros hacia los cuales encauzar el caudal de recursos de la congregación.

8. Los Cambios. Todo lo anterior pone en evidencia otro aspecto. El pastor y la iglesia que desean cumplir
una misión más amplia deben hacer cambios en su estilo de vida de programación. El estilo tradicional a base
únicamente de cultos devocionales, cultos evangelístico, cultos de oración y cultos de estudio bíblico es muy
pobre para movilizar a una congregación.
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Este sistema sirve para informar y para mantener una congregación pasivamente. Pero no para alcanzar
objetivos definidos. Es por esto que hay tanto pastor y tanta congregación que dentro de una marco tradicional
de programación siente como que están girando toda la vida en un mismo círculo. Y también se dan cuenta que
en la iglesia hay muchas ideas pero que no pueden llevarse a cabo.
Los pastores nos hemos dado cuenta cuántas veces sentimos deseos en nuestros corazones por realizar
algo que lleve a la congregación hacia delante. Quizá un domingo le contemos a la iglesia durante el culto de
aquella visión o aquel anhelo, pedimos la oración, y anunciamos que vamos a hacer algo. Pero al pasar dos, tres,
cuatro semanas ya todo aquello terminó. Es que muchas veces no sabemos, ya todo aquello terminó. Es que
muchas veces no sabemos cómo ponerle “ruedas” a las ideas. Es necesario tener ideas y orar por ellas. Pero
también es necesario hacer un programa para poderlas llevar a la realidad. Así la iglesia podrá ir adelante con
miras, sentido y orden definidos.
Entonces se hace necesaria una reestructuración del programa de la iglesia. Algo que sea más funcional.
Algo en lo cual haya una mayor amplitud de programas conforme a las necesidades y visión de la iglesia. Es
obvio que el culto siempre existirá, pues Dios quiere que se le adore en espíritu y en verdad. Pero para la
formación y avance del pueblo de Dios es necesario combinar el culto con los programas definidos de trabajo.
Hay iglesias que todas las noches celebran cultos. Es cierto que esto permite tener a la gente reunida.
Pero este tipo de programa no permite movilizar adecuadamente a la congregación en muchas funciones. Hay
otras iglesias que combinan las reuniones dedicando una o dos noches a la semana para cultos unidos y el resto
del tiempo lo emplean para clases de discipulado, clases de capacitación de oficios, seminarios breves y
evaluación periódica de actividades. Esta forma de trabajo permite desarrollar un tipo de vida eclesiástica más
balanceada. Se adora al Señor y hay comunión unos con otros. Pero al mismo tiempo se capacita a la iglesia
para servir.
8.1 El cambio es necesario. La historia nos indica que el cambio es un fenómeno de la creación. El ser
humano está en cambio constante. Las sociedades también. Aunque los astros se mueven en su órbita hoy se
sabe que ellos también atraviesan un proceso de nacimiento hasta la muerte. La Biblia nos habla de nuevos
cielos y tierra nueva al final de los siglos. El cambio también es parte de la vida de la iglesia.
Puede haber cambio para bien y para mal. Hay cambio que puede ser solo por novedad o por ponerse a
tono con ciertas corrientes. Hay cambio que puede realizarse simplemente por el hecho de querer ser diferente a
los demás. Pero también puede haber cambio por el hecho que Dios espera renovación constante tanto en la vida
personal del creyente como en la vida de la congregación (Ro. 12:1-2).
El pastor y la iglesia deben reconocer el valor del cambio. Deben aprender a hacer cambios en función de
la misión que Dios ha dado, de la visión que la iglesia adquiera de las situaciones, y de las necesidades que
continuamente van enfrentando. Pero también deben saber cómo y cuándo hacer los cambios. Para esto
conviene considerar algunos aspectos generales relacionados.
8.2 El cambio produce resistencia. Algunos ven en el cambio una amenaza a su posición. Otros le temen
porque creen que al hacer algo distinto se va a morir. Hay personas que se acostumbran a un modo único de ser,
de ver de hacer las cosas que piensan que no hay otras posibilidades. En las denominaciones religiosas se
desarrollan formas muy específicas que las caracterizan y se considera que lo que no esté dentro de dicho molde
es una forma de desviación doctrinal.

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Cualquier tipo de programa en una iglesia siempre tendrá uno o algunos que estén en contra. Sin embargo,
este factor no debe determinar la inmovilidad de la iglesia, o que un pastor por temor a las reacciones prefiera
siempre dejar la iglesia en la condición en que está.
8.3 Para el cambio hay que contar con el Señor. Hay que orar y ayunar para que Dios abra las mentes,
quite los obstáculos y dé la debida disposición en los ánimos de los hermanos. El cambio en la iglesia no puede
hacerse en la fuerza de la carne. Hay que hacerlo en el poder del Espíritu.
Se ha visto a menudo en distintas iglesias que se presentan situaciones que exigen cambios serios y que
los hermanos buscan al Señor de todo corazón. El Señor visita esa iglesia, se derrama en amor, en alegría, en fe
y confianza en el futuro, y entonces las vidas se abren a la posibilidad de cambios. Y así la iglesia puede dar
pasos que en otros años no pudo. El mejor factor de cambio en una iglesia es una visitación del Señor.
(1) El cambio siempre se dificulta si viene como una imposición, en forma vertical, de una persona o de un
grupito, al resto de la congregación. Pero si la idea ha surgido de una reflexión conjunta, de un conocimiento de
necesidades de la oración, del deseo general de avanzar, las posibilidades para el cambio son mayores.
Posiblemente siempre habrá alguna resistencia, pero en grado menor. Por eso es tan necesario que aun cuando
el pastor reciba una visión de Dios sepa comunicarla y contagiar primero a los hermanos con ella.
(2) Si ha habido experiencias de cambio en otras iglesias que han sido favorables es bueno que la iglesia las
conozca. Esto crea confianza.
(3) Cuando se trata de denominaciones que acuerdan realizar ciertos cambios, siempre hay unos pastores e
iglesias que se resisten a participar, otros que quedan a la expectativa a ver qué pasa, y otros que dan el paso
adelante.
Lo que en estos casos se puede hacer es realizar el cambio por etapas. Los pastores con más visión y
ánimo dan el primer paso. Ellos empiezan. Después de un período de dos o tres años se hace una evaluación. Si
se comprueban efectos positivos pueden ingresar otros pastores e iglesias. Y así sucesivamente. Al cabo de seis
a ocho años quizá todas las congregaciones estén en proceso de marcha.
(4) Los cambios también son menos resistidos por los nuevos creyente. Estos no tienen ideas y estructuras
mentales ya fijadas. Están abiertos a diferentes posibilidades.
Esto hace pensar que esta época, la del recién convertido, es la mejor para formarles y son ellos quienes
pueden colaborar mucho en los procesos de cambio. Sin embargo esto conlleva un peligro. Es el del celo de los
hermanos de más edad. En esta situación el pastor tiene que redoblar su tarea de concientización a este sector,
de explicarles más los fines que está buscando, de buscar la cooperación en lo que sea posible y que participen
en los logros del cambio. Si el pastor alaba públicamente el compromiso de los nuevos creyentes y deja ver el
desagrado o pena por los viejos que no están en dicha labor, puede aumentar la resistencia e incluso provocar
una división. Por esto el cambio requiere mucha oración, mucha sabiduría y “diplomacia”.
(5) Los cambios deben hacerse gradualmente. No hay que tratar de cambiar todo de un solo golpe. Es
preferible ir por pasos, de modo que cada variación tenga el tiempo necesario para que se asimile y se arraigue
debidamente en la iglesia.
(6) El cambio debe llevarse a su fin. Si se empieza a cambiar algo y luego se da marcha atrás, se establece un
precedente peligrosísimo. Si fue el pastor quien empezó y se echó atrás se habrá “anotado varios puntos en su
contra” y se habrá ganado la desconfianza en su capacidad como dirigente. Por esto el pastor debe planear y
organizar su labor en la mejor manera. Y cuando se propone llevar algo adelante ha de hacerlo bajo la dirección
divina con convicción y firmeza.

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Quizá un pastor encuentre nuevas fronteras para su labor (que Dios así lo quiera). Puede ser que su
corazón desee emprender un ministerio más amplio y eficaz. Todo no se puede hacer de una vez. Pero sí puede
hacer lo siguiente:
a) Analizar todo el contenido de los talleres.
b) Ver las necesidades de su propia labor.
c) Ver las necesidades de la congregación.
d) Hacer una lista de las cosas que quisiera emprender tanto en la administración de la propia vida y
hogar como en las de la congregación.
e) Escoger de esas cosas las que crea que son más urgentes y necesarias. Y también las de más fácil y
pronta realización. Y proponérselas como objetivos inmediatos.
f) En aquellos objetivos que corresponden a la vida privada y familiar debe empezar a dar pasos firmes.
Si hay que hacer rectificaciones en el trayecto, se hacen. Pero no hay que dejar que el temor, el cansancio o la
costumbre de antes detengan la marcha.
g) En aquellos objetivos que corresponden a la iglesia hay que empezar a orar, a planear y a llenar la
mente y el corazón de ellos. Hasta que el pastor mismo esté convencido, y hasta que sienta que Dios está con él
en los propósitos, no debe ponerse en marcha ni publicarlo. Pero cuando vea que el cuadro está claro para él
mismo, entonces que empiece con la congregación.
Hay que buscar consejo y experiencia de otros líderes y de algunos libros. Y, luego, como si la iglesia fuera
un gran buque, echarla a andar lentamente, pero con mucha seguridad hacia el nuevo horizonte.

Apropiándome de la verdad
Pregunta 41: ¿Cuál es la interrogante que la iglesia plantea siempre al pastor?
Pregunta 42: ¿Qué debe de planear una iglesia que tiene muchos adultos o ancianos?
Pregunta 43: ¿Qué logramos cuándo hay visión y percepción acerca del futuro?
Pregunta 44: ¿Cuáles son los tres puntos de vista para realizar un diagnóstico?
Pregunta 45: ¿Qué permite a los hermanos una evaluación?
Pregunta 46: ¿Cada cuánto pudiera hacerse una evaluación?
Pregunta 47: Menciona algunos factores que deberán tener en cuenta para una evaluación.
Pregunta 48: ¿Qué otro aspecto incluirías en el cuestionario de una evaluación sobre la tarea evangelizadora?
Pregunta 49: ¿Cuál incluirías en el aspecto sobre las necesidades de los hermanos?
Pregunta 50: ¿Cuál es el mejor factor de cambio en una Iglesia?

9. Presupuestar y controlar finanzas. En la obra de Dios el dinero puede ser una bendición pero puede ser
un gran obstáculo. Y aunque el pastor no administre los dineros de la congregación debe saber desarrollar un
sistema que proporcione confianza a la iglesia, que le dé estabilidad, y que permita emplear bien dichos recursos.
9.1. Manos fuera de la bolsa. Como principio general de la administración pastoral, lo mejor es que el pastor
mismo no maneje dineros de la congregación. Esto le permitirá mantenerse libre de un área que es muy sensible
y peligrosa.
Hay congregaciones que acostumbran hacer división entre ofrendas y diezmos. Los diezmos se los
entregan al pastor para que él disponga de ellos a su criterio. Si hay un acuerdo general sobre esto debe ser bien
entendido por los hermanos a fin de que en algún momento no vaya alguien a pensar que el pastor se está
quedando con lo que no le pertenece.
9.2. La iglesia debe tener una política clara sobre el manejo de fondos. En las iglesias denominaciones
generalmente se siguen políticas definidas. Unas establecen que el directorio y el tesoro son los encargados del
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manejo de fondos. Otras tienen un cuerpo de diáconos que velan por esto. Otras reglamentan el empleo de los
diezmos, ofrendas primicias. Lo más importante es que existan principios definidos de administración. Y que los
hermanos estén al tanto de ellos. Y que dichos principios sean aplicados.
9.3. La estructura. Lo más sencillo en una iglesia puede ser nombrar un directorio compuesto de varias
personas. Que no sean parientes muy cercanos entre sí. Y que una de ellas ejerza como tesorero general quien
llevará la contabilidad y la responsabilidad de velar por el dinero.
En las iglesias que tienen diáconos lo mejor es que estos se hagan cargo del aspecto financiero y que uno
de ellos cumpla la función como tesorero general.
Cuando se inicia una obra, el caso requiere atención especial. Por lo general son una o dos personas las
que inician la congregación Si se empiezan a recoger ofrendas desde el principio no conviene que personas que
apenas están conociendo al Señor administren estos fondos.
Tocaría al mismo pastor que ha iniciado la obra hacerlo. Pero esta situación debe organizarse cuando
antes. Si en los tres o seis meses siguientes ya hay personas que muestran estabilidad y madurez en Cristo es
mejor que el pastor les dé un curso de administración y forme una junta o cuerpo de diáconos que empiecen a
responsabilizarse por el manejo de los fondos. Desde luego que además de poner bases bien claras se necesita
la supervisión pastoral.
9.4. Sistema de control de ofrendas. Todo dinero que se recoja debe ser contado cuando menos por dos
personas. Si hay tres mucho mejor.
Al contar el dinero se llena un papel con duplicado para anotar la cantidad que entró, la fecha, el culto
respectivo, y la firma de cada uno. Un papel puede quedar en manos del tesorero, otro puede pasarse al pastor, y
otro al secretario o al archivo de la iglesia. Las iglesias pueden hacer formularios mimeografiados para facilitar el
procedimiento.
9.5. Sistema para guardar ofrendas. Lo mejor es depositar las ofrendas en una agencia bancaria, sea en
cuenta corriente o en cuenta de ahorros. Si en la localidad no existe un banco, no queda más que el tesorero
tenga el dinero en su casa, cosa que debe evitarse hasta donde sea posible. Puede ser que en la población haya
otra manera de tener a buen seguro el dinero. Conviene tener presente el conocido refrán: “En arca abierta hasta
el justo peca”.
9.6 Presupuesto. Hay iglesias en las que se recoge y se gasta en lo que va apareciendo. Esto puede hacer o
que la gente no aprenda a ofrendar seria y regularmente o bien que se gaste sin estudiar bien cómo se hace. O
como en algunos casos, que se desarrolle en la congregación un afán de guardar dinero sin saber para qué.
Siempre es mejor tener un presupuesto o cálculo anticipado de lo que se va a recibir y de lo que se va a
gastar durante un año. El presupuesto deber ser “realista” o sea, que tenga un balance entre lo que los hermanos
pueden dar, o lo que reciben de la oficina central de la denominación, y las necesidades que deben cubrir.
(1) Entradas. El primer paso es averiguar cuánto podrá entrar en cifras aproximadas. Si la iglesia no es nueva
este cálculo se hace con base en las entradas de los años anteriores. Si es nueva hay que hablar con los
hermanos para ver cuánto se compromete cada uno a dar como mínimo cada semana o cada mes. Y también ir
estudiando si las ofrendas se van ajustando a lo planeado.
Ayuda mucho tener un cuadro visible que marque el nivel de las ofrendas. Algunas emplean en forma
permanente un termómetro grande que va marcando con una cinta móvil o con tinta el movimiento de las
entradas y salidas.

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La preparación anual de los presupuestos se hace con anticipación. La junta de diáconos o junta de la
iglesia debe reunirse y hacer un estudio para presentarlo en su debido tiempo a la aprobación de toda la iglesia.
Es también importante ir viendo la cantidad de dinero que se va a necesitar cada año para ir subiendo el
presupuesto en un 5 por ciento, 10 por ciento sobre el año anterior.
El pastor y los que administran estas cosas deben ser previsores. Si se sabe que en las próximas semanas
o meses varias familias se van a trasladar a otro lugar hay que tomarlo en consideración. Es dinero que se
restará. Si se sabe que en los meses siguientes habrá jóvenes que empezarán a trabajar se puede esperar un
considerable aumento.
Las regiones rurales, que dependen mucho de la agricultura, necesitan prudencia en la formulación de sus
presupuestos, pues a veces las cosechas salen malas o bajan los precios y las entradas de la congregación se
ven muy afectadas. Cuando los hermanos tienen trabajos fijos hay más estabilidad económica en la iglesia y es
más fácil y más seguro hacer los presupuestos.
(2) Las salidas. Estas deben estar de acuerdo al total de entradas. Aunque “por la fe” se abultan las salidas a
menudo, como principio general es mejor no comprometer más de las reales posibilidades de la congregación.
Si al final el Señor prosperó y dio más de lo esperado, mejor. Pero en lo ordinario, se debe mantener la
línea de no ir más allá de lo real. Un buen estudio anticipado de las necesidades de la congregación ayudará a
trazar los aspectos y las cantidades que se gastarán. He aquí algunas sugerencias sobre estas partidas básicas:
 Sueldo pastoral
 Contribución a la denominación
 Programa de ayuda a necesitados
 Fondo para evangelización y obras nuevas
 Mantenimiento de planta física
 Luz, agua y limpieza del templo.
 Viáticos para el pastor o encargados de obras.
 Literatura para enseñanza
 Imprevistos
Apropiándome de la verdad
Pregunta 51: ¿Cuándo se dificultará un cambio en la iglesia?
Pregunta 52: ¿Qué se puede hacer en los casos cuando se trata de denominaciones que acuerdan realizar ciertos cambios?
Pregunta 53: ¿Cuál es el peligro que conlleva la época del recién convertido?
Pregunta 54: ¿Qué es lo que el Pastor necesita hacer en esta situación?
Pregunta 55:¿Qué tipo de sistema de finanzas debe el pastor desarrollar?.
Pregunta 56: ¿Qué se sugiere en el principio “manos fuera de la bolsa”?
Pregunta 57: ¿Cuál sería un plan muy sencillo para finanzas de la iglesia?
Pregunta 58: ¿En qué consiste un sistema de control de ofrendas?
Pregunta 59: ¿Qué se sugiere para un sistema de guardar las ofrendas?
Pregunta 60: ¿Por qué razón es mejor tener siempre un presupuesto?
Pregunta 61: ¿Qué significa que el presupuesto deba de ser realista?
Pregunta 62: ¿Cómo se deberá de preparar un presupuesto anual?
Pregunta 63: ¿A qué deben de estar de acuerdo las salidas?
Pregunta 64: ¿Cuáles son algunas de las sugerencias dadas sobre partidas básicas?

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LECCIÓN 07 FECHA EXPONE

Las Relaciones En La Iglesia 08 oct 2016 Hno. Enrique Zúñiga Mella


1. La iglesia primitiva

2. Principales campos de relaciones

3. Causas de problemas en relaciones


3.1 Problemas de autoridad
3.2 Problemas de administración
3.3 Asuntos doctrinales secundarios
3.4 Personas problemas
3.5 Situaciones de cambio

4. Hacia la maduración de las relaciones


4.1 Empezar desde la conversión
4.2 Reparar los portillos
4.3 La enseñanza general
4.4. Orientación de personas
4.5 El pastor frente a sí mismo
4.6 Relacionar a las personas en formas variadas

5. Orden y disciplina
5.1. Criterios generales
5.2. Procedimientos

”Más cuando ya fui hombre, deje lo que era de niño”.


“Y la multitud era de un corazón y un alma”.
1 Corintios 13:11; Hechos 4:32
La iglesia es un cuerpo. Como tal tiene miembros diferentes. Tiene funciones diferentes. Se mueve hacia
un mismo fin. Y obedece a una misma cabeza.
Para que este organismo viva, crezca, sirva y se reproduzca, necesita de armonía interna, de inteligente
correspondencia y trato amoroso entre sus diferentes miembros.
La creación, desarrollo y mantenimiento de este ambiente es una de las importantísimas funciones del
Espíritu Santo y de los pastores. Por esto es muy válido el principio de que todo pastor es un creador de
relaciones.
Y que toda iglesia es una trabazón de relaciones. Este es el crecimiento orgánico de una congregación. Y
es tan importante como el numérico u otras dimensiones del crecimiento de una iglesia.

1. La iglesia primitiva En Hechos 2:43- 47 se relata el caso de 3.000 convertidos. Pero se destacan también los
siguientes hechos:
a) Todos estaban juntos.
b) Tenían en común todas las cosas.
c) Perseveraban unánimes.
d) Partían el pan de las casas.
e) Comían juntos con alegría y sencillez de corazón.

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La conversión no solo los reunió. Les permitió verse, unirse y relacionarse de una manera distinta. Quizá
por eso Dios podía añadir cada día gente nueva a la iglesia. Él sabía que había un ambiente de tal riqueza
humana que quien llegara se podría beneficiar.
Toda conversión a Jesucristo implica la obtención de su vida, e implica también un cambio de relaciones,
una transformación en la manera como se vinculan las personas unas con otras.
Posteriormente se afirma que hubo "murmuración" de los griegos contra los hebreos. Un descuido en la
administración de la ayuda fue la causante de las fricciones y del deterioro de las relaciones en la iglesia
naciente.
Pero la respuesta no se dejó esperar. Era importante alimentar a las viudas. Pero era igualmente
importante mantener la armonía y salud del cuerpo (Hch. 6:1-7). Vino de inmediato una respuesta.
Entre Pablo y Bernabé, quizá los dos dirigentes más importantes de aquel tiempo, surgió también un
problema y una penosa separación (Hch. 15:36-41). También entre dos mujeres importantes de una
congregación se suscitaron serias dificultades (Fil. 4:2-3).
Corinto, la iglesia carismática por excelencia, se desagarraba por falta de unidad y de amor. No sabían
actuar como un cuerpo. Tenían toda clase de dones y de bendiciones pero no hacían caso a la verdad que en
Cristo no solo hay que creer y que en Él se puede tener dones, sino que en El hay que aprender a relacionarse
de nueva manera.
Lo anterior es apenas una muestra de la gran importancia que en la iglesia tienen las relaciones de los
hermanos unos con otros. En la actualidad son notorios los casos de iglesias que nacen con gran fuerza pero
luego las raíces de amargura en algunos corazones desatan el enojo, los pleitos, las divisiones, el
estancamiento, y en algunos casos hasta la muerte de la congregación. Por otro lado se nota que la sanidad en
las relaciones y el perfeccionamiento de ellas producen regocijo, satisfacción y crecimiento.

2. Principales campos de relaciones En una congregación hay que discernir los distintos campos de
relaciones que se dan. Señalaremos los principales o los que generalmente afectan más ya sea en forma
positiva o negativa.
(1) Relaciones entre pastor y hermanos.
(2) Relaciones hermanos- hermanos.
(3) Relaciones pastor- líderes.
(4) Relaciones ancianos- líderes.
(5) Relaciones entre líderes mismos.
(6) Relaciones jóvenes- adultos.
(7) Relaciones de la iglesia con otras iglesias.
(8) Relaciones iglesia- denominación.
(9) Relaciones iglesia- comunidad civil.
Aunque en realidad las tres primeras constituyen el foco mayor del asunto las restantes tienen estrecha
relación. Las relaciones se dan en un todo y unas afectan a otras.
Por ejemplo, cuando no hay entendimiento entre el pastor y sus ayudantes, las fricciones o la "guerra
sorda" que se puede suscitar afecta de una u otra manera al resto. Por esto bien se puede decir que una iglesia
es un verdadero enjambre de relaciones.

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Cuando en una congregación se dan problemas serios en forma continua hay que saber discernir no solo
de qué clase son, sino, de dónde vienen, y a qué sectores están afectando.
Por ejemplo en las iglesias se habla de "hermanos" en general. Con ello se diferencia al grupo de
creyentes del pastor o de los dirigentes. Pero esa es una clasificación muy simple e inadecuada.
La realidad en la iglesia es que está integrada por varias familias. Que los hermanos a veces viven
agrupados en sectores de la población por lo que tienden a relacionarse más a menudo entre ellos.
También hay que reconocer que aparte de la familiaridad o de la cercanía geográfica, hay vínculos de
amistad que unen a unos más que a otros. Y que, por tanto un problema en la congregación puede tener raíces
en esos diferentes vínculos y puede afectar en mayor o menor grado a determinados sectores.
Cuando estas vinculaciones están alimentadas por actitudes de amor, de paz, de colaboración y de
servicio permitirán un terreno fértil que el pastor podrá aprovechar al máximo. Pero si no, habrá que reconocer
sus efectos negativos y habrá que preguntarse a qué se deben y que hacer en tales casos.

3. Causas de problemas en relaciones En las congregaciones cristianas es posible que se susciten


problemas como el resentimiento, el enojo, el alejamiento, el abandono de la congregación, la negación a
colaborar, la renuncia a los puestos, y, en algunos casos, hasta las divisiones.
Es de esperar que algunos de esos problemas sucedan, pues en todo grupo humano acontecen. Algunos
cristianos de hoy tuvieron un pasado tenebroso y necesitan tiempo, orientación, amor, y a veces "disciplina", para
que se logren acomodar al grupo.
También es de tener presente que uno de los focos especiales de ataque de Satanás a las iglesias es
dañar, y si puede, corromper las relaciones entre los hermanos.
Para detectar causas de relaciones dañadas hay que saber si se trata de un caso muy reducido de
personas o si son muchas las involucradas en el problema.
También hay que reconocer si se trata de una situación que sucede esporádicamente o si se trata de una
característica constante de fricciones y rompimientos.
Si en la iglesia por lo general reina la paz, el trabajo conjunto, y de vez en cuando un problema de
relaciones aparece pero pronto se soluciona, se puede decir que esa iglesia es sana.
Pero si los problemas cubren a un amplio sector de la iglesia, o se hacen cosa común y corriente, hay que
aceptar con honradez que ese cuerpo está enfermo y necesita un tratamiento especial inmediatamente. La
capacidad de relacionarse está dañada.
Una práctica común en los pastores es que ante estas situaciones lo que hacen es preparar un sermón o
una serie de sermones. En algunos casos estas medicinas resultan peores que el mal, pues las personas que no
tenían nada que ver con el problema se dan cuenta y la tensión se amplía a otros sectores. Y el problema
tampoco se arregla.
Por esto es que cuando los problemas de relaciones ya son una epidemia en la iglesia se necesita mucho
más que sermones. Requieren un estudio serio para determinar causas y buscar las maneras de atacarlas
directa y específicamente.
Algunas de las causas más comunes y conocidas en las iglesias son las siguientes:
3.1 Problemas de autoridad Están relacionados con el pastor y el cuerpo directivo de la iglesia. A
menudo estos problemas son suscitados por abuso de la autoridad.

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El pastor o los directivos se toman libertades que no les corresponden. O tratan de imponerse a las
personas o a la congregación de diversas maneras y esto suscita quejas, resentimientos, habladurías y
acusaciones.
Una situación de esa clase debe ser reconocida. Puede ser que quien esté causando los problemas sea el
mismo pastor o quienes dirigen. En estos casos no es un sermón lo que hace falta, sino corregir las actitudes de
mando y hacer el uso legítimo de la autoridad.
Este mismo problema de autoridad puede darse del pastor hacia los demás dirigentes de la iglesia. Puede
ser que él tomó decisiones que debía consultar con otros y no lo hizo. Y si esto se sigue repitiendo entonces
viene la pugna que regularmente resulta en la renuncia a los cargos. El pastor queda solo. Y si él no entiende la
verdadera causa posiblemente pensará y acusará a los hermanos diciendo que “no lo quieren” o que no quieren
a la iglesia, o simplemente que no quieren colaborar en las cosas del Señor.
Aun puede ser que el pastor piense que con la renuncia esos hermanos le hicieron un gran beneficio a la
iglesia. Luego no verá a otras personas que vienen a entrarse pronto con el mismo problema y así se va
formando una situación de tensión creciente que no solo desprestigia al pastor, sino que daña el espíritu de amor
y de cooperación.
El problema de autoridad puede darse de otro modo.
El directorio de la iglesia, o los diáconos pueden tomar al pastor como un simple sirviente. Este no más
obedece las órdenes de ellos (y a veces mal dadas). Si el pastor es de los que “agachan la cabeza”, la
congregación pronto verá y reconocerá este hecho y puede crearse un espíritu de menosprecio y disgusto en
contra de los dirigentes.
Pero si el pastor hace valer su persona, e ideas, se puede suscitar algo así como lucha de “poderes”. Esto
puede llevar a la iglesia a constituirse en campo de batalla con varios frentes.
El problema de la autoridad en la iglesia puede darse igualmente en los grupos de jóvenes, de damas y
otros organismos. Por esto es de gran importancia tenerlo presente como una posible causa del deterioro o
rompimiento de relaciones entre los miembros del cuerpo.
El fenómeno contrario al abuso de autoridad es la falta de autoridad. Un grupo humano si bien resiente el
abuso de la autoridad igualmente resiente cuando no la hay.
El cuerpo requiere orden y dirección. Por ello el asunto de la autoridad debe verse como un posible factor
de alteración en las relaciones o también como un factor de mejoramiento, si la autoridad se usa mal o bien
según el caso.
3.2 Problemas de administración Cuando no hay en la iglesia líneas de mando bien definidas, hay
problemas. Por ejemplo hay iglesias que tienen ancianos y diáconos y a menudo se ve que unos están haciendo
las funciones de otros.
En las iglesias de tipo congregacional hay asuntos que deben ser tratados por toda la iglesia, otros por los
diáconos y otros son de la facultad del pastor.
Si no se define qué aspectos corresponden a cada cual pronto surgen las dificultades. Es común el caso
cuando hay que invitar o despedir a un pastor. Dicha acción que quizá corresponde a toda la iglesia en una
sesión plenaria, la adelantan los ancianos o la junta, toman la decisión y luego se lo notifican a la congregación.
De inmediato surge la reacción, los problemas, las habladurías y hasta la ruptura. Ese daño en las relaciones fue
motivada por un problema de administración.

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Hay iglesias en las que se nombran diferentes organismos. Se les da nombre como comisión tal pero no
se les especifica por escrito el encargo o tarea que deberán cumplir.
Tampoco se les entrena, ni se les supervisa. Entonces los hermanos aunque tienen el puesto no pueden
funcionar o lo hacen mal. Así surgen las críticas contra ellos. Y de parte de ellos surgen lógicamente los
resentimientos, el sentido de incapacidad y la renuncia.
Todas estas cosas van paralizado miembros, y si esto continúa, irá dando al cuerpo cierta parálisis. En el
fenómeno tan común de iglesias en las que al fin y al cabo al pastor le toca hacerlo todo y se mueve en un mar
de resentimiento y falta de cooperación. La causa directa es una mala organización.
3.3 Asuntos doctrinales secundarios Hay iglesias que enfatizan muchos aspectos secundarios
de la fe como por ejemplo si las mujeres deben o no vestir pantalones, el comportamiento aparente en los cultos,
si tienen televisor o no, si asisten al cine, si practican algún deporte o cuán largo lleva la mujer su cabello o falda.
Este asunto que a veces llega a ser revestido de una importancia tan grande por algunos tiene un efecto
real muy prejudicial en la congregación.
Los hermanos al ser enseñados a ver la "espiritualidad" de los demás por cosas externas, se dan la tarea
cotidiana de juzgarse unos a otros por su apariencia.
Esto empieza por los silenciosos pensamientos y juicios, pero luego se exterioriza y se va creando una
atmósfera de irrespeto mutuo, de falta de amor, de juicio recíproco y finalmente de pleitos.
Las iglesias que legalizan mucho muy pronto se ven afectadas por enfermedades en las relaciones.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: ¿Qué necesita la iglesia para ser un organismo que viva, crezca, sirva y se reproduzca?
Pregunta 2: ¿Cuál es una de las importantísimas funciones del Espíritu Santo y de los pastores mencionada?
Pregunta 3: ¿Qué importantes hechos se destacan en Hechos 2:43- 47?
Pregunta 4: ¿Qué implica toda conversión a Jesucristo?
Pregunta 5: Menciona tres campos importantes de relaciones en la iglesia.
Pregunta 6: ¿Qué pasa cuando no hay entendimiento entre el pastor y sus ayudantes?
Pregunta 7: ¿Qué es lo que hay que saber discernir cuando en una congregación se dan problemas serios en forma continua?
Pregunta 8: ¿Cuál es uno de los focos especiales de ataque de Satanás a las iglesias?.
Pregunta 9: ¿Qué se necesita saber para detectar causas de relaciones dañadas?
Pregunta 10: ¿Cuándo se podría decir que una iglesia es sana?

3.4 Personas Problemas En las congregaciones aparecen también personas con distintos tipos de
problemas mentales. Algunas han tenido malas costumbres de su vida sin Cristo como la de "traer y llevar
cuentos". Hay personas a quienes se les escucha quejarse a menudo que en la iglesia hay "mucha hipocresía" y
pecado.
También hay hermanos que parecen que nunca pueden ver algo positivo y algo favorable en los demás
sino que solo aspectos negativos. Todo lo ven color de pecado. Estas personas son muy aptas para crear un
ambiente de desconfianza y hostilidad entre unos y otros.
Puede darse el caso que el mismo pastor sea causa de problemas cuando él guarda resentimientos;
cuando es desconfiado de la gente; cuando en toda persona y lugar no ve otra cosa sino pecado y maldad;
cuando, consciente o inconscientemente, cree que solo él sabe hacer bien las cosas; o cuando él guarda una
actitud negativa hacia otras iglesias u organismos.
Ese mundo interno, aparentemente secreto, generalmente el pastor lo manifiesta a través de sus
predicaciones y en la manera como maneja la iglesia. Y ello afecta a la congregación en sus relaciones. Un
pastor que emocionalmente está enfermo, enferma también a toda la congregación.

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Hay una costumbre muy generalizada en las iglesias latinoamericanas que consiste en dar oportunidad de
servir a alguien que se dice que "está frío" a fin de que "se caliente". Incluso a menudo se pone en ciertos
asuntos de la iglesia a personas que asisten regularmente a ella pero no se han entregado al Señor.
Y se les pone a servir pensando que así se convertirán. Estas personas no convertidas o inmaduras en
posiciones de servicio causan serios problemas, pues por su misma condición espiritual no están en capacidad
de ministrar las cosas de Dios y son fáciles instrumentos de Satanás.

4. Hacia la maduración de las relaciones Con base a lo estudiado anteriormente vamos a considerar una
serie de directrices generales aplicables en las congregaciones.
4.1 Empezar desde la conversión Es un hecho que la genuina conversión no solo lleva a la persona a
relacionarse con Dios sino que la lleva a una directa relación con la iglesia. Pero cuando a una persona se le
predica a Cristo y se le invita a aceptarlo, sin que adquiera compromiso ya se le está poniendo un fundamento
peligroso.
Al que está por entregarse al Señor hay que hacerle ver que el desarrollo de su nueva fe no se podrá dar
normalmente si no se incorpora en forma plena al cuerpo de Cristo.
Cuando la persona acepta al Señor y se le integra a un programa de formación inicial, ya se le está
ofreciendo un campo propicio para empezar a saber cuál debe ser el nuevo papel que debe jugar en la
congregación.
De aquí por qué es tan importante que toda iglesia tenga un programa de discipulado o formación inicial, a
fin de enseñarle por la Palabra y por el ejemplo cómo relacionarse en el cuerpo del que ahora forma parte.
Los grupos pequeños son excelentes. Ellos permiten conocer a otros y ser conocido. Permiten aprender a
hablar y a escuchar; a dar y a recibir; a amar y a ser amado; a ayudar y a ser ayudado. La pequeña célula es
vehículo que ayudará a crear nuevas actitudes de paz, de amor, de confianza y colaboración.
Capacitan al creyente para mantener relaciones satisfactorias, creativas y sanas. Y se aprende a trabajar
juntos.
Un período que varíe entre los seis meses a un año puede ser una oportunidad para que el nuevo
creyente conozca su fe y conozca a los que le acompañan en su fe. Para que tenga oportunidad de reconocer
las actitudes que antes tuvo respecto a los demás, y para que, ahora, con el poder del Espíritu Santo, con la
dirección de la Palabra, con la guía de un hermano maduro, y la compañía de otros que están en condición
semejante, empiece a crear nuevas actitudes de amor, de solidaridad, de humildad, de comprensión y de
servicio.
El problema es que a muchos recién convertidos solo se les enseña la doctrina de la iglesia, la necesidad
de diezmar y de asistir regularmente a las reuniones.
Se da por sentado que todo ya cambió en él. Y no se hace un verdadero trabajo de base en esas vidas
que apenas han empezado. Se olvida que, por lo general, son personas con actitudes ya hechas y fijas. Que,
incluso, muchas de ellas, por las experiencias vividas, están traumatizadas, tienen sentimientos hostiles hacia los
demás, les anima la desconfianza y creen que todos son malos y les van a ser mal.
En ellas, con la ayuda del Señor, hay que construir nuevas personas, ayudándolas a liberarse de aquel
bagaje negativo y deshumanizado, y formar el nuevo ser a la imagen de Jesús.
Esta es tarea pastoral y tarea de la iglesia. Por esto, a partir de la conversión es imprescindible tener un
programa inicial de formación a fin de poner bases para una iglesia con sanas relaciones.

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4.2 Reparar los portillos Si se descubre que las relaciones están siendo dañadas por razones de
organización o administración no hay que gastar el tiempo echando culpas y dando sermones.
Sencillamente se deben hacer las rectificaciones del caso y poner las cosas en su lugar. Siempre es
bueno tener presente que en Jerusalén al deterioro de las relaciones siguió un acto y proceso de reorganización
administrativa.
No se dedicaron a orar y ayunar para que Dios resolviera la cuestión. Ellos vieron el problema y con
sabiduría del Espíritu buscaron causa y solución. Luego, con oración y ayuno, escogieron las personas
apropiadas para hacerle frente. Y la iglesia siguió su marcha. Esto incluso demuestra cuán importante es saber
organizar la iglesia.
4.3 La enseñanza general La enseñanza a la iglesia debe ser edificadora. Debe buscar y llevar a los
hermanos a metas avanzadas. Cuando la predicación y la enseñanza solo basan en denunciar pecados, lo que
algunos llaman la "palabra dura", y se da poco lugar al desarrollo de actitudes de amor, de paz y de cooperación,
la congregación tiende a volverse legalista y negativa.
Igualmente el pastor no tiene que esperar que aparezcan los problemas durante la semana para preparar
un sermón para el domingo.
Como ya fue expuesto en otra lección, es mejor que la reflexión congregacional sea guiada por la misma
Palabra de Dios si se toma un libro o carta para hacer una serie de exposiciones. Porque en dichos libros hay
material variadísimo y se tocan temas muy diversos que pueden ir formando el criterio de los hermanos.
Así se les da a ellos un horizonte más amplio y no se les habla solo sobre situaciones o sentimientos que
aparecen ocasionalmente. Las cartas de San Pablo son el mejor ejemplo de enseñanza pastoral. La mayor parte
es edificación muy variada tratando de guiar a la iglesia a metas más elevadas.
4.4 Orientación de personas Cuando se trata de personas aisladas que constantemente crean conflictos, o
se ven envueltos en problemas con otros, se les debe dar una atención particular. En estos casos dar un sermón
a toda la congregación no parece ser la manera más sabia. Lo mejor es tratar la situación personalmente.
Puede ser que estas personas que causan problemas sufran desajustes emocionales, guarden
resentimientos, hayan tenido experiencias traumáticas que les hacen vivir permanentemente en "pie de guerra"
contra todos. Quizá estas personas no solo necesiten consejo pastoral sino la ayuda de un consejero
psicológico.
En casos extremos quizá sea necesario aplicar algún tipo de disciplina, y aun llegar a expulsarlos de la
congregación. Parte de la función pastoral es velar por la salud del cuerpo de Cristo y si un elemento insiste en
causarle daño, no por venganza o por desquite, sino por el bien de todos, se debe proceder con firmeza (Pr.
22:10, 26:20; 2 Co. 13:1-6).
Pastor y congregación necesitan a veces emplear la autoridad divina con el fin de preservar y edificar a la
iglesia (2 Co. 13:10).
4.5 El pastor frente a sí mismo Puede suceder que el pastor llegue a descubrir que él mismo es causa
de problemas en la congregación. El pastor como ser humano puede tener problemas en la congregación.
El pastor como ser humano puede tener problemas igual que los demás. Esto no es una afrenta. Ni
tampoco razón para desanimarse.
Muchos hemos conocido a Jesús después de años de desorientación y entrega al pecado. Y aunque nos
entregamos al Señor y empezamos a servirle, con el tiempo hemos ido descubriendo que hubo situaciones de
nuestra infancia o juventud que siguen motivando ciertos aspectos de nuestra conducta.

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El pastor joven muy a menudo se ve abrumado por los problemas y cosas que en la iglesia le toca
resolver. A veces por ellos se traumatiza, se desmoraliza y se desorienta. Es como un "contagio" de las
enfermedades espirituales humanas y esto es muy común.
En estos casos lo importante no es reconocer lo malo o pecadores que son simplemente, sino la
posibilidad que tenemos en Jesús de descubrir problemas internos, de superarlos y aun de librarnos de ellos
mediante el poder del Espíritu Santo y la ayuda de otras personas.
Entonces si se trata de faltas pastorales en el campo administrativo u organizacional no queda otro camino
que empezar a estudiar este campo, solicitar consejo de otras personas y hacer los cambios administrativos
necesarios.
Si se trata de problemas emocionales, y no encuentra cómo superarlos, debe buscar la ayuda de algún
pastor experimentado de confianza o de un consejero psicológico cristiano. De hacer esto ningún obrero de Dios
debe sentirse avergonzado o derrotado. El pastor no es superhombre, ni es inmune a los "virus" que pululan en
las congregaciones.
Es muy importante que los organismos denominacionales auspicien algún tipo de asesoramiento
psicológico para pastores, tener conferencias sobre salud mental, diálogos, consultas, y oportunidades de
ministración unos a otros en este campo.
Un pastor que supere sus propios problemas, pensamientos y actitudes de desconfianza hacia la gente,
puede él mismo abrirse en amor a los demás en una manera muy amplia. Y eso mismo será una gran medicina
para la congregación.
4.6 Relacionar a las personas en formas variadas
1 El pastor que tiene un programa ordenado de discipulado o formación ya cuenta con un instrumento
propicio para crear y madurar las relaciones.
2 Los cultos mismos pueden ser un vehículo de relación. El culto totalmente formal y rígido es
impersonal y frío. Pero se pueden introducir variantes.
El pastor puede preparar un grupo de 25 a 30 hermanos para que guíen grupos pequeños. Se les dan
instrucciones específicas de lo que van a hacer. Cada dos o tres domingos durante el culto mayor se dedican
hasta 30 minutos como parte misma de la reunión para subdividir la congregación.
Se numeran a las personas según el número de grupos que se quieran tener. Los que van a guiar se
ubican en varias partes del salón de pie cada uno con el número 1, 2, 3, etc. Entonces los hermanos se agrupan
en torno a esos hermanos según sea el número que cada uno tenga.
Cuando la congregación se acostumbra a esto no hace falta enumerar sino que se agrupan
espontáneamente siempre buscando que no se reúnan en el mismo grupo los esposos, o hijos, o novios, sino
que todos se mezclen bien. (Este es el propósito de numerar.)
Luego cada uno da su nombre y cada uno lo repite hasta que todos conozcan el nombre de los demás. Al
principio es bueno que cada uno se presente, qué hace, dónde vive, etc. Se puede dar oportunidad para que
cada uno cuente las alegrías o tristezas de la semana, como también cualquier necesidad o problema que esté
afrontando. Así pueden orar unos por otros. A menudo aparece alguien con un problema serio o una necesidad
material que se descubre en el grupo. Esa es una magnífica oportunidad para darle alguna palabra de consejo o
estímulo, o bien solicitar una ofrenda a la iglesia o remitirla a alguna persona u organismo de la congregación
que le pueda ayudar.

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Cuando hay personas que están por primera vez, y que no son cristianas, estos grupos pueden constituir
un factor importantísimo porque la persona "se siente persona", se siente tomada en cuenta y que puede
participar. Hay casos en que en el grupo mismo se le habla de Jesús y allí se le invita a aceptarlo.
En los cultos pueden introducirse muchas otras variantes que permitan a las personas buscarse unas a
otras. Por ejemplo, los grupos improvisados de reflexión bíblica. También que los hermanos formen un gran
círculo o círculos pequeños tomados de la mano cantando distintos himnos. Se puede solicitar que la oración de
despedida en vez de hacerla una sola persona, que cada hermano se vuelva a su vecino, se formen en parejas
de dos en dos, y que uno ore por el otro. Y, al finalizar la reunión, que los hermanos se saluden y se abracen
unos a otros.
3 Hay congregaciones que celebran Santa Cena en los hogares con cierta regularidad. Se subdivide la
iglesia por áreas geográficas, se destina una casa para cada área y se juntan los hermanos para alabar al Señor,
estar juntos y comer la cena.
4 También algunas iglesias emplean paseos al campo, retiros familiares, tardes de deportes y juegos
para todos.
5 Otra forma son los convivios que pueden hacerse de maneras muy variadas. Uno de ellos podría ser
celebrar cada tres a cuatro meses una comida juntos.
El domingo cada hermano o familia trae los alimentos a la iglesia. Al final del culto todos se quedan en el
templo, la comida se reparte de modo que nadie coma su propia cena. Niños, jóvenes y adultos comen juntos en
el mismo templo como una gran familia. Si esto se combina con una tarde de alabanza libre, de juegos dirigidos,
se auspicia un ambiente de mayor acercamiento, relación y amor unos por otros.
Cuando a lo anterior se puede añadir un programa variado de ayuda y desarrollo humano para los varios
sectores que integran la iglesia los vínculos se fortalecen aún más. Es decir cuando el amor no queda en
palabras y abrazos, sino que se buscan respuestas concretas a las necesidades.
6 Las relaciones no solo deben ser hacia adentro. Deben proyectarse hacia fuera. La iglesia puede
visitar otras iglesias e invitar a que se les visite. La búsqueda de la comunión con otras iglesias es una
ampliación necesaria de la comunión cristiana.
Hay pastores que le temen a esto y prefieren mantener a su iglesia aislada, lo cual puede producir
desconfianza entre una iglesia y otra. En algunas regiones se han dado casos en que pastores de variadas
denominaciones han formado cooperativas entre los hermanos de las iglesias.
También hermanos de varias iglesias han creado y desarrollado programas de vivienda.
Se han dado casos en que mediante la cooperación organizada de varias iglesias se han abierto también
campos y misiones nuevas. Los cristianos podemos descubrir muchísimas formas de relación a un nivel mucho
más amplio que el de la propia congregación. Esto debe ser parte del trabajo pastoral como creador de
relaciones.
7 La comunidad civil no puede perderse de vista. Ella es el campo de acción del pueblo de Dios. Por
esto es necesario que el pastor y los líderes de la congregación mantengan vínculos con su comunidad.
Si hay juntas de vecinos, escuelas, consultorios, cuerpos de bomberos u otras, que la iglesia de alguna
manera se haga presente en ellas a través de los hermanos. Hay iglesias que emplean sus edificaciones con una
biblioteca pública. Otras han tomado la iniciativa en un programa de conservación y reconstrucción de recursos
naturales en su comunidad. Otras han abierto guarderías infantiles.

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Otras una clínica. Otras un programa de alfabetización de adultos. Otras han desarrollado programas de
capacitación en oficios y artes manuales.
Una congregación puede crear muchísimas vías de relación con su comunidad.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 11: ¿Cuál es el tipo de personas que son muy aptas para crear un ambiente de desconfianza y hostilidad entre unos y otros?
Pregunta 12: ¿Cuándo podría darse el caso que el pastor sea causa de problemas?
Pregunta 13: ¿Cómo manifiesta generalmente el pastor ese mundo interno, aparentemente secreto?
Pregunta 14: ¿Por qué razón un creyente “frío” o que asiste regularmente a la iglesia pero no consagrado no se le debe de poner a
servir?
Pregunta 15: ¿En qué podría radicar la causa de problemas en una situación de cambios?
Pregunta 16: ¿Qué cosa hay que hacerle ver al que está por entregarse al Señor?
Pregunta 17: ¿Por qué es tan importante que toda iglesia tenga un programa de discipulado o formación inicial?
Pregunta 18: ¿Qué se debe hacer cuándo se descubre que las relaciones están siendo dañadas por razones de organización o
administración?
Pregunta 19: ¿Por qué razón la congregación tiende a volverse legalista y negativa?
Pregunta 20: ¿Qué se necesita hacer cuando se trata de personas aisladas que constantemente crean conflictos, o se ven envueltos en
problemas con otros?

5. Orden y disciplina
“Que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente. Mas no lo tengáis por enemigo, sino
amonestadle como hermano”.2ª Tesalonicenses 3:6, 15
Ante algunas situaciones de pecado en la iglesia de Corinto San Pablo avisó que de llegar allí no sería
indulgente sino que por boca de dos o tres testigos se decidiría todo asunto (2 Co. 13:1-2).
En otros casos San Pablo tuvo que entregar a Satanás a unos blasfemos (1 Ti. 1:20).
Los ejemplos citados, entre otros en el Nuevo Testamento, manifiestan una verdad muy importante: La
iglesia necesita orden. Y a menudo la medida última o extrema que se debe aplicar es lo que comúnmente en las
iglesias latinoamericanas se conoce como "disciplina".
San Pablo señala con gran sabiduría que un poco de "levadura" leuda toda la masa (1 Co. 5:6). Y San
Juan ante el pésimo ejemplo del pseudo líder de una iglesia, le dice a Gayo, el hermano amado, que no imitara lo
malo sino lo bueno (3 Jn. 9-12).
5.1. Criterios generales
1 En la iglesia la norma debe ser el amor, la ayuda mutua, la misericordia, la sujeción voluntaria de los
unos a los otros y la pureza de vida. Esta norma debe hacerse una actitud general por la cual los hermanos se
estimulen al amor y a las buenas obras (Hch. 10:24; Col. 3:14; Fil. 4:8).
San Pablo dice que cuando recordaba a los filipenses oraba por ellos con acción de gracias. No los miraba
solamente como eran al momento sino como habrían de ser ya perfectos en Cristo Jesús (Fil. 1:3-6). Aquellos
hermanos era gente común y corriente, tan iguales como los cristianos de cualquier iglesia de hoy.
Pero el apóstol se sentía animado por ellos. Veía en cada cristiano, no un cúmulo de defectos, sino vidas
transformadas y en proceso de maduración o perfeccionamiento en Cristo.
Esta manera de verse los cristianos unos a otros es fundamental no solo para desarrollar un ambiente de
amor en la congregación sino también para cuando hay que tratar casos difíciles.
2 La aplicación de la "disciplina" o castigo debe ser la excepción o el último recurso del que la iglesia
debe echar mano. Hay muchos otros recursos para ayudar a un hermano como son la exhortación a tiempo, el

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consejo y la orientación. Esto bien puede ser hecho por un hermano que tenga algún don relacionado, por los
hermanos, o por el o los pastores (Ro. 12:8; Hch. 3:13, 10:25).
3 La reprensión de un hermano debe ser siempre fruto del amor y nunca del rencor o de un sentimiento
oculto o manifiesto de venganza.
Ya sea porque la iglesia se sienta ofendida por el pecado público de un hermano o bien porque un
hermano se sienta tan ofendido por lo que otro le hiciera, como a veces sucede debido a un chisme, desfalco
monetario o cosas semejantes.
Si se considera que hay que aplicar disciplina a un hermano no ha de ser para satisfacer aquellas ofensas.
Primordialmente la iglesia debe buscar la restauración del ofensor a la comunión y sujeción al Señor y a la
congregación. Esta medida tiene un carácter de ayuda, de restauración y de sanación espiritual.
4 La disciplina encierra igualmente una medida preservativa o protectora en lo que al cuerpo de Cristo se
refiere. Si en una congregación, el pecado en sus diferentes formas empieza a aparecer y no se toman medidas
sino que se deja que corra, el cuerpo se daña.
Unos hermanos pueden ir perdiendo el sentido de la seriedad y compromiso de la fe. Otros hermanos se
distinguen ante estas situaciones y pueden abandonar la congregación, otros hallarán puerta abierta para sus
deseos. Y también se dañará la imagen de la iglesia ante los ojos de los que no creen.
En esta manera se cierra o se limita la oportunidad de servir a su comunidad.
A menudo sucede en las congregaciones recién fundadas que aparecen serios casos de pecado que
requieren una acción inmediata y firme. Si se pasan por alto estas situaciones por temor a que la persona
abandone la iglesia, o que deje de cooperar u ofrendar, se está dañando el fundamento de la naciente iglesia. En
estas situaciones es bueno tener presente que las iglesias son como los seres humanos.
La mejor edad para enseñarles el comportamiento es cuando están en la misma cuna. Muchas veces es
preferible perder, si es el caso a una o varias personas a tiempo, que dejar que una iglesia completa se corrompa
y después no se pueda enderezar.
Hay muchos ejemplos dondequiera de casos de iglesias que se malearon desde un principio y no se han
podido jamás enderezar. El cuerpo de Cristo necesita mantenerse sano.
5 La aplicación de la disciplina debe tener razones serias. Jamás debe relajarse. Hay congregaciones en
las que se aplican sanciones constantemente por causas sin mayor valor como son las siguientes: tener televisor
en casa, que algún hermano fue a presenciar el partido de fútbol, que una mujer usa aretes o adornos o cosas
semejantes.
Como ya fue citado en otra lección estas prácticas extremas legalistas tienen un efecto negativo sobre la
misma congregación. Las personas aprenden por estas medidas a estar juzgándose unas a otras por cosas
externas de apariencia y sin importancia.
Quizá lo más importante en este sentido no es tanto la "calidad" del pecado sino la actitud de quien ha
pecado y la actitud de la iglesia. En el caso del incesto de Corinto, un pecado tan grosero, lo fue por la actitud de
la iglesia ya que al principio no le prestaron atención ni importancia, y, al parecer, como que se sentían hasta
orgullosos de tener tal "campeón" del amor (1 Co. 5:1).
Es posible que un hermano caiga en un caso grave. Pero si se arrepiente pronto rectifica su andar no hace
falta más.
Pero si un hermano cae constantemente ya sea en la misma falta o en otras, necesita otra atención.

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Es notable que San Pablo menciona casos de "disciplina" por las que hoy generalmente no se consideran
ser faltas que lo ameriten. El cita casos de "vagancia" en Tesalónica (2 Ts. 3:6-12).. Algunos disfrazan hoy esta
falta con una frasecita muy conocida: "Vivir por fe". Menciona también la blasfemia (2 Ti. 1:18-20). También la
falsa profecía y enseñanza falsa (Ap. 2:14-15, 2:20).
6 En esta materia hay que aprender a tratar cada caso particularmente. Aunque se va acumulando
experiencia, sin embargo cada situación amerita un estudio y trato diferente. Las actitudes y reacciones de las
personas son diferentes. Así en la iglesia hubiera por ejemplo tres casos de adulterio, no se debe juzgar al tercero
o al segundo en la misma forma que al primero.
Puede ser que las causas y las maneras como reaccionen los hermanos sean totalmente diferentes
aunque el pecado en su apariencia sea el mismo.
7 La enseñanza y la ministración espiritual es la mejor base para prevenir situaciones como las ya
mencionadas. La enseñanza no debe consistir solamente en lo que no se debe hacer. Más bien en lo que debe y
puede hacerse. La enseñanza bíblica a veces se da en una esfera tan negativa que no da opciones favorables,
creativas, ni marca caminos a la gente. Un programa de orientación espiritual, oportunidades de servicio,
oportunidades de recreación sana, oportunidades de cultivar relaciones normales y satisfactorias pueden ser la
mejor prevención contra ciertas clases de pecados.
Si es un área en la cual el sexo crea muchos problemas lo mejor es tener un programa de educación en
esta área que cubra desde los niños hasta los adultos. Justamente con esto proveer un ambiente de sanas
relaciones entre los sexos. Hacer paseos, tener tiempos de deportes por medio de los cuales tanto los hombres
como las mujeres aprendan a conocerse mejor como personas, a respetarse mutuamente y a participar sin
malicia en diversas actividades.
Por el contrario, un programa en el que se busca separar hombres y mujeres, se rehuye estudiar con
franqueza el tema, y que la enseñanza solo comprenda condenas contra todo lo sexual, puede hacer que el
problema se agudice más.
5.2. Procedimientos. Por lo general las iglesias tienen sus propios procedimientos al respecto. Algunas no los
tienen. Sugerimos algunos principios generales.
1. La amonestación a tiempo puede economizar muchos dolores de cabeza. Tanto el cuerpo directivo
como la congregación misma deben aprender a hacerlo. Quien ve a un hermano andando mal es el más indicado
para llamar la atención al otro.
Es sabido que algunos cuando ven a un hermano en algún camino malo corren donde el pastor para que él
vaya y le hable al hermano. Otros empiezan a contárselo a los demás hermanos diciéndoles que "oren por el
hermano fulano de tal”. Hay pastores que constantemente son víctimas de estas situaciones por no tener un
procedimiento adecuado al respecto (Stg. 5:19-20).
2. Toda amonestación o proceso disciplinario requiere base suficiente. San Pablo insiste en el viejo
principio de dos o tres testigos. Por esto, es mejor que si alguien "ve algo", el mismo debe hablar, no con el
pastor, sino con el hermano que anda mal. Este principio es necesario enseñarlo y mantenerlo firme.
Hay casos que no han sido vistos por varias personas, pero sí por un hermano y éste cumplió su deber
amonestándolo pero el hermano no lo escuchó y esta información es dada posteriormente al pastor, lo mejor es
que ambos se apersonen ante el hermano.
3. Es conocido que en todo grupo humano no faltan personas bien intencionadas pero faltas de juicio y
sabiduría. Otros son de "lengua suelta". Y hay quienes ven pecando en cualquier actitud de otro.

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Estas personas se prestan mucho para esparcir rumores falsos. La mejor medida que han encontrado
distintos pastores es que cuando alguien viene con una historia sobre otra persona, hay que tomarle su
declaración por escrito para que después no la desmienta. Muchos hermanos se han visto envueltos en
problemas de esta naturaleza por actuar de buena fe o por falta de responsabilidad de quien acusa a otro.
Siempre es bueno tener la mayor cantidad de datos posibles sobre el caso: lugar o lugares, personas
envueltas, testigos, horas, etc.
Las iglesias que tienen cuerpo de diáconos o directorio son las personas más indicadas para actuar en él.
Un principio aun en las iglesias de tipo congregacionales preferible evitar llegar un caso a toda la congregación a
menos que las medidas previas no den buen resultado.
4. Si el cristiano insiste en pecar, aun cuando sea penoso hacerlo, se debe reunir al organismo máximo,
ya sea el pastor mismo, el cuerpo de diáconos, directorio o congregación. Porque una persona que no atiende a
los que guían la iglesia necesita una acción de toda la comunidad, amorosa pero firme. San Pablo recomienda
sobre todo apartarse de ellos. Cuando en la iglesia hay amor y unidad el solo hecho de que la congregación tome
una decisión, y se lo demuestren al que anda mal, puede ser más que suficiente.
5. En las iglesias latinoamericanas las "disciplinas” más comunes consisten en:
(1) Suspender la participación en la mesa del Señor.
(2) No tomar parte en ninguna función de la iglesia.
(3) En caso extremo, expulsión de membresía.
Sin embargo, diferentes experiencias muestran que a veces a alguien se le disciplina mediante un acuerdo,
pero esta decisión no está acompañada por una firme actuación de toda la iglesia hacia la persona. Los
hermanos la siguen visitando y relacionándose con ella como si nada hubiera pasado. Ante esta situación, dicho
hermano se siente apoyado y a veces se vuelve en contra del pastor y de algunos hermanos. Es cierto que es
muy desagradable el que una congregación aparentemente vuelva las espaldas hacia alguien. Pero esto es parte
del amor y de la ayuda a quien cae. Por esto el apóstol enseñó que en tales casos ni se debe juntar ni comer con
la persona (1Co. 5:11).
6. Hay congregaciones que fijan una suspensión por 3, 6, 9, 12 meses fijos como si se tratara de una pena
a cumplir. El caso que San Pablo cita es muy elocuente. Cuando el pecador se arrepintió y dio muestras de
cambio fue necesario integrarlo pronto a la vida de la iglesia a fin de que no fuera consumido de tristeza. Y
además, para que Satanás no ganara ventaja.
Si un hermano cae y se restaura, necesita el abrigo y la protección inmediata de la iglesia a fin de impedir
la acción satánica sobre él.
Lo anterior lleva un asunto de mucha importancia.
Hay casos de recién convertidos que requieren de atención especial. Por ejemplo quienes han sido
alcohólicos, drogadictos, prostitutas, homosexuales y presidarios. Aunque "el que está en Cristo nueva criatura
es", sin embargo, hay que reconocer que Dios hace su obra inicial de regeneración pero que en el proceso de
maduración especial espera la cooperación de la persona y de la comunidad cristiana (2 P. 1:10; Fil. 2:2).
No es extraño ver que una mujer que ejerció la prostitución y se convierte tenga algunas caídas. Para una
persona homosexual, hombre o mujer, a menos que a la hora de la conversión Dios hubiera hecho una liberación
total, es probable que esas personas caigan alguna vez, o al menos que se sientan fuertemente tentados. Y así
puede suceder con otros casos. La iglesia en estas situaciones especiales podría apelar a la disciplina y quizá

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equivocar el camino. Posiblemente a algunas personas esto les ayudaría. Pero posiblemente a muchas les daría
un golpe muy grande.
Hay ministerios que enseñan mucho al respecto. El Ejército de Salvación ha demostrado que muchos
alcohólicos necesitan más que crecer. Necesitan amor, ayuda, compañía, orientación y rehabilitación. El
organismo que preside David Wilkerson, autor del libro La cruz y el puñal, con su gran ministerio de predicación,
profecía y ministración del Espíritu, ha tenido que crear instituciones para reclutar drogadictos a fin de
rehabilitarlos. Usa fe y la ayuda médica y sicológica también. Respecto a los presidiarios varias organizaciones
que trabajan con ellos se dan cuanta que aun convertidos al Señor necesitan reorientación y ayuda por un
tiempo. Igualmente sucede con mujeres que ejercieron la prostitución.
Todo esto hace ver al pastor y a la iglesia ante las situaciones de pecado de algunas personas es
importantísimo conocer bien sus antecedentes. Los pastores debemos reconocer que no toda persona cambia
total y automáticamente solo por la predicación y la fe. Y las iglesias igualmente deben reconocer que no todos
los casos de pecado se arreglan con exhortación o disciplina. A menudo se requiere un amor más amplio, más
inteligente, más difícil y más comprometido. Puede que se haga necesario desarrollar en la iglesia un programa
de ayuda a los alcohólicos semejante al de los Alcohólicos Anónimos. O que sea necesario crear un programa
para la rehabilitación de ex prostitutas. O bien que la iglesia ponga en contacto a aquellas personas con
organismos especializados.
En casi todos los países operan oficiales y particulares que se dedican a tratar estos casos. Los pastores
para entender mejor su labor necesitan visitar estas instituciones, conocerlas, saber pos principios y métodos con
que operan. Quizá hasta tengan oportunidad de recibir cursos sobre la materia.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 21: Explica lo que Pablo enseña en: 1 Co. 5:6
Pregunta 22: ¿Cuál es la manera fundamental en la que se deben de ver los cristianos unos a otros?
Pregunta 23: ¿Cómo debe de ser dada la reprensión por un hermano?
Pregunta 24: Si en una congregación, el pecado en sus diferentes formas empieza a aparecer y no se toman medidas sino que se deja
que corra, ¿qué sucede?
Pregunta 25: ¿Qué cosas pueden ser la mejor prevención contra ciertas clases de pecados?
Pregunta 26: Si es un área en la cual el sexo crea muchos problemas, ¿qué es lo mejor?
Pregunta 27: ¿Qué puedes comentar acerca de “la amonestación a tiempo”?
Pregunta 28: ¿Qué se debe de hacer si el cristiano insiste en pecar?
Pregunta 29: ¿En qué consisten las disciplinas más comunes en algunas iglesias Latinoamericanas?
Pregunta 30: ¿Qué necesita un hermano que cae y se restaura?

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CAPITULO 3:
LA IGLESIA Y SUS FUNCIONES

LECCIÓN 08 FECHA EXPONE

La Evangelización 12 nov 2016 Hno. Hernán Zúñiga Mella

1. Introducción
2. El lugar de la evangelización en la iglesia.
3. Modelo bíblico.
4. Bases generales para una buena evangelización.
5. Objetivos de un programa de evangelización.

“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones,


bautizándolos... enseñándoles...” Mateo 28:19-20

1. Introducción
En la lección que trata de los objetivos del ministerio pastoral quedó establecido que uno de ellos es el de
vincular a las personas con Dios. Consiste, básicamente, en que la persona y Dios se den la mano, que se
reconcilien el uno con el otro (II Co. 5:21; Ro. 5:10; Col. 1:21), y, que sigan de la mano hasta la misma eternidad
(Col. 2:6).
Pero desde la perspectiva de una iglesia la evangelización es muchísimo más amplia. Requiere un
planteamiento global que parta de sus mismas raíces y enfoque algunos de los problemas capitales que sufre la
iglesia latinoamericana.

2. El lugar de la evangelización en la iglesia. No cabe duda que esta es su tarea suprema. Pues lo que
afanosamente busca Dios es la plena reconciliación de las personas con Él y al final la conciliación de todas las
cosas (2 Co. 5:20; Ef. 1:10; Ro. 8:19-23). Si así es la responsabilidad de la iglesia se debe entonces tomar en
forma muy seria. Y el esfuerzo pastoral y el esfuerzo de cada congregación deben orientarse específica,
responsable y permanentemente hacia la evangelización.
Esto tiene varias implicaciones.
2.1. La evangelización no es tarea única y particular de algunas personas que tienen este ministerio (Ef.
4:11; Hch. 8:5-8). Es responsabilidad de la misma iglesia.
El Espíritu Santo se derrama sobre todo su pueblo precisamente para dar autoridad y poder en esta tarea.
Además hay que tener presente que la Biblia muestra que la expansión de la iglesia en Judea y lugares más
lejanos no fue únicamente tarea de los apóstoles.
Los hermanos que huían de la persecución fueron el instrumento de dicha expansión (Hch, 8:4, 11:19-20).
Y también la Biblia enseña que, a la notable acción apostólica de abrir nuevas fronteras para el evangelio, los
nuevos conversos seguían llevando la Palabra a otras regiones (I Ts. 1:8).

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2.2. El problema actual de que muy pocas personas colaboran en la evangelización y que el “fruto” es
relativamente reducido, debe verse de una nueva manera. No es asunto únicamente de aplicar nuevas
metodologías. Necesitamos ponerle atención al modelo bíblico.
La obra de la evangelización debe de partir de la congregación local mediante una acción pastoral
adecuada. Mientras los pastores se excusen diciendo: “Yo no soy evangelista”, y mientras las iglesias se excusen
diciendo que pagan a un pastor para que él haga esa labor, o que pagan para traer de vez en cuando a un
evangelista, y mientras ambos, iglesia y pastor, no asuman la responsabilidad que Dios les ha dado, seguirán
dándose los mismos fenómenos conocidos : campañas con muchas profesiones de fe que no pueden ser
integradas al cuerpo de Cristo, personas “convertidas” o de manos levantadas pero que continúan con un barniz
de cristianismo y con actitudes que son básicamente las mismas que tenían antes de su conversión.
La tarea pastoral, entonces, necesita orientarse específicamente hacia lo que le es imperativo: a que cada
congregación sea un organismo permanentemente evangelizador.

3. Modelo bíblico. Se hace necesario volver al modelo bíblico por el que los apóstoles, los profetas, los
evangelistas, los pastores, los maestros adiestran, capacitan y maduran a los santos para que estos hagan la
obra que les corresponde (Ef. 4:12).
Entonces no importa si el pastor se considera o no un evangelista. Lo importante es que él, con la dirección
y poder del Espíritu Santo, motive y movilice a su congregación para una evangelización total, permanente y
profunda.
3.1. Implica, además, un nuevo tipo de programación en las congregaciones por la que se motive y adiestre a
los hermanos para servir en estos propósitos.
Para muchos esto hoy parece casi imposible. Sin embargo hay experiencias pastorales en diversas
denominaciones que demuestran que sí es posible agilizar a la iglesia en el cumplimiento de su gran tarea. Y que
sí es posible dar a la evangelización la amplitud y la profundidad que necesita.
3.2. Dentro de la programación total de una iglesia la evangelización debe ser planteada como la base misma.
En ella deben descansar todas las proyecciones y movimientos.
Esto es lo que San Pablo dijo a los corintios: “...Yo como perito arquitecto puse el fundamento...el cual es
Cristo” (I Co. 3:10-11). Y de allí se inicia la construcción. A los efesios también les hizo ver que toda edificación
posterior de una congregación tiene su base en una buena tarea evangelizadora (Ef. 2:20-22).
La evangelización se asemeja a la concepción y nacimiento de un ser humano. De padres enfermos no se
esperan niños sanos y robustos. La concepción y el nacimiento en buenas condiciones son determinantes para el
buen desarrollo posterior de la persona.
Así es en la iglesia. Cuando la evangelización es un asunto de aceptar una oferta fácil y barata, los hijos
que de ello nacen van a edificar su propio edificio con heno y hojarasca. Ellos serán los eternos niños que
abundan en las iglesias.
Si los pastores han de tener cristianos maduros deben empezar por poner correctamente el fundamento.
Hay que empezar por una buena evangelización. Esto se puede ejemplarizar también con lo siguiente: Una
iglesia que enfatiza desmedidamente a Jesucristo como sanador, como medio de atraer a las personas, forma en
los conversos la imagen o la idea de que ser salvo es gozar de buena salud física, y que ser cristiano es para que
Dios siempre tenga a la persona con salud.

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Cuando la fe falla, o cuando hay factores por los que Dios retrasa la sanidad, o que El cambia el medio, la
persona se desconcierta. Y entonces su fe se tambalea. Esta persona se ha formado una imagen equivocada de
Dios y de su relación con El.
Igualmente, cuando se predica y se llama a la gente a venir a Cristo “sin compromiso alguno”,
sencillamente se está poniendo una base muy débil. Porque aunque la mano se levante y aunque la persona se
bautice, ya sabe que la fe no lo exige compromiso y se dedica pasivamente a esperar que Jesús vuelva.
Es obvio que al evangelio no se le puede quitar su elemento de gracia y de fe. La salvación ni se hereda, ni
se compra, ni se gana. Es por fe en Jesús. Pero también Jesús dijo que el descanso suyo se recibe no solo por ir
a El sino por tomar su yugo (Mt. 11:28-29). Y también Él dijo que quien no tome su cruz no puede ser su discípulo
(Lc. 14:25-33).
La evangelización para que ponga las bases correctas en una nueva persona requiere el planteo tanto del
regalo del amor de Dios como la demanda a una vida nueva y comprometida con El. Una predicación así,
producirá desde luego, menos manos levantadas.
Pero sí ofrecerá mayores posibilidades para una edificación correcta del cuerpo de Cristo, y, a la larga esto
traerá un crecimiento constante en varias dimensiones.
3.3 Hay que tener siempre presente que nuestro continente es altamente religioso. Esto no quiere decir, desde
luego, que todos sean cristianos. La fe del latinoamericano es una mezcla de doctrinas bíblicas con elementos
muy variados y extraños de la cultura hispánica, indígena y africana.
Esta religiosidad ha creado una idea de Dios como el que sólo da y al que hay que tener contento para que
siempre escuche. Es una religiosidad en la que los espíritus de los muertos y del mal ejercen gran influencia y en
la que la persona, aunque doctrinalmente se declara monoteísta, en la práctica son muchos los personajes que
tienen atributos de Dios.
También ha producido adhesión a una iglesia de apariencias externas, y apego a ciertos ritos y formas.
Pero es una religiosidad que no presenta demandas serias de compromiso hacia Dios y hacia el prójimo.
Se es religioso durante ciertas horas de la semana y durante ciertos días del mes o del año. En esta
religiosidad Dios está “allá arriba”, cómodamente sentado, y no requiere la cooperación del ser humano en la
realización de sus propósitos aquí en la tierra.
La religiosidad popular latinoamericana encierra una imagen deformada de Dios. Estimula una relación
muy egoísta y utilitarista con El. Es una religiosidad en la que el prójimo no tiene mayor cosa que hacer.
Es más de tradición que de convicción, más de forma que de fondo, y más animista y politeísta que
centrada en un solo Dios.
Esta situación está latente prácticamente en toda persona a quien se le comunica el evangelio. Es por esto
que para “derribar esas fortalezas” y construir sobre fundamento sólido, se necesita que la evangelización lleve
un contenido claro, definido y comprometedor.
Que libere sí a la persona de sus pecados, de sus sentimientos de culpa, y de los demonios si los tiene,
pero que, igualmente, la libere de aquellos conceptos y actitudes falsas de modo que le permita tomar una
decisión consciente y responsable hacia Dios, hacia sí misma y hacia la humanidad.
Por esto la evangelización debe ser realizada ahora y siempre con gran seriedad y profundidad. De otro
modo, la iglesia evangélica estará también creando otra extraña variedad de cristianismo.

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4. Bases generales para una buena evangelización. Para movilizar una iglesia hay que tener en cuenta los
siguientes elementos básicos.
4.1 Hay que conocer el mensaje. Muchos hermanos no evangelizan porque no tienen un cuadro claro de lo
que deben compartir con los demás. Ellos tienen piezas o pedazos del evangelio. Pero no es algo debidamente
integrado y ordenado. Por esto cuando evangelizan lo que hacen es contar el testimonio de su conversión.
Esto es bueno y es correcto. Pero el testimonio de la propia conversión no es evangelio mismo. El
evangelio es mucho más que un testimonio personal.
Cuando hay un conocimiento claro del mensaje a dar, los hermanos sienten confianza al hablar. Y esta
confianza les permite buscar a las personas para hablarles. De aquí que una de las primeras tareas ha de ser
enseñar a los hermanos el contenido fundamental del evangelio.
Esto lleva a algo más. Y es que este mensaje sea bien comprendido. Para esto no es necesario que el
aprendizaje incluya el diálogo por el que surjan muchas de las posibles preguntas que la gente podría hacer. Y
también buscar posibles respuestas.
Así el cristiano no repetirá el mensaje “como un loro” sino que dadas las circunstancias y bajo la dilección
del Espíritu Santo podrá hablar y responder con confianza.
Es muy satisfactorio ver iglesias que emplean tres y cuatro meses estudiando el mensaje que van a
presentar. Los hermanos no sólo llegan a dominar bien lo que van a comunicar, sino que pueden tomar a la
persona en donde ella esté, escuchar sus planteamientos, contestar sus preguntas y guiarlas al punto deseado.
En la comunicación del evangelio el diálogo es muy importante, pues las personas tienen sus propias ideas
y actitudes, y no basta siempre “dispararles” cuatro verdades o leyes bíblicas si no se escucha y se conversa
sobre las razones que los demás tienen para no creer o para creer de otra manera.
A la iglesia sí se le puede capacitar para realizar su principal ministerio. Pero requiere un acercamiento
más adecuado en cuanto a la formación de los hermanos.
4.2 Hay que vivir a Jesús. Todo mensaje hablado debe ser respaldado por la vivencia del mismo. La gente
cree más por lo que ve en los cristianos que por lo que oye de ellos.
Esta vivencia de Jesús se da en varias direcciones:
(1) La persona debe ser regenerada por el Espíritu Santo y continuar un proceso de renovación
constante (Jn. 3:1-8; 2 Co. 5:17).
(2) La vida de la iglesia como un cuerpo, como comunidad de fieles, tiene que apoyar el testimonio que
se da con la boca. Si desde el púlpito el predicador proclama el amor de Dios pero la congregación vive en
pleitos, si sus relaciones no sólo son frías sino que revelan un gran desinterés de los unos por los otros, entonces
el testimonio hablado y el vivido entran en contradicción.
Por esto muchas personas no quieren saber del evangelio. Y también hay muchas personas que se
convierten al Señor pero no se llegan a integrar a la iglesia porque no encuentran en ella el ambiente que
suponen debiera existir.
Y algunos que sí se integran a la iglesia lo que hacen es contagiarse de los vicios o las malas costumbres
de algunos hermanos.
Lo anterior plantea como base necesaria para la evangelización la forma de vida de la comunidad cristiana.
Esto será lo más atractivo. Y esto será lo que más mantendrá a los nuevos creyentes en la vida del Señor y en la
congregación y lo que ayudará para que crezcan en la nueva vida.

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(3) De lo anterior también se desprende lo mucho que representa el testimonio en una ciudad, población
o caserío, cuando hay más de una iglesia cristiana. Si estas congregaciones no se tratan entre sí; si se miran, no
como hermanos, sino como enemigos; y si entran en abierta competencia a ojos de toda la gente, el testimonio
vivencial que están dando estas iglesias está echando por tierra todo lo que con sus bocas proclaman acerca del
amor de Dios al mundo.
La acción evangelizadora eficaz parte entonces de una forma de vida distinta de la que el mundo tiene.
Una vida realmente en el Espíritu de amor, de paz, de buena voluntad, de justicia, de servicio, de pureza, de
alegría y de unidad.
Y esta forma de vida tiene que expresarse a partir de cada persona que cree, en particular, de cada
congregación como un cuerpo, y del conjunto de congregaciones de un área.
4.3. Hay que trazar un plan. La idiosincrasia del latinoamericano es muy dada a improvisar y a hacer las cosas
a última hora. A esto le llamamos “hacer las cosas a la criolla”. Pero la madurez ministerial exige pensar mejor,
organizar mejor y obtener mejores frutos.
Por lo general las iglesias que están creciendo en todo y que tienen un ministerio amplio, tienen personas
que oran mucho, estudian mucho la Palabra de Dios, y que por la visión que tienen, han trazado estrategias y
programas concretos de trabajo. Con el andar del tiempo han ido evaluando dichos programas y los han ido
cambiando o ajustando a las nuevas situaciones.
Es bien conocido que cuando se habla de evangelización por lo general se piensa en una “campaña” con
un predicador, consejeros, ujieres, volantes y pancartas. Muchos pastores se sienten desalentados por los
resultados pero están tan amarrados a una forma de trabajo que piensan que no puede haber otra u otras vías.
Por otro lado hay que tener también presente que para trazar una estrategia o un plan evangelizador hay
que hacerlo de acuerdo a la situación propia de cada iglesia. Por ejemplo una iglesia en Lima, Perú, que trabaje
entre clase media debe trazar una estrategia propia que no será igual a otra iglesia en la misma ciudad pero que
busca a los miles de indígenas que han bajado de las sierras.
O por ejemplo las iglesias en las montañas de Colombia o de Guatemala requieren también su propia
manera de hacer las cosas. En cada región los pastores, bajo la dirección del Espíritu Santo, están llamados a
crear sus propios programas y medios de evangelización.
No importa que con el tiempo en cada país y aun en cada región las iglesias tengan formas distintas de
trabajar pero si así el Espíritu las guía para que la obra sea más profunda, más ágil y más rápida, es este el
camino que se debe seguir.
Esto mismo puede conducir a un mayor espíritu crítico y creativo de parte de los pastores y de las iglesias
acerca de las bases de los métodos de trabajo. Y debe conducir a una mayor amplitud de parte de las misiones
extranjeras y de las denominaciones a fin de no aplicar los mismos sistemas en todo lugar simplemente porque
“así se hace en nuestra denominación”.
El avance impetuoso del evangelio vendrá a América Latina en la medida en que líderes e iglesias se
dispongan a pensar libremente y a dar al Espíritu Santo el lugar correspondiente para que muestre nuevas vías
de trabajo que se adapten a cada región y a cada necesidad.

5. Objetivos de un programa de evangelización. La evangelización es mucho más que predicar mensajes


los domingos por la noche y mucho más que celebrar campañas de vez en cuando. Si esto es así, ¿cómo se
puede encauzar mejor el esfuerzo y los recursos para realizar una evangelización más profunda?
Sugerimos considerar los siguientes objetivos:
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5.1 La evangelización, a partir de una congregación local, debe reunir los cuatro elementos sugeridos.
En un principio, quizás solo puedan desarrollar los aspectos 1-2. Pero el proceso debe avanzar de modo que
alcance también los objetivos 3-4. Y cuando se llega al punto cuatro, las nuevas congregaciones pueden
reproducir un modelo de trabajo semejante.
Así el proceso no se detiene sino que se va perpetuando. Esta visión de llevar a la iglesia en objetivos
evangelizadores definidos es lo que permite mantener un proceso de crecimiento en múltiples direcciones.
5.2 La proclamación viene primero. Por medio de ella se hacen contactos con algunas personas que
hacen una profesión de fe. Pero esa decisión debe aclararse bien en la persona y debe encauzarse hacia un
proceso definido y concreto de maduración, de formación y de compromiso con el Señor y con su iglesia. Sin esta
etapa los convertidos se quedarán niños o avanzarán muy poco.
1. Enviar misioneros
2. Hacer discípulos
3. Proclamar el evangelio
4. Formar nuevas iglesias
La experiencia ha mostrado que los primeros días y semanas que siguen a la conversión de una persona
son muy importantes. Si se aprovecha bien este período se pondrán bases sólidas para su futuro inmediato y
lejano. Por esto la evangelización debe hacerse con un serio programa de formación inicial para todo recién
convertido.
Pero el trabajo allí no se detiene. La formación y la motivación que se dan es el aspecto 2 deben conducir
no solo a que los hermanos discipulados empiecen a hacer otros discípulos sino que bajo la dirección del Espíritu
la iglesia se lance a campos en los cuales no hay obra establecida.
Lo importante es que cuando esos misioneros salen a trabajar ya llevan una vivencia de Jesús más amplia
que el hecho mismo de su conversión. Por tanto ellos podrán ofrecer mucho más que un simple testimonio
personal.
También habrán conocido lo que es la relación con una iglesia. Y así estarán más capacitados para
organizar un nuevo grupo. Y también sabrán el valor de estar comprometidos con una congregación lo que
permitirá que no abandonen el trabajo al encontrar problemas, sino que lo puedan llevar adelante.
Y como resultado de esta obra misionera habrán de surgir nuevas congregaciones. Estas iglesias deberán
ser formadas bajo un plan de trabajo semejante para que la obra continúe y se amplíe permanentemente.
Si cada iglesia pudiera iniciar una sola congregación cada dos años esto implicaría que en unos pocos
años las naciones podrían verse con un testimonio presente hasta en los últimos rincones. Y es esto lo que el
Señor anhela: “Porque la tierra será llena de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” Habacuc 2:14
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿En qué consiste básicamente el objetivo de vincular a las personas con Dios?
Pregunta 2: ¿Hacia dónde debe de orientarse el esfuerzo pastoral y el esfuerzo de cada congregación?
Pregunta 3: ¿De dónde debe de partir la obra evangelizadora?
Pregunta 4: ¿Qué quiso decir el apóstol Pablo en I Co. 3:10-11?
Pregunta 5: ¿Cuál es la razón por la cual muchos hermanos no evangelizan?
Pregunta 6: ¿Qué aspecto es muy importante en la comunicación del evangelio?
Pregunta 7: ¿De qué manera debe de ser respaldado el mensaje hablado?
Pregunta 8: ¿De qué parte una acción evangelizadora eficaz?
Pregunta 9: ¿De qué manera vendrá el avance impetuoso del evangelio a América Latina?
Pregunta 10: ¿Por qué razón son muy importantes los primeros días y semanas que siguen a la conversión de una persona?

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Lección 09 Fecha Expone

La Evangelización Como Proclamación 12 nov 2016 Hno. Hernán Zúñiga Mella

1. Introducción
2. El mensaje.
3. Condiciones para la proclamación del evangelio.
4. Proclamación por medio de reuniones al aire libre.
5. Proclamación por medio de la radio.
6. Proclamación por las casas.
7. Proclamación por medio de campañas.
8. Proclamación por medio de células.
9. Proclamación en hogares.
10. Evangelización y Discipulado
11. Discípulos: Vida y Método.
12. Modelo de un discipulado en Cristo.
13. Como hacer discípulos.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” Marcos 16:15

1. Introducción
Dios desea dar a todos los hombres y a todas las mujeres en todo lugar una grande y buena noticia. El
anuncio de esta noticia, que es el evangelio mismo, se le ha encomendado a la iglesia.
Es tan importante esta misión que si la iglesia calla hasta las piedras podrían hablar (Lc. 19:40). Y es tan
importante que debe ser llevada hasta lo último de la tierra aun a costa de la misma vida de los fieles (Lc. 12:4;
Hch. 4:1-31, 8:1-4).
El anuncio debe ser lanzado a los cuatro vientos. Para esto también el Espíritu Santo descendió y se
quedó con el pueblo de Dios (Lc. 24:45-49; Hch. 1:6-8; 2:1-11; Mr. 16:20; He. 2:4). En palabras de Jesús:

“lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas” Mt. 10:27

2. El mensaje. La iglesia tiene un mensaje definido que dar al mundo, el cual, en sus aspectos más
importantes puede resumirse en lo siguiente:
El ser humano está separado de Dios y en rebeldía contra Él. Está entregado al poder del pecado de
Satanás. De esta situación han venido efectos muy variados. La persona ha perdido el control de sí misma. Ha
caído en toda suerte de pasiones y maldades y en muchos tipos de problemas como son la soledad, la
inseguridad, el fracaso y el empleo de sus capacidades para el mal.
También se han visto afectadas las relaciones entre unos y otros y ellas se dan en odio, explotación,
violencia y desconfianza, por lo cual las sociedades humanas se ven siempre carcomidas por toda clase de
males, a pesar de los buenos intentos de muchos.

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El estado de pecado también ha hecho al ser humano un enemigo de su medio ambiente, de la naturaleza.
Por esto la destruye, la contamina y la explota inmisericordemente. No parece darse cuenta que la naturaleza es
el ambiente total dado por Dios para la supervivencia humana. La persona, finalmente, aunque vive, está muerta
y expuesta a la condenación eterna. El poder del pecado no solo la ha corrompido sino que la ha matado (Ef. 2:1-
10; Jn. 5:24; Ro. 1:18-32, 3:23, 6:23).
En suma, el pecado ha traído gravísimas consecuencias a la persona, a la sociedad y a la naturaleza. Todo
el universo, y todos los seres creados experimentan de una u otra manera las funestas consecuencias de la
separación y enemistad del ser humano con Dios. Por esto es que “toda la creación gime a una, y a una está con
dolores de parto hasta ahora” (Ro. 8:22).
Sin embargo, Dios, jamás ha desamparado al mundo. Él lo ha amado intensamente y Él va a establecer su
Reino eterno, pues es Señor de todas las cosas. Y por eso su Hijo, el Verbo Eterno, se hizo carne, y murió en la
cruz para que por su sangre, su muerte y su resurrección otorgue el perdón, la vida nueva y la vida eterna a los
que en El ponen su fe (Jn. 3:16; He. 7:22-28, 9:22; I Ti. 1:12-16; I Jn. 5:13).
Esta vida que Dios da a los que creen incluye:
 El perdón u olvido de Dios de toda la vida pasada, a fin de que la persona termine con su pasado y
empiece vida nueva (Mt. 1:21; Hch. 2:38; Ef. 4:32; I Co. 6:9-11).
 Incluye también la oportunidad de pertenecer al pueblo de Dios, y formar parte viviente de él para
amar y ser amado; para servir y para ser servido, para enseñar y para ser enseñado (I Co. 12:13; Ro. 6:11-14; 2
Co. 5:14-15).
 Esta vida nueva implica rectificar actitudes hacia Dios, hacia sí mismo, hacia los demás, hacia la
naturaleza y hacia los poderes satánicos y humanos. Por esto es que el cristiano viene a constituirse en el mundo
en verdadera luz y verdadera sal si comprende y vive responsablemente el evangelio.
 Además la vida que recibe proporciona seguridad para la muerte y para lo que viene después. Sabe
que aunque “ausente del cuerpo” estará presente con el Señor (2 Co. 4:7-5:8), que participará en toda la obra
grandiosa del Señor al haber cielos nuevos y tierra nueva (2 Pe. 3:1-13; Ap. 21:1-5).
Y finalmente, ahora lo que Dios le pide al hombre es que deje su vida de separación con El, que deje su
vida en el pecado, que se arrepienta, acepte su perdón y la vida que Él le ofrece por la fe; reciba el Espíritu Santo
y así con Dios se dedique a vivir, a seguir y a servir al que ahora es su Salvador y vida, Jesús (Hch. 2:38; 2 Pe.
3:9).
En esta manera la evangelización no es tarea de sacar personas de una iglesia y meterlas en otra. Se
llama, por la proclamación del evangelio, a una genuina conversión que, en síntesis permite a la persona:
(1) Recibir el perdón de todos sus pecados.
(2) Recibir el Espíritu Santo.
(3) Recibir vida y seguridad eterna.
Pero también esta profesión de fe lleva a la persona a:
(1) Seguir y vivir a Jesús en todos los aspectos de su vida cada día.
(2) Aprender a conocer los planes de Dios.
(3) Participar plenamente en la realización de dichos planes.
(4) Amar y servir a su prójimo.
(5) Identificarse y actuar en relación con el cuerpo de Cristo.
(6) Ser un instrumento de Dios en su amor, justicia, paz, servicio y esperanza.

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Una visión clara de lo que significa la conversión a Dios ayudará al pastor y a la iglesia a orientar bien su
labor. Y ayudará a quien se convierta o se va a convertir a iniciar y continuar una vida de fe y de compromiso.

3. Condiciones para la proclamación del evangelio. La proclamación exige ir. El pulpito de una iglesia no es
el lugar más apropiado para esta proclamación, pues por lo general, quienes mayoritariamente asisten son los
que ya conocen el evangelio. Por eso Jesús ordenó ir. Esto exige movimiento del templo hacia fuera. Exige ir a
las calles, a las plazas, a los parques, a los mercados, a las prisiones, a los campos de recreo, y a muchos otros
lugares.
Y esta proclamación pública debe ser acompañada de los siguientes elementos para hacerla más efectiva.
(1) Una proclamación que parta siempre del amor de Dios para el ser humano.
(2) Una proclamación que plantee a los oyentes por igual lo que Dios en su amor ofrece al pecador y lo
que en su amor también El demanda. El ofrece perdón, liberación, restauración, vida nueva y vida eterna. Pero
demanda arrepentirse, creer, tomar su cruz, y dedicarse a una vida nueva bajo la dirección del Espíritu Santo y de
la Palabra de Dios.
En la experiencia de diversas congregaciones se ha notado que cuando se evangeliza tomando en cuenta
ambos elementos, y cuando las personas entienden bien lo que implica su decisión de fe, es cierto que no se dan
tantas “manos levantadas”, pero sí se dan conversiones más sólidas y las personas se disponen mejor para un
nuevo programa de vida. Entonces la labor pastoral misma se facilita pues cuenta ya con personas que van a
colaborar en el desarrollo pleno de sus vidas y en el desarrollo de la congregación. Por eso una evangelización
bien hecha es la base para la integración y movilización de las congregaciones.
De otro modo el pastor tendrá siempre a los conocidos cristianos que sólo viven para recibir favores de
Dios y para recibir visitas semanales del pastor.
(3) La proclamación también debe guiar a la persona a la fe y al encuentro con Jesús.
(4) La proclamación pública es mejor si va acompañada de las señales del amor y del poder de Dios.
Cuando hay endemoniados estos deben ser liberados en el nombre de Jesús. Cuando hay enfermos hay que dar
la oportunidad de que busquen salud, orando por ellos, imponiéndoles las manos o ungiéndoles con aceite. La
gente así ve que Dios no solo se interesa en sus almas sino en su ser entero.
(5) La proclamación pública necesita estar relacionada a alguna congregación en cuanto sea posible.
Así las personas que creen o se interesan pueden ser atendidas y vinculadas a una comunidad cristiana.
(6) La proclamación pública debe hacerse continuamente. Hay muchos casos en los que para abrir una
nueva obra se celebra una campaña en una carpa o en un terreno vacío. O bien se predica regularmente en una
calle, en un parque hasta que se forma la congregación y luego, se “encierran en el templo”. Se conforman con lo
que hicieron. Y se ha visto que estas obras pronto se estancan. Vale la pena combinar entonces la actividad
regular dentro del templo con reuniones de proclamaciones al aire libre en forma permanente.
(7) La evangelización toma muy en cuenta lo que es el fenómeno de la conversión. Por un lado,
ciertamente participan el Espíritu Santo y el predicador en compañía. Uno da la Palabra y el otro es quien mueve
el ser interno, la mente, los sentimientos y la voluntad para tomar una decisión.
Pero desde otro punto de vista hay que entender la gran variedad de motivaciones que impulsan a una
persona a alzar la mano o pasar al frente. En los cultos evangelísticos es muy fácil constatar que unos saben bien
que van a entregarse a Jesús.

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Pero otros lo que quieren es saber si se siente algo al pasar adelante. Otros lo hacen por complacer a un
amigo o familiar. Otros quieren saber qué es lo que les dice el consejero cuando pasan adelante. Otros tienen
algún problema íntimo y desean que Dios se lo resuelva y por eso pasan al frente. Otros tal vez lo que desean es
conocer de cerca al predicador.
La parábola del sembrador nos da los elementos de una genuina conversión:
OYE Marcos 4:20
ENTIENDE Mateo 13:23
RECIBE Marcos 4:20
RETIENE Lucas 8:15
LLEVA FRUTO Marcos 4:20
Es importantísimo, entonces, que la persona entienda el mensaje del evangelio. Esto no es asunto sólo del
corazón o de las emociones. Es también de la mente. Así una conversión viene a ser una respuesta de la
persona entera, o sea su mente, sus emociones y su voluntad, al llamado de Dios. Y esto es lo que hace posible
que el proceso continúe en la persona posteriormente tanto reteniendo la Palabra como llevando fruto.
Igualmente el trabajo de quien lleva la Palabra de Dios no debe ser la típica preocupación de ver muchas
“manos levantadas”, o ver pasar multitudes al altar, y poder rendir informes de las cantidades de profesiones de
fe. Esta superficialidad de la evangelización debe ser corregida por una perspectiva más seria de la real
efectividad de dicha tarea conforme lo explica la parábola del sembrador.
(8) Lo anterior lleva a otro aspecto. Y es que la comunicación del evangelio necesita ser hecha no solo
con mucha oración, sino con mucho corazón y con mucha inteligencia. Quien proclama o comunica el evangelio
debe conocer algo respecto a los obstáculos cuando se quiere comunicar un mensaje a otras personas. De otra
manera pueden cerrarse las puertas desde un inicio. Una de esas barreras es el lenguaje. Esto se agrava si se
trata de un país diferente o si se trata de diferentes grupos étnicos. Aun en un mismo país el significado de una
misma palabra cambia.

4. Proclamación por medio de reuniones al aire libre. Hay que tomar en cuenta que este tipo de reuniones
es muy distinto de las que se efectúan dentro de un templo. Al aire libre la gente pasa y se mueve. Si se interesan
en lo que se está haciendo o diciendo se quedan para oír. Si no les atrae, se van. Tampoco el que está dirigiendo
la reunión puede exigir reverencia y quietud a las personas. Los niños corren y juegan, los vendedores pasan y
ofrecen su mercancía. Otros se ríen. Y algunos a veces molestan y tiran objetos. Lo anterior plantea lo siguiente:
(1) La reunión al aire libre debe ser breve. Puede durar entre cinco y diez minutos.
(2) Necesita ser atractiva. La presencia de guitarras o instrumentos musicales que apelen a la
idiosincrasia ayudan mucho a ganar el interés de los transeúntes.
(3) La clase de música que se emplee debe ser alegre y de acuerdo al sentimiento popular.
(4) La predicación breve, de pocos minutos, debe ir al grano y ser muy dinámica. Al aire libre la
predicación es menos formal y más viviente. Se puede invitar a los asistentes para orar por sus necesidades o
para que entreguen sus vidas al Señor.
(5) Los hermanos que acompañan en la reunión necesitan ir debidamente preparados, no para que vayan
como espectadores, sino para trabajar. Unos pueden llevar tratados. Otros pueden atender a las personas que se
acercan y les dan testimonio. Otros pueden desprenderse del grupo e irse a las personas a casas cercanas a fin

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de darles un tratado, testificarles o bien orar por ellas. Para esto los creyentes habrán de ser enseñados
primeramente por su pastor para este tipo de trabajo.
(6) Algo de gran importancia es que tanto el pastor como los hermanos sepan que todo contacto que se
hace en una reunión de este tipo debe ser seguido por medio de visitas al hogar del interesado. De otra manera
la labor de siembra que se hace se pierde o bien no se aprovecha al máximo.
(7) Cuando la congregación ha tomado práctica en esta clase de labores no siempre es necesario que
haya predicación formal, pues muchas veces la gente se acerca y entonces los hermanos toman cada uno una o
dos personas y ellos mismos les dan la Palabra del Señor, oran por ellos, los aconsejan, etc.
(8) En este tipo de reuniones se pueden presentar también breves dramas de modo que ellos
comuniquen el evangelio en una forma distinta.
(9) Si apareciera alguna circunstancia adversa (pelea, borrachos insultando, la policía o un fanático
religioso) alguien debe estar preparado para conversar con ellos, y, en caso extremo, el líder del grupo disolver la
reunión con cautela y pedir que los hermanos se esparzan de inmediato y se encuentren en otro sitio señalado de
antemano.

5. Proclamación por medio de la radio. Para este ministerio hay que tomar en cuenta algunos factores como
los siguientes:
(1) Definir si el programa se dirige a los que creen o si es para los que no creen.
(2) Si se trata de proclamación del evangelio (para los que no creen) hay que pensar que el programa
atraiga el interés de las personas y que los mantenga.
(3) Para este fin el empleo de música muy religiosa no es lo más conveniente. Si van a emplearla, ojalá
que está concuerde con el tipo de música que atrae a la gente a quienes se dirige el programa. Aquí vale la pena
pensar en melodías religiosas de corte popular.
(4) El programa debe ser corto. De tres a cinco minutos puede ser más que suficiente. Más tiempo que
este, tiende a perder el interés y a que el radioyente cambie la frecuencia del radio. Un buen ejemplo de
programa evangelístico es el conocido programa “Un mensaje a la conciencia” del Hermano Pablo.
(5) Debe haber algún punto de contacto con el oyente. Solicitar que escriban y ofrecer algún libro, Nuevo
Testamento o tratado.
(6) A partir del contacto establecido, cuando se reciben cartas o llamadas, se debe proceder a visitar a la
persona. Si esto no se planea junto con el programa radial, gran parte de la labor se pierde.
(7) Debe también ser muy positivo, no atacar a otros grupos, sino proclamar la verdad del evangelio.
(8) En regiones donde se hablan dos idiomas, como es muy común en América Latina, por ejemplo el
castellano y lenguas indígenas, vale la pena siempre reconocer cuál de los idiomas comunica más a la gente.
Es muy frecuente que la gente hable el castellano en la calle, pero en la casa, entre familia y amigos, el
idioma que se usa más puede ser el nativo. Comunicar el evangelio en la lengua materna es de valor enorme.
Esto vincula de inmediato, llama la atención y pone a las personas en la capacidad de entenderse mejor.

6. Proclamación por las casas. Algunos de los factores para este ministerio de visitación a los hogares
de personas no cristianas son las siguientes:

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(1) Esta labor puede ser realizada en toda la comunidad adyacente a la iglesia cada dos o tres años. Hay
muchísimas personas que jamás llegarán a un templo a oír la Palabra de Dios y por esto es que la iglesia debe ir
a ellas.
(2) Debe hacerse un plano o dibujo de la región con sus casas, comercio, plazas, etc.
(3) Si existen varias iglesias en la región sería mucho mejor realizar el esfuerzo de visitación en forma
unida y simultánea. Así los pastores pueden distribuirse las áreas para cubrir toda la zona.
(4) Integrar las parejas de hermanos en las que uno de mayor experiencia es acompañado por uno con
menos experiencia. Si es posible, se debe incorporar a un niño con cada pareja a fin de que aprenda a dar
testimonio del evangelio.
(5) Es bueno llevar algún tratado o selección bíblica apropiada para obsequiar. Incluso llevar libros para
vender. Sin embargo hay que reconocer que el dar el tratado o vender el libro no constituye la proclamación
misma. Estos son apenas un motivo de contacto con la familia. De aquí debe seguir, en cuanto sea posible, una
comunicación más clara del mensaje mismo del evangelio.
(6) Una visita de testimonio a un hogar debe incluir la oración antes de abandonar la casa. Se puede
preguntar si hay enfermos o necesidades en la familia y orar por ellos. Muchas veces Dios confirma el testimonio
de los hermanos sanando y haciendo otras obras en la casa (Mr. 10:6-20 y He. 2:4). Y esta operación de Dios
abre muchas puertas y corazones.
(7) La visitación es apenas un medio de contacto. Por tanto, si la persona o familia se interesa en el
evangelio, inmediatamente hay que establecer una fecha para una visita posterior. Esta visita permitiría compartir
el evangelio con más detenimiento y mayor claridad. Si no se da esta continuidad, el trabajo de visitación pierde
su valor.
(8) Lo anterior establece un principio. Se debe abarcar lo que se podrá atender bien. Si por ejemplo a una
pareja se le encarga una sección que abarca 50 casas y al visitar las primeras 25 obtiene una respuesta positiva
de 9 hogares, quizá vale la pena detener momentáneamente la visitación al resto de las casas y dedicarse a las
casas ya interesadas.
Quizá podría formar con ellas uno o dos grupos de estudio por semana. Así no se pierde el interés
sembrado en aquellas personas, pues si se sigue visitando más implicará que pasarán días y semanas, y quizá
meses, antes de venir a visitar de nuevo a aquellos interesados.
(9) Cuando se interesan una o varias familias, y se inician estudios en sus casas, se debe tener también
un plan definido de lo que se va a hacer. Por ejemplo, tener un período entre 4 y 8 semanas para explicarles el
evangelio y al final invitarles a aceptar y rendirse al Señor. No “arrancarles” una decisión de primera entrada
como es costumbre de muchos, a menos que algunos de ellos ya conocieran la Palabra y el Espíritu Santo los
tenga preparados. De lo contrario, se debe dar tiempo para explicarles con amplitud tanto lo que Dios les ofrece
como lo que les demanda, a fin de que su decisión de fe sea inteligente y responsable.
(10) Aquellas personas que se convierten hay que procurar no solamente incorporarlas a la congregación,
sino que se les debe seguir formando como nuevas personas en Cristo por la misma persona o pareja que los
guió al Señor.
A las personas que originalmente se interesaron pero que no se convirtieron es preferible dejar de visitarlas
y de emplear más tiempo. Pero sí se debe mantener algún vínculo posterior como una que otra visita ocasional. Y
también orar por ellos. Algunas de aquellas personas aunque no se conviertan de pronto, por el hecho de

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habérseles sembrado bien la Palabra es muy posible que después de unos meses o años, vengan al
conocimiento del Señor. La Palabra de Dios no vuelve vacía.

7. Proclamación por medio de campañas. Debido a que esta es la forma más conocida por los pastores e
iglesias, limitaremos las recomendaciones a lo siguiente:
(1) La campaña es solamente una de las formas de proclamación del evangelio. Es necesario emplear
otras.
(2) Hasta donde sea posible, las campañas deben ser realizadas fuera de los templos para un mayor
alcance.
(3) Por tratarse de una proclama pública del amor y del poder de Dios, las campañas deben reunir no sólo
la predicación misma de la Palabra de Dios para llamar al arrepentimiento y fe, sino también la oportunidad para
que Dios sane enfermos, libere endemoniados y haga otras cosas.
(4) Una campaña debiera ser precedida siempre por un programa de visitación casa por casa. Cuando se
celebra en un lugar público es muy importante también realizar una visitación casa por casa después de la
misma. Esto es así pues quedan unas personas interesadas, otras que hicieron profesión de fe pero que quizá no
entendieron bien lo que ello significaba y con una ayuda u orientación podrían dar el paso de la conversión en
forma definitiva.
Otras personas quedan motivadas y con deseos de entregarse al Señor, pero tal vez tienen ciertos
problemas en su vida por lo que prefieren no hacer su decisión. Son los casos de personas divorciadas, los que
viven en un estado de amancebamiento o “juntadas”, y otros. Una explicación y ayuda de parte de la iglesia en
estos casos podrá hacer que más personas se decidan por Jesús posteriormente.
(5) Simultáneamente con la predicación del evangelio en una campaña, en la medida que van
convirtiéndose las personas, se pueden ir formando grupos para guiarles en su nueva vida. Hay casos en los que
si el culto evangelístico se celebra por ejemplo a las 7:30 p.m. entonces se puede citar una hora u hora y media
antes a los recién convertidos para comenzar a instruirles en su nueva vida. En esta manera al final de la
campaña misma pueden celebrarse los bautismos de ellas.
(6) La campaña debe ser sencilla, sin gastos mayores y con una organización para aquello que apenas
es necesario. Hay congregaciones que gastan su energía preparando grandes y costosos escenarios para
brindarle a la gente mucha comodidad. También preparan grandes coros. Hay que recordar que lo importante en
esta tarea es la acción de Dios mediante la oración de su pueblo y la ministración de la Palabra de Dios bajo la
dirección del Espíritu de Dios. Actualmente hay evangelistas que ni siquiera en sus reuniones públicas tienen
cantos congregacionales ni coros ni “especiales”. A lo más quizá un cantante entona una o dos alabanzas y de
inmediato entra el predicador.
Por todos lados se observa hoy que en cualquier terreno vacío, con unas pocas luces, cuando Dios obra, la
gente puede venir a estar de pie aún por varias horas.
(7) La labor que sigue a la campaña es uno de los factores de mayor atención. Esta labor no puede
improvisarse. Debe preverse con meses de anticipación y planearse bien. Y es aquí donde radica la gran
debilidad de las iglesias pues no saben qué hacer con los “resultados”.
Por ahora es necesario establecer que mientras los pastores no se aboquen con decisión y firmeza a un
programa serio de formación cristiana cualquier tipo de proclamación que se haga flaqueará al llegar a este
punto. Podrá haber grandes campañas pero los resultados se verán siempre afectados por la inoperancia, la falta

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de visión y compromiso, y la falta de preparación del pastor y de la iglesia. Este asunto será ampliamente
estudiado en el punto correspondiente a hacer discípulos.
Sugerimos un plan sencillo para atender a los convertidos. El pastor llama o selecciona de entre los
hermanos a un grupo según sea la situación y la visión que tienen. Pueden ser 4, 8,12 ò 20 hermanos. A este
grupo lo empieza a formar específicamente para atender a los recién convertidos.
Esta tarea debe iniciarla 6-12 meses antes de la campaña. Así se les motiva para la tarea. Se ora y se les
ministra la Palabra y el Espíritu. Y se les orienta sobre lo que van a hacer y lo que van a enseñar.
Cuando llega la campaña ya hay un equipo bien preparado. Si hubiera 40 profesiones de fe, se reparten
entre los hermanos capacitados. Estos los visitarán al principio. Formarán con ellos pequeños grupos y les
enseñarán en los rudimentos de la fe. Pueden emplear 3-4 semanas en un repaso del evangelio para que tengan
oportunidad de conocer más a fondo aquello en lo que han creído. Y luego, continuar con un programa de
discipulado o formación cristiana inicial.
En esta manera, si cada hermano capacitado se responsabiliza, nada más que por tres personas recién
convertida, es fácil atenderlas. Si fueren 12 hermanos capacitados, y cada uno atiende a 3 ò 5 personas, podrían
atender de 36 a 60 nuevos hermanos.
Si con el tiempo se aumenta el número de hermanos, y se les capacita mejor para esta labor, en un lapso
de 3 a 5 años la iglesia puede tener un ministerio permanente para hacerle frente a una cosecha grande.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 11: ¿A quién se le ha encomendado el anuncio del evangelio?
Pregunta 12: Da un pequeño resumen del evangelio.
Pregunta 13: ¿De qué manera ayudará al pastor el tener una visión clara de la conversión?
Pregunta 14: ¿Qué elementos deben acompañare a la proclamación del evangelio para hacerla más efectiva?
Pregunta 15: ¿Cuáles son los elementos de una genuina conversión?
Pregunta 16: ¿Cómo debe de ser una reunión al aire libre? (menciona dos o tres puntos)
Pregunta 17: ¿Qué factores se deben de tomar en cuenta para un ministerio por radio? (menciona tres)
Pregunta 18: Menciona cuatro factores de un ministerio por las casas.
Pregunta 19: Menciona tres recomendaciones para una proclamación de campañas.
Pregunta 20: ¿Cómo debe de ser la labor que sigue a la campaña?

8. Proclamación por medio de células. Un medio muy efectivo de evangelización es el desarrollo celular en
oficinas, centros de trabajo, centros de estudio, de deporte, etc. Sin embargo para esto se debe tener algún tipo
de estrategia general.
(1) Cuando hay uno o más creyentes en una oficina, edificio o empresa, no importa si están afiliados a
diversas iglesias, ellos pueden empezar unidos un núcleo de testimonio cristiano.
(2) Para esto necesitan reconocer que Dios les tiene allí para algo más que ganar su propio sueldo: que
están para dar testimonio de su amor y de su poder.
(3) Deben hacer caso omiso de sus diferencias denominacionales y disponerse a servir a Jesús y que a Él
van a proclamar.
(4) Deben establecer de antemano que de haber conversiones se les recomendará ubicarse en la iglesia
que les quede más cerca, o la que ellos escojan. Esto significa que los hermanos no van a disputarse las
personas.
(5) Los hermanos pueden tener una o dos reuniones semanales para orar juntos, comer juntos, planear los
trabajos juntos, evaluar juntos lo realizado, e ir haciendo cambios o ajustes necesarios.
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En lugares o en oficinas donde se tiene lo que se llama la “jornada continua” bien puede aprovecharse la
hora del almuerzo u otra hora que a todos les convenga, a fin de reunirse. Esta sesión del núcleo del creyente es
muy importante.
(6) En algunos casos conviene que el grupo se dé a conocer a la dirección de la empresa y que den a
conocer sus objetivos. Esto podrá darles más confianza y libertad en el trabajo. Pero de no conseguirlo tendrán
que planear una estrategia para obrar en forma “subterránea”.
(7) La manera de empezar es proclamando con la vida misma. No importa si por varias semanas o meses
no hablan del evangelio con sus bocas. Pero que primero hablen sus vidas limpias, su dedicación y honradez en
el trabajo o estudio, su actitud de amor hacia todos los colegas, su apertura a todas las personas, y su sincero
deseo de relacionarse y de servir a todos.
Esto supone que si bien el grupo de creyentes deben reunirse 1 ò 2 veces semanalmente ellos solos, y
aparte, como ya fue explicado, el resto de los días los creyentes deben estar mezclados con toda la demás gente
a la hora del almuerzo o del descanso.
No importa que los demás sean mal hablados o que conversen cosas de poco valor. El cristiano no debe
apartarse de ellos por estas razones, sino aprender a soportar dichas situaciones, y como luz y sal que es debe
estar presente, contribuir a la conversación y a la relación del grupo en otra manera.
Además deben servir en lo que se pueda a cada uno. Cuando alguien tiene necesidad de consejo, el
creyente no debe dejar pasar esa oportunidad. Si alguno se enferma, o tiene algún familiar enfermo, es la
oportunidad para que el creyente o los creyentes se les ofrezcan para ir y orar por esta situación. Esto permite
con el tiempo que los demás vean en el cristiano algo distinto y pregunten por qué son así. Y es allí el momento
cuando se abre la oportunidad para un trabajo más amplio.
(8) También en esta labor puede prepararse, para un contacto inicial, la distribución de alguna clase de
literatura adecuada, como un buen tratado o alguna revista de orientación cristiana. También se pueden vender
nuevos testamentos o algún otro libro.
Siempre hay que recordar que esto no es más que un intento de contacto inicial para motivar el interés de
las personas hacia el evangelio.
(9) Sobre cada tratado o libro o revista entregada personalmente debe venir otra acción posterior. Hay que
conversar con las personas para preguntarles si leyeron aquello. Y qué les pareció la lectura. Y de allí tratar de
desarrollar un diálogo al respecto.
Algunos o muchos dirán que no les ha interesado. No hay necesidad de molestarles si se ve que aquello
no les agradó. A los que manifiestan interés se les puede convocar a alguna reunión a la hora del almuerzo o en
otra hora después de terminado el trabajo.
Esto puede hacerse dentro del edificio, si obtienen permiso, o en un lugar o casa cercana. De aquí se
procedería a celebrar un período de unas 4 a 8 semanas para dialogar con amplitud sobre el plan de Dios a fin de
que tengan oportunidad no solo de conocer el evangelio sino de tomar una decisión.
(10) Al final algunos se retirarán. Otros quizás se conviertan al Señor. A estos se les debe recomendar
asistir a alguna congregación. Y en el caso de no hacerlo se debiera de desarrollar con ellos un programa de
formación cristiana.
(11) Si la oficina, negocio o centro de estudio es muy grande puede planearse el trabajo por departamentos
hasta que se haya dado testimonio a todos y ganado a algunos.

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Hay casos en los que al interesar a algunos, planean una sesión semanal e invitan a un pastor para que les
hable. Esto desde luego es bueno. Pero no siempre es lo mejor llevar un elemento extraño a estos lugares,
puesto que se desconoce la situación. Como un principio general, lo mejor para este tipo de labor es que sea
llevado a cabo por los hermanos que trabajan o estudian en el mismo lugar.
Lo que sí es mejor hacer es que estos hermanos soliciten orientación, capacitación y consejo de algún
pastor o líder con experiencia. Pero la tarea de evangelización ha de ser tarea de ellos mismos.

9. Proclamación en hogares. Como en el caso anterior, la mejor entrada para el evangelio es la buena
relación que el cristiano tiene con sus vecinos. Y también su espíritu de amor y servicio a los demás.
Un cristiano aislado e indiferente a sus vecinos y a las necesidades de la comunidad, aunque no fume, ni
tome licor, ni haga otras cosas semejantes, será visto en la comunidad como alguien extraño. Por esto San Pablo
recomienda: “Vuestra gentileza sea conocida por todos los hombres”... (Fil. 4:5).
(1) El vecindario se presta para muchas formas de servicio y de relación. Hay que buscarlas, explorarlas o
crearlas.
(2) Se puede motivar el interés en el evangelio por otros medios como son la distribución de literatura, la
presentación de películas en una calle, en una casa o en un terreno vacío.
(3) Con las personas que muestren interés en el evangelio hay que desarrollar alguna clase de estudio
bíblico por varias semanas en alguna casa del vecindario a fin de dar a conocer el evangelio con más amplitud.
(4) Habrá oportunidades en que el grupo crezca, que las personas se conviertan y hasta se puede iniciar
una congregación allí mismo.
(5) Para esto es igualmente necesario capacitar hermanos a fin de que guíen estos grupos. En las
ciudades esta es una vía muy efectiva de penetración. Hay congregaciones que emplean para este efecto un plan
por el que se va adiestrando a los hermanos. Luego cada uno empieza una célula en su propia casa o en otra.
El pastor se reúne cada semana o cada dos semanas con estos líderes para evaluar y planear el trabajo y
“alimentar” a estos encargados.
Con esto se ha conseguido movilizar a los hermanos en los propios lugares donde viven y desarrollar una
labor de testimonio y servicio constante.
Todo el trabajo descrito, y muchas otras maneras que se dan, muestran ciertos elementos comunes y
generales:
(1) Hacer contacto con los que no conocen al Señor.
(2) Comunicarles el evangelio.
(3) Darles oportunidad de hacer una decisión de fe y rendición.
(4) Guiarlos en la entrega misma al Señor.
(5) Iniciarles en un proceso de formación básica como cristianos.

10. Evangelización y discipulado

“id, y haced discípulos”... Mateo 28:19


”Y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquia”. Hechos 11:26

La gran comisión es mucho más amplia que proclamar el evangelio desde las azoteas. Y mucho más que
guiar a una persona el arrepentimiento y fe. La orden del Señor fue también ir y hacer discípulos.

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Esta labor es la que puede introducir una variable importantísima en la vida de la congregación. Ella es la
que puede dar una dimensión evangelizadora amplia y permanente. Las iglesias y pastores de diferentes
denominaciones que han tenido oportunidad de recorrer este camino saben por qué Jesús hizo discípulos y por
qué mandó a hacer discípulos.
Jesús dedicó tiempo a las multitudes. Pero también dedicó mucho tiempo a formar discípulos. Por espacio
de unos tres años se rodeó de doce hombres muy cercanos a Él a quienes les enseño quién era Dios y cuál su
plan para el mundo. Les enseñó quién era El mismo. Les enseñó también quién era el Espíritu Santo que habría
de venir. Les enseñó cómo debían vivir a Dios en sus propias vidas.
Les enseñó a amarse entre ellos y amar a los demás. Les enseñó a hacer la obra de Dios y los dotó de
autoridad y poder espiritual. Finalmente, les encargó continuar su obra.
Jesús sabía que para el avance de la iglesia no basta proclamar el evangelio del reino y hacer señales. Se
imponía la necesidad de hacer discípulos.
San Pablo, aunque no anduvo con los doce al principio, sin embargo recibió y llevó a cabo visión
semejante. El no solo predicó, sanó y liberó endemoniados. El no solo fundó iglesias. El también hizo discípulos.
Esto es lo que él cristalizó en un pasaje a Timoteo:

“Lo que has oído de mí... esto encarga a hombres fieles


que sean idóneos para enseñar también a otros”.2ª Ti. 2:2

Notamos el procedimiento:
Pablo Timoteo Hombres fieles Otros hombres fieles
Beneficios y condiciones. Las iglesias que han practicado un programa de discipulado han encontrado
muchas ventajas.
Las conversiones son más estables.
Los creyentes maduran más pronto.
Viven más plenamente la unidad y el amor en el cuerpo de Cristo.
La participación en los diferentes aspectos de la iglesia es más comprometida e inteligente.
La vivencia de la fe en todos los aspectos de la vida es más seria y real.
Se descubren, se orientan y se canalizan con mayor facilidad las capacidades naturales y los dones del
Espíritu. Por lo cual hay un marco de servicio mucho más amplio, más variado, más comprometido y más
constante.
Sin embargo hay que establecer dos condiciones.
Un programa de discipulado sólo puede ser desarrollado por un pastor que desee tener buen liderazgo. Y
además que no tema el surgimiento de dicho liderazgo.
Es que el discipulado es un maravilloso semillero de dirigentes. Si el pastor prefiere ser él mismo el centro
de todo, hacerlo todo, un programa de esta naturaleza no le irá bien.
Lo mismo si vive en resguardo de su posición. Pero si su visión es tener personas que conozcan, sigan y
sirvan al Señor de todo corazón, y si desea una iglesia con un ministerio amplio y estable, entonces un programa
de discipulado puede ser la mejor respuesta.
La otra condición es que para hacer discípulos es necesario hacer cambios en la programación de la
iglesia y en el plan del trabajo del pastor.

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Dentro del trabajo pastoral tradicional el pastor sabe muy bien que su programa mayormente está basado
en predicar y visitar. Pero un programa de hacer discípulos por la misma dinámica que crea obliga a organizar
más a planear más, a estudiar más a orar más y a hacer muchas cosas de otra manera.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 21: Menciona tres tipos de estrategia sugeridos para el desarrollo celular en oficinas, centros de trabajo, centros de estudio, de
deporte.
Pregunta 22: ¿Cuál sería la acción posterior a la entrega de algún tratado o libro o revista entregada personalmente?
Pregunta 23: ¿Por qué razón San Pablo recomienda Filipenses 4.5?
Pregunta 24: Menciona tres recomendaciones en el caso de “proclamación en Hogares”.
Pregunta 25: ¿Cuál es la labor que puede introducir una variable importantísima en la vida de la congregación?
Pregunta 26: ¿Qué necesidad importante sabía Jesús para el avance de la Iglesia?
Pregunta 27: ¿De qué nos habla Pablo en 2 Timoteo 2.2?
Pregunta 28: Describe este procedimiento
Pregunta 29: ¿Cuáles son algunas ventajas para la Iglesia en un plan de discipulado?
Pregunta 30: ¿Cuáles son las dos condiciones mencionadas para un programa de discipulado?

11. Discípulos: vida y método. Hay que saber distinguir entre ser discípulo de Cristo Jesús, y hacer
discípulos. En la Biblia se nos pide ambas cosas. Para hacer discípulos hay que ser discípulos primeramente.
El ser discípulo se da en una relación directa con el Maestro mismo, con su vida y sus enseñanzas. El
discípulo no sólo es salvo por la fe, sino que toma a Cristo como su modelo y meta.
Y mediante la revelación que proviene de la Palabra de Dios y la acción constante del Espíritu Santo en la
vida se va caminando en aquella dirección. Así el discipulado es una vocación de toda la vida. Y es una
oportunidad para todo el que ha creído, no importa en qué trabaje, qué estudie o adónde viva.
Para hacer discípulos puede haber diferentes maneras Aquí entra en juego lo metodológico. En esta
lección ofreceremos un modo planteado desde la perspectiva de la iglesia misma.
Lo más importante, evidentemente, está en lo primero: el discipulado como un modo de vivir la fe. El
método para hacer a otros discípulos puede variar, pero no sus postulados e implicaciones fundamentales.

12. Modelo de un discipulado en Cristo. Sugerimos a continuación un modelo o ejemplo de lo que debe ser
un discípulo de Jesús.
Aprende y trasmite la fe y la doctrina. 2 Timoteo 6:20; 2 Timoteo 1:13-14; 2:2 Juan 8:31
Aprende a amar y a servir a dios. Juan 12:25-26; 14:2-3; 2 Corintios 5:14
Aprende a amar y a servir en el cuerpo de cristo. Juan 13:34; 1 Pedro 1:22; 1 Juan 8:20-21; 1 Corintios
12:27-31; 1 Pedro 14:10
Aprende a amar y a servir a todas las personas, Romanos 13:17-21; Gálatas 6:10; Filipenses 4-5;
Tito.3:8.
Aprende a valorar su propia vida. Lucas 14:26-27; Romanos 12:3-6; Juan 10:10; 1 Pedro 4:2.
Aprende a vivir dentro de las estructuras del mundo. Juan 17:15: Mateo 5:13-16; Lucas 16:8; Efesios
5:15.
Como puede notarse hay seis áreas básicas en las cuales es necesario formar a un discípulo.
En la iglesia se puede iniciar este proceso formativo durante el primer año de la conversión. A la persona
tan pronto se convierte se le da una visión de su nueva vida y de la carrera que ha empezado. La conversión no
es su punto de llegada sino que es el punto de su salida. Con ella apenas lo que ha hecho la persona es pasar al

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otro lado de la puerta. Pero a partir de ese momento se inicia un proceso de crecimiento en todas las cosas como
son el amor, el servicio, la justicia la verdad, el control de sí mismo la paz, etc.
No solamente necesita crecer en ellas sino que debe crecer con mira de llegar a la estatura de Jesucristo,
quien es nuestro modelo y meta. En este proceso deben comprometerse el pastor y el nuevo creyente.
Por esto es tan importante la comunicación clara y franca del evangelio a la persona al principio a fin de
que no solo vea lo que va a recibir al aceptar a Cristo, sino que vea la vida que se abre para él y la cooperación
que debe prestar.

13. Como hacer discípulos. Para un pastor que ha hecho una congregación a base de cierto programa
tradicional le es más difícil desarrollar un programa de este tipo, pues la costumbre se arraiga mucho en las
iglesias. Sin embargo no es imposible. Con sabiduría, con paciencia, con tenacidad y con tiempo suficiente,
puede lograrlo. Sugerimos a continuación un posible plan de desarrollo de discipulado.
1. El trabajo empieza por el pastor mismo. Su disposición, actitudes y vida han de ser las de un discípulo
de Jesús. El mismo debe ser la primera persona en la congregación en estar convencido de lo que se ha
propuesto vivir y lo que va hacer. Necesita vida e ideas bien claras y contar con la ayuda del Señor.
2. Su meta final debe ser discipular, si es posible, a la totalidad de la congregación. Para esto necesita, no
semanas ni meses, sino quizá varios años.
3. Un programa de discipulado no es como dar un curso de evangelización de cuatro o cinco noches, lo
cual apenas sirve para dos o tres semanas. Si quiere dar a la iglesia una base sólida y permanente debe pensar
en un proceso inicial formación que dure por lo menos de nueve a doce meses. Recordemos que Jesús empleó
tres años con los suyos.
4. La iglesia debe ser informada y motivada previamente con estudios sobre la misión que Dios le ha
dado. En algunas iglesias los pastores han empleado unos dos meses seguidos dando estudios al respecto,
orando y ayunando. Y así han ido llamando a los hermanos que desean comprometerse en un programa de
estos.
Esta forma de reclutar personal ayuda mucho porque todos se dan cuenta de lo que se va a hacer y todos
tienen oportunidad de comprometerse. En algunos casos, dada la estructura de la iglesia, el pastor mismo
selecciona a las personas con que va a empezar.
5. Los grupos de discipulado no tienen tamaño fijo. Solo que los grupos grandes son totalmente
inapropiados. Hay que pensar en grupos con un máximo de 12 personas. Si el pastor tuviera por ejemplo 20 ó 30
personas mejor es subdividirlas en tres grupos.
6. Hasta donde sea posible estos grupos deben formarse con hombres y mujeres, jóvenes maduros y
adultos. Esto permitirá integrar los varios sectores humanos de la congregación.
Cuando se trata de jóvenes adolescentes (13 a 18 años) es preferible formar con ellos grupos aparte dada
la inestabilidad emocional que es propia de esta edad. Por esto es que la madurez de las personas es muy
importante para la integración de estos grupos iniciales.
7. Estos grupos se reúnen regularmente una vez a la semana. Algunos lo hacen dos veces. Se necesita
compromiso en la asistencia, pues si un día asisten y otro no, el trabajo se dificultará. También una vez iniciado el
programa formativo no deben integrarse a los grupos personas nuevas.
Con el grupo que se inicia hay que continuar. Por esto es que antes de empezar este programa estos
detalles deben estar suficientemente entendidos por la congregación y por el pastor también.

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8. La reunión semanal puede reunir los siguientes elementos:


a. Comunicación mutua de lo que han vivido.
b. Estudio bíblico en forma de diálogo.
c. Ministración mutua por el consejo y la oración.
d. Estudio de cómo hacer la obra de Dios.
Esta sesión persigue iniciar el proceso de formación. No se trata de una reunión informativa en la que uno
habla y los demás escuchan. Se persigue que los del grupo se conozcan a fondo. Que aprendan amarse, y
cuando es necesario, a ayudarse.
9. Es muy importante que antes de iniciarse el diálogo sobre la Palabra de Dios, o sobre algún tema, se
emplee un período que se puede llamar repaso vivencial o sea un período por el cual todos comparten en qué
manera han ido afectando en su propia vida las reuniones y los estudios que se han efectuado.
Esto permite que cada uno reflexione sobre su propia experiencia vivida en los días anteriores y los
compare con lo que la Palabra de Dios le va diciendo. Y al mismo tiempo permite que los del grupo, al escuchar
las vivencias de los demás, se vayan edificando mutuamente, allí se dan cuenta de las distintas situaciones,
oportunidades, tentaciones, caídas o victorias que han tenido y se conocen las formas tan diversas como las han
enfrentado.
En este tiempo surgen preguntas y dudas, y tanto el pastor que guía la sesión como los demás, pueden
aportar su palabra de consejo. Cuando algún miembro viene decaído, tentado, o con ganas de abandonar el
grupo es el momento de ayudarlo, ministrándole en el Espíritu, por medio del consuelo, de la exhortación, de la
imposición de manos y la oración.
Es esto precisamente lo que va formando a los hermanos. En estos grupos no se trata únicamente de
enseñar y aprender mentalmente la Biblia o la doctrina sino de ir reflexionando sobre la Palabra de Dios, pero
también reflexionando sobre la manera cómo ella va produciendo cambios y maduración en los distintos aspectos
de la nueva vida en Jesucristo.
Por esto si la reunión se vuelve un simple estudio bíblico el valor se pierde. Hay que tener siempre
presente que no se busca informar sino formar vidas.
10. El estudio de la Biblia o de un tema se hace en diálogo, con la participación de todos. El pastor que
está tan acostumbrado al sermón, o sea al monólogo, debe aprender a guiar el grupo hacia una participación
total. Debe instruirse, inclusive, en lo que hoy se llama “dinámica de grupos”.
Este proceso de diálogo ciertamente cuesta al principio con ciertos sectores de personas. Algunos tienen la
idea de que al pastor es al que le toca hablar y a la congregación escuchar. Sin embargo esto se puede vencer.
El diálogo es muy ventajoso pues enseña a escuchar y a hablar; enseña a dar y a recibir; enseña a ayudar
y recibir ayuda; y enseña a amar y a recibir amor. Y cuando los hermanos aprenden esto sus actitudes hacia las
personas cambian radicalmente. Y también aprenden a comunicar el evangelio sin temor de que les contradigan
o que les hagan preguntas. En el mismo grupo aprenden a hablar, a conversar y responder.
Por esto dichos grupos son el recurso más precioso para hacer evangelistas y formadores de personas. Y
estas personas se capacitan, no para un esfuerzo de una o de dos semanas, sino para toda una vida.
11. Es lógico que a estos hermanos el pastor necesita ponerles más atención. Requiere estar más cerca
de ellos, y ministrarles más. Y tiene que recordar que el propio ejemplo de su misma vida es lo que más afectará
la vida de los hermanos. Por esto él va dando y recibiendo a la par de los otros. El pastor mismo, en este sentido,
es discípulo a la vez que discipulador.

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12. A estos hermanos el pastor debe llevarlos consigo a retiros y debe ayunar con ellos. Si va a alguna
campaña que lleve algunos para que participen con él. Si realiza visitas, que igualmente algunos le acompañen.
Si va a orar o a ungir a un enfermo, o si va a liberar a algún endemoniado debe pedir que algunos de los
discípulos lo acompañen. Así ellos ven y aprenden.
Jesús hizo todo esto con los suyos. Fue una enseñanza, no en aulas, sino informal, en las calles, en las
casas y en las distintas situaciones de la vida. Jesús les enseño con su boca y con sus hechos. Igualmente hizo
San Pablo con sus discípulos.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 31: ¿Qué se necesita primeramente para hacer discípulos?
Pregunta 32: Menciona tres características de un discípulo de Jesús.
Pregunta 33: Menciona dos aspectos importantes en un plan desarrollo de discipulado.
Pregunta 34: ¿Cuál sería para el Pastor la meta final en este desarrollo?
Pregunta 35: ¿Cuánto debería durar este plan de discipulado?
Pregunta 36: ¿Qué se recomienda hacer con jóvenes de 13 a 18 años de edad?
Pregunta 37: ¿Qué elementos debe de reunir la reunión semanal?
Pregunta 38: ¿En qué consiste el proceso de formación de estas reuniones?
Pregunta 39: ¿En qué consiste el repaso vivencial?
Pregunta 40: ¿Por qué razones es importante el diálogo?

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Lección 10 Fecha Expone

La Evangelización y Formación de Nuevas 12 nov 2016 Hno. Hernán Zúñiga Mella


Congregaciones
1. Formación de nuevas congregaciones
2. La meta
3 Relaciones internas
4 Relaciones con la iglesia madre.
5 Relaciones hacia la denominación
6 Relaciones con el resto del cuerpo de Cristo
7 Relaciones hacia la comunidad
8. Pasos a seguir.

... Y después de anunciar... y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Icono y a Antioquia,
confirmando...exhortándoles... y constituyeron ancianos en cada Iglesia... y los encomendaron al
Señor...Hechos 14:21-23

1. Formación de nuevas congregaciones Semejante a las personas que nacen, crecen y se reproducen, así
deben ser las iglesias. Toda congregación debe aspirar y planear su vida y trabajo para ser madre de otras
congregaciones. La acción evangelizadora de toda iglesia debe orientarse hacia esta meta.
En muchos casos formar una nueva congregación parece ser algo muy fácil. En la actualidad se usa
mucho el recurso de las “campañas”. Algunos se establecen en un lote vacío, un galerón o salón alquilado y se
dedican a predicar por algunas semanas. Al cabo de dos o tres meses han logrado algunas conversiones y
bautismos y una asistencia más o menos regular. Cuando esto sucede se dice que “nació una nueva iglesia”
Sin embargo los ejemplos abundan por doquiera que muchas de estas “criaturas después de un tiempo
desaparecen. Otras permanecen pero se estancan. Otras disminuyen y se vuelven focos de problemas morales,
doctrinales y administrativos. Entonces surge la pregunta: ¿formar una iglesia es únicamente lograr reunir en un
lugar a un grupo de personas o es mucho más que eso?
Ciertamente es posible “engendrar” con relativa facilidad una iglesia. Pero también es posible engendrarla
y no darle el alimento y la atención debida de modo que puede morir. También es posible engendrarla pero darle
una atención y alimentación tan limitada que la criatura queda débil y enfermiza. Problemas como los pleitos
continuos, las divisiones, la falta de sujeción y otros no solos son tentaciones del diablo. Pueden ser
enfermedades de una congregación que pudieron haberse evitado bajo un régimen de formación adecuada
desde un principio. Estas cosas hay que prevenirlas bajo un plan específico de trabajo misionero.
Formar entonces una nueva iglesia implica mucho más que reunir gente. Implica mucho más que
enseñarles a cantar y a escuchar sermones. Cuando un pastor quiere llevar a su iglesia a “ser madre” de hijos
sanos antes de lanzarse a la tarea debe tener una visión de conjunto de la totalidad de la tarea que quiere
realizar. Hay que establecer un programa básico que integre a las personas en un organismo que les capacite
para defenderse de las posibles “pestes” o “enfermedades” típicas que le llegan a cualquier congregación
A continuación ofrecemos un modelo de formación de nuevas congregaciones con los aspectos básicos.

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2. La meta Lo primero para definir es lo que se quiere obtener como resultado final. En este caso una iglesia
con los rasgos básicos de madurez. Esta debe ser la idea que guía el punto al que se quiere llegar. Los planes y
los esfuerzos se concentrarán en función de dicha idea suprema.
Los elementos que caracterizan a una iglesia madura pueden reducirse a los siguientes:
Un conjunto de personas que al oír el evangelio se arrepintieron y confesaron con su boca y bautismo que
Jesucristo es el Salvador y Señor (Cada iglesia y denominación tiene sus propios criterios acerca del número de
miembros que constituyen una iglesia. Muchas consideran que 15 es una cifra adecuada.)
Un conjunto de creencias básicas aceptadas por todos.
Relaciones sanas y creativas. Este aspecto puede darse en los siguientes sentidos:

3. Relaciones Internas La forma como los hermanos se tratan entre sí; como aprenden a resolver los
problemas que aparecen cuando más de dos personas se reúnen regularmente, la forma como los hermanos
aprenden a trabajar juntos. Una iglesia no puede ser carcomida por chismes, pleitos y celos. Esto es anormal. Por
esto la tarea del pastor es la de ser un creador y perfeccionador de relaciones. Y una obra nueva desde su mismo
principio debe ser enseñada en el desarrollo de relaciones basadas en el amor de Jesucristo.
Este aspecto es muy importante. Pues el evangelio no se predica solo con la boca. También se proclama
con la vida de cada hermano en particular y con la vida que en conjunto desarrolla la congregación. Si en ella hay
armonía, paz amor y entendimiento esto en sí constituye un poderoso mensaje al mundo pues se verá en la
iglesia una estructura muy distinta de la que se da en el orden mundano

4. Relaciones con la iglesia madre. Este es un factor también de mucha importancia. Se puede formar una
congregación completamente dependiente cuando se les da toda la atención, dinero terreno, pastor, etc. En igual
forma que se hace con los hijos que a cierta edad deben hacer su propia vida, la iglesia madre debe planear su
trabajo de modo que la hija vaya logrando su autonomía y ojala, cuanto antes, tenga su propio liderazgo, fondos,
gobierno, etc. Que las relaciones pasen de una dependencia natural al principio a una independencia o
simplemente a una relación fraternal. Dejan de ser madre e hija para constituirse simplemente en iglesias
hermanas a igual nivel y que juntas definan sus propias líneas de relación.

5. Relaciones hacia la denominación La nueva congregación debe conocer con claridad a qué familia
eclesiástica estará afiliada a fin de tomar una actitud sana para recibir de y para dar a las congregaciones
hermanas. O sea que necesita entender la posición y el papel que juega en la denominación.

6. Relaciones con el resto del cuerpo de Cristo Ya se trate de una iglesia “independiente”, o de una que
forma parte de una denominación, la visión de la unidad del cuerpo de Cristo requiere ser enseñada a los
hermanos desde el principio. Así habrá relaciones de respeto y amor. Cuando en una congregación las relaciones
hacia otras iglesias son de hostilidad, de menosprecio y falta de amor, tarde o temprano estas actitudes afectarán
al grupo mismo. Toda forma de pecado hacia otros produce efectos destructivos al grupo mismo.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: ¿Cómo deben de ser las Iglesias?
Pregunta 2: ¿Cuándo se dice que nació una nueva Iglesia?
Pregunta 3: ¿Qué enfermedades de la congregación se pueden evitar bajo un régimen de formación adecuada?
Pregunta 4: ¿Cómo se podrían prevenir?
Pregunta 5: ¿Qué implica formar una nueva iglesia?

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Pregunta 6: ¿Qué es lo primero a definir?


Pregunta 7: ¿Cuáles son algunos elementos que caracterizan a una iglesia madura?
Pregunta 8: ¿Cuál es la tarea del pastor respecto a las relaciones internas?
Pregunta 9: ¿Cuándo se forma una congregación totalmente dependiente?
Pregunta 10: ¿Por qué razón se requiere que la visión de la unidad del cuerpo de Cristo sea enseñada a los hermanos desde el
principio?

7. Relaciones hacia la comunidad Dios amó al mundo perdido y dio a su Hijo Jesucristo. Si bien el mundo
está plagado de pecado. El necesita del amor de Dios para conocer la verdad. Y necesita del amor y de la
comprensión de la iglesia. El Señor ha dicho: “vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres” (Fil 4:5). Y
añade: “así que, según tengamos oportunidad hagamos bien a todos...” (Gá 6:10). Una buena dosis de amor a la
gente que no conoce al Señor es la mejor motivación evangelizadora y el mejor puente también.
7.1 Gobierno y liderazgo propios. Al ser la iglesia un grupo de seres humanos el gobierno no puede faltar.
Debe existir no porque sea un requisito legal o de la denominación. Es porque como grupo necesita dirección,
necesita organización, necesita cohesión. Por esta razón el Señor dio a la iglesia diferentes dones y también dio
ministerios como son los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros.
La Escritura indica “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos” (He. 13:17).
San Pablo no solo él mismo nombró ancianos o pastores en cada nueva congregación sino que enseño y
ordenó a sus discípulos a nombrar dichos funcionarios en las congregaciones (Hch. 14:23; Tit. 1:5; Fil. 1:1-2).
De modo que desde el inicio de una nueva congregación hay que enseñar a los hermanos a tener su
gobierno. En muchos casos será necesario que la iglesia madre misma gobierne la nueva congregación. Pero al
mismo tiempo hay que capacitar a los elementos espiritualmente más maduros de la misma iglesia hija, para que
pronto tenga su propio liderazgo.
Sucede a menudo que al formarse una iglesia se le nombra un pastor o encargado y éste se dedica
exclusivamente a predicar, a visitar y a enseñarles doctrina. Pero no capacita líderes. Entonces cuando aquel
pastor es trasladado o abandona el campo, la iglesia queda sin personas capaces de guiarla. Así se dispersan las
ovejas, surgen situaciones que dañan a la congregación y su testimonio. Cualquiera que sea el sistema de
gobierno que tenga una iglesia, este elemento debe formar parte del plan de desarrollo desde el principio mismo.
7.2 Estructura administrativa. La iglesia necesita ser organizada mediante una estructura definida por la cual
se sepa:
(1) Quién tiene la autoridad suprema en la congregación.
(2) Cuáles son los organismos que operan.
(3) Qué funciones tiene cada uno.
(4) Cuándo se reúnen los cuadros directivos.
(5) A quién es responsable cada uno.
7.3 Programa de trabajo. Hay una diferencia entre programa de cultos y programa de trabajo. La gran
mayoría de las iglesias lo que tienen es un programa de cultos. Al formarse una congregación debe procurarse
que ella tenga ambas cosas. Así se evita el estancamiento y se posibilita llevar adelante los propósitos de Dios.
7.4 Lugar para reunirse. Este puede ser un factor secundario., Basta recordar que durante los dos primeros
siglos la iglesia cristiana no tuvo templos y sin embargo creció.
Es posible que al formarse una iglesia se considere la necesidad de comprar un terreno y construir el templo. O
pudiera ser que se siga otro tipo de estrategia por la cual los hermanos se reúnan en casas en células pequeñas,

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alquilen un templo o algún lugar donde puedan celebrar una reunión semanal, con más sencillez y quizás con un
costo menor,
7.5 Sostenimiento económico. La nueva iglesia debe llegar a cubrir sus propios gastos. Si al principio recibe
ayuda de la iglesia madre, o de la denominación, es necesario trazar un programa por el cual dicha asistencia
económica vaya disminuyendo progresivamente hasta el punto que desaparezca por completo. Así la
congregación se compromete a bastarse a sí misma en sus necesidades y programas.
7.6 Capacidad de reproducción. La iglesia madre debe heredar a su hija la visión y la capacidad de
engendrar otras iglesias. Toda iglesia nueva ha de incluir en su programa inicial otras obras tan pronto sea
posible. Así la obra de Dios se mantendrá en crecimiento continuo.

8. Pasos a seguir. Para alcanzar una meta como la que ha sido propuesta anteriormente, se necesita definir
una serie de pasos.
8.1 Proclamación Si se va a formar una congregación ha de ser con personas que se han arrepentido y
creído en Jesucristo, Será entonces necesario empezar por un período de proclamación pública del evangelio. Y
se deberán escoger los medios más convenientes
Hay diferentes maneras como lo están haciendo las iglesias. Algunas emplean una campaña de
predicación de dos a tres meses. Otras realizan una visitación casa por casa y con las personas y casas
interesadas, e inmediatamente se sigue un período de cuatro a ocho semanas compartiéndoles el evangelio con
detenimiento. A quienes se convierten se les bautiza y se empiezan a reunir iniciando así una congregación.
Hay congregaciones que tiene programas de radio que se llegan a escuchar en ciertas poblaciones donde
no hay obra, entonces se aprovecha esa coyuntura y se programa una serie de conferencias públicas en un
teatro o local en nombre del programa de radio. De allí se recogen interesados y se sigue con ellos un proceso
personal de comunicación del evangelio.
En otro caso una iglesia puso como objetivo determinada población. Como quedaba lejos, el primer paso
fue apostar un equipo de hermanos en la parada de autobuses que conducía a aquella población.
Por varias semanas consecutivas estuvieron vendiendo Biblias, nuevos testamentos, repartiendo tratados,
haciendo contacto con las personas en los autobuses mismos., semanas después se organizó un viaje con grupo
de hermanos para visitar casa por casa de aquella población.
En esta labor hallaron a muchas personas a quienes se les había dado o vendido literatura. Se tuvo la
oportunidad de conversar con ellos y de darse cuenta del grado de interés.
Posteriormente se hizo un trabajo más a fondo de comunicación del evangelio en cada casa de los
interesados y luego se realizó una corta campaña. Con las personas que hicieron profesión de fe se empezó a
formar la congregación.
Sin embargo, siempre hay que tener presente que la proclamación del evangelio constituye apenas el
primer paso en la formación de una iglesia. Con esto solamente se empieza a reunir el núcleo humano inicial.
8.2 Resultados de la proclamación. Después del trabajo de proclamación inicial en una comunidad se dan
varias clases de resultados que son más o menos comunes en todo lugar.
(1) Personas que oyen el evangelio pero que no se convierten ni quieren tener relación con la
iglesia.
Estas personas por lo menos tuvieron la oportunidad de oír el evangelio. Quizá no sea bueno seguir insistiendo
por el momento. Hay que dejarlas, orar por ellas, y si es posible, de cuando en cuando una visita amistosa viene
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bien. A quienes se les siembra la Palabra, aunque la rechacen al principio, después de meses o años pueden
venir al Señor.
Por esto hay que saber qué hacer con ellos. No gastar más tiempo por el momento pero sí mantener oración y
contacto esporádico.
(2) Personas que asisten pero que no se bautizan, lo cual es muy común. A ellas hay que
darles un trato inteligente. Algunas veces les gusta el evangelio pero no se convierten quizás porque media algún
problema que ocultan. Son los casos de divorciados y vueltos a casar, y por cuya causa piensan que no pueden
aceptar al Señor. O casos de parejas que viven amancebados, y otros problemas. Estas situaciones ameritan un
estudio pastoral para ver qué se les aconseja, cómo pueden resolver sus problemas, y así ayudarles a dar el
paso inicial en Cristo.
Para las personas que no tienen razones como éstas, pero que les gusta asistir regularmente a los cultos, es
preferible tener cierta política clara hacia ellos. No ponerlos en grupos de formación cristiana, pues no han dado
su paso inicial de fe y bautismo.
Sería construir sobre la arena. Tampoco darles cargo o trabajo en la iglesia. Hay quienes tienen la creencia que a
estas personas se les debe poner a “hacer algo” para que se conviertan.
Este es un principio muy cuestionable, pues la participación en el servicio cristiano es para los que ya han dado
muestras de fe sincera y de compromiso. Más bien el poner personas no convertidas a servir puede empezar a
crear problemas muy variados.
Lo más positivo podría ser orar y ayunar por dichas personas y conversar personalmente con ellas instándolas a
tomar una decisión. Si no dan el paso de fe y bautismo, y persisten en asistir a la iglesia sí habrá que cuidar su
conducta, pues a menudo ellas como “no son miembros” llevan una vida liviana y a veces crean serias
dificultades.
En este caso, se debe proceder con amor y con mano firme, echándolas incluso de la congregación si el caso lo
amerita.
(3) Personas que se convierten. La mejor época para empezar a formar al cristiano es
inmediatamente que se convierte. Su mente está limpia, vacía, abierta y dispuesta a recibir enseñanza y
dirección. Por lo que jamás debe dejarse pasar esta oportunidad. De inmediato debe venir el período de
formación cristiana inicial.
Si como producto del trabajo de visitación o de una campaña quedan 15, 20, 30 o más convertidos y no tienen un
lugar para reunirse todos pueden formar con ellos varios núcleos de discipulado. Pero es muy importante que se
reúnan todos una vez por semana o por mes. Todo trabajo en grupos debe ser complementado con una reunión
general, para celebrar la Santa Cena, adorar juntos, conocerse, ministrarse, organizarse, etc.
(4) Desarrollo del liderazgo y organización Al haber ya un grupo de creyentes bautizados y en
proceso de formación inicial se puede tratar de alcanzar los objetivos siguientes.
Por medio de cursillos breves se enseña a los nuevos hermanos el sistema de gobierno y organización que usará
la iglesia. Con esta información se les va preparando para asumir posteriormente los distintos puestos en el
gobierno de la iglesia.
También pueden darse cursillos sobre dirección de cultos para formar cuadros de directores. Hay iglesias
en las que se ofrece también enseñanza de seminarios respecto a los dones del Espíritu Santo y su empleo. Así
cada hermano aprende no solo a descubrir el don que Dios le ha dado sino también en qué manera usarlo en el
cuerpo de Cristo.

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El desarrollo del liderazgo se irá dando de acuerdo con la visión formativa que tenga el pastor. Y también
de acuerdo con las necesidades que aparecen en la iglesia. De aquí que es tan importante hacer un plan de
trabajo en la nueva congregación más funcional y más ágil, en vez de someterla a un rígido plan de cultos
formales, y dejar especialmente el domingo para cultos unidos de adoración, confraternidad, enseñanza general,
Santa Cena y ministración a las necesidades espirituales.
Con un programa concreto de evangelización, de formación cristiana, de desarrollo de liderazgo y de
organización, es posible que en un lapso de dos a tres años la nueva congregación llegue a tener los elementos
mínimos necesarios para cortar su dependencia de la iglesia madre y lanzarse a la vida con sus propios recursos.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 11: ¿Cuál es la mejor motivación evangelizadora?
Pregunta 12: ¿Por qué razón debe existir el gobierno dentro de la iglesia?
Pregunta 13: ¿Que se debe de dar a conocer con la estructura administrativa de una iglesia?
Pregunta 14: ¿Cuál es la diferencia entre un programa de cultos y un programa de trabajo?
Pregunta 15: ¿Qué tan importante es tener un lugar propio de reunión para la iglesia?
Pregunta 16: ¿Por qué razón una iglesia debe de ser capaz de cubrir sus propios gastos?
Pregunta 17: ¿En qué consiste el primer paso: “la Proclamación”?
Pregunta 18: ¿De qué manera se puede hacer esta proclamación?
Pregunta 19: ¿Qué debemos hacer con las personas que oyen el evangelio pero que no se convierten ni quieren tener relación con la
iglesia?
Pregunta 20: ¿Cuál es el mejor momento para empezar a formar a un cristiano que se convierte?

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Lección 11 Fecha Expone

Formación de los Cristianos 10 dic 2016 Hno. Enrique Zúñiga Mella


1. Introducción
2. Presuposiciones que necesitan ser
rectificadas
3. El sermón como varita mágica
4. Programa básico de formación cristiana
5. Programa de evangelización
6. Programa de formación inicial
7. Programa de biblia
8. Talleres

Id y haced discípulos… Mateo 28.19


A fin de perfeccionar a los santos Para la obra del ministerio. Efesios 4.12

1. Introducción
La formación de discípulos es lo que puede hacer la diferencia entre una iglesia cuyas relaciones son de
amor, alegría y de mutua edificación y una iglesia llena de problemas, frialdad y desinterés los unos por los otros.
Puede hacer también la diferencia entre una iglesia cuyo pastor tiene que hacerlo prácticamente todo o una
iglesia en la cual la gran mayoría trabaja mancomunadamente.
Desde el punto de vista bíblico, la formación del pueblo de Dios parte de la gran comisión. Jesús envió a
sus discípulos no sólo a predicar o anunciar a las multitudes el evangelio. El estableció que hay que hacer
discípulos, enseñándoles todas las cosas. Jesús sabía que para asegurar la fidelidad de la iglesia de Dios, su
compromiso con la gran comisión, la pureza de su mensaje, y su agilidad en la tarea había que hacer discípulos.
El discípulo es muchísimo más que un simple convertido. El discípulo no sólo recibe la vida de Dios. El
aprende de su maestro. Anhela ser como su maestro. Y se propone serlo. Por eso Jesús tomó 12 hombres
durante tres años además de los 70 y el grupo de mujeres que le seguían y servían muy de cerca. A aquellos 12
les declaró lo que no les declaró a las multitudes. A aquellos 12 les abrió su corazón y pensamiento y les confió
secretos. Les confió tareas especiales. A éstos les encargó continuar su labor.
El segundo caso es el de Pablo, segundo personaje más importante en el Nuevo Testamento. El estableció
con claridad el modelo del ministerio pastoral en Efesios 4.11-16.
De modo que a los dirigentes de la iglesia no les corresponde hacerlo todo, sino perfeccionar, capacitar,
madurar a los hermanos.
El pastor que se queja que no tiene quien le ayude en realidad no debe culpar a la iglesia. Lo que debe
hacer es examinar los principios de su trabajo pastoral. Puede ser que descubra que él mismo se ha sometido a
una práctica que nada tiene que ver con el modelo bíblico.
Aún más. El pastor que piensa por el hecho de recibir salario de una congregación le corresponde hacer
una tarea múltiple: evangelizar, visitar, predicar, dirigir, tocar el armonio, hacer arreglos en el edificio, etc., etc. Y

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que la iglesia sólo se reúne para adorar a Dios y oír su Palabra. Este concepto de iglesia y de ministerio pastoral
está muy lejos de ser el concepto bíblico.
La figura bíblica de la iglesia es la de un edificio que crece continuamente por la acción de las piedras vivas
que son a la vez edificadas y edificadores (1P. 2.5; 1 Co. 3.9-15). Y es la figura de un cuerpo integrado por
multitud de órganos, cada uno con una función propia y coordinada por la cabeza (1 Co. 12, 14).
La iglesia es un organismo vivo. Es un conjunto de personas redimidas, motivadas, capacitadas y
organizadas. Así hay plena participación en su destino. Y la función pastoral se encuadra en ese marco para
hacer posible esa maravillosa dinámica.
Pablo llegaba a un lugar. Anunciaba el evangelio. Se quedaba allí algún tiempo y hacía discípulos. Por eso
luego de unas semanas o meses se iba de aquel lugar y la nueva congregación seguía en pie.
El cuadro común que se ve hoy día es de muchas iglesias que cuando se quedan sin pastor no saben qué
hacer, se sumen en problemas, se estacan y algunas se derrumban. Hay mucha predicación y poca formación.
Pablo también tomó de las iglesias hermanos y hermanas que le acompañaban en sus viajes constantemente.
Con ellos no solo compartía tristezas y alegrías. Pero esos viajes eran escuelas, instituto y seminario bíblico. Con
él aprendían en el camino a vivir y a amar al Señor. Y con él aprendían a servir al Señor. Por esto Timoteo, Tito,
Lucas, Juan, Marcos, Bernabé, Tíquico, Epafras, Arquito, Aristarco, Febe, María, Trifena, Trifosa, Lidia y
muchísimos más cumplían funciones pastorales amplísimas, y, en algunos casos, apostólicos también. Pablo
concretó este modelo pastoral en las siguientes frases:

Lo que has oído de mí, esto encarga a hombres fieles


que sean idóneos para enseñar también a otros. 2ª Timoteo 2.2

El proceso en síntesis es así:


Pablo---- Timoteo---- Hombres fieles----- Otros hombres fieles.
Ya que este elemento es central en la obra pastoral conviene que cada uno haga una evaluación de su
propia labor.

2. Presuposiciones que necesitan ser rectificadas Existen en el ambiente religioso ciertos criterios de
trabajo pastoral muy difundidos que requieren ser evaluados y rectificados.
2.1 La conversión como punto de llegada. Cuando la persona hace profesión de fe todos respiran, dan
gracias a Dios y parecen decir unánimemente ¡ya es salvo! ¡Ya llegó a la meta! ¡Lo demás no importa! Con que la
persona se bautice, diezme, conozca la doctrina de la iglesia y asista regularmente es más que suficiente. La
literatura evangélica está llena de testimonios de personas que cuentan cómo llegaron a Jesús. Los testimonios
que se escuchan en las congregaciones son algo parecido.
Pero el modelo que nos dan las cartas apostólicas es diferente. Examinaremos los siguientes ejemplos.
Pablo después de muchos años de su propia conversión, expresa su experiencia cristiana de la siguiente manera:
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado, pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo a la meta. Filipenses 3.12-14. El autor de la carta a los
Hebreos escribe sobre fe y vivencia cristiana así: corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús… Hebreos 12.1-2
Pedro emplea otra figura: Poniendo toda diligencia… añadid fe, más virtud, más conocimiento, más
dominio propio, más paciencia, más piedad, más afecto, más fraternal, más amor.

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Los anteriores modelos, entre otros, ¿qué ponen en claro? Que la conversión no es el fin sino el principio.
Y que si bien la conversión es muy importante, por ser la puerta y el inicio, lo que sigue después es igualmente
importante. Por lo que si se le pone tanta atención a la conversión, se le debe poner igual atención al proceso
formativo cristiano.
Este fenómeno se evidencia en las tradicionales campañas masivas de evangelización. Se emplea dinero,
tiempo, recursos hasta la saciedad, por hacer que la gente asista, oiga el evangelio y haga una decisión. Pero
después no se sabe qué hacer con los llamados “resultados”. El porcentaje que queda en las iglesias no solo
alcanza índices bajísimos de 1 a 4 por ciento, en casos excepcionales un poco más, sino que este bajo
porcentaje que se incorpora a alguna congregación llega a “calentar” las bancas de los templos en su mayoría.
Esta penosa realidad muestra que las iglesias siguen trabajando a base de una premisa equivocada. Es
fundamental entonces que la evangelización sea planteada más de acuerdo al patrón bíblico: en la experiencia ya
dada en algunas iglesias en América Latina este principio ha dado un vuelco total a la vida de ellas y al ministerio
pastoral. Pues al convertirse no más la persona se le sigue dando una formación inicial que ha permitido ver
frutos abundantes y sorprendentes.
2.2 En la congregación no hay que hacer diferencias. Esta expresión es verdadera en cuanto a que el
pastor no debe inclinarse por unos a favor de los otros. Pero cuando este principio se generaliza y se aplica a
otros campos produce grandes daños.
En el campo de la enseñanza si un pastor dice: “Yo a todos doy lo mismo. Todos los que quieran pueden
venir a escucharme en las reuniones ordinarias”. Así a todos los “trata igual”.
Examinaremos ahora esta afirmación. En una congregación X, ¿Qué personas asisten a ella?
Niños Jóvenes Adultos.
Desde otro punto de vista asisten: No creyentes; Nuevos creyentes ; Viejos creyentes; Viejísimos
creyentes.
A estas personas con distintos niveles de experiencia y conocimiento cristiano se les pone en un mismo
programa: los cultos ordinarios. A lo más se les diferencia en la escuela dominical por clases que siempre llegan
a ser un sermón más y no cumplen la función para la que fueron constituidas.
Así los hermanos más viejos tienen que escuchar todos los domingos por las noches un sermón
evangelístico que ya lo conocen y por lo tanto no les edifica. Si se da un sermón de edificación no aprovecha
mayormente a los creyentes.
El pastor si quiere que su congregación vea un real proceso de formación tiene que diferenciar y variar la
programación para los distintos sectores de la iglesia. No todo puede hacerse a base de cultos. Esto por
supuesto, complica la tarea pastoral y exige más organización. Pero los efectos son muchísimo mayores. El
pastor entonces se verá obligado a seleccionar personas, a darles más tiempo a unas que a otras. Y tendrá que
comprometerse más con unas que con otras.

3. El sermón como varita mágica Al sermón como medio de comunicación se le ha dado un lugar de
demasiada importancia. Si una noche entran a la iglesia personas no cristianas regularmente se da un sermón
evangelístico. Si en la iglesia hay un problema de chismes se prepara un sermón adecuado. Si algún hermano ha
caído en fornicación o se ha emborrachado es posible que el próximo sermón tenga que ver con aquello. Por otro
lado si se celebra la sociedad de jóvenes, de damas o caballeros lo primero que se piensa es quién va a dar el
sermón. El estudio bíblico entre semana por lo general es otro sermón. La escuela dominical, todos lo sabemos,

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por lo regular es una multiplicación de mini sermones. La iglesia evangélica en general está envuelta en el
ambiente del sermón.
Todavía más. Si una iglesia quiere buscar un pastor, ¿Qué es lo que generalmente hace? Invitan al
candidato a predicar. Si predica bien, se dice que es un buen pastor y si no, es casi seguro que se elimina de la
nómina de candidatos.
Ahora bien, ¿es que el sermón tiene algo de malo? No. Lo que sucede es que si todo se hace a base de él
no puede haber formación, no hay riego ni abono suficiente para las plantas de Dios.
Por un lado al darse el mismo mensaje a personas con distintos niveles de experiencia y conocimiento,
unos aprovechan y otros no, unos oyen con atención y otros bostezan y duermen.
Por otro lado, en el sermón uno es el que habla. No hay oportunidad de saber en qué medida está
penetrando la enseñanza en las mentes. Ni tampoco se puede saber si la Palabra de Dios enseñada está siendo
practicada por los oyentes. El abuso del sermón puede producir mucho oidor olvidadizo.
Hay que tener también presente que el sermón (un monólogo) no enseña mucho. Los que escuchan
retienen un porcentaje bajísimo. Cualquier pastor puede hacer la prueba. Si predica un sermón el domingo por la
mañana puede preguntar a los hermanos por la noche el contenido de aquella plática. Cuando uno hace esto
realmente se alarma y se da cuenta que el sermón como medio de comunicación es muy pobre.
Y tanto peor si el predicador ya no es nuevo en la iglesia, sí no es dinámico en su presentación y si las
condiciones climáticas y ambientales no son muy favorables. Si hay mucho calor, asientos incómodos, ruido y
otros factores, esto va en contra del aprovechamiento de la enseñanza dada.
Algo más. El mismo sermón constante tiende a producir una congregación de oyentes pasivos con la
sensación que a la Palabra de Dios no hay más que escucharla. Personas que van a la iglesia por semanas,
meses y años se arrellanan en los asientos sólo para oír sin poder hablar, no pueden expresarse y dialogar, no
tienen oportunidad de confrontar sus experiencias diarias de la vida con la Palabra de Dios, no pueden
capacitarse para servir al Señor, ni siquiera saben cómo estudiar la Palabra de Dios.
Esta es una de las razones por las que hay tantas personas en las iglesias que aunque quieran hacer algo
por el Señor no pueden hacerlo. Es que una enseñanza a base de sermones es sólo informativa. Ella no forma al
hombre o a la mujer para los propósitos de Dios
Con todo lo anterior se persigue una reflexión seria y honesta sobre esta difundida práctica pastoral, no
para que sea eliminada sino para darle el lugar correspondiente, y, al mismo tiempo, para buscar otros medios
más aptos para la formación que se busca.

4. Programa básico de formación cristiana Sugerimos considerar un posible ejemplo de programa formativo
en una congregación.
Como se puede apreciar en el esquema que sigue, una iglesia puede trabajar a base de un programa
general de cuatro niveles básicos.
El primer nivel, empieza por las personas que no conocen al Señor ofreciéndoles un cursillo evangelístico
que puede durar entre cuatro y ocho semanas. No necesariamente entonces la gente tiene que convertirse en los
sermones evangelísticos tradicionales. Esto puede hacerse de vez en cuando. Pero puede establecerse un
programa de modo que cada vez que llegan personas no creyentes a la iglesia con ellas se van formando
pequeños grupos que se asignan a un hermano para que él les comparta el evangelio y los guíe a Jesucristo.

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El segundo nivel, tiene que ver con aquellas personas que se han convertido y se les integra al programa
de formación inicial. Este período puede durar quizás de ocho a diez meses. Durante este tiempo el nuevo
creyente puede avanzar mucho en aspectos básicos de la vida con el Señor, su relación con la Iglesia, como
debe aprender a moverse dentro de ella y también le da tiempo suficiente para que la iglesia lo conozca a él. Y
durante este período aprende a comunicar el evangelio, a guiar personas a Jesús y darles la formación inicial.
El tercer nivel, estaría constituido por un programa de unos diez meses con un cursillo sobre la Biblia,
introducción a la misma, en especial al Nuevo Testamento. Incluiría algunos principios de lectura, interpretación y
aplicación a la vida diaria. En este nivel participan, desde luego los hermanos que se han convertido y bautizado,
que han tomado el curso de formación inicial, y que han mostrado ya compromiso con el Señor y con la Iglesia.
El cuarto nivel, está constituido por una serie de cursillos o seminarios breves sobre distintos aspectos de
acuerdo a la visión, necesidades y programas de la iglesia. Con estos seminarios se buscaría formar equipos de
hermanos para trabajar en distintos aspectos. Por lo que pueden darse gran variedad de cursos.
Un programa así, lo que contempla es dar oportunidad para que cada persona que asiste a la iglesia
encuentre al Señor. Además, a quienes lo encuentran, que se les dé por lo menos una formación cristiana inicial
en sus principios básicos. Luego que esa persona que se ha iniciado en Cristo se le abra el panorama dándole
una instrucción general sobre la Biblia. Y a partir de ahí que se le abra el horizonte para poder servir en distintos
aspectos de la vida de la iglesia.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: ¿Qué es lo que puede hacer la diferencia entre una iglesia cuyas relaciones son de amor, alegría y de mutua edificación y
una iglesia llena de problemas, frialdad y desinterés los unos por los otros?
Pregunta 2: Desde un punto de vista bíblico, ¿de dónde parte la formación del pueblo de Dios?
Pregunta 3: ¿Qué es lo que tiene que hacer un Pastor que no tiene en la Iglesia quien le ayude?
Pregunta 4: ¿Cuál es la figura bíblica de la Iglesia?.
Pregunta 5: ¿Cuál es el proceso en síntesis de 2 Timoteo 2.2?
Pregunta 6: Explica la primera presuposición que necesita ser rectificada.
Pregunta 7: ¿Cuál es el porcentaje que queda de convertidos después de una campaña evangelística?
Pregunta 8: ¿Cuál sería entonces el patrón bíblico a seguir??
Pregunta 9: ¿Cuál es la segunda presuposición que necesita ser rectificada?.
Pregunta 10: ¿Qué es lo que un pastor necesita hacer si quiere que su congregación vea un real proceso de formación?

5. Programa de evangelización Tradicionalmente la evangelización se hace en forma masiva ya sea en


campañas, o en cultos de domingo por la noche. En la actualidad hay distintas iglesias que esta labor la realizan
de otro modo.
Toman a las personas no cristianas que llegan a la iglesia y con ellas forman grupos con no más de 12
personas. Se encarga de ellas un hermano o hermana ya capacitado, y en un lapso de cuatro a ocho semanas
les da a conocer el plan de Dios. La última sesión se dedica exclusivamente para que las personas que
desean, hagan su decisión de fe.
Hay casos en que las personas por tener algún conocimiento previo del evangelio ya están casi listas para
entregarse al Señor. Si en el transcurso del estudio quieren hacerlo hay que guiarlas a Él. Sin embargo, es
importante que el estudio se concluya para que la persona pueda tener un cuadro completo de lo que implica su
profesión de fe.
Esta modalidad de evangelización empleada ahora en diferentes congregaciones en América Latina
presenta una particularidad. Y es que quien hace profesión de fe, con pocas excepciones, se bautiza y continúa

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en el proceso de crecimiento y servicio. La razón puede ser esta. En dichos grupos pequeños se plantea el
evangelio a las personas en una forma muy amplia.
Cada uno tiene la oportunidad de comprender los diferentes aspectos del evangelio, su ofrecimiento y sus
demandas, y cuando se decide por él sabe lo que está haciendo. Su decisión no sólo es un acto emotivo, sino
inteligente. Y por esto mismo se interesa en seguir en la etapa siguiente.
Esto también permite que la persona quede con mayor capacidad para comunicar el evangelio a otros,
pues comprende totalmente lo que es el evangelio que recibió, además de que ya tiene la experiencia de su
propia conversión.
Es notable que un sector muy alto de estos hermanos así convertidos después de corto tiempo empiezan a
evangelizar a otros y a guiarlos al Señor. Quiere decir que con la acción del Espíritu Santo, y con un programa
sencillo, se hace posible que muchos de los que se enfrentan al evangelio lo reciban, permanezcan y lleven
futuro.
Es evidente que no todos los que participan en estos grupos se convierten. Lo que se hace desde un
principio es indicarles a las personas que se les va a dar un curso básico de tantas semanas para que ellos lo
sepan de una vez. A aquellos que no hacen una profesión de fe se les deja libres. Al menos con éstos se logró
explicarles bien el evangelio y darles oportunidad. Quizá en un futuro ellos tomen su propia decisión favorable en
cuanto al Señor. Pero no conviene seguir insistiendo ni darles más cursos o cursos más avanzados si no dan el
paso de entrega al Señor.
Cuando se celebran cultos evangelísticos y hay profesiones de fe, a estas personas hay que agruparlas.
Todo pastor sabe que no porque una persona haga profesión de fe en un culto público es porque ella entiende
exactamente lo que ha hecho. Por esto es importante que después de hacer una decisión se haga un repaso total
del mensaje que ellos han creído por varias semanas.
Algunas de estas personas descubren y manifiestan en estos grupos que en realidad no habían entendido
bien el mensaje cuando hicieron la profesión de fe y así son confirmadas plenamente.
Quizá también hasta se dé el caso que algunas se retiren pues se dan cuenta de otros elementos del
evangelio que no habían considerado. Esto sucede mucho en las congregaciones que enfatizan mucho ciertos
aspectos del evangelio como son la sanidad del cuerpo, o el peligro del infierno o que Dios da todo lo que se le
pide. Muchas de las “profesiones de fe” en estos casos están condicionadas a estos factores. Solo se buscan los
beneficios del evangelio sin pensar en sus demandas.
Todo lo anterior hace pensar que la iglesia debe tener una presentación básica del evangelio para ser
enseñada, presentación que sea clara y que exprese al evangelizado tanto lo que Dios ofrece al ser humano
como lo que le demanda. Además presupone que la iglesia y el pastor cuenten con un equipo de personas
capacitadas para este fin. Y también con un programa por el cual se puede formar un grupo pequeño de
evangelización cada 3 o 4 semanas, según sea la afluencia de visitas que no conocen al Señor.

6. Programa de formación inicial Este programa debe iniciarse inmediatamente que la persona se convierte.
La misma persona que la guía a Jesús es la más indicada para continuar la segunda etapa. De aquí que cuando
el pastor forma discípulos es para que hagan la labor completa. O sea que enseñen el evangelio, guíen la
persona a Jesús y además la guíen en el proceso de formación inicial. En esta manera las ovejas engendran y
crían sus ovejas.

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Así el pastor se desentiende en gran parte de estas labores para dedicarse a otras más avanzadas en la
vida de la iglesia. Además permite que los hermanos tengan una esfera en la cual todos pueden trabajar. Y que
puedan hacerlo bien. La iglesia así se va movilizando y teniendo un crecimiento constante, tanto en lo numérico
como en lo espiritual. Para este efecto se hace necesario que el pastor, el nuevo creyente y la iglesia tengan al
menos un modelo de lo que es el proceso de formación cristiana. Esto aclara y orienta los objetivos de la nueva
vida en Jesús. Ofrecemos una alternativa a continuación.
La conversión según este modelo apenas corresponde al inicio de la vida. Es apenas pasar al otro lado de
la puerta. A partir de este acto se inicia una carrera, un movimiento hacia delante. En dicho andar se debe crecer
continuamente en todo aquello que es amor, justicia, paz, servicio, dominio propio, obediencia, conocimiento,
santidad, etc. el modelo y meta que seguimos es Jesús mismo. En este sendero, que es de por vida, el Espíritu
Santo va transformando a la nueva persona a la imagen de Jesús hasta que llegue a su estatura (2 Co. 3.17-18,
Ef. 4.11-16).
En esta tarea formativa inicial se ha aprendido cuán importante es señalarle al nuevo creyente
objetivamente su rumbo y su meta y establecer en su mente y corazón cuál es la vocación a que es llamado: a
ser como Jesús.
Esto permite que la persona fije sus ojos en Él. Y aun cuando tenga altos y bajos este anhelo y propósito lo
sigue motivando a continuar creciendo y llegar hasta el fin. Pero cuando a la persona se le enseña únicamente
que al convertirse fue salvo, la persona establece en su intimidad que ya lo tiene todo, que ya llegó a la meta y lo
que queda es no esperar nada más.
Posiblemente esto es lo que motivó al Espíritu del Señor a dejar las cartas apostólicas para mostrar que la
vida que recibimos en Cristo por la fe se hace real y más viva en la medida que la persona percibe la totalidad de
su profesión cristiana y se lanza hacia delante a ser como su Maestro, Salvador y Señor.
Un programa de formación debe enseñar al nuevo creyente a relacionar la enseñanza bíblica con los
asuntos diarios, o sea orientarla a resolver sus problemas y situaciones que enfrenta cotidianamente. Por esto un
programa formativo inicial debe los siguientes aspectos básicos:
1. Cuál debe ser la relación de la nueva persona con Dios.
2. Cuál debe ser la actitud de la nueva persona hacia sí misma.
3. Cuál debe ser la relación de la nueva persona con el prójimo que no conoce a Dios, y hacia sus
familiares.
4. Cuál debe ser la relación de la nueva persona con el cuerpo de Cristo o sea con la iglesia.
5. Cuál debe ser la actitud del nuevo creyente hacia los poderes satánicos.
6. Cuál debe ser la actitud de la nueva persona frente a los poderes humanos.
Algunas iglesias lo que hacen en este período es enseñar la doctrina de la iglesia. Esto está bien. Pero es
mucho mejor darles la orientación para la vida que exige este período pudiendo dejar lo doctrinal, lo abstracto y lo
complicado para más adelante.
La experiencia de distintas iglesias es que a menudo se piensa que lo mejor es enseñar la doctrina al
comenzar para evitar problemas con otras doctrinas. Sin embargo, muchas experiencias demuestran que cuando
al cristiano se le da una base sólida para una relación adecuada con el Señor y con la iglesia el asunto de las
doctrinas extrañas en realidad no constituye un problema. Es que el recién convertido lo que necesita es saber no
sólo que Jesús es su Salvador sino que es su Señor a quien debe fidelidad y servicio. Y necesita saber que el
Espíritu Santo le va a guiar y en qué manera va a seguir transformándolo continuamente.

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El nuevo creyente necesita aprender a relacionarse con los hermanos en una nueva manera, y a
relacionarse con todas las demás personas y las circunstancias que lo rodean.
El aspecto doctrinal más amplio que explica quién es Dios, qué es la Trinidad y todos estos elementos que
ya constituyen alimento sólido es materia para un estado más avanzado del creyente. El niño en la fe necesita
que se le enseñe a andar en Cristo sobre sus propios pies y no tanto a que trate de entender y repetir sin
comprender cabalmente profundidades de la doctrina. Por eso es que este período inicial puede ser ministrado
perfectamente por los mismos hermanos que guían a otros a Cristo.
Al pensar que los nuevos creyentes serán formados por los mismos hermanos surge una pregunta. ¿Qué
relación va a tener los nuevos creyentes con el pastor? Para esto están las reuniones unidas de toda la
congregación. Y cuando algunos de estos hermanos enfrentan algún problema serio y que quien lo discípula no
está en capacidad de resolverlo solicita la ayuda pastoral.
Es como en el caso de Moisés que puso muchos consejeros. Los problemas más sencillos los atendían
ellos. Los problemas difíciles los llevaban a Moisés.
La otra pregunta que surge es si estos grupos de formación no tenderán a dividir la congregación. La
experiencia en distintas iglesias ha indicado todo lo contrario. Cuando se da el sentido de amor y unidad del
pastor con sus discípulos, la iglesia va creciendo con un sentido de gran solidez.
Los elementos que por lo general causan divisiones en las congregaciones son aquellos que creen que no
tienen por qué aprender de otros, y que no quieren sujetarse ni al pastor ni a la iglesia, ni a nadie. Pero cuando
las personas se unen a estos grupos el grado de cohesión de “amarre” entre los hermanos es enormemente
mayor. Y si esta formación en grupos se le vincula con reuniones unidas, la cohesión que se da en la
congregación es muy grande.

7. Programa de Biblia Esto puede constituir una tercera etapa. A los hermanos que han sido discipulados y
que ya están discipulando a otros se les brinda un curso sobre la Biblia. Se busca enseñarles a estudiar,
interpretar y aplicar la Palabra de Dios.
Es importante enfatizar el hecho de que en estos programas participen hermanos que ya están no sólo
discipulados sino comprometidos con el Señor. Es decir que el requisito sea que ellos han comenzado a ganar a
otra persona. Si esto no se hace así muy pronto estos cursos se llenan de hermanos que les gusta estar llegando
a oír y oír y nunca terminan de aprender ni tampoco se comprometen en nada. Los cursos se planean no para
entretener sino para capacitar y para servir en áreas específicas.
Un curso de esta naturaleza puede impartirse en una clase de dos horas por semana durante varios meses
o un año o bien un curso concentrado de tres semanas con cuatro noches por semana. Depende mucho de la
situación de la iglesia, el tiempo disponible del pastor y de los hermanos.
Para este efecto el pastor mismo puede enseñar el curso. Pueden invitar a una persona capacitada. En la
medida que los hermanos aprendan a escuchar la Biblia, ellos mismos pueden en el futuro enseñar esta materia.
Por esto si el pastor enseña el curso o trae otra persona capacitada deben tomarse notas, adquirir algunos libros,
formar una pequeña biblioteca a fin de que esta materia posteriormente pueda ser enseñada por los mismos
hermanos. Así se puede ir formando un magisterio en la misma congregación.
Esta es la manera como una iglesia desarrolla su propio personal aprende a tener vida propia. Cada curso,
cada aspecto de la enseñanza que se ofrezca debe ser bien aprovechado y planeado para ir formando en la
misma iglesia maestros en distintos niveles y materias. Con el tiempo esta congregación tendrá elementos

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capacitados en diversas ramas de modo que si la iglesia emprende la tarea de abrir otras obras ya ella misma
tiene elementos y recursos para desarrollar ampliamente a la iglesia.

8. Talleres Un cuarto aspecto en la preparación de la iglesia es ofrecer diversos talleres a quienes ya han
andado en los escalones anteriores. Todo taller debe responder a:
1. Propósitos establecidos por la Palabra de Dios.
2. Necesidades reales de la congregación.
3. Planes definidos.
Y deben participar:
1. Las personas con formación inicial.
2. Con interés genuino en el área.
3. Con disposición a comprometerse.
El taller debe ser seguido de inmediato por la realización de un plan de acción en el cual se ponga en
práctica lo aprendido. De otra manera pierde el efecto.
Regularmente en las iglesias existe el culto de “estudio bíblico”. Pero en un programa más amplio y con el
fin de capacitar a la congregación para cubrir distintas necesidades, se pueden programar varios cursillos por año
alternándolos con aquellos.
Si en la congregación o en la comunidad hay personas que necesitan aprender a leer vendría muy bien un
cursillo para preparar alfabetizadores. También algunos gobiernos tienen personal para preparar alfabetizadores.
Entonces la iglesia puede echar mano de estos recursos para adiestrar a los hermanos.
Si la iglesia desea formar un cuadro de directores de cultos bien entrenados igualmente se pueden ofrecer
uno o dos talleres por año para ir formando elementos en este campo.
Es posible que el pastor también vaya preparando en la misma congregación futuros pastores.
Especialmente si el pastor asistió a un seminario o instituto bíblico él mismo puede hacer un programa sencillo de
preparación pastoral. Así tanto para la atención de la propia congregación como para la apertura de nuevas obras
ya tendrá elementos en formación.
Hay iglesias que por sus relaciones denominacionales pueden contar con la ayuda de un misionero o con
un sistema de educación por extensión. En muchas regiones hoy, tanto rurales como urbanas, se desarrollan
centros de este tipo con la participación de elementos de varias denominaciones. Es un magnífico recurso que
debe aprovecharse.
Como algo muy especial hay que recalcar el hecho de que todo Pastor debe buscar la formación de otros
pastores. Esta reproducción pastoral no necesariamente hay que realizarla por medio de un seminario o instituto
bíblico. La realidad actual en América Latina es que hay un porcentaje muy alto de pastores que nunca han
asistido a aquellas instituciones. Y sin embargo desarrollan un gran ministerio. Son personas levantadas por el
Señor en el seno mismo de la iglesia y “a brincos y a saltos” van aprendiendo su labor.
Desde luego que cuando hay orientación es mejor y se evitan muchos dolores. En la experiencia de
muchos pastores se han notado también que el mejor lugar para empezar a preparar pastores es en el seno de la
congregación misma y al lado del pastor. Esto fue lo que hizo Jesús. Se rodeó de un grupo de personas. Ellas
oían sus enseñanzas. Veían cómo el actuaba, sanando enfermos, echando fuera demonios, y cómo trataba cada
caso. Ellos recibían indicaciones específicas de cómo debían hacer su trabajo. Y luego Jesús los enviaba.

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Pablo empleó un sistema parecido. Esto es lo que hoy se llamaría educación informal, la que no se da en
un aula sino en el andar de cada día, en la marcha misma de los acontecimientos. Y hay que recordar que el
aprendizaje no solo se da por escuchar a su maestro. Lo que se ve que éste hace es un factor importante de
aprendizaje. El alumno trata de imitar a su maestro.
Cuando el pastor se rodea de hermanos para formarlos pastoralmente, no solamente necesita darles
doctrina y Biblia. Cuando aparece una persona con la necesidad o problema, puede escuchar dicho caso
juntamente con los hermanos y buscar su solución. Esta constituye una forma de aprendizaje. Y si después de
varios casos como este, se evalúa los resultados para ver si fueron inconvenientes o si fueron buenos, o si se
pudiera haber ofrecido algo mejor, el aprendizaje es más efectivo.
En la experiencia de un pastor que forma a otros pastores en su propia congregación dice que de vez en
cuando tiene en la iglesia talleres de una o varias semanas para los pastores en formación. Pero la mayor parte
de esta labor se da en la acción que continuamente se presenta en la iglesia.
Si se sale a evangelizar una región, primero oran juntos y se preparan espiritualmente. Con la participación
de todos se prepara con varias semanas de anticipación el plan de trabajo que se va a seguir. En esta manera
tanto el pastor como los otros hermanos al trabajar juntos aprenden juntos. Después de realizar en el terreno de
la práctica las operaciones trazadas se dedica una o varias sesiones para examinar a fondo lo que se hizo, lo
bueno y lo que no fue bueno, y cómo se puede ir rectificando o mejorando el programa. Así los hermanos han
aprendido muchas cosas y ellos se han capacitado para ir forjando sus propios programas. El pastor además no
desperdicia ninguna oportunidad de enseñanza.
Si llega un endemoniado a la iglesia, el Pastor toma varios de los hermanos a quienes está formando como
pastores y les pide que lo acompañen en la tarea de liberación de aquella persona. Posteriormente se reúnen y
se preguntan qué aprendieron de lo que vieron. En dicho diálogo cada uno trata de resumir los aspectos más
importantes.
Cuando andan juntos hacia algún lugar se da un tiempo muy valioso para intercambiar opiniones, compartir
experiencias, lanzar preguntas o hacer sugerencias respecto a la obra. En esta manera se han combinado
algunos cursillos breves con el aprendizaje de la vida diaria en la que todos están participando.
Cuando en una iglesia se desarrolla un plan formativo como el que se ha sugerido, el proceso de formación
de pastores en la misma iglesia se hace más fácil, pues en este proceso de hacer discípulos, la persona desde
antes de convertirse aprende a recibir enseñanza de otra persona. Pero igualmente aprende a enseñar. Y en este
recibir y dar se fomenta el amor, la comprensión y el deseo de servir. Y si posteriormente se refuerzan estas
actitudes con una enseñanza más avanzada para que la persona no esté atada a una sola manera de hacer las
cosas, a medida que se le da el crecimiento espiritual se descubren personas que tienen verdadero corazón y
vocación pastoral.
Estos son los elementos que el pastor debe tomar más cerca de sí para darles un trato y entendimiento
más amplio. Estos son los hermanos que no solo podrán hacerse cargo de las nuevas obras sino que podrán
acompañar al pastor en su ministerio formado con él un verdadero cuerpo o conjunto pastoral.
Aunque formar un equipo pastoral suena extraño a muchos hoy, esto era lo normal en la iglesia primitiva.
Las iglesias en aquel tiempo no eran gobernadas por un solo pastor si no por un cuerpo de pastores, ancianos u
obispos (Hch. 14.23, 15.4, 20.17, Tit. 1.5, Stg. 5.14, 1 P. 5.1, 5, He. 13.7).
Cuando un pastor, desde que pone sus pies en una iglesia, se propone formar hermanos de la misma
congregación para que en el futuro pastoreen con él en la iglesia, él está asegurando el futuro, no tanto suyo, sino

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el de la congregación. Es bien conocido que es uno de los problemas más serios que enfrenta hoy la obra del
Señor: pastores para su rebaño. Pues un programa organizado en la misma iglesia puede ser una respuesta a
esta situación.
Conclusiones El capítulo presentado tiene un punto de partida muy claro. La iglesia debe
parecerse a una escuela. Cada cristiano debe participar activamente en el destino y desarrollo de una
congregación. Y para esto, es necesario tener un programa que permita alcanzar dicha meta. Con esto se puede
capacitar a los hermanos para la tarea evangelizadora, labor principal de toda iglesia, y de allí capacitar para
servir en otros aspectos. Y esto no puede ser hecho a base de los cultos generales. Se necesita un programa
más ágil en la iglesia de hoy y de mañana.
Nuestro propósito es inquietar a las iglesias, misiones, pastores y líderes a pensar en otras posibilidades.
En este parte hemos ofrecido una vía nada más. Hemos ofrecido principios básicos. Pero en cada localidad,
comuna, región, toca a los dirigentes preparar su propio plan pastoral de acuerdo con las características,
necesidades y recursos de la región.
Conviene no solo hacer un estudio, sino proyectarse al futuro. Empezar a pensar en un plan de
transformación del ministerio pastoral. Esto no se puede realizar de un año para otro. Ha de ser un programa que
vaya de 5 a 10 años, y por etapas, y que cubra diferentes aspectos. Que empiece con un plan piloto con los
pastores más interesados y dispuestos. Y después de dos a cuatro años, reunir experiencias, evaluarlas y
obtener recomendaciones. De aquí dar un nuevo paso para desarrollar el trabajo en nuevas iglesias y con nuevos
pastores.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 11: ¿Cuál es la particularidad que presentan diferentes congregaciones en América Latina en su modo de evangelizar?
Pregunta 12: ¿Qué se debe de hacer con aquellos que no hicieron una profesión de fe?
Pregunta 13: ¿A qué factores están condicionadas muchas de las “profesiones de fe?
Pregunta 14: ¿Cuándo se debería empezar con un programa de formación inicial?
Pregunta 15: ¿Qué es lo que motivó al Espíritu del Señor a dejar las cartas apostólicas?
Pregunta 16: ¿Qué es lo que un nuevo convertido necesita saber?
Pregunta 17: ¿Cuáles son los elementos que por lo general causan divisiones en las congregaciones?
Pregunta 18: ¿Qué constituiría la tercera Etapa formativa del programa de estudio?
Pregunta 19: ¿A qué debe de responder cada taller?
Pregunta 20: ¿Quiénes deberían de participar?

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Lección 12 Fecha Expone

Ministración de la Palabra 10 dic 2016 Hno. Enrique Zúñiga Mella


1. Introducción
2. Examen a ciertas prácticas
3. Posibilidades de ministración de la palabra
4. Programa de predicación
5. Preparación propia

1. Introducción.
Esta es una parte muy importante de la tarea pastoral. La iglesia necesita oír, conocer y andar en la
voluntad divina. Por lo cual la reflexión en la Palabra de Dios constituye un elemento vital para la vida del Pueblo
de Dios.
Ya Pablo lo dejó ver, cuando entre los distintos dones y ministerios del Espíritu muchos de ellos están en
relación con la palabra hablada: Palabra de sabiduría; Palabra de ciencia; Diversos géneros de lenguas;
Interpretación de lenguas; Profecía; Exhortación; Evangelismo; Enseñanza; Apostolado
Aun desde aquel tiempo ya se hacía una diferencia entre los pastores, pues el apóstol recomendó darles
doble honor a los que predicaban y enseñaban (1 Ti.5.17).

2. Examen a ciertas prácticas Para la labor pastoral de nuestros días es conveniente considerar críticamente
algunas prácticas e ideas muy difundidas.
2.1 Actualmente se ha exagerado la siguiente igualdad: Pastor = Predicador
Por lo general si una iglesia desea un pastor, primero averigua si predica bien o no. Y de allí se llega a la
siguiente conclusión:
Buen predicador = Buen pastor
Mal predicador = Mal pastor
Esta conclusión, que funciona en la actualidad como un principio generalmente aceptado, debe ser
analizada seriamente y ver cuánto tiene de verdad y cuando de falso.
Es muy común encontrar excelentes expositores de la Palabra, grandes “oradores sagrados” pero que no
saben lo que es organizar una iglesia, ni desarrollar planes de trabajo, ni servir de consejeros. Su fuerte está
únicamente en el púlpito.
Por el contrario, hay pastores que son personas de amplia visión, que proyectan claramente el futuro de
una iglesia, saben organizar, saben ejecutar y suplir muchas necesidades de la congregación. Pero no son
“buenos” predicadores o buenos oradores. Al parecer Pablo fue uno de estos pues dice que era “tosco en la
palabra” (2 Co. 11.6).
De vez en cuando aparecen hombres que reúnen muchas de estas condiciones. Posiblemente por esta
razón en la iglesia primitiva no había un solo pastor para cada iglesia sino varios a fin de que las distintas
capacidades de varios se complementaran y pudieran dar a la congregación un ministerio integral. Es
importantísimo, entonces, para la salud de la iglesia, rectificar el difundido criterio tradicional de que solo el buen
predicador es buen pastor.
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2.2 El otro aspecto que hay que señalar es el relacionado con el sermón como medio por excelencia de la
comunicación de la Palabra de Dios. El sermón se ha generalizado tantísimo que se ha llegado a abusar de él. El
pastor piensa que si no predica, y especialmente desde un púlpito, no está cumpliendo su tarea. Y la
congregación también ha llegado a creer que si el mensaje no se da desde un púlpito no es la Palabra de Dios.
Al pueblo de Dios se le ha ido acostumbrando a que se le dé la Palabra ya digerida en “píldoras –
sermones”. Se ha acostumbrado a “escuchar”, a mantener una actitud pasiva, a recibir solamente. No participa
activamente en la búsqueda de la voluntad de Dios expresada en Su Palabra. No se aventura a “meterle el
diente” a la Palabra.
Además hay que reconocer que el sermón que es un monólogo es muy limitado para comunicar.
Especialmente si se reviste de la formalidad que caracteriza a muchos púlpitos. Las ciencias de la comunicación
demuestran la necesidad de variar los métodos, los medios y los recursos para que las ideas lleguen a su
destino. Los pastores necesitan abrirse a las múltiples posibilidades que el Espíritu Santo nos ofrece, a las vías
propias de comunicación de las diferentes idiosincrasias, y a los medios que la técnica moderna nos ofrece para
que la Palabra llegue y haga su labor en las vidas.
2.3 Hay muchos pastores que por no tener buenas cualidades de predicadores arruinan su ministerio pronto.
Unos se separan del ministerio porque creen que no tienen capacidad. Otros se dedican a pastorear iglesias por
períodos muy cortos de uno a dos años pues saben que en ese tiempo ya la gente está “aburrida de escucharle”.
Entonces estos pastorados cortos lo que hacen es entretener a la congregación, pues no la lanzan a proyectos de
envergadura. Y por otro lado el pastor mismo se dedica a vegetar y casi a desperdiciar su propia vida.
Hace falta que muchos hermanos que no son “buenos oradores”, pero sí grandes pastores, puedan echar
mano de otros recursos para no abandonar el ministerio sino realizarlo plenamente. Y los que predican “bien” que
amplíen su labor con otros recursos muy efectivos.
2.4 El propósito principal de exponer la Palabra de Dios, es que ella sea puesta en acción, que sea vivida cada
día (Mt. 7.24-27). Con la predicación no se trata de que se haga de la Biblia un objeto de conferencias o que sea
parte obligada de un programa o de una liturgia. Por lo cual debe pensarse que toda la reflexión en la Palabra de
Dios debe tener algún medio para que tanto el que imparte la Palabra como el que es enseñado, se den cuenta si
efectivamente la vida está siendo afectada, cambiada y renovada continuamente.
La enseñanza de la Palabra debe llevar al cambio. Si la vida de la persona y de la iglesia no experimenta
cambios, avances y renovación, algo anda mal. Pablo dijo que a la renovación del pensamiento corresponde una
transformación de la vida (Ro. 12.1-2). La Palabra de Dios se dirige a la mente y al corazón a fin de producir
cambios.
Nuestro mandato es que hay que enseñar y predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo. Pero que
cumpla su cometido es necesario hacerlo mediante diferentes alternativas.

3. Posibilidades de ministración de la palabra La lectura bíblica es posible hacerla de tal modo que el solo
hecho de leerla pueda hablar a las personas y provocar a la reflexión y a la vivencia. Esto implica que hay que
saber leerla en público y en privado. Y esto se puede aprender y mejorar.
3.1 Es muy generalizado en las iglesias tener en el programa del culto la sección de “lectura bíblica”, que
sencillamente se hace como una parte del ritual. Y no más se lee, y a veces muy mal leída. Es importante tener
en mente que aunque las personas sepan leer no siempre comprenden lo que leen.

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La Palabra de Dios debe ser leída especialmente por personas entrenadas. Para esto puede formarse un
cuadro de personas en la iglesia.
• Un texto bíblico puede y debe ser leído públicamente varias veces.
• Si en la congregación hay diversas versiones de la Biblia se puede pedir que se lea en cada una.
• Cuando hay alguna palabra que no es común o que tiene un significado especial se debe interrumpir la
lectura y aclarar brevemente el sentido.
• La persona que lee puede incitar a la participación de la congregación pidiendo que lean un párrafo, o
una palabra clave, o que repitan varias veces una frase que conviene recalcar.
• A veces es necesario repetir un pasaje o texto varias veces todos juntos y solicitar a los hermanos que
lo digan de memoria.
• También mientras se va leyendo el que guía puede cambiar intencionadamente una frase o palabra a
fin de que la congregación corrija a quien está leyendo.
Esto llama la atención de la gente y el que lee se da cuenta de si están comprendiendo.
Hay pasajes bíblicos que se prestan para dividir la congregación en dos o tres grupos. Entonces se puede
leer de modo que cada uno tome la parte del personaje correspondiente. En el caso de los diálogos de Jesús con
Nicodemo, con la samaritana, con los fariseos, y otros que se presentan para este tipo de lectura.
Solamente que debe haber más de una persona que guíe la lectura según el número de personajes para
que dirija la sección correspondiente. También pueden prepararse coros de jóvenes que memoricen o lean un
pasaje bíblico. Una lectura así hecha es altamente provechosa.
3.2 La práctica anteriormente descrita puede combinarse con otras. Después de haber leído el pasaje se
pide a la congregación que medite en silencio sobre la misma por varios minutos. Luego que cada hermano
comparta lo que entendió del pasaje. Quizá no todos podrán hacerlo.
Pero en un lapso de 15 minutos habrá varias personas que podrán expresar sus ideas. Siempre se da
aportes valiosísimos en esta práctica, pues los hermanos, sin conocimiento de teología, tratan de ver y aplicar el
pasaje a su propia vivencia, situación o necesidad.
Esto permite que haya una gran amplitud de aplicaciones a la vida diaria. Los mismos hermanos hacen la
reflexión y, en cierto modo, también el sermón. Así Dios habla a la congregación con su Palabra y por boca de
varias personas. El pastor no necesita decir mucho después. Quizá un breve comentario, aplicación o
llamamiento que puede hacerse en un tiempo muy breve.
3.3 Otro modo de reflexión sobre la Palabra es dividir a los presentes por grupos de seis a ocho personas.
Se numeran de uno a ocho, si quiere que en cada grupo haya ese número y luego se reúnen los del número uno
en un sector del salón, los números dos en otra parte y así sucesivamente. Se les asigna una persona guía y un
pasaje bíblico.
Se les solicita que cada grupo lo lea varias veces y que traten de entenderlo y ver que aplicación tiene para
sus vidas, para la vida de la iglesia, o para alguna otra situación. Después de unos 15 minutos más de diálogo
entre los hermanos, se suspende esta parte, todos los hermanos vuelven a formar el grupo grande y el
moderador de cada grupo presenta públicamente un resumen de los aspectos más importantes tratados en su
grupo. Si el pastor desea, al final puede recoger los pensamientos que él considera más importantes señalados
por los grupos y hacer una aplicación.
3.4 Este mismo sistema de reflexión puede aplicarse en forma más amplia. Puede tomarse, ya sea un
pasaje bíblico o una situación dada en la congregación o en la comunidad, para someterla a reflexión general.

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Entonces, ya sea en el culto, o bien subdividiendo a la congregación por sectores de acuerdo con los lugares
donde viven, se reúnen por grupos entre semana y dialogan sobre lo propuesto. Cada grupo tendrá un moderador
debidamente preparado que no solamente guíe sino que recoja por escrito las soluciones del grupo.
Posteriormente se celebra una sesión con todos los hermanos en la que se presentan informes. Se anotan
las conclusiones y recomendaciones en un pizarrón o en un papel y se procede posteriormente a estudiarlas y
llevarlas a la práctica.
Hay congregaciones que aplican con bastante frecuencia estas maneras, y han descubierto el valor de la
reflexión de todos modos los hermanos sobre la Palabra de Dios y sobre situaciones dadas.
Esto mismo ha guiado a llevar a la práctica proyectos muy interesantes. Tiene el gran valor, no solo de
realización del proyecto mismo, sino del hecho que este fue gestado y articulado por los mismos hermanos,
aprendiendo a relacionar y aplicar la Biblia a las situaciones diarias. Y en esta forma se pude alternar la reflexión
bíblica en forma de sermón con la participación de los hermanos.
Un programa de reflexión bíblica en esta manera exige tanto o más como la misma preparación de un buen
sermón. Porque el pastor siempre debe conocer a fondo los textos que se van a emplear a fin de conocer su
interpretación y ayudar a orientar a los hermanos cuando surgen las preguntas. Por otro lado se debe organizar y
planear bien el proceso de reflexión en grupos. La función pastoral aquí no es hablar, sino motivar, orientar a los
moderadores, y organizar para que los demás hablen o para que Dios hable a través de los demás. Su función es
también creer y esperar que Dios hable a la iglesia por medio de los mismos hermanos y no solamente a través
de su persona.
3.5 Al sermón pueden añadírsele variaciones. El pastor mientras predica puede lanzar preguntas a la gente.
Y no solo preguntas “retóricas” sino para que la gente responda.
Esto permite saber si la gente le va siguiendo, y también permite la participación y el diálogo.
También se puede emplear el pizarrón, cartelones y todo material que le ayude a aclarar y comunicar mejor
los pensamientos. La Palabra hablada no siempre es suficiente. Por esto es que el apego a la plataforma, al
púlpito, a la formalidad y al monólogo no siempre va a favor de una buena exposición y comunicación de la
palabra. El predicador que a menudo se baja de la plataforma y mientras habla anda por los pasillos, el que
emplea el pizarrón o cuadros, el que dialoga con la gente, el que dramatiza, es el que estará siempre en mayor
capacidad de ministrar la Palabra del Señor.
3.6 Un pasaje de la Palabra de Dios no solo puede ser sometido a reflexión por grupos o por un predicador.
Puede ser también dramatizado. En diferentes congregaciones emplean de vez en cuando este medio en vez de
un sermón. En las iglesias por lo general hay jóvenes y adultos que con un poco de ayuda y orientación pueden
preparar o improvisar dramas sobre pasajes o temas bíblicos. Después de la presentación se solicita a la
congregación expresar lo que entendieron de aquello. El pastor puede rematar con una breve aplicación o
llamamiento.
Los ejemplos citados constituyen algunas variaciones en el ministerio de la palabra. Quizá la costumbre
haga pesar que esto no es posible y que no hay que apartarse de lo ya establecido. Sin embargo, hay que tener
presente que lo importante es la Palabra de Dios y que el medio que vamos a emplear para estudiarla puede
cambiar.
Un día puede ser una lectura o meditación personal. Otro día puede ser en grupos. Otro día de otro modo,
conforme el Espíritu Santo guíe.

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Además, un sistema de reflexión bíblica en el cual haya diferentes maneras incide directamente en el
desarrollo de la capacidad para examinar la Palabra y para discernir los mensajes que son o no de Dios. Pablo
alabó a los bereanos porque examinaban los mismos mensajes del apóstol a la luz de las Escrituras (Hch. 17.10-
15). En el día de hoy es común ver congregaciones que son arrastradas por cualquier enseñanza, pues los
hermanos están acostumbrados solamente a oír y no a dialogar, y por ello no han podido desarrollar la capacidad
de discernimiento doctrinal.
La tarea pastoral es doble en este campo. Predicar y también enseñar a los hermanos a encontrar por ellos
mismos en las páginas de la Biblia aquello que es verdad y que no lo es. Y a encontrar respuestas para las
múltiples situaciones que enfrentan. Un programa de reflexión bíblica que emplee el sermón más otros medios
será una ayuda excelente en el crecimiento de la congregación.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Por qué razones la reflexión de la Palabra de Dios constituye un elemento vital para el pueblo de Dios?
Pregunta 2: ¿Qué ideas y prácticas exageradas se han difundido mucho en la actualidad?
Pregunta 3: ¿Por qué debemos rectificar el difundido criterio tradicional de que solo el buen predicador es buen pastor?”
Pregunta 4: ¿Qué nos dice el otro aspecto relacionado con el sermón como medio por excelencia de la comunicación de la Palabra de
Dios?
Pregunta 5: ¿Por qué razones hay muchos pastores que arruinan pronto su ministerio?
Pregunta 6: ¿Cuál es el propósito principal de exponer la Palabra de Dios?
Pregunta 7: ¿Cómo se debe de leer la Palabra?
Pregunta 8: ¿Cómo se puede combinar la lectura de la Biblia?
Pregunta 9: ¿Qué modo de reflexionar la Palabra en grupo se sugiere?
Pregunta 10: ¿Cuál puede ser el origen de una visión, de un sueño y de una revelación?

4. Programa de predicación Un pastor o un cuerpo de pastores pueden preparar un programa de predicación


con base en temas que surjan de la situación o con base en el texto mismo de la Escritura.
Para muchos es mejor el segundo aspecto o sea una reflexión que parta de la misma Biblia. Para esto no
hay nada mejor que emplear estudios continuados sobre el mismo libro. Permite que la reflexión sea guiada por la
Biblia misma y por lo tanto va dando distintos temas y puntos de referencia con la vida diaria.
Cuando el predicador por el contrario se deja guiar por los problemas y circunstancias que a diario
aparecen puede caer en una trampa. Por un lado andará cada domingo y semana saltando de un tema a otro sin
conexión entre ellos. Su predicación no tendrá un objetivo a larga distancia ni tampoco cohesión. La predicación
se vuelve algo así como una acción de apagar incendios por aquí y por allá.
Por otro lado el predicador se acostumbrará a andar detectando problemas de la misma congregación para
buscar algún pasaje bíblico relacionado y tener algo que decir. Y, finalmente, se puede acostumbrar a creer que
los problemas de la iglesia se resuelven desde el púlpito.
La práctica de predicar contra pecados que aparecen en hermanos de la congregación tiene el
inconveniente no solo de no resolver bien el problema sino que muchas veces lo agudiza. Pues, aunque un
hermano ciertamente caiga en pecado, y aunque desde el púlpito no se digan nombres concretos, sin embargo
toda la congregación empieza a pensar de quién se trata.
La predicación así hace que un problema que tal vez se pudiera haber resuelto personalmente por medio
de un consejo de "exhortación", ahora se extiende a toda la congregación dando oportunidad para habladurías,
chismes y otros problemas relacionados.

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La enseñanza pública de la Palabra debe buscar sobre todo dar una visión de conjunto sobre la fe y la
práctica diaria. Debe mostrar caminos, metas, y proveer dirección general al Pueblo de Dios.
Un programa de reflexión bíblica puede llevarse a cabo estudiando durante un año por ejemplo el
Evangelio de San Mateo alternando con un estudio de alguna epístola.
O un libro del Antiguo Testamento alternado con uno del nuevo.
Cuando en una iglesia hay varios predicadores esta tarea puede planearse en equipo. No solo haciendo un
rol de predicación, o sea qué día le toca a cada uno, sino que pueden distribuirse los pasajes bíblicos por orden.
Y aún más. Pueden prepararse en conjunto las ideas principales que cada uno va a comunicar. Para esto
requieren reunirse periódicamente para orar, estudiar y ayudarse juntos en la tarea que estarán desarrollando.
También se pueden poner de acuerdo no solo en cuanto a los pasajes que cada uno tocará, sino en cuanto
al método de exposición que van a emplear a fin de que haya variación en este campo.
Un domingo, por ejemplo, uno da un sermón común y corriente. Otro domingo se emplea la forma de
grupos. Otro día dos hermanos predican sobre el mismo pasaje, dividiéndose tiempo y aspecto. Y así
sucesivamente.
Hay iglesias en las que se combina una predicación debidamente planeada con otra más espontánea.
Cuando son varios los predicadores se ponen de acuerdo para que, si un día alguno de los hermanos haya
recibido carga o mensaje del Señor en especial, que sea él quien comparta la Palabra, aunque tengan que
romper ocasionalmente el orden. El Espíritu Santo muchas veces da mensajes fuera de lo acordado. Y es muy
importante mantener esta apertura al Señor.
Así se enseña la iglesia a oír distintas voces y a no depender de una sola. Además de la riqueza que
siempre trae la variación. Por esto es aconsejable no acostumbrar a las congregaciones diciéndoles: "el domingo
va a predicar fulano". O "habrá un predicador especial".
La iglesia debe ser enseñada a meditar u oír la Palabra de Dios y a no enfatizar cuál es el medio o la
persona. La costumbre de anunciar predicadores ha causado mucho daño a las iglesias, pues ha enfatizado más
al hombre que a Dios.

5. Preparación propia El expositor de la Palabra de Dios necesita de un horizonte amplio. Debe proyectarse
conscientemente hacia el futuro cercano y lejano. No solamente debe pensar en el sermón del domingo próximo
sino que debe prepararse para los próximos cinco, diez o quince años siguientes.
Es natural que el pastor joven no cuente con mayores recursos y viva apurado sobre lo que ha de predicar
la semana siguiente. Pero si se proyecta con fe, oración y dedicación, su ministerio en la Palabra puede
enriquecerlo y ampliarlo enormemente. En su temprano ministerio se dio cuenta de que la lectura bíblica personal
en forma devocional no era suficiente para las demandas de la enseñanza bíblica en la iglesia. Entonces tomó
por costumbre levantarse muy temprano y emplear diariamente entre una o dos horas, y a veces más, solamente
para estudiar y ahondar en la Palabra Dios.
Empezó por libros pequeños y sencillos como la carta de Filipenses, el Evangelio de Marcos y otros.
 Con libros comprados o prestados estudiaba el trasfondo o introducción de cada libro.
 Luego procedía a hacer la lectura del texto bíblico completo muchas veces en forma rápida hasta
obtener una visión panorámica y una información general del contenido.

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 Volvía a leer el texto nuevamente, pero con base en un bosquejo del libro que generalmente ofrecen los
comentarios bíblicos y que algunas Biblias también traen. Incluso trató de hacer su propio bosquejo general a
como él veía las divisiones principales del libro.
 El paso siguiente fue analizar el libro por secciones conforme al bosquejo. Esto le permitió llegar al
problema mismo de la interpretación de cada sección, su relación al trasfondo cultural, social, religioso, histórico,
en que se dio aquella Palabra, y dominar el lenguaje empleado en el texto.
Luego se hizo estas preguntas:
a) ¿Qué tiene que ver esto conmigo hoy?
b) ¿Qué tiene que ver con la iglesia?
c) ¿Con la sociedad?
d) ¿Con el mundo de hoy?
Partía del texto sagrado pero lo relacionaba con las distintas situaciones presentes. Todo lo que estudiaba
lo iba anotando en un cuaderno. Al cabo de varios meses se dio cuenta de varias cosas:
a) Que el estudio de la Biblia en forma ordenada seria permitía conocer la mente de Dios. Se va llegando a
saber cómo es El, qué hace, cómo actúa en el mundo, en la historia, y qué persigue con las personas.
b) Otro aspecto que halló fue que con el tiempo reunió una cantidad muy grande de material bíblico propio.
De modo que ya no le faltaba pan para su pueblo. Podría ir a la despensa y tomar la ración que él mismo había
almacenado.
c) También descubrió que al continuar por años con esta práctica fue adquiriendo gran experiencia en el
estudio y fue avanzando más y más en la interpretación de la Palabra a la situación de cada día, no solo de
problemas personales, sino de la iglesia, de la sociedad y del mundo.
De modo que había progreso continuo en su enseñanza y no necesitaba atarse a los viejos bosquejos, o
estar "calentando comida vieja". Un mismo pasaje bíblico podía ir dándole más amplitud de significado y más
variedad de presentación.
El pastor que goza del privilegio de dar todo su tiempo para la obra debe tomar muy en cuenta esta
experiencia y dedicar las primeras horas de la mañana a ese fin.
Después de todo sirve a la iglesia para guiarla hacia los pensamientos, propósitos y planes de Dios.
Pero el pastor que apenas da una parte de su tiempo a la iglesia y tiene que ganar el pan de cada día en
otra cosa (y esto no es indigno sino muy honroso, Hch. 18:1-3, 2 Co. 12:11-13) tendrá que esforzarse más y
hacer otro programa para atender a esta necesidad.
Tiene, desde luego, muy poco tiempo disponible. Pero, sin embargo, puede hacerlo. Lo que necesita es
distribuir adecuadamente su tiempo para:
 La atención de su propio trabajo.
 La atención de su familia.
 La atención de la iglesia.
 La atención de su preparación espiritual e intelectual.
En esta manera tendrá que dejar cuando menos a una o dos noches completamente libres a la semana, no
solo para estar en el hogar, sino para estudiar.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Cómo podrías preparar un programa de predicación?
Pregunta 2: ¿Qué nos permite el tener estudios continuos sobre el mismo libro?

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Pregunta 3: ¿Qué pasa cuando el predicador se deja guiar por los problemas y circunstancias que a diario aparecen?
Pregunta 4: ¿A qué se puede acostumbrar con eso?
Pregunta 5: ¿Qué inconveniente tiene la práctica de predicar contra pecados que aparecen en hermanos de la congregación?
Pregunta 6: ¿Qué debe buscar la enseñanza pública de la Palabra de Dios?
Pregunta 7: ¿Cómo podrías llevar a cabo un programa de reflexión bíblica?
Pregunta 8: ¿Por qué no es aconsejable acostumbrar a las congregaciones diciéndoles: "el domingo va a predicar fulano" o "habrá un
predicador especial"?
Pregunta 9: ¿Cómo tiende a ser la homilética tradicional de origen europeo o norteamericano?
Pregunta 10: ¿Cómo puede un pastor joven enriquecer y ampliar enormemente su ministerio en la Palabra?

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Lección 13 Fecha Expone

El Culto 10 dic 2016 Hno. Enrique Zúñiga Mella


1. Introducción
2. Bases del culto
3. Elementos básicos del culto cristiano.
4. El orden del culto.
5. Sencillez del culto.
6. Preparación de los directores de cultos.
7. Observaciones generales para los directores de cultos.

Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene
interpretación. Hágase todo para edificación. 1ª Corintios 14:26

1. Introducción Es responsabilidad pastoral la organización de la celebración del culto. Puesto que esto es tan
importante en la fe cristiana se hace necesario atenderlo muy bien.

2. Bases del culto Dios desea la alabanza y la adoración de su pueblo. El busca adoradores (Jn. 4:24). El
Espíritu que viene a morar en el cristiano hace que este clame “Abba Padre”. El cristiano busca expresar en
distintas maneras su relación con el Señor. Bien se puede decir que hay culto que se realiza en forma personal
cuando cada uno en lo privado alaba y glorifica al Señor. Y hay culto congregacional cuando a Dios se le exalta
en conjunto. Uno y otro están relacionados. Cuando en las vidas privadas hay una actitud permanente de culto a
Dios se refleja en la congregación. Y todo culto público debe ser tal que estimule en lo privado aquella actitud
hacia Dios.
También es cierto que en el culto el pueblo se reúne con su Dios. Pero igualmente esta reunión tiene otra
base: la manifestación del amor de los hermanos entre sí. Si no hay amor y pureza de relación humana no hay
adoración verdadera. O sea que Dios espera que se le rinda culto pero que parta de un espíritu de amor entre
los unos y los otros (Mt. 5:23-24; 1 Co. 11:17-22; Jn. 4:20; Cal. 122:1,8).
El culto cristiano entonces reúne dos elementos básicos:
1. Relación entre Dios y su pueblo.
2. Relación entre los miembros del pueblo de Dios.
La toma de posición en ese sentido es determinante, pues ayuda a evaluar lo real que es el culto. Hay
cristianos que van al culto dicen que a adorar a Dios. Pero en la reunión no les importa quiénes están a su lado,
qué es de ellos o qué les está pasando.
Hay creyentes que se acostumbran a “adorar” a pesar de que tienen enemistad o relaciones gravemente
dañadas con otros hermanos y no hacen nada por repararlas. U otros que se contentan con decir que ellos
adoran mejor a solas y que no necesitan reunirse con otros para hacerlo.
Por la tradición católico romana que priva muchísimas personas, están acostumbradas a pensar que el
culto no es otra cosa que un deber que hay que cumplir para no incurrir en pecado. Esta actitud se ha filtrado

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secretamente a muchas congregaciones. De allí la aparente falta de humanidad que se nota en muchas
reuniones religiosas.
La iglesia de Jerusalén nos permite ver cómo en ella se unieron perfectamente el amor entre los hermanos
y el amor a Dios. La alegre reunión entre los hermanos y la alegría en el Señor (Hch, 2:43-47).
La iglesia de Corinto, por el contrario, separaba estas cosas. Allá adoraban y aun “recordaban” la muerte
de Jesús sin importarles si se despreciaba a los pobres o se estaban divididos entre sí por lealtades a dirigentes.
Pablo les hizo ver que aquello no era posible. Relación cristiana y culto a Dios son parte de una misma cosa (1
Co. 11:17-22).

3. Elementos básicos del culto cristiano. Es necesario especificar las áreas principales que deben tomarse
en cuenta en la planificación de todo culto cristiano.

2
8 ADORACION

INFORMACIÓN
DE
ACTIVIDADES 3
COMUNION
PLENA

7 1
PRESENCIA
MINISTRACION
DEL AMOR Y Y ACCION 4
PODER DE DIOS DE DIOS TESTIMONIOS

6
REFLEXION 5
SOBRE LA DESARROLLO
PALABRA DE DE RELACIONES
DIOS

Pablo nos hace ver que en Corinto el culto contenía: alabanza, enseñanza, revelación, lengua e
interpretación (1 Co. 14:23). Había variedad carismática. Pero al faltar otras dimensiones lógicamente se
causaron los problemas conocidos. Por esto San Pablo llamó al amor, a la inteligencia y al orden en el culto.
a. El culto tiene como centro la presencia y acción misma de Dios. Es a Él a quien se le va a buscar
sobre todo. Es a Él a quien hay que destacar. Por esto el culto no puede tener como centro a un predicador, ni a
un conjunto o a un pastor. Dios debe ser exaltado en la congregación de su pueblo.
Igualmente el Señor quiere hablar y quiere actuar. Él quiere guiar a su pueblo. Quiere mostrarle su amor.
Quiere hacer sus obras de sanidad, de liberación, de regeneración y de salvación. Por lo tanto el culto debe ser
un verdadero encuentro entre Dios y su pueblo y no una simple ceremonia religiosa.

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b. La adoración tiene que ver con el reconocimiento de lo que el Señor es en sí mismo, su persona
maravillosa, llena de amor, de sabiduría y de poder (Is. 6:1-3; Sal. 103; 108; 1-5; 104). Tiene que ver también con
el reconocimiento de los hechos de Dios, ya sea en la naturaleza, en la historia en la iglesia o en la vida de cada
persona.
Unos emplean una adoración “planificada” a base de himnos y lecturas escogidas. Otros emplean una
adoración más libre en la que cada uno en silencio o a viva voz expresa al Señor su reconocimiento. Algunos lo
hacen de rodillas, otros de pie con las manos levantadas. A menudo surgen cánticos espirituales que son
improvisaciones de letra y música. Hay casos en los que se da en forma personal y a veces a nivel
congregacional un cántico general que va surgiendo espontáneamente al impulso del Espíritu Santo. Esto es algo
realmente maravilloso.
Con lo anterior se hace claro que hay muchas formas de adorar a Dios. La iglesia evangélica tiene una
gran riqueza en este campo. Es aconsejable que cada pastor conozca cómo se acercan al Señor los hermanos
de diferentes grupos a fin de que el culto de su iglesia sea cada vez más enriquecido. Una forma específica de
adoración no debiera caracterizar a los grupos cristianos. Dios da variedad a su pueblo para que ella sea
conocida repartida entre todos. Especialmente en los últimos años la adoración ha cobrado un valor muy grande y
se está dando en formas fuera de lo tradicional.
c. La comunión plena. Nos referimos así a la mesa del Señor o Santa Cena, pues en ella se da la
reunión de amor entre los componentes del cuerpo de Cristo en su máxima expresión y, al mismo tiempo la
reunión entre el pueblo y su Dios.
Hay tradiciones evangélicas que celebran la mesa del Señor una vez al mes. Otras hacen más a menudo.
Otras en cada reunión. La mesa del Señor en realidad debiera ser la conclusión de todo culto al recordar la
muerte de Jesús y anunciar su regreso, lo cual representa dos bastiones de la fe (1 Co. 11:23-26). Conviene
recordar que en la iglesia primitiva la Santa Cena era una fiesta de amor y que se celebraba aun en los hogares.
No se comía solo un pedacito casi microscópico de pan sino eran cenas (1 Co. 11:17-22; Hch. 2:46). Estaban
revestidas de compañerismo y de alegría. Esto explica que posiblemente no hubo una forma específica de
celebrar la Santa Cena sino que había gran variedad.
Actualmente hay congregaciones que han encontrado gran bendición en la celebración de la mesa del
Señor más a menudo, combinando las reuniones en el templo con reuniones en hogares y con más variedad en
sus formas. Han logrado variar la tradicional rigidez y se han abierto a una comunión más apostólica.
d. Los testimonios. Dar oportunidad a los asistentes al culto de contar lo que Dios ha hecho en sus
vidas no solo es parte de la adoración pero es edificación y mensaje. El testimonio ensalza a Dios. También
mueve a los demás a la reflexión y fe. Todo culto debe incluir este aspecto. Hay que enseñar a los hermanos a
testificar de experiencias nuevas, pues algunos se pasan toda la vida contando alguna cosa que sucedió hace
años.
e. Desarrollo de relaciones. En el estudio sobre relaciones se incluyó una parte sobre diferentes formas
de movilizar en un culto a los hermanos a fin de que este no se haga impersonal. Aun en congregaciones grandes
es posible hacer muchas variantes, y es más necesario aun, porque cuanto mayor sea el número de asistentes,
las relaciones tienden a ser más restringidas. Especialmente en las iglesias urbanas puesto que los hermanos se
reúnen preferentemente el domingo, con mayor razón conviene introducir en el culto variantes que estimulen las
relaciones y el amor.

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f. Reflexión sobre la Palabra. Es costumbre evangélica cuando llega la hora de la predicación hacer el
siguiente anuncio: “Ahora ha llegado la parte más importante de nuestro culto”. Sin embargo en este capítulo
estamos sugiriendo dar la mayor importancia a la presencia misma de Dios en el culto. Los demás
aspectos son todos igualmente importantes. Este principio ayuda mucho en el terreno práctico, pues, hay
personas que solo acuden a una iglesia por interés de escuchar a una persona pero no para darle gloria al Señor.
En un modelo de culto como el sugerido hay oportunidad de participación muy variada, incluso de oír la voz
del Señor por diferentes canales. El oír la Palabra de Dios debe ser uno de los varios aspectos igualmente
importantes del culto. Para desarrollo de este aspecto hay que tener presente las recomendaciones del estudio
relativo a la reflexión en la Palabra de Dios.
g. Ministración del amor y poder de Dios. Así como Jesús y los apóstoles no solo predicaron con la
boca sino que liberaron a las personas de espíritus demoníacos, de enfermedades, y de situaciones de pecado,
el culto actualmente debe integrar estos elementos.
(1) Sugerimos algunas directrices respecto a la liberación de endemoniados en el culto. Hay
congregaciones en las que este asunto se vuelve un verdadero espectáculo, y parece a veces darle más
importancia al diablo que al Señor. Algunas congregaciones lo que hacen cuando aparece alguna persona con
manifestaciones evidentes de posesión satánica es tomarla de la reunión pública inmediatamente y llevarla a un
salón aparte. Entonces ya sea el pastor mismo o varios hermanos preparados para esta labor se hacen cargo de
la persona mientras que el culto sigue su curso normal. Esto evita que el culto degenere en un “espectáculo” para
unos. A otros evita la desagradable sensación que siempre provocan estos casos. Incluso evita cierto histerismo
colectivo por el que muchos empiezan a “sentir” que el demonio se pasa de unos a otros y se llenan de temor.
Cuando los casos de endemoniados se dan en un culto hay que tomar acción rápida y enérgica para mantener el
orden por un lado y para ayudar debidamente a la persona necesitada por el otro.
Aparte de algún caso de posesión que exija ayuno y oración especial, el proceder debe ser sencillo.
Cualquier hermano en comunión con el Señor puede hacer uso de la autoridad de Jesús, ordenando al o a los
demonios abandonar a la persona.
Hay que reconocer que dichos poderes fueron exhibidos en vergüenza en la cruz del Calvario. Y ellos
reconocen su derrota. Reconocen la victoria de Jesús sobre ellos y su autoridad. Y reconocen la autoridad de
Jesús en las personas que de veras lo siguen y obedecen (Col. 2:15; Mr. 1:23-24; Lc. 10:17; Mr. 16:17; Hch. 19:
13-16). Por tanto, aunque hablen y se nieguen a salir, no hay que hacer caso. En el nombre de Jesús se les
ordena salir hasta que obedezcan.
Aunque no hay que pensar que toda manifestación extraña de una persona es una posesión, sin embargo
hay que reconocer que muchas personas por sus prácticas espiritistas, de hechicería y ocultismo han venido a
caer bajo posesión y opresión satánica. El Señor provee discernimiento para reconocer estos casos. Y aunque
nunca es agradable esta tarea, hay que cumplirla, pues se trata de una forma de liberación necesaria. (Hch.
10:38).
Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: ¿Cuáles son los dos tipos de culto?
Pregunta 2: ¿Qué pasa cuando en las vidas privadas hay una actitud permanente de culto a Dios?
Pregunta 3: ¿Qué se necesita para que haya adoración verdadera?
Pregunta 4: ¿Cuáles son los dos elementos básicos del culto cristiano?
Pregunta 5: ¿Cuál es una actitud que se ha filtrado secretamente a muchas congregaciones?
Pregunta 6: ¿Qué nos enseña Hch, 2:43-47?

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Pregunta 7: ¿Cuál debe de ser el centro del culto?


Pregunta 8: ¿Qué podemos aprender de 1 Co. 11:17-22; Hch. 2:46?
Pregunta 9: ¿Qué se obtiene con testimonios en un culto?
Pregunta 10: ¿Qué se debe de hacer en el caso de un endemoniado en un culto?

(2) La Ministración de salud física. Hay quienes formalmente en una oración piden por los enfermos. Otros
piden a las personas venir al altar y les imponen las manos. Otros piden que los necesitados pasen al frente pero
que vengan otros hermanos y ellos oren imponiéndoles las manos. Esta última forma menos común es muy
valiosa, pues permite que los hermanos se levanten de sus asientos y vengan a orar por sus semejantes. Así, si
hay 5, 6, 10, 15 enfermos, puede venir igual número de hermanos y orar por ellos. La ministración entonces no se
centraliza solo en una persona sino que tienen oportunidad de hacerla otros hermanos. Algunos tienen don de
sanidad y lo ejercen. Otros por lo menos expresan su amor y compasión. Y Dios también honra estas actitudes.
A menudo en estos momentos aparecen hermanos con cargas especiales. Algunos confiesan que están
atravesando períodos de tentación y debilidad en la fe. Sienten el peso de relaciones rotas con otras personas y
casos semejantes. Estas son otras áreas de ministración necesaria. A veces no basta orar. Se necesita quizá una
exhortación, una palabra de consuelo o una palabra de consejo. Es necesario discernir estas situaciones para ver
si la persona necesita una atención especial que no puede darse en ese culto sino en una entrevista particular.
Para agilizar y saber orar con más inteligencia en estos períodos de ministración de poder, se puede pedir
a las personas necesitadas formar varios grupos por aparte: los que necesitando salud física; los que tienen
necesidades materiales generales; los que tienen necesidades espirituales. Así, ya sea que el pastor ministre él
solo a los tres grupos o que solicite a otros hermanos ayuda, cada uno podrá hacerlo con inteligencia ya que
saben qué tipo de necesidades se están trayendo a la presencia del Señor.
Mientras que se ora conviene pedir al resto de la congregación que se pongan de rodillas y oren también al
Señor para que ellos participen de la ministración. De otro modo estos hermanos se pasarán con los ojos
abiertos a ver si pasa algo y el culto pierde su verdadero valor, pues se vuelve en espectáculo público.
h. Información de actividades. Ya que el culto permite reunir a la mayor parte de la iglesia es la mejor
oportunidad para dar ciertas informaciones necesarias como son los avisos de actividades, informes diversos y
cualquier aspecto que sea necesario para la movilización de la congregación. Esta parte es algo tediosa pero
cumple una función muy importante. Sí es bueno tener presente que los anuncios ordinarios se deben hacer en
forma breve. Pero los especiales hay que enfatizarlos, decirlos con cuidado, y darse cuenta por medio de
preguntas a la congregación si dichos anuncios han quedado lo suficientemente claros en la mente de las
personas.

4. El orden del culto. Hay iglesias que tienen trazada cierta “liturgia” u orden de culto. Algunas son muy
rígidas. Otras son del todo abiertas sin ningún tipo de programa y en algunos casos dan cierta impresión de
desorden. Quizá un término medio de libertad con orden o de dirección con libertad puede ser una buena fórmula.
Lo importante no es que cada himno y que cada minuto esté planificado. Más bien es que en un tiempo
convenido puedan darse los distintos aspectos mencionados, que incluso, no necesariamente deben seguir el
mismo orden siempre. Cada aspecto igualmente importante debe irse cubriendo de modo que el culto sea un
verdadero encuentro múltiple en vez de una mera formalidad fijada por un programa o un horario rígido.

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5. Sencillez del culto. Cuando se organiza el culto dentro de estos conceptos se descubre que este puede
realizarse en forma realmente sencilla y sin mayores complicaciones. Las personas saben que no solo van a
recibir y a oír. Ellas también van a dar primeramente adoración y gracias a Dios. También van a dar amor a los
hermanos. Saben que pueden edificar a otros y ser edificados por otros de diferentes maneras. El culto se vuelve
una vivencia de la comunidad en la que todos de un modo u otro son actores en la presencia del Señor.
Hay iglesias que se han complicado la vida con los cultos. Viven anunciando predicadores especiales,
cantantes, conjuntos, etc. como si la iglesia fuera un lugar para presentar espectáculos especiales con los cuales
atraen a las personas. En esta manera la gente se mal acostumbra y pierden el verdadero sentido del culto
cristiano. La iglesia debe ser enseñada a participar en reuniones con el sentido supremo de la presencia divina y
la reunión de los que siguen al Cordero. Hasta donde sea posible es preferible no anunciar quién va a predicar o
cantar. Así quien va a la reunión va por el Señor y por lo que puede también dar y recibir en una forma conjunta.

6. Preparación de los directores de cultos. Un pastor puede formar equipos de directores de cultos
Hermanos bien entrenados, consagrados al Señor son una ayuda valiosísima para el pastor y la iglesia. Para esto
se pueden implementar cursillos una o dos veces por año y así se recluta y capacita a los hermanos. Con ellos se
pueden integrar grupos de dos a tres personas. En la medida que van participando se van celebrando sesiones
periódicas de evaluación para ir mejorando el trabajo. Un pastor que tiene un equipo bien formado no tiene por
qué preocuparse si le toca salir de su congregación temporalmente para atender otros trabajos. Las mismas
sugerencias dadas en este capítulo pueden ser empleadas para ir formando este personal.

7. Observaciones generales para los directores de cultos. Es necesario reconocer siempre que el centro
del culto es el Señor mismo y que el Espíritu Santo es quien lo debe dirigir. Esto requiere de los directores de
cultos una vida limpia, contacto pleno con el pueblo del Señor y con el Señor, y una actitud de amplio
discernimiento de lo que el Espíritu Santo se propone hacer en la reunión para seguirle los pasos. Por tanto hay
que cuidar de exaltar personas, predicadores o elementos, sean de la casa o extraños, que traten de usar el culto
para atraer la atención sobre sí mismos.
a. La reunión se planea en sus aspectos primordiales, pero no es necesario llevar un orden de todo lo
que se va a hacer. Hay planeamiento, pero en la apertura a la dirección del Espíritu Santo. El orden del culto
jamás debe ser obstáculo a la acción del Señor. Pero tampoco hay que confundir la improvisación irresponsable y
charlatana con la libertad del Espíritu. Este balance debe ser parte de la maduración de quienes ministran esta
parte de la iglesia.
b. Los directores de cultos deben estar siempre atentos a reconocer las manifestaciones extrañas al
Espíritu del Señor, como casos de “espíritus de religiosidad” que atraen la atención sobre ellos y no al Señor,
personas con problemas emocionales, que quieren llamar poderosamente la atención, o acciones satánicas de
frialdad, crítica o profecía falsa. Deben aprender a discernir de qué espíritu proceden las cosas. Esto impone
una responsabilidad muy grande de mantener el culto bajo control siempre. Especialmente cuando llega una
persona desconocida para la comunidad, no importa cómo se presente o de dónde venga, si no hay referencias
conocidas, jamás se le debe permitir tomar el control.
c. La presentación de los dirigentes de cultos es muy importante. Si aparecen con cara triste, no baten
las manos al cantar, no alzan los brazos, o aparentan fatiga, pereza mal genio, no ayudarán al culto. Su forma de
pararse debe ser firme, su voz clara, de mando aunque en amor con sonrisa en el Señor y moverse con

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libertad. Sus actitudes y palabras deben ser positivas. En vez de decirle a la gente: “los veo que están muy
fríos”, decirles: “adoremos con júbilo y alegría al Señor”. “Estamos cantando bien, pero vamos a hacerlo mucho
mejor”.
d. El inicio de todo culto debe ser alegre por unos cuantos minutos para que la gente se ponga a tono y
en actitud de culto a Dios. Debe haber un período inicial alegre. Si se empieza con tristeza o flojera, eso afectará
toda la reunión. Pero pasado ese período, debe moverse a un espíritu diferente, de adoración, de reflexión. No
todo ha de ser bulla y movimiento. hemos de descubrir más y más la verdadera adoración en la que el espíritu
humano se eleva y concentra en el Señor. Así textos bíblicos, cánticos lentos y pensados, ayudarán mucho.
e. Cada equipo de presidencia puede estar enterado si en la semana anterior se enseñó algún cántico.
Si así fue, debe ser repasado. Además, cada equipo debe procurar enseñar cánticos nuevos.
f. Para efectos de la enseñanza de un cántico hay que tomar en cuenta varios factores:
(1) Que la letra esté escrita (hojas, pizarrón etc.)
(2) Que sea cantado por lo menos dos veces por quienes lo enseñan, y pedir a la gente que no lo
cante, sino que escuche nada más.
(3) Que sea cantado por la gente de cuatro a seis veces o hasta que se note que la música “ha
pegado”. Y más adelante en la reunión, volverlo a cantar. No enseñar más de un cántico en cada reunión.
g. Debe haber coordinación entre los que presiden y los músicos. Los que presiden fijan el ritmo y
deben tener a los músicos bajo su control (pedir tono, que hagan silencio, etc.)
h. En el culto no todo ha de ser movimiento, cántico y ruido. Tiene que haber recogimiento y silencio.
Algunos dirigentes se contentan si siempre ven moverse a la gente y escuchan ruido. Esto puede ser un mal
síntoma. Hay que alternar con momentos de silencio. Hay que explotar en este campo, poniendo a la gente a orar
privadamente, o meditar y leer. Hay que hacerlo en forma clara y suplicar total quietud a todos.
i. Hay que dar importancia a los niños que participan del culto. Algunos niños pueden participar en
grupos de dirección de vez en cuando, y pedirles que soliciten cánticos. Hay que instarles a dar testimonio de lo
que Dios ha hecho en sus vidas y hogares.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 11: ¿Cuáles son algunas formas distintas de orar por los enfermos?
Pregunta 12: ¿Cuáles son algunas otras formas de ministración necesarias?
Pregunta 13: Mientras que se ora, ¿qué debe de estar haciendo la congregación?
Pregunta 14: ¿Cuál es la mejor oportunidad de dar anuncios a la congregación?
Pregunta 15: ¿De qué manera se puede preparar “directores de cultos”?
Pregunta 16: ¿Qué se requiere de un director de cultos?
Pregunta 17: ¿Qué se debe de evitar para no atraer la atención sobre sí mismo?
Pregunta 18: ¿Cuál debe de ser el balance para tener la maduración de quienes ministran esta parte de la iglesia?
Pregunta 19: ¿A qué aspectos deben de estar siempre atentos los directores de cultos?
Pregunta 20: ¿Cómo debe de ser el inicio de todo culto?

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CAPITULO 4
LA CONSEJERIA EN LA IGLESIA

Lección 14 Fecha Expone

El Consejo 11 mar 2017 Hno. Gerson Gajardo Matamala


1. Niveles de consejo.
1 Consejo popular.
2 Consejo comunal
3 Consejo pastoral
4 Consejo profesional.

2. Objetivo del consejo

3. Un modelo de consejo.
1 Conocer la apariencia de la situación.
2 Reconocer los factores que entran en juego
3 Descubrir causas

4. Problemas comunes.
1 Problemas matrimoniales.
2 El sexo
3 Problemas económicos
4 La intervención de terceros.
5 Los hijos.
6 La religión
7 Los celos
8 La tercera edad.
9 Situaciones inesperadas.
10 Relaciones padres-hijos.
11 Pleitos entre hermanos en la fe.
12 Dificultades respecto a la fe.

5. Actitudes del pastor como consejero.

1. Niveles de consejo. Es muy importante hacer la diferencia entre consejo y reprensión. El pastor muy a
menudo confunde estos procedimientos. En realidad son dos cosas distintas aunque no dejan de tener cierta
relación.
a. La reprensión se relaciona más que todo con el mal andar de un cristiano. Se le declara su situación.
Y se le llama en el nombre del Señor a rectificar sus pasos. Es de carácter moral.
El consejo trata con problemas de la vida, con situaciones de crisis, no importa si tiene implicaciones
morales o no.
b. La reprensión es muy vertical. Ya sea el pastor o un hermano van o buscan al que anda mal y le
declaran su situación.
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El consejo espera que la persona en necesidad acuda en busca de ayuda.


c. Por la reprensión se declara lo que anda mal y lo que debe hacer.
Por el consejo se ayuda a la persona a que describa su situación, a que encuentre las causas de ella, y
que busque soluciones.
A pesar de las diferencias básicas expresadas, hay otro aspecto que reconocer. El pastor no es solo
consejero. Es también un reprensor. Esta función es necesaria, y está prescrita bíblicamente. Aún más. El
Espíritu Santo reparte dones no solo a pastores sino a otros hermanos (Ro. 12:8; 1 Ti. 4:13; 2 Ti. 4:2; He. 3:13).
El pastor no puede solo dedicarse a esperar en su oficina a que vengan a buscarlo y que allí se resuelvan
muchos problemas. A veces le toca ir más lejos. Le toca ir a reprender a exhortar. Es una tarea difícil y penosa.
Pero es igualmente necesaria e importante como lo es el consejo.
1.1 Consejo popular. Es el que da en las diarias relaciones de las personas que se intercambian
problemas y consejos. Como ya fue mencionado, la iglesia puede tener en este nivel un campo inmenso de
servicio, por las muchas esferas en que se mueven los hermanos y, en muchos casos, por el reconocimiento de
que gozan estos ante las personas que no conocen al Señor. Por esta razón dentro del programa formativo de
una iglesia deben darse a menudo cursos breves sobre consejo para que los hermanos puedan servir mejor a sus
semejantes.
1.2 Consejo comunal En muchos grupos latinoamericanos, especialmente de cultura indígena, se sigue
la práctica de aconsejar en grupo. Si una persona tiene dificultades en su hogar acude a los líderes de la tribu.
Entonces ellos en grupo escuchan y aconsejan.
A menudo el patrón autóctono de consejo no se sigue en las iglesias evangélicas, especialmente si éstas
están bajo la dirección de alguien que no es de esa cultura. A nuestro parecer, existe en ese modelo cultural un
valor muy grande y respetable, que pudiera ser seguido en las iglesias de la misma cultura también. Y en vez de
erigir al pastor o al misionero como único consejero, que se emplee un grupo de dirigentes cristianos autóctonos
para que cumplan esta función, y aun dar el reconocimiento debido al grupo de dirigentes de la comunidad
aunque no sean cristianos y no todos sus consejos sean los más adecuados desde la perspectiva de un cristiano.
1.3 Consejo pastoral En una encuesta realizada a pastores de varios países latinoamericanos se puso
de manifiesto que los problemas más comunes que atienden son:
 Problemas matrimoniales
 Relaciones padres-hijos
 Pleitos entre hermanos en la fe
 Dificultades económicas
 Dificultades sobre la fe
Los pastores que han logrado una mayor capacitación y experiencia, además de los anteriores, tratan otros
como:
 Ausencia de sentido en la vida
 Homosexualidad
 Alcoholismo y drogadicción
 Prostitución
 Problemas emocionales más profundos.
El cuadro anterior en su primera parte evidencia las áreas fundamentales en las que el pastor necesita
tener alguna capacitación. Con ello, al menos podrá hacerle frente a una gran cantidad de casos.

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La segunda parte del cuadro muestra un estrato más difícil y delicado. Requiere capacitación no solo
espiritual sino sicológica en un grado más avanzado. En este capítulo nos limitaremos a la primera parte y
haremos recomendaciones bibliográficas sobre la otra.
1.4 Consejo profesional. Este se refiere al que prestan personas tituladas como consejeros, sicólogos y
siquiatras. Su función puede ser muy valiosa, especialmente cuando además de la capacidad profesional, tienen
un conocimiento personal del Señor.
El pastor debe estar atento al trabajo de estas personas, y mantener alguna vinculación con ellas. Pueden
ser de gran ayuda en su trabajo si cuenta con su colaboración.
Hay que reconocer que a las iglesias acuden personas con conflictos emocionales muy profundos. Y que
no por el hecho de que alguien haga profesión de fe, o reciba el bautismo en el Espíritu Santo, dichos conflictos
se eliminan automáticamente. Algunas de estas personas necesitan una ayuda más amplia.
Además, todo pastor que pueda hacerlo, debe procurar capacitarse profesionalmente en este campo. Con
la gracia de Dios y con un entrenamiento amplio podrá desempeñar una tarea de gran utilidad a los seres
humanos.

2. Objetivo del consejo. El consejo en vez de ser una indicación de lo que la persona debe hacer en una
situación de crisis, es más bien un medio. Por él, a la persona se le ayuda a:
 Relatar la situación que está afrontando.
 Tener una visión de conjunto del problema, y no reparar solo en detalles.
 Descubrir las causas.
 Tomar las decisiones.
 Madurar, para que en situaciones futuras, pueda por sí misma resolverlos.
A estos elementos básicos del consejo hay que añadir por lo menos uno más. Hay casos que requieren
una verdadera sanidad interna. Afortunadamente, el pastor cuenta con un elemento con el que no cuentan
muchos especialistas en esta materia, que es el Señor, y la fe en El.
Cuando este factor entra en juego, se hace posible el perdón a sí mismo y el perdón a otros. Y se hace
posible una sanidad de heridas emocionales que ponen a la persona en una nueva condición ante la vida. El
consejo así puede abrir la puerta no solo para encontrar causas y soluciones a las crisis, sino para ministrar
liberación interior.
Hay que tener siempre presente que el evangelio es liberador. Y que el evangelio busca formar personas
libres y maduras en Cristo, a fin de que aprendan a “escoger lo mejor” y a tomar las mejores decisiones por sí
mismas.
A la par de lo anterior no hay que olvidar que muchísimas personas., por diferentes razones, tienden a ser
dependientes de otras en las tomas de decisiones. Ellas se sienten incapaces o temerosas para decidir y esperar
que alguien les diga qué deben hacer. Y si un pastor no reconoce bien estos casos y no adopta una actitud
adecuada, lo que hará es establecer una relación de dependencia de aquella persona hacia él. Y, por otro lado,
en realidad no la está enseñando a ser verdaderamente libre y responsable.
El consejo entonces, debe entenderse como un medio para la maduración de la persona en una situación
de crisis, en la cual ella misma es la principal actora. El pastor, al actuar como consejero, hasta donde sea
posible, se limita a guiar el proceso. Hay casos en los cuales necesariamente el consejero desempeña una
función muy destacada, pero han de ser las excepciones.

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3. Un modelo de consejo.
3.1 Conocer la apariencia de la situación. Por aquí se empieza. Una pareja llega adonde el pastor. El marido
dice: “Mi esposa y yo peleamos día y noche. Yo estoy cansado de esta vida y nos vamos a separar”. La esposa
enojada responde: “El ya no me quiere. Hace tiempo que ni duerme conmigo”.
En otro caso un hermano le dice al pastor: “Yo me voy de esta iglesia. Aquí no siento amor. Todos son
hipócritas...”
Otro hermano preocupado: “Mi hijo tiene catorce años. Ya no quiere asistir a la iglesia. Antes solo cantaba
coritos. Ahora le encanta la música rock”.
Las personas al compartir sus dificultades, a menudo lo que hacen es expresar lo superficial, lo que salta a
la vista.
A veces emiten juicios como: “todo anda mal”, “no hay amor”. Algunas personas ya comprenden las causas
de su situación, pero la gran mayoría solo ven lo que sucede, lo que experimentan, y eso es lo que expresan.
Es necesario saber escuchar y saber hacer preguntas para tener una visión bastante amplia de lo que
sucede. Especialmente, es importante poner atención a los hechos principales, sin preocuparse por detalles
minuciosos. Hay personas que cuando relatan algo detallan tanto que se puede perder la visión de los hechos
más importantes.
Por este medio empezamos a conocer lo externo de la situación. Y para quien se inicia en esta tarea del
consejo podría ser muy fácil, al escuchar ciertas cosas, empezar a “recetar” Biblia.
Por ejemplo, una pareja querella continuamente. El pastor podría tomar la Biblia, citarles un pasaje que
habla sobre la paz, exhortarles a controlarse y a que piensen en el mal testimonio que dan a sus vecinos. Pero
¿han buscado las causas por las que se enojan y pelean? Si en la sesión de consejo no se llega a este punto, la
solución que se les da es tan superficial como el relato que “pelean mucho”. Y una solución de este tipo lo que
puede hacer es algo así como tapar un caldero hirviente.
Conocer la apariencia de un problema humano es como mirar un árbol a cierta distancia. Se nota la forma
y tamaño del árbol en conjunto; se nota la forma, color y distribución de las hojas; se notan sus frutos y parte de
su ramazón y tronco. Nada más.
Apropiándome la Verdad
Pregunta 1: ¿Con qué se relaciona la reprensión?
Pregunta 2: ¿Cuáles son algunas formas de la reprensión?
Pregunta 3: ¿Cuáles son algunas formas del consejo?
Pregunta 4: Explica el consejo popular.
Pregunta 5: ¿Cuáles son los problemas más comunes que atiende un pastor?
Pregunta 6: ¿A qué se refiere el consejo profesional?
Pregunta 7: ¿Cuál es el objetivo del consejo?
Pregunta 8: ¿Con qué elemento cuenta el pastor con el que no cuentan muchos especialistas?
Pregunta 9: ¿Qué debe de hacer un pastor para no causar una dependencia hacia él?
Pregunta 10: ¿Qué se necesita hacer para tener una visión bastante amplia de lo que sucede?

3.2 Reconocer los factores que entran en juego Detrás de las hojas hay ramas grandes que sostienen el
follaje. Asimismo detrás de todo relato se esconden aspectos que son los que están provocando las
manifestaciones visibles.
Una pareja que está en problemas podría citar cosas como las siguientes:
(1) El: El dinero que gano no me alcanza. Ella todo lo gasta en un dos por tres”

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Ella: “Él no me da casi nada para los gastos de la casa. Quiere que haga milagros con el poquito de
dinero que me da”.
(2) El: “Yo creo que a mi mujer le gusta otro hombre.
Ella: se acuesta mucho después que yo y me da la espalda. Por la mañana se levanta antes que yo
me despierte”. “Es que solo él se satisface”.
(3) El: “Desde que mi esposa se convirtió a esta religión todo lo ve malo. Ya en la casa no se puede
escuchar radio, ni ver televisión, ni se puede hacer nada. Todo es iglesia y oración”.
Ella: “Es que él no quiere buscar a Dios, y como dice la Biblia, el hombre carnal no entiende las
cosas de Dios”.
En los ejemplos anteriores se puede ver con bastante facilidad que hay tres factores que pueden
detectarse:
(1) económico,
(2) sexual,
(3) religioso.
Desde luego que descubrir los factores no siempre es tan sencillo como lo hemos descrito. A veces el
relato de las personas es tan confuso que cuesta percibir los factores.
A menudo los factores que entran en juego son varios, y no uno solo. Están interrelacionados. Y hay que
discernir también si entre dichos factores hay uno que es el que predomina y que es el verdadero núcleo del
asunto.
Los problemas humanos tienen diferentes ramificaciones; son complejos y cada persona es distinta a las
demás. Aun cuando en la apariencia dos o más personas tengan una situación semejante, a cada una hay que
cocerla, interpretarla y buscarle soluciones a su propia medida.
Cuando se descubren los factores principales que están creando problemas, ya se empieza a pisar terreno
firme. Al llegar a este punto, es preciso que no solo el consejero, sino la persona que busca ayuda, hayan
discernido y concuerden acerca de cuáles son los factores centrales, ya sea económico, sexual, religioso, etc. A
partir de ese punto se puede proceder al siguiente paso.
3.3 Descubrir causas. En muchos casos hay causas bastantes sencillas, que una vez reconocidas, se
pueden superar fácilmente. Es el caso de problemas financieros. Es posible que todo el nudo radique en que la
pareja no sabe administrar su dinero. Ambos se lanzan cargos, y se disgustan. Pero no ven qué es lo que
sucede.
Para llegar a este punto también será necesario que el consejero guíe a las personas a describir esta
causa. Quizá nunca han preparado un presupuesto familiar a base de lo que entra y de los gastos básicos que
necesitan hacer. Entonces, reconocida esta causa, sugerirles, o mucho mejor que ellos mismos propongan formar
su propio presupuesto, y comprometerse a sujetarse a él.
Sin embargo hay que reconocer que no toda persona por reconocer la causa de un problema, aunque sea
tan sencilla como la descrita, lleva a cabo la solución que se propone. Por esto el consejo debe contemplar una o
varias sesiones más con el fin de escuchar a las personas si hicieron el presupuesto, si se están sometiendo a él,
si hay algún detalle relacionado que valga la pena reconsiderar, y animarles a seguir adelante. Si ellos han
enfrentado el asunto y la situación mejora, ya no necesitarán acudir más al consejero.
Así como este ejemplo hay multitud de casos que con sabiduría pueden resolverse, pues son de carácter
muy superficial, y de una solución relativamente sencilla y práctica.

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Pero hay muchas otras situaciones que son más complicadas. Que tienen causas más profundas. Estas no
se resuelven con una sugerencia práctica como la del caso anterior. Requieren un tratamiento más adecuado.
Si se toma el mismo caso anterior, dificultades hogareñas debido al dinero, se podrían descubrir otros
factores que requieren otras soluciones. El hombre maneja el dinero. Se lo da a la mujer en la medida que lo va
necesitando, y siempre a regañadientes. Pero lo hace así porque tiene un concepto definido del papel del hombre
y de la mujer en general. Él se siente “el rey de la creación”, él sabe cómo hacerlo todo. En relación a la mujer en
general, la considera inferior al hombre en dignidad y capacidad, y cree que debe mantenerla sometida a él en
toda manera.
A su vez la mujer se siente humillada, despreciada, y sin derechos. No se le reconoce su condición de
igualdad.
Los problemas surgen. Aparentemente por causa del dinero. Pero en el fondo se trata de otra cosa
totalmente distinta. La causa está en las actitudes, especialmente del hombre hacia la mujer en general, y por
consiguiente, hacia su propia mujer.
Entonces la solución no radica en aconsejarles a emplear el dinero con medida. Habría que llevar al
hombre a una reflexión seria sobre la dignidad de la mujer; llevarlo a reconocer los patrones culturales
“machistas” que han influido en la formación de sus actitudes; y, en la medida que reconozca y acepte su
situación, guiarlo a despojarse de dichas actitudes y sustituirlas por otras más reales y más dignas, más conforme
a la Palabra de Dios.
Es aquí donde radica una posibilidad muy grande para los que confían en Dios. Pues no solo se puede
llegar a descubrir la causa más honda, pero siendo que ella constituye toda una estructura mental y emocional,
quizá de toda una vida, necesita no solo reconocerse aquello, sino liberarse.
Y así como un pecador viene a Jesús, a recibir perdón y limpieza, y puede empezar vida nueva por el
poder de Dios que obra en él, así también es importantísimo que estas actitudes sean descubiertas y traídas al
Señor, pedir que el Espíritu Santo las quite, y que la persona adopte nuevas actitudes y persevere en ellas.
Se ministra liberación y se proponen metas. La oración de reconocimiento de lo que no está bien; de
especificar aquello en voz alta delante del Señor; de pedir perdón por ello, y de pedir un cambio de actitudes es
básica en este proceso.
Sin embargo, hay que tener presente que a veces las actitudes viejas quieren volver a gobernar. El mismo
Satanás procurará resucitar aquello para causar problemas. Esto es muy común, por lo cual es importante
celebrar una o más sesiones de evaluación. Por ella se dará oportunidad de expresar qué ha ido sucediendo, si
se van superando las dificultades, y si hay asuntos relacionados que todavía no se logran controlar. De allí
surgirán recomendaciones, estímulo a continuar, oportunidad de orar, etc.
El problema más delicado en el consejo radica en descubrir las causas y hallar las soluciones. A menudo
un pastor necesitará ayuda de un profesional o sencillamente remitirlo a él. Aun hay situaciones en las que ni un
profesional logra dar en el blanco. Esta labor no es como quien repara el motor de un vehículo que teniendo a
mano el instructivo de la construcción y del funcionamiento se puede llegar a la solución. En el ser humano hay
motivaciones irracionales y otras que son ocultadas expresamente. Y por tanto no todo consejo alcanza su
objetivo.
Para ayudarse en la tarea es muy importante que el consejero, por medio del estudio y de la experiencia,
vaya formando cuadros de elementos relacionados con problemas comunes. Esto será como un “mapa” que le
ayudará a tener puntos de referencia. En la sección siguiente de este capítulo se dará una muestra.

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4. Problemas comunes. Ya fueron mencionados algunos de los problemas por los que son consultados más
frecuentemente los pastores. Proporcionaremos a continuación puntos generales de referencia para orientarse en
dichas situaciones.
4.1 Problemas matrimoniales. Una pareja que afronta una crisis puede tener una o varias causas entre
las que muestra el cuadro siguiente:

PROBLEMAS
ECONOMICOS
LA EL
RELIGION ECONOMICOS SEXO
ECONOMICOS

EL----------ELLA LOS
TERCERA
EDAD HIJOS

SITUACIONES
INESPERADAS INTERVENCION
DE TERCEROS
ECONOMICOS
ECONOMICOS
Sin embargo el cuadro apenas orienta, pero no llega a lo más hondo. Detrás de cada uno de esos factores
puede haber otros elementos relacionados que sí podrían ser las causas verdaderas del problema y a las cuales
hay que atacar.
4.2 El sexo Este factor es bastante común en los problemas hogareños. Se da un desajuste en las relaciones
de la pareja. La mujer se siente insatisfecha. El varón se siente rechazado. No hay libertad de participación mutua
(1 Co. 7:3-5).
A estas situaciones vienen tensiones entre ambos, recriminaciones, alejamiento físico y emocional. Hay
casos en que la situación avanza tanto que puede provocar la infidelidad y la ruptura del hogar.
Cuando el sexo es un factor de tensiones hay que buscar su posible causa. En términos generales, podrían
darse una o varias de las siguientes:
a. Falta de educación sexual. Es muy corriente en nuestros países que muchas mujeres, y
hombres también, van al matrimonio sin tener una idea del papel que juega el sexo. De esto provienen los abusos
que, a menudo cometen los hombres la noche de bodas y que causan serias dificultades posteriores. También se
dan sentimientos de culpa, actuación pasiva de la mujer y una incomprensión mutua.
b. Conceptos religiosos equivocados. En América Latina ha predominado la enseñanza
religiosa con hondas raíces del maniqueísmo filosófico, que asume lo malo y pecaminoso de la materia, y por lo
tanto de las relaciones sexuales. Esta idea ejerce una influencia muy poderosa en nuestro pueblo. Y se agranda
el problema cuando se combina con la creencia popular que el pecado original, el tal “mordisco a la manzana” fue
la unión sexual de nuestros primeros padres. El hecho mismo de presentar a María, la madre de Jesús, como
virgen después del parto, y el rechazo total de la posibilidad que ella tuviera más hijos, se encuadra dentro de
este patrón doctrinal (Mr. 3:31-35; Mt. 13:53-56).

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Las más afectadas han sido las mujeres, para quienes el sexo se limita a la reproducción. Muchas de ellas
van al matrimonio con una actitud negativa o de reserva en cuanto al sexo por la razón ya apuntada. Y esto hace
que su participación sea limitada, a medias o indiferente (Gn. 1:26-28, 2:18-25; He 13:4; 2 Co. 7:1-9; 1 Ti. 4:3-5; 1
P. 3:1-7).
c. Traumas. Pueden darse por experiencias como: una mujer que, siendo una niña, fue
manoseada por algún hombre; intentos de abuso o violación; ver a un hombre desnudo y cosas semejantes.
Estas situaciones constituyen un choque tan fuerte que han dejado a la mujer con miedo del hombre, o aun con
repugnancia de él, que les impide actuar de igual a igual.
d. Sentimientos de culpa. Mujeres que tuvieron relaciones sexuales antes del matrimonio;
hombres que, siendo cristianos, han tenido relaciones extramaritales; hombres y mujeres que, sin ser
homosexuales, tuvieron alguna experiencia de esa naturaleza, a menudo no logran liberarse de la culpa,
vergüenza o enojo. Sobrevienen la indiferencia, y aun la “impotencia”.
e. Temor al embarazo. Este factor es muy conocido en todos los hogares y produce serias
dificultades si no se trata con franqueza y realismo.
f. Resentimientos. A menudo tanto el hombre como la mujer, se “enfrían”, se alejan o se niegan
sexualmente, sencillamente por una “venganza”. Alguna cosa ofendió a uno, no lo exteriorizó lo guardó y aquello
se usa como arma.
Es obvio que al detectarse las causas, hay que atacarlas. A menudo una persona o una pareja requerirán
una reeducación sexual. Sugerir la lectura de algún libro sencillo que oriente al respecto; o bien tener una sesión
especial para explicar este asunto.
Hay iglesias que tienen programas de educación sexual. Se orienta a los jóvenes desde los primeros años
de la adolescencia. A las parejas que se van a casar se les ofrece un curso de varias sesiones o semanas. Y para
los adultos casados, se tiene conferencias y diálogos sobre esta materia, además de la consulta privada que se
puede ofrecer. Un buen programa de educación sexual en la iglesia es la mejor prevención contra problemas
futuros.
En los casos de sentimientos de culpa, de resentimientos, aun de traumas, si se logra que la persona
descubra y reconozca el factor causante, la fe en el Señor, la aceptación de su perdón, la aceptación de la paz y
de la posibilidad de volver a empezar la vida en Cristo, son recursos inapreciables con que cuenta el pastor como
consejero (Lc. 15:11-24; Jn. 8:1-11; 2 Co. 5:17; Sal. 51; Jn. 1:7-9).
Es recomendable que en cada casa haya algún texto sobre esta materia. Actualmente ésta literatura
abunda y hay desde los que son de corte pornográfico hasta muy científicos. Hay obras sencillas y económicas
que además van al grano. Nadie mejor que el pastor puede seleccionar esta literatura y hacer las
recomendaciones del caso.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 11: ¿Qué pasa cuándo se descubren los factores principales que están creando problemas?
Pregunta 12: ¿Qué es muy probable que pase en los problemas financieros de parejas?
Pregunta 13: ¿De qué manera deberíamos de aconsejar al varón que con su actitud humilla a su mujer?
Pregunta 14: ¿Qué cosa sería lo básico en ese proceso?
Pregunta 15: ¿Qué podemos lograr con las sesiones de evaluación?
Pregunta 16: ¿En qué radica el problema más delicado en el consejo?
Pregunta 17: ¿Qué se debe de hacer cuando el sexo es un factor de tensiones?
Pregunta 18: ¿En qué consisten los conceptos religiosos equivocados?
Pregunta 19: ¿Qué se sugiere para atacar las causas cuando se detectan?
Pregunta 20: ¿Qué debemos de tratar de lograr en los casos de sentimientos de culpa, de resentimientos, aun de traumas?
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4.3 Problemas económicos Estos pueden motivarse también por:


a. Gastar más de lo que se gana.
b. Porque no se gana lo suficiente para las necesidades básicas.
c. Por gusto de estar comprando cosas innecesarias o de lujo.
d. Por pagar cuentas ajenas, salir fiador de otros.
e. Por no saber trabajar o no estar capacitado para desempeñar en un puesto.
f. Porque en la familia hay elementos que pueden trabajar pero viven “recostados”.
g. Situaciones ocasionales como un incendio, robo muerte del padre.
h. Irresponsabilidad en el trabajo.
i. Por tener ambos que trabajar fuera de la casa.
En este tipo de situaciones, generalmente se requiere más que todo poner orden, poner metas y someterse
a ellas.
En el caso (e) necesita atención especial y quizá ayuda de la congregación a fin de que la persona pueda
capacitarse para aumentar sus entradas o tener un trabajo permanente.
En el caso (h), personas que cambian continuamente de puesto porque nunca les gusta tener un jefe, o
porque como cristianos se “sienten mal” al estar rodeados en el trabajo de otros que solo “hablan cosas feas”.
Estos casos necesitan ser orientados hacia el valor del trabajo, la necesidad de ser constante, la importancia de
estar en medio de la gente que no conoce al Señor (Gn. 2:15; 2 Ts. 3:6-12; Pr. 6:1-5; 11:15; 22:26; Job 1-2; Fil.
4:19).
Una situación muy común en las ciudades es que, ya por necesidad material o por otras razones, trabajan
fuera de la casa tanto el hombre como la mujer. El cansancio que produce en ambos su labor, y las relaciones
que establecen fuera de la casa, hacen que si no hay confianza suficiente entre ambos, y no se establecen un
horario para dialogar, estar juntos, divertirse juntos, se produzcan serias tensiones. La vida familiar en las
ciudades grandes requiere también la creación de una pastoral adecuada en la que cada pastor mediante estudio
y experiencias puede dar una gran contribución.
4.4 La intervención de terceros. Cuando en un hogar hay otras personas que toman las decisiones o que
influyen constantemente en ellas, pueden aparecer los problemas. Aquellas pueden ser los suegros, los cuñados,
los abuelos o amistades muy cercanas.
El viejo refrán: “El que se casa pide casa” es muy valedero. Cada hogar debe aprender a hacer su propia
vida. La pareja desde antes de casarse debe reconocer en qué medida uno u otro ambos son dependientes
económica o espiritualmente de otros, y procurar liberarse de esas ataduras. E igualmente los padres deben
limitar su participación en un nuevo hogar al mínimo posible.
Sin embargo, hay que reconocer que en las culturas aborígenes de nuestro continente la participación de
terceros es un elemento muy determinante. En muchos casos todavía los padres escogen quiénes serán los que
se casan; ellos asignan adónde vivirán y cómo será su sostenimiento económico. En estas circunstancias será
muy necesario desarrollar una pastoral familiar que reúna los elementos aceptables de la cultura y los principios
de la Sagrada Escritura.
4.5 Los hijos. Si bien los hijos son bendición del cielo, a veces causan problemas. No ellos mismos,
sino las actitudes de los padres.
Las desavenencias dentro de este marco se pueden dar por diferentes razones.

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a. La despreocupación del hombre por su esposa durante el embarazo. Hay mujeres que sufren mucho
durante este período y los hombres se comportan con gran indiferencia.
b. Hay casos en que son los hombres lo que, durante el embarazo de la mujer, se vuelven un costal de
males. Actitud desconsiderada de la mujer o burlesca puede acarrear situaciones difíciles.
c. La falta de participación unida de los esposos en la educación de los hijos. No hay diálogo entre ellos,
no hay pautas, no hay acuerdos. Y vienen así las actuaciones indiferentes, violentas o parcializadas.
d. Corrientemente las parejas empiezan a notar con mayor claridad sus errores cuando los hijos entran a
la adolescencia. En esa época éstos muestran de diferentes modos lo que resienten de sus padres.
Los padres se lanzan cargos mutuos y los problemas se agrandan porque presentan varios frentes,
pues los hijos entran en juego. Ante esta situación es más importante prevenir que curar. Y la iglesia
puede ayudar grandemente en la reducción de problemas hogareños debido a los hijos, cuando se
auspician regularmente conferencias y diálogos sobre la educación hogareña.
4.6 La religión Pueden causar problemas actitudes como las siguientes:
a. Intolerancia de uno de los cónyuges hacia la fe del otro.
b. Menosprecio del cónyuge cristiano hacia el que no cree.
c. El cónyuge cristiano se “dedica tanto a la iglesia” que descuida su hogar.
d. El legalismo religioso por el que en la casa no se puede hacer otra cosa sino leer la Biblia, orar, cantar
o escuchar solo música sagrada; no se puede practicar deporte porque es malo, se obliga a los hijos asistir a la
iglesia, se prohíbe a las señoritas vestirse o arreglarse conforme a su edad, etc.
Como se aprecia en el cuadro los problemas por causa de la religión pueden darse tanto donde los
cónyuges son de diferente religión como en aquellos en que ambos son cristianos. La religión de por sí no es un
elemento que soluciona problemas. A veces crea problemas a los agudiza según sean las actitudes.
Con todo vale la pena tener presente las recomendaciones de la Palabra de Dios en varios casos:
a. Cuando la situación se vuelve intolerable para el cristiano y se han agotado todos los recursos, hay
que tener presente que a paz ha llamado Dios (1 Co. 7:10-15).
b. Cuando uno de los cónyuges no es cristiano pero respeta al otro y quiere vivir con él (1 Co. 7:16; 1 P.
3:1-7).
c. Cuando se descuida el hogar por atender la iglesia (1 Ti. 5:8).
d. El hogar debe tener vida espiritual pero no una saturación de religiosidad y de formas externas. El
evangelio no es un código de negaciones y deberes, sino que es la vida de Jesús manifestándose en
cada creyente por la presencia y acción del Espíritu Santo (Gá. 2:16-17, 3:1-5, 5:1-6, 5:22-23).
4.7 Los celos Estos manifiestan inseguridad y desconfianza. Puede que:
a. Uno de los cónyuges se sienta inferior al otro.
b. El sentimiento de inseguridad no solo se manifieste en la relación matrimonial sino en todos los demás
campos. Quizá ya se trate de un verdadero complejo que necesite ser visto en forma amplia.
c. Uno de los cónyuges ha dado motivo para que se desconfíe de él, y él no ha rectificado su conducta.
d. El cónyuge que faltó sí rectificó su conducta, pero el otro no lo aceptó, no lo perdonó y retiene el
rencor.
e. Uno de los cónyuges se ha convertido al Señor, pero el no creyente sigue creyendo que es la misma
persona de antes y sigue desconfiando.

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El tratamiento de los celos puede ser psicológico y espiritual. Cuando se da como en (a) y (b) puede ser
que hayan mediado actitudes de los padres, de familiares, de amigos o de maestros, que crearon una situación
en la persona de inseguridad en sí misma y hacia los demás.
Estos casos a veces tienen fecha, lugar y nombres concretos que en uno o varios momentos de la vida
fueron los que crearon en la persona dicho estado. Cuando se logran descubrir y reconocer, lo más adecuado es
llevarlos específicamente a Dios en oración, en voz alta, y expresar aquellas cosas ante Dios con sus nombres y
detalles. La persona necesita expresar perdón hacia quienes le causaron daño, y aceptar por la fe la liberación de
dichos estados.
Además, es muy importante que la mente se nutra a partir de ese momento de pensamientos nuevos. Que
lea, memorice, recite continuamente ciertos pensamientos y pasajes bíblicos. Que reflexione sobre ellos, y deje
que vayan tomando lugar en la vida y dirigiéndola. Y aun cuando aparezcan aquellas voces o sentimientos viejos,
la persona en una estrecha colaboración con Dios y consigo mismo no debe hacerles caso, sino marchar en
dirección de lo que Dios le dice.
Algunos pasajes bíblicos a emplear pueden ser: Mt. 10:31; Fil. 4:13; 2 Co. 5:17; Ro. 8:37.
En los casos (c) y (d) se requiere franqueza, perdón y comprensión. El cónyuge ofendido nada ganará con
esconder y retener un rencor. Debe perdonar. Además debe reconocer que si el otro faltó y se arrepintió, lo mejor
es olvidar totalmente aquello y ayudarlo a restaurarse plenamente. La misericordia del cónyuge cristiano puede
hacer desaparecer una situación que podría tomarse de gravedad (Mt. 6:12, 14-15; Gá. 6:1; Ro. 12:21).
Debe haber una aceptación mutua y una actitud de franco y amoroso diálogo.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 21: Menciona tres motivos de problemas financieros
Pregunta 22: ¿Qué se necesita hacer en el caso “e”?
Pregunta 23: ¿Qué se necesita hacer en el caso “h”?
Pregunta 24: ¿Cuál es una situación muy común de problemas en las ciudades y que se requiere en esos casos?
Pregunta 25: Explica el problema de “intervención de terceros”
Pregunta 26: ¿De qué manera se soluciona ese problema?
Pregunta 27: Menciona tres desavenencias que se dan entre padres e hijos
Pregunta 28: Menciona tres problemas de actitud que se dan en el área de la religión.
Pregunta 29: Menciona dos recomendaciones de la Palabra de Dios en esos casos.
Pregunta 30: Menciona tres causas de celos en el matrimonio.

4.8 La tercera edad. Llamamos así a la época, casi siempre a partir de los 40 años. Cuando los cónyuges ven
a sus hijos ya grandes, casados y ellos quedan solos. Para algunas parejas esta época es muy difícil. Algunas
aun cuando soportaron 20 o más años juntas, al entrar en esta fase sufren crisis muy grandes y hasta se
separan.
Esta situación puede ser causada por:
a. Al irse los hijos, la mujer que quizá vivió para ellos, se encuentra sola, y la vida pierde sentido.
b. Cuando la mujer, por causa de los partos y otros factores, ha perdido o disminuido su capacidad
sexual, pierde interés en su marido, y pierde este nivel de relación con él. Si él si está en buenas
condiciones, es muy peligroso que el alejamiento sexual de su esposa lo aleje emocionalmente de ella
y lo ponga en situación de tentación frente a otras posibilidades.
c. A veces a pesar de las condiciones físicas normales, hay parejas que, por ideas equivocadas, asumen
que la función sexual ya no tiene valor. La descuidan y se van alejando uno del otro.

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El aspecto (a) que afecta mayormente a la mujer, puede enfrentarse a tiempo. Especialmente quien es
cristiano puede tener una visión distinta de la vida. Si una persona de 45 años llega a esa situación, necesita
mirar un poco adelante. Suponiendo que Dios le conceda 10, 15 ó 20 años más, hay que saberlos emplear. En
este período, por ser la persona madura emocional y mentalmente, aun cuando físicamente está más limitada,
puede aprender y realizar muchas cosas nuevas. Podrá dedicarse a estudiar algo, a aprender algún oficio, a
servir a los hermanos en la fe en distintos modos, a servir en la iglesia, y ayudar, acompañar y estimular a su
marido en nuevas formas. Así la vida podrá tener un nuevo sentido y muchísimas aplicaciones útiles. Para una
mujer, tener hijos no es la única razón de la vida. Hay muchas otras vías que pueden iluminar su ser.
En la situación (b), bastante difícil pero no insalvable, conviene la consulta con un médico y un psicólogo
cristiano para buscarle alguna respuesta. En el caso (c) conviene que la pareja disfrute de su vida hasta que
puedan y emprendan otras actividades que los mantengan estrechamente vinculados (Ec. 9:9; 1 Co. 10:13; Lc.
2:36-38).
4.9 Situaciones inesperadas. Pueden contarse situaciones como la separación temporal por traslado
de un cónyuge a otro sitio debido a su trabajo: fracaso en un negocio o empresa; incendio de la casa pérdida de
todo por descuido evidente; muerte de un hijo y no conformarse con lo sucedido, etc.
Estas ocasiones pueden ser causas de problemas entre la pareja. La separación puede traer tentaciones y
oportunidades de crear relaciones extramatrimoniales. Especialmente cuando ésta se prolonga. Los fracasos en
empresas, si uno de los cónyuges recrimina al otro, lo trata de “inútil”, “incapaz”, etc. ayudará no solo a hundirlo
más, sino que le hará sentirse rechazado por su compañero.
La muerte de un hijo, si no se acepta como parte de la voluntad de Dios, a veces produce resentimiento
contra El, alejamiento y quejas continuas en el hogar.
A esta clase de situaciones todos estamos expuestos. Para el cristiano cabe la posibilidad de considerar
cada caso, ver lo que para el futuro se pueda evitar, saber que con Dios siempre se puede empezar y que aun la
muerte no es derrota para los que creen (Ro. 8:28; He. 10:32-36; Stg. 4:13-15).
Resumen de factores y causas en los problemas matrimoniales
SEXO ASUNTOS ECONOMICOS HIJOS
Falta de educación Gastos excesivos Despreocupación durante el embarazo
Conceptos religiosos equivocados Entradas insuficientes Embarazo afecta al hombre
Traumas Gastos innecesarios Educación de hijos no unida
Sentimientos de culpa Fiador Querer empezar en la adolescencia
Temor al embarazo Incapacidad
Resentimientos Familiares recargados
Emergencias
Irresponsabilidad
Por trabajar ambos afuera

RELIGION CELOS TERCERA EDAD


Intolerancia religiosa Inferioridad de uno Partida de hijos
No tener acuerdo mutuo Inseguridad Pérdida de capacidad sexual
Menosprecio al que no cree Motivo no rectificado Ideas falsas sobre sexo
Descuido del hogar Guardar rencor
Legalismo religioso No confiar en cambio de vida

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4.10 Relaciones padres-hijos. Por lo general las relaciones padres-hijos llegan a tener importancia para
los padres cuando sus hijos llegan a la adolescencia. A no ser que los hijos muestren síntomas fuera de lo común
mientras estos son niños, los padres asumen que todo anda bien. De repente, los padres son sacudidos por las
nuevas actitudes del adolescente: rebeldía, inconstancia, idealismos a veces extremos, sociabilidad, desinterés
por la religión, interés por otras cosas diferentes a la fe, etc.
Lamentablemente cuando muchos padres buscan ayuda, ya es tarde. Hay casos en casi nada se puede
hacer ya. Por esto vamos a plantear este asunto de otra manera. En vez de analizar factores y causas de
problemas, vamos a establecer criterios importantes en los cuales se asientan dichas relaciones. De ellos, y otros
que se puedan encontrar, cada uno podrá hacer su propio análisis, en las situaciones particulares.
(1) Los padres, desde antes que nazca un hijo, tienen que asumir que en sus manos está la
formación de una persona. El hijo no es simplemente el fruto del amor. Es una verdadera empresa, una obra que
se proyecta y se le va dando forma durante muchos años.
La pareja debe ver, con 15-20 años de anticipación, un hijo libre y que use bien su libertad. Debe ver un
hijo capaz de enfrentarse al mundo por sí mismo. Debe ver un hijo que pueda tomar decisiones por sí mismo y en
forma responsable. Debe ver un hijo que pueda relacionarse con los demás en forma normal y creativa. Y debe
ver en su hijo alguien que pueda formar un hogar propio y estable.
A menos que una pareja entienda qué se proponen hacer con su o sus hijos, será difícil que cumplan su
función. Los padres necesitan saber hacia dónde van con respecto a sus hijos.
La pregunta que se debe plantear a un padre sería: ¿qué es lo que usted ha querido hacer de su hijo?
(2) El establecimiento de una relación armoniosa con los hijos se inicia aun antes de la cuna. Hoy se
recomienda que el hombre se familiarice mucho con el vientre de su esposa cuando está embarazada. Que lo
toque, que trate de oír los latidos del tierno corazoncito. Hasta donde se pueda, que el marido esté presente, y, si
es posible, que ayude en el momento del parto. El cariño, el mimo, las palabras al recién nacido no deben ser
solo de la madre sino del padre también. En los seis a doce primeros meses del niño se ponen las bases para la
capacidad de relación que tendrá en el futuro. La presencia y atención del padre y de la madre son factores
determinantes en este período.
Esta relación debe mantenerse y madurarse. El niño puede ser pequeño y apenas empezar a conocer su
mundo cercano como son el padre y la madre, su dormitorio, su casa, su vecindario. Pero no por pequeño deja de
ser una persona. Entonces, hay que tratarlo como tal, solo que adecuado a su edad.
La relación se alimenta de muchos aspectos. Enseñarle a hablar, a caminar. El contacto físico. A veces
ciertas represiones. También la aprobación y el estímulo por cosas muy pequeñas. Cuando van creciendo, la
conversación sobre los temas de interés del niño. También la contestación de sus preguntas. Al niño le interesa
todo. Quiere entenderlo todo. Quiere expresarlo en palabras. Por esto se afirma que cuando ha llegado a la edad
de cuatro años, ha adquirido la más grande cantidad de conocimientos para la vida. Entonces, cuando sus padres
son sus primeros maestros, se establece también una relación afectiva de valor permanente.
La relación también se alimenta por medio de juegos, las caminatas y paseos juntos. Estas “aventuras”, a
veces sin importancia para los “viejos”, son para el niño un vínculo que lo ata poderosamente a sus padres. Estas
experiencias casi nunca se borran de la memoria del niño u por ello tienen un valor emotivo muy grande.
La relación también se alimenta del rigor. Especialmente cuando éste se administra con amor y con juicio.
El niño sabe reconocer que se le castiga porque se le ama. Y él lo aprecia. Por esto aprende a respetar a sus
padres y a obedecerles, pues comprende que se le hace un bien. Y este factor juega un papel muy importante

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para época de la adolescencia, cuando, por la naturaleza de su edad, se torna rebelde. Entonces sabrá reconocer
y aceptar la autoridad paterna en aquello que es necesario.
Toda aplicación de castigo debe ser razonada con el hijo; requiere una advertencia previa; no estar
amenazando repetidamente sin cumplir el castigo; debe buscarse cuál es el medio que más le sirve al niño.
La relación se alimenta del interés del reconocimiento del estímulo que los padres den al niño por cada
acto o tarea que lleve a cabo. Cuando al niño solo se le llama para regañarle porque su tarea no la hizo bien, o
porque obtuvo una mala calificación en la escuela, o por cualquier otro motivo, y no se le aprueba todo lo bueno
que hace, ve injusticia en sus padres. Y cuando esto continúa se va creando poco a poco un resentimiento hacia
ellos. Esto brota con gran fuerza durante la adolescencia.
El niño cuando se le estimula por todo acto de simpatía de servicio, de amor, de cumplimiento, no solo se
siente entusiasmado ante la vida, sino que se une internamente a sus padres. Ve en ellos su sostén, sus amigos
y quienes lo enseñan a vivir. Una actitud positiva y constante de los padres en este sentido es un factor de
vinculación que dura por toda la vida.
(3) Aunque implícito en los aspectos anteriores, hay que recalcar que las relaciones con el hijo deben ser
unánimes por el padre y la madre. En América Latina es muy corriente el pensamiento que es a la
mujer mayormente a quien corresponde la educación de los hijos. El énfasis debe ser en la
participación de ambos por igual.
(4) El niño aprende lo que ve. Y aprende por imitación. Este factor es una arma de doble filo, y los
cristianos tienen que ponerle mucha atención
Cuando a muchos jóvenes en su adolescencia se les pregunta por qué no quieren asistir a la iglesia, por
qué se rebelan contra las cosas de Dios, expresan que en realidad no es con Dios ni con la fe que están
molestos. Están molestos con lo que han visto en sus padres, pues ven que con sus bocas dicen una cosa, pero
en la realidad diaria del hogar y del trabajo viven otra.
La otra cara del asunto es que por ser el niño un gran imitador, y por tener en sus padres a su máximo
modelo, si estos le aportan al hijo un ejemplo digno y estable, ellos querrán ser como sus padres. Entonces los
aprecian y los admiran. Y desearán seguir sus pasos. Y aun entrada la adolescencia habrá un puente tendido
entre padres e hijos por el cual se comunicarán y se lograrán poner de acuerdo.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 31: ¿Qué es la tercera edad?
Pregunta 32: Menciona una causa de divorcio en esta etapa
Pregunta 33: ¿Qué se sugiere hacer en el aspecto “a”?
Pregunta 34: ¿Qué se sugiere en el aspecto “c”
Pregunta 35: ¿Qué pasa si uno de los cónyuges recrimina al otro, lo trata de “inútil”, “incapaz” etc.?
Pregunta 36: Resume los factores económicos como causa de problemas matrimoniales
Pregunta 37: ¿Qué actitud debería de asumir una pareja que todavía no tiene hijos?
Pregunta 38: ¿En qué momento se inicia una relación armoniosa con los hijos?
Pregunta 39: ¿Qué debe de reconocer un niño cuando se le castiga?
Pregunta 40: ¿Por qué razón muchos jóvenes no quieren ir a la iglesia?

(5) Cuando la adolescencia llega será fácil para los padres si durante la niñez se han puesto buenas
bases. En este período será necesario que los padres recuerden que todos pasaron esos años difíciles. Que el
joven ya no quiere andar de la mano de los padres, ni siquiera andar con ellos. Que él, aunque en lo oculto
admire a sus padres, quiere ser diferente, quiere ser él mismo, y lo va a manifestar de algún modo. Que para él

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surgen nuevos intereses y nuevos ideales que no son siempre los que los padres tienen. Que un día está de un
modo y el otro cambia.
En estas condiciones, los padres han de reconocer con naturalidad que sus hijos atraviesan una época de
la vida, natural y común a todos. Que corresponde especialmente a los padres revestirse de paciencia ante los
virajes emocionales de los muchachos ya que eso en unos años pasa. Que, además, es a los padres
mayormente a quienes toca ser muy flexibles y adaptables. Y que requiere de ellos sabiduría y “diplomacia”. Y
que deben estar continuamente abiertos y abriendo el diálogo con sus hijos. Que hay que ser francos y humildes,
tanto para llamar al orden a los hijos y pedirles rectificar actuaciones o actitudes, como para reconocer delante de
los hijos sus errores y aun pedirles perdón. Muchos padres no logran entrar en acuerdo con sus hijos en esta
edad porque toman una posición de “autoridad” mal atendida, por lo que solo dan órdenes, y a veces, muy mal
dadas. Quizá la mejor posición sea de verse horizontalmente, en un plan de igualdad y de amistad, desde donde
le será más fácil ayudar al hijo a encontrar su verdadera identidad.
Para las parejas que no siguen la misma fe es necesario que reconozcan lo negativo que es para sus hijos
dicha situación. Especialmente si la confrontación entre ellos es abierta por esta causa. Los hijos de estos
hogares experimentan una gran desorientación y, en muchos casos, optan por renunciar a todo lo que sea
religión. Y esto hay que contemplarlo no solo cuando el niño empieza a ver las diferencias, sino aun antes del
matrimonio. La recomendación bíblica de casarse entre el mismo pueblo de Dios evita amarguras a los padres y
evita grandes conflictos a los hijos.
4.11 Pleitos entre hermanos en la fe. Ya que este aspecto ha sido tocado en otras lecciones sobre relaciones y
disciplina aquí nos limitaremos a lo siguiente. La iglesia necesita de un programa formativo para los nuevos
cristianos. En él se les enseña a relacionarse dentro del cuerpo de Cristo. La mejor medicina para este mal que
afecta a muchas congregaciones es un programa formativo inicial. Así se ayuda a las personas a liberarse de sus
actitudes pasadas hacia los demás, y a cultivar nuevas actitudes, conforme al modelo de Jesucristo.
De otro modo el pastor siempre andará como un “bombero”: apagando incendios. Y ésta no debe ser la
tónica del trabajo pastoral.
El otro elemento es el empleo de la “disciplina” cuando la situación no tiene otra alternativa. El cuerpo tiene
que mantenerse sano y en armonía. Y si hay uno o más elementos que, a pesar de la enseñanza, el consejo, la
exhortación y la ministración espiritual que se les ha dado causan conflictos, deben ser sometidos a alguna
disciplina de parte de la iglesia, y en último caso a la expulsión o entrega a Satanás (1 Co. 5:1-13; Pr. 6:19,
22:10).
4.12 Dificultades respecto a la fe. En forma muy breve anotaremos algunos problemas muy comunes entre
los cristianos relacionados con la fe.
(1) El sufrimiento. A menudo el cristiano por la forma como se le presentó el evangelio al principio,
piensa que al aceptar a Cristo la vida se le vuelve un lecho de rosas. En realidad este conflicto se lo causa una
evangelización mal hecha, pues no presenta toda la verdad del evangelio. Por esto el evangelizar hay que ofrecer
un cuadro lo más amplio posible para que la persona, conociendo tanto el regalo como la demanda de Dios al
pecador, después no se extrañe de lo que le sobrevenga.
Además, hay que recordar que el sufrimiento a veces es necesario para conocer la gracia de Dios, para
comprender la situación de otras personas que sufren y poderles ayudar, para aprender a depender de Dios, y
para ser perfeccionado a la imagen del hijo Jesucristo.

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No hay que buscar el sufrimiento, peso si él viene, hay que adoptar una postura positiva, por la cual se
acepte y se enfrente inteligentemente y con fe. A menudo también se sufre, no porque Dios lo permita, sino por
nuestro pecado pereza o falta de previsión.
Recomendamos analizar los siguientes pasajes bíblicos: Lc. 14:25-33; Mt. 5:10-12; Stg. 5:11; 2 Co. 1:3-11;
Libro de Job; He. 2:10, 12:2; 1 P. 4:13, 5:9.
Y estudiar a fondo la obra de C.S. Lewis, “El problema del dolor”.
(2) No siento deseos de...Es muy común escuchar a los hermanos con frases como estas:
¿Por qué será que no siento deseos de orar?
¿No siento deseos de ir a la iglesia?
¿No siento deseos de saludar a los hermanos?
No siento deseos...
El cristiano olvida a veces que no todo en la vida es sentir deseos. Hay muchas cosas todos los día que se
hacen, no porque se sientan ganas, sino por muchas otras razones. Las emociones son una parte de la vida.
Pero no todo.
El pensamiento también guía nuestra conducta. Así el cristiano tiene que aprender a guiar su conducta
como nueva persona, no solo por lo que le dicta su “corazón” sino por lo que Dios le dice a través de su Palabra y
por otros medios.
Si un cristiano se resiente con otro, sus sentimientos heridos lo alejan, le quitan el deseo de ver y hablar
con aquella persona. Pero como Dios le dice a su pensamiento que para ser perdonado primero debe perdonar,
que para adorar a Dios debe primero esta en paz y en amor con el hermano, entonces se guía por los dictados de
la voz de Dios y no de sus sentimientos. Así en otras cosas. Al cristiano hay que enseñarle desde el principio el
balance que debe haber entre los sentimientos y el pensamiento en cuanto a la dirección de su vida (Fil. 1:9-11; 2
P. 1:5-10; Fil. 4:8-9).
(3) Caídas en pecado. El hermano que comete una falta seria, y lo reconoce necesita sobre todo
ser afirmado en la promesa del perdón divino. Si la persona se arrepiente, confiesa su falta y se aparta, la
promesa de Dios es que El perdona. Entonces toca a quien ha faltado creer a Dios y darse por limpio.
Hay creyentes que insisten en llorar su pecado días, semanas y aun años después de pedir perdón, Esto
no es normal ni es de la fe cristiana. Al aceptar el perdón divino se debe cerrar el asunto de una vez por todas. Ni
siquiera volverlo a comentar. Aquello fue olvidado por Dios. Por lo tanto, debe ser olvidado por el hermano y
continuar con su vida en Cristo.
Parte de la restauración del que ha caído es también sentirse perdonado por el pastor y por la iglesia. Ellos
deben igualmente aprender a olvidar lo que se ha confesado. Y además a ratificar el amor y el compañerismo (1
Jn. 1:7-9, 2:1; Pr. 28:13; 1 Co. 5:1-3 comp.; 1 Co. 2:5-11: Gá. 6:1).
(4) Sentirse tentados. Hay muchas razones por las que un cristiano puede entrar en
tentación. Para muchos el solo hecho de “sentirse tentados” los hace sentirse mal ante Dios.
Se consideran impuros e indignos. Sin embargo hay que tener presente varios aspectos sobre este asunto.
a. La tentación puede ser una incitación al pecado mismo (2 S. 11:1-4).
b. La tentación puede ser una incitación a no hacer lo bueno (Mt. 4:1-11; Stg. 4:17; Ro. 12:18-21).
c. La tentación puede ser una incitación a no seguir hacia la meta que Dios ha propuesto en Jesucristo
(1 Ti. 5:15; He. 10:35-39).

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d. La tentación puede provenir tanto de la persona misma, como del diablo o del mundo (Mt. 4:1-11; Stg.
1:14; Ef. 2:1-3).
e. La tentación en sí no es pecado (Stg. 1:12-15, 5:17).
f. El cristiano no debe sentirse avergonzado, ni alejado, ni abandonado por Dios cuando es tentado (He.
2:14-18; 4:14-16).
g. La tentación puede ser soportada (1 Co. 10:13; Stg. 1:12; He. 4:15).
h. El cristiano no debe exponerse intencionalmente a situaciones o lugares en los cuales entre en
tentación (2 Ti. 2:22).
i. En las condiciones normales de la vida, trabajo, estudio, viajes, etc. Siempre habrá tentaciones. Hay
que aprender a hacerles frente sin temor y tomar control de la vida por el poder de Dios (Dn. 1:1-8: Mt.
5:14-16; Jn. 2:13-14, 4:4; 2 Ti. 1:7).
j. Los hermanos pueden y deben ayudarse mutuamente con consejo, compañerismo y oración para
evitar caídas (Stg. 5:16; Gá 6:1-2).
k. La tentación debe enfrentarse con oración y fe, pero también buscando actividades creativas, de
servicio y de sana distracción. La juventud especialmente requiere deportes, paseos, oportunidades
variadas de servicio a la iglesia, a los hermanos, a la comunidad, etc.
(5) Jóvenes de hogares cristianos. Hay un problema muy común que afecta a los jóvenes
que crecen en hogares de cristianos. Muchos de ellos han crecido en un ambiente de paz familiar y no se han
metido en el pecado en sus formas groseras. Cuando se les habla de conversión y de cambio en la vida no
puedes asimilarlo y se les crea una confusión.
Parte de la razón de estos casos se da en la forma unilateral como los pastores y los evangelistas
proclamamos el evangelio. Casi siempre partimos del pecador hundido en el pecado y de la necesidad de un
cambio total. Si bien lo anterior es cierto y necesario proclamarlo, a menudo se olvida la situación de aquellos
jóvenes que, aunque son pecadores por naturaleza y necesitan un Salvador, sin embargo son personas cuya
condición es distinta.
Muchos de ellos apenas han conocido las mentiras típicas de la niñez o de la juventud; algunos enojos, y
cosas semejantes. Estos aunque son pecado, sin embargo no han echado raíces profundas en la vida como para
que se sientan grandes y corruptos pecadores.
Para esta juventud sí es necesario hacerles conocer su condición de pecadores, su necesidad de creer en
Jesús como Salvador y Señor y bautizarse y recibir el Espíritu Santo. Pero esto quizá sea una experiencia muy
sencilla. No tendrá el dramatismo que sí tiene la conversión de una persona que ha conocido las profundidades
del mal. Pero lo más importante será lo que sigue. Es tomar a Jesús como verdadero modelo y meta de sus
vidas. Y permitir que el Espíritu Santo diariamente vaya modelándolos en conformidad a la imagen del Hijo (2 Co.
3:16-18).
Entonces la vida cristiana cobra verdadero sentido, no por la violenta experiencia de la conversión, sino por
una visión, una relación y un compromiso con Jesús como Salvador y como Señor de sus vidas, del mundo, de la
historia y de todas las cosas.
A la par de los anterior debe proporcionarse a esta juventud vías de servicio a Dios, a la iglesia, a los
semejantes y a la patria. La fe no puede ser solo expresada dentro de las paredes de un templo. Debe encontrar
oportunidades múltiples de ejercerla adonde vive, estudia, trabaja o hace deporte. Por esto se ha enfatizado a
través de este Diplomado que una iglesia no puede mantenerse a base de cultos únicamente. Debe haber un

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programa serio y estructurado de formación que conduzca a servir y hacer de la fe algo de implicaciones muy
amplias.

5. Actitudes del pastor como consejero. Es cierto que el trabajo de aconsejar es delicado. Requiere
sabiduría.
5.1 El pastor joven por lo general es el que más afectado se siente, porque a veces la gente no lo
consulta o porque él rehúye intencionalmente por temor.
Sin embargo, a pesar de ser joven, el pastor necesita entender lo útil que su vida podrá ser para los demás
si con el tiempo se capacita mejor. Para esto necesita hacer un plan de varios años que incluya:
Lectura de libros y artículos sobre el tema.
Asistir a cursos y conferencias.
Solicitar ayuda de personas experimentadas.
Llevar cierto control de los casos que atiende e ir evaluando sus efectos.
Esto le permitirá ver en qué falló, en qué acertó, por qué razones y cómo ir mejorando para el futuro. El
pastor adulto, que no se duerma en sus laureles sino que amplíe sus conocimientos, perfeccione sus labores y
capacite a otras personas.
5.2 El pastor, aunque no ande proclamando que quiere aconsejar, si puede ganarse la confianza de las
personas. Para esto nada mejor que estar siempre temprano a la hora de las a reuniones, saludando a los
hermanos con cariño e interés. Cuando ocasional e informalmente alguien le cuente una dificultad, escuchar con
atención e interés. Dar alguna palabra breve de estímulo u orientación, tener una oración o buscar otro medio
necesario. La gente busca a quien le manifiesta amor e interés en sus problemas.
5.3 El trabajo de consejo exige una confidencia y reserva absoluta. Muchos casos ni siquiera
deben ser conocidos por la esposa del pastor, a menos que ella tuviera algo que hacer en el caso. Igualmente, no
emplear dichos casos como ilustraciones en los sermones en la propia iglesia.
5.4 El consejo debe ser revestido de seriedad. En las congregaciones hay personas que les
gusta ir a hablar de cosas sin importancia, o hablar de otras personas. El pastor necesita adoptar una política
seria por la que no se preste a nimiedades, y mucho menos a problemas en los que nada tiene que hacer. Así los
hermanos con el tiempo reconocerán las características de este ministerio.
Es corriente en las iglesias que los hermanos busquen al pastor para indicarle que debe visitar a fulano
para que lo “aconseje...”; o a mengano porque no anda bien; o a sutana porque tiene dificultades con su marido.
Cuando el pastor se precipita y cree que tiene que meter la nariz en todo asunto, pronto se sale rascando. Por
esto hay que esperar a que las personas busquen ayuda, y si uno siente que debe tomar la iniciativa, debe tener
razones muy claras, la dirección de Dios y saber cómo va a proceder.
5.5 Hay situaciones que requieren gran cautela. Especialmente las relaciones con el sexo. Un
hombre con problemas de este tipo tiende a ser reservado. Muchas mujeres lo ven como algo tan íntimo que no
debe pasar a terceros. Por esto el trato de estas situaciones debe realizarse a base de cuidado, de mucha
comprensión de la persona y sin forzar el progreso de la entrevista.
Hay algo más. Cuando una mujer solicita consejo a un varón, y si de alguna manera se llega a considerar
el tema de lo sexual, las precauciones deben extremarse. No es el primer caso que una dama emplea este medio
para provocar el interés en el consejero. Y puede que el consejero en algún momento encuentre un motivo de

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tentación. La dinámica que puede darse en estas entrevistas es muy variada, y requiere verdadero discernimiento
espiritual, mucha sinceridad y rectitud.
Los problemas de parejas a menudo requieren varias entrevistas. Con uno y con otro por separado, y luego
juntos para llegar a acuerdos. En estos casos es importante que el pastor tome notas y estudie a solas el caso.
En esta manera podrá ofrecer una o más vías de solución.
5.6 En la entrevista misma hay que tener presente los siguientes aspectos:
 Propiciar un clima de confianza.
 Que la persona se sienta al nivel del consejero. Para esto es mejor emplear un par de sillas o sillones,
o uno frente a otro en una mesa.
 Que el consejo tenga presente para sí mismo, y se lo haga ver a la persona, que la situación es
posible enfrentarla y aun resolvería.
 Escuchar con mucha atención. Hay personas que se sienten aliviadas de su carga con solo el hecho
de que alguien las escuche con interés y amor.
 Ir captando entre los detalles del relato los posibles asuntos centrales relacionados.
 No dar opiniones como: “qué malo...” “qué barbaridad...” etc.
 No interrumpir el relato a no ser que sea para hacer alguna pregunta aclaratoria o que haga falta para
completar el cuadro.
 Discernir en silencio aspectos que la persona podría encubrir y que corresponden a su modo de ver el
asunto.
 Al final del relato, ayudar a la persona a ver el problema en conjunto, sin reparar en detalles, a menos
que sea necesario.
 Guiar a reconocer los factores centrales que entran en juego.
 Ayudar a encontrar las causas. Aquí se necesita dar oportunidad a que la persona opine y que ambos
dialoguen hasta que concuerden.
 Ayudar a la persona a hacer un plan o proponerse una meta realista que tratará de alcanzar en los
días siguientes.
 Cuando es necesario, guiar a la persona a llevar su problema delante del Señor en oración, pedir
liberación y dar gracias por ella.
 Si la persona no sabe orar, que el pastor lo haga por ella, de modo que pueda repetir en voz alta.
 Hay pastores que acostumbran imponer las manos para la liberación espiritual, la comunicación de la
paz y gozo del Señor sobre la persona.
 Se puede dar luego algún pasaje bíblico para que lo memorice, lo repita y lo haga materia de reflexión
y así pueda emprender una nueva marcha con el sentimiento que sí triunfará.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 41: Menciona algunos consejos para los padres de adolescentes.
Pregunta 42: ¿En qué consiste un programa formativo para nuevos cristianos?
Pregunta 43: ¿Por qué razón es que una persona piensa que al aceptar a Cristo la vida se le vuelve un lecho de rosas?
Pregunta 44: ¿Qué se debe de hacer con creyentes que insisten en llorar su pecado días, semanas y aun años después de pedir
perdón”
Pregunta 45: Menciona tres recomendaciones que se dan contra la tentación.
Pregunta 46: ¿Cuál es un problema muy común que afecta a los jóvenes que crecen en hogares de cristianos?
Pregunta 47: ¿Qué demos hacer con este tipo de jóvenes?
Pregunta 48: ¿Qué debe de incluir un plan de varios años para un pastor joven?
Pregunta 49: ¿A qué tipo de personas busca la gente?
Pregunta 50: Menciona cuatro aspectos que se deberán tomar en cuenta en una entrevista.

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Lección 15 Fecha Expone

Matrimonio, Sexo Y Noviazgo 11 mar 2017 Hno. Hernán Zúñiga Mella


1. Introducción
2. El concepto cristiano del matrimonio
3. El concepto cristiano del sexo
4. Aconsejamiento de adolescentes respecto a relaciones
heterosexuales, romance y matrimonio
5. Elección del futuro cónyuge
6. El noviazgo
7. Factores que conducen a la armonía matrimonial
7.1. Mantenimiento y cultivo del respeto mutuo
7.2. Madurez emocional
7.3. Comprensión de las diferencias que hay entre los dos sexos
7.4. Comunicación
7.5. Acuerdo con respecto a las finanzas
7.6. Planificación de la familia y unión para criar a los hijos
7.7. Buenas relaciones con los suegros
7.8. Cultivo de intereses en común y participación en las mismas actividades
7.9. Importancia de mantener vivo su romance
7.10. Unión en su vida espiritual

1. Introducción.
Según una encuesta llevaba a cabo hace algunos años, aproximadamente el cincuenta por ciento de los
casos en que las personas recurrían a un consejero, se trataba de problemas matrimoniales. Esta generación se
caracteriza por el decaimiento del matrimonio y del hogar. No hay más que ver las encuestas de las separaciones
matrimoniales, y las que existen de hecho, sin necesidad de proceso legal de separación. No tiene mayor
importancia que ahora se casen a una edad más temprana que antaño, si la vida matrimonial de los mismos se
apaga y termina en los primeros años.
Ahora más que antes, el período matrimonial se extingue en proporciones geométricas. Lamentablemente,
se nota que esta tendencia no se limita a los matrimonios de los inconversos; también ha invadido a la Iglesia. Es
imprescindible que el pastor-consejero tenga un claro concepto del matrimonio cristiano y sepa los métodos,
tanto de evitar como de solucionar los problemas matrimoniales.

“El que los hizo al principio varón y hembra los hizo” (Mateo 19:4).

2. El concepto cristiano del matrimonio: El matrimonio es la primera institución constituida por Dios. En el
relato de la creación en Génesis 1 y 2, se encuentra el estribillo: “Y vio Dios que era bueno.” Sin embargo
cuando el lector llega a 2:18, halla la primera cosa que no era buena la soledad del hombre: “No es bueno que
el hombre esté solo” Por eso Jehová creó a la mujer e instituyo el matrimonio. Luego Adán y Eva tuvieron
familia. Comenzando con la primera pareja., la Biblia entera hace hincapié en la importancia del matrimonio y de
la familia. Describe los detalles de las familias de los grandes líderes, tales como Abraham, Isaac, Jacob, Moisés,
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Samuel y David. Aunque Jesús nunca se casó, aprobó el matrimonio con su presencia en las bodas de Caná y
enseño acerca de la relación matrimonial.
En Génesis 2 se encuentra en esencia la enseñanza más avanzada sobre esta relación. El propósito
primordial del matrimonio es proporcionar compañía y ayuda mutua: “No es bueno que el hombre esté solo; le
haré ayuda idónea para él.” La palabra hebrea que se traduce “idónea” sugiere en primer lugar “la similitud” o
correspondencia” y luego “adecuada”.
Sería una persona que podría tomar parte en la vida del varón, responder a su naturaleza con
entendimiento y amor, y cooperar con él para realizar el plan divino. Dios le proporcionó una compañera que
satisfacía los anhelos no realizados del hombre. Creado para tener comunión y compañía, el hombre sólo tendría
una vida plena cuando pudiera compartir, confiar y amar en el círculo íntimo de la familia.
Según el plan divino, el matrimonio ha de tener ciertas características. Debe ser monógamo, pues Dios
creó a una sola mujer para el varón. (Después permitió la poligamia pero nunca la aprobó, porque es incompatible
con el ideal de Génesis 2:24: “Serán una sola carne”)
Debe ser exclusivista, pues “dejará el hombre a su padre y a su madre”.
Debe ser una unión estrecha e íntima: “se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” Así, implica que la
unión es tanto física como espiritual. Los cónyuges deben estar unidos por amor mutuo, intereses comunes y un
propósito común. La unión debe ser permanente, indisoluble. Jesús dijo: “Lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre” (Mateo 19:6).
Cualquier rompimiento de la unión matrimonial, con la excepción de la muerte y el adulterio, viola el plan
divino. Dios instituyó la familia para proporcionar un ambiente ideal, en el cual los hijos pueden ser criados
cabalmente en todo aspecto: físico, social y espiritual. Se enseña también la igualdad y la dependencia mutua
entre los sexos: “Ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” (1 Corintios 11:11). Así que el uno sin el otro
es incompleto.
Para tener armonía y paz en la familia, Dios ha mandado que la esposa haga dos cosas: sujetarse a su
marido y respetarlo. El apóstol Pablo aconseja: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al
Señor” (Efesios 5:22). Esto no significa que la mujer es inferior al hombre, pues Pablo también enseña respecto a
la libertad e igualdad cristianas, e insiste en que las distinciones entre judío y griego, entre esclavo y libre, entre
hombre y mujer, terminan en Cristo., y que todos son uno en privilegios y oportunidades espirituales, así como en
la posición que se ocupa frente a Dios. Sin embargo, reconoce una diferencia en cuento se refiere a las funciones
y a la responsabilidad. Dios nombró al varón como cabeza de la familia. A la mujer le toca someterse a su
esposo, porque así se sujeta a Dios. La subordinación de la esposa no debe ser motivada por obligación y temor,
sino por su propia voluntad y amor.
El segundo lugar, la mujer debe respetar a su marido (Efesios 5:33). James Hamilton explica que la palabra
“respetar” quiere decir reconocer el valor y la autoridad del esposo. Una de las necesidades psicológicas más
profundas de un hombre es ser estimado por su esposa.
La imagen que la esposa tiene de su marido, es la que el hombre tendrá de sí mismo. El respeto que
recibe el varón fuera de su casa no es sustituto del respeto que debe gozar en su hogar. Por esto Dios manda
que la mujer respete a su marido.
En cambio, los maridos tienen gran responsabilidad matrimonial: “Amad a vuestras mujeres, así como
Cristo amó a la iglesia, y se entregó así mismo por ella... así también los maridos deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos” (Efesios 5:25,28).

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Aunque el marido es la cabeza de la familia, debe hacer todo con amor; no tiene autoridad arbitraria ni
dictatorial para gobernar a su esposa con una vara de hierro. No debe imponer su voluntad egoístamente para
satisfacer sus propios deseos. Debe ser motivado por un amor desinteresado y un anhelo por el máximo bien de
su esposa. Debe considerar los deseos de ella y el bien de ambos. El bien de la mujer es el bien de su marido,
pues son una sola carne.
“Amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la iglesia...” ¿Cómo amó Jesús a la iglesia? No era porque
los seres humanos son tan responsables, buenos y obedientes. En efecto, no nos amó porque hubiera algo
amable en nosotros; nos amó porque Él es amor. Así debe ser el amor del marido. Debe amar a su esposa a
pesar de sus imperfecciones y debilidades.
Asimismo, Cristo amó a la iglesia sacrificialmente: “Se entregó así mismo por ella.” Estuvo dispuesto a
ceder sus derechos y dar lo que le era más precioso: su vida misma, por la iglesia. Al igual que Cristo el marido
debe entregarse así mismo por su esposa. Puede ser que tenga que sacrificar algunos amigos, su tiempo, sus
placeres, sus ambiciones y así mismo. Nada debe tener prioridad sobre la responsabilidad de suplir las
necesidades de su mujer. Y no hay sustituto para la entrega de sí mismo. Muchas mujeres infelices confiesan que
sus esposos están dispuestos a darles todo, salvo así mismos. Las cosas materiales no pueden sustituir el amor
del marido.
¿Cómo puede tener el marido ese amor para con su esposa? El amor humano no basta; se necesita el
amor divino. En la medida en que el esposo se sujeta a Cristo, se hace digno de ser cabeza de la esposa.
Entonces, la gracia divina podrá saturar su vida y capacitarlo para amarla como así mismo.
Muchas personas ponen en tela de juicio el concepto cristiano del matrimonio y el papel de la mujer en el
hogar. Dicen que es anticuado, y abogan por los derechos femeninos. Sin embargo, tal actitud ha producido una
cosecha de infelicidad y de problemas matrimoniales. Al despojar al padre de su autoridad, hay un aumento
notable de delincuencia juvenil, de rebelión y de divorcios. Es el plan de Dios que el hombre sea la cabeza de la
familia. Si no acepta su responsabilidad y permite que su mujer domine, pronto sus hijos lo sabrán y no lo
respetarán, y aun su señora no lo respetará tampoco. El resultado es funesto para todos.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: ¿Cómo se caracteriza esta generación?
Pregunta 2: ¿Cuál es la primera institución constituida por Dios?
Pregunta 3: ¿En qué pasaje se encuentra en esencia la enseñanza más avanzada sobre el matrimonio?
Pregunta 4: ¿Cuál es el propósito primordial del matrimonio?
Pregunta 5: Menciona algunas características del plan divino para el matrimonio
Pregunta 6: ¿Cómo debe de ser la subordinación de la esposa?
Pregunta 7: ¿Qué explica James Hamilton sobre la palabra “respetar”?
Pregunta 8: ¿Cómo debe de ser el amor del esposo por la esposa?
Pregunta 9: ¿De qué manera el esposo debe de seguir el ejemplo de Cristo en su amor hasta el sacrificio por su iglesia?
Pregunta 10: ¿Qué sucede cuando se ha despojado al padre de su autoridad?

3. El concepto cristiano del sexo: Se encuentran tres ideas referentes al sexo:


a) Es el tema de chistes verdes, un fin en sí mismos, un placer para ser explotado dentro o fuera del
matrimonio. En el último caso, las personas involucradas tienen supuestamente el derecho de evitar la
responsabilidad de sus actos.
b) Es algo sucio pero permisible en el matrimonio para perpetuar la raza humana.

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c) Es una parte del plan divino, algo bueno y sagrado, reservado para la relación matrimonial. Este último
concepto es el cristiano.
Dios mismo creó el sexo, haciendo a los seres humanos varón y mujer. Estableció el matrimonio
presentando a Eva y Adán y mandándoles que fructificaran y llenaran la tierra. Hizo todo esto antes de que la
primera pareja cayera. El sexo, incluso toda la atracción que existe entre el varón y la mujer, tiene el noble
propósito de unir a dos personas del sexo opuesto para formar una pareja, así, un hogar. Es el cemento que liga
el uno al otro para ser “una sola carne”; luego, es el medio para traer vida humana al mundo. Por lo tanto,
cualquier otro uso del sexo es extraviarse de su propósito y pecar contra Dios y contra la familia.
Tim LaHaye, consejero y escritor evangélico, lo llama acertadamente “el acto del matrimonio”. Es un don
divino que recompensa a las dos personas por hacer el sacrificio de adaptarse la una a la otra, y por negarse así
mismas a fin de ministrar una a la necesidad de la otra.
Para los animales el emparejamiento temporal es algo meramente biológico, como expresión de su instinto
reproductor; es algo tan mecánico como ingerir alimento o eliminar desechos.
Pero el hombre es mucho más que animal; es también espiritual, y su naturaleza es compleja. Cuando una
persona se relaciona con Dios, hasta las funciones biológicas más fundamentales reciben nuevo significado y
valor.
Por ejemplo, el comer puede tener significado social (Apocalipsis 3:20) y la función del sexo tiene
significado psicológico, social y espiritual.
La Biblia considera que el sexo es una función de la personalidad con el fin de cumplir un propósito
espiritual. Llega a ser una expresión simbólica de otros valores además de la función biológica. Expresa que dos
personas desean compartir completamente su vida, la una con la otra en una unión perdurable. Es un símbolo de
que se es “una sola carne” en todo aspecto. Es el acto más íntimo posible entre dos personas, un acto en que la
una se entrega a la otra y así expresa su amor y confianza.
Fuera del contexto del amor mutuo y del compromiso matrimonial, el sexo pierde su valor. Hamilton
comenta que uno de los males del sexo ilícito es que se disfraza de intimidad, cuando en realidad está lejos de
serlo.
Se piensa que tal intimidad física es la intimidad emocional. Por lo tanto, esos encuentros sexuales quedan
vacíos; se usa el más dramático medio físico para simbolizar una relación que no existe.
Aun en el matrimonio, cuando la intimidad emocional no existe, la expresión física no solamente está
hueca, sino que también carece de autenticidad. Una señora lo expresó así: “Nuestros problemas me hacen
sentir como una prostituta; doy sexo sin amar”.
La Biblia enseña claramente: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla” (Hebreos 13:4).
No se encuentra en las Sagradas Escrituras la idea de que el único uso legítimo y satisfactorio de la
facultad sexual sea con miras a procrear hijos. El apóstol Pablo dice. “El marido cumpla con la mujer el deber
conyugal., y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido;
ni tampoco tiene el marido potestad sobre su cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no se por
algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno,
para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia” (1 Corintio 7:3-5).
Los esposos y esposas deben cumplir con sus mutuas obligaciones, y si dejan de practicarlas por algún
tiempo, no deben considerarlo como algo meritorio; deben hacerlo de mutuo consentimiento y por alguna razón
práctica, tal como un período de oración especial.

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La mujer que se niega a su marido no solamente lo defrauda, sino también lo expone a la tentación de
buscar satisfacción con otra mujer. Además, el continuo rechazo sexual de parte de la esposa es algo que hiere
profundamente el ego masculino. El marido se siente indigno e inferior. En muchos casos se produce un fuerte
resentimiento contra su cónyuge. La mujer sabia, que realmente ama a su marido cooperará entregándose a él
con cariño y gozo.
La Biblia presenta un concepto claro de la relación matrimonial. Le toca al consejero aplicar las verdades
generales de la Palabra divina a las situaciones que se presentan en la vida de sus feligreses.

4. Aconsejamiento de adolescentes respecto a relaciones heterosexuales, romance y matrimonio: Al


principio de la adolescencia, las relaciones amistosas son mayormente con personas del mismo sexo. Más
adelante se desarrolla el interés en el sexo opuesto. No es prudente que a una temprana edad las parejas salgan
solas. Sus instintos sexuales están comenzando a cobrar fuerza, y cuando los jóvenes se encuentran solos, a
veces se besan y se acarician el uno al otro excesivamente.
La influencia de la televisión, las revistas y la propaganda que presentan el libertinaje sexual como algo
deseable, también los lleva a ideas muy torcidas sobre cómo comportarse. Los dos solos pueden llegar a una
situación en que no sean capaces de controlar sus pasiones. Tal comportamiento conduce a menudo a
embarazos y casamientos durante su tierna juventud, de los cuales alrededor de la mitad terminan en
separaciones.
A los padres les atañe instruir a sus hijos encaminarlos bien para que no caigan en tentación. Los
adolescentes necesitan orientación referente a tratar con miembros del sexo opuesto y a actuar en situaciones
sociales. Sin embargo, hay padres que no cumplen con su responsabilidad; a veces los jóvenes tienen vergüenza
de preguntarles acerca de tales cosas, o si lo hacen, los padres, desconcertados, se retiran a menudo a la
seguridad de dar respuestas cómodas y dejan a los jóvenes en la ignorancia. Los padres deben prepararse para
ayudar a sus hijos. Si carecen de información, deben obtenerla leyendo libros cristianos sobre el tema o hablando
con personas que sepan de la materia.
Lo ideal es que el niño aprenda acerca de la reproducción hablando con sus padres. Sus preguntas y
dudas referentes al sexo deben ser respondidas con sinceridad y naturalidad. El niño tiene que sentirse apoyado
moralmente por sus padres, para no necesitar buscar la comprensión y la ayuda de algún amigo, que
probablemente sea tan ignorante del sano concepto del sexo como él. La educación sexual debe ser una
iluminación gradual que comience durante el tercer y cuarto año de vida, alcance su culminación poco antes de la
pubertad.
La iglesia no debe esquivar su responsabilidad de enseñar a los adolescentes y jóvenes en asuntos tan
importantes para su vida espiritual y su futura felicidad. Los líderes espirituales, o personas preparadas para
enseñar sobre las relaciones entre los sexos opuestos, pueden dar clases sobre temas tales como:
“¿Qué debe hacer la pareja cuando está sola?”;
“El significado del amor y del sexo”;
“Los factores a considerar al elegir al futuro cónyuge”;
y “El período del noviazgo”.
Naturalmente, se elige el tema según la edad del grupo, y en ciertas clases es aconsejable separar los
sexos, a fin de que el consejero tenga más libertad para hablar francamente tocante a detalles íntimos.
¿Cómo debemos impartir información referente al sexo?

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Debe ser presentada desde el punto de vista cristiano y con el propósito de inculcar principios morales y
espirituales. Un redactor de una revista evangélica traza algunas líneas sobre el método de educación sexual que
podemos adoptar.
“No es necesario ni se debe enseñar lo relativo al sexo aisladamente. La enseñanza debe relacionarse con
toda la esfera completa del amor, del noviazgo, del matrimonio, de la familia, y de la sociedad; el sexo debe ser
tratado como una parte de ese conjunto global... por otra parte, a los niños sólo deben enseñárseles las
realidades de la vida cuando tengan suficiente edad y madurez para aceptarlas, sin daños psicológicos ni
vergüenzas indebidas. Aun en el caso de los adolescentes, no es necesario proporcionar una información
detallada acerca de los aspectos de la relación sexual. Algunas cosas pueden esperar hasta después que hayan
terminado los estudios secundarios y se estén acercando al matrimonio”.
Antes de iniciar algunas clases sobre el sexo, el noviazgo y el matrimonio, el líder espiritual debe explicar
su propósito a los padres y debe conseguir su permiso. Aunque parezca increíble, todavía hay padres que no
quieren que sus hijos sepan la realidad referente a las cosas íntimas y es necesario convencerlos de la necesidad
de permitir que sus hijos asistan a las clases. El consejero puede asimismo instruir en grupo a los padres sobre
cómo enseñar a sus hijos respecto al comportamiento con relación al sexo opuesto, sobre el sexo mismo y sobre
el noviazgo y el matrimonio.
Puesto que no es prudente que a una temprana edad los adolescentes formen parejas y salgan solos,
conviene que la iglesia proporcione actividades de recreo en que los jovencitos puedan aprender a relacionarse
sanamente con el sexo opuesto.

5. Elección del futuro cónyuge: Un factor importantísimo para lograr armonía matrimonial es elegir
sabiamente al futuro cónyuge. Un refrán inglés dice: “Más vale una onza de previsión que una libra de medicina.”
Naturalmente, el creyente buscará la voluntad de Dios en el asunto, pero si sabe los elementos que deben ser
considerados cuando elija, podrá reconocer mejor la dirección divina.
Conviene que el pastor-consejero dicte clases de instrucción a los jóvenes que no han elegido todavía a
sus futuros consortes. Sabrá que la hora de enseñarles es antes de que se enamoren, pues el amor es ciego, los
jóvenes no estarán dispuestos a recibir consejos al llegar a esta etapa. Y después de casarse, no podrán
escaparse de las consecuencias de su decisión. Algunos le dirán al pastor: “¿Por qué no nos aconsejó a tiempo?
Habríamos evitado una gran equivocación.”
Los estudios sobre matrimonio felices señalan ciertos requisitos que se encuentran en dichas uniones.
a) Los jóvenes deben tener motivos dignos para casarse. Algunos de los motivos insuficientes son:
 Compadecerse el uno del otro.
 Escaparse de la soledad.
 Casarse para no ser diferente de sus compañeros.
 Demostrar a su ex pretendiente, el cual lo dejó, que es capaz de atraer a otra persona.
 Escaparse de un hogar infeliz o de otra situación desagradable.
 Casarse con una persona muy parecida a un pariente allegado.
 Experimentar la vida conyugal, y si no resulta bien, disolver la unión.
El amor que se desarrolla de tales motivos carece de profundidad y no servirá de fundamento para una
unión armoniosa y permanente. Proviene de deseos egoístas, pues la persona piensa mayormente en satisfacer

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sus propias necesidades. El verdadero amor piensa en el bien de la otra persona, desea compartir su vida con
ella y hacerla feliz. Considera la unión como algo permanente e inviolable.
b) El (la) joven encontrará ciertas características en la persona que podrá llegar a ser buen cónyuge.
 Será alguien que sea creyente y más o menos de la misma doctrina, para que no haya conflicto tocante
a la iglesia a la cual asistir. Los casamientos mixtos acarrean muchos males. ¿Cómo puede una mujer que busca
lo terrenal, ser ayuda idónea para un hombre cuya mirada está puesta en las cosas de arriba? En este “yugo
desigual” el creyente no puede participar de los mismos placeres que su cónyuge. Estas dos personas vivirían en
mundos distintos con un abismo entre sí. También debe ser una persona de la misma consagración al Señor.
 Será alguien a quien pueda respetar y admirar. No basta la atracción física mutua.
 Será alguien con el cual se sienta cómodo y se complazca en estar juntos. Si ambos jóvenes no pueden
conversar bien entre sí y se divierten solamente cuando están uno en los brazos del otro es muy improbable que
lleven una vida feliz en el futuro. El compañerismo es mucho más importante y duradero en el matrimonio que la
atracción física.
 Será alguien con ideales parecidos. Si uno tiene ideales muy nobles y el otro no, habrá choques casi
irreconciliables entre los dos. Por ejemplo, deben tener la misma actitud hacia el trato con otros, los modales, la
manera de comportarse, los valores de la vida, el dinero, el sexo y la ética en los negocios.
 Será alguien con afinidad de gustos. Por ejemplo, a la chica de ciudad probablemente no le gustaría la
vida del campo. Es ideal si a los dos les gustan las mismas actividades, las mismas recreaciones y la misma
índole de personas como amigos.
 Será alguien de más o menos la misma edad. Si hay diferencia de edades, casi siempre lo preferible es
que el hombre sea el mayor. A veces, algunos hombres se casan con mujeres que son mayores que ellos, pues
inconscientemente desean que su consorte sea una madre para ellos; o una mujer se casa con un hombre de
muchos años más que ella, pues quiere tener a alguien que tome el lugar que antes tenía su padre. En pocos de
estos casos hay verdadera felicidad.
 Será alguien cuyos padres sean aceptables como parte de la familia Clyde Narramore observa que
cuando uno se casa, llega a formar parte de tres familias: la familia de sus padres, La familia de su cónyuge, y la
nueva familia que establecen los esposos. Si no le gustan los parientes de la otra persona, y piensa que no se
llevará bien con ellos, debe recapacitar en cuanto a formar una unión con dicha persona. Las actitudes de su
familia, el nivel cultural, los valores, la religión, los intereses; todos estos aspectos de la familia se reflejan en el
carácter de la persona. También conviene que los padres de ambos jóvenes aprueben el matrimonio. Los padres
que conocen a sus hijos pueden ver mejor que ellos los factores que producen armonía o falta de armonía en el
hogar.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 11: ¿Cuáles son las tres ideas acerca del sexo que prevalecen?
Pregunta 12: ¿De qué manera se refiere el autor Tim LaHaye al sexo?
Pregunta 13: ¿Cómo considera la Biblia al sexo?
Pregunta 14: ¿Qué piensa el autor Hamilton acerca del sexo?
Pregunta 15: ¿Qué pasa cuando una mujer se niega a su marido?
Pregunta 16: ¿Con quién debería un niño aprender sobre la reproducción?
Pregunta 17: ¿Cómo debemos impartir información referente al sexo?
Pregunta 18: ¿Cuáles son algunos motivos insuficientes para casarse?
Pregunta 19: ¿Qué pasa con un amor que se desarrolla con tales motivos?
Pregunta 20: ¿Qué observa el autor Clyde Narramore acerca del casamiento?

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6. El noviazgo: Las personas que piensan seriamente en el matrimonio, se comprometen. La preparación


emocional, espiritual y sexual para el matrimonio es importante. Sin embargo, la preparación será incompleta a no
ser que se conozcan bien el uno al otro. Cuanto más se conozcan tanta más probabilidad habrá que tengan un
matrimonio armonioso. Las estadísticas demuestran claramente que las parejas que se casan después de
conocerse por largo tiempo, son más felices y tienen menos problemas que las parejas que se casan
impulsivamente.
El noviazgo es un período en que los dos pueden poner a prueba su amor. ¿Es mera atracción física y
superficial, o es amor verdadero? Una de las características del amor auténtico en el pretendiente es el deseo de
darse así mismo por la mujer querida. ¿Están dispuestos los dos a hacer cualquier sacrificio el uno por el otro? La
pareja que tiene muchos conflictos en su noviazgo no está lista para casarse.
El noviazgo es el período en que las dos personas pueden charlar acerca de sus ideas, valores y metas.
Aprenderán a ajustarse el uno al otro. Se comprenderán mutuamente y se acostumbrarán a ceder algo en sus
puntos de vista, para acordar en asuntos de importancia. Hablarán francamente y harán planes en cuanto a
formar su hogar, elegir amigos, conseguir las cosas de su futura casa, manejar el dinero y tener hijos. Tal vez sea
necesario esperar un año o más, hasta que adquieran un lugar para vivir, y compren los artefactos necesarios
para su casa, o estén en condiciones financieras para comenzar la vida conyugal. No conviene comenzar la vida
matrimonial con agudas tensiones por falta de dinero, ya que hay muchos ajustes que hacer sin añadir lo
innecesario.
Muchos jóvenes piensan que hacerse novios es conseguir una “licencia para acariciarse”. No se dan
cuenta de que uno puede divertirse y disfrutar de compañerismo sin necesidad de acariciar a su compañera.
No conviene que se apuren demasiado en el plano físico. Desgraciadamente algunas parejas
comprometidas pasan tanto tiempo intercambiando caricias y besándose, que no aprovechan la oportunidad de
conocerse bien el uno al otro.
El juego de caricias despierta un apetito siempre creciente y puede provocar gran infelicidad, si se practica
sin control. Las caricias estimulan las pasiones de tal modo que, o producen gran frustración si la pareja resiste la
tentación de tener relaciones sexuales, o desembocan en el acto sexual.
Algunos piensa: “estamos comprometidos, y nos pertenecemos uno al otro: ¿por qué esperar?”
Deben recordar que Dios ha mandado que el sexo sea algo reservado solamente para las personas
casadas. El control de los impulsos sexuales antes del matrimonio es para nuestro bien, y conduce a mejores
relaciones sexuales y de otros tipos dentro del matrimonio.
Dios sabe que si las personas han de disfrutar plenamente de la relación sexual, necesitan la seguridad de
que la una pertenece a la otra mediante el pacto permanente del matrimonio.
También las relaciones premaritales despojan a la pareja de algo que debe disfrutar como una experiencia
nueva después de casarse; manchan su conciencia y son actos pecaminosos a la vista de Dios.
Cuántos enlaces matrimoniales han sido contraídos prematuramente, pues la joven ya esperaba familia. En
vez de ser un suceso de supremo gozo, es una ocasión en que los novios se sienten culpables y obligados a
cambiar sus votos. En contraste, cuán feliz es la pareja que se casa con conciencia limpia y en el tiempo propicio.

7. Factores que conducen a la armonía matrimonial. ¿Por qué hay tantos matrimonios que terminan en
separación o que siguen con un perpetuo conflicto entre los esposos?

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La respuesta se halla en parte en el hecho de que muchos de los jóvenes que se casan, no están
preparados para vivir la vida conyugal.
Algunos no eligen bien a su cónyuge y otros piensan que el requisito principal para unirse y vivir siempre
felices, es estar enamorados. Dicen: “Si nos queremos el uno al otro, todo lo podremos arreglar.” Aunque los
sentimientos son indiscutiblemente importantes, no bastan por sí solos.
El matrimonio es la relación más completa de todas las relaciones humanas. Hay factores que producen
armonía matrimonial, y es importante que el pastor-consejero los conozca, tanto para aconsejar a parejas que
están en dificultades matrimoniales, como para asesorar a parejas que planean casarse. Los factores más
importantes son los siguientes
7.1. Mantenimiento y cultivo del respeto mutuo: El respeto mutuo entre esposos es tan importante como
el amor romántico. Es posible querer a una persona sin respetarla mayormente. Una señorita observaba: “Estoy
locamente enamorada de Luis, pero no lo respeto mucho.” Si un joven no admira al otro, no deben casarse. No se
puede querer por largo tiempo a alguien que no infunda respeto.
Hay casos en que el respeto mutuo que siente la pareja en los primeros años de matrimonio, disminuye
paulatinamente. Los consortes dan por sentado que su cónyuge los acepta no importa cuál sea su
comportamiento. Dejan de practicar buenos modales en la casa, descuidan su apariencia cuando están solos y
no respetan las opiniones del otro.
Lo peor es cuando uno se siente superior y menosprecia en algo al otro. En el caso en que señora
continuamente señala que su marido es inferior, inadecuado e indigno de respeto, el esposo tiende a reaccionar
muy mal: puede buscar ocasiones para humillarla, puede dejar de comunicarse con ella o puede cobrar venganza
buscando a una mujer que lo quiera. Para que su esposa sepa que la otra mujer lo quiere, dejar deliberadamente
pistas de sus aventuras: manchas de lápiz labial en su pañuelo o una carta de amor a su amante en el bolsillo de
su chaqueta.
En cambio, la mujer continuamente humillada por su marido puede llegar a ser indiferente sexualmente, o
aun frígida. Muchas veces se siente indigna, inútil, y pierde interés en la vida; otras esposas manifiesta su deseo
de ser amadas dando cariño exagerado a sus hijos.
¿Cómo puede el uno mantener el respeto del otro? Se dice que “el respeto se gana y no se impone”.
Cada consorte debe esforzarse en cumplir su papel en la familia. La esposa debe mantener el aseo de la
casa, preparar bien la comida y cuidar bien de los hijos. El marido debe esforzarse para satisfacer las
necesidades del hogar, tomar su autoridad como cabeza de familia y participar en las actividades de recreación.
También se mantiene el respeto matrimonial tratando el uno al otro con cortesía, consideración y cariño.
No cuesta nada decir: “Muchas gracias, mi amor”, y produce buenos resultados.
También deben ser comprensivos especialmente cuando uno no se siente bien o está desanimado. Sobre
todo, deben expresar su admiración el uno al otro y así el otro responderá positivamente.
Un conferencista anunció su tema así “¿Cómo puede el marido conseguir que su esposa lo trate como sí
fuera un rey?” En su discurso contestó la pregunta diciendo: “Tratándola a ella como si fuera una reina.”
Una cosa que quita la confianza y el respeto mutuo entre los cónyuges es criticarse el uno al otro ante
otras personas. Es una experiencia humillante que produce resentimiento y amargura. Dice Tim LaHaye:
Nunca, nunca ventile usted las faltas, debilidades, o deficiencias de su consorte ante otras personas. No lo critique
jamás ante sus amigos o parientes. Si no le gusta el comportamiento de su cónyuge con respecto a algún asunto, debe
compartir su actitud sólo con dos personas: Dios y su consorte... No hay nada que una persona se sienta más
menospreciada, que saber que su cónyuge ha sido desleal criticándola ante personas de fuera del hogar.
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Hay muchos otros factores que producen respeto mutuo, tales como el dominio propio, el actuar
desinteresadamente y con nobleza, el ser perdonador y el llevar una vida netamente cristiana. Estos serán
considerados bajo otros encabezamientos.
La esencia misma del respeto en el matrimonio consiste en considerar al cónyuge como una persona tan
digna y apreciable como uno mismo, en lo profundo de su mente algunos hombres consideran a su mujer como
un ser inferior. Para ellos, su esposa es alguien que ministra a sus necesidades, que cuida de la casa y que cría a
los niños, pero no es alguien con quien puedan compartir sus sentimientos más íntimos, sus sueños y sus planes.
A otros hombres les falta respeto verdadero, pues consideran en cierta medida a su mujer como alguien a
quien dominar. Dicen: “Tienes que obedecerme, pues soy la cabeza de la familia.”
Exigen de su señora, una abnegación total, pero no saben darle un poco de afecto; le dan órdenes, pero no
la ayudan en la esfera emocional.
En cambio, la mujer pude considerar a su marido como poco más que un medio para sustentar a la familia
y disciplinar a los hijos.
Otras creen que su misión es reformar a su esposo, enseñarle modales y modelar su carácter.
Algunas señoras tratan de dominar a sus maridos; los tratan como si ellos fueran niños y ellas sus madres;
los vuelven cobardes y sumisos, o resentidos y rebeldes. A tales mujeres les falta respeto por sus maridos.
Los cónyuges deben esforzarse por respetarse el uno al otro y ser dignos de respeto en la vida
matrimonial. No hay factor más importante para tener armonía en el hogar.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 21: ¿Qué demuestran las estadísticas sobre las parejas que se casan después de conocerse por largo tiempo?
Pregunta 22: ¿Cuál es una de las características del amor auténtico?
Pregunta 23: ¿Qué cosa es el noviazgo?
Pregunta 24: ¿Qué consecuencias traen las relaciones prematrimoniales?
Pregunta 25: ¿Por qué hay tantos matrimonios que terminan en separación o que siguen con un perpetuo conflicto entre los esposos?
Pregunta 26: ¿En qué consiste el mantenimiento y cultivo del respeto mutuo?
Pregunta 27: ¿Qué sucede con una mujer que continuamente es humillada por su marido?
Pregunta 28: ¿Cómo puede el uno mantener el respeto del otro?
Pregunta 29: ¿Cuál es la cosa que quita la confianza y el respeto mutuo entre los cónyuges?
Pregunta 30: ¿En qué consiste la esencia misma del respeto en el matrimonio?

7.2. Madurez emocional: Un factor fundamental para lograr la armonía en el hogar es la madurez
emocional, o sea, la capacidad de ajustarse socialmente a otros y reaccionar bien en todas las situaciones.
Muchos cónyuges entran al matrimonio con grandes expectaciones, a veces exageradas e irreales, y
quedan algo desilusionado al encontrar que el matrimonio no es todo lo que creían. Algunos se esfuerzan con
valentía para mejorar su relación, y otros reaccionan mal por ser inmaduros. Se comportan como niños mimados
cuando las cosas no andan a su gusto.
Piensan que pueden obtener sus fines reaccionando con una conducta infantil. Les falta el valor para
enfrentar los obstáculos y superar los problemas.
Algunos síntomas de la falta de madurez son:
Ser exigente en cuanto a la satisfacción de sus propios deseos, no considerar los sentimientos y deseos de
su cónyuge, dar rienda suelta a sus sentimientos cuando las cosas andan mal o la persona no consigue lo que
desea (gritar, llorar, reñir, estar de mal humor, callarse, no aceptar responsabilidades, culpar al otro, ser

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incumplidor u obstinado, depender excesivamente de sus padres, y no ceder en los asuntos en que hay
diferencias de opinión).
El matrimonio es la más íntima de todas las relaciones humanas y la que exige lo máximo de las dos
personas. Los consortes deben aprender a expresar sus emociones de una manera constructiva y a resolver sus
diferencias pacíficamente. Tienen que controlar sus sentimientos de susceptibilidad, dominar sus impulsos y
refrenar su egoísmo. Si no lo hacen, habrá conflictos continuos e infelicidad.
Clyde Narramore define la madurez necesaria para el matrimonio como la capacidad de “llevarse bien
consigo mismo y con otros”.
Observa que la persona suficientemente madura como para casarse tiene ciertas características:
 Hace frente a la vida con realismo.
 Acepta las situaciones tal como son.
 Es capaz de tomar decisiones.
 Coopera bien con otros.
 Es capaz de amar a alguien además de sí mismo.
 Acepta bien las frustraciones y los contratiempos.
Podemos agregar que sabe perdonar y pedir perdón.
La raíz de la inmadurez es el egoísmo; la persona se preocupa solamente por sí misma y por satisfacer sus
propias necesidades. Pero tal actitud es contraproducente. Las personas se casan para satisfacer necesidades
tales como las de compañía, afecto, seguridad y sexo.
La felicidad matrimonial depende de la satisfacción mutua de las necesidades. Si uno defrauda al otro,
también será defraudado; si uno hace feliz al otro, el otro responderá haciéndolo feliz a él. Se cumple en el
matrimonio el principio bíblico: “Dad, y se os dará... El que saciare, él también será saciado” (Lucas 6:38:
Proverbios 11:25).
Lo ideal del matrimonio es darse el uno al otro. El escritor inspirado añade otras dimensiones. “Someteos
unos a otros en el temor de Dios... El que ama a su mujer, a sí mismo se ama” (Efesios 5:21, 28).
“Perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo... No se ponga el sol
sobre vuestros enojo.” (Efesios 4:32,26)
¿Cómo se puede vencer el egoísmo? El primer paso es someterse a Cristo y a la Palabra de Dios.
Es poco probable que el creyente pueda someterse a otro, si primero no se ha sometido a Dios. En
segundo lugar, debe reconocer que el egoísmo es pecado, quizás uno de los más dañinos que uno pueda
cometer. Mientras que uno no reconoce su egoísmo o da excusas por él no trata con él ni lo vence. Tiene que
reconocerlo y confesarlo a Dios (1 Juan 1:9), luego debe pedir sinceramente que Dios lo quite y debe hacer todo
esfuerzo para comportarse desinteresadamente. En tercer lugar, la persona debe confesar sus actos de egoísmo
a su cónyuge y pedir perdón por cada ofensa (Santiago 5:16).
LaHaye comenta:
“Arregle el daño causado por su egoísmo. Pida perdón a cualquier persona a la cual haya manifestado su
falta de madurez o egoísmo, no importa si lo merece o no. y hallará que cada vez será más fácil evitar la
conducta egoísta. Se aprende pronto que no conviene ser egoísta, pues es menos penoso dejar de comportarse
egoístamente que tener que pedir perdón por su egoísmo, diciendo: “No tuve razón. ¿Me perdonará?”

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7.3. Comprensión de las diferencias que hay entre los dos sexos: Surgen problemas en el hogar cuando
los consortes no se dan cuenta de que cada uno es sicológicamente distinto al otro, pues en tal caso no se
comprenden bien el uno al otro.
Las diferencias físicas son bien conocidas; como por ejemplo el hecho de que las chicas maduran más
pronto que los muchachos de la misma edad, y la vida de la mujer se prolonga más que la del hombre. Es obvia
la diferencia entre sus respectivas anatomías. Sin embargo, las diferencias sicológicas entre los dos sexos son
algo más grande y menos conocido. Consideremos algunas generalizaciones que se pueden aplicar a la mayoría
de la gente.
a) Los hombres tienden a pensar lógicamente, casi fríamente, con el intelecto; la mujer tiende a pensar
con su corazón, es decir, está influida por sus emociones. Las decisiones de ésta dependen mucho de cómo se
sienta acerca del asunto; el hombre tiende más a pensar en los argumentos racionales. Tal vez esto sea
consecuencia de que la intuición femenina está más desarrollada que la del varón.
b) El hombre se ocupa más de sus actividades fuera del hogar y en el mundo externo, que de sus
sentimientos. La mujer se concentra más en sus propios sentimientos y es menos objetiva en su punto de vista.
c) Los hombres tienden a tomar en cuenta principios y a generalizar sus conocimientos; las mujeres
consideran más los detalles o particularidades. Por ejemplo, un hombre estudiará las líneas generales de la
política de un candidato para la presidencia; su señora indagará acerca de su actitud referente al programa
educacional o referente a su familia. El hombre ve el panorama y la mujer los pormenores.
d) Los hombres tienden a hablar acerca de cosas prácticas: su empleo sus planes para el futuro y los
asuntos financieros. No les gusta hablar mucho, por regla general, con respecto a otras personas y relaciones
humanas. En contraste, la mujer prefiere hablar tocante a sus sentimientos, sus íntimas relaciones con otros, sus
problemas y los asuntos de los miembros de su familia. Capta con más facilidad la actitud de otros y tiende a
chismear más que su marido.
e) Los hombres, hasta cierto punto, desean intimidad emocional pero a la vez la temen y hasta la evitan.
El sexo bello necesita recibir frecuentemente expresiones de cariño y amor. Para el varón es difícil hablar acerca
de sus sentimientos; es menos capaz que la mujer de entender y de expresar una emoción, de modo que tiende a
retirarse de los encuentros emocionales.
La mujer anhela intimidad emocional y se siente insegura frente a la incapacidad de su marido para
comunicar verbalmente la profundidad de sus sentimientos. Quiere escuchar a cada momento las palabras: “Te
quiero, mi amor”, y ser abrazada y besada; el hombre, por regla general, se siente incómodo hablando de su
amor y actuando románticamente.
Muchos hombres piensan que basta con suplir las necesidades materiales de su esposa, y ser fieles en su
relación matrimonial. No saben darse así mismos a su esposa.
f) El varón necesita tener éxito; la mujer necesita seguridad. El hombre tiende a identificarse con su
trabajo, el cual llega a ser la expresión de su personalidad, y se evalúa así mismo por ello. Por ejemplo, el
constructor está absorto en sus proyectos. Si tiene éxito, siente su valor personal, pero si las cosas de su trabajo
andan mal, tiende a sentirse desalentado, hasta considerarse de poco valor en ciertos casos.
El hogar de la mujer muchas veces llega a ser una extensión de su personalidad, y ella se evalúa así
misma por la medida de aprecio que le demuestran los miembros de su familia.
También recibe gran satisfacción sirviendo a su marido y sus hijos. Encuentra su éxito en el bien y el éxito
de ellos. Para el hombre el hogar es solamente una parte de su vida; para la esposa es toda su vida.

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g) La reacción ante lo sexual difiere según el sexo. El hombre tiende a considerar el acto del matrimonio
como un medio de satisfacer su instinto sexual; la esposa tiende a considerarlo como algo que es inseparable del
amor romántico.
Alguien ha dicho que el hombre da cariño para recibir sexo, y la mujer da sexo para recibir cariño. Aunque
es una exageración, tiene un elemento de verdad.
Se estimula el ardor sexual del hombre mirando el cuerpo desnudo de su esposa; la vista del cuerpo
masculino no produce efecto alguno en la mujer; su deseo se despierta escuchando palabras amorosas
recibiendo besos y caricias de su marido.
El deseo sexual del hombre se estimula en forma rápida; la mujer necesita tiempo para excitarse. Se
explica esto notando que al hombre le toca iniciar el proceso; la mujer permanece pasiva y responde a su marido.
El esposo sabio tendrá paciencia, y preparará bien a su esposa para el acto del matrimonio a fin de que ella
experimente satisfacción actuará suavemente y con ternura pensando en los sentimientos de ella.
Se dará cuenta de que la preparación de su señora no comienza cuando se acuestan en la cama. Las
expresiones de cariño y comprensión durante la semana son mucho más importantes que las caricias en la
noche.
Para la mujer, el acto del matrimonio consiste en responder al cariño de su esposo; es la expresión del
amor mutuo. La falta de aprecio, la crítica y los roces emocionales en el hogar apagan el deseo sexual en la
mujer.
A veces el hombre también reacciona sexualmente a problemas emocionales. Si la mujer es dominante o
tiende a ser masculina en su actitud, su marido puede llegar a ser impotente.
Si el hombre siente hostilidad hacia su esposa, puede ser que tenga una eyaculación prematura en el acto
matrimonial, pues inconscientemente procura castigarla. Por regla general, la inadaptación sexual entre una
pareja es un síntoma de no haberse adaptado bien en las otras relaciones matrimoniales.
Aunque pueden existir grandes diferencias entre los cónyuges en cuanto a sus deseos, actitudes,
capacidades sexuales, puntos de vista y manera de actuar en el diario vivir, pueden adaptarse el uno al otro y
tener la disposición para hacer los sacrificios necesarios para llevarse bien. Sobre todo, si están unidos por su
común amor a Dios, en un amor desinteresado entre sí, las perspectivas para disfrutar de la felicidad conyugal
son muy buenas.
7.4. Comunicación: No es de extrañarse si hay roces entre los cónyuges. Por regla general, hay desacuerdos
en todo matrimonio, pues es una unión de dos personas distintas con diferentes fondos e ideas. Sus roces no
serán graves si pueden comunicarse el uno con el otro de manera positiva, pero si se comunican airadamente o
dejan de comunicarse entre sí, habrá problemas cada vez más serios.
Los desacuerdos no resueltos tienden a volverse más irritantes y profundos. Las pequeñeces que
molestan: la fatiga, una crítica, una negligencia, el desaseo en la casa, un gasto innecesario; pueden ser causas
potenciales de conflicto. Sin embargo, si las personas ventilan sus desacuerdos abiertamente con el objeto de
resolverlos de una manera madura, es muy probable que puedan llegar a librarse de esos sentimientos negativos.
Por ejemplo, una señora respondió con calma a una observación áspera de su marido: “Tus palabras me
hieren, querido.” El esposo quedó un poco asombrado y pidió perdón. Si ella se hubiera callado o hubiera fingido
que no estaba ofendida, es probable que hubiera guardado resentimiento en su corazón.
Comunicó sus sentimientos, pero los comunicó de una manera positiva que no condujo a un intercambio
violento de palabras.

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Muchas parejas no saben conversar acerca de sus problemas y esto se traduce en tensiones innecesarias.
¿Por qué muchos cónyuges no se comunican el uno con el otro cuando surge algo que les molesta? Por
regla general, es porque temen que la otra persona reaccione mal.
Hay varias maneras de responder a la queja de su consorte:
a) Enojarse, defenderse vigorosamente y, tal vez señalarle sus faltas. Nadie quiere ser confrontado con
sus deficiencias, pues es un golpe a su “yo”. Sin embargo, el intento de negar que existan o de dar excusas, es
tan inútil como poner una alfombra sobre la basura en el piso de la sala de estar. Puede resultar en una riña, o si
no, su cónyuge probablemente se sentirá dolido por su actitud y aumentará la tensión. La persona que reacciona
fuertemente a las quejas de su consorte, estará edificando una muralla que tarde o temprano los separará
emocionalmente.
b) Desoír la queja y seguir como de costumbre. En vez de resolver la situación, puede llevar a la
persona ofendida a la exasperación. Una mujer que se había separado de su marido, decía: “Nunca me escuchó.”
c) Sentirse ofendido y limitarse a permanecer callado por largo tiempo. Es una actitud sumamente
cruel. Se dice que “los palos y piedras rompen los huesos, pero el silencio quebranta el corazón”.
El silencio prolongado manifiesta cólera vengativa y falta de respeto hacia la otra persona. Es el último
paso para aislarse de su consorte. Por regla general, quita el amor que queda en el corazón. Además, la persona
que recurre a esta estratagema daña su propia salud emocional y probablemente sufrirá efectos físicos tales
como úlceras.
d) Evitar una confrontación a todo costo, pero guardar resentimiento en su corazón. Tampoco es la
solución, pues solamente se traslada la tensión de un consorte al otro.
e) Escuchar lo que dice su cónyuge y dialogar objetivamente acerca del remedio de la falta. Al igual
que es doloroso limpiar una llaga, cuesta reconocer las faltas, pero aporta grandes beneficios: se gana el respeto
de la otra persona y se mantiene la armonía. Si un miembro de la pareja escucha con comprensión las quejas del
otro, es muy probable que el otro también esté dispuesto a escuchar las quejas de éste. Así uno pone el ejemplo
al otro y ambos se esfuerzan en quitar las cosas que causan tensión y resentimientos.
El problema de muchas parejas es que un cónyuge no interpreta bien lo que dice el otro y reacciona mal.
Por ejemplo, la señora exclama: “Estoy cansada de tu sarcasmo. ¿Por qué no me tratas como a un ser humano?”
O el marido se queja: “Todo el día trabajo duramente. Y cuando regreso a la casa, siempre tengo que disciplinar a
nuestros hijos.” En ambos casos, quieren decir: “Ayúdame, por favor, pero el consorte reacciona por regla general
como si fuera rechazado o atacado cruelmente. Es necesario captar el mensaje que hay detrás de las palabras o
de los gestos.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 31: ¿Qué es la madurez emocional?
Pregunta 32: ¿Cuáles son algunos de sus síntomas?
Pregunta 33: ¿Cómo define Clyde Narramore la madurez?
Pregunta 34: ¿Cuáles son las características de ésta, para casarse?
Pregunta 35: ¿Cuál es la raíz de la inmadurez?
Pregunta 36: ¿Cómo podemos vencer el egoísmo?
Pregunta 37: ¿De qué es síntoma la inadaptación sexual entre una pareja?
Pregunta 38: ¿Qué cosas pueden ser causas potenciales de conflicto?
Pregunta 39: ¿Por qué muchos cónyuges no se comunican el uno con el otro cuando surge algo que les molesta?
Pregunta 40: Menciona alguna de las maneras de responder a la queja del consorte.

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Oscar Feucht, líder evangélico, aconseja en cuanto a la resolución de los desacuerdos matrimoniales que:
“El esposo y la esposa deben encontrar una manera de eliminar los roces. En vez de permitir que cada riña
perjudique cada vez más su matrimonio, deben experimentar con métodos para solucionar sus problemas hasta que
encuentren uno que dé buen resultado. Luego deben ponerse de acuerdo sobre el próximo paso a dar hacia la
solución: orar para recibir sabiduría y paciencia; concentrarse en el problema y no en el otro consorte; y procurar no
dejar que aumenten las tensiones”.
Es de tanta importancia recibir las quejas de su cónyuge, como saber comunicarlas prudentemente y a
tiempo. Hay algunas líneas a seguir:
a) Debe tener un motivo correcto. El cónyuge, no debe abusar de su privilegio de comunicar al otro su
queja con el fin de castigarlo o desahogarse así mismo de su frustración respecto a otras cosas.
Hemos estudiado el mecanismo de defensa que se denomina “sustitución”. Por ejemplo, ésta funciona
cuando una persona no tiene el valor de enfrentar a su jefe ante una injusticia, y descarga su enojo contra otra
persona menos capaz de tomar represalias. Así, un cónyuge a veces usa al otro como “cabeza de turco”.
b) Debe pedir a Dios que le dé sabiduría y gracia para comunicar a su consorte su falta, y para librarlo de
ella. A veces Dios nos muestra cosas sorprendentes cuando oramos. Un marido, molesto por las deficiencias de
su mujer, oró fervientemente para que el Señor la cambiara. Mientras oraba, oyó la voz divina diciéndole que
quería librarlo a él también de sus propias debilidades.
c) Debe elegir una hora propicia. En la mayoría de los casos, temprano en la mañana no es la hora de
señalar quejas, pues uno no se siente muy sereno en aquella hora. Un hombre observó: “En la mañana no me
siento sociable hasta que he tomado una taza de café.” Tampoco conviene ventilar quejas y resentimientos
inmediatamente antes de acostarse, pues los cónyuges están cansados y si hay un intercambio de palabras, la
tensión resultante puede quitar el sueño. Se debe elegir un momento en que el consorte se sienta bien y los dos
estén a solas.
d) Debe hacer caso al consejo paulino, según una versión moderna “Hablando la verdad en un espíritu
de amor” “Efesios 4:15). Debe emplear palabras suaves y acompañarlas con cariño sincero. La otra persona
estará más dispuesta a recibir críticas si también recibe halagos y expresiones de cariño diariamente. El problema
de muchas parejas es que uno no comunica sus quejas al otro cuando siente amor en su corazón, sino cuando
está irritado y de siente provocado; entonces señala todo lo que le molesta, y un espíritu de enojo. El efecto es
abrumador y contraproducente. Si uno comunica con amor, no chocará tanto con el otro.
e) Debe tener paciencia y seguir orando en aquellas situaciones en que su cónyuge no acepte la queja o
la sugerencia. No conviene insistir, discutir o reprender. Es mejor decirle algo una vez, y luego mantenerse
tranquilo y orar. Las personas que al principio rehúsan reconocer su falta a menudo recapacitan al pensar bien en
el asunto.
f) Debe mostrar su gratitud cuando la persona remedia su falta. Sin embargo, no debe retirar su amor
bajo ninguna circunstancia, aunque no la remedie. El amor debe ser algo más profundo que una recompensa a la
otra persona por comportarse bien.
La comunicación es mucho más que darse a conocer las quejas el uno al otro. Es un proceso que consiste
en abrir su corazón al otro; es compartir experiencias e ideas; es la base del compañerismo.
Por regla general, la mujer está en casa todo el día y sus actividades la limitan a cuidar de su familia y de la
casa. Se siente aislada del mundo exterior. Cuando su marido vuelve de su trabajo, ella quiere saber todo lo que
le ha pasado durante el día, sus actividades y sus planes. También quiere contar con el oído atento y
comprensivo de su marido para que escuche sus experiencias, pruebas y logros. Cuando hay amor verdadero,
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hay interés mutuo en las actividades, experiencias y sentimientos. Uno entra emocionalmente en el mundo del
otro. Una mujer que buscó ayuda de un consejero, describía lo contrario de esta dimensión: “Mi marido me
escucha, pero no me escucha con el corazón.”
Desgraciadamente, hay matrimonios que tienen una falta casi absoluta de comunicación significativa, pues
los cónyuges no se abren su corazón el uno al otro, o uno de ellos no es capaz de comunicarse. Más de una
mujer ha testificado: “Aunque he vivido años con mi marido, todavía no lo conozco. No sé lo que piensa y siente.”
Dos personas pueden vivir bajo el mismo techo, comer a la misma mesa y dormir en la misma cama, y no
obstante estar psicológicamente separadas, como si viviesen en mundos aparte.
Conversan, pero su comunicación es superficial; el uno no sabe lo que siente el otro. Nuestra necesidad de
amar y ser amados se satisface solamente cuando nos abrimos al nivel más profundo del otro. No debemos
ocultar nada a nuestro cónyuge, ni siquiera nuestras debilidades, temores, desilusiones y ambiciones.
¿Por qué algunos consortes permanecen cerrados? Puede ser porque en su medio han aprendido a no
abrirles su corazón a otros. Se sienten incapaces de hacerlo.
Algunos cónyuges no se abren, porque su consorte no los escucha con comprensión. Además muchas
personas no se comunican, porque tienen miedo. Temen cómo reaccione su cónyuge; temen tal vez que si
hablan de cosas íntimas sean despreciados o que el conocimiento de su debilidad sea usado como látigo por su
cónyuge en momentos de riña. Tales personas se cierran para protegerse. Otras personas no comunican sus
pensamientos íntimos, porque les falta verdadero amor. Han perdido interés en su consorte o se aman solamente
así mismas.
7.5. Acuerdo con respecto a las finanzas: La falta de dinero y los desacuerdos tocantes a la manera de
gastarlo, son problemas comunes en los matrimonios infelices.
Surgen preguntas acerca del dinero. ¿Qué cosas son necesarias y qué cosas son de lujo? ¿Cuánto dinero
deben gastar para la casa? ¿Para la ropa? ¿Para los víveres? ¿Cuáles artefactos y muebles son indispensables
para los recién casados? ¿Hasta qué punto deben comprar cosas a plazos?
Por regla general, las parejas sienten más las presiones financieras en los primeros años de su
matrimonio. Es preciso que los cónyuges se consulten mutuamente para llegar a un acuerdo en los asuntos
financieros desde el comienzo de su unión.
Se dice que para tener éxito matrimonial, se necesitan uno que gane la vida y dos que sepan gastar
prudentemente lo que uno gana. Si uno gasta pródigamente el dinero en cosas suyas, como ropa o cosas
innecesarias, pronto habrá problemas financieros y muy probablemente choques entre los dos.
Conviene que la pareja haga un presupuesto y lo cumpla estrictamente. Se necesita dominio propio, pero
vale la pena evitar las tensiones causadas por deudas o dinero mal administrado.
Si uno quiere comprar algo costoso, siempre debe consultar a su consorte. Si él no está de acuerdo,
conviene no comprarlo, pues el hacerlo causaría tensión en la familia. Muchas veces surgen problemas cuando
uno de los cónyuges es mezquino, o malgastador.
Es la costumbre de muchas señoras seguir trabajando después de casarse. Si guardan sus entradas
aparte, puede ser que lleguen a sentirse autosuficientes e independientes de su marido. Conviene que pongan
sus entradas en un fondo común y que planeen juntos cómo gastarlo.

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Apropiándome de la verdad
Pregunta 41: ¿Qué opina en resumen Oscar Feucht acerca de los conflictos matrimoniales?
Pregunta 42: ¿En qué consiste el mecanismo de defensa de “sustitución?
Pregunta 43: ¿Qué se aconseja acerca del momento propicio?
Pregunta 44: Explique Efesios 4:15
Pregunta 45: ¿Qué se debe de hacer en aquellas situaciones en que su cónyuge no acepte la queja o la sugerencia?
Pregunta 46: ¿En qué consiste la verdadera comunicación?
Pregunta 47: ¿Cuándo se satisface nuestra necesidad de amar y ser amados?
Pregunta 48: Menciona algunas razones por las cuales algunas personas no se comunican en el matrimonio
Pregunta 49: ¿Qué es lo que se dice que se necesita para tener éxito matrimonial?
Pregunta 50: ¿Qué se debe de hacer si uno de los cónyuges quiere comprar algo costoso?

7.6. Planificación de la familia y unión para criar a los hijos: Se dice que la reproducción es un
milagro en el cual Dios permite que los padres participen. También es un resultado natural de la unión
matrimonial. Con el avance de la ciencia, es posible ahora controlar la natalidad, planificar la llegada de los hijos y
limitar la familia a la cantidad de hijos para los cuales se pueda proveer adecuadamente. Algunos gobiernos
consideran que es necesario enseñar el control de la natalidad para contrarrestar la explosión demográfica que
amenaza con sumergir a sus países en la miseria.
Entre los creyentes existen diferencias de convicciones en cuanto al control de la natalidad. Algunos
cristianos señalan que Dios castigó a Onán por haber vertido en tierra su simiente cuando se unió con la viuda de
su hermano (Génesis 38:8-10). Sin embargo, se nota que Onán fue muerto por su egoísmo. No quiso que Tamar
quedase embarazada por la relación sexual, y así diera descendencia que llevara el nombre de su difunto
hermano. Violó la ley del levirato de aquel entonces, la cual exigía que la viuda sin hijo varón fuera desposada por
su cuñado; el primer hijo era adjudicado al difunto y recibía su nombre y su herencia: así no se extinguía el
nombre del difunto (Deuteronomio 25:5-10).
La Biblia dice claramente que Onán evitó su deber de pariente cercado “sabiendo... que la descendencia
no había de ser suya” (Génesis 39:9): La Biblia ni enseña ni prohíbe el control de la natalidad.
Algunos creyentes practican la planificación familiar. Muchas parejas toman medidas para no tener hijos en
el primer año de su vida conyugal pues procuran amueblar su casa y tener tiempo para ajustarse el uno al otro
antes de asumir la responsabilidad de la paternidad.
Un consejero describe las tensiones y la tragedia resultantes de no planificar la familia, usando un hogar
como ejemplo: “Hay siete hijos que llegaron uno tras otro, y el octavo está por venir. La madre teme cada
embarazo, lo que produce roces entre los esposos. Además las entradas son insuficientes y la casa muy pequeña
para tantas personas. La señora mantiene el aseo de la casa pero el ruido inevitable de demasiada gente en un
lugar tan apretado le produce tensión, y las chispas de irritación se convierten a menudo en llamas de enojo. La
señora se enfermó y le echa la culpa a su marido. No es de extrañarse que la hija una adolescente, se encuentre
en irregularidades sexuales.”
Hay mujeres que testifican que siempre temen quedarse embarazadas cada vez que tienen relaciones
sexuales con su marido, y por lo tanto son algo desagradables para ella. Mejor es practicar la planificación de la
familia y evitar tales tensiones y la tragedia de traer al mundo hijos no deseados.
Cuando la pareja sabe que la señora está embarazada del primer hijo, puede tener sentimientos mixtos, es
decir experimentar el gozo de esperar un hijo, pero a la vez darse cuenta de que tendrán más responsabilidades
y menos libertad.
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En dicha condición, muchas mujeres experimentan períodos de depresión y, por supuesto, incomodidad
física. Pero la comunicación de sus sentimientos a su marido y la comprensión de él, pueden aliviarla bastante e
infundirle aliento para enfrentarse a sus dificultades. Conviene que el esposo la trate con ternura especial y no
reaccione cuando ella se comporte con irritación.
Otro factor que produce armonía entre cónyuges es presentar un frente unido ante los hijos. Uno debe
apoyar al otro cuando se les manda y disciplina. Su política debe ser: “Cuando uno habla es como si ambos
hubieran hablado”. Expondremos más respecto a este asunto en la lección sobre la niñez.
7.7. Buenas relaciones con los suegros: En la lección anterior hemos mencionado la necesidad que
tienen ambos cónyuges de cultivar buenas relaciones con los suegros. Son importantes y deben ser respetados y
amados. Es aconsejable visitarlos de tiempo en tiempo, pero no vivir con ellos. Las parejas que viven en un lugar
aparte están más contentas y tienen menos tensiones, por regla general.
Algunos suegros, con buenas intenciones, se entremeten en los asuntos de su yerno o de su nuera, no
permitiendo que los recién casados tomen sus propias decisiones y vivan su vida.
También algunos suegros toman partido en las disputas internas o hacen comparaciones adversas con ex-
novios y pretendientes, y así pueden perjudicar la armonía matrimonial.
En tales casos, conviene que el consejero hable con los suegros y les explique los peligros que hay en
intervenir en asuntos delicados.
Los cónyuges deben arreglar sus diferencias sin recurrir a los padres, y no deben acostumbrarse a
depender de ellos. Puede ocasionar un fuerte resentimiento contra ellos y repercutir en tensiones entre los
cónyuges.
7.8. Cultivo de intereses en común y participación en las mismas actividades:
La vida tiene muchos aspectos y debe haber equilibrio entre el trabajo, la recreación, la religión y las
actividades sociales. Si uno se dedica a trabajar sin darles lugar a las otras actividades, pronto su vida perderá
todo gusto. Hay que tomar tiempo para la recreación, el culto y la vida social.
Es cierto que “los cónyuges que disfrutan de recreación juntos y sirven a Dios juntos, permanecerán
juntos”. Sin embargo muchas veces uno tiene gustos diferente a los del otro.
Por ejemplo, supongamos que el marido sea aficionado a los deportes y a su señora le guste pasear en
automóvil. ¿Cuál actividad deben adoptar? Uno debe ceder en parte al otro o encontrar otra forma de recreación
de la cual ambos pueden disfrutar.
La esposa prudente no exigirá que su marido deje completamente su costumbre de ir al estadio para ver
las competencias deportivas, pero sí puede pedirle que la acompañe a una actividad agradable para ambos.
En cambio, el esposo también debe estar dispuesto a restringirse algo en ir al estadio y pasar algún tiempo
en actividades mutuamente aceptables.
LaHaye nos proporciona una ilustración de cómo una pareja que buscó su consejo, solucionó un problema
de esta índole:
A Jorge, el marido, le gustaba pasar los fines de semana cazando animales silvestres con su padre. Su
esposa, Elena, se había criado en un hogar en el cual faltaban la paz y la seguridad. Había soñado con escapar
de ese medio ambiente, casarse y disfrutar de una vida de compañerismo y tranquilidad. Naturalmente, le dolía
que Jorge la dejara sola en la parte de la semana en que los dos podían estar juntos.
Cada vez que Jorge pensaba ir con su padre al campo para cazar animales, Elena se enojaba. Había un
intercambio de palabras hirientes. La situación empeoró cuando Elena se retiró a su caparazón protectora de

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silencio. A veces Jorge no podía disfrutar bien de su recreación favorita, pues sabía que las cosas no andaban
bien en su hogar.
Guiados por el consejero, los dos reconocieron que el bien de su matrimonio valía mucho más que el “estar
juntos todos los fines de semana”, o “las aventuras de caza”. Se pusieron de acuerdo, cada uno cediendo algo al
otro. Jorge disminuiría la frecuencia de sus viajes al campo y Elena se esforzaría por aceptar de buena gana esos
viajes. Requería dominio propio de parte de ambos y hubo algunos reveses pero en general el convenio surtió
efecto. Con el transcurso del tiempo, la pareja encontró otro tipo de recreación que era agradable a ambos y así
se solucionó el problema.
Se pueden evitar muchos roces en el matrimonio si los dos consortes están dispuestos a ceder el uno al
otro. Pero si uno insiste en imponer su deseo sobre el otro continuamente, habrá problemas. Es preciso que cada
uno se dé cuenta de que tal proceder es egoísta, y de que el egoísmo es uno de los peores pecados. Se necesita
confesar ese pecado a Dios y buscar su ayuda para vencerlo. La felicidad matrimonial brota cuando cada uno
procura hacer feliz a su cónyuge y no pensar sólo en sí mismo.
7.9. Importancia de mantener vivo su romance: En el período del cortejo y el noviazgo, las dos personas
se esfuerzan en ganar el amor del otro Después de los primeros años de matrimonio, tienden a veces a disminuir
sus esfuerzos románticos. Dejan de darse la misma atención, consideración y cortesía de antes. Pero es
importante que mantengan vivo su amor romántico.
Es normal que el amor ardiente de los primeros años se convierta en algo más profundo y maduro, pero es
un error de parte del marido no abrazar y besar su esposa todos los días y no expresarle su cariño
continuamente.
Es importante recordar el cumpleaños de ella y la fecha de aniversario del matrimonio, trayendo un regalo
o celebrándolos de una manera especial.
La esposa debe hacer su parte manteniéndose atractiva y atenta a su marido. Debe expresar su
admiración, halagándolo cuando logra algo; que no pierda la admiración que sentía hacia su cónyuge en el
período del cortejo y noviazgo.
Pocas personas cometen adulterio porque se enamoran irresistiblemente de una tercera persona. Muchas
recurren a esta relación para aliviar su aburrimiento; les falta comunicación con su cónyuge, compañerismo,
romance y las cosas que dan gusto a su vida. Más maridos que esposas se quejan de la monotonía de vivir con
su consorte y de descarrían de la senda de la fidelidad matrimonial. Pocos cónyuges buscan aventuras si tienen
una relación satisfactoria y estimulante en su hogar.
Una mujer que había cometido adulterio, explicaba: “la seguridad de estar casada son Arturo me sostenía
en los primeros años de nuestro matrimonio. Es una persona digna de confianza, buena constante y solícita, pero
tiene falta de brillo. Al principio yo pensé que él podía ser entusiasta, gozoso y romántico, pero no resultó así.
Todo lo que hacía. Lo hacía sistemáticamente y como rutina, hasta nuestra relación en la cama. Yo sentía que
nuestra unión estaba estancada y era aburridora. Me sentía sofocada. Luego vino Marcelo, un hombre incumplido
y vago, pero tenía la capacidad de hacerme sentir atractiva e importante. Sabía adularme y ganar mi afecto. Yo
era una presa fácil para él. Pero siempre he considerado que Arturo es el único hombre con el cual quiero estar
casada. ¡Qué tonta fui en caer en brazos de Marcelo!”
Un aspecto importante del romance en el matrimonio es el sexo. Algunos maridos piensan solamente en
satisfacer sus propios deseos y les importa poco si el acto matrimonial es o no una experiencia deleitosa para su
esposa. En cambio, hay esposas que se cansan del sexo después de tener hijos; prefieren no experimentarlo con

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frecuencia. Cuando su marido comienza a comportarse amorosamente, le dicen “Estoy cansada” o “Tengo dolor
de cabeza.”
Algunas fingen estar dormidas casi tan pronto como se acuestan. Así disminuyen el amor romántico de su
consorte y lo exponen a la tentación de buscar romance y sexo en otro lado. Conviene que la pareja procure
ajustarse bien el uno al otro en el asunto del sexo, con el objeto de agradarse mutuamente. Vale la pena hacer
del acto matrimonial una parte mutuamente satisfactoria y unificadora de su relación.
7.10. Unión en su vida espiritual: No hay factor más importante que el de la fe en Cristo en cuanto a hacer
los ajustes entre esposos. Los escritores Burgess y Cotrell en su libro Predicting success and failure in marriage
(Pronosticando éxito y fracaso en el matrimonio), señalan que en la mayoría de los casos en que los cónyuges
asisten fielmente a la iglesia y rinden culto a Dios juntos, los ajustes de su matrimonio resultan armoniosos.
Se hizo un estudio sobre el divorcio y la reconciliación en un centro de aconsejamiento matrimonia: el
Oklahoma City Family Clinic. Se observaron 250 parejas de las cuales más o menos el 40 por ciento ya estaban
separadas; el 11 por ciento estaban divorciadas, y el 23 por ciento habían pedido el divorcio. Solamente tres de
estas familias habían estado asistiendo a la iglesia antes de recurrir al centro de aconsejamiento. Los consejeros
los animaron a que asistieran a la iglesia, y las parejas comenzaron a asistir a los cultos. Un total de 225
matrimonios, o sea nueve de cada diez, se reconciliaron.
La iglesia no es una institución perfecta, sino un establecimiento dirigido por seres humanos y al cual
asisten seres imperfectos, muchos de los cuales se sienten solos y necesitados fuera de ella Traen a veces sus
prejuicios y faltas a la congregación. Si uno busca una comunidad de gente perfecta, quedará desilusionado. Pero
si busca una comunión de personas que quieren conocer y servir a Dios, y recibir su dirección y ayuda, recibirá
gran fortaleza y bendición.
Muchos de los problemas familiares se solucionan poniendo a Cristo en el primer lugar en la vida.
Someterse a Cristo es como poner el disco sobre el plato de un tocadiscos; sólo entonces tocará la música.
Cuando Cristo es el centro de la vida de los dos consortes, existe la mejor posibilidad de resolver sus diferencias
y llevarse bien en el hogar.
La pareja debe establecer un altar familiar en su hogar desde el comienzo mismo de su unión. Es una
oportunidad para llevar sus peticiones al trono de la gracia y unirse a escuchar la voz de Dios, vivir para la misma
causa noble y sujetarse a las enseñanzas bíblicas: todas estas cosas establecen una base sólida para vivir
juntos. También les señalan a los hijos que vienen, que el Señor es la cabeza de la familia.
Los cónyuges que viven una vida “Cristocéntrica” se soportarán mutuamente sus debilidades con amor. Se
darán cuenta de que nadie es perfecto y se arrepentirán todos los días. No permitirán que el día termine sin
resolver sus desacuerdos (Efesios 4:26). Los resentimientos se disiparán cuando oren juntos antes de acostarse.
Buscarán nueva gracia para comenzar un nuevo día. Así encontrarán gozo espiritual y fortaleza para estar unidos
con los lazos del amor.

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Hay muchos factores que contribuyen a la armonía matrimonial, y cada uno es importante. Si los cónyuges
los toman en serio y se esfuerzan para ponerlos por obra, encontrarán la felicidad matrimonial que Dios ha
dispuesto que tengan.
Apropiándome la verdad
Pregunta 51: ¿Por qué razón fue castigado Onán?
Pregunta 52: ¿Qué dice la Biblia sobre el control de natalidad?
Pregunta 53: Comenta otro factor que produce armonía entre los cónyuges.
Pregunta 54: ¿Por qué razones no es conveniente vivir con los suegros?
Pregunta 55: ¿De qué manera se pueden evitar muchos roces en el matrimonio?
Pregunta 56: ¿Cuándo brota la felicidad matrimonial?
Pregunta 57: ¿Qué se señala en el libro “Pronosticando éxito y fracaso en el matrimonio”?
Pregunta 58: ¿Cómo se solucionan muchos de los problemas familiares?
Pregunta 59: ¿Qué pasa cuando Cristo es el centro de la vida?
Pregunta 60: ¿Qué resultados podemos esperar si los cónyuges viven una vida “Cristocéntrica?

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Lección 16 Fecha Expone

Aconsejamiento Premarital y Matrimonial; 08 abr 2017 Hno. Hernán Zúñiga Mella


Separación
1. Introducción
2. Entrevista preliminar antes de aconsejar a los comprometidos
3. Asesoramiento premarital
4. Aconsejamiento matrimonial
5. Separación y divorcio
6. Aconsejamiento de los separados
7. Aceptación de los recasados
8. Problemas del sexo
8.1 Masturbación
8.2. Relaciones prematrimoniales y madres solteras
8.3. Aconsejamiento de las madres solteras
8.4. Infidelidad marital
8.5. Perversiones sexuales y homosexualidad

1. Introducción.
El pastor-consejero puede hacer mucho por las parejas, aconsejándolas a fin de que se cumpla el ideal
bíblico sobre la más antigua institución el matrimonio. En primer lugar, puede aconsejarlos en sus conflictos
matrimoniales. La primera fase se llama aconsejamiento premarital e incluye la instrucción respecto a citas, sexo,
noviazgo y matrimonio. Ya hemos considerado el aconsejamiento en grupo a los jóvenes antes de que se
comprometan. Ahora estudiaremos lo que puede hacer para aconsejar a los comprometidos y luego a los
casados.

2. Entrevista preliminar antes de aconsejar a los comprometidos: Cuando una pareja comprometida viene
al pastor para pedirle que oficie en su enlace matrimonial, es necesario que él determine si todo está en orden.
La mayoría de los pastores evangélicos ponen en tela de juicio la ética de casar a parejas que caen en cualquiera
de las siguientes categorías:
a) Uno es creyente y el otro no. En primer lugar, dicha unión violaría el mandato bíblico: “No os unáis en
yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14). En segundo lugar, las perspectivas para tener una unión
armoniosa no son buenas mientras exista tal situación. Sin embargo, si ambos son inconversos, se considera que
el pastor está libre para actuar según su propio criterio. Puede ser una oportunidad de ganarlos para Cristo.
b) Una persona tiene una creencia muy diferente a la de la otra. Aunque sean creyentes, es otro caso en
el cual habrá poca posibilidad de tener armonía matrimonial, pues los cónyuges pueden tener desacuerdos en
cuanto a elegir una iglesia. Lo ideal es que ambos asistan a la misma iglesia y tengan la misma doctrina.
c) Los comprometidos son menores de edad y su casamiento no es aprobado por los padres de ambos.
d) Una de las dos personas es divorciada, o las dos lo son. Muchos evangélicos creen que el Nuevo
Testamento no permite un nuevo casamiento, salvo en los casos en que el exconsorte ha fallecido (Mateo 5:32; 1

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Corintios 7:39). Sin embargo, hay evangélicos que interpretan las palabras de Jesús en Mateo 19:9 al decir que la
persona cuyo cónyuge ha sido infiel, tiene el derecho de casarse nuevamente con otra persona.
e) Uno de los dos tiene una enfermedad mental o deficiencia mental. Si uno de ellos tiene disturbios
mentales, hay pocas perspectivas de que tengan un matrimonio estable. En el caso de deficiencias mentales, los
hijos pueden heredarlas. A veces es necesario que el pastor consulte a un médico o psicólogo para averiguar si
es aconsejable unir a dos personas si una muestra indicios de problemas mentales.
Muchos consejeros evangélicos piensan que no conviene obligar a una pareja a casarse en casos en que
ella ya espera familia y uno de los dos le falta el amor y el deseo de unirse al otro. Pocos matrimonios obligados
dan buen resultado, pues la mayoría termina en amargura e infidelidad. La pareja necesita consejo y ayuda para
decidir qué hacer.
También hay una tendencia creciente entre los pastores evangélicos a recomendar que la pareja reciba al
aconsejamiento prematrimonial. Por lo menos una denominación, la iglesia de Nazareno, estipula en su manual
ministerial que el pastor proporcione asesoramiento premarital antes de realizar una ceremonia de bodas. Si la
pareja no quiere ser aconsejada, el pastor queda libre de la responsabilidad de oficiar en el enlace.

3. Asesoramiento premarital: El momento oportuno de comenzar a solucionar problemas matrimoniales es


antes de que surjan, o sea en el período anterior a la boda. Si el pastor ya ha dictado clases a los jóvenes sobre
el significado cristiano del matrimonio, las relaciones sociales con el sexo opuesto, las citas y el noviazgo, hay
buenas perspectivas de que ellos hayan elegido bien a sus novios y tengan conceptos correctos sobre lo que es
el matrimonio.
El propósito general del aconsejamiento prematrimonial es ayudar a individuos, parejas y grupos de
parejas a prepararse para el matrimonio y para edificar futuros hogares estables y felices.
Algunas de las metas específicas son:
(1) ayudar a los comprometidos a entenderse el uno al otro
(2) Enseñar el concepto cristiano del matrimonio y del sexo.
(3) Llevarlos a un entendimiento del papel que cada cónyuge ha de desempeñar.
(4) Señalarles los factores que producen la armonía matrimonial; incluso indicarles los problemas que
pueden surgir y las actitudes que son necesarias para resolverlos.
Hay dos maneras de asesorar a los comprometidos:
Celebrar entrevistas con una pareja a la vez, o aconsejar a las parejas en grupo. Si el pastor elige el primer
método, puede tener una sesión con las dos personas, luego una sesión con la novia y otra con el novio. Luego
se reúne con los dos. Por regla general, es aconsejable celebrar una entrevista cada semana.
En la primera sesión, el asesor debe averiguar cómo piensan los comprometidos acerca de los aspectos
del matrimonio, incluso sobre el sexo, su manera de manejar las finanzas, la relación con sus suegros, a qué
iglesia asistirán, dónde vivirán, cuántos hijos quieren tener, y si la mujer seguirá trabajando después de casarse
en caso de que ya lo esté haciendo.
Es importante que el pastor, a través de las conversaciones, anime a los novios a traer a la luz sus temores
escondidos respecto a su compañero y hacer frente a su personalidad.
En algunos casos, es sorprendente cuán poco es lo que sabe el uno acerca del otro. En las sesiones
descubren que es posible saber todo acerca de una persona, sin conocerla realmente. Es preciso que el uno vea
al otro objetivamente.

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El consejero explicará también el papel que desempeña cada miembro del matrimonio, las
responsabilidades y problemas potenciales.
Muchos pastores consideran que es mejor prestar a los comprometidos un buen libro sobre el sexo que
explicar en detalle cosas muy íntimas. “El Acto matrimonial”, por Tim Bevely LaHaye (CLIE), es un ejemplo de
buena literatura sobre el tema, y está disponible en las librerías evangélicas.
Al recibir aconsejamiento prematrimonial, algunas parejas recapacitan en cuanto a casarse, dándose
cuenta de que el uno no es apropiado para el otro, o que conviene postergar el enlace hasta que lleguen a una
madurez suficiente para vivir con armonía. Sin embargo, la abrumadora mayoría de las parejas sigue pensando
en casarse ningún obstáculo las hace desistir de realizar su decisión.
El segundo método para aconsejar a los novios es hacerlo en grupo. Las parejas pueden reunirse
semanalmente cuatro veces en clases de aproximadamente una hora y media. Los temas deben incluir, en
adición a los que ya hemos mencionado: el concepto cristiano del sexo y del matrimonio, la importancia de la luna
de miel, los problemas del embarazo, los hijos, cómo arreglar diferencias, los factores que producen armonía
matrimonial, y temas sugeridos por los asistentes.
El pastor puede invitar a un médico a presentar el asunto del sexo y el control de la natalidad. El consejero
debe dejar lugar a preguntas y discusiones en cada sesión. Cuando se presentan los problemas potenciales del
matrimonio, conviene no recalcar demasiado en los peligros. Algunas ilustraciones tomadas de la vida del
consejero mismo ayudarán mucho a hacer prácticos los consejos.
Algunos pastores combinan los dos métodos. Primero aconsejan en grupo y luego realizan una o más
entrevistas con cada pareja.
La última sesión debe incluir los planes y preparativos para la ceremonia. Hay ciertas instrucciones que el
pastor debe dar a la pareja, a fin de que sepa los pormenores del enlace, y junto con su pastor puedan hacer los
planes.
Si el pastor guía a los novios a hablar entre sí sobre los puntos de conflicto posibles, la unión puede ser
fortalecida considerablemente.
Una encuesta en que centenares de parejas casadas fueron entrevistadas, reveló que los problemas más
comunes del matrimonio son: la adaptación sexual, el manejo de las finanzas, la elección de las actividades
sociales y de recreación, el llevarse bien con los suegros, las diferencias de religión y el conflicto sobre elegir a
los amigos.
Conviene que los dos novios intercambien bien sus ideas respecto a estos asuntos y lleguen a un acuerdo
mutuamente satisfactorio antes de comenzar la vida conyugal.
La mayoría de las parejas necesita consejos en cuanto a la luna de miel. Es el período de transición entre
la vida de soltero y la de matrimonio; es la oportunidad de estar solos y de acostumbrarse psicológica y
físicamente a su nueva relación. Por más que hayan esperado su luna de miel, es probable que se sienten
avergonzados al desnudarse el uno frente al otro y tener sus primeras experiencias en el lecho matrimonial. A
veces se producen frustraciones sexuales, pues muchos tienen ansiedades, y pocos se ajustan
satisfactoriamente al principio. Algunos cónyuges se sienten algo desilusionados al no cumplirse sus
expectativas, pero si saben de antemano lo que probablemente experimentarán, aceptarán con más paciencia la
falta de completa satisfacción en los primeros intentos. También tendrán que adaptarse a vivir juntos, a tomar
decisiones consultando el uno al otro y a dejar de actuar independientemente.

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Conviene que dos los conversen anticipadamente acerca de sus expectaciones para la luna de miel, con
respecto al sexo. En efecto, muchos de sus problemas pueden resolverse si saben comunicarse entre sí,
escuchar, comprender y actuar con amor y respeto mutuo. Es importante comunicar tanto sus sentimientos
románticos como también sus ansiedades y frustraciones; deben comenzar a comunicarse el uno con el otro
mucho antes del enlace matrimonial.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: En la entrevista preliminar, ¿qué se dice cuándo uno de los dos novios es un no-creyente?
Pregunta 2: ¿Cuál es el momento oportuno de comenzar a solucionar problemas matrimoniales?
Pregunta 3: ¿Cuál es el propósito general del aconsejamiento prematrimonial?
Pregunta 4: Menciona dos de sus metas específicas.
Pregunta 5: ¿Qué es lo que el asesor debe de averiguar en la primera sesión?
Pregunta 6: ¿Qué libro podemos recomendar acerca del sexo?
Pregunta 7: Explica un poco sobre el segundo método para aconsejar a los novios.
Pregunta 8: ¿Qué debe de incluir la última sesión?
Pregunta 9: ¿Cuáles son los problemas más comunes del matrimonio?
Pregunta 10: ¿De qué manera se pueden resolver muchos de sus problemas previos a la luna de miel?

4. Aconsejamiento matrimonial: Relativamente pocas parejas que tienen conflictos matrimoniales recurren al
pastor para recibir consejos. Prefieren buscar ayuda de personas más alejadas o seguir sin aconsejamiento. La
íntima naturaleza de sus problemas y el sentido de culpa que muchos tienen, les hace difícil exponer sus
problemas.
¿Qué hombre está dispuesto a admitir que no entiende cómo piensa su mujer? Sin embargo, la esposa
misma probablemente no comprende muchas veces sus propios sentimientos.
¿Qué mujer quiere admitir que está casada con un hombre que se comporta como si fuera un niño? Ha
hecho lo posible para ayudarle a madurar y a no depender de otros, pero no ha tenido éxito. Trata de ocultar la
debilidad de su marido. Muchos cónyuges tienen vergüenza de hablar con el pastor y no piden su ayuda hasta
que sus relaciones han empeorado gravemente. Sin embargo algunas parejas sí buscan los consejos de su
pastor.
El pastor que demuestra interés en subsanar las malas relaciones matrimoniales e incluye en su
predicación consejos positivos sobre problemas del hogar, probablemente tendrá la oportunidad de ayudar a
muchas parejas que tengan conflictos.
Por supuesto, mucho depende de su actitud. Debe considerar que ningún matrimonio es perfecto; que
todos tienen problemas y que necesitan diariamente adaptarse, ceder y comunicarse para que funcione el
matrimonio.
Si trata en su predicación los asuntos matrimoniales con comprensión y no con censura, es probable que
los miembros tengan confianza en él y recurran a él en los períodos de dificultad marital.
También, el pastor que se acerca personalmente a sus miembros y tiene interés en sus problemas, tendrá
la oportunidad de aconsejarlos aun en sus problemas más íntimos.
Las metas del asesoramiento matrimonial son varias. Algunas son:
a) Ayudar a los cónyuges a verse objetivamente así mismos y el uno al otro, y luego ayudarlos a
entender los aspectos de sus problemas. Por regla general, los consortes están tan enredados emocionalmente
en sus problemas, que no se comprenden ni así mismos, ni los factores de sus dificultades.

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Ven solamente los síntomas de su problema, pero no se dan cuenta de qué es lo que lo produce.
Necesitan la ayuda de una persona ajena, neutral y completamente objetiva. Entonces pueden expresarse
libremente, comprenderse asimismo y ver su problema.
El pastor les dará oportunidad de hablar y los escuchará con empatía. Puede animarlos a contar sus
problemas, diciendo: “Siéntanse libres para expresarse. Yo no traicionaré su confianza.”
Si la mujer llora, puede decirle: “Es bastante penoso. No se preocupe, tenemos tiempo.” A veces el
consejero debe hacer preguntas, expresar su comprensión, señalar inconsecuencias y confrontar a los cónyuges
con sus faltas.
Tratará de ayudar a cada consorte a entender tanto sus propias actitudes, metas, necesidades y conceptos
del matrimonio, como a comprender el punto de vista de su cónyuge.
Las preguntas del consejero probablemente incluirán algunas de las siguientes:
“¿Cuánto tiempo hace que han tenido estos roces?” “¿Se conocieron ustedes largo tiempo antes de
casarse?” “¿Todavía quiere a su pareja?” “¿Su compañero la quiere a usted?” “¿Qué actitud tenían sus padres
hacia su matrimonio?” “¿Por qué se casó?” “¿Cuál era su concepto del matrimonio antes de casarse?” “¿Era
armonioso el hogar de sus padres?” “¿Son satisfactorias sus relaciones sexuales?” “¿Qué es lo que más le
molesta en su matrimonio?” “¿Cuál cosa respecto a usted le molesta a su cónyuge?” “¿Cuándo comenzó el
problema?” “¿Qué característica de su consorte le gusta más?”
b) Ayudar a los esposos a que aprendan a comunicarse mutuamente Hamilton observa: “El mejor
servicio que un pastor puede prestar a personas que tengan conflictos, es ayudarles en el proceso de una
comunicación adecuada.” Si conversan entre sí acerca de sus problemas. Habrán ganado la mitad de la batalla,
detrás de muchas de las dificultades maritales se encuentra la falta de comunicación.
c) Ayudar a los cónyuges a reconciliarse. Por regla general, ambos consortes contribuyen a los
problemas; ni el uno ni el otro tienen toda la razón. La Biblia enseña que el primer paso hacia el perdón y la
reconciliación es reconocer su propia responsabilidad y confesarla (1 Juan 1:9,10). Luego han de perdonarse el
uno al otro de un modo realista y libre. Deben confesar sus fracasos a Dios.
d) Ayudarlos a apartar las cosas destructivas que producen roces y el alejamiento entre esposos. Deben
romper “el círculo vicioso de tomar represalias”, de vengarse. El marido conoce mejor que cualquier otro individuo
las debilidades y puntos susceptibles de su esposa y sabe cómo herirla más cruelmente. De la misma manera, la
mujer sabe cómo herir más dolosamente a su esposo. Pero el tomar represalias no soluciona nada; solamente
empeora la relación. Le toca al asesor ayudarlos a resolver sus malentendidos, a sanar sus heridas emocionales,
a abrirse recíprocamente y a amarse el uno al otro.
Lo hace recalcando los aspectos positivos, tales como el amor que todavía existe entre ellos, el deseo de
conservar su matrimonio y las actividades que les son mutuamente agradables.
No es fácil arrancar las raíces de amargura, ni es fácil cambiar la costumbre de criticarse el uno al otro. Se
han acostumbrado a ver solamente lo negativo en el otro. Deben darse cuenta de que es Satanás “el acusador de
nuestros hermanos”, y es el Espíritu Santo el que nos señala nuestros propios pecados (Apocalipsis 12:10; Juan
16:8).
Muchas veces es un largo proceso el sanar las heridas y probablemente habrá recaídas. Cuando vuelvan a
criticarse el uno al otro y reñir, deben darse cuenta de lo que hacen, y reconciliarse en seguida. Es de suma
importancia obedecer las palabras inspiradas: “No se ponga el sol sobre vuestro enojo.” Deben buscar
diariamente la ayuda divina y tener fe en que Dios les está ayudando.

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También el uno debe aprender aceptar al otro tal como es, dándose cuenta de que todos los seres
humanos somos imperfectos, y que el matrimonio no es una institución en que uno tiene el derecho de reformar al
otro. Tampoco uno debe hacerle demandas irrazonables al otro. Deben aprender a respetarse mutuamente y a
tomar más responsabilidad. Deben saber sus papeles como esposos y serenamente.
e) Ayudar a los consortes a encontrar soluciones y a ponerlas en práctica. A veces la pareja intenta
resolver sus problemas, pero no sabe cómo hacerlo. En tal caso, el pastor puede ayudarlos a encontrar
soluciones alternativas y animarlos a esforzarse a llevarlas a cabo. A veces hay reveces y los consortes necesitan
ser animados para seguir con fe y paciencia.
f) Ayudar a las parejas a desarrollar su vida espiritual y a hacer una consagración profunda a Cristo.
Nunca se recalca demasiado la relación que hay entre el servir a Dios y la armonía matrimonial. Algunas parejas
sólo pueden resolver sus desacuerdos con la ayuda de Dios, quien puede hacer renacer el amor en sus
corazones y eliminar la amargura.
El asesoramiento matrimonial da al pastor la oportunidad de ganar almas. El escritor de este estudio ha
tenido el gozo de ver la conversión de varias personas que recurrieron a él para recibir asesoramiento, y algunas
de ellas han llegado a ser obreros cristianos muy útiles en el evangelio.
¿Cómo debe el pastor asesorar a una pareja que tiene problemas matrimoniales? ¿Es mejor entrevistar a
los cónyuges por separado o juntos? Hay diferencia de opiniones a este respecto entre los consejeros
profesionales. Collins explica la razón:
Cuando se recibe a los dos miembros de la pareja juntos, el consejero tiene una oportunidad excelente de
observar la relación que hay entre ellos y ver cómo se comunican. Si ambos desean sinceramente llevarse mejor,
pueden estudiarse y debatirse conjuntamente los malentendidos, los desacuerdos, y las características de la
personalidad y faltas de sensibilidad que están socavando el matrimonio. Más también pueden aparecer el uso de
los insultos, las insinuaciones y las tentativas para realizar en ganarse la opinión del consejero y desprestigiar al
otro cónyuge. Recibiendo por separado al marido y a la mujer, el consejero puede hacerse una idea más exacta
de cómo es cada uno, y apreciar cómo cada uno valora el matrimonio y sus problemas. El visitante se siente más
libre para hablar y tiene menor necesidad de defenderse de las acusaciones de un cónyuge hostil.
El primer requisito para aconsejar a una pareja es que el asesor sea completamente objetivo y neutral, y
que los consortes sepan que no es ni policía ni juez. Su papel no es juzgar para determinar quién tiene la razón y
luego castigar al culpable. No puede ayudarlos a reconciliarse si se pone del lado de uno; tal posición alejaría al
otro. Por lo tanto, hay consejeros que no quieren escucharlos por separado al principio, pues es fácil considerar al
otro con prejuicio. Muchas veces un cónyuge tergiversa los hechos, y es probable que no señale mucho sus
propias faltas. También el consorte que habla solo con el pastor, tiende a convencer a su cónyuge de que ya ha
ganado la simpatía de él.
Tal vez convenga entrevistar a los dos a la vez, y luego si es necesario hablarles por separado y
finalmente; y finalmente ha de aconsejarlos como pareja. Por regla general, es necesario tener varias sesiones
con la pareja. La mayoría de las parejas que tienen problemas matrimoniales, necesitan los consejos y el apoyo
del consejero a través de los primeros meses de reedificación de su matrimonio. También las oraciones de parte
del pastor los ayudarán mucho.
Un consejero evangélico, John Vayhinger, indica las cualidades y actitudes de los orientados, que son
necesarias para hacer eficaz el aconsejamiento matrimonial.

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a) Tener paciencia, o sea, la capacidad de perseverar sin desmayar durante el período en el que explora
sus sentimientos y actitudes. No han de desanimarse si las respuestas no vienen en las primeras tres sesiones ni
han de ser tan optimistas que dejen de volver después de la primera sesión.
b) Estar dispuestos a exponer sus pensamientos. Esto es más que decir la verdad, pues significa
expresarse libremente y sin reservas en cuanto a sus temores y esperanzas, sus desilusiones y éxitos, sus
heridas y sus momentos de gozo. El abrir el corazón al otro proporcionará el canal por el cual podrán salir las
heridas y entrar la sanidad.
c) Estar dispuestos a hacer experimentos para solucionar sus problemas y cumplir sus expectativas, a
poner en acción nuevas ideas y a tener nuevas experiencias para compartir con la familia.
d) Estar dispuestos a ver que la terapia los incluye a ellos mismos, a su cónyuge y a sus hijos; estar
dispuestos a reconocer su propio valor y capacidad como personas dignas.
e) Estar dispuestos a aceptar los muchos aspectos contradictorios de sí mismos y de su conducta.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 11: ¿En qué consiste la primera meta del asesoramiento matrimonial?
Pregunta 12: Menciona algunas de las preguntas propias del consejero a la pareja.
Pregunta 13: ¿Qué es lo que Hamilton observa respecto a la comunicación mutua?
Pregunta 14: ¿Cuál es el primer paso hacia la reconciliación?
Pregunta 15: ¿Qué debe de hacer el consejero cuando la pareja intenta resolver sus problemas, pero no sabe cómo hacerlo?
Pregunta 16: ¿Qué oportunidad tiene el asesor en el aconsejar matrimonios?
Pregunta 17: ¿Es mejor entrevistar a los cónyuges por separado o juntos?
Pregunta 18: ¿Cuál es el primer requisito para aconsejar a una pareja?
Pregunta 19: Indica dos cualidades y actitudes de los orientados, que son necesarias para hacer eficaz el aconsejamiento matrimonial,
según John Vayhinger.
Pregunta 20: ¿Qué significa estar dispuestos a exponer sus pensamientos según John Vayhinger?

5. Separación y divorcio: La inestabilidad de la familia es uno de los males más devastadores que azotan a la
sociedad occidental. En algunos países, uno de cada tres matrimonios termina en separación o divorcio. El diario
“El Mercurio”, de Santiago de Chile, nos da la descripción de un rompimiento material a través de las palabras de
Teresa, la hija de cierta familia. Ella tenía 15 años cuando sus padres se separaron:
“Antes de separarse, todo parecía fantástico. Nunca supimos de una pelea, pero tampoco los vimos darse
un beso o tener gestos de cariño. El año 70 mi papá que es arquitecto, se fue a trabajar lejos, a Viña, y
empezamos a verlo sólo los fines de semana. Primero, venía de viernes a lunes. Después sólo de sábado a
domingo. Al final... ¡sólo el domingo! Mamá, típica esposa celosa-dominante-absorbente, se dedicaba
continuamente a revisarle las boletas, los bolsillos, ¡todo! Las escenas de celos se repetían una tras otra y
siempre andaban ambos de muy mal genio.
“En realidad casi le encontré razón a papá cuando decidió irse. No me explicó en detalle el motivo, pero
creí intuirlo. ¡No soportaba más a mi mamá! Fue terrible. Sobre todo porque decidió dejarnos con ella y yo no
soportaba la idea de la casa sin él. Yo esperaba vivir con mi papá, pero no se pudo. Nunca se pudo, porque
estaba acostumbrado a vivir solo.
“La vida familiar se transformó en un desastre. A mamá le cargaba llevar la casa, estando sola, ¿para qué
preocuparse? Nunca volvimos a desayunar o comer juntos. Empezó a faltar la plata porque ella es pésima
administradora... Como si fuera poco, le cambió el carácter. De repente lloraba, gritaba, insulto a mi papá, cuando

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él no estaba, por supuesto. Incluso llegó a ‘amenazarnos’ con mandarnos a vivir con él... Uf..., típica vieja sola,
sin un trabajo entretenido.
La Biblia presenta el concepto del matrimonio como un pacto para unir a dos personas para toda su vida,
una unión que no debe deshacerse, salvo en el caso de inmoralidad. Los pastores tienden a estar de acuerdo con
las palabras de Miguel de Cervantes: “La peor reconciliación es preferible al mejor divorcio.”
La palabra “divorcio” viene de un término latino que significa “desviar de su camino”. Sin embargo, hay
matrimonios que fracasan por más que haga el consejero. Algunas parejas siguen viviendo juntas, por más que
peleen o estén emocionalmente separados e indiferentes el uno al otro. Otras se separan, pero no se vuelven a
casar; hay otras que se separan y forman otra unión, con o sin divorcio.
En muchos casos el matrimonio ha terminado años antes de que se separen. Un consejero pregunta:
¿Cómo podemos saber cuándo una unión matrimonial ha muerto y le falta solamente poner el epitafio sobre la
lápida? ¿Puede la cirugía psicológica, o un gran esfuerzo, sanar a la familia gravemente herida, pero que todavía
está fértil en recursos? ¿Se puede justificar una situación matrimonial en que un consorte perjudica peligrosa y
continuamente el desarrollo de los hijos? ¿Hasta qué punto de un hecho consumado (como en el caso de un
cónyuge que ya tiene su amante) se requiere solamente un divorcio? ¿Cuándo pueden el perdón y la
comprensión redimir a un ser querido de la tentación desastrosa, para que pueda “volverse a sí mismo” y regresar
arrepentido a su hogar?
Estas y muchas otras preguntas deben ser consideradas antes de dar el paso de separarse. Las personas
que piensan que la separación es la solución a su situación, deben considerar bien las consecuencias.
En primer lugar, hay individuos que creen que su consorte tiene toda la culpa y que si vuelven a casarse
serán muy felices. Sin embargo, es probable que no sean felices, pues llevan consigo las mismas características
que produjeron el conflicto en la primera unión. Además, el segundo cónyuge probablemente no será mejor que el
del primer matrimonio.
Las parejas que no ven otra salida a sus conflictos, se separan, pero muchas veces ese paso es como
decapitarse para curar los dolores de cabeza, o quitar el estómago para sanar los dolores gástricos. El consorte
que se separa del otro tal vez se sienta culpable, pero es probable que el abandonado se sienta rechazado y
humillado. Experimentará todos los sentimientos: enojo, amargura, tristeza y pesar.
¿Qué les pasa a los hijos cuando uno de los padres ya se ha ido? Los padres, en el momento de
separarse, no se hallan en buenas condiciones para resolver tal problema con serenidad. Incluso la esposa que
acepta el hecho de la ruptura y evita acciones o comentarios que dañen la imagen del padre, difícilmente puede
evitar que sus hijos vean en ella una víctima: sus expresiones de tristeza, su soledad, terminan por comunicar
amargura y originar sentimientos perturbados en los hijos. También, para desarrollarse bien, el niño necesita dos
polos, el femenino y el masculino. En la medida que pierda uno o se resienta con uno, se resiente también en su
vida.
El doctor Germán Zanghellini, asesor en Salud Mental de la Región Metropolitana de Santiago, Chile,
señala el problema: La primera consideración que hace es que el niño, desde el punto de vista psicológico,
necesita patrones de conducta modelos de donde aprender. Evidentemente el modelo padre-madre es el
afectivamente más cercano. No puede, pues, quedarse sin uno de los dos, debido a que el otro se encarga de
destruirlo. “Quedarse sin modelo le produce al niño un sentimiento de desolación. A corto o a largo plazo, es un
enfermo en potencia.”

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Otra consecuencia de la separación es que el separado tiene que enfrentar su sexualidad. El apóstol Pablo
reconoce que las personas no casadas tienen pasiones fuertes que pueden producir padecimiento (1ª Corintios
7:9). Si es así con los solteros, tanto más con las personas que ya se han acostumbrado a la vida matrimonial.
Desgraciadamente, pocas personas separadas, incluso creyentes, llevan una vida completamente pura
después de su ruptura matrimonial. Por regla general, no aguantan ni la soledad ni su pasión sexual. El escritor
de este estudio ha observado que algunas personas separadas, que no llevan una vida casta, tratan de seguir
asistiendo a la iglesia, pero la mayoría simplemente la abandonan. Los que permanecen en la iglesia a pesar de
sus relaciones irregulares, a menudo sienten el conflicto entre su conducta y la norma bíblica, un individuo
comentó: “Me siento tremendamente culpable...Mi culpa impide mi crecimiento espiritual."
Otro dijo: “A veces me siento tan deprimido después de disfrutar del compañerismo y del sexo, que quisiera
morir antes de vivir con este sentimiento de depresión.” Una mujer se lamentaba: “Me siento como una mujer de
la calle”
¿Por qué consultan raras veces con su pastor en lo referente a su problema?
Una encuesta realizada en California, EE.UU., nos da algunas respuestas, las cuales probablemente son
típicas en todas partes del mundo: Temen que si se lo cuentan, pondría en tela de juicio su experiencia de
salvación. En otros casos, no quieren ser juzgados por él o suponen que el pastor vive en un mundo irreal y no
entendería su problema. También algunos temen que traicione su confianza.

6. Aconsejamiento de los separados: Las personas que deciden separarse necesitan la comprensión y el
apoyo de su pastor. El pastor comprensivo tratará de ayudarlas a comunicarse entre sí y a lograr un acuerdo
sobre la propiedad y los hijos. Por amor a los niños, deben poner freno a una atmósfera de odio y conflicto, y
mantener al menos cordialidad. A veces la madre trata de ocultar el hecho, diciendo que el papá va a trabajar en
otro lugar y así llena a los hijos de incertidumbre.
El doctor Zanghellini da consejos a los padres sobre cómo informar a sus hijos, y luego cómo comportarse
delante de ellos:
Explicarles lo que pasa, tengan la edad que tengan. Y que la información la reciban de sus padres y no de
una abuelita que tiene que enfrentar la situación porque los padres no se atreven. Los niños después no
perdonan las noches de insomnio, de zozobra, de no saber lo que pasa. Lo que más produce angustia es la
incertidumbre, por lo que es fundamental eliminarla.
Como estamos ante una situación afectiva, no se les puede hacer elegir entre uno y otro. Ambos siguen
siendo sus padres y no hay por qué mezclar las cosas.
Lo lógico es que el que se va pueda ver a sus hijos con la misma frecuencia que antes. Lo ideal es que los
padres tengan una relación amistosa frente a ellos. Respetar la opinión del otro, y si hay algo que discutir, no se
debe discutir delante de los hijos. Hablarles bien del otro a los niños. Que ellos sientan que pueden seguir
queriéndolos a los dos sin tener sentimiento de culpa frente al otro. Uno puede pensar lo peor del ex cónyuge,
pero ante los hijos hay que defenderlo. Es por la salud mental de ellos, que necesitan tener intactos sus modelos.
Es importantísimo para el bien del separado, que el pastor guíe a la congregación a aceptarlo y ayudarlo a
ajustarse a su nueva vida. El mundo no termina con la separación; solamente parece terminar. Muchos
separados proceden con valentía y descubren que Dios no ha muerto ni sus amigos los rechazan. Es posible criar
a los niños a fin de que sean adultos normales a pesar de su hogar quebrantado.

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Brenda Hunter, una creyente divorciada, narra su historia en un libro instituido Beyond divorce (Más allá del
divorcio). Luchó con sus sentimientos de rechazo: experimentó sucesivamente las emociones de enojo,
amargura, tristeza y angustia. Pero, con la ayuda de Dios, logró reedificar su vida y proveer para sus dos hijos.
Durante el proceso encontró nuevas fuerzas en sí misma, un descubrimiento que hacen muchos separados, el
cual quita el sentido de rechazo y restablece la confianza en sí mismo. Experimentó la gracia divina, y empleó sus
dificultades para crecer espiritualmente y depender de la presencia del Señor.

7. Aceptación de los recasados: Una abrumadora mayoría de los separados no quedan solos por mucho
tiempo, no obstante las leyes de ciertos países que no permiten el divorcio. ¿Qué debe hacer el pastor cuando se
convierte una mujer separada de su marido pero que cohabita con otro hombre? ¿Debe aconsejarle que deje a su
actual consorte, diciéndole que es adulterio cohabitar con él? La separación de su actual marido equivaldría a
romper una familia más y cometer el mismo pecado que en la primera separación.
Muchos de los pastores evangélicos aplican en tales casos el principio paulino referente a otras cosas:
“Cada uno en el estado en que fue llamado, en él se quede” (1 Corintios 7:20). Además, si se nota que Dios ha
perdonado a la persona y la ha aceptado, ¿quiénes somos nosotros para estorbar a Dios?
El caso del creyente que se separa sin una causa bíblica y se casa nuevamente, es un asunto más difícil
de tratar. Obviamente ha pecado, pero ¿es necesario romper la segunda unión para recibir el perdón de Dios?
¿Cuál es el pecado, deshacer la primera unión y casarse nuevamente con otro, o seguir viviendo junto con el
segundo cónyuge? Para muchos pastores, resulta fácil contestar estas preguntas, pero para otros no lo es tanto.
Algunos creen que si la persona se arrepiente de haber roto su matrimonio y de haberse unido a otra persona,
basta; Dios la perdona, y nos toca a nosotros aceptarla; todos los pecados son perdonables fuera de la blasfemia
contra el Espíritu Santo. Lector, ¿cuál es su convicción?

8. Problemas del sexo Unos periodistas del diario “El Mercurio” de Santiago, Chile, entrevistaron a un
centenar de jóvenes solteros de entre 17 y 22 años, sobre el comportamiento en la materia sexual. Quedaron
sorprendidos por su lenguaje y actitud. Comentaron: “Palabras tales como ‘acostarse’, ‘hacer el amor’, ‘atracar’,
salieron con una fluidez que no esperábamos.”
Afirmaron que aproximadamente el 75 por ciento de esos jóvenes de ambos sexos, han tenido, o tendrían
en esa etapa, relaciones sexuales.
El psicólogo Alejandro Celis reconoce que se está viviendo una crisis. “Ya resulta normal que las niñas
tengan relaciones sexuales a los 15 ó 16 años.”
Es probable que exista una situación similar en muchas otras ciudades del Nuevo Mundo. El mundo
presencia en nuestros días una verdadera explosión de manifestaciones de hombres y mujeres cuya vida sexual
y sentimental ha tomado cambios desviados. Ha llegado una arrolladora revolución sexual que todavía no ha
alcanzado el clímax.
El joven de hoy es estimulado sexualmente en forma constante. La humanidad del siglo veinte está
obsesionada por el sexo. Todos los medios masivos de comunicación: diarios, revistas y televisión, lo
bombardean constantemente con el tema. Al mismo tiempo sufre un bombardeo interno de impulsos sexuales.
Más que nunca los jóvenes creyentes de hoy enfrentan problemas serios en cuanto al sexo. El pastor consejero
debe estar preparado para ayudarlos.

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8.1. Masturbación: Según las observaciones de psicólogos y médicos, la mayoría de los muchachos han
practicado la masturbación alguna vez en su vida. Se estimulan los órganos sexuales mediante caricias o
manipulaciones para provocarse sensaciones de placer y terminar en un orgasmo. Es una forma de auto
gratificación que generalmente desaparece en la última etapa de la adolescencia o cuando la persona comienza a
tener relaciones matrimoniales.
La masturbación puede ser un acto aislado que el joven hace en un momento de debilidad, pero también
puede llegar a ser un vicio que el joven practica compulsivamente varias veces por semana y hasta diariamente.
La práctica puede llegar a ser algo que domina al individuo hasta que no puede pensar en otra cosa. Mientras
más se masturba, tanto más se quiere masturbar; cuando más la practica, tanto más depende de ella. Así la
persona se enreda en un círculo vicioso. Con frecuencia la masturbación compulsiva es un síntoma de algún
trastorno emocional, como complejo de inferioridad, sentido de inseguridad o rechazo.
Hasta no hace mucho, con el objeto de evitar que los muchachos cayeran en esta práctica, se los
amenazaba con que podían quedar ciegos, impotentes, estériles o dementes. Felizmente, la ciencia ha
demostrado que estas afirmaciones son absolutamente erróneas; la masturbación no causa daños físicos de
ninguna clase. Sin embargo conduce en muchos casos a un sentido de culpabilidad, de vergüenza, y a
desórdenes emocionales. Después de practicarla, el individuo experimenta generalmente una sensación de
soledad, vacío, culpa, desilusión consigo mismo y debilidad.
Si la Biblia no la menciona, ¿debemos considerarla como un grave pecado? Por otro lado, es un error decir
que es un escape adecuado a las tensiones sexuales. Es una forma egocéntrica de gratificación; un sustituto
malsano de la relación normal entre dos personas casadas.
La masturbación no es necesaria para aliviar las tensiones sexuales que experimenta el joven soltero, pues
Dios ha provisto otro medio: las emisiones nocturnas de semen (poluciones). En algún momento, entre los 12 y
los 16 años de la vida del joven varón, comienza a ocurrir estas emisiones que acompañan generalmente sueños
eróticos. Son normales y no existe razón alguna para avergonzarse de tenerlas.
La masturbación no favorece la preparación del individuo al amor verdadero. En efecto, adormece su
fuerza de voluntad y contribuye a que se encierre en sí mismo. Muchos son los que se han dejado arrastrar sin
oponer resistencia y después son incapaces de entender que el acto sexual no es la unión de dos individuos
aislados, sino que es la experiencia física de la comunicación entre dos personas. El que se masturba
continuamente, termina considerando, cuando tiene relaciones normales, que el otro no es más que un objeto al
cual hay que aprovechar para gozar al máximo.
El sexo en sí mismo es solamente una parte de la relación entre dos personas; una relación responsable,
de amor recíproco, de entrega total y de carácter permanente. Por eso, un médico evangélico, Doug Roberts,
señala que la masturbación es un substituto de dicha relación y es semejante en este aspecto a cuando se
recurre a la prostitución, a la promiscuidad y a la filosofía de “playboy” (hedonismo) para satisfacer los impulsos
sexuales.
Otro aspecto destructivo de esta práctica es la fantasía que acompaña al acto. El individuo se imagina que
experimenta el acto sexual con una persona del sexo opuesto. La fantasía perjudica el desarrollo normal de la
personalidad. Además, Jesús nos enseña que la inmoralidad no se limita a actos físicos, sino que abarca también
la imaginación impura (Mateo 5:28). El individuo que se masturba peca mentalmente.
¿Cómo podemos ayudar al joven que se masturba compulsivamente? Por regla general, sus padres no
están preparados para ayudarlo. Sienten que un muro cada vez más alto los separa de él. Probablemente sufran

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por ello, pero no saben hacer nada más. Les ocurre a muchos padres que quisieran ayudar a sus hijos durante la
adolescencia, y quien sin embargo, como no saben en qué forma hacerlo, los deja solos.
El pastor puede celebrar con los jóvenes una sesión de grupo, en la cual se traten los problemas de la
adolescencia, incluso el de la masturbación. Naturalmente, se separa a los muchachos de las muchachas, y una
mujer puede aconsejar a las chicas.
Si un joven viene al pastor buscando consejo sobre este tema, hay algunos principios que observar:
a) Debe tratar al asesorado con respeto y comprensión. No debe cargar con culpas su conciencia, pues
probablemente ya se sienta culpable, inseguro e indigno. Aumentar su sentido de culpa sólo lo debilitará más y
fortalecerá su mala práctica. En ciertos casos, conviene aliviar sus temores en cuanto a las consecuencias físicas
y mentales de la masturbación. Señalará que es un pecado común entre los jóvenes, y que es posible vencerlo.
b) Si la práctica es compulsiva puede ayudarle a encontrar la inadaptación emocional que produce el
problema. Clyde Narramore explica que los niños inseguros y desdichados, a menudo procuran obtener placer y
alivio de la tensión a través de la masturbación, así como algunos se comen las uñas o se chupan el dedo pulgar.
Cuando los padres los critican excesivamente y plantean normas de conducta ajenas a la realidad, es probable
que sus hijos se dediquen a la masturbación. El problema muchas veces tiene que ser resuelto a través de
cambios que han de efectuarse en el hogar, y con la cooperación de los padres. El individuo necesita respetarse,
sentir su valor y tener alguna diversión sana.
c) Debe animar al aconsejado a esforzarse para dominar sus impulsos. Un consejero le dijo a un joven:
“Sé que es difícil, pero si ésta es la edad en que el deseo llama con más fuerza, es también la edad de los
grandes ideales y de las decisiones heroicas. Prepárate para el amor verdadero. Guárdate para la mujer con
quien algún día te comprometerás. No te desalientes por los tropiezos, aunque sean muchos. Levántate una y mil
veces si es necesario.”
d) Debe darle sugerencias prácticas que puedan ayudarlo. Jay Adams dice:
Los asesorados vienen a menudo angustiados rogando que los ayude a vencer este hábito. Con frecuencia
se sienten tan culpables que imploran: “haga algo por mí; ayúdeme de alguna manera.” No quieren solamente
palabras; quieren acción. Bueno, se pueden hacer varias cosas para ayudar. Por ejemplo, el consejero puede
averiguar cuándo y dónde sucede más frecuentemente la masturbación... Si halla que la masturbación ocurre
regularmente después de que el aconsejado se acuesta y antes de se duerma, puede animarlo a que ore y haga
ejercicios vigorosos antes de acostarse, para que llegue agotado a la cama. Si la masturbación ocurre en la
mañana, puede sugerir que ponga el reloj despertador al otro lado del dormitorio, para que tenga que salir de la
cama para apagarlo; el próximo paso será tender la cama inmediatamente.
e) Debe aconsejarle que eche mano de la ayuda de Dios para enfrentar su problema. El aconsejado
tiene que saber que la fuerza no está en él mismo, pues nadie puede vencer este vicio por sus propias fuerzas.
Es Dios quien hará la obra. Pero es necesario que el individuo se rinda a Dios en consagración entera y
experimente la renovación de su mente (Romanos 12:1,2). Si el aconsejado se vuelve a masturbar
accidentalmente después de tener victoria por un tiempo, no debe afligirse. Es entonces cuando el diablo
aprovecha para decirle que ha caído de nuevo en el vicio. No lo debe creer, sino que debe levantarse de nuevo
por la gracia de Dios y seguir caminando en victoria. Algunos jóvenes no han obtenido la victoria final sino
después de caerse y levantarse unas cuantas veces.
f) Debe señalarle cómo controlar sus pensamientos y cómo ocuparse en las cosas buenas. Como en el
caso de muchos otros problemas, no basta luchar con la tentación. Es necesario encontrar actividades sanas que

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puedan llenar el vacío de su vida, y desarrollar actividades que lo aparten de la influencia malsana del vicio. Sólo
se extirpa una actividad sustituyéndola por otra. El factor más importante para dominar los impulsos sexuales es
el control de la mente. Muchos jóvenes juegan mentalmente con la idea del sexo; permiten que sus mentes
acaricien pensamientos impuros. Como consecuencia, estimulan sus pasiones sexuales continuamente y así
provocan la masturbación y otros desórdenes sexuales.
El joven debe esforzarse por evitar todas aquellas cosas que lo pueden estimular sexualmente: las revistas
impuras, las películas que glorifican el sexo, los chistes inmorales y las conversaciones que tratan del sexo en
forma irreverente. Debe superar la tendencia a darles una segunda mirada a las chicas que se exhiben
semidesnudas en la calle, y debe apartar la vista de ciertas cosas que suscitan el levantamiento de las pasiones.
Aunque no puede evitar que a veces los malos pensamientos lleguen a su mente, no debe dales cabida, pues
son dardos del enemigo.
Sobre todo, debe llenar su mente con las cosas positivas y puras: “Todo lo que es verdadero... honesto...
puro... en eso pensad” (Filipenses 4:8). Se dice que “la mente desocupada es taller del diablo”, si no nos
ocupamos en las cosas buenas y espirituales, el enemigo nos llevará a los pensamientos malsanos.
Hay personas que se siguen masturbando aun después de casarse. En general, es un indicio de que la
persona es retraída, insegura o teme la intimidad con su consorte. No obstante, algunos cónyuges se masturban,
aun teniendo relaciones con su consorte. Puede que sea índice de una afección neurótica o de otro desajuste
emocional. El consejero debe enfocar su ayuda en solucionar el problema básico y no concentrarse solamente en
los síntomas.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 21: ¿Qué pasa cuando las parejas se separan?
Pregunta 22: ¿Qué les pasa a los hijos cuando uno de los padres ya se ha ido?
Pregunta 23: ¿Qué es lo que El doctor Germán Zanghellini señala sobre este problema?
Pregunta 24: ¿Por qué consultan raras veces con su pastor en lo referente a su problema de sexualidad?
Pregunta 25: ¿Qué consejos da el doctor Zanghellini a los padres sobre cómo informar a sus hijos?
Pregunta 26: ¿De qué es síntoma la masturbación compulsiva?
Pregunta 27: ¿Qué señala Doug Roberts sobre este aspecto?
Pregunta 28: Menciona alguno de los consejos que el pastor puede darle a un joven en esta situación
Pregunta 29: ¿Cuál es el factor más importante para dominar los impulsos sexuales?
Pregunta 30: ¿Por qué se aplica Filipenses 4.8 en esta situación?

8.2. Relaciones prematrimoniales y madres solteras: Siempre ha existido el problema de los


embarazos en algunas mujeres solteras, pero jamás se había visto en tan grandes proporciones como en la
actualidad. La “revolución sexual” llama la atención de todo el mundo. Se glorifica la búsqueda de satisfacciones
inmediatas y gratificaciones baratas. Los medios de comunicación y la publicidad invitan a los jóvenes a
experimentar y después, viene la angustia. “Si mis padres se enteran...”, “si estoy embarazada.” El mito sexual ha
producido una cosecha amarga. Por más emocionantes que se presenten las relaciones prematrimoniales, no
hay nada nuevo ni hermoso en engendrar hijos fuera del matrimonio. Tarde o temprano el pastor tiene que
enfrentarse a situaciones en que alguna joven ha tenido relaciones sexuales ilícitas.
¿Por qué practican relaciones sexuales algunos de los creyentes solteros? Ya hemos mencionado en la
lección sobre “matrimonio y noviazgo”, que el juego de caricias entre jóvenes despierta un apetito siempre
creciente, y que los dos pueden pasar el punto del cual es casi imposible volver. Una vez que han experimentado

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el sexo, es muy difícil dejarlo. Hay otras razones por las cuales los jóvenes cometen fornicación algunas ni
siquiera son comprendidas por ellos mismos.
a) Ideas erróneas. Satanás usa muchos argumentos para llevar a los jóvenes a la inmoralidad.
Algunos son los siguientes:
“Dios nos ha dado el apetito sexual para que sea satisfecho.” Así, es, pero no fuera del matrimonio. La
fornicación o adulterio es un acto contra Dios, la familia, la sociedad y la misma persona que lo práctica. No
tenemos derecho a manchar nuestro cuerpo fornicando, pues Cristo nos ha comprado con su propia vida y nos
ha concedido el gran privilegio de ser templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:18-20). También Dios quiere que
aprendamos el dominio propio y así crecer en carácter y en espíritu.
“Las relaciones prematrimoniales son buenas para preparar a los jóvenes a tener un matrimonio
equilibrado y feliz.” Angel Furlán, pastor y líder argentino dice:
El resultado que produce la experimentación sexual antes del matrimonio es exactamente el opuesto. El
individuo que es “picaflor” pierde el gusto en las cuestiones de amor puro. Aun la percepción sexual se
embrutece. La experiencia sexual pertenece al matrimonio. La adaptación mutua tomará necesariamente algún
tiempo, pero en el matrimonio hay tiempo suficiente.
En vez de preparar a la persona para el matrimonio, las relaciones premaritales a menudo le producen un
sentido de culpa y recelo que perjudica la felicidad matrimonial. La continencia antes del matrimonio es para
nuestro bien y conduce a mejores relaciones sexuales y de otra índole dentro del matrimonio. La completa
“libertad” sexual es una vía que conduce a la desilusión, la vacuidad, el divorcio, las enfermedades venéreas y las
vidas destrozadas.
“Reprimir el sexo perjudica la salud.” No hay ninguna evidencia médica que sostenga tal aseveración. Al
contrario, el sentido de vergüenza y de temor de ser descubierto, a menudo afecta la salud desfavorablemente.
Dios ha provisto un alivio a las tensiones sexuales en los jóvenes solteros en las emisiones nocturnas de semen.
b) A veces los padres fracasan. Algunos padres no enseñan a sus hijos los valores y normas de la
conducta entre los sexos. Esto hace que dichos hijos tengan poca o ninguna convicción respecto a la moralidad.
Otros, no dan a su hija el afecto y la atención que necesita. Todas las personas necesitan ser
comprendidas y amadas. Esa privación de cariño en el hogar prepara el terreno para que las caricias amorosas
hagan de la chica una presa fácil para un hombre inescrupuloso.
A veces las muchachas que se sienten rechazadas por sus padres, inconscientemente buscan el
embarazo para herirlos.
Hay casos en que la juventud no se entiende con sus padres. Existe un abismo, una brecha entre las dos
generaciones. El joven está convencido de que los padres son los únicos culpables porque no hablan con sus
hijos. En vez de comprenderlos, les imponen normas así “porque sí”, sin darles razones. Se dan cuenta
inmediatamente de que no tiene sentido hablar. Consideremos más detalladamente este asunto en la próxima
lección.
c) La presión social y el deseo de ser aceptados por sus compañeros es tan fuerte, que sucumben a la
inmoralidad. En muchas escuelas medias y universidades, la mayoría de los estudiantes se dan a la deriva del
libertinaje sexual. Los que siguen resistiéndose a pesar de las presiones, quedan aislados. Los califican de
“locos” o “desadaptados”.
d) La curiosidad puede llevar a los jóvenes a experimentar relaciones sexuales. Quieren ver cómo es.
Por regla general, a dichos jóvenes les falta educación sexual.

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e) Algunos solteros buscan el embarazo porque lo consideran el medio para obligar a su amigo a
casarse con ellas o para forzar a sus padres a consentir en su matrimonio. La joven sabe que si está esperando
familia, los padres no se opondrán a que contraiga enlace con el joven que engendró la criatura.
f) Algunos buscan relaciones ilícitas para demostrar que ya son adultos. Otros son motivados para
afirmar sus atractivos, como en el caso de la señorita que quiso probar que era atrayente e irresistible al sexo
opuesto.
8.3. Aconsejamiento de las madres solteras: Son raras las veces en que una pareja que practica relaciones
prematrimoniales recurre a su pastor para ser aconsejada. Con más frecuencia son los padres los que buscan la
ayuda de su ministro después de que su hija está embarazada. Sin embargo, muchos padres en tal situación
vienen solamente para pedirle que oficie en el enlace planeado apresuradamente.
¿Qué debe hacer el pastor?
El pastor no debe juzgar ni censurar a la pareja, sino considerar que la situación le proporciona una
oportunidad de ministrar en el nombre de Cristo. Por regla general, los que han pecado vienen con sentimientos
de sorpresa, culpa y miedo.
Algunas mujeres se sienten tan manchadas, que piensan que no son dignas de ser esposas de ningún
hombre.
Otras piensan que ya no pueden enfrentar la vida y tienen ideas de eliminarse o hacerse un aborto. Les
cuesta perdonarse y hacer frente a la sociedad.
Al pastor le toca ayudar a tales jóvenes a encontrar el perdón de Dios y a restaurar su sentido de dignidad
y de valor. Conviene a veces ayudar a la joven a comprender los motivos de su conducta y a enfrentar sus
emociones negativas.
La tarea del asesor no termina con la restauración espiritual de los culpables. Debe aconsejarlos en cuanto
a sus próximos pasos. Hay que considerar el bien de la joven, la situación de los padres y el futuro de la criatura
que resultó o resultará de la unión ilícita.
Es necesario a veces orientar a los padres de la madre soltera para que comprendan a su hija y sigan
amándola. Mediante sesiones de asesoramiento, el pastor puede indicarles inmorales de ella, y orientarlos
respecto a cómo pueden ayudarla.
La madre soltera muchas veces necesita la ayuda del pastor para tomar las decisiones correctas. ¿Debe
casarse con el joven que engendró a su hijo? Esto depende de muchos factores. No debe casarse sólo por
obligación, pues tales uniones raras veces resultan bien y muchas veces terminan en la separación.
Hay que preguntar si hay amor recíproco. ¿Son compatibles? ¿Cuál es la actitud de los padres de la
pareja? Si la unión matrimonial aleja a los padres de una familia, puede que produzca tensiones destructivas.
¿Están los jóvenes en condiciones económicas para establecer un hogar? El pastor no debe imponerles sus
soluciones sino ayudarlos a explorar la situación y a tomar sus propias decisiones.
Si es imposible o no conviene que los jóvenes se casen, queda por solucionar el problema de criar al niño.
Muchas madres desean crear a su hijo, y otras lo entregan a una agencia de adopciones o a un hogar provisional,
hasta que la madre se case y pueda llevarlo consigo. El pastor puede ayudar a la madre a explorar las
posibilidades y a tomar una decisión.
8.4. Infidelidad marital: Pocas cosas hieren más a un consorte que saber que su cónyuge le ha sido
infiel. Produce sentimientos de rechazo, enojo, celos y desprecio. A veces produce heridas que nunca sanan
completamente. La Biblia considera como uno de los peores pecados, pues es una violación del pacto

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matrimonial y puede destruir a la familia. La infidelidad provoca en muchos casos el divorcio y proporciona la
razón bíblica para deshacer la unión matrimonial. Por supuesto, el pastor hará un esfuerzo para salvar el
matrimonio aun en casos de adulterio.
¿Por qué un cónyuge entabla relaciones íntimas con una tercera persona? Hay hombres que tienen la
“filosofía donjuanesca”; creen que son grandes amantes. Sus aventuras sostienen su “yo”, o están tan
acostumbrados a la inmediata gratificación de sus deseos sexuales, que difícilmente pueden limitarse a una
mujer.
Algunos cónyuges no se comunican bien con su consorte o lo regañan continuamente, y esto lo impulsa a
buscar cariño y consuelo en otra persona.
En ciertos casos, un cónyuge no satisface los deseos sexuales del otro por tener conceptos erróneos en
cuanto al sexo. Hay hombres que consideran que el sexo es algo puramente biológico; y hay mujeres que lo
consideran como algo sucio que tiene que soportar.
A veces el aburrimiento en el matrimonio motiva a uno de los esposos a buscar aventuras. Una esposa
confesó que tenía relaciones con un soltero porque necesitaba aumentar su autoestima.
“Mi marido y yo hacíamos el amor con el mismo fervor con que se toma un desayuno de cereales. Me
preocupaba mucho por mi falta de atracción. ¿Por qué no podía estimular la pasión en mi esposo? Luego acepté
la invitación de un soltero para ir a su departamento a escuchar música. El asunto terminó con otro tipo de
música, y fue entonces cuando me di cuenta de que yo no tenía la culpa de la falta de ardor romántico por parte
de mi cónyuge.”
Más de un individuo ha entablado relaciones extraconyugales para tomar represalias porque su consorte
no lo respetaba o tenía relaciones sexuales con una tercera persona.
El adulterio por parte de la mujer produce a menudo en ella sentimientos de culpa y de ansiedad; a veces
llora, sufre insomnio, dolores gástricos, erupciones en la piel y aun frigidez.
La manera de aconsejar a las parejas que tienen problemas de infidelidad, sigue las líneas del
aconsejamiento matrimonial que ya hemos considerado.
Por regla general, el pastor logra poco o nada sermoneando o reprendiendo al cónyuge infiel. Vale más
ayudar a los esposos a comprender la raíz de su problema y a solucionarlo. Se debe efectuar una reconciliación
basada en el perdón por parte del ofendido, y en la finalización de una vez para siempre de las aventuras por
parte del ofensor. Sobre todo, debe reconciliarse con Dios y emprender una vida espiritual, una vida que sea
“Cristocéntrica”.
Apropiándome de la verdad
Pregunta 31: ¿Por qué practican relaciones sexuales algunos de los creyentes solteros?
Pregunta 32: ¿Qué comenta Angel Furlán sobre las relaciones prematrimoniales?
Pregunta 33: ¿A dónde conduce la libertad sexual?
Pregunta 34: ¿Qué pasa cuando los padres no enseñan a sus hijos los valores y normas de la conducta entre los sexos?
Pregunta 35: ¿Qué pasa con las muchachas que se sienten rechazadas por sus padres?
Pregunta 36: Menciona dos razones por las que los muchachos buscan relaciones prematrimoniales.
Pregunta 37: ¿Qué debe de hacer el pastor frente a un caso de madre soltera embarazada?
Pregunta 38: ¿Debe casarse la mujer con el joven que engendró a su hijo?
Pregunta 39: ¿Qué consecuencias provoca la infidelidad?
Pregunta 40: ¿Por qué un cónyuge entabla relaciones íntimas con una tercera persona?

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8.5. Perversiones sexuales y homosexualidad: Existen desviaciones sexuales en las que un individuo
obtiene una satisfacción sexual, aparte de la obtenida en la copulación normal entre un hombre y una mujer. Se
llaman “perversiones sexuales”. Entre ellas pueden contarse varias expresiones. Hay individuos, por ejemplo, que
se sienten irresistiblemente impulsados a exhibir sus órganos genitales para obtener excitación sexual; esto se
presenta más a menudo entre los varones que entre las mujeres. Esto se denomina exhibicionismo. El
observacionista recibe placer sexual contemplando el cuerpo desnudo de otros, o a personas que realizan la
cópula, y las mira a hurtadillas. Otras personas se despiertan sexualmente únicamente por objetos inanimados
como ropa interior, medias o zapatos del sexo opuesto, cayendo así en el fetichismo.
El sadismo es el gozo sexual experimentado al hacer sufrir a otra persona que, paradójicamente, se quiere
en la mayoría de los casos. Se manifiesta causando tanto dolor físico como sufrimiento mental (insulto,
humillación, etc.) a la ocasional víctima. Puede tener varios grados de intensidad. Por ejemplo, puede comenzar
desde el simple placer sádico que un joven obtiene torciendo el brazo de su amigo, y llegar hasta el frenético
goce sexual al azotar sin misericordia a su pareja.
El masoquismo se expresa en los que encuentran placer sexual al sufrir dolor o golpear, o al someterse a
la cólera ajena y a los insultos. Se manifiesta también en los que experimenta satisfacción sexual al ser
dominados por una persona querida hasta el punto de sufrir dolor.
Bestialismo es la desviación sexual que se caracteriza por las relaciones sexuales con animales. Ocurre
con mayor frecuencia entre los retrasados mentales y en regiones rurales. Las actividades sexuales con niños,
sean heterosexuales u homosexuales, se denominan pederastia. Con respecto al bestialismo y a la pederastia, el
individuo por regla general se siente inseguro en su papel sexual. Teme tener contacto sexual con mujeres
adultas y se caracteriza por sus malas relaciones sociales en general. La aberración en que los individuos se
sienten atraídos sexualmente hacia personas del mismo sexo, se denomina homosexualidad o inversión.
Se considera que las perversiones sexuales surgen generalmente de complejos formados en la niñez, pero
algunas pueden ser aprendidas también por personas sanas. Por ejemplo, el sadismo y masoquismo indican que
dentro del individuo hay tendencias destructivas no sublimadas adecuadamente. Se expresan como hostilidad en
el caso de sadismo, y como autodestrucción en el masoquismo.
¿Hasta qué punto es responsable la persona que tiene una aberración sexual? Un profesor de psicología,
Oscar Ahumada Bustos comenta:
El perverso es víctima de tendencias de las cuales no es más culpable ni tiene mayor responsabilidad que
el individuo que padece una fobia. Cierto es que el perverso puede restringir sus impulsos, aunque sólo sea hasta
cierto punto, impidiéndoles llegar demasiado lejos... Puede controlar sus acciones, de las cuales es responsable,
pero no es absolutamente responsable de sus impulsos; de sus inclinaciones.
Por regla general, el pastor no está preparado para ayudar mucho a los perversos a desarraigar sus
impulsos anormales, pero sí puede ayudarlos a dominar sus tendencias, especialmente si el asesorado es
homosexual. Tal vez la fe cristiana sea la única fuente de ayuda contra la práctica de la homosexualidad.
La inversión sexual parece haber sido muy común entre los griegos y otros pueblos paganos en la época
de Cristo. Nuevamente ha llegado a ser común en varios países europeos en los cuales los gobiernos aprueban y
protegen a los desviados. Por ejemplo, en Inglaterra se permite que los homosexuales se casen entre sí. Aun en
algunos países del Nuevo Mundo los invertidos ya no ocultan su condición, sino que se presentan abiertamente y
abogan para que la homosexualidad sea reconocida como algo natural y aceptable.

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Sin embargo, la sociedad actual en general condena al invertido sexual, porque desvirtúa y desvía los fines
reproductores del sexo y es sicológicamente anormal; la inversión también encierra el peligro de difundirse entre
personas sanas.
La Biblia considera la práctica homosexual como un pecado grave y como la evidencia de la degeneración
del hombre abandonado por Dios (ver 1 Timoteo 1:9,10; 1 Corintios 6:9,10; Romanos 1:24-26). Las ciudades de
Sodoma y Gomorra fueron objeto de la ira divina por haberla practicado en forma muy extendida.
El término “homosexualidad” se aplica a ambos sexos, pero “lesbianismo” únicamente a mujeres. En la
inversión se encuentran distintos grados.
a) Los “invertidos absolutos” están en la cima de la escala. Para ellos sólo su propio sexo presenta
atractivo sexual, en tanto que el sexo opuesto les inspira indiferencia y hasta desagrado. Algunos tienen hasta los
modales del sexo opuesto, y aun hay los que se visten con la ropa del otro sexo. Sin embargo, la mayoría de los
homosexuales no dan mayores indicios de ser anormales, y algunos desviados llegan a ocupar puestos de
importancia en la sociedad.
b) Los “invertidos bisexuales” son los que son capaces de tener relaciones con ambos sexos.
c) Los “invertidos ocasionales” practican la homosexualidad solamente en ciertas circunstancias, tales
como la ausencia del otro sexo, o en casos de hábito o seducción. De otro modo suelen tener relaciones
heterosexuales.
d) Los “invertidos latentes” son personas aparentemente normales, pero que tienen inclinaciones
homosexuales de las cuales ni siquiera se dan cuenta. Pueden casarse normalmente y tener hijos, y luego
experimentar fantasías de relaciones homosexuales. Por ejemplo, un joven soltero de veintitrés años comenzó a
experimentar sentimientos homosexuales. Nunca antes había tenido relaciones sexuales con mujeres, ni se había
sentido atraído por los hombres. Estaba confuso y tenía miedo al darse cuenta de sus fantasías homosexuales y
de su deseo de contemplar a los varones desnudos. Recurrió a un consejo para recibir ayuda.
Clyde Narramore observa que “la impotencia, la frigidez y masturbación compulsiva suelen relacionarse
con una dinámica de homosexualismo latente”.
¿Cuál es la causa de la homosexualidad? Sicólogos y siquiatras concluyen que en las desviaciones no hay
problemas congénitos: nadie nace homosexual. Ni se ha podido comprobar la existencia de homosexualismo por
trastornos biológicos; por “problemas hormonales”, como se dice popularmente. A un desviado pueden
aplicársele hormonas masculinas sin que cambien para nada sus tendencias. Los sicólogos prefieren hablar hoy
de “comportamiento homosexual” y no de “persona homosexual”. Los factores determinantes con básicamente
sicológicos educacionales, sociales y ambientales. La homosexualidad es una conducta aprendida; el (o la)
homosexual no nace, se hace.
Los sicólogos tienen diferentes explicaciones de ninguna manera se puede hablar de “la causa” del
problema. En muchos invertidos se desarrolla la tendencia en su niñez, pues no se identifican con el padre de su
propio sexo. Un niño varón con una madre dominante y un padre débil y poco digno de respeto, puede despreciar
al padre e identificarse con la madre. O si existen tensiones entre los padres, y el padre es cruel, el niño tiende a
veces a identificarse con quien ha sufrido las frustraciones más intensas: la madre. En cambio, la hija puede
reaccionar perdiendo el respeto hacia los varones en general y admirando únicamente a las mujeres.
La mayoría de los homosexuales tienen un padre poco afectivo y mantienen escaso contacto con él. Es
generalmente un rival celoso y agresivo de su propio hijo, pues teme que su mujer lo prefiera a él. Por eso, está
constantemente tratando de bloquearlo, dejándolo sin libertad, ni iniciativa, ni seguridad para actuar.

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El niño debe aprender a relacionarse con personas de ambos sexos. La falta de madre provocaría una
“fijación” al padre, por tener éste que criarlo. Esta fijación se ocasionaría por el goce de los placeres pasivos de la
crianza, realizada por un hombre en vez de una mujer. Una madre podría tener tanta intimidad con su hija, que
ésta no sería capaz de relacionarse en el futuro con el sexo opuesto. Esto ocurre a menudo cuando la niña está
casi exclusivamente con la madre todo el tiempo. A veces la sobreprotección que ejercen algunas madres sobre
sus hijos tiende a bloquear su independencia, haciéndolos perder su identidad, sus valores propios y su
capacidad de decidir por ellos mismos.
También se considera como un factor importante en el desarrollo de la homosexualidad masculina, la
preocupación del niño de que, al nacer, su sexo fuera una desilusión para sus padres. Algunas madres permiten
que el hijo lleve sobrenombres femeninos y se arregle, vista y juegue como una mujer. En el fondo, le dan un
permiso inconsciente para la homosexualidad.
Es muy fácil desviar la energía sexual de los jovencitos, especialmente cuando llegan a la pubertad. En
esta etapa, los jóvenes empiezan a interesarse por las personas del sexo opuesto. Si el adolescente es tímido y
no sabe comportarse, si se burlan de él y le han inculcado que el sexo no es algo natural, tenderá a rechazar a
las mujeres y a buscar apoyo en alguien del mismo sexo. Más tarde su mundo estará limitado a los hombres,
pudiendo esto conducirlo a un comportamiento homosexual. Al igual que el joven, la chica puede tener miedo del
sexo opuesto y desarrollar la tendencia invertida.
La desviación es algo que uno puede adquirir de otras personas. Si un niño es seducido por un mayor de
su mismo sexo, tenderá a sentir miedo al principio, pero luego la respuesta al estímulo sexual podrá convertirse
en positiva y aprenderá esta conducta.
Toda sensación placentera tenderá a repetirse, así como lo desagradable tiende a ser evitado. Muchas
veces un alumno en el colegio introduce a su compañero a las prácticas homosexuales o lo obliga a someterse a
la inversión. Luego se desarrolla el gusto por los actos homosexuales. También han ocurrido incidentes en que un
jovencito descubre a un compañero masturbándose; el uno colabora con el otro para encontrar placer sexual, y
ambos llegan a ser desviados. La homosexualidad es muy contagiosa.
Las prácticas invertidas resultan a veces cuando los individuos son privados por largo tiempo del contacto
con el sexo opuesto. Los hombres que están en la cárcel, los marineros que navegan en alta mar, y las mujeres
que no consiguen marido, pueden recurrir a la inversión para satisfacer sus deseos sexuales. Los más culpables
son los que llegan a considerar como rutina su vida disipada (alcohol, drogas y sexo), y buscan experimentar
nuevas sensaciones.
Es muy posible que la influencia demoníaca sea un factor de la inversión, pero la Biblia no indica que la
homosexualidad sea un síntoma de posesión demoníaca. Más bien parece enseñar que es un pecado de la
carne. La mayoría de los invertidos no son endemoniados.
¿Existe liberación para el homosexual?
El apóstol Pablo habla acerca de creyentes que habían sido “afeminados” y de los “que se echaban con
varones”.
Al respecto dice: “Esto erais algunos; mas ya habéis sido la vados, y habéis sido santificados” (1 Corintios
6:9-11).
El consejero evangélico John Vayhinger comenta: “Es la experiencia de muchos consejeros que los
homosexuales, tanto hombres como mujeres, que son motivados a cambiar, cambian”.

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Un estorbo grande para muchos es que no quieren ser liberados. Naturalmente el primer paso es
convertirse a Cristo.
Hay creyentes que quieren ser liberados de su inclinación invertida, pero desgraciadamente siguen
teniendo los impulsos impuros, especialmente si su inversión cumple una necesidad sicológica y emocional en su
vida. Aun con el consejo de asesores preparados que les ayudan a entender las raíces de su problema, no
encuentran completa liberación, ni se despierta en ellos el deseo de tener relaciones heterosexuales. Algunos se
casan y engendran hijos, pero permanece en ellos la inclinación anormal y a veces aumenta. Para una mujer
heterosexual, es un riesgo casarse con un individuo que ha tenido este problema, especialmente si era un
invertido absoluto. Muchas mujeres que han pensado cambiar a su marido, homosexual, han quedado
desilusionadas.
Angel Furlán aconseja a los jóvenes que quieren ayudar a los homosexuales: La homosexualidad es una
enfermedad contagiosa. No conviene, especialmente a los más jóvenes, tratar de acercarse demasiado para
ayudar a un homosexual. Es mejor dejar esta tarea en manos de los cristianos más fuertes y maduros. Si traba
contacto con un homosexual y tiene interés en ayudarlo, incluya inmediatamente a otro hermano en esa relación
y no cultive una amistad demasiado íntima con él. Aun después de que un homosexual haya hecho profesión de
fe y manifieste ser creyente, es necesario tener cuidado. No estamos hablando en ninguna manera de
despreciarlo o tenerlo en poco; es un alma que Cristo ama y salvó, pero tengamos cuidado hasta estar seguro de
que hay frutos genuinos de arrepentimiento.
El pastor-consejero debe aceptar al individuo que acude a él con el problema de la inversión. Si el asesor
está preparado en psicología, puede ayudar al homosexual a comprender la dinámica de su problema y puede
ayudarle a restablecer actitudes sanas acerca del sexo y del matrimonio. Es de suma importancia que el invertido
se convierta y encuentre el poder transformador de Cristo, para ser liberado de su trastorno. El consejero
evangélico debe considerar que en la mayoría de los casos, el homosexual es tan responsable y capaz de
dominar su tendencia anormal, como lo es el heterosexual al observar los principios de moralidad pública y
privada. Debe ser comprensivo y no moralizar excesivamente, sino tener la actitud que Jesús tuvo hacia la mujer
adúltera: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11). Por regla general, es necesario aconsejar al
homosexual durante un largo tiempo.
Los homosexuales que llegan a entender las raíces de su problema y progresan en subsanarlo, a menudo
encuentran ayuda adicional a través del aconsejamiento en grupo, dice Clyde Narramore:
Estas sesiones de grupo ayudan al homosexual en su dificultad de relacionarse con el sexo opuesto, la
oportunidad de participar en la interacción social en una sesión de terapia mixta, es sumamente valiosa. En estas
sesiones, el homosexual puede obtener confianza en su capacidad para tratar con miembros del sexo opuesto.
Conforme se va formando una nueva confianza en sí mismo y nuevos conceptos en cuanto al papel que
desempeña, las antiguas presiones homosexuales comienzan a perder su dominio.
El problema de hacerlos participar en la terapia de grupo es que de esta forma, el desviado estará en
contacto con otros invertidos como él, y puede ser tentado a practicar la inversión con ellos.
Probablemente la mayoría de los pastores-consejeros son limitados en su capacidad de ayudar al
homosexual a ser completamente liberado de su inclinación. No obstante, si el pastor les ayuda a dominar sus
impulsos, habrá logrado mucho.
El creyente que haya sido homosexual, pero domina sus impulsos y lleva una vida casta es digno de
admiración. Sin duda alguna, tendrá que luchar fuertemente contra las tentaciones y es probable que haya

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recaídas ocasionales, pero si persiste en la lucha, puede ganar el respeto de los demás y obtener una victoria
completa.
El pastor-consejero tiene motivos para regocijarse ante el hecho de que tiene a su disposición los mejores
recursos para ayudar a las personas que tienen problemas sexuales: amor y comprensión cristianos, conceptos
claros que permiten diferenciar el mal del bien, las promesas de la Palabra de Dios, el perdón divino y el poder
del Espíritu Santo, los cuales pueden proporcionar la victoria.
Apropiándome la verdad
Pregunta 41: ¿De qué surgen generalmente las perversiones sexuales?
Pregunta 42: ¿Hasta qué punto es responsable la persona que tiene una aberración sexual?
Pregunta 43: ¿Cómo considera la Biblia la práctica homosexual?
Pregunta 44: ¿Cuál es la causa de la homosexualidad?
Pregunta 45: ¿Qué produce a veces la sobreprotección que ejercen algunas madres sobre sus hijos?
Pregunta 46: ¿Existe liberación para el homosexual?
Pregunta 47: ¿Qué es lo que el consejero evangélico John Vayhinger comenta sobre esto?
Pregunta 48: ¿Qué aconseja Angel Furlán a los jóvenes que quieren ayudar a los homosexuales?
Pregunta 49: ¿Qué dice Clyde Narramore del aconsejamiento en grupo?
Pregunta 50: ¿Qué recursos tiene el pastor a su disposición para ayudar a las personas que tienen problemas sexuales?

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Lección 17 Fecha Expone

Formación Del Niño 08 abr 2017 Pr. Santiago Ramos Sáez


1. Introducción
2. Establecer un hogar estable y seguro:
3. Disciplina:
4. Dar amor inteligentemente:
5. Comprender, enseñar y guiar a los niños:

1. Introducción.
No es difícil percatarse de que estamos en medio de una época de cambios sociales encendidos y
alimentados por la juventud. Como por arte de magia se ha venido a desarrollar una extraña generación de
hombres sin ley, cuyo objetivo parece ser trastornar todo orden, ley y control.
Parece que el viejo orden en el que los jóvenes respetaban a los adultos está pasando. En las grandes
urbes, no es fuera de lo común que los jóvenes no acepten que sus superiores les llamen la atención por algo.
Hasta los niños parecen ser incontrolables. Una popular columnista observaba: “El rumbo de los niños ha tomado
un nuevo significado: los niños dirigen a los padres.”
Han aumentado notablemente entre los jóvenes la drogadicción, el libertinaje sexual y la delincuencia.
Cuántos jóvenes hay que son despedidos de su trabajo porque continuamente desafían la autoridad del capataz,
o que pierden un ascenso en su posición por no ser cumplidores. Aunque los jóvenes tienen más ventaja que la
juventud de antes para desarrollarse, muchos no lo aprovechan.
Según el cálculo del psicólogo Germán Rivera, aproximadamente del 25 por ciento de los adolescentes
tienen problemas familiares y son agresivos y apáticos con los mayores.
Se exagera el concepto del abismo generacional, el cual, sin embargo, existe. Muchos de los jóvenes están
convencidos de que los padres son los únicos culpables.
Es evidente que muchos de los problemas juveniles son consecuencia de factores tales como la filosofía
materialista y carente de valores divulgada por los medios de comunicación; el ocio de muchos jóvenes; y el
hecho de que las escuelas a menudo no enseñan normas de moralidad ni imponen una disciplina adecuada.
No obstante, muchos de los jóvenes superan las influencias nocivas llegan a ser adultos morales y útiles.
¿Por qué? Porque probablemente hayan sido criados en hogares estables en los cuales recibieron afecto y
disciplina en dosis correctas; han tenido padres que ponían un ejemplo ante ellos y que les enseñaban buenos
principios de conducta. Naturalmente, las decisiones que toma el joven son un factor importantísimo y no deben
ser ignoradas.
Casi todos los psicólogos modernos están de acuerdo en cuanto a la causa principal de la delincuencia
juvenil y de la personalidad mal estructurada de dichos adolescentes: señalan que en la mayoría de los casos
hubo una educación errada en la formación primaria.
Muchos jóvenes fallan porque los padres fallan. Se hace necesaria una escuela para padres, aunque se
diga que ser padre es algo innato. Como pastores-consejeros nos toca aconsejar a los padres sobre cómo echar
buenos fundamentos en el niño para formar una personalidad moral y responsable. La obra del consejero es tanto

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reparadora como preventiva. Puede guiar a los creyentes a formar hogares verdaderamente cristianos y
ayudarles a comprender los factores que pueden conducir al sano desarrollo de sus hijos.
¿Cuáles son los factores indispensables para la buena formación de la personalidad del niño?

2. Establecer un hogar estable y seguro: No es conveniente en absoluto subestimar la importancia de la


primera infancia en el desarrollo del niño.
El psicólogo evangélico James Dobson dice que los primeros cinco años de la vida tienen muchísima
importancia para toda la vida que sigue, pues en aquel período se echan los fundamentos.
Las actitudes y los valores de la persona, su amor a Dios, su concepto de sí mismo: todo esto se arraiga en
los primeros años. En cambio, dicen los psicólogos que la mayoría de las enfermedades mentales (graves o
leves) son resultado directo de conflictos no resueltos en la primera infancia. La necesidad de tener ambos
padres y el clima de amor y seguridad son imprescindibles para el desarrollo íntegro del niño. Por ser desvalidos
y dependientes, los niños aprenden y reflejan el clima emocional del hogar. Toda riña entre los padres provoca
desorientación en el niño. La estabilidad en el hogar tiene como resultado la estabilidad del niño.
Un experto en la materia observa: Cuando hay tensiones, falta de armonía en el matrimonio, o aún
demasiado revuelo en el hogar, los bebés responden llorando. A la inversa, un niño inquieto puede sosegarse
inmediatamente en los brazos de una persona extraña, después de que la frustrada madre ha tratado de calmar a
su niño durante mucho tiempo sin resultado. Aparentemente, el niño percibe y siente serenidad ante la calma del
extraño.
El amor maternal es un factor muy importante en el desarrollo del niño. Es un hecho bien conocido que el
bebé que no tiene contacto estrecho con un adulto, puede sufrir daños físicos y psicológicos.
Collins observa: La clase y gravedad del daño depende de la edad en la cual se produce la privación, el
tiempo que dura y la calidad que se provee en su reemplazo. Aparentemente, la vulnerabilidad alcanza su
máximo grado durante la infancia precoz (3 a 6 meses). Durante la Segunda Guerra Mundial, Spitz (1945) estudió
a los niños que vivían en instituciones donde el cuidado físico era adecuado, pero los estímulos eran mínimos.
Comparados con niños de familias normales, los niños que vivían en estas instituciones eran lentos para
aprender a caminar y a hablar, enfermizos, descuidados, desobedientes a los adultos, de poco apetito y
generalmente descontentos. Parece que los estímulos frecuentes y mucho “cariño tierno y afectuoso” son
necesidades ineludibles para el desarrollo saludable de un niño.
Dado que el cuidado materno es tan importante, ¿debe trabajar la madre fuera del hogar? ¿Puede una
niñera de 16 años o una abuelita tomar su lugar? ¿Serán capaces de disciplinar y amar en correctas
proporciones? ¿Qué cosa puede ser más importante que estar con su hijo y amoldar su personalidad durante los
años vulnerables de su vida? Vale la pena sacrificar algo de lo material para enseñar al niño a amar a Dios y
prepararlo para ser un adulto responsable.
Durante la primera infancia, los padres son los modelos principales, y mucho de los que el niño aprende, lo
hace por imitación. El hijo llega a ser masculino imitando a su padre. Los niños observan las actitudes de los
padres, y las aceptan como suyas.
Es obvio que esto puede tener consecuencias lamentables en caso de que los padres tengan malas
actitudes. Por ejemplo, si la madre desprecia a su marido, y el hijo se pone del lado de la madre, entonces el niño
rechazará a su padre como digno de respeto y de autoridad. Rechazará así su propio papel futuro de autoridad.
Puede haber también repercusiones en la escuela y en la sociedad donde el niño rechace la autoridad.

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En casos de madres que abrigan pasivamente hostilidad, se produce a menudo la misma actitud en el
marido y en los hijos. Si los padres riñen entre sí ante los hijos, los niños tenderán a sentirse inseguros y
ansiosos; tenderán a considerar al mundo como un lugar peligroso e inseguro. Habrá un conflicto de lealtades y
les faltarán modelos adecuados para un desarrollo correcto.
Si los padres se separan y el hijo pierde uno de sus modelos, puede resentirse con uno de ellos, o
resentirse también con la vida; puede sufrir huellas emocionales permanentes. Uno de los factores más
importantes para fomentar el sentido de seguridad en el niño es una relación armoniosa entre los padres; otro es
la existencia de principios morales firmemente sustentados y de normas de conducta elevadas en los padres y
demás adultos que entran en contacto con el niño.

3. Disciplina: El pensador francés Dionisio Diderot dijo que en todo niño yace un delincuente potencial, así es
que la obra de criarlo es convertir en carácter bueno la materia prima. Al nacer, el niño piensa únicamente en sí
mismo, en sus propios deseos y en su propia comodidad.
El proceso de desarrollarse hasta la madurez es estar conciente en forma siempre creciente de las
necesidades, deseos y derechos de otras personas, o sea, dejar de ser egocéntrico.
Esto ocurre normalmente en el diario vivir de la familia al establecer las relaciones debidas con sus
hermanos y con sus padres; un aspecto fundamental del proceso es la disciplina. Esta no se limita al castigo;
también es establecer autoridad y control sobre los niños; tiene el fin de inculcar en ellos respeto y
responsabilidad.
¿Por qué disciplinar? ¿No es una costumbre anticuada? Es muy popular la creencia moderna de que la
abundancia de amor toma innecesaria la disciplina; los niños terminan por responder a la paciencia y a la
tolerancia, desechando la necesidad de la disciplina. La disciplina produce solamente inhibiciones dañinas en el
niño. Somos básicamente buenos por naturaleza: sólo necesitamos cultivar el bien en el niño y lo malo será
descartado en el proceso.
Pero ¿qué dice la Biblia? Dios responsabiliza a los padres de la disciplina de sus hijos. Jehová castigó al
sacerdote Elí por no haber restringido la conducta de sus hijos: “Sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha
estorbado” (1 Samuel 3:13). El escritor inspirado atribuye la maldad de Adonías, el hijo rebelde de David, el hecho
de que “su padre nunca le había entristecido en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así?” (1 Reyes 1:6).
La Biblia contradice llanamente el concepto humanista de que la naturaleza humana es básicamente buena
y todo lo que necesita el niño para desarrollarse bien es ser comprendido y educado. Enseña que nacimos
pecadores y tenemos la tendencia a pecar (ver Salmo 51:5; Romanos 5:12,19; Efesios 2:3). A la luz de esta
verdad, un sabio del antiguo Israel nos aconseja cómo tratar con esa propensión: “La necedad está ligada en el
corazón del muchacho; más la vara de la corrección la alejará de él” (Proverbios 22:15).
Según la Biblia, la disciplina es una señal de amor paternal: “Porque el Señor al que ama, disciplina... Dios
nos trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (Hebreos 12:6,7). El proverbista
añade: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios
13:24).
Recibir castigo por extralimitarse, por abusar de otros, y por comportarse sin consideración de su propio
bien y del de los demás, nos enseña que tal conducta encierra en sí misma padecimiento. Es una preparación
necesaria para que nos llevemos bien con los demás y vivamos felices. Las reglas tienen el propósito de edificar
un cerco para protegernos del peligro y del mal; el castigo es como las púas del alambre que forman el cerco: nos

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disuade de traspasar el cerco de protección. Nos ayuda a no desviarnos del camino de justicia y felicidad. Es para
nuestro bien; es evidencia de que somos amados. Cuando el padre disciplina a su hijo, es como decirle: “Te amo
demasiado para permitir que te comportes de esta manera.” Cierto es que la disciplina sanamente ejercitada es
para el bien del niño. Es el primer paso que inculca respeto en el niño hacia sus padres.
James Dobson observa acertadamente:
Cuando niño logra desafiar con éxito a sus padres en sus primeros quince años, riéndose en su cara y haciendo
tercamente escarnio de su autoridad, adquiere un natural desprecio por ellos. -¡Los muy tontos de mamá y papá! Los
manejo a mi antojo. Seguro que me quieren, pero creo que, me tienen miedo.
Fomentar el respeto hacia los padres es un factor decisivo, tanto para echar los fundamentos de respeto
hacia los demás, como para manejar a los niños. Si el niño no aprende a respetar a sus padres, tampoco
respetará la autoridad de sus profesores, de la ley y de las otras personas con quienes habrá de trabajar. Si no
respeta a sus padres, es improbable que acepte sus creencias respecto a Dios, los valores de la vida y el
patriotismo; esto es un factor importante en la delincuencia juvenil. Tal falta de respeto producirá finalmente lo
que se denomina “abismo generacional”: la falta de comprensión y comunicación entre padres e hijos. Los
conflictos entre las dos generaciones son en parte la consecuencia de una ruptura del respeto mutuo.
La disciplina es un factor indispensable para desarrollar el dominio propio. Existe la idea de que la
autodisciplina es producto de la libertad, y se obtiene en un medio ambiente en que no se exige de los niños
obligación alguna ni se gobierna su conducta. Sin embargo, el primer paso para aprender el dominio propio es
que el niño aprenda a obedecer a otros.
Un médico comenta: El carácter de un niño necesita una estructura adecuada, y el comienzo de estos
controles debe venir desde afuera. Solamente cuando los controles externos han sido adecuados, puede el niño
apropiárselos, hacerlos parte de sí mismo, y tener de este modo la necesaria estructura interna para permitir que
el crecimiento se lleve a cabo en forma completa y bien.
Naturalmente, los padres prudentes saben aflojar paulatinamente los controles cuando los hijos llegan a
ser adolescentes. Así efectuarán la transición desde el control paterno hasta el autocontrol.
Es muy interesante notar que el niño mismo desea ser controlado por sus padres, no obstante lo cual los
obliga a comprobar que pueden imponerle su autoridad. A veces protesta amargamente, pero interiormente se
complace en saber que sus padres los amen lo suficiente como para protegerlo contra su propia necedad y falta
de experiencia. Los psicólogos observan que el exceso de libertad o la disciplina deficiente conducen a la
inseguridad y a la agresividad antisocial. Igual que David, el niño puede decir: “Tu vara y tu cayado me infundirán
aliento” (Salmo 23:4). La vara representa la disciplina y el cayado la protección.
El primer paso para disciplinar al niño es que los padres establezcan su autoridad. Es necesario que el niño
sepa desde su primera infancia que sus padres son más fuertes que él y que no soportarán un desafío a la
autoridad paterna. Hay ocasiones en que el niño aprieta sus pequeños puños y reta a su padre a su madre. No
está motivado por frustraciones o complejos como suponen algunos psicólogos. Más bien, quiere saber dónde
llegan los límites y quién es el que los fija. Si los padres son débiles ante su porfía, el niño no los respetará más.
Los problemas con su hijo irán de mal en peor. Es el momento de actuar decisiva enérgicamente; el dolor de un
castigo corporal puede obrar milagros en cuanto a cambiar la actitud del pequeño rebelde.
Dobson nos aconseja: Cuando la confrontación se plantea entre el niño y la madre en forma abierta, no es
el momento apropiado para una discusión sobre las virtudes de la obediencia. Tampoco es ocasión para enviar al
niño a su pieza a hacer pucheritos. No es apropiado esperar a que llegue el padre del trabajo. La madre trazó una

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raya en el piso y el niño deliberadamente la pisó. ¿Quién ganará? ¿Quién tiene más coraje? ¿Quién manda en
casa? Si la madre no le responde al niño en forma concluyente a los interrogantes que ha planteado, provocará
otras batallas para repetir las preguntas una y otra vez.
Los niños aprenden pronto a usar las armas del mal comportamiento para obtener sus fines: por ejemplo, si
su madre no les da los bombones que quieren, pueden recurrir a pataletas y berrinches. Algunos se tiran al suelo,
chillan y se golpean la cabeza contra el piso. Si la madre se aflige por la escena y le da al niño lo que pide, habrá
recompensado al niño por su mala conducta, y éste se dará cuenta. Cada vez recurrirá a tal comportamiento para
conseguir lo que desea, y así puede llegar a ser un pequeño tirano.
También los padres deben enseñar a sus hijos a ser obedientes aun en las cosas pequeñas; de otro modo
tendrán una amarga cosecha cuando el niño alcance la adolescencia. Si los padres no pueden hacer que el niño
de cinco años guarde sus juguetes después de jugar, es difícil que puedan ejercitar algún grado de control
durante su adolescencia, la época más desafiante de su vida. Todo problema cuya solución haya quedado
pendiente en los primeros doce años de la vida, probablemente haga erupción durante la adolescencia.
Los padres deben dar a conocer lo que exigen de sus hijos y obligarlos a llevarlo a cabo. Algunos padres
no imponen reglas, pues ceden a las presiones de sus hijos. Piensan que los hijos serían perjudicados si sus
deseos son restringidos. Otros formulan reglas pero no las imponen. También hay los que formulan tantas reglas
que sus hijos no pueden cumplirlas y quedan confusos y frustrados. Lo ideal es tener algunas reglas firmemente
establecidas y mantenidas para que la conducta del niño no vacile por las cambiantes ondas de los sentimientos
y del impulso; ya sea el del niño mismo o el de sus padres. “Los niños prosperan sobre la base del orden y de la
rutina establecidos.”
¿Cómo debemos disciplinar a nuestros hijos? Nos conviene comenzar a disciplinarlos cuando están en la
cuna. Un bebé tierno sabe si puede o no manipular a sus padres, y si puede, lo hará. El niño descubre que puede
convertirse en la principal atracción de la familia llorando, reteniendo el aliento o dando problemas en cuanto a la
alimentación. A veces se puede solucionar el problema pasando por alto su conducta, pero hay ocasiones en que
es necesario darle una palmada. El padre no debe ofrecerle un dulce para qué deje de llorar, pues el niño
aprendería rápidamente la relación entre las lágrimas y lo que quiere recibir. Debemos evitar los extremos en la
disciplina. Algunos padres castigan a sus hijos con demasiada frecuencia o demasiada severidad. Con el rigor sin
amor el niño sufre humillación y vive en constante temor. Tenderá a ser incapaz de tomar sus propias decisiones,
y a llegar a ser excesivamente dependiente; su personalidad se encontraría aplastada bajo la bota de la autoridad
inflexible. También pueden surgir rasgos de hostilidad. Es necesario saber cuándo aplicar el castigo y qué grado
de importancia asignarle a una determinada conducta.
Christenson y algunas otras autoridades dicen que el castigo se reserva normalmente para el trato con la
desobediencia, la rebelión y la porfía. Los actos de irresponsabilidad infantil, tales como romper una taza o dejar
los juguetes en el pasillo donde los miembros de la familia pueden tropezar con ellos no deben ser castigados
severamente, pues no reflejan rebeldía. También, debemos darnos cuenta de que cada hijo es diferente al otro:
es posible castigar a ciertos niños con una mirada dura o una palabra de censura. Otros necesitan ser castigados
fuertemente para grabar bien en su mente que no les conviene portarse mal. Hay métodos de castigar que no son
corporales: privar al niño de un privilegio, obligarlo a realizar una tarea desagradable o hacerlo permanecer en su
dormitorio a la hora de la recreación. Por otro lado, los padres pueden estimular la buena conducta
recompensando a sus hijos cuando se portan bien o hacen fielmente sus tareas. La recompensa puede tomar la

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forma de un privilegio especial, un paseo con los padres, o un juguete. A veces las palabras de aprobación o
encomio son la mejor recompensa.
Los padres deben ser unidos para administrar la disciplina. Si un padre prohíbe que su hijo haga cierta
cosa, el otro debe apoyarle. No deben expresar ante los hijos diferencias de opinión en cuanto a las reglas ni
socavarse la autoridad el uno al otro. Si el padre disciplina a su hijo mandándolo a su dormitorio sin cenar, y la
madre ocultamente le trae galletitas un vaso de leche, está socavando la autoridad de su marido y su propia
autoridad. El niño no respetará ni a uno ni a otro, pues mutuamente se han anulado la autoridad. Cuando los
niños saben que pueden poner a uno de sus padres contra el otro, lo harán. La madre que acostumbra a
contradecir al padre, a despreciar su autoridad o a anularla a espaldas de él, pronto tendrá que enfrentar la
desobediencia de sus hijos. Generalmente, el mayor peso de la disciplina recae sobre el padre, pero a la vez, es
la responsabilidad de ambos.
Los padres deben ser consecuentes en cuanto a disciplinar. Si amenazan a sus hijos, deben cumplir con
su amenaza, pues los niños pronto se darán cuenta de cuándo la amenaza es hueca y los gritos airados no
producen resultados, a menos que el padre lleve a cabo su amenaza. No es necesario amenazar ni levantar la
voz si el padre respalda sus palabras con la acción. Si el niño sabe que “no” significa “absolutamente no”, no
gastará su tiempo demorando y discutiendo. Un castigo administrado a tiempo hará que sean innecesarias horas
de reproches, discusiones y amenazas. Sin embargo, la disciplina debe ser justa, proporcionada al grado del mal
comportamiento, y administrada sin pasión ni amargura. Nada es más contraproducente que castigar a un niño
cuando uno está enojado.
David Wilkerson observa que “la ira del hombre no obra la justicia de Dios (Santiago 1:20). La indignación
del hombre natural, aun cuando parezca ser un genuino sentimiento moral, no consigue el fruto moral que se
propone. La ira despierta ira, y la amargura engendran amargura. Todo el beneficio del castigo se pierde cuando
cesa de ser la aplicación de una ley santa y superior.”. El apóstol Pablo nos exhorta: “No provoquéis a ira a
vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4). Sí, es necesario disciplinar,
pero con medida. Ciertos padres tienen una actitud de constante crítica, de amenaza y de prohibición para con
sus hijos; no obstante, tarde o temprano sucumben a la voluntad de ellos, aunque a disgusto. Es necesario tomar
las medidas convenientes para evitar tal situación. Los padres deben saber cuándo conviene controlar a los niños
y cuándo conviene aflojar un poco las riendas. Deben disciplinar, pero con afecto, lo que a menudo resulta difícil
para aquellos padres que consideran que estos papeles son contradictorios.
Un factor muy importante en la disciplina es que los padres respeten a sus hijos. Un padre no debe esperar
que su hijo lo trate con dignidad si él, a su vez, no se comporta de la misma manera. El respeto engendra
respeto. Los padres no deben humillar a su hijo reprimiéndolo o castigándolo ante sus compañeros. Nunca deben
ponerlo en ridículo, insultarlo con epítetos poco respetuosos o usar sarcasmos hirientes. Nunca deben reírse
despiadadamente de él. Si el padre hace estas cosas puede herir profundamente el “yo” del niño y producir en él
hostilidad y complejos de inferioridad. Los padres deben disciplinar a sus hijos de una manera que siempre les
comunique que ésa es la expresión de la preocupación paternal para el bien de ellos.
Si un padre ofende a su hijo injustamente, debe pedirle perdón. Así le dará un ejemplo de cómo
comportarse cuando no se tiene razón. Surge la pregunta: ¿Cómo reaccionará mi hijo si yo confieso que me he
equivocado?
Christenson contesta: Dios honra el arrepentimiento sincero y abierto – en los hijos o en los padres. El
temor de perder dignidad y autoridad ante los hijos por el hecho de confesar una falta es una mentira del diablo.

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Por el contrario, su autoridad se ve confirmada y fortalecida cuando usted tiene el coraje de ser tan honrado y
exigente consigo mismo como desea que su hijo se porte a su vez.
Después de castigar a un niño, el padre debe enseñarle a ponerse de rodillas, confesar su falta y pedir
perdón a Dios. Así el niño aprenderá que su conducta tiene que ver con su relación con Dios. Luego, el padre
debe expresar su propio perdón y mostrarle cariño. De otro modo, puede que el niño se sienta inseguro y crea
que su padre no le quiere. Toda la actividad disciplinaria debe practicarse en el ámbito del amor. Los niños
prosperan en hogares de genuino afecto, apoyados y sostenidos por una disciplina firme, razonable y
consecuente.
¿Qué diremos del niño que tiene un defecto, es enfermo, semiparalítico o ciego? ¿Debe ser disciplinado
como aquellos que no tienen problema alguno? Muchos padres piensan que la vida ya ha sido demasiado dura
para con él y que no deben empeorar su situación disciplinándolo. Si los padres lo tratan como si fuera distinto a
los demás, esto puede producir en él un sentido de inseguridad, y llegará a creer que es distinto. También:
“puede transformarse en un ser insoportable, porque sus padres no establecieron claramente sus límites y
fronteras de comportamiento” Tales niños deben ser tratados de la misma manera que los demás.

4. Dar amor inteligentemente: Los psicólogos que se especializan en el trato de niños afirman que una causa
frecuente de los problemas de la mala conducta infantil, es que el niño se siente rechazado, no deseado y no
amado. Algunos padres no quieren tener hijos, no los consideran como “dádivas del cielo”, sino como “la
consecuencia inevitable” de ser casados. Muchos padres que rechazan a sus hijos, no se dan cuenta de lo que
hacen, y no admiten ante sí mismos que tienen tal actitud. A menudo procuran disimular su rechazo o compensar
por su actitud, mimando al niño y dándole todo lo que quiere en cuanto a ropa y juguetes. Sin embargo, el niño
percibe instintivamente el verdadero sentimiento de los padres, y se siente aislado e inseguro. Reacciona con
hostilidad, agresividad y otras formas de conducta caprichosa. Más adelante en su vida, pueden surgir complejos,
problemas emocionales y conducta antisocial. El niño no amado es el más digno de compasión de todos los seres
humanos.
Es importante para el desarrollo normal del niño que sea apreciado por sus padres y que sea criado en un
ambiente donde reciba la atención y el cariño constante de ellos. Si el niño es amado, puede aprender a llevarse
bien y a colaborar con los demás y a llegar a ser una persona útil y feliz. Si no es amado, es probable que sea
incapaz de dar y recibir afecto; es posible que sea rencilloso y delincuente. Alberto Palmquist, un policía que abrió
un hogar cristiano para prostitutas, decía: “Las prostitutas jóvenes tienen un factor en común: un padre deficiente,
que está ausente, que no disciplina, que da mal ejemplo o que es demasiado machista como para compartir una
emoción tierna con una chica.”
Existen formas de amor que, sin embargo son malsanas y perjudican al niño, ya que a veces son
manifestaciones neuróticas del amor paternal o maternal. Una autoridad médica observó: “Existen niños
mimados, halagados y consentidos que en realidad no son amados, o sea, amados por ellos mismos, por su bien.
Se trata en rigor, de una forma de egoísmo paternal o maternal que inconscientemente se buscan así mismos y
que tienden a su propia satisfacción.” Si a un padre no le satisface el recibir cariño de parte de su consorte.
Puede buscar exageradamente el cariño de su hijo.
También el amor de padres bien intencionados puede ser dañino. Este se expresa a menudo mimando a
los niños de una manera exagerada. El exceso de mimos perjudica la formación de la personalidad del niño: a

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menudo resulta que el niño llega a ser egoísta, exigente e incapaz de tolerar frustraciones; tiende a no asumir
responsabilidades, a exigir mucha atención y a rebelarse contra la autoridad.
Otra forma de amor paternal que puede ser muy dañina se manifiesta dominando excesivamente y
sobreprotegiendo al niño. Es natural que los padres se preocupen por sus niños en los momentos de enfermedad
infantil, pero la más mínima amenaza a la salud de sus hijos provoca ansiedades insoportables en los padres
“superprotectores”. Tratan de dominar cada detalle de la vida de su hijo. Esta actitud suele traer consecuencias
físicas y emocionales en el niño. Por ejemplo, hay ciertos indicios que insinúan que el asma ocurre con más
frecuencia en niños excesivamente mimados por la madre. Además la sobreprotección que algunos padres
ejercen sobre su hijo tiende a bloquear su independencia, haciéndole perder su identidad, sus valores propios y
su capacidad de decisión.
Es aconsejable permitir que los niños se expongan a riesgos razonables ya que estos riesgos son un
elemento indispensable para alcanzar la madurez. Debido a que los niños sobreprotegidos carecen de hábitos
adecuados para la lucha por la vida, cuando tengan que enfrentar la existencia por sí solos, fracasarán en sus
intentos de dominio; puede surgir en ellos el complejo de inferioridad y posiblemente la neurosis. Es para el bien
de los niños que los padres permitan, hasta cierto punto, que aquellos enfrenten las consecuencias de su mala
conducta. Por ejemplo, el niño que provoca una pelea con el hijo del vecino, no debe ser sacado enseguida de su
apuro cuando es golpeado por el otro. Tiene que aprender que no le conviene provocar peleas. Los padres no
deben impedir que los profesores en la escuela disciplinen a sus hijos.
Es un gran error dar al niño todo lo que desea. Los buenos padres procuran proveer a sus hijos de las
cosas necesarias para la vida, tales como comida, abrigo y preparación educacional; pero les es difícil
proporcionarles todos los juguetes que ellos pidan. (Tampoco es importante que los tengan.) Los niños deben
aprender a sacrificar y a postergar la satisfacción de sus deseos. Necesitan aprender el dominio propio sobre sus
deseos. La codicia del niño debe estar sujeta a restricción y disciplina; debe aprender el valor de las cosas y el
gozo de ganarlas. El niño acostumbrado a obtener fácilmente lo que quiere, así como a toda clase de privilegios,
se cría egoísta y sin consideración por los demás. No es agradecido y nunca está satisfecho. Puede llegar a
pensar que todo el mundo le debe lo que él desea.
El verdadero amor de los padres se expresa dando de su tiempo a los niños. En especial, el padre debe
cumplir su papel de cabeza de familia. Si viene a casa demasiado cansado como para hacer otra cosa que
sentarse y mirar la televisión toda la tarde, o si sale después con sus amigos, seguramente habrá problemas.
Debe encontrar tiempo para dedicarles a sus hijos, para interesarse en sus actividades, para darles cariño u
administrar la disciplina en correctas proporciones, y para enseñarles bien, a fin de que en el futuro sean adultos
normales e íntegros.

5. Comprender, enseñar y guiar a los niños: Las palabras de Salomón relativas a la crianza de los niños,
son tan acertadas ahora como eran en el día que fueron escritas: “instruye al niño en su camino, y aun cuando
fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6). Sobre los padres y luego sobre los maestros de la escuela
recae la mayor responsabilidad de enseñar a los niños.
El aprendizaje social y moral del niño preescolar comienza en el hogar y es el resultado de la identificación
con sus padres. El niño reconoce que los adultos tienen poderes y privilegios que él no posee. Los admira y
quiere ser como ellos, por lo tanto los imita y trata de moldear su conducta basada en la de ellos. A medida que

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crece, también se identifica con el comportamiento de sus maestros, de otros adultos y de sus compañeros.
Cuando llega a ser adolescente, imita a sus héroes.
Alguien ha dicho: “No podemos evitar vernos reflejados en las faltas de nuestros hijos.” La impresión que
hacen los Así que nada es más importante en la formación de la personalidad del niño, que el ejemplo que los
padres dan con su propia vida. La influencia de los padres en sus hijos es tan profunda, que si enseñan la
maldad, ésta puede durar hasta la tercera y cuarta generación y ser motivo del castigo divino sobre ellos (Exodo
20:5). No basta, por sí solo, señalar al hijo el camino que debe tomar: también los padres deben andar por él. Si
los padres quieren que su hijo sea bueno, ellos tienen que ser buenos; si desean que sea espiritual, deben ser
espirituales. El hijo seguirá en gran medida el ejemplo de sus actividades y de su comportamiento.
Al instruir a los hijos, los padres deben tener presente que cada uno de sus hijos es diferente de los otros, y
esta diferencia tiende a aumentarse a medida que el niño va creciendo; de modo que los padres deben variar
algo su manera de enseñar a cada uno. También deben reconocer que el plan divino para la vida y la vocación
del niño es individual, y que es un error y una injusticia imponer sus ambiciones a sus hijos. Por ejemplo, un
padre que quería ser pastor, o una madre que ambiciona que su hija sea profesora en la escuela pública, trata de
imponerle su deseo; puede ocurrir que el hijo no tenga el llamamiento divino, y la hija no tenga la aptitud para
estudiar en la universidad y obtener su licenciatura en pedagogía.
Es importante enseñar a los niños a tener buenos modales y a ser corteses. La esencia de la cortesía es
una actitud desinteresada, es apreciar a otros y ponerlos en primer lugar. Tomás Carlyle observó que el mal
educado piensa únicamente en sus propios privilegios, mientras que el bien educado piensa principalmente en los
de su prójimo. Los padres pueden comenzar a enseñarles la cortesía señalando que deben buscar primero la
comodidad de sus padres. Por ejemplo, deben reservar los mejores asientos para los padres, aprender a
escucharlos y no interrumpir su conversación. También deben aprender a dar preferencia a los adultos,
especialmente a las mujeres; a ser puntuales, pues hacer esperar a otros es robarles su tiempo.
Los padres sabios exigirán que sus hijos digan “por favor” y “gracias” en toda ocasión pertinente, aun en
los asuntos más pequeños. Si no aprenden de niños, pensarán que éste es un mundo de “dame-dame” y no
sabrán ser agradecidos. La cortesía es fundamental para aprender a apreciar las cosas que reciben.
El desarrollo moral del niño comienza en serio en la niñez intermedia (6-12 años). Freud pensaba que el
niño pequeño probablemente no tiene concepto alguno del bien y el mal, pero pronto descubre que los padres
imponen ciertas prohibiciones y directivas sobre su conducta. Ya que los padres tienen el poder de recompensar
a castigar, el niño aprende a comportarse según las expectativas de los padres. Con el transcurso del tiempo,
acepta como propias las normas paternas, las cuales llegan a formar parte de su personalidad. El conocimiento
del bien y del mal aumenta a medida que los niños crecen; sin embargo, también aumenta su tendencia de ser
engañosos. A medida que madura, el niño desarrolla sus propias normas y controles.
Los investigadores Hartshorne y May descubrieron que no hay correlación alguna entre el conocimiento del
bien y del mal y el comportamiento moral. No hay cualidades como la honradez, la cooperación, la utilidad o la
consideración que caractericen el comportamiento de un niño en cualquier situación que caractericen el
comportamiento de un niño en cualquier situación. Un chico que es honrado en una situación puede ser lo
contrario en otra. Los niños que son menos inteligentes, emocionalmente inestables o no asisten a una escuela
dominical, tienden a ser lentos para desarrollarse moralmente. Los padres deben tener presente tanto la
necesidad de enseñar normas a sus hijos, como la de motivarlos a practicarlas. Por lo tanto, los padres cristianos
señalan que la buena conducta agrada a Dios y El la recompensa.

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Ya hemos mencionado la importancia de enseñar el dominio propio.


Jack Hyles, un famoso pastor bautista, nos expone las áreas relacionadas con esta virtud. Se presentan
algunas en forma parafraseada y adaptada:
• Un niño debe aprender que vale la pena sacrificar una gratificación inmediata y pasajera, para ganar
un fin de valor permanente.
• Debe aprender que en el reino de Dios “deber” y “poder” están relacionados. Si la Biblia dice que “yo
debo”, quiere decir también que “yo puedo”.
• Debe aprender a decir “no” a lo malo.
• Debe aprender a no permitir ser arrastrado por lo que dice y hace el mundo.
• Debe aprender a no temer ser impopular.
• Debe aprender a dominar tanto su apetito como su mal genio.
El pastor Hyles sugiere cuatro factores para motivar el dominio propio en el niño:
(1) el tener una meta;
(2) la posibilidad de recibir castigo si no ejerce el autocontrol;
(3) el deseo de agradar a una persona importante para él;
(4) el deseo de recibir palabras de elogio.
Podemos añadir que los principios inculcados en el niño son de mucha importancia también para motivar el
dominio propio en él.
La formación de la personalidad de un individuo es incompleta, a menos que haya aprendido a trabajar y a
tomar responsabilidades. Los pequeños de siete años pueden poner la mesa y ayudar a limpiar la casa y el patio.
Conviene dar tareas específicas a los niños y aumentar su trabajo a medida que crezcan. Christenson nos
aconseja: “Los padres deben preocuparse de que sus hijos desarrollen buenos hábitos de trabajo. El tiempo que
ellos tengan para el juego y el descanso debe ser cuidadosamente proporcionado con el trabajo significativo y
necesario. Los niños menos gastan en proporción más tiempo en jugar.” Aparte de las tareas asignadas por los
padres, los niños deben aprender a mantener el aseo de sus dormitorios y a hacer sus tareas escolares en el
hogar. Los padres que hacen las tareas escolares por sus hijos, les hacen un magro favor los privan de un medio
fundamental de aprendizaje y perjudican su desarrollo educacional.
El niño puede ser motivado a trabajar recompensándolo. Por ejemplo, si el niño cumple bien sus tareas,
puede ser recompensado con ciertos privilegios, pero si no las cumple, pueden ser suspendidos los privilegios por
algún tiempo. Muchas veces la aprobación o palabras de elogio de los padres valen más para recompensar al
niño por su trabajo, que cualquier otra cosa. Todo el mundo busca continuamente satisfacer sus necesidades
emocionales, incluso su deseo de reconocimiento por lo que hace.
Conviene que los padres protejan a sus hijos de influencias malsanas. Según investigaciones recientes del
Instituto de Salud Mental de los EE.UU. los programas de televisión que tiene un alto contenido de violencia,
crimen y vicios, representan un serio riesgo para la educación, la cultura y la moralidad de los niños y los
adolescentes. La televisión es una fuente de aprendizaje observacional (una conducta puede adquirirse y quedar
almacenada por un tiempo hasta que se llegue a ejecutar, si se presentan las circunstancias apropiadas). Los
niños entre los 3 y a los 8 años son particularmente susceptibles al aprendizaje observacional; aprenden
conductas agresivas mirando la televisión, y se identifican con los personajes de la pantalla. Muchos de los
programas de la televisión son el medio por el cual el niño obtiene del mundo de los adultos una imagen que es
malsana y negativa. Le enseña un conjunto de valores.

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Apropiándome de la verdad
Pregunta 1: ¿Cuál es el cálculo del psicólogo Germán Rivera sobre los adolescentes de hoy?
Pregunta 2: ¿Por qué es que muchos de los jóvenes superan las influencias nocivas y llegan a ser adultos morales y útiles?
Pregunta 3: ¿Cuál es la causa principal de la delincuencia juvenil y de la personalidad mal estructurada de dichos adolescentes?
Pregunta 4: ¿Cuál es el primer factor indispensable para la buena formación de la personalidad del niño?
Pregunta 5: ¿Qué enseña James Dobson sobre la primera infancia?
Pregunta 6: ¿Qué observa Collins acerca de los daños físicos y psicológicos?
Pregunta 7: ¿Qué pasa en los casos de madres que abrigan pasivamente hostilidad?
Pregunta 8: ¿Cuál es uno de los factores más importantes para fomentar el sentido de seguridad en el niño?
Pregunta 9: ¿Qué observa el pensador francés Dionisio Diderot sobre la disciplina?
Pregunta 10: ¿Qué dice la Biblia sobre la disciplina?

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