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Dios es la luz

La Biblia es una historia acerca de la luz, donde todo inicia con


el hecho de que Dios es luz. En 1 Juan 1:5 leemos: Este es el
mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y
no hay ningunas tinieblas en él.

Cuánto hubiera deseado que me lo dijeran cuando era un


adolescente, porque crecí con la idea de que Dios quería
abrazarme un día y pegarme el siguiente día. Asistía a la iglesia
tradicional, jamás logré ver nada diferente a leyes y
reglamentos estrictos, pero cuando cumplí los 16 años, escuché
la gran noticia de que Él es luz, amor y le entregué mi corazón.

Cuando Dios decidió hacer la creación, justo lo primero, antes de


estrellas y montes, jirafas y elefantes, antes de la tortilla y la
horchata, dijo: “Que sea la luz”. Lo primero es prender la luz,
luego Su poder milagroso y creativo empieza a formar todo. No
olvides esto: “Cuando la luz se enciende, Dios obra”.  Luego de
la hermosa creación, el hombre decidió apartarse de Su luz y
entrar a las tinieblas.

Hace poco escuché sobre unos científicos alemanes que


estudiaban cómo actuaban las personas en completa oscuridad.
Los alinearon a una pared, apagaron la luz y les pidieron que
caminaran en línea recta, al otro lado del salón. Monitorearon
los movimientos. Lo que descubrieron fue que rodeados de
tinieblas, todos pensaban que iban en dirección correcta, pero
caminaban en círculos. Cuando lo comprendí, dije: “Es la historia
de la humanidad.” Pensamos que avanzamos porque
inventamos nueva tecnología, pero ética, moral y
espiritualmente caminamos en círculos, repitiendo los errores
por generaciones.  Antes había guerra, injusticia, pobreza y
crimen, ahora es lo mismo. Pero gloria a Dios, hace dos mil
años, Dios envió a Su Hijo Jesucristo, quien dice: “Yo soy la luz
del mundo, todo el que cree en mí, no andará en tinieblas, sino
que tendrá la luz de la vida”. Con Jesús, la luz se encendió de
nuevo y el poder milagroso de Dios fue desatado. Los enfermos
fueron sanados, los muertos se levantaron, los endemoniados
fueron liberados. Todo muy bien, excepto porque Jesús estaba
limitado a un cuerpo natural, por lo que solo podía resplandecer
esa luz en un momento, no en varios lugares a la vez. Pero Dios
tenía un plan maestro. Jesús vio a una multitud y les dijo algo
poderoso. “Ustedes son la luz del mundo.”(Mateo 5:4) Aunque te
sientas débil, aunque estés cansado, si permites que la luz de
Jesús brille en tu corazón, te convertirás en un portador y donde
quiera que vayas, la luz de Dios iluminará a todos. ¡Ese es el
plan de Dios para el mundo! Anhela que todos vayamos a cada
escuela, a cada colonia, presionemos el botón de la luz al orar y
compartir el Evangelio, entonces, Su milagroso poder será
liberado.

Yo lo he notado muchas veces. Durante la historia de nuestra


iglesia hemos sido testigos de grande maravillas, porque nos
hemos dejado alcanzar por Su luz. Por ejemplo, cierta vez, Dios
nos desafió a levantar cinco millones de dólares para
evangelizar en la Unión Soviética que languidecía bajo el
comunismo. Cuando logramos reunir el dinero, el muro de la
Unión Soviética cayó y literalmente enviamos a cientos de
misioneros. No sabíamos que estábamos encendiendo la luz de
Dios. Encontramos a un oficial de la KGB, la policía secreta de
Rusia. Él no creía en Dios, pero le encantaba nuestra pasión, así
que nos dio la posibilidad de utilizar un tren que el partido
comunista utilizaba para propaganda a través de todo el país.
Nos dijo: “No sé por qué lo hago, pero se los doy para predicar el
Evangelio de Jesús”. Cientos de jóvenes fueron en ese tren
transiberiano, de pueblo en pueblo, ganando a la gente. En cada
una de estas ciudades. Al pasar por el pueblo, no parábamos,
solo abríamos las ventanas y les lanzábamos Biblias y el pueblo
hambriento de la Palabra corría a tomar lo que les dábamos.
Ahora hay 700 iglesias de Palabra de Vida en la Unión Soviética,
alcanzando miles de personas. Eso jamás hubiera ocurrido si no
presionamos el botón de la luz y arrancamos con una iniciativa
que Dios pudiera bendecir. He visto funcionar este principio en
la vida de muchos miembros de mi iglesia. Jóvenes que
presionaron el botón de la luz y pudieron ver el poder de Dios en
su vida.

Por ejemplo, hay cuatro jovencitas de mi iglesia, 13, 14 y 15


años de edad. Decidieron que verían un avivamiento en su
escuela. Tomaron la iniciativa de resplandecer con el poder de
Dios. Comenzaron a orar: “Te pedimos que hagas un milagro
creativo en nuestra escuela”. Suecia es un país con un buen
porcentaje de ateos. Ellas oraron todos los días sin parar y un
día, Dios obró. Un joven de esos que intimidan, se le acercó a
una de ellas y le dijo: “Escuché que eres cristiana, ¿eres de la
clase de cristianos que cree que Dios puede sanar?” Ella
respondió que sí, con todo el denuedo y valentía en su corazón.
Él le mandó: “He tenido un dolor de cabeza terrible. Ahora, tú
orarás por mí, a ver si funciona.” Es fácil ser valiente en la
iglesia, pero en medio de su escuela, frente a un joven agresivo
e incrédulo, era solo ella, una jovencita asustada, poniendo sus
manos en la cabeza del joven: “En el nombre de Jesús, oro
porque esta migraña sea removida, ahora, por favor. Amén.” El
grandulón se quedó petrificado: “¡Cuando dijiste Amén, mi dolor
desapareció! ¿Cómo lo hiciste?” Ella más asombrada que él,
pero ya en control de la situación, le dijo: “Ahh, fue sencillo,
¿quieres que ore por algo más?” ¡Él se convirtió en el mejor
evangelista de la escuela porque se lo contó a todo el mundo!
¿Crees que eso sucedió porque ella era súper espiritual? ¡No!
Sucedió porque sencillamente presionó el botón de la luz, se
lanzó en una iniciativa que Dios pudiera respaldar y bendecir.
Milagros sucedieron el día que la escuela se enteró. Hay tres
milagros documentados: un joven que pudo deshacerse de sus
lentes porque recobró una vista perfecta; un joven que sanó de
una lesión en la rodilla, y una jovencita alérgica a las frutas y
nueces que pudo comer todo lo que quería.

No importa qué edad tengas, cuánto tiempo has sido cristiano,


lo único que importa es que tú creas que cuando enciendas tu
luz interior, Dios puede obrar. Otro ejemplo es Anikka, una
jovencita médicamente ciega y sorda que estudia en una
escuela especial. Ella cortó corazoncitos de papel y escribió
todos los nombres de los alumnos de su escuela, más de 200.
En su casa, tomó cada corazoncito, leyó el nombre y oró:
“¿Jesús, qué quieres decirle?” Anotaba lo que escuchaba de
parte de Dios. Dos meses y medio después, ya había orado por
cada alumno de la escuela. El día de San Valentín, entregó cada
corazón y el saludo personal del cielo. Ella se pudo ver como la
luz del mundo en esa escuela. Me contó: “Todo el mundo en la
escuela habla por señas y ese día vi a gente en los pasillos
preguntándose cómo pude hacer eso. Cómo les anoté mensajes
que les hablaban de su circunstancia personal”. Es más, una
jovencita que había decidido suicidarse ese día, recibió este
mensaje: “Tu vida tiene significado, tiene sentido”. Así que ese
día aceptó a Jesús en su corazón. Si Anikka pudo ser la luz del
Señor, tú también puedes, porque cuando la luz se enciende,
Dios obra. Dile: “Padre, gracias por enviar a Jesús, la luz del
mundo, gracias por susurrar al corazón de cada uno que cuando
Tu luz se enciende en su interior, puedes hacer grandes obras.
Hoy nos comprometemos a llevar Tu luz a toda criatura y amar
como Tú amas.”

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