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La innovación como un proceso interactivo:

De la interacción usuario-productor al sistema nacional de innovación1

Bengt –Åke Lundvall


Instituto para la producción, Universidad de Aalborg, Aalborg

Introducción

Este capítulo se centra en los aspectos interactivos del proceso de innovación 1. El análisis toma
como punto de partida dos características importantes de una economía industrial: la muy
desarrollada división vertical del trabajo y el carácter marcadamente ubicuo y que lo impregna todo
de las actividades innovadoras. Se deriva de esto que una parte sustancial de las actividades de
innovación tienen lugar en unidades separadas de los potenciales usuarios de las innovaciones2.
Aquí argumentaremos que la separación de los usuarios de los productores en el proceso de
innovación, siendo un “hecho estilizado” de la sociedad industrial moderna (capitalista o socialista),
tiene importantes implicancias para la teoría económica. Cuando nos centramos en la innovación
como un proceso interactivo, los problemas teóricos y prácticos tienden a presentarse de manera
diferente que en la teoría económica de corriente principal.
Los aspectos interactivos del proceso de innovación pueden ser estudiados en diferentes niveles de
agregación. En la primera parte del capítulo, discutiremos “la microeconomía de la interacción”. En
la segunda parte presentaremos algunas ideas preliminares sobre cómo podría desarrollarse un
modelo para un sistema nacional de innovación.

La micro-fundación: interacción entre usuarios y productores

En la microeconomía estándar, se asume que los agentes - firmas y consumidores - se comportan


como maximizadores de ganancias y utilidades. La competencia perfecta entre varios compradores
y vendedores y el flujo de información que los conecta, formado solamente por señales referidas a
precios, constituyen el punto de referencia analítico y normativo de la teoría. Las estructuras
monopólicas y las complejas relaciones clientelísticas son consideradas desviaciones de este estado
normal e ideal.
El tipo de “microeconomía” que se presenta aquí es bastante diferente. Mientras que la
microeconomía tradicional tiende a centrarse en decisiones tomadas sobre la base de una cantidad
1 Traducción para fines docentes. Texto original: Lundvall, B.A. (1988) «Innovation as an Interactive Process: from
User-Producer Interactions to the National System of Innovation» en Dosi, G. et al. (eds.) Technical Change and
Economic Theory. London: Pinter Publishers.
de información dada, nosotros nos centraremos en el proceso de aprendizaje, el cual cambia
permanentemente la cantidad y tipo de información a disposición de los actores. Mientras que la
economía estándar tiende a considerar la optimización en la distribución de un conjunto de valores
de uso dados como el problema económico por excelencia, aquí nos centraremos en la capacidad de
una economía para producir y difundir valores de uso con nuevas características. Y, mientras que la
economía estándar presenta una visión atomística de la economía, nosotros nos centraremos en la
interdependencia sistémica entre sujetos económicos formalmente independientes.

¿Innovaciones de producto en un mercado puro?


En una economía caracterizada por la división vertical del trabajo y por actividades innovadoras
ubicuas, una parte sustancial de todas las actividades de innovación dirigida hacia los usuarios
estará fuera de las unidades innovadoras. En una economía de ese tipo, las innovaciones exitosas
deben basarse en el conocimiento acerca de las necesidades de los potenciales usuarios, y este
conocimiento es un conocimiento tan importante como el relativo a las nuevas oportunidades
técnicas (Freeman, 1982, p. 124 y siguienetes). Cuando se ha desarrollado e introducido una
innovación, ésta se difundirá sólo si la información sobre las características de su valor de uso se
transmite a los potenciales usuarios. Dentro de las organizaciones y firmas, esto constituye un
problema intra-organizacional, a ser resuelto a través de interacciones e intercambio de información
involucrando diferentes individuos y departamentos pertenecientes a la misma organización.
Aquí, sin embargo, el foco estará en aquellas actividades de innovación orientadas hacia nuevos
productos a ser presentados en el mercado. Por simplicidad, llamaremos a tales innovaciones
“innovaciones de producto” teniendo en cuenta que pueden constituir nuevos materiales o nuevos
equipamientos para procesos así como nuevos productos de consumo. Además, no trataremos a las
innovaciones ante todo como eventos aislados. Al utilizar términos tales como “el proceso de
innovación” y “actividades innovadoras”, indicamos que la separación tradicional entre
descubrimiento, invención, innovación y difusión puede ser de relevancia limitada en este contexto
específico3.
¿Cómo se puede solucionar el problema del intercambio de información cuando el productor y el
usuario están separados por un mercado? Si el mercado es “puro”, en el sentido neoclásico, el
problema permanecerá sin solución. En tal mercado la única información intercambiada se
relaciona a los productos ya existentes en el mercado y contiene sólo información cuantitativa sobre
precio y volumen. Se asumen relaciones anónimas entre compradores y vendedores. En tal
mercado, las unidades innovadoras así como los usuarios potenciales operarán bajo una
incertidumbre extrema. Los productores no tienen información sobre las necesidades de los usuarios
potenciales y los usuarios no tienen conocimiento sobre las características del valor de uso de los
nuevos productos. Si la economía real estuviese constituida por mercados puros, las innovaciones
de productos serían caóticas y excepcionales.
Es interesante notar que el mercado puro - aclamado por algunos economistas neoclásicos por su
habilidad para establecer una distribución eficiente de recursos sobre la base de cantidades muy
limitadas de información - forma un ambiente hostil para las actividades innovadoras, y que las
innovaciones de productos estarían casi ausentes en una economía capitalista caracterizada por una
competencia perfecta. En un nivel abstracto, podría esperarse de una economía socialista que
solucionara este problema crucial de información más fácilmente a través de un mecanismo de
planificación que tuviera en cuenta la necesidad del intercambio de información cualitativa. De
acuerdo a un estudio reciente de innovaciones en la Unión Soviética, sin embargo, la falta de
interacción eficiente entre el usuario y el productor parece ser un problema mayor en los “países
socialistas realmente existentes ” (Amann y Cooper, 1982).
Ann P. Carter (1986) ha definido recientemente la negligencia hacia la innovación de productos en
los modelos de producción como una debilidad tan seria como general. Pero se puede decir que esta
negligencia sería completamente coherente con la asunción de la microeconomía de tomar a los
mercados puros como la norma. En un mundo en que todos los productos fueran caracterizados por
elementos de valor-uso de características constantes, los mercados puros podrían sobrevivir, y esos
mercados puros tenderían a reproducir el conjunto de valores de uso existente. Introducir
innovación de productos en modelos económicos simplemente erosiona el concepto tradicional del
mercado puro.

Innovación de productos y costos de transacción


Una concepción alternativa y bien establecida del proceso de intercambios es el enfoque de costos
de transacción presentado por Oliver E. Williamson (1975). ¿Cuáles son las implicancias de la
innovación de productos si tomamos este enfoque como nuestro punto de partida? De acuerdo a
Williamson, los mercados caracterizados por pequeños números, incertidumbre, racionalidad
limitada y conducta oportunista tenderán a transformarse en estructuras jerárquicas. Los altos costos
de transacción inducirán a una integración vertical. Un mercado en el que las innovaciones de
producto fueran frecuentes, involucraría una verdadera incertidumbre a ambos lados del mercado, la
incertidumbre que surge, no de las condiciones externas para la transacción, sino del cambio
cualitativo de la mercancía misma. También implicaría lo que Williamson llama “impacto
informacional” (informational impactedness) – una desigual distribución de la información. La
unidad responsable por la innovación tendría típicamente mucha más información y de mayor
precisión sobre las características del valor de uso del nuevo producto que el potencial usuario.
En el marco de Williamson, como en el mundo neoclásico, esperaríamos que las innovaciones de
producto fueran excepcionales. Deberían ser internalizadas y transformadas en innovación de
procesos a través de integración vertical.
Es, por supuesto, bastante difícil medir la proporción de actividades innovadoras dirigidas a la
innovación de producto en el sentido del concepto aquí utilizado. Uno de los pocos bancos de datos
de información sistémica es el desarrollado en la Unidad de Investigación sobre Política Científica
de la Universidad de Sussex. Entre las más de 2000 innovaciones importantes de posguerra
reportadas en Pavitt (1984), más de la mitad fueron desarrolladas para firmas externas a la
productora de las innovaciones (ibíd. p. 348). Los datos de la OCDE sobre la distribución de
actividades de investigación y desarrollo tecnológico confirman que en el área de la OCDE la
innovación de producto es un fenómeno tan importante como la innovación de procesos.
Por lo tanto, ni la microeconomía estándar, ni el enfoque de costos de transacción original son
fácilmente reconciliables con los hechos estilizados de una economía industrial moderna. Para
explicar la importancia real de las innovaciones de producto, debemos mirar más de cerca a la
(asumida) dicotomía entre mercado y jerarquías.

¿El mercado organizado como solución?


Si todas las transacciones en el mundo real se realizaran en “mercados puros” u “organizaciones
puras”, las actividades innovadoras serían menos frecuentes de lo que son y principalmente
tomarían la forma de innovaciones de procesos. El hecho de que las innovaciones de producto sean
frecuentes en el mundo real demuestra que la mayoría de los mercados reales son “mercados
organizados” más que mercado puros. La relativa eficiencia actualmente observada del sistema
capitalista, en términos de conducta innovativa, sólo se puede explicar por el hecho de que la mano
invisible de la economía del mercado puro ha sido reemplazada por formas híbridas que combinan
elementos de organización con elementos de mercado.
El mercado organizado se caracteriza por transacciones entre unidades formalmente independientes
y por un flujo de informaciones sobre volumen y precio. Pero también involucra relaciones de tipo
organizacional. Estas relaciones pueden involucrar flujos de información cualitativa y cooperación
directa. Pueden tomar una forma jerárquica, reflejando el hecho de que un sector domina al otro,
mediante poder económico o competencias científicas y técnicas superiores. Como veremos, una
relación meramente jerárquica, sin embargo, resulta por lo general ser insuficiente. Confianza
mutua y códigos de conducta compartidos serán generalmente necesarios para superar la
incertidumbre involucrada4.

Interacción usuario-productor en el proceso de innovación


Debemos concentrarnos en las formas específicas de interacción entre usuario y productor en
relación a los procesos de innovación. El productor tendrá un fuerte incentivo para monitorear lo
que sucede en las unidades usuarias. En primer lugar, las innovaciones de proceso dentro de las
unidades usuarias podrían ser apropiadas por otros productores o representar una potencial amenaza
competitiva. En segundo lugar, las innovaciones de producto a nivel de usuario podrían implicar
nuevas demandas de equipamiento para procesos. En tercer lugar, el conocimiento producido
mediante el “aprendizaje por el uso” sólo puede ser transformado en nuevos productos si los
productores tienen un contacto directo con los usuarios. En cuarto lugar, los cuellos de botella y las
interdependencias tecnológicas observadas dentro de las unidades usuarias pueden representar
potenciales mercados para los productores innovadores. Finalmente, el productor puede estar
interesado en monitorear la competencia y potencial de aprendizaje de los usuarios para estimar sus
capacidades para adoptar nuevos productos.
El usuario, por otro lado, precisa de información sobre nuevos productos, y esta información
implica no sólo el conocimiento de que existen esos nuevos productos sino también información
bastante específica sobre cómo el valor de uso de sus nuevas características se relacionan con sus
necesidades específicas. Cuando el usuario desarrolla nuevas necesidades, por ejemplo cuando
ocurre un cuello de botella, puede estar obligado a involucrar a un productor en el análisis y
solución del problema. Esto sólo se puede hacer de manera exitosa si el usuario cuenta con un
conocimiento detallado sobre la competencia y confiabilidad de los diferentes productores.
Cuando se desarrolla y se vende equipamiento complejo y especializado a los usuarios, habrá una
necesidad de cooperación directa durante el proceso de innovación. La cooperación no es un acto
aislado sino que ocurre en diferentes estadios del proceso (Rothwell y Gardiner, 1985). En primer
lugar, el usuario puede presentar al productor necesidades específicas a ser satisfechas por el nuevo
producto. En segundo lugar, el productor puede instalarlo y comenzar a operarlo en cooperación
con el usuario. En esta etapa, el productor puede ofrecer capacitación específica al usuario. Luego
de que el producto ha sido adoptado puede seguir un período donde el productor tendrá
obligaciones relativas a la reparación y actualización del equipamiento.
La incertidumbre involucrada en este tipo de transacción será considerable. No sólo ocurre que el
usuario está comprando un producto con características desconocidas. También está comprando la
cooperación de un agente externo para un período futuro. Debería ser obvio que la posibilidad que
tiene un productor oportunista de engañar es considerable. Por otro lado, esto implica que la
“confiabilidad” se transforma en un parámetro decisivo en la competencia. Si un usuario tiene la
opción entre un productor conocido por un producto de bajo precio técnicamente avanzado, pero
pobre en términos de desempeño moral, y otro bien conocido por su confiabilidad, el primero será
descartado. Esto implica un límite a la conducta oportunista. Este límite es reforzado cuando los
usuarios comparten su información sobre la confiabilidad de diferentes productores.
El intercambio de información entre el usuario y el productor también involucra incertidumbre y
abre lugar para el engaño y la conducta desleal. El usuario debe revelar sus necesidades al productor
para obtener soluciones operativas. El productor tiene interés en hacer conocer toda la capacidad de
su producto y en darle al usuario una visión sobre su competencia técnica como cooperador
potencial. Pero en ambos casos una divulgación completa podría implicar abuso por la otra parte.
La información podría llegar a los competidores y cada parte podría invadir el mercado de la otra.
Nuevamente, el abuso sólo se puede restringir si los códigos de conducta y confianza mutuas
constituyen un elemento de las relaciones. Sin tales restricciones, los costos de transacción serían
prohibitivos y la integración vertical se volvería necesariamente el resultado esperado.

¿Qué tan fuerte es el elemento de organización?


El elemento de organización puede ser bastante débil en algunos mercados. Si el producto es
simple, las características de su valor de uso cambian lentamente y el costo de conseguirlo es
insignificante en el presupuesto del usuario, el mercado puede llegar a configurarse como bastante
“puro”. Cuando las características del valor de uso del producto cambian rápidamente, son
complejas y el producto es caro, el elemento de organización será fuerte. El primer tipo de bienes es
típicamente desarrollado solamente por el productor y adquirido “directamente de la góndola”,
mientras que el segundo tipo de bienes será desarrollado en una interacción entre el usuario y el
productor, y esa interacción involucrará cooperación directa e intercambio de información
cualitativa.

El flujo de información
En los mercados en que los que el elemento de organización es fuerte, el flujo de información puede
ser analizado en términos similares a aquellos aplicados en el análisis teórico de organizaciones
puras. Aquí utilizaremos algunos elementos de un marco conceptual desarrollado por Kenneth
Arrow (1974). El flujo de información solo puede ocurrir si existen canales de información que
permitan el pasaje del mensaje. Además, un código de información es necesario para hacer efectiva
la transmisión de mensajes. El establecimiento de canales de información puede, de acuerdo con
Arrow, ser considerado como similar al proceso de inversión en capital físico. Es un proceso que
lleva tiempo e involucra costos. El desarrollo de un código común también lleva tiempo e implica
aprendizaje. Cuanto más se utiliza el código para transmitir información, más efectivo se vuelve. El
“aprendizaje por interacción” aumenta la efectividad de un conjunto dado de canales y códigos de
información.
La selectividad de la interacción usuario-productor
El elemento organizacional no vinculará a cada productor con cada usuario - aquí descartamos las
situaciones monopólicas y monopsónicas puras. Normalmente, cada productor tendrá una
interacción cercana con un subconjunto de todos los potenciales usuarios y cada usuario estará
ligado a sólo uno de ellos, o a un pequeño subconjunto de potenciales productores. Esta selectividad
refleja la necesidad de desarrollar relaciones no económicas de jerarquía y confianza mutua.
También refleja la necesidad de desarrollar canales y códigos efectivos de información.

Relacionamiento usuario-productor en el tiempo


Lleva tiempo desarrollar relaciones selectivas involucrando elementos de jerarquía y confianza
mutua. También lleva tiempo desarrollar canales y códigos efectivos de información. Una vez
establecidas esas relaciones, deberá pagarse un costo por cortar dichas relaciones. La inercia -una
resistencia general al cambio y la aversión al riesgo- se combina con motivos racionales para
reforzar las relaciones existentes entre el usuario y productor. Ceteris paribus, el usuario preferirá
confiar en los productores ya conocidos a involucrarse con nuevos productores. Se perderá la
inversión en canales y códigos de información si se interrumpen las viejas relaciones y se requerirá
una nueva inversión para lograr un nuevo relacionamiento. Por lo tanto, las relaciones entre usuario
y productor tenderán a ser más duraderas y resistentes al cambio. Solo ocurrirá una reorganización
del mercado si los costos de mantener las relaciones existentes se vuelven ostensibles, o si los
incentivos económicos ofrecidos por las nuevas relaciones son sustanciales.

Relaciones usuario-productor en el espacio


La relación usuario-productor se define en unidades acopladas en un “espacio económico”, cercanas
entre sí en un sistema de insumo-producto. Las relaciones selectivas usuario-productor involucrarán
unidades más o menos distantes entre sí en el espacio geográfico y cultural. La importancia de la
distancia variará con el tipo de actividad de innovación involucrada. Cuando la tecnología es
estandarizada y razonablemente estable, el intercambio de información se puede traducir en códigos
estándar y la transmisión de información de larga distancia puede ocurrir y a bajo costo. Aquí
pueden ser efectivas las relaciones usuario-productor que involucran unidades ubicadas en lugares
lejanos.
Cuando la tecnología es compleja y cambiante, una distancia corta puede ser importante para la
competitividad de usuarios y productores. Aquí los códigos de información deben ser flexibles y
complejos y una cultura común puede ser importante para establecer códigos tácitos de conducta y
facilitar la decodificación de los mensajes complejos intercambiados. La necesidad de una distancia
corta será reforzada cuando las necesidades del usuario sean complejas y permanentemente
cambiantes.
Cuando la tecnología cambia rápida y radicalmente, cuando se desarrolla un nuevo paradigma
tecnológico (para discusión y análisis ver Dosi, 1982), la necesidad de la proximidad en términos de
geografía y cultura se vuelve incluso más importante. Un nuevo paradigma tecnológico implicará
que las normas y los estándares establecidos se vuelvan obsoletos y que los viejos códigos de
información no puedan transmitir las características de las actividades innovadoras. En ausencia de
códigos y estándares generalmente aceptados capaces de transmitir información, el contacto cara a
cara y una cultura en común se pueden transformar en factores de importancia decisivos para el
intercambio de información.

La integración vertical como medio de superar la distancia geográfica y cultural


El desarrollo del capital transnacional y de firmas verticalmente integradas funcionando en todo el
mundo refleja que “la proximidad organizacional” puede superar la distancia geográfica y cultural.
Pero la integración vertical puede tener su precio; tiende a excluir unidades integradas de la
interacción con unidades de productores y de usuario fuera de la firma integrada. Tales firmas
independientes tenderán a protegerse frente a un intercambio abierto de información con una unidad
verticalmente integrada. Como usuarios, corren el riesgo de obtener tecnología menos eficiente que
su contraparte integrada y competidora. Como productores, temen que el know-how incluido en las
innovaciones de sus productos sea expropiado por el usuario integrado y transferido a un productor
integrado de la competencia.
También, las unidades verticalmente integradas pueden probar ser más rígidas y menos susceptibles
a nuevas oportunidades técnicas y nuevas necesidades del usuario que los participantes
funcionando en un mercado organizado. La tendencia hacia una integración vertical es fuerte pero
hay también ciertas contratendencias en juego. El balance entre el ahorro en costos de transacción y
la pérdida en términos de una interacción más reducida con agentes externos diferirá entre
diferentes partes de la economía. Reflejará, entre otras cosas, el estado de la tecnología y el carácter
del proceso de innovación.

Características del usuario y productor y el potencial innovador de la interacción


No todas las relaciones usuario-productor promueven actividades innovadoras. Estar estrechamente
vinculado a usuarios conservadores con competencias técnicas débiles puede ser una desventaja
para el productor y viceversa. La innovatividad y la competencia de usuarios y productores son
cualidades importantes que pueden estimular a la otra parte. El grado de estandarización entre los
usuarios también puede ser importante. Ser dependiente de un grupo de usuarios con necesidades
muy diferentes puede hacer difícil para el productor acumular experiencia y explotar economías de
escala.
La efectividad de las relaciones usuario-productor crece con el tiempo. A medida que un subgrupo
de usuarios y productores gana más experiencia de la interacción, los elementos de jerarquía y
confianza mutua se ven fortalecidos y el intercambio de información se torna más abierto. El código
de información se vuelve más efectivo en transmitir mensajes complejos relacionados al proceso de
innovación. Como veremos más adelante, esta “efectividad” no garantiza, sin embrago, la eficiencia
si el criterio es la satisfacción del usuario a bajo costo. El lado negativo es la inercia y la resistencia
al cambio.

“Innovaciones insatisfactorias”
La economía de bienestar tradicional tiende a desconocer las actividades innovadoras; analiza la
distribución de un grupo de valores de uso dado con ciertas características. Los conceptos utilizados
tampoco son fácilmente adaptables para un análisis normativo del proceso de innovación. No tiene
mayor sentido preguntar cómo las innovaciones se desvían de un “óptimo”. Las innovaciones
todavía no concebidas no son conocidas por nosotros y por lo tanto no tenemos ningún punto bien
definido de referencia para tal análisis.
En ciertas instancias es posible, sin embargo, demostrar cómo las actividades innovadoras y las
trayectorias tecnológicas se desvían sistemáticamente de las necesidades del usuario. Cuando las
desviaciones no pueden ser adjudicadas a la falta de oportunidades técnicas o a la falta de voluntad
entre los usuarios para pagar los costos de una adaptación a sus necesidades, podemos caracterizar
dichas innovaciones como “insatisfactorias”.
Cuando las relaciones usuario-productor se caracterizan por un fuerte predominio de los
productores en términos de fortaleza financiera y competencia técnica, tales desviaciones se tornan
más probables. En el campo de los bienes de consumo, el predominio del productor es muy
acentuado. El productor organiza tanto el proceso de innovación como el intercambio de
información con los usuarios. En este campo, deberíamos esperar que las “innovaciones
insatisfactorias” fueran frecuentes (Freeman, 1982, p. 202ff). Un patrón de predominio y jerarquía
puede también producirse cuando el usuario es una organización profesional. Si unas pocas firmas
grandes producen productos complejos y sistémicos, con fundamentos en la ciencia, para un gran
número de pequeñas unidades de usuarios independientes, cada uno con una baja competencia
técnica y científica, los productores dominarán el proceso de innovación y existirá una gran
probabilidad de innovaciones insatisfactorias. En un estudio de la industria láctea danesa, tal patrón,
que resultó en una “hiperautomatización”, caracterizó las relaciones entre los productores y los
usuarios del equipamiento lácteo (Lundvall et al., 1983).
En situaciones de este tipo, se puede desarrollar la coordinación entre los usuarios, compartiendo
los recursos para desarrollar una contra-competencia. Por lo general será más difícil hacer que esta
coordinación sea eficiente cuando los usuarios son consumidores que cuando son unidades
profesionales. La regulación del gobierno o su apoyo a las organizaciones de usuarios puede ser
necesaria para rectificar la trayectoria insatisfactoria de la tecnología asociada a bienes de consumo.
Otro marco para las innovaciones insatisfactorias puede ser la inercia en las relaciones usuario-
productor y la “efectividad” de los canales y códigos de información ya establecidos. La rigidez de
las relaciones de usuario-productor ya existentes tiende a manifestarse en períodos históricos
caracterizados por el desarrollo e introducción de innovaciones básicas radicales. Una innovación
básica radical será en general producida por un nuevo sector con vínculos hacia adelante (forward
linkages) débiles. Los usuarios potenciales de la innovación se encontrarán en buena parte de la
economía y tendrán vínculos hacia atrás (backward linkages) con productores, teniendo poca
experiencia y competencia en relación con la nueva tecnología. Las redes usuario-productor
existentes probarán ser tenaces y el establecimiento de una nueva red tomará un tiempo
considerable. Durante el período de transición, la productividad puede estancarse mientras que
nuevas oportunidades tecnológicas parecen florecer.
Aquí el problema no solamente son las innovaciones técnicas insatisfactorias específicas sino un
“desajuste” general de la economía. Christopher Freeman y Carlota Pérez (1986) han analizado
cómo una “revolución tecnológica” basada sobre tecnologías de la información puede provocar
desajustes relacionados no sólo al capital y al trabajo sino también a la configuración institucional
socioeconómica existente. La rigidez de las relaciones usuario-productor puede ser considerada
como un aspecto importante de este último tipo de desajuste. Es importante porque tiene su raíz en
la esencia del sistema de mercado, en mercados productores de innovaciones. Las estrategias de
política, que colocan todo el énfasis sobre la flexibilidad en el mecanismo de mercado y minimizan
el rol del gobierno en el proceso de ajuste, parecen estar de alguna manera equivocando el punto
cuando se producen y reproducen rigideces dentro de los propios mercados.

¿Es la innovación inducida por la oferta o por la demanda?


Una de las disputas clásicas en la teoría de innovación refiere al rol de la oferta y la demanda en
determinar la tasa y dirección del proceso de innovación (Mowery y Rosenberg, 1979; Freeman,
1982,p. 211). El enfoque usuario-productor coloca esta pregunta en una nueva perspectiva. Por un
lado, demuestra que la demanda sí juega un rol importante en el proceso de innovación. Por otro
lado, coloca el énfasis más sobre la calidad de la demanda que sobre la demanda como una variable
cuantitativa. El gasto sustancial del usuario canalizado en la demanda del transporte privado no ha
resultado en innovaciones de producto radicales en la industria automotriz. Por otro lado, usuarios
muy competentes y demandantes han provocado innovaciones radicales en áreas donde el volumen
de gasto ha sido minúsculo. El rol de los usuarios en relación al desarrollo de nuevos instrumentos
científicos es un ejemplo en este sentido.
Innovaciones de tipo individual pueden parecer no relacionadas a necesidades de los usuarios, tales
como innovaciones emergentes de la ciencia. En la segunda parte de este capítulo, se argumentará
que incluso la ciencia tiene sus usuarios y que muchas innovaciones, que parecen meramente
determinadas por la oferta, tienen sus raíces en una interacción usuario-productor ubicada al
principio de la cadena de innovación. En esta perspectiva las afirmaciones generales sobre el rol de
la “demanda” y “oferta” no parecen ser muy relevantes.

Algunas implicancias para la política industrial y tecnológica


El argumento de que la tecnología está influenciada por la demanda ha sido utilizado para justificar
una política tecnológica laissez-faire. Si la demanda provoca el llamado a la innovación, no hay
necesidad de intervención estatal. Aquellos que argumentan por el rol dominante de la demanda,
recomendarán con frecuencia el apoyo gubernamental a las actividades y capacitación en
investigación y desarrollo combinado con una política activa de mano de obra. Las implicancias de
un enfoque usuario-productor son de alguna manera más complejas.
En primer lugar, la política de tecnología debe tomar en cuenta no sólo la competencia y la
innovatividad de las unidades ubicadas en las primeras etapas de la cadena innovación. La falta de
competencia de los usuarios y la tendencia de los productores a dominar el proceso de innovación
puede ser un problema tan serio como la falta de competencia del lado del productor. Aún cuando
el Estado actúa como usuario, a menudo se encontrará que su propia competencia será demasiado
débil pudiendo resultar en “innovaciones insatisfactorias”. Dos casos de estudio daneses, sobre el
rol del gobierno local como usuario de tecnologías de aguas residuales y tecnología de oficina,
demostraron cómo la falta de competencia del usuario local afectó negativamente los sistemas
desarrollados y utilizados (Gregersen, 1984; Brængaard et al., 1984).
En segundo lugar, el gobierno puede intervenir de forma directa o indirecta en el establecimiento y
reestructuración de patrones de relacionamiento usuario-productor. En un período caracterizado por
cambios técnicos graduales e innovaciones crecientes, un gobierno nacional puede mantener
vínculos nacionales e internacionales de usuario-productor ya existentes. También puede apoyar el
establecimiento de organizaciones específicas, intermediando entre grupos de usuarios y
productores, compartiendo información, y por lo tanto estimulando la producción y diseminación de
innovaciones.
En un período caracterizado por innovaciones radicales y un cambio en el paradigma tecnológico, la
tarea del gobierno se vuelve mucho más compleja e importante. En un período de dichas
características, existe una necesidad de transformación de la red de relaciones usuario-productor
existente. La inercia originada en los mercados organizados recibirá, a nivel nacional, el apoyo del
poder político de fuertes grupos de interés asociados con la estructura prevaleciente. La dificultad a
enfrentar por parte del gobierno será la de estimular la renovación o ruptura de relaciones usuario-
productor bien establecidas y el establecimiento de nuevas relaciones.

Microeconomía estándar y el enfoque usuario-productor


Ahora podemos confrontar algunos de nuestros resultados con el tipo de teoría microeconómica
presentada en los libros de texto estándar. Hacemos las siguientes observaciones:
- El elemento de organización será diferente, en términos de contenido y fortaleza, entre
diferentes mercados y cambiará con el tiempo. Algunos mercados serán más susceptibles
que otros a un análisis basado en conceptos de agentes maximizadores actuando a la
distancia. Esto genera dudas sobre las intenciones de construir un único modelo de
microconducta asumido como generalmente válido para todos los mercados, un problema
discutido por Kornai (1971, p. 207ff).

- La visión estándar será más relevante cuando las oportunidades tecnológicas y las
necesidades del usuario permanezcan constantes. Cuando continuamente se provocan
innovaciones de productos debido a oportunidades tecnológicas y a necesidades del usuario
cambiantes, ya no tiene sentido asumir una conducta optimizadora. Las decisiones a “corto
plazo” de los productores para involucrarse en ciertas líneas de actividades innovadoras, y
de los usuarios para elegir entre los nuevos productos, estarán caracterizadas por una
verdadera incertidumbre, como lo serán, a fortiori, las decisiones “a largo plazo” en
referencia al establecimiento de (e inversión en) nuevas relaciones y canales de información.

- La microeconomía estándar considera al cambio técnico como un proceso exógeno y a su


producto como “progreso” técnico, lo que indica una mayor eficiencia. En mercados
organizados las relaciones existentes de usuario-productor pueden producir trayectorias
tecnológicas, desviándose sistemáticamente de lo que es “satisfactorio”, incluso cuando los
usuarios y productores actúan basados en el afán de lucro.

- En la microeconomía estándar, los cambios en los precios relativos influirán automática e


inmediatamente sobre las decisiones de los usuarios y productores. En este sentido, un
mundo caracterizado por mercados organizados será poco activo. Las relaciones existentes
de usuario-productor y el continuo cambio cualitativo en los productos reducirán la
capacidad de respuesta a los cambios en los precios relativos.

Sistemas nacionales de innovación

En la primera parte del capítulo encontramos que el contexto microeconómico , como se presenta en
los libros estándar, no es fácilmente reconciliable con ciertos hechos estilizados de la economía
moderna. Una división vertical del trabajo altamente desarrollada, al combinarse con actividades
innovadoras ubicuas, implica que la mayoría de los mercados serán “mercados organizados” más
que mercados puros. En esta segunda y última parte, bosquejaremos algunas de las implicancias de
nuestro microenfoque a nivel nacional e internacional. Se presentarán elementos de un modelo de
un sistema nacional de innovación.
Las subdisciplinas más relevantes en economía en este contexto son teorías de crecimiento
económico y comercio internacional. Los modelos estándar de crecimiento estándar se desarrollan
bajo el supuesto de una economía cerrada. Esta es un supuesto natural en tanto los modelos
consideran a las nuevas tecnologías como “maná cayendo del cielo” e igualmente accesible para
todos los actores, sectores, regiones y naciones. La teoría estándar de comercio internacional asume
al trabajo y al capital como perfectamente inmóviles y a los productos (commodities) como
perfectamente móviles a través de las fronteras nacionales. Cuenta con el supuesto de una
tecnología perfectamente libre y móvil al igual que una teoría de crecimiento estándar.
Este último supuesto no concuerda con lo que se observa en el mundo real, donde algunos países se
establecen como líderes tecnológicos, de manera general o en tecnologías específicas, mientras que
otros tienden a quedar detrás. De acuerdo al enfoque usuario-productor la distancia geográfica y
cultural es un factor que podría impedir la interacción entre usuarios y productores. Esto podría
contribuir a explicar por qué diferentes sistemas nacionales muestran diferentes patrones de
desarrollo.

La nación como marco para la interacción usuario-productor


La tendencia hacia la internacionalización del comercio, el capital y la producción ha sido fuerte
durante el período de postguerra. El período de posguerra ha mostrado una fuerte tendencia a la
internacionalización del comercio, el capital y la producción. Algunos incluso argumentarán que las
naciones tienden a volverse obsoletas como sujetos económicos. Pero este proceso de
internacionalización no ha eliminado los patrones nacionales idiosincráticos de especialización en
producción y comercio internacional. El hecho de que Dinamarca esté fuertemente especializada en
maquinaria lechera, Suecia en metalurgia y tecnología de aserradero y Noruega en tecnología de
pesca, no se puede explicar por la dotación general de factores en dichos países. En lugar de eso,
deberemos buscar explicaciones en la cercana interacción entre productores de dicha maquinaria y
un competente y demandante sector de usuarios doméstico (Andersen et al., 1981).
La interacción entre usuarios y productores pertenecientes al mismo sistema nacional puede
funcionar de manera más eficiente por varias razones. Una corta distancia geográfica es parte de la
explicación; más importante aún puede ser contar con un idioma en común, así como la proximidad
cultural. Es por lo tanto interesante notar que las firmas en los países nórdicos tienden a considerar a
todos los países nórdicos como sus “mercados locales”. Esto puede reflejar el hecho de que estas
naciones tienen mucho en común en lo que refiere a cultura y organización social (Dalum y
Fagerberg, 1986).
Otro factor importante es, por supuesto, el gobierno nacional. Según estudios históricos recientes
(Yakushiji, 1986), el rol del gobierno en relación al proceso de innovación ha sido seriamente
subestimado. Además de intervenciones más directas en relación a innovaciones específicas, el
gobierno impone estándares y regulaciones que hacen la interacción doméstica más eficiente. En
instancias importantes el Estado interviene directamente en la red y apoya las relaciones usuario-
productor existentes.
El hecho de que las economías nacionales tengan capacidades tecnológicas idiosincráticas refleja
que las transferencias internacionales de tecnología no son ni gratis ni instantáneas. Algunas partes
del conocimiento pueden ser representadas en los productos (commodities) comercializados,
mientras que otras partes están representadas en la fuerza de trabajo. La movilidad limitada de
trabajadores a través de las fronteras nacionales puede explicar, de forma parcial, la razón por la
cual la tecnología no se transfiere fácilmente a nivel internacional. La estructura de los sistemas
nacionales de producción e innovación es producto de un proceso histórico y no puede ser
transferida tan fácilmente como “factores de producción”. Puede ser aquí que encontremos la mayor
restricción al aprendizaje internacional y a la transferencia internacional de tecnología.
Sin embargo, la importancia de las naciones como marco para las interacciones usuario-productor
no excluye la interacción transnacional. En algunas industrias y tecnologías la escala requerida para
la investigación y el desarrollo tecnológico es tan grande que ni siquiera las mayores firmas
internacionales podrían costear el desarrollo de un nuevo producto individualmente. Este es el caso
de la aviación civil, la tecnología espacial y la energía nuclear. Aquí el patrón de interacción
usuario-productor trasciende las fronteras nacionales. Pero incluso en estas áreas, los intereses
nacionales relacionados a la competitividad internacional y objetivos militares colocan ciertos
límites a la cooperación realizada según indican casos de estudio recientes (OCDE, 1986).
Aplicar la perspectiva usuario-productor a las relaciones internacionales trae consigo la
interdependencia estructural, lo que caracteriza al proceso de innovación dentro y entre las
naciones. Sobre esta base, bosquejaremos los lineamientos de un “sistema nacional de innovación”.
Investigaciones anteriores sobre comparaciones internacionales de capacidades de innovación han
demostrado importantes diferencias internacionales a nivel micro, en términos de estrategias de
gestión y conducta de las firmas, algunas veces teniendo en cuenta, por ejemplo, diferencias en el
ambiente de las firmas, las instituciones financieras y las relaciones laborales. Sin embargo, tales
estudios, aun siendo de utilidad, pueden minimizar la importancia de la estructura de un sistema de
innovación completo. Cuando se considera al proceso de innovación como el producto de una
interacción compleja, es obvio que la totalidad del sistema puede ser más que la suma de sus partes.
El concepto de sistema nacional de innovación será desarrollado paso a paso, utilizando, como
algunos de sus elementos, contribuciones anteriores sobre los sistemas de producción y la división
del trabajo dentro de los sistemas de innovación.

Sistemas nacionales de producción


Mientras que la economía industrial anglosajona tiende a considerar las economías nacionales como
un “conjunto de sectores industriales”, la tradición francesa se ha orientado más hacia la
interdependencia sistémica entre las diferentes partes de la economía. Las estructuras verticales de
producción o “filières” que acompañan todos los estadios de producción desde las materias primas
hasta los productos finales, son unidades de análisis importantes en esta tradición (de Bandt y
Humbert, 1985). Un concepto más amplio, que también incorpora agencias públicas e instituciones
financieras, subsistemas industriales o “mèsosystèmes industriels”, ha sido recientemente
desarrollado y propuesto como las unidades más adecuadas para la política industrial (de Bandt,
1985).
Un enfoque aún más ambicioso, presentado por algunos marxistas franceses, e inspirado por el
trabajo de François Perroux, define al “sistema nacional de producción” como una unidad de
análisis. El sistema industrial nacional está dividido en unas pocas secciones, definidas por la
función económica del producto y por su sector de uso (bienes de inversión, bienes semifabricados
y bienes de consumo) (GRESI, 1975). Algunas de las contribuciones en esta tradición asumen que
la sección que produce bienes de inversión para la producción de bienes de inversión es estratégica
para el crecimiento y desarrollo económico. Los sistemas nacionales, que tienen una fuerte
posición en esta área, tenderán a tener una fuerte competitividad internacional y viceversa. El
sistema nacional de producción no se asume, por lo tanto, como un sistema cerrado. Por el
contrario, son el grado específico y forma de apertura los que determinan las dinámicas específicas
de cada sistema nacional de producción.

Producción e innovación
Para juzgar la relevancia de este modelo es necesario mirar las relaciones entre el proceso de
producción y el proceso de innovación. Estos procesos difieren en importantes aspectos pero son
también, mutuamente interdependientes.
La producción es un proceso repetitivo donde tienden a desarrollarse rutinas. Los flujos de bienes y
servicios entre diferentes subsistemas entre diferentes subsistemas pueden cuantificarse fácilmente
en términos de valor y volumen, siempre que sus características de valor de uso se mantengan
constantes. El proceso de innovación puede ser continuo y acumulativo pero siempre tendrá un
único elemento marcando la importancia de la creatividad en contraposición a la toma de decisiones
rutinaria. Los flujos entre los subsistemas serán complejos y la información sistémica difícil de
traducir en términos cuantitativos.
La interdependencia entre producción e innovación va en ambas direcciones. Por un lado, el
aprendizaje durante la producción - como “aprender haciendo” o “aprender usando”- forma un
importante insumo para el proceso de innovación. Aprender interactuando, típicamente se producirá
entre las partes vinculadas mediante el flujo de bienes y servicios que se origina en la producción
(se trata de un prerrequisito para que las relaciones usuario-productor se vuelvan duraderas y
selectivas). Por otra parte el proceso de innovación puede ser el factor más importante para
reestructurar el sistema de producción, presentando nuevos sectores, eliminando viejos vínculos en
el sistema de producción para establecer nuevos vínculos.
Esta interdependencia entre la producción y la innovación legitima el considerar al sistema
nacional de producción como punto de inicio al definir un sistema de innovación. Pero la división
del trabajo en el sistema de innovación no es simplemente un reflejo de la división del trabajo en el
sistema de producción. Algunas partes del sistema de producción serán más productivas en términos
de innovaciones mientras que otras serán principalmente usuarias de las innovaciones desarrolladas
por otras. Esto está documentado en algunas contribuciones recientes a la teoría de innovación.

La división vertical del trabajo en el sistema nacional de innovación


La mayoría de los estudios de innovación enfocados en la interacción vertical han puesto énfasis en
la división del trabajo en el proceso de innovación. Los estudios pioneros del sector que produce
instrumentos científicos, von Hippel (1976), demostraron que las innovaciones en el proceso
fueron a menudo desarrolladas por el sector mismo. Incluso cuando los productores independientes
estuvieran involucrados, los usuarios tuvieron una rol activo en el proceso de innovación.
En Pavitt (1984), se presenta una taxonomía, referida a diferentes tipos de industrias según sus
roles en el proceso de innovación. Utilizando una base de datos para innovaciones importantes del
Reino Unido, con información de origen y características sobre cada innovación, se identificaron
tres tipos diferentes de sectores: dominados por el proveedor, de producción intensiva, y basados en
la ciencia. Esta taxonomía y las siguientes subdivisiones son extremadamente útiles en la definición
de la división del trabajo dentro del sistema nacional de innovación.

Flujos y existencias en el sistema nacional de innovación


Ya hemos señalado que los flujos dentro del sistema de innovación toman la forma de información
compleja y sistémica -mensajes difíciles de traducir en cantidades. Esto también es cierto para las
“existencias” del sistema. Es difícil medir el conocimiento ya sea científico, técnico o tácito. Otras
“existencias” importantes pueden ser la inventiva y creatividad de individuos y organizaciones y
éstas son incluso más difíciles de evaluar en términos cuantitativos.
En la economía estándar existe una fuerte tendencia a definir el análisis científico como sinónimo
de establecimiento de modelos cuantitativos y matemáticos. Si aceptáramos esta aseveración, varios
aspectos importantes del sistema nacional de innovación estarían considerados por fuera de la esfera
de la ciencia económica. Sin embargo, como señalara Georgescu-Roegen (1971, p. 316ff), este ideal
de ciencia no es incontrovertible. Refleja una epistemología importada de la física newtoniana.
Georgescu-Roegen demuestra que los “conceptos dialécticos”- junto con conceptos aritmomórficos
deben ser parte de cualquier ciencia que analice el cambio.
Además, se han producido diferentes intentos de desarrollar un análisis cuantitativo de los flujos
dentro del sistema nacional de innovación. De hecho, los ya mencionados estudios de Pavitt (1984)
pueden ser considerados como un enfoque cuantitativo utilizando la cantidad de “importantes
innovaciones del Reino Unido” como la unidad de cuenta. Otra contribución interesante en este
campo es la de Scherer (1982). Aquí se desarrolla una matriz detallada de insumo-producto (input-
output) para el sistema industrial estadounidense sobre la base de información reunida de patentes y
actividades de investigación y desarrollo tecnológico.
En ambos documentos, el centro de análisis es el sistema industrial. Esto es natural en tanto la
mayoría de las innovaciones emanen de dicho sistema. Pero cuando miramos al sistema de
innovación desde una perspectiva usuario-productor, es interesante brindar una mirada más cercana
a las interfases entre la industria y la comunidad académica y a las interfases entre la industria y
algunos de los “usuarios finales” de las innovaciones industriales: trabajadores, consumidores el
sector público.
En una publicación reciente de Nelson (1986), se discute la división del trabajo y la actuación del
sistema de innovación de Estados Unidos. Se ha demostrado que las universidades y otras
instituciones públicas involucradas en la producción de ciencia son parte importante de este sistema,
actuando de una manera que las hace complementarias a las actividades innovadoras en el sistema
privado. Es obvio que cualquier modelo del sistema nacional de innovación debe tomar en cuenta la
interacción entre las universidades y la industria.
Ciencia y tecnología en una perspectiva usuario-productor
En la primera parte de este capítulo nos hemos centrado principalmente en la interacción entre
firmas productoras de bienes y servicios. La perspectiva usuario-productor puede, sin embargo,
aplicarse a estadios tempranos en la cadena de innovación: investigación básica, investigación
aplicada y actividades de desarrollo. Queda prácticamente implícito dentro de la definición de
“investigación básica” (como no aplicada) que debería producirse sin ningún objetivo o destinatario
específico. Este panorama es, sin embargo, demasiado simple. Incluso la ciencia pura, como la
matemática o la lógica, tiene sus usuarios, y la agenda de ciencia estará a menudo determinada por
los usuarios en la ciencia aplicada. También en esta área la innovación y competencia de los
usuarios puede influenciar la tasa y dirección de los descubrimientos científicos. En un caso de
estudio sobre los Laboratorios de Teléfonos Bell, Nelson (1962) ha demostrado la estrecha
interacción entre la investigación básica y aplicada.
Lo que separa a la ciencia pura de la tecnología es principalmente el marco institucional. La ciencia
será típicamente producida en universidades de acuerdo a un “modo de conducta” académico,
mientras que la tecnología será principalmente producida en firmas privadas de acuerdo a un “modo
de conducta” orientado al lucro; el modo académico estará típicamente caracterizado por incentivos
no pecuniarios - la “búsqueda de la excelencia” será una fuerte motivación (algunas veces incluso
combinado con una urgencia de comprender lo que sucede). El resultado de la ciencia será
ampliamente diseminado porque la difusión a nivel mundial de los resultados de investigación es
una precondición para el reconocimiento de la excelencia (David, 1984). Este modo de
comportamiento implica una cultura diferente de la que predomina en firmas con fines de lucro. Las
normas, valores e incentivos así como el lenguaje y los códigos de información utilizados en ambas
esferas son diferentes.
No es sorprendente que el vínculo entre las universidades y la industria se haya transformado en un
tema político. El creciente reconocimiento del rol de la ciencia en relación a la tecnología y la
producción ha provocado que el fortalecimiento de este vínculo se transforme en una prioridad
nacional. El florecimiento/surgimiento de “Silicon Valleys”, caracterizados por una estrecha
interacción entre universidades “de excelencia” y firmas de alta tecnología en diferentes partes del
mundo, ha dado al debate una mayor relevancia. En la mayoría de los países de la OCDE, el
establecimiento de “parques científicos” y “ciudades tecnológicas” se ha transformado en una parte
de la política industrial.
Sin embargo, los esfuerzos realizados para integrar y subordinar actividades académicas en relación
a la industria tendrán un costo. Si el modo de producción académico es socavado y reemplazado por
un modo de conducta con fines de lucro donde se da mayor importancia a los incentivos pecuniarios
y donde la confidencialidad en relación a los productos es más frecuente, el modo de conducta
académico puede perder uno de sus principales méritos, su tradición de diseminación del
conocimiento a nivel mundial. En el campo de la biotecnología, este proceso parece ya haber
alcanzado un nivel crítico (Chesnais, 1986). Los sistemas nacionales de innovación pueden
fortalecerse de manera temporal cuando las universidades quedan subordinadas a la industria. A
largo plazo, la producción y la distribución mundial del conocimiento se pueden debilitar.

Introducción de los usuarios finales de tecnología al sistema


Los actores clásicos en estudios de innovación son emprendedores individuales y laboratorios de
investigación y desarrollo tecnológico de grandes firmas. Los roles secundarios pueden estar a
cargo de científicos y legisladores. El enfoque usuario-productor señala el hecho de que los
“usuarios finales” en términos de trabajadores, consumidores y el sector público, pueden tener un
papel que jugar en relación a la innovación.
El hecho de que los trabajadores y consumidores tienden a ausentarse de la escena en la mayoría de
los estudio de innovación refleja, hasta cierto punto, la realidad de un sistema industrial moderno.
Tanto en las economías planificadas como de mercado, el proceso de innovación tiende a
transformarse en una actividad profesionalizada y los trabajadores y consumidores tienden a
transformarse en beneficiarios pasivos o víctimas en relación a la nueva tecnología, en vez de
sujetos que representan una parte activa del proceso de innovación. Sin embargo, no es evidente
que tal división del trabajo sea “natural” y apropiada. Los usuarios finales activos y competentes
pueden mejorar la capacidad de innovación de un sistema nacional de innovación.
Además, la participación real de “usuarios finales” puede estar subestimada en la literatura sobre
innovación. Los trabajadores pueden jugar un rol importante en el proceso diario de aprendizaje que
ocurre en la producción y varias innovaciones incrementales pueden ser el producto de trabajadores
calificados que mejoran el equipamiento del proceso. Cuando los trabajadores están directamente
involucrados en el proceso de innovación, el producto en términos de productividad y eficiencia
puede ser más satisfactorio que cuando son excluidos del mismo. Algunos estudios de la
experiencia japonesa parecen señalar en esta dirección.
Entre los consumidores encontramos algunos ejemplos interesantes en los clubes de usuarios de
marcas específicas de computadoras personales. Aquí los consumidores privados actúan como
usuarios profesionales, desarrollando nuevo software en interacción con los productores de
hardware y software. Pero para la mayoría de bienes de consumo la interacción está organizada
exclusivamente por los productores que reúnen información y manipulan las necesidades del
consumidor. Pasinetti (1981) realiza una contribución teórica interesante al asignarle un rol
importante al aprendizaje del consumidor en el desarrollo general de la economía nacional, al
sostener que el aprendizaje de nuevas necesidades es de crucial importancia para mantener el pleno
empleo. Cuando la productividad crece y se satisface la demanda de bienes de consumo, el
aprendizaje de nuevas necesidades por parte del consumidor es una condición necesaria para evitar
el “desempleo tecnológico”.
Ya hemos señalado la importancia del sector público como un usuario final en relación a la política
tecnológica. El ejemplo histórico más completo e importante puede ser el de los complejos
industriales militares en los Estados Unidos y la Unión Soviética. En ambos casos, el Estado ha
actuado como un usuario a gran escala, competente y muy exigente. A través de contratos a largo
plazo, se han desarrollado productos radicalmente nuevos y avanzados. En los países escandinavos,
existe un creciente debate sobre las posibilidades de construir “complejos industriales de bienestar”
orientados a satisfacer necesidades sociales en relación a la energía, la vivienda, el medio ambiente,
el transporte y los servicios de salud. Tales complejos pueden, si el sector público actúa como un
usuario competente con una perspectiva a largo plazo, ser tan efectivos como los “complejos
industriales de guerra” en estimular nuevas tecnologías. No existe razón para creer que el impacto
positivo sobre el bienestar de los ciudadanos debería ser menor.

Innovaciones sociales como la base para la innovación tecnológica


En un período caracterizado por cambios radicales en la base tecnológica de la economía, los
patrones organizacionales e institucionales establecidos pueden ser obstáculos importantes para la
explotación del potencial total de las nuevas tecnologías. En dicho período, las innovaciones
sociales pueden ser más importantes para el bienestar de las naciones que las innovaciones técnicas.
En este sentido se puede apreciar el impulso de Gorbachov hacia un cambio social y la
democratización en la Unión Soviética. En los países capitalistas el foco está aún limitado en su
orientación hacia la manipulación de variables financieras o hacia una “aceleración del progreso
tecnológico”. El cambio institucional, el fortalecimiento de la competencia y el poder de los
usuarios finales pueden ser una de las innovaciones sociales que puede brindar a los sistemas
nacionales de innovación un posicionamiento más fuerte en la economía mundial. También
implicaría una reducción en la frecuencia de aquellas innovaciones que han resultado
insatisfactorias.
La necesidad de innovaciones sociales y cambios institucionales es incluso más urgente a nivel
mundial. Las enormes y crecientes diferencias entre países ricos y pobres reflejan que la
transmisión internacional del conocimiento y la tecnología no está funcionando como se asume en
la teoría económica estándar. Sin embargo, en tanto las capacidades tecnológicas específicas estén
arraigadas en las redes nacionales de relaciones usuario-productor, la “transferencia tecnológica”
sólo puede resolver parte del problema. Existe una necesidad de fortalecimiento del sistema
nacional de innovación, incluyendo a la ciencia, a la industria y a los usuarios finales.
Notas
1. Las ideas básicas presentadas en este capítulo provienen de varias fuentes diferentes y
heterogéneas. Reflejan un esfuerzo colectivo entre el grupo IKE de la Universidad de
Aalborg, donde el equipo de investigación que estudia el desarrollo industrial y la
competitividad internacional ha realizado un trabajo teórico y empírico basado en la doble
inspiración de la economía industrial francesa y la teoría de innovación británica. Se puede
encontrar una presentación anterior pero más extensa de aquellas ideas y sus diferentes
fuentes en Lundvall (1985). Este librillo ha sido desarrollado en 1984, durante mi estadía
como profesor visitante en la Unidad de Política de Investigación de la Universidad de
Sussex y el Departamento de Economía de la Universidad de Stanford financiado por un
subsidio del Consejo de investigación social en Dinamarca. Christopher Freeman, Carlota
Pérez, Luc Soete, Keith Pavitt Kenneth Arrow, Nathan Rosenberg, Paul David y tantos otros
en SPRU y en Stanford han comentado generosamente sobre mi trabajo. Esta versión se ha
beneficiado no sólo de la discusión con los participantes en las reuniones en Lewes y
Maastricht, pero también de los comentarios de mis colegas y amigos en Aalborg, Esben
Sloth Andersen, BjØrn Johnson, Asger Brændgaard, Bent Dalum, Birgitte Gregersen y Lars
Gelsing.
2. Adam Smith reconoció la importancia de esta distinción presentándola como una fuente
importante de crecimiento de la riqueza y la productividad: “Sin embargo, las mejoras en la
maquinaria, no han sido de manera alguna invenciones realizadas sólo por aquellos que han
tenido la oportunidad de usar las máquinas. Muchas mejoras fueron realizadas por la
ingenuidad de los fabricantes cuando el hacerlas se transformó en un negocio de intercambio
bastante particular” (Smith, 1776, p. 8).
3. Sin embargo, creemos que la perspectiva usuario-productor puede ser útil en clarificar cómo
las diferentes etapas en la cadena de innovación se relacionan entre sí en diferentes partes de
la economía.
4. Es interesante notar que Williamson, en su más reciente trabajo, reconoce que la mayoría de
las transacciones ocurre en mercados organizados. La dicotomía entre mercados puros y
órdenes jerárquicos puros es sustituida por una escala donde aquellas dos formas representan
los puntos extremos. Actualmente se discute que la mayoría de las transacciones ocurren en
“el rango medio” de tal escala (Williamson, 1985,p. 83). Pero aún así, este análisis tiende
mayoritariamente a negar el proceso de innovación per se como un factor que refuerza la
integración vertical y los mercados organizados. Contribuciones recientes de economistas
japoneses (Imai e Itami, 1984) toman en cuenta las innovaciones técnicas como el factor que
afecta el patrón de los mercados organizados, pero su foco está principalmente en las
estrategias de gestión más que en las implicancias de la teoría económica.

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