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Japón, un pequeño gran país

Este archipiélago constituido por miles de islas fue el único país de población no vinculada a
EEUU y la Unión Europea capaz de incorporar las innovaciones llegadas del Occidente e iniciar
un despegue económico de forma autónoma, a pesar de su reducido tamaño y escasez de
recursos naturales, lo que lo obligó a una amplia vinculación con el exterior a través de su
expansión colonial y actualmente hacia la apertura de mercados y fuentes de
aprovisionamiento.

Durante el período Tokugawa (1615 – 1867) se encontraba dividido en “han” o dominios


administrados por un pequeño grupo de señores feudales o “daimyo”, sin ningún tipo de
relaciones comerciales entre sí, mientras que la mayoría de la población se dedicaba al cultivo
de arroz en pequeños y numerosos lotes de tierra.

A partir de la Revolución Meiji, Japón intenta frenar el avance de los mercados de las grandes
potencias occidentales sobre Asia Oriental y rompe con las estructuras feudales y se
industrializa. La figura de los “daimyo” desaparece y se les expropia las tierras y son
reemplazadas por nuevas dinastías, vinculándose al poder financiero, industrial, inmobiliario y
comercial, que conforman grandes grupos financieros, los “zaibatsu”, que controlan la
economía política del país. Estos, apoyados por el gobierno y la expansión económica y
armamentística, constituían clanes familiares (Mitsui, Mitsubichi, Yasuda, Sunimoto, Kawasaki,
Furukawa) y poseían la mayoría de acciones de un holding, sociedad que controlaba un gran
número de empresas de distintos sectores, pero con base en la banca.

En esta época, el Estado desarrolla una política asistencialista a través de la creación de bancos,
empresas, fabricas, industrias mineras y comercios. Gracias a la introducción del ferrocarril, se
genera un mercado nacional y se produce la integración de todo el territorio, que queda
dividido en 46 prefecturas o “kan”, con capital en Tokio.

Con la colonización de territorios sobre China, Rusia, Taiwán y Corea, se genera una expansión
económica, de la que se obtiene mercados para sus manufacturas, yacimientos y materia
prima. Esto permite introducir tecnología y bienes de equipo occidentales, que favorece la
productividad, apoyada en la pronta concentración empresarial y los bajos salarios,
activándose las exportaciones.

Durante la Primera Guerra Mundial tuvieron que sustituir parte de sus importaciones y se
desarrollaron fuertemente las industrias pesadas y de bienes de equipo.

Con respecto a la agricultura, se produce un escaso aumento debido a los fuertes impuestos
sobre el cultivo de arroz, viviendo los campesinos en condiciones muy precarias.

También comienza un lento descenso de las tasas de mortalidad, con aumento de las
densidades demográficas.

A fines de la Segunda Guerra Mundial, Japón sufre una gran crisis económica debido a la
fuerte inversión realizada para fines militares, la destrucción por los bombardeos, el pago de
indemnizaciones y la repatriación de 6 millones de personas de las antiguas colonias. Esto
agravó los problemas de superpoblación. Para paliar esta situación, por imposición de EE.UU.
(potencia ocupante en Japón), se impuso una política demográfica antinatalista a través de
abortos y esterilizaciones, con retraso de matrimonios. de esta forma, lograron reducir las tasas
de natalidad rápidamente.
Fue a partir de 1947 con el plan Marshall, plan estratégico de EE.UU., que logró recuperarse
económicamente. Este periodo fue conocido como el Milagro Japonés, donde recibe ayudas
económicas para frenar el avance del comunismo sobre Asia Oriental y evitar que Japón se
quiera expandir. Cuando estalla la guerra de Corea en 1950, Japón sirve de base estratégica de
suministros a Corea, que le permite la llegada de capitales y una rápida industrialización
volcada a las en industrias pesadas, químicas y mecánicas, con especialización en bienes de
equipo y pleno empleo de la población, que, a su vez, lo posiciona entre las grandes potencias
económicas mundiales. Esto genera un fuerte impacto ambiental.

Por otra parte, Los zaibatsus pierden su carácter familiar y se reconvierten en grandes redes
corporativas “kereitsus”, formadas por empresas de distintos rubros que mantienen un sistema
de cooperación y ayudas mutuas con su “kereitsu”. Con tiempo, parte de las actividades de las
empresas se deslocalizan hacia el sudeste asiático y con la revolución informacional de la
década del 70 crecen los sectores de alta tecnología (electrónica, informática,
telecomunicación, automatizaciones y luego biotecnología). También se produce mayor
demanda de automóviles.

En la década del 90, se produce una crisis de crecimiento económico al estallar una burbuja
financiera e inmobiliaria producto de abundancia de créditos e inversiones, que generaron
especulación en la venta de viviendas y actividades económicas, induciendo a un rápido
aumento de los salarios y demandas sociales, que provocaron tensiones políticas y sociales.
también, en esta época surgen los tigres asiáticos que compiten en el mercado mundial. A lo
anterior se le suma la disminución del proteccionismo agrario, provocando crisis en el sector.
Pero pese a las circunstancias acontecidas, no hubo una gran modificación en la organización
del territorio.

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