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I. - LA MADRE INDIGENA
Entre los seres que aportan su naturaleza para formar el patrón vital de
las generaciones, la mujer madre constituye el personaje más importante, cuyo
estudio es indispensable para el conocimiento del desarrollo humano de los
nuevos seres: los niños. Si su estudio adquiere una extraordinaria importancia
desde un punto de vista universal, es más importante estudiar a la mujer de
grupos humanos de desarrollo truncado, que tuvieron originales rasgos y que
aún los conservan, como los núcleos sociales del Altiplano del Titicaca.
Por esa razón, las mujeres indígenas se desesperan por tener hijos. Y
cuando no los tienen son capaces de actos inauditos, toman pócimas y acuden
a una serie de supercherías.
La rapidez y la facilidad con que dan a luz las mujeres nativas se observa
en casos increíbles. Cierta vez, en una hacienda aymara del distrito de Chucuito,
una mujer indígena joven en estado grávido ya próxima al parto, pastoreaba las
vacas de la hacienda en un campo bastante alejado de su cabaña. Al atardecer,
como es común en estas regiones durante los veranos, el cielo se cubrió de
gruesos nubarrones y entre rayos, relámpagos, truenos, se desató una tremenda
tempestad. Ante aquel cambio de ambiente y porque sintió los primeros dolores
del parto, que cada vez se hicieron más agudos, trató de arrear con rapidez su
hato de vacas hacia su cabaña. Mordiendo una punta de la lliclla con que se
cubría, para resistir el dolor, insistió en su propósito, pero hubo un momento en
que no pudo soportar más y se acurrucó junto a un peñasco. Apenas se hubo
puesto cómoda para resistir los dolores, la criatura abandonó el seno materno y
la madre lanzó un prolongado: !ananay¡ ; mientras la lluvia mezcla de granizo y
viento cordillerano, cortada por rayos y truenos, golpeteaba el ambiente.
Una madre viuda fue separada de sus cinco hijos pequeños por el patrón,
a cuyo servicio murió su esposo. Los pequeños fueron llevados a la ciudad y
repartidos entre los parientes del hacendado como animalitos. Y mientras el
patrón se ufanaba de haber hecho una obra de caridad, una mujer envuelta en
harapos recorría de pueblo en pueblo, tratando de apoderarse de cuanto niño
encontraba, pues había perdido la razón.
Otra mujer que al saber que su hijo ya joven había sido detenido por la
leva para el servicio militar obligatorio, se presentó en el cuartel, se despojó de
sus vestidos y vistió con los suyos a su hijo que salió disfrazado de mujer y huyó.
Cuando las autoridades se dieron cuenta, el recluta detenido era una mujer vieja
que se negó a proferir palabra.
Esta autoridad moral de la mujer como madre ofrece una implicancia muy
positiva para la regulación de la conducta de los hijos, quienes conscientes
desde pequeños, de la autoridad natural de la madre, tienen una actitud
disciplinada, sugerida por la maternal influencia de la ternura filial
El Símbolo de la Virginidad
El Signo de Esterilidad
Como una afirmación más de esta idea prejuiciosa, las mujeres ancianas
pierden la cabellera o tienden a ser calvas, porque como es natural en la vejez,
ellas se tornan estériles; pero los indígenas afirman que las mujeres no pierden
la cabellera por simple vejez, sino que la pérdida de cabellos es síntoma de
infecundidad.
La Prostitución de la Mujer
Sabemos que las mujeres nativas se resistían a ser poseídas por los
españoles, hasta el extremo de untarse el cuerpo con materias fecales, como
cuentan las tradiciones cusqueñas.
La materia prima que se emplea para fabricar los tejidos es la lana, y ésta
responde a las condiciones telúricas del medio físico, donde el frio es
permanente; pues durante el año se advierte sólo dos estaciones: una fría y
lluviosa, que se agudiza en los meses de enero y febrero, y otra más fría aún y
seca, que culmina en los meses de junio y julio. Por esta razón el material
empleado en el vestir es permanente, varía muy poco.
El otro ser, el padre nativo, que aporta con sus características como
legado vital para la generación de los hijos, ofrece también típicas
manifestaciones, derivadas de la cultura original que tuvieron sus antepasados
y que él, a pesar de los cuatro siglos de dominación que ha sufrido su raza, sigue
conservando, aunque mezclado con lomas de vida occidental, que lo presentan
como un ser mixtificado, pero que en el fondo conserva su pureza peculiar.
La Paternidad Prematura
Las virtudes sociales con que el padre aporta como patrón de conducta,
con el que se identificará el hijo, o como paradigma que servirá de valor humano
para orientar la vida de las generaciones, es realmente de extraordinaria
trascendencia. De ello deriva la natural autoridad que adquiere el hombre dentro
de la comunidad; autoridad que crece en proporción directa con su edad.
Los vestidos del hombre nativo son siempre de lana de alpaca, llama u
oveja de acuerdo con la temperatura baja permanente en el Altiplano, donde se
observa durante el año una temporada, de noviembre a marzo, fría y lluviosa y
el resto del año, otra, siempre fría. pero sin lluvias.
Los varones de la zona agrícola, cuando caminan por los campos o están
de viaje, llevan una manta que ellos llaman manteo, de color blanco, negro o café
oscuro, especie de lliclla, prenda última ésta que cargan sólo las mujeres, y un
zurriago, látigo finamente trenzado de cuero de vaca, con mango de madera
fuerte. chapeado con láminas de plata, que le sirve de compañero cuando viaja
a pie.
Los varones de las zonas altas, ganaderas, viajan a caballo, en este caso
ya no llevan el manteo: pero si alforjas de hilos de color. Y como vestido llevan
el qarabotas, especie de escarpines de gran tamaño que les cubre las dos
piernas, desde los tobillos, hasta las ingles, ceñido a las piernas con numerosas
hebillas y una correa a la altura de las pantorrillas.