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“Se trata de ver a través del lenguaje qué pasa con el hombre que lo habla. Ahí el
problema trasciende lo científico y abarca una totalidad. Toda actitud científica
supone un pensamiento de nosotros como sujeto frente a una ciencia sacada de un
objeto que está enfrente y en el caso lingüístico hay que recuperar la totalidad
existencial de ese objeto” (Geocultura del hombre americano, p. 107)
Y el viento pasa, y se va. Y quedan sobre los pastos las "yapitas" caídas en su viaje.
Esas "yapitas", cuentas de un rosario lírico, soportan el tiempo, el olvido, las
tempestades. Según su condición o calidad, se desmenuzan, se quiebran y se
pierden. Otras, permanecen intactas. Otras, se enriquecen, como si el tiempo y el
olvido -la alquimia cósmica- les hicieran alcanzar una condición de joya milagrosa.
(El canto del viento, 1965, p. 24 ).
Milonga
Si la cifra es el galope del caballo, la milonga es el tranco lento. El gaucho que reflexiona
sobre su vivir en la inmensa soledad del alma campera. El ritmo es el caminar de un arpegio
sinuoso, que marca el acento en el primer tiempo con una bordona que sugiere al oyente
atención y predisposición a la escucha, quebrado por la acentuación en tiempo débil de la
segunda corchea del segundo tiempo, como denotando el vaivén de un andar sin horizonte,
y caminado en las cuerdas agudas, que se dividen en corcheas agrupadas de a dos, y
suenan a un cielo salpicado de estrellas que con su luz, transmiten la esperanza de un
nuevo amanecer. Si bien hay una extensa variedad de formas de milonga (ver el video
Motivos de Milonga, Scalerandi, 2001) la más característica, utilizada para la improvisación
hablada (payada) es la que describí anteriormente.
La milonga fue incorporada como base musical para el duelo de payadores, por Gabino
Ezeiza en 1884, según cuenta Nemesio Trejo en un artículo publicado en el diario La
Opinión (1916):
“En 1884 era mi primera topada con Gabino Ezeiza, el más célebre de los bardos
argentinos, y esa payada sirvió para hacer escuela. Por aquella época se cantaba
por cifra, pero Gabino introdujo la milonga en esa oportunidad en el tono Do Mayor”
y agregaba: “es pueblera (del ambiente ciudadano) ya que es hija del candombe
africano, y golpeando con los índices en el borde de la mesa empezó a tararear
tunga…tatunga…tunga para demostrar, fonéticamente, la vinculación de este ritmo
con el candombe.”
Como vemos, en la descripción hecha por Trejo está presente el candombe y el vinculo con
la música negra de Uruguay, recordemos que en Argentina, la comunidad afrodescendiente
habia sufrido desigualdad y discriminación por parte, tanto de los gobiernos eurocentristas,
como del sector de la sociedad que se apropió del discurso de dichos gobiernos.
El extenso y variado repertorio de milongas hace muy difícil la tarea de elegir una, entre
tantas. El rasgo particular presente en la milonga, que tambien se puede escuchar en la
cadencia del tango, es lo que Juan Martin Scalerandi, citando a Carlos Vega, llama la
“dipodia madre”:
“...el elemento principal es, como dice Vega, la dipodia madre, que posee dos
células rítmicas con distintas características. La primera, corchea con puntillo y
semicorchea - de mayor tensión rítmica y que da pie a la segunda-, de dos corcheas
- que nos remite a un ritmo de mayor reposo-, y que sin duda cierra la idea rítmica
de ese gesto generador de la milonga.” (ESTAMOS AQUI. Debates
Afrolatinoamericanos em perspectiva Brasil Argentina Vol. 2. pag. 89)
La célula rítmica descrita por Scalerandi como de reposo, aludiendo a la regularidad de las
2 corcheas, es trasladable a la subdivisión en semicorcheas.
Ejemplo
(Fragmento del arpegio de la milonga “A que le llaman distancia”. Atahualpa Yupanqui.
1961)
Sin duda, de los géneros elegidos, la milonga es el que más se desarrolló y goza de mayor
presencia en la actualidad. Como ejemplo elijo una milonga de Atahualpa Yupanqui,
grabada en 1961, titulada “¿A que le llaman distancia?”(https://youtu.be/HcPo7PGBSzs).
Sin la intención de reducir la prolífica y extensa producción de tantes artistas, ésta obra de
Atahualpa Yupanqui me parece pertinente tanto por la interpretación que hace el artista de
un universo mediáticamente poco conocido, como por la experiencia de dicho artista que
fue tambien recopilador, productor y crucial protagonista en la divulgación de la cultura
popular.
Estilo
El estilo, también llamado decima o triste quizás sea la expresión lírica más socializada a lo
largo del siglo XIX (Curbelo, 2000). Al igual que los géneros antes expuestos, lo tocaba una
persona acompañada de una guitarra, aunque en este caso se solía cambiar la afinación de
las cuerdas. Según Ventura Lynch (1953), quizás el primer recopilador de la música surera,
las afinaciónes utilizadas eran, aparte de la que todos conocemos (MI, SI, SOL, RE, LA, MI,
de agudo a grave) dos afinaciones distintas:
Otros adoptan el temple del piano: cuarta y prima RE, segunda SOL, tercera, quinta
y sexta SOL. Y algunos que en el temple de por guitarra solo suben la bordona un
medio tono, dejando esa cuerda en FA natural. (Folklore Bonaerense, p. 33)
Hay coincidencia en varios autores (Lynch 1953, Aretz 1952, Martinez et al 2000) de la
riqueza en cuanto a la producción poética de dicho género, aludiendo a la mirada
introspectiva y reflexiva del gaucho, que emanan los versos de sus décimas. La mayoría de
los estilos se componen por tres estrofas de diez versos (décima), a continuación la letra de
un estilo grabado en 1912 por Carlos Gardel, de autoría anónima, donde se puede apreciar
la calidez de las palabras y la totalidad no sólo como paisaje, sino también como un lugar de
encuentro que tiene el sujeto con su entorno, vinculandose con lo que su mirada y su
cuerpo habitan:
La mañanita:
El estilo está compuesto por tres secciones, Tema-Cielito-Final de estilo, que según Lauro
Ayestarán (1947) “se adaptan prietamente a la estrofa literaria, sílaba contra nota, excepto
en oportunidades en las que hemos ligado las notas. Se halla precedido por un preludio
instrumental llamado a veces "el alegre", castellanización, se nos ocurre, del allegro” (p.61).
Cielito “...de mañanita temprano, cuando ni la luz fulgura, yo no he visto mas lindura, hasta
el pasto me enamora, la calandria seductora, los jilgueros y zorzales…”
Final de estilo “...con sus trinos sin iguales, van saludando la aurora, van saludando la
aurora.”
Cifra
Como ejemplo de cifra, y con el interés de valorar la producción del imprescindible Omar
Moreno Palacios, elegí “Provincia de Buenos Aires”. Grabada en vivo en el año 1969, en el
disco homónimo, se puede apreciar la sensibilidad, el humor, la coherencia de un artista
nacido en la llanura bonaerense, en Chascomús, y abocado a comunicar a través de
programas de radio, de la docencia y de sus canciones, el ser de la provincia de Buenos
Aires. El sujeto en su entorno, y el entorno en el sujeto. En cuanto a la forma, la cifra no
cuenta con una forma fija ya que, como se expuso anteriormente, al tratarse de un género
utilizado para el duelo entre payadores que improvisaban versos agrupados generalmente
en décimas (aunque también en octavillas o sextillas), se podía interrumpir la payada, ya
sea por falta de palabras del payador ejecutante o por una contestación repentina de su
adversario. La particularidad que tiene la cifra es que se repite el primer verso de cada
estrofa, y dicha repetición está en un registro más agudo, por lo que funciona como una
acentuación con firmeza de lo que se quiere decir.
La cifra expuesta tiene estrofas de ocho versos, en la construcción melódica de los primeros
dos versos (3 si contamos el que se repite) hay una clara intención de “pregunta”, una
apertura al desarrollo que se da a partir del tercer verso hasta el sexto verso, y luego una
respuesta más entonada, menos hablada. La intención claramente está puesta en el habla,
en la necesidad de ser escuchado, y la libertad rítmica se emparenta con el sonido del
viento o el volar de las golondrinas. En el rasguido de la guitarra (de origen español)
escucho el galopar de un caballo, el descanso, la pausa y el volver a andar de este animal
tan querido por el gaucho.
Otra característica de la cifra es que cuando se canta no se toca. El rasgueo funciona como
introducción repitiendose tres veces, para luego de cuatro ataques sobre el acorde
fundamental o tónico (en grados armónicos sería I - IV - I - V I) dar lugar a la poesía. Más
adelante aparece en un compás (aproximado, ya que el tempo no es regular) entre el primer
verso y su repetición; y luego aparece más acotado entre el segundo y tercer verso, luego,
de la misma manera, entre el cuarto y el quinto verso, acentúa con la guitarra la última
palabra del sexto verso (“viajera”), y el último verso se canta rallentado. Dicho esquema se
repite en las estrofas restantes, y el rasguido de la introducción funciona como interludio
entre estrofas.
(acordes rasgueados)
Provincia de Buenos Aires
(Omar Moreno Palacios)
Conclusiones
Sin la intención de cerrar el tema expuesto, por el contrario, con la intención de abrir una
ventana que permita preguntarnos, en relación a lo que somos e identificarnos desde la
cultura que producimos ¿es necesario conocer las experiencias culturales que, en nuestro
territorio, fueron desarrolladas con convicción, contra la corriente de los sectores
dominantes? Yo creo que sí, que es el camino. Es más, creo que es buscarse a uno mismo
y reconocerse, ya sea en un arpegio de guitarra, como en la poética del sujeto que
comunica interpretando la totalidad de su existencia. En este sentido, creo necesaria tanto
la articulación entre las identidades cada vez más fragmentadas por la globalización
desterritorializada y violentada por discursos ajenos a nuestra cultura, como la
imprescindible tarea de construir un proyecto que nos permita dialogar de igual a igual con
el resto de las culturas desde el reconocimiento de lo que fuimos, y de lo que deseamos ser.
En dicha tarea, si bien resulta por demás necesaria la reconstrucción institucional que
acompañe las postergadas expresiones culturales de nuestra región, hay que empezar por
recomponer el tejido social con el amor como bandera, porque, como dice Atahualpa
Yupanqui, el mundo está dentro de uno.
Referencias
educ.ar sociedad del estado, Ministerio de educación de la Nación. CABA, Argentina (2015)
www.educ.ar/recursos/128668/carta-de-sarmiento-a-mitre-sobre-gauchos
Kusch, Rodolfo (1976). Geocultura del hombre americano. Buenos Aires: Fernando García
Cambeiro.
Yupanqui, Atahualpa (1965). El canto del viento. Buenos Aires: Ediciones Honegger.
Pita, Federico (2020). De Estados Unidos a Argentina. Así es el racismo criollo. Revista
Anfibia. www.revistaanfibia.com/asi-es-el-racismo-criollo
Espinosa, Carlos (2018). Por el Día del Payador, en memoria del paso de Gabino Ezeiza
por Patagones.
www.appnoticias.com.ar/app/por-el-dia-del-payador-en-memoria-del-paso-de-gabino-ezeiza-
por-patagones-por-carlos-espinosa
Scalerandi, Juan Martin (2021). La milonga en el Rio de la plata y sus orígenes negros
en ESTAMOS AQUI! Debates Afrolatinoamericanos em perspectiva Brasil Argentina Volume 2 .
recuperado de
sites.ufca.edu.br/ebooks/wp-content/uploads/sites/22/2022/08/DOSSIE-VOL-2-Version-
Obra-Digital.pdf
Curbelo, José y Suint, Marta (2000). La agenda de los payadores rioplatenses. Buenos
Aires: Independiente.