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Trabajo práctico
Concilio de Trento
El Concilio de Trento fue convocado por el Papa Paulo III en 1545 y finalizará, tras el paso de
los papas Julio III, Marcelo II y Pío IV, en 1563.
A pesar de los avisos a la curia papal de sabios como Erasmo (al que quiso hacer cardenal el
mismo Paulo III) de la necesidad de un giro en las doctrinas de la Iglesia, y de una nueva
interpretación del cristianismo, los papas no estaban por la labor y preferían seguir amasando
fortuna y territorios antes que almas y fieles.
Fue entonces cuando el monje agustino alemán Martín Lutero expondrá públicamente su
opinión acerca del engaño y estafa que suponía para los creyentes estas indulgencias.
Trento fue un tira y afloja, los papas no querían perder su poder, pues los abusos que el
concilio pretendía abolir eran demasiado lucrativos. Es más, el papa no solía asistir a las
reuniones del Consejo, aunque era regularmente informado por sus asistentes.
La historia del Concilio se puede dividir en tres etapas:
Sesiones de 1-10 (13/12/1545, al 02/06/1547), pontificado de Pablo III. Destaca
la representación española y su formación teológica. La amenaza de una epidemia de
peste obliga a suspender las reuniones.
Sesiones 11-16 (01/05/1551, 28/04/1552), con el papa Julio III. Destaca la
numerosa presencia alemana. Carlos V sufre la traición de su aliado Mauricio de
Sajonia, que se alía con los protestantes y ataca al emperador en Innsbruck, por lo
que se suspende el concilio.
Sesiones de 17-25 (17/01/1562, de 04/12/1563), presididas por Pío IV. Ya no hay
representación alemana -no hay reformistas- y se concluyen los temas.
Se convocó como respuesta a la Reforma protestante, con el fin de aclarar diversos puntos
doctrinales. Sus objetivos fueron definir la doctrina católica y disciplinar a sus miembros
condenando la Reforma, considerada por la Santa Sede como una herejía. Fue el concilio más
influyente y su importancia histórica se debe a haber definido la doctrina de la Iglesia sobre la
Sagrada Escritura, la Tradición, los Sacramentos y el celibato, prohibiendo el casamiento de los
sacerdotes, la afirmación de la supremacía de la autoridad papal, el decreto de la fundación de
los seminarios y la delimitación de los campos de aplicación de los teólogos. El concilio definió
las nuevas normas dogmáticas, litúrgicas y éticas de la Iglesia, en especial las prácticas
rechazadas por los protestantes: presencia real de Cristo en la Eucaristía, justificación por la fe
y por las obras, conservación de los siete sacramentos, las indulgencias y la veneración de la
Virgen María y los santos.