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Tánacs, Erika “El Concilio de Trento y las iglesias de la América española: la

problemática de su falta de representación”. En: Fronteras de la Historia, núm.


7, anual, 2002, pp. 117-140.

Erika Tánacs estudia la falta de representación de la Iglesia hispanoamericana en las


reuniones del Concilio de Trento. Aunque tiene en cuenta las explicaciones de los autores
jesuitas Constantino Bayle, Pedro de Leturia y Francisco Mateos, según las cuales los obispos
hispanoamericanos no acudieron a la ciudad italiana principalmente por motivos operativos,
la autora cree que existen otras razones que tienen que ver con el contexto histórico y con las
disputas entre el poder eclesiástico y el poder soberano.
Introducción
La problemática de la falta de representación de las iglesias hispanoamericanas en el
Concilio de Trento (1545-1563) cobra interés en los años 1940 de la mano de los jesuitas
Constantino Bayle, Pedro de Leturia y Francisco Mateos (en el cuarto centenario del Concilio
de Trento). Ante la falta de participación directa de las iglesias de la América española, los
tres historiadores daban las siguientes razones:

 Había una necesidad imperiosa de que los obispos hispanoamericanos permanecieran


en sus diócesis.
 La distancia era enorme y entrañaba muchos peligros de viaje.
 Los padres conciliares (los presentes en Trento) desconocían los asuntos
hispanoamericanos.

Erika Tánacs, si bien considera acertadas estas explicaciones, cree que hay que buscar las
razones principales en:

 El contexto histórico (Reforma y Contrarreforma).


 Las expectativas y esperanzas de los obispos hispanoamericanos respecto al Concilio.
 La lógica interna del Patronato Real.

1.- Una pequeña revisión bibliográfica


El Concilio de Trento viene a determinar las posiciones del catolicismo en un
contexto donde la reforma protestante ha cuestionado muchos fundamentos cristianos. Es
decir, el Concilio le da orden a la Iglesia Católica, y establece una definición doctrinal más
estricta.

Por su importancia, el Concilio de Trento ha sido objeto de muchos análisis y trabajos


críticos, pero han sido pocos los que se han encargado de examinar la influencia del Concilio
en el Nuevo Mundo, salvo los que llevaron a cabo los mencionados autores jesuitas Bayle, de
Leturia y Mateos. Estos se preguntaron por qué la iglesia hispanoamericana no estuvo
representada en Trento, y llegan a la conclusión de que las cuestiones que se debatieron en
Trento eran enteramente europeas y que hubo un gran desinterés respecto de lo que ocurría
del otro lado del océano. Desde entonces, muy poco se ha ahondado sobre el tema.
2. Tomamos también la resolución de convocar un concilio ecuménico

2.1- Antecedentes del Concilio


Desde el siglo XIV se advertía dentro de la Iglesia la necesidad de una reforma, y
mucho tenían que ver los abusos que se cometían dentro de la jerarquía eclesiástica
(acumulación de beneficios, simonía1, nepotismo2, etc.). Por si fuera poco, la Reforma
protestante profundizó esta crisis de la vida religiosa, y el protestantismo provocó que
muchos se alejaran de la Iglesia Romana. Por estas razones, en la década de 1530 se barajó la
posibilidad de celebrar un concilio ecuménico, pero por una serie de problemas políticos no
se llevó a cabo sino hasta 1545.

2.2- El Concilio de Trento


Con el Papa Paulo III (1534-1549) se realizó la primera convocatoria en 1536, cuya
sede sería en Mantua. Sin embargo, la convocatoria sufrió una serie de aplazamientos y la
sede pasó a ser la ciudad italiana de Trento. Finalmente, y tras nuevos aplazamientos, el
Concilio se inauguró el 13 de diciembre de 1545.

Al principio, uno de los objetivos del Concilio, impulsado por el Emperador Carlos V,
era la unión y la reforma. Sin embargo, los protestantes se negaron a someterse al Concilio y
no enviaron a sus representantes. La Curia Romana decidió entonces definir claramente la
doctrina católica en aquellos puntos que el protestantismo criticaba. De este modo, se
llevaron a cabo decretos tanto de reforma como de dogma.

A partir de 1547 y hasta 1562 (la segunda etapa), el funcionamiento del Concilio fue
intermitente y errático, debido principalmente a conflictos políticos e ideológicos.
Finalmente, el Concilio se reanudó en enero de 1562 y se clausuró en diciembre de 1563.

2.3 Marco histórico de la tercera etapa (1562-1563)


Para enero de 1562, Carlos V ya había abdicado y no había unidad entre el Imperio y
España, de modo que el Concilio no tenía el mismo sentido que en la década de 1540. A estas

1
Compra o venta deliberada de cosas espirituales, como los sacramentos y sacramentales.

2
Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos.
alturas, ya no se pensaba en restablecer un diálogo con los protestantes para una hipotética
unidad religiosa. Ahora se quería detener el avance protestante y conservar la fe católica
mediante la clarificación de la doctrina y la reorganización eclesiástica.

2.4 Confirmación y aceptación de los decretos


En enero de 1564, el Papa Pío IV confirmó los decretos del Concilio de Trento. Sin
embargo, surgieron problemas respecto a quién incumbía la ejecución del Concilio, si al Papa
o a los príncipes, dejando de nuevo a relucir los distintos intereses que tenían. El Papa quería
salvaguardar su libertad para interpretar y ejecutar el Concilio, mientras que los poderes
seculares no querían que Roma tuviese tanto poder para incidir en los asuntos de Estado. Para
los soberanos, ellos también debían participar activamente en la aplicación de los decretos.
En resumidas cuentas, se jugaba el liderazgo de la reforma.

Con la bula Benedictus Deus, de junio de 1564, el Papa Pío IV se aseguró de que
nadie pudiese modificar los decretos del Concilio sin su autorización, y de que solo la Santa
Sede pudiese resolver las dudas de los decretos del Concilio. De esta manera, Pío IV
garantizó su potestad e impidió la proliferación de interpretaciones.

3. Paz y unión de la iglesia


El Concilio se convocó con la esperanza de restablecer la paz y la unidad del
cristianismo. Las dos primeras etapas del Concilio (1545-1457 y 1547-1562) tenían la mira
puesta en Alemania y el avance del protestantismo. Sin embargo, los protestantes no
estuvieron dispuestos a someterse al Concilio, de modo que nunca se logró el objetivo
principal de salvaguardar la paz y la unión de la Iglesia.

En la tercera etapa se logró una especie de paz con los protestantes, y la Iglesia aceptó
la división irreversible del cristianismo; se asumió a sí misma, desde entonces, como
comunidad católica. A partir de ese momento, se estableció la doctrina católica, definiéndose
los dogmas y verdades de la fe y eliminándose los abusos de la Iglesia.

4. Nos desearíamos estar presente

Mientras en Europa la Iglesia Romana perdía terreno frente al protestantismo, su


influencia en la América española iba en aumento. Cuando se anunció el Concilio, las bulas
de convocatoria llegaron hasta los obispos de las iglesias hispanoamericanas, y estos
manifestaron sus deseos de estar presentes. Sin embargo, por las razones ya aludidas (las que
arguyen los jesuitas Bayle, de Leturia y Mateos), se le solicitó al Papa la dispensa de los
obispos hispanoamericanos de la asistencia al Concilio.

Pese a la prohibición real y la dispensa papal, hubo intentos por parte de los obispos
del Nuevo Mundo de asistir a Trento. Estos querían que la Iglesia escuchara los problemas a
los que se enfrentaban en América. La autora rescata la carta que el obispo de México, Juan
de Zumárraga, quiso hacer llegar al Concilio, en la que se detallan los temas que le gustaría
que se resolvieran y que surgían a raíz de la evangelización de las tierras conquistadas, tales
como el ordenamiento de los sacramentos, las conversiones, la necesidad de fundar una
Universidad o la protección de los indios ante la violencia que se ejercía sobre ellos.

En definitiva, los obispos quisieron hacer llegar sus reclamos, generalmente de


carácter dogmático, práctico y moral, que habían surgido a raíz del encuentro con culturas tan
diferentes, pero la relación problemática que la Corona española mantenía con la Santa Sede
impidió que estos estuvieran presentes, alegando las circunstancias que ya mencionamos
previamente.

Conclusiones
La ausencia de los obispos y de los temas hispanoamericanos en el Concilio de Trento
se entiende al examinar sus expectativas y el contexto histórico de la asamblea. Al fin y al
cabo, el Concilio solo contempló los problemas europeos, con el fin de orientar el dogma
católico y uniformizar las conductas y las mentalidades de la época. El Concilio también
provocó un mayor control sobre las producciones literarias y artísticas.

Es importante subrayar la problemática entre la Iglesia y las monarquías absolutistas,


ya sea a la hora de elegir el lugar del concilio como la temática o las potestades de este.
Debemos tener en cuenta que, durante el siglo XVI, por un lado, las monarquías estaban en
plena expansión y eran muy celosas del poder, y por el otro, la Iglesia Católica tenía
intenciones de guiar las conciencias de sus fieles. Esta disputa de intereses se vio reflejada en
el Concilio de Trento.

En la Monarquía Hispana, las relaciones entre la Iglesia y el Estado fueron gobernadas


por el Patronato Real, que otorgaba a los Reyes de España la potestad de representar los
poderes espirituales de la Iglesia de Roma. Había, por ende, un mayor control del Estado
sobre la Iglesia.
Aunque no estuvieron presentes, los obispos de las iglesias hispanoamericanas
tuvieron que aceptar y aplicar los decretos del Concilio de Trento. Como menciona la autora
en varias ocasiones, la influencia del Concilio en la América española no está muy estudiada.

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