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Concepto
El hombre es un ser social, está inmerso en la sociedad desde que nace hasta que
muere. Pero resulta difícil dar un definición exacta de la sociedad, por eso presentaremos
primero algunas definiciones:
"Es un gran número de seres humanos que obran conjuntamente para satisfacer sus
necesidades sociales y que comparten una cultura común"
"Sistema o conjunto de relaciones que se establecen entre los individuos y grupos con la
finalidad de constituir cierto tipo de colectividad, estructurada en campos definidos de
actuación en los que se regulan los procesos de pertenencia, adaptación,
participación, comportamiento, autoridad, burocracia, conflicto y otros"
Características.
c) "La sociedad está constituida por grandes grupos que se diferencian entre sí por
su función social"
d) "La sociedad se compone de grupos de personas que tienen una cultura semejante"
e) "La sociedad debe poderse reconocer como una unidad que funciona en todas
partes"
Estructura y funciones.
Por estructura social entendemos el orden u organización por la cual los miembros de una
sociedad ocupan en ella un lugar especial y propio en el que actúan con vistas a un fin
común. Por eso, como diría Fichter, cuando decimos "sociedad" nos referimos
directamente a una "estructura formada por los grupos principales interconectados entre
sí, considerados como una unidad y participando todos de una cultura común"
La sociedad existe para las personas y las personas también desempeñan en ella ciertas
actividades con vistas al bien común. De este recíproco influjo surge la satisfacción de las
necesidades sociales de las personas. Las funciones, que la sociedad está llamada a
realizar para el bien de las personas, algunas son genéricas y otras específicas.
Funciones genéricas:
Funciones específicas:
a) "Tiene una forma ordenada y eficiente de renovar sus propios miembros..."
e) "Las diversas formas de religiones, atienden socialmente las necesidades religiosas
y espirituales..."
f) "Las asociaciones, existen grupos sociales y disposiciones sistemáticas que están
destinadas al descanso y diversiones..."
Son muchas las maneras de clasificar las sociedades y cada una de ellas puede ser
aceptable según el punto de vista desde el que se examine la sociedad. Por ejemplo,
según su índice de crecimiento o de decrecimiento, una población que se multiplica
rápidamente responde a un tipo de sociedad muy distinto de otra que decrece
rápidamente.
"Los sociólogos están de acuerdo en que las diferencias abstractas más importantes por
la que se distinguen las sociedades es la cultura propia de cada una. Las sociedades se
distinguen entre sí más por sus diferentes culturas que por sus diferentes estructuras o
funciones. La sociedad y la cultura están íntimamente ligadas y mediante un proceso de
abstracción podemos hablar de ellas como de cosas separadas. Un ejemplo sencillo de
las diferencias culturales que distinguen a dos tipos de sociedad es el de sociedades
con escritura y sociedades sin escritura".
Una clasificación más útil y significativa de las sociedades es la que está basada en el
predominio de un grupo o institución importante sobre los demás de la sociedad.
Históricamente esta tipología se ha centrado en cuatro categorías principales:
b) "La sociedad dominada por la familia: es aquella en la que hay estrechos vínculos
de parentesco y se tiene en gran honor a los mayores, ancianos o difuntos, y en la que el
status social se mide más por el criterio de la ascendencia que por cualquier otra norma
de status..."
c) "La sociedad dominada por la religión: es aquella en la que el punto central reside
en lo sobrenatural, en las relaciones entre Dios o los dioses y el hombre, en la que todos
los otros grandes grupos se subordinan al religioso..."
d) "El sistema dominado por la política: es el que se suele llamar "Totalitario", en el que
el poder es monofásico y el Estado interviene directamente en la reglamentación de todos
los demás grupos o instituciones"
Debemos dejar bien claro que no se puede hablar de una sociedad exclusivamente
económica, familiar, religiosa o política, sino de un predominio de una sobre las otras.
También se puede hablar de sociedades que dan mucha importancia a la educación y
también al ocio o a la actividad lúdica.
Organización y Desorganización Social
Hace unos 30 años, Alfred Chandler, el historiador de los negocios, propuso una forma de
pensar que ha sido bien aceptada por las empresas de Estados Unidos...una estructura
organizacional es un derivado lógico de la estrategia organizacional y la facilita. Con el
paso de los años, conforme los gerentes han intentado que la estructura se adecue a la
estrategia, este enfoque ha hecho que los gerentes construyan estructuras cada vez más
grandes y “semipermanentes” para sus organizaciones. Estas estructuras, por lógica, eran
resultado de estrategias diseñadas para hacer que las compañías fueran más grandes y
dominantes en los mercados. Hoy, muchos gerentes están probando con estructuras
organizacionales de aspecto muy diferente, porque están experimentando – y triunfando-
con un tipo de estrategia organizacional radicalmente diferente. James Brian Quinn llama
a estas organizaciones las empresas inteligentes, porque su producto más importante son
los conocimientos, empacados en forma de servicios valiosos. Quinn y Tom Peters
afirman que, cuando uno considera que su organización está en el “ramo de los servicios”,
uno jamás la organizará como antes lo hizo.
La Sociología Criminal
La Sociología Criminal es la
ciencia, que tiene por objeto el estudio del delito en cuanto al fenómeno social, así como
el de los factores sociológicos que intervienen en su producción.
DESVIACIÓN Y CRIMINALIDAD
El delito es una especie de conducta desviada, definida como tal por las leyes penales, y
a la cual se le asigna una pena como reacción social institucional.
Los términos conducta desviada y delito son generalmente utilizados para aludir a
conductas individuales. Desviación y criminalidad se refieren a los fenómenos sociales
consistentes en la sumatoria de todas las conductas desviadas o delitos, según el caso.
Al lado del delito, existen otras especies de conducta desviada, tales como la llamada
"enfermedad mental", tenemos también una microdesviación integrado por las conductas
que contrarían las normas de las "buenas maneras o costumbres", la moda, etc.
Teorías sociales explicativas del fenómeno criminal
Teorías psicobiológicas
Como conclusión de esta teoría, resultaría por un lado la carga genética y hereditaria así
como la importancia concedida al medio ambiente en combinación con la predisposición
genética en el desencadenamiento de la delincuencia y, por tanto, será necesario actuar
sobre él para la prevención y el tratamiento de la delincuencia (Sancha, Clemente, Tobal,
1987). Estudios posteriores en España intentan confirmar la teoría de Eysenck,
encontrando que la variable psicoticismo (muy relacionada con la necesidad de
estimulación) aparece más asociada al delito que la variable extraversión, y que la
variable neuroticismo no tiene relación con la delincuencia (Carrillo y Pinillos, 1983; Pérez,
1984; Pérez, Amado, Ortet, Pla y Simo, 1984; Valverde, 1988).
Además, Pérez (1984) encuentra que personas que tuvieran una alta necesidad de
estimulación, junto con poca susceptibilidad al castigo (personas extravertidas tal y como
indican Eysenck, 1976; Lym y Eysenck, 1961; Schallin, 1971; Barnes, 1975) serían más
susceptibles de cometer conductas antisociales. No obstante, García-Sevilla (1985)
concede mayor importancia a la baja susceptibilidad al castigo, puesto que la necesidad
de estimulación sería una consecuencia de una baja sensibilidad al castigo.
Rutter, Giller y Hagell (2000) recogen que la presencia de XYY no causaría directamente
la delincuencia, sino que junto a otros factores incrementa la posibilidad de ejercer
conductas antisociales.
Las teorías del aprendizaje explican el comportamiento delictivo como una conducta
aprendida, bien sea basándose en el condicionamiento clásico, el operante o el
aprendizaje vicario. El condicionamiento clásico ha sido utilizado por Eysenck (1977,
1983) explicando cómo el niño es castigado a lo largo de su infancia por padres, y
maestros, lo que actuaría como estímulo incondicionado (EI); el acto antisocial castigado
como estímulo condicionado (EC) y el resultado de miedo, ansiedad y culpa como
respuestas incondicionadas. Mediante los sucesivos apareamientos EI-EC, el niño va
siendo condicionado a experimentar miedo y ansiedad ante los actos antisociales,
constituyendo estas respuestas condicionadas su conciencia, que actuará como un
poderoso disuasor de la ejecución de tales actos.
Otros autores, entre los que se situaría en gran medida Jeffery (1965, 1977), se han
centrado en el condicionamiento operante para explicar el moldeamiento y mantenimiento
de la conducta delictiva mediante refuerzo diferencial. Parten de que el comportamiento
delictivo es reforzado tanto por reforzadores positivos como mediante reforzamiento
negativo. Según Borrill (1983), los refuerzos positivos serían las ganancias materiales
derivadas del acto delictivo y la aceptación y prestigio dentro de un grupo de referencia.
Según García y Sancha (1985), el reforzamiento negativo explicaría muchos
comportamientos delictivos asociados con una reducción de estados de ansiedad y
frustración tales como, delitos sexuales y contra las personas y los asaltos a farmacias en
busca de estupefacientes. Según Sancha y Miguel Tobal (1985), la actuación conjunta
de ambos reforzamientos (positivo y negativo) hace que este tipo de conductas sean
sumamente resistentes a la extinción, unido al hecho de que la detención y el arresto se
producen de forma intermitente, dando lugar a un programa de reforzamiento parcial.
Por otra parte, la teoría del aprendizaje social, cuyo principal exponente fue Bandura
(1987), explica la conducta humana como la interacción recíproca y continua entre los
determinantes cognitivos, comportamentales y ambientales. García y Sancha (1985)
exponen que la observación de modelos incide sobre el joven en la adquisición de hábitos
de comportamiento generales y particulares (agresión), normas y juicios morales, y en el
autocontrol (entendiendo éste como la capacidad de tolerar la demora de la recompensa,
la posibilidad de renunciar al refuerzo inmediato en vistas a lograr metas a largo plazo y el
empleo de autorrefuerzos y autocastigos). Siguiendo esta línea, Bandura y Walters (1988)
intentan explicar la conducta antisocial desde los principios del aprendizaje social,
incidiendo en que el reforzamiento vicario depende de las consecuencias que para el
modelo tiene su conducta. Si el modelo es recompensado o si el comportamiento es
muy valorado por el grupo, se generan en el observador unas expectativas de obtener
recompensas semejantes al llevar a cabo la conducta, pero cuando es castigado, el
observador tenderá a devaluar tanto al modelo como al comportamiento.
Por tanto, las más altas tasas de conducta agresiva, se han encontrado en ambientes en
que abundan los modelos agresivos y donde la agresividad es altamente valorada. El
problema surge cuando los modelos de agresión se pueden encontrar en la familia y la
subcultura, y de forma simbólica en cine y televisión estando, por tanto, al alcance de los
jóvenes (Belson, 1978; Howe, 1977).
Piaget (1932) mantuvo que los niños comienzan a aprender las reglas morales de los
adultos, distinguiendo, en primer lugar, un período temprano de autocentrado (período
egocéntrico), que luego era seguido de dos etapas: a) realismo moral, donde el juicio
moral del niño está dominado por los adultos, y lo bueno es referido en término de
obediencia a los roles paternos, evauando sus actos con relación a la exacta conformidad
con las reglas establecidas (normas externas; así como, b) relativismo moral donde
existe cooperación, reciprocidad y autonomía moral. Aquí, el niño internaliza las leyes y
luego emite juicios. A partir de esta idea, según Finckenauer (1984), para Piaget el
desarrollo inadecuado de la etapa del relativismo moral, implica una perturbación en el
proceso de socialización que conlleva la conducta delictiva.
La investigación llevada a cabo por Kohlberg (1958) sugiere que las ideas en torno a la
sociedad progresan a través de etapas morales (un esquema cognitivo que se relaciona a
una conducta situacional, tanto a corto como a largo plazo), situando la comprensión de la
moralidad y la justicia en la adolescencia. De aquí que la detención en el desarrollo moral
en la edad de los 13 años, debido a la existencia de un ambiente social y físico
inadecuado para poder ponerse en el lugar del otro, suponga el inicio de la delincuencia
(Finckenauer, 1984; Scharf, 1978). A partir de estas investigaciones, Hoffman
(1984), afirma que la aparición de conductas antisociales está relacionada con la
insatisfacción de ciertas necesidades del chico (seguridad, conocimiento de las fronteras
de control, dependencia con otros y desarrollo de competencias a través de experiencias
de éxito en la manipulación del ambiente) y con la imposibilidad de llevar a cabo ciertas
tareas de desarrollo (adquirir conductas socialmente responsables, preparación para
un futuro, etc.).
Siguiendo esta línea argumental, surge la teoría clásica de las subculturas representada
por Cohen (1955), que muestra como la mayoría de los problemas de adaptación se
solucionan de forma normal, pero en algunos casos, las personas eligen soluciones
desviadas, basándose en los grupos de referencia. Por tanto, un joven en conflicto o
inadaptado puede optar por tres alternativas:
Incorporarse al ámbito cultural de los jóvenes de clase media, aunque suponga competir
en inferioridad de condiciones.
Por tanto, se deduce que la clase baja tendría menos oportunidades de conseguir sus
objetivos por vía legal, desarrollando conductas desviadas.
Otra teoría destacable sería la del control o arraigo social propuesta por Hirschi (1960),
que a grandes rasgos viene a decir que la sociedad se esfuerza en presionar a sus
miembros con mode- los de conformidad, pero las personas que carecen de vínculos
sociales están predispuestas a delinquir, en comparación con aquéllas que tienen gran
arraigo social. La familia y la escuela son los dos sistemas convencionales de control
social.
Por otro lado, la teoría de la tensión o frustración sostiene que las relaciones negativas,
los estímulos nocivos y los sucesos vitales estresantes pueden desencadenar furia y
frustración hasta llegar al punto del crimen o la delincuencia.
Teorías integradoras
Como ya se ha expuesto, han sido muchas las teorías que han tratado de explicar el
porqué de la delincuencia. Se han argumentado teorías biológicas, psicológicas y
sociales, pero ninguna ha explicado satisfactoriamente la conducta antisocial en los
jóvenes. De aquí surge la necesidad de teorías integradoras que según Moliné y
Larrauri (2001), requieren establecer factores asociados a la delincuencia, pudiendo
parecer que un fenómeno delictivo aparezca asociado a factores de diversas teorías. Una
de las teorías integradoras más relevantes en el estudio de la conducta anti- social, fue la
propuesta por Farrington (citado en Farrington, Ohlin y Wilson, 1986) que integra aspectos
vistos en otras teorías, como la teoría de las subculturas de Cohen, la teoría del control
de Hirschi, la teoría de la asociación diferencial de Sutherland, la teoría de la desigualdad
de oportunidades de Cloward y Ohlin y la teoría del aprendizaje social de Trasler. Según
Farrington (1986) los delitos se producen mediante procesos de interacción entre el
individuo y el ambiente, que él divide en cuatro etapas:
En la segunda etapa se busca el método legal e ilegal de satisfacer los deseos. La relativa
incapacidad de los jóvenes pobres para alcanzar metas u objetivos mediante métodos
legítimos puede ser, en parte, porque tienden a faltar a la escuela y, por tanto, encuentran
empleos de bajo nivel.
La cuarta etapa supone que los factores si- tuacionales (costes y beneficios) serán los
que lleven a cometer los delitos. A modo de conclusión, el autor señala que
la delincuencia alcanza su cota máxima entre los 14 y los 20 años, porque los chicos (de
clase baja que abandonan la escuela) tienen fuertes deseos de excitación, cosas
materiales, status y pocas posibilidades de satisfacerlos; por el contrario, después de los
20 años, los deseos se atenúan o se vuelven realistas, disminuyendo la
conducta antisocial.
Según Rutter et al. (2000), esta cadena causal requiere empezar por una propensión del
individuo de cometer delitos, propensión que quedan relegada a los factores de riesgo
individuales, tanto de corte psicológico (impulsividad, agresividad, trastornos psicológicos,
procesamiento de la información, solución de problemas, actitudes y creencias) como de
socialización (familia, escuela y grupo de iguales). Más allá de las diferencias individuales,
existen situaciones que desencadenan ciertas emociones negativas, tales como la ira y la
frustración, ya que el contexto no proporciona los medios necesarios para la consecución
de las metas o necesidades de la persona (ver teorías explicativas sociológicas). Además,
el que tengan lugar o no actividades antisociales, se verá influido en la medida que la
situación social proporcione presión para llevarla a cabo (consumo de drogas, testimonios
de actos antisociales anteriores, modelos de conducta antisocial de su grupo de amigos)
o, por el contrario, para inhibir su aparición (apego familiar y escolar entre otros).
También, las oportunidades para delinquir son decisivas (objetivos accesibles, una falta
de vigilancia, un tiempo sin supervisión y medios disponibles para la conducta antisocial)
(Cohen, 1955). A partir de los procesos causales que llevan a la comisión de actos
antisociales surgen estrategias preventivas y de intervención de la delincuencia. Se
comentan, por un lado, las estrategias preventivas en la fase predelictiva y, por el otro,
la prevención e intervención en la fase postdelictiva.
La educación preescolar
Tremblay y Craig (1995) muestran que la prevención en la primera infancia para mejorar
la crianza en grupos de alto riesgo (p.e.: niños con bajo peso al nacer) es fundamental.
Típicamente, las niñeras que visitan las casas proporcionan una guía sobre el desarrollo
del niño, los cuidados en el hogar y las pautas de crianza en particular. Los hallazgos
muestran beneficios sustanciales en la prevención del maltrato infantil, la negligencia en
los niños, la mejora del desarrollo cognitivo y la reducción de las dificultades de conducta.
Las repercusiones son evidentes con respecto a la prevención de la delincuencia posterior
del niño. Un ejemplo de esto sería el Programa de la Universidad de Syracuse.
Los niños pasan gran parte de su vida de vigilia en el colegio. Por ello, la escuela
constituye una organización social que ejerce un considerable efecto sobre la conducta y
los logros de los niños, para controlar los cambios que se producen en los chicos de una
etapa escolar a la siguiente (Maughan, 1994). Se trata, por tanto, de mejorar la capacidad
social del niño en el medio escolar y reducir la conducta agresiva. En este sentido, la
escolarización eficaz se caracteriza por una dirección fuerte y positiva, expectativas por
parte de los alumnos, un seguimiento sistemático del progreso de los alumnos,
uso apropiado de recompensas y castigos, una adecuada implicación de los padres en las
actividades escolares de sus hijos y una atención en el aprendizaje y enseñanza de alta
calidad (Mortimore, 1995).
Los niños asistían a clases especiales de dos horas y media al día durante 30 semanas y
un profesor visitaba sus casas un día a la semana. El centro de atención se dedicaba al
aprendizaje activo, el desarrollo de la autoestima, el fomento de la independencia, la
enseñanza de la resolución de problemas y la continuidad en las tareas. También se
fomentaban las relaciones positivas con la familia, que los profesores estuvieran
bien formados y las clases fuesen poco numerosas.
Los resultados del programa muestran que el grupo High/Scope, en comparación con uno
control, tuvo menos arrestos (hasta los 27 años) que el grupo en el que no se realizó
intervención; siendo la diferencia más evidente en cuanto a delitos menores, arrestos
relacionados con las drogas e índices de embarazos adolescentes.
Estos autores insistieron en el valor del seguimiento de la conducta de los niños en casa,
el amplio uso del elogio para la conducta adecuada, sanciones sistemáticas por la
conducta errónea y la importancia de la negociación familiar constructiva y de la
resolución de problemas. Otro programa es el desarrollado por Webster-Stratton (1991),
que hace hincapié en los conflictos matrimoniales en las familias de los niños con
problemas de comportamiento. Esta autora parte del modelo BASIC (una formación en
capacidades interpersonales para los progenitores que es básica), que se centraba en la
manera de jugar del niño, el uso de la alabanza y las recompensas, el dominio del enfado,
la comunicación, el control de la depresión y el dar y recibir apoyo. Además, para poder
generalizar y aumentar la duración del programa, se ayuda a los padres a contribuir a las
capacidades escolares de sus hijos mediante apoyo con los deberes, se enseña a los
niños capacidades sociales, resolución de problemas y control del comportamiento en el
aula. Finalmente, se ayuda a los profesores en el control del aula y en el fomento de la
participación de los padres. Los resultados fueron muy positivos con la combinación de la
formación de los padres, los hijos y los profesores.
En este apartado, se revisarán las intervenciones clínicas realizadas con jóvenes que ya
han recibido algún tipo de medida judicial por su conducta antisocial. Las diferencias con
los programas preventivos, radican en el hecho de incidir en adolescentes en vez de en
niños más pequeños (Rutter et al., 2000). Por tanto, la atención se centra en los
efectos que, sobre sus carreras delictivas posteriores, tiene el que los individuos
experimenten la intervención; sea esta punitiva, terapéutica o rehabilitadora.
La reducción de las oportunidades de delinquir consiste en que, para cualquier nivel dado
de propensión individual a desarrollar una conducta antisocial, habrá unos factores de
situación que influirán en si esa predisposición se traduce o no en comisión de actos
delictivos (Rutter, Maugham, Meyer, Pickles, Silberg et al., 1997). Según Clarke y Cornish
(1985), la delincuencia es una conducta intencional que sirve para satisfacer necesidades
corrientes de dinero, status o sexo, que implican tomar decisiones. Pero dichas decisiones
dependerán de parcialidades en el procesamiento de la información, por diferencias
individuales en cuanto a la medida en que las personas piensan en las consecuencias, o
sopesan líneas de actuación alternativas.
La dificultad estriba en llevar a cabo estas medidas y que se mantengan después por los
integrantes de cada barrio. Además, la desorganización social de ciertos barrios (con alta
criminalidad) se caracteriza por baja estabilidad del vecindario, pobreza, elevado
desempleo, etc., resultando difícil la vigilancia y control de la delincuencia.
Esta opinión subyace a distintos proyectos, como el Chicago Area Project iniciado por
Shaw en 1932 (Schlossman, Zellman y Shavelson, 1984), o al mucho más reciente British
Priority EstatesProject (Foster Hope, 1993). No obstante, otros proyectos tendrían como
objetivo el desarrollo de planes para fomentar el uso positivo del tiempo libre, animando a
los jóvenes a participar en actividades constructivas (Graham y Bennett, 1995;Utting,
1996). Un ejemplo serían los grupos de Scouts (Quinn, 1995) en Estados Unidos. No
obstante, los resultados hasta la fecha sugieren no mucha influencia en los índices de
delincuencia, por deseables que sean todos estos proyectos.
Hay gran multitud de estudios que demuestran que la conducta de los jóvenes se ve
influida por recompensas y castigos (Blackburn, 1993; Patterson, 1982). Por tanto, parece
lógico que un medio eficaz de prevenir la delincuencia, fuese el incrementar la
probabilidad de aprehender a los delincuentes y que se elevase el nivel de castigo de los
condenados. No obstante, muy pocos de los actos delictivos tienen como
consecuencia una condena y, por tanto, los delincuentes tienen la expectativa de que es
probable que se libren del castigo (Rutter et al., 2000). Por tanto, si el castigo no es
inmediato y es poco probable, pierde todo su poder disuasorio (McGuire y
Priestley, 1995). En definitiva, los hallazgos relativos a la disuasión general y de la
severidad del castigo son muy poco concluyentes hasta el momento (Rutter y Giller,
1983), a pesar de las considerables reducciones en el recurso de la custodia y
un aumento en el uso de sentencias comunitarias por parte de los tribunales de menores
en el Reino Unido (Allen, 1991; Morris y Giller, 1987).
Políticas de desviación: parten de la preocupación de que los jóvenes que delinquen por
primera vez y son llevados a los tribunales, pudieran acelerar el inicio de sus carreras
delictivas (Farrington, Osborn y West, 1978). Por ello, se utilizó el sistema de
amonestaciones para los primeros delitos. Otra forma de desviación es la que ofrece la
discreccionalidad del denunciante acerca de si continuar o no con el
procedimient (Gelsthorpe y Giller, 1990). Finalmente, los programas más activos fueron
los llamados Programas de Tratamiento Inmediato (TI) (en el Reino Unido), cuya meta era
proporcionar una alternativa a la custodia que combinase la supervisión del delincuente (a
través de la participación en programas recreativos) y apoyo en las tensiones del hogar
(Bottoms, Brown, McWilliams, McWilliams y Nellis, 1990). Los resultados fueron buenos,
aunque aumentaba su eficacia si se aplicaban conjuntamente con los padres.
El castigo: las investigaciones hacia los efectos disuasorios del castigo no son
concluyentes.
Según Rutter et al. (2000), alguna forma de sanción es deseable para indicar la
desaprobación de la sociedad, pero parece improbable que aumentar la severidad del
castigo, establezca una gran diferencia en cuanto a su efecto disuasorio sobre el
delincuente concreto.
Clasificación del riesgo: ajustar los niveles de riesgo del delincuente y el grado de
intervención.
Integridad del programa: los objetivos guardan relación con los métodos que se han de
utilizar; los recursos son adecuados, hay capacitación del personal y un buen
seguimiento.
Cuello Blanco
GENERALIDADES
Las definiciones sobre el delito de cuello blanco y convencional que posee nuestra
sociedad se encuentran francamente diferenciada, lo que proporciona otro matiz y
percepción.
Los medios de comunicación social le proporcionan estereotipos al delincuente al
momento de propagar el hecho, dándole tratamiento diferente a las noticias entre
un delito de cuello blanco y uno común.
Los delitos de cuello blanco previsto en nuestra legislación, generalmente quedan
impune porque nuestra sociedad persigue solo los “falsos delitos de cuello blanco”
cometidos por funcionarios o profesionales de clase intermedia, obviando los
sujetos de clase alta y con influencias de poder.
El delito de cuello blanco o el de corrupción, tiene la virtud de disolver las barreras que
siempre separaron el crimen de la política y revela la esencial ambigüedad del discurso de
la criminología en general”.
Hasta hace algunas décadas atrás se plateaba que el funcionamiento defectuoso de las
estructuras sociales se debía a fallas en el control de los impulsos biológicos del hombre.
Y con el avance de las ciencias sociales esas ideas fueron siendo modificadas.
Pero sigue existiendo una pregunta fundamental: ¿Cómo las estructuras sociales
producen las circunstancias para que la infracción de códigos sociales se constituya como
algo normal? Ligado a ello surge otra interrogante: ¿Cómo algunas estructuras sociales
ejercen una presión sobre ciertas personas de la sociedad para que sigan una conducta
inconforme y no una conducta conformista?
Entre los diversos elementos de las estructuras sociales y culturales, tenemos dos que
son de importancia inmediata: i) Objetivos, propósitos y fines culturalmente definidos,
sustentados como legítimos por todos los individuos de la sociedad. ii) Acoplamiento de
los objetivos culturales y sociales a reglas, normas e instituciones, relativos a los
procedimientos para avanzar hacia dichos objetivos.
Ver la relación entre objetivos culturales y las normas institucionalizadas. Puede darse el
caso que haya un interés pequeño por los medios institucionalizados y en contraparte un
enorme interés por alcanzar los objetivos culturales. El caso extremo seria que todo y
cada uno de los procedimientos que permitan llegar al objetivo sean permitidos. Otro caso
extremo sería el de una sociedad donde se carece de objetivos ulteriores, y que la
conducta institucional se rija solo como un rito, y no como un medio para alcanzar un
objetivo. Se desarrolla así una sociedad unida en la tradición. Pero entra estos dos
extremos se encuentra la sociedad con equilibrio ente sus objetivos y practicas
institucionales, y constituye por ello sociedades unificadas y relativamente estables.
Así se conserva un equilibrio efectivo resultado de la relación entre estos dos aspectos de
la estructura social, al cual los individuos se sujetan a esas dos presiones culturales, los
procedentes de la consecución de los objetivos y los medios institucionales para
alcanzarlos.
Ver que debe haber incentivos positivos para que los diversos sectores sociales se
adhieran a las obligaciones de la situación social, sino se da ello se producen anomalías.
Así ¿Qué es una anomalía? Desde el punto de vista de la sociología se la comprende
como un síntoma de disociación entre los objetivos culturales y los caminos institucionales
para llegar a ellos.
Con esta diferencia los procedimientos institucionales pueden viciarse tanto por la presión
de los fines, que la conducta de muchos individuos se vuelve incorrecta según la
normativa de esa sociedad. Así la sociedad se hace inestable, y produce lo que Durkheim
llama “anomia” (falta de normas).
¿La idea de mantener altas ambiciones en las personas a pesar de que a las personas les
va mal, a que se debe? A que centren en algo lejano y no vean su propia realidad, y a la
par para que se sientan identificados con los estratos altos. Ver que además se da el
castigo a quienes abandonan sus ambiciones.
Innovación. Debido a la importancia del llamado éxito los individuos muchas veces usan
medios institucionalizados proscritos por la sociedad, pero eficaces para lograr el éxito. Se
da así que el individuo interioriza las metas sin interiorizar los medios para conseguirlo.
Ver que grandes riquezas son producto de la innovación institucionalmente dudoso. Así
se va dando una sociedad donde el fin justifica los medios. Tener en cuenta otra situación:
los estratos bajos es donde se da el más alto índice de vulneración de las instituciones, y
ello debido a la propia estructura social. Profundizando tenemos las siguientes
situaciones: i) los incentivos para el éxito la proporcionan la cultura, ii) las vías disponibles
para avanzar hacia esas metas están limitadas por la estructuras de clase. Y esta
combinación hace que la presión por vulnerar la institucionalidad sea cada vez más fuerte.
Así se cae en una contradicción palpable: la cultura orienta la conducta hacia la obtención
de éxito, esto es de riqueza y poder, pero por otro lado niega la oportunidad efectiva para
hacerlo de acuerdo con sus instituciones. Por ello no es raro que en sociedades como
EE.UU surja la mafia como un triunfo de la inteligencia amoral sobre el fracaso moral de
esta sociedad.
Rebelión. Implica que los individuos que están fuera de la estructura social busquen
imponer una nueva estructura social. Consideran los objetivos y los medios como algo
arbitrario. Y se diferencia del resentimiento, el cual solo implica odio, envidia y hostilidad,
es decir, no implica un verdadero cambio de valores, lo que si lo ve el rebelde.
Producto de todo esto se produce la tendencia a la anomia. Así vemos que las estructuras
sociales que se presentan inducen a la anomia. Cuando la importancia cultural para
satisfacer los objetivos en desmedro de las instituciones entonces se favorece la
destrucción del sistema. Pero ver que la tendencia a la anomia no es igual en toda la
sociedad. ¿Se reduciría la anomia por el solo hecho de cambiar de objetivos culturales sin
que haya un cambio en las mismas estructuras sociales? Esto es algo que Merton deja
flotando
La subcultura delincuente
1) Es gratuita (no lucrativa; en el sentido de que los propios hechos criminales no
persiguen la obtención de un beneficio económico sino otros objetivos), maliciosa
(por cuanto la satisfacción deriva precisamente de la disconformidad de los otros),
destructiva (porque se enorgullece de hacer aquello que es incorrecto según los
estándares de las clases medias).
2) Una actitud valorativa ambivalente, cuando menos respecto a las normas de la
cultura oficial. Hedonismo inmediato porque la subcultura propugna una
satisfacción inmediata frente a la postergación del placer que caracteriza la actitud
de las clases medias. Espíritu de grupo en cuanto intolerancia de toda restricción o
limitación que trate de ejercerse desde el exterior de la propia subcultura.
3) La subcultura criminal es una subcultura de grupo y no una solución privada,
individual.
El problema en definitiva es cómo y por qué surgen las subculturas, y cómo se relacionan
éstas con la sociedad oficial o mayoritaria. Para Cohen, una y otra clase social tienen sus
respectivos códigos de valores. La clase media, por ejemplo, pone un especial énfasis en
la movilidad social, en la eficiencia y en la responsabilidad individual, en la racionalidad
para perseguir sus objetivos, en el respeto a la propiedad, en la constructividad en el uso
del tiempo libre y, sobre todo, en el ahorro y en la postergación o aplazamiento del placer.
La clase social baja, por el contrario, concede mayor significación a la fuerza física y a la
colectividad y mucho menor que las clases medias al ahorro y a la posposición del placer.
Estigma Social
El término “estigma” tiene su origen en Grecia, se denominaba así a la marca que les
hacía con hierro candente a los esclavos que intentaban huir o a quien hubiese cometido
algún crimen para identificarlos del resto de personas.
En Psicología Social, uno de los pioneros en acuñar el término de “estigma social” fue
Erving Goffman quien lo describió como “un atributo especial que produce en los demás
un descrédito amplio”.Para Jones el concepto de estigma social es una marca percibida o
inferida que supone una desviación de la norma. El portador de dicha marca le define
como desviado, imperfecto, limitado y, en general, como indeseable.
Estos autores defienden que el individuo que estigmatiza no solo ve en el otro una
condición desviada sino que además su estigma está directamente relacionado con sus
rasgos o características disposicionales. Tampoco sería necesaria una internalización del
estereotipo negativo para que la persona se sintiera estigmatizada.
Otra definición de estigma social es la propuesta por Crocker, Major y Steele en la que “la
persona estigmatizada posea o crea poseer algún atributo que provoque una devaluación
de su identidad social en un contexto social particular”.Para ellos, puede que el sujeto
estigmatizado no sea visto o no se vea él mismo como miembro de un grupo social,
enfatizan el relativismo cultural del estigma y su concepto de “estigma” diferiría del de
“desviación”.
Por otro lado, Jones se centró en identificar las dimensiones que hacen diferente la
interacción social con las personas estigmatizadas estableciendo 6 dimensiones:
Como aplicación hemos seleccionado por una parte una imagen en la que aparece una
mujer africana, esta foto nos lleva a pensar por ejemplo, la forma en la que esta persona
estaría estigmatizada por su etnia en nuestra sociedad o la manera en que ella se vería o
no a si misma como miembro de un grupo social determinado. Por otro lado adjuntamos
un enlace de una campaña publicitaria en contra del estigma social en las enfermedades
mentales.
Política Criminal
Objeto
Su objeto es la política que lleva a cabo el Estado y la Sociedad para enfrentar tanto la
criminalidad convencional como la no convencional, así como la nacional, internacional y
transnacional, ya que entre ellas se da una interdependencia creciente que es preciso
tener en cuenta en los procesos de criminalización y descriminalización; también entraña
la consideración de la comunidad, el delincuente y la victima, así como las llamadas
políticas penitenciarias y otras que tengan relación con el tema criminal, las cuales deben
estimarse como parte de la misma.
Definición
Cualquier definición que se tome como referencia de la Política Criminal, parte de una
premisa; debe entenderse fundamentalmente como política del Estado y por tanto de los
grupos dominantes, por lo que siempre está ideologizada y representa los intereses y
puntos de vista de las fuerzas hegemónicas, sin por ello dejar de estar vinculada
estrechamente al desarrollo histórico del Derecho, al contenido científico de lo jurídico y
de otras disciplinas como: la Criminología, la Filosofía del Derecho o la Sociología
Criminal.
Ciencia
Medios
Sirven como medios de la Política Criminal, tanto el concepto del delito en cuanto
instrumento de control de la conducta, como las sanciones, es decir, las penas y las
medidas de corrección y seguridad, así como las multas y medidas administrativas de la
legislación sobre infracciones del orden.
La política social se define como la política de los gobiernos con relación a la acción que
tiene un directo impacto en el bienestar de los ciudadanos, proveyéndole de seguridad
social, asistencia pública, vivienda, educación y tratamiento del crimen.
Existe una importante relación entre Política Criminal y Política Social; la cooperación se
efectúa de tal modo que la Política Social trata de influir en los factores sociales
reconocidos como criminógenos. Con esta colaboración, no desaparece el delito, pero es
posible mantenerlo bajo control. La política social general puede influir en la modificación
de las relaciones en la estructura social que fomentan el nacimiento del delito.
Planificación
Características
Esta planificación debe ser pluralista y multidisciplinaria. Debe tomar en cuenta varios
caminos, varios acercamientos, varios métodos. No puede ser estática, constantemente
debe tomar en cuenta los cambios sociales y las valoraciones que surgen tanto en la
naturaleza como en el volumen de la delincuencia y debe ser multidisciplinario, por ser
una obra colectiva de politólogos, economistas, sociólogos, médicos y juristas.
Aspectos del desarrollo a tener en cuenta
Situación, medios y fines socioeconómicos, políticos y culturales, entre ellos, los tipos y
niveles de producción, distribución, consumo, ingreso y educación, la organización de las
principales funciones estatales y regionales, protección de los derechos humanos,
participación comunitaria, así como los aspectos presupuestarios y funcionales del
sistema de justicia penal.
Las relaciones entre ellas deben verse de forma integradora donde cada una de ellas
tiene una función que cumplir y donde las tres están fuertemente interrelacionadas:
Aunque la Política Criminal no puede ser ajena a las aportaciones de las ciencias
sociales, es ineludible para una Política Criminal que, a la hora de decidir sobre la reforma
de las leyes, debe tenerse en cuenta los efectos reales del sistema de Derecho
Penal sobre la realidad.
La Política Criminal en cuanto disciplina que suministra a los poderes públicos las
opciones científicas concretas más adecuadas para el eficaz control del crimen, ha
servido de puente entre el Derecho Penal y la Criminología, facilitando la recepción de las
investigaciones empíricas y su transformación en preceptos normativos.
El camino acertado sólo puede consistir en dejar penetrar las decisiones valorativas
político-criminales en el sistema del Derecho Penal, en que su fundamentación legal, su
claridad y legitimación, su combinación libre de contradicciones y sus efectos no estén por
debajo del sistema positivista formal. La vinculación del Derecho y la utilidad político
criminal no pueden contradecirse, sino que tienen que compaginarse en una síntesis.
1. NUEVA CRIMINOLOGIA
1.1 CONCEPTO
Obs: vemos aquellas corrientes contemporáneas que buscan de una u otra manera
disminuir o suprimir el derecho penal tal como existe en nuestros días.
1.2 ANTECEDENTES
Sus antecedentes mas lejanos lo encontramos en: Tomas Moro: con la delincuencia
conectada con los social, en especial con la propiedad privada y la crítica al sistema
penal, Godwin: con su estudio de la relación entre el delito y el orden social que le permite
a algunos vivir en abundancia y a otros en una extrema miseria.Owen destaca la
corrupción en el carácter del hombre debido a la influencia de un medio ambiente
desfavorable. Los más importantes son los aportes de Bogner que intento realizar una
explicación marxista de la criminalidad, para este el comportamiento antisocial era
producto del determinismo, la delincuencia era producto de un pensamiento criminal que
era generado por las tendencias del capitalismo que llevan a las personas a ser egoístas.
Los orígenes inmediatos de la nueva criminología tienen que ver con la crisis de la
criminología tradicional, y en especial con el hecho de que se pone en duda el alcance de
la ley.
Según: Rosa de Olmo, el nacimiento de la criminología critica en EEUU está relacionado
a varias razones fundamentales:
1.3 PRINCIPIOS
c) El derecho penal no protege por igual a todos los bienes y no es igual para todos los
ciudadanos, la criminalidad es un status producto de la selectividad y el derecho penal no
ofrece una alternativa al conflicto social sino más bien tiende a encubrir el conflicto social.
e) Se busca aliviar en todo sentido la presión que ejerce el sistema penal sobre las clases
subalternas y busca abrir mayores espacios para aceptación de la desviación. Para aliviar
la presión del sistema penal se impone una reducción máxima de este sistema
h) Su actual y máxima aspiración es la situación, parcial o total, del sistema penal por
medidas que, más adecuadas humanamente, que consulten los intereses del los grupos
sociales mayoritarios y al mismo tiempo respeten el derecho de la diversidad.
1.4 VERTIENTES
Principios:
a) el uso de la violencia estatal y por ende la del derecho penal, cumple la función de
garantiza el control de la fuerza de trabajo. El delito es funcional al sistema capitalista de
producción
b) la existencia del derecho debe estar subordinada al cambio de la estructura económica
c) la criminalidad no puede ser objeto de una ciencia singular, porque es expresión de la
condición humana bajo el dominio del capital
d) el modo de producción capitalista genera valores egoístas y no altruistas y
comunitarios. Por ellos se busca el enriquecimiento a toda costa, aun a costa de la vida,
salud y los bienes de los demás.
e) el sistema capitalista produce una alienación rompe con la naturaleza del hombre
donde su fuerza de trabajo es vendida como una mercancía y no tiene una utilidad para el
mismo hombre
La alternativa humanista busca que los derechos humanos sirvan para formular
comportamientos criminales de manera diferente a como formula este tipo de
comportamiento el derecho penal. Corresponde al pueblo re-apropiarse del poder de
criminalizar, se mira al crimen no desde la moral de aquellos que detentan el poder sino
desde la moral del pueblo.
Varios criminólogos utilizan esta terminología para aludir a una vertiente desligada de las
restricciones de la criminología “oficial”, para referirse a una vertiente lanzada hacia una
comprensión total, filosófica, histórica, económica y política de los problemas sociales
que culminan en una criminología colocada a lado de la clase operaria.
Busca crear una ciencia criminológica integrada, donde lo jurídico sea un aspecto técnico
y subordinado y donde el proceso de la criminalización debe dirigirse a la protección de
los intereses mayoritarios. El movimiento obrero busca superar la visión utilitarista del
derecho penal y de la delincuencia. Busca sobre todo la lucha contra las causas de toda
criminalidad y eso se puede concretar cuando se superan las condiciones sociales y
económicas que impone el capitalismo.
Tiene por objeto el análisis de los procesos de criminalización, mirados dentro del amplio
control social (formal o informal), y opta por la búsqueda de medidas alternativas (política
criminal alternativa) teniendo en cuenta los aportes que han hecho otras criminologías que
le preceden.
Con este nombre se hace referencia a aquel pensamiento que pretende utilizar a la
criminología como un instrumento político que se orienta a la emancipación de los pueblos
para que posteriormente se cree una sociedad libre de diferencias entre los hombres. La
liberación es el objetivo final de la criminología. La criminología comprendería: a) un
estudio crítico del derecho penal en sus tres momentos; la aplicación, interpretación y la
producción b) vemos un apoyo permanente de la sociología y de la ciencia política c)
vemos un análisis crítico de la dogmatica penal, del sistema penologico, de tratamiento y
de las alternativas al sistema penologico d) vemos también el estudio de los valores y los
estereotipos, de los portadores del control, sus agentes, destinatarios.
d) Se interesa por buscar y lograr un nuevo orden social para todos, antes de elaborar
una política criminal alternativa.
2. NUEVO REALISMO
2.1 CONCEPTO
2.2 ORIGEN
El Nuevo Realismo nace como respuesta a varias situaciones:
d) al análisis particularizado que hace la criminología que se ocupa de la víctima del autor
de la reacción social o de la conducta desviada, dando una importancia mínima a los
demás aspectos. Por esto el nuevo realismo propone un análisis total del fenómeno
criminal donde se atiende simultáneamente al agresor, la víctima, la reacción social y al
comportamiento delictivo.
2.3 PRINCIPIOS
Sobre el delito
Para el nuevo realismo el crimen es una realidad que debe ser tomada en serio, el delito
es un problema real padecido especialmente por los sectores desprotegidos que resultan
siendo las principales víctimas. Debido a que el delito es más un problemas que se
presenta dentro de las clases sociales vemos que los desvalidos se enfrentan entre si y
se olvidan del verdadero enemigo o problema que es la injusticia que provoca el
capitalismo. El delito produce efectos políticos desfavorables por una parte genera miedo
en los desprotegidos y por la otra contribuye a la desintegración de la clase obrera así
disminuyendo su capacidad de lucha. La gente concibe al delito como un problema real y
esta de acuerdo con la mayor parte de los comportamiento que de describen o se tipifican
como punibles para la ley penal es por eso que es sumamente importante realizar una
investigación de los problemas tal como los vive la gente.
Sobre la victima
Sobre la pena
Debido a que el delito es mas in fenómeno que se da dentro de las clases sociales
entonces vemos que exterioriza los problemas dentro de estos grupos, la pena entonces
debe buscar la recuperación del sentido de recriminación moral ya que el crimen
demuestra la falta de solidaridad entre los miembros de las clases débiles. El lugar de
marginar y excluir a los criminales llevándolos a las cárceles se deben buscar alternativas
como el arresto de fin de semana, se debe apuntar a reintegrar a los delincuentes a la
sociedad que estos sirvan a la sociedad que reparen el daño causado. Las cárceles y
penas extremas de deben mantener para aquellos delincuentes que representan un
peligro para la sociedad pero aun así estos deben vivir lo mas normalmente posible dentro
de estas instituciones. La función de la pena es de moralizar, el autor del crimen se debe
arrepentir y avergonzar de haber agredido a un miembro de su propia clase social y así
esto ayudara a que se organice la clase obrera.
Criminología socialista
Desde los primeros días del triunfo de la revolución cubana, el Estado y el Gobierno
dictaron las primeras medidas encaminadas a proporcionar la base legal y jurídica de
acuerdo con las transformaciones económicas y sociales del país. El desarrollo del
sistema socialista en Cuba establece las premisas para liquidar las raíces del delito, pues
reduce las posibilidades para la comisión de delitos y actividades antisociales. El
establecimiento de la PS/MP valida el aumento de los bienes materiales y su utilización
por las grandes masas del pueblo. La elevación de la conciencia jurídica de los
trabajadores, la cultura y la educación se presentan como formas nuevas que se
relacionan con el aumento de la criminalidad.
Estudia además los indicadores sociales y su relación con el hombre que viola la
ley.
La criminología socialista es una ciencia activa y viabiliza soluciones para reducir el lado
negativo de ciertas contradicciones sociales, que abandonados pueden conducir a un
conflicto social.
La criminología es una ciencia social puesto que estudia los mecanismos sociales, la
relación de la delincuencia con el lado regresivo de algunas contradicciones sociales que
pueden condicionar su aparición y desarrollo.
Principios de la criminología:
Es una auténtica ciencia independiente que decide y determina con sus métodos
propios el momento en que otras ciencias aportan un material útil.
La criminología se relaciona con el Derecho Penitenciario, cuando aporta
elementos de resocialización del delincuente.
Con la sociología pues ofrece un análisis de las condiciones sociales donde está
inserta el comisor.
La Criminología Socialista estudia las estrategias sociales a seguir para evitar que
las contradicciones sociales generen un conflicto o un delito.
Metódica de la Criminología.
Los hábitos, tradiciones y puntos de vistas antisociales, el reflejo del modo de ser
en la conciencia del hombre delincuente aparecen también regulados como parte
del proceso histórico social.
Las condiciones objetivas del desarrollo social están engendradas con el proceso
de formación de cada miembro de la sociedad influyendo en el reflejo individual y
de grupo.
Estas dimanan de la propia esencia de las grandes directrices que las transformaciones
revolucionarias obligan a su cumplimiento.
Establecer las bases sociales psicológicas donde se formaran los puntos de vistas
antisociales de los comisores.
Tal como afirma Cohen (1988), el concepto de control social es un concepto problemático,
cuyo significado puede abarcar ámbitos tan dispares como la política y la sicología; por lo
cual resulta difícil determinar las dimensiones en las que se restringe el concepto y por lo
tanto, otorgarle un sentido específico.
El problema de la elaboración de una teoría sobre el control social pareciera haber dado
lugar a un agotamiento del discurso crítico en los momentos en que se ha intentado
delinear propuestas para el ejercicio del control social, en el sentido de que lo que está al
centro de la discusión criminológica es básicamente la problemática de la fundamentación
y la estructuración de mecanismos alternativos para la resolución de los conflictos.
Así, algunos autores afirman que la Criminología Crítica no ha logrado superar los
postulados cognitivo-instrumentales que conducen al positivismo científico:
Un cierto retorno positivista lo constituye(...) el garantismo y las posiciones que desde el
derecho penal revalorizan los principios primigenios del liberalismo y que, por la crisis de
los grandes relatos, acaparan la atención de la llamada Criminología Crítica (Delgado,
1999:6).
En este sentido, se cuestiona la idea del interés general seguida por los enfoques
progresistas de política criminal, donde se destaca la teoría garantista de Ferrajoli, a los
cuales se adscribe la Criminología Crítica, como una idea incestuosa del consenso
derivada del contrato social. La aparente contradicción que suscita el haber tomado los
principios demo liberales del derecho penal (que constituyen las premisas del garantismo
penal) como estrategias de racionalización del control social puede fundamentarse en los
siguientes aspectos:
1. La consideración de que la visión del contrato social como producto del consenso
supone la aceptación de la violencia burocrática. El control social formal, materializa la
burocracia estatal a través de la violencia, materializando el mandato autoritariamente.
Así, el asentimiento social sólo es posible ante el peligro de la exclusión, lo que convierte
al sistema y a sus postulados en un sistema terrorista (Delgado, Ob.cit.).
Si se toma en cuenta que esta propuesta sobre los fines de la pena se concreta sobre una
negación de la venganza, ¿cuál sería su fundamento como forma de evitar un mal mayor
en contra del agresor, sino el propio carácter vindicativo derivado del derecho primitivo de
defensa, si al mismo tiempo que la pena se admite como aflicción, no se elabora ningún
argumento en el que se considere la necesidad de reparación de la situación jurídica
infringida por la agresión que da lugar al delito?
Resulta innegable -a pesar de que el garantismo toma el derecho penal como un sistema
formado por axiomas y reglas que puede legitimarse por una congruencia interna- que la
necesidad de su validación como forma de control social no puede explicarse recurriendo
únicamente a la metáfora de la pacificación de los conflictos para prevenir la
barbarización de la sociedad, sin tomar en consideración las expectativas legítimas de
quienes se ven eventualmente afectados por una agresión.
En este sentido, otras propuestas como la del Abolicionismo, parecieran satisfacer con
mayor pertinencia las premisas de deslegitimación de la intervención pública penal,
mediante su sustitución por un sistema de compensaciones y la privatización del conflicto
delictivo. Sin embargo, tales propuestas comportan el peligro de una latente
desproporción de las reacciones, la incertidumbre de las definiciones extralegales y la
extensión de la vigilancia social.
Por otra parte, en cuanto la deslegitimación del sistema penal supone, tanto la
incongruencia de los fines declarados con sus funciones reales y la perversión de sus
mecanismos, como el cuestionamiento de los criterios de normalidad que definen las
desviaciones; es de considerar que su abolición estaría condicionada a la transformación
de la sociedad hacia estadios de igualdad en los que emerja una normalidad alternativa y,
consecuentemente, a la extinción del Estado, lo cual se enmarca en una utopía, que si
bien es considerada por las teorías críticas sobre la sociedad y el Estado y que sin dejar
de ser valiosa para la comprensión y la explicación de los conflictos sociales, resulta
incierta, especialmente si es impulsada únicamente en función del cuestionamiento del
control social formal y de la construcción de modelos alternativos de justicia penal.
La referencia jurídica de la pena y los límites del derecho a castigar, se deben vincular
entonces tomando como concepto central a la pena en su sentido negativo: como todo
acto de poder que implica la inflicción de un dolor fundado en el derecho vigente o
realizado fuera de él por agencias del poder público o por iniciativas privadas (Zaffaroni,
1990: 2000). De tal forma, que frente a la expansión de mecanismos informales o
subterráneos o abiertamente contrarios a las garantías y derechos ciudadanos, pueda
activarse la normativa limitadora del derecho penal y argumentarse la irracionalidad de
aquellas reacciones.
Por lo tanto, mas allá de tomar el Estado de Derecho como una cubierta ideológica que se
legitima a sí mismo, es preciso valorarlo como un programa normativo fundamental y
concreto, útil para alcanzar la vigencia efectiva de los derechos humanos.
Lo anterior es pertinente, tomando en cuenta que además del sistema de garantías que
se imponen como obligaciones del Estado, la introducción de los derechos sociales,
económicos y culturales en las constituciones contemporáneas, impone igualmente
obligaciones de actuación en la distribución equitativa de bienes y servicios.
LA CRIMINOLOGÍA LATINOAMERICANA
En Latinoamérica siendo menos influidos por la tradición criminológica, se ofrece una
menor resistencia a los descubrimientos que vienen desde Europa y así, llegó con mucha
fuerza y aceptación el positivismo criminológico hacia finales del siglo XIX siendo
importantes las figuras de César Lombroso, Enrico Ferri y Rafael Garófalo, los tres
Evangelistas, como los denominó Jiménez De Asúa por su similitud a las figuras
religiosas; así, tenemos a Lombroso como centro y origen de todas las ideas partiendo del
delincuente nato y a sus lados a Ferri y a Garófalo, que vienen a completar el trío
criminológico.
En 1878, se publica en Argentina la obra de José María Ramos Mejía “Las neurosis de los
hombres célebres en la historia Argentina”. En 1888 se funda la Sociedad de Antropología
Criminal en Buenos Aires, gracias a la iniciativa de Drago, Pinero y Ramos Mejía como
directores además de un boletín que publicó los primeros estudios de la misma,
posteriormente también se publica la primera revista de Criminología en América Latina
“Criminología moderna”, muy influida por elementos revolucionarios y se comienza a
enseñar Criminología en la cátedra de Derecho Penal de la Universidad de Buenos Aires.
En 1898 se publica “Los hombres de presa”, del argentino Luis María Drago, y tal fue el
éxito de la obra que al paso de apenas dos años, aparecía en Italia con Prólogo escrito
por Lombroso.
Francisco Veyga funda en Buenos Aires en 1898 el curso de Antropología Criminal y Luis
Montané hace lo mismo en La Habana, en 1899, mientras, en ese mismo año en
Venezuela, se publica la obra de Ochoa “Estudios sobre la Escuela Penal Antropológica”.
Otro país que también desarrolló Criminología fue Bolivia, con la publicación en 1901 de
la obra de Bautista Saavedra, “Compendio de Criminología”.
En 1906 el cubano F. Ortíz publica “La criminalidad del negro en Cuba”, en la revista
Archivo de Psiquiatría y “Los negros brujos”, primer trabajo de una serie sobre la
ladronería afrocubana. En este mismo año, el costarricense Alfaro, publica Arqueología
Criminal, revisión de antiguos casos criminales con mención a las nuevas orientaciones
criminológicas. Un año después, en 1907, aparece en Uruguay la obra de Miranda “El
clima y el delito”.
LA CRIMINOLOGÍA MEXICANA
Sin que México deje de ser un país más de Latinoamérica se hace aquí otro tema por
separado por la importancia que México tiene para la Criminología, a continuación
veremos el motivo.
También el Dr. Alfonso Quiroz Cuarón como el más reconocido iniciador e impulsor de la
Criminalística y la Criminología publica “Tendencia y ritmo de la criminalidad en México”,
“El costo social del delito en México”, “Psicoanálisis del magnicidio”, “Medicina Forense”.
Mismo que se encargaría de fundar la carrera de Criminología en la Universidad Nacional
Autónoma de México en la Facultad de Derecho, labor que no se logro.
A pesar de ello, en los últimos años se han venido creando más licenciaturas y más
facultades que abordan los temas criminológicos y criminalísticos; por ejemplo, la
Licenciatura en Seguridad Pública y el Licenciado en Criminología, Criminalística y
Técnicas Periciales, así como más Licenciaturas y Maestrías en Criminología en diversas
instituciones.
En el año de 1974, después de una reunión de catedráticos, y con las consideraciones del
Consejo Universitario y el consentimiento del rector Luis Eugenio Todd, se iniciaron las
clases de la carrera bajo la supervisión del Lic. Héctor González, colaborando
conjuntamente con los licenciados Guillermo Urquijo y Marco Antonio Leija. Y así
comenzaron lo que alguna vez LOMBROSO, un nuevo trío de evangelistas, en ese
entonces encabezado por Quiroz Cuarón como fuente principal de toda idea y a su lado
Héctor González y Leija Moreno.
Se formó un grupo de 30 alumnos, de los que egresaron 24, las clases a esa primera
generación se iniciaron en el turno en la noche y en una aula ubicada en el tercer piso de
nuestro primer edificio, iniciaban a las 19:00 para terminar a las 22:00 horas, la primer
clase de la primera generación fue el 01 de septiembre de 1974 y fue de Derecho Penal
(parte general) impartida por el Lic. Leija Moreno.
Junto con la nueva carrera era necesario crear un logotipo, el cual fue propuesto por
estudiantes de la primera generación, quienes no estaban de acuerdo en llevar el mismo
símbolo de la carrera de Derecho ya que éste solo representaba lo relacionado con la
ciencia jurídica y la impartición de justicia, condición que es diferente a lo relacionado con
la ciencia criminológica.
En efecto, los fines de la carrera de Criminología, parten del estudio del criminal, la
investigación múltiple y exhaustiva de las diversas formas del delito y de ello la aplicación
de métodos para la investigación, conocimiento, prevención y tratamiento de la
antisocialidad, lo que hace diferir del estudio de la abogacía.
El logotipo sería elaborado por tres inquietos estudiantes; a saber, Roberto Pedraza,
Jorge Martínez Valencia y Montes De Oca y que junto con el entonces coordinador de
Criminología, el Lic. Leija Moreno y el cofundador de la carrera Héctor González se dieron
a la labor de realizarlo. En este símbolo determinaron incluir a manera de interrogantes
las siete preguntas de oro:
La interpretación de este mexicanísimo símbolo ha sido para nosotros, por lo que hace a
los fines de la Criminología, esa función de ver en la oscuridad, prevenir los delitos,
profundizar en sus causas, estudiarlas y analizarlas. Al ser un pequeño dios, nuestro
murciélago tiene relación con las autoridades, los dioses mayores, de manera igualmente
simbólica, los que deben aprobar las medidas profilácticas para evitar la comisión de los
actos antisociales, y en su conocer la motivación real, aplicar los correctivos adecuados y
las soluciones sociales necesarias.
Pero el estudio criminológico debe trascender, debe difundirse para que las experiencias
locales sean útiles en todos los grupos sociales; de ahí el aro que rodea al dios
murciélago siga siendo la rosa de los vientos que intenta llevar el conocimiento
criminológico a todos los puntos cardinales. Esta finalidad quizá exceda nuestras
posibilidades actuales, pero todos los que formamos parte de la Criminología y la
Criminalística, con el esfuerzo sano y libre de colaborar a ella, hacemos votos de lucha
limpia, honesta y desinteresadamente para lograrla.
Dentro de este tema cabe también señalar brevemente a la Sociedad Internacional de
Criminología presidida por Tony Peters cuyo objetivo es promover acciones e
investigaciones con la finalidad de mejorar el conocimiento del fenómeno criminal en el
plano internacional. Contribuye también a la prevención de la criminalidad en sus diversas
manifestaciones, así como a la mejora de los procedimientos de los diversos sistemas de
justicia penal. Sus actividades son, a la vez, de tipo científico y de alcance práctico.
Fundada en 1938, la Sociedad Internacional de Criminología es una organización no
gubernamental que cuenta aproximadamente con mil socios de alto nivel, dotada de un
status consultivo ante la ONU, participa en los trabajos de la UNESCO y está
representada por un delegado nacional en unos cincuenta países. La Sociedad
Internacional de Criminología tiene su sede social y su secretaría general en París.
De ahí, el entusiasmo en la celebración de los cursos que traen personas de todos los
lugares en que se desarrollan conocimientos, experiencias, éxitos y fracasos,
investigaciones sobre la realidad para proponer soluciones y orientar la opinión pública y
¿por qué no? la legislación respectiva.
Está abierta la brecha, los iniciadores son nuestros guías, ellos, como Quiroz Cuarón,
Piña Y Palacios, Solís Quiroga, Tocavén García, Gómez Robledo, Moreno González,
entre otros, que lucharon por años, dándonos muestras de una tenacidad ejemplar, fe y
honradez a toda prueba y señalando el camino para que podamos ser los continuadores
de su lucha, sus eternos alumnos, por el bien social y de su pensamiento.
Al paso de los años, este logotipo fue plasmado en una placa que se colocó afuera del
Laboratorio de Criminalística ante la presencia de los maestros ya mencionados, así como
con los alumnos creadores y la compañía de Luis Rodríguez, María De La Luz Lima y
Antonio Sánchez Galindo el 15 de mayo de 1993. El Laboratorio de Criminalística es
orgullo del pasado Colegio de Criminología, ahora Facultad; que lleva el nombre de: Dr.
Alfonso Quiroz Cuarón.
De todos estos hechos puede ser motivo del porqué no se tiene una Policía adecuada,
leyes un tanto irreales, legisladores desorientados, Políticas ineficientes, programas
preventivos inestables, tratamiento penitenciario deficiente y sobre todo falta de
credibilidad científica y laborar criminológica.
La última exposición de la mesa fue la del juez y director del Programa de Investigaciones
en Criminología de la UNSAM, Eugenio Raúl Zaffaroni, quien se refirió a la realidad del
delito en la Argentina. “Tenemos, con Uruguay y Chile, los índices de delito más bajo de la
región. La concentración de los homicidios se da en las zonas precarias de las grandes
ciudades del país y observamos que el predominio no es de homicidio en ocasión de
robo, sino entre conocidos. Esa es la realidad, pero el discurso político va por otro lado.
Eso no es nuevo: tenemos una larga historia de manipulación del discurso mediático y
político sobre la violencia”, dijo el magistrado de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. Y agregó: “Lo que se manipula a través del crimen es el miedo. Siempre tiene que
haber algún miedo. Y el delito común es el que mejor funciona como mecanismo de
control de los miedos de la sociedad. Sólo desaparece cuando hay algún otro miedo en la
tapa de los diarios, como la Gripe A, el dengue o algún escándalo resonante”, dijo antes
de abrir la mesa a las preguntas del público. El primero en tomar la palabra fue Ángel, un
estudiante de Sociología del CUSAM, el centro universitario que la UNSAM tiene en la
Unidad 48 del Penal de José León Suárez, que logró el permiso judicial para salir y
participar del seminario. El joven, que participó del seminario junto a otros compañeros del
CUSAM que ya se encuentran en libertad y continúan sus estudios de grado en el
Campus Miguelete, habló sobre las malas condiciones de encierro, la superpoblación, la
falta de perspectivas y el discurso que se genera sobre ellos desde la política y los
medios.
Después de un intervalo, cerca de las 15 comenzó el segundo panel. Bajo el
títuloCriminología, poder y pobreza en América Latina, la mesa se abrió con la exposición
de la brasileña Vera Malaguti, profesora de la Universidad de Río de Janeiro, que habló
sobre los pobres y excluidos que no cuentan con ninguna garantía ni derecho frente a las
fuerzas de seguridad. “La policía mata oficialmente en nombre de la pacificación y de la
guerra contra el narcotráfico. A los habitantes de las favelas se los puede torturar y matar
libremente”, destacó. La siguió el sociólogo Juan Pegoraro, director de la revista Delito y
Sociedad, y profesor de criminología en universidades nacionales y del exterior, que
reflexionó sobre la función social del sistema penal. Luego Julio Virgolini, titular de
Derecho Penal de la UBA y profesor de Criminología en la especialización en Ciencias
Penales, habló sobre los sectores vulnerables a la criminalización y a la cárcel: “En
Europa, el enemigo es el narco o el inmigrante; en Latinoamérica es el excluido”, dijo. A
continuación el docente de la UBA y actual fiscal general integrante de la Unidad de
Asistencia para causas por violaciones a los Derechos Humanos Alejandro Alagia,
historizó la idea instalada en las últimas décadas de que “no hay sociedad posible sin
coerción penal” y puso en crisis la tesis de “la pena como disuasión y resocialización”.
Concluyó: “Hoy sabemos que no es el delito la causa de la pena, sino la vulnerabilidad
selectiva del poder político”.
EL ETERNO RETORNO
Creo que, acaso sin saberlo, una respuesta aceptable, o al menos un punto de partida
dinámico para formular otros interrogantes, los había transitado ya antes de plantearme
formalmente a la naturaleza del sistema penal como un espacio potencialmente polémico.
En efecto, no alcanzo a advertir por qué no podría afirmarse que las sociedades pudieran
elegir libre y democráticamente la construcción de un sistema punitivo que castigue la
afectación de una escala de valores racional y verificadamente compartida por el
conjunto, sin operar como un instrumento brutal de reproducción de un estado de cosas
injusto cuyo rigor se hace notar casi siempre sobre casi los mismos.
Con lo que el sistema penal podría ser ambas cosas a la vez, dependiendo del ámbito
tempo-espacial de su pretensión de validez pero, lo que es más importante, de los
distintos valores cuya defensa se propusiera (lo que equivale a indicar que ello a su vez
dependería de la naturaleza de las relaciones de producción de una sociedad, de las
formas de distribución de la riqueza y del consenso social alcanzado, entendido éste,
claro está, como la aptitud para generar tendencias con arraigo en las mayorías
populares).
Pero hete aquí que, de manera casi concéntrica, estaríamos discurriendo una vez más, de
forma recurrente, en derredor de los bienes jurídicos protegidos por la ley y los
operadores penales.
Expresado en otros términos: ¿las dos cabezas de ganado cuyo apropiación ilegítima
confinaran al presunto autor a la inexcarcelabilidad, son un equivalente o al menos
reconocen algún punto de contacto con los cinco años de máximo que en abstracto prevé
el código cubano (art. 322.4) para el hurto de un vehículo de motor y apoderamiento de
cualquiera de sus partes componentes o algunas de sus piezas?
Esta es la discusión vigente, en última instancia.
Para intentar sostenerla, y evitar caer en una aporía, es ineludible a esta altura bosquejar
un concepto de la significación del bien jurídico/penal.
Sobre este particular, bien señala Reyna Alfaro (Revista Electrónica de Derecho Penal)
que la puja por la configuración de su contenido encierra en principio una disputa para
controlar el desmedido avance del derecho penal a partir del establecimiento preciso de
normas que tipificaran las conductas jurídicamente relevantes de las que la sociedad o el
estado debían protegerse. Esto encierra, naturalmente, una discusión de neto perfil
ideológico y por eso mismo, alrededor de diferentes posturas filosóficas se han
configurado distintas teorías tendientes a desentrañar el concepto penal de bien jurídico y
su alcance. Una de esas vertientes, la conforman las teorías relativas al "perjuicio social".
Abstracción hecha del funcionalismo sistémico de Jakobs, e intentando por el contrario
centrar el análisis en las concepciones interaccionistas que acuñan el contenido material
del bien jurídico desde la "importancia social" de los mismos, Bustos Ramírez discurre a
mi entender imparmente sobre esta temática expresando que el bien jurídico es "una
síntesis normativa concreta de una relación social determinada y dialéctica" ("Control
social y sistema penal", PPU, Barcelona, 1987, p. 33). Explayándose además de manera
reveladoramente aguda contra una dogmática que ha actuado como reaseguro
permanente del stato-quo, al punto de lograr que generaciones enteras pensaran en
términos de identidad engañosos las nociones de dogmática y derecho penal.
Abundando respecto de la idea del bien jurídico/penal, en lo que aquí interesa, el maestro
trasandino arroja no poca luz al afirmar que la teoría del mismo es la que con mayor
fuerza ha puesto en crisis a la dogmática penal y muy especialmente a la categoría
iluminista de igualdad formal en el campo penal. "Una teoría crítica del bien jurídico viene
a poner de relieve precisamente el carácter discriminatorio e injusto del derecho penal. Y
si la teoría del delito ha de fundamentarse sobre el objeto de protección del derecho
penal, esto es, los bienes jurídicos, ciertamente, el revelar la ideología encubridora del
planteamiento dogmático implica también poner de manifiesto la injusticia del llamado
injusto penal" (op. cit., 28). "Dentro del sistema social, la pena ha sido y es una
autoconstatación del Estado..." "Con lo cual entonces en un sistema democrático los
bienes jurídicos se convierten en la base de fundamentación y legitimación de la pena,
pero por ello mismo en una condición sine qua non de la pena..."..."En otros términos, un
sistema penal democrático aparece abierto en su base de legitimación, que son los bienes
jurídicos, ya que éstos aparecen como relativos y en constante desarrollo, por su carácter
comunicativo, participativo y dialéctico. La pena (la autoconstatación del sistema) no es
una realidad cerrada, axiomática, un fiat autoritario, sino todo lo contrario, en razón de que
su base de legitimación y límite son los bienes jurídicos. El bien jurídico resulta así una
categoría crítica del propio sistema, está en el sistema, pero también más allá de él, es
siempre final, y su fin está siempre por alcanzar, que es lo propio de una sociedad abierta,
en que es la participación de sus miembros en todos los procesos culturales, sociales,
económicos, políticos, los que van configurando el sistema" (ibíd, 33).
En tanto categoría crítica dinámica y mutable del sistema y atendiendo a la connotación
final que lo define en un devenir social dialéctico, debe entendérselo como interés social
relevante merecedor de tutela jurídica/penal por resultar el emergente del consenso
general de una sociedad y no por pertenecer o responder al interés de clase de un sector
de la misma, como bien lo consigna Reyna Alfaro (op. cit).
Si esto es así, cabría indagar entonces acerca de las formas participativas reales de una
democracia en manos de las mayorías, en comparación por ejemplo al devaluado perfil de
un sistema transformado en un mero mecanismo de selección de liderazgos, conforme lo
advierte Habermas respecto de las democracias del denominado "capitalismo tardío".
En virtud del peso específico de las formas deorganización sociales, está claro que las
dos ovejas y las piezas del automotor no son asimilables desde la perspectiva del bien
jurídico. El abigeato inexcarcelable, en nuestras democracias módicas, representa el símil
de una justicia clasista ejemplificada por Marx refiriéndose a la construcción definicional
del hurto de leña por la Dieta en cuanto esa conducta perjudicaba los interes de la
burguesía alemana (Bustos, p. 17), mientras que la pieza del automotor podría
conceptuarse como la elevación del mismo a la categoría de bien jurídico/penal en razón
del esfuerzo colectivo que demanda su reparación en un país bloqueado económicamente
y en lucha por la preservación de su independencia.
En consecuencia, obviada que sea su mirada desde las relaciones de poder (porque
incluso para ello deberíamos distinguir entre poder estatal y poderes supra-estatales), el
sistema penal podría ser tanto un instrumento en manos de una clase dominante, cuanto
una herramienta de lucha política. Lo único que mutaría sería, va de suyo, la legitimación
de cada uno de los sistemas penales en función de su aptitud para sostenerse en base a
consensos perdurables. Lo que da la pauta que la muerte de las ideologías es una suerte
de iatrogenia sociológica y por ende la crisis de la criminología crítica bien podría
constituir un llamativo yerro diagnóstico.