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https://www.youtube.com/watch?v=jBIm1PrhgLw
Bienvenida
Me gustaría compartir contigo algo que ha sido muy valioso en mi vida y no sé
exactamente cómo expresarlo… si es un enfoque, una herramienta, una estrategia,
pero lo que sí tengo claro es que ha cambiado mi vida. Ha sido lo que más valor ha
aportado a mi existencia.
Por supuesto, hay que empezar con los maestros, empezando con mis padres, con
mis grandes maestros tibetanos que me siguen guiando; pero, si no fuera por la
habilidad de escuchar, por el arte de la escucha, nada de esa sabiduría podría
penetrar, tocarme, moverme, transformarme.
Reflexionando, creo que, de todos los elementos en juego, no hay nada que se
destaque: no soy más inteligente que los demás, no tengo mejor memoria que los
demás… soy una persona común y corriente en todos los sentidos. Pero noto esta
habilidad de escuchar plenamente a los demás y eso ha marcado la diferencia. Por
tanto, hoy quería compartir –de una forma improvisada, tuve dos horas para
preparar este guion– algunas herramientas, algunas claves de cómo podemos
mejorar nuestra escucha. Va a ser vital para el desarrollo espiritual e incluso de
gran beneficio para nuestras relaciones. Si os parece, vamos a empezar
desarrollando una Motivación. motivación altruista.
Introducción
Vamos a empezar… primero con un poco de contexto, el papel importante o vital
que juega la escucha Introducción. en el desarrollo espiritual, particularmente en la
adquisición de sabiduría que es muy importante desde la perspectiva budista.
Ningún logro es permanente si no hay sabiduría.
Esa escucha nos aporta más conocimiento. Ahora sabemos algo que antes no
sabíamos. Y después de adquirir ese conocimiento, [justo ahí] podemos iniciar el
proceso de contemplación donde investigamos las relaciones entre esos datos,
tratamos de armar el rompecabezas, tratamos de encontrar nuestra propia verdad
en nuestras propias palabras, que todo tenga sentido. Y ese es otro arte que, a lo
mejor –si estáis interesados–, podemos ver en el futuro. Así pues, cuando
encontremos con seguridad, con precisión esa verdad, después podemos
meditarla,
que quiere decir cultivarla, que quiere decir regresar una y otra vez a esa
verdad para que nos penetre, para que se convierta en nuestra realidad, en la
realidad que habitamos. Por tanto, primero hay que saber, después comprender y
después, a través de la meditación, está la experiencia directa, intuitiva de esa
verdad –que aquí podemos llamar gnosis–. Y eso es lo que nos transforma, eso es
lo que realmente crea un cambio significativo, un antes y un después en nosotros.
Pero todo eso, todo ese proceso de aproximación a la realidad es imposible si no
tenemos el primer paso: la escucha consciente.
El estado actual
Hoy en día, si hablamos de motivación, solemos acercarnos a una persona con
el deseo de decirle algo.
Nuestra motivación para entablar una conversación suele partir del
egocentrismo.
Y si esa persona cree en lo que nosotros decimos, sentimos que ganamos. Así
pues, entablamos las conversaciones con algo ya preestablecido, para
convencer; y cuando la otra persona, de alguna manera, favorablemente, coincide
con nuestra presentación, hay una sensación de que hemos ganado. Y otras veces,
simplemente por impresionar a los demás, por querer quedar bien con los demás.
También muchas veces hablamos con otras personas tratando de confirmar algo
que sospechamos. Por ejemplo, muchas personas que se acercan a mí y piden una
entrevista personal no es tanto para descubrir algo, sino que tienen un cosquilleo,
tienen una inquietud y están inclinados, favoreciendo una idea, una creencia… y lo
que están buscando es un sello de aprobación, alguien que confirme su posición.
Por tanto, si estamos aburridos, algo no estamos haciendo bien, estamos
escuchando mal. Hoy tenemos una dificultad adicional: estamos sobre
estimulados.
Hoy en día hay tanta información que estamos saturados… y también un tanto
desensibilizados. Hay tanta información fantástica y drástica que, cuando tenemos
una conversación cotidiana con alguien, no tiene esa sorpresa, ese impacto porque
ya estamos condicionados a reconocer solo los picos: la guerra, violencia,
excitación y drama extremo.
Y ahora me gustaría compartir con vosotros lo que la tradición dice que son los
seis obstáculos principales para desarrollar el arte de la escucha, es decir, lo
que nos bloquea regularmente. Seguramente los habéis escuchado. Y son todos
muy comprensibles, yo creo.
Y cada uno de nosotros –aquí reunidos en este bello templo– pensamos que
estamos en un mismo punto geográfico; sacamos el móvil, abrimos Google Maps y
pensamos que todos estamos en las mismas coordenadas, pero, en realidad, cada
uno está en su mundo. Es muy importante saber que cada uno estamos en nuestra
burbuja. Y no hay nada malo en ello, lo único malo es decir: “Esta es la realidad de
todos, esta es la única manera de ver las cosas”. Y cuando tú tienes eso claro, eso
te permite abrir y, es más, te interesas por la realidad que está percibiendo otra
persona… desde otra perspectiva, desde otro ángulo, desde otro punto de vista está
viendo las cosas ligeramente diferentes o radicalmente diferentes. Y eso puede ser
un gran aprendizaje, incluso esa otra persona puede tener una visión mucho más
acertada, mucho más precisa, menos distorsión por los velos. Eso es un
premio, tenemos acceso a una realidad mucho más sensata, más pura, ¡gratis!, solo
por escuchar. Si tenemos esa habilidad damos un salto sin tener que sufrir todo lo
que ha sufrido esa persona para ganarse esa percepción, tener acceso a esa
realidad; tenemos el ticket compartido, si escuchamos. Es un premio, ¿no crees?
Por tanto, mínimamente debemos de tener estas tres motivaciones, que aquí las
combino con un enfoque, con una libertad, con una especie de humildad:
interesado en aprender, interesado en mejorar, interesado en descubrir la realidad
desde la perspectiva del otro.
Ahora bien, lo voy a decir más adelante, pero ya noto un poco de tensión en el aire.
Esto no quiere decir que tengamos que adoptar la realidad del otro. Escuchar no
es adoptar ciegamente.
Aquí simplemente queremos tener acceso a más recursos, a más información, a
más perspectivas. Y después, en la segunda fase de contemplación y reflexión,
digerimos, procesamos toda esa información; y vemos lo que funciona, lo que no
funciona, lo que es válido y no válido; pero tenemos que dejar que entre, si no entra
no podemos apreciarlo.
Los ejercicios más recomendados para prepararnos para la escucha
consciente.
1. “presencia en silencio”.
Toma unos minutos al día ‒especialmente si no tienes una práctica meditativa
regular‒ y encuentra un hueco en tu día donde puedas estar completamente
solo, en silencio, y simplemente habitar el presente. Y sentirte cómodo, sin evasión,
sin métodos de compensación, sin entretenerte con fantasías; si puedes,
simplemente entrenar tu mente, habitar ese presente y estar cómodos sin
fascinación, sin estimulación. Muy importante. Algo más directo es
2. atención consciente a toda la gama de sonidos”.
La atención en el budismo ‒empezando con el Buddha histórico‒ se entrena en
cuatro ámbitos: el ámbito material, el ámbito de las sensaciones, el ámbito mental y
el ámbito fenomenológico. El primero ‒que es el que indico aquí‒
es, conscientemente, elegir atender solo a la estimulación auditiva. Ir a un parque,
abrir tu ventana o, simplemente, en tu propio hogar cerrar los ojos y solo atender a
lo que tu oído escucha ‒puede ser el agua, el aire acondicionado, el ventilador, el
motor de la nevera, el refrigerador, heladera… puede ser tu respiración, puede ser
la persona que está al lado, el miau de tu gatito…‒, simplemente abrirnos a todo lo
que es la estimulación del sonido.
Desarrollar esa capacidad de pasar conscientemente de la consciencia
conceptual ‒donde estamos ideando‒ a una consciencia más básica, más primaria,
‒la consciencia sensorial que atiende a los sonidos‒… y entrenarnos en ello. Y
después encontrar un sonido curioso como el canto de un riachuelo y, ahí,
Casi todos los idiomas tienen esta distinción entre oír y escuchar. No es meramente
oír; está la escucha consciente de lo que uno está oyendo, donde uno está tratando
de captar ese sentido. Y tenemos este famoso koan japonés: “Si un árbol cae en un
bosque y no hay nadie para oírlo, ¿hace ruido?”. Y es muy curioso porque, aunque
este koan ha entrado o se ha extendido popularmente en casi todas las culturas, se
sigue interpretando mal muchas veces.
Por ejemplo, si tú eres un científico materialista donde todo nace con la materia,
entonces sí argumentan que, aunque no hay nadie presente, hay ruido porque se
interrumpen las ondas en la atmósfera. Pero, desde la perspectiva budista, eso no
es ruido, eso es simplemente la agitación de moléculas. Para que haya ruido, para
que haya sonido tiene que haber alguien que lo perciba. Y ese alguien no puede
estar sordo, tiene que tener la habilidad de oír.
Esto quiere decir que, para que haya comunicación, no es suficiente con que una
persona hable; tiene que haber una persona que le esté oyendo y, si queremos
comunicación, tiene que haber una persona que le esté escuchando. Por tanto,
cuando un maestro está dando una transmisión, no es suficiente estar presentes
para que esa transmisión ocurra, tenemos que estar activamente oyendo,
activamente escuchando para que realmente sea una transmisión.