Está en la página 1de 27

El Arte de la Escucha || Lama Rinchen Gyaltsen

https://www.youtube.com/watch?v=jBIm1PrhgLw

Bienvenida
Me gustaría compartir contigo algo que ha sido  muy valioso en mi vida y no sé
exactamente cómo  expresarlo… si es un enfoque, una herramienta, una estrategia,
pero lo que sí tengo claro es  que ha cambiado mi vida. Ha sido lo que  más valor ha
aportado a mi existencia. 

Por supuesto, hay que empezar con los maestros, empezando con mis padres, con
mis grandes maestros  tibetanos que me siguen guiando; pero, si no fuera por la
habilidad de escuchar, por el arte de la escucha, nada de esa sabiduría  podría
penetrar, tocarme, moverme, transformarme. 

Reflexionando, creo que, de todos los elementos  en juego, no hay nada que se
destaque:  no soy más inteligente que los demás, no tengo  mejor memoria que los
demás… soy una persona común y corriente en todos los sentidos. Pero  noto esta
habilidad de escuchar plenamente a los demás y eso ha marcado la diferencia. Por
tanto, hoy quería compartir –de una forma improvisada, tuve dos horas para
preparar este guion–  algunas herramientas, algunas claves de cómo podemos
mejorar nuestra escucha. Va a ser  vital para el desarrollo espiritual e incluso de
gran beneficio para nuestras relaciones. Si os parece, vamos a empezar
desarrollando una  Motivación. motivación altruista.

Si me queréis acompañar, unas breves oraciones: Refugio y Bodhichitta. 

Introducción
Vamos a empezar… primero con un poco de contexto, el papel importante o vital
que juega la escucha  Introducción. en el desarrollo espiritual, particularmente en  la
adquisición de sabiduría que es muy importante desde la perspectiva budista.
Ningún logro es  permanente si no hay sabiduría.

El arte de la escucha es indispensable para el desarrollo


Lo que realmente nos transforma de una manera profunda, genuina, a  largo plazo
es nuestra aproximación a la verdad. Y una presentación que creo que va a  ser
muy útil para nosotros es dividir  ese proceso en tres fases: la primera es  la
escucha consciente, la segunda es la  contemplación y la tercera es la meditación. Y
son secuenciales, es decir, en la primera fase, a través de todos los medios a 
nuestra disposición, nos asesoramos, adquirimos información: a través de
lecturas, a través de discusiones con los amigos, particularmente instrucciones,
comentarios, enseñanzas orales de maestros contemporáneos.  

Esa escucha nos aporta más conocimiento.  Ahora sabemos algo que antes no
sabíamos. Y después de adquirir ese conocimiento, [justo  ahí] podemos iniciar el
proceso de contemplación donde investigamos las relaciones entre esos  datos,
tratamos de armar el rompecabezas, tratamos de encontrar nuestra propia verdad
en  nuestras propias palabras, que todo tenga sentido. Y ese es otro arte que, a lo
mejor –si estáis  interesados–, podemos ver en el futuro. Así pues, cuando
encontremos con seguridad, con  precisión esa verdad, después podemos
meditarla,  
que quiere decir cultivarla, que quiere  decir regresar una y otra vez a esa
verdad para que nos penetre, para que se convierta en  nuestra realidad, en la
realidad que habitamos. Por tanto, primero hay que saber, después  comprender y
después, a través de la meditación, está la experiencia directa, intuitiva de  esa
verdad –que aquí podemos llamar gnosis–. Y eso es lo que nos transforma, eso es
lo  que realmente crea un cambio significativo, un antes y un después en nosotros.
Pero todo eso, todo ese proceso de aproximación a la realidad es imposible si no 
tenemos el primer paso: la escucha consciente.  

Porque, aunque podamos aprender mucho  de los libros, ser un autodidacta, si no


tenemos la instrucción de maestros  contemporáneos, entonces, algo nos va a
faltar,  
va a ser muy difícil extraer nosotros  mismos el significado de la letra muerta. Las
verdades se transmiten de un  corazón a otro, de una persona a otra, con el apoyo
de textos raíces y demás, pero  es muy importante esa comunicación
personal, directa entre un humano y otro humano. Y no solo en el contexto del
desarrollo espiritual o en la adquisición de la sabiduría…  vamos a ver que si
desarrollamos el arte de la escucha van a mejorar nuestras relaciones 
interpersonales.

El arte de la escucha es la piedra fundamental de una buena relación.


Podemos decir que el arte de la escucha es la piedra fundamental  donde se
construyen las relaciones. Si os parece vamos a empezar hablando de  nuestra
situación actual, cómo estamos escuchando hoy en día, lo que predomina  en el
mundo y ver cómo podemos mejorarlo. 

El estado actual
Hoy en día, si hablamos de motivación, solemos acercarnos a una persona con
el deseo de decirle algo.
Nuestra motivación para entablar una conversación suele partir del
egocentrismo.
Y si esa persona cree en  lo que nosotros decimos, sentimos que ganamos. Así
pues, entablamos las conversaciones  con algo ya preestablecido, para
convencer; y cuando la otra persona, de alguna manera, favorablemente, coincide
con nuestra presentación, hay una sensación de que hemos ganado. Y otras veces,
simplemente por impresionar a  los demás, por querer quedar bien con los demás.
También muchas veces hablamos con otras personas tratando de confirmar algo
que sospechamos.  Por ejemplo, muchas personas que se acercan a mí y piden una
entrevista personal no  es tanto para descubrir algo, sino que tienen un cosquilleo,
tienen una inquietud  y están inclinados, favoreciendo una idea, una creencia… y lo
que están buscando es un sello  de aprobación, alguien que confirme su posición. 

Si estás escuchando a alguien y estás aburrido, el problema es que no sabes escuchar


porque cada quien es muy particular, una joya rara a descubrir

Hay muchas motivaciones, no necesariamente  sanas o buenas, que parten del


egocentrismo. Algunas veces estamos hablando  con una persona y nos aburre.  
Recuerdo que un gran maestro decía: “Si tú estás  aburrido, realmente no le estás
escuchando bien, porque las personas son como joyas. Y son joyas  muy raras, muy
peculiares. Cada persona es como un rinoceronte”…que es la idea tibetana  de algo
único, muy aislado, muy particular.  Y en mi experiencia es cierto. Cada uno  de
nosotros somos muy interesantes porque tenemos todo un bagaje, toda una historia
y una  perspectiva muy particular que para cualquier persona curiosa es una
aventura introducirse  en la película, en el mundo, en la realidad del  otro.

Hoy en día nos encontramos saturados de información y desensibilizados.

Por tanto, si estamos aburridos, algo no  estamos haciendo bien, estamos
escuchando mal. Hoy tenemos una dificultad  adicional: estamos sobre
estimulados.  
Hoy en día hay tanta información que  estamos saturados… y también un tanto  
desensibilizados. Hay tanta información  fantástica y drástica que, cuando tenemos
una  conversación cotidiana con alguien, no tiene  esa sorpresa, ese impacto porque
ya estamos  condicionados a reconocer solo los picos: la  guerra, violencia,
excitación y drama extremo. 

Los seis obstáculos a la escucha de acuerdo con las tradiciones tibetanas.

Y ahora me gustaría compartir con vosotros  lo que la tradición dice que son los
seis  obstáculos principales para desarrollar  el arte de la escucha, es decir, lo
que nos bloquea regularmente. Seguramente los habéis  escuchado. Y son todos
muy comprensibles, yo creo. 

1. Falta de humildad o demasiada arrogancia.


El primero es falta de humildad o, en  otras palabras, demasiada arrogancia.  Si
estamos muy seguros de lo que  sabemos, de lo importante que somos, entonces,
naturalmente no nos abrimos  a atender, a escuchar a los demás. Y esto es más
común de lo que pensamos. Os doy  un ejemplo muy simple. Tú dices una frase y tu
amigo dice: “No te escuché, perdona, repite”. Y  tú le repites la misma frase, con el
mismo volumen  y la misma velocidad. Eso ¿qué quiere decir? Que  tú crees que el
problema es la otra persona, que el problema no es tu expresión, las palabras  que
estás empleando, el tono, el volumen, la velocidad… No. Yo estoy perfectamente
bien; el  problema es la otra persona que no sabe escuchar. Esto creo que tiene
sentido. Nosotros tenemos que  tener cierto nivel de humildad para poder
atender un conocimiento nuevo, para poder escuchar a  otra persona y abrirnos a lo
que nos pueda decir. Está en primer lugar porque, para muchos maestros, este es el
obstáculo principal o más importante. 

2. Falta de confianza en el mensajero o  en la fuente de información.


Aquí está presentado  Falta de confianza en el mensajero o en la fuente de
información. en el contexto del budismo, del Dharma, pero  también podemos hablar
de prejuicio. Si tú no valoras al mensajero o la fuente que está citando, entonces,
realmente no pones lo mejor de tu parte, no das una oportunidad a que esa 
información tenga lugar en ti  para experimentarla, para contemplarla, para 
verificarla; ya la cancelas, ya la anulas.
 
3. Falta de esfuerzo en aprender y comprender las enseñanzas.
En  Falta de esfuerzo en aprender y comprender las enseñanzas. captar el sentido
de esa persona. Y vamos a hablar  a continuación de esto. No podemos adoptar
una postura puramente pasiva; el arte de la escucha  implica ser partícipes de esa
comunicación y, con interés, estar activamente compartiendo ese  evento, ese
encuentro entre almas, entre personas, entre mentes… y estar desarrollando un
vínculo  donde la persona que está hablando siente tu  energía, tu interés, tu
“mmm”, “aja”, “sí” esos pequeños gestos valen mucho,  alimentan ese vínculo, ese
ciclo.

cuarto y el quinto, muy obvios:  


4. distracción externa y 5. distracción interna.
Si  estamos viendo una mariposa volar, entonces, no estamos atendiendo a esa
persona. Por  tanto, cuando estamos con una persona, tenemos que estar
mirándole a los ojos, atendiendo a cada palabra, cada sílaba, estar plenamente
presentes, solo en esa realidad. Y distracción interna quiere decir que
estás envuelto en tus mil maravillas, proyectado al futuro en una   fantasía o
reciclando algún [recuerdo] extraño.

6. Tristeza o agobio por las dificultades asociadas con el proceso.


tristeza, agobio por las dificultades asociadas  con el proceso. Una cosa es si tienes
una  conversación de cinco minutos, y otra cosa es si  estás recibiendo una
enseñanza de dos horas de una  filosofía densa, con vocabulario nuevo. Entonces,
puede que parte de nosotros necesite más alegría, más entusiasmo, más fervor…
por tanto, hay  que tener cierta madurez, cierta tolerancia, cierta fuerza interna para
exponernos a esa  enseñanza, a esa conversación, a esa verdad. 

Una buena motivación para escuchar.


Y ahora vamos a hablar con un poco más de detalle  de lo que conlleva cada uno de
ellos. Ahora  vamos al lado positivo: cómo empezar  a cultivar el arte de la escucha. 

Cómo empezar a cultivar el arte de la escucha.


Y vamos a empezar, por  supuesto, con
1. la motivación.
Tenemos que estar interesados en aprender.  Y cuando decimos aprender quiere
decir algo nuevo. Y cuando hay ese interés en aprender quiere  decir que no sé
completamente lo que conlleva, es una exploración, es un misterio. Estás 
empezando un peregrinaje, no sabes a dónde vas, no sabes lo que vas a descubrir.
Hay  que tener esa apertura y ese interés. 

2. Estar interesado  en mejorar –mejorar como persona,  


mejorar tu comprensión, mejorar tu visión  de la realidad…–. Y no sé cómo va a
ocurrir, no sé lo que ello conlleva, no sé hasta dónde  puedo llegar. Tener esa
humildad y esa apertura. 

3. Estar interesado en  descubrir la realidad que habita esta persona.  


Y estoy seguro de que mi versión de la  realidad no es la más acertada. Esta es una
de las más importantes. Uno de los grandes bloqueos que no nos permite aprender,
escuchar a los  demás, mejorar nuestra visión de la realidad es el aferramiento que
tenemos a nuestra postura  actual, pensando, sintiendo, asumiendo que lo que yo
veo, lo que yo percibo, lo que yo sé… es la  realidad objetiva, es la realidad
compartida.  

Es muy importante… y esto viene más adelante  en las enseñanzas de la filosofía


budista –las enseñanzas de la originación interdependiente–  donde descubrimos
que no hay tal cosa como una  realidad completamente objetiva. La realidad  es una
coproducción y tu conciencia juega un  papel muy importante en determinar cómo
se  presenta esa realidad, cómo la percibimos. 

Y cada uno de nosotros –aquí reunidos en  este bello templo– pensamos que
estamos en  un mismo punto geográfico; sacamos el  móvil, abrimos Google Maps y
pensamos  que todos estamos en las mismas coordenadas, pero, en realidad, cada
uno está en su mundo. Es muy importante saber que cada uno estamos  en nuestra
burbuja. Y no hay nada malo en ello, lo único malo es decir: “Esta es la realidad de 
todos, esta es la única manera de ver las cosas”. Y cuando tú tienes eso claro, eso
te permite abrir  y, es más, te interesas por la realidad que está percibiendo otra
persona… desde otra perspectiva, desde otro ángulo, desde otro punto de vista está
viendo las cosas ligeramente diferentes o  radicalmente diferentes. Y eso puede ser
un gran aprendizaje, incluso esa otra persona puede tener  una visión mucho más
acertada, mucho más precisa, menos distorsión por los velos. Eso es un
premio, tenemos acceso a una realidad mucho más sensata, más pura, ¡gratis!, solo
por escuchar. Si tenemos esa habilidad damos un salto sin tener que sufrir todo lo
que ha sufrido  esa persona para ganarse esa percepción, tener acceso a esa
realidad; tenemos  el ticket compartido, si escuchamos.  Es un premio, ¿no crees?
Por  tanto, mínimamente debemos de tener estas tres  motivaciones, que aquí las
combino con un enfoque, con una libertad, con una especie  de humildad:
interesado en aprender, interesado en mejorar, interesado en descubrir  la realidad
desde la perspectiva del otro. 

Ahora bien, lo voy a decir más adelante, pero ya  noto un poco de tensión en el aire.
Esto no quiere  decir que tengamos que adoptar la realidad  del otro. Escuchar no
es adoptar ciegamente.  
Aquí simplemente queremos tener acceso  a más recursos, a más información, a
más perspectivas. Y después, en la segunda  fase de contemplación y reflexión,
digerimos, procesamos toda esa información; y vemos  lo que funciona, lo que no
funciona, lo que es válido y no válido; pero tenemos que dejar  que entre, si no entra
no podemos apreciarlo.
 
Los ejercicios más recomendados para prepararnos para la escucha
consciente.

Y ahora, me gustaría compartir algunos ejercicios  simples que podemos desarrollar


para mejorar la escucha. En realidad, la escucha es el  resultado de nuestro
desarrollo espiritual.  A medida que desarrollamos el pilar de la virtud, el pilar de la
atención, el pilar del altruismo, el pilar de la sabiduría vamos a  estar más
predispuestos, atentos, abiertos, no reactivos… para poder apreciar, atender la
realidad, la verdad del otro. Y algo que puede acelerar el proceso, algo que  puede
ayudarnos a operar a nuestro mejor nivel  –o mejor versión– son cuatro simples
ejercicios.

1. “presencia en silencio”.
Toma unos  minutos al día ‒especialmente si no tienes una  práctica meditativa
regular‒ y encuentra un hueco en tu día donde puedas estar completamente
solo, en silencio, y simplemente habitar el presente. Y sentirte cómodo, sin evasión,
sin métodos de  compensación, sin entretenerte con fantasías; si puedes,
simplemente entrenar tu mente, habitar  ese presente y estar cómodos sin
fascinación, sin estimulación. Muy importante. Algo más directo es
2. atención consciente  a toda la gama de sonidos”.
La atención en el  budismo ‒empezando con el Buddha histórico‒  se entrena en
cuatro ámbitos: el ámbito  material, el ámbito de las sensaciones, el ámbito mental y
el ámbito fenomenológico. El primero ‒que es el que indico aquí‒
es, conscientemente, elegir atender solo a la  estimulación auditiva. Ir a un parque,
abrir tu  ventana o, simplemente, en tu propio hogar cerrar  los ojos y solo atender a
lo que tu oído escucha  ‒puede ser el agua, el aire  acondicionado, el ventilador, el
motor de la nevera, el refrigerador, heladera…  puede ser tu respiración, puede ser
la persona que está al lado, el miau de tu gatito…‒, simplemente  abrirnos a todo lo
que es la estimulación  del sonido.
Desarrollar esa capacidad de pasar  conscientemente de la consciencia
conceptual ‒donde estamos ideando‒ a una consciencia más  básica, más primaria,
‒la consciencia sensorial  que atiende a los sonidos‒… y entrenarnos en ello. Y
después encontrar un sonido curioso como el canto de un riachuelo y, ahí,

3. desarrollar la  habilidad de apreciar un sonido cotidiano,


 como un cuenco o como un riachuelo o como la brisa  del aire cuando mueve las
hojas… encontrar encanto en esos sonidos naturales. Eso nos va a dar la  fortaleza
para después poder escuchar mejor. 

4. “desarrollar la habilidad de  empatizar con los demás”.


Esto es algo en lo que hacemos mucho hincapié cuando estamos  desarrollando
meditación en el amor, en la compasión, en el dar y el tomar. Todo empieza con  la
empatía, un ejercicio donde nos sentimos que  estamos habitando la realidad del
otro, sintiendo  lo que siente, pensando lo que piensa. Trata de  imaginar esa
realidad y cuanto más espontánea  sea, mejor; si estás viajando en tren,
metro, bus… una persona que veas a tu lado trata de imaginar cómo se siente
dentro, cómo comprende el mundo. Va a ser muy valioso  para desarrollar el arte de
la escucha.
 
Ahora vamos más directamente a  definir qué es el arte de la escucha. 

Casi todos los idiomas tienen esta distinción  entre oír y escuchar. No es meramente
oír; está  la escucha consciente de lo que uno está oyendo, donde uno está tratando
de captar ese sentido. Y tenemos este famoso koan japonés: “Si un árbol  cae en un
bosque y no hay nadie para oírlo, ¿hace ruido?”. Y es muy curioso porque, aunque
este koan ha entrado o se ha extendido  popularmente en casi todas las culturas, se
sigue  interpretando mal muchas veces.
Por ejemplo, si tú eres un científico materialista donde todo  nace con la materia,
entonces sí argumentan que, aunque no hay nadie presente, hay ruido porque  se
interrumpen las ondas en la atmósfera. Pero, desde la perspectiva budista, eso no
es ruido, eso es simplemente la agitación de moléculas. Para que haya ruido, para
que haya sonido  tiene que haber alguien que lo perciba. Y ese alguien no puede
estar sordo, tiene que tener la habilidad de oír. 

Esto quiere decir que, para que haya comunicación, no es suficiente con que una
persona hable; tiene que haber una persona que le esté oyendo  y, si queremos
comunicación, tiene que haber  una persona que le esté escuchando. Por tanto,
cuando un maestro está dando una transmisión, no es suficiente estar presentes 
para que esa transmisión ocurra, tenemos que estar activamente oyendo,
activamente  escuchando para que realmente sea una transmisión. 

Me gustaría compartir ahora alguna de las claves.  Y después, si tenéis alguna


pregunta los que   estáis aquí presentes, podemos atenderlas.
1. Clave es empieza escuchándote  a ti mismo.
Es muy importante conocernos mejor  escuchando. Muchas veces no queremos
escucharnos. Si nos escuchamos es solo cuando estamos  gritando o gritándonos,
gritando hacia nosotros, exclamando algo. Tenemos que desarrollar esa 
sensibilidad, esa paciencia, ese amor, ese cariño hacia nosotros mismos para
comprender qué está  ocurriendo dentro de nosotros, cuál es el hilo, cuál es el
guion, qué predomina, qué nos inquieta, qué nos decimos… hay un gran
aprendizaje.  
¡Hay tanto esfuerzo algunas veces en descifrar  la simbología de los sueños! Unas
personas ponen una alarma, tienen un cuadernito al  lado de su mesita de noche, se
despiertan, tratan de anotar: “pirata”, “cuerda”… Y después  tratan de decodificar
toda esta simbología, todos estos arquetipos para tratar de tener alguna  pista de lo
que está pasando en su subconsciente… cuando tenemos acceso directo a nuestra
mente  todo el día ‒que estamos desaprovechando‒, donde no hay necesidad de
decodificar mucho,  ya viene todo directo.
Pero muchas veces no nos gusta lo que escuchamos, no nos gusta lo  que nos
decimos y, por lo tanto, lo ignoramos, lo enmascaramos, intentamos distraernos
con  algo afuera para no escuchar esa voz dentro. 

Y ahora un sistema extraído de diferentes  fuentes, pero principalmente


tratando de  Sistema RADAR.
Responder a estas seis faltas que identifican  los maestros budistas. Cinco pasos. 
El primero es recibe. El primer paso de la escucha  es absorbe todos los datos como
si fueras una  
esponja. Quiere decir estar presente, quiere decir  estar interesado, quiere decir
estar participando,  
atento y recibiendo todo. No es el momento de  decodificar, eso viene después; no
es el momento  
de comparar ‒‘lo que dice este maestro comparado  con lo que he leído de
Nietzsche, lo que he leído  
de esto…’‒. Ese no es el momento. Es el momento de  absorber como si te dieran
un premio. No sé si eso  
ha ocurrido en España, en tu país; es muy típico  en Estados Unidos. Antes le
daban un premio a una  
persona: sesenta segundos en una tienda y tenía  que ir corriendo, tratando de
conseguir todo. Y  
tenía que salir por la puerta en sesenta segundos.  Tienes ese momento para captar
todos los tesoros  
que tiene esa persona. Después, cuando salgas  por la puerta, ves si algo vale o no
vale. 
Este es el punto más importante y, por lo  tanto, lo detallo a continuación. Tenemos  
que tener una mente en equilibrio; es muy  importante para realmente captar el
sentido  
de lo que la persona está diciendo. Las palabras  son símbolos. Es el dedo
apuntando a la luna,  
no es la luna. Es una señalización de lo que  la persona quiere, siente, sabe. Es la
taza,  
no es el té. Las palabras son el contenedor; lo  importante es lo contenido, que es el
sentido.  
Y para captar, para extraer ese sentido tenemos  que ser muy finos, muy delicados,
tener equilibrio  
‒que voy a explicar a continuación‒. El tercer punto, un resumen. Así pues,  
al concluir cada frase, cada oración, cada  párrafo, cada charla… trata de
desarrollar  
un resumen. Porque no podemos, no tenemos la  memoria espectacular de un arjat
y, por tanto,  
tenemos que hacer un resumen de lo que  nosotros en ese momento captamos
como lo más  
importante. Y eso es muy efectivo, muy poderoso. Y luego, aclarar. Haz preguntas a
esa persona.  
Hay muchas personas que son muy tímidas y  no quieren [mostrar] a otros que no
saben,  
que no comprenden… y se quedan callados.  Ese es un error muy grande. Por
tanto,  
no temas hacer preguntas. Todas las personas  aprecian esa pregunta para saber,
comprender  
mejor. Incluso si crees que sabes lo que la  persona está diciendo, igualmente
confírmalo. 
Yo, recientemente, cuando [hacemos] reuniones  de organización, para que no haya
malentendidos  
‒especialmente cuando estamos hablando personas de  diferentes países y
demás‒, siempre digo: “Déjame  
asegurarme de que te he entendido, ¿has dicho  que tal y tal y tal?”… y la otra
persona dice:  
“No”. Así que hay que tener mucho cuidado.  Algunas veces asumimos algo, pero
no es así. 
Y luego, recuerda. Retén los elementos de esa  enseñanza ‒si es el caso de una
enseñanza‒ en tu  
memoria. [Porque] la escucha incluye el elemento  de memorizar, de recordar esa
información vital.  
Porque si no tienes acceso voluntario, después  no tienes con qué trabajar la fase
de reflexión,  
de contemplación, por lo que tienes que  tener esa información a mano. Y para
muchas  
personas tomar apuntes es muy útil y, después,  repasarlos y recordar los puntos
importantes. 
Encuentra el camino del medio entre la escucha...
Ahora vamos a hablar de la parte más delicada  que es este camino del medio.
Seguramente has  
escuchado esta expresión en muchas enseñanzas  budistas, ‘¿cómo encontrar el
camino del medio?’. 
Inicialmente, la primera vez que surge el camino  del medio en los discursos del
Buddha es en  
relación al equilibrio entre sacrificio  y placer, entre ascetismo y hedonismo,  
porque el Buddha se exigió mucho. Estuvo seis años  viviendo en la jungla, en el
bosque, sacrificando,  
mortificando su cuerpo, apenas comiendo, apenas  bebiendo, reduciendo al mínimo
los recursos  
físicos para tener todo el tiempo, toda la energía  para los yogas, para las disciplinas
internas  
de la meditación. Pero descubrió que llegó a un  punto que era contraproducente. Si
pones demasiado  
énfasis en esas exigencias, en esos ascetismos,  entonces es contraproducente;
tienes que encontrar  
equilibrio, tener cierto nivel de bienestar,  de comodidad y cierto nivel de exigencia. 
Eso es diferente a lo que proponen otras  tradiciones que creen que el dolor es
santo,  
que hay algo puro y divino en el sacrificio,  que si uno sufre, uno purifica el alma. Y  
el Buddha dijo: “No necesariamente, algunas  veces sufrimos y reaccionamos mal y
empeoramos  
la situación”. Y hay otros que proponen: “No.  La salvación está en el gozo, en el
placer,  
en el éxtasis”. Y eso también es [erróneo]. No hay nada santo independiente de
nosotros,  
todo depende de cómo nos relacionamos.  Por tanto, es muy importante encontrar
ese  
equilibrio. Y el equilibrio del Buddha no es tu  equilibrio, no es mi equilibrio. Y tu
equilibrio,  
hoy día, a lo mejor no es el equilibrio en un  mes o en un año. Por tanto, aquí la
honestidad  
es muy importante para saber cómo optimizar  nuestro camino ‒nuestros recursos‒
para que  
sea óptimo para nuestro desarrollo espiritual. Y tomando esa referencia de que hay
dos extremos  
absolutos y tenemos que encontrar, no el punto  medio entre esos dos extremos,
sino descubrir  
la gama y dar un salto; no verlos como absolutos  y ver cómo relacionarnos mejor
con ese espectro. 
Vamos a hablar del primero que es la  escucha pasiva o la escucha activa.  
Normalmente ‒como nuestra tendencia es de ser  muy pasivos‒, cuando alguien da
consejos sobre  
la escucha consciente, dices: “No, tenemos  que ser más activos”. Pero realmente
hay un  
extremo donde podemos ser demasiado activos, les  estamos acabando las frases a
otras personas,  
no les dejamos hablar o terminar; estamos, de  alguna manera, cortando lo que
quieren decir. 
Por ello, hay que tener ese equilibrio. No  queremos ser una audiencia pasiva;
tenemos  
que participar, pero participar hasta el punto  en el que no invadamos el territorio del
orador,  
de la persona que está hablando, explicando. Así que hay un delicado equilibrio. Y
tenemos  
que descubrir cuánto debemos participar en este  diálogo, en esta escucha; cuánto
debo poner yo de  
mi parte. Y también hay algunas personas  que necesitan más apoyo de nosotros
para  
que se expliquen, para que se abran,  para que continúen con su diálogo. 
El segundo es escéptico y crédulo. Aquí hay dos  extremos y los dos son malos.
Escéptico quiere  
Escéptico y crédulo. (nivel de aceptación).
decir que, antes de escuchar lo que la persona  tiene que decir, tenemos una idea
desfavorable  
o negamos lo que la persona dice; y crédulo  quiere decir que, antes de escuchar lo
que la  
persona va a decir, ya le aceptamos, le creemos. Y aquí tenemos que encontrar un
punto medio,  
donde estamos abiertos a todas las posibilidades.  No somos escépticos, no
estamos ya asumiendo que  
nada es [cierto], le damos una oportunidad a todo.  Todo debe tener una
oportunidad, no hay nada fuera  
de la mesa, todo puede ser considerado. Y tampoco  somos crédulos o creyentes,
no asumimos nada con  
fe ciega. Y esto es algo que recalcó el propio  Buddha Shakyamuni en uno de sus
discursos en la  
comunidad Kalamas diciendo: “No aceptes lo que  yo digo simplemente porque
viene de una figura  
respetuosa o porque está escrito en un libro  sagrado o porque está compartido, es
prevalente  
en tu sociedad, está de moda… Escucha con mucho  cuidado y después examina
eso que escuchas como  
si fueras un mercader que está a punto de comprar  oro y no quiere que nadie le
estafe. Entonces  
quema el oro, corta el oro, rasca el oro y solo  cuando está al cien por cien seguro
de que es oro,  
lo adopta como oro y paga lo que es”. Así que nosotros tenemos que tener también  
esa tranquilidad de abrirnos a todas  las posibilidades sin comprometernos,  
sin cerrarnos a algo de forma anticipada. Porque  rara vez hacemos eso. O
excluimos algunas cosas  
que suenan raras, que suenan fantasiosas, que  suenan difíciles, que suenan
excepcionales; o,  
por el otro lado, ya tenemos cierto favoritismo,  cierta atracción por adoptar ciertas
creencias,  
ciertas ideas que son favorables a lo  que ya asumimos o lo que nos conviene.  
Es muy interesante encontrar ese equilibrio  que aquí podemos llamar el nivel de
aceptación. 
Viejo y nuevo. (nivel de innovación).
Otro es viejo y nuevo. No hay nada  que sea completamente viejo y no hay  
nada que sea completamente nuevo. Esto  quiere decir que, en el mundo del arte,  
cuando surge un nuevo artista con un nuevo  estilo, no es completamente nuevo.
Está  
inspirado por el trabajo de otros artistas, por  modas en los medios, por patrones de
un tejido,  
por la textura de un tronco… es decir, nadie  puede sacar una idea sin otra idea
antigua. Y  
nadie puede tampoco replicar una idea  antigua, sin agregar algo de su parte. 
Cuando tú estás escuchando, algunas veces hay la  tendencia a decir: “¡Ah! Ya sé
lo que va a decir,  
ya sé de qué va la cosa; esto me suena a  esto, esto es viejo, esto es reciclado,  
ya sé de qué va”, y dejamos de escuchar. La  persona sigue hablando, pero tú ya
estás pensando  
lo que le vas a decir, estás esperando a que esa  persona respire para entrometerte
y corregirle.  
Por lo que muchas veces no estamos escuchando,  estamos haciendo tiempo y
preparando nuestra  
refutación, nuestro argumento, lo que le vamos  a decir… esperando a que esa
persona acabe. 
Es muy curioso… y a lo mejor alguno de vosotros  lo habéis descubierto. Esto se
nota más cuando  
uno hace retiros de varias semanas o meses,  particularmente si es en silencio; y
después uno,  
al final del retiro, se va exponiendo a  conversaciones, a escuchar a otros humanos  
hablar fuera de tu cabeza, estás escuchando a  otras personas… y es muy curioso
[porque] rara vez  
nos estamos comunicando. Casi siempre una persona  dice algo, que es como un
arco de esos romanos,  
compuesto de dieciséis piedras, y la otra persona  elije una piedra angular curiosa y,
de ahí, saca  
otro arco, empieza otra conversación relacionada:  “Sabes Lama Rinchen, escuché
que en Málaga  
hay una escultura budista bellísima, hay esta  estupa grandísima”… Y la [otra]
persona: “¡Ay,  
sí! Yo estuve en una estupa en Nepal; creo que  se llamaba Boudhanath”… Y la
otra: “¡Ah, sí! Yo  
viví allí varios años, muy cerquita de Boudhanath;  estaba viviendo en la academia
budista”… “A mí me  
encantan las enseñanzas budistas”… Realmente son  frases que aluden, hacen
alguna referencia remota  
a lo que se estaba diciendo anteriormente,  pero en cada intercambio se cambia de
tema,  
se está hablando de otra cosa. Y cuando hacemos  eso no podemos profundizar
mucho. Es interesante  
porque cada cinco segundos hay un tema diferente,  pero no podemos profundizar
mucho, explorar mucho. 
Y nosotros desarrollamos esa misma costumbre  en nuestra mente cuando estamos
analizando,  
contemplando: damos saltos, hacemos  conexiones y después se abren tangentes,  
vectores que nos llevan en diferentes direcciones. Es muy importante saber que lo
que está diciendo  
esta persona tiene algo que ver con el pasado  y seguramente algo que ver con lo
que tú sabes,  
si no, no hay la más mínima conexión; no es algo  completamente nuevo y artificial.
Por tanto,  
hay que tener ese equilibrio de saber cuánto  viene de atrás y cuánto es innovación. 
Crítica y ovación. (nivel de evaluación).
Los próximos no son tanto un espectro,  sino también encontrar el equilibrio  
para comprender a cada [uno]. Muchas veces tenemos una actitud  
demasiado crítica, donde estamos ya atacando,  buscando contradicciones,
buscando agujeros;  
y nadie se expresa perfectamente, nadie es  perfectamente elocuente o puede
emplear las  
palabras de la mejor manera. Por tanto, no hay  que ser tan críticos, tan obsesivos…
y buscar  
más la esencia. La persona está tratando  con… humo… de mandarte un mensaje,
pero,  
en vez de humo [como los indios], está utilizando  palabras que tú has utilizado en
otro contexto. 
Tampoco tenemos que maravillarnos con lo que la   persona está diciendo… y
tratar  de buscar la esencia del mensaje. 
Literal y figurativo. (nivel de simbolismo).
Otro análisis que es muy importante es cuánto  de lo que la persona está diciendo
es literal  
y cuánto es figurativo o alegórico, simbólico: si  esa persona está diciendo tal cual,
directamente,  
lo que las palabras indican, a propósito, o si  está siendo un poco más creativa, si
está haciendo  
alusión a algo, si hay más interpretación  o simbolismo que haya que descifrar. 
Directo e interpretativo. (nivel de interpretación).
Y el otro ‒que es muy importante en el budismo‒  es directo o interpretativo que
quiere decir,  
en el uso cotidiano, si esta persona te está  mandando una indirecta. Pero aquí, a
nivel  
filosófico, quiere decir si este es el mensaje  que señala… este símbolo, esta frase
señala la  
verdad que está indicando este maestro, o si es un  paso, si yo tengo que dar un
paso en mi reflexión  
para captar hacia dónde está dirigida esa flecha. Por ejemplo, si se nos da una
enseñanza sobre la  
conducta, lo importante que es la conducta  física, ser una persona ética, tener
cierto  
control de nuestro comportamiento físico, de lo  que decimos. ¿Ese es el mensaje
último, directo  
o es interpretativo? Y desde la perspectiva  de la filosofía es interpretativo. Todo
nos  
tiene que llevar hacia la verdad. Todo son medios  habilidosos para descubrir la
verdad. Por tanto,  
el propósito de la conducta no es ser buenos.  Es domar la mente, es ayudarnos a
apaciguar la  
mente; y el propósito de apaciguar la mente,  de lograr absorciones meditativas, es
que la  
mente se haga dócil, que se preste, que esté a  nuestra disposición para indagar en
la realidad  
de quiénes somos. Por eso es tan importante ir  al mensaje que más nos acerca a la
realidad. 
Y ahora unos consejos finales. Si te  olvidas de todo lo que he mencionado  
o si no estás escuchando, ahora  escucha esto que es muy importante. 
Las expectativas no son realmente  malas. Nada es realmente malo;  
el problema es la relación. Si nos aferramos  a esas expectativas, eso sí es
problemático.  
Siempre que iniciamos un movimiento, lo  hacemos porque esperamos que valga la
pena.  
Estamos aquí reunidos hoy con la expectativa  de que vale la pena invertir nuestro
tiempo  
y nuestra energía. Pero es muy importante que  esa expectativa no se cierre, no se
cosifique,  
no se cristalice porque eso te impide descubrir,  eso impide la intuición, impide la
creatividad. 
Por tanto, debemos mantenernos abiertos, como si  fuéramos un niño, tener esa
gran apertura de estar  
completamente expuestos, con mucha curiosidad, ‘a  ver, ¿qué hay de nuevo?,
¿qué hay que descubrir?,  
¿qué hay detrás de la cortina?’. Y para tener ese desprendimiento,   esa apertura
que reconocemos en los niños, tenemos  que tener también la humildad de los
niños.  
Saber que hay mucho por  aprender, mucho por descubrir. 
Una manera de decirlo ‒porque algunas veces es  bueno escuchar algo fuerte que
nos despierte,  
especialmente cuando hace mucho calor‒, todo lo  que sabemos está equivocado…
¿suficientemente  
fuerte? No hay nada que nosotros conozcamos hoy  en día que sea absolutamente
acertado, preciso.  
No quiere decir que no sepamos nada,  sabemos muchas cosas, válidas… y eso  
nos ayuda a no chocarnos con los muebles,  nos ayuda a frenar cuando hay una luz
roja,  
nos ayuda a convivir, pagar el alquiler y  demás; pero realmente no sabemos nada
con  
perfecta precisión porque no somos un buddha. Todo lo que nosotros sabemos y
vemos está  
distorsionado por los filtros ‒conceptuales y  emocionales‒. Por tanto, todo puede
mejorar.  
Incluso si crees que ‘yo tengo la mejor de  todas las filosofías, yo soy un estudiante  
de Madhyamaka, yo soy un madhyamika’, igualmente  eso puede mejorar porque tú
tienes alguna noción,  
alguna idea de lo que es la realidad, la  filosofía, la perspectiva, la visión del  
Camino del Medio, del Madhyamaka. Aún no lo has  integrado, aún no eres un
buddha. Eso quiere decir  
que, si no estamos iluminados, tenemos algo que  aprender. Y ese aprendizaje
curiosamente puede  
venir de lugares muy inesperados. Es más fácil  aprender de un gran maestro, un
gran erudito,  
alguien en quien tenemos confianza, que  tiene mucha bondad de repetirnos las
cosas,  
pero si nosotros tenemos mucha  apertura y mucha sensibilidad, el río,  
las burbujitas del agua en un riachuelo,  en una cascada ya cantan la realidad;  
los ecos de un tambor, de un cuenco ya desvelan  la realidad; un niño, la sonrisa de
un niño ya  
desvela la realidad. Curiosamente hay treinta y  dos reflexiones que utilizan los
grandes yoguis  
para dar el salto a la verdad no-dual y una  de ellas es la analogía de un bebé
riéndose.  
¡Hay mucho por descubrir ahí si  tenemos mucha apertura, mucha humildad! 
El proceso de escucha toma tiempo, la comunicación  no es fácil entre nosotros. En
el futuro, cuando  
todos tengamos telepatía, va a ser muy fácil, o  un chip aquí metido [señala su
cabeza], todo va  
a ser muy fácil, pero hoy en día la comunicación  cuesta, incluso si hablamos el
mismo idioma. Cada  
uno de nosotros tiene una expresión energética,  su temperamento… y es muy difícil
–cuando no  
coincide la energía, el temperamento, la edad,  el fondo, la cultura– captar
realmente lo que la  
persona está sintiendo. Tenemos que tener mucha  apertura, mucha humildad y
mucha paciencia. 
Y, por último, si os olvidáis de todo,  no os olvidéis de esto: ser curiosos.  
Curiosos es una cualidad indispensable. Y  los maestros que yo conozco que
realmente  
tienen sabiduría es principalmente por  su curiosidad. Son muy inteligentes,  
muy estudiosos, pero tienen esta chispa, el  cosquilleo, la inquietud de la
curiosidad.  
Es muy importante. Si te obligan a estudiar,   lo haces; si tienes presión ‒el látigo o
el  incentivo económico‒, pasas los exámenes;  
pero si no eres curioso, no vas a interesarte, no  vas a invertir ese tiempo interno
para profundizar  
en el tema, para extraer la esencia, para armar  el rompecabezas, para captar el
sentido. Eso solo  
viene de la curiosidad. Es muy difícil  forzar a que una persona se interese;  
por mucho incentivo que le des, si no hay esa  curiosidad natural, no sale, no hay
esa magia,  
ese descubrimiento, esa aproximación a la verdad. Muy bien, pues no sé si me
habéis escuchado. Lo  
bueno es que podéis rebobinar, ha quedado grabado. Así que estas son unas pistas
muy valiosas de  
cambios muy simples que podemos implementar,  que pueden tener un impacto
muy significativo  
en nuestra vida porque nuestra meditación depende  de esto. Nuestro cambio,
nuestro desarrollo como  
personas, nuestro desarrollo espiritual depende  de cuánto podemos escuchar, de
esta conciencia,  
de esta habilidad de estar conscientemente  atentos, captando la esencia de lo que
dicen  
los demás. Por tanto, tu vida depende de ello,  tu desarrollo depende de ello. Muy
importante. 
Y ahora podemos abrirnos a cualquier duda  y pregunta que tengamos por aquí. Y
los que  
estáis participando en línea, si os interesa este  tipo de presentación, poned algún
comentario en  
el vídeo. En el futuro haré más conferencias,  más charlas sobre temas similares.
Muy bien.  
A lo mejor quedó todo muy claro,  tan claro que no es necesario. 
La escucha. Preguntas y respuestas Pregunta n.º1.- Lama Rinchen,   muchas
gracias. Hay otro punto medio que a mí  a veces me cuesta encontrarlo. Y es que en
una  
P.- n.º 1.- ¿Cuál es el punto medio de qué apuntar y qué no?
época de mi vida apuntaba todo, todo, todo… y  en otras, no apunto nada. Entonces
¿cuál es el   punto medio de qué apuntar? Si nos  da alguna pista en este sentido
para  
encontrar ese otro punto medio. Muchas gracias. Ven. Lama Rinchen Gyaltsen. -
Muy bien. Sí,   esta es una muy buena pregunta. Muchas  personas me la han
hecho y todo depende  
de la persona. Porque hay algunas personas que  son muy habilidosas en tomar
notas, a lo mejor  
tienen más formación académica y tienen mucha  disciplina en su mente, por lo que
cuando están  
escuchando ya se va armando un guion temático con  jerarquías, símbolos y
dibujos; y puede ser de  
gran beneficio. Y algunas personas lo hacen tan  rápido que casi están
transcribiendo lo que la  
persona está diciendo. Yo, por ejemplo, soy muy  lento en tomar notas… pero creo
que es valioso. 
Entonces, si eres lento ‒como yo‒, tienes que  tomar notas temáticas, frases de
cada punto. Y  
si eres una persona más rápida, deberías escribir  oraciones completas. Pero es
muy importante porque  
no podemos captar todo lo que escuchamos. Y si no  estamos tomando notas,
quiere decir que estamos  
con el obstáculo número seis, la tristeza, el  agobio, es decir, pereza. Estamos
sintiendo que  
es demasiado trabajo mover el brazo, tomar notas. Deberíamos tomar algunas
notas. ¿Cuántas tomamos?  
Hasta el punto en que no interfieran  en la captación, en la escucha;  
van a interferir algo, pero muchas veces,  especialmente alguien que habla lento
como yo,  
necesita demasiado tiempo para decir  algo muy simple. Y una persona rápida,  
en la mitad de tiempo ya capta el sentido,  y puede hacer las dos cosas al mismo
tiempo. 
Entonces, mínimamente un guion temático y,  si se puede, hacer frases y oraciones,
mejor;  
pero mínimamente listas. Y después, al acabar, cuando tenemos  
la mente aún fresca, repasar ese guion y rellenar  lo que falta, compararlo con algún
amigo o alguna  
amiga. Hay personas que toman notas bellísimas,  claras, y son un gran recurso
para todos. 
Pregunta n.º 2.-  
Gracias, querido Lama Rinchen. Me  gustaría preguntar [acerca de] cuando  
P.- n.º 2.- ¿Qué hacer con el material de nuestra neurosis?
vamos escuchando poco a poco nuestras neurosis  y conociéndonos, ¿qué hacer
con ese material?  
Porque usted ha dicho que  es importante escucharnos,   que a veces no nos gusta
lo que nos decimos  y… según vamos escuchándonos y conociéndonos,  
¿qué hacer con ese material? Ven. Lama Rinchen Gyaltsen. - Muy  
bien. No debemos reaccionar. Normalmente somos,  por defecto, reactivos; no nos
damos cuenta y,  
de forma impulsiva, estamos enamorándonos  de cosas que son agradables, y
rechazando,  
generando aversión hacia cosas que  producen sensaciones desfavorables. 
Todo lo que revivimos dentro de  nosotros nace de un karma, de  
una reacción que hemos tenido en nosotros y no se  ha resuelto completamente. Un
evento en nuestra  
vida no se ha procesado completamente y queda  energía pendiente; y eso se
reanima y se  
manifiesta en nuestra conciencia con la simbología  y los personajes a nuestra
disposición. Y es muy  
importante permitir que esa energía antigua  se disipe por sí sola, se consuma por sí
sola,  
sin agregar más leña al fuego reaccionando con  una emoción como ira, enfado,
disgusto y demás. 
Si mantenemos una visión panorámica  
y simplemente estamos presentes  cuando surgen estos recuerdos, cuando  
tenemos una imagen y vemos cómo se enlazan los  procesos mentales, eso es un
gran descubrimiento…  
saber cómo funciona nuestra mente, cómo una  memoria, una imagen produce una
sensación,  
cómo esa sensación produce una reacción,  cómo eso crea una cadena de eventos
mentales  
en nuestra mente. Y si podemos verlo casi como  si fuera un partido de fútbol en
cámara lenta,  
podemos simplemente reconocer la zancadilla,  reconocer lo que está sucediendo y,
sin juzgar,  
sin un juicio categórico que condene ‒a nosotros  o a los demás‒, simplemente ese
reconocimiento  
resuelve el tema, procesa ese evento, llega  a su fin… esa historia llega a su fin y
esa  
energía se disipa y ya no nos va a molestar más. Algunos eventos en nuestra vida
tienen mucha  
energía. Es decir, en ese momento  fue muy impactante para nosotros,  
no supimos procesarlo ‒especialmente cuando éramos  muy jóvenes no teníamos
muchos recursos‒. Y,  
a veces, tenemos que revivirlo muchas veces para  poder procesarlo hoy, con los
recursos actuales. 
Y, curiosamente ‒esto está relacionado  con lo que hablamos de la escucha‒,  
hay cosas que has visto mil veces, pero [no] han  tenido [ningún] impacto en ti, no
[dejaron] la  
más mínima huella. Y hay otras cosas que fueron  fugaces y, de repente, creó un
impacto en ti,  
dejó una huella. Es muy curioso. Depende de cómo  estuviéramos en ese instante,
lo tiernos, lo  
abiertos, lo sensitivos. Y esto se nota [de nuevo]  cuando uno hace un retiro
extenso; y la mente  
se empieza a depurar, empieza a eliminar todas  estas toxinas emocionales de
nuestra historia. Yo  
recuerdo algunas veces que no reconocía el evento.  De repente, alguien me estaba
llevando en coche  
a un sitio, el coche iba a 60 km/h., 80 km/h. y,  de repente, de reojo vi una figura en
la calle y  
fue tan impactante ese flash, esa figura, que la  reacción que tuve quedó
impregnada. Y otras cosas  
fueron tan cotidianas como ir al colegio, tomar  la clase de historia, de francés, de
idioma y no  
te acuerdas a lo mejor de todo un semestre… tienes  un recuerdo que puedes
resumir en treinta segundos  
una experiencia que ha acumulado días  y días y días y días. Muy curioso. 
La clave es mantener una visión panorámica  donde no juzgamos y no
reaccionamos,  
y simplemente reconocemos el proceso,  la secuencia, las relaciones causales.  
Y esa experiencia nos informa intuitivamente,  nos ayuda a comprender mejor cómo
funcionamos. 
Pregunta n.º  
P.- n.º 3.- ¿Cómo escuchar mejor a las personas sin que nos irrite lo que nos
cuentan?
3.- Muchas gracias, Lama, por estas enseñanzas.  Muchas veces tenemos
conversaciones que son,  
digamos, irritantes, porque nos causa dolor  escuchar esas cosas; una experiencia
que alguien  
está contando o un familiar. Y nos causa dolor  porque no queremos escuchar eso y
lo rechazamos.  
Si nos puede dar alguna [pista] para poder estar  abierto a la hora de tener estas
conversaciones,  
y escuchar y comprender mejor por  lo que está pasando esa persona sin  
que nos irrite. Muchas gracias. Ven. Lama Rinchen Gyaltsen. -  
Sí. Está relacionado con no tener  expectativas. Aquí quiere decir que  
nada está bajo nuestro control ‒el control es  una ilusión‒, y menos la vida de los
demás. Por  
tanto, [no tenemos ningún] control  sobre lo que está pasando en el mundo,  
[ningún] control sobre lo que está  pasando en la vida de los demás.  
Y si podemos contribuir en algo, todo depende  de la apertura de ese familiar ‒en tu
caso‒. 
Tenemos que tener… ‒voy a utilizar una fórmula  un poco brusca para tratar de
transmitir esto  
de no tener expectativas‒, tenemos que tener la  sensación de recoger todas
nuestras preferencias,  
ponerlas en una bolsa, atarlas muy bien, y  después tirarlas a la basura, por la
ventana. 
Cuando escuchamos a los demás no podemos  tener preferencias, las preferencias
nos  
hacen parciales. Y queremos que esa persona esté  bien, queremos que mejore,
queremos que no tome  
ese camino que va a causarle daño, por supuesto  que queremos todo lo mejor,
pero no debemos  
aferrarnos. Cuando yo digo preferencias,  quiero decir aferrarnos a un querer. 
Cada cual elige su vida y está completamente  fuera de nuestro control. Nosotros, lo
mejor  
que podemos hacer es estar presentes, es estar  disponibles para que esa persona
aproveche de  
nosotros todo lo que pueda, que todos nuestros  recursos estén a disposición de
esa persona.  
Y vamos a descubrir que desaprovechamos los  recursos de los demás. Hay muy
poco que se  
aprovecha de la sabiduría, de la experiencia de  los demás porque estamos en
nuestro mundo, con  
nuestro orgullo; nadie quiere escuchar, recurrir,  pedir ayuda, pedir consejos. Todo
el mundo es un  
sabelotodo, y cuanto menos sabe, más orgullo hay. Si empiezas desde ese lugar
honesto,  
en vez de empezar desde la ilusión de que  ‘yo voy a cambiar a la otra persona’...  
¡es imposible! ‒el Buddha no puede cambiar a  otra persona‒, lo único que
podemos hacer es  
acercarle recursos: inspiración, iluminar  el camino, acompañar, servir de modelo,  
pero nadie puede directamente cambiar a  otra persona. Y cuanto más lo
intentemos,  
menos vamos a poder ayudar porque la  otra persona se resiste, se enroca,  
se protege; es contraproducente. Lo mejor que  podemos hacer es demostrar
nuestra amistad,  
nuestro cariño, nuestro afecto, nuestro  compromiso, que esa persona realmente
sienta que  
tú eres su aliado, que eres lo mejor para ella y  que va a recibir de ti tu honesta
opinión y demás. 
Lo que nos duele no es lo que la persona  está diciendo ‒para regresar a tu
pregunta‒,   sino nuestra falsa ilusión, nuestra exigencia de  lo que debe ser,
cuándo debe ser, cómo debe ser.  
Eso solo ocurre en la fantasía de nuestra mente.  La verdad es lo que está viviendo
esa persona,  
no lo que yo creo que debe ser, vivir, hacer  y cómo; eso es todo fantasía. Y cuando
choca  
nuestra fantasía con la realidad de  otra persona, eso es lo que nos duele.  
Pero si dejamos esa fantasía, la ponemos en una  bolsa y la tiramos por la ventana,
si dejamos esa  
fantasía, entonces, podemos atender la realidad  de esa persona y ver qué
posibilidades hay,  
cómo podemos contribuir mejor. Y si hay dolor, si  hay sufrimiento, si hay peligro…
más inspirado,  
más amor, más compasión, más entrega, más  podemos dar de nuestra parte. No lo
sufrimos,  
es algo que nos inspira. Y el mejor  ejemplo es su santidad el Dalái Lama. 
Pregunta n.º 4.-  
P.- n.º 4.- ¿¿Cómo tomar una decisión que me convenga y no la que yo quiera?
En el punto seis “empieza  escuchándote a ti mismo”,  
eso me parece muy difícil porque la mayoría de  las veces no me quiero escuchar, o
si lo hago,  
voy a tomar una decisión que es la que quiero,  a lo mejor no es la que me
conviene. Entonces,  
quería saber si me puede ayudar en ese punto. Ven. Lama Rinchen Gyaltsen. -  
Muy bien. Primero, muchas gracias por ser  tan honesto, nos ayuda a todos
nosotros,   nos encontramos en esa misma situación. A  mí me han ayudado mucho
las meditaciones de  
amor bondadoso hacia uno mismo. Eso nos ayuda  a tener una relación más amplia.
Es decir, si  
te comprometes con tu felicidad futura, si estás  comprometido con tu bienestar a
diez años, veinte  
años, al final de tus días, incluso ‒si crees  en la reencarnación‒ futuras
reencarnaciones,  
te sientes que tú eres tu mejor amigo, tu mejor  aliado, tú realmente quieres lo mejor
para ti. Y  
entonces, lo que pasa en medio no es importante;  si hay tropezones, si hay baches,
si hay  
autoengaño, automanipulación, autosabotaje, eso  ya está considerado porque
somos aún inmaduros,  
no nos queremos del todo bien. Pero si ya  has escrito el último capítulo de tu vida,  
ya sabes cómo acaba el cuento, la novela… lo que  pase en medio no es tan
importante porque conoces  
la conclusión: que tú, al fin y al cabo, te vas  a levantar cuando te caigas, al fin y al
cabo,  
te vas a recoger, te vas a perdonar, te  vas a limpiar, sacudir el polvo y vas a  
dar un paso hacia adelante y a querer mejorar. Por tanto, ese compromiso con
nosotros ‒escribir  
ese último capítulo‒ nos permite en el presente  ser honestos porque no hay ventaja
al engañarnos,  
porque ya está todo dicho y todo hecho y ya  sabemos cómo va acabar. Y eso nos
permite  
realmente aceptarnos como somos ‒lo malo, lo  bueno y lo feo‒, pero si no tenemos
ese amor  
bondadoso hacia nosotros en el futuro, entonces,  la batalla presente es la única
que existe. Si tú  
escribes tu último capítulo, ya ganaste la guerra  y no te importa perder una batalla o
dos. Pero si  
no tienes ese compromiso futuro contigo mismo,  hay mucha presión por mantener
tu identidad,  
tu personaje, tu máscara… no solo hacia fuera,  hacia los demás, [sino que] te
quieres convencer  
a ti mismo de que eres una persona honesta, pura,  sana, buena, fiel y demás. Hay
mucha presión  
para creernos ese personaje porque el futuro  está en el aire, no nos pertenece.
Pero, si el  
futuro no está en el aire, está ya definido ‒tú te  has comprometido con tu felicidad,
ya sabes cómo  
acaba‒, entonces podemos aceptar no solo lo bueno,  sino también lo malo y lo feo,
reconciliarnos con  
nuestras sombras. Eso es muy poderoso porque  si no tenemos ese nivel de
transparencia,  
no vamos a implementar bien los yogas, los  medios habilidosos, las técnicas
meditativas;  
vamos a optimizar la implementación para que  favorezca la identidad, para que
mantenga vivo  
el personaje que estamos promoviendo. Es muy  [gracioso]… una vez que aceptas
que es patético,  
es muy gracioso. Pregunta n.º  
5.- Muchas gracias, Lama-la. Dos preguntas,  si puede ser. Un poco de aclaración
sobre  
P.- n.º 5.- ¿Cómo tener la aptitud del comprador de oro?, ¿Cómo cultivar la
curiosidad?
‘escepticismo-credulidad’. ¿Cómo tener la actitud  del comprador de oro? Y un poco
de aclaración  
en cómo cultivar la curiosidad. Ven. Lama Rinchen Gyaltsen. -  
Estas son preguntas muy abiertas:  “Habla más sobre esto, Lama Rinchen”… 
Pregunta n.º 5.- (cont.). Pero, para ponerlo  en práctica, de cara a ponerlo en
práctica,  
implementarlo. Ven. Lama Rinchen  
Gyaltsen. - Ok. ¿Cómo encontrar ese  equilibrio entre el escepticismo y  
ser crédulo o creyente? ¡Es delicado! Es  una pregunta más difícil de lo que parece  
porque escuchamos en todos los  sitios que tenemos que tener fe,  
que tenemos que tener cierta confianza. Si  no hay cierto nivel de confianza,
entonces  
estamos limitados a los recursos presentes.  Pero si tenemos cierto nivel de
confianza en  
el mensajero y el mensaje, eso nos permite  experimentar. Experimentar, ponerlo a  
prueba para descubrir por nosotros, por nuestra  experiencia si es veraz, si
realmente funciona. 
Hay que reconciliar esta enseñanza que dice que  la confianza… a alguno de mis
amigos les irrita  
esta palabra, la fe es indispensable,  con esta idea de ser neutrales, ni  
escépticos, ni crédulos ‒crédulos  creo que es, o creyentes‒. 
Vamos a utilizar como ejemplo la  actitud que tienen muchos científicos…  
quiere decir que tenemos que ser neutrales,  estamos interesados en descubrir el
mundo natural;  
y, a la vez, el proceso de investigación es  imposible si no hay fe. Esto quiere decir
que  
hay un frente muy amplio y nosotros tenemos que  definirnos, no podemos hacer
todo, no hay tiempo,  
no hay recursos. Tenemos un laboratorio, tenemos  asistentes, tenemos este
presupuesto, tenemos que  
desarrollar un experimento. Y tenemos que tener  la mínima confianza en la
posibilidad de que ese  
experimento rinda, de que logre resultados  favorables ‒no sabemos aún, si
supiéramos,  
sería ley y ya no sería necesario hacer el  experimento‒, pero tiene que haber la
posibilidad  
y, cuanto más alta, más interés, recursos, más  lanzados estamos en invertir, no tres
meses,  
sino cinco años en esta investigación. Y en el camino espiritual, igual.  
Te inicias en una tradición y todo es  nuevo. Y no hay garantías de que este yoga,  
esta práctica meditativa vaya a ser efectiva. A lo  mejor lo fue hace dos mil años
para esta persona  
en los Himalayas, pero para mí, aquí, ahora  ¿será posible?, ¿realmente me hará
bien? 
Al principio no hay pistas, no hay ninguna prueba  favorable. Pero estas técnicas no
están aisladas,  
es un árbol, es una red, es un abanico de  propuestas. Y si puedes comprobar una
propuesta,  
si puedes comprobar una, eso ya te da  más tranquilidad de que, en ese paquete,  
las siguientes nueve enseñanzas del Buddha tienen  alta probabilidad de ser ciertas,
de que vale la  
pena investigar aquí, desarrollar mi experimento.  Pero no tengo fe ciega, no soy
creyente y tampoco  
soy escéptico… estoy en el proceso de  exploración, estoy en el proceso de
investigación. 
Y esa confianza que me da haber  hecho el experimento de prueba  
me permite invertir mis recursos y tener acceso  a tecnología avanzada que no
pertenece a mi nivel  
de conciencia; tengo tecnología espiritual  avanzada por encima de mis capacidades
y la  
puedo aprovechar, me puede beneficiar ahora  gracias a la confianza, a la fe que
tengo. 
Por tanto, tenemos que asegurarnos de no caer  en el extremo de la fe ciega que,
honestamente,  
es útil para personas de conciencia grupal.  Hay cierto nivel de conciencia
fundamentalista  
y ese nivel de conciencia no acepta ambigüedades,  
tiene que tener certeza absoluta, vive en un mundo  de blanco y negro. Y esa
persona tiene que creer  
100%, sin pruebas, porque lo dice este libro;  no necesita comprender. Es más, el
análisis es  
peligroso, agrega incertidumbre en la ecuación. Pero nosotros ya pasamos esa fase,
esa perspectiva  
ya no nos favorece. Esa perspectiva es  útil y beneficiosa para cierta mentalidad.  
Nosotros necesitamos comprender, pero si nos  limitamos a operar con nuestra
comprensión actual,  
presente, nuestros recursos son muy limitados. Si  pedimos prestados recursos a
los grandes maestros,  
al Buddha, muy ventajoso… pero no son nuestros  aún, son prestados. Hasta que
no logremos  
descubrirlos por experiencia propia, no son  nuestros, no es mi técnica, no es mi
meditación,  
no es mi filosofía, es prestada, está a prueba. Muy bien, muy bien…  
concluimos aquí, ¿una pregunta más?… ¡Ohhh, la  segunda pregunta! ¡Tiene una
[abogada] defensora! 
La segunda pregunta es sobre cómo aumentar  la curiosidad. Eso sí es aún más
difícil.  
Una manera muy rara de explicarlo es que todas las  personas son muy curiosas…
hasta que tienen miedo.  
La curiosidad es simplemente falta de miedo.  
Y no nos damos cuenta, hoy en día, de  lo sometidos que estamos por el miedo.  
Estamos activamente tratando  de esconder la incertidumbre,  
esconder y tapar cosas que no comprendemos,  ignorarlas, camuflarlas,
enmascararlas.  
Si tenemos cierta confianza interna ‒que es una  combinación de autoestima, una
combinación de  
amor propio, esta confianza que nos da el amor  bondadoso de la que hablé‒, eso
nos permite  
resistir ese miedo y abrirnos a las posibilidades. Sabemos que hay un universo
infinito  
lleno de posibilidades, todo está por  descubrir. Si somos una persona natural,  
que no está condicionada, limitada, bloqueada por  el miedo, de forma espontánea
estamos indagando  
constantemente ¿por qué la flor tiene ese color?,  ¿por qué los pétalos son de ese
color?, ¿por qué  
esta necesita poca agua?, ¿por qué esta necesita  tanta agua?, ¿por qué esta lente
funciona de esta  
manera y me hace la nariz más grande?, ¿por qué?,  ¿por qué?, ¿por qué? Todo es
un descubrimiento. 
Su santidad el Dalái Lama, desde que era  pequeñito, estaba abriendo todos los
juguetes,  
todos los relojes que le daban para  ver cómo funcionaban por dentro. En  
Nueva York, una vez una amiga estaba sacando  fotos. Fue contratada por Oprah.
Había una  
entrevista entre Oprah y su santidad el Dalái  Lama y ella estaba sacando la foto
para la  
portada de esa revista… y una de sus cámaras le  falló. Era una cámara de esas
antiguas de Nikon,  
de película. Y Su Santidad lo notó y le dijo:  “Si quieres préstame la cámara, la abro
esta  
noche y, si te la arreglo, te la devuelvo mañana”.  Así que mi amiga le dio la cámara
a Su Santidad. Y  
Su Santidad ‒porque es muy curioso‒ viaja con  un estuche con pequeños
destornilladores para  
abrir relojes, y esa noche estuvo… Y le arregló  la cámara y se la devolvió al día
siguiente. 
Y cuando viajo con su santidad Sakya Trizin,  ¡también!, siempre está
preguntándome cosas  
de cada país. “¿Por qué hacen  las personas esto en este país?,  
¿por qué en España comen tan tarde?”.  Siempre [siente curiosidad] cuando  
hay algo inusual y saber por qué, ¿por  qué se ponen en fila de esta manera?,   ¿por
qué? Siempre esa inocencia de niños, de estar  siempre tratando de averiguar cómo
funciona todo. 
No es una trampa, no estoy evitando tu  pregunta, creo que es un consejo válido:  
busca eliminar miedo. Trata de desarrollar  más confianza en ti, en tu potencial. Y
eso  
te abre a un mundo de posibilidades. 
Muy bien. Una pregunta más y concluimos. Pregunta n.º 6.-  
Gracias Lama. Muy buenas tardes. Con el tema de  la pereza ‒que usted también
indicó que estaba  
P.- n.º 6.- ¿Qué otros síntomas están relacionados al sexto punto que mencionó?
relacionada con la tristeza‒, ¿qué otros síntomas  o estados están relacionados con
ese sexto punto  
de la falta de escucha adecuada? Y si está  relacionado eso con la falta de
autoestima  
o la falta de humildad. Ven. Lama Rinchen  
Gyaltsen. - Este sexto punto hace  referencia al segundo tipo de paciencia.  
¿Os acordáis de que hay tres tipos de paciencia o  tres niveles? El que
reconocemos, que es paciencia  
hacia el daño que nos puede causar una persona  con un rumor o una crítica. El
segundo nivel o  
tipo de paciencia es tolerar las dificultades  que conlleva el desarrollo espiritual,  
donde algunas veces coincide con lo que te  gusta, lo que te favorece; pero algunas
veces  
coincide que tienes que estar con calor, tienes  que estar sentado con las piernas
cruzadas,  
tienes que hacer algo que es incómodo o no  coincide con tus intereses o gustos. Y
el  
tercer tipo de paciencia es tolerar la verdad. Tu pregunta es ‘¿por qué no tenemos el
segundo  
tipo de paciencia?’ o ‘¿cómo mejorar nuestro nivel  de madurez para poder soportar
‒¿te gusta esa  
palabra?‒, soportar, tolerar, tener paciencia con  todo lo que conlleva el desarrollo
espiritual?’…  
que quiere decir que estamos dispuestos a  morir y nacer todos los días. Cambio es
muerte:  
algo de nosotros tiene que dejar de ser para  permitir que algo nuevo nazca. Y
tenemos que  
pensar a largo plazo, crecer a largo plazo. Eso  quiere decir que a lo mejor tenemos
que aprender  
un idioma nuevo o memorizar una lista o entrenar  nuestra mente para desarrollar
más atención. 
Todos queremos magia, todos  queremos experiencias místicas,  
pero eso solo surge si hacemos todo lo necesario  para llegar a esa culminación, a
ese despertar. 
Por tanto, ¿qué nos permite desarrollar más  tolerancia? Una cosa es tener esta
amplitud  
donde nuestra conciencia abarca más tiempo.  Si estamos interesados en logros
superiores,  
son logros a largo plazo. Y eso quiere decir  que, a corto plazo, hay que hacer cosas
que  
no están directamente relacionadas o que  no te alegran o impactan
inmediatamente. 
Quiere decir también que valoramos el desarrollo  espiritual. Muchas personas se
identifican como un  
practicante espiritual o incluso un practicante  budista, pero lo que buscan es
experiencia;  
o buscan poderes, creen que hay poderes místicos;  o buscan reconocimiento de los
demás ‒hay muchas  
personas en España que buscan titulaciones  o certificados para enseñar a los
demás‒. 
Tenemos que tener una motivación genuina y  estar interesados en el desarrollo
interno,  
que rara vez coincide con las motivaciones  mundanas ‒los ocho dharmas
mundanos,  
las estrategias de compensación del egocentrismo‒.  Tenemos que tener una
motivación genuina,  
que incluya la renuncia ‒esa madurez de  espíritu que va más allá del brillo
samsárico‒  
y después, tener más tiempo en nuestra conciencia. Otra cosa que es importante es
comprender lo que  
está en juego, comprender lo que está en juego.  En todos los manuales tibetanos
se recomienda  
que todos los yoguis, todas las yoguinis deben  hacer cuatro contemplaciones. Y la
primera es  
la importancia del desarrollo espiritual  y la segunda es la impermanencia.  
Tenemos que comprender que el desarrollo  espiritual no es una opción, es una
necesidad.  
Nuestro bienestar, nuestra felicidad depende  de nuestro desarrollo espiritual. Y todo
lo  
demás es un método para llegar  ahí, un método para enmascarar. 
Y luego… ¡que queda poco tiempo!  ¿Cuánto? Menos del que crees. ¡Queda  
muy poco tiempo! Estamos envejeciendo y algún día  dejaremos de existir. Por
tanto, es muy importante  
valorar la oportunidad que tenemos de dar un salto  evolutivo en esta encarnación.
Es realmente un  
premio. Y tenemos que aprovecharlo porque podemos  beneficiar a los demás a
largo plazo. Por ello, si  
comprendemos lo que está en juego, si comprendemos  esta impermanencia o
cambio, si tenemos esta  
visión expansiva, entonces naturalmente  podemos soportar ciertas
inconveniencias,  
incomodidades temporales porque hay mucho en juego  y hay mucho beneficio que
está a nuestro alcance. 
Agradecimiento.
Muy bien. Muchas gracias a todos por participar en  
Español

También podría gustarte