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Pulsión de muerte.
I. Primer Cap.
El decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de
placer.
Vale decir: creemos que en todos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera, y
después adopta tal orientación que su resultado final coincide con una disminución de
aquella, esto es, con una evitación de displacer o una producción de placer.
El trabajo anímico se empeña en mantener baja la cantidad de excitación, todo cuanto sea
apto para incrementarla, se sentirá como disfuncional, vale decir, displacentero.
- EL principio del placer se deriva del principio de constancia.
Pero, la situación es esta: en el alma existe una fuerte tendencia al principio del placer,
pero ciertas otras fuerzas o constelaciones la contratarían, de suerte que el resultado final
no siempre corresponde a la tendencia del placer.
El principio del placer tiene una ley: es propio de un trabajo primario del aparato anímico.
Principio de realidad: Bajo el influjo de las pulsiones de autoconservación del yo, es
relevado por el principio de realidad, que, sin resignar el propósito de una ganancia final
de placer, exige y consigue posponer la satisfacción, renunciar a diversas posibilidades de
lograrla y tolerar provisionalmente el displacer en el largo rodeo hacia el placer.
CAPITULO II
Neurosis traumática.
Guerra influyó en esto. deterioro orgánico del sistema nervioso por acción de una
violencia mecánica.