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El Imperialismo es un término derivado del latín que significa “ordenar” o

“mandar”, y que se usa para designar una doctrina política, cuyo


fundamento es que un pueblo o un Estado (a partir de aquí llamado
“Imperio”) domina a otro u otros de menor poder militar y económico, a
través de un conjunto de prácticas que establecen una relación
internacional desigual, injusta y coercitiva. Esto quiere decir que un
Imperio domina a otras naciones a través de mecanismos militares,
comerciales o de otra índole, para imponerles relaciones que sólo lo
benefician a él.
El Colonialismo designa una relación similar a la descrita anteriormente,
pero en este caso las naciones subalternas dejan de existir y pasan a
ser controladas (e incluso pobladas) directamente por el imperio o por la
potencia invasora. Este proceso se llama colonización y suele imponerse
de manera violenta a través del poder militar, despojando a los
colonizados de sus tierras y obligándolos a formar parte de la sociedad
conquistadora, dentro de la cual siempre se hallan en un lugar de
minusvalía o inferioridad.

Causas y consecuencias del imperialismo


Causas económicas
En parte, el imperialismo fue consecuencia de la Revolución Industrial.
Ante el aumento de la producción y riqueza, las colonias se convirtieron
para las metrópolis en unos rentables mercados donde vender su
producción sin tener que pagar tasas aduaneras. También eran espacios
donde invertir sus capitales, mediante la construcción de obras públicas,
como ferrocarriles y puertos. Además, las metrópolis colonizaban aquellos
territorios ricos en recursos naturales, que ofrecían materias primas
baratas para sus industrias.

Causas religiosas
El imperialismo se justificó en muchos casos por el deseo de cristianizar a
pueblos que conservaban sus propias religiones. La labor misionera de la
Iglesia católica y protestante tuvo gran importancia: se fundaron
misiones en Asia, África y Oceanía.

Causas políticas
Las potencias conquistaron determinados lugares que eran estratégicos
para controlar rutas marítimas y terrestres importantes. Por ejemplo,
Reino Unido consideraba fundamental dominar Egipto para controlar las
rutas entre Europa y la India. La expansión territorial también servía
para aumentar el prestigio de un país en el mundo y fortalecer el orgullo
nacional entre su población.

Consecuencias:
• Existieron en las colonias un espíritu antiimperialista
• La población propia fue sustituida por colonos extranjeros
• Los pensamientos coloniales cambiaron con el pensamiento europeo,
aceptando ideas occidentales como la religión

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