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“El año 1948 había sido, probablemente, el mejor del gobierno peronista. La economía
todavía crecía con solidez, y el futuro era visto con optimismo, al menos por el propio
Perón”, (Gerchunoff, pg201).
El Plan de Estabilización económica de 1952 tenía como objetivo básico detener la inflación
y resolver el problema del déficit comercial externo, la idea fuerte del plan era la austeridad,
gastar menos, el plan no se limitó desde luego a estos llamados voluntaristas a la austeridad
popular, la inversión pública se redujo bastante a partir del 52 y el déficit fiscal disminuyó
considerablemente.
Los fondos de Seguridad Social siguieron solventando los déficits fiscales ya que los ingresos
por aportes previsionales continuaron superando a los pagos por ese concepto más allá de la
caída del peronismo. La retracción fiscal se combinó con una política monetaria más
restrictiva que hasta entonces, para combatir la inflación hubo medidas como el retraso
deliberado de las tarifas públicas y aumento de subsidios a los bienes básicos, hubo un
prudente manejo de los salarios creándose la Comisión Nacional de Precios y Salarios y se
instaló un sistema de negociaciones salariales bianuales. Otras medidas apuntaron al aumento
de exportaciones con la matanza de un día en la semana, y una veda de carne de un día
(viernes). El impuesto a las exportaciones agropecuarias del IAPI se reemplazó por una
política de aliento al sector rural. La caída de la inflación recuperó la confianza en el peso
aumentando entre el 52 y 55 la riqueza atesorada en moneda nacional, también el problema
externo ge corregido temporalmente, la balanza comercial dio superávit entre el 53 y 54
gracias a la cosecha del 52-53, para volver a déficit en el 55. El sector rural pasó a contar
nuevamente con el favor oficial.
El aumento de la producción industrial era objetivo de las políticas públicas a partir del
gobierno militar de la revolución de 1943, frente al peronismo el impulso industrializador se
intensificó a través de políticas para completar el proceso de sustitución de importaciones por
producción industrial mediante créditos y mecanismos cambiarios comerciales, el Banco
Industrial (1944) y el Banco Central nacionalizado en el 46 fueron los encargados de llevar
adelante un programa de créditos expansivo, el grado de sustitución de importaciones
industriales que Argentina alcanzó hacia el 50 se contó entre los mayores del mundo
semindustrializado. También son importantes los costos del tipo de industrialización que se
generó y determinar si era viable en largo plazo.
Los analistas de política industrial lo han criticado por excesivamente indiscriminado, las
autoridades bancarias pocas veces indicaban los criterios con que decidían esa asignación,
algunos también han considerado que la protección a ciertos sectores es suficiente porque
empuja en desarrollo de otras ramas a través de eslabonamientos que pueden ser hacia
adelante o hacia atrás, si fallan los eslabonamiento no solo no se difunde el crecimiento sino
que se complica la expansión de la propia industria favorecida ya que se enfrenta con
dificultades en el mercado para sus productos como en el de insumos. Es más apropiado
asociar la política peronista a la estrategia diversificada que a la versión concentrada de la
industrialización, aunque fuera del todo involuntaria. La política industrial diversificada era
problemática en un país con población relativamente escasa porque faltaba eficiencia, el
defecto se habría atenuado con una industrialización más selectiva, el resultado era una
producción manufactura de alto costo (mucha mano de obra) y poca posibilidad de
exportación (baja calidad). Tradicionalmente la expansión inicial de la industria puede contar
con la gran disponibilidad de trabajadores de salarios bajos hasta entonces dedicados a
actividades rurales de baja productividad, en la Argentina las cosas eran distintas, el alto nivel
salarial seguirá siendo una característica del mercado de trabajo argentino y el empleo
industrial avanzaría menos que en otros países.
En 1955 reaparece el déficit comercial luego de dos años de estabilización ya que las
importaciones comienzas a recuperarse en su nivel. La voluntad por mejorar la voluntad
agropecuaria y el restablecimiento de precios aceptables para el agro no estaba logrando el
objetivo de aumentar el valor de las ventas al exterior ya que las políticas internas fueron
perjudiciales a la producción primaria. Los controles cambiarios a préstamos exteriores como
el del Exim Bank en 1950 eran solo una solución temporaria al problema externo argentino
para superar este defecto se debían combinar dos políticas incentivar las exportaciones e
incentivar la producción local de maquinarias e insumos industriales sobre todo combustible.
El IAPI intentaría una mecanización agraria. Pero producir localmente acero y petróleo
demandaría grandes inversiones iniciales, importación de bienes de capital. La escasez de
divisas para importar hizo que muchos se lamentaran por el uso que se había hecho de las
reservas acumuladas durante la guerra., esto habría permitido la provisión local de bienes de
capital que de otro modo debían importarse en lugar de ello las reservas se utilizaron para
nacionalización de activos extranjeros básicamente a través de cancelación de deudas y
estatización de servicios públicos.
A fines del 53 el gobierno podía estar contento por la marcha de la economía, algunos
gremios organizaron huelgas en reclamos salariales, las demandas fueron exitosas, este
avance de los trabajadores tenía su lado negativo ya que, amenazada con derrumbar el
equilibrio alcanzado luego de dos años de austeridad, para mantener un aumento progresivo
del ingreso salarial había que incentivar la producción e inversión garantizando ganancias a
los empresarios. En 1954 se convoca un Congreso de Productividad y Bienestar Social (CNP)
que agrupaba a la CGE y sindicatos nucleados de la CGT estas reuniones quisieron ser una
muestra de que la armonía de clases era una realidad, empresarios y trabajadores se sentaron
a discutir sus problemas comunes pero la realidad estaba lejos de esa concordancia porque las
propuestas empresarias chocaron con la oposición de los sindicalistas, lo mayor que se acordó
fue la libertad que consiguieron los empleadores para reubicar personal y premiar la
eficiencia.
La inversión de origen interno fuera pública o privada era insuficiente para aumentar la
productividad y reducir el peso de ciertas importaciones de su balanza de pagos, lo que
faltaba eran las divisas para comprar en el exterior los bienes de capital necesarios. La única
salida era la inversión externa. La consigna de independencia económica fue desapareciendo
del discurso oficial. El gobierno entendía que para superar los problemas de la balanza de
pagos había que invertir en algunos sectores industriales, en el área petrolera y equipos que
incrementan la productividad agrícola. Este Segundo Plan declaró la importancia de los
capitales extranjeros abriendo la posibilidad de que participaran en los servicios públicos. Fue
con la Ley del 53 relacionada a la inversión de capitales extranjeros que se plasmó el nuevo
espíritu del gobierno, su fundamento principal era superar la escasez de divisas, esta
inversión debía contribuir al desarrollo económico traducido en la obtención directa o
indirecta de divisas, las prioridades eran mecanización agrícola y producción local de
insumos que antes se importaban, la producción local de tractores por empresas extranjeras
fue el primer avance, el ejecutivo aprobó la instalación de cuatro fábricas automotrices, en
Córdoba se instalaría la automotriz IKA, pero lo más innovador se dio en la política petrolera
con un acuerdo entre YPF y La California Argentina de petróleo para la explotación en el sur
del país (Santa Cruz) en este territorio la empresa podía construir caminos, embarcaderos y
aeropuertos durante la vigencia del contrato. Es sorprendente que el gobierno que volcaba
tantas energías en proclamar la independencia económica firme estas cláusulas, pero no tenía
otras salidas y Perón respondió a los desafíos de cada coyuntura con los instrumentos que
consideraba más aptos. Pero este contrato fracasó y el proyecto de Ley quedó estancado en el
Congreso, en las filas peronistas se creía que se traicionaba el principio justicialista de la
independencia económica, pero la falta de apoyo fue un indicio para que el gobierno
comprenda que estaba solo, el desgaste político se aceleraba y se rumoreaba un levantamiento
militar.
Frondizi habló por radio en 1955, medio al que no podía acceder la oposición, los eventos
cruciales en la lucha entre peronistas y oposición habían despertado el interés popular por los
hechos políticos, hechos escandalosos como el suicidio del hermano de Evita, manejos
fraudulentos del comercio de la carne o un quimérico proyecto en área atómica puso de
manifiesto los defectos de un gobierno vertical, pero esto cambió sustancialmente por el
conflicto de Perón con la Iglesia al cual lanzó un ataque de acusaciones que fueron mutuas y
pronto se salió de control, Perón suprimió la enseñanza religiosa, permitió el divorcio y
separó más la Iglesia del Estado, la oposición vio su oportunidad de resucitar esto se
intensificó cuando 300 civiles fueron víctimas de un bombardeo en Plaza de Mayo en Junio
de 1955 que era parte de un plan para asesinar al presidente, la rebelión fue sofocada y los
grupos que apoyaron al gobierno quemaron varias iglesias de Buenos Aires, Perón pensó que
la única salida era un relajamiento en el control sobre la oposición concediendo los opositores
la posibilidad de usar la radio pero la conciliación no duró mucho, la amenaza de Perón era
una invitación a la revolución, Eduardo Lonardi, católico nacionalista, consideró que
cualquier levantamiento aislado sería suficiente para debilitar la estructura peronista, el 16 de
setiembre de 1955 se toma la Escuela de Artillería en Córdoba. Toda la marina se suma al
movimiento, Perón decide renunciar y refugiarse en la embajada del Paraguay para evitar el
baño de sangre, la Revolución Libertadora tenía objetivos más claros que los golpes
anteriores de 1930 y 1943 : librar al país de la segunda tiranía, volviendo a la
constitucionalidad en “una democracia sin Perón”, mientras Lonardi ocupó la presidencia
dominó la tendencia más moderada, la idea del presidente provisional era que “no debería
haber vencedores ni vencidos”, la tolerancia lonardista se manifestó en la negativa de no
remover a militares peronistas ni intervenir la CGT y asistir a Perón para que saliera del país.
El 13 de noviembre de 1955 Aramburu reemplaza a Lonardi, su presidencia duró dos años y
medio, fue disuelto el partido peronista, se condenó al régimen depuesto, se prohibió los
símbolos peronistas y el nombre de Perón salvo que fuera para repudiarlo y la CGT fue
intervenida, las lealtades del ex presidente tenían lugar en la clandestinidad. En el orden
constitucional la vuelta a la constitución del 53 tuvo cierta legalidad al convocarse a elección
popular, proscrito el peronismo la UCR era la fuerza más importante, Perón ordenó desde el
exilio votar en blanco y la UCR se dividió en la del pueblo (Balbín) e Intransigente
(Frondizi). Si bien Balbín supero a Frondizi los votos en blanco fueron los mayoritarios
siendo el símbolo del partido proscripto, nadie que aspirara a la presidencia podía ignorar los
votos peronistas esto fue motivación fundamental del pacto Frondizi-Perón que derivó en un
apoyo del candidato por los fieles al ex presidente. Frondizi llega al poder en mayo de 1958,
El La preocupación prioritaria era detener la inflación, los modos de estabilización serían los
ortodoxos, que no hubiera tanta moneda circulante, disminución del empleo estatal, mayor
racionalidad en el manejo de empresas públicas o su privatización, pero aún con estas
medidas Prebisch calculaba que el gobierno debía recurrir a la emisión monetaria,, pero el
gobierno chocó contra la dura realidad de un país convulsionado políticamente en que
difícilmente podría llevarse a cabo un plan coherente a largo plazo. Consecuencia de la
precaria política económica se sucedieron varios ministros de Economía que implementaron
diferentes medidas: Vasena intentó una mini estabilización que incluyó congelación de
sueldos y duró unos meses. En cuestiones económicas Aramburu no quiso ser enemigo de los
trabajadores, manteniendo conquistas gremiales otorgadas por el anterior gobierno.
La planificación económica peronista de 1949 a 1958 tuvo como objetivo principal impulsar
el proceso de industrialización en Argentina. Durante este periodo, se llevaron a cabo
importantes reformas en el modelo económico y se diseñaron políticas para fomentar la
inversión en la industria local. A continuación, se presentan los logros y límites de esta
planificación y su impacto en la industrialización del país.
Logros
Uno de los principales logros de la planificación económica peronista fue la creación del
Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI) en 1946. Esta institución tenía
como misión controlar la exportación de materias primas y el ingreso de divisas al país para
financiar la industrialización. También se crearon empresas estatales como SOMISA
(Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina) y Gas del Estado, que fueron fundamentales para el
desarrollo de la industria en el país.
Otro importante logro fue el aumento en la producción industrial durante este periodo. La
planificación económica peronista incentivó la inversión en la industria, lo que se tradujo en
un incremento significativo en la producción de bienes duraderos como maquinarias, equipos
y vehículos. Esto a su vez tuvo un impacto positivo en el empleo, ya que se crearon nuevos
puestos de trabajo en el sector industrial.
Límites
Sin embargo, la planificación económica peronista también tuvo importantes límites. Uno de
los principales problemas fue la falta de diversificación económica. La planificación se centró
en promover la industrialización y no se prestó la atención necesaria a otros sectores de la
economía como la agricultura y el turismo. Esto generó una dependencia excesiva del sector
industrial, lo que a la larga tuvo consecuencias negativas en momentos de crisis.
Impacto en la Industrialización
En este marco Perón intento dos políticas que se complementaban para estabilizar al
capitalismo argentino y alejar el peligro revolucionario. Por un lado continuar con el Pacto
Social, que había diseñado el Ministro de Economía José Bel Gelbard (afiliado secreto del
Partido Comunista) que buscaba aumentar la rentabilidad de la burguesía nacional firmando
un acuerdo entre el Estado, la Confederación General Económica (CGE), en representación
del empresariado nacional y la Confederación General del Trabajo (CGT), en representación
de los asalariados que tenía por fundamento contener las expectativas de los obreros, fijando
un aumento de 20 % del salario y la suspensión por dos años de las paritarias,el
congelamiento del precio de bienes y servicios y la imposición de un estricto sistema de
control de precios. Dicho plan fue cuestionado desde el principio por los sectores más
combativos de los trabajadores que nunca abandonaron sus luchas.
El tan mentado Pacto Social imaginaba un compromiso entre la burguesía nacional y los
trabajadores. Se suponía que, en este ceder y recibir, ambas clases se verían mutuamente
beneficiadas. La realidad, sin embargo, fue distinta. La burguesía logró garantizar sus
ganancias y la clase obrera sufrió la degradación de sus condiciones de vida. Más aún, con el
rearmado del bonapartismo, el proceso revolucionario entró en un impasse.
En esa coyuntura, la izquierda tenía como tarea enfrentar la salida reformista de la burguesía
que implicaba el despliegue de una lucha que permitiera la delimitación política y el
esclarecimiento de cara a la clase obrera. Veamos entonces como respondieron los dos
destacamentos políticos más importantes de la etapa: Montoneros y el Partido Revolucionario
de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).
Desde sus comienzos, Montoneros se definió como parte integrante del Movimiento
Peronista. De acuerdo a sus concepciones políticas, era este el motor del proceso
revolucionario. Dado que caracterizaba a la Argentina como un capitalismo dependiente,
cuyo pleno desarrollo había sido obstaculizado por la acción del imperialismo, defendía la
necesidad de impulsar un proceso de Liberación Nacional. Ello conllevaba necesariamente la
alianza de la clase obrera con las fracciones de la burguesía más perjudicadas, es decir,
aquellas nacionales de tamaño chico y mediano. El peronismo era visualizado como el ámbito
en que estas dos fracciones podían encontrarse, siempre bajo el liderazgo de Perón, al que
Montoneros no cuestionó.
Para poder abordar la problemática del peronismo con los Montoneros partiremos del texto
de Guillermo Caviasca donde presenta un análisis detallado de las diferencias ideológicas,
metodologías y la identidad de las organizaciones guerrilleras PRT-ERP y Montoneros, así
como los factores que contribuyeron a su declive y fin en la década de 1970. El autor describe
cómo estas organizaciones evolucionaron desde su origen peronista hacia posturas de
izquierda radical y marxista, pero con diferentes enfoques y tácticas para su lucha armada.
Por ejemplo, PRT-ERP se enfocó en la lucha de clases y la abolición del capitalismo,
mientras que los Montoneros priorizaron la lucha nacional y popular por medio de la
guerrilla.
Con esta base empezaremos a responder la problemática con el texto de Lissandrello donde
aborda la posición y estrategia de los Montoneros y el Partido Revolucionario de los
Trabajadores (ERP), hacia el Pacto Social impulsado por el gobierno de Juan Domingo Perón
en 1973 y 1974. El autor contextualiza la acción de estas dos organizaciones en el marco de
la "tercera posición" que defendía Perón y que buscaba lograr un acuerdo social entre las
clases trabajadoras y empresariales. Sin embargo, tanto Montoneros como el ERP tenían
visiones diferentes sobre cómo debía ser la estrategia del movimiento peronista hacia este
acuerdo social.
En cuanto a los problemas políticos para la relación entre Montoneros y el gobierno, se puede
destacar la falta de imposición de una reforma agraria, que impedía a los sectores campesinos
y populares acceder a la tierra y los recursos destinados a su desarrollo. Esto generó tensiones
y conflictos entre Montoneros y el gobierno, ya que la organización política percibía que la
falta de reformas estructurales impedía el avance hacia una verdadera liberación nacional y
social. Finalmente, otro de los problemas que agudizó la relación entre Montoneros y el
gobierno peronista fue la creciente represión estatal y paraestatal hacia los sectores peronistas
de izquierda, que se manifestó en una serie de asesinatos, secuestros y desapariciones, en el
marco de la lucha antisubversiva impulsada desde los sectores militares y de seguridad del
estado.
Esto lo podemos ver en el texto de Sergio Búfano donde examina la relación entre el ex
presidente Juan Domingo Perón y la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), un grupo
paramilitar de extrema derecha activo en Argentina durante la década de 1970.
El artículo aborda la relación entre Perón y José López Rega, el fundador de la Triple A,
quien había sido nombrado ministro de Bienestar Social por Perón en 1973. El autor
argumenta que Perón tenía pleno conocimiento de las actividades de la Triple A y que, de
hecho, la había creado y controlado como una herramienta para su propia agenda política.
A través de una revisión histórica minuciosa del uso de la violencia por parte de las fuerzas
de seguridad bajo el gobierno de Perón, el artículo argumenta que la creación de la Triple A
fue un paso lógico en la estrategia de Perón de mantener el poder y controlar a sus oponentes
políticos y sociales. La Triple A operó como una estructura de poder paralela al Estado y que
su violencia fue efectiva a la hora de silenciar a los oponentes políticos del gobierno
peronista.
En este contexto, Montoneros intentó lidiar con estos problemas de varias maneras. Por un
lado, mantuvo una relación tensa con el gobierno, al mismo tiempo que trataba de mantener
cierto grado de influencia en el movimiento peronista. Por otro lado, intentó fortalecer su
base social y política, promoviendo la organización de trabajadores y sectores populares, y
generando una fuerte crítica al gobierno.
BIBLIOGRAFIA
Lissandrello, Guido: “Montoneros y el Partido Revolucionario de los Trabajadores–ERP
ante el Pacto Social (1973-1974). Una perspectiva comparada”, en Izquierdas, nº 13,
Santiago de Chile, Agosto de 2013, pp. 83-108.
Bufano, Sergio; Teixidó, Lucrecia. “Perón y la Triple A“. Lucha armada, 2005, vol. 1, no 3,
p. 24.
Gerchunoff, Pablo y Lucas Llach: El ciclo de la ilusión y el desencanto, Ariel, Bs. As., pp.
201-242.