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UNIVERSIDAD CATÓLICA SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

FACULTAD DE DERECHO
ESCUELA DE DERECHO

“DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO


RATO Y NO CONSUMADO, PRIVILEGIO PAULINO Y PETRINO Y MATRIMONIO
RELIGIOSO EN LA UNIÓN EUROPEA”

CURSO:
Derecho Eclesiástico del Estado
DOCENTE:
Damian Paredes, Ulices Milton

INTEGRANTES:

Bryzon Villegas, Ximena

Cabrejos Díaz, Tamara

Carrión Jimenez, Korayma

López Saavedra, Gloria

Ortiz Quiroz, Melikate

Soto Piscoya, Fernanda

2021 - 1
ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN
II. MARCO TEÓRICO

CAPÍTULO I: GENERALIDADES

1.1. Indisolubilidad del Matrimonio

1.2. Separación Conyugal

1.2.1. Concepto

1.2.2. Separación perpetua

1.2.3. Separación temporal

1.2.4. Efectos de la separación

1.2.5. Restauración de la comunidad conyugal

1.3. Disolución

1.3.1. Muerte natural

1.3.2. Muerte presunta

CAPÍTULO II: DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO RATO Y NO


CONSUMADO

2.1. Conceptos básicos

2.1.1. Matrimonio Rato

2.1.2. Matrimonio No Consumado

2.2. La disolución del matrimonio inconsumado

2.2.1. Causas de disolución y requisitos comunes

2.2.1.1. Disolución por dispensa pontificia

2.2.1.1.1. Naturaleza de la dispensa

2.2.1.1.2. Régimen Jurídico

CAPÍTULO III: EL FAVOR FIDEI O PRIVILEGIO A FAVOR DE LA FE:


PRIVILEGIO PAULINO Y PETRINO
3.1. El privilegio paulino

3.1.1. Concepto

3.1.2. Presupuestos para su aplicación

3.1.3. Interpelaciones

3.1.4. Efectos

3.2. El privilegio petrino

3.2.1. Concepto

3.2.2. Supuestos

3.2.2.1. Privilegio petrino en el matrimonio de dos infieles

3.2.2.2. Matrimonio de infiel con acatólico bautizado

3.2.2.3. Matrimonio de infiel y católico

3.2.3. Requisitos

3.2.4. Procedimiento

3.2.5. Efectos canónicos de la disolución

CAPÍTULO IV: MATRIMONIO RELIGIOSA EN LA UNIÓN EUROPEA

4.1. Países de Europa Norte: Matrimonio de forma optativa religiosa o civil

4.1.1. Dinamarca

4.1.2. Finlandia

4.1.3. Gran Bretaña

4.1.4. Suecia

4.2. Países de Europa Sur: Matrimonio civil con forma optativa civil o religiosa

4.2.1. España

4.2.2. Grecia

4.2.3. Italia

4.2.4. Portugal
4.3. Países de Europa Centro: Matrimonio civil único

4.3.1. Alemania

4.3.2. Austria

4.3.3. Bélgica

4.3.4. Francia

4.3.5. Luxemburgo

4.3.6. Países Bajos

III. CONCLUSIONES
IV. BIBLIOGRAFÍA
I. INTRODUCCIÓN:

Reconocemos al matrimonio, como la alianza entre varón y mujer para toda la vida,
esto es, los esposos se entregan el uno al otro para siempre. Bajo este supuesto,
podemos decir que, con la celebración de este sacramento, se adquiere un
compromiso perpetuo con el cónyuge, caracterizado por la indisolubilidad, no puedo
ser disuelto por ningún poder humano salvo la muerte, tal como solemos oír en las
ceremonias matrimoniales a las que hemos asistido “lo ha unido Dios, que no
separe el hombre” así como “hasta que la muerte los separe”.

Dicho esto, si bien en el derecho eclesiástico no cabe la palabra divorcio, si es


posible la separación de los cónyuges por diversos motivos, esto son términos
distintos que serán tratados en este presente trabajo monográfico. Asimismo, a esta
regla de la indisolubilidad del matrimonio se le presentarán algunas excepciones,
tales como el matrimonio rato y no consumado, así como el privilegio paulino y
petrino.

Finalmente, hemos creído conveniente añadir como último capítulo titulado el


matrimonio religioso en la unión europea, debido a la diversidad de sistemas que allí
se encuentran presentes, vemos pues sistema subsidiario, optativo y civil. Cabe
señalar que en nuestro país anteriormente el matrimonio civil y religioso estaban
unidos, bastando, por tanto, la celebración de solo uno, sin embargo, con el actual
código civil de 1984 el matrimonio civil y religioso son distintos, debiendo celebrarse
por separado a fin de obtener los distintos efectos que ambos traen consigo.
II. MARCO TEÓRICO

CAPÍTULO I: GENERALIDADES

1.1. Indisolubilidad del Matrimonio

En lo que se refiere a la indisolubilidad del matrimonio, esta una verdad contenida


expresamente en el evangelio, es más, contenida en lo que estos recogen como
palabra directa de Jesús: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete
adulterio contra aquella; y, si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio” (Mc. 10, 11). Jesús habla aquí desde la autoridad del Padre, reconociendo
así la raíz creatural de la institución matrimonial, lo que le permite afirmar con
rotundidad: “lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt 19, 6). Se trata,
por tanto, de ser conscientes de que “la realidad de la indisolubilidad del matrimonio
es una dimensión de la revelación de un amor donado y, por eso, de algo que no
está a disposición de aquel que lo recibe, sino como una verdad precedente,
iluminada por Dios” (Casanova,2014)

El hombre de nuestro tiempo se pregunta cómo puede prometerse para siempre,


cuando no puede controlar las condiciones del futuro. Tal compromiso aparece a
sus ojos como sobrehumano; y en cierto sentido –sólo en cierto sentido- tiene razón;
pues si bien el amor es naturalmente digno de fe y lleva inscrito en su naturaleza la
pretensión de eternidad, sin embargo, tal pretensión sólo es alcanzable para un
amor fuerte y realista, que sepa valorar las amenazas emergentes de una
naturaleza caída. Tal valoración comprende la necesidad de la redención del
corazón que reorienta la pretensión de eternidad hacia el reconocimiento de un
Amor primero, origen y destino de todo amor humano. Sólo la remisión al Principio
puede dar razón cumplida tanto del natural deseo de eternidad propio del amor
como, por tanto, de la indisolubilidad matrimonial. (Casanova,2014)

Por tanto, puede decirse que la verdad evangélica de la indisolubilidad del


matrimonio es incuestionable, y que la ruptura matrimonial supone una ruptura de la
Alianza con Dios.
1.2. Separación Conyugal

1.2.1. Concepto

Lexicon Canunicum concibe a la separación conyugal como la separación


física de los esposos y el fin de la cohabitación, que la Iglesia admite en
situaciones en que la convivencia se hace prácticamente imposible por
diversas razones, que pueden comportar un daño o un riesgo grave para los
cónyuges y los hijos.

En la situación de separación permanece el vínculo matrimonial indisoluble, si


no se ha declarado la nulidad, y se suspenden los derechos y deberes más
relacionados con la vida conyugal. La Iglesia recomienda encarecidamente el
perdón y la reconciliación.

1.2.2. Separación perpetua

Respecto a la separación perpetua nos dice Bernárdez (2006) la única causa


de separación perpetua es el adulterio, dado que este supone “la violación de
las obligaciones más específicamente matrimoniales, y como tal, supone el
más grave incumplimiento del negocio jurídico matrimonial.

Sánchez citado en Bernárdez (2006) precisa que el adulterio es una


separación establecida en cuanto se es cónyuge. Esto en la medida que,
supone el desconocimiento perpetuo y exclusivo al cuerpo del cónyuge.

Dicho esto, el adulterio es definido por diversos autores como el


ayuntamiento carnal de persona, válidamente casada, con persona que no es
su consorte, es decir, que puede darse tanto por el varón cómo por la mujer,
sea el cómplice casado o soltero. Desde el punto de vista moral, señala
Bernárdez (2006) el adulterio constituye a la vez pecado contra las virtudes
de la caridad y de la justicia.

No obstante, el cónyuge inocente tiene el derecho a reanudar la vida


conyugal si así lo decide, con lo cual renacerá el derecho y obligación
extinguidas.

Dice el código canónico, respecto de este punto, «Aunque se recomienda


encarecidamente que el cónyuge movido por la caridad cristiana y teniendo
presente el bien de la familia, no niegue el perdón a la parte adúltera ni
interrumpa la vida matrimonial, si a pesar de todo no personase expresa o
tácitamente esa culpa, tiene derecho a romper la convivencia conyugal, a no
ser que hubiera consentido en el adulterio, o hubiera sido causa de él o él
mismo también hubiera cometido adulterio».

Siguiendo lo expuesto líneas arriba, es preciso mencionar que requisitos


concurrentes deben cumplir las relaciones extramatrimoniales a fin de
considerarse como adulterio, en cuyo caso si procede la separación a la que
se ha hecho mención.

● Que el adulterio sea perfecto y consumado

Comprendase este punto, en el sentido de que los actos que hayan


tenido lugar con persona distinta al consorte, son de suyo aptos para
la generación de la prole, no siendo necesario que haya procreación.
Asimismo, no bastan los actos lujuriosos, aunque sí pueden tener
relevancia para la demostración del adulterio o para la constitución de
la separación temporal.

● Que sea formal y culpable

Este punto implica que como menciona Bernárdez (2006) “el comercio
carnal con tercera persona con conocimiento de la infidelidad que se
comete y por una libre decisión de la voluntad”. Se deduce entonces
que, no basta con el acto material, pues puede darse el caso que, se
desconozca la permanencia de este vínculo, como ejemplo cuando se
cree muerto al cónyuge anterior o si se ignora que la persona con la
cual se comete la infidelidad no es el propio cónyuge, también cabe la
posibilidad de que sea realizado el acto adúltero coaccionado por la
violencia. En esos supuestos mencionados, hay un adulterio material
mas no formal y culpable, en consecuencia, no procederá la
separación.

● Que sea moralmente cierto


Requisito de carácter procesal, en la medida que exige la aportación
de una serie de pruebas que sean suficientes para producir en el
ánimo del juez la persuasión de que se cometió el adulterio realmente.

Existen, además, determinadas circunstancias que obstaculizan el derecho a


la separación del cónyuge inocente, en donde aun existiendo el adulterio con
los requisitos previamente mencionados, la parte inocente queda privada de
su derecho a la separación. Estas causas enervantes del derecho a la
separación perpetua están mencionadas en el código de derecho canónico,
específicamente en el canon 1152, y son las siguientes:

● Asentimiento al adulterio

Consiste, de acuerdo con Bernárdez (2006) en la aprobación o


consentimiento del acto que va a cometer el consorte. En este caso se
pierde el derecho a la separación, en virtud del principio scienti et
volenti non fit iniuria.

Dicho asentimiento, puede darse de manera expresa o tácita.


Respecto del segundo, tenemos el supuesto de que conociendo el
cónyuge inocente del acto adúltero que su cónyuge se propone
cometer y pudiendo fácilmente impedirlo no lo hace.

Ahora, de ser el caso que el asentimiento del cónyuge inocente haya


sido viciado, no estaríamos frente al supuesto de adulterio consentido.

● Provocación del adulterio

Este punto, supone en palabras de Bernárdez (2006) la prestación de


elementos que facilitan o contribuyen de modo positivo a la comisión
del adulterio.

Se entiende por doctrina que hay provocación o motivación cuando


uno de los cónyuges es ocasión directa y próxima del adulterio del
otro.

Puede darse de manera expresa, mediante el mandato, el consejo, la


insinuación, así como también de manera tácita, como el hecho de
introducir al cónyuge en determinados ambientes y permitir o facilitarle
ciertas compañías.

● Condonación del adulterio

Dice Bernárdez (2006) que la condonación supone “la remisión de la


injuria mediante el perdón de la parte ofendida”. En ese sentido, la
parte ofendida que otorga su perdón pierde el derecho a exigir la
separación perpetua.

El Papa Pio XII, en el discurso a los esposos (1942) dice que la Iglesia
aplaude la conducta generosa y abnegada del cónyuge que perdona,
fundándose en el principio fundamental del cristianismo, la caridad”

Ahora bien, la condonación debe ser espontánea, pudiendo ser


expresa o tácita. Hay condonación tácita si el cónyuge inocente
después de tener certeza del crimen de adulterio, convivio
espontáneamente con el otro cónyuge con afecto marital.

De darse la condonación, esto no habilita al cónyuge condenado a que


posteriormente cometa posibles violaciones.

● La compensación de adulterios

Pierde el derecho a la separación perpetua el cónyuge que, a su vez,


ha cometido adulterio. (Bernárdez, 2006)

Este ítem, contiene tres supuestos a analizar:

● Cuando los adulterios de una y otra parte se han verificado


antes de la separación

En este supuesto, ninguna de las partes tiene el derecho de


acusar la infracción de la otra parte. Si la separación
establecida fue meramente privada el primer culpable tendrá
derecho a pedir la restauración de la Comunidad conyugal. Si la
separación se produjo por sentencia judicial la doctrina se divide
en cuanto a la procedencia de la restauración de la Comunidad,
pudiéndose decir que en este caso el cónyuge que obtuvo la
separación judicial no vendrá obligado a restablecer la
Comunidad de vida en tanto no se decida la cuestión
judicialmente.

● El adulterio consentido y provocado impide la


compensación

La compensación no puede favorecer al cónyuge que, habiendo


adulterado, indujo o provocó a su cónyuge al adulterio. La
compensación, evidentemente, supone la equiparación o
neutralización de culpas. Y esto no tiene lugar en el adúltero,
que es doblemente culpable por Comisión del adulterio y por
inducción al otro cónyuge.

● La condonación del adulterio no impide la compensación

Es posible que la parte inocente, que condonó al adúltero


Incurra después en el mismo delito. ¿El primer adúltero que
obtuvo el perdón tendrá derecho a pedir la separación por
adulterio del cónyuge que un día perdono y ahora resulta
culpable? Invocando como razón última el favor matrimonii, esa
tendencia del ordenamiento a favorecer la vida normal de la
institución matrimonial y la Comunidad conyugal perteneciente a
esta vida nos induciría a estimar la compensación, y, por tanto,
a que no se disgregara la convivencia conyugal.

1.2.3. Separación temporal

Bernárdez (2006) señala que, frente a la separación por causa de adulterio, la


separación por las demás causas se diferencia en su fundamento, es decir en
el sentido en que quedan modificadas las relaciones Inter conyugales y en la
duración de la separación.

La separación temporal radica en la incompatibilidad que puede surgir entre


el cumplimiento del deber de la comunidad y la satisfacción de otros intereses
o el ejercicio de otros derechos jerárquicamente superiores. Cuando la
comunidad de vida, lejos de ser un medio de perfección y de complemento de
la personalidad humana, se convierte en un factor nocivo para el bien físico o
espiritual de los cónyuges, entonces la comunidad deja de tener sentido y la
tutela de los derechos fundamentales de la persona humana autoriza el
régimen de separación.

El sentido de peligrosidad que se encuentra en las causas de la separación


temporal contrasta con el de culpabilidad que domina en la separación por
adulterio.

● La separación perpetua se funda en la infidelidad que lógicamente


supone una culpabilidad del adúltero, si este último no es culpable,
entonces no procede la sanción
● En la separación temporal, sin embargo, no se establece como
sanción de una conducta culpable, sino como medio de prevenir males
futuros.

“Si unos de los cónyuges ponen en grave peligro espiritual o corporal al otro o
a la prole, o de otro modo hace demasiado dura la vida en común,
proporciona al otro un motivo legítimo para la separación, con autorización
del Ordinario del lugar y, si la demora implica un peligro, también por
autoridad propia” Can.1153.1. (Bernárdez, 2006)

Así las causas de la separación conyugal se reducen a tres:

1. Grave peligro para el alma

El bien del alma o del espíritu puede entenderse en diversos sentidos,


uno de ellos en cuanto concierne al hombre en su dimensión religiosa
como ser dotado de un destino trascendente, y por otra parte en su
dimensión racional o cultural como ser llamado al desarrollo de sus
facultades anímicas, psicológicas y morales.

La doctrina canónica interpreta esta causa como protección a la vida


religiosa de la persona cuando pudiera verse en peligro su salvación o la
pacífica práctica de su fe. Ella viene identificada con la inducción al
pecado contra la fe y la religión o contra la moral conyugal, en especial
cuando esta inducción fue continua y positiva. (Bernárdez, 2006)
2. Grave peligro para el cuerpo

El ordenamiento canónico tutela positivamente con el derecho a la


separación el derecho natural que toda persona tiene de proveer a la
conservación de la salud y de la vida. Cuando estos valores
fundamentales de la persona humana se ven amenazados gravemente
por la convivencia matrimonial, cede el deber de la cohabitación y
procede la separación temporal.

La manifestación más grave de esta figura se daría cuando una de las


partes atentara contra la vida o hubiese amenazado de muerte
seriamente a su cónyuge. En este caso procede la separación, aunque el
cónyuge amenazado hubiese dado causa u ofendido al que amenaza.
(Bernárdez, 2006)

3. Convivencia dura en exceso

Esta causa enunciada legalmente con la fórmula del c.1153.1 “si hace
demasiado dura la vida en común”; comprende una serie de
circunstancias muy variadas que pueden surgir en la complejidad de la
vida matrimonial, cuyo efecto es el de hacer imposible o excesivamente
difícil la vida en común. El antiguo c.1131 señala “si con sus sevicias
hace la vida en común demasiado difícil”, nombrando servicias a las
manifestaciones de dureza, maltrato, desconsideración, etc. (Bernárdez,
2006)

Para que pueda proceder la separación por sevicias es necesarios

a) que los malos tratos de palabra, obra u omisión sean graves, ya


que su resultado provoca” hacer demasiado dura la vida en común”
b) que las sevicias sean frecuentes o habituales, ya que han de
ocasionar una molestia considerable.
c) la separación ha de ser necesaria en cuanto que constituye el
único medio para evitar el mal o el peligro que supone la
convivencia.

1.2.4. Efectos de la separación


Como consecuencia de la separación conyugal se producen efectos tanto
civiles como canónicos. El código civil sobre la separación sostiene
supuestos como el apellido, los bienes patrimoniales y la patria potestad de
los hijos:

En ese sentido, el art 24° sobre la separación de cuerpos señala que la mujer
conserva su derecho a llevar el apellido del marido y en caso exista
controversia, será precisa la resolución de un juez.

Asimismo, el art 332° señala como efecto de la separación de cuerpos, la


suspensión de los deberes relativos al lecho y habitación y pone fin al
régimen patrimonial de sociedad de gananciales, dejando subsistente el
vínculo matrimonial.

El art 340° reconoce como efectos de la separación convencional respecto de


los hijos que estos se le confían al cónyuge que haya obtenido la separación
por causa específica, salvo que “el juez determine, por el bienestar de ellos,
que se encargue de todos o de alguno el otro cónyuge o, si hay motivo grave,
una tercera persona” (...) pero, si ambos cónyuges son culpables, entonces
“los hijos varones mayores de siete años quedan a cargo del padre y las hijas
menores de edad, así como los hijos menores de siete años al cuidado de la
madre”, salvo lo que determine el juez.

No obstante, art 360° indica la continuidad de los deberes religiosos en el


cual establece que “Las disposiciones de la ley sobre el divorcio y la
separación de cuerpos no se extienden más allá de sus efectos civiles y
dejan íntegros los deberes que la religión impone”.

Por otro lado, los principales efectos canónicos según Bernárdez (2006) se
refieren al domicilio de la mujer separada, la dirección, la formación y
educación de los hijos.

En cuanto al lugar de residencia de la mujer separada, y teniendo en cuenta


que el nuevo código canónico ha superado el antiguo concepto de residencia
legal o necesaria de una mujer casada a la que venía asignado la residencia
del marido. Se afirma que el Derecho Canónico, reconoce el hecho de la
pareja de esposos deben compartir una residencia en común, en respeto a
uno de los compromisos del matrimonio; su obligación de vivir juntos. Es
decir, se considera obligatorio que los cónyuges conserven un domicilio o
cuasidomicilio; en caso de separación legítima, o por otra causa justa;
asimismo respetan el hecho de que cada uno de los cónyuges adquieran su
propio domicilio o cuasidomicilio. Lógicamente, para estos fines, las reglas
que rigen las ganancias y pérdidas de la sede local de la persona deben
aplicarse al derecho canónico.

Con respecto a los hijos el efecto de mayor importancia es la necesidad


potestativa y el cuidado por uno de los cónyuges. Sobre este punto, el
derecho canónico se niega a establecer preceptos restrictivos o rígidos, pues
estos podrían causar daño y perjuicio a los hijos, y lo que se busca es la
protección.

Asimismo, como afirma Bernárdez (2006) los preceptos sobre el cuidado de


los niños están contenidos en el c. 1.154 que señala: "Realizada la
separación de los cónyuges, hay que proveer siempre de modo oportuno a la
debida sustentación y educación de los hijos".

En ese sentido, vale la pena señalar la flexibilidad de este precepto. Ya sea


esto para evitar conflictos con el aspecto civil (al menos se debe reconocer la
capacidad de criar o criar hijos o incluso un cónyuge), o no estar sujeto al
criterio del juez; la ley solo presta atención a este asunto en cuanto a dos
disposiciones legales: la toma de decisiones oportuna, y las disposiciones
establecidas en apoyo y educación.

1.2.5. Restauración de la comunidad conyugal

En el canon 1155 del código de derecho canónico proclama que “El cónyuge
inocente puede admitir de nuevo al otro a la vida conyugal, y es de alabar que
así lo haga; y en ese caso, renuncia al derecho de separarse.” Este precepto,
por su formulación es aplicable tanto a la separación perpetua como a la
separación temporal.

Según Bernárdez (2006) respecto a la separación perpetua, el


establecimiento de la comunidad conyugal es potestativo para el cónyuge
inocente. La restauración será imposible, y a veces obligatoria. Primero
debemos analizar estos tres supuestos del restablecimiento de la comunidad
conyugal: Posibilidad, imposibilidad y obligatoriedad.

a) La separación por adulterio se caracteriza por la facultad que se


atribuye al inocente para no admitir al adúltero en la comunidad de
vida. Esto solo significa una facultad, a la cual puede renunciar
libremente el inocente llamando al adúltero a la comunidad de vida.

Una vez restablecido el consorcio conyugal no podrá invocarse de


nuevo el mismo adulterio para obtener una ulterior separación.

b) Excepcionalmente, hay casos en que la restauración es imposible.


Esto ocurre cuando uno de los cónyuges haya abrazado el estado
religioso recibido el varón órdenes sagradas. El cambio de estado ha
de ser consentido por el cónyuge inocente, ya que este retiene su
derecho al cuerpo con relación al otro. No se exige el consentimiento
del adúltero para el cambio de estado del cónyuge inocente, toda vez
que aquél perdió sus derechos con relación a éste.

c) Por último, cabe pensar casos en que el restablecimiento de la


comunidad conyugal sea obligatorio, en el sentido de que el adúltero
pueda impugnar la eficacia de la separación pronunciada y de que
adquiera el derecho al restablecimiento. La admisión de esta hipótesis
se hace problemática si tenemos en cuenta que el Codex no prevé
expresamente y que se muestra a primera vista en disconformidad con
el canon 1152 según el cual el cónyuge inocente puede separarse
“para siempre”.

Según Bernárdez (2006) respecto a la separación temporal dice que la misma


naturaleza de esta especie de separación hace necesaria la reanudación de
la comunidad conyugal, una vez haya desaparecido la causa de separación.
En su realización, este principio está condicionado a la forma en que se haya
procedido a la separación:

1° Cuando la separación se haya establecido en forma meramente


privada, la desaparición de la causa la hará obligatoria, sin más, la
reanudación del régimen unitario de la vida.
2° En la separación decretada por la autoridad eclesiástica por tiempo
definido, el restablecimiento del régimen conyugal estará condicionado
al transcurso del plazo señalado, a no ser que la misma autoridad,
comprobada la desaparición de la causa, decrete la reanudación con
anterioridad a aquel plazo. Este principio es aplicable tanto a la
separación decretada por el Ordinario, cuanto, a la decisión por
sentencia judicial, es decir la decisión judicial.

3° Cuando la separación se pronunció por tiempo indefinido, será


igualmente necesaria la intervención de la autoridad declarando la
necesidad de restablecer el consorcio matrimonial una vez
comprobada la cesación de la causa legitimante de la separación.

1.3. Disolución

1.2.1. Muerte natural

Según establece el sacramento del matrimonio, la principal causa de


Disolución es la muerte en general, así mismo el canon 1141 señala que el
matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder
humano, ni por ninguna causa fuera de la muerte.

Cabe mencionar que se entiende por muerte natural al deceso generado por
vejez, enfermedad, sin que exista de por medio un accidente o trauma.

En ese sentido, Bernárdez (2006) cita a Jemolo quien señala que la muerte
de uno de los cónyuges, tiene como consecuencia la desaparición de los
presupuestos necesarios del instituto matrimonial.

Por otro lado, se tienen como efecto jurídico más importante de la disolución
de matrimonio la posibilidad de celebrar uno nuevo. No obstante, la
celebración de un nuevo matrimonio está condicionada a la comprobación de
la muerte del cónyuge anterior; esta comprobación tendrá lugar mediante la
aportación de documentos auténticos, eclesiásticos o civiles, en el expediente
de investigación de la libertad de los contrayentes.Cabe mencionar que, el
derecho canónico en ningún momento especifica o establece un lapso de
tiempo determinado por reverencia a la memoria del difunto, pues no
considera que esto sea propicio.

1.2.2. Muerte presunta

Corral, H. (2010) manifiesta que la muerte presunta en el derecho canónico


presenta analogías con la institución homónima del derecho civil. Se
asemejan en que ambas consisten en un pronunciamiento requerido a una
autoridad jurisdiccional para que tenga a un desaparecido como difunto,
aunque no se haya podido obtener la prueba por el examen físico del
cadáver. Pero, en las legislaciones civiles la declaración suele desplegar una
eficacia general, tanto para efectos personales, familiares como
patrimoniales, mientras que en el derecho canónico su único objeto es el
autorizar el paso de nuevas nupcias por parte del cónyuge del desaparecido.
Además, las legislaciones civiles se contentan con un juicio de probabilidad
de la muerte, que viene dado por el transcurso de ciertos plazos desde que
se tuvieron las últimas noticias del afectado. (p. 02)

El canon 1707 refiere que:

“§ 1. Cuando la muerte de un cónyuge no pueda probarse por


documento auténtico, eclesiástico o civil, el otro cónyuge no puede
considerarse libre del vínculo matrimonial antes de que el Obispo
diocesano haya emitido la declaración de muerte presunta.

§ 2. El Obispo diocesano sólo puede emitir la declaración a que se


refiere el § 1 cuando, realizadas las investigaciones oportunas, por
las declaraciones de testigos, por fama o por indicios, alcance
certeza moral sobre la muerte del cónyuge. No basta el solo hecho
de la ausencia del cónyuge, aunque se prolongue por mucho tiempo.

§ 3. En los casos dudosos y complicados, el Obispo ha de consultar


a la Sede Apostólica.”
Por tanto, el derecho canónico no se satisface con la probabilidad del
fallecimiento ni ocupa el plazo como criterio fundamental para la declaración,
sino que requiere que la autoridad eclesiástica llegue a un juicio de certeza, si
bien moral, de que la muerte del cónyuge ha realmente ocurrido. En el fondo,
canónicamente no se trata de una muerte presunta, sino más bien de una
muerte cierta, pero probada por medio de elementos diferentes al examen de
los restos del difunto.
CAPÍTULO II: DISOLUCIÓN DEL MATRIMONIO RATO Y NO
CONSUMADO

2.1. Conceptos básicos

2.1.1. Matrimonio Rato

Según Varsi (2011) es su libro “Tratado de derecho de Familia”, el matrimonio


rato es el acto de celebración del matrimonio, cuando los cónyuges realizan
una vida en común, cumpliendo deberes y asumiendo responsabilidades.

Asimismo, podríamos mencionar que la propiedad esencial del matrimonio


canónico es la indisolubilidad del mismo, que radica en la propia esencia
matrimonial constituida por la unidad de las naturalezas del varón y la mujer
en lo que tienen de complementario. De ahí que la disolución atente
directamente contra la propia esencia o naturaleza del matrimonio. Ahora
bien, la indisolubilidad del matrimonio canónico opera en base a la existencia
de dos presupuestos fundamentales: la sacramentalidad y la consumación.
De ellas surge la expresión "matrimonio rato y consumado", que es el que a
tenor del canon 1141 "no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni por
ninguna causa fuera de la muerte”. (Fernández. s..f)

Es por ello que, la expresión “Matrimonio Rato” significa matrimonio


sacramental, matrimonio entre bautizados y "matrimonio rato y consumado"
significa, además de lo anterior, significa que los cónyuges hayan realizado
de modo humano el acto conyugal apto de por sí para engendrar. La
indisolubilidad por razón de la consumación viene a significar que mediante
ésta el matrimonio alcanza su plenitud.

Esto quiere decir que, la indisolubilidad absoluta es propiedad esencial de


todo matrimonio rato y consumado, el cual no puede ser disuelto por ningún
poder humano, ni por ninguna causa. De esta manera, excepcionalmente, es
posible la disolución del vínculo solo si el matrimonio no es rato, es decir no
es sacramento y siempre que con su disolución se favorezca la fe; o siendo
rato no es consumado, porque no ha alcanzado la plenitud integradora

Es decir, si el matrimonio es rato, esto es, sacramental, pero no ha sido


consumado, se considera que no ha alcanzado su plenitud integradora, y, por
tanto, al carecer de uno de los presupuestos fundamentales antedichos, es
también susceptible de disolución. (Guerra, 2019)

2.1.2. Matrimonio No Consumado


El 1142 del Código de Derecho canónico determina que "el matrimonio no
consumado entre bautizados o entre una parte bautizada y otra no bautizada,
puede ser disuelto con justa causa por el Romano Pontífice, a petición de
ambas partes o de una de ellas, aunque la otra se oponga" (López. s..f)

Un matrimonio rato y consumado es indisoluble, porque es un matrimonio


válido y, además, los cónyuges se han hecho “una caro” mediante la
realización del acto sexual plenamente humano y, por esto mismo, no puede
ser disuelto por ningún poder humano (canon 1141), ni siquiera por el Papa,
ya que sólo se disuelve por la muerte de uno de los cónyuges.

El amor conyugal complementa a los esposos (como varón y como mujer)


mediante la realización de su sexualidad a modo humano. De esta dinámica
natural del matrimonio, nacen sus propiedades esenciales que son la unidad
y la indisolubilidad, las cuales, en el matrimonio cristiano, alcanzan una
particular firmeza por razón del sacramento (canon 1056).

La unidad no sólo hace referencia a la fidelidad o exclusividad que deben


guardarse mutuamente los esposos, sino también a que sólo puede
celebrarse entre un hombre y una mujer, excluyendo de esta manera la
poligamia, la poliandria y el matrimonio entre personas del mismo sexo. La
sacramentalidad originaria del matrimonio católico está estrechamente ligada
a la sexualidad, que no es simplemente una cualidad biológica del ser
humano, sino que afecta a toda su persona. La antropología personalista
destaca el significado esponsal del cuerpo humano y el valor sacro de los
gestos sexuales cuando son un signo de la entrega de la persona.

La trascendencia del acto conyugal explica por qué es tan importante para la
Iglesia la consumación del matrimonio, pues ningún acto, mejor que el
conyugal, tiene la fuerza de expresar la entrega sincera de los cónyuges. El
matrimonio es una “íntima comunidad de vida y amor” enraizado en la
donación y entrega personal de los cónyuges. La indisolubilidad del
matrimonio deriva de la esencia de esa entrega sincera de los cónyuges, de
ese carácter del amor esponsal que es la “unidad de una sola carne”. La
indisolubilidad se asienta en la lógica jurídica de la donación personal, en la
dimensión jurídica del ejercicio de la sexualidad humana que origina el
vínculo jurídico matrimonial. Por esto mismo, si el matrimonio no ha sido
consumado, puede ser disuelto por la Santa Sede, mediante una dispensa.

La inconsumación, en tanto que presupuesto para obtener la disolución,


supone que una vez celebrado el matrimonio no se ha realizado el acto
conyugal en los términos expresados en el 1061, con la precisión que
expresa el n.2 de dicho canon respecto a la presunción iuris tantum de
consumación del matrimonio si los cónyuges han cohabitado. De la lectura
del c. 1061.1 puede deducir a contrario sensu que la inconsumación puede
darse: o bien por ausencia absoluta de toda relación carnal; o por cópula
imperfecta, en contraposición a cópula perfecta que supone la realización del
acto sexual de suyo apto para la generación de la prole; o por la realización
del acto conyugal desviándose positivamente de su eficacia procreadora
(cópula onanística, sodomítica, etc.); o por no realizarla de modo humano,
esto es, efectuada mediante violencia o de modo irracional o antinatural.
Básicamente, son las causales del porqué se puede disolver un matrimonio
consumado.

2.2. La disolución del matrimonio inconsumado


La inconsumación del matrimonio es entendida según la Rae en base al derecho
Canónico el cual señala que el matrimonio no está consumado hasta que los
cónyuges hayan realizado el acto conyugal apto de por sí para engendrar prole. Es
decir, se entiende como inconsumado al matrimonio que no haya tenido cópula
conyugal; ya sea esto por “ausencia absoluta de toda relación carnal, o por la
insuficiencia de la cópula practicada, o por haberse practicado desordenándola de
su destinación natural, o por haber tenido lugar en forma que no pueda llamarse
humana.” (Ulises, 2020)

En tal sentido, sobre la inconsumación, López M. (s.f) señala que el canon 1119 del
Codex contiene dos excepciones a la indisolubilidad del matrimonio introduciendo
en una de estas excepciones la inconsumación de los cónyuges. En ese sentido
afirma que el matrimonio no consumado se disuelve tanto por disposición del
derecho en virtud de la profesión religiosa solemne como por la “dispensa concedida
por la sede apostólica con causa justa, a ruego de ambas partes o de un de ellas,
aunque la otra se oponga.”

Sin embargo, el canon 1119 pertenece al anterior código canónico por lo cual no es
vigente. En ese sentido se debe tener en cuenta que el matrimonio inconsumado
actualmente en virtud al artículo 1º del Capítulo IX del Código Canónico el cual
contempla distintos supuestos que constituyen una excepción al principio general de
la indisolubilidad, recogiendo entre estos al matrimonio no consumado entre
personas bautizadas, o entre una persona bautizada y otra no bautizada, el cual, “de
acuerdo al canon 1142, puede ser disuelto por justa causa por el Romano Pontífice,
a petición de ambas partes o de una de ellas, aunque la otra se oponga”.
(Zambrizzi, E.)

2.2.1. Causas de disolución y requisitos comunes


2.2.1.1. Disolución por dispensa pontificia

La dispensa es un medio de disolver el matrimonio, y Alano de Gales


da una explicación de este poder del Papa cuando enseña que tiene
plenos poderes para conceder la dispensa porque él puede suspender
la aplicación de la ley eclesiástica.

Como no se estableció algo claro, el Papa Clemente VIII quiso que se


aclarase la cuestión de una vez para siempre, nombrando al efecto
una Comisión especial compuesta por ocho cardenales, cuatro
auditores del Tribunal de la Rota y dos penitenciarios del Vaticano
para estudiarla y resolverla, tomando como motivo el caso planteado
por el matrimonio rato entre el príncipe Segismundo de Transilvania y
María de Austria. La citada Comisión resolvió el 16 de julio de 1599 en
sentido afirmativo, sin que hubiere controversia alguna acerca de la
potestad del Pontífice. De la misma manera el Papa Benedicto XIV
aseguraba que el poder del Papa podía disolver actos de justa causa.

2.2.1.1.2. Naturaleza de la dispensa


Bautista, 2019 afirma que “se trata de dispensa en
“materia”, ante todo, teológicamente o por su naturaleza,
“dispensable”: por ello dice “de ley meramente
eclesiástica”. “De las leyes divinas, tanto naturales como
positivas, solo puede dispensar el Sumo Pontífice
cuando goza de “potestad vicaria”, como sucede en las
dispensas de matrimonio rato y no consumado, sobre
cuestiones relativas al privilegio de la fe y otras.

Según López, M. la naturaleza de la dispensa pontificia


debe ser estudiada desde dos perspectivas opuestas:

1. En primer lugar, se debe tener en cuenta que no


son parte de una dispensa las situaciones reguladas en
el can 80, a excepción de que este se entienda en
sentido amplio. Esto debido a que el Romano Pontífice
no obra, en nombre propio, sino en nombre de Cristo, por
su potestas vicaria. Asimismo, que siendo la dispensa
una relaxatip legis el Papa no suspendería la aplicación
de la ley divina, sino que en uso de su poder vicario
disuelve el vínculo matrimonial

Por otro lado, se debe entender como advierte Palazzini


citado por López que “la dispensa no se produce
directamente removiendo la obligación impuesta por la
ley natural y divina positiva sino obrando sobre el acto
humano procedente de la libre voluntad, por la cual ha
sido causado el vínculo, con una cierta remisión ex parte
materiae.

2. La potestad que tiene el Romano Pontífice no es


como Primado de la Iglesias universal, sino como Vicario
de Jesucristo, porque se trata de una potestad vircaria,
instrumental o ministerial.

● Si bien es cierto, Bautista señala que la dispensa


por título propio precanónico era el “legislado”,
como lo enunciaba el canon 80 del código del 17,
sin embargo, afirma que la teoría decía que la
dispensa al tocar un alcance concreto de la ley,
implicaba tener dominio sobre la ley; pero, por
serlo en caso concreto, no era un acto legislativo,
no era crear una nueva ley, sino acto
administrativo, que lo exime de aplicar-ejecutar la
ley sobre él. Pues el legislador actúa
administrativamente.

Por último, cabe precisar que la importancia de la


naturaleza de la dispensa pontificia radica en que su
concesión permitirá a los cónyuges contraer un nuevo
matrimonio salvo que existiese alguna cláusula
prohibitiva sobre esto. (Peña, 2016)

2.2.1.2.3. Regímen Jurídico


La disolución del matrimonio inconsumado lleva consigo
las siguientes consideraciones desde el régimen jurídico
normativo del derecho canónico:

a) Competencia: Solamente la sede apostólica puede


juzgar sobre el hecho de la consumación del
matrimonio y la existencia de una causa justa para
conceder la dispensa (Can 1689).

Asimismo, la dispensa es concedida sólo por el


Romano Pontífica quien actualmente sería el papa
Francisco. No obstante, la nueva disciplina declara
la “competencia de los Obispos diocesanos para
admitir escritos o súplicas de dispensa por
inconsumación y para ordenar la instrucción del
proceso hasta remitir las actas a la santa sede con
su voto y con el defensor del vínculo” (can, 1700,
1705,1699).

b) Las partes: La dispensa super rato, puede


concederse a petición de ambos cónyuges o solo
de uno de ellos según indica el canon 1697. En
ese sentido, se excluye la instancia de tercera
persona, pues sería en contra de la voluntad de
los interesados.
c) Requisitos: Se exige la certeza sobre la
inconsumación y la justa causa.

Sobre la inconsumación se debe tener en cuenta


que existe el canon 1061 que expresa la
presunción de la consumación del matrimonio
siempre que no se demuestre lo contrario, en ese
sentido, la prueba deberá orientarse a destruir
plenamente la presunción legal en virtud del canon
1702 que indica que en la instrucción deben ser
oídos ambos cónyuges, y en la medida de lo
posible, han de observarse los cánones sobre el
modo de recoger las pruebas en el juicio
contencioso ordinario y en las causas de nulidad
de matrimonio.

Por otro lado, sobre la causa justa se indica que el


dictamen que habrá de omitir el Obispo Diocesano
junto con la remisión de las actas; habrá de
expresar todo lo concerniente al hecho de
inconsumación, deberá alegar a esta como la
existencia de una causa justa y la existencia de
una oportunidad a que se otorgue esta gracia (can
1704).

La causa ha de ser grave y proporcionada a la


importancia de la dispensa. Asimismo, la
estimación será siempre confiada a la apreciación
del Sumo Pontífice; entre las causas más
comunes se encuentran: la impotencia de una de
las partes que no ha podido demostrar ser
antecedente y perpetua, Impotencia sobrevenida
después de la celebración del matrimonio,
enfermedad contagiosa que impide el uso del
matrimonio.

d) Efectos:

Una vez concedida la dispensa se despacha


mediante rescripto que surte efecto desde la
audiencia en que el Sumo Pontífice concede la
disolución. Desde ese momento pueden ambas
partes contraer matrimonio válido con terceras
personas. A excepción de los casos de impotencia
de algunas de las partes, se incluye la prohibición
de contraer matrimonio sin la aprobación de la
Santa Sede.

Por último, La Sede Apostólica “remite el rescripto


de dispensa al Obispo; y éste lo notificará a las
partes, y además mandará cuanto antes a los
párrocos del lugar donde se celebró el matrimonio
y donde recibieron el bautismo que se anote en
los libros de matrimonios y de bautizados la
dispensa concedida. (can 1706)
CAPÍTULO III: EL FAVOR FIDEI O PRIVILEGIO A FAVOR DE LA FE:
PRIVILEGIO PAULINO Y PETRINO
Se llaman privilegio paulino y privilegio petrino a dos supuestos de disolución del
matrimonio en beneficio de la fe.

3.1. El privilegio paulino

3.1.1. Concepto

Este privilegio supone la disolución automática del matrimonio contraído por


dos personas no bautizadas por el mismo hecho de que, habiéndose
bautizado uno de los cónyuges, éste contraiga posteriormente un nuevo
matrimonio, ante el rechazo de la parte no bautizada a continuar conviviendo
con el bautizado.

Se llama así porque se basa en el privilegio o precepto que San Pablo


concede en virtud de sus poderes apostólicos para la Iglesia de Corinto y
extendido por San Pedro a toda la Iglesia, en I Cor 7,12-15: «A los otros les
digo yo, no el Señor: si un hermano tiene una mujer no creyente y ella está
de acuerdo en vivir con él, que no la repudie. Y si una mujer tiene un marido
no creyente, y él está de acuerdo en vivir con ella, que no repudie al marido,
pues el marido no creyente se santifica por la mujer y la mujer no creyente se
santifica por el hermano; si fuera de otro modo, vuestros hijos serían impuros,
y de hecho son santos. Ahora bien, si el no creyente quiere divorciarse, que
se divorcie; en estos casos, el hermano o la hermana no están esclavizados;
pues Dios os ha llamado en paz.»

Esta solución dada por Pablo mismo a la comunidad de Corinto es


interesante, no sólo por el contenido de la prescripción de naturaleza
matrimonial, sino por ser el primero y el caso más antiguo que conocemos en
el cual la Iglesia busca una solución factible para disolver matrimonios en los
que se hace imposible la convivencia por razón de la fe.

Inocencio III, citado en Bernárdez (2006) respecto de este privilegio declara


que, “si uno de los cónyuges se convierte a la fe católica y el otro no quiere
de ningún modo cohabitar, o al menos no sin blasfemia del nombre divino, o
para arrastrarle a pecado mortal, el que queda puede pasar, si quiere a
segunda boda”

Ahora bien, actualmente este privilegio está regulado en el código de derecho


canónico, en los cánones del 1143 al 1147, respecto a ello el cánon 1143
señala que:

“El matrimonio contraído por dos personas no bautizadas se disuelve


por el privilegio paulino en favor de la fe de la parte que ha recibido el
bautismo, por el mismo hecho de que ésta contraiga un nuevo
matrimonio, con tal de que la parte no bautizada se separe”.

Esta disolución se da por el mismo hecho de que la parte bautizada contraiga


nuevo matrimonio, habiéndose efectuado previamente la separación del
primer matrimonio. Lo que lo habilita o le da derecho a contraer nuevo
matrimonio, es lo que señala el canón 1143 § 2, cuando la parte no
bautizada se separa, si no quiere cohabitar con la parte bautizada, o
cohabitar pacíficamente sin ofensa del Creador, a no ser que ésta, después
de recibir el bautismo, le hubiera dado un motivo justo para separarse, es
decir, se da este privilegio si el cónyuge no bautizado, ni se bautiza ni acepta
cohabitar pacíficamente con el fiel respetándose su nueva vida de fe.

Dicho esto, se entiende que, la razón o fundamento de este privilegio tiene


como fin el preservar y conservar la fe cristiana, donde la convivencia
matrimonial provocaría para la bautizada ocasión próxima de pecado o de
abandono de la fe.

3.1.2. Presupuestos para su aplicación

En el código de derecho canónico, se establecen cuatro condiciones para


que pueda aplicarse:

a) Debe haber un matrimonio válido previo entre dos personas no


bautizadas, esto es, cómo menciona Bernárdez (2006) se requiere que
se trate de un matrimonio natural o no sacramental.

Y es que, aquel matrimonio contraído en la infidelidad es válido.


Tratándose, en ese sentido, de la disolución de vínculo realmente
existente.

Asimismo, es relevante, mencionar que, si bien el actual Código


Canónico no mencione la imposibilidad de este privilegio a los
matrimonios de culto dispar a diferencia del anterior Código
(Bernárdez ,2006)

b) Se da la conversión y el bautismo de uno de los cónyuges.

Respecto de este punto Bernárdez (2006) indica que de ser el caso que
ambos reciban el bautismo no procedería este privilegio toda vez que
estaría faltando esa razón o necesidad de asegurar la fe de la parte
convertida. Dicho esto, no tiene aplicación después de bautizados los
dos cónyuges aun cuando no celebren el rito en simultáneo, ni tampoco
si una de las partes ya estaba bautizada al contraer matrimonio.
Además, este matrimonio, devendría rato por el bautismo de los mismo,
en cuya situación solo la potestad del Papa puede disolverlo si
hablamos de un matrimonio rato pero no consumado tras la conversión.

Ahora bien, en este segundo presupuesto “la recepción del bautismo es


esencial en el sentido de que no será suficiente la mera conversión o
adhesión subjetiva a la verdadera fe” (Bernárdez ,2006). Por tanto, se
deduce que, para la aplicación de este privilegio no basta el
catecumenado, definido por la RAE como el “ Tiempo en que se
imparte o recibe instrucción en la fe católica como preparación
para el bautismo” o del llamado bautismo de deseo.

Dicho esto, queda claro que este bautismo debe ser válido, aunque se
haya recibido en la Iglesia o comunidad separada, contrario sensu no
surtirá los efectos jurídicos propios del mismo.

c) Se produce la separación física o moral del cónyuge no


bautizado.

En ese sentido, manifiesta Bernárdez (2006) “para que el cónyuge


bautizado y convertido tenga derecho a celebrar un nuevo matrimonio,
es necesario que el cónyuge infiel ponga obstáculos al desarrollo
normal y pacífico de la convivencia marital iniciada con el matrimonio
natural”. En ese sentido, se entiende pues, que no cabe la disolución
del matrimonio de darse el caso que el cónyuge se muestre dispuesto a
recibir el bautismo y de hecho lo reciba.

Asimismo, en conformidad con el código canónico, en el canon 1143 §


2 se considera que la parte no bautizada se separa si no quiere
cohabitar con la parte bautizada, o no quiere cohabitar sin ofensa del
Creador (Sine contumelia Creatoris), a no ser que ésta, después de
recibir el bautismo, le hubiera dado un motivo justo para separarse.

El párrafo anterior, es interpretado por la doctrina, la cual distingue


entre:

● Abandono físico, entendida como la ruptura material del


consorcio conyugal, esto es, al no poderse establecer la
convivencia matrimonial del cónyuge infiel con el cónyuge
bautizado.

No obstante, si el convertido habría dado motivos o es causa de


la imposibilidad de la restauración de la comunidad conyugal.,
no cabe este privilegio.

Por ejemplo, si el cónyuge bautizado comete adulterio, será


motivo para que sea abandonado por el cónyuge infiel, lo que
no habilita a que celebre nuevo matrimonio acogiéndose en
este privilegio.

De ser el caso que, el adúltero sea el cónyuge infiel, entonces,


este hecho sólo habilita al cónyuge convertido a la separación
no pudiendo pasar a otro matrimonio, aunque si condonado el
adulterio, el infiel se niegue a la convivencia pacífica con el
convertido.

● Abandono moral

Este abandono supone, como dice Bernárdez (2006) que “el


cónyuge infiel consintiendo la cohabitación material con el
convertido, no se presta a la convivencia pacífica y sin ofender
al creador”

Algunos hechos que encajan en este supuesto son los


siguientes:

❖ Tentativas para que renuncie a la religión abrazada


❖ Inducción al pecado o contra la castidad conyugal.
❖ La oposición a la educación católica de los hijos.
❖ Relaciones adulterinas o concubinatorias
❖ La poligamia
❖ Las sevicias

Un punto importante, y necesario de mencionar es que, la


Sagrada Congregación de Propaganda Fide (1816) declaró que
la disolución del matrimonio sólo procede cuando los obstáculos
a la convivencia provengan directamente del cónyuge infiel y no
de los familiares del mismo, en cuyo caso sólo procederá la
separación de cuerpos”

d) Hay una interpelación a la parte no bautizada. Para evitar abusos,


la Iglesia ha dispuesto una serie de cautelas jurídicas llamadas
interpelaciones –que en casos excepcionales se pueden dispensar–,
por las que se pretende cómo señalan Cenalmor y Miras (2004) verificar
que se dan las circunstancias y requisitos previstos, así como para
evitar en la medida de lo posible que se separen.
El canon 1144 § 1 establece que, para que la parte bautizada contraiga
válidamente un nuevo matrimonio se debe siempre interpelar a la parte
no bautizada, es decir, esta debe ser interrogada acerca de los
siguientes puntos

● Si quiere también ella recibir el bautismo


● Si quiere al menos cohabitar pacíficamente con la parte
bautizada, sin ofensa (contumelia) del Creador.

Asimismo, el código precisa los referentes al momento, al número y a la


forma en que han de hacer practicadas las mismas, en ese sentido, el
canon 1144 § 2 señala

El momento de esta interpelación debe hacerse después del bautismo;


por lógica antes de contraer nuevo matrimonio, sin embargo, con causa
grave, el Ordinario del lugar puede permitir que se haga antes, e incluso
dispensar de ella, tanto antes como después del bautismo, con tal de
que conste, al menos por un procedimiento sumario y extrajudicial, que
no pudo hacerse o que hubiera sido inútil.

El número de interpelaciones, refiere Bernárdez (2006) que, el código


parece hacer referencia a que es suficiente que se practique una sola
vez, dado que textualmente este estipula «esta interpelación». Es
preferible, por caridad, que se practiquen varias veces.

Adicionalmente, el código de derecho canónica, en el canon 1145 § 1


nos hace referencia la forma en que han de ser practicadas las
interpelaciones, estas deben realizarse ante el ordinario del lugar del
bautizado, quien ha de conceder al otro cónyuge, si lo pide, un plazo
para responder, advirtiéndole sin embargo de que, pasado inútilmente
ese plazo, su silencio se entenderá como respuesta negativa. También
cabe la posibilidad cómo señala el § 2 de este canon que se realicen
estas interpretaciones de manera privada el cónyuge convertido, siendo
válida y lícita la interpelación hecha. § 3 En ambos casos el resultado
ha de constar en el fuero externo. Y de haber duda, el privilegio de la fe
goza del favor del derecho.
Por otra parte, el canon 1147 estipula que, por causa grave, el Ordinario
del lugar puede conceder que la parte bautizada, usando el privilegio
paulino, contraiga matrimonio con parte no católica, bautizada o no,
observando también las prescripciones de los cánones 1124- 1129
sobre los matrimonios mixtos. Lo que nos permite entender, como
señala Bernárdez (2006) “no está la dispensa reservada a la Santa
Sede, sino que puede ser concedida por el ordinario del lugar”, esto
desde el Pastorale munus del 30 de noviembre de 1963.

Asimismo, Bernárdez (2006) recalca que esta omisión de las


interpelaciones como motivo de dispensa exige una causa justa
proporcionada. Por tanto, podemos considerar como causas para omitir
las interpelaciones a las que se describen a continuación:

● La imposibilidad de practicarlas.
● La inutilidad
● El perjuicio de que pudiera seguirse a la parte convertida o
incluso a los cristianos del país.

Estas circunstancias han de ser comprobadas en un procedimiento


sumario y extrajudicial previo a la dispensa.

Finalmente, el efecto característico de las interpelaciones


practicadas con resultado negativo es el derecho que asiste al
convertido para contraer un nuevo matrimonio. Esto es, de darse una
respuesta negativa a las interpelaciones o si la parte no bautizada,
interpelada o no, habiendo continuado la cohabitación pacífica sin
ofensa al Creador, se separa después sin causa justa, se confirma la
«separación» de la parte no bautizada y confiere validez al segundo
matrimonio con otra persona católica, tal como lo señala el canon 1146

Hay que añadir que, si bien el canon establece que el segundo


matrimonio debe celebrarse con persona católica, también cabe la
posibilidad que por causa grave el ordinario del lugar pueda conceder
que la parte bautizada, contraiga matrimonio con parte no católica,
bautizada o no, bajo las prescripciones de los cánones sobre los
matrimonios mixtos.
Adicionalmente, Bernárdez (2006) menciona que la innecesaridad que
el matrimonio se celebre inmediatamente, Conte a Coronata citado por
Bernárdez (2006) refuerza esta idea afirmando que, “la dispensa de
las interpelaciones contiene la condición de que el segundo
matrimonio se celebre dentro del año, pasado el cual se deberá
obtener de nuevo la dispensa o practicar las interpelaciones”. Y de
darse el caso que, habiéndose practicado las interpelaciones, estas
hayan tenido respuesta negativa el plazo respecto al nuevo matrimonio
no tiene límite. Ahora bien, mientras no se haya celebrado un nuevo
matrimonio el cónyuge infiel tiene la opción a revocar su negativa y
mostrarse dispuesto a restaurar la vida pacífica conyugal.

El vínculo del matrimonio celebrado en la infidelidad, se disuelve en el


momento preciso en que la parte bautizada celebra válidamente nuevo
matrimonio. En ese sentido, agrega Bernárdez (2006) que carecen de
ineficacia disolutoria la conversión y bautismo, la respuesta negativa a
las interpelaciones o la dispensa de las mismas, estos elementos son
considerados únicamente como presupuestos para la disolución por la
celebración del nuevo matrimonio.

3.2. El privilegio petrino


3.2.1. Concepto
El Presbítero Reynaldo Sagardía refiere que el privilegio paulino fue ampliado
en la práctica de la Iglesia por innumerables circunstancias históricas que
movieran a la Iglesia a ofrecer nuevas soluciones a nuevos problemas. De ahí
que se fuera desarrollando una profunda convicción de que el Papa, como
sucesor de Pedro, a quien Jesús confirió el "poder" de atar y desatar en la tierra
(poder de las llaves), tenía la facultad para resolver en razón de la fe, problemas
de naturaleza matrimonial y disolver matrimonios en casos no contemplados por
el privilegio paulino. Por ende, el privilegio petrino es una institución de derecho
canónico similar al privilegio paulino pensado para favorecer la conversión de
los no cristianos. Por tal razón se desarrolló el privilegio llamado de la fe, por el
cual el Romano Pontífice en virtud de su autoridad apostólica puede disolver el
matrimonio de una persona bautizada con una no bautizada con miras a
proteger la fe del bautizado. Es diferente este privilegio pues en el paulino se
requiere que el matrimonio original se haya celebrado entre dos no bautizados y
luego uno de ellos se convierta al cristianismo y se bautice. En el privilegio de la
fe se amplía el paulino a situaciones en las cuales un creyente ya bautizado
contrae matrimonio con un no bautizado. (p. 258)

Dentro de los ejemplos ofrecidos por el Presbítero, tenemos que:

- El Papa Pío XI mediante dispensa pontificia del 2 de abril de 1911,


disolvió el matrimonio celebrado entre un acatólico bautizado (hoy lo
llamaríamos un hermano separado) casado con un no bautizado, para
que el acatólico bautizado, convertido a la fe católica pudiera casarse con
otro católico. Aquí el Papa disolvió un matrimonio celebrado fuera del
ámbito eclesiástico católico (pero legítimo y válido ante la legislación civil
y religiosa no católica) en favor de la fe del que se convierte a la fe
católica y desea casarse con otro fiel católico.

- Posteriormente el Papa Pío XII, mediante dispensa del día 18 de julio de


1947, también disolvió un matrimonio; pero en este caso se dio un paso
adelante dentro de la estructura más bien rígida de la Iglesia en materia
matrimonial, pues aquí se trataba de un católico casado con una mujer no
bautizada, pero que habían celebrado su matrimonio con dispensa de
disparidad de culto, conferida por la propia Iglesia, es decir, con la previa
autorización eclesial. La mujer al hacerse católica quiso casarse
nuevamente con otro fiel católico y el Papa, en razón de la fe de ella
disolvió el legítimo matrimonio anterior y autorizó el nuevo enlace.

- Ya en tiempos más recientes, el Papa Juan XXIII, el 1 de agosto de 1959


da un nuevo paso definitivo dentro de la comprensión siempre progresiva
de este privilegio llamado de la fe, y toma en consideración ya no la fe de
uno de los miembros de la pareja conyugal, sino de la fe de un tercero. Es
el caso de una tercera persona católica que desea contraer matrimonio
con uno de los miembros de la pareja conyugal (sea o no católico) y el
Papa disuelve este matrimonio en favor de la fe de este católico que ha
pasado a ser determinante en la disolución de un matrimonio totalmente
extraño a él.

En conclusión, tanto Pío XII como Juan XXIII y Pablo VI, concedieron
regularmente dispensas en favor de terceras personas católicas o de católicos
que deseaban casarse con un no católico sin que este, posteriormente, se
hiciera católico. Este privilegio pues, ha quedado verdaderamente establecido
en su más amplia concepción hasta el presente, para resolver el problema de la
terminación de matrimonios cuando está en juego la fe de un católico, así haya
sido celebrado con dispensa de disparidad de culto o de mixta religión y
extensible también a terceros que, aunque extraños a la relación matrimonial, al
ser disuelta por el Papa, tienen por razón de su fe un interés especial en la
terminación de aquella relación matrimonial.

3.2.2. Supuestos

El Código de Derecho Canónico refiere los siguientes supuestos:

I. Reducción de un matrimonio poligámico a monogámico

El Can. 1148 del Código de Derecho Canónico indica que:

“§ 1. Al recibir el bautismo en la Iglesia católica un no bautizado que


tenga simultáneamente varias mujeres tampoco bautizadas, si le
resulta duro permanecer con la primera de ellas, puede quedarse con
una de las otras, apartando de sí las demás. Lo mismo vale para la
mujer no bautizada que tenga simultáneamente varios maridos no
bautizados.”

Reyes, P. (s.f.) refiere que, por derecho natural, el matrimonio es de un


hombre con una mujer, por lo que en la poligamia solo es válido el primer
matrimonio. Los siguientes enlaces deben ser considerados nulos. Por lo
tanto, atendiendo a este criterio, para que un pagano que vive en poligamia
se pueda bautizar, se le debería exigir que rompa la relación con la segunda
mujer y siguientes (o con el segundo esposo y siguientes) o que conviva con
ellos con una relación ajena al matrimonio. Sin embargo, este canon
concede la posibilidad de tomar como esposa o esposo a cualquiera de
ellos, no necesariamente al primero. Por lo tanto, supone una disolución del
primer matrimonio.

El § 2 del canon citado indica que se deben respetar las condiciones del
matrimonio mixto (de disparidad de cultos); no obstante, se ha de contraer
en forma legítima de acuerdo con todas las prescripciones del derecho y el
§ 3 prescribe que se deben respetar las obligaciones de derecho natural
hacia las demás mujeres y sus hijos, esto es, debe procurar el sustento de
todos (las mujeres y los hijos) y atender a la educación y otras necesidades
de sus hijos.

II. Disolución del matrimonio por causa de cautividad o persecución

El Can. 1149 del código de derecho canónico indica que:

“El no bautizado a quien, una vez recibido el bautismo en la Iglesia


Católica, no le es posible restablecer la cohabitación con el otro
cónyuge no bautizado por razón de cautividad o de persecución,
puede contraer nuevo matrimonio, aunque la otra parte hubiera
recibido entretanto el bautismo, quedando en vigor lo que prescribe el
c. 1141”.

Reyes, P. (s.f.) refiere que el supuesto aquí previsto procede de la


problemática de la cautividad y la esclavitud. La cuestión surgió en la
colonización de América dado que muchas veces se capturaba a un
africano y se llevaba forzado a las colonias como esclavo y, una vez en el
Nuevo Mundo, se bautizaba. Pero se planteaba el problema de que cuando
fue capturado en su país de origen ya estaba casado, por lo que se le
debería exigir vivir como casado y separado durante toda su vida, pues era
prácticamente imposible saber qué había sido de su legítima esposa. Sin
embargo, en virtud de este canon le es posible a estas personas contraer
nuevo matrimonio. A estos supuestos se equipará, según el canon, el de
aquel que se ve separado de su familia por persecución. No es el caso de
persecución de cristianos, sino de otra persecución, porque es requisito que
el sujeto no esté bautizado. En conclusión, estos supuestos se dan cuando
un casado infiel se bautiza y no puede restablecer la convivencia conyugal
por causa de persecución o cautividad puede contraer nuevo matrimonio, y
se diferencia del paulino, en que aquí, a lo mejor, el no bautizado no desea
separarse.

3.2.3. Requisitos

Según Diocesal Tribunal (2018), los requisitos son:

1. El matrimonio en cuestión continúa sin consumarse después del


bautismo del cónyuge no bautizado.

2. No hay posibilidad de continuar su vida conyugal.

3. El demandante no fue la causa de la ruptura de la relación conyugal.

4. El cónyuge o prometido actual del demandante no provocó la


ruptura de la relación conyugal.

5. El demandante ha cumplido sus obligaciones morales y civiles hacia


el/el primer cónyuge y los hijos.

6. El cónyuge católico debe declarar que está preparado/a para retirar


todos los peligros de dejar su fe. El cónyuge o prometido del
demandante, si no es católico, debe declarar que está preparado/a
para permitirle al cónyuge católico la libertad de practicar su religión y
la libertad de bautizar y educar a los hijos en la Iglesia Católica.

7. Si el matrimonio que será disuelto se llevó a cabo con una dispensa


de disparidad de culto, el caso puede presentarse para examinación
únicamente si el cónyuge católico tiene la intención de contraer un
nuevo matrimonio con una persona bautizada.

3.2.4. Procedimiento

Los casos donde se solicita el privilegio petrino son demandas conducidas y


dirigidas por la Congregación para la doctrina de la fe en Roma. Estos casos
están sujetos al costo asignado por Roma, por eso se le informa al
Demandante que debe cubrir el costo determinado por Roma.

Los elementos requeridos para la demanda, según Diocesal Tribunal (2018),


son:

1. Un certificado de Bautismo de todas las personas católicas


involucradas: El Demandante, Demandado/a y el cónyuge actual del
Demandante. Esta copia debe ser otorgada por la parroquia donde se
celebró el bautismo y debe ser expedida dentro de los últimos seis
meses. El certificado debe incluir todas las anotaciones marginales y el
sello parroquial. Si la persona fue bautizada en una Iglesia Cristiana no
católica y luego fue recibida en la Iglesia Católica, se requiere un
Certificado de Profesión de Fe (no se aceptan copias).

2. Una copia certificada de la licencia matrimonial del demandante y


demandado/a

3. Una copia certificada del decreto de divorcio del demandante y


demandado/a.

4. Si el demandante y el demandado/a se casaron en la Iglesia


Católica luego de haber recibido una dispensa de disparidad de culto,
debe enviar una copia de la dispensa junto con la copia de la
investigación pre-nupcial.

5. Si el demandante está actualmente en un matrimonio civil, debe


enviar también una copia certificada de la licencia matrimonial del
demandante y su actual cónyuge.

6. Si el/la futuro/a cónyuge del demandante estuvo en un matrimonio


anterior y ese matrimonio fue declarado inválido por la Iglesia Católica,
debe enviar una copia de la sentencia o una copia del certificado de
defunción si el ex cónyuge ha fallecido.

3.2.5. Efectos canónicos de la disolución


El principal efecto, según refiere López, M. (1963) es la ruptura del vínculo,
con efectos ex nunc, es decir, desde el instante en que se decreta la
disolución por el Romano Pontífice. La disolución priva al matrimonio de los
efectos comunes entre cónyuges señalados por los cans. 1134 al 1140 y en
cuanto a las relaciones paterno-filiales, los hijos deben educarse al lado del
cónyuge católico, a no ser que el Ordinario decrete otra cosa atendiendo el
bien de los mismos hijos y dejando a salvo siempre su educación católica.
Disuelto el matrimonio es válido el matrimonio celebrado posteriormente por
cualquiera de los cónyuges como dispone el can. 1085 § 2 “no por eso es
lícito contraer otro antes de que conste legítimamente y con certeza la nulidad
o la disolución del precedente”. (p.28)

CAPÍTULO IV: MATRIMONIO RELIGIOSA EN LA UNIÓN EUROPEA

4.1. Países de Europa Norte: Matrimonio de forma optativa religiosa o civil


4.1.1. Dinamarca

Dinamarca recoge en su carta magna como Iglesia nacional la Iglesia


Evangélica Luterana Danesa con pleno apoyo del Estado, así mismo
garantiza las libertades y los derechos fundamentales, recogiéndose el de
libertad religiosa, estableciendo con ello un principio religioso que matiza
instituciones como la del matrimonio.

Según ley matrimonial de 1969 y otras posteriores, se autoriza el matrimonio,


desde luego, ante el ministro de la Iglesia Evangélica Luterana de Dinamarca
y también ante ministros de confesiones religiosas reconocidas, como son
Iglesia Católica, ortodoxa rusa, anglicana, Reformada Calvinista, metodista,
Bautista y otras. Admite naturalmente también el matrimonio civil para
cualquier ciudadano que cumpla las condiciones legales. Así pues, el
matrimonio puede ser tanto religioso como civil

Dinamarca reconoce la separación legal y el divorcio y desde 1989 las


uniones de homosexuales con determinados efectos civiles autorizadas
mediante la denominada Ley de parejas registradas,372/1989 de 7 de junio.
El registro de estas parejas es similar pero diferente del registro matrimonial
supone la nacionalidad danesa en ambos consortes, y que sea residente
danés al menos uno de ellos; se determina algunas consecuencias no
aplicables, entre ellas la de la adopción. (Santos, 2002)

4.1.2. Finlandia

Finlandia logró su independencia en el 1917 y desde aquel entonces se


concibió la idea de un matrimonio civil como alternativa al religioso.

Incluso en casos de matrimonio civil se puede tener una ceremonia de modo


religiosos. Sin embargo, la iglesia predominante en este país es la
evangélico-luterana, así como también la iglesia ortodoxa. Ambas iglesias
tienen una posesión de derecho público, a diferencia de otras que son
consideradas personas jurídico-privadas (estas también tienen competencia
para contraer matrimonio con eficacia jurídica)

En definitiva, el matrimonio puede celebrarse en forma religiosa ante el


ministro de las iglesias luterana y ortodoxa y de las demás confesiones
reconocidas (católica, metodista, libre, comunidades israelitas y
musulmanas). Es, por tanto, un sistema optativo en cuanto a la forma de
celebración civil o religiosa del matrimonio (Torres,2008)

4.1.3. Gran Bretaña


La confesionalidad del Estado se refiere a la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia
de Escocia. Las otras Iglesias son también amparadas por el derecho de
libertad religiosa
En el Reino Unido el matrimonio se puede celebrar bien por una ceremonia
civil en el registro o bien por una ceremonia religiosa. En el caso de la Iglesia
de Inglaterra y la de Gales el procedimiento completo (proclamas, licencias...)
corre a cargo de la Iglesia. En otros casos se exige para la ceremonia
religiosa el cumplimiento previo de ciertas formalidades civiles: normalmente
la concesión de un certificado del encargado del registro. El matrimonio civil
es la opción normal diversa de la religiosa. (Torres, 2008)

4.1.4. Suecia
Por una cantidad considerable de años, Suecia había sido confesional, se
unió de modo oficial a la confesión Luterana de la Iglesia de Suecia; desde el
1 de enero de 2000 sigue en materia de relaciones Iglesia-Estado, un sistema
de separación y colaboración dejando de ser confesional.

En atención a la libertad de culto reconocida, el matrimonio religioso es


reconocido a efectos civiles no sólo ante ministro luterano sino también de
otras confesiones religiosas (católica, ortodoxa, pentecostal, bautista,
metodista, comunidades judías e islámicas). La alternativa es el matrimonio
civil. Salvo la forma de celebración, todo lo relacionado con la parte
sustantiva del matrimonio se regula por el Derecho del Estado: capacidad,
efectos, nulidad, divorcio, etc. (Santos, 2002)

4.2. Países de Europa Sur: Matrimonio civil con forma optativa civil o religiosa
4.2.1. España
El planteamiento legislativo español sobre el matrimonio en el último siglo
tiene momentos clave que han sido dominados por un sistema principalmente
canónico y subsidiariamente como el matrimonio civil.

El primer momento clave se concretó en 1870 con la primera república que


establece al matrimonio civil como único y obligatorio en toda la geografía
española, en contra de una larga tradición de matrimonio canónico, que era el
comúnmente aceptado por la gran mayoría de españoles. El propio gobierno
ante la perturbación social y legislativa del matrimonio civil hubo de derogar la
ley y sustituirla en pocos años en 1875. (Santos, 2002)

Esta normativa se vio reforzada en el primer código civil de 1889. El art 42,
polémico texto que estuvo en vigor casi un siglo, establecía como obligatorio
para los católicos el matrimonio canónico y de modo subsidiario el matrimonio
civil para los no católicos. (Santos, 2002)

El concordato español de 1953, reafirmó la eficacia civil del matrimonio


canónico, así como también de las sentencias canónicas de nulidad
matrimonial dictadas por los tribunales eclesiásticos, y de las decisiones
Pontificias sobre matrimonio rato y no consumado y las del llamado privilegio
paulino. La eficacia civil del matrimonio canónico y de las sentencias y
decisiones eclesiásticas, era prácticamente automática según las normas del
derecho canónico, si bien eran requeridas algunas formalidades para una
inscripción en los registros civiles. (Santos, 2002)

Otro momento importante es el del acuerdo español con la santa sede en


1979 sobre asuntos jurídicos. Se sitúa entre la constitución de 1978 y la ley
de 1981, deroga el concordato de 1953, y legisla en cuanto al matrimonio, la
normativa que había de pasar casi en su integridad a la ley 1981 y que se
incorporaba y reformaba en articulado del Código Civil sobre tema
matrimonial. (Santos, 2002)

Estas disposiciones pasaron sustancialmente por medio de la Ley de 7 de


julio de 1981, por lo que se modificaba la regulación del matrimonio en el
Código Civil y permanecen en su vigor junto con otras numerosas normas de
diverso rango legislativo. (Santos, 2002)

La ley matrimonial de 1938 representa un hito en la legislación matrimonial


actual y normas posteriores, esta fue introducida en Austria por Alemania. El
matrimonio está regulado por un sacerdote en la Iglesia Ortodoxa Oriental o
por el ministro de cualquier otro culto conocido en Grecia. (Santos, 2002)

El matrimonio civil es libre para cualquier ciudadano heleno y también la


forma religiosa ortodoxa o de otro culto “conocido”, sin necesidad de que sea
especialmente “reconocido”, como advierte el matizado estudio sobre el tema
J. Deliyannis, ya que la constitución de 1975 garantiza la libertad religiosa.
(Santos, 2002)

Cualquier tipo de matrimonio adquiere en cuanto a efectos civiles plena


igualdad jurídica y queda sometido al derecho civil, por lo que refiere a la
autorización del matrimonio, que en principio debe partir por la autoridad civil,
no es urgida en cambio en los matrimonios celebrados según el rito de la
Iglesia Ortodoxa en virtud de acuerdo entre esta y el gobierno. (Santos,
2002)

Finalmente, la inscripción en el registro civil tanto para matrimonio civil y


religioso no tiene valor constitutivo, sino declarativo y probatorio. (Santos,
2002)

4.2.2. Grecia

Con la Ley 1250 de 1982 se introdujo la alternativa entre matrimonio religioso


y matrimonio civil. El sistema matrimonial helénico es pluralista desde 1982 y
se admite por tanto el matrimonio civil o el religioso según la forma de la
Iglesia ortodoxa y de la de otras confesiones religiosas, (artículo 1367 del
Código Civil).

También debemos recalcar que existe la ley 147/1914 en la cual se


especifica un estatuto jurídico especial para el matrimonio judío y el
musulmán, así como para el matrimonio con parte católica que admite la
doble forma religiosa ortodoxa y católica.

El artículo 1368 del Código Civil establece la necesidad de autorización civil


previa para contraer matrimonio que no se requiere sin embargo para el
matrimonio celebrado según el rito ortodoxo en virtud de acuerdo entre la
Iglesia Ortodoxa y el Estado. (Torres, 2008)

4.2.3. Italia

En 1865 se introduce en Italia al matrimonio civil obligatorio. El matrimonio


canónico perdió relevancia en el Derecho estatal. Ahora junto con el
matrimonio civil, y el matrimonio canónico, se permite contraer otros
matrimonios religiosos de acuerdo con la Ley n°1159 de 1929

En relación a las causas matrimoniales, se reconoce competencia a los


tribunales eclesiásticos en materia de nulidad, cuyas decisiones tendrán que
declararse ajustadas al derecho del Estado por tribunal civil competente para
su reconocimiento y eficacia civil. Ha quedado derogada en cambio la
eficacia civil de las decisiones eclesiásticas sobre matrimonio rato y no
consumado (Santos, 2002)

4.2.4. Portugal
En el Código civil de 1867, el primero que se estableció en Portugal, aparte
de las normas sobre matrimonio civil se reconocían los efectos civiles al
matrimonio religioso de los católicos, así como también la competencia
exclusiva de los tribunales eclesiásticos en las causas de nulidad del mismo
matrimonio (arts. 1609 y 1086). El matrimonio civil quedó impuesto como
obligatorio para todos por decreto de diciembre de 1910, el primero que
firmaba la recién instaurada República en octubre del mismo año. Pero al
firmarse el Concordato con la Santa Sede el 5 de mayo de 1940 el Estado
portugués volvió a reconocer eficacia civil al matrimonio canónico, incluso
desde el primer momento de la celebración, siempre que la inscripción se
registral se realizará dentro de los siete primeros días; en algunos casos era
innecesario el proceso preliminar civil de proclamas (arts. 22-25). Esta
situación concordataria fue confirmada por el Decreto Ley del 25 de julio de
1940. El nuevo Código civil de 1966, reconoció esta facultad opcional de
matrimonio religioso o civil; la validez civil del matrimonio canónico requería
que los contrayentes carecieran de impedimentos tanto canónicos como
civiles (arts. 1587 y 1599-1670). (Santos, 2002)

Sin embargo la evolución del Derecho de Libertad Religiosa en Portugal,


suscitó cambios operados desde la aprobación de la nueva Ley de Libertad
Religiosa el 22 de junio del 2001 y el nuevo Acuerdo con la Iglesia Católica
de 18 de mayo de 2004, que sustituye al Concordato de 7 de mayo de 1940,
en el cual se presentan importantes resquicios de confesionalidad, y claros
restos de un fuerte intervencionismo del Estado en los asuntos internos de la
Iglesia, entrando en vigor con motivo del intercambio de sus instrumentos de
ratificación el 18 de diciembre de 2004. (Torres,2008)

Las grandes áreas temáticas del mismo son las siguientes:

1) Reconocimiento del matrimonio canónico y de las sentencias


matrimoniales eclesiásticas: El Estado portugués reconoce efectos civiles
a los matrimonios celebrados conforme a las disposiciones canónicas, desde
el momento de la inscripción del mismo en los respectivos libros del Registro
Civil. Por el mero hecho de la celebración del matrimonio canónico, los
cónyuges asumen ante la Iglesia, (no frente al Estado), la obligación de
atenerse a las disposiciones canónicas que lo regulan, y, en particular, la
obligación de respetar sus propiedades esenciales. La Santa Sede,
reafirmando la doctrina de la Iglesia Católica sobre la indisolubilidad del
matrimonio, recuerda a los cónyuges que contraigan matrimonio canónico, el
grave deber que les incumbe de no hacerse valer de la facultad del derecho
civil de requerir el divorcio. Las decisiones relativas a la nulidad y dispensa
pontificia del matrimonio rato y no consumado, por las autoridades
eclesiásticas competentes, verificadas por el órgano eclesiástico de control
superior, producen efectos civiles, a solicitud de cualquiera de las partes,
después de su revisión y confirmación, (pierden por lo tanto su eficacia
directa), en los términos del derecho portugués, por el tribunal estatal
competente. A tal efecto el tribunal deberá verificar:

1) Si son auténticas.

2) Si emanan de un tribunal competente.

3) Si fueron respetados los principios de contradicción e igualdad

4) Si el resultado no es contrario a los principios de orden público


internacional del Estado portugués (Torres,2008)

4.3. Países de Europa Centro: Matrimonio civil único.


4.3.1. Alemania
La constitución alemana señala una interpretación del Tribunal constitucional,
amparando directamente el matrimonio civil, mas no el religioso, aunque el
matrimonio civil está fuertemente determinado por la tradición religiosa
(monogámico, heterosexual, consentimiento personal y otros aspectos),
garantiza también en diversos artículos el factor religioso amparando la
libertad de cultos y ritos religiosos (arts. 4, 7, 140). El sistema matrimonial
alemán, por tanto, es de matrimonio civil obligatorio, según ley de 1946,
artículo 11, aunque mucho tiempo antes, al menos desde 1798.
(Santos,2002)

El matrimonio se ha de celebrar ante el oficial del estado civil y testigos,


habiendo precedido las proclamas correspondientes a no ser en caso de
inminente peligro de vida; la inscripción en el Registro civil se hará de
inmediato. El matrimonio religioso no es autorizado si no va precedido del
civil, según diversas disposiciones de 1876, 1957, 1958, pero en este último
año quedaron derogadas las sanciones previstas en caso contrario.
(Santos,2002)

La Iglesia protestante acepta fácilmente el matrimonio civil como suficiente e


incluso lo requiere antes de proceder a la bendición religiosa, la Iglesia
católica, en cambio, presenta mayor dificultad porque lo considera
insuficiente desde el punto de vista religioso, ya que obliga a los católicos a
contraer matrimonio en forma canónica, según los CC. 1108 y 1117 del
código canónico. Respeta, desde luego, lo que prescribe la ley civil, pero ha
declarado tanto en el Concordato de 1933, artículo 26, como en nota del
secretario de Estado pontificio al embajador alemán ante la Santa Sede en
julio de 1956, su deseo de una futura normativa matrimonial que pueda
alcanzar una situación satisfactoria. (Santos,2002)

4.3.2. Austria
Austria representa en cuanto a legislación matrimonial una especie de caso
atípico. Tradicionalmente era admitido el matrimonio canónico con plena
eficacia jurídica, incluida la competencia de los tribunales eclesiásticos en
materia de causas matrimoniales de nulidad y disolución de matrimonio no
consumado hasta el período de la ocupación alemana de 1938; pero en ese
momento pasó por ley especial al sistema de matrimonio civil único y
obligatorio. (Santos,2002)

Existieron tres momentos:

1. El primer momento sucedió antes del Concordato de 1934. En el


código civil de 1811, se admitía el matrimonio canónico con un
carácter principal y el matrimonio civil con carácter subsidiario. El
divorcio vincular en este caso no era admitido en el caso de
matrimonios canónicos. El artículo 111 señalaba: «El vínculo de un
matrimonio válido entre católicos sólo se disuelve por muerte de uno
de los cónyuges. Lo mismo sucede si uno de los cónyuges, en el
momento de la celebración, era católico»; en cambio si era permitido
para los no católicos, artículo 115: «La ley permite a los cristianos no
católicos pedir el divorcio por causas graves».
2. El segundo momento empieza con el Concordato de 1934, el cual
señala la ordenación fundamental de las relaciones entre la Iglesia y el
Estado en Austria. Por ejemplo, el artículo 7, reconocía los efectos
civiles del matrimonio canónico, así como la validez de las propias
proclamas según las normas canónicas y la competencia de los
tribunales y dicasterios eclesiásticos en las causas matrimoniales de
nulidad y de matrimonio no consumado. Sin embargo, el concordato
padeció una grave crisis con la ocupación alemana, como señala
Santos (2002), “ya que no se aplicaba, como señala Corral, porque se
suponía desaparecido el Estado preexistente, y ni siquiera se mantuvo
como concordato típico del nuevo land «anexionado»”.
3. El tercer momento se marcó por la legislación matrimonial actual: Ley
matrimonial de 1938, esta fue recogida por la Constitución de la nueva
república de Austria y así quedó eliminada de la legislación
matrimonial la concepción profundamente católica del matrimonio.
Concluyendo que el matrimonio está regulado desde principios
estrictamente laico en cuanto a su forma y sustancia, e introduciendo
el matrimonio civil obligatorio se admite el divorcio por numerosos
motivos.

Cabe señalar, finalmente, que el Tribunal Constitucional por decisión


de 19 de diciembre de 1995 dio por abrogado como inconstitucional el
artículo 67 de la Ley sobre estado civil, según el cual el matrimonio
religioso debía estar precedido del matrimonio civil bajo determinadas
sanciones a los transgresores de la norma. (Santos,2002)

4.3.3. Bélgica
La legislación matrimonial de Bélgica arranca de la influencia del Código
Napoleónico.

La legislación del Código Civil vigente desde 1861 aunque con múltiples
reformas como la ejercida en 1935 referente al divorcio, establece como
única clase de matrimonio, el civil. El matrimonio debe celebrarse
públicamente ante el oficial del estado civil del común, previo el
correspondiente expediente y publicaciones (artículos 165 y 166 del Código
Civil).

Por otro lado, el artículo 21.2 de la Constitución texto refundido de 1994


(vigente desde 1831) establece que el matrimonio civil debe preceder
siempre al matrimonio religioso, sancionando su incumplimiento a no ser por
causa de peligro de muerte, con multa y prisión en caso de reincidencia. El
Código Penal en concordancia con esta norma sanciona el incumplimiento de
esa prioridad del matrimonio civil. Esta cláusula, no obstante, ha sido
duramente criticada al garantizar la constitución la libertad de cultos. En
cualquier caso, en Bélgica el factor religioso en materia matrimonial puede
tener sólo una incidencia indirecta a través del Derecho internacional privado.

La declaración de nulidad matrimonial, así como las decisiones sobre


divorcio y sobre separación de los cónyuges, son también de exclusiva
competencia de la legislación y jurisprudencia civil. La poligamia y el repudio
del derecho islámico presentan en ocasiones graves problemas al concurrir
con el derecho belga. (Santos,2002)

4.3.4. Francia
El sistema matrimonial francés tuvo influencia de la Revolución francesa y
del código napoleónico por eso se fundamentaba en “matrimonio civil, único
a efectos civiles”.

La celebración del matrimonio civil, se realizaba previo expediente y


publicaciones en el común, ante un oficial civil quien otorga el libro de familia
y lo inscribe inmediatamente en registro civil, al contrario, no cabe inscribir es
ese registro el matrimonio religioso.

La normativa del matrimonio civil no autoriza el matrimonio religioso antes de


celebrarse el civil y están previstas sanciones en caso de conculcación de tal
norma, multa pecuniaria o prisión en caso de reincidencia. (Santos,2002).

El derecho francés, se muestra más liberal en el derecho internacional


privado que en el derecho interno respecto a la importancia y eficacia civil del
matrimonio religioso. Como señala Santo (2002), si el matrimonio se celebra
en Francia, entre contrayentes extranjeros o entre extranjero y francés, es
cierto que, aplicando la regla /lex loci o locus regit actum, la prioridad está a
favor del matrimonio civil, a no ser que se celebre ante autoridad diplomática
o consular, en cambio si se celebra en el extranjero, aplicando la misma regla
/lex loci, el ordenamiento francés admite la validez civil del matrimonio,
aunque la forma de celebración hubiera sido la del matrimonio religioso,
siempre que ésta tuviere validez civil en el país de referencia

4.3.5. Luxemburgo
Luxemburgo proclama en su constitución la libertad de culto y su ejercicio
público (artículo 19). Aunque la mayoría de la población, el noventa por
ciento, es católica, lo cierto es que el matrimonio religioso carece de efectos
civiles, pudiéndose afirmar que rige el sistema de matrimonio civil obligatorio.

Según establece el artículo 21 de la Constitución: "El casamiento civil deberá


preceder siempre a la bendición nupcial", estableciendo el código penal
algunas sanciones en caso de contravenir esta norma que no suele llevarse
a efecto por considerarse anacrónica y desfasada. Tanto la fase constitutiva
del matrimonio como la extintiva (separación, disolución, nulidad) corre por
tanto a cargo de la exclusiva competencia del Estado. (Santos,2002)

4.3.6. Países Bajos


La constitución de los Países Bajos de 1983 reconoce la libertad de culto
ampliamente. En materia de relaciones Iglesia-Estado rige el sistema de
separación y mutuo respeto.

En materia matrimonial, el sistema que rige es el de matrimonio civil


obligatorio careciendo de efectos civiles los matrimonios religiosos de los
cuales sólo se acepta la forma o rito. En cualquier caso, el matrimonio civil ha
de preceder siempre al religioso. Las causas de nulidad, separación y
divorcio son de exclusiva competencia del Estado. Se admite la unión de
parejas homosexuales por ley que entró en vigor el 1 de enero de 1998.
(Santos,2002)

III. CONCLUSIONES
 En conclusión, la insoncumación del matrimonio es un supuesto por el
cual se puede pedir la disolución del matrimonio, esta disolución se da por
la dispensa pontificia, cuya relevancia radica en que permitirá a los
cónyuges contraer un nuevo matrimonio; asimismo solo puede dispensar
el Sumo Pontífice en gozo de su facultad potestad vicaria.
 El ejercicio de los privilegios, supone la existencia de una amenaza
efectiva para el bien de la fe, es decir la importancia del bien de la
indisolubilidad exige que la excepción que se hace del mismo se base en
razones de extrema gravedad, ya que está en juego una causa superior.

 En conclusión, se detalla que existen 3 sistemas que van a permitir


distinguir entre la validez del matrimonio religioso en los países de la
unión europea, de tal manera que no existe en ningún país europeo el
sistema de matrimonio religioso como únicamente válido ante el
ordenamiento estatal con algún desconocimiento del matrimonio civil. Por
ende, la permanencia del mismo en países de confesionalidad islámica,
orientales y africanos, o de otra confesionalidad, se podría decir que
obedece a la fuerte implantación religiosa que informa la vida social y
pública y el propio ordenamiento jurídico de los pueblos.

 La única causa de separación perpetua es el adulterio, para su


configuración este acto extramatrimonial realizado por un cónyuge debe
ser perfecto y consumado, formal y culpable, así como moralmente cierto.
No obstante, existen determinadas circunstancias que obstaculizan el
derecho de separación del cónyuge, tales como, el asentimiento, la
provocación, la condonación y la compensación del adulterio.

 El privilegio paulino supone la disolución automática del matrimonio


contraído por dos personas no bautizadas por el mismo hecho de que,
habiéndose bautizado uno de los cónyuges, éste contraiga
posteriormente un nuevo matrimonio, ante el rechazo de la parte no
bautizada a continuar conviviendo con el bautizado. Para la aplicación de
este principio, es necesario de ciertas condiciones o pasos, estos son, un
matrimonio válido previo, la conversación y el bautismo (de un cónyuge),
la separación física o moral, así como las interpelaciones, cabe resaltar
que estos presupuestos carecen de eficacia disolutoria, dado que,
únicamente en el momento de la celebración de un nuevo matrimonio
queda disuelto el anterior.
IV. BIBLIOGRAFÍA

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