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Regulación central del apetito

La regulación de la ingesta es sumamente importante en el organismo, porque posibilita


mantener el equilibrio entre la energía almacenada y la catabolizada, que mantienen la
homeostasis del organismo y el peso corporal.
El control de la ingesta y del metabolismo energético es el resultado de la interacción entre
numerosos factores: sociales, ambientales, neurobiológicos y neuroendocrinos. Son
múltiples y variadas las estructuras neuroanatómicas y las señales químicas y hormonales
que están involucradas en el control de la ingesta. Hace muchos años se conoce que el
hipotálamo es la región cerebral clave en el control de la alimentación. Están involucrados
los núcleos arcuato, paraventricular, dorsomedial y el hipotálamo lateral. Aquí se reciben e
integran muchísimas señales periféricas orexígenas y anorexígenas, incluyendo hormonas,
metabolitos plasmáticos y péptidos gastrointestinales. Se describen en la tabla siguiente:

Orexígenos (aumentan el apetito) Anorexígenos (disminuyen el apetito)

- Neuropéptido Y - MSH, CCK


- MCH - CLART, CRH
- AgRP (péptido Agouti) - GLP-1
- orexinas - Serotonina
- factores psicológicos - glucosa, cuerpos cetónicos
- Hormonas: leptina

Dentro de estas señales que regulan el apetito encontramos algunas de origen central (es
decir que se secretan en el SNC) y otras de origen periférico, que se secretan en el tubo
digestivo o a nivel del tejido adiposo. También vemos involucrados algunos metabolitos
plasmáticos, como la glucosa o cuerpos cetónicos. Y a todo esto tenemos que sumarle
factores de orden social y psicológicos, como por ejemplo el sabor de los alimentos, el
placer que genera la comida, el comer como un evento social, entre otros. Esto nos da la
pauta de la complejidad de la regulación del apetito: no es solamente una cuestión
biológica,sino que hay múltiples factores involucrados que tienden a mantener la
homeostasis del organismo para que el balance energético sea apropiado, y el peso
corporal se mantenga dentro de un rango “óptimo” que le permita al organismo mantener
sus funciones vitales dependiendo de la etapa biológica: en un niño o adolescente será
apropiado el crecimiento mientras que en un adulto la mantención del peso corporal basta.
Vamos a estudiar cómo actúan estos factores para regular la ingesta de alimentos y las
interacciones que se producen entre ellos. Es un fenómeno sumamente complejo, con lo
cual esbozaremos los conceptos fundamentales.

Señales centrales que regulan el apetito.

Son aquellas que se secretan en algún sector del SNC, en general de algún núlceo del
hipotálamo que es la estructura de mayor importancia en este proceso. Veamos la imagen a
continuación:
Luego de una ingesta, aumenta la secreción de insulina que induce la síntesis de leptina en
el tejido adiposo. Esta leptina tiene la particularidad de actuar sobre el núcleo lateral del
hipotálamo inhibiendo a las orexinas.
La insulina actúa sobre el NPV estimulando al CRH (factor liberador de corticotropina) y
actúa sobre el núcleo arcuato con dos efectos: inhibe la secreción de NPY y favorece la
formación de MSH.
La insulina también produce la producción de serotonina, que inhibe el centro de avidez por
los glúcidos ubicado en el NPV del hipotálamo.

MSH: tiene dos formas, alfa y beta. Ambas se sintetizan a partir de POMC en el núcleo
arcuato del hipotálamo. Reducen la ingesta de comida y aumentan el gasto energético. Son
activadas por glucosa y leptina.

NPY: más potente estimulante del apetito. Estimula la ingesta, disminuye el gasto
energético e induce la lipogénesis adiposa, produciendo obesidad (experimento en ratones).

AgrP: es un antagonista de la MSH, afecta la regulación del comportamiento alimentario y el


peso corporal. En personas con obesidad los valores plasmáticos están aumentados.

Tanto NPY como AgrP son mediadoras orexígenas de la ghrelina, y se inhiben por la
leptina, glucosa e insulina.

Existen dos sistemas adicionales:


- mediado por transcriptasa relacionado con la cocaína anfetamina: inhibe la ingesta
de alimentos.
- sistema de los endocannabinoides: promueven la ingesta y proporcionan señales
para el anabolismo.

Señales periféricas que controlan el apetito.


Acá vamos a ver involucradas a la mayoría de los péptidos que se secretan en el tubo
digestivo y también a una molécula del tejido adiposo, la leptina.

Previamente presentamos dos modelos:


● modelo glucostático: propone que el apetito se regula según los niveles de glucemia.
Cuando la glucemia aumenta, se induce la saciedad y cuando disminuye se estimula
el apetito. No puede ser la glucosa la única señal que regule el apetito porque no es
congruente con la experimentación. Si fuese éste el único mecanismo no existiría la
obesidad.
● modelo adipostático: son factores liberados por el tejido adiposo los que regulan la
actividad cerebral que controla el apetito y el peso corporal. Se descubrió un gen ob
que codifica para un “factor que produce saciedad” que ahora se conoce como
leptina.

Hormonas gastrointestinales:
Proporcionan señales al cerebro para controlar la cantidad de alimento ingerido. Actúan por vías
aferentes vagales → tracto solitario → señales hacia el hipotálamo.
● CCK: factor de saciedad, disminuye la ingesta.
● péptido Y (YY): disminuye la ingesta de alimentos mediante la inhibición de las
neuronas que producen NPY. Es cosecretado con el GLP1.
● GLP-1 (péptido símil glucagon): luego de comer se libera este péptido de las células
L intestinales. Tiene un potente efecto sobre la saciedad.
● ghrelina: se sintetiza durante el ayuno, promueve la ingesta. También es sintetizada
por un pequeño número de neuronas del núcleo arcuato. Activan neuronas de ARC
que sintetizan NPY y AgrP, desencadenando el hambre y la ingesta.

Leptina y cerebro:
Se sintetiza en el tejido adiposo en respuesta al contenido graso. Es decir, no responde a
las fluctuaciones de energía en el corto plazo. Cuanto mayor es la masa grasa, mayor es la
síntesis de leptina y viceversa, cuando disminuye el tejido adiposo la leptina circulante
también baja.
Actúa en el hipotálamo. Promueve la síntesis de MSH e inhibe la expresión de NPY y AgrP.
Las personas con obesidad suelen presentar hiperleptinemia, con lo cual se cree que existe
una “resistencia a la leptina” que explica la “pérdida del efecto” anorexígeno.

Mecanismos hedonistas de la conducta alimentaria.


La alimentación se ve influida también por factores sociales, y por el placer mismo que
genera alimentarse. Si la regulación del apetito solo se diera por los factores
neuroendocrinos y neurobiológicos no existiría el sobrepeso o la obesidad. Estudios de
neuroimágenes han demostrado que la ínsula y la corteza orbitofrontal y cingular anterior se
activa en relación con estímulos placenteros o relacionados con el gusto y participan de
aspectos motivacionales y conductuales de la conducta alimentaria del ser humano.

El sistema de la recompensa.
Cuando comemos alimentos agradables, fundamentalmente ricos en glucosa, se activa en
nuestro cerebro el “sistema de la recompensa”. Es una estructura compleja que involucra
varias áreas cerebrales.
Cuando comemos algo agradable, se desencadena una liberación de dopamina muy
intensa que media los aspectos volicionales (“quiero comer esto”) de la conducta
alimentaria.
Si bien no es la finalidad de este apunte estudiar el sistema de recompensa, si debemos
saber que no solamente son hormonas y péptidos los que regulan el apetito sino que hay
importantes factores neuronales, relacionados con el placer y con aspectos sociales que
contribuyen a modular el apetito.

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