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UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL

FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS

CARRERA DE MEDICINA

CÁTEDRA DE METODOLOGÍA DE NUTRICIÓN

TEMA:

REVISION BIBLIOGRAFICA: MECANISMOS REGULATORIOS DE


LA INGESTIÓN DE ALIMENTOS

DOCENTE:

Dra. MARTHA ELENA MONTALVAN SUAREZ

ESTUDIANTE:

HELLEN HURTADO ARANEA

CICLO I 2023 – 2024


La regulación de la ingestión de alimentos está mediada por una serie de señales
fisiológicas que actúan en conjunto para controlar el apetito y la saciedad. Estas señales
incluyen hormonas como la grelina, la leptina y la insulina, así como neurotransmisores y
neuropéptidos que transmiten información al cerebro sobre el estado de hambre y saciedad.
Comprender cómo estas señales interactúan y se regulan mutuamente es fundamental para
abordar problemas de alimentación.

Una de las hormonas clave en este proceso es la grelina, conocida como la "hormona del
hambre". La grelina es secretada por el estómago y estimula el apetito, enviando señales al
cerebro para incrementar la ingesta de alimentos. Por otro lado, la leptina, producida por las
células grasas, es conocida como la "hormona de la saciedad". La leptina actúa en el
cerebro para reducir el apetito y regular la ingesta de alimentos.

Además de la grelina y la leptina, la insulina también desempeña un papel importante en la


regulación del apetito y el metabolismo de la glucosa. La insulina es secretada por el
páncreas en respuesta al aumento de los niveles de glucosa en sangre después de una
comida. Además de su función en el metabolismo, la insulina también regula la
señalización de la saciedad en el cerebro.
Estas hormonas interactúan en un sistema de retroalimentación complejo que ayuda a
mantener un equilibrio energético adecuado en el cuerpo. Cuando la ingesta de alimentos es
insuficiente, los niveles de grelina aumentan y los de leptina disminuyen, lo que estimula el
apetito. Por el contrario, cuando se consume una cantidad suficiente de alimentos, los
niveles de grelina disminuyen y los de leptina aumentan, generando una sensación de
saciedad.

La comprensión de estas señales fisiológicas y su interacción proporciona una base sólida


para el desarrollo de tratamientos dirigidos a regular la ingestión de alimentos. La
investigación en esta área busca identificar posibles disfunciones en estos mecanismos
reguladores en personas con desórdenes alimenticios, como la obesidad o los trastornos de
la conducta alimentaria, y desarrollar estrategias para restablecer el equilibrio adecuado de
estas señales.

El hipotálamo, una región clave en el cerebro, desempeña un papel fundamental en la


regulación del apetito y el gasto energético. El hipotálamo contiene diferentes núcleos y
regiones que actúan en conjunto para integrar y procesar señales fisiológicas y ambientales
relacionadas con la alimentación.

El hipotálamo recibe información de diferentes señales aferentes, incluyendo señales


hormonales, metabólicas y neuronales, para coordinar la respuesta adaptativa del organismo
frente a los cambios en el estado nutricional. Estas señales son procesadas en el hipotálamo
y se generan respuestas eferentes que afectan la ingesta de alimentos y el gasto energético.
Por ejemplo, la estimulación de las neuronas orexigénicas del ARC puede aumentar el
apetito y promover la ingesta de alimentos, mientras que la activación de las neuronas
anorexigénicas puede suprimir el apetito y reducir la ingesta.
La disfunción en el hipotálamo y sus circuitos asociados puede conducir a trastornos
alimenticios y alteraciones en el balance energético. Por ejemplo, la resistencia a la leptina,
una hormona reguladora del apetito, puede estar asociada con la obesidad y la falta de
control del apetito. El entendimiento de estos mecanismos en el hipotálamo puede
contribuir al desarrollo de estrategias terapéuticas más efectivas para abordar los
desórdenes alimenticios y promover una alimentación saludable.

Una de las funciones principales del sistema nervioso simpático es aumentar el gasto
energético del organismo. Cuando se activa, estimula la lipólisis (descomposición de las
grasas almacenadas) y la liberación de ácidos grasos en la sangre. Esto proporciona una
fuente de energía adicional para los tejidos y órganos, especialmente durante períodos de
actividad física intensa o estrés.
Además de la movilización de grasas, el sistema nervioso simpático también promueve el
aumento de la tasa metabólica y la termogénesis, que es la producción de calor a través de
la actividad celular. Esto implica un aumento en la actividad de las células adiposas
marrones, que queman calorías para generar calor y mantener la temperatura corporal.

Los opioides endógenos desempeñan un papel en la regulación del apetito y la saciedad. Su


actividad y su interacción con los receptores opioides en el cerebro pueden influir en la
percepción del apetito y modular la ingesta de alimentos.

En resumen, los mecanismos regulatorios de la ingestión de alimentos involucran una


interacción compleja entre el hipotálamo, el sistema nervioso simpático, los opioides
endógenos y otras señales metabólicas centrales. Estas señales actúan en conjunto para
regular el apetito, la saciedad y el gasto energético, contribuyendo al equilibrio energético y
el control del peso corporal. El estudio de estos mecanismos es esencial para comprender
los trastornos relacionados con la alimentación

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