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M. J. V. C.
MISTERIO
PASCUAL
1.- NOTA INTRODUCTORIA.
- De qué lo acusan?
Los judíos tratan de conseguir una condenación sin
ensuciarse mucho las manos: "Si no fuera culpable de
algo no te lo hubiéramos traído! O sea, ¡tú mátalo, para
qué quieres una acusación!
Un poco como los jóvenes, o los pobres de hoy:
“Con esas fachas, ha de ser culpable de algo!”
Pilatos dice: No, ¿cómo? ¡Tiene que haber una
acusación!
- Ha quebrantado nuestra Ley!
- ¿Y eso a mí qué? ¡Yo la quebranto a cada rato!
- ¡Se ha llamado Hijo de Dios!
- ¿De cuál dios? ¿Qué tal que es hijo de Jupiter o de
Neptuno? ¡Yo mejor no me meto!
Hasta que encuentran una acusación que sí le interesa a
Pilatos:
"Ha dicho que es Rey de los Judíos"
Ah, ¡un rey, un revoltoso, un guerrillero! A ver, ¡vamos a
ver esto más de cerca!
Pilatos interroga a Jesús: "¿Así que tú eres Rey?
Jesús responde con una frase que los católicos olvidamos
a menudo, que no sabemos bien aplicar: Mi Reino no es
de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis
soldados ya habrían peleado para liberarme. Pero mi
reino no es de este mundo!
- ¿Así que eres Rey? Dónde están tus seguidores?
Qué buena pregunta, ¿verdad? ¿Habrá algún
seguidor de Cristo por aquí cerca?
Cristo dice otra frase terrible: "He venido a dar testimonio
de la verdad. todo aquél me escucha la verdad escucha
mi voz.”
Esta frase de Pilatos es de lo más triste: "¿Qué es la
verdad?
Ni siquiera espera una respuesta. Pilatos no cree en la
verdad.
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7.- DOMINGO.
7.1 RESURRECCIÓN DE CRISTO. Por
acción del Espíritu Santo.
Y ahí terminó todo.
O no?
Creen ustedes que hubo algo más?
Cómo?
Ustedes creen que resucitó?
Pues sí, ¿no? ¡Él lo dijo!
Pero ustedes no creen esos cuentos, ¿o sí?
¿De veras crees que resucitó?
¡Pero es que los muertos no resucitan! ¡No pueden
volver a la vida! A menos que....
A menos que todo esto sea obra de Dios
A menos que Cristo sea realmente el Mesías y no un
mentiroso..
A menos que tú creas realmente en él..
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8.- CONCLUSIÓN.
8.1 Estos son los tres días más
importantes de la historia.
En esos tres días, Cristo logra la salvación de toda la
humanidad, no sólo de unos cuantos, sino de todos!
Porque Cristo ha muerto, y ha resucitado! ¡El álbum
negro de la sociedad ha quedado destruido para siempre!
Cristo cargó con ese inmenso álbum negro, le dio forma
de cruz, y lo lavó con Su Sangre!
8.2 Son también los tres días más
importantes de tu vida, si aceptas morir y
resucitar con Cristo.
Si son los tres días más importantes de la humanidad,
también pueden, si quieres, ser los tres días más
importantes de tu vida! Porque Cristo murió y resucitó
por ti, pero solo si tú lo aceptas, si tú le dices que sí!
Mira, esta Jornada también pueden ser los tres días más
importantes de tu vida: Así como fue un cambio total
para Pedro, Juan, María Magdalena, hoy Dios te da en
Cristo la oportunidad de decirle SI!
8.3 Cristo resucitado, figura del hombre
nuevo, vida nueva a la que estás llamado
vivir.
Por eso te pregunto: ¿Para qué seguir cargando con tu
álbum negro? Para qué sigues sufriendo? ¿Para qué
quieres seguir por la vida arrastrando esa cobija, ese
sentimiento de culpabilidad, ese rencor o ese
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LA CRUZ
Queridos jóvenes, hemos comenzado esta vigilia con la
entrada de la cruz: la cruz de la Jornada de la Juventud, y
de toda jornada. Esta cruz ha entrado de nuevo entre
nosotros, cargada a hombros por jóvenes.
La cruz y la vigilia. La cruz entró definitivamente en la
vida mesiánica de Jesucristo durante una vigilia; sí, una
vigilia de oración. Esta cruz entró en el huerto de
Getsemaní, aunque, en sentido estricto, entró a poca
distancia en la realidad definitiva de la crucifixión.
Durante la vigilia: muchas veces Jesús velaba, pasaba las
noches en oración.
Pero esta es la última noche, la vigilia definitiva. Jesús
había anunciado la cruz. Estaba preparado desde hacía
mucho tiempo; había venido para esta «hora», se
preparaba para beber el cáliz hasta el fondo: «La copa
que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?» (Jn 18,1l).
Todo estaba listo, pero hacía falta aquella «hora» de
Getsemaní, aquella vigilia, aquella oración solitaria del
Señor. Hacía falta una última y definitiva confrontación
entre el Hijo y el Padre: «Nadie conoce bien al Hijo sino el
Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y
aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27; cL
Lc 10,21-22).
Se trata, por tanto, de la confrontación definitiva entre el
Padre y el Hijo, el Hijo unigénito, el Hijo consustancial,
Dios de Dios, engendrado, no creado.
La vigilia de Cristo en Getsemaní: su último «sí»,
definitivo e incondicional. Y, luego, la cruz se acerca en
su realidad dramática, brutal, cruel; se acerca
rápidamente. Dentro de poco Jesús estará delante del
sanedrín; pasará la noche en oración, y por la mañana de
nuevo ante el sanedrín, y después ante el tribunal
romano, ante Pilato, ante Herodes; y más tarde ante la
gente, que pide de forma categórica: «¡Fuera, fuera!
¡Crucifícale!» (Jn 19,15). Y el juez cede.
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