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FOLLETO 6 MISTERIO PASCUAL

FOLLETOS DEL MANUAL BÁ SICO


NACIONAL DEL
M. J. V. C.
MISTERIO PASCUAL
1.- NOTA INTRODUCTORIA.
Estos folletos contienen el desarrollo de las plá ticas tal y como vienen en el Manual Bá sico. Son una
opció n para que el Auxiliar y/o el Asesor tengan una idea de có mo desarrollar su plática. Habrá que
adaptar algunas cosas segú n las circunstancias específicas de cada grupo.
Siempre será necesario releer lo que el Manual Bá sico dice sobre esta plá tica, en especial las pá gs 27-
32,. 80-81, 106-109 153-61. Só lo así podrá n entenderse el objetivo y contenido de este folleto.
2.- EXPLICACIÓ N DE LA PLÁ TICA.
El Manual Bá sico nos habla del objetivo de está plática:
Proclamar la pasión, muerte y resurrección de Cristo como el
cúlmen de la Salvación de todos los hombres, como don de la
Gracia y Misericordia de Dios, y poder así descubrir a Cristo
como Señor del universo (MB, p. 106).
Esta es una plá tica esencialmente KERYGMÁTICA, es decir, que debe anunciar la Buena Nueva del
Amor de Dios, manifestado en la Pasió n, Muerte y Resurrecció n de Jesucristo, Nuestro Dios y nuestro
Salvador.
Lo má s importante será entonces HACERLA VIDA, mostrar la muerte y resurrecció n de Jesú s como
algo importante para el joven, algo esencial en su vida.
Después de haber escuchado la Historia de la Salvació n y la presentació n de Cristo como Verdadero
Dios y Verdadero Hombre, deben ahora los muchachos escuchar, mejor dicho, vivir este gran
proyecto de Dios para él: La Redenció n en Cristo.
El peor error sería dar una clase de historia, o de Biblia, o de hermeneú tica; peor aú n sería querer
apantallar al joven o saturarlo de datos incomprensibles.
Quizá s uno de los aspectos má s importantes sea individualizar la plática: involucrar a cada
participante, hacerle vivir esta historia como algo propio. el joven debe poder afirmar, al terminar la
plá tica: "yo estuve ahí, yo vi a Cristo juzgado, condenado y crucificado, y también soy Testigo de su
Resurrecció n. Estos son los tres días má s importantes de mi vida
Habrá que tener cuidado también de no manipular los sentimientos o la libertad del joven. Es una
solució n demasiado fá cil y có moda el "hacerlo llorar" y pensar que así se ha convertido a Cristo. Los
sentimientos son buenos, pero no deben dominarnos. La conversió n debe ser una decisió n personal,
libre, en paz y en pleno conocimiento de lo que Cristo hizo y también de lo que É l exige de sus
seguidores..
Será también importante respetar la estructura propuesta por el Manual Bá sico: No hay que juntar la
plá tica de "Cristo" con "Misterio Pascual" o con "Historia de la Salvació n". Hay que evitar la tentació n
de juntar temas, ya que cada plá tica tiene un objetivo específico, y se corre el riesgo de distorsionar la
estructura de la Jornada.
No olvidemos que la Jornada es un todo completo y estructurado,
3.-CONTENIDO DE ESTE FOLLETO:
El lector encontrará dos secciones en este folleto:
1.- PRIMERA SECCIÓN: un desarrollo prá ctico, ya dado en jornadas, pensado para los muchachos de
nuestra zona.
 El texto de la plá tica viene en letra normal.
 Lo que viene en negrita son los títulos del esquema del Manual Bá sico Nacional del M.J.V.C.
(No es necesario leerlos al dar la plá tica).
 Lo que viene en Graphite Light son algunas ideas adicionales que pueden insertarse en la
plá tica o no, a juicio del expositor, segú n el auditorio a quien se dirija.
 Las citas Bíblicas viene en cursiva.
2.- SEGUNDA SECCIÓ N: EL PENSAMIENTO DE JUAN PABLO II: Ya que el Manual Bá sico Nacional tiene
mucho material de apoyo, tanto en el Cap. 2 como en el 5-A, hemos preferido incluir algunos textos
de S.S. Juan Pablo II. Estamos seguros que estos ayudará n a una profundizació n del Mensaje de la
plática.
4.- Otras indicaciones prá cticas:
1. El esquema de la plá tica se encuentra en el Manual Bá sico Nacional del M.J.V.C., en las pá gs.
107-109. No consideramos necesario repetirlo aquí
2. El desarrollo que ponemos aquí busca narrar en forma vivencial el Misterio Pascual. En todo
momento habrá que esforzarse por mantener el interés de los muchachos y responder a sus
preguntas e inquietudes.
3. Siempre que sea posible, el Sacerdote Asesor deberá dar esta plá tica, ya que él tiene los
conocimientos necesarios para responder a cualquier duda.
4. Hay que recordar que el Manual Bá sico Nacional trae un Material de Apoyo muy extenso, en
el Capítulo 5-B, pá gs. 153-161, así có mo en el Cap.2, pá gs.27-32. Será importante leer estos
textos para captar el sentido doctrinal de la plá tica.
5. Como lo marca el horario del Manual, será importante que la plá tica esté seguida de un Via
Crucis, para que el joven pueda vivir con Cristo su Pasió n Muerte y Resurrecció n. Este
deberá terminar con un tiempo para meditació n personal, sin presió n de ningú n tipo (ni
siquiera de tiempo), de preferencia en la capilla u otro lugar adecuado, ante la Cruz o ante el
Sagrario, para que el joven tenga este "encuentro de ojos abiertos y corazó n palpitante con el
Señ or Resucitado".
1.- PRIMERA SECCIÓN: DESARROLLO PRÁ CTICO DE LA PLÁ TICA.
I.- INTRODUCCIÓ N.
1.1 la historia de la salvación tiene su cúlmen en los últimos tres días de la vida de
cristo.
Dar una plá tica acerca de Cristo no es cosa fá cil. No es como hablar de Buda o de Mahatma Gandhi o
de Benito Juá rez. Porque todos estos personajes son muy importantes, pero, al fin de cuentas, no te
afectan tanto, no cambian tu vida, no te piden un cambio.
Ante Cristo, por otro lado, todo mundo se siente cuestionado, todos tenemos que dar una respuesta, y
una respuesta personal: Para ti, ¿quién es Jesú s? ¿Realmente es quien dice que es? ¿Qué respuesta
vas a darle?
Por eso es una responsabilidad tan grande el dar una plá tica acerca de Cristo: ¿Qué tal que la doy
mal? ¿Que digo algo equivocado? Para muchos de ustedes, tal vez esta sea la ú nica oportunidad en
mucho tiempo de conocer a Cristo, de saber algo má s de É l.
1.2 Los tres días más importantes en la vida de Cristo y de la humanidad entera. El
MISTERIO PASCUAL.
Por eso este momento, después de haber escuchado, en la plá tica de Cristo, quién fue Jesú s y qué
mensaje predicó , los milagros que hizo, vamos a tener otra plá tica. Una plá tica que nos llevará a los
má s profundo del misterio de Cristo, a lo má s importante que É l hizo en su vida. Porque no todo en la
vida de Cristo tuvo la misma importancia. Sabemos por la Biblia que los tres ú ltimos días de su vida
fueron los má s importantes. En ellos Cristo lleva a su cú lmen la Salvació n que Dios ofrece al hombre.
Jesú s mismo había ya predicho su muerte (cfr.Mc.8,31; 9,30; 10,32). sus discípulos no lo habían
entendido. Pero Jesú s los guía hasta su destino final.
¡Jesú s de Nazaret! Su aventura maravillosa empezó hace ya tres añ os... Lleva tres añ os predicando la
Buena Nueva, la Venida del Reino, el Amor benevolente de Dios hacia todos los hombres. A lo largo
de estos tres añ os, Jesú s ha querido reunir a un pequeñ o grupo de discípulos, de amigos
cercanos, a
quienes ha ido revelando los Misterios del Reino. Poco a poco les va confiando el sentido má s
profundo de Su misió n.
Porque Jesú s tiene una misió n que cumplir. Debe traer la salvació n a todos los hombres, de todos los
tiempos, no solo a unos cuantos, no solo a los de su tiempo, sino a toda la humanidad, a ti y a mí, y
solo tiene una forma de hacerlo: muriendo por nosotros.
Pero Jesú s se ha enfrentado también a la incomprensió n, al rechazo cada vez mayor, por parte de los
escribas y fariseos: Ellos no quieren cambiar, no quieren convertirse, no quieren comprender la
grandeza del Amor de Dios. Ven en Jesú s un adversario, un enemigo, a quien hay que eliminar.
Ante este rechazo, Jesú s reú ne a sus discípulos y les explica que debe morir: "El Hijo del hombre será
entregado en manos de los pecadores, .... y al tercer día resucitará " Ellos no comprenden sus
palabras, pero su amor a Jesú s los impulsa a seguir adelante.
Así pues, esta plá tica se llama "Misterio Pascual". Se llama así porque precisamente durante la
Pascua del añ o 30 D.C., Cristo nos revela, por su Pasió n, Muerte y Resurrecció n, el Misterio del Amor
de Dios, un Amor total que lo lleva a entregarse por nosotros hasta dar su vida.
Así como la venida de Cristo es el momento culminante en la historia de la humanidad, así también la
Misió n de Cristo vive sus momentos má s importantes en los tres ú ltimos días de la vida de Cristo. En
ellos, en lo que conocemos como Su Pasió n, Muerte y Resurrecció n, Jesú s lleva a cabo plenamente su
misió n, se somete plenamente a la voluntad del Padre para nuestra salvació n. Son los tres días má s
importantes de su vida, son también los tres días má s importantes de la historia de la humanidad, ya
que en ellos Jesú s consigue la salvació n del mundo entero.
1.3 Jesús nos enseña una doctrina sublime, el amor y el perdón.
Porque Jesú s no es sencillamente un "Maestro", un gurú con mucha sabiduría que viene a enseñ ar
una doctrina, por muy bella que esta sea. Sí, Jesú s nos enseñ a una doctrina sublime, nos enseñ a lo
que son el Amor y el Perdó n, y Su mensaje conmovía a las multitudes, como aú n lo hace hoy en día,
pero no vino solo a eso. Su Misió n comprende esta maravillosa doctrina, pero va mucho má s lejos.
Decir que Cristo es solo un Maestro, que fue un hombre maravilloso, es no haberlo comprendido, es
traicionarlo, es no dejar que se cumpla su misió n en nosotros.
1.4 Jesús viene a reconciliar al hombre con Dios y consigo mismo. Viene a morir por
nosotros.
¿A qué viene Cristo? ¿Porqué se hizo hombre? Viene solo a enseñ ar, a hacer milagros, a mostrarnos
un camino de vida? o ¿tiene su misió n una misió n mucho má s sublime? Tú has seguramente oído que
"Cristo vino a salvarnos", que "murió por nuestros pecados"; pero ¿qué significa eso realmente?
¿Có mo lo hizo? ¿Qué tuvo que hacer para conseguirnos la salvació n?
Quiero invitarte a que vivamos junto con Jesú s estos ú ltimos días de su vida. A que, como sus
discípulos de antañ o, vivamos a Su lado estos días maravillosos y trá gicos a la vez. No basta con solo
recordar: ¿Todavía tienes imaginació n? Te invito entonces a que dejes volar tu imaginació n, a que te
subas a tu "má quina del tiempo", y regreses a aquella época, al mes de Abril del añ o 30 de nuestra
era; o mejor aú n, a que pienses que eres un judío de aquellos que seguían a Jesú s. Así conocerá s
plenamente có mo Jesú s viene a salvarnos, viene a morir por todos nosotros, por ti y por mí.
2.- MARCO HISTÓ RICO.
2.1 Israel, pueblo que ha sido dominado por los egipcios, babilonios, persas, griegos y
ahora por los romanos, desea su liberación.
Empecemos por conocer un poco có mo era el ambiente en Jerusalén en tiempos de Jesú s. Déjame
hacerte una pregunta: Si hubieras vivido en aquella época, ¿hubieras sido un discípulo de Jesú s? Si É l
te hubiera llamado, ¿lo hubieras seguido? ¿lo habrías dejado todo? Piénsalo: quizá s sí hubieras sido
un discípulo de Jesú s...y quizá s no.
Los Fariseos: ¡Quizá s hubieras sido unos de esos Fariseos! Porque has de saber que el pueblo judío,
en tiempos de Jesú s, estaba muy dividido en diversos grupos y sectas, y tú seguramente ya los has
oído nombrar. Uno de estos grupos eran los Fariseos, personas muy inteligentes, muy leídas, muy
estudiadas, que lo sabían todo, conocían la ley de Dios al derecho y al revés, pero no la vivían, no la
ponían en prá ctica. Entran rá pidamente en conflicto con Jesú s, quien les reprochaba su hipocresía, su
auto-suficiencia, su falta de caridad hacia el pró jimo. ¿Hubieras sido uno de esos hipó critas, de esos
fariseos?
Los Saduceos: ¿O quizá s hubieras sido uno de los Saduceos? ¿Sabes quienes eran? Eran los
poderosos, los pudientes, las clases dominantes. Se habían aliado a los invasores romanos, y vivían a
la sombra del poder. Les gustaba el dinero, el prestigio, y despreciaban a los pobres, a los
marginados. No creían en la Resurrecció n de los muertos, y controlaban el culto de Templo de
Jerusalén. ¿Hubieras sido uno de ellos? Tal vez no seas rico y poderoso, pero ¿te gustaría serlo?
¿Ambicionas grandes riquezas y prestigio? Hay algo de los Saduceos dentro de ti?
Los Publicanos: Quizá s eres má s bien un publicano. ¿Sabes quienes eran? Los publicanos eran los
cobradores de impuestos, eran empleados del poder romano, y contribuían a explotar a los pobres,
cobrando impuestos a la entrada de las ciudades. Eran despreciados por todos, y se codeaban con las
prostitutas y otros marginados. Piensa un momento en la persona que má s desprecias, que te cae
peor, por cualquier motivo: por su trabajo, por su forma de ser, por el color de su piel: Esa persona es
tu publicano, es la persona que Cristo te pide que ames y perdones. ¿No es fá cil, verdad? Tampoco lo
fue para los discípulos de Jesú s aceptar a Mateo en su compañ ía; tampoco les fue fá cil ver a Jesú s ir a
comer a casa de publicanos y pecadores. ¡Pero es precisamente lo que Jesú s te pide!
Los Zelotas: Existía también una banda de radicales, los Zelotas o Sicarios, los guerrilleros de aquél
entonces, que buscaban la lucha armada y querían expulsar a los Romanos por la violencia:
Organizaban revueltas y asesinatos. Si te gusta la violencia, golpear o abusar de los demá s, tal vez
hubieras sido un Zelota.
Los Romanos: Dominando sobre todo el pueblo judío estaban los odiados Romanos: Las legiones
Romanas de Pompeyo habían conquistado la Tierra Prometida hacía ya casi 100 añ os, en el 63 A.C., y
desde entonces oprimían al Pueblo con todo tipo de cargas y vejaciones, como obligar a la gente a
cargar sus bultos. Los Romanos eran muy inteligentes. Al conquistar algú n país, si era conveniente,
dejaban en su lugar al rey local: ¿Herodes es rey de Galilea? ¡Pues que siga siendo rey! Solamente le
ponían un procurador Romano, en este caso Poncio Pilatos, para vigilarlo y ejercer el verdadero
poder. Y se dedicaban a cobrar impuestos y explotar al pueblo. Herodes tenía su partido político, los
Herodianos, que veían en Jesú s a un enemigo.
2.2 Espera, a pesar de las profecías de Isaías, a un Mesías liberador a nivel político.
Quieren un reino terreno.
Y todos esperaban al Mesías: Dios les había prometido, por boca de los profetas, un liberador, un
Mesías, es decir un "Ungido", el Escogido por Yavé para liberar a su pueblo. Este pueblo, que vivía
oprimido que había soportado tantas opresiones, esperaba con ansiedad al Mesías, aquél que sería al
mismo tiempo Sacerdote, Profeta y Rey, y que lo libraría del opresor Romano.
Desgraciadamente, el pueblo no había entendido el sentido má s profundo de las profecías del
Antiguo Testamento, sobre todo las del Profeta Isaías, quien hablaba de un salvador que nos libraría
de nuestros pecados. Esperaban a un Mesías liberador, pero a nivel político, que establecería un reino
terreno, solo para el Pueblo Judío. No sospechaban que el Plan de Dios era mucho má s maravilloso.
Lejos de aspirar a una libertad profunda, de raíz, auténtica, los judíos esperan que se les liberara del
opresor, Roma, y traducen el término LIBERTAD como la supresió n de las cadenas políticas, al igual
que los pueblos de hoy en día, cifran su independencia en bases materiales: economía, decisiones
autó nomas, poder, etc., valores temporales que de por sí no duran. Su visió n no alcanzaba a ver que el
Profeta Isaías hablaba de la libertad plena, eterna, la libertad que viene del interior del hombre, del
espíritu, que se traduce en acciones concretas justas para conseguir paz y justicia entre los hombres.
Israel se concretaba a aspirar a dominar, en las mismas condiciones en que se les había dominado, o
peores... ¿Su ley?, la del Talió n: ojo por ojo y diente por diente.
2.3 Israel celebra, como fiesta político-religiosa, la Pascua, liberación de Egipto.
Y precisamente se acercaba, por estas fechas, la fiesta de la Pascua. Recordemos un poco lo que
hemos dicho ya sobre esta fiesta (cfr. "Dios y mi Vida"): Era una fiesta de Liberació n: Israel festejaba
su Salida de Egipto, cuando Yavé lo había librado con mano poderosa de la opresió n del Faraó n. Cada
añ o recordaban aquella liberació n milagrosa, cuando Dios los había librado por mano de Moisés y de
Aaró n. Para los Romanos, esta fiesta político-religiosa presentaba un peligro, ya que fá cilmente los
Judíos deseaban verse librados de esta nueva opresió n Romana.
3.- LOS APÓ STOLES.
3.1 Los discípulos también esperan un Mesías político.
Lo Doce Apó stoles, al igual que el resto del Pueblo Judío, esperan también un Mesías político, y está n
convencidos de que Cristo es ese Mesías: Pedro mismo lo reconoció y proclamó como Mesías o Cristo.
Toda su esperanza gira en torno a la identidad de Jesú s: ¡É l es el Mesías esperado!
3.2. Envidias y ambiciones a pesar de haber visto y oído el actuar de Cristo.
A pesar de haber vivido tanto tiempo con Jesú s, aú n no han comprendido plenamente Su Misió n:
Como todo ser humano, siguen con sus mezquinas ambiciones personales, buscando sobresalir,
ocupar el primer lugar. Sus mentes siguen embotadas y les cuesta trabajo seguir el ejemplo de Jesú s.
Porque saben que el Mesías los ha escogido a ellos para inaugurar su Reino. Esperan ansiosamente
que Jesú s suba a Jerusalén, la Ciudad Santa, pues es ahí donde el Mesías debe ser proclamado como
Rey. Ellos ya tienen a su candidato, a Jesú s de Nazaret, y saben que si É l es proclamado Rey,
seguramente les tocará algú n puesto en su gabinete, algú n "hueso".
Será necesario que Jesú s sea muy paciente con ellos, que vaya corrigiendo sus errores, pero sobre
todo que, por su entrega total, los salve también a ellos de la situació n de pecado en la que viven.
Aquí vemos claramente que la salvació n es para todos, incluso para los Apó stoles.
3.3 La entrada en Jerusalén parece ser, el inicio de este Reino Terreno.
Sabemos por la Sagrada Escritura que Jesú s le había dicho varias veces a sus discípulos que él habría
de subir a Jerusalén y ahí "El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres: le matará n y
a los tres días de haber muerto resucitará " (Mc. 9,30, cfr.Mc.8,31Mc.10,32, y paral.). No deja de ser
extrañ o que los discípulos no hubieran entendido. Quizá s seguían pensado en sus propias
ambiciones, en sus propios proyectos. Querían ver a Jesú s coronado como Rey, él era el Mesías, ¿no?
A ellos les tocaría seguramente algú n puesto en su gobierno.
Un día, Jesú s les dice: "Me voy a Jerusalén, si alguien quiere seguirme que venga conmigo". Y se
arrancó , sin esperarlos. Ellos se quedaron sin saber bien qué hacer, hasta que Santo Tomá s dijo:
Vayamos también a morir con él. Los discípulos lo siguieron y, una semana má s tarde, llegaron a
Jerusalén.
¡Jerusalén! La ciudad Santa! A ella tenían que subir cada añ o todos los judíos deseosos de cumplir con
la Ley. Sobre todo en la Pascua, cerca de 100,000 peregrinos subían a celebrar la salida de Egipto.
3.4 Cumplimiento de Profecías.
Jesú s llega pues con sus discípulos hasta el Monte de los Olivos, y de ahí alcanza a ver la multitud que
sale a recibirlo. En efecto, se ha corrido la voz de que Jesú s de Nazaret se encuentra a las puertas de la
ciudad, y todos salen a recibirlo, y la misma pregunta pasa por la mente de todos: ¿Jesú s es o no es el
Mesías, el Ungido de Dios? Porque si es el Mesías, deberá un día subir a Jerusalén, reclamar el trono
de David su Padre, y establecer el nuevo reino de Israel después de correr a los Romanos. ¿Jesú s es o
no es el Mesías? La gente que sale a recibirlo lo aclama con un título mesiá nico: ¡Hosanna al Hijo de
David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!" Jesú s manda traer un pequeñ o asno para entrar
en la ciudad. Así se cumplía la profecía de Zacarías 9,9: "No temas, hija de Sió n, mira que viene tu rey
montado en un pollino de asna"
Nosotros aún festejamos esa entrada triunfante de Jesús el domingo de Ramos, cuando
repetimos el gesto de la multitud que aclama al Hijo de Dios.
Entre la multitud se encuentran algunos Fariseos, los enemigos jurados de Cristo. Empiezan a callar a
la gente: ‘¡Cá llense! No es el Mesías, es un farsante! ¡Es un pecador! ¿Có mo puede el Mesías
quebrantar la Ley?" Algunos se asustan y callan, les da miedo proclamar a Cristo. Los fariseos se
envalentonan y retan al mismo Jesú s :"¡Diles a tus discípulos que se callen!" Hubiera sido lo mismo
que negar que era el Mesías. ¿Callarlos? ¿Có mo callarlos? ¡Si las mismas piedras tiene ganas de
cantar! ¡Hoy es el día de la libertad, de la alegría!
Quizás a ti te ha pasado lo mismo: Algún profesor, algún amigo te han dicho que te calles, que
no hables de Cristo, y tuviste miedo, porque se burlaron de ti, de tu religión. Yo te invito a que
no tengas miedo, a que hables de lo que hay en tu corazón.
Jesú s, como buen judío, sube a hacer sus oraciones al Templo, construido por Herodes el Grande hace
46 añ os, y ¿qué se encuentra ahí? A los mercaderes, que van y vienen en el Templo de Dios con sus
animales, desecrando el Lugar Santo. Con unos cordeles hace un lá tigo para sacar a los animales, saca
a los mercaderes que han hecho de la casa de Dios una cueva de ladrones.
¿Porqué había mercaderes en el Templo? Sencillamente porque la Ley marca que no podían
tener ninguna figura de animal o de hombre (Ex.20,4) mucho menos introducirla al Templo, y
los judíos, antes de dar su limosna, debían cambiar sus monedas extranjeras (paganas), por
monedas judías. Además, necesitaban comprar los animales, palomas o corderos, para el
sacrificio. Los mercaderes cumplían una función muy importante. Jesús no critica eso, sino el
abuso, la corrupción, la pérdida de la oración en la casa de Su Padre.
¿Alguno de ustedes ha ido a la Villa de Guadalupe? ¿Qué venden ahí? ¡De todo! ¡Desde
estampitas y rosarios hasta discos y ropa! ¿Qué haría Jesús si llegara ahí? Quizás también los
correría. Lo que estoy seguro que Jesús no haría, ¡sería quedarse parado afuera de la Iglesia y
ponerse a criticar lo que sucede adentro! Jesús no se pararía a decir: "eso está mal, eso está
peor"! Te lo digo porque eso es lo que muchos jóvenes hacen, quizás lo que tú has hecho:
Criticar, pero sin mover un dedo por arreglar las cosas. Si no te gusta lo que pasa en la Iglesia,
si crees que algo anda mal, no los digas, ¡componlo! Haz algo además de criticar. Soy el
primero en decir que en la Iglesia de Cristo hay muchas cosas malas. Pero te invito a que
juntos las arreglemos, y no nos quedemos con los brazos cruzados.
Los Zelotas está n felices al ver có mo Jesú s purifica el Templo Uno de ellos se le acerca y le dice:
"Jesú s, ¡ahora es cuando! Si das la orden, todos estos hombres te seguirá n! Da la orden, Jesú s, y
mataremos a todos esos odiados romanos, los sacamos de nuestra patria, y seremos libres, libres,
Jesú s! ¡Tú será s nuestro caudillo, nuestro rey!"
Jesú s no quiso. Se dio media vuelta y se alejó .... ¡Los Zelotas no lo podían creer! ¡Los había
traicionado! Entonces, ¿no era el Mesías? ¿Qué pasaba? Só lo pudieron ver có mo Jesú s se alejaba.. Los
había desilusionado: ¡Cristo no era lo que ellos esperaban! ¡Era un falso, un traidor! Así es, se
quedaron muy desilusionados, porque Cristo no había hecho lo que ellos esperaban...
Quizás a ti te ha pasado lo mismo: Le has pedido algo a Dios, algo bueno, ¡y no te lo ha dado! Y
te quedas desilusionado, sin preguntarte si lo que pedías era realmente bueno, realmente la
voluntad de Dios, o solo un capricho tuyo. De una vez te lo digo: Cristo te va a desilusionar: No
es nuestro sirviente para hacer lo que le pedimos: Jesús, ayúdame con mi examen! Jesús
ayúdame con esto, con lo otro! Al contrario, Cristo es muy exigente, y pide más de lo que da!
Uno de los discípulos, sobre todo, se desilusionó muchísimo. tanto que fue a ver a los sumos
sacerdotes y les preguntó : "¿Cuá nto me dan si se os entrego?" Y le ofrecieron 30 monedas de plata, el
precio de un esclavo en el mercado
A ver, ¿porqué traicionó Judas Iscariote a Cristo? ¿Por ambición? ¿Por desilusión? Quizás la
pregunta sería: ¿Porqué tú traicionas a Cristo? ¿Porqué lo traiciono yo? Judas quizás no estaba
seguro que Cristo era Hijo de Dios, pero tú y yo sí lo sabemos, y lo seguimos traicionando día a
día. No hay duda que el Mal es un misterio: Está mal, sin embargo lo hacemos: ¿porqué? A
veces no nos queda más que reconocer que el mal nos vence, y que solo Dios nos puede
ayudar!
Jesú s se va... Sale de Jerusalén, retoma el camino por donde vino, y se va a Betania, a unos dos
kiló metros y medio de Jerusalén, a casa de sus amigos, Marta, María, y su hermano Lá zaro. ¿Se
acuerdan de Lá zaro? Era una persona muy interesante, pues Jesú s lo había resucitado, cuatro días
después de muerto, y mucha gente iba a verlo.
Y ya no pasa nada. Pasa un día, pasa otro, y Jesú s no se mueve. Se queda en oració n, platica con sus
amigos,. Pasan dos días, tres días, el lunes, el martes, el miércoles, y Jesú s, nada!
Por fin, el jueves en la mañ ana, dos de sus discípulos se les acercan y le preguntan: "Señ or, qué pasó ?
No vamos a celebrar la Pascua?
Jesú s les dice: Vayan a Jerusalén, a la casa de Fulano, y ahí preparen todo lo necesario para la Cena
Pascual..
4.- JUEVES SANTO.
4.1 Jerusalén lleno de peregrinos.
El jueves por la tarde, Jesú s emprende el camino de regreso desde Betania a Jerusalén Con sus
discípulos. como todos los judíos, ellos se han preparado adecuadamente para esta gran solemnidad.
Llegan a la sala que ha sido preparada, seguramente una hostería, y ahí empieza la Cena Pascual má s
increíble que hayan jamá s vivido.
Desde hace ya varios días, Jerusalén está llena de peregrinos: Má s de 100,000 judíos subían cada añ o
a la Ciudad Santa.
4.2 CENA PASCUAL.
Preparación a la
Pascua.
Recordemos brevemente qué era la Pascua. Ya hemos dicho que se festejaba la Liberació n de Egipto,
cuando Yavé, por medio de su siervo Moisés, los había sacado de Egipto "Con brazo fuerte y mano
poderosa", librá ndolos de la esclavitud de Faraó n y dá ndoles, en el Sinaí, la Ley. Esta liberació n se
celebraba con una comida, como Dios mismo se los había mandado. ¿Qué había en esa comida?
Modo de prepararla: alimentos, posición, ritos, etc.
En primer lugar, un CORDERO, sin mancha, menor de un añ o de edad, que se sacrificaba al atardecer,
el día anterior a la Cena.
PAN AZIMO, es decir, sin levadura (sin corrupció n), como símbolo de la pureza de los alimentos.
Aquí es necesario explicar algo muy importante: ¿A qué horas vas por el pan? Pues un judío
nunca iba por el pan: Lo hacía él mismo. Todo padre judío debía preocuparse por ser un buen
proveedor, cuidar de que no faltara el pan en su casa, pero ¡no había panaderías! Ahora bien,
piensa en todo el trabajo necesario para producir el pan: ¡Arar el campo, quitar las piedras,
sembrar la semilla, arrancar las malas hierbas, pedir que llueva, acarrear agua! Después hay
que segar, separar, trillar, moler amasar.. También hay que construir el horno, ir por leña,
cocer la masa, vigilar el horno, para que, al fin, salga del horno caliente un pedazo de pan...
Como ves, el judío no compra el pan: Lo hace, le pone tanto de sí mismo! Ese pan le ha costado
sangre, sudor y lágrimas, hay ALGO DE EL en ese pan. Por eso el judío no comparte su pan con
cualquiera: Darle de tu pan a alguien, significa darle de ti mismo, de tu ser, de tu corazón, de
tu esfuerzo, es hacerte hermano de esa persona, es estar en COMUNION con esa persona.
Ahora comprendes porqué los Fariseos (y hasta los discípulos) se escandalizaban de que Jesús
comiera con los pecadores: El mismo se hacía pecador, se hacía prostituta, "comulgaba" con
ellos...
Cuando Cristo le dice a los discípulos: "Esto es mi cuerpo", ellos pueden comprenderlo de una
manera muy profunda.
VINO: El vino simboliza la alegría, el compartir, el estar en una reunió n especial con seres queridos.
É sla es la bebida ordinaria en esa regió n del mundo. A nosotros nos parece un poco extrañ o porque
somos Mexicas, y aquí no se acostumbra el vino, pero podemos comprender, con un pequeñ o
esfuerzo, lo que significa en una cultura distinta y hacerlo nuestro.
4.3 Mientras Cristo se despide, los Apóstoles delebran alegremente
Y empiezan a ocurrir cosas muy extrañ as. En esa época, los participantes en la Cena ya iban con su
ropa má s fina, iban muy elegantes. Pero como habían caminado bastante, se acostumbraba que un
esclavo les lavara los pies antes de sentarse a la mesa (No se bañ aban completamente porque no era
necesario). Así que los discípulos se sientan, ven que alguien trae una jofaina con agua y les empieza
a lavar los pies: Nada de extrañ o. Es má s, se ponen a discutir quien de ellos es el má s importante.
Y de pronto, uno de ellos se da cuenta: Ve al "esclavo" que le está lavando los pies y no lo puede creer:
¡Es Cristo mismo! ¡Todos se quedan helados! Pedro incluso reacciona violentamente: "¡A mí no me
vas a lavar los pies!" Cristo, con mucha paciencia, empieza a explicarles lo que aú n nos cuesta tanto
trabajo comprender: "Me llaman Maestro y Señ or, y dicen bien, porque lo soy; pues si yo, El Señ or y
Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros."
Así es en el cristianismo; El que quiera ser el primero de todos, que sea el último, y el que
quiera ser el más grande , que sirva a sus hermanos". Miren, los reyes y políticos les gusta
oprimir a los demás y hacerse los importantes; pero tú, si quieres ser cristiano, tú tienes que
ser distinto: tienes que servir, tienes que lavar platos, y barrer pasillos, y trapear cocinas...
Porqué crees que esta Jornada está saliendo tan bien? Porqué hay un equipo muy profesional?
Porque se para un cuate o un padrecito y nos suelta un rollo mareador? Ni te has dado cuenta,
pero en este momento hay gente lavando, cocinando, trapeando, y gracias a ellos esta Jornada
sale adelante. Así debe ser en la Iglesia de Dios: Nadie es el más importante, todos debemos de
servirnos unos a otros, y no unos de otros. Así que si vas a meterte de Cristiano, piénsalo bien,
porque no vas a poder vivir como los demás.
4.4 El misterio de Judas.
Al sentarse a la mesa, con Jesú s, como Maestro, presidiendo,, nuevamente sucede algo extrañ o:
Cuando todos esperaban una celebració n alegre, Jesú s casi rompe a llorar: "¡Có mo he deseado estar
aquí con ustedes! ¡Esta es mi Ú ltima Cena con ustedes! Pero, pero... ¡uno de ustedes me va a
traicionar!" ¡Los discípulos no lo pueden creer: ¡Uno de ellos es un traidor! ¿Quién será ? Y todos se
sienten capaces de traicionar a Cristo:
¿Quién será el traidor? Uno a uno le preguntan al Señ or: ¿Acaso seré
yo? Hasta que Judas le pregunta: ¿Acaso seré yo?
- ¡Tú lo has dicho, tu eres el traidor!
¿te imaginas que yo les dijera lo mismo? Uno de ustedes, los asistentes a esta Jornada, va a
traicionar a Cristo: ¿Quién será el traidor? ¿Quién será el primero que, saliendo de aquí, dirá:
Fue una linda convivencia, estuvo bien, pero no cambió nada"? ¿ Quién dirá: "No es para
tanto"; "No, a mí no me lavaron el cerebro, a mi no me convencen, bueno, Cristo sí, pero los
cristianos no"?
Quizás sea yo mismo el primero que traicione a Cristo, quizás seas tú, no lo sé, solo Dios sabe
si seremos fieles hasta el final. Lo importante es no cometer el error de Judas, quien no tenía
que traicionar a Cristo, hubiera podido quedarse, pero prefirió irse....
Espero que nunca cometas el error de Judas, ni tampoco el craso error de Pedro, quien jura y
perjura: "Yo nunca te traicionaré"
- ¿Nunca? Ay, Pedro, antes de que el gallo cante dos veces, ¡tú ya me habrá s traicionado tres! Pero,
escucha Pedro, yo he orado por ti, y cuando vuelvas, confirma a tus hermanos.
Pedro no entendió esa frase ¿Volver? ¿Volver de dó nde? Dentro de poco lo veremos...
4.5 INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Jesú s pronuncia las bendiciones sobre los alimentos, como lo preveía la Ley de Moisés. Pero aquí
también, Jesú s hace las cosas de manera distinta. Al parecer, se le ha ocurrido una bendició n
totalmente nueva:
 - Tomen y coman, ESTO ES MI CUERPO que será entregado por
ustedes. Estas palabras las hemos oído muchas veces en Misa:
 Tomen y beban todos de él, porque este es el cá liz de mi sangre, SANGRE DE LA ALIANZA
NUEVA Y ETERNA, QUE SERA DERRAMADA POR USTEDES PARA EL PERDON DE LOS
PECADOS.
 = HAGAN ESTO EN CONMEMORACION MIA.
¡Cuá ntas veces has oído estas palabras, sin prestarles mayor atenció n! ¿Alguna vez habías notado la
aparente contradicció n que llevan? ¿No? Fíjate bien en estos elementos que son tan importante:
 Esto ES mi cuerpo: Jesú s no dice "Esto parece mi cuerpo, esto podría ser , si quieres, esto es
para ti. No, Jesú s es radical: Esto ES mi cuerpo. Recuerda, Jesú s ya les había explicado todo
esto a los judíos, en el capítulo 6 del Evangelio de San Juan cuando, después de multiplicar el
pan, cuando los judíos lo quieren hacer Rey, Jesú s les había dicho: "Les voy a dar un pan
mejor, un pan con el cual nunca má s tendrá n hambre!
= Sí Señ or, danos ese Pan.
- ¡yo soy el Pan de Vida, dijo Jesú s, el que venga a mi nunca má s tendrá
hambre! Los judíos lo tacharon de loco: ¿Có mo puede este darnos a comer su
cuerpo?
y Jesú s no se echa para atrá s: Mi Carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que
come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna (y el que no, no!)
Esto es algo que los judíos del tiempo de Jesú s no pudieron aceptar, que los protestantes rechazan
y/o distorsionan, algo que los cató licos no vivimos, ya que no comulgamos. Pero las palabras de Jesú s
son claras: Tomen y coman.
Otra cosa interesante: En la cena de Jesú s, ¡no hay Cordero! Si lees el texto del Evangelio, verá s que el
texto nunca menciona ningú n cordero, a pesar de que era obligatorio para celebrar la Pascua!
¿Porqué? ¡Porque Jesú s es el cordero de Dios! ¿Te acuerdas có mo, añ os antes, San Juan Bautista lo
había identificado,: "Ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"? La gente entonces no
había entendido, pero nosotros lo entendemos porque sabemos que Cristo, igual que el cordero
pascual, va a ser sacrificado!
Ahora bien, díganme ustedes: ¿Porqué Jesú s usa una expresió n tan extrañ a como:
- Tomen y coman, ESTO ES MI CUERPO que será entregado por ustedes.
¿No notan una contradicció n? ¡Es muy claro! Có mo puede Cristo darles
 AHORA , tiempo presente (Tomen )
 algo que será entregado? Tiempo futuro
¿Cuá ndo será entregado Jesú s? ¡Al día siguiente! El cuerpo de Cristo será entregado al día siguiente,
sobre la Cruz!
Lo mismo para la Sangre de Cristo
Tomen y beban todos de él, porque este es el cáliz de mi sangre, SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y
ETERNA, QUE SERA DERRAMADA POR USTEDES PARA EL PERDON DE LOS PECADOS.
 Tomen y beban tiempo presente
 QUE SERA DERRAMADA tiempo futuro
La Sangre de Cristo es derramada sobre la Cruz al día siguiente, Viernes Santo
Es có mo si yo les dijera: "tomen (ahorita) esta pluma "que les será entregada" mañ ana! ¡No es ló gico!
A menos que Cristo esté tratando de enseñ arnos algo muy especial....
Recuerda que Cristo es Dios, es Señ or del tiempo y del espacio, para él no hay límites de tiempo y de
espacio. Por eso él va a realizar una acció n, por decirlo así, en dos tiempos: Son como las dos caras de
una misma moneda:
 Por un lado, Jesú s entrega A SUS DISCIPULOS su cuerpo y Sangre el Jueves Santo;
 por otro lado, Jesú s entrega A TODOS LOS HOMBRES SU....EL VIERNES SANTO.
Es la misma acción, es el mismo Sacrificio, es la
misma entrega nacida del Amor por nosotros. Son
una sola y misma acción, pero bajo dos aspectos:
 el jueves, Cristo se entrega en forma CULTUAL, NO SANGRIENTA, SIN SUFRIMIENTO
 El viernes, Cristo se entrega en forma FACTUAL, SANGRIENTA, Y CRUENTA
Espero que entiendan esto, ¡porque los Protestantes no lo entienden! Para ellos, la Ú ltima Cena es
solo un rito, sin mayor realidad (con razó n no tienen misa). Si han entendido esto, entonces podemos
hablar del siguiente elemento, y es la frase:
HAGAN ESTO EN MEMORIA MIA.
Cristo no dice: "hagan como que hacen"; "acuérdense de mí", ¡No! dice:
HAGAN ESTO EN MEMORIA MIA.
Es decir, repitan esto, hagan exactamente esto, ofrezcan MI CUERPO Y MI SANGRE. Entonces son
como TRES CARAS (valga la expresió n) de una misma "moneda". El sacerdote, como "otro Cristo",
ofrece el Sacrificio de la Ú ltima Cena, y de la Cruz, para TODOS LOS HOMBRES. ¿Porqué? Porque tú o
yo no estuvimos en la Ultima Cena; tú y yo no estuvimos al pie de la Cruz.
Para que la Salvació n de Cristo nos alcance, necesitamos en cierta forma "estar presentes" ahí con
Cristo, con los apó stoles, la humanidad entera necesita estar presente.
Es como si te dijera: "Hay una película buenísima en el cine TAL, está excelente, no se la
pierdan! "Dónde está ese cine?" "Allá en Cd. Neza". Pues si queremos ver la película, o vamos a
Cd. Neza, o alguien nos la trae aquí, pero de alguna forma tenemos que "estar presentes" en la
película, tenemos que "hacer presente" a los actores, al guión para poder disfrutarla.
Lo mismo con la Salvació n en Cristo: De alguna manera Cristo tiene que "hacerse presente", tiene que
estar con nosotros, realmente, en la misma habitació n, en el mismo momento, de lo contrario su
muerte es simplemente un recuerdo lejano y simpá tico, pero sin mayor trascendencia. ¿Có mo
hacemos presente a Cristo? ¡Por la Santa Misa! ¡Cada vez que está s en una misa, está s en la Ultima
Cena! ¡Cada vez que está s en una misa, está s al pie de la Cruz, junto con María!
Por eso debemos estar profundamente conscientes de lo que sucede en una misa: no es
cualquier cosa. Cristo se vuelve a entregar por cada uno de nosotros.
Así pues, en la noche en que va a ser traicionado y entregado, Jesú s nos deja su regalo má s
maravilloso: Su propio cuerpo y Sangre. Ya má s adelante veremos con mayor detalle lo qué debe
significar la Eucaristía para el Cristiano. (En la plática de Sacramentos) Por ahora recuerda bien lo
que Cristo ha querido dejarnos.
4.6 Oración Sacerdotal de Cristo.
Jesú s nos deja también, esa noche, el Gran Mandamiento del Amor: "Este es mi mandamiento, que se
amen los unos a los otros como yo los he amado" Eleva al Padre Celestial su gran Oració n Sacerdotal
por todos nosotros: "Padre, te ruego por ellos.. porque son tuyos. Te ruego no solo por ellos, sino
también por aquellos que creerá n en mí por medio de su palabra.. para que sean uno, como tú y yo
somos uno" (Jn. 17, 9.20.21)
4.7 Oración en Gesemaní
Terminada la Cena, Jesú s va con sus discípulos al otro lado del torrente Cedró n, a un lugar llamado el
Huerto de Getsemaní, sobre el Monte de los Olivos. Judas conocía bien el lugar, pues Jesú s los había
llevado ahí a menudo. Había mucha gente, pues Jerusalén estaba llena de peregrinos, muchos de ellos
tenían que acampar, y Jesú s buscó un lugar alejado, para orar con sus mejores amigos: Pedro,
Santiago y Juan.
Alejá ndose un poco de ellos, se puso a orar. Jesú s tiene miedo: Es plenamente humano, como
nosotros, Sabe lo que es el dolor, y su humanidad se rebela contra la muerte y el dolor.
Regresa con sus discípulos y los encuentra dormidos: "Ni una hora han podido velar conmigo?"
- Perdó n, Señ or, es que, tú sabes, el cansancio...
Qué triste! Cuando Cristo necesita a sus amigos, estos lo abandonan, se quedan dormidos (Un poco
como nosotros nos dormimos en misa o en el rosario).
Jesú s vuelve a apartarse, sigue su oració n, y grandes gotas de sangre escurren en su frente. Pero logra
serenarse y, como siempre, acepta plenamente la voluntad del Padre.
Cuando vuelve nuevamente, otra vez encuentra dormidos a los Apó stoles. Pero ya no los reprende.
Los deja dormir en espera del desenlace trá gico que se aproxima.
4.8 Prendimiento de Jesús; huida de los apóstoles.
Al poco tiempo, llega una muchedumbre con armas y antorchas, guardias y soldados del Templo,
dirigidos por Judas Iscariote. Les ha dado una señ al, para poder reconocerlo y arrestarlo
rá pidamente: "Aquel a quien yo dé un beso, ¡ese es! Arréstenlo! Con un "te quiero" Judas traiciona a
su Maestro. Cuá ntos besos se parecen al de Judas, ¿verdad?
Pedro y los demá s apó stoles se despiertan, se dan cuenta de lo que sucede, medio tratan de defender
a Jesú s, Pedro incluso saca su espada y hiere a uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pero, ante el
nú mero y fuerza de los enemigos, huyen cobardemente. Abandonan a Cristo, lo dejan solo a su suerte.
Aquí es donde vemos que los Evangelios son realmente históricos, ya que fueron escritos por
los mismísimos apóstoles que abandonan al Señor: Casi, casi dicen: ¡Yo abandoné a Cristo,
tuve miedo, huí! Si no fueran históricos no encontraríamos en ellos estos detalles tan
humanos.
4.9 Juicio religioso ante Caifás.
¿Qué ha pasado mientras tanto con los Apó stoles? Después de huir,, algunos reaccionan, y tratan de
hacer algo por Cristo. Pedro y Juan lo siguen de lejos, ven có mo lo llevan a casa del Sumo Sacerdote
Caifá s, y logran llegar hasta el patio, donde unos soldados han encendido una hoguera y se calientan
un poco. Pedro también se acerca al fuego: En eso, una sirviente se acerca y lo cuestiona: "Tú eres
discípulo de ese hombre!"
Pedro lo niega inmediatamente: "¡Claro que no! ¡Jamá s lo he visto!" Poco después otra mujer le
pregunta: "¿No eres tú galileo? ¡Seguramente eres discípulo de Cristo!"
A ver, ¿tú qué has contestado cuando te han preguntado si eres discípulo de Cristo? "Bueno, sí,
soy creyente, ¡pero no practicante! (O sea, realmente no crees!) ¿Qué no eres católico? Bueno,
sí, estuve en un grupo de Jornadas, fui a un retiro, pero en realmente fue una farsa, te echan
unos rollos, pero no lo viven realmente, ¡yo por eso me alejé!
¿Qué no estabas tú en el coro de la Iglesia, qué no eras catequista? Bueno, sí, un tiempo, pero
realmente nunca me convenció. Además el padre de mi parroquia esto, y la monja del
catecismo lo otro, y ya no voy porque pasó aquello, además ¡los que van a misa son unos
hipócritas! ¡Con qué facilidad negamos a Cristo, y con qué facilidad encontramos excusas que
justifiquen nuestra traición! ¿Te has fijado que siempre es culpa de los demás? Mientras
algunos buscan condenar a Cristo, ¡otros lo han abandonado!
¿Acaso habrá s negado a Cristo como lo hizo San Pedro? ¡Qué tragedia! Pedro no tuvo el valor de dar
la cara por Cristo! Se acobardó ante los que le preguntaron. Cuando llegan unos soldados a
preguntarle por tercera vez, se enoja, y grita, e insulta: "¡No conozco a ese hombre! ¡Déjenme en paz!"
¡Y en ese momento preciso canta el gallo! Pedro se da cuenta de lo que ha hecho. sale a llorar, llorar
amargamente su pecado. ¡Pobre Pedro!
En plena noche, Los Saduceos, determinados a obtener la condena de Jesú s, han convocado al
Sanedrín, (el Consejo Supremo de los Judíos). Allí los adversarios de Cristo se han reunido para
tramar su muerte. Empieza el primer juicio de Cristo: El primer lugar es juzgado por los judíos. ¿De
qué lo acusan? Presentan a unos falsos acusadores, pero no logran ponerse de acuerdo, incluso se
contradicen. Pasa el tiempo, está amaneciendo, y van a tener que soltarlo, si no lo acusan y condenan.
Caifá s siente que su víctima se le escapa, y decide jugá rselo el todo por el todo. Se acerca a Cristo y le
dice: "Te conjuro en nombre del Dios vivo que nos digas si tu eres el Hijo de Dios"
¿Era un crimen pretender que no era el Mesías? Claro que no, pues algú n habría de venir el
Verdadero Mesías. No acusan a Cristo de pretender ser el Mesías. La acusació n es mucho má s sutil:
¿Eres o no el Hijo de Dios, eres Dios o no, Cristo? En labios del sumo Sacerdote, la pregunta no deja
dudas: Es cuestió n de saber si en este hombre, este Jesú s de Nazareth, habita la Divinidad, si este
hombre es Dios. Para la mente de los judíos, incluso hoy en día, esta era la peor de las blasfemias:
¡Dios no puede tener hijos, Dios no puede hacerse hombre, nadie puede pretender ser Dios!
Cuando Cristo contesta: 'Tú mismo lo has dicho", hasta sus posibles aliados reconocen que es reo de
muerte: ¡Pretender ser igual a Dios! Afortunadamente, tenemos toda la Sagrada Escritura, que nos
enseñ a que en má s de una ocasió n Jesú s defendió su Divinidad! Varios pasajes de la Biblia lo marcan:
 Jn.1,1: "El Verbo es Dios"
 Jn.8, 58: "Antes de que Abraham existiera, Yo Soy"
 Jn.10,30: "El Padre y Yo somos uno"
No fue una mera afirmación: ¡Cristo no duda ni un segundo en afirmar su Divinidad, y esto es
esencial para nuestra Fe! Por eso es tan triste cuando los Testigos de Jehová niegan la
divinidad de Cristo: Pero si por eso murió! Por ser hijo de Dios!
En el momento en que es condenado a muerte, Jesú s deja legalmente de existir: Lo pueden golpear,
escupir, azotar, y ¡lo hacen! Jesú s ya no es un ser humano, es un condenado a muerte, es ya un
muerto. Se burlan de él, lo golpean, se divierten con él como con un juguete, o un animalito. Y es
apenas el principio....
5.- VIERNES SANTO
5.1 Juicio político ante Pilatos (y Herodes)
De haber querido, en ese momento lo sacan al patio y lo apedrean, como lo harían má s tarde con San
Esteban. Pero no: Es necesario que los Romanos, como representantes de toda la humanidad,
también condenen a Cristo.
Amanece ya, y los judíos levan a Jesú s ante Pilatos, el procurador Romano. Necesitan que él lo
condene para justificarse a los ojos del pueblo, pero también para cumplir, sin saberlo, los designios
de Dios: Cristo muere POR todos los hombres, así que tenemos una linda ecuació n: Judíos +
Romanos = Mundo entero.
Poncio Pilatos, el procurador Romano, encargado de mantener el orden en esta lejana provincia del
imperio, no quiere problemas. A él no le interesan los derechos de nadie. Es el encargado mantener la
paz, así có mo la supremacía romana, y eso es lo ú nico que le interesa. Má s de una vez ha lanzado a
sus soldados sobre multitudes desarmadas, y Jesú s le interesa muy poco, quizá s tan solo como un
curioso fenó meno religioso. Al principio trata de deshacerse del problema: ¿De dó nde es Jesú s? de
Galilea ¡Pues que lo juzgue Herodes, rey de galilea! Y se lo manda. Herodes, nieto de Herodes el
Grande, quien mandara construir el Templo y matar a los Santos Inocentes, Ambos van a colaborar
en la muerte de Jesú s: Herodes Lo interroga, lo reta, le pide un milagro. Pero Jesú s no le dice nada:
Ante esa caricatura humana, hombre dado a todos los vicios, Jesú s sabe que no encontrará respuesta.
Herodes se lo devuelve a Pilatos, el cual está sin saber qué hacer con este Jesú s.
- De qué lo acusan?
Los judíos tratan de conseguir una condenació n sin ensuciarse mucho las manos: "Si no fuera
culpable de algo no te lo hubiéramos traído! O sea, ¡tú má talo, para qué quieres una acusació n!
Un poco como los jóvenes, o los pobres de hoy: "Con esas fachas, ha de ser culpable de algo!"
Pilatos dice: No, ¿có mo? ¡Tiene que haber una acusació n!
- Ha quebrantado nuestra Ley!
- ¿Y eso a mí qué? ¡Yo la quebranto a cada rato!
- ¡Se ha llamado Hijo de Dios!
- ¿De cuá l dios? ¿Qué tal que es hijo de Jupiter o de Neptuno? ¡Yo mejor no me
meto! Hasta que encuentran una acusació n que sí le interesa a Pilatos:
"Ha dicho que es Rey de los Judíos"
Ah, ¡un rey, un revoltoso, un guerrillero! A ver, ¡vamos a ver esto má s de cerca!
Pilatos interroga a Jesú s: "¿Así que tú eres Rey?
Jesú s responde con una frase que los cató licos olvidamos a menudo, que no sabemos bien aplicar: Mi
Reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis soldados ya habrían peleado para
liberarme. Pero mi reino no es de este mundo!
- ¿Así que eres Rey? Dó nde está n tus seguidores?
Qué buena pregunta, ¿verdad? ¿Habrá algún seguidor de Cristo por aquí cerca?
Cristo dice otra frase terrible: "He venido a dar testimonio de la verdad. todo aquél me escucha la
verdad escucha mi voz."
Esta frase de Pilatos es de lo má s triste: "¿Qué es la verdad?
Ni siquiera espera una respuesta. Pilatos no cree en la
verdad.
como muchos de nuestra época: Yo tengo mi verdad, tú tienes tu verdad. Díganme: ¿De veras
hay varias verdades? Acaso dos y dos no son cuatro aquí y en China y en Africa? ¿Porqué
destruimos tan fácilmente la verdad? Cristo dijo: "La Verdad los hará libres!"
Pero Pilatos no quiere conocer la verdad, no quiere ser libre: Está encadenado a su pobre visió n
miope de la realidad, y rehusa abrirse al amor que Cristo le ofrece. Pilatos sale sin esperar una
respuesta, y ve a la multitud que se ha reunido: Han venido a ver qué va a pasar con Jesú s. También
vienen, como cada Pascua, a pedir la libertad de un prisionero. Pero los saduceos han plantado a sus
agentes entre la multitud, y azuzan a la gente: ¡Pidan la libertad de Barrabá s! ¡No pidan a Cristo!
¡Pidan que lo crucifiquen!"
Pilatos trata de deshacerse del problema: Entrega a Cristo a sus soldados, encantados de tener a ese
pobre judío para entretenerse.
5.2 Flagelación.
Continua la Pasió n del Señ or: Ahora es entregado en manos de los soldados romanos, quienes lo
medio matan atándolo a un pilar, azotá ndolo para desangrarlo: "Ah! ¿conque eres Rey? ¡Pues un Rey
necesita de una corona!" Y le hacen una corona de espinas, que penetran en su cabeza, y casi lo
vuelven loco de dolor: La sangre escurre por todo su rostro y cuerpo, ¿te acuerdas? la Sangre " que
será derramada por ustedes y por todos los hombres..."
Uno no puede menos de preguntarse: De dónde saca fuerzas este hombre? Debe tener una
razón muy buena para pasar por todo esto! ¿Porqué aguanta tanto dolor, y, sobre todo,
porqué no se queja? ¿Porqué no se defiende?
Sus palabras resuenan en la mente de los discípulos que, escondidos entre la multitud por
miedo a que los descubran, lo ven: "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí
mismo, que tome su cruz y que me siga" Sí, Cristo tienen una muy buena razón para soportar
todo esto, y esa razón eres tú! Cristo o hace por ti, va pensando en ti: No en nosotros, o en la
humanidad, Cristo piensa en ti, Cristo sabía que tú estarías aquí, en esta Jornada! Cristo ya
sabía que tú ibas a nacer, a vivir; Cristo también sabía que, igual que él, tú tendrías que cargar
con una Cruz. En vez de rechazarla, tal vez sea hora de abrazarla y llevarla junto a Cristo.
5.3 Traición de la multitud. Unos días antes lo aclamaban y ahora piden su muerte.
Cristo regresa ante Pilatos, quien se sienta a juzgarlo ante la multitud, enardecida: "Yo no encuentro
ningú n crimen en este hombre, así que lo voy a soltar"
- No, grita la muchedumbre, crucifícalo!
- Pero, ¿qué mal ha hecho?
- Crucifícalo, crucifícalo!
- ¿Quieren que crucifique a su Rey?
- ¡No tenemos má s Rey que al César!
- Les tengo que soltar un prisionero, ¿a quién quieren que les suelte?
- ¡A Barrabas!
- ¿Y qué hago con Cristo?
- ¡Crucifícalo, crucifícalo! Si no lo crucificas, es que no eres amigo del César!
Ante esta velada amenaza de denunciarlo, Platos se atemoriza. Manda traer agua y jabó n, y se lava las
manos delante de todos, y finalmente les entrega a Jesú s para que lo crucifiquen..
5.4 Camino al calvario.
Jesú s ha sido condenado a muerte. La sentencia ha sido pronunciada. Son los soldados romanos los
encargados de cumplirla. Toman a Jesú s, y con él a otros dos ladrones, les echan la cruz a cuestas, y
bajo los gritos de la muchedumbre, paso a paso, poco a poco, Cristo recorre el camino hacia el
Calvario.
Tú también vas junto a ël. No se necesita mucha imaginació n para recorrer junuto a Cristo las calles
de nuestros barrios, vecindades, cargando nuestra Cruz. Quizá s no te conozco mucho, no sé qué Cruz
te ha pedido Dios que cargues, pero recuerda esto: Si cargas con tu Cruz, ella cargará contigo, y te
llevará hasta la resurrecció n. Tu Cruz es la Cruz de Cristo. Solidarios, recorremos la misma "Via
Dolorosa".
Lentamente recorre las calles de Jerusalén. Sabe que no ha llegado aú n, que todavía tiene mucho que
recorrer, que tiene que aguantar, porque de lo contrario, porque si él, que es Dios, se da por vencido,
¿có mo podremos nosotros cargar con nuestra Cruz?
5.5 Encuentro con su Madre
A medio camino hacia el Gó lgota, al doblar una esquina, Jesú s se encuentra con su Madre. Ahí está ,
callada, silenciosa, viendo como masacran a Su Hijo. Madre e Hijo se miran silenciosamente, pero con
la serenidad de saber que todo esto es necesario para alcanzar un bien mayor.
¿Qué hace ahí la Virgen? ¿Porqué la dejan ver a su Hijo destrozado? ¿No podían llevársela de
ahí, evitarle ese dolor, impedir que viera así a Su Hijo? Yo no entendía ese pasaje, no aceptaba
que María sufriera así. Hasta que un día me tocó ir al hospital, a visitar a un enfermo, me
acompañó un chico del grupo de Jornadas. Ahí vamos, buscando la cama que nos había dicho,
y ahí estaba, un pobre chamaco de quizás veinte años, tendido boca arriba sobre la cama,
medio cubierto por una sábana, con una enorme cicatriz sobre su cabeza rapada, y los brazos
como extendidos sobre una cruz invisible. Era un auténtico Jesucristo crucificado sobre esa
cama. Y se lo dije al muchacho: "Mira, ahí está Jesús!" - "Sí, me contestó, y ahí está La Virgen
María!" Sentada silenciosa, junta a la cama, casi invisible en un rincón, estaba su mamá, un
rosario entre las manos, mirando, solo mirando a aquél hijo suyo muriendo en el hospital.
Platiqué un poco con ella, hicimos oración por su chamaco, y después de un rato, apenado por
esa pobre mujer (¿cuántas noches llevaba ahí?), sin saber bien le dije:
- Señora, su hijo ya está en las mejores manos, los médicos lo atenderán bien, véngase, ya
váyase a dormir!
La señora me miró como quien mira a un hijo tontito que ya hizo de las suyas, y me dice:
- Ay, padrecito, pos dónde quiere usted que esté, ¡si no es junto a mi hijo!
En ese momento comprendí porqué la Virgen estuvo ahí: Para estar junto a su Hijo: Dónde
más podía estar? Pensé en las miles, millones de mamás, de esposas, de hijas, de novias, que
tienen a un ser querido clavado a una cruz, a una cama de hospital, a una botella de alcohol o a
una enfermedad mortal. Cuántas chicas, cuantas mujeres están ahí sufriendo silenciosamente,
esperando que el Hijo llegue, (si es que llega). Así que, ánimo chicas, si la Virgen pudo, tú
también podrás. Así, porque Ella está junto a ti, está junto a su Hijo para darte ánimos y
decirte que sí se puede.
Y ambos, Madre e Hijo, toman juntos el camino de la Cruz... Y Jesú s cae una vez, y dos veces, y tres
veces. Parece no poder má s. Para evitar que se muera en el camino, los soldados agarran a un tal
Simó n de Cirene, que volvía del campo, que no quería meterse en líos, que no quería saber nada de
Jesú s, y menos de un Jesú s sufriente, y lo obligan a cargar con al Cruz de Cristo: "Es que no es mía, no
es mi Cruz!" No, Simó n ni tampoco de él. Es tuya y mía, es de todos, el al Cruz hecha con todos los
á lbumes negros de todos nosotros! Pero él ha aceptado llevarla, porque ni tú ni yo ni nadie puede
cargar con su cruz, mucho menos con la de los demá s.
5.6 Despojo de vestiduras.
Van saliendo de la Ciudad Santa, y llegan por fin al Gó lgota. Jesú s no puede má s: cae rendido por
tierra, y los soldados se lanzan sobre él como buitres, Lo arrastran los ú ltimos pasos, lo desnudan, y
estiran sus brazos sobre el duro leñ o de la Cruz.
5.7 Crucifixión.
"Tomaron, pues, a Jesús, y él, cargando la Cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario..., y allí le
crucificaron" (Jn.1916b-18a)
"y allí le crucificaron" Unas cuantas palabras, 3 o 4, nos describen el drama de una vida humana que
toca a su fin. Se siente el profundo respeto del Evangelista ante una situació n que siente que lo
rebasa: Dios cuelga de un madero, desnudo, indefenso, desangrado...
Incluso en este momento, sin haber estado ahí, vemos la escena: La silueta de la Cruz sobre el cielo
que se oscurece, y un hombre, entre cielo y tierra, entre Vida y Muerte, vuelve su rostro hacia ti y te
mira.
5.8. La Cruz símbolo del amor de Dios al hombre.
¿Alguna vez te has preguntado: ¿Porqué Jesú s murió en una Cruz? ¿Qué significado, qué simbolismo
ha querido Dios encerrar en el madero? No hay duda que la Cruz es un símbolo muy poderoso, que ha
marcado la vida de cientos de generaciones de cristianos: Llevamos la cruz o el crucifijo en nuestro
cuerpo, el hombre mismo tiene forma de Cruz...
Quizá s algú n otro símbolo podría parecer má s apropiado, por ejemplo un sepulcro abierto, la Sá bana
Santa, la red del pescador o las herramientas del carpintero... Todos estos tienen referencia a Cristo,
pero no a Su Pasió n, y el cristiano debe ser un apasionado!
La Cruz era el instrumento de tortura má s terrible que el hombre hubiese inventado. Peor que el
potro o la horca, la Cruz era símbolo de un sufrimiento largo y doloroso, incluso de varios días, que
hacía del hombre un muñ eco, un añ ico, una basura...Era también el tormento reservado a los
esclavos, a los forajidos, a la escoria humana que no tenía un lugar en la sociedad.
Una Cruz siempre llama poderosamente nuestra atenció n: Va cargada de sentido, sobre todo de
sentido humano: En ese pedazo de madera, que tiene forma humana, un hombre murió por mí. No
tuvo que hacerlo: Quiso hacerlo. La Cruz, por alguna razó n, parece a menudo marcar un camino, o el
cruce en un camino: Indica opció n, elecció n. Así como para Cristo la Cruz fue el final de un largo
camino, ahora es para mí el inicio de otro camino, quizá s igualmente doloroso, donde yo también le
daré sentido a mi existencia.
Dios ha escogido el símbolo del má s terrible sufrimiento humano, y le ha dado nuevo significado: De
la muerte brota la vida, del sufrimiento la alegría, del dolor la resurrecció n.
Al asumir la Cruz, Cristo no borra el dolor y la muerte, pero les da un nuevo significado: Desde Cristo,
vale la pena sufrir, vale incluso la pena morir, cuando existe un motivo.
Cuando Cristo fue alzado sobre la Cruz, toda la humanidad se alzó con É l. Cada uno de nosotros fue
elevado, y desde ese momento somos má s plenos, má s dignos del título de "HOMBRE" o "MUJER"
Desde Cristo, la Cruz es signo y símbolo de AMOR, mas no de cualquier amor, sino de un AMOR: de
entrega, de oblació n pero sobre todo AMOR de un Dios que literalmente, se muere por el hombre.
5.9 Los dos ladrones.
"Uno de los malhechores colgados los insultaba:
' ¿No eres tú el Cristo? Pues sálvate a ti y a nosotros.'
Pero el otro le reprendió diciendo;
' ¿Es que no temes a Dios, tú sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo
hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho '
Y decía : ' Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino.' Jesús le dijo: ' Yo te aseguro: hoy
estarás conmigo en el Paraíso' "
Lc 23, 39-46.
Dos hombres, dos destinos. Tan semejantes y tan distintos! Só lo uno acepta la mano que Dios le
tiende en su ú ltima oportunidad. ¡Cuá ntos esperan el ú ltimo momento para convertirse: "mañ ana me
confieso..." hasta que la muerte los alcanza, y no hay vuelta atrá s....
5.10 María al pie de la Cruz.
Su Madre María, lo ha seguido hasta el fin: Ella también vive profundamente la Pasió n de Su Hijo.
Sabe que Su presencia es necesaria para la Salvació n de los hombres. Y Jesú s, en un gesto de infinita
ternura, nos la hereda como Madre...
5.11 Sufrimiento de Jesús.
¿Saben có mo muere un crucificado? No muere desangrado o por los clavos, sino que muere por
asfixia. Los clavos, que han penetrado el brazo, (y no la mano, como muchos piensan) entre los dos
huesos, mantienen a la víctima en una tensió n continua, con los brazos estirados, el tó rax extendido:
Puede respirar muy bien, es decir, puede inhalar, pero le cuesta mucho trabajo, es casi imposible
exhalar. Así pues, tiene que tomar varias inhalaciones, pero al querer soltar el aire, no puede hacerlo:
Tiene que apoyarse sobre las piernas, má s bien sobre el clavo que atraviesa los pies y, aguantando el
dolor, debe sostenerse para poder exhalar. Al hacerlo, el esfuerzo es terrible, y se deja caer,
desgarrando poco a poco los mú sculos de los brazos. ¡Y así una y otra vez!
Poco a poco, respiració n a respiració n, se van tensando, se van rompiendo los mú sculos, empiezan
los calambres, el dolor, la sed, el agotamiento, y no se puede hacer nada! Hasta que la fuerza lo
abandona, hasta que ya no se puede levantar má s, hasta que el alma se le va en un grito desgarrador.
¿Acaso tú crees que Cristo murió por los buenos? Tú crees que murió por los buenitos, por las
víctimas, por los que van a misa? Cristo murió por el violador que lastimó a esa niña, por el
alcohólico que atropelló a esa pareja, por el asesino, el ladrón, por toda la escoria humana que
nunca ha conocido un momento de amor, de cariño!
Dios, en Cristo, se hizo criminal, se hizo pecador, se hizo pecado, para poder acabar de una vez para
siempre, con el pecado del mundo.
5.12 Últimas Palabras de Cristo
La Palabra de Dios ha recogido para nosotros las ú ltimas palabras de Jesú s, las famosas Siete
Palabras, el ú ltimo legado de Cristo, quien desea grabar en nuestras mentes que Dios nos ama, que
Dios muere de amor por nosotros.
A ver, ¿quién se acuerda de alguna de las frases que haya dicho Jesú s antes de morir?, El orden no
importa, má s bien importa que dijo Dios antes de morir y qué significado puede eso tener para
nosotros.
"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"
En el momento mismo en que lo crucifican, cuando extienden sus brazos sobre el madero y los clavos
penetran su piel, ¡Cristo pide a Su Padre que los perdone! ¡Hasta busca excusas para perdonarnos!
Como dijo un filó sofo francés :"Para que un hombre pronuncie esas palabras por sus verdugos en el
momento mismo de se ejecució n, o bien es Dios, ¡o está loco! Y Cristo no estaba loco!"
No saben lo que hacen" De veras? Ellos no sabían que estaban matando a Dios.. ¿Pero nosotros?
Muchas veces SI sabemos lo que hacemos, sí somos culpables, y sin embargo lo hacemos! Así somos!
Pero Dios es má s grande que nuestro pecado!
"HOY MISMO ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO"
¿Porqué se llama el Buen Ladró n? ¡Porque se robó el cielo! Cuando ya todo estaba perdido para esta
alma, cuando parecía perderse para siempre después de una vida inú til, con el ú ltimo
arrepentimiento, con el ú ltimo suspiro, logra la salvació n de su alma.
"DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿PORQUÉ ME HAS ABANDONADO?
¡Qué palabras tan raras! ¿Acaso Dios ha abandonado a Jesú s? ¡Claro que no! Sucede que, en el
mommento de mayor dolor, Jesú s se acuerda de las oraciones que aprendió de pequeñ o,
seguramente de José y de María: Este versículo es del Salmo 22, que dice textualmente. ""Dios mío,
Dios mío, ¿porqué me has abandonado?, lejos de mi salvació n la voz de mis rugidos. Dios mío, de día
clamo, y no respondes, también de noche, y no hay respuesta para mí".
Pero lo má s interesante es lo que viene má s adelante, en el imsmo Salmo 22: "Una banda de malvados
me acorrala, coo para prender mis manos y mims pies..Se reparten entre sí mis vestiduras y se
sortean mi tú nica"! Nuevamente estamos ante una profecía de la Pasió n de Cirsto, escrita en un texto
por mucho anterior a la era cristiana.
"MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO" "AHÍ TIENES A TU MADRE
Colgado en la Cruz, desgarrado por los clavos, torturado por la corona de espinas, Jesú s tiene aú n la
fuerza ç, el amor de pensar en los demá s. Y se preocupa por Su Madre: Sola, viuda, abandonada,
alguien tiene que ocuparse de Ella! Juan, el discípulo amado, se convierte en ese momento en el Hijo
Adoptivo de María, se la lleva a vivir a su casa.
Claro que hay que saber ver el sentido má s profundo de esta escena: San Juan representa a toda la
humanidad, a todos nosotros. Y María nos es entregada como Madre de todos los Creyentes.
"tengo sed "
El condenado empieza a sufrir desesperadamente: El dolor y la agonía le arrancan a Dios un grito de
auxilio. Su cuerpo se deshidrata rá pidamente por la pérdida de sangre, y reclama un poco de líquido.
Pero a pesar de ese dolor, de esa sed, rechaza la esponja empapada en vinagre, pues saben que esto
apresuraría su muerte, y él debe sufrir hasta el final
La sed lo tortura, pero no solo la sed física, sino la sed de almas, de almas jó venes como la tuya, que
Cristo desea ardientemente salvar.
"Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU"
Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la
hora nona. El velo del Santuario se rasgó por en medio y Jesú s, dando un fuerte grito, dijo: "Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu", y dicho esto, expiró .
Dios inclina la cabeza...
Muerto.
Tú también, Jesú s, muerto.
Muerto, como aquél hombre, que imploraba misericordia de sus verdugos, que clamaba su inocencia,
pero que solo encontró miradas y corazones endurecidos...
Muerto, Tú Jesú s, como murió aquella muchacha, luchando contra el cá ncer, aferrá ndose a cada
á tomo de vida que escapaba de un cuerpo desencarnado..
Muerto, Tú Jesú s, como aquella mujer accidentada tirada junto a la carretera,, sin que nadie se
detuviera y la ayudara....
Muerto, Tú , Jesú s, como el joven que murió de SIDA, abandonado y deshecho en la cama de hospital..
Muerto, tú , Jesú s, como los que han muerto en las guerras, como los que han muerto en los mares.
Tú , Jesú s, que no debías de morir, muerto como todos los muertos del mundo. Muerto, como yo voy a
morir un día.
Gracias, Cristo, hermano mío en la muerte.
Gracias, porque has querido morir. Ya no es tan dura para mi la muerte de los míos. Ya no va a ser tan
dura mi propia muerte.
Eres mi hermano, Jesú s, porque tú también has muerto.
"todo está cumplido "
Desde lo alto de la Cruz, Jesú s alcanza a ver toda la historia humana. Su mirada ve, a lo lejos, los
profetas que anunciaron su venida, los sabios de Israel que la esperaron, el mismo Pueblo de Israel,
por siempre peregrino.
"Todo está cumplido..." Cristo ha cumplido plenamente la misió n que el Padre le encomendara.. É l
sabía que tenía que derramar hasta la ú ltima gota de sangre, dar hasta el ú ltimo latido de su corazó n,
amar hasta que ya no pudiera má s amar. De lo contrario, el hombre no podría creer en él, en su
salvació n: ¿Podrías tú aceptar un Dios que no lo ha dado todo, que se ha quedado con algo? Porque el
hombre tiene sed de infinito, necesita que Dios se dé totalmente, para poder vivir y creer totalmente!
5.13 Cumplimiento de profecías.
Hubo un testigo de todo esto, y lo puso por escrito. Escucha bien este texto:
Despreciado y tenido como la basura de los hombres,
hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento,
semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara,
estaba despreciado y no hemos hecho caso de él".
Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba,
eran nuestros dolores los que le pesaban
y nosotros lo creíamos azotado por Dios,
castigado y humillado.
Ha sido tratado como culpable a causa de nuestras rebeldías
y aplastado por nuestros pecados.
El soportó el castigo que nos trae la paz
y por sus llagas hemos sido sanados".
Todos andá bamos como ovejas errantes,
cada cual seguía su propio camino,
y Yavé descargó sobre él
la culpa de todos
nosotros.
Fue detenido y enjuiciado injustamente
sin que nadie se preocupara de él.
Fue arrancado del mundo de los vivos,
y herido de muerte por los crímenes de su pueblo.
Quiso Yavé destrozarlo con padecimientos
y el ofreció su vida como sacrificio por el pecado.
Por esto verá a sus descendientes y tendrá larga vida,
y por él se cumplirá lo que Dios quiere.
Después de las amarguras que haya padecido su alma
verá la luz y será colmado.
Por su conocimiento, mi siervo justificará a muchos
y cargará con todas sus culpas.
Se ha negado a sí mismo hasta la muerte,
y ha sido contado entre los pecadores,
cuando en realidad llevaba sobre sí
los pecados de muchos, e intercedía por los pecadores.
¿Sabes de dó nde es este texto que te acabo de leer? Mira, es del Profeta Isaías, (52,13-53,13).y fue
escrito casi quinientos añ os antes de que sucediera! ¿Qué significa esto? Que Dios desde siempre
sabía que esto iba a suceder, que es parte de Su Plan para salvarnos. Dios en cierta forma le permitió
a Isaías ver todo esto, para que nosotros pudiéramos creer, pudiéramos aceptar este sacrificio tan
terrible de Jesú s.
Otros muchos pasajes habían profetizado, pre-anunciado esta pasió n redentora de Cristo, por
ejemplo:
 Is.Y50,5-6: "Yo no me resistí, ni me hice atrás. Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis
mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos"
 Sal 22: "Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica"
 Ex. 12,46: "No se le quebrará hueso alguno"
 Zac. 12, 10: "Mirarán al que traspasaron"
 Sab. 1, 12-17: Tendamos lazos al Justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar,
nos echa en cara faltas contra la Ley. Se gloría de tener el conocimiento de Dios, y se llama a sí
mismo Hijo del Señor. Proclama dichosa la suerte de los justos y se ufana de tener a Dios por
Padre.
5.14 MUERTE DE JESÚS.
Y Jesú s, dando un fuerte gritó , expiró .
Todo ha terminado. Aquél cuerpo, que ha luchado durante tantas horas, se estira una ú ltima vez, se
tensa, y de pronto se relaja, y yace yerto, colgando de los clavos, sin fuerza, sin vida ya. Todo ha
terminado. Dios ha muerto.
El velo el Templo se rasgó de arriba a abajo, tembló la tierra, los sepulcros se abrieron: El universo
mismo se trastorna por la muerte de Jesú s.
5.15 Entierro. Sepulcro.
Y ahí terminó la gran aventura de Jesú s de Nazaret. Muchos creían que él era el Mesías. Pero había
muerto en una cruz: ¡El Mesías no podía morir! Lo bajaron de la cruz, después de darle una lanzada
para perforar su corazó n para asegurarse que estaba muerto, y, como la ley lo indicaba, había que
entregar el cuerpo en manos del pariente má s cercano, Se lo entregan a su madre, quien tiene que
recibirlo "oficialmente"
Un poco como en China, donde después de ejecutar a los disidentes de Tiannanmen con un
disparo en la nuca, entregan a las madres los cuerpos de sus hijos, pero con una condición:
Tienen que pagar 25 centavos. ¡por la bala!
María recibe el cuerpo de su Hijo, y rompe a llorar: ¿Qué dolor má s grande puede haber para una
madre que ver muerto a su hijo? ¿Qué madre no preferiría mil veces morir ella que ver morir a su
hijo? Pero Dios nos pide a todos un sacrificio, un "participar" en la muerte redentora de Cristo, y
María está ahí, en primera fila.
Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo, que no había asentido al
consejo y proceder de los demá s. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Se
presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesú s y, después de descolgarlo, le envolvió en una sá bana y le
puso en un sepulcro excavado en la roca en el que nadie había sido puesto todavía.
Lc. 23,50-53.
Un hombre bueno, un tal José de Arimatea, tenía ahí mismo un sepulcro vacío, nuevo, y lo prestó para
Jesú s. Ya era la tarde del viernes, es decir, el inicio del Sá bado, de la Pascua, y ni tiempo hubo de
hacerle un entierro decente: Lo envolvieron en una sá bana, lo introdujeron en el sepulcro como
ustedes saben los sepulcros judíos no eran un hoyo en el suelo, sino una pequeñ a cueva en la roca,
con una lá pida o piedra redonda que se hacía rodar para tapar la entrada. Así sepultaron a Jesú s, y
todos sus discípulos se fueron, los pocos que quedaban.
6.- SÁ BADO SANTO.
6.1 Cristo reposa en el sepulcro.
Cristo descansa ya en el silencio del sepulcro. Su cuerpo yerto descansa por fin, después del terrible
sufrimiento de Su Pasió n. El mundo ha vuelto a la normalidad..
Cristo espera, muerto, El mundo también espera: ¿Se cumplirá lo que Cristo anunció ? ¿Que habría de
resucitar al tercer día?
6.2 María que espera la resurrección. María Virgen de la Soledad.
Si algunos se han olvidado ya de Cristo, si otros ya han desesperado, una mujer espera llena de Fe.
María, que durante añ os ha acompañ ado a Su Hijo, ahora aguarda silenciosa, sola, que dios cumpla
sus promesas. Ella, má s que nadie, siente el dolor de la muerte y de la separació n. Pero su Fe no
vacila. Espera en Dios.
6.3 Actitudes de los Apóstoles.
¡Qué distinta es la actitud de los Apó stoles! Han permanecido escondidos a lo largo de todo este
tiempo. Solo San Juan se había atrevido a estar al pie de la Cruz. Ahora se esconden por miedo a los
judíos. ¿Qué habrá pasado por sus mentes durante todo este día?
7.- DOMINGO.
7.1 RESURRECCIÓN DE CRISTO. Por acción del Espíritu Santo.
Y ahí terminó todo.
O no?
Creen ustedes que hubo algo má s?
Có mo?
Ustedes creen que resucitó ?
Pues sí, ¿no? ¡É l lo dijo!
Pero ustedes no creen esos cuentos, ¿o sí?
¿De veras crees que resucitó ?
¡Pero es que los muertos no resucitan! ¡No pueden volver a la vida! A menos que....
A menos que todo esto sea obra de Dios
A menos que Cristo sea realmente el Mesías y no un mentiroso..
A menos que tú creas realmente en él..
7.2 El Misterio Pascual es Obra de Dios.
¿Quieren saber có mo sucedió ? Pues se van a quedar con las ganas, ¡porque no sabemos! Los
Evangelios no nos dicen có mo fue la resurrecció n de Cristo, ¡pero sí nos cuentan una de las má s
fabulosas historias de amor, la que se da entre Dios y el hombre! ¡Nos cuentan có mo Dios resucitó a
Cristo de entre los muertos para nuestra salvació n!
7.3 Testigos de su
resurrección. Aparición a las
mujeres.
El domingo en la mañ ana, muy de madrugada, María Magdalena y otras mujeres fueron al sepulcro, a
terminar la sepultura de Cristo, a embalsamar su cuerpo, y llevaban los aceites y los perfumes, y se
preguntaban có mo quitarían la piedra.. Y de pronto, sintieron un temblor, un terremoto.. Y se acercan
al sepulcro, y se encuentran a dos jó venes, vestidos de blanco, sonriendo, es má s, riéndose felices de
la vida!
- Oigan, ¿a dó nde van?
- Vamos.. Vamos al sepulcro de Jesú s..
- ¿Adó nde? Van a buscar a Jesú s? No está! Ha resucitado!
Ellas no entienden nada, siguen su camino, llegan al sepulcro, y ahí ven a todos los guardias romanos,
como dormidos, desmayados.. Y la piedra del sepulcro! Está quitada! ¡El sepulcro está abierto!
Las pobres mujeres no saben ni qué pensar! ¿Se habrá n robado el cuerpo? "A ver, entra tú a ver!"
"Yo? ¿Porqué yo? ¡Entra tú !"
Mejor se van por los Apó stoles, llegan a la casa donde está n Pedro y los demá s, y les dicen
- ¡Se lo llevaron! ¡Se han robado el cuerpo del Señ or!
- ¿Có mo que se lo han robado? ¡No puede ser!
- ¡No está! ¡La tumba está vacía!
¡Los Apó stoles no lo pueden creer! Pedro y Juan salen corriendo hacia la tumba, Juan, por ser má s
joven, llega má s rá pido, pero se detiene a la entrada de la tumba. Pedro llega, entra a la tumba y.......¡el
cuerpo no está! ¡La tumba está vacía! Ahí está la sá bana, pero es todo: ¡Jesú s no está! ¡Pedro y Juan no
saben qué pensar! Regresan a la casa sin saber qué van a hacer..
María Magdalena, mientras tanto, también ha regresado a la tumba, y rompe a
llorar. De pronto, un hombre se le acerca: Mujer. ¿porqué lloras? ¿A quién buscas?
María piensa que es el jardinero: "Señ or, usted sabe donde está ! dígame a dó nde se llevaron a Jesú s,
yo iré por él."
Y sigue llorando.
Entonces es cuando escucha a voz tan querida, tan conocida, tan amada:
- "María"
No lo puede creer! ¡Esa voz! ¡Es él! ¡Es Jesú s! María Magdalena se voltea, lo ve, ¡lo reconoce! ¡Es él! ¡Es
él, pero no es él! Es decir, es él, pero está cambiado, ¡hay algo tan especial! María quiere abrazarlo,
tocarlo, pero Jesú s le dice:
- No, espera, no me toques, ¡porque aú n no he subido al Padre! Primero, ve con mis hermanos, y diles:
¡ Ya la hicimos! ¡Hemos ganado! ¡Hemos vencido al mal, al pecado, a la muerte! Ve y diles que he
resucitado! y que pronto estaré con ellos!
Aparición a los Discípulos. Sto. Tomás.
¡María no cabe de felicidad! ¡no sabe si ir o no! Pero obedece, sale corriendo, llega aventando la
puerta y les grita:
¡ Lo he visto!
- ¿A quién?
- ¡A Cristo!
- ¿Dó nde? ¿Dó nde está el cuerpo?
- ¡No! ¡No vi el cuerpo! ¡No está muerto! ¡Ha resucitado!
- ¡Por favor! ¡Cuentos de mujeres!
Y en eso estaban, discutiendo y alegando, cuando de pronto, sin pasar por la puerta, aparece, en
medio de ellos, ¡Cristo el Señ or!
Pues sí, es cierto, ¡Cristo ha resucitado!
Claro, nunca falta el que no está , que salió por las cocas, y en este caso, era Tomás!
- Tomá s, ¡hemos visto al Señ or!
- Sí, ¡có mo no!
- De veras, ¡lo vimos!
- Sí, tú , tú lo viste, pero ¡yo no! ¡Yo también quiero verlo!
- ¡Es que debes de creer!
- ¿Porqué? ¿Porqué tú lo dices? ¿Porqué tú te paras delante de mí y me hablas bonito?
¡A mí me cae bien Santo Tomás! El quería tener una experiencia personal de Cristo resucitado.
Como dice Juan Pablo II: "un encuentro de ojos abiertos y corazón palpitante con el Señor
Resucitado!" ¡El no tiene porqué creer porque alguien se lo diga! El tiene que creer cuando
vea él mismo a Cristo. Y Cristo se lo concede. Claro, ¡también lo regaña un poco! Pues lo
importante es creer, aunque Dios no nos conceda lo que le concedió a Santo Tomas:
Discípulos de Emaús.
Para algunos discípulos, todo había terminado desde hacía varios días. Incluso ya habían abandonado
Jerusalén y regresado a sus pueblos. No habían creído, o no recordaban, las promesas de Jesú s. ¡Pero
Jesú s no se ha olvidado de ellos! ¡Y va a buscarlos! Se les aparece a dos de ellos camino a Emaú s, y
poco a poco, platicando con ellos, explicá ndoles las Escrituras, va despertando su fe, revitalizando su
esperanza. Por fin, se les revela "al partir el pan", es decir, en un momento que recuerda fuertemente
la Eucaristía.
Quizás tu eres de esos discípulos, de eso "cristianos" que, sí, se acuerdan de Cristo, de sus
palabras, de sus milagros, pero que, bueno "¡no es para tanto"!, "¡no soy fanático"! Y se van
descorazonados, cansados por la vida, tal vez sin nunca encontrarse con Cristo, o mejor dicho,
sin nunca reconocerlo en "el partir el pan", en las conversaciones diarias, en los pequeños
acontecimientos que marcan nuestra vida diaria.
Aparición en el Lago (Jn.21)
Empieza entonces lo que yo llamo la ":luna de Miel" de Cristo Resucitado con sus Apó stoles. Durante
40 días, Cristo va a estar con ellos, acompañ ándolos, platicando con ellos, ayudá ndoles a comprender
todo lo que ha pasado, y, sobre todo, prepará ndolos para la gran Misió n que se acerca. Esto es
necesario porque la experiencia no fue fá cil para ellos: tuvieron miedo, se acobardaron, sufrieron al
ver morir a Jesú s. Ahora necesitan ser sanados, ser robustecidos, ser curados de todas sus heridas.
Uno de ellos, sobre todo, lleva no una, ni dos, sino tres grandes cicatrices en el corazó n, má s bien tres
heridas mal cicatrizadas: ¡Pedro! Ya lleva varios días sin saber qué decir: ¿Se acordará El Señ or que le
fallé? Sí, Cristo sí se acuerda, se acuerda muy bien, pero no en la forma que Pedro (o tú ) se imagina.
Por eso un día, junto al mar de Galilea, después de haber comido juntos, Jesú s le dice a Pedro:
- A ver, Pedrito, ¡ven para acá!
- Qué pasó , Señ or, ¿para qué soy bueno?
- Pedro, ¿me amas?
- Sí, Señ or, claro que sí, Señ or, te amo sobre todas las cosas, vaya pregunta!
- Muy bien, Pedro: Apacienta mis ovejas.
- ¡Claro que sí, señ or, có mo no, lo que tú digas! Bueno,
ya, me voy Señ or, hasta...
- ¡Oye, Pedro!
- ¿Qué hay, Señ or? ¿Qué se te
ofrece? Pedro, ¡me amas?
¡Pedro la ve venir! ¡Jesú s le pregunta por segunda vez, y ¡sabe por dó nde va la cosa! "¿Me amas?' ¿Y
ahora qué contesto?
A ver, tú ¿qué contestarías a esa pregunta? Si Jesús te preguntara: "¿Me amas?' Pues, la mera
verdad, ¡no siempre Señor! Cuando las cosas salen bien, cuando la Jornada sale padrísima,
cuando nos aplauden y nos quieren, claro que te quiero, ¡Señor! ¡Todo mundo te quiere! Pero
luego vienen las burlas, y me tachan de mochilón, y los cuates se mofan, y las chicas se alejan,
y me dicen de cosas, y no tengo argumentos Y luego mi hermana sigue enferma, y mi papá
llega borracho, y no alcanza el dinero, no tengo para comprarme una torta, y todo se me va en
pagarle la jornada a otros, y no, Señor, hay veces que no te quiero, que se debilita mi fe, y no sé
qué hacer! Pero luego pasa, y te miro un rato y, sí, Señor, sí te quiero!
- Sí, Señ or, claro que sí, Señ or!
- Muy bien , Pedro, apacienta mis corderos.
- Có mo no, Señ or, gracias, Señ or, bueno, ya me voy, Señ or, ¿sí? ¡Hasta luego!
- Oye, Pedro...
- ¿Qué pasó ?
- Pedro, ¿me quieres?
Y Pedro se echa a llorar.. Ya no aguanta má s. Pedro se da
cuenta de lo que quiso ignorar todo este tiempo: Que Cristo sabe que lo traicionó , y sin embargo, lo
ama, lo perdona, confía en él. Cuando Cristo pregunta por tercera vez: "¿Me quieres? ¡Pedro se da
cuenta de lo mucho que Cristo lo ama!
Quizás te vaya a pasar igual: Cristo, el gran médico, tuvo que ponerse los guantes de cirujano,
y meter su mano hasta lo más hondo del corazón de Pedro, y limpiar, y echarle alcohol y
mertiolate, para curar bien esa herida. A Pedro le dolió, por supuesto! Tuvo que enfrentarse a
lo peor que había hecho en su vida. Como a ti te ha dolido enfrentarte con tu álbum negro!
Pero ten confianza: Cristo te puede curar!
- Mira, Pedro, cuando eras joven, ibas y venías como querías, y hacías lo que querías, pero algú n día,
alguien vendrá , y te amarrará las manos, y te llevará a donde no vas a querer ir!
Cristo ya sabía que Pedro habría de morir por él. Le previene para que Pedro viva desde ahora a la
altura de su vocació n.
Y hay una leyenda muy bonita, que nos cuenta que Pedro, ya en Roma, al desatarse la
persecución del Emperador Nerón, sabía que lo andaban buscando, ¡sale huyendo de Roma!
¡No quiere morir, ni siquiera por Cristo! Sale corriendo de Roma, y ¿saben a quién se
encuentra? ¡A Cristo, que va caminando hacia Roma!
- Señor, ¿a dónde vas? ¿Quo vadis, Domine?
- Pedro, voy a Roma a morir de nuevo, ¡ya que tú no quieres morir por mí!
Pedro comprende, y le contesta: No, Señor, no vayas, ¡ahora sí voy a dar la
cara!
Y Pedro regreso a Roma, y murió por Cristo, crucificado de cabeza en el Circo Romano, donde
hoy en día se levanta la gran Basílica de San Pedro!
7.4 De la muerte surge la vida. De la Cruz surge la vida nueva.
Dios escogió un instrumento de tortura para salvarnos. El á rbol de la Cruz se ha transformado en
á rbol de Vida.
7.5 La resurrección de Cristo, Vida Nueva para nosotros.
La Resurrecció n de Cristo es prenda de nuestra propia salvació n, es garantía de que algú n día
también nosotros resucitaremos, y viviremos para siempre.
7.6 La Resurrección es el triunfo del Señor.
Los enemigos de Cristo pensaban haberlo vencido al haberlo matado. Estaban equivocados. También
estaban equivocados al pensar que Jesú s era su enemigo. Jesú s triunfó , pero no sobre este o aquel
hombre, sino sobre el pecado, el sufrimiento, la muerte. Su Resurrecció n marca el inicio de una nueva
era para la humanidad. ¡Só lo faltas tú !
7.7 el Señorío de Jesús (flip 2, 9-11. Rm 10,9). Reconocerlo.
Al igual que Sto. Tomá s, al igual que los primeros discípulos, los discípulos de todos los tiempos
deben reconocer a Cristo como su Señ or.
Recuerdas cómo usamos antes el ejemplo del automóvil? De tu automóvil? Pues bien, hasta
ahora tú has manejado tu vida, tú has conducido tu auto! Pues ha llegado el momento de
entregarle a Cristo las llaves de tu vida! Es tiempo de que te quites del asiento del chófer y
dejes que Cristo se siente ahí y el conduzca de ahora en adelante!
En cuanto le entregues a Jesús todas las áreas de tu vida, experimentarás esa paz, esa
tranquilidad que solo Dios puede darte.
Recuerda que hay que darle TODAS las llaves de tu vida! Y no
se vale pedírselas prestadas: "Oye, Señor, tengo una fiesta, y Tú no puedes ir porque.. bueno,
Tú entiendes! Préstame las llaves un ratito, ahorita te las devuelvo!" Ni tampoco se vale hacer
trampa: "Le di las llaves a Cristo, pero aquí tengo un duplicado!" No! Dale todo a tu señor!
Consagrarle todas las áreas de nuestra vida.
Tal vez te suceda como aquella muchacha que un día le habló por teléfono el Señ or Jesú s, y le dijo:
- Esta noche voy a ir a visitarte.
- Sí, Señ or, có mo no, ven a las ocho!
Y se puso a barrer, y a trapear, y a limpiar todo! Pero
como tenía mucha basura, y no tenía donde tirarla, lo
metió todo en un closet, y lo cerró con llave.
A las ocho tocan a la puerta, y efectivamente es el Señ or Jesú s!
- Señ or, pá sale, qué gusto! Adelante, toda la casa es tuya!
- De veras?
- Sí, sí, Señ or, todo es tuyo, claro que sí!
Jesú s empieza a recorrer la casa, la sala el comedor, todo,
hasta que llega al closet que está cerrado, y le pregunta:
- Oye, y allí que hay?
- Allí? No, nada, nada, de veras!
- Pero es que Yo quiero entrar allí!
- No, Señ or, allí no, allí ni puedes entrar!
- Pero me dijiste que toda tu vida es mía!
- Sí, Señ or, ¡pero ese closet no!"
¿Porqué no? ¿Hay alguna parte de tu vida donde no hayas dejado entrar al Señ or?
7.8 La resurrección es el centro y cimiento de nuestra Fe.
Así pues, la Resurrecció n es el fundamento de nuestra fe: Vana sería nuestra Fe, dice San Pablo, y
seríamos los má s desafortunados de los hombres.
No basta, sin embargo, con pensar, o "saber" que Cristo resucitó hace dos mil añ os. Tienes que creer
que él está vivo,, que está aquí ahora, en esta Jornada, que está a tu lado y te ama, y te ofrece esta Vida
Nueva.
8.- CONCLUSIÓ N.
8.1 Estos son los tres días más importantes de la historia.
En esos tres días, Cristo logra la salvació n de toda la humanidad, no só lo de unos cuantos, sino de
todos! Porque Cristo ha muerto, y ha resucitado! ¡El á lbum negro de la sociedad ha quedado
destruido para siempre! Cristo cargó con ese inmenso á lbum negro, le dio forma de cruz, y lo lavó con
Su Sangre!
8.2 Son también los tres días más importantes de tu vida, si aceptas morir y resucitar
con Cristo.
Si son los tres días má s importantes de la humanidad, también pueden, si quieres, ser los tres días
má s importantes de tu vida! Porque Cristo murió y resucitó por ti, pero solo si tú lo aceptas, si tú le
dices que sí! Mira, esta Jornada también pueden ser los tres días má s importantes de tu vida: Así
como fue un cambio total para Pedro, Juan, María Magdalena, hoy Dios te da en Cristo la oportunidad
de decirle SI!
8.3 Cristo resucitado, figura del hombre nuevo, vida nueva a la que estás llamado
vivir.
Por eso te pregunto: ¿Para qué seguir cargando con tu á lbum negro? Para qué sigues sufriendo?
¿Para qué quieres seguir por la vida arrastrando esa cobija, ese sentimiento de culpabilidad, ese
rencor o ese remordimiento? ¡Ya suéltalo! ¡Sé libre! Cristo murió para que tú vivieras, y ¡resucitó
para que tengas Vida Plena!
Tú está s llamado a vivir, y a vivir una vida plena, feliz, realizando tus sueñ os y proyectos. Só lo Dios
puede ofrecerte la auténtica felicidad, la que dura para siempre, la ú nica que puede satisfacer los
anhelos má s profundos del hombre. Só lo Dios puede hacerte feliz porque só lo É l sabe lo que hay en
tu corazó n.
8.4 Acepta a Jesús como Salvador y Señor. "Señor mío y Dios mío" (Jn.20,28)
Solo falta una cosa: Que tu aceptes esta salvació n: Dios ya te la ha ganado, tú ya no tienes que pagar
nada! Reconoce, con Santo. Tomá s, que Cristo es tu Señ or y tu Dios: No só lo tu amigo, sino alguien
mucho má s importante: El señ or de tu vida, de tu alma, de tu corazó n, de todo tu ser! ¡Entrégale las
llaves de tu vida, y deja que el guíe tu existencia de ahora en adelante!
Es una respuesta personal que solo tú puedes dar. ¡No tengas miedo, Cristo ya pagó nuestra deuda, y
espera solamente que vengas a recibir tu salvació n!
Es como la historia aquella del cuate que tiene una deuda con el banco enorme! De miles de
millones de dólares! Se endrogó, pidió prestado, nunca pagó, los intereses se acumularon, y
ahora debe todo el dinero del mundo! Va al banco para decirle al gerente que nunca podrá
pagar:
- Oiga, señor gerente, que cree? Le quería pagar, pero...
- Ah, no se preocupe, ya está todo resuelto!
- ¿Cómo?
- Sí, ya vino un señor y pagó toda su deuda!
- Pero, ¿quién es?
- A ver, déjeme ver aquí los papeles... Ah, aquí está, un tal Jesús de Nazareth, ¿lo conoce?
Estos tres días son tan importantes para la Iglesia, que añ o con añ o, los revivimos en la Semana
Santa, la semana má s importante del añ o. También la revivimos a través de una oració n muy bella
que se llama el Via Crucis. Este consiste en revivir, junto con Cristo y María, los momentos má s
dolorosos de la Pasió n de Cristo. Por eso en este momento quiero invitarte a que dejes aquí todas tus
cosas, lá piz y cuaderno, y que vayamos allá afuera, a vivir este "Camino de la Cruz", para morir y
Resucitar con Cristo.

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