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CASO 1:

Lo importante para resolver el caso, es identificar los principios del sistema legal que se aplican
para resolver cada situación que se presenta aquí. Así, para determinar si el acreedor en este
caso está obligado a recibir un pago parcial, la respuesta se obtiene aplicando el principio de
integridad del pago (ver manual en el capítulo 5 de obligaciones sobre el pago y recibos). Para
fundar su respuesta correctamente, debe identificarse este principio de integridad del pago y
sus consecuencias en el caso concreto que se consulta. Aclaro que no hace falta que se
identifiquen números de artículos ni se transcriba su texto (ni en este ni en ningún otro caso),
sino sólo identificar el principio legal, en qué consiste y sus consecuencias.

Si el pago no es íntegro el acreedor puede negarse a recibirlo. El deudor en este caso no podrá
iniciar una demanda de pago por consignación, ya que el acreedor se ha negado
justificadamente a cobrar. El pago por consignación presupone que el pago que se ha querido
hacer es correcto (lo que no sucede en este caso).

El sistema legal regula sobre la imputación del pago. Vale aclarar que, si bien el sistema da
libertad a las partes para convenir lo que crean más conveniente para sus derechos y en este
caso para imputar el pago como acuerden (principio de libertad de contratación), todo lo que
dispone la ley es para el caso en que dicho acuerdo no exista. Y respecto a la imputación del
pago (igual que con relación a los pagos parciales) se otorgan facultades al acreedor para
imputar dichos pagos (ej.: primero a intereses, luego a capital, etc.). La ley fija asimismo los
efectos para el caso de no hacerse tal imputación (CCC, art. 899 y siguientes).

Corresponde identificar correctamente las precauciones que deben tenerse en la redacción de


los recibos y las consecuencias que tendría no tomar cada una de dichas precauciones. Por
ejemplo: si no hace reserva por los intereses, la ley considera que ha renunciado a cobrarlos. O
la que se refiere al recibo que se otorga por un período y la presunción que genera respecto a
los anteriores (presunción que admite prueba en contrario en este caso).

Este caso también se refiere a la prescripción. Resulta importante ampliar sobre este instituto
indicando en qué consiste y la finalidad que cumple. Tenga en cuenta que el plazo ordinario de
prescripción es de cinco años. Está fijado por el art. 2560 del nuevo Código Civil y Comercial.
Tenga en cuenta que, a pesar de tratarse de un pago en cuotas, no se aplica el plazo de dos
años previsto por el art. 2562 inc, 3 ya que se trata en este caso simplemente del
fraccionamiento del capital adeudado (precio del vehículo) en cuotas y no de algo que se va
devengando periódicamente, como sería el servicio de energía eléctrica o la cuota del servicio
de televisión por cable (para estos créditos sí se aplicaría el plazo de dos años).

CASO 2

Existe una doble protección en el Código Civil y Comercial para la vivienda. El legislador ha
tratado de mantenerla como inembargable con muy pocas excepciones, que habrá que tener
en cuenta al hacer los análisis de solvencia de potenciales deudores. La protección puede
alcanzar a su totalidad o a una parte de su valor según lo decida su dueño (CCC, arts. 244, 245
y 246).

La protección dispuesta por la ley se efectúa de dos formas: La primera es con inscripción
registral. Se permite que cualquier persona, mediante la inscripción por parte de su titular,
afecte a este destino de vivienda un inmueble convirtiéndolo en inembargable. La inscripción
debe hacerse en el registro inmobiliario y puede beneficiar a un solo inmueble (CCC, art. 244).
No se exige que el beneficiario tenga algún estado de familia ni conviviente. Los efectos de la
inscripción registral hacen oponible la inembargabilidad a los acreedores de causa posterior a
la inscripción. Y obviamente por una cuestión de buena fe, resulta inoponible a los acreedores
cuyo crédito sea de causa anterior a la inscripción, los que sí podrán embargar y ejecutar la
vivienda.

La otra forma de obtener la protección legal que impide la ejecución por deudas de la vivienda
se presenta por otro medio. La ley protege la "vivienda familiar", la cual no puede ser
ejecutada por deudas contraídas después de la celebración del matrimonio, excepto que lo
hayan sido por ambos cónyuges conjuntamente o por uno de ellos con el asentimiento del
otro (CCC, art. 456). Esta protección no exige la previa inscripción registral, resultando
diferente a la que consideramos en el punto anterior. La protección a la "vivienda familiar" se
extiende a los bienes indispensables que se encuentren en ella. Y beneficia, tanto para
aquellos que están unidos en matrimonio como para las uniones convivenciales. En este último
caso la unión debe estar inscripta. No protege la vivienda de las personas solteras ni con
uniones convivenciales no inscriptas (como sí lo hace la primera forma de protección que
vimos). La protección alcanza a todos los créditos contraídos después del matrimonio o
después de la inscripción de la unión convivencial (CCC, arts. 456 y 522, última parte).

El caso debe ser considerado según estos principios (ampliarlos consultando el capítulo 3 del
manual y los artículos del CCC citados) advirtiendo que se trata de tres inmuebles que
presentan situaciones jurídicas diferentes, en cuanto a las posibilidades de hacer efectiva la
garantía sobre los mismos, frente a un eventual incumplimiento del deudor y sus garantes.

CASO 3

El vicio de dolo de un acto jurídico se da cuando uno de los participantes en un acto engaña al
otro para perjudicarlo. Aquí hay dolo en ambos casos, pero el dolo es de los dos que participan
en el negocio ya que se ponen de acuerdo, en perjuicio de los acreedores que no participan del
acto. Dichos acreedores son terceros.

Cuando un acto es real no puede existir simulación. Además, cuando se impugna un acto
diciendo que es simulado, ello debe probarse. Dicha prueba generalmente es difícil. Frente a
una donación no conviene decir que es falsa o simulada, ya que, si se alega fraude civil, el acto
será revocado sin tener que probar ninguna maniobra o falsedad. Frente a una donación, ésta
puede ser impugnada (acción revocatoria o pauliana) solamente probando el carácter de
acreedor sin privilegio. En síntesis, conviene más al acreedor aceptar como real la donación,
que sostener que es simulada. Como ya indicamos, si el acto es real no puede ser simulado
(sería contradictorio).

En el primer caso hay fraude civil en contra de los acreedores. Ello permite al acreedor
perjudicado pedir que se deje sin efecto dicho acto (donación) en la medida que le perjudica
mediante una acción que se llama revocatoria. El efecto que tiene es la revocación del acto
sólo a favor de quien accionó y hasta el importe de su crédito (CCC, art. 342)

La segunda operación (venta) se trata de un acto simulado ya que es una declaración de un


contenido de la voluntad no real emitida conscientemente y de común acuerdo entre las
partes para producir con fines de engaño, la apariencia de un acto que no existe o que es
distinto del que las partes efectuaron.
Se cumplen las condiciones en este segundo acto para que exista simulación: 1°) un acto "no
real". Existen diferencias entre lo que se quiere y se da a conocer al público (transfiere la
propiedad a un sobrino haciendo aparecer (falsamente) como si este se la comprara); 2°)
Bilateral, por cuanto se ponen de acuerdo dos personas para mentir (el Sr. Almada y su
sobrino); y 3°) Tiene por finalidad el engaño a terceros (engaño a los acreedores) (CCC, arts.
333 y 334).

Si por medio de esta maniobra (venta falsa) se quiere violar la ley, la simulación será ilícita. En
este caso es absoluta, ya que en realidad no se ha realizado ningún acto. En este caso los
acreedores tienen derecho a atacar la validez del acto por vía de una acción de simulación.
Esta acción de simulación, entre las partes que la han cometido, solo se permite cuando ella es
ilícita (CCC, art. 335). En los casos de simulación ilícita, la acción corresponde a los terceros
afectados por el acto simulado (CCC, art. 336), en este caso, a los acreedores de Arce.

CASO 4

En un contrato como en el del caso que se nos plantea (el recibo prueba la existencia de un
contrato), no hay un solo acreedor. Los acreedores son los dos contratantes. Uno es acreedor
del pago del precio y el otro es el acreedor por la entrega de la cosa. Ambas obligaciones
deben ser cumplidas simultáneamente a los diez días (salvo lo que ya se entregó como seña).

La cuestión de la seña, señal o arras es lo primero que debe analizarse. Corresponde


determinar si se trata de una seña confirmatoria o penitencial y dar las razones de la respuesta
en uno u otro sentido.

El nuevo Código establece que las señas son CONFIRMATORIAS salvo que se establezca
expresamente que son penitenciales (CCC, art. 1059). Téngase presente que la SEÑA
PENITENCIAL permite que las dos partes tengan derecho a arrepentirse y por lo tanto de no
cumplir el contrato. La importancia de esta figura radica en que la única sanción por
arrepentirse es la pérdida de la seña. El arrepentido no sufrirá otra consecuencia (ni más ni
menos que perder la seña).

Diferente es el régimen de la seña CONFIRMATORIA que tiene una función distinta y no


permite que las partes se arrepientan. Tienen una función aseguradora del contrato, o como
forma de demostrar que lo que las partes quisieron, fue realmente perfeccionar un contrato
terminando la etapa de las tratativas. Se entregan en consecuencia las señas confirmatorias
para demostrar que el acto no es un mero proyecto, ni un borrador, ni una promesa, sino
expresión y constancia de la voluntad firme y deliberada de perfeccionar en ese momento un
contrato con los efectos obligatorios que ello tiene para los contratantes

Si el texto del contrato o el recibo indican expresamente que se está frente a uno u otra seña
debe aplicarse la letra del mismo. Si no está indicado, se tratará de una seña confirmatoria que
no permite arrepentimiento.

En los contratos en los que no se ha entregado seña sino directamente a cuenta del precio o la
seña es confirmatoria, existe otro obstáculo que superar, cuando existen -como en este caso-
obligaciones recíprocas (como ya se señaló los dos contratantes son recíprocamente
acreedores y deudores como consecuencia del contrato que estamos considerando). Tenga en
cuenta que las partes tienen la facultad de suspender el cumplimiento si la otra parte a su vez
no cumple (CCC., art. 1031). Si el comprador ofrece el dinero el vendedor debe entregar la
máquina. De la misma forma, el vendedor debe ofrecer la cosa vendida para tener la facultad
de exigir el cumplimiento (pago del precio). Cumplido este presupuesto (ofrecimiento) se
puede como primera opción reclamar el cumplimiento de la obligación por parte del otro
contratante (CCC. art. 730).

Otra opción que tiene es aplicar el pacto comisorio. Es una cláusula que autoriza a la parte
cumplidora a seguir la vía resolutoria en caso de incumplimiento de la otra (CCC, art.
1083).Para tener la opción de reclamar la resolución del contrato, también debe ofrecer
seriamente cumplir, dejando constancia que no cumple, por cuanto la otra parte a su vez no
cumple en forma simultánea.

No debe olvidarse que una de las opciones más importantes que tiene la parte cumplidora es
aplicar el pacto comisorio, previsto como una cláusula natural en los contratos bilaterales con
prestaciones recíprocas. La resolución del contrato permitiría vender a un tercero los bienes y
desligarse definitivamente del incumplidor. Y también surge la utilidad que presenta el pacto
comisorio expreso (ver manual) y que recordamos sintéticamente: 1º Evitar los 15 días del
pacto comisorio tácito (para tener la facultad de resolver el contrato sólo notificando la
decisión al incumplidor); y 2º Determinar las causales de resolución del contrato (para evitar
que el juez interprete si son realmente graves o no los incumplimientos).

La aplicación del pacto comisorio permite al contratante que está en situación de CUMPLIDOR
resolver el contrato, o sea, dejarlo sin efecto. Esto posibilitará que el vendedor disponga
libremente de las cosas vendidas ya que el contrato ha quedado sin efecto. A partir de la
resolución podrá vender a un tercero las mismas cosas que ya han dejado de estar
comprometidas ya que el contrato en cuestión ha quedado sin efecto.

Una tercera opción (además de pedir el cumplimiento por el deudor o la resolución del
contrato) es el cumplimiento por un tercero. Pero ello se daría en este caso sólo a favor de la
empresa constructora. Si Domínguez no cumpliera la empresa constructora podría conseguir
las puertas y ventanas en plaza debiendo responder por los perjuicios (CCC, art. 730, inc. b).

En todas las opciones, salvo el caso de seña penitencial, se puede reclamar daños y perjuicios
en contra del incumplidor.

La seña penitencial se considera una excepción a la regla general. Se aplicará siempre que se
establezca de forma expresa. Si en un contrato no se indica de qué clase de seña se trata, se
aplica el art. 1059 del Código Civil y Comercial que presume que se trata de una seña
confirmatoria.

CASO 5

El caso debe analizarse a la luz de las garantías que legalmente otorga el vendedor y que son
dos: por vicios redhibitorios (ocultos) y la garantía por evicción.

No hay aquí una compraventa de cosa ajena. Tampoco existe un tercero que pretende ser
propietario de las máquinas. Sin embargo sí hay un tercero que tendría un derecho de prenda
sobre las máquinas. Esto ha causado una perturbación o pérdida en el derecho del adquirente
en función que ha aparecido una persona que está haciendo valer un derecho de prenda sobre
las cosas.

La garantía por vicios redhibitorios es una garantía por los vicios de hecho por lo tanto no se
aplica en este caso. En otras palabras: no es que las máquinas no puedan ser utilizadas por
algún defecto en su funcionamiento o por algún otro vicio interno oculto que impiden su
correcto uso (esto sí sería un vicio redhibitorio en los términos del CCC, art. 1051). Aquí en
cambio estamos en presencia de un vicio en el derecho de propiedad que se ha trasmitido (el
derecho se ve afectado por un gravamen oculto).

En la compraventa, como en cualquier enajenación de bienes a título oneroso, legalmente el


vendedor responde por evicción (CCC, art. 1044 y sgtes.). Se trata de una garantía legal por los
vicios en el derecho sobre la cosa vendida. El enajenante asegura la existencia y la legitimidad
del derecho transmitido Este es el principio que se aplica a este caso. Si el vendedor no logra
recuperar las máquinas inmediatamente el contrato podrá quedará resuelto si así lo decide el
comprador (CCC, 1049), con derecho a la restitución de cualquier suma que hubiera abonado y
si el vendedor fue de mala fe, a reclamar los daños perjuicios ocasionados.

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