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Por: Liz Hayde Vicuña Miñano, abogada por la Universidad Nacional de Trujillo. Magister
en Derecho de la Escuela de Post Grado de la Universidad Nacional de Trujillo. Asistente
Registral de la Zona Registral Nº V Sede Trujillo.
Introducción
En respuesta a dichos problemas la LGM regula las cuatro etapas del Derecho Real de
Garantía, es decir: constitución, prioridad, publicidad y ejecución de las garantías
mobiliarias. En este último aspecto la ley, teniendo como presupuesto que el proceso
judicial es “lento y por ende costoso” [4], establece reglas que permiten reducir los costos y
tiempos en la ejecución de garantías y ello se lograría según el mencionado documento del
Ministerio de Economía [5]: a) otorgándosele al acreedor el derecho a recuperar por vías
extrajudiciales la posesión del bien en garantía; b) respetándose el derecho a las partes a
celebrar con libertad convenios respecto a mecanismos alternativos, como es que el
acreedor tenga la posibilidad de adquirir el bien, figura conocida como el pacto comisorio
[6]; c) permitiéndose la venta extrajudicial de los bienes afectados en garantía, dentro de un
marco legal, que establezca los requisitos de venta y las sanciones en caso de abuso,
cubriendo, de esta manera, el interés de las partes de obtener el máximo beneficio en la
venta del bien en garantía. ¿Pero realmente así será en la realidad?
Para superar la problemática del anterior sistema de garantías, la propia ley establece
algunas innovaciones: a) La garantía mobiliaria puede recaer sobre cualquier tipo de bienes
muebles. b) Se elimina la posesión como requisito constitutivo, ya que la oponibilidad de la
garantía se sustenta exclusivamente en el registro. En adelante las garantías sobre muebles
que no tengan inscripción registral, no tendrán seguridad plena, por lo que resultará casi
imprescindible registrarlos para oponer derechos sobre muebles; cumpliendo el Registro,
de esta manera, un papel preponderante en la constitución de la garantía mobiliaria. c) La
LGM establece un régimen único para todo tipo de bienes muebles. d) Se abaratan los
costos de constitución que simplifica la ejecución e incluso se permite el pacto comisorio.
e) Regula una serie de tópicos registrales de indudable importancia; en consecuencia se
crean dos registros: el de Bienes Muebles, para los inscribibles y el Mobiliario de Contratos
para los muebles no inscribibles (lo que permite afectaciones sin desplazamiento, sin
impedir acordar su desposesión de todo tipo de bienes). Aparentemente todo parece
estupendo.
En esta ocasión pretendemos analizar si la LGM otorga mecanismos adecuados no solo para
garantizar el cumplimiento de una obligación, sino también para evitar que los derechos del
deudor – constituyente y eventual propietario puedan ser burlados por la inadecuada
regulación de la ejecución de la garantía mobiliaria en sus dos instrumentos previstos para
ello como son : La venta extrajudicial y el Pacto Comisorio.
El procedimiento de venta extrajudicial, se inicia con una carta notarial dirigida al deudor y
al representante y, en su caso, al constituyente, en la cual se deja constancia del
incumplimiento del deudor. Al parecer la comunicación es idéntica para deudor,
representante y constituyente, vale decir, que aquella dirigida al deudor también se limitaría
a comunicarle que ha incumplido. No parece que esa carta sea una intimación para cumplir
ni que tenga que indicar el monto detallado de la obligación garantizada. La ley tiene
omisiones, pues no establece que igual comunicación tenga que cursarse al propietario del
bien, en aquellos casos que el bien haya sido enajenado y la transferencia haya sido
comunicada por conducto notarial al acreedor (art. 11 inc. 5LGM). Este defecto, perjudica
gravemente los derechos del nuevo propietario a ejercer su derecho de defensa.
El articulo 33 inciso 7 de la LGM dispone que es nula la venta realizada en precio menor a
las dos terceras partes del valor del bien mueble pactado entre las partes o en su defecto del
valor comercial del bien mueble al tiempo de la venta (inciso 2 del artículo 47). Por
tanto, el precio de venta no es necesariamente el valor pactado o fijado al momento al
momento del acto constitutivo, sino que puede ser el valor comercial al momento de la
venta. La pregunta sería cómo se establece ese valor comercial si conforme al inc. 3 del Art.
19 y el inc. 7 del Art. 33, requisito mínimo del acto constitutivo y del asiento de inscripción
es la indicación del valor del bien acordado entre las partes o fijado (no dice a fijarse) por
un tercero de común acuerdo. Pero ¿quién determinará ese valor comercial al momento de
la venta? ¿Quizá el representante? ¿Qué garantías tiene el propietario del bien respecto de
ella? La ley obvia todo ello quedando desprotegido el deudor constituyente.
Esto quiere decir que la única forma de evitar la venta así como la adjudicación, es pagando
el íntegro de la deuda. Pero ¿qué pasa si el deudor cuestiona la existencia, exigibilidad o
cuantía de la deuda? Ningún problema, pues el mismo inciso establece que cualquier
controversia respecto del monto o de la extensión de alguno de los gravámenes será resuelta
por el Juez especializado en lo Civil, en la vía sumarísima, conforme al Código Procesal
Civil, sin suspenderse la venta del bien mueble afecto en garantía mobiliaria. Como
compensación a esa imposibilidad, el legislador establece que el acreedor es civil y
penalmente responsable de la existencia, exigibilidad y cuantía de la obligación garantizada
al tiempo de la venta del bien mueble gravado. La disposición es, sin duda, puramente
retórica porque, lo diga o no la LGM, todo acreedor que se enriquece sin causa y provoca
daños va a responder según el Código Civil y si su conducta configura ilícito penal
responderá penalmente.
Creemos que habría que encontrar una fórmula de equilibrio, y no negar a priori que las
quejas del deudor (o del olvidado propietario) pudieran suspender la venta extrajudicial o la
adjudicación al acreedor del bien mueble afectado en garantía mobiliaria. Así como está, se
violaría flagrantemente la efectividad del derecho de defensa que la Constitución nos
asegura a todos.
Nos parece que el legislador ha partido de una premisa falsa: que necesariamente se debe lo
que el acreedor dice que se le debe. Tal declaración del acreedor puede ser arbitraria incluso
en aquellos casos en los cuales la obligación principal esté determinada en el momento de la
constitución de la garantía, pues en lo que se debe pueden estar incluidos todos los
conceptos indicados en el Art. 3.2 de la Ley (intereses, comisiones, gastos, etc.), que bien
pueden no corresponder a lo efectivamente adeudado [7].
Un mínimo de garantías para el deudor (o para el propietario del bien) hubiera sido que se
previera que solo se procediera a la venta extrajudicial o a la adjudicación si es que el
deudor o propietario, una vez enviada la comunicación, no cuestionara la existencia,
exigibilidad o cuantía de lo adeudado (o la extensión de la garantía) dentro de un plazo
prudencial y que solo en esos casos, los cuestionamientos no formulados oportunamente no
pudieran, suspender la venta o la adjudicación del bien.
III.- CONCLUSIONES:
1. El Sistema anterior a la vigencia de la LGM lo constituía la figura jurídica de la Prenda
regulada en el Código Civil y en otras normas especiales las cuales establecían la
constitución, los elementos, los requisitos de validez, las características y la extinción del
contrato de prenda, disposiciones que actualmente se encuentran derogadas.
Recomendaciones
Habiéndose determinado los abusos en los que el acreedor puede incurrir en el proceso de
ejecución extrajudicial de la garantía mobiliaria, máxime si el Art. 47.5 no permite
mecanismo de suspensión de la venta del bien por oposición del deudor y a fin de evitar las
injusticias entre las partes de la relación crediticia, se propone la siguiente modificación:
– Pago íntegro de la deuda o pago parcial correspondiente al 75% o más del monto
total de la deuda.
Segunda recomendación
Tercera recomendación
Con respecto a los elementos que comprende la garantía mobiliaria regulado en el art. 3.2
de la ley, la cual señala que: “La garantía mobiliaria comprende (…) la indemnización por
daños y perjuicios”. Es necesario que dicha institución sea extraída de los elementos que
comprende la garantía mobiliaria, toda vez que para determinar si corresponde o no una
indemnización por daños y perjuicios se tiene que cumplir ciertos requisitos legales y
probar la existencia de los daños y perjuicios así como su cuantía, todo ello al interior de un
proceso judicial, y no dejar su determinación al libre arbitrio del acreedor.
[3]De acuerdo a información proporcionada por la SBS, los procesos judiciales de ejecución
de garantías duran entre 18 y 36 meses en promedio. Así se afirma en el Documento de
Trabajo “Facilitando el Acceso al crédito mediante un sistema eficaz de garantías reales”,
Ob. Cit. Pág. 35.
[5] Así consta en Documento de Trabajo del M.E.F. “Facilitando el Acceso al crédito
mediante un Sistema eficaz de Garantías Reales”. Ob. Cit. Pág. 41.
[6] Es el acuerdo por el cual las partes en un acto jurídico de garantías acuerdan que el
acreedor garantizado se podrá adjudicar la propiedad del bien afecto en garantía, en caso de
ejecución; importante y de gran relevancia jurídica es esta figura, permitida en la LGM, y
que antes estaba prohibida según lo establecía el artículo 1066° del C.C.
[7] Que sería el mismo problema de la ejecución de garantías del CPC, en donde no se
procede en virtud de un título de cuyo tenor textual se desprenda con certeza la existencia
de la obligación y su exigibilidad, sino que se procede en virtud de una autoliquidación del
ejecutante (el estado de cuenta de saldo deudor), liquidación no cuestionable por el
ejecutado.
https://lpderecho.pe/reglamentan-d-l-1400-regula-regimen-garantia-mobiliaria-d-s-243-2019-
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