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Resumen de Herramientas de la
Psicología Social (2022). Módulos 1-7.

Módulo 1 pág 2

Módulo 2 pág 19

Módulo 3 pág 33

Módulo 4 pág 51

Módulo 5 pág 59

Módulo 6 pág 73

Módulo 7 pág 98

● Bibliografía:
https://drive.google.com/drive/folders/1QF5RXBT_dDeQgKMDrOXRmzqqK_CDR2W
S?usp=share_link
● Pruebas de practica:
https://drive.google.com/drive/folders/1ewRbSOin1-68zaXQuxTfW5Ke2aJ8qZZM?us
p=share_link
● Resúmenes de Ciclo Inicial: https://psicoresumenes.weebly.com/primerano.html
● Resúmenes de segundo año:
https://psicoresumenes.weebly.com/segundoano.html
● Resúmenes de tercer año: https://psicoresumenes.weebly.com/tercerano.html

Alejandro Busto
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Tema 1 - La construcción del campo de intervención

Video complementario de Psicología Social basado en los textos de Maceiras y Bachino por
un lado y de Fernandez por otro.

Maceiras J. y Bachino, N. (2008). Territorio, ámbito y campo. En: Etcheverry, G. y


Protesoni, A. (Eds.). Derivas de la Psicología Social Universitaria.

Fernández, AM. (2007). Haciendo met-odhos. En: Las lógicas colectivas. Imaginarios,
cuerpos y multiplicidades.

Preguntas orientadoras del módulo

1. ¿Que implica pensar las prácticas en términos de objeto de conocimiento?


2. ¿Cómo se relacionan teoría y práctica en esas propuestas?
3. ¿Qué aporta eso para pensar la intervención?
4. ¿Que implica el concepto de caja de herramientas y cómo se relaciona con la
intervención en esas propuestas?

Bibliografía obligatoria
Martínez Guzmán, A. (2014) Cambiar metáforas en la Psicología Social de la Acción
Pública: De intervenir a involucrarse.

Preguntas orientadoras del módulo

Teniendo en cuenta estos 3 aspectos diferenciales entre ambas metáforas: 1) el lugar del
profesional/investigador, 2) la relación entre los actores y 3) el lugar del conocimiento.
5. ¿Que implica entender a la intervención psicosocial desde la metáfora de la
“intervención quirúrgica” o desde la del “involucramiento”?
6. Con estos 3 elementos Martinez plantea una serie de elementos que permiten
concebir a determinado tipo de intervención psicosocial como “una tecnología de
gobierno”. ¿Cuáles serían esos elementos?
7. ¿Qué orden de cosas se define y reproduce desde esa acepción?.
8. ¿Cómo y porqué?

Raggio, A. (2000) Intervención y campo de intervención. En Rivero, N. (Ed., 2000),


Psicología Social: estratégias, políticas e implicaçoes

Preguntas orientadoras del módulo


Raggio plantea una relación de inmanencia entre los conceptos de campo de análisis y
campo de intervención, y señala la posibilidad de pensar la intervención como investigación
y acontecimiento.
9. ¿Que implican estos conceptos de inmanencia de procesos?
10. ¿Por qué la intervención pasa a ser un problema ético, antes que un problema
técnico?
En este tipo de intervenciones, siempre trabajamos sobre procesos subjetivos, siendo el
campo de intervención una especie de red en continua composición.
11. ¿Que implica esa afirmación?
12. ¿Qué componentes constituyen esa red?
13. ¿Por qué en composición?
14. ¿A que se refiere cuando señala que intervenimos sobre procesos subjetivos?
Alejandro Busto
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Maceiras J. y Bachino, N. (2008). Territorio, ámbito y campo. En: Etcheverry, G. y
Protesoni, A. (Eds.). Derivas de la Psicología Social Universitaria.

Las categorías territorio, ámbito y campo estan vinculadas a posturas epistémicas. Tienen
que ver con las posibilidades de conocer y comprender lo que hay, en la delimitación de un
recorte de realidad puesto a consideración, que el sujeto que asume tal encargo despliega.
En otras palabras, tiene que ver con la naturaleza de la relación entre quien pretende
conocer y comprender y aquello que tiene por destino ser comprendido y conocido.

Estas 3 nociones no existen como categorías puras, sino que todo lo contrario, se hallan en
constante interpenetración y movimiento, a veces territorio, a veces ámbito, a veces campo.
Estas categorías en definitiva mantienen una relación de interconexión, continuidades y
discontinuidades.

Territorio: según las definiciones de la RAE, la palabra “territorio” sugiere una suerte de
soberanía y delimitación precisa de una cierta porción de realidad que está sujeta a
formaciones instituidas de gobierno que la rigen y administran, y que por tanto reivindican la
autonomía e independencia de acción sobre ella. Metáfora que nos sitúa en la perspectiva
de pensar las disciplinas invariablemente ligadas al territorio, ejerciendo poder, soberanía,
dominacion y exclusión de todo aquello que le es ajeno.

Está nocion es tributaria a una concepcion epistemologica positivista propia de la


modernidad, la que erige a las disciplinas como organizadoras del conocimiento, y en
términos globales de una cosmovisión del mundo regida por la primacía de la razón y el
progreso permanente y lineal. Es en este sentido donde advertimos que todo acto de
conocimiento que contempla un objeto a conocer y un sujeto cognoscente se concibe en
compartimentos estancos, fragmentados, separados.

La modernidad pone el énfasis en la razón como valor último, desplazando en este sistema
de conocimiento a la emoción del sujeto cognoscente. La emoción en este universo se
percibe como interferencia u obstáculo, por lo tanto en este momento la implicación queda
colocada en el lugar de lo impensado. Entendiendo por aquella al conjunto de relaciones
conscientes e inconscientes que los actores mantienen con los sistemas institucionales
donde despliegan el acto cognoscitivo. Queda entonces excluida la posibilidad de que el
sujeto se interpele por las circunstancias involucradas en la acción particular de conocer, lo
que estaría obturando la capacidad del pensar en relación a lo que se hace, así como en
relación al saber como se piensa en ese hacer.

El sujeto que conoce se ubica separado del objeto de estudio. Objeto formal y abstracto que
es medible, reproducible, cuantificable, autónomo, no contradictorio y univoco y que se halla
desligado de un sujeto cognoscente, que a su vez tiene las características de ser
a-histórico, aséptico, trascendente y que en su interpretación de la realidad buscará
verdades últimas regidas por la obtención de una pretendida objetividad. Clara primacía de
la lógica de lo uno e imposibilidad de considerar lo múltiple que conllevaría la inclusión en el
acto cognitivo de aproximaciones a otros campos disciplinarios.

Es un modo de pensar y operar que no supera los reduccionismos que son propios a las
lógicas de objeto discreto que se delimitaron en los momentos fundacionales de las ciencias
humanas y que territorializaron tales saberes en disciplinas académico-profesionales.

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Se busca entonces generar visibilidad y comprensión a la vez que construir estrategias de
intervención desde un territorio disciplinario y disciplinante. La teoría y la técnica despliegan
en este sentido su mayor violencia simbólica, ya que diagraman cual “lente” se antepone a
la mirada del técnico para indicarle y construirle el objeto de estudio que tiene ante sí.
Violencia simbólica que consiste en poner formas reconocidas como convenientes y
legítimas, produciendo efectos territorializantes que no se presentan como tales al
percibirse como universales. Foucault diría que una de las razones de la eficacia del
ejercicio de poder es que oculta parte de sus propios mecanismos; en este sentido, la
violencia simbólica nunca se presentaría como tal y sus axiomas y dogmas no se
cuestionarían sino que serían atribuidos al orden de las cosas, a lo natural.

Lo que el técnico busca, entonces, es el reconocimiento de ese universo teórico antes que
cualquier eventualidad de un conocimiento nuevo, impredecible, que sorprenda.

Estamos ante el gobierno de las técnicas (tecnocracia), y estas pasan a ser instrumentos
cristalizados, arrancados de las realidades que les dieron vida y considerados con un valor
“en sí” de carácter universal. Se considera que para la utilización de dichas técnicas en
otros territorios sólo es cuestión de trasladarlas sin necesidad de grandes modificaciones.

El dualismo teoría-práctica ostenta su mayor cristalización, ubicados en este registro


epistémico podemos pensar que el nivel de articulación se da a partir de la noción de praxis.
Entendida está como la puesta en juego de una intervención sobre un recorte de realidad
desde un referente teórico y que en el encuentro con el referente empírico, produce un
efecto de retorno sobre la teoría en donde ésta se ratifica o rectifica.

Ámbito: la noción de ámbito es una categoría que aunque por momentos remite al
disciplinamiento propio del territorio, por otros tiene la capacidad de abrir el abanico a
nuevas prácticas que muestran atisbos rupturistas. Estos involucran una ampliación de los
lugares de intervención, al tiempo que promueven el desarrollo de nuevos modelos
conceptuales, por ello, lo entendemos como una categoría bisagra, entre la noción de
territorio y la noción de campo.

La noción de ámbito es planteada por Bleger por los años 60 en su publicación


“Psicohigiene y psicología institucional”, en donde a veces aparece referida a un lugar físico
y otras como modelo conceptual. El autor por momentos refiere al ámbito como lugar de
trabajo entendido empíricamente (individuos, grupos, instituciones y comunidades) y es ahí
cuando se la encuentra más cercana a la noción de territorio. De todas formas, él intenta
hacer un movimiento para salirse de está restricción al establecer en un esquema la
siguiente distinción:

Conviene aclarar que no son sinónimos y que, por lo tanto, no coinciden psicología
individual y ámbito psicosocial, tanto como tampoco coinciden psicología social con
ámbito psicodinámico; la diferencia entre psicología individual y social no reside en el
ámbito particular que abarcan una y otra, sino en el modelo conceptual que utiliza
cada una de ellas; así, se puede estudiar la psicología de grupos (ámbito
psicodinámico) con un modelo individual, tanto com se puede estudiar al individuo
(ámbito psicosocial) con un modelo de la psicóloga social.

Es justamente en este sentido que nos permite pensar que la psicología social no se
encuentra definida ni por el número de personas con las que se trabaja, ni por el lugar
donde se trabaja, sino por el enfoque con el que se trabaja. Por ello entendemos que la
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mayor potencia del término ámbito se encuentra cuando la referencia al mismo es en
términos de modelo conceptual, donde el ámbito “...comprende la extensión o amplitud
particular en que los fenómenos son abarcados para su estudio o para la actividad
profesional”. Es decir, por ejemplo, que el ámbito psicosocial si bien se asocia a los
individuos, no es únicamente dirigido a individuos.

El autor en cierta medida problematiza el curso del desarrollo histórico que han seguido los
modelos psicológicos hegemónicos, y plantea que el desarrollo de la psicología ha seguido
el curso del sentido A del siguiente esquema, dirección que ha coincidido en cierta medida
con una extensión de los modelos de la psicología individual a todos los otros ámbitos, y
que es claramente insuficiente para manifestarse sobre las peculiaridades que en estas
tienen lugar.

El sentido A estaría mostrando que los ámbitos en términos de modelos conceptuales,


yendo del individuo al grupo, a la institución y a la comunidad, generan un efecto de
territorialización con la consecuente violencia simbólica.

El aporte de Bleger lo ubica en el terreno de la innovación, ya que plantea la apertura a la


movilidad y al uso de modelos conceptuales que provienen de diversos ámbitos. El autor
dirá que “...a medida que vamos abarcando en la práctica nuevos ámbitos y se estructuran
nuevos modelos conceptuales adecuados, se impone el sentido B”.

Está concepcion (sentido B) nos permite por ejemplo al trabajar en clínica con un sujeto
(individuo), poder pensar los distintos planos que lo componen así como las diversas
dimensiones que se hallan “jugadas” en esa singularidad; donde el mismo está incluido en
distintos grupos, su familia, una determinada comunidad, al tiempo que es subjetivado por
múltiples instituciones.

También nos habilita en la utilización de una herramienta, como por ejemplo el mapa de red,
surgido para intervenir en determinado ámbito como lugar empírico (comunidad), para

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trabajar en otro como puede ser la clínica individual, donde se lo estaría utilizando para
abordar y comprender las redes sociales de un paciente determinado.

Vemos claramente como Bleger propone una inflexión respecto al modelo conceptual
predominante, que estaba centrado en las disciplinas, con alto nivel de especificidad y bien
delimitadas unas de otras. En dicho modelo al individuo debía abordárselo con teoria y
tecnica de alguna rama de la psicología individual, igualmente con un grupo, al que debía
tratarse con teoria y tecnica de grupos, y por supuesto, siempre manteniendo la relación
entre el recorte espacial y la teoría y la técnica que para dicho ámbito se había gestado.

Campo: lo que nos sugiere la noción de campo antes que nada, es que no estamos ante un
objeto discreto con las cualidades que les son propias y que se constituyeron como tales en
el encuentro con una forma de posicionamiento epistémico del sujeto cognoscente. Sino
que está noción rescata lo diverso como aquello que agrupa lo discontinuo, sin cultivar lo
homogéneo, y nos ubica en una concepción epistemológica de la complejidad, esto último
implica una nueva manera de pensarnos a nosotros mismos, la ciencia que producimos y el
mundo que construimos gracias a nuestras teorías y nuestra capacidad creativa.

Está noción amplía las posibilidades respecto a lo que se investiga, pudiendo pensar ahora
si desde la lógica de la paradoja y de lo discontinuo, dejando atrás un pensamiento lineal
causa-efecto. Este movimiento de descentramiento estaría implicando posicionarse desde
una epistemología que contemple lo transdisciplinario, lo que posibilitaría generar mayor
visibilidad ya que se minimizarían ciertos puntos ciegos, entendiendo por éstos un cierto
campo de visión epistémico que no es advertido, fenómeno que también involucra el no
darse cuenta que no se ve, es decir, una “ceguera de segundo orden”. Es decir, nos permite
percibir los impensados de una teoría, o sea, aquellas invisibilidades producidas a partir de
sus condiciones de posibilidad de enunciación.

Nos permite plantear la relación de indeterminación en las díadas de términos, ya no


individuo-sociedad sino, individuo:sociedad. La relación es de incertidumbre, lo cual nos
remite a un camino de investigación. Hablamos de procesos a elaborar, porque la relación
no está marcada y no sabemos bien cual es la relación.

De está manera las fronteras que unen separando o separan uniendo se vuelven difusas,
porosas, de límites inexistentes o imprecisos, lo que nos habilita a pensar en términos de
conexiones y acoples. Condición de posibilidad para pensar en términos de multiplicidad, lo
que lleva implícito el trabajo en el entre, en él “y”, donde se establecen entre los elementos
la síntesis conectiva que es lo inmanente mismo del encuentro.

La figura que se ubicaría en el lugar del sujeto cognoscente, no es la del técnico, sino la del
investigador, ya que no hay técnicas que aplicar.

El término de campo permite intervenir y pensar en relación a un corte de realidad donde ya


no existe un sujeto cognoscente escindido de un objeto de conocimiento. Al primero lo
concebimos desterritorializándose para advenir constructor de un campo de conocimientos,
al tiempo que al segundo, campo de problemáticas a formular. Ninguno posee existencia
propia en tanto se conforman como tales en el encuentro, y es por ello que les corresponde
ser pensados en términos de inmanencia. El proceso de conocimiento es un espacio
abierto, interconectado y susceptible de adaptación y modificación en conexión con una
realidad que es antes que nada contextual.

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El trabajo en campos de problemas y no de objeto unidisciplinario implica considerar que
pensar problematicamente es trabajar ya no desde sistemas teóricos que operen como ejes
centrales sino pensar puntos relevantes, que operen permanentemente descentramientos y
conexiones no esperadas; el problema no es una pregunta a resolver sino que los
problemas persisten e insisten como singularidades que se despliegan en el campo.

En términos de campo no hay lugar para lo teórico por un lado y lo práctico por otro como
categorías disociadas, ya no teoría-práctica, sino relaciones de indeterminación, es decir,
teoría:práctica.

La práctica es un conjunto de conexiones de un punto teórico con otro, y la teoría un


empalme de una práctica con otra. Es en esto en lo que una teoría no expresa, no traduce,
no aplica una práctica; sino que es una práctica.

Desde este posicionamiento no se piensa ni opera desde un marco teórico que estaría
signado por la lógica de lo uno y sumido en criterios de verdad adhiriendo a relatos
totalizadores y totalizantes. Se trata de construir instrumentos para pensar campos de
problemáticas, donde la constitución del campo de conocimientos desde donde intervenir se
va construyendo atendiendo a lo específico, lo local y puntual, y donde no tienen cabida
cristalizaciones teórico-técnicas con criterio de universalidad.

Una teoría es exactamente como una caja de herramientas. Es preciso que sirva, que
funcione. Y no para uno mismo. Si no hay personas para utilizarla, comenzando por el
teórico mismo, que deja entonces de ser teórico, es que no vale nada, o que el momento no
llegó aún.

La tarea propositiva entonces apunta al desdisciplinamiento de los cuerpos disciplinarios,


cuestión que implica incurrir en procedimientos complejos por cierto y que estan
encaminados hacía una elucidación crítica, la que podríamos descomponer en 3 grandes
líneas:
1. desnaturalizar los dominios de objeto instituidos sin por ello invalidar los
conocimientos que ellos han producido y producen
2. deconstruir las lógicas desde donde han operado sus principios de ordenamiento
3. genealogizar, o al menos realizar algunos rastreos genealógicos que permitan
interrogar los a priori desde los que un campo de saberes y prácticas ha construido
sus conceptualizaciones

Es importante tener en cuenta, que donde se construye un campo de problemáticas siempre


existe también algún indicio de territorialización y a la inversa. Respecto a la primera
derivación, siempre en el campo aparece un efecto de teoría, es decir, surgen
micro-instancias donde lo procesual queda capturado bajo la égida del territorio. En cuanto
a la segunda, siempre en un efecto de territorialización se materializan líneas que
desatienden la captura, son desvíos que trascienden los dominios de ese territorio y que
podrían, si el técnico cede, ingresar en un proceso de desterritorialización. Situación que
solo es posible si se contempla al desvío y se da cabida a lo novedoso que insiste y no
puede ser comprendido desde un referente teórico disciplinario dado.

Alejandro Busto
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Fernández, AM. (2007). Haciendo met-odhos. En: Las lógicas colectivas. Imaginarios,
cuerpos y multiplicidades.

Hacía un criterio de problematización recursiva: el criterio de trabajar en un campo de


problemas implica una serie de cuestiones epistémico-metodológicas. Se trata de pensar
problemas; está modalidad de pensamiento a su vez debe operar como caución
metodológica frente a los deslizamientos esencialistas, frente a la tendencia a tomar autores
como referentes de verdad y no como herramientas o instrumentos para pensar.

Desde está perspectiva, está propuesta de indagación conceptual no trabajara con un


marco teórico elaborado previamente sino con un criterio de construcción de caja de
herramientas. Está idea supone en principio dos cuestiones basicas:
- La elaboración conceptual no tomará las teorías y/o los autores de los que se nutra
como sistemas que operen como fundamentos de verdad o relatos totalizadores. Se
trata de construir instrumentos para pensar problemas
- Su composición no puede realizarse más que gradualmente a partir de la elucidación
de situaciones específicas.

Pensar problemáticamente implica construir estrategias de pensamiento que eviten


adhesiones u oposiciones a los autores con los que se trabaja; en tal sentido, supone
interrogar los problemas que sus teorizaciones han hecho posibles.

Problematizar es abrir a la elucidación. Elucidar supone pensar lo que se hace y saber lo


que se piensa. Para ello se ha ido conformando una modalidad específica de indagación:
desde las respuestas reconstruir sus preguntas, para poder así indagar sus impensables.
De ahí que desde un principio se ha planteado la tarea de pensar como elucidación,
entendiéndola cómo una labor propositiva, una exploración acerca de, inacabada, sujeta a
revisiones y ajustes provisorios, aunque no por eso menos rigurosos; se tratara de pensar
sobre lo hecho mientras se buscará conocer con mayor precisión eso que, como hecho,
deberá ser deshecho, para entender su irradiada composición. Un trabajo elucidativo se
nutre de diferentes procedimientos de indagación; los más frecuentes son:
- Las desnaturalizaciones de sentidos comunes disciplinarios
- Las deconstrucciones de las lógicas de la diferencia con que opera un campo de
saberes y prácticas
- El rastreo genealógico de la construcción de las nociones de los cuerpos teóricos
con que se trabaja

Una teoría enmarca sus áreas de visibilidad e invisibilidad, sus enunciados y sus silencios
desde una compleja articulación de un conjunto muy heterogéneo de factores. Las ideas no
son ideas; en sus condiciones de posibilidad de enunciación confluyen los a priori
epistémicos desde donde pueden pensarse las urgencias sociohistóricas a las que un
campo de saberes y prácticas responde, las tensiones institucionales que la atraviesan, etc.
En tal sentido lo que una teoría no ve, o no enuncia, no son sus eventuales errores o
defectos, sino sus objetos prohibidos, sus objetos denegados, sus impensables.

Estos factores actúan de modo implícito, pero operan en el centro mismo de un campo de
saberes y prácticas. Por todo lo dicho anteriormente es necesario aquí el trabajo de
pensamiento desde un criterio de caja de herramientas, la cual permite:
- Desmontar las teorías evitando su cristalización en cuerpos de doctrinas
- Abrir visibilidad y consiguiente enunciabilidad, permitiendo nuevas teorizaciones
- Pensar problemas y no instituir sistemas
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- Pensar sin anular los aportes unidisciplinarios pero relativizando los efectos de
verdad que estos suelen instituir
- Recuperar la potencia enunciativa de nociones teóricas que la certeza de sus
sentidos comunes disciplinarios pudiera haber erosionado

La caja de herramientas, en nuestro caso, incluye el diseño de dispositivos de intervención


grupales, institucionales, comunitarios; estos artificios entendidos como máquinas de
visibilidad crean condiciones de posibilidad para la indagación de situaciones específicas.

Esto vuelve borrosa la distinción clásica de teoría y práctica, ya que los dispositivos en
acción son teorías en acto y a su vez “las prácticas” que ellos despliegan interpelan
permanentemente saberes instituidos y abren a reconceptualizaciones.

Saberes en acción, práctica o prácticas produciendo conceptus en recursividad permanente,


crean condiciones de posibilidad en ese pensar-hacer en situación para impedir la
dogmatización teórica y la esterilización de las prácticas. El resorte para ello es justamente
la caja de herramientas que habilita a pensar en situación. Por tal motivo, los diseños de
intervención y las tecnologías que desplegamos son propias de cada intervención, en
función de su especificidad.

Así como este programa de indagación conceptual se propone la conformación de una caja
de herramientas en permanente construcción y no un “marco teórico” a aplicar para analizar
materiales de terreno, lo mismo ocurre con sus consideraciones metodológicas. No se trata
aquí de una metodología que se define a priori, sino que a partir de los problemas que
necesita pensar se despliegan criterios y recaudos metodológicos en situación que van
gestando orgánicamente su propio estilo de indagación.

Alejandro Busto
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Martínez Guzmán, A. (2014) Cambiar metáforas en la Psicología Social de la Acción
Pública: De intervenir a involucrarse.

Introducción

La palabra “intervención” puede adquirir una enorme cantidad de significados: su uso es


extendido, heterogéneo y muchas veces ambiguo. Utilizada no solamente dentro de las
ciencias “psi”, sino también por otras disciplinas sociales cuyos intereses académicos y
proyectos profesionales son diversos y a veces dispares.

Así, la intervención se ha convertido en un lugar común, en una noción naturalmente


asumida que ha quedado fuera casi por completo de la problematización y la reflexión
crítica. El concepto mismo de intervención ha sido apenas cuestionado.

Su cuestionamiento es importante si partimos de la idea de que el lenguaje no solo


representa o designa la realidad, sino que contribuye activamente a su constitución. Lo que
está en juego cuando se adoptan o rechazan ciertos conceptos es algo más que el acuerdo
técnico sobre la representatividad de los términos o la “corrección política” de los mismos en
el orden de la diplomacia del lenguaje. Por el contrario, estos arreglos tienen que ver con la
manera en que concebimos y, por tanto, constituimos nuestras prácticas disciplinarias, con
el establecimiento de cierto tipo de relaciones, la asunción de unas funciones u otras, y la
concepción del Otro y de uno mismo en el marco de la acción colectiva.

La intervención como problema

Si bien la “intervención” tiene distintas definiciones, según distintos autores, en general es


considerada como una tarea que busca poner a funcionar, en contextos específicos, una
serie de herramientas teóricas y metodológicas en la persecución de un fin práctico. De está
manera la intervención se considera preponderantemente perteneciente al ámbito de lo
práctico, donde las teorías se “aplican”, y no donde se generan. Y está consideración a
menudo disimula la profunda dimensión teórica y política sobre la que se erige el campo de
la intervención, y la manera en que está contribuye a producir y reproducir ciertas formas de
conocimiento y ciertas concepciones de la acción social.

La intervención social implica una serie de concepciones y prácticas que contribuyen


activamente a constituir las posiciones de “interventor” e “intervenido, otorgandole a cada
cual un determinado lugar en el proceso de acción colectiva, donde se privilegian el papel
de las y los intelectuales en el proceso de transformación social, al situarles como elemento
principal del cambio.

Además de lo anteriormente mencionado, se encuentra el discurso de la “participación”


como una forma de manipulación, así como un dispositivo para legitimar decisiones que se
generan en los centros de poder; y, también, la distinción asimétrica entre conocimiento
popular y conocimiento científico, y el sistemático privilegio epistemológico otorgado a este
último como la guía legítima y efectiva para la acción.

Concebir la problematización de todos estos elementos


- La constitución de cierto tipo de sujetos
- Las relaciones entre estos sujetos
- La manera en que se definen sus problemas
- El estatuto y la función del conocimiento científico
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…como punto de partida es una ruta fértil para el cuestionamiento y transformación de las
prácticas de la psicología social en el ámbito de la acción colectiva, cuestionamiento que
pasa por analizar y reinventar los discursos que las constituyen.

La metáfora como vía de interrogación

La metáfora puede definirse como una figura lingüística en donde una cosa es comparada
con otra implicando que una cosa es la otra, como en el caso de “la laguna es una ventana
a la tierra”. Así, la metáfora establece cierta semejanza entre una experiencia, acción u
objeto, por un lado, y una palabra, frase o concepto ampliamente conocidos, por el otro. A
menudo consiste en comunicar lo desconocido mediante su transposición en términos de lo
conocido. A través del tejido de estas asociaciones, las metáforas configuran vínculos
particulares con el mundo, organizan la experiencia y funcionan como herramientas de
comprensión.

La metáfora impregna la vida cotidiana, no solo el lenguaje, sino también el pensamiento y


la acción. Nuestro sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y
actuamos, es fundamentalmente de naturaleza metafórica.

Interrogar el concepto de intervención a través de la metáfora es una de tantas formas


posibles de exploración. La metáfora es una herramienta eficaz para develar asociaciones
insospechadas, y de está manera, útil para indagar en el terreno de las preconcepciones y
los conceptos naturalizados. De está manera, abre una brecha para la exploración de
nuevas figuras y comprensiones.

La metáfora y la acción mantienen íntimos parentescos. Cuando alguien construye una


metáfora está literalmente haciendo algo, a saber, articulando en un particular arreglo dos
objetos del pensamiento o del discurso que estaban previamente desvinculados. Pero
además, las metáforas sirven como guías para la acción. Las acciones guiadas por una
metáfora tenderán a ajustarse a la metáfora y, de está manera, se reforzará su capacidad
para dar coherencia a la experiencia.

Está potencia para organizar la acción se desprende de la cualidad asociativa de la


metáfora. Así, expresiones como “tu afirmación es indefendible” o “tu crítica dio justo en el
blanco”, se desprenden de la metáfora “una discusión es una guerra”, y en ese sentido, las
acciones que se ejecutan en una discusion se llevan a cabo en términos bélicos. Se
considera al otro como un oponente, se considera que se ha ganado o perdido la discusión,
se defienden posiciones y se planean estrategias, etc.

De está forma, la metáfora no sólo enfatiza ciertos aspectos de la experiencia, sino que
también suprime o excluye otros posibles, que derivarían en un significado diferente. En la
metáfora “una discusión es una guerra”, por ejemplo, se dejan de lado los aspectos
cooperativos y mutuamente enriquecedores de la discusión.

En este sentido, las metáforas son dispositivos para producir conocimiento y vehiculizar la
acción, y por lo tanto, su análisis es una buena oportunidad para dar cuenta de la dimensión
instituida del concepto metafórico de “intervención”, así como también, nos permitirá atender
a la dimensión instituyente de la metáfora, su posibilidad de innovación y generación de
nuevas figuras y significados; es está dimensión, precisamente, de la que emergen la
creatividad y el cambio social.
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La generación de nuevas metáforas nos permitirá establecer conexiones y asociaciones


alternativas entre significados hasta entonces desvinculados; relaciones que nos pueden
ofrecer perspectivas distintas y renovadas, que nos conducirán a “delinear nuevos objetos,
desarrollar nuevos métodos”. La metáfora se vuelve una forma de preguntar y reinventar, un
instrumento de interrogación y producción de conocimiento, un medio para aprehender lo
social y para desarrollar un “entendimiento alegórico”, más próximo a la experiencia
localizada, corporal y afectiva, que abre vías para producir figuras retóricas que hablen de
las cosas sin agotarlas.

La intervención como metáfora

La intervención social es una operación quirúrgica

¿Cuál es el parentesco metafórico entre estos dos campos de experiencia? En primer


lugar,ambas prácticas distinguen claramente dos actores: el cirujano o interventor y el
paciente o beneficiario. Además, intervenir quirúrgica y socialmente es un proceso
controlado racionalmente por el interventor y requiere la posesión de un saber experto que
legitima dicho control. Asimismo,para intervenir es necesaria la identificación de un
problema, anormalidad o desviación que requieren o demandan ser intervenidos. El cuerpo
intervenido es un cuerpo pasivo, está claramente delimitado, se puede medir, evaluar y
controlar a través del instrumental técnico adecuado, y se espera que presente una palpable
mejora tras la intervención.

Este isomorfismo se evidencia en el léxico que puebla la literatura sobre intervención social.
Suele decirse que debe realizarse un diagnóstico social, que hay que evaluar el resultado
de los programas, realizar un análisis de las circunstancias y los recursos, establecer un
diseño de tratamiento y dar un seguimiento adecuado.

Estas expresiones se avecinan al lenguaje médico y a los discursos que provienen de los
ámbitos clínicos/terapéuticos

En está metáfora próxima al ámbito médico las asociaciones no son azarosas ni casuales,
sino que responden a una determinada manera de concebir la acción; nos dicen algo sobre
cómo nos situamos ante el resto de actores sociales, qué sentido damos a las actividades
que realizamos y que lugar otorgamos al contexto social en que actuamos.

Intervenir es como cerrar una ventana

La causación es uno de los conceptos más utilizados para estructurar y organizar


metafóricamente realidades físicas y culturales, y proviene de la experiencia cotidiana de la
manipulación directa.

El modelo metafórico de la causación, que se desprende de manipulaciones físicas como


cerrar una ventana, evoca con soltura las prácticas que solemos llamar intervención
psicosocial. Está orientado por una secuencia mecánica y un determinismo en una sola
dirección: una causa conduce a un efecto en una trayectoria invariable y con resultados
previsibles. Como en la intervención social hay una implícita distinción entre interventor e
intervenido; dichos componentes de la ecuación deben estar claramente diferenciados para
fines de que la metáfora funcione. La agencia (energía, responsabilidad) y el conocimiento
(plan) estan localizados en el interventor, mientras que el intervenido tiene un rol pasivo, es
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un paciente. Este modelo de acción es compatible con la siguiente definición: “Se puede
definir la intervención social como la acción que se realiza sobre personas y grupos con la
intención de producir una mejora”.

La preposición “sobre” nos indica que esa acción recae en un paciente; una acción que un
agente realiza sobre alguien, y no con, para o a través de. En estas circunstancias, la
intención de producir una mejora solo puede ser localizada en quien emprende la acción.

Así, está analogía nos permite asomarnos al sentido vehiculizado en la noción de


intervención. Nos muestra que ésta opera con un guión de acción que requiere unos
personajes específicos y una particular disposición de la escena y los movimientos. Un
agente y un paciente, un plan y una energía que provienen del primero, un cambio en el
segundo a partir del ejercicio agenciado del primero, una resolución premeditada.

Está escena coloca al intervenido como un actor sin agencia, sujeto al mismo tipo de
influencias que reciben los objetos físicos del mundo, como la ventana.

Como se ha dicho antes, la metáfora, cuando actúa, muestra al mismo tiempo que esconde.
Por ejemplo, la idea de una agencia interventora que actúa sobre un actor social
diferenciado y en carencia o necesidad, opaca los procesos de transformación que acaecen
al propio interventor durante su implicación en la acción. También opaca los aspectos
contingentes, inciertos e imprevistos,que escapan al control instrumental y que influyen
decisivamente en la cualidad y el curso de acción. Así, ensombrecen los aspectos
cooperativos, la influencia mutua y la determinación recíproca, la agencia distribuida que
constituye la acción colectiva y los espacios de indeterminación que se abren en ella, pasan
a un segundo plano.

La intervención es una metáfora zombi (tecnologías de gobierno)

La noción de intervención funciona como una metáfora “muerta”, en el sentido de que está
tan convencionalmente fijada en el léxico de las disciplinas sociales que ha perdido su
sentido alegórico para terminar por percibirse como una expresión literal y objetiva, como
algo claro que referencia a un conjunto de experiencias que no podrían ser nombradas de
otra forma. Lizcano (2006) usa el término de metáfora zombi, ya que si bien ha perdido su
frescura alegórica sigue modelando activamente el concepto en uso. Se trata de un
auténtico muerto viviente, un muerto que vive en nosotros y nos hace ver por sus ojos,
sentir con sus sensaciones, idear con sus ideas, imaginar con sus imágenes.

Está cristalización y fosilización de la metáfora interventiva puede situarse históricamente en


el marco del surgimiento y consolidación de la lógica científica como mecanismo de control
y regulación social. La intervención, en este contexto, se postula como una vía de acceso a
la modernidad: se encargará de salvaguardar el pacto social y de detectar y clasificar lo
“anormal” y de generar formas de disciplinamiento.

Desde está perspectiva, la intervención puede entenderse como una tecnología de


gobierno: mecanismos, estrategias y procedimientos utilizados para hacer efectivo un
campo de poder, orientadas a producir efectos determinados en la conducta de otros, de los
intervenidos. La intervención contribuirá a la reproducción de determinados órdenes
sociales. Establecerá mecanismos de observación, registro, análisis, comparación y
clasificación. Este ejercicio genera saberes que irán configurando el campo de la

Alejandro Busto
14
intervención y que darán lugar a la identidad de un sujeto profesional dueño de estos
saberes y en consecuencia legitimado para intervenir.

La intervención como metáfora zombi da sentido y organiza ciertas prácticas desde la


sombra, juega un papel importante en la consolidación de la intervención como tecnología
de gobierno. El uso naturalizado de la metáfora interventiva dificulta la reflexión con
respecto a nuestras prácticas profesionales y la manera en que estas contribuyen a
reproducir o desafiar determinados órdenes sociales o formas de relación. En definitiva, el
uso naturalizado y generalizado reduce la posibilidad de formas en las que es posible
involucrarse en procesos de acción colectiva.

La metáfora del involucramiento

Invito a pensar en el término involucramiento como herramienta para construir una forma
alternativa de situarse y concebir el papel del investigador/profesional en el campo, de
organizar la acción de generar relaciones con otros actores sociales.

De manera general (pero no son los únicos) hay 3 aspectos de la metáfora del
involucramiento que difieren de los de la intervención:
1. La posición del profesional/investigador ante el problema el campo
2. La relación entre los actores -incluyendo al profesional/investigador-
3. La concepción de conocimiento y acción en un proceso de transformación social

La posición del profesional/investigador en el escenario social: formar parte de un


entramado

En primer término, la noción de involucramiento se aleja de la noción de intervención porque


busca romper con la relación de exterioridad desde donde se actúa. La idea de involucrarse
nos ayuda a desmarcarnos de la perspectiva externa desde donde se abordan los
problemas sociales y se organiza la acción. Desde está posición, el sujeto profesional no es
un agente externo que, desde la distancia y desde fuera, decide intervenir
voluntariosamente en una problemática que, en principio, le es ajena. Por el contrario, el
desafío consiste en pensarse como parte de la situación-problema o del escenario social
sobre el cual se quiere incidir; introducirse en un campo-tema de forma que habitemos un
espacio en un panorama más amplio del que formamos parte. El involucramiento nos remite
a envolvernos o a participar. Involucrarse es introducirse, hacerse parte de.

Se trata de concebir una posición en que nos reconozcamos como circundados por una
trama diversa en la que incidimos pero que nos desborda, de la que formamos parte pero
que no podemos controlar en su totalidad. La idea de involucrarse en un campo-tema facilita
pensar la propia experiencia como parte de una forma de acción que acontece en una red
temporal en donde convergen actores heterogéneos: humanos,materiales, sociotécnicos.
En una red de está naturaleza la agencia está distribuida y la acción es siempre producto de
la colectividad.

Ubicarse en este espacio hace que la distinción entre la situación-problema bien localizada
que uno delimita e interviene y el mundo social más global donde ésta se inscribe se vuelva
difusa. La perspectiva entonces es la de atender una red de actores que, a escala general y
particular, estan implicados en dicho campo-tema. Así, uno está involucrado en un
campo-tema en tanto que uno siempre está en medio, envuelto en una red que lo
constituye.
Alejandro Busto
15

Si partimos de está posición, el profesional participa de igual manera que el resto de los
actores, aunque con instrumentos y vocaciones diferentes, en la constitución del campo
social que se busca transformar.

Se trata de pensar el campo como una totalidad de factores coexistentes concebidos como
mutuamente interdependientes que son responsables de o permiten explicar la conducta y
la acción. Buscando comprender las diferentes fuerzas actuando en su entorno y en un
contexto más amplio, sean estas psicológicas o no.

La relación entre los actores sociales: articulación


Está interioridad del sujeto profesional y del resto de los actores involucrados no es
identitaria: no se refiere a la pertenencia -de clase, género, raza- a un grupo esencialmente
determinado; no es del tipo “soy parte de la comunidad”. Asumir que formamos parte de una
red que conforma el escenario social no significa asumir que los actores son homogéneos.

La acción localizada en una red heterogénea participa igualmente de la diferencia y de la


comunidad. En el entramado del campo social, los actores se relacionan desde las
diferencias: la red no los homogeniza. Se trata de una diferencia en tanto proliferación
indefinida de particularidades.

La lógica del involucramiento se aparta de la lógica en la que los distintos actores registran
su acción en una clave única: las mismas necesidades de partida, los mismos horizontes de
movimiento.

La lógica del involucramiento nos acerca más a la idea de establecer tensiones creativas
entre las distintas partes, vínculos descentralizados y diversos entre comunidades, saberes
y actores sociales que a menudo se mantienen apartados.

El término involucrar no determina de antemano la estructura de la relación o la dirección de


la acción. Involucrarse con alguien implica mantener unos vínculos significativos, pero
guardando un campo de indeterminación y variabilidad de dichos vínculos.

Una forma útil de replantear la relación que se establece con otros actores en un proceso de
acción colectiva es a través de la noción de articulación. Históricamente los portadores del
conocimiento científico se han convertido en portavoces sustentando su posición a través
de un distanciamiento objetivo, por medio de una relación de exterioridad y disyunción que
se hace visible en el binomio interventor/intervenido. Pero la articulación supone una
posición radicalmente distinta para comprender el vínculo: el entramado de actores sociales
no es el objeto que será representado por el profesional, sino que será el sujeto de la acción
que define y produce sus propios términos de representación.

En lugar de partir de posiciones asumidas a priori, la articulación permite pensar múltiples


arreglos que se van constituyendo relacionalmente. En la articulación, el sujeto profesional
no tiene inherentemente el rol de catalizador. Si bien estas posiciones y funciones pueden
ser ocupadas en uno o varios momentos, la idea de articulación no anticipa y fija las
posiciones y posibilidades de relación: sino que da espacio al juego y la movilización, a la
negociación y reconfiguración de funciones en el proceso de transformación y a una
distribución dinámica y multidireccional de la agencia y la acción.

Alejandro Busto
16
La interioridad del sujeto profesional con respecto al campo-tema contribuye además a
hacer visible las transformaciones que le acontecen como parte del proceso de acción.
Mientras que la intervención dibuja una trayectoria donde la agencia y la acción pasan del
interventor al intervenido, involucrarse abre un espacio de reciprocidades y
entrelazamientos que dan cabida a las intervenciones que recaen sobre el interventor.

En el momento en que deja de ser claro quién interviene y quien es intervenido, quien actúa
y quien recibe la acción, quien cambia y quien es cambiado, entonces la distinción
interventor-intervenido deja de tener sentido.

Concepción de conocimiento y acción: conocimiento situado, acción inmanente

A diferencia de la intervención, donde el interventor posee un programa, una habilidad, un


conocimiento que le otorga tal lugar y que conduce la acción y el cambio, el involucramiento
nos aproxima a la idea de que la dirección de un cambio no está preestablecida y responde
a una sucesión de intereses y fuerzas locales y temporales. Descartar un conocimiento
absoluto y predeterminado para emprender y conducir la acción colectiva, nos sitúa en una
posición más cercana a concebir el conocimiento como una práctica social más, sujeto a las
contingencias de los encuentros.

El control, la predicción y la certidumbre asociados a la intervención dejan de ser


parámetros de referencia. La metáfora del involucramiento nos acerca más a la autonomía
creativa que al protocolo detallado. La indeterminación presente en la noción de
involucrarse convive mejor con la idea de que reglas simples y generales contribuyen a que
haya un mayor despliegue de flexibilidad y creatividad.

La noción de conocimiento situado puede ayudarnos a definir este re-posicionamiento del


papel del conocimiento en la acción colectiva. Está noción sugiere que el conocimiento no
se produce desde ninguna parte preestablecida, sino que tiene unas coordenadas de
producción muy específicas en el mundo social, y es está localización terrenal lo que le
conceden una “objetividad situada” o una validez ética y política. El conocimiento es
generado localmente y es puesto en juego en procesos locales. No aspira a la validez
universal y, sin embargo, puede servir como experiencia heurística para otros proyectos que
transiten por caminos similares.

Este conocimiento producido y aplicado en escenarios sociales, no es esencialmente


diferente del resto de conocimientos puestos en práctica por otros actores en un proceso de
relación y transformación social.

Este punto de mira permite rescatar la sensibilidad etnometodológica para reconocer a los
actores sociales como miembros competentes de una comunidad, participantes en la
realización práctica de los escenarios sociales que habitan, poseedores de un conjunto de
saberes cotidianos con los que activamente sostienen y transforman arreglos sociales,

Podríamos hablar de una suerte de acción inmanente, en el sentido de que no se buscan


establecer fundamentos últimos y exteriores a la acción o unos principios trascendentales a
los que la acción obedezca, sino que los principios que rigen y vehiculizan la acción, en
cada ocasión, son inherentes a la producción de la acción misma. Cada acción particular
contiene dentro de sí sus principios de operación, sus fines y sus fuerzas,

Alejandro Busto
17
Raggio, A. (2000) Intervención y campo de intervención. En Rivero, N. (Ed., 2000),
Psicología Social: estratégias, políticas e implicaçoes

La separación entre campo de intervención y campo de análisis es una herencia


institucionalista en la cual está jugada, implícitamente, la cuestión del “artificio técnico”,
como implementación extraña al campo, ajena al proceso en el que se interviene. Por esto
es que planteamos reconsiderar el campo de análisis como singularización inmanente al
campo de intervención.

Desde está perspectiva, intervención no es un problema técnico y ni siquiera de estrategias


pasibles de ser situadas a priori, sino que es básicamente un problema ético.

De la naturaleza del campo de intervención

Nos resulta bastante habitual delimitar la especificidad de un campo de trabajo de acuerdo a


una división en ámbitos de prácticas. Desde este punto de vista tendríamos, ámbitos
educativos, laborales, comunitarios, etc. Es decir, una taxonomización que nos presenta la
realidad en “ámbitos”, establecidos en función de una evidencia empírica, más o menos
sobrecodificada por diferentes lógicas de sentido.

Una primera deconstrucción de está forma de clasificación por ámbitos nos deja al
descubierto 3 líneas de sentido predominantes:
1. la evidencia empírica
2. las lógicas técnicas
3. los objetos disciplinarios

Estas líneas trabajan comúnmente juntas, yuxtaponiéndose y colaborando a generar


aquello que acostumbramos a reconocer como objeto de nuestras acciones.

Las lógicas técnicas y los objetos se anudan, anticipando y encubriendo los procesos en los
que se interviene. Se jerarquizan objetos en tanto estos son funcionales a los
requerimientos de las estrategias elegidas, así, los distintos objetos en donde se operará,
no son otra cosa que una noción teórico-técnica, una particular codificación del campo, que
busca hacer operativo este campo a los fines de la estrategia referida.

De está forma, se puede decir que siempre se interviene en procesos subjetivos. Ya no hay
“objetos”: individuos, grupos, comunidades, o sea, cuerpos naturalmente organizados. Y si
parece haberlos, o bien son alucinaciones técnico-disciplinarias de nuestra mirada, o bien
cristalizaciones que no dejan de ocultar los complejos procesos subjetivos, sus
agenciamientos colectivos y sus maquinaciones deseantes.

El campo de intervención ya no podrá ser definido por ninguna modelización teórico-técnica,


ni evidencia empírica (ámbito) alguna. Solo entonces, podrá ser pensado como red de
composición: es decir, plano de inmanencia, entendido de acuerdo a las relaciones que lo
constituyen, las segmentarizaciones que lo atraviesan, los actores que en él se articulan y
las formas organizativas que, con mayor o menor rigidez, se ha podido dar a sí mismo.

Alejandro Busto
18
De la naturaleza del campo de análisis

La separación entre campo de intervención y campo de análisis cae en la vieja dualidad


metafísica entre empiria e idealidad conceptual, operatoria y esquema nocional, o
concretamente entre campo de intervención y campo crítico o de análisis.

El campo de análisis o espacio analitico es un espacio diferencial (pero no diferente) que se


forma por singularización a partir del propio campo de intervención, un pliegue de ese
mismo campo que reflexiona sobre sí mismo y sus sentidos posibles. Desde aquí, la
dimensión técnica no es otra cosa que una implementación instrumental específica
destinada a la apertura y sostén del espacio de análisis.

Como lo plantea Freud en su teoría, el espacio de análisis está ubicado en la dialogía entre
paciente y analista, más allá de que está dialogía sea específica del dispositivo
psicoterapéutico psicoanalítico, lo importante es donde está ubicado el espacio de análisis:
en la dialogía.

Sin embargo, si seguimos desplegando la metáfora espacial del espacio de análisis, no


podemos detenerla en la naturaleza dialógica del campo de análisis, ya que esto implicaría
perder de vista la dimensión social del acontecimiento analítico, es decir la práctica analítica
en tanto práctica social. Se trata entonces, dentro de este campo, de producir las
condiciones a través de las cuales el otro se reconozca formando parte activamente de la
realidad social.

Está metafora espacial (pliegue), ademas de permitirnos una reconsideración crítica del
dualismo campo de intervención/campo de análisis, posibilita pensar al espacio de análisis
como una lógica de subjetivación, reflexivamente establecida y articulada en una
continuidad topológica con el espacio social.

La práctica psicológica y su dimensión analítica, en forma genérica, se articulan dentro de lo


que se denomina como “reflexividad de las formaciones sociales”. Es decir, son prácticas,
más o menos institucionalizadas, en las cuales, con el uso regularizado del conocimiento
teórico y técnico, se configuran regímenes en los cuales los sujetos se reconocen y se
significan.

Está ubicación social de las prácticas psicológicas, es la que permite el despliegue de la


reflexión ética en toda su amplitud. Desde ella, ya no será posible desconocer los sentidos
sociales de la intervención psicológica, sea cual fuere el campo en el que se interviene, así
como tampoco será posible desconocer el requerimiento de analizar la implicación con las
lógicas de sentido en las que se articulan los actores de una intervención concreta.

Desde estos parámetros será posible resituar el problema de las estrategias de


intervención. Ubicando una perspectiva en la cual, estas estrategias no queden capturadas
en ninguna lógica trascendente, sino que operen de forma de potenciar una práctica
psicológica dirigida al sostén inmanente de la producción deseante y de la interrogación
acerca de sus modos de existencia. O sea, el sostén de la vida misma y de una
interrogación de sus modos de producirse, sus bloqueos, sus sentidos actuales y posibles.

Alejandro Busto
19
Tema 2 - Dispositivos, lógica y estrategia de intervención

Deleuze, G. (1989). ¿Qué es un dispositivo?. En Michel Foucault, filósofo (pp.


155-163). Barcelona: Gedisa.

Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?. Empiria: Revista de metodología de


ciencias sociales, (6), 29-46.

Stolkiner, A. (2013) Medicalización de la vida, sufrimiento subjetivo y prácticas en


salud mental. Capítulo de libro en prensa.

Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental. En: Internados.
Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales (pp. 132 - 172). Buenos
Aires: Amorrortu.

Preguntas orientadoras del módulo

1. ¿Que es un dispositivo?
2. ¿En qué procesos prácticos se expresa en la construcción de realidades, en la
producción de relaciones de poder, en la producción de saberes, en la producción de
subjetividad?
3. ¿Qué aporta está noción a la manera en que pensamos una estrategia de
intervención?
4. ¿Qué dispositivos actuantes se pueden visualizar en el curso de las intervenciones
psicológicas de distinta naturaleza?
5. ¿Que nos aporta interrogarlos?
6. ¿En qué sentido aplicacionista?

Alejandro Busto
20
Deleuze, G. (1989). ¿Qué es un dispositivo?. En Michel Foucault, filósofo (pp.
155-163). Barcelona: Gedisa.

Un dispositivo es, en primer lugar, un conjunto multilineal: está compuesto de líneas de


diferente naturaleza y esas líneas del dispositivo no abarcan ni rodean sistemas cada uno
de los cuales sería homogéneo por su cuenta (el objeto, el sujeto, el lenguaje), sino que
siguen direcciones diferentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas líneas tanto
se acercan unas a otras como se alejan unas de otras. Cada línea está quebrada y
sometida a variaciones de dirección, sometida a derivaciones. Los objetos visibles, las
enunciaciones formulables, las fuerzas en ejercicio, los sujetos en posición son como
vectores.

Mi interpretación del párrafo anterior: un dispositivo no es algo sólido, sino que es un


conjunto de cosas que son todas diferentes, diferentes en su naturaleza, el lenguaje no es
lo mismo que una persona, tampoco es lo mismo que una ley, ni tampoco es lo mismo que
un objeto (por ejemplo un banco de clase), todas esas cosas son completamente distintas,
pero a la vez, componen al dispositivo. Todas esas cosas son como hilos de una bola de
lana, es decir, el banco es un hilo, el lenguaje es otro, el sujeto es otro, pero al igual que en
una bola de lana, esos hilos van a acercarse cada tanto, y luego se van a ir lejos del hilo
que estaban cerca, y luego a acercarse, y luego a alejarse, y así. La cuestión es que, esa
bola de lana, con esos hilos posicionados de esa manera, es única, no hay otra bola de lana
con sus hilos exactamente posicionados de esa manera, y eso es lo que hace al dispositivo,
que en su heterogeneidad de cosas que lo conforman, hacen algo que es distinto a otra
cosa, que puede llegar a tener cierto parecido, ciertas similitudes a otros dispositivos, sin
duda (por ejemplo, la escuela tiene los bancos posicionados de la misma forma que la
universidad, pero todos estamos de acuerdo que los discursos detrás de cada una son
distintos, los sujetos también, el objetivo es otro, etc)

Desenmarañar las líneas de un dispositivo es en cada caso levantar un mapa, cartografiar,


recorrer tierras desconocidas, y eso es lo que Foucault llama el “trabajo en el terreno”. Hay
que instalarse en las líneas mismas, que no se contentan solo con componer un dispositivo,
sino que lo atraviesan en todas direcciones.

Mi interpretación del párrafo anterior: Esto es básicamente "desarmar la bola de lana" y


ponerse a ver que tan largo es el hilo (en realidad no es así, porque un dispositivo no podes
desarmarlo físicamente como una bola de lana, pero no se me ocurre otra manera de
decirlo), no vas a saber que tan largo es (es decir,no vas a saber sus caracteristicas) si no
te metes adentro de la bola y empezas a recorrer el hilo, eso es el trabajo en el terreno del
lugar donde vas a intervenir, o también, el trabajo en el terreno que se hace al problematizar
un dispositivo, por ejemplo, foucault hizo un análisis genealógico del dispositivo de
sexualidad, y lo que hizo fue "desenmarañar" los discursos que tenían lugar en las distintas
épocas acerca de la sexualidad, etc, es decir, recorrió los hilos que conforman ese
dispositivo para ver qué características fueron teniendo a lo largo de la historia, y así poder
entender mejor el cómo se llegó a lo que se ve hoy en dia

Las dos primeras dimensiones de un dispositivo que Foucault distingue son:


1. curvas de visibilidad
2. curvas de enunciación

Los dispositivos, dice Foucault, son máquinas para hacer ver y para hacer hablar. La
visibilidad no se refiere a una luz en general que iluminaría objetos preexistentes; está
Alejandro Busto
21
hecha de líneas de luz que forman figuras variables e inseparables de este o aquel
dispositivo. Cada dispositivo tiene su régimen de luz, la manera en que está cae, se esfuma,
difunde, al distribuir lo visible y lo invisible.

Mi interpretación del párrafo anterior: Esto refiere a esa cuestión de los dispositivos que,
a la vez que permiten ver algunas cosas, también invisibilizan otras, por ejemplo, el
dispositivo psiquiátrico podría decirse que permite visibilizar ciertas cuestiones en cuanto a
la enfermedad mental, pero también invisibiliza otras como por ejemplo la concepción de
locura que imperó durante tanto tiempo, que no tiene fundamento, porque el loco no existe,
sino que lo que existen son personas con múltiples y heterogéneas
enfermedades/trastornos/etc mentales, que aunque tengan el mismo trastorno, eso no quita
que tengan características distintas entre sí, es decir, la homogeneización "del
esquizofrénico" invisibiliza que cada esquizofrénico es una persona singular. En ese sentido,
el dispositivo lo que hace es legitimar ciertas cosas, ciertos discursos, pero como las
personas somos preponderantemente sujetos lingüísticos, que habitamos entre signos y no
entre cosas, solamente podemos comunicarnos mediante el lenguaje y pensar mediante el
lenguaje, esos discursos también hacen que veamos las cosas de la manera que los
dispositivos lo permiten

Un dispositivo, además, implica líneas de fuerza. Parecería que estas fueran de un punto
singular a otro situado en las líneas precedentes; de alguna manera “rectifican” las curvas
anteriores, actúan como flechas que no cesan de penetrar las cosas y las palabras, que no
cesan de librar una batalla. Las líneas de fuerza se producen “en toda relación de un punto
con otro” y pasan por todos los lugares de un dispositivo. Se trata de la dimensión del poder,
y el poder es la tercera dimensión del espacio interno del dispositivo, espacio variable con
los dispositivos. Esta dimensión se compone, como el poder, con el saber.

Finalmente Foucault descubre las líneas de objetivación: el autor presiente que los
dispositivos que analiza no pueden ser circunscritos por una línea envolvente sin que aún
otros vectores no pasen por arriba o por abajo.

También aquí una línea de subjetivación es un proceso, es la producción de subjetividad en


un dispositivo: una línea de subjetivación debe hacerse en la medida en que el dispositivo lo
deje o lo haga posible. Es hasta una línea de fuga. Escapa a las líneas anteriores, se
escapa. No es seguro que todo dispositivo la implique.

Lo que se subjetiviza son tanto los nobles como los excluidos, los malos, los pecadores, los
ermitaños, las comunidades monacales, los heréticos: toda una tipología de las formaciones
subjetivas en dispositivos móviles. Por todas partes hay marañas que es menester
desmezclar: producciones de subjetividad se escapan de los poderes y de los saberes de
un dispositivo para colocarse en los poderes y saberes de otro, en otras formas por nacer.

Los dispositivos tienen, como componentes, líneas de verdad, de enunciación, líneas de


fuerzas, líneas de subjetivación, líneas de ruptura, de fisura, de fractura que se entrecruzan
y se mezclan mientras unas suscitan otras a través de variaciones o hasta de mutaciones
de disposición.

De está circunstancia se desprenden dos consecuencias para una filosofía de los


dispositivos:
1. El repudio de los universales: el universal no explica nada. Todas las líneas son
líneas de variación que no tienen ni siquiera coordenadas constantes. Lo uno, el
Alejandro Busto
22
todo, lo verdadero, el objeto, el sujeto, no son universales, sino que son procesos
singulares de unificación, verificación, objetivación, de subjetivación, procesos
inmanentes a un determinado dispositivo.
2. Un cambio de orientación que se aparta de lo eterno para aprehender lo nuevo: lo
nuevo se refiere a la creatividad variable según los dispositivos. Todo dispositivo se
define pues por su tenor de novedad y creatividad, el cual marca al mismo tiempo su
capacidad de transformarse o de fisurarse y en provecho de un dispositivo futuro. En
la medida en que se escapan de las dimensiones de saber y de poder, las líneas de
subjetivación parecen especialmente capaces de trazar caminos de creación que no
cesan de abortar, pero tampoco de ser reanudados, modificados, hasta llegar a la
ruptura del antiguo dispositivo.

Pertenecemos a ciertos dispositivos y obramos en ellos. La novedad de unos dispositivos


respecto de los anteriores es lo que llamamos su actualidad, nuestra actualidad. Lo nuevo
es lo actual. Lo actual no es lo que somos sino que es más bien lo que vamos
siendo,loquellegamos a ser, es decir, lo otro, nuestra diferente evolución.

En todo dispositivo hay que distinguir lo que somos (lo que ya no somos) y lo que estamos
siendo: la parte de la historia y la parte de lo actual. La historia es el archivo, la
configuración de lo que somos y dejamos de ser, en tanto que lo actual es el esbozo de lo
que vamos siendo.

Reseña de las discusiones

En Foucault no hay ninguna universalidad de lo verdadero. La verdad designa el conjunto


de las producciones que se realizan en el interior de un dispositivo. Un dispositivo
comprende verdades de enunciación, verdades de luz y de visibilidad, verdades de fuerza y
de subjetivación. La verdad es la realización de las líneas que constituyen el dispositivo.

Alejandro Busto
23
Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?. Empiria: Revista de metodología de
ciencias sociales, (6), 29-46.

El embrión de un concepto: la episteme


Para responder a la pregunta ¿que es un dispositivo? Es necesario profundizar en un
concepto que no solo puede considerarse como la matriz de dispositivo, sino un tipo de
dispositivo en sí mismo: la episteme.

La episteme es “el conjunto de relaciones que se pueden descubrir, para una época dada,
entre las ciencias cuando se las analiza al nivel de sus regularidades discursivas”. La
episteme no es ni el estilo general de las investigaciones en un periodo concreto, ni una
cierta mentalidad que pudiera subyacer a todas ellas, ni una determinada visión del
mundo,ni una estructura general del pensamiento.

La episteme, por el contrario, describe un conjunto de relaciones, una dispersión. No se


trata de un estadio de racionalidad que atraviesa cualquier forma del conocimiento en una
época dada, tampoco de la manifestación última de la inquebrantable unidad del sujeto,
“sino de la desviación, las distancias, las oposiciones, las diferencias, las relaciones de sus
múltiples discursos científicos”.

De está forma, puede señalarse una doble coincidencia entre el concepto de episteme y el
de dispositivo:
1. En primer lugar, ambos remiten a un espacio topológico: un espacio que se define
tanto por la posición que ocupan los elementos que se distribuyen en él (incluida la
distancia que los separa) como por las funciones de dichos elementos. Por ejemplo,
en el “dispositivo pedagógico”, sus elementos no son significantes en sí mismos,
sino que adquieren su significado por la posición que ocupan en un determinado
espacio, por la función que desempeñan y por el tipo de relaciones que entablan
entre ellos.
2. En segundo lugar, ambos refieren a una multiplicidad. Definen multiplicidades de
elementos: la primera hace referencia a la pluralidad de componentes del espacio
del saber, el segundo a un conjunto de piezas que, en forma de grilla, estructuran un
espacio determinado.

El dispositivo
Foucault finalmente reemplaza el concepto de episteme por el de dispositivo. En Vigilar y
castigar, Foucault ofrece una idea de dispositivo. El dispositivo describe el espacio de una
dispersión, la realidad de una multiplicidad de elementos. Sin embargo, el dispositivo
introduce nuevos elementos:
a. define una serie de conexiones íntimas entre saber y poder
b. establece la dispersión del poder a través de una multiplicidad de dispositivos
c. describe la producción de modos de subjetivación del individuo a partir de
determinadas técnicas

Hacía una descripción teórica del dispositivo


Deleuze distingue 4 líneas principales que componen un dispositivo:
1. Líneas de visibilidad: los dispositivos tienen como primera función hacer ver. Su
régimen de luz describe una arquitectura de la realidad, haciendo visibles ciertas
partes y dejando otras en penumbra

Alejandro Busto
24
2. Líneas de enunciación: su función es hacer hablar a través de la producción de un
régimen de enunciación concreto. Estas líneas determinan el espacio de lo
enunciable, aquello que puede ser dicho en el campo de un dispositivo dado
3. Líneas de fuerza: añaden la tercera dimensión que permite al dispositivo ocupar un
determinado lugar en el espacio, adoptar una forma concreta. Recorren la
interioridad de dicho espacio (o más bien la atraviesan) y regulan el tipo de
relaciones que pueden reproducirse.
4. Líneas de subjetivación: se refieren al individuo y describen las condiciones en las
que este se convierte en sujeto/objeto de conocimiento, definen procesos y
funcionan como líneas de fuga.

Los dos primeros tipos de líneas remiten al saber y ya se encontraban presentes en la


definición de episteme. El dispositivo incorpora dos nuevas dimensiones, referidas al poder
y a los procesos de subjetivación.

Foucault define el dispositivo a partir de 3 características:


a. como retícula o red
b. como un tipo de relación
c. como un juego de fuerzas o, más bien, como estrategias de relaciones de fuerzas
soportando unos tipos de saber, y soportadas por ellos

Dispositivo y ciencias sociales


Foucault define el dispositivo como la red que puede establecerse entre un conjunto
heterogéneo de elementos que incluye discursos, instituciones, reglamentos, leyes,
medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas y morales. Por
tanto, el concepto hace referencia a un esquema de representación o grilla de
representación a través del cual pensar fenómenos socio-culturales.

El dispositivo describe espacios topológicos, es decir, espacios definidos por la relación


entre un conjunto heterogéneo de elementos que no son significantes en sí mismos. Así, la
idea de “grilla” que pone en juego el dispositivo se encuentra a medio camino entre el
concepto de “estructura” (que reduce la multiplicidad a un esquema totalizante) y el de
rizoma (pura multiplicidad).

Así, el dispositivo se define en una función de soporte, de cuadro organizador, y si organiza


y hace posible “algo” es porque simplemente hace existir un espacio particular previo en el
que ese “algo” puede producirse. El dispositivo puede ser entendido como el “ambiente” que
da cuenta de la relación que se establece entre los seres humanos y los objetos en la
sociedad contemporánea, relación que no se apoya en una radical separación de lo técnico
y lo simbólico sino en la integración de ambos en un dispositivo.

La noción foucaultiana de dispositivo planteaba la existencia de procesos de subjetivación a


través de los cuales el individuo se convierte en sujeto. Así, el dispositivo se ha convertido
en una referencia a través de la cual examinar los procesos de subjetivación que
determinan la vida de las personas.

En referencia a la relación entre saber y poder, no solamente cada dispositivo incluye


saberes múltiples, transversales, ramificados, sino que el propio dispositivo se convierte en
un medio productor de saber. El dispositivo introduce una idea fundamental: el poder
produce saber. Poder y saber se implican directamente el uno al otro,no existe relación de

Alejandro Busto
25
poder sin constitución relativa de un campo de saber, ni saber que no suponga y no
constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder.

Stolkiner, A. (2013) Medicalización de la vida, sufrimiento subjetivo y prácticas en


salud mental. Capítulo de libro en prensa.

El proceso de medicalización y la hegemonía discursiva

La hegemonía discursiva sólo es un elemento de una hegemonía cultural más abarcadora,


que establece la legitimidad y el sentido de los diversos “estilos de vida”, de las costumbres,
actitudes y mentalidades que parecen manifestar. La hegemonía discursiva puede definirse
como el “conjunto complejo de las diversas normas e imposiciones que operan contra lo
aleatorio, lo centrífugo y lo marginal, indican los temas aceptables e, indisociablemente, las
maneras tolerables de tratarlos e instituyen la jerarquía de las legitimidades. Se trata de un
canon de reglas que forma parte de los dispositivos de control social.

Entre ellos, el hecho de constituirse como una norma pragmática que define en su centro a
un enunciador legítimo que se arroga el derecho de hablar sobre “alteridades” determinadas
en relación con él, constituyendo en ello simultáneamente un ego-centrismo y un
etno-centrismo. Le da derecho de fiscalización sobre los que no tienen derecho a la palabra:
los locos, los criminales, los niños, la plebe campesina, etc.

Hay una profunda imbricación entre el lenguaje “científico” y el “común”, de modo que los
términos de uno terminan circulando en el otro o metaforizando en los discursos de otras
ramas científicas y formando parte de prácticas sociales diversas. La presencia hegemónica
del discurso médico en la vida colectiva y en las vidas singulares cotidianas de los sujetos
forma parte del proceso de medicalización.

La “creación de enfermedades” involucra a actores diversos, entre ellos los centros de


investigación e investigadores cuya dependencia de la financiación suele determinar que la
elección de problemas y la búsqueda de productos sea determinada por sectores privados,
o estatales con los cuales los privados tienen capacidad de influencia. Este fenómeno
puede considerarse una de las consecuencias indeseables de un cambio en las reglas de
juego de la actividad científica, marcado por una creciente mercantilización, que puso en
tensión el tradicional “ethos académico” que guiaba la investigación, con un nuevo “ethos
corporativo”.

La complejidad de actores implica además de las corporaciones a unidades de


investigación, médicos y especialistas, empresas de marketing, periodismo científico de
divulgación general y la promoción de organizaciones de usuarios, apoyadas
financieramente por la industria correspondiente. Así, se aísla o define un problema, se lo
nomina como “enfermedad” o “síndrome” y se lo reduce a su dimensión individual biológica,
a la par que se seleccionan algunas de sus características como “sintomatología”, a la cual
se ofrece respuesta específica preferentemente medicamentosa y, eventualmente, acciones
preventivas. Al hacerlo, simultáneamente se generan prácticas e identidades.

Definir categorías implica generar campos de sentidos y prácticas que las acompañan: se
trata de un proceso de hegemonía discursiva.

Alejandro Busto
26
Es importante señalar, sin embargo, que hegemonía no significa nunca dominio estático y
absoluto, se trata siempre de una arena de conflicto donde hay actores que ponen otras
voces y, por ende, otras formas de nominación y producción de sentido, otras prácticas.

Las instituciones de salud, las prácticas en salud, en las que hegemoniza el paradigma
medicalizante son productoras de subjetividad y, simultáneamente, de padecimiento
subjetivo.

Medicalización, subjetividad y sufrimiento subjetivo, y algunas reflexiones sobre el


psicoanálisis

Las categorías sujeto y subjetividad han sido importadas al psicoanálisis y las ciencias
sociales desde la filosofía, así como también el debate y la reflexión gira alrededor del
sujeto de la modernidad y su crítica. Este se trata de un constructo que considera
esencialmente separado al hombre de la naturaleza, a la cual estaría llamado a dominar, y
lo extraña también de su propia “naturaleza”, relegando el cuerpo a una dimensión de lo
natural regido por las leyes de causalidad y diferenciado de lo “esencialmente” humano que
sería una conciencia pura, razón y libertad, en base a la moral. Así, la medicina moderna
occidental pudo reducir el cuerpo a su dimensión biológica y en algunos casos, como el de
las enfermedades psiquiátricas, incorporar simultáneamente la “falla moral” como
enfermedad. Está idea, es el sustrato de todas las reducciones biologicistas y genetistas
que se hacen hoy en el campo de la salud, que conllevan necesariamente un proceso de
objetivación.

Se trata de un sujeto ahistórico, separado de todo contexto, donde se homologa lo humano


al modelo del individuo burgués moderno, el ciudadano.

La relación entre subjetividad y objetivación está situada en el nudo del análisis de las
formas actuales de producción de subjetividad, se trata de un antagonismo central. Es
también este sujeto-individuo el que se supone, en cuanto unidad, capaz de una libertad
frente a la cual los otros constituyen un límite y que entiende sus límites como barreras a la
humanidad y no como parte integrante de lo que somos. Considerar a los otros como
barrera a la libertad individual, antagoniza con la idea de una subjetividad que se constituye
en relación a ellos.

Así, se naturalizó la idea de individuo y, con ello, se modificó radicalmente la configuración


identitaria del “yo” que adquirió dimensión inflacionaria en las relaciones sociales
occidentales modernas.

La medicina moderna ha sido uno de los dispositivos de construcción disciplinar del


individuo y, a su vez, lo ha incluido en su propia construcción al reconocerlo como su objeto.
En él se fundan sus prácticas, aún las preventivas y poblacionales, inclusive la
epidemiología clásica que hace sus estudios poblacionales tomando como objeto al
conjunto de “individuos”.

Existen, sin embargo, modos de pensar y lenguajes que permiten definir el sujeto y la
subjetividad renunciando a la idea de individuo pero no a la de singularidad. Al hacerlo, se
deja de lado los dualismos como mente-cuerpo, individuo-sociedad, que acompañan a este
concepto. Sucede que lo singular no hace dupla con lo genérico sino que lo particulariza, lo
concreta, y que el cuerpo aparece necesariamente como social y subjetivo aun en su
dimensión biológica.
Alejandro Busto
27
Una definición en donde la subjetividad se constituye como singularidad de lo genérico es la
de Negri (1992):

Un ser común y potente que se forma en el proceso histórico. Ser común, porque está
compuesto de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida.
Ser potente, puesto que rompe continuamente estas necesidades para determinar
innovación, para producir lo nuevo y el excedente de vida. El sujeto es un proceso de
composición y recomposición continua de deseos y actos cognoscitivos que constituyen la
potencia de la reapropiación de la vida.

Por otro lado, Agamben(2005) plantea:

El sujeto no es algo que pueda ser alcanzado directamente como una realidad sustancial
presente en alguna parte; por el contrario, es aquello que resulta del encuentro cuerpo a
cuerpo con los dispositivos en los cuales ha sido puesto -si lo fue- en juego…la historia de
los hombres no es quizás otra cosa que el incesante cuerpo a cuerpo con los dispositivos
que ellos mismos han producido: antes que ninguno el lenguaje…la subjetividad se muestra
y resiste con más fuera en el punto en que los dispositivos la capturan y la ponen en juego.
Una subjetividad se produce cuando el viviente, encontrando en el lenguaje y poniéndose
en juego en él sin reservas, exhibe en un gesto su irreductibilidad a él.

En ambas definiciones, el sujeto y la subjetividad adquieren condición de proceso o de


devenir constante, y se abre a una gama de diversidades.

El campo de las prácticas médicas hegemónicas puede ser considerado un conjunto de


dispositivos en los cuales se concreta el “cuerpo a cuerpo” que menciona el texto de
Agamben.

Uno de los mecanismos productores de subjetividad es la dupla


normalización-patologización. Se plantea la utopía de vivir con “malestar cero” y por ende,
una serie de padecimientos subjetivos que forman parte de las vicisitudes de la vida son
considerados suprimibles médicamente a partir de incorporarlos a la patología.

En un segundo movimiento, todo dolor o malestar de una persona que ha sido encuadrada
en una categoría psicopatológica queda subsumido a ello y termina definiendo algo del
orden del ser. Esto es muchas veces debido a la categorización social de la
psicopatologización de las rarezas o exotismos en cuanto a la visión de la vida o a las
apariencias físicas, costumbres o formas de pensar y actuar de las personas. Estas
deberían poder incluirse como formas alternativas, diferentes, pero no enfermas. Esto último
coloca lo social en la determinación misma del proceso psicopatologizante, y dentro de lo
social, las prácticas y discursos medicalizantes tienen un lugar privilegiado, al menos en
estos casos.

La introducción del concepto de sufrimiento subjetivo permite ampliar el campo de


comprensión de las problemáticas, descentrándolas de la ontologización psicopatologizante.
Al proponer el concepto de “sufrimiento” psíquico como categoría clave de la epidemiología
en Salud Mental, Ausburger (2002) nos recuerda que la emergencia del sufrimiento psíquico
no conduce necesariamente a la enfermedad, puede tanto precederla como ser divergente
de ella.

Alejandro Busto
28
Sucede que la objetivación es probablemente un determinante fundamental en todas las
formas de producción de sufrimiento psíquico de la época y es, simultáneamente, un
componente de las prácticas en salud. Todo acto en salud invoca una intervención
disciplinaria o técnica, potencialmente objetivante. En los modelos hegemónicos de
atención, es esta prácticamente la única que su organización y producción permite.
Por lo anterior, es requerido que las prácticas en salud integrales incorporen la dimensión
subjetiva, histórica y social tanto en el abordaje de poblaciones como de sujetos singulares.
Prácticas que se desplazan de la “ontología de la enfermedad” al sujeto, produciendo una
“clínica ampliada” y que requieren de nuevos modos de gestión del trabajo en salud:
horizontalización y articulación entre especialización e interdisciplinariedad. Se trata de
prácticas en las cuales el componente de objetivación inherente a toda intervención
disciplinar queda subordinado al reconocimiento del otro como sujeto con capacidad de
innovación y como sujeto de derechos.

Es importante destacar que los psicólogos también resultan permanentemente recapturados


por la hegemonía discursiva y eventualmente por la pregnancia del modelo medicalizante.
Esto sucede porque la psicología no está al margen de la historia de las ideas en general, y
por lo tanto sus actores y productores son sujetos comunes que, como todos, se mueven en
el marco de discursos hegemónicos y en los límites de “lo pensable y lo decible”. Lo mismo
puede decirse de sus formas institucionales, que muchas veces adquieren carácter
corporativo.

Así, si la objetivación se concreta por un triple movimiento:


1. individualizar el proceso de salud-enfermedad-cuidado
2. reducir el padecimiento psíquico a la psicopatología
3. ontologizar luego el cuadro psicopatológico

Es posible preguntarse cómo operan estos movimientos en una práctica (como la


psicológica) que tiene potenciales subjetivantes y se plantea la subjetividad como uno de
sus nudos teóricos centrales.

El reduccionismo en estos casos no suele hacerse sobre conceptos biológicos sino sobre el
constructo de “estructura” o directamente tomando prestada de la psiquiatría la nosografía
tradicional, remozada con lenguaje psicológico. La “estructura” pese a ser solamente una
herramienta teórica es ontologizada, quizás porque se anhela encontrar un punto de anclaje
inamovible en procesos de transformación constante, de tal manera que obtura la escucha
del acontecimiento y de la narrativa, núcleo de los procesos vitales y del sufrimiento
psíquico.

Por ejemplo, el hecho de que la clínica psicoanalítica haya sido una práctica desarrollada
fundamentalmente bajo el modo del “ejercicio profesional liberal” ha producido algunos
fenómenos aparenciales. Uno de ellos es la confusión entre sujeto e individuo. Esto se
manifiesta en el lenguaje coloquial del campo, al referirse al “psicoanálisis individual”
término que encubre el hecho de que no habría nada menos “individual” que el sujeto del
psicoanálisis, pero al superponerle el individuo se opera en una abstracción que habilita
dejar fuera el cuerpo y lo social. El dispositivo psicoanalítico en el cual dos sujetos
singulares ocupan posiciones que hacen marco a una forma particular de discurso y
emergencia de la palabra, no puede ser homologado a un contacto entre dos “individuos”.
Por lo menos estan presentes allí, además de las corporeidades, un referencial teórico
disciplinario, los componentes sociales y culturales de una práctica y la incertidumbre que
ello produce en cuanto acontecimiento.
Alejandro Busto
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Quienes desarrollan la práctica psicoanalítica son personas comunes, esto significa tanto
que estan sujetos a las determinaciones de época como que pueden innovar, pero no dejan
de ejecutar discursos hegemónicos. El psicoanálisis en cuanto instituido o como campo,
requiere una arqueología y una revisión crítica de sus momentos y acciones, para poder
operar reflexivamente sobre sus prácticas actuales.

Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental. En: Internados.
Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales (pp. 132 - 172). Buenos
Aires: Amorrortu.

En este contexto, el término carrera se utiliza en sentido amplio para referirse a una
trayectoria social recorrida por cualquier persona en su curso de vida. Además, una de las
ventajas de este concepto, es que se relaciona con asuntos subjetivos tan íntimos y
preciosos como la imagen del yo, y el sentimiento de identidad; así como también se refiere
a una posición formal, a relaciones jurídicas y a un estilo de vida, y forma parte de un
complejo institucional accesible al público. Por lo tanto, gracias al concepto de carrera
podemos oscilar a voluntad entre lo personal y lo público, entre el yo y su sociedad
significativa, sin necesidad de limitarnos como única fuente posible de datos a lo que la
persona dice pensar que imagina ser.

Nos preocupan principalmente los aspectos morales de la carrera: es decir, la secuencia


regular de cambios que la carrera introduce en el yo de una persona, y en el sistema de
imágenes con que se juzga a sí misma y a las demás.

La categoría “paciente mental” debe entenderse en sentido sociológico. Desde está


perspectiva, la concepción psiquiátrica de una persona solo cobra significación en cuanto
altera su destino social; y en nuestra sociedad está alteración se hace significativa sólo
cuando la persona es sometida al proceso de hospitalización.

De acuerdo con la opinión vulgar y naturalista, la carrera del enfermo mental puede dividirse
en 3 etapas:
1. La etapa del pre-paciente: que refiere al periodo previo a su internación
2. La etapa del paciente: que refiere al periodo de estadía en el hospital
3. La etapa del ex-paciente: que refiere al periodo posterior al alta del hospital, si este
se produce

Etapa del pre-paciente

Las transgresiones que conducen a la hospitalización psiquiátrica difieren en naturaleza de


aquellas que acarrean otras consecuencias expulsivas tales como prisión, divorcio, despido,
tratamiento psiquiátrico sin internación, etc.

Al deslindar las transgresiones que pudieron servir como fundamento para la


hospitalización, de las que verdaderamente la fundamentaron, se encuentran abundantes
ejemplos de algo que los investigadores especializados llaman “contingencias de carrera”.
En la carrera del enfermo mental se han sugerido varias de estas contingencias, entre otras
el estatus socioeconómico, la notoriedad de la ofensa, la proximidad de un hospital
psiquiátrico, etc.

Alejandro Busto
30
Una serie correlativa de contingencias, no menos importantes, ayuda a una persona a eludir
ese mismo destino, y si al cabo se interna en el hospital, también allí habrá una serie de
contingencias que determinen el momento en que se lo dará de alta.

Desde el punto de vista formal de la sociedad, los internos de un hospital psiquiátrico se


encuentran allí porque padecen enfermedades mentales. Sin embargo, si se considera que
el número de “enfermos mentales” no internados iguala, y hasta excede al de los
internados, podría decirse que estos son víctimas de las contingencias, más que de una
enfermedad mental.
Estas contingencias se manifiestan conjuntamente con una segunda característica de la
carrera del pre-paciente: el circuito de agentes y agencias -que por fuerza intervienen en su
tránsito del status civil al status de paciente. Agentes y agencias constituyen un sistema
social que adquiere una importancia cada vez mayor, y cuyos elementos entran en contacto
sistemático por la necesidad de atender y transferir a las mismas personas.

Entre estos agentes y agencias estan los mediadores, que son aquellos a los que el
pre-paciente es transferido, y que a su vez lo reenvían a otros y condicionan hasta que llega
al hospital. Este grupo incluye policías, médicos generales, especialistas en psiquiatría,
asistentes sociales, etc. Cuando los mediadores se retiran de la escena el pre-paciente se
ha convertido en un interno.

Los mediadores casi siempre son especialistas y difieren, en varios aspectos significativos,
de las personas a quienes sirven. Tienen experiencia en el manejo de situaciones difíciles,
las que saben mantener una distancia profesional, su orientación psiquiátrica es mayor que
la del público lego, y les hace ver la necesidad de tratamiento en casos en que pasa
inadvertida para el público.

Desde el punto de vista del paciente, el circuito de figuras significativas funciona como una
especie de embudo. Su transición de persona a persona suele efectuarse en una serie de
etapas eslabonadas. Cada etapa señala una acusada reducción en su status de adulto libre,
y al mismo tiempo cada agente procura mantener una ficción de que no habrá reducciones
ulteriores. Puede arreglárselas inclusive para transferir al pre-paciente a manos del agente
próximo, sin renunciar a la ficción. Por medio de palabras, indicios y gestos, el agente de
turno solicita del pre-paciente, en forma implícita, que colabore con el, ateniéndose al tono
de una charla amable, llevada con el tacto necesario para eludir los hechos concretos de la
situación, y aumentando en cada etapa su incompatibilidad con esos mismos hechos.

Si el paciente evoca, ya en el hospital, las distintas etapas del proceso que culminó en su
internación, quizá advierta que al mismo tiempo que se mantenía afanosamente la
tranquilidad actual de todos los otros, se estaba minando a largo plazo su bienestar futuro.
Este descubrimiento puede constituir una experiencia moral capaz de ahondar la brecha
que ya lo separa de la gente de afuera.

A los mediadores en el tránsito de un sujeto del status civil al status de paciente les interesa
que una persona responsable y allegada al paciente se constituya en apoderado o guardián
suyo. Así, a medida que una persona se transforma poco a poco en paciente su persona
más allegada va convirtiéndose en curador. Algunos de los derechos civiles derogados para
el pre-paciente pueden transferirse a la persona del curador, con lo que se contribuye a
sostener la ficción legal de que aquel no los pierde, aunque no los ejerza.

Alejandro Busto
31
El curador, sin embargo, está en una posición intermedia entre paciente y profesionales, de
está forma, este no solo es la persona que el paciente busca para pedir ayuda, para que lo
proteja de peligros tales como la reclusión contra su voluntad, sino que es, también, a la
vez, la persona a la que recurren los mediadores y las autoridades del hospital, para
solicitar la autorización de dicha reclusión.

A veces sucede que el allegado se dirige a los mediadores para pedir consejos, sin la idea
de hospitalizar al pre-paciente y, entonces, los mediadores, con mayor versación en
psiquiatría, y su creencia en la virtud curativa de los hospitales psiquiátricos, suelen
encargarse de abrirle los ojos a la realidad, mostrándole que hospitalizar al enfermo es la
solución accesible y sensata del problema.

Finalmente, un punto interesante a considerar es el carácter retroactivo de la carrera moral


del pre-paciente. Dado el rol determinante de la carrera de contingencias, hasta que una
persona ingresa en un hospital psiquiátrico, no parece haber ningún medio seguro para
pronosticarle tal destino. Y mientras no se alcanza el punto de la hospitalización, puede
ocurrir que ni él se conciba, ni los demás lo conciban, como alguien que está
transformándose en un paciente mental. Sin embargo, puesto que hay que retenerlo contra
su voluntad, es necesario justificar racionalmente está transformación. Así, la interpretación
del pasado del interno según los datos de su historia clínica simplifican está justificación, y
muestran cómo la enfermedad ha evolucionado a lo largo de toda su vida, lo que lo llevó a
estar hospitalizado para no seguir empeorando. Incidentalmente, si el interno quisiera
hallarle algún sentido a su permanencia en el hospital, y a mantener viva la esperanza de
salir algún día de el curado, tendrá también él que admitir, en cierta medida, la elaboración
psiquiátrica de su propio pasado.

De está manera se advierte que la carrera toda del pre-paciente depende, en cierto sentido,
de está reconstrucción.

Etapa del paciente

Ya internado, el paciente sufre una institucionalización de sus diferentes niveles de vida, lo


cual arroja luz en las implicancias para el yo de los ambientes sociales; y esto confirma a su
vez que el yo no se origina sólo en la interacción del sujeto con los otros significativos, sino
que es fruto, además, de las disposiciones que toma una organización para sus miembros.

En este sentido, hay ambientes que manifiestan el status de una persona, a pesar de que
estos no estén sometidos a su dominio, sino al de otros. Los hospitales psiquiátricos
constituyen un caso extremo de estos, nonsolo por sus niveles de vida, excepcionalmente
degradados, sino también por la excepcional crudeza explícita con que se hace sentir al
paciente mental en forma penetrante, persistente y concienzuda, la significación que sus
ambientes tiene para el yo. Después de alojarlo en una sala determinada, se le explica al
paciente que las restricciones y privaciones que encuentra allí son partes deliberadas de su
tratamiento, parte de su necesidad actual, y por lo mismo, testimonio del estado en que ha
caído su yo.

En este sentido, las condiciones físicas de un establecimiento pueden usarse explícitamente


para moldear la concepción que una persona tiene de sí misma.

Las doctrinas psiquiátricas pueden reforzar las fluctuaciones sociales del sistema de salas.
Este sistema funciona como una especie de incubadora: los pacientes ingresan en
Alejandro Busto
32
condiciones sociales de primera infancia para pasar, en el término de un año, a salas de
convalecientes, en condiciones de adultos resocializados. Este criterio realza la importancia
y la dignidad que el personal atribuye a su trabajo y exige una especie de impermeabilidad a
cualquier otra forma de concebir el sistema de salas, entre ellas la que lo juzga un método
destinado a disciplinar sujetos rebeldes mediante recompensas y castigos. Como quiera
que fuere, la perspectiva de la resocialización tiende a sobrestimar la incapacidad de los
pacientes de las peores salas, para todo comportamiento socializado, así como la aptitud y
el empeño de los internados en las salas mejores para intervenir en el juego social.
Precisamente porque el sistema de salas es algo más que una cámara de resocialización,
los pacientes encuentran numerosos motivos para “alborotar” y meterse en dificultades, y
correlativas ocasiones para sufrir los consiguientes descensos a posiciones menos
privilegiadas. Estos descensos pueden interpretarse oficialmente como recaídas
psiquiátricas, o reincidencias morales, a fin de salvar la imagen del hospital como escenario
de resocialización conforme con el sentido implícito en tales interpretaciones; una mera
infracción a las normas, y la reducción resultante en el status institucional, se toman como
expresión inherente del status que corresponde al yo del culpable. De análogo modo las
promociones, que a veces dependen solo del excesivo número de ocupantes de una sala,
de la necesidad de contar con un “paciente modelo”, o de cualquier otra causa igualmente
ajena a la psiquiatría, pueden configurarse y exhibirse como la manifestación más cabal de
todo el yo del interno.

Etapa ex-paciente

Respecto a las condiciones que suelen adscribirse al alta del interno, este suele retirarse a
menudo del hospital confiado a la supervisión y autoridad de su persona más allegada o de
un empleado que lo vigile. Si bajo tales auspicios se comporta mal, es posible que ello
acarree una reinternación instantánea. Se encuentra por lo tanto sometido a personas que,
en circunstancias normales, carecerían de ese poder sobre él.

Finalmente

La carrera moral de una persona perteneciente a una categoría social dada implica una
secuencia normal de cambios en su manera de concebir los yoes, principalmente el suyo
propio.

Cada carrera moral, y más allá de está, cada yo se desenvuelve dentro de los límites de un
sistema institucional, que puede estar representado por una institución social o bien
consistir en un complejo de relaciones personales y profesionales. El yo puede verse así,
como algo que radica en las disposiciones vigentes para los miembros de un sistema social.
En este sentido, no es propiedad de la persona a quien se atribuye, sino inherente más bien
a la pauta del control social ejercido sobre esa persona por ella misma y por cuantos la
rodean. Este tipo de ordenamiento institucional, más que apuntalar el yo, lo constituye.

Alejandro Busto
33
Tema 3 - Perspectivas desde el Análisis Institucional

Preguntas o temas orientadoras del módulo:


- Pensar los grupos como espacios de comprensión, producción e intervención en lo
institucional
- Relevancia de los procesos autogestivos y el lugar de los analistas institucionales en
dichos procesos
- Análisis de la encomienda
- Distinguir analizadores sociales (naturales, históricos y construidos o artificiales)

- ¿qué noción de institución operativizamos en las intervenciones? institución como


concepto sin localización física ni como técnica, tercer momento
- ¿cómo se expresan en los grupos y cómo podemos comprenderlas?
- ¿Qué herramientas teórico-metodológicas nos proporciona el análisis institucional
para la comprensión e intervención en el campo de lo institucional? socioanálisis

De Barros, H., y Batista, V. (1989). El análisis institucional y la profesionalización del


Psicólogo. En Lo grupal 7 (pp. 121- 143). Buenos Aires: Búsqueda

Manero, R. (2012). El devenir del socioanálisis. Tramas, 37, 215-240.

Manero, R. (1990). Introducción al análisis institucional. Tramas. Subjetividad y


Procesos Sociales. No 1: 121-157.

Alejandro Busto
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De Barros, H., y Batista, V. (1989). El análisis institucional y la profesionalización del
Psicólogo. En Lo grupal 7 (pp. 121- 143). Buenos Aires: Búsqueda

Historia del término institución

En un primer momento se califican, y aparecen como instituciones todos los


establecimientos u organizaciones, con existencia material y/o jurídica: escuelas,
hospitales, empresas, asociaciones, etc.

En un segundo momento, se llega a la idea de que las instituciones serían dispositivos


instalados en el interior de los establecimientos, y no más los propios establecimientos. El
trabajo institucional consistiría en este caso, en una actuación que hiciera uso de tales
dispositivos. Como ejemplo, podríamos pensar en instituciones tales como grupos
operativos, grupos de discusión, asambleas, equipos de trabajo, etc. (técnicas en general)
instaladas en el interior de establecimientos como escuelas, hospitales, etc. En este sentido,
la organización (o establecimiento) es la que instrumentaliza una serie de instituciones.

El tercer momento trae sorpresas; son los movimientos anti-institucionales. Estos traen un
sentido conceptual y no meramente empírico del término institución. Y por esto, son los
primeros que podrían reivindicar, en un sentido estricto, la práctica (conceptual y concreta)
de un Análisis Institucional. Aquí, se encuentra una conceptualización de institución que no
es ni un establecimiento ni una técnica, aparece como algo no localizable: forma que
produce y reproduce las relaciones sociales o forma general de las relaciones
sociales, que se instrumentaliza en establecimientos y/o dispositivos.

Según Lapassade (1977):

Si en estas condiciones el término institución es conservado a pesar de todas las


dificultades, es sobre todo porque este término conserva en el propio uso el sentido que la
etimología le da; su sentido activo de mantener en pie la máquina social y hasta de
producirla (vertiente de lo instituyente) y también vertiente de lo instituido, no para significar
el establecimiento sino porque la noción de lo instituido remite a formas universales de
relaciones sociales que nacieron originariamente en una sociedad instituyente y que nunca
son definitivas sino que, por el contrario, se transforman y hasta pueden entrar en el tiempo
de su ocaso.

En un intento personal de definición, diríamos que institución es producción, es actividad.


Esto se torna rápidamente algo problemático debido a que tal producción no es algo
localizable empíricamente. Dentro de está línea de pensamiento, podría ser concebida
como una especie de inconsciente político que instituye nuevas realidades, siempre
separando, siempre dividiendo. En este movimiento, transforma relaciones y prácticas que
se presentan como forma general y natural, en otras relaciones y prácticas que se
presentarán de la misma manera, y a través de las cuales la institución se instrumentaliza.

El objetivo del análisis institucional sería traer a luz esa dialéctica instituyente-instituido,
de manera generalizada (en todos los ámbitos y realizada por todos). Para conseguirlo,
puede intervenir en establecimientos y con dispositivos, pero siempre intentando entender a
la institución como algo activo.

Alejandro Busto
35
A partir de lo anterior, ¿que efectos tiene esa última conceptualización sobre nuestras
concepciones y nuestras prácticas?

Quedará más claro con un ejemplo: Pensemos en el Servicio de Psicología Aplicada en


tanto que organización dentro del aparato de salud mental. ¿Cuáles son las relaciones que
allí se producen y se reproducen? Pensado de está manera, el campo de instituciones (en
sentido conceptual) parece casi infinito: allí se instrumentalizan instituciones como la
formación, la supervisión, la evaluación, la psicologia, el psicoanalisis, el dinero, el contrario,
la subjetividad, la salud mental, el dominio de lo privado, etc. Lógicamente, no todas de la
misma manera ni con igual énfasis. Es necesario pensar en jerarquías, en direcciones, en
agentes, en vínculos entre instituciones (en sentido conceptual) y entre organizaciones en
procesos de producción y de reproducción, en puntos de resistencia mayores y menores, en
movimientos instituyentes y prácticas instituidas, en acontecimientos reveladores y en
rituales ocultadores. Todo un nuevo campo de reflexión se abre, una nueva problemática
está puesta en discusión.

¿Cómo se articula el sentido conceptual de institución (y por lo tanto de Análisis


Institucional) con la práctica profesional concreta del psicólogo?

Cuando hablamos de las “áreas de la psicología” (clínica, escolar o industrial, por ejemplo),
está división remite al primer sentido (institución = establecimiento), y puede o no implicar
un abordaje institucional (institución como concepto). Eso porque, si hablamos de Análisis
Institucional, en todos los casos se impone una reflexión sobre la demanda y sobre el
cliente.

Se puede decir entonces, que si el análisis institucional toma al pie de la letra demandas de
intervención que son análisis de establecimientos, se convierte en un análisis organizacional
en el sentido más trivial del término, o mejor dicho en un sentido que ni siquiera tiene en
cuenta la organización como proceso captándola solamente como producto, sistema y
disposición instrumental, como conjunto práctico organizado para determinados fines. Para
que exista un análisis institucional distinto de las otras operaciones de intervención, es
necesario que el albo sea la institución que se instrumentaliza en una organización social
determinada, en un establecimiento-cliente.

O sea, que en este sentido, para el Análisis Institucional no hay institución-cliente, dado que
el cliente (aquel que demanda) siempre es un grupo, un establecimiento, una organización.
Paradojalmente, por otro lado, no hay Análisis Institucional cuando se atiende a la demanda
del cliente, lo que hay en este caso es un trabajo de Desarrollo Organizacional, Psicología
Institucional o como sea que se llama.

Entonces ¿que sería practicar análisis institucional a partir de la demanda de una


organización-cliente determinada?¿que demandaría el cliente?¿cuál sería el objetivo del
analista institucional?

Bueno, si por ejemplo, el cliente demanda: mejoría o cambio en las relaciones


organizacionales, mayor eficacia en la obtención de los objetivos propuestos, alteración en
las relaciones supervisores-estudiantes practicantes, modificaciones en los criterios de
selección y de evaluación. El analista institucional tendería a intervenir no a nivel de la
organización-producto (dispositivos y objetivos naturalizados), sino a nivel de las
instituciones que se instrumentalizan en la misma. En este caso específico,
problematizando la formación profesional, la supervisión, la evaluación y selección.
Alejandro Busto
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Por lo tanto, en la intervención institucionalista el objetivo no es un mejoramiento, sino por el


contrario una subversión de lo instituido.

En ese sentido, la pregunta formulada al Análisis Institucional no es respondida solamente


por intervenciones concretas relativamente bien sucedidas, sino por el hecho de que
engendren entre los psicólogos, indagaciones necesarias sobre nuestra profesión en tanto
que institución, sobre su aparecimiento histórico en un momento determinado, sobre
nuestro lugar de pericia en el contexto social, en suma, sobre nuestra implicación en la
práctica y en la investigación.

¿Qué significa este análisis sobre la implicación del profesional que se dice “analista
institucional”? Podemos partir del hecho de que se trata de un “profesional”, o sea alguien
que ejerce una determinada actividad de la cual depende para su sobrevivencia, en otras
palabras, alguien cuyo trabajo debe ser pago. ¿quien paga el análisis institucional?¿cual es
la dependencia que se establece en relación a quien paga?¿cual es la dependencia que
nuestro supuesto analista institucional tiene en relación a su trabajo?

La cuestión del dinero, señalado como “analizador de base”, aparece como elemento
fundador en este análisis de implicación.

Analizador de base: refiere a un acontecimiento, individuo, práctica o dispositivo que


revela, en su propio funcionamiento, lo impensado de una estructura social.

Ahora, si tenemos en cuenta que el contenido del análisis institucional es casi


exclusivamente político, ¿por qué razón, dentro de nuestro contexto, el análisis institucional
viene siendo “apropiado” principalmente por los psicólogos? ¿Qué inquietudes,
insatisfacciones y carencias de la psicología nos revela, o quizá hasta nos oculta, este
intento de apropiarnos de él como forma privilegiada de intervención?

Pensamos que la mayor dificultad consiste en llevar este tipo de cuestionamiento al cliente,
en realizar con él el análisis de nuestra implicación, en cuestionar en nuestra práctica
nuestro rol. Y esto, porque el problema fundamental que de inmediato se colocará, será el
siguiente: ¿seremos capaces de soportar el riesgo de la desprofesionalización a la cual este
cuestionamiento nos conduce?

Se puede decir que el Análisis Institucional no profesionaliza, pero que esto no es un


defecto, sino, un efecto: al exigir un permanente análisis de la implicación del psicólogo en
la intervención que realiza, provoca el cuestionamiento de la “naturalidad”, tanto de su lugar
de perito como también de su supuesto “objeto natural”. Pero también es (el análisis
institucional), por definición y propuesta: profesión permanentemente en crisis o lugar de la
desprofesionalización inminente.

Alejandro Busto
37
¿Quienes son los institucionalistas?

En nuestra opinión, nos decimos institucionalistas no tanto por claridad conceptual, sino por
un cierto grado de acuerdo respecto a ciertos puntos, llamados por ello “puntos de
convergencia”.

1. El cuestionamiento de las formas de investigación clásicas, tradicionalmente


aceptadas como “científicas”

Las universidades y los cursos de Psicología han considerado, en general, la investigación


como un conjunto de técnicas que llevan como presupuestos ideas tales como la
separación teoría-investigación, especialista neutro, etc. Todas políticas positivistas de
investigación.

En este sentido, la propuesta lewiniana de investigación-acción o investigación-intervención


está siendo resignificada a la luz del pensamiento institucionalista, resignificación que no
está justificándose en propósitos epistemológicos, sino en tanto dispositivo de intervención
en el cual se afirme el acto político que toda investigación constituye.

2. El cuestionamiento de los especialismos profesionales instituidos.

Si bien es cierto que trabajamos con niveles psicológicos o “micro-sociales” -individuos,


grupos, organizaciones- y que es a ese nivel que se da nuestra intervención, no es tan claro
que sea a ese nivel que nuestro análisis deba situarse. A partir de aquel lugar que nos fue
históricamente y legalmente designado, ¿no será posible realizar un desplazamiento
estratégico? ¿Tendremos siempre que psicologizar y despolitizar porque este es nuestro
especialismo instituido?

3. El énfasis en el análisis de la implicación

Definimos institución como ciertas formas de relaciones sociales, tomadas como generales,
que se instrumentalizan en organizaciones y en las técnicas, siendo en ellas producidas,
re-producidas, transformadas y/o subvertidas.

También los institucionalistas (o analistas institucionales) instrumentalizan instituciones


(produciéndolas, reproduciendolas, transformándolas y/o subvirtiéndolas). El análisis de
está instrumentalización constituye el análisis de la implicación.

Sin embargo, dicho análisis, no se resume en analizar las maneras de relacionarse de aquel
que interviene, con los individuos, grupos y organizaciones con los que trabaja. Este tipo de
relación es lo que se denomina “contratransferencia institucional”, y cuando hablamos de
análisis de la implicación no nos referimos solamente a el análisis de ella.

Nos referimos al análisis de los vínculos (afectivos, profesionales y políticos) con las
instituciones en análisis en aquella intervención, en una u otra organización y, de un
modo más general, al análisis de los vínculos con todo el sistema institucional. Es decir,
fundamentalmente los vínculos con las instituciones en análisis, como la institución
universidad y la institución escuela (si ahí fuera la intervención) y los vínculos con todo el
sistema institucional (el público y el privado, el dinero, la comunidad científica, el Estado, e,
inclusive, la propia institucion del analisis institucional).

Alejandro Busto
38
Está idea remite al concepto de transversalidad. Individuos, grupos y organizaciones se
vinculan de un modo u otro, tanto con las instituciones en análisis como con todo el sistema
institucional. De este modo se rompe la ilusión de la totalidad cerrada.

4. El análisis de la institucion del Analisis Institucional

Es necesario realizar análisis de implicación contextualizados y al interior de intervenciones


concretas. Es necesario un análisis de nuestra implicación en tanto que profesionales “psi”
llamados “institucionalistas”, en los cuales podamos poner en práctica cierta capacidad de
interrogación social, en vez de adherirnos a formas determinadas de corporativismo o de
“defensa de intereses profesionales comunes”. Ya que si el Análisis Institucional a veces
aparece como una valiosa “propiedad” de los psicólogos, entonces, el análisis de está
institucionalización constituye el más nuevo desafío con el que nos confrontamos.

Manero, R. (2012). El devenir del socioanálisis. Tramas, 37, 215-240.

El análisis institucional en situación de intervención es denominado socioanálisis. Al lado del


método socioanalítico han aparecido formas de intervención alternas, que soportan la
práctica del análisis institucional en condiciones que no permitirían el establecimiento de un
dispositivo socioanalítico. Así, el desarrollo del dispositivo socioanalítico debe entenderse
en relación con estos otros procedimientos de intervención. El devenir del socioanálisis,
entonces, no puede restringirse al análisis de las prácticas que se generaron con ese
nombre, sino que debe incluir, en una perspectiva amplia, los desarrollos del análisis
institucional en sus diferentes situaciones de intervención.

El proyecto y el dispositivo de intervención socioanalítica

El grupo, como proceso, nunca podría ser visto como una unidad cerrada en sí misma, sino
que siempre debe estar abierto al devenir, a la transformación, así como al exogrupo, al
exterior a sí mismo, de donde el grupo mismo toma su sentido.

También es interesante tener en cuenta el “grupalismo” en tanto metodología de análisis. En


este, el grupo solo puede ver con la lente grupal los fenómenos que se dan en su propio
seno, así como lo que sucede afuera del grupo. Este reduccionismo metodológico,
articulado con la clausura del grupo como unidad de análisis, da como resultado la
supresión de las dimensiones transversales al grupo.

Por lo tanto, no es pertinente ni concebir al grupo como unidad cerrada, ni utilizar


metodologías grupalistas que solo vean al grupo como unidad propia independiente del
lugar en el cual cobra sentido.

Las condiciones de posibilidad de la intervención socioanalítica

Lourau (1980), acerca de las condiciones de posibilidad del análisis institucional, dice:

(...) lo que cierra el sistema de relaciones de fuerza más globales, más determinantes, y al
mismo tiempo añade la fuerza propia de la legitimación suprema, es la forma estatal
nacional e internacional (constituida por las relaciones de fuerza entre estados): las
condiciones de posibilidad de un modo de intervención se encuentra en todo momento
sobredeterminadas por el grado de fluidez o de rigidez que emana de una forma estatal
dada.
Alejandro Busto
39

Creo que en este sentido deberíamos agregar el lugar del intelectual en el imaginario social
de una sociedad específica. La significación que cobra el trabajo intelectual no únicamente
depende de la “fluidez que emana de una forma estatal dada”. También es importante
conocer el prestigio de esa capa social, y más específicamente los profesionales de tales o
cuales disciplinas. Está situación de prestigio, tiene que ver con las posibilidades que los
profesionales tienen de satisfacer las demandas que subyacen a los encargos de
intervención.

Es claro que la intervención socioanalítica no pretende ser una terapia social cualquiera, y
menos una consulta de experticia para arreglar los problemas de un establecimiento.

El socioanálisis está en condiciones de posibilidad en la medida en la que se encuentra en


una sociedad que está interesada en cuestionarse, en reinventar, deconstruir y crear nuevas
formas institucionales.

Análisis interno, socioanálisis participante, imaginación socioanalítica

El análisis institucional más o menos generalizado que se dio en la época de los ‘60 y ‘70
suponía una serie de condiciones de posibilidad. Fue necesario romper con la intolerancia,
limitar la represión, permitir la expresión de los desviantes. El ambiente social se plasmó en
las dos consignas: “prohibido prohibir”, y “seamos realista: exijamos lo imposible”. El modo
de acción supuso también la intervención en todos los ámbitos: en las calles, en las familias,
en las escuelas y universidad…

La desviación confrontaba entonces a las estructuras instituidas, y lo hacía activamente,


denunciando en los lugares cotidianos la alienación y la insatisfacción del mundo heredado.
La sociedad se había distanciado de sus instituciones y podía realizar su crítica.

El socioanalista buscaría permanentemente la transformación, la revolución social, todo lo


que el proyecto autogestionario traía consigo. Este primer momento del socioanálisis tenía
la intención de modificar desde adentro las instituciones.

Lapassade, paralelamente a la proliferación de intervenciones socioanalíticas de principios


de la década de 1970, introducía al socioanálisis la idea del trabajo con el potencial
humano. Está tenía una intención: liberar las fuerzas instituyentes, de manera que se
desligaran de la organización burocrática. Esto sería posible trabajando desde el cuerpo,
permitiendo posibilidades que no podrían ser imaginadas en el ámbito de la alienación
burocrática.

Un momento crucial en el desarrollo de estas dos dimensiones del socioanálisis resultó la


idea del encuentro institucional. Idea desarrollada por Lapassade a partir de los grupos de
encuentro rogerianos. Estas formas de grupismo tenían una virtud: en la medida en la que
se abstraían, aunque sea imaginariamente, de las determinaciones institucionales y
burocráticas, estos grupos permitían hacer visibles las ligas con lo instituido y,
eventualmente, generar posibilidades de articulación con fuerzas instituyentes.

Lapassade definiría de la siguiente manera el encuentro institucional:

Llamo encuentro institucional a una intervención de corta duración en la que el “plenario


cliente” es una organización social conducida a partir de las hipótesis y conceptos
Alejandro Busto
40
institucionalistas, sobre una base de autogestión y que apunta, por medio de cierta cantidad
de técnicas, a poner de manifiesto a la institución en una situación de reproduccion
analitica.

Cuando se refiere a la “reproducción analítica”, Lapassade plantea los diferentes niveles en


los que puede ser analizado un encuentro: individual, grupal, organizacional… La dimensión
institucional atraviesa todos estos niveles, y está oculta en los actos instituyentes del
encuentro. El encuentro, como plantearía Lourau, en la medida en la que desplaza el tiempo
y espacio cotidiano de la institución, produce una representación de la realidad. Esa es la
reproducción analítica.

Para Lapassade, el encuentro institucional debería proporcionar al socioanálisis


herramientas técnicas que le permitieran manejar las crisis que induce en los
establecimientos, ya que, para el:

Hasta ese momento, las técnicas utilizadas en los encuentros institucionales no


posibilitaban un manejo técnico, ni una evolución, de las tensiones y conflictos que en esos
encuentros se producían.

Una característica de los encuentros hechos a través del método encuentro institucional
es el tipo de demanda: se trata de demandas de corte pedagógico, o demandas en las que
se solicita la intervención de especialistas en procesos de animación sociocultural, por
ejemplo. Estas demandas son respondidas con dispositivos de encuentro institucional, que
derivan necesariamente en procesos de análisis institucional. Dicho de otra manera, el
encuentro institucional permite al análisis institucional abarcar un rango mucho más amplio
de demandas, que aquellas que se dirigen específicamente a la realización de un
socioanálisis.

También al finalizar la década de 1970 aparece una forma de intervención asociada al


socioanálisis: el socioanálisis interno. Este modelo intentaba replicar los planteamientos
socioanalíticos, con la diferencia de que sería en el contexto del mismo grupo-cliente de
donde se formaría el staff analítico.

Dicho de otra manera, se evitaba el llamado a un analista exterior, y se establecía un


método que recuperaba en lo fundamental los elementos planteados por el socioanálisis:
análisis de la demanda y del encargo, elucidación de la transversalidad, autogestión del
análisis, regla de decirlo todo, elucidación de las implicaciones del staff interviniente y del
grupo cliente, y la construcción y elucidación de los analizadores.

Está forma de intervención, finalmente, hacía un llamado a los mismos elementos que
estarían planteados por la forma clásica de la intervención socioanalítica. Se trataba, ante
todo, de generar condiciones de posibilidad para el análisis institucional o, como lo
planteaba Lapassade, para la subversión de la institución.

El socioanálisis interno se constituyó en un recurso que permitía dar visibilidad a la


negatividad institucional actuante. Ponía de manifiesto que, más allá de la subversión
operada por el socioanálisis, el proceso de análisis institucional se desarrolla continuamente
a partir del efecto de los analizadores.

A partir de estos desarrollos, Remi Hess y Antoine Savoye plantean que se ha generado un
socioanálisis participante, que sería una denominación más precisa de la de
Alejandro Busto
41
socioanálisis interno. La perspectiva sobre el socioanálisis participante lo aproximaría al
método de observación participante.
Ahora bien, este modo de análisis no constituye una práctica homogénea, sino que presenta
variantes. La denominación “análisis institucional interno” recubre, en efecto, prácticas
socioanalíticas que se pueden diferenciar según el lugar que ocupa el socioanalista en
relación con la realidad que analiza.

Así, inspirados en el método de observación participante, se esboza un socioanálisis


participante que tendría una serie de elementos específicos:

- En relación a la intervención socioanalítica clásica, el socioanálisis participante no


exige las mismas condiciones de acceso al terreno. Si en la primera hay un fuerte
compromiso del staff cliente, que debe desembocar en el planteamiento de un
encargo de intervención, en el segundo, el proceso se puede desencadenar a partir
de la iniciativa de algunos individuos, o incluso de uno solo. Basta con que la acción
del socioanalista sea tolerada.
- La duración del socioanálisis participante puede ser de un largo periodo, a diferencia
de la intervención socioanalítica, que su duración es breve, debido a la movilización
y compromiso intensivos que supone.
- La diferencia en el tiempo tiene consecuencias en relación con los métodos y
técnicas de análisis: si la intervención socioanalítica utiliza un dispositivo de
enunciación colectiva (asamblea general) instituido de manera extraordinaria, el
socioanálisis participante permite aproximaciones de tipo etnográfico, u otras
(observación participante, por ejemplo), que permiten analizar la vida institucional en
la cotidianidad.

Por su parte, el socioanálisis participante plantea problemas teóricos específicos. La


cuestión principal tiene que ver con el estatuto del socioanalista. En la intervención
socioanalitica clásica, dicho estatuto está determinado por el encargo y está particularmente
elucidado por el análisis de tal encargo.

En el socioanálisis participante, el encargo es bastante menos explícito, incluso se


invisibiliza, y su análisis supone dificultades particulares. Este encargo invisible debe ser
elucidado por el análisis, fundamental si se quieren entender las encrucijadas y coyunturas
que sitúan el papel desempeñado por el socioanalista participante.

Por ello, el análisis de las implicaciones es de importancia primordial, y podría plantearse


que es esencial para discriminar, en la acción, los aspectos que tienen que ver con su
perspectiva analítica de aquellos que se determinan por su posición institucional.

Más allá de la intervención socioanalítica

El análisis institucional funcionó como crisol que permitió la invención y generación de


nuevos métodos y teorías, de prácticas nuevas en diversos dominios de las ciencias
sociales

En ciertas corrientes de la psicosociología de los grupos, en particular la de los “grupos


operativos” argentinos de Pichon Riviere, el paradigma original, psicoanalítico, integra la
dimensión institucional. El campo de análisis se vuelve el conjunto de las relaciones del
grupo con la institución. Esto no va sin perturbar, en el sentido socioanalitico, los esquemas
de la vieja “psicología de los grupos”.
Alejandro Busto
42
Manero, R. (1990). Introducción al análisis institucional. Tramas. Subjetividad y
Procesos Sociales. No 1: 121-157.

Los tres terrenos profesionales del Análisis Institucional

La psicoterapia Institucional

Es un movimiento de cuestionamiento y de análisis de la institución psiquiátrica que pasó


por 3 fases:
1. La primera se constituyó a partir del eje de cambiar la relación médico-paciente.
2. La segunda es la fase de socialización mediante el grupo. La psicoterapia de grupos
así como otros modos grupales permitieron ver que no era al paciente, sino a la
institución a la que se debía curar. Además, el trabajo con los pacientes permitió
descubrir que era la actividad instituyente de los pacientes el elemento propiamente
terapéutico. Esto descentraba la posición del médico en su lugar de poder. La
autogestión de los pacientes y del hospital tenía una eficacia terapéutica.
3. La tercera fase se constituyó como una fase psicoanalítica. El agente terapéutico ya
no era la actividad misma del paciente, sino el análisis realizado sobre dichas
actividades.

La pedagogía institucional

En un principio, todos los practicantes de está corriente estan de acuerdo en 3 puntos:


a) considerar la institución escolar (y no solamente el establecimiento donde se ejerce)
como objeto de análisis
b) establecer las formas de regulación (autogestión, “instituciones” de clase, etc) sobre
la base de un funcionamiento lo más democratico posible del conjunto
maestro-alumnos
c) crear las condiciones de este funcionamiento y, consecuentemente, de un análisis
colectivo de la institución escolar a partir de relaciones no-directivas entre maestros
y alumnos

Quizás el aporte más importante de está corriente fue el análisis de la dinámica de la


institución, por lo pronto centrado en la institución escolar. Desde allí, fue posible observar
cómo las transformaciones de la institución tenian relación con diversos modos de acción,
que van desde la apatía, la deserción, acciones no-institucionales; el rechazo más o menos
expresado a los exámenes, a las instrucciones oficiales, acciones anti-institucionales; o
experiencias pedagógicas que ponian en cuestión los fundamentos mismos de la institución
escolar, tales como las pedagogas autogestivas, acciones contra-institucionales Estos
modos de acción se convertirían pronto en los referentes básicos tanto de la psicoterapia
como de la pedagogía institucionales.

La pedagogía institucional descubrió que el análisis de la institución escolar desemboca,


necesariamente, en el análisis generalizado de las instituciones. Esto mismo descubrieron
los practicantes del Socioanalisis. Intervención hecha bajo encomienda de un “cliente” en
diversas organizaciones.

El socioanálisis

Este método se sitúa en la prolongación de la Psicoterapia y la Pedagogía Institucional, en


particular en lo que concierne a los conceptos de autogestión, implicación (el cual
Alejandro Busto
43
reemplaza, ampliandolos, los conceptos de transferencia y contratransferencia institucional),
de transversalidad y de analizador.

Si bien el Socioanálisis heredó de la psicología de los grupos, un dispositivo de análisis


micro-social: una reunión de grupo pequeño, en un espacio cerrado y con un tiempo
pre-delimitado, lo específico del Análisis Institucional es que se constituye en la subversión
de dicho dispositivo.

A pesar de que resulta imposible comprender el Socioanálisis sin la práctica grupal que le
dio origen, no lo podemos reducir a dichas prácticas. El Socioanálisis rebasa, desde un
análisis de carácter político, a estas. Y este análisis político es el análisis de lo impensado
y lo impensable de dichas prácticas.

A. El dispositivo de intervención

En el socioanálisis pueden participar en la experiencia socioanalitica todos aquellos que, de


cerca o de lejos, tengan que ver con la encomienda o encargo de intervención. Así, se tiene
un número siempre fluctuante de participantes y una circulación bastante fuerte de los
mismos. Aparece como un grupo abierto permanentemente, que no cierra su entrada a
aquellos que estén interesados o sean requeridos para la intervención. En la medida en que
la participación tiende a generalizarse al conjunto del establecimiento donde se efectúa la
intervención, el grupo tiende a constituirse más como una forma de Asamblea General.

Los horarios y lugares en los cuales se realiza la intervención pueden ser modificados,
incluso pueden verse destruidas las formas psicosociológicas de intervención, por la presión
del grupo cliente o por la voluntad experimental de los analistas.

El socioanálisis se estructura a partir de 3 polos principales:


1. el “staff” analitico: constituido por los “expertos” demandados por la intervención,
aunque eventualmente pueda ampliarse con miembros del establecimiento donde se
efectúa el socioanálisis
2. el “staff” cliente: la persona o personas que son portadoras del encargo de
intervención, quienes realizan directamente la demanda a los analistas
3. el grupo cliente: conjunto de personas que participan en la intervención

La base del dispositivo socioanalitico consiste en trastornar, descomponer el recorte


espacio-temporal de los intercambios y del trabajo instituidos, la desestructuración
provisoria del organigrama, la des-institucionalización más o menos profunda, de acuerdo
con las posibilidades del establecimiento y del grupo-cliente. Existen algunas técnicas que
van en este sentido de des-institucionalización:
- La socialización del proceso de contratación de la intervención, es decir, de la forma
en que se efectuó la encomienda (encargo) y su respuesta, lo cual permite elaborar
colectivamente una relación que podría leerse como una alianza de poder
- La desaparición de las “cajas negras”, es decir, de als reuniones exclusivas del
“staff” analitico, del “staff” cliente o de cualquier otro subgrupo de presión
- La restitución de toda información obtenida fuera de la Asamblea General al interior
de está
- Si el origen de la demanda es poco claro, puede ser necesario, para el “staff”
analitico, trabajar en el sentido de la constitución de un “staff” cliente, que de
cualquiera manera existe, aunque tenga interés en disimularse

Alejandro Busto
44
- Al contrario, si el “staff” cliente aplasta con su presencia todo intento de socialización
del análisis, de emergencia de demandas distintas a las suyas propias, el “staff”
analitico intentara tarbajar en el sentido de la constitución de un grupo-cliente,
obteniendo, por ejemplo, a través de diversos medios, la presencia de los “ausentes”
terriblemente “presentes” simbólicamente en la sesión

B. El campo de análisis

El campo de análisis de la intervención socioanalítica no son las personas (no se trata de un


psicoanálisis en instituciones), ni las interacciones, ni el “grupo” como objeto o instancia de
conocimiento. La agrupación que constituye al grupo-cliente se entiende como la resultante
de una cantidad infinita de determinaciones sociales que adquieren formas y sentidos
específicos, determinaciones políticas cuya piedra de toque es el Estado y que atraviesan
transversalmente al conjunto del grupo-cliente.

Estas determinaciones transversales actúan unas sobre otras, y su elucidación se


constituye como el objeto propio del socioanálisis. La elucidación de estas determinaciones
es necesariamente colectiva, puesto que no puede existir un saber especializado propio del
“analista” que iluminara el no-saber social. A lo más, el especialista puede darse los medios
para inyectar o restituir en el grupo-cliente los datos o informaciones sobre las
características de la población o la situación que va a enfrentar. En otras ocasiones, el
analista escucha y aprende del análisis efectuado por el grupo-cliente. No es el saber
especializado del interviniente un saber privilegiado, que le permita situarse por encima de
los saberes y no-saberes del grupo-cliente.

C. El campo de intervención

Lo que sucede antes y después de la intervención, así como lo que sucede exteriormente a
está, constituyen elementos del campo de intervención (y por lo tanto también del análisis
del campo de la intervención):
- Antes: la negociación del contrato de intervención con el “staff” cliente, que puede
haberse realizado mucho tiempo antes de la primera sesión socioanalitica, es lo que
traerá, durante la intervención, un análisis de la encomienda diferente al de la
demanda.
- El exterior: personas, grupos, elementos materiales exteriores a las fronteras
originales del grupo-cliente pueden entrar en el campo de intervención. Así, por
ejemplo, en ciertas instituciones las secretarias, el personal de limpieza, etc., pueden
jugar un papel importante en la realización de ciertas tareas institucionales, en la
producción de ciertos conflictos, en la elucidación de algunas problemáticas. Esto
justifica, además, la tendencia a hacer estallar las fronteras del grupo-cliente hacia la
totalidad de la base social de la institución.
- Después: el “seguimiento” es un principio bastante conocido en la consulta o las
intervenciones psicosociológicas. El dispositivo de intervención está necesariamente
delimitado en el tiempo. Sin embargo, no es raro que el mismo proceso de la
intervención haga estallar el límite de tiempo establecido para la intervención. Se
trata de un momento privilegiado de análisis colectivo, y tienen tanta importancia
como el contrato de intervención o los proyectos del grupo-cliente que se discute
calmadamente en una Asamblea General. Las condiciones de este desbordamiento
del tiempo originalmente establecido, así como los efectos de intervención que se
desarrollan después de las sesiones socioanaliticas constituyen también al campo
de intervención.
Alejandro Busto
45
D. El nivel conceptual del análisis

El nivel conceptual del Socioanálisis es la resultante de la transposición de un campo de


análisis macro-social, y un campo de intervención micro-social, delimitado en el tiempo y el
espacio, y esto determina la utilizacion y la transformación de ciertos conceptos, la
construcción de ciertos métodos, etc.

De está manera, no podemos considerar el nivel conceptual del análisis institucional como
una teoría acabada, como una concepción homogénea de los hechos sociales. Al contrario,
los conceptos del análisis institucional han sido importados y construidos en momentos
distintos de su historia, frente a problemáticas disímiles. El campo conceptual se constituye
no como una teoría, sino como una encrucijada de nociones y conceptos de disciplinas
múltiples y prácticas diversas. Quizá si alguna unidad pudiera encontrarse, sería el sentido
de la posición anti-institucional de las prácticas que estan en el origen de los conceptos
constituyentes del análisis institucional.

- Análisis de la encomienda (encargo que se le hace a un especialista de


intervenir en situaciones específicas) y de la demanda: este análisis encuentra,
en cada momento, el lugar ocupado por el “staff” analitico (la oferta), y el lugar del
“staff” cliente. Entre los dos, una complicidad política, de cualquier orden, se
establece, para que exista encomienda. La diferencia, la oposición o el conflicto
entre aquellos que dirigen y aquellos que son dirigidos, entre los “responsables” y la
“base”, entre líderes y liderados, exige una diferenciación entre encomienda y
demanda.

● La encomienda es la demanda del “staff” cliente. Sin embargo es importante tener


en cuenta que al interior de un establecimiento surgen una serie de demandas
múltiples y contradictorias, de acuerdo a los diferentes lugares que ocupa la base
social, los integrantes de dicho establecimiento. La encomienda de intervención,
el encargo, surge en el momento en que una o un grupo de demandas es
privilegiada respecto de las otras, que son negadas, curvadas, desplazadas o
resignificadas. Al “staff” analítico llega, entonces, una demanda procesada ya por
diversas fuerzas al interior de la institución. Es una demanda que recubre otras
tantas, y que aparece privilegiada, importante, respecto de las demás. El proceso
analítico será el camino inverso de la construcción de la encomienda. El o los
analistas intentarán deconstruir el encargo hacía las múltiples demandas
contradictorias que le dieron origen.

La encomienda de intervención no sería posible si no existe una oferta específica de


ciertos servicios. Se acude a un especialista de las instituciones, porque la creencia
en este saber especializado permite esperar la resolución o esclarecimiento de
ciertas problemáticas. La encomienda de intervención juega, entonces, con lugares
sociales que rebasan con mucho los límites de un grupo o establecimiento. El papel
social del conocimiento, del saber, está en el origen mismo de toda encomienda.

Y justamente por ese papel social del conocimiento es que se denomina como
“encomienda”, ya que se espera que el socioanalista actúe en cierto sentido,
mantenga la significación dominante de los vínculos sociales, se sostenga como
especialista, que pronto se transforma en juez. En resumen, está dimensión de la
encomienda supone que el socioanalista, respondiendo al encargo, legitime en su
totalización al sistema social vigente. Sin embargo, en tanto que la esencia de todo
Alejandro Busto
46
socioanálisis está en el rechazo de este mandato social, la encomienda inicial
deberá ser no sólo ampliada, sino también desviada de sus objetivos originales.

● Demanda: así como la encomienda es una de las múltiples demandas que aparecen
en la base social de la institución, el origen de todas estas demandas podríamos
situarlo en los lugares múltiples y contradictorios que ocupan los integrantes de la
institución. Sin embargo, no siempre es fácil la emergencia de las diversas
demandas del grupo-cliente.

La emergencia de las demandas del grupo-cliente se constituye a partir de los


lugares específicos de los actores del establecimiento, es decir, de la manera en la
que se encuentran implicados en la institución. Sin embargo, la definición más
simplista, pero a su vez la más ilustrativa, sería aquella en la cual la demanda se
refiere a la expresión del deseo en situación institucional. Representada de está
manera la demanda, el socioanálisis adquiere sentido. Este sentido se centra en la
creación o estructuración de situaciones que permitan la emergencia de tales
deseos. El dispositivo se centra en está posibilidad.

- La implicación: el modelo de intervención socioanalitico pone en cuestión el saber y


el no saber del especialista en la situación misma de la intervención. El análisis de la
implicación es lo que nos permite relativizar históricamente nuestras “verdades”,
abriendo, en el terreno mismo, la posibilidad de reflexión sobre nuestro propio
entendimiento.

Lourau propone un modelo de análisis de las implicaciones, de la siguiente manera:

Implicaciones primarias
a) Implicaciones del investigador-practicante en su objeto de investigación/intervención
b) Implicación en la institución de investigación u otra institución de pertenencia, y en
primera instancia en el equipo de investigación/intervención
c) Implicación en el mandato o encomienda social y en las demandas sociales

Implicaciones secundarias
a) Implicaciones sociales, históricas, de los modelos utilizados (implicaciones
epistemológicas)
b) Implicaciones en la escritura o en cualquier otro medio utilizado para la exposición
de la investigación

Dimensiones fundamentales de la implicación:


- Dimensión psicológica o contratransferencial: refiere a la posibilidad de objetivar
los procesos contratransferenciales a partir de la observación complementaria que
realiza el “objeto” de investigación. El investigador también es observado por el
sujeto analizado.
- Dimensión sociológica: el campo de relaciones que establece el intelectual con el
fin de producir conocimientos aparece ya atravesado por variables de orden
sociológico, como por ejemplo, el lugar social del conocimiento
- Dimensión epistemológica: los análisis de los diferentes dispositivos de
investigación determinan los alcances y los resultados mismos de la investigación
(efecto de incertidumbre de Heisenberg). Está dimension nos remite al estudio de
como los dispositivos de investigación o de intervención producen los fenómenos
que quieren observar
Alejandro Busto
47
- Campo de implicación: en donde todas estas dimensiones anteriores se formulan
como un campo de fuerzas que atraviesa las totalizaciones de los dispositivos
estructurados para producir conocimientos, dando sentido y relatividad histórica a
conocimientos que, queriéndose universales, en realidad se constituyen como
conceptos situados y fechados, sometidos a un proceso de envejecimiento y
caducidad
- La autogestión de la sesión: se constituye como un disparador de una serie de
procesos al interior del grupo-cliente y, en general, de todos los participantes en la
intervención socioanalítica. Es una especie de mito movilizador, la escenificación de
una fuerza que trabaja en favor de una des-institucionalización necesaria para el
proceso de Análisis Institucional.
- La transversalidad: Guattari desarrolla en profundidad este concepto. Para el autor
existen dos puntos de partida para trabajar el problema de la transversalidad del
grupo: por un lado, el problema de la contratransferencia institucional, que nos
remite a una serie de elementos en la cual el investigador reacciona a partir de la
totalización de vectores sociales que aparecen, más o menos ocultos, en la situación
de intervención. Pero la transversalidad no se detiene allí. Los grupos-cliente
también son objeto de estos vectores. Así, Guattari realiza una clasificación de los
grupos a partir de la manera como se sitúan en el contexto social, en la institución
(establecimiento):

Para que está clasificación tenga sentido es necesario aclarar dos nociones:

Verticalidad: designa las relaciones sociales institucionalizadas, jerarquizadas,


mediatizadas en función de un tipo de sociedad, de sistema económico, etc. La
autonomización de la dimensión vertical del grupo nos conduce a un nivel ideológico,
a una visión de grupo alienado de las relaciones sociales.
Horizontalidad: designa las relaciones inmediatas, no mediatizadas por la
institución o intentando huir de tal mediatización a través de la transparencia
intervenciones-individual. La autonomización de la dimensión horizontal nos conduce
a un nivel libidinal, en donde no existe nada más que las relaciones inmediatas

1. Grupo objeto: son aquellos grupos fuertemente burocratizados, que no se


reconocen sino en función de la jerarquía que aparentemente los funda; o la
pequeña secta o banda, que no puede reconocer sus atravesamientos verticales, en
función de una horizontalidad de sus relaciones que se constituye como ley.
2. Grupo sujeto: es un grupo que a partir de su propio análisis y práctica, ha podido
discernir un máximo coeficiente de transversalidad, que le permite enunciar su
propia ley, su propio proyecto.

Guattari dice que el pasaje al grupo sujeto se da en la elaboración de estas dos formas de
alienación. La elaboración de la verticalidad y la horizontalidad del grupo lo remite a su
estar en el mundo, a su situación y, en última instancia, al sin sentido, en ese proceso
de totalización y destotalización que constituye a toda forma colectiva. Esta
elucidación de la relación entre verticalidad y horizontalidad que atraviesa al grupo es su
coeficiente de transversalidad.

La elucidación de la transversalidad del grupo es un objeto fundamental en la intervención


socioanalítica. Deconstrucción de las relaciones marcadas por el signo de la verticalidad
pura o la pura horizontalidad, y elaboración de las relaciones transversales, inconscientes,
ignoradas o des-conocidas, que revelan el análisis de la encomienda y de la demanda, el
Alejandro Busto
48
análisis de la implicación de cada participante y del socioanalista, la alteración de lo
instituido por efecto de la autogestión de la base material, sin olvidar la acción subterránea o
especular de los analizadores.
Sin embargo, entre la concepción de Guattari sobre la transversalidad y la concepción
socioanalitica hay una diferencia. En el socioanálisis, está verticalidad totalizadora es
inmediata (en guattari solo la horizontalidad se refiere a las relaciones inmediatas), en la
multiplicidad de instituciones sociales que atraviesan al grupo cliente. El socioanálisis tiene
enfrente un colectivo que presenta, en su propia constitución, los atravesamientos del
sistema social completo, que constituyen, de inicio, su propio objeto de elucidación. No hay
más proyecto fuera de esto.

A partir de la elucidación de la transversalidad, la institución aparece como una práctica


social, como un proceso dinámico que está constituido por diversos momentos. La
institución es una forma en que aparece la praxis humana.

El problema de la transversalidad hace aparecer al grupo como un grupo abierto,


permanentemente atravesado por fuerzas cuyo origen es muchas veces desconocido, y
articulado por el no-saber de estos mismos atravesamientos. Aparece un grupo
determinado por y desde lo social, pero que al mismo tiempo es capaz de dar formas
específicas y de curvar, desde su propio proyecto, dichas determinaciones. El interjuego
entre el adentro y el afuera grupal resulta cada vez más difícil de determinar: no se saben
exactamente las fronteras de dicho grupo. En la elucidación de la transversalidad no
buscamos un “equilibrio” entre la verticalidad y la horizontalidad, sino una confrontación, un
conflicto, una contradicción-por resolver o resuelta a nuestro pensar en la acción, primer y
último analizador.

- El analizador: es un concepto básico del Análisis Institucional, y su validación es la


validación misma del método. Podemos decir que el analizador es toda aquella
persona, situación, acción, que deconstruye lo instituido de la institución.

Así, podemos decir que lo que realiza el análisis es el analizador. El análisis es aquí
entendido como el efecto analizador, el análisis es una acción de deconstrucción
que tiene efectos mediatos e inmediatos, en función de las relaciones de poder, de
autoridad, del saber de los participantes de toda la estructura oculta de la institución,
revelada de manera más o menos virulenta por los analizadores.

La significación y el efecto de los analizadores no puede existir sino en relación a las


diferentes posiciones y jerarquías presentes en el grupo cliente.

De está manera, el concepto de analizador es un concepto que tiene que ver más
con una acción específica, una acción de denuncia o de develar las situaciones que
conforman el no-saber de los miembros respecto de la institución a la que
pertenecen.

La acción del analizador se opone a las fuerzas institucionales, que pueden tener
origen en diferentes momentos de la institución, que pugnan por mantener un
secreto, un no-saber, incluso de ellas mismas, que constituye la base del
funcionamiento y la funcionalidad institucional. Así, el análisis se constituye como un
trabajo, una acción de deconstrucción en la acción de lo instituido, de las formas de
funcionamiento ya establecidas y naturalizadas, ya integradas en la institución.

Alejandro Busto
49
Podemos reconocer 3 tipos fundamentales de analizadores:
1. El analizador construido: dispositivos de intervención que tienden a poner de
manifiesto, durante su operación, dimensiones y elementos diversos que
normalmente se constituyen como un no-saber colectivo sobre la institución. Así, por
ejemplo, el dispositivo socioanalitico intentaría constituir una crisis en frío de lo
instituido, de lo ya establecido, para desmontar su funcionamiento y estructuración.
2. El analizador natural: al interior de los dispositivos de intervención construidos
irrumpe generando consigo un saber sobre los fundamentos mismos de la
institución. La irrupción de lo inesperado, la manifestación de todos aquellos
elementos que se encontraban ocultos y cuya invisibilidad sostenía una forma de
funcionamiento, se constituyen como analizadores naturales. Estos son los más
virulentos, revelando todas aquellas alianzas y relaciones que mantienen una forma
específica de implicación del grupo cliente y del staff analítico con la institución.
3. El analizador histórico: situaciones de explosión social- revoluciones, movimientos
sociales más o menos generalizados- que tienden a un Análisis Institucional
generalizado al conjunto de la sociedad.

El analizador es un concepto político, que devela las relaciones de poder al interior del
grupo, o entre el grupo y su medio institucional.

Conceptos microsociológicos

Conceptualización del grupo: Lourau, a partir de la noción de valencia, crea una


clasificación de los grupos, una forma de ver al grupo. La noción de valencia en Lourau se
refiere a una tendencia del grupo, tendencia a constituirse de acuerdo a ciertas
características:
- Grupo de base: privilegia la horizontalidad, las relaciones afectivas inmediatas,
grupos centrados en sí mismos y sus relaciones.
- Grupo de trabajo: se centra estrictamente en su tarea, como forma de obediencia al
encargo institucional, grupo cuya única referencia es la jerarquía institucional,
situado dentro del momento instituido de la institución. Para el grupo de trabajo su
referencia es el lugar institucional que el grupo toma, su posicionamiento frente a la
institución.

Ambos grupos corresponden al grupo objeto de Guattari.

- Grupo de acción: inspirado en el grupo sujeto de Guattari. Se constituye como un


grupo que actúa su propio proyecto, lo cual le permite salir de la horizontalidad
absoluta de la instancia del grupo de base, o la verticalidad absoluta de la instancia
del grupo de trabajo. El grupo de acción presenta un trabajo determinado desde sus
propios deseos, sus propias demandas, elaborando su distancia y su identificación
institucional.

Está formulación permite categorizar a los diferentes subgrupos en función de su


posicionamiento frente a lo instituido.

La desviación: nos remite a un fenómeno estadístico, en tanto un cierto porcentaje de la


muestra tiene una desviación específica en relación a la norma. Alrededor de este concepto,
entonces, es precisamente importante la dislocación frente a lo instituido, y de allí, su
carácter eminentemente analizador. La desviación niega, de está manera, la universalidad
abstracta de lo instituido, poniendo de manifiesto las fuerzas que permanentemente se
Alejandro Busto
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encuentran corroyendo dicha universalidad, fuerzas particulares que se manifiestan de
diferentes maneras. Por esto, los desviantes, las desviaciones que podemos observar en
las distintas instituciones, resultan ser sumamente importantes en un análisis dinámico de
las mismas.

Se pueden categorizar en 3 tipos:


● Desviación ideológica: se constituye en el mismo plano de universalidad que su
propio objeto, la ideología que sustenta la institución. Cuando se ponen en duda las
finalidades de una institución,se ve frecuentemente este tipo de desviación. Por
ejemplo, cuando se cuestiona cuál es la finalidad de la educación. Se manifiesta a
través de desacuerdos teóricos.
● Desviación libidinal: se manifiesta en el plano de las relaciones humanas al interior
de la institución. Tiene un impacto sorpresivo, y podríamos decir que es portador de
una función poética. El desviante libidinal se manifiesta en el plano de las relaciones,
mostrando las condiciones de represión y de reificación que aparecen en el contexto
de la institución. La desviación libidinal transgrede las normas instituidas, pero opera
al mismo tiempo una subversión del sentido. Esto quiere decir que hace presente en
el seno de lo instituido la dimensión del deseo, del deseo expresado en situación
institucional. Podemos decir que está forma de desviación hace presente la
dimensión de las demandas de la base social de la institución. Por ejemplo, cuando
una persona se queda dormida en una reunión, o cuando dos personas se besan
dentro de un aula de clase, o la persona que llega borracha o fumada al laburo. Se
manifiesta a través de conductas físicas ansiógenas.
● Desviación organizacional: este tipo de desviación resulta la más difícilmente
asimilable por la institución, y es la que devela de manera más clara la violencia
sobre la que está se monta. Interpela cuestiones como los canales de comunicación
instituidos, los sistemas de poder disfrazados, los funcionamientos falsamente
democráticos. Pone en cuestión a la organización y sus supuestos conceptuales. Se
realiza en acto, nos muestra una crítica en acto, una crítica que alcanza la dimensión
política. Cuando está desviación se manifiesta de manera visible, al interior de una
institución, estamos en presencia de un fenómeno llamado contrainstitución.

Conceptos macrosociológicos

Los modos de acción: el análisis de los desviantes institucionales, de la acción y el efecto


de los analizadores, permite categorizar a los modos de acción que se manifiesta en las
instituciones:
- Modo de acción institucional: es una manera de actuar en referencia a la legalidad
establecida y los márgenes de acción coyunturales que se presentan en coyunturas
específicas, que redundan en una permisividad relativa
- Modos de acción anti-institucionales: se dividen en:
1. Modo de acción no-institucional: acciones ilegales o coyunturalmente no
autorizadas, que van en el sentido de la delincuencia bajo todas sus formas o de la
deserción
2. Modo de acción contra-institucional: encontrar una alternativa al orden existente,
construyendo nuevas formas sociales que son una crítica en acto al sistema, no sin
riesgo de “recuperación”, de reformismo.

Estos modos de acción cohabitan o se oponen a menudo en un mismo proyecto.

Alejandro Busto
51
Tema 4 – Implicación/sobre-implicación.

¿cómo se operativizan las instituciones en las intervenciones?


¿cómo nos habitan y pueden generar que seamos hablados por ellas?

Acevedo, M. (2001). La implicación: Luces y sombras del concepto lourauniano.


Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales. Equipo de Cátedras del
Prof. Ferrarós.

Borakievich, S., Cabrera, C., Ortiz, S. y Fernández, AM. (2014). La indagación de las
implicaciones y el pensar-en-situación: una contribución de la metodología de
problematización recursiva. Revista Sujeto, Subjetividad y Cultura, no 8, 21-28.

Alejandro Busto
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Acevedo, M. (2001). La implicación: Luces y sombras del concepto lourauniano.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales. Equipo de Cátedras del
Prof. Ferrarós.

Implicación no es lo mismo que “compromiso”, y sobreimplicación no es “un mayor


compromiso”.

Origen y especificidad del término

La transposición de conceptos de la clínica individual a la situación institucional obligó a los


psicoterapeutas institucionales a pensar una ampliación de estos. Se les imponía, así,
revisar la noción de contratransferencia como reacción inconsciente del terapeuta a la
transferencia del paciente.

La ampliacion del concepto de contratransferencia llevo a pensarla como la respuesta a


todas las realidades (sexo, edad, raza, posicion socioeconomica) tanto del analizado como
del analista, como así también a las significaciones socioculturales y economicas de la
institucion psicoanalitica. Los signos que permiten el descubrimiento de la
contratransferencia son del orden de la preocupación o el malestar, es decir, de la
percepción, en un nivel secundario, incierto, mal articulado con el discurso (si no encubierta
por una racionalización sentida como satisfactoria) de un conflicto interno ligado a una
situacion analitica. Estos desarrollos de los psicoterapeutas institucionales significaron una
verdadera revolución ya que no sólo requerían la creación de dispositivos aptos para
analizar la transferencia y contratransferencia en ámbitos institucionales, sino que
mostraban que fenómenos de este orden podrían ser detectados en todas las situaciones
humanas en las que se da una relación observador/observado.

A partir de estas tomas de posición es que Lourau prefiere sustituir el binomio


transferencia-contratransferencia institucional por el término más abarcativo, y más
sociológico, de implicación. Implicación de los observados/analizados, pero ante todo
implicación del investigador/analista con:
- su objeto de investigación o intervención
- las instituciones de pertenencia y referencia del investigador/analista (empezando
por el propio equipo)
- el encargo y la demanda social
- la epistemología del propio campo disciplinario
- la escritura o cualquier otro medio que sirva para exponer los resultados de la
investigación

Más recientemente Savoye propone distinguir, en el análisis de cada uno de esos niveles,
las dimensiones organizacional/material, libidinal/afectiva e ideológica/política. El análisis de
estás implicaciones, en el aquí y el ahora del dispositivo de intervención socioanalitico,
deviene una tarea clave para los analistas institucionales. La explicación de sus
implicaciones en el marco de la Asamblea General, facilitará la emergencia de las
implicaciones de los miembros de la organización con las instituciones que los atraviesan.
La puesta en palabras de dichas implicaciones, no confesadas e incluso no concientizadas
previamente, producirá el efecto buscado por el dispositivo socioanalitico: el develamiento
de las contradicciones encarnadas en los individuos, y escenificadas en los grupos y
las organizaciones. Contradicciones particulares que no hacen sino reproducir las
contradicciones instituidas en la macro sociedad, y que el Análisis Institucional
pretende desenmascarar.
Alejandro Busto
53

En el terreno de la investigación ese mismo análisis permitirá al propio investigador, y a los


destinatarios de sus descubrimientos, comprender los condicionamientos que han actuado
en el antes, durante, y después del proceso investigativo, dando cuenta de la singularidad
de su producción. Es ese individuo con todo su bagaje implicacional, y no otro, el que
decide cuál será su objeto de investigación, el que elige el marco teórico y la metodología
con las que abordará y analizará dicho objeto, el que determinara a quien comunicar sus
resultados y la forma de hacerlo. Y lo hará desde el lugar social en el que se ubica, pero
también desde el lugar que le es adjudicado por las instituciones presentes en su
investigación (académicas, estatales, privadas…)

La implicación no es buena ni mala, simplemente existe. No se trata de eliminarla sino de


analizarla, y ese es el desafío profesional y ético para todo investigador o analista
institucional. El intelectual “implicado” se define al mismo tiempo por la voluntad subjetiva de
analizar a fondo las implicaciones de sus pertenencias y referencias institucionales, y por el
carácter objetivo de ese conjunto de determinaciones…Estar implicado es admitir finalmente
que soy objetivado por lo que pretendo objetivar: fenómenos, acontecimientos, grupos,
ideas, etc.

Advertencia sobre la trampa del “implicacionismo”

El “intelectual implicado” no es un “intelectual comprometido'', aquel que se define por su


adhesión consciente a una doctrina o, a una causa. No es un mayor grado de expresión
pública, o de participación a favor o en contra de una empresa lo que revela nuestra
implicación en ella. El abstenerse de participar puede, por el contrario, revelar el alto grado
de implicación ideológica de aquellos que, fuertemente comprometidos con los mecanismos
de la democracia, deciden no obstante renunciar a su derecho al voto por considerar que la
participación en el acto eleccionario se ha vuelto un juego engañoso. O la implicación
institucional de esos otros que, al ser llamados a exponer sus ideas dentro de una
organización, optan por negarse, no por desinterés ni por temor a las consecuencias, sino
porque sabe que su opinión no tendrá ningún efecto en las decisiones y, por lo tanto,
prefieren dejar al descubierto la parodia pseudo-participacionista de la que se pretende
hacerlos cómplices.

La implicación no es algo que ofertamos o sustraemos a voluntad, sino que la implicación


viene con nosotros en tanto sujetos sociohistoricos y políticos, y es activada por el
encuentro con el objeto: el otro, los grupos, las instituciones, en fin, todo aquello que
involucre un pronunciamiento o una acción de nuestra parte. Lo deseemos o no estamos
involucrados intelectual y afectivamente, sujetos a una particular manera de percibir, pensar
y sentir en razón de nuestra pertenencia a una determinada familia, a una cierta clase
social, como miembros de una comunidad religiosa, como partidarios de una corriente
política, como profesionales de tal o cual disciplina, y esas implicaciones condicionarán
nuestros juicios y nuestras decisiones.

Pero, si nuestras implicaciones nos determinan, ¿estamos fatalmente condenados a repetir


las mismas respuestas?

Para responder esto es necesario recordar la tensión permanente entre lo instituido y lo


instituyente. Gracias a la infinita capacidad imaginante de la sociedad las fuerzas
instituyentes “trabajan” constantemente lo instituido y lo transforman. Nuestro objeto
entonces va cambiando, y puesto que tiene el poder de objetivarnos, nos reinstituye
Alejandro Busto
54
permanentemente de nuevas maneras. En otras palabras, a pesar de los determinismos de
nuestras implicaciones, y a condición de que nos tomemos el trabajo de analizarlas, se nos
dará siempre la posibilidad de mirar el mundo con “nuevos ojos”, y de pensarlo desde
nuevos esquemas. Implicados si, pero no sobreimplicados.

Acepción de la noción de implicación

Las dificultades para definir con precisión el fenómeno de la implicación tienen que ver con
que está no es un concepto que tiene un sentido único y fijo, sino que es una noción, y
como tal su polisemia es mucho más amplia e imprecisa. Las nociones se caracterizan
porque existen de ellas diferentes acepciones según el campo del que provengan, y
además su significación varía a lo largo de las épocas.

El problema no es saber cual es el buen sentido, sino familiarizarse con todos los sentidos,
y comprender que la realidad de una noción es extraordinariamente amplia, vasta, y que,
además, ninguna noción puede ser comprendida o representada aisladamente. Cada
término remite a otro gran número de términos con los que está en interacción, forma parte
de una constelación de nociones interrelacionadas.

Revisando las diferentes acepciones del término vemos que es utilizado en 3 campos
distintos:
1. El del Derecho penal: donde se dice que un individuo está “implicado” en un hecho
delictivo. En este caso es de destacar que la implicación designa un fenómeno al
que el individuo queda pasivamente sometido.
2. El del campo lógico-matemático: en el cual cuando se dice que un término (A)
implica a otro (B), se está señalando que el segundo está contenido en el primero, o
que el primero conduce al segundo. Se trata de una relación lógica que, por ende,
tampoco supone la idea de voluntad.
3. El del campo psicológico: aquí la idea de implicación es la de aquello por lo que
nos sentimos adheridos, arraigados a algo a lo cual no queremos renunciar.

Yo diría, en cambio, que no es que no queramos, sino que no podemos. El desprendernos


de nuestras implicaciones primeras, aquellas que, construirás en las distintas etapas del
proceso de socialización, y de las experiencias de encuentro con los otros, han devenido
constitutivas de nuestra singular identidad, no es algo que dependa de nuestra voluntad. El
acto voluntario, en todo caso, es el tomar conciencia de esas implicaciones a partir de un
análisis que se dará siempre en el seno de una relación intersubjetiva. Esto quiere decir que
el investigador o el interventor que encara esa tarea lo hace confrontandose con otros,
exponiendo su perspectiva respecto del objeto que lo ocupa frente a otro (miembros del
equipo, supervisor, director de tesis, etc) que persigue el mismo propósito. Y aun así…la
toma de conciencia puede conducir a un cambio de posición subjetiva, pero no a un “cambio
de piel”. Lo importante es poder analizar las implicaciones para no caer en el error de
sostener la pureza o la verdad de nuestros juicios y de nuestros actos.

- Implicación institucional: definida como el conjunto de relaciones, conscientes o


no, que existen entre el actor y el sistema institucional.
- Implicacion práctica: indica las relaciones reales que este actor mantiene con lo
que antes se denominó la base material de las instituciones.
- Implicación libidinal: está dada por la estructura psicológica de cada individuo,
estructura al mismo tiempo racional e inconsciente, que determina su forma de

Alejandro Busto
55
observar al mundo y a los otros, sus comportamientos en relación a esas realidades,
y su singular manera de ejercer una práctica.
- Implicación social: esta ubica los determinantes culturales en general, y, en
particular, la clase social de origen.

Nuestras implicaciones son parte de una realidad psicológica -las implicaciones libidinales-,
y de una realidad sociológica -las implicaciones sociales o institucionales-. La posibilidad de
comenzar a estar menos alienados es el conocimiento y reconocimiento de lo que nos
determina.

La sobre implicación

La sobreimplicación aparece en el pensamiento lourauniano ante todo como un efecto,


como la fatal consecuencia de la incapacidad de analizar las propias implicaciones. Es la
ceguera que lleva al sujeto a una identificación institucional en la que queda alienado a la
voluntad de un poder que lo desconoce en su particularidad.

El individuo sobreimplicado es también un individuo sobre-explotado, explotado en su


subjetividad, ya que no tiene conciencia del punto en que sus intereses resultan
irreductiblemente opuestos a los del sistema para el que trabaja. En ese sentido, la política
de la sobreimplicación es la política del sobretrabajo que el neoliberalismo impone, brutal o
sutilmente, en nuestros días.

Borakievich, S., Cabrera, C., Ortiz, S. y Fernández, AM. (2014). La indagación de las
implicaciones y el pensar-en-situación: una contribución de la metodología de
problematización recursiva. Revista Sujeto, Subjetividad y Cultura, no 8, 21-28.

En la metodología de problematización recursiva(MPR) los procedimientos de


indagación de las implicaciones -como parte de los procesos de elucidación crítica- habilitan
las condiciones de un pensar hacer con-entre-otros donde poder desnaturalizar las
cristalizaciones del sentido común, lo instituido, las operatorias naturalizadas de la
diferencia. Funcionan como recaudo metodológico contra el cierre de sentidos que
producen nuestros aprioris conceptuales, epistemológicos, políticos, morales, etc.

Dicha metodología cuenta entre sus principales procedimientos el hacer visible lo invisible,
pero no se agota en ello.

Introducción

La MPR nos resulta eficaz en la indagación de imaginarios y prácticas sociales, de lógicas


colectivas, de modos históricos de subjetivación y en situaciones de producción de
subjetividad.

Concibe sus procedimientos desde la noción de campo de problemas. Sus herramientas


conceptuales y metodológicas se inscriben en un estilo de trabajo que, en el
desdibujamiento de las categorías modernas clásicas de individuo/sociedad, sujeto/objeto y
los binarismos desde donde se instalan, enfatizan la tensión epistemológica entre las
territorialidades disciplinarias y el desdisciplinamiento de saberes y prácticas. Recorrer está
tensión requiere habilitar condiciones para modalidades de indagación y recaudos
metodológicos que configuren un pensar-hacer en situación, que no describe ni descubre

Alejandro Busto
56
sino que se despliega como un modo de experiencia. Entender el pensamiento como un
modo de experiencia supone pensar en el límite de lo que se sabe.

Si pensamos que la recursividad opera construyendo su caja de herramientas al compás


del avance del programa de trabajo, entonces el método no precede a las prácticas sino que
se va construyendo en el hacer.

Elucidación crítica e indagación de las implicaciones

Específicamente planteamos que la composición de la caja de herramientas se realiza


gradualmente a medida que la indagación avanza, habilitando circuitos de ida y vuelta entre
herramientas conceptuales, elucidación de experiencias y reformulaciones conceptuales.

De está forma los criterios de lectura no se sostienen en operaciones de traducciones


interpretativas de los materiales que arroja una investigación o intervención, sino que
pretenden habilitar un modo de lectura que se produce más allá de lo
manifiesto-argumental. Se trata de incluir diferentes registros para evitar homogeneizar las
diversidades que puedan desplegarse. Junto al recaudo metodológico de suspender la
inmediatez en la atribución de sentidos, situamos la importancia de la permanente
interrogación, aun de aquello que se presenta como obvio. Las operatorias de distinción y
puntuación irán estableciendo conexiones, desconexiones, insistencias en y entre los
distintos materiales relevados. Aquí el acto de trazar una distinción es productivo. Puntúa un
pliegue que al desplegarse abre un campo de posibles.

La elucidación crítica es una de las herramientas de la MPR, así como también lo es la


indagación de las implicaciones. Está última es otro de los procedimientos elucidatorios en
nuestros modos de trabajo: aquel por el cual es posible ubicar desde qué posiciones cada
una/o y como equipo, enuncia algo. En el marco de la MPR la indagación de las
implicaciones permite la interrogación continua de las naturalizaciones o invisibilizaciones
de la expresión de criterios de vida, de posicionamientos de género, de opción sexual, de
clase etaria, etc.

En el marco de la MPR, los procedimientos de indagación de las implicaciones habilitan las


condiciones de un pensar hacer con-entre-otros donde poder desnaturalizar las
cristalizaciones del sentido común, lo instituido, las operatorias naturalizadas de la
diferencia. Siempre desde la caución de un pensar incómodo respecto a eso que se
enuncia, el pensamiento como experiencia supone acompañar las operatorias de lectura
-distinguir y puntuar- con la indagación de las implicaciones. De está forma, está ahí a
disposición el derrotero de sentidos posibles que un material, una situación, una afectación
puedan desplegar.

Aquello que se produce en el entre del trabajo de indagación de las visibilidades e


invisibilidades de nuestras implicaciones, habilita las condiciones de posibilidad para el
despliegue de las multiplicidades. Es decir, para el despliegue de aquello que se presenta
plegado de distintas maneras. El dispositivo de indagación de la MPR dispone las
condiciones -no prevé ni prescribe- para la producción de diversos enlaces, de nuevas
conexiones y desconexiones. En este sentido y en la advertencia respecto a que “no puede
hacer explicacion ni predicción, solo distinción y puntuación ex post facto de una producción
de sentido, podemos conceptualizar que en algunos momentos acontecimientos de sentido
tienen lugar, entendidos como aquel movimiento que se produce del universo de
significaciones a la singularidad de sentido. Con singularidad se hace referencia tanto a la
Alejandro Busto
57
singularidad de un agenciamiento colectivo de enunciación como a la singularidad de la
implicación de cada quien.

Tres situaciones y sus recursividades

Las instancias de elucidación crítica e indagación de las implicaciones involucran diferentes


dimensiones a interrogar. Estas son instancias que las ponemos a operar en los encuentros
de trabajo del equipo, donde trabajamos materiales de los trabajos de campo, sus
observaciones, en la participación y/o coordinación en espacios colectivos y eventos
multitudinarios, en las evaluaciones de los dispositivos que implementamos, como así
también en los momentos de escritura y elaboración conceptual.

En las reuniones de investigación es habitual que los operadores de campo compartan las
experiencias de sus trabajos de campo con los otros integrantes del equipo. Se comparten
las situaciones previas y posteriores a la inmersión en el terreno, se da cuenta de algún
hecho que haya sido inesperado o producido de alguna incomodidad.

Se trata de instancias donde se pone en común la experiencia de quien llevó adelante la


entrevista. Este relato de la experiencia genera condiciones de posibilidad para el
despliegue de las implicaciones. Muchas veces algo dicho al pasar resuena en quienes
escuchan y permiten la apertura de lo expresado.

La indagación de las implicaciones no se limita a explicitar las opiniones de cada quien, sino
como en los encuentros con otros, se puede ser hablado o actuado por los imaginarios
sociales que laten-ahí-todo el tiempo. Ese momento destinado a intercambiar impresiones,
opiniones y afectaciones permite poner de manifiesto naturalizaciones de sentido. De modo
de estar advertidos para que las eventuales similitudes con la propia experiencia de vida no
obturen, por naturalización, la potencia de interrogación de lo obvio.

O a la inversa: podría suceder que las diferencias con nuestra experiencia operen
disfrazando de concepciones, enunciados teóricos e incluso interpretaciones, nuestros
posicionamientos frente a la cuestión que se ha de investigar o sobre la
que se ha de intervenir.

No se trata meramente de la decisión básica de no tomar partido, sino de un trabajo


permanente de indagación de la propia diferencia. Es decir, implica visibilizar también los
modos y las operatorias de eventuales aprioris, prejuicios o extrañamientos frente a las
desigualaciones sociales que ineludiblemente se producirán en el propio equipo respecto de
la población con que la investigación trabaja.

La indagación de las implicaciones funciona como recaudo metodológico contra el cierre de


sentidos que producen nuestros aprioris conceptuales, epistemológicos, políticos, morales,
etc. En tanto se crean las condiciones de posibilidad de un juego elucidativo sobre las
implicaciones de los investigadores en el proceso de indagación, se habilita la revisión
permanente de las categorías de pensamiento con las que llegamos no solo al trabajo de
campo sino también cuando efectuamos las inferencias conceptuales.

Las operatorias de recursividad permiten volver tanto sobre las preguntas que guían el
trabajo como sobre las respuestas que se van construyendo. A su vez, estas aperturas
generarán condiciones para alojar y producir nuevos interrogantes, pasibles de reconfigurar
el campo de problemas que se está indagando. En otras palabras, se trata de una
Alejandro Busto
58
modalidad de trabajo que busca crear condiciones para el registro y elucidación del
desborde de los instituidos, de las naturalizaciones, de aquello que se presenta como
cristalizaciones de sentido.

Pero la cuestión no se queda allí. También es necesario destacar el efecto de grupo que se
produce en el equipo. Nadie queda indiferente a las anécdotas. Se producen comentarios
personales, risas,chistes, se altera la tranquila reflexión sobre los materiales que se estan
trabajando y se despliega una particularidad intensidad de las afectaciones, en un clima que
involucra al conjunto, aunque nunca a todos por igual.
Quienes investigan estan implicados en el campo de problemas que indagan. Estan ahí.
Corporalidades sensibles que resuenan; materialidades sensibles que estan en un campo,
desplegando sus estrategias de indagación. Lo sensible aquí no se refiere a los
sentimientos sino a la capacidad de los cuerpos de ser afectados. Las corporalidades
sensibles son aquellas susceptibles de ser apropiadas por un agenciamiento, al entrar en
conexiones maquinicas con elementos que componen ese campo. Cuando eso acontece
hablamos de una afectación. No es la afectación de nadie en particular, no es mi o tu
afectacion.

En un agenciamiento lo implicado de los investigadores, aquella materialidad sensible en un


campo, puede entrar en conexiones maquinicas con otros elementos. Ahí, solo podemos
decir que algo acontece al modo del agenciamiento, y que en tanto tal no se trata de una
determinación atribuible a un sujeto. “Sujeto” aquí refiere al sustrato metafísico de la
modernidad, aquel que mira al mundo como una imagen buscando el ser de lo ente en su
capacidad para ser representado.

No es la voluntad reflexiva del investigador “el sujeto” de esa afectación. Una afectación
acontece, y en ella investigadores y campo son apropiados mutuamente por un mismo
proceso que configura un nuevo territorio.

Cabe destacar que no se interpretan los motivos psicológicos de lo dicho por el investigador,
tampoco se trata de comprender que se quiso decir en lo que se dijo. Se trata de la
distinción y puntuación, en situación, de aquella afectación y los derroteros que inaugura.

Pensamos las afectaciones como inesperadas desconexiones y nuevas conexiones que se


producen, que algunas veces abren a producciones de sentido y que la elucidación de esas
experiencias recursivamente reconfiguran el campo de problemas que se indaga. Estas
reconfiguraciones mueven las categorías con las que se piensa. De está forma, los
investigadores indagan sus pertenencias categoriales (opción sexual, género, etnia, clase
social), sino que además en situación ellos mismos resuenan y son transformados por lo
que “ven” en el trabajo de campo, en las reuniones de equipo, en el trabajo elaborativo de la
escritura. Ahí, cuando se produce lo inesperado, se hace experiencia a partir de eso que
conmueve. El pasaje de lo que conmueve a la experiencia es posibilitado por el trabajo
colectivo de la indagación de la implicación. Es decir, se hace experiencia con eso que
conmueve.

Algo nuevo y bien real se produce que relanza una pregunta. Es cuestión de darle el lugar y
seguir la pista, ya que tal vez se trate de un indicio. Se trata de un pensar en los bordes de
lo que se sabe, incómodo, disruptivo.

Alejandro Busto
59
Tema 5 - Estrategias psicoterapéuticas de la Psicología Social del Río de la Plata.

Las nociones sobre intervención, los dispositivos, las instituciones, las implicaciones y sus
correspondientes análisis, constituyen los aspectos centrales que articulan las
intervenciones realizadas desde la Psicología Social en Uruguay.

Este módulo (tema 5) implica comprender cómo esos aspectos centrales se ponen a jugar
en estrategias específicas de intervención.

Scherzer, A. (1997) Múltiples abordajes psicoterapéuticos. En ¿Quién cura a quién?.


Múltiples abordajes terapéuticos, (pp. 15-41). Montevideo: Multiplicidades.

Rodríguez Nebot, J. (2004) Clínica móvil. En: Clínica móvil. El socioanálisis y la red.
(pp. 17-40). Montevideo: Psicolibros

Berriel, F. y Pérez, R. (2007). La elaboración de un plan de abordaje psicoterapéutico


grupal. En: Alzheimer y Psicoterapia. Clínica e investigación. (pp. 48-52). Montevideo:
Psicolibros Universitario

Berriel, F. y Pérez Fernández, R. (2009). Psicoterapia en pacientes con demencia y sus


familias. En Desafíos y logros frente al bien-estar en el envejecimiento, (pp. 93 – 117).
Buenos Aires: Eudeba.

Alejandro Busto
60
Scherzer, A. (1997) Múltiples abordajes psicoterapéuticos. En ¿Quién cura a quién?.
Múltiples abordajes terapéuticos, (pp. 15-41). Montevideo: Multiplicidades.

Capítulo 1. Múltiples abordajes psicoterapéuticos

Introducción

Con la aparición del Psicoanálisis se instaló una ruptura con la psiquiatría clásica de la
época de principios del siglo XX. Esto introdujo cambios en el campo de la
Salud-Enfermedad, que hicieron que los diagnósticos y tratamientos del plano de la
conciencia se descentraran hacia el plano del inconsciente.

A su vez, y en el avance del tiempo, la intervención psicoanalítica individual, el análisis


personal con un psicoanalista, va cediendo paso, cada vez más, a los abordajes múltiples,
multiprofesionales, que se constituyen también a partir de algunos descentramientos de la
práctica individual, tres de ellos son:

- Primer descentramiento: desde el paciente analizado personalmente con 1


analista > hacía el paciente en grupo terapéutico con 2 analistas (coterapia). A partir
de este comienza a cobrar más valor en la práctica clínica la noción de
intersubjetividad.
- Segundo descentramiento: desde el análisis individual o grupal del paciente >
hacía el trabajo con la familia. De un paciente perteneciente a una familia > hacía
varios pacientes pertenecientes a la misma familia. De un analista o dos > hacía las
diferentes estrategias terapéuticas.
- Tercer descentramiento: desde la intersubjetividad grupal y familiar > hacía el
espacio social amplio, a la Institución-Organización > hacía las experiencias de
trabajo barrial, comunitario.

En la consideración de estos tres descentramientos técnicos, aparecen regularidades que


las podemos ubicar en varios terrenos:
- Terreno teórico (de la teoría que sostiene cada forma de abordaje técnico)
- Terreno técnico (de los obstáculos técnicos)
- Terreno epistemológico (de los deslizamientos epistemológicos)
- Terreno metodológico (de los límites propios de cada teoría)

En el primer descentramiento, el paciente cursaba uno de los tratamientos (individual o


grupal), y ante el fracaso de alguna de estas elecciones, se indicaba sucesivamente a la
otra.

En el segundo descentramiento se instituyen varios aportes:


- Teóricamente hay un descentramiento etiopatogénico: ya no es el complejo de
Edipo el único eje por donde giran las causas de los conflictos intrapsíquicos, sino
que aparecen las nociones de vínculo, aprendizaje grupal, roles, configuraciones
vinculares, teoría de los sistemas, etc.
- Técnicamente ya no existen los abordajes multidisciplinarios efectuados por
profesionales aislados entre sí: se intensifican los intercambios entre
profesionales, a veces incluso delante de los propios pacientes
- Una concepción estratégica de los abordajes terapéuticos mezclados con las
necesidades y posibilidades reales de los pacientes y sus familias: no siempre

Alejandro Busto
61
son posibles ciertos tratamientos por dificultades múltiples de los pacientes o de los
propios técnicos

El trabajo en Terapias Combinadas permite:


a. la convergencia de objetivos terapéuticos, de esfuerzos terapéuticos, en la dirección
de la “cura”
b. la intervención de varios profesionales
c. un procedimiento articulado
d. la constitución de un equipo terapéutico
e. la coordinación grupal con técnicas grupales de los profesionales del equipo

Las unidades de trabajo se amplían desde la perspectiva individual a la de pareja y a la


familiar.

El tercer descentramiento se da en función de que este tipo de terapias no estaban exentas


de limitaciones:
- El escaso número de pacientes que puede absorber cada técnico, hecho que se
desproporciona aún más teniendo en cuenta lo dificultoso y costoso de la formación
profesional específica de cada profesional
- La dificultad en la inserción institucional educativa o laboral de los niños psicóticos
- La dispersión improductiva de gastos de dinero, pérdida de tiempo, etc, por parte de
los padres que deben llevar al niño de un sitio a otro, de una clínica a otra
- El no saber los padres qué hacer con los niños durante todo el día

Pienso que en estos tres descentramientos se va pasando de la intervención psicoanalítica


> a la intervención psicoterapéutica psicoanalítica y > de esa a la intervención psico-social

Ya no se toma un único objeto de estudio, el inconsciente de un sujeto, su proceso


deseante, sino que se pasa a una práctica de múltiples objetos de estudio, y no solo de
múltiples sujetos.

Los tres descentramientos técnicos a los que aludo son, en realidad, descentramientos:
- de la conciencia
- de la intervención psicoanalítica clásica para la cura
- de la metapsicología freudiana
- del complejo de Edipo
- de las estrategias psicoterapéuticas
- del poder hegemónico de algunas instituciones de la salud mental en el mercado
laboral y del conocimiento científico
- de las formas de pensar la determinación de los actos; su relación con el proceso de
producción de bienes materiales
- epistemológicos

En suma, los descentramientos no significan sólo incrementar ámbitos de trabajo. Lo


esencial es que abarcan, interpenetrándose, todas esas dimensiones mencionadas.
Implican ubicarse en otro lugar en relación a las determinaciones. Nos cuestionan las
teorías de las determinaciones.

Alejandro Busto
62
Capítulo 2. Aportes de las estrategias terapéuticas de abordaje pluridimensional

Hoy en día entiendo que a ciertas dinámicas del funcionamiento grupal, y por ende del
familiar, no les corresponde la denominación de “patológicas”.

El término patológico denota y connota un pensamiento psiquiátrico o médico que, para mi,
ya no es convincente.

Abordaje pluridimensional

Es una noción técnica elaborada por Pichón Riviere, en base a los principios de pluralidad
fenoménica, como la aparición de los síntomas en las tres áreas de expresión (mente,
cuerpo y mundo exterior), y al principio de policausalidad, o expresión etiológica que sigue
al principio configuracional de las estructuras patológicas en sus diversas dimensiones.

Según Pichón Riviere, el abordaje terapéutico pluridimensional tiene como objetivo cubrir, lo
más extensamente posible, las múltiples dimensiones etiopatogenia de los conflictos
psicopatológicos y la diversidad de las áreas de expresión de los mismos. Pichon sostiene
que por su acontecer y su sintomatología, el sujeto se da cuenta de que sus conflictos no
son solamente de el, sino que son de su grupo familiar.

Nosotros pensamos que los conflictos de un sujeto estan en relación con variables más
globales que comprenden por lo menos a su grupo familiar, y a instituciones por las que
atraviesa en su tránsito vital. O sea que planteamos que su grupo familiar y las
instituciones delimitaran operativamente una globalidad más amplia por la que cursa
la vida de un sujeto y lo determina en la construcción de su subjetividad.

Abordaje terapeutico

Pichon Riviere habla de la noción de policausalidad (o sea multiplicidad de causa),


instrumentando por ello un abordaje terapéutico pluridimensional que tiene como objetivo
cubrir lo más exactamente posible a las múltiples dimensiones etiopatogenia de los
conflictos “psicopatológicos” y la diversidad de las áreas de expresión de los mismos
(mente, cuerpo, mundo exterior).

Este enfoque permite reconstruir parte del contexto en el cual cobra otro sentido la
organización de la clásica llamada enfermedad mental.

Para nosotros, parte del trabajo estaría dado en delimitar, lo más exactamente posible, cuál
es ese otro contexto al cual nos vemos enfrentados, cuando estamos hablando con un
paciente. Para esto se movilizan, además de aspectos teóricos y técnicos vinculados a la
psicopatología individual, grupal y familiar; problemáticas institucionales, epistemológicas,
etc, frente a las cuales esperamos poder polemizar, cuestionar y discutir.

Nuestra direccionalidad apunta hacía una elaboración del contexto latente, y no solo hacia
lo explícito, ni a lo fenomenológico-descriptivo como meta final del trabajo psicológico.

Por eso instrumentamos las estrategias terapéuticas hacía un lugar más allá de los sujetos;
hacía la latencia de las configuraciones “psicopatológicas”. Reservamos la palabra latencia
para referirnos a elementos no conscientes (preconscientes e inconscientes) sean grupales,
institucionales, etc.
Alejandro Busto
63

La necesidad de producir transformaciones “terapéuticas” en el contexto latente nos lleva a


movilizarnos con una instrumentación técnica abarcativa de la amplia gama de unidades
operativas en juego, como momentos de intervención en “profundidad”, y simultáneamente,
en la extensión del espacio más global en superficie y amplitud. Espacio en realidad virtual,
expresado en un polo, el del emergente, y con otro polo: el de su relación con la dinámica
latente. Por eso la orientación de la intervención en el proceso terapéutico sigue la línea de
los emergentes considerados en su causalidad recíproca.

Pensamos el emergente como el momento del discurso grupal que surge como parte de la
problemática latente expresada a través de la comunicación y metacomunicación de los
sujetos involucrados en una tarea y una finalidad común, de cuya intencionalidad da cuenta
la sobredeterminación reglada de las contradicciones, conflictos y el contexto en juego.

Estrategias terapéuticas

Por todo esto utilizamos distintos encuadres terapéuticos atendiendo a las distintas
unidades operativas en juego.

Para lograr los objetivos y comprender mejor la utilización de esos recursos aplicamos una
noción técnica proveniente de nuestra experiencia clínica: la diferencia entre psicoterapia
asociada y psicoterapia combinada:
- La psicoterapia asociada: es la unión de diferentes recursos terapéuticos sin que
necesariamente haya similitud entre los esquemas referenciales teóricos, técnicos y
metodológicos, que sustentan dichos recursos terapéuticos. Se trata de una
coincidencia temporal de los dispositivos terapéuticos que no conforma ni tienda
hacía un mismo objetivo. Por ejemplo, en una terapia grupal, cada integrante de la
pareja con un analista individual que, incluso, a veces se posicionan desde distintos
esquemas referenciales.
- La psicoterapia combinada: es la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas,
de modo tal que constituyen un procedimiento articulado, apunten hacía un mismo
objetivo e integren simultáneamente un similar y complementario esquema teórico,
técnico y metodológico.

Algo de historia

En referencia a la psicoterapia asociada, descubrimos que diversos problemas surgen,


particularmente derivados de la desconexión entre los terapeutas participantes. A raíz de
ello pasamos a una combinación de los recursos técnicos con vistas a un objetivo común.

Se vio entonces la necesidad de lograr, primero, una integración en la cual se pudieran


plantear los mismos objetivos (una finalidad común) y a su vez determinar las estrategias,
delimitando los campos terapéuticos en que cada uno iba a actuar. Para lo cual hubo que
constituir un equipo terapéutico.

Luego apareció el problema estratégico referido a las estrategias terapéuticas. Había que
lograr no solo un mismo objetivo en el equipo terapéutico, sino que ese objetivo estaba en
función de una ideología asistencial que, como primer paso, había que elaborarla dentro del
equipo para luego articularla con una visión teórica y una perspectiva técnica coherente con
es ideología asistencial, que con validez científica propia actuará sobre el campo.

Alejandro Busto
64
De tal forma, para nosotros, el problema del abordaje de la estructura pluridimensional se
convirtió en el centro de la problemática y, su dinámica en el problema de la elucidación,
tanto teórica como técnica a ser aplicada en las estrategias terapéuticas.

El abordaje lo efectuamos sobre una situación y no sobre un paciente. Es decir, tratamos


de diagnosticar una situación psicopatológica, una estructura psicopatológica, y no un
diagnóstico meramente individual.

La estructuración dinámica del campo no la explicamos solamente por una dinámica


individual, sino que el abordaje de los sujetos empíricos involucrados da cuenta de las
fuerzas en juego a través de ellos, y de otros fenómenos comprendidos en el abordaje
pluridimensional, como ser: la inscripción de los factores culturales y sociales en el
inconsciente individual, la ideología familiar (los mitos de la “estructura” latente del grupo
familiar), los factores institucionales, etc. Así abordamos diferentes situaciones de acuerdo
al caso clínico en juego.

Los pasos estratégicos utilizados en los distintos abordajes, en sus diferentes


combinaciones, obedecen a una teorización determinada y a recursos técnicos
subordinados a ella. Es decir, no constituyen pasos arbitrarios, sino una comprensión desde
una perspectiva pluridimensional que requiere la utilización articulada de diferentes técnicas
psicoterapéuticas.

Para ello es menester una integración particular de varias disciplinas sustentadas por una
base epistemológico-metodológica coherente con la concepción pluridimensional, que
permita un uso pertinente de los recursos técnicos.

El centro de nuestro accionar terapéutico pasa por tratar de abordar el funcionamiento


latente según un ordenamiento que privilegiamos desde el ECRO (Esquema Conceptual,
Referencial y Operativo) quien, según el caso clínico, nos dará la sucesión estratégica de
los pasos a seguir.

Las indicaciones precisas fueron hechas después de evaluar en el caso clínico las
posibilidades de los pacientes: culturales, intelectuales, económicas, etc; la disponibilidad
de los técnicos, el esquema referencial, los horarios y las variables institucionales (cuando
era efectuada, por ejemplo, en un hospital).

En suma
Nos planteamos el abordaje pluridimensional de las configuraciones psicopatológicas y la
necesidad de una estrategia terapéutica que comprenda las distintas dimensiones de la
misma, con técnicas, métodos y una ideología asistencial común a los profesionales
intervinientes.

Nuestro punto de vista parte de una globalidad situacional, grupal, de un ser social, cuya
articulación con el grupo conforma parte de las vicisitudes de la técnica operacional.
Consecuentes con ello, sostenemos la necesidad de homogeneizar el proceso terapéutico,
que sus técnicas involucren el esclarecimiento de las formas de vida, hábitos y costumbres
de la vida cotidiana, que articulen los abordajes individuales, grupales, institucionales y
comunitarios por medio de un esquema referencial, conceptual y operativo común entre los
profesionales que abordan el campo. Por ahora el que mejor contempla estás variables es
la Concepción Operativa de la Psicología Social, de los Grupos, y de las variables
anteriormente mencionadas.
Alejandro Busto
65
Rodríguez Nebot, J. (2004) Clínica móvil. En: Clínica móvil. El socioanálisis y la red.
(pp. 17-40). Montevideo: Psicolibros

Capítulo 1. Clínica Móvil

Clínica Móvil: de lo sedentario a lo nómade: la trashumancia.

En nuestra herencia pesan como relación de desconocimiento los dispositivos sedentarios.


Son aquellos que hemos heredado de la psiquiatría, la medicina y de la psicología del two
bodies (el autor se hace el cool y habla en ingles, psicologia del two bodies es básicamente
psicología cuerpo a cuerpo, de a dos -paciente y psicólogo-). Es aquella que diagnostica,
evalúa, examina y categoriza a ultranza los pacientes, metiéndolos en los cuadros del DSM.
Los dispositivos sedentarios manejan una concepción de lo normal y lo patológico que en
suma son condiciones de cristalización que la propia sociedad construye a través de su
imaginario social.

Está herencia tiene está relación de desconocimiento en el sentido que la hemos


naturalizado: se ha convertido en una forma de ver, de posicionarnos frente a la situación
del o los pacientes.

Sin embargo, en las últimas décadas se ha producido una transformación y reconfiguración


de los modelos teóricos y prácticos en la intervención en clínica. Y a nuestro entender ya no
podemos hablar de la existencia de una clínica sino de una multiplicidad de ellas.

La clínica sedentaria es aquella que deviene de la medicina, que ha producido la


psiquiatría y que como elemento culminante tenemos la construcción del DSM-4. El cual es,
básicamente, un diccionario para ponerse de acuerdo (entre profesionales) en torno a
cuáles deben ser las propedéuticas y las terapéuticas a iniciarse en la situación concreta.

Estos dispositivos que llamamos sedentarios tienden a tratar de hacer pasar a los pacientes
por determinados lugares prefigurados, prearmados y que de está manera van a dar
siempre, los mismos resultados, dentro del universo simbólico al cual estan adscritos.

La multiplicidad de formaciones psicopatológicas, las nuevas modalidades o formas


subjetivas que expresan lo humano, que tienen lugar hoy en día, fundamentan en parte la
multiplicidad de clínicas. Pero la(s) clínica(s) no son muchas solamente porque hay una
transformación de las subjetividades en el contexto de las psicopatológicas actuales, sino
que también son muchas porque el acto clínico es una operación sumamente compleja de
investigación, de elaboración teorética, de principios de regulaciones de encuadres y
dispositivos y de encuentros con el sufrimiento humano. En este sentido la clínica se
transforma en un constructo que tiene al sufrimiento psíquico por base y a su vez una
elaboración teórica que da cuenta o intenta dar cuenta de un posible devenir, o de una
posible respuesta ante la pregunta de aquel que sufre.

Es por eso que postulamos que para el desarrollo de cualquier clínica es necesario
permanentemente tener una actitud inicial, una actitud ética de investigación y de
cuestionamientos del saber propio y del no saber. Esto es en qué frontera nos movemos, y
es en ese no saber que en última instancia redunda en una suerte de interrogación, de
cuestionamiento de nuestra propia práctica.

Alejandro Busto
66
No hay que olvidar los trabajos de Pichon-Riviere en cuanto al esquema de abordaje
múltiple esto es individual, de pareja, grupo y familia; de está manera, se puede armar un
pool de trabajo en donde la subjetividad está allí para poder desplegarse en los ámbitos y
los puntos de fuga provoquen sus pautas de conexiones; en donde el analizador habilite un
espacio de reflexión y de simbolización que permita la posibilidad del encuentro en funcion
analitica. La funcion analitica del punto de vista terapeutico no se encuentra por la
nominacion de ser psicoanalista o terapeuta, sino que la funcion analitica se encuentra en
función del vector de fuerza que marca una demanda, que plantea un problema y que hay
allí un agente, un otro, que está para testimoniar el efecto de desarrollo que el otro hace a
partir de su sufrimiento o de su síntoma, y permita la apertura de juego que inaugure la
conformación de un espacio analitico. Por lo tanto, en las técnicas actuales de psicoterapia,
si se quiere hacer realmente clínica, estas deben estar en una articulación de mutación
permanente y de acompañamiento de las formaciones novedosas que surgen.

De lo nómade a lo móvil

En los últimos años lo que hemos visualizado es la potenciación creadora que tiene el
hecho de no quedarse agarrado como psicoterapeuta a una técnica específica sino al
manejo de múltiples técnicas. Esto lleva a la noción de caja de herramientas de Foucault.
Este enfoque permite ir distinguiendo lo que son modalidades sedentarias a modalidades
nómades.

La nomade es una forma de ser, de devenir ser en un plano de fuga y tránsito, de senderos
que permanentemente determinan rutas; ya que lo nómade se apropia de un sistema de
tránsito, no de un espacio territorializado sino de un efecto de desterritorialización en donde
lo que se espacializa en realidad es una ruta, un sendero. De esos senderos es lo que son
las clínicas actuales. Las actuales formaciones subjetivas nos dan determinados senderos
pero de lo cual nosotros no podemos dar cuenta de los mismos, salvo describirlos
medianamente, fenomenológicamente, pero no podemos ir dando cuenta de la etiología de
esos fenómenos. Esto nos lleva inevitablemente a instrumentar una modalidad de
pensamiento y de acompañamiento de estas subjetividades y adaptarnos a una
conformación determinada.

Los psicoterapeutas entonces se transforman en puntos de intersección de esas rutas en


donde puedan abrir determinados espacios reflexivos y analíticos. Por lo tanto la gente que
provoca una demanda desde su sufrimiento pueda producir y tener un espacio de desarrollo
y de despliegue que permita entonces un análisis y una potenciación, un rescate de sí. Es
en este sentido entonces que la clínica debe ser móvil, no nomade, porque nomade implica
la articulación de un tránsito ya prefigurado. Sabemos desde la antropología que los
nómades tienen una estructura mental muy consolidada y cristalizada, mientras que se
mueven por un lado o por otro en la estructura ideológica apenas hay movilidad, son
sociedades con poca movilidad social, está perfectamente estamentado todo y enclasado
todos los grupos dentro de las sociedades nomades. Por tanto, pensar la clínica nomade es
pensar a nuestro entender también desde un punto de vista prefigurativo y preformado.

Es por eso que pretendemos hablar mejor de lo que es una clínica móvil, trashumante y en
tránsito. Por clínica móvil entendemos una clínica no desarrollada, ni taxonómicamente
desarrollada, ni genéticamente desarrollada, sino que por el contrario una clínica en vías de
desarrollo, en vías de posible inscripción en la medida que se adosa a problemáticas
subjetivas y va pudiendo desarrollar micro espacios en las estructuras mentales que
permitan el desarrollo de una reflexión o el desarrollo posible de una potenciación del
Alejandro Busto
67
devenir. En este sentido se trabaja fundamentalmente con un esquema multiterapeutico y
con la articulación de diferentes referentes teóricos y de articulaciones tecnológicas
diferentes, puede ser el psicodrama, sociodrama, psicoanálisis, psicología social, etc.

La clínica móvil implica entonces la construcción de un modelo mental cartográfico, o más


bien diríamos de un holograma mental de estructura cartográfica. No hay un centro
monocausal (porque uno puede descentrar la conciencia y pasar al inconsciente como el
centro). El mapa cartográfico no tiene centro, es una red, y esto permitiría entonces que el
punto de la demanda contempla un nodo de la red, y ese nodo tiene una serie de hilos de
estructuras causales que deben de ser analizadas y deben de ser desarrolladas por un
trabajo.

El nodo se caracteriza por lo siguiente: contiene una res-extensa, que se demarca a partir
de una serie de pautas de conexión de los siguientes elementos construyendo un territorio
de existencia:
a) una población
b) instituciones y organizaciones
c) un universo simbólico consistente -discursos políticos y folklóricos-
d) discursos y prácticas vinculares

Esto implica entonces que cualquier artefacto técnico, sea una terapia grupal, sea una
terapia familiar, puede de pronto devenir en otra cosa, una terapia familiar puede devenir en
una terapia de pareja, una terapia de pareja puede devenir a su vez en terapia de conjunto
de pareja, etc.

Hay dos elementos fundamentales planteados por Freud, a partir de los cuales distingue
dos modelos terapeuticos basicos:
- Modelo por vía de porra: se trata de una tecnología que agrega material
- Modelo por vía de lavare: se trata de una tecnología que saca material

Concebia al psicoanálisis como una tecnología de lavare, en el entendido de no imponer, no


sujetar, no generar una violencia simbólica ni hermenéutica, ni interpretativa, ni un saber
sobre el otro, sino que armar un espacio para el despliegue de una asociación libre que
permita el advenir del sujeto del inconsciente.

Nosotros hacemos acuerdo con este postulado, pero también teniendo mucho cuidado de
que en realidad no solamente se trata de algo que hay que sacar porque de pronto hay algo
más que está por ahí, sino que todo lo contrario, lo que está por ahí ya está, ya estuvo y ya
estará. Que como efecto de la inmanencia se transmuta. Esto implica un devenir temporal,
una noción de articulación temporal y con el espacio de trabajo.

Para poder desplegar la potencia del sujeto el espacio del set debe contemplar las
posibilidades de gestión. Si uno tiene un espacio reducido y chico, no permite una expresión
corporal, pero permite la inventiva de que la expresión corporal pueda ser desarrollada en
otro lugar, no tenemos por que ajustarnos ni agarrarnos del espacio que exclusivamente
manejamos y tenemos. La función terapéutica o analítica no se circunscribe al espacio
específico del set.

Los tiempos reales del encuadre no tiene que ver con las temporalidades de la subjetividad,
sin embargo contratamos por tiempos reales; la resolución del conflicto de las diferencias de
tiempos, es resuelta por el ajuste permanente de los agentes implicados en el proceso. Por
Alejandro Busto
68
eso nuestra clínica está basada fundamentalmente en los emergentes de la producción de
acontecimientos que provocan un devenir.

El acontecimiento no lo puede definir el propio terapeuta sino que es un evento y un


constructo-puerta en la subjetividad. En la clínica un acontecimiento adviene en la
intersección del terapeuta con el paciente; el mismo implica el haber accedido a otro plano
en la medida que el paciente es proyectado a un plano ed dimensión de su potencialidad
creadora o recreativa que remite en una redundancia -pliegue- en la posibilidad de
mitigación del dolor y posibilidad esclarecida de dar luz en el camino al placer. Es por ello
que en este sentido encontramos que el acontecimiento en el sentido foucaultiano es
aquello que revela no solamente la estructura institucional sino que revela la potencialidad
de la emergencia de nuevos dispositivos.

Según Deleuze el acontecimiento puede ser un instante pero continum, en un tiempo


muerto -atemporalidad- en su densidad, extensión, intensidad y expansión. Hay un antes y
un después del acontecimiento, no punto de retorno; porque el sujeto ya no es el mismo, es
otro; ha devenido en otro, su realización es una metamorfosis. En la vida de una persona
hay muchos eventos pero no hay muchos acontecimientos, más bien muy pocos. Ciertas
veces los testimoniamos en la clínica, la mayoría no. En el acontecimiento el sujeto es
tomado por el mismo, sin embargo, su vida ha sido una larga espera para devenir este
momento, que inaugura la posibilidad del ser.

La situación del espacio y la regulación del tiempo de las frecuencias es algo que debe ser
permanentemente trabajado y no quedar arreglados ni acordados en torno a una doxa que
en todo caso nos limita y es limitante para el otro. En suma esto lleva entonces a la
potenciación creativa, entonces la psicoterapia se transforma en un arte. Nosotros
entendemos que la psicoterapia es una artesanía, en donde lo que se juega es un artesano.
Hay un aspecto de la potencialidad creadora del conjunto de los pacientes.

En este sentido la psicoterapia no se restringe exclusivamente a un campo hospitalario o al


campo de consultorio privado, sino que puede a su vez organizar conjuntos de dispositivos
técnicos de trabajo en diferentes niveles. En donde se analice no solamente los aspectos
transferenciales sino, también, que haya una permanente revisión de la dinámica
institucional, nuestras motivaciones, nuestros vínculos a nivel de los equipos de trabajo y de
la propia institución en su conjunto de modo de comprender y elaborar la doble inscripción
en lo personal y colectivo.

Se trata de producir agenciamientos de los espacios necesarios para que los actores
produzcan su realidad social y su devenir, en suma se trata de construir una esperanza
posible de un mundo posible, o sea construir un deseo inmanente pleno que libere el
desarrollo de las potencialidades de cada una de las personas que integran estos conjuntos
de trabajo. En suma el trabajo clínico no es una clínica, no existe la clínica, sino el trabajo
clínico como proceso de producción en donde lo que se juega es no solamente el
sufrimiento, sino que también se juega la esperanza de ese mundo posible.

Alejandro Busto
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Berriel, F. y Pérez, R. (2007). La elaboración de un plan de abordaje psicoterapéutico
grupal. En: Alzheimer y Psicoterapia. Clínica e investigación. (pp. 48-52). Montevideo:
Psicolibros Universitario

Consideramos imprescindible combinar la psicoterapia con tratamientos farmacológicos en


un plan integral de abordaje, el cual debería ser orientado desde un equipo interdisciplinario
real, y no desde una fragmentación disciplinaria.

Concebimos la elaboración de este plan en dos momentos:


1) El momento diagnóstico. La construcción del mapa de ruta de la enfermedad
1.1- Diagnóstico clínico: refiere al diagnóstico clásico de la patología realizado desde una
clínica sedentaria
1.2- Diagnóstico clinico - situacional: este diagnóstico implica ya una intervención desde
un enfoque de clínica móvil. Para realizar este tipo de diagnóstico es imprescindible realizar
un descentramiento de la concepción individual de la patología, que nos habilite a visualizar
el impacto de la misma en el grupo familiar y en la red, identificando las personas afectadas,
así como los recursos de las mismas. Se debe realizar un análisis de la afección y recursos
en cada una de las personas identificadas. Tomando los cinco planos implicados en la
patología desde el modelo multidimensional, se identificara en el paciente y en cada
persona de su red más próxima, aquellos aspectos que enferman y los que se mantienen
sanos en cada uno de estos planos:
a. Plano somático: se identificaran los déficit y si existen repercusiones en este plano
b. Nivel cognitivo: se trata de identificar los déficit cognitivo del paciente, en qué áreas
se dan y visualizar si existe repercusión en este plano en la red inmediata
c. Plano psicoafectivo: se busca conocer el impacto en la vida anímica y en los
afectos de cada uno de los implicados. Visualizar cómo cada uno va transitando la
patología y de qué forma la misma impacta en una historia vincular y sobre
determinadas estructuras de personalidad. Se buscará identificar los tipos de
mecanismos defensivos que se ponen en juego, así como los aspectos de salud
mental implicados.
d. Dimensión psicosocial: muy ligado al anterior, es necesario identificar las
ansiedades predominantes en el grupo familiar, el juego de depositaciones de las
mismas, los elementos de transmisión generacional puestos en juego, los mensajes
inconscientes en la comunicación.
e. Área sociocultural/histórica: se analizará la construcción de sentido de la
patología, tanto desde la perspectiva del grupo (como la significa “esa” familia),
como desde la sociocultural (como la significa “esa” red social, “esa” comunidad, que
será diferente si pertenece a un medio urbano o rural, etc). Se analizarán aquí las
fantasías construidas colectivamente respecto a la enfermedad, así como los miedos
y los procesos identificatorios puestos en juego.

Una vez definidos estos diferentes impactos de la patología en el grupo afectado, se podrá
realizar un mapa de ruta de la enfermedad, el cual será un insumo básico a la hora de
definir una estrategia de intervención.
2) La estrategia de intervención

Una vez construido el mapa de ruta, se debe construir un plan integral de tratamiento,
singularizado para cada caso. Este plan se construye a partir de las formulacion de tres
preguntas:
1. ¿dónde intervenimos, sobre qué áreas?
2. ¿para qué, cuáles son nuestros objetivos?
Alejandro Busto
70
3. ¿Cómo vamos a intervenir, qué tipo de intervención es la más adecuada?

Áreas de intervención: refieren a las dimensiones donde procuramos producir cambios:


somática, cognitiva, psicoafectiva, psicosocial y sociocultural e histórica. A partir de ubicar el
impacto de la patología en cada una de las cinco áreas de afección para el colectivo
involucrado, se debe definir qué áreas se deben priorizar desde el plan de intervención

Los objetivos: deben definirse diferenciados según cada área y cada caso. La intervención
en cada área no debe tomarse como algo estático o como un fin en sí mismo, sino ubicarla
dentro del plan general de intervención, en forma sinérgica al mismo. Se apunta a producir
cambios psíquicos en el paciente y su red inmediata. Refiriéndonos al cambio psíquico
como un nuevo posicionamiento subjetivo de cada uno de los implicados en la patología y
favoreciendo los procesos de simbolización de los conflictos. En nuestra propuesta uno de
los principales objetivos operativos es lograr una adaptación activa. Respecto a los objetivos
en el área de los vínculos, estos refieren a la posibilidad de producir y sostener grupalmente
los cambios psicológicos en la persona, así como los funcionales en la red.

El tipo de intervención es el resultado de los dos pasos anteriores. Es en este momento


cuando el equipo técnico pone en juego el arsenal técnico que dispone y en función del cual
orientará la intervención.

Nos interesa dejar claro que el tratamiento farmacológico debe estar subordinado como
apoyo a la principal línea de intervención, que es la psicoterapéutica, orientada desde el
plan integral.

Berriel, F. y Pérez Fernández, R. (2009). Psicoterapia en pacientes con demencia y sus


familias. En Desafíos y logros frente al bien-estar en el envejecimiento, (pp. 93 – 117).
Buenos Aires: Eudeba.

Los aportes de la psicología a la conceptualización e intervención en las demencias.


El modelo multidimensional

Si nos descentramos de la hegemonía del modelo biológico e individual en donde ha


preponderado el tratamiento de la demencia hacia la perspectiva psicológica; la demencia
se presenta como una compleja construcción histórica que culmina en una desorganización
de un grupo o colectivo en, al menos, cinco planos: somático, cognitivo, psicoafectivo,
psicosocial y sociocultural/histórico. Cada uno de estos planos -que forman parte de un
fenómeno global, discriminado solo para su análisis e intervención- tendrá múltiples zonas
de impacto en cada integrante del grupo afectado, apareciendo uno de los sujetos como
“depositario” de está situación.

Modelo multidimensional

A pesar de las definiciones que se dan de la demencia pasan por los planos somático y
cognitivo, lo que causa mayor sufrimiento familiar y grupal responde a los otros dos planos
psicosocial y psicoafectivo, que se encuentran muy vinculados al plano sociocultural. De
está forma, mientras el modelo biológico busca las causas en el plano somático y toma los
otros cuatro como consecuencias de este, si invertimos está relación buscando las
condiciones de producción de estas patologías en los 3 últimos y tomamos a los planos
somático y cognitivo como secundarios a ellos, se abre una nueva línea de
conceptualización e intervención en estas patologías. Está perspectiva psicológica de las
Alejandro Busto
71
demencias la hemos denominado “Modelo Multidimensional”, el cual implica no sólo una
perspectiva teórica de las mismas, sino que permite también construir herramientas de
intervención psicoterapéutica, según la singularidad de cada caso.

El dispositivo de intervención psicoterapéutico en las demencias

Concomitantemente a la formulación del Modelo MUltidimensional de las Demencias,


hemos construido un dispositivo de intervención psicológica que pretende articular las
dimensiones más comprometidas en la producción de la enfermedad, habilitando una nueva
perspectiva de intervención psicoterapéutica en la patología

Basado en la intervención psicológica combinada, el dispositivo que sustentamos contempla


los siguientes abordajes: psicoterapia individual del paciente y el cuidador principal;
psicoterapia en grupos de pacientes que incluye aspectos psicodinámicos, cognitivas y de
desarrollo de procesos creativos, dinámica de grupos; intervenciones psicoterapéuticas
familiares e intervenciones en red.

La pertinencia del paciente en un dispositivo individual de psicoterapia se sitúa en el


enfoque que postulamos, en donde quien va a estar en tratamiento no es un “enfermo de
Alzheimer”, sino un sujeto que se irá produciendo en el curso del proceso, de manera que la
demencia es solo una de las circunstancias de su historia individual, familiar y social.
Tratamos a un sujeto que ha sido diagnosticado como enfermo de Alzheimer, pero
descentrándonos de tratar la enfermedad para tratar al sujeto de consulta, que se configura
en tratamiento.

Las intervenciones psicoterapéuticas familiares constituyen un punto nodal del


dispositivo global. Según varios autores, los grupos familiares en su evolución genealógica,
constituyen la unidad mínima de los procesos de “enfermedad mental”. En la familia se
producen los mecanismos psíquicos de orden grupal que, mediante complejos procesos de
asunción y adjudicación de roles, resuelven conflictos que por algún motivo exceden las
posibilidades de los recursos disponibles para la elaboración colectiva, mediante la
configuración de un depositante que tarde o temprano se constituye en enfermo designado.
Desde está perspectiva, entonces, el enfermo es un emergente de su grupo familiar o, más
precisamente, de la historia y de la dinámica de su familia. La familia como campo de
regularidades, es decir, como institución, produce un imaginario familiar que anuda con el
imaginario social, de manera que el proyecto identificatorio será posible por la disponibilidad
de emblemas identificatorios que este imaginario proveerá. Estas producciones imaginarias
familiares, en su expresión narrativa, constituyen lo que se ha denominado novela familiar.

Un aspecto concreto en cuanto a ganancia terapéutica que este nivel de intervención


aporta, lo constituye el descentramiento que favorece la depositación en el “enfermo” de los
aspectos insoportables para el grupo y en el cuidador principal del movimiento reparador y
el encargo grupal del cuidado, aumentando de este modo el índice potencial de
transversalidad del grupo, ya no solo respecto a la enfermedad, sino a su historia, sus
condiciones sociales y deseantes de existencia, su dinámica, su imaginario, sus narrativas.

Nuestro enfoque se define entonces como una estrategia terapéutica de abordaje


pluridimensional en el marco de una perspectiva de clínica móvil. Se trata de un vasto
capítulo dentro de los niveles de prevención secundaria y terciaria en el cual se articulan
simultáneamente diferentes recursos terapéuticos: psicoterapias individuales, grupales,
familiares, farmacológicos, institucionales, etc., hacía y con una común ideología y hacía
Alejandro Busto
72
una forma de asistencia cualitativamente diferente a la unión aislada de técnicas
terapéuticas.
Está tradición de trabajo se constituye a partir de una serie de descentramientos:
- Desde el polo del sujeto de consulta se descentra el abordaje de la enfermedad de
su encapsulamiento en un paciente designado.
- El otro descentramiento importante se ubica en el polo técnico-profesional en tanto
implica pasar de un terapeuta o un conjunto más o menos coordinado de terapeutas
designados a la conformación de un equipo psicoterapéutico con un esquema
referencial plural pero necesariamente habilitante de una dinámica dialógica de
trabajo. De hecho, la implementación de una estrategia para el desarrollo de un
trabajo grupal por parte del equipo constituye una condición necesaria para el éxito
de la intervención a mediano y largo plazo y el cuidado de los recursos humanos
intervinientes.

Un primer nivel de intervención, por lo tanto, consiste en problematizar el conjunto de


certezas con las que el sujeto de consulta llega, un sujeto que es en general colectivo. Está
problematización nos va a permitir encontrar en el espacio clínico de los grupos terapéuticos
de pacientes y familiares y en el ámbito de la clínica individual que todo el conjunto de
nuevas racionalizaciones fundadas en la institución del diagnóstico configura una nueva
producción defensiva respecto a la nueva realidad. Es decir, el conjunto de nuevas
configuraciones defensivas a partir del diagnóstico no responde tanto a enfrentar la nueva
realidad en un sentido creativo, sino a la necesidad de encontrar nuevas maneras de
manejar viejos conflictos ante una realidad que hace inviables los viejos recursos.

Este modelo que venimos planteando se plasma por tanto en un dispositivo complejo
integrado a su vez por diversos componentes psicoterapéuticos. Implica, como un requisito
ineludible, la constitución de equipos que merecen espacios propios de trabajo de
pensamiento e interacción creativa; y que se propone aportar dialógica, simétrica y
complementariamente al abordaje médico de la enfermedad.

Los resultados de la investigación en psicoterapia con pacientes con demencia y sus


familias

En la investigación, la mayoría de los sujetos del grupo que recibió la totalidad del
tratamiento psicológico presentó mejoría en los diferentes aspectos tratados, respecto a los
sujetos del grupo control que tienden a empeorar.

Los resultados permiten afirmar que el dispositivo psicoterapéutico combinado de


intervención implementado,produce efectos claramente positivos en los sujetos tratados,
tanto en los aspectos cognitivos, afectivos, funcionales y psicosociales de los pacientes,
como en los aspectos afectivos y de sobrecarga de los cuidadores.

La perspectiva teórica y de intervención de este estudio se basó en el tratamiento


psicoterapéutico de factores afectivos y vinculares, y no en el tratamiento conductual de los
síntomas o en el abordaje cognitivo como método principal. Teniendo en cuenta esto, los
resultados nos permiten sostener la incidencia de factores afectivos, cognitivos, funcionales
y psicosociales en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. El control de los mismos
permitió disminuir los efectos negativos y los delirios de la enfermedad en estas
dimensiones, al menos por el tiempo que duró el estudio.

Alejandro Busto
73
Tema 6 - Estrategias desde la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria

Todo proceso de intervención implica una forma de conocer y explorar, es decir, que la
metodología en psicología comunitaria se presenta también como estrategias de
investigación.

Elementos centrales de estas estrategias:


- perspectiva situada
- articulación de posiciones parciales
- construcción de demanda
- la problematización como uno de los elementos metodológicos fundamentales
- la participación.

Preguntas para reflexionar sobre el empleo de métodos en la


investigación/intervención comunitaria
A partir de un problema concreto de investigación/intervención que surja en su práctica,
hágase las siguientes preguntas y reflexione:
- ¿Cual metodo o tecnica permite la mejor aproximación al problema=
- ¿Cuál es la técnica más útil, tanto para la psicóloga como para la persona
informante o participante en la investigación/intervención?
- ¿Por qué?

Una vez respondidas esas preguntas y en relación con la misma situación específica antes
planteada, enumere y jerarquice las ventajas y desventajas de los metodos y tecnicas
considerados como los más adecuados e identifique los siguientes aspectos:
- La distribución de ventajas y desventajas respecto de los agentes internos y
externos. Señale cuales corresponden a unos y a otros.
- Que modos de usar el poder estan presentes en las relaciones derivadas del uso de
esos métodos
- Quien tiene poder y como lo usa

Bibliografía utilizada
Montero, M. (2006). El método en la psicología comunitaria. Cap. 1. En Hacer para
transformar. El método en la psicología comunitaria, (pp. 27-48). Buenos Aires:
Paidós.

Montero, M. (2006) La problematización: procedimientos. Cap. 8. En: Hacer para


transformar. El método en la psicología comunitaria, (pp. 229-256). Buenos Aires:
Paidós.

Montenegro, M. (2002). Otredad, Legitimación y Definición de Problemas en la


Intervención Social: Un Análisis Crítico. 1º Seminario de ciencias Humanas Sociales
del ICCI. Barcelona

Rodríguez, A., Giménez, L., Netto, C., Bagnato, M., y Marotta, C. (2001) De ofertas y
demandas: una propuesta de intervención en Psicología Comunitaria. Revista de
Psicología Universidad de Chile, X (2): 101- 109

Wiesenfeld, E. (2015). Las intermitencias de la participación comunitaria:


Ambigüedades y retos para su investigación y práctica. Psicología, Conocimiento y
Sociedad, 5(2), 335-387.
Alejandro Busto
74
Montero, M. (2006). El método en la psicología comunitaria. Cap. 1. En Hacer para
transformar. El método en la psicología comunitaria, (pp. 27-48). Buenos Aires:
Paidós.

Introducción
El objeto, el lenguaje y el método son aspectos constitutivos de una disciplina científica. El
primero define el campo de acción, el segundo rige la definición de los conceptos
explicativos de los fenómenos y procesos considerados propios de ese campo, a la vez que
a través de su empleo marca el sentido, y el tercero determina los modos de aproximación
al estudio de ese objeto y de sus circunstancias. No hay duda de que los objetos de la
psicología comunitaria son la comunidad y los procesos y relaciones psicosociales que en
ella se producen, ambos construidos entre los individuos que integran dicha comunidad y
que reciben asimismo su influencia.

La construcción del método en la psicología comunitaria


Desde sus orígenes, la psicología comunitaria planteó con claridad los principios que
orientan su construcción teórico-práctica. Esos principios van a moldear la práctica
fundadora del campo psicológico comunitario. Esos valores rigen el quehacer comunitario,
es decir, la relación que hay entre agentes externos (psicólogos, etc) e internos (comunidad)
en el trabajo comunitario, y la condición de los actores sociales.

Estos principios son:


1. Reflexión
2. Diálogo
3. Conocimiento
4. Igualdad
5. Conciencia
6. Poder
7. Control en la comunidad
8. Participación
9. Compromiso
10. Diversidad
11. Respeto
12. Reconocimiento del carácter creativo de los seres humanos
13. Reconocimiento del carácter activo y creador de las personas
14. Libertad
15. Transformación social
16. Bienestar
17. LIberación

Los valores mencionados van a influir en las prácticas, a la vez que esas prácticas van a
ratificar la necesidad de guiarse por esos valores, tanto en las elecciones metodológicas
como en la transformación de las técnicas empleadas. La relación entre ética, método y
teoría es un aspecto que necesita ser tomado en cuenta para poder comprender el
desarrollo de está rama de la psicología.

La idea de praxis es entendida como la rica relación entre la producción de conocimiento


(teoría) y las transformaciones que construye la realidad que vivimos cada día (practica).Es
en la praxis donde se produce el método de la psicología comunitaria, a partir de la
definición ontológica de los sujetos que lo emplean y de la relación epistemológica en la
cual la práctica produce teoría y la teoría genera practica. Pues la praxis no es otra cosa. En
Alejandro Busto
75
la psicología comunitaria esa praxis tiene una orientación ética y responde asimismo a una
dimensión política, en el sentido de que trabaja sobre acciones que se producen en el
espacio público, mediante el ejercicio de la ciudadanía.

Un ejemplo de cómo comenzó a estructurarse un método acorde al objeto de estudio es el


trabajo de Irizarry y Serrano Garcia (1979). Se trata de un modelo que respondía a 4
aspectos fundamentales:
1) las necesidades tanto de la comunidad con la cual se estaba trabajando, como las
de los propios psicologos y psicologas comprometidos con ese trabajo
2) la necesidad disciplinaria de sistematizar ese trabajo
3) la ausencia de modelos que permitiesen abordar el problema en, y desde, su
situación específica
4) la explicitación de los valores y principios que motivaban la acción a realizar

Los autores partieron de la necesidad de desarrollar un método que uniese investigación y


acción social, a la vez que concientizar políticamente (en sentido amplio) a las
comunidades. Esto fue hecho partiendo de la noción de problematización.

El punto de inicio del método así concebido es el conocimiento de la comunidad


(familiarización), seguido del proceso de identificación de necesidades. Los pasos
principales de ese método son:
a. Familiarización con la comunidad
b. Identificación de necesidades: realizado junto con la comunidad
c. Reuniones con líderes y miembros de la comunidad. Establecimiento de metas
específicas de corto y largo plazo. División de tareas para lograrlas.
d. Trabajo colectivo
e. Establecimiento y consecución de metas específicas a corto y largo plazo

Además estos pasos integran un proceso mayor de problematización, que concentra la


condición de intervención social que acompaña a la tarea de investigar. Asimismo, en cada
uno de ellos se utilizan diversas técnicas de acuerdo con los objetivos de la investigación
destinada a conocer las necesidades de la comunidad. Algunas de esas técnicas son: la
detección y definición de indicadores sociales presentes en la comunidad; encuestas;
entrevistas; discusión en grupos y en foros de la comunidad, que permiten recolectar las
opiniones y la participación de los grupos grandes; revisión y creación de expedientes, entre
otras.

Además, a lo largo del trabajo en algunas ocasiones se produce la socialización sistemática


evaluadora del conocimiento producido. Este aspecto, así como el cuidado puesto por los
autores en solicitar siempre el permiso de las personas con las cuales se trabaja y la
consulta constante a las personas de la comunidad, ponen de manifiesto el carácter ético,
participativo y dialógico de este método.

Intervención e investigación en el trabajo comunitario


La actividad psicológica comunitaria discurre entre dos momentos: la investigación y la
intervención en la comunidad. En ambos casos el objetivo es producir transformaciones en
está última. Ya sea produciendo conocimientos que permitan intervenir o interviniendo para
producir transformaciones. Pero no de forma separada, porque el método empleado para
investigar es participativo, y su aplicación, a la vez que busca un conocimiento, produce
cambios en la situación estudiada, de los cuales da cuenta en el proceso.

Alejandro Busto
76
Este método se centra en la investigación-acción participativa que se orienta a la
transformación y búsqueda de conocimiento a medida que transforma y conoce.

Es importante destacar que existen intervenciones comunitarias que no necesariamente


conllevan una investigación y también que hay formas de investigación comunitaria que no
producen otra intervención.

Características que identifican el método de la psicología comunitaria:


- Trabaja con problemas inestructurados. Tiene un carácter abierto del problema
de investigación: el problema está definido a partir del momento en el cual se lo
asume como centro de la investigación/intervención. Las redefiniciones que se
pueden hacer a lo largo del proceso de investigación buscan mantener la precisión
del problema, con un criterio de autocorrección que responde a las transformaciones
producidas al investigar e intervenir sobre ese problema.
- Complejidad: la apertura igualmente se expresa en la multidimensionalidad del
análisis y en la diversidad de racionalidades, puesto que los investigadores e
interventores no provienen de un solo campo, como ocurre con otros métodos de
investigación. La apertura es una respuesta compleja a la complejidad de los
problemas estudiados, que a su vez se deriva de la complejidad de la vida
comunitaria y de sus fenómenos y procesos psicosociales.
- Carácter construido colectivamente del conocimiento producido
- Condición dialogal: incorpora nuevas voces, como los agentes internos de la
comunidad, con voto y veto sobre la investigación
- Predominio de la investigación cualitativa: multiparadigmática y multimetodología
- Carácter político en todos sus recuentos, relacionado con el carácter transformador
de la psicología comunitaria

Hay ciertas condiciones que permiten y a la vez determinan la utilización de un método en el


campo de la psicología comunitaria:
- Tener un carácter participativo: debe haber lugar para la discusión y reflexión
colectivas. Esa participación promueve el carácter comunitario, que reside en la
pluralidad de actores sociales trabajando por un fin común
- Ser dinámico y activo: en el sentido de poder transformarse en la misma medida
en que se transforma el objeto al cual se aplica. Con mucha frecuencia, en la
investigación comunitaria se producen procesos de intervención en la investigación,
que van produciendo cambios en la situación estudiada. El método debe ser capaz
de dar cuenta sistemática de dichas transformaciones.
- Incluir el espacio para la reflexión colectiva sobre esas transformaciones
- Ser crítico: debe incluir mecanismos de evaluación continua y de reflexión crítica
sobre su propia aplicación y logros, sobre sus errores y vacíos
- Estar abierto al uso de múltiples técnicas y estrategias de acción, adecuadas a la
multiplicidad de aspectos que pueden darse en el trabajo con comunidades
- Asumir un compromiso con la transformación de una situación específica por parte
de todos aquellos que van a trabajar
- Incluir una rigurosa planificación a fin de poder improvisar ante situaciones
inesperadas. Improvisar en el sentido de generar respuestas novedosas ante hechos
no previstos. Por eso es necesario planificar pensando en todo lo que puede
suceder, de tal manera que cuando sucede lo inesperado, pueda darse una
respuesta que responda a esa situación y no a lo que ya se sabe.

Alejandro Busto
77
La aceptación de la coexistencia de las contradicciones como parte de la vida no significa
irracionalidad; por el contrario, y la manera de abordar dichas contradicciones no es
negandolas, sino aceptándolas como tales e introduciendo modos de lidiar con ellas, sino
introduciendo modos de lidiar con ellas. Se trata de tomar en cuenta las paradojas de la vida
cotidiana, para plantear una regla paradójica como respuesta; lo cual permite tratar con la
parte inesperada del sentido común.

Se trata de trabajar desde lo imprevisto. De está forma, puede facilitarse la producción de


respuestas creativas allí donde los métodos que establecen pasos inmutables pueden fallar
o dejar de lado aquello que no se ajusta a ellos, disminuyendo así su capacidad de
respuesta a los fenómenos que estudian.

Por lo tanto debe pensarse, en todas las posibilidades, no desechar ni desdeñar ninguna
información por pequeña que sea; no perder el sentido de totalidad; se deben prever
obstáculos e incorporar recursos sustitutos en caso de que fallen aquellos que se haya
decidido utilizar en primer lugar. Imaginar y diseñar alternativas; guardar espacio para
correcciones, adiciones y sustracciones. Tener y mantener la capacidad de modificar el plan
de acción, haciéndolo tan flexible y dinámico como la situación que se estudia.

Las razones del método

El límite del método lo impone el carácter infinito del conocimiento. Continuamente se


produce conocimiento. Algunas premisas que nos pueden orientar al respecto se resumen
así:
- No se investiga para aplicar un método particular. Se aplican métodos porque se
investigan problemas concretos que demandan modos adecuados de actuar
- Toda vía para investigar se inicia en la experiencia vivida. Es decir, a partir de lo que
existe o falta en esa experiencia
- El método sigue al objeto de investigación; se genera en función del problema de
investigación
- Centrarse en el método, y no en la situación y en el problema que en ella se ha
generado, convierte a los procedimientos de investigación en fines, olvidando que
son solo medios

¿Cualitativo o cuantitativo?

En el campo de la psicología comunitaria, dado su carácter participativo, se adoptan


métodos como la observación participante y las entrevistas a informantes clave, debido a su
conocimiento y rol desempeñado en las comunidades. Se toma también la
investigación-acción participativa o participante, la cual pasa a ser el método comunitario
por excelente, aunque no el único.

Todo esto ratifica el carácter cualitativo predominante, aunque no excluye de la posibilidad


de utilizar ciertos métodos y técnicas tradicionales, como encuestas o escalas, cuando sean
necesarias. Sin embargo, estas mediciones cuantitativas se complementan con
evaluaciones y discusiones reflexivas de carácter cualitativo y con aspectos participativos
no tradicionales, que pueden ser incorporados en la construcción de los instrumentos a
aplicar a fin de otorgarles una mayor validez ecológica.

Alejandro Busto
78
Segun Bronfenbrenner (1977), «una investigación se considera como válida
ecológicamente si se lleva a cabo en un ambiente naturalístico y con objetos y actividades
de la vida de cada día»
El método es el instrumento para lograr un fin, y ese fin es la producción de conocimiento,
por lo cual se rige por relaciones de orden epistemológico (de producción de conocimiento,
de saber) y ontológico (esto es, según la naturaleza del objeto de conocimiento). En ese
sentido, el método sigue al problema y a su objeto. Se construye para poder solucionar un
problema, sirviendo a un objeto.

Sobre la combinación de métodos cuantitativos y cualitativos

De la combinación de ambos tipos de métodos pueden derivar resultados beneficiosos.


Para hacerlo, es necesario tomar algunas consideraciones:
- La primera consideración es cautelosa: apunta a la capacidad heurística de los
métodos cualitativos que los hace adecuados para la generación de hipótesis. Se
recomienda su aplicación para evaluar o “tantear” el terreno y luego cerrar el campo,
aplicando métodos cuantitativos, más específicos y “rigurosos”.
- Se recomienda su uso también con la finalidad de realizar triangulaciones. Esto es,
el uso de diferentes métodos para tratar un mismo problema, validando así los
resultados coincidentes producidos por esas aplicaciones y produciendo una visión
más completa del fenómeno estudiado.

Incluso cuando los datos no sean convergentes, sino que, por el contrario, colidan, son
útiles porque pueden estar mostrando la debilidad teórica o metodológica de las
investigaciones, estimulando la revision y modificacion de los supuestos teóricos iniciales o
incluso el desarrollo de nuevos conceptos teóricos que fortalecerán el conocimiento.

Es importante destacar que combinar es hacer collage. No se trata de unir al azar unos
métodos con otros. Solo se combinan cuando el problema planteado lo amerita.

Los actores del método

Ninguna investigación o intervención comunitaria puede hacerse sin un contacto directo y


estable entre profesionales externos a la comunidad y miembros de la comunidad. Este
aspecto es de máxima importancia porque la relación que se establezca entre los
profesionales de la psicología y las personas interesadas de la comunidad dependerá del
carácter participativo que se logre darle al proyecto que se quiera llevar a cabo. Y tanto la
ejecución como el mayor o menor éxito que se pueda alcanzar van a depender de la
participación de la comunidad.

Por ello, la relación entre agentes externos e internos debe ser horizontal, fundamentada en
el intercambio de saberes y en el diálogo.

La relación se construye mediante el contacto y no es obra de unos pocos encuentros, sino


de una interacción prolongada. Pero esto no significa que haya que esperar a que exista
una relación más o menos definida para empezar a trabajar, sino que hay que establecer la
relación a la vez que se investiga o interviene.

Es necesario saber que solo el contacto asiduo permite a los agentes, tanto externos como
internos, distinguir entre los participantes comprometidos y asiduos, los comprometidos y
esporádicos, los incidentales, los ocasionales y los que se limitan a opinar de vez en
Alejandro Busto
79
cuando. Pero no hay que generar brechas o erigir barreras entre unos y otros. La
experiencia en trabajos con comunidades indica que no se trata de categorías rígidas y que
el interés, la participación y el compromiso pueden originarse a partir de contactos breves.

Una mirada al método de la psicología

La “marca” comunitaria se expresa en el carácter dinámico, flexible, participativo y dialógico,


orientado por la transformación social y puesto en práctica por dos tipos de agentes
catalizadores y facilitadores de cambios: profesionales de la psicología que trabajan en este
campo y personas interesadas y grupos organizados dentro de las comunidades,
comprometidos igualmente con dicha transformación, que son participantes activos en
procesos que incluyen mutaciones tanto del entorno fisico, economico y de las relaciones
sociales, como de la conciencia sobre lo que ocurre, por qué y para qué ocurre. El principio
freiriano de la acción-reflexión-acción es el basamento de este proceso. Estos métodos no
observan sólo para describir o explicar, sino que observan participativamente para ejecutar
esas dos acciones, mientras van transformando el fenómeno estudiado y produciendo
cambios en los y las participantes; métodos en los cuales se observa
participando-transformando-reflexionando-evaluando-socializando.

Montero, M. (2006) La problematización: procedimientos. Cap. 8. En: Hacer para


transformar. El método en la psicología comunitaria, (pp. 229-256). Buenos Aires:
Paidós.

La problematización en el trabajo comunitario

A lo largo y a lo ancho del trabajo comunitario se presenta la necesidad y la oportunidad de


problematizar, pues en todas las fases de la intervención o de la investigación abundan los
momentos en los cuales los agentes externos e internos comparten la perplejidad y la
contradicción al analizar los aspectos relacionados con los problemas, necesidades o
planes de transformación que se han planteado. Perplejidad al no hallar explicación para
determinadas conductas, contradicción al confrontar explicaciones opuestas que revelan en
cualquiera de los dos tipos de agentes formas de aceptación no justificada de condiciones
de vida o de modos de conocer qué afectan el entendimiento de las circunstancias que se
desea transformar.

Tales situaciones necesitan ser sometidas a una reflexión crítica en la cual se activen
procesos cognoscitivos que sometan a examen lo que se hace o se dice buscando sus
orígenes y causas, sus relaciones, los intereses a los cuales responden y las razones para
mantenerlas. Para ello, es necesario generar un proceso en el cual las respuestas o
explicaciones habituales produzcan una movilización en la conciencia ante la falta de
sustentación de las explicaciones trilladas y la comprensión de la contradicción o de la
ausencia de fundamentación.

Definición del concepto de problematización

En la psicología comunitaria problematizar es generar situaciones en las cuales las


personas se ven forzadas a revisar sus acciones u opiniones acerca de hechos de su vida
diaria vistos como normales, convertidos por la razón en habituales, o percibidos como
inevitables al considerarlos naturales. De está manera, la condición o los efectos negativos
de esa circunstancia llevan a la persona a cobrar conciencia de su situación de: minusvalía;

Alejandro Busto
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exclusión, opresion; reproducción acrítica de un conocimiento recibido o impuesto, que no
responde a la condición en que se vive.
Y al hacerlo, examinan la relación entre ese conocimiento y otras posibilidades de vivir y de
conocer, contextualizadas, es decir, situadas temporal y espacialmente y con posibilidad de
ser transformadas.

Problematizar es entonces una estrategia para desarrollar la conciencia crítica que, a la vez
que se desarrolla en la reflexión y en la acción, produce a través de ambas la
transformación de las circunstancias naturalizadoras y alienadoras. La problematización
sensibiliza, desnaturaliza, establece las bases cognitivas y afectivas para producir una
motivación de cambio que se traduce en acciones concretas de transformación.

Ese movimiento transformador de la conciencia permite pasar de lo real aceptado


acríticamente a lo posible transformado en mejores condiciones de vida. También puede
alertar respecto de la existencia de situaciones o formas de opresion, por lo cual puede
tener un carácter liberador y desideologizador, ya que genera conocimiento, un darse
cuenta que establece conexiones, elimina la ignorancia y cuestiona la hegemonía de ciertas
ideas que mantienen o justifican determinadas situaciones. En ese sentido, la
problematización inicia la generación de una posición política entendida en el sentido amplio
del término, porque impulsa a construir y reconstruir una conciencia integral, no fraccionada,
que produce una comprensión global de la sociedad en que se vive.

Objeto y sujetos de la problematización

El objeto de la problematización es la circunstancia, el hecho o el tipo de saber que


mediatiza que lleva a expresiones estereotipadas que perpetuarán una situación. Y es
siempre un hecho o aspecto de carácter concreto, tangible, vivido.

Los sujetos de la problematización son dos:


1. las personas con las cuales trabajamos en proyectos de intervención o investigación
comunitarias
2. los investigadores que participan en el proceso

La problematización es un proceso total; no se puede problematizar a medias, o de vez en


cuando, respecto de una determinada situación. Y es también un proceso que se da en
relación. En la relación entre agente externo e interno en la cual se construye la
transformación de la conciencia, con toda su carga de desnaturalizaciones, de ruptura y
abandono de hábitos, de desideologización y de mutuo aprendizaje, ya que en el diálogo
que ambos agentes mantienen es donde se muestran las naturalizaciones y donde es
necesario aplicar la estrategia y técnicas de problematización, para las cuales no hay
reglamentos establecidos.

Bases del proceso problematizador

1. Escuchar: quien pretende problematizar debe saber escuchar. Solo cuando


escuchamos podremos detectar los aspectos naturalizados y luego hacer las
preguntas que, al problematizar, desencadenen el proceso de concientización.
2. Dialogar: escuchar sin establecer una relación dialógica es otra forma de alejar al
otro, de dejarlo afuera del proceso de intervención e investigación
3. Cuidar la manera de participar en ese diálogo: no hablar de manera
aleccionadora, con un tono de voz imponente. Tampoco rebajar la calidad del
Alejandro Busto
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lenguaje para dirigirse a personas portadoras de alguna incapacidad o deficiencia
intelectiva. No hablar como si las personas con quienes dialogamos no tuviesen la
capacidad de aprender y comprender. Si se usa alguna palabra técnica o un
concepto abstracto, ilustrarlo siempre con ejemplos tomados de la experiencia y
discutirlo y analizarlo con las personas interesadas.
4. Al hablar de diálogo nos referimos a la comunicación: es decir, a una relación
bilateral de intercambio de conocimientos y no mera recepción o transmisión
unilateral. Debe entonces existir el derecho de disentir, discutir, responder y
preguntar. Debe haber lugar para la curiosidad y para la creatividad, para el humor y
la emoción.
5. Se requiere humildad y respeto por el otro: y esto de forma bilateral. Los
integrantes del diálogo deben respetarse mutuamente. Nadie es superior.
6. No olvidar la crítica: entendida como análisis revelador de sentido que es
construido en el diálogo. El contenido crítico de la problematización es el que
desencadena la desnaturalización y la desideologización. Crítica que proviene del
efecto de la problematización, sea ya a través de preguntas problematizadoras o de
discusiones reflexivas, de aplicación de técnicas que mediante metáforas
incorporadas a la acción crean en las personas la necesidad de revisar su
conocimiento de algún hecho o circunstancia.

En este sentido, la problematización:


- Comienza en el diálogo pero se desarrolla en la conciencia de las personas, y
se evidencia primero en el silencio que se hace cuando ya no es posible seguir
apelando al conocimiento naturalizado, y luego se expresa con nuevas ideas y
relaciones
- Se refiere siempre a situaciones reales existentes en el entorno de las
personas, a situaciones o hechos concretos y al conocimiento empleado para
referirse a esas circunstancias. Va siempre unida a acciones y cogniciones
realizadas o expresadas en la vida cotidiana.
- Tiene un inevitable carácter reflexivo, ya que su función central es hacer que la
persona examine críticamente la acción o situación problematizada
- Se relaciona con la conciencia posible que lleva a la transformación, pues
otorga a la situación o hecho problematizado la condición de inaceptable, y en
algunos casos la define como un caso límite. Por lo tanto, motiva a la acción de
cambio y creación de situaciones nuevas, distintas, destinadas a superar los
aspectos negativos de la anterior. Los resultados, sin embargo, no dependeran solo
de la conciencia y motivación liberadora y transformadora, por lo cual está
transformación puede ser parcial o más o menos lenta según las condiciones que
rodean a cada caso y según los recursos que pueden movilizarse. Este es un
aspecto que debe tenerse presente siempre, para evitar así el riesgo acrítico de caer
en posiciones salvacionistas, desligadas de la realidad cotidiana.

El proceso de problematización en acción

La primera función del proceso problematizador comienza cuando la pregunta o acción


problematizadora produce lo que podría llamar un efecto disparador. Esto es, un efecto de
movilizar la conciencia de las personas que escuchan una reflexión o una pregunta, o que
han sido testigos de la acción. Estas preguntas o acciones pueden ser efectuadas por
cualquiera de los agentes, o pueden en algunos casos ser producidas por las personas que
viven y sufren ciertas condiciones sociales ante situaciones límite.

Alejandro Busto
82
Se moviliza así el campo cognoscitivo y se inicia un proceso que desnaturaliza,
desideologiza y concientiza. Esto ocurre a partir del rechazo o la desconfianza crítica
producida por el examen de situaciones y relaciones concretas que afectan las vidas de las
personas. Este examen muestra las contradicciones presentes en el objeto problematizado,
así como sus nexos con intereses sociales, económicos y políticos, que suelen ser también
cuestiones relacionadas con el poder.

De este modo, pero no de manera inmediata ni directa, la problematización contribuye a


transformar las situaciones negativas de la acción de personas y grupos comunitarios, a la
vez que se genera una perspectiva crítica que expande el campo cognoscitivo de las
personas.

Algunos procedimientos problematizadoras

Estos procedimientos no deben ser vistos como fórmulas de aplicación instantánea o


automática. Estos no constituyen una receta, sino la explicitación de condiciones inherentes
al carácter crítico del procedimiento y de ejemplos en los cuales una forma de aproximarse
a la problematización en acción ha resultado útil.

a) La problematización debe ser hecha en función de las condiciones de la comunidad


con la que se trabaja, específicamente en función de sus modos de relacionarse con
el mundo y de su concepción de sí mismos como seres humanos inmersos en
relaciones sociales, políticas y culturales específicas. Por lo tanto, si quien investiga
no conoce el contexto y la situación concretos donde se está trabajando, tendrá que
comenzar primero por familiarizarse con esas circunstancias y conocer las
necesidades, problemas, expectativas y recursos de la comunidad.
b) No puede problematizar quien no percibe el carácter problemático de esas
circunstancias. Como agentes externos es necesario mantener una constante actitud
crítica sobre nuestra propia práctica, y esto significa una reflexión sobre lo que
hacemos, por que lo hacemos, para quién lo hacemos y quienes son los
beneficiarios del proceso.

Tres aproximaciones técnicas

Es relevante destacar que debido al carácter dialógico del proceso, otras formas de
proceder pueden ser generadas en la praxis, lo cual no solo es deseable sino también
necesario. A los fines de socializar el conocimiento producido en la
investigación-intervención participativa, es conveniente registrar cuidadosamente los pasos
que se han dado y que han sido exitosos, analizando las condiciones que determinaron el
éxito, para luego compartirlas con otras comunidades: científica, académica, otros grupos
comunitarios.

1- Análisis de construcciones artesanales o de representaciones pictóricas de la


comunidad

Como parte de la reunión de discusión-reflexión es posible diseñar situaciones proyectivas,


en las cuales a través de juegos, dibujos o relatos, las personas de una comunidad o de un
grupo dentro de ella expresen sentimientos, conocimientos recibidos y construidos por cada
una de ellas acerca de la comunidad. Se puede hacer en grupos de 3-5 personas.

Alejandro Busto
83
En está técnica es necesario garantizar:
1. Que todos los participantes tengan la misma oportunidad de expresar sus ideas
2. Si se trata de un dibujo grupal, que los miembros de ese grupo discutan y decidan
previamente que van a hacer y por que lo van a hacer de determinada manera,
además de organizarse internamente.
3. Se debe observar y tomar nota de lo que ocurre en los grupos.
4. Debe distribuirse con cuidado el tiempo del cual se dispone para hacer este tipo de
trabajo.
5. La tarea de los agentes externos comprometidos con este trabajo es organizar
la aplicación del procedimiento; observar la forma de trabajo de los grupos y
registrar expresiones sobre el tema trabajado; presentar las observaciones
sobre cada grupo cuando estos hayan terminado de presentar su obra; hacer
preguntas problematizadoras en función de lo presentado, observado y
discutido. Facilitar la discusión dando oportunidad de participar a todas las
personas presentes.
6. Las conclusiones deben surgir del grupo, incluyendo a los agentes externos e
internos facilitadores.

Al utilizar estas formas de proyección es posible empleador “dispositivos disparadores” de


las representaciones producidas,d e las creencias, estereotipos o imágenes que tiene una
comunidad sobre sí misma, sobre su gente, las relaciones internas o con otras
comunidades, con la sociedad, con las instituciones gubernamentales o no
gubernamentales, etc.

Los “disparadores” de esos elementos mediadores del conocimiento, de la expresión de los


sentimientos y de motivaciones respectos de determinadas situaciones que afecten a una
comunidad, pueden ser:
- Las formas en que se puede simbolizar la relación o circunstancia sobre la que se
este trabajando, o la comunidad.
- Las palabras usadas para definir el problema
- Los colores e imágenes usados para representar pictóricamente una situación en
discusión. La calidad, claridad, posición y organización de la obra.

2- Procedimientos problematizadores grupales

Cuando se trabaja en grupos es posible acudir a técnicas que exijan trabajar con muchas
personas al mismo tiempo. Se busca producir el efecto de problematizar simultáneamente
en un número relativamente elevado de personas. Pueden ser juegos, ejercicios o
representaciones que metafóricamente expresen los elementos de determinada situación
problemática o de interés para la comunidad.

Este tipo de técnicas debe surgir de problemas y situaciones concretas. La condición


metafórica proviene de presentar o representar otra situación en la cual se plantea el mismo
problema, pero los roles desempeñados por cada actor, así como la trama, se basan en las
características y condiciones más relevantes presentes en la situación real.

Además de las dramatizaciones pueden aplicarse técnicas problematizadoras, como por


ejemplo, crear tarjetas con preguntas problematizadoras que versen sobre una situación o
problema. Cada tarjeta con una pregunta, repartiéndolas entre los participantes.

Alejandro Busto
84
3- La reunión de discusión-reflexión colectiva y crítica

Estas reuniones de discusión-reflexión colectiva son una etapa obligada en muchas de las
fases de los diferentes tipos de trabajo comunitario. Se puede incluso decir que la
indagación, investigación o intervención no estarán completas si no se incluye este
procedimiento.

En el caso de la problematización, reuniones de este tipo pueden cumplir una función


fundamental, pues en ellas se pueden plantear problemas y preguntas cuya forma
contenido lleve a la desnaturalización y desideologización que son fundamentales en el
proceso de concientización.

Como en toda discusión de grupo es necesario seguir las normas que rigen este tipo de
situación: organización; participación de todos los asistentes; observación y respeto del
derecho a la palabra; conducción democrática; elección de un lugar cómodo, tranquilo,
donde los participantes se sienten a sus anchas. La organización es fundamental si se
esperan tener resultados de interés. Una reunión que no arriba a alguna conclusión, que no
tiene un desarrollo claro y que es percibida como caótica suele producir en las personas
participantes irritación, sentimientos de pérdida de tiempo y credibilidad en lo que se está
haciendo.

Las preguntas problematizadoras de cierre

Está pregunta de cierre, que en realidad abre un nuevo, pero breve, espacio reflexivo,
puede ser muy útil. No es obligatorio hacerla siempre, pero a mi me ha dado resultado, aun
en reuniones de otra índole, tales como las de trabajo.

Está pregunta se centra siempre sobre lo ocurrido en la sesión y por lo tanto significa que el
facilitador debe estar muy atento y observar cuidadosamente lo que ha ocurrido entre los
participantes.

En las sesiones es necesario tomar en cuenta ciertos aspectos propios del objetivo a
alcanzar:
- Los facilitadores no deben acaparar el tiempo destinado a la discusión con sus
intervenciones. Por lo tanto, deben hacer preguntas u observaciones no solo en
momentos pertinentes, sino además imprescindibles en función del rumbo de la
discusión.
- Se debe entender que el asunto discutido, por estar ligado a aspectos
problemáticos, no suele agotarse o quedar zanjado en una sola reunión.
- Las reuniones de discusión-reflexión deben ser planificadas junto con miembros de
la comunidad
- Los objetivos de la reunión deben estar definidos. No se moviliza a personas de una
comunidad para tener una conversación interesante, ya que muchas veces no se
dispone de mucho tiempo.
- Ninguno de los dos agentes deben imponer sus puntos de vista, pues en tal caso
estarán agregando más conocimiento impuesto que no ha sido discutido
- Los facilitadores no deben asumir tonos y gestos didácticos, protectores,
magistrales. Es necesario partir del hecho de que las personas tienen opiniones,
conocimientos y sentimientos sobre los cuales es necesario trabajar. Pero ese
trabajo es solo facilitado desde fuera, pues es su conciencia la que va a movilizarse
y ese es un trabajo que hace cada persona desde sí misma en una situación grupal.
Alejandro Busto
85
Es decir, se da en sociedad, pero a la vez individualmente, pues todo trabajo
individual es social y todo trabajo colectivo está hecho a partir de una suma de
individualidades.

La pregunta problematizadora como acto concientizador

La pregunta problematizadora se puede usar en cualquier momento durante el trabajo, ya


que su inclusión no tiene que estar supeditada a un momento específico en un diseño de
investigación preestablecido. Así todas las técnicas que anteceden deben ser
complementadas con una discusión reflexiva durante la cual, al igual que durante la
ejecución de cualquier otra tarea comunitaria, pueden y deben surgir esas preguntas
durante el diálogo.

La condición crítica de la pregunta problematizadora

El carácter crítico de la pregunta problematizadora se expresa en su libertad. No hay una


norma a seguir para construirla. La pregunta problematizadora no tiene una estructura
predeterminada. No hay cuestionarios estándar para medir la problematización, ni son
necesarios, ni recomendables, ni podrían ser utilizados en caso de que existiese tal
aberración crítica, pues la base para ella sería que todas las situaciones necesitadas de
problematización son semejantes. Los problemas sociales varían infinitamente por su
naturalización e ideología, y por lo tanto, es en el diálogo donde surgirá la oportunidad de
hacer estas preguntas.

Ahora bien, si es posible establecer algunas características que derivan de la condición


crítica a partir de las preguntas problematizadoras que dan en el blanco.
- La primera condición es que está contronta a la persona con el saber que ha
recibido
- Conduce hasta la verificación de la inadecuación de lo que se sabe para
responder. Es decir, hasta la constancia critica de la necesidad de ir más allá de la
respuesta trillada
- No es contenciosa. Es decir, no descalifica lo dicho. Solo plantea un por que que
no se contenta con la respuesta usual. Así, no asume la explicación naturalizada
como punto de discusión, sino como punto de indagación. Y en ese sentido es
persistente e insistente, pues no acepta la naturalización; es inconforme. No busca
generar una contraposición de opiniones, sino una reflexión en la persona
problematizada.

Montenegro, M. (2002). Otredad, Legitimación y Definición de Problemas en la


Intervención Social: Un Análisis Crítico. 1º Seminario de ciencias Humanas Sociales
del ICCI. Barcelona

En la literatura sobre intervención social, la ubicación, descripción y diagnóstico de los


problemas sociales es imprescindible de caras a legitimar la acción de intervención de los
equipos profesionales e institucionales en dichos problemas.

¿Cómo se definen los problemas sociales?

La definición de los problemas sociales se realiza a partir de dos vías:


1. Criterios objetivos de situaciones que podrían o deberían ser cambiadas

Alejandro Busto
86
2. Cuando un grupo social relevante define algunas condiciones como problema y pone
en marcha acciones para su solución

Según el modelo de “observación objetiva de situaciones problemáticas” un problema


social surge cuando hay condiciones o prácticas que suponen una falta de armonía con los
valores sociales de una sociedad dada. Existen problemas sociales cuando ocurre un
desequilibrio en las formas de organización social que tiene efectos negativos en personas,
colectivos o en el conjunto de la sociedad y, además, cuando su competencia apela a la
responsabilidad colectiva.

En este primer modelo, no se incluye necesariamente el que las personas o grupos


afectados directamente por este problema lo definan como tal; más bien está definición
parte de la asunción de que es posible, a través de métodos diferentes a la propia opinión
de los afectados, ubicar en qué momento y lugar se produce un desequilibrio o falta de
armonía con los valores de una sociedad.
La referencia a los criterios objetivos a través de los cuales se puede ubicar un problema
social apela a la posibilidad de estudio de estos criterios a partir de los métodos de
observación y medición científica.

La responsabilidad colectiva sobre estos factores es una de las diferencias más importantes
entre lo que son problemas personales y problemas sociales. Estos últimos, son afectados
por las formas de organización social o la evolución de las prácticas sociales. La solución de
los problemas que surgen, entonces, lleva consigo una responsabilidad colectiva que, en el
caso de los Estados modernos se atribuye al Estado como representante de la ciudadanía.

Para la perspectiva que propone que un problema social surge cuando grupos de
presión definen algo como problema, “existe un problema social cuando un grupo de
influencia es consciente de una condición social que afecta a sus valores, y que puede ser
remediada mediante una acción colectiva." Segun está definicion son necesarias ciertas
condiciones para que algo sea erigido como problema social:
1) La conciencia de un grupo de que existe un problema que les afecta
2) La influencia de este grupo para lograr que el problema ubicado sea considerado
como tal por otros agentes sociales
3) La posibilidad de actuar para buscar su solución; es decir, la posibilidad y
deseabilidad de la transformación de la condición problemática.

En este caso, la asunción de base es que es posible “convertir” alguna condición social
específica en problema social a través de la influencia que pueda tener un grupo dado en su
definición y que pueda conseguir que las instituciones y equipos de intervención también lo
vean como relevante e introduzcan recursos para su solución. A diferencia de la postura
anterior, en esta postura ciertos grupos sociales erigen un tema como problema al ver
afectados sus intereses como grupo. Se asume que existen diferentes grupos sociales y
que estos tienen intereses diferentes y, a veces, contrapuestos.

Desde nuestro punto de vista, ambas posturas se ubican en una forma de entender lo real y
el conocimiento de lo real que parte de premisas parecidas. Ambos modelos explicados se
basan en ciertas premisas:
1. La idea de que existen condiciones sociales determinadas en una sociedad
2. Que estas condiciones pueden ser convertidas en problema visible por parte de
grupos de presión o instituciones (movimientos sociales, científicos, políticos)

Alejandro Busto
87
3. Que afectan a los individuos y grupos sociales creando situaciones de malestar
social.

Para poder llevar a cabo la intervención social desde estas premisas debe ser posible:
1. El conocimiento de las condiciones que son problemáticas en un momento dado
2. La atención de las situaciones problemáticas por parte de las diferentes instituciones
competentes para darles solución
3. Las técnicas y recursos para implementar intervenciones que solucionen el malestar
causado por los problemas sociales.

Desde las perspectivas participativas de intervención social (como la psicología


comunitaria, la investigación acción participativa, etc) se ha criticado está forma de
conceptualización de los problemas sociales.

La principal crítica se refiere a que en las intervenciones “tradicionales” o “dirigidas” los


problemas sociales son definidos desde la óptica de los equipos interventores. Estas
perspectivas señalan la importancia de que miembros de la comunidad y colectivos se
incorporen, a través de su participación, en los procesos de transformación social y que, a
través del trabajo conjunto entre equipos interventores y estas personas, se definan los
problemas más relevantes que les afectan y las acciones a llevar a cabo para trabajar sobre
ellos.

Las perspectivas participativas sostienen que los problemas sociales son producto de las
relaciones de asimetría presentes en la sociedad. La explotación (económica, cultural,
social) de los seres humanos en el sistema capitalista es el problema social fundamental al
cual apelan estas posturas. Además, las contradicciones fundamentales de este sistema
son ocultadas por contenidos de conciencia que no permiten su adecuada representación
por parte de la mayoría de las personas. Esto tiene como función la manutención y
reproducción de las relaciones de dominación que sostienen esta realidad y la relativa
imposibilidad de movilización para la transformación.

Las perspectivas participativas se plantean intervenciones con grupos y comunidades


depauperadas para lograr su concientización y su participación en los asuntos que les
aquejan. De está forma, aunque el problema se ubica en la totalidad de la sociedad, la
solución está situada en ámbitos concretos de diálogo entre quienes intervienen y quienes
son intervenidos/as.

Aunque las relaciones de opresion estan enmascaradas por los elementos ideológicos
presentes en la sociedad, estas son cognoscibles o bien a través de la reflexión científica de
las causas y mecanismos de manutención de las relaciones sociales o bien a través del
diálogo entre personas que sufren directamente la opresion del sistema social e
intelectuales comprometidos con el cambio social. A partir de está conciencia de estas
condiciones de opresion son posibles las movilizaciones colectivas hacía la transformación
de ciertas condiciones sociales.

Al reconocer el carácter histórico (y no natural) de las actuales formas de relaciones


sociales, la posibilidad del cambio se hace palpable. La solución a problemas sociales
concretos que afectan a las personas puede partir de la conciencia de las causas de estos y
del intento de transformación de las relaciones de dominacion que los sustentan. Por está
razón, en las perspectivas participativas las personas afectadas por los problemas sociales

Alejandro Busto
88
protagonizan, a través de su participación, la propia definición de aquello problemático y de
las vías de solución posibles.

La representación de la realidad

El construccionismo social rechaza que el conocimiento sea una percepción directa de la


realidad. Según este enfoque, el significado es visto como algo que deriva de intercambios
microsociales incrustados en el seno de amplias pautas de vida cultural. Por lo tanto, no hay
maneras en las que la realidad pueda ser percibida objetivamente: Nuestros conceptos son
fundamentalmente producidos socialmente, a través del lenguaje, en comunicación con
otros. El conocimiento científico es erigido como conocimiento adecuado y transparente de
la realidad; sin reconocer su carácter construido, histórico, contingente y normalizador.

Una visión socioconstruccionista aplicada a la definición de problemas sociales sostiene que


estos son producto de procesos de definición colectiva y que se construyen como objetos a
través de prácticas y discursos en un marco socio histórico y cultural que permite ciertas
construcciones y no otras.

Los problemas sociales son, entonces, histórica y contextualmente situados y,


además, son construcciones momentáneas y dinámicas.

Aquello “digno de transformar”

Este movimiento pretende abrir caminos de reflexión sobre la transformación social y de


definición de aquello que se quiere transformar que no impliquen procesos de delimitación
de la otredad como espacio de lo “desviado” y “excluido” pero que, al mismo tiempo,
mantengan un carácter político de la acción social hacía la transformación.

Para proponer una forma alternativa de entender lo que podría ser digno de transformación
desde espacios de acción colectiva o de intervención social, aceptaremos el carácter
construido de la realidad enmarcada en contextos históricos y sociales donde procesos de
transformación social se pueden llevan a cabo y la imposibilidad de una mirada total que
pueda definir cuáles son los problemas sociales que afectan a una sociedad. También
utilizaremos la noción de articulación de Laclau y Mouffe (1985) como concepto que
describe los mecanismos de creación de puntos nodales específicos que fijan los
significados para definir "aquello problemático".

Bajo está perspectiva, la decisión de aquello que resulta problemático o digno de


transformar se da en fijaciones -temporales y siempre inestables- de significados a partir de
articulaciones de diferentes posiciones del sujeto. Cada una de estas posiciones está
situada de manera diferente en cuanto a la articulación y se construye y transforma como
producto de ciertas articulaciones.

La articulación es un espacio social y político relativamente unificado que se construye


como antagónico a otros espacios sociales (esto es, como enfrentado en cuanto a valores
éticos y políticos a diferentes discursos y prácticas sociales establecidas) y adquiere su
significado en contextos y relaciones específicas. Además, estos espacios estan
construidos por juegos de poder, asimetrías, negociaciones, intereses, alianzas, etc. en
ciertos contextos históricos y culturales que limitan los discursos y prácticas de definición.

Alejandro Busto
89
En este sentido, no hay un significado literal anterior de las articulaciones que definen algo
como “problemático”, no hay encadenamiento que sea verdadero en sí mismo, inscrito en la
naturaleza del problema. Cual discurso puede llegar a ser dominante con respecto a la
problemática depende de los juegos de poder y antagonismos, cuyo resultado no está
garantizado por ninguna relación necesaria o “alianza natural”.

Las alianzas que producen antagonismos, las formas de entender que se construye como
problemático o las posibilidades de acción es una cuestión política. La politización no cesa
nunca, dado que la indecibilidad (esto es la contingencia de los significados sociales) sigue
habitando la decisión (la fijación de significados en un momento dado). Cada consenso
aparece como la estabilización de algo esencialmente inestable y caótico e implica alguna
forma de exclusión. El caos y la inestabilidad son irreductibles. Esto implica a la vez un
riesgo y una posibilidad, dado que una estabilidad permanente implicaría el fin de la política
y de la ética.

En el caso de la intervención social queremos proponer que la definición de "aquello que es


digno de transformación" sea hecha a partir de las articulaciones donde participen diferentes
posiciones de sujeto, incluyendo quienes están definidos/as como interventores/as,
personas afectadas, grupos, asociaciones y organizaciones preocupadas por la temática a
tratar, instituciones, etc. y en las que sea posible negociar construcciones de lo que puede
ser visto, desde diferentes posturas (conocimientos situados), como problemático. Para la
definición de "aquello digno de transformar" es importante promover conexiones donde se
fijen significados a partir de dichas negociaciones. Éstas estarán, a su vez, enmarcadas en
contextos de relaciones de poder, autoridad, intereses, institucionalización, alianzas, etc.; ya
que será este contexto el que dibuje los límites y las posibilidades de los procesos de
definición. En este sentido, la delimitación de qué es un 'problema social' se dará en el
seno de las conexiones parciales que permitan, desde puntos nodales específicos,
construir condiciones como problemáticas o dignas de cambio, es decir, la acción de
definición, en estos términos, será un asunto político.

Está perspectiva posibilita iniciar un diálogo sobre formas de acción social que eviten las
maneras en las que se ha conformado la "otredad" y las "situaciones problemáticas" en la
literatura propia de los modelos actuales de intervención social (modelo de criterios
objetivos y modelo de grupos de presión).

Rodríguez, A., Giménez, L., Netto, C., Bagnato, M., y Marotta, C. (2001) De ofertas y
demandas: una propuesta de intervención en Psicología Comunitaria. Revista de
Psicología Universidad de Chile, X (2): 101- 109

Elementos a tener en cuenta al implementar una intervención comunitaria

El momento inicial de una intervención, en tanto fundante, pautara el desarrollo de la


misma. La ausencia de análisis en está etapa conlleva el riesgo de un hacer irreflexivo en
donde la direccionalidad escapa a la intencionalidad de los actores en juego.

El contrato de trabajo con los destinatarios supone esa reflexión previa que posibilitará el
“establecimiento de la relación inicial”. Permite un ajuste de expectativas a la vez que obliga
a recortar el campo de trabajo. En este sentido, implica dejar cosas afuera, tomar
conciencia de los límites y llevar la intervención al campo de lo posible.

Alejandro Busto
90
Las intervenciones comunitarias pueden fundarse de diversas formas:
1. A partir de un pedido formulado directamente por la comunidad
2. A partir de un pedido formulado por un tercero
3. A partir de una oferta, cuando no aparece un pedido y la intervención se genera
desde la oferta de un servicio

En todos estos casos, la estrategia será distinta pero siempre supondrá transitar por la
construcción de un vínculo para posibilitar el desarrollo de un trabajo.

Conceptos claves

Para posibilitar el análisis del momento inicial de la intervención hay 4 términos, que a
nuestro criterio deben ser abordados, tanto en la especificad de cada uno de ellos, como en
su interrelación.

Necesidades

El proceso de identificación de necesidades por parte de los propios actores comunitarios


resulta un momento clave para la explicitación de los problemas a abordar. Lo cual supone:
- percibir las necesidades comunes
- descubrir su significado
- ordenarlas jerárquicamente

Según cual sea su origen perceptivo las necesidades pueden clasificarse en:
1. Normativas o inferidas: las necesidades surgen de la comparación que un agente
externo realiza entre la realidad y un canon preestablecido
2. Sentidas: son las propias personas que las manifiestan explícita o implícitamente

Desde la perspectiva de la Psicología Comunitaria la cuestión no pasa por la “verdad” de las


necesidades así definidas, sino por su condición de existencia para los que en definitiva
serán sujetos de la intervención.

La acción comunitaria requiere la expresión de una necesidad, y está es resultado de un


procesos que, partiendo del sentir, incorpora elementos de concientización que permitan
verla, es decir darle existencia. El trabajo del psicólogo pasa en está etapa por facilitar el
intercambio y la problematización que genere las condiciones para identificar
colectivamente las necesidades.

La matriz de necesidades y satisfactores propuesta por Max Neef (1986) constituye una
interesante herramienta diagnóstica para trabajar junto con los diferentes sujetos
comunitarios en la delimitación de los problemas y sus posibles alternativas.

Los satisfactores no actúan colmando las necesidades sino que constituyen los modos
culturalmente establecidos para actualizarlas de forma continua y renovada. Existen
diferentes tipos de satisfactores y no todos posibilitan vivir las necesidades con igual
intensidad y plenitud.

Alejandro Busto
91
Pedido

La autopercepción de las necesidades supone que las personas nos podamos reconocer
como carentes. Ello incluye la desilusión y la ruptura de la omnipotencia, el reconocimiento
de los límites. Pero a la vez, la necesidad es potencialidad en tanto se constituye en un
motor que nos pone en movimiento para buscar su satisfacción y para pedir ayuda cuando
la misma se hace necesaria. La explicitación del deseo de satisfacer las necesidades y de
resolver los problemas con la ayuda de un otro, se constituye en la formulación de un
pedido. El pedido es entonces la explicitación de la necesidad de ayuda, dirigida a
quien o quienes se cree podrán responder a la misma.

Demanda. Proceso de construcción de la demanda

A partir de la explicitación del pedido, será necesario entonces abrir el juego a la


construcción de la demanda.

La demanda no puede ser entendida sin considerar su relación con la oferta. Es solo desde
está última, que la primera se puede desplegar. Dicho interjuego está siempre presente,
exista o no un pedido de intervención.

Cuando existe un pedido explícito, el mismo se genera desde la idea de que alguien puede
darle respuesta. Dicho pedido merece una lectura y una problematización en el seno del
vínculo entre el técnico y quien lo formula. Se producirá allí algo novedoso para ambos.

Cuando no aparece un pedido, y la intervención se genera desde la oferta de un servicio, se


abre la posibilidad a la demanda.
La propia oferta y la eventualidad de que ella sea aceptada, implica un cierto diagnóstico de
situación y de coyuntura. De modo que su formulación, si es pertinente, se articulará con las
necesidades de los destinatarios. Desde allí entonces, la demanda puede ser generada y
desplegarse como tal.

Nos referimos a una construcción entre ambos términos de la relación. Si bien la realidad
preexiste a la presencia del técnico, cuando el agente externo entra en contacto con la
misma, se genera un campo intersubjetivo que modifica a los actores en juego y genera
nuevos procesos determinados por esa relación. Dicha construcción puede tener sentidos
diferentes en las situaciones antes descritas.

La problematización del pedido

La lectura del pedido cuando existe, incluye su problematización y un análisis de los


aspectos implícitos. Se trata de dilucidar cuál es ese pedido y cómo posicionarse ante el
mismo. Se trata de formular colectivamente una serie de interrogantes: ¿qué significado
tiene este pedido en la situación actual de quienes lo formulan?, ¿quien o quienes la
formulan y por qué es él o ellos?, entre otras preguntas. La respuesta a estas y a otras
interrogantes deberá surgir de la relación misma entre el técnico y la comunidad.

Problematizar supone entonces abrir un espacio para la comprensión, romper con la mirada
ingenua y con la idea de que la realidad es una y podemos ir a su encuentro mediante un
camino lineal. Problematizar supone abrir el espacio para la complejidad y para la dinámica
de la realidad, rompiendo sin embargo con la fantasía omnipotente de poder aprehenderla.

Alejandro Busto
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Este momento de la intervención es un momento de apertura, tendiente a posibilitar el
desarrollo de un trabajo que genere algún tipo de cambio en la situación planteada y el
sentido de dicho cambio surgirá de este encuentro. La respuesta directa al pedido y sin
cuestionamiento alguno, puede implicar un cierre a dichas posibilidades.

Sin embargo, no siempre estan dadas las condiciones para dar lugar a un intercambio y
problematización del pedido. En ocasiones, responder directamente a lo que se pide, se
constituye en una táctica de trabajo que facilita la construcción de un vínculo de confianza y
abre la posibilidad de que la palabra del técnico sea escuchada. La reflexión conjunta en
torno al pedido, podrá realizarse en un momento posterior, a veces como “cierre” de la
intervención.

Las condiciones para interrogar directamente el pedido pueden no estar dadas por
diferentes razones:
- Por el tiempo real con el que se cuenta
- Por las urgencias que nos plantea el colectivo con el que vamos a trabajar lo cual
determina una necesidad de dar respuestas inmediatas
- Por los tiempos internos del colectivo

Una actitud estrategia que permita valorar a cada momento los límites y posibilidades, los
obstáculos y los facilitadores, es fundamental para poner los objetivos de la intervención al
alcance.

Partiendo desde la Oferta de intervención

Cuando el pedido no se formula ni desde la comunidad ni desde un tercero, el proceso se


puede llegar a dar de forma diferente.

A partir de un diagnóstico en un sentido amplio, que implica un análisis de coyuntura, se


construye una propuesta que tendrá que ser puesta a prueba en la realidad. Hay aquí un
componente creativo que se apoya en un saber acumulado a partir de otras experiencias, lo
cual “garantiza” en cierta medida la pertinencia de la propuesta, pero puede ser un elemento
que obture si no se adecua a cada momento y a cada situación.

O puede partir de un diagnóstico acotado a una situación particular, que permita determinar
la pertinencia de la propuesta de trabajo con determinado sector de la población. Requerirá
por parte del psicólogo una serie de acciones tendientes a involucrar en la propuesta a los
actores de la comunidad. Y en ese proceso deberá darse lugar a la flexibilidad necesaria
para la introducción de los cambios que la situación requiera. De no existir articulación con
las necesidades del otro la intervención no será posible. En esa articulación es que se va
construyendo la demanda, lo cual requerirá de un proceso de análisis permanente.

Construcción de Demanda y Diversidad

Cuando hablamos de la demanda de la comunidad es esencial considerar el aspecto de la


diversidad, por lo tanto, cuando hablamos de construcción colectiva, aludimos a la apertura
necesaria a dicha diversidad. Interrogarnos acerca de qué piensan otros sobre el pedido
implica dar lugar a las diferentes opiniones, necesidades, expectativas, priorizaciones,
percepciones y por tanto a diferentes pedidos. Implica dar lugar al conflicto producto de las
luchas por el poder, presente en toda relación humana. En definitiva, implica posibilitar el
despliegue de las distintas subjetividades presentes respecto a una misma realidad
Alejandro Busto
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“objetiva”. La construcción de la demanda no será pues, una sumatoria de los pedidos
formulados, sino más bien el producto del interjuego de las diversas subjetividades.

Encargo

La formulación del pedido lleva consigo una serie de depositaciones en el psicólogo. A ello
nos referimos cuando hablamos de encargo. Depositaciones que implican el reconocimiento
de un saber y de una autoridad en el profesional y que por tanto posibilitan una intervención.
Y también depositaciones que obstaculizan, en la medida que significa poner en manos de
otro la resolución de la situación, sin dar lugar a un intercambio donde ambos términos de la
relación tengan un papel activo y protagónico.

Será imprescindible entonces, aceptar una parte de la depositación para poder trabajar,
aquella que nos legitima en el lugar de poder brindar algún tipo de ayuda a quienes la
necesitan.

Sin embargo, puede suceder que:


- Por un lado, se caiga en una actitud de “devolver” a la comunidad, aspectos de dicha
despositación en un momento no oportuno, aduciendo a la autogestión, cuando en
realidad lo que está sucediendo es que el psicólogo no pueda asumir una parte de lo
depositado
- Por otro lado, hacerse cargo de la depositación en su totalidad, asumiendo un lugar
de satisfactor-inhibidor en tanto se concentra todo el poder en una parte de la
relación

Estos aspectos suponen ponerse en juego uno mismo en el diagnóstico de situación,


analizar nuestra implicación, reconocernos también como sujetos de necesidades, que
como el resto, las busca satisfacer en las relaciones que establece. Supone en definitiva,
reflexionar sobre nuestro posicionamiento en la intervención, el que resultara del
entrecruzamiento de una historia personal y social, que incluye valores, sentimientos y una
particular percepción de la realidad.

Wiesenfeld, E. (2015). Las intermitencias de la participación comunitaria:


Ambigüedades y retos para su investigación y práctica. Psicología, Conocimiento y
Sociedad, 5(2), 335-387.

El compromiso transformador de profesionales de la Psicología Social Comunitaria con


comunidades en condiciones de opresion e inequidad, requiere que sus integrantes
reflexionen de manera conjunta y crítica acerca de dichas condiciones, a fin de
resignificarlas como hecho social e incidir en ellas para transformarlas y transformarse a sí
mismos. Para ello la participación comunitaria juega un papel fundamental.

La participación no se presenta de manera aislada, sino junto a otros procesos, para los
cuales constituye un eje articulador o promotor. Algunos de estos otros procesos son, por
ejemplo, la organización comunitaria y de la sociedad, el poder, la concientización, la
apropiación, etc. Arango (1996) enfatiza en los procesos socio-cognitivos, ya que las
acciones participativas son acordadas reflexivamente y se basan en la cooperación,
solidaridad y ayuda mutua. También se la vincula con el compromiso en una relación
dialéctica, donde la participación debe ser comprometida y el compromiso debe ser
participativo.

Alejandro Busto
94
Características de la participación

Sanchez (2000) conceptualiza la participación en términos de sus características, objetivos


y contextos, como un proceso dinámico, flexible, inclusivo, reflexivo, formativo, voluntario y
colectivo, mediante el cual las comunidades se involucran organizadamente en el logro de
metas comunes, que debería incidir en la gestión pública, e influir en el alcance de dichas
metas. Para este autor, las características de la participación estan condicionadas a las del
contexto social, político y económico en el que ocurre.

A estas características Montero (2004) agrega la presencia de variedad de actores, de


actividades y de grados de compromiso, y orientada por valores y objetivos compartidos, en
cuya consecución se producen transformaciones comunitarias e individuales.

Como es de esperarse, no todas las características enumeradas estan siempre presentes


en un proyecto participativo, y con frecuencia su presencia está condicionada por las
perspectivas de quienes lideran tales proyectos.

Expresiones para la participación

Las formas de calificar las modalidades de participación varían según los aspectos que
enfaticen. Tenemos entonces, la participación:
- Activa: es dialógica, crítica y se asocia a una conciencia reflexiva
- Pasiva: es acrítica y se vincula con una conciencia mágica

Los valores asociados a la participación y las concepciones cuyos propósitos se orientan a


la transformación social, son coherentes con la participación activa, co-productiva, plena,
transformadora.

Tipos de participación

La Psicología Social Comunitaria destaca la comunidad como su ámbito privilegiado. La


participación comunitaria tiende a asociarse más con la satisfacción de necesidades
particulares, que se gestionan a través de mecanismos locales de participación (contralorías
sociales, asambleas comunitarias, consejos locales de planificación pública) y su escala de
influencia suele ser micro, comunitaria.

Se trata de un modo de participación, que se espera emane de la base, estimule y se nutra


del desarrollo de procesos psicosociales y facilite la movilización colectiva en la
consecución de las metas planteadas.

La consolidación de estos procesos se supone garante de la activación y continuidad de la


participación comunitaria, en espacios y momentos que lo ameriten.

Una pretensión de la participación en, con y de las comunidades es que, en el tránsito hacía
lo público, sus integrantes se organicen, cohesionen, e incrementen y amplíen su poder
decisional y esfera de actuación en las políticas públicas relativas a sus requerimientos. De
allí que la co-implicación de los distintos tipos de participación, al igual que su expresión en
el reconocimiento del sujeto comunitario y de los derechos ciudadanos, y su materialización
en la equidad y la justicia social.

Alejandro Busto
95
Bondades-riesgos y desafíos-rutas

La participación suele tener una connotación positiva, por las ventajas que brinda en los
planos intelectual, emocional, relacional, ético y político, y en general, por las posibilidades
que ofrece de involucrar a las comunidades en el fomento de su autonomía y además
reivindicaciones ciudadanas.

Sin embargo, existen formas de estimular y ejercer la participación que, encubiertas con
calificativos socialmente deseables (auténtica, liberadora, etc) apoyan propósitos ajenos a
los exigidos por las y los participantes. Como diría Fals-Borda, no todo lo que se designa
como participación es participativo.

Se han creado mitos o distorsiones que llevan a idealizar la participación, entre ellas,
asumirla como buena per se, como vía idónea para el éxito. Cuando se trata de la
participación institucionalizada, se suele exhortarla sin un liderazgo adecuado; sin
capacitación de los involucrados; reiterando el empoderamiento, sin claridad de lo que
implica ni cómo alcanzarlo. En términos generales los riesgos referidos evidencian las
direcciones que puede tomar la participación, dependiendo de las intenciones y posturas
políticas e ideológicas de quienes las lideran, y es alli donde el compromiso etico y politico
de los profesionales debe colocarse al servicio de los sectores y propósitos de una
participación coherente con los principios y valores de la psicología social comunitaria,
enfrentando las resistencias y los conflictos que emerjan, con apoyo de los recursos que
brinda la disciplina: familiarización, reflexividad, concientización, etc.

Para evitar los riesgos mencionados, se han propuesto un conjunto de criterios que
direccionan la participación hacía la emancipación de sus actores, entre ellos:
- Analizar las formas y relaciones de poder
- Analizar el grado de autogestión del proceso y los espacios participativos a fin de
propiciar los modos de empoderamiento
- Analizar los ámbitos de participación acordes con los objetivos planteados
El posicionamiento ético y político, no debe deslindarse de las demás dimensiones del
paradigma asumido, ni de la formación y ámbito de desempeño de sus proponentes y
practicantes. Dichas dimensiones conforman una totalidad, de modo que las
aproximaciones teóricas, epistemológicas, metodológicas, éticas, políticas, etc. a la
participación deben ser congruentes entre sí.

Aproximaciones metodológicas, métodos y técnicas

Existe variedad de aproximaciones metodológicas y formas de utilizarlas para investigar o


emplear la participación. Tal variedad no está necesariamente asociada con fines, ámbitos o
actores particulares y no siempre se explicitan o son congruentes con los principios
epistemológicos, éticos, políticos suscritos por la psicología social comunitaria.

Dentro de está diversidad, predominan variaciones de estrategias participativas como la


investigación acción, la investigación participativa, la investigación colaborativa, la
investigación emancipadora, etc. Todas exigen, al menos teóricamente, incorporar a las y
los participantes en el proyecto investigativo, que reflexionen sobre sus condiciones de
existencia, que se involucren en acciones transformadoras y en la producción de
conocimientos. Las diferencias entre las mismas radican en el aspecto enfatizado por los
investigadores: construcción y tipos de conocimientos, vínculos entre investigadores y

Alejandro Busto
96
participantes, objetivos de la investigación, aunque todos estos aspectos estén presentes en
el proyecto llevado a cabo.

Las estrategias que apuntan a la producción de conocimientos diversos aspiran a la


superación de la dicotomía entre conocimiento científico y del sentido común.

Otras estrategias son designadas con base en modos alternativos de posicionarse los y las
investigadores ante el proyecto participativo y relacionarse con sus actores.

Los métodos participativos críticos, fundamentados en la psicología comunitaria crítica,


enfatizan el carácter emancipador de la participación.

El enfoque histórico cultural es otra aproximación teórico-metodológica que propone la


incorporación de las características del contexto a la comprensión del mundo. Los
resultados de una investigación que llevó adelante su estudio desde este enfoque sugieren
que mientras más activa y cooperativa es la participación, más se fortalecen las
interacciones del sujeto, se realizan más actividades comunitarias y se fomenta una
conciencia transitiva, crítica, en contraste a la mágica, acrítica.

Es importante destacar que una misma estrategia puede ser aplicada para abordar
diferentes temas, o, como un mismo tema puede ser estudiado desde diferentes
estrategias. Existen una multiplicidad de métodos para la producción de información
utilizados para abordar la participación, y usualmente se combinan varios de ellos. A partir
de esto puede suponerse que no existe una correspondencia directa y generalizable entre
temas y aproximaciones, sino que cada problema es tratado a la luz de sus particularidades
e intereses y decisiones de los investigadores.

Otros recursos para el estudio y fomento de la participación

Estos recursos, no necesariamente disciplinares, ni suscritos a estrategias o métodos


específicos, ayudan a vehiculizar la participación y otros procesos comunitarios. Entre ellos
tenemos la comunicación, el arte, las ferias, fiestas, juegos y los deportes.
Los recursos comunicacionales participativos, como el teatro, informan y facilitan la
incorporación de requerimientos y aportes de los involucrados en proyectos de está
naturaleza, porque mejoran la coordinación y el trabajo en equipo.

Los juegos también han sido utilizados como recursos para generar reflexión crítica y
concientización, como condiciones para una praxis transformadora. Se han empleado para
promover la cohesión social en proyectos comunitarios, y se ha evidenciado que la
interacción durante los juegos es más efectiva que el aporte de información para los
objetivos planteados.

Existen muchos ejemplos que revelan la conveniencia de complementar las estrategias


metodológicas con recursos comunicacionales y otras formas de expresión, como las
artísticas y las lúdicas, para fomentar el fortalecimiento y la participación en la investigación,
junto a otros procesos vinculantes y necesarios a sus metas, como la reflexión,
concientización, interacción, identidad, mejoramiento ambiental, etc. Además, dicha
complementación sugiere que además de los beneficios atribuidos a la participación, se
agrega la adquisición de destrezas y otros tipos de aprendizajes útiles, transferibles a otros
espacios y circunstancias de la vida.

Alejandro Busto
97
Conclusiones

Es necesario afinar estrategias metodológicas que ayuden a reconocer, develar y reflexionar


colectivamente al interior de cada ente, y entre ellos, sobre las demandas y recursos
propios, así como los sesgos, inconsistencias, conflictos de poder u otros obstáculos para el
alcance de las metas propuestas, de modo de arribar a acuerdos y acciones convergentes
con la ética participativa. Ello sin dejar de lado que aunque el acercamiento entre actores
demanda la capacitación dentro de cada ámbito, siguen siendo las comunidades el foco de
atención prioritaria; de allí que la capacitación debe aportar destrezas para el incremento de
poder y otros recursos para este sector.

La conciencia crítica o reflexividad convoca a un diálogo crítico entre actores, como


requisito para una participación crítica, y para ello la alianza entre agentes internos y
externos, particularmente los gubernamentales, y la cogestión de sus recursos es necesaria
a los fines del cambio social sustentable. En consecuencia, el alcance y los resultados de la
participación serán mejores, en la medida que lo sea la reflexividad y se confronten y
negocien la pluralidad de perspectivas respecto a temas clave de la participación.

Alejandro Busto
98
Tema 7 - Dispositivos y tecnologías de intervención de la Psicología Social

Grupo Operativo - Bibliografía

Sobrado, E. (1979) La observación del observador. ¿un problema de la técnica? En


Bauleo, A. (Comp) Grupo Operativo y Psicología Social, (97-100). Buenos Aires:
IMAGO.

Pichon Rivière, E. (1985). Estructura de una escuela destinada a la formación de


psicólogos sociales. En El Proceso Grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social,
(pp. 149-160). Buenos Aires: Nueva Visión

Saidón, O., Heras, A. y Kendelman, G. (2020). Guía terminológica. En Grupos. Teoría y


técnica, (pp. 36- 68). Buenos Aires : Ediciones INCLUIR

Taller - Bibliografía

Cano A. (2012) La metodología de taller en los Procesos de Educación Popular.


Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales. 2 (2), pp. 22-52

García, D. (1997) El taller como espacio de aprendizaje. En: El grupo. Métodos y


técnicas participativas (pp. 20 - 25). Buenos Aires: Lugar Editorial

Redes - Bibliografía

Dabas, E. (2001) Redes sociales, niveles de abordaje en la intervención y


organización en red. Buenos Aires: Panorama.

Cartografía - Bibliografía

Orihuela, M., Martinelli, V., Kastrup, V., & Passos, E. (2020). Cartografiar es trazar un
plano común: Traducción del artículo: Cartografar é traçar um plano
comum. Cardinalis, (15), 347–369.

Alejandro Busto
99
Grupo Operativo

Sobrado, E. (1979) La observación del observador. ¿un problema de la técnica? En


Bauleo, A. (Comp) Grupo Operativo y Psicología Social, (97-100). Buenos Aires:
IMAGO.

La función del observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador
sobre el grupo, para que, ya sea a través de la lectura de emergentes o mediante el rescate
a posteriori de la dinámica grupal mediante la lectura del registro, el coordinador pueda
reubicarse, detectando los puntos de sutura a la fantasía grupal.

El observador siempre participa del proceso, aunque no hable. El hablar no define el nivel
de participación.

Saidón, O., Heras, A. y Kendelman, G. (2020). Guía terminológica. En Grupos. Teoría y


técnica, (pp. 36- 68). Buenos Aires : Ediciones INCLUIR

La intervención del coordinador del grupo operativo se limita a señalar las dificultades que
impiden al grupo enfrentar la tarea. Dispone para ello de un ECRO a partir del cual intentar
descifrar esas dificultades. Irá proponiendo al grupo lashipotesisque le permitan tomarse a
sí mismo como objeto de estudio e ir revelando las dificultades que aparecen en la
comunicación y en el aprendizaje.

Un coordinador no está allí para responder a preguntas sino para ayudar al grupo a formular
aquellas que permitiran el enfrentamiento de los miedos básicos.

Su instrumento es el señalamiento de situaciones manifiestas y la interpretación de la


causalidad subyacente.

Alejandro Busto
100
Pichon Rivière, E. (1985). Estructura de una escuela destinada a la formación de
psicólogos sociales. En El Proceso Grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social,
(pp. 149-160). Buenos Aires: Nueva Visión

La praxis se resuelve en una continua realimentación de la teoría, a través de su


confrontación en la práctica y viceversa. La experiencia de la práctica conceptualizada por
una crítica y una autocrítica realimenta y corrige la teoría mediante mecanismos de
rectificación y ratificación, logrando una objetividad creciente.

Al abordaje interdisciplinario de una situación social lo entendemos como una metodología


que comprende el estudio en detalle, profundidad y en el ámbito total, de todas las partes de
un problema. Es necesario trabajar en grupos formados por integrantes de diversas
especialidades que conciernen al problema indagado. Se cumple así una de las leyes
básicas de la técnica de grupos operativos: “a mayor heterogeneidad de los miembros y
mayor homogeneidad en la tarea, mayor productividad”.

La técnica de grupo creada por nosotros, llamada de grupos operativos, se caracteriza por
estar centrada en forma explícita en una tarea que puede ser el aprendizaje, la curación, el
diagnóstico de las dificultades de una organización laboral, la creación publicitaria, etc. Bajo
está tarea explícita subyace otra implícita, que apunta a la ruptura, a través del
esclarecimiento de las pautas estereotipadas que dificultan el aprendizaje y la comunicación
significando un obstáculo frente a toda situación de progreso o cambio.

El coordinador cumple en el grupo un rol prescrito: el de ayudar a los miembros a pensar.


Se integra en un equipo con un observador por lo general no participante, cuya función
consiste en recoger todo el material, expresado verbal y preverbalmente en el grupo, con el
objeto de realimentar al coordinador, en un reajuste de las técnicas de conducción.

El ECRO es el punto focal del aprendizaje general, permitiéndonos integrar a través del
grupo las experiencias que permitirán la instrumentación. La praxis en la que teoría y
práctica se integran en una fuerza operativa, instrumento de transformación del hombre y
del medio, está en la base del método.

El desarrollo de un esquema referencial, conceptual y operativo común a los miembros del


grupo permite el incremento de la comunicación intragrupal ya que permite que el receptor
comprenda el mensaje emitido por el transmisor, a través de operaciones de codificación y
decodificación. En este proceso de comunicación y aprendizaje, observamos que el grupo
sigue un itinerario que va del lenguaje común al lenguaje científico. Este paso es de vital
importancia ya que es inutil elaborar un pensamiento científico si no se parte de la
comprensión y análisis de las fuentes vulgares del esquema referencial.

Los mecanismos de asunción y adjudicación de roles desempeñan en el acontecer grupal


un papel fundamental. El grupo se estructura sobre la base de un interjuego de roles.

La sesión del grupo se desarrolla en tres momentos temporales: 1) apertura, 2) desarrollo y


3) cierre

Los emergentes de apertura deben ser cuidadosamente registrados, ya que todo material
va a ser retrabajado durante la sesión y es dable observar como reaparece ya modificado
en el momento del cierre.

Alejandro Busto
101
Taller

Cano A. (2012) La metodología de taller en los Procesos de Educación Popular.


Revista Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales. 2 (2), pp. 22-52

El taller en los procesos de educación popular

Algunos de los principios que sustentan al taller en la educación popular son:


- la integración del trabajo manual con el trabajo intelectual
- la reunión de personas trabajando en torno a una tarea común
- la transformación colectiva de una situación
- la creación colectiva de una nueva forma o producto

El taller constituye, así:


a) un dispositivo de trabajo con y en grupos
b) una metodología de trabajo educativo que buscara alcanzar objetivos
pre-establecidos, organizando para ello la utilización de determinadas técnicas

Se podría decir que el taller en la concepción metodológica de la educación popular es:

(...) un dispositivo de trabajo con grupos, que es limitado en el tiempo y se realiza con
determinados objetivos particulares, permitiendo la activación de un proceso pedagógico
sustentado en la integración de teoría y práctica, el protagonismo de los participantes, el
diálogo de saberes, y la producción colectiva de aprendizajes, operando una transformación
en las personas participantes y en la situación de partida.

Un desglose de está definición permite señalar sus principales características:


- Es un dispositivo de trabajo con grupos
- Es limitado en el tiempo
- Tiene objetivos específicos
- Es un proceso en sí mismo: aunque pueda estar inserto en un proceso mayor, en sí
mismo es un proceso que tiene una apertura, un desarrollo y un cierre
- Es un espacio que se caracteriza por la producción colectiva: los aprendizajes y
creaciones se producen a partir de un diálogo de experiencias y saberes basado en
el protagonismo de los participantes
- Busca la generación de aprendizajes y la transformación de una situación así como
de los propios participantes. al taller “se entra de una forma y se sale de otra”
- Busca la integración de teoría y práctica. Hay un “aprender haciendo” y un “hacer
aprendiendo”
- En tanto opera una transformación, se basa en un trabajo colectivo y dialógico, y
procura la integración de teoría y práctica, el taller es el soporte para el desarrollo de
un proceso educativo

A partir de la noción de dispositivo, se podría decir que el taller es un dispositivo de trabajo


en y con grupos; un artefacto que dispone una serie de prácticas para lograr un efecto, y en
el cual cobraran importancia las relaciones entre lo verbal y lo no verbal, lo dicho y lo no
dicho, los discursos y las prácticas.

De este modo, el taller como dispositivo dispone un campo de trabajo y una serie de
elementos en relación a partir de una definición estratégica (determinados objetivos).

Alejandro Busto
102
La pedagogía de la praxis y el proceso de transformación

En tanto espacio sustentado en el protagonismo de los participantes y la integración de


teoría y práctica, el taller es una metodología apropiada para la generación de un proceso
educativo basado en una concepción de la pedagogía de la praxis.

La praxis, en tanto actividad que define al ser humano, no es solamente la práctica ni


solamente la teoría. Ni siquiera es aisladamente la mediación entre ambas, sino que es la
unidad y la mediación a la vez, en la dialéctica de la identidad y objetivación de lo concreto.

La práctica (la experiencia) es la fuente fundamental de la reflexión teórica, la cual -por su


parte- posibilita nuevas miradas sobre la intervención, e incidirá en está en un proceso
espiralado de retroalimentación dialéctica de teoría y práctica. De este modo teoría y
práctica se integran en la acción de comprensión de la realidad y en los procesos de
enseñanza y aprendizaje, en una perspectiva superadora de la división entre teoría y
práctica.

Es relevante aquí el concepto de concientización, referido al proceso dinámico a través del


cual los sujetos pasan de una visión y vivencia ingenua de la realidad a una visión crítica de
la misma, visualizando y comprendiendo su lugar en el mundo, historizandolo, y
abandonando una posición de pasividad para adoptar una posición activa de sujetos de la
historia. Se concibe a la conciencia como proceso, como cotidianeidad, como
descubrimiento colectivo y como búsqueda a través de las contradicciones.

En este sentido, el trabajo en el taller se asume partiendo de los siguientes puntos:


a) partir de los saberes y las ideas de los participantes
b) buscando dinamizar descubrimientos colectivos mediante un trabajo de análisis y
problematización también colectivo
c) concibiendo a las contradicciones como motor del proceso dialéctico de aprendizaje,
esto es, como oportunidad pedagógica.

Utilización del taller

El taller es una metodología apropiada para:

Diagnóstico: análisis colectivo de una situación o problema, a fin de comprenderlo en sus


diferentes componentes, su complejidad, su multicausalidad, y su dimensión situacional y
estructural a partir de una mirada diacrónica y sincrónica del mismo

Planificación: organización de acciones y actividades con el fin de operativizar una


estrategia dirigida a alcanzar determinados objetivos en un tiempo determinado y
valiéndose de determinados recursos

Evaluación: análisis del grado de cumplimiento de determinados objetivos previamente


formulados, del logro o no de los resultados esperados, de la emergencia de hechos
inesperados, así como del proceso grupal de trabajo colectivo

Sistematización: el taller puede también ser una metodología a utilizar como parte de una
estrategia de sistematización de una experiencia, en tanto permite analizar elementos del
proceso de desarrollo de dicha experiencia, en función de determinados ejes de análisis,

Alejandro Busto
103
procurando reconstruir, deconstruir y reflexionar críticamente sobre el proceso realizado,
con el fin de objetivar aprendizajes colectivos

Monitoreo o seguimiento: análisis del desarrollo de determinadas acciones, durante el


proceso de su implementación, con el fin de observar obstáculos y facilitadores, visualizar
su potencial estratégico en función de los objetivos iniciales, y aportar información a fin de
tomar decisiones que rectifiquen o ratifiquen elementos de la estrategia de trabajo

Análisis de una temática: abordaje colectivo de una temática para su discusión, por
ejemplo, un análisis de coyuntura -el cual puede ser parte de un diagnóstico-

Formación: el taller es también una metodología apropiada para realizar objetivos de


formación sobre determinados temas específicos, en tanto al partir de los saberes previos
de los participantes, la discusión colectiva, y la integración de teoría y práctica, favorecen
una mejor apropiación e internalización de los contenidos de formación

Dos puntos de partida para la planificación de un taller

Es necesario considerar dos puntos de partida, uno de orden estratégico, y otro de orden
metodológico.

Punto de partida estratégico

Consiste en tener en cuenta los objetivos que se pretende alcanzar: el “para qué” de la
realización del taller. Las características que adopte el taller, su duración, contenidos, las
técnicas que se utilizarán, así como la estrategia de difusión, registro y evaluación, serán
diferentes según se trate de un taller de formación, de diagnostico, de planificación, de
evaluación, o bien de un taller de análisis de coyuntura.

Punto de partida metodológico

Consiste en partir del conocimiento de las personas participantes, sus intereses, historia,
códigos culturales y comunicacionales. Esto implica tanto el momento de la planificación del
taller, como el momento de trabajo en el taller, su desarrollo.

A la hora de planificar un taller es importante tener en claro para que se quiere realizar, así
como partir de un conocimiento de las personas que participaran. Si no se tiene en cuenta,
por ejemplo, que el principal canal de comunicación de un grupo es el oral y no el escrito y
se propone una dinámica basada en la escritura, se estará cometiendo un error
metodológico fruto de no considerar este conocimiento previo.

Si el taller se realiza con personas que no se conocen entre sí, o que no conocen al
coordinador, resulta importante considerarlo al momento de planificar el taller y seleccionar
las técnicas que se utilizaran; al tiempo que será necesario prever un momento inicial para
la presentación de los asistentes.

Alejandro Busto
104
Guia para la planificación de un taller

Para planificar un taller resulta importante tener en cuenta los siguientes elementos:

a- Objetivos: ¿que se busca con el taller? Es importante tener claros los objetivos que se
busca alcanzar con el taller, por un lado para poder ver qué cosas pueden lograrse con
este, y cuáles no; y por otro para poder luego hacer una adecuada evaluación, valorando el
taller en el marco de la totalidad del proceso.

b- Participantes: ¿a quién va dirigido? Es importante conocer las características de los


participantes (edad, género, si se conocen, si comparten una actividad en común, trabajo,
etc). El coordinador deberá tener en cuenta está información, por ejemplo, para pensar los
criterios de una división en subgrupos, así como para potenciar la participación y la
valoración del saber de todos. El taller, en tanto espacio microsocial y micropolítico, es
también una arena donde se reproducen las relaciones de poder y dominacion de nuestra
sociedad; y es tarea del coordinador poder ir realizando un trabajo de redistribución del
saber, una valoración del saber del otro.
Si bien no existe una cantidad estrictamente indicada de personas para realizar un taller, se
suele acordar que el número indicado varía entre 10 y 30. Sin embargo, el número indicado
dependerá también de los objetivos del taller.

c- Contenidos: en función de los objetivos que se persigan con el taller, los contenidos que
se quieran trabajar en él y las características de los participantes, se analizará la estrategia
del abordaje de los contenidos, la secuencia lógica de su tratamiento, los tiempos a dedicar
a cada tema, y las técnicas específicas que se utilizarán (dinámicas de caldeamiento y
presentación, técnicas dramáticas, etc).

Es importante realizar un adecuado análisis de la relación entre objetivos-contenidos-tiempo


disponible. Los contenidos (y la estrategia de su tratamiento) debe responder a los objetivos
del taller, de modo de evitar la realización de dinámicas sin un adecuado fundamento.

Asimismo, se debe analizar cuidadosamente el tiempo disponible. Es preferible resignar el


tratamiento de algunos contenidos en función de trabajar adecuadamente otros, a realizar
un taller donde por querer abarcar demasiado, se trabaje con insuficiencia todo, frustrando
el cumplimiento de los objetivos. No conviene que la cantidad de contenidos sea excesiva.

Por último, al planificar el tratamiento de los contenidos, es importante tener en cuenta un


aspecto fundamental: el atractivo de la propuesta. En lo posible, es importante procurar
pasar un buen momento, disfrutar, gozar, sin detrimento de la importancia o dificultad de las
cuestiones que se trabajen.

d- Recursos: en la planificación de los recursos se incluye todo lo necesario según la


actividad planificada: desde el salón, hasta los materiales de trabajo gráfico u otros.
Asimismo es necesario conocer previamente el lugar donde se realizará el taller, el espacio,
las condiciones de iluminación y acústica, si existen o no instalaciones eléctricas y su
distribución.

f- Responsables y roles: dentro del equipo de coordinación es importante definir quién se


hace responsables de que tareas. Conviene distribuir previamente los roles a desempeñar
durante el taller, definiendo quién será el coordinador, quien tendrá a cargo el registro, quien
coordinará una técnica en específico, etc.
Alejandro Busto
105
g- El tiempo: el tiempo adecuado de duración de un taller también es variable, según los
objetivos del taller y las características de los participantes. A veces es contraproducente
que el taller se alargue más de una hora y media, en caso de que se vaya a trabajar más de
ese tiempo, es recomendable hacer un recreo en medio.

Una vez planificado el taller, resulta útil elaborar un guión de los contenidos que se
trabajarán, las técnicas que se utilizaran, el momento de cada contenido y el tiempo
dedicado a cada momento. Este guión consiste en un punteo ordenado de la estructura del
taller y la articulación de sus momentos y contenidos, que será de utilidad a la hora de
coordinar el taller, llevar adelante la planificación, y eventualmente adoptar decisiones que
cambien parcialmente la planificación prevista.

Los tres momentos de un taller

El taller comienza antes del taller. Es decir, comienza en la planificación del mismo. Así, el
taller incluye tres momentos diferenciados:

1) Planificación: todo lo anteriormente expuesto


2) Desarrollo: refiere a lo que sucede efectivamente en el taller. A su vez, el desarrollo
está compuesto por tres momentos:
a- Apertura: si los integrantes del taller, es recomendable realizar una presentación.
Lo fundamental de la apertura, imprescindible para cualquier taller, es el análisis de
las expectativas, el contrato de trabajo y el establecimiento del encuadre. Es
importante poner en común las expectativas de cada uno respecto al taller, y realizar
una nivelación de expectativas en función de los objetivos, planteando que cosas se
van a trabajar y cuáles no. El establecimiento de las coordenadas de tiempo y
espacio refieren al encuadre: donde se trabajara, cuánto durará el taller, con qué
frecuencia se realizará.
b- Desarrollo
c- Cierre: es el momento en que se realiza la evaluación del taller. Es importante
que cada taller tenga un cierre, donde se recapitulan, repasan acuerdos, se objetivizan
aprendizajes, y se da cuenta del proceso y las vivencias transformadoras operadas dando
cuenta de un proceso de acumulación.
3) Evaluación: refiere al análisis y reflexión de lo producido en el taller. La
consideración de lo que vimos, pensamos y sentimos en torno a lo que sucedió en el
taller. La evaluación abarca tanto lo producido-creado en el taller, así como los
aspectos referentes a cómo nos sentimos durante el mismo. La evaluación tiene al
menos dos niveles:
a- por una parte, al final del taller es necesario generar un espacio para que cada
integrante exprese cómo se sintió, que piensa de cómo se trabajó, cómo evalúa la
actividad, que cosas le gustaron y cuáles no, qué cosas cambiaría y qué propuestas
haría
b- otro nivel que es el que luego en otro momento hará el equipo coordinador sobre
lo específico de su rol, sobre el proceso grupal, el cumplimiento de las tareas
acordadas, la evaluación de lo que produjo en relación a los objetivos que se habían
trazado en la planificación. En

En cualquiera de los dos niveles pueden utilizarse diferentes técnicas para realizar la
evaluación, documentarla y convertirla en material de aprendizaje.

Alejandro Busto
106
Otros elementos a tener en cuenta

La disposición del espacio: el círculo: la organización de las personas en círculo permite


una disposición de -y en- el espacio en que las jerarquías se diluyen, o bien circulan. Los
participantes del taller pueden observarse mutuamente, y sus participaciones pueden ser
atendidas por todos. El círculo representa la circulación de roles y saberes, y la
horizontalidad del espacio-tiempo que abrimos con el taller.

La importancia del registro: el registro es un instrumento importante tanto para el proceso


de acumulación, así como para objetivar acuerdos colectivos. Un buen registro será un
importante instrumento de trabajo posterior al taller, mientras que la falta de registro
empobrece la continuidad de líneas de trabajo que puedan generarse luego del taller, y que
requieran de los insumos de este.

Las técnicas participativas: criterios para su utilización

Algunas de las técnicas pueden ser:


- Técnicas vivenciales: de animación o de análisis
- Técnicas que implican actuación: juego de roles, dramatización de cuentos
- Técnicas auditivas o audiovisuales: radio-foro o video-foro
- Técnicas visuales: escritas o gráficas

Un primer aspecto a considerar a la hora de seleccionar una técnica refiere a tener en claro
el “para que”, los objetivos que queremos lograr con dicha técnica. Un primer aspecto
condicionante será la temática del taller, si se trata de uno de evaluación o de formación,
por ejemplo; y dentro de esto, si se trata de una técnica de caldeamiento o que se utiliza
para fomentar un mejor análisis de un tema.

Un segundo aspecto refiere a las características del grupo con el que se va a trabajar. Si los
participantes no se conocen entre sí no conviene recurrir a técnicas que impliquen un alto
compromiso grupal, un alto grado de exposición personal y confianza mutua. En estos
casos es aconsejable utilizar técnicas menos invasivas. Conviene además tener un abanico
de técnicas posibles para cada momento de modo de poder elegir la mejor en el momento,
según la situación que se encuentre al comenzar el taller.

En casos de que se conozcan, el criterio de selección de la técnica está supeditado a las


características de dichas personas.

El tercer criterio para la selección de una técnica está dado por el tiempo con que se
dispone para trabajar.

Por último, es importante que se utilicen las técnicas con creatividad y flexibilidad. Nunca es
realizada una técnica dos veces del mismo modo, sino que cada contexto y cada grupo
configuran una situación inédita en cuya inmanencia se debe actuar, evitando escudarse en
la rigidez de un procedimiento estandarizado.

Alejandro Busto
107
Procedimientos de aplicación de las técnicas

Es posible distinguir algunos momentos en la aplicación de una técnica:

1- Presentación de la técnica: momento del encuadre de lo que se va a hacer, y se


procura además una “motivación inicial” del grupo respecto a la técnica y una ubicación
colectiva sobre qué se va a hacer.

2- Aplicación: refiere a la aplicación propiamente de la técnica, con creatividad y flexibilidad

3- Descripción de lo realizado: una vez culminada la técnica, resulta importante realizar


una reconstrucción de lo realizado, repasando lo que se hizo. La acción de
descripción-reconstrucción aporta un sentido de unidad a lo realizado, de consistencia,y
ayuda a poder reflexionar sobre ello.

4- Interpretación de lo sucedido: en algunas técnicas, a partir de la descripción, se realiza


una interpretación de lo sucedido-producido durante la técnica. Está interpretacion es
realizada de acuerdo al tema de trabajo y los objetivos con que se desarrolló la técnica

5- Discusión de las interpretaciones: se trata de la discusión colectiva de lo que se vaya


objetivando como elementos producidos-creados por el grupo

6- Síntesis y cierre: luego de la discusión, y a partir de ella, se realiza la síntesis de lo


trabajado y producido por el grupo

Alejandro Busto
108
García, D. (1997) El taller como espacio de aprendizaje. En: El grupo. Métodos y
técnicas participativas (pp. 20 - 25). Buenos Aires: Lugar Editorial

Se pueden reconocer algunos elementos constitutivos del Taller:


- una opción por trabajar en pequeños grupos
- una valoración de la participación de los propios sujetos en la responsabilidad de sus
propios aprendizajes
- una integración de las experiencias personales de cada participante en el proceso
de enseñanza-aprendizaje
- una intencionalidad operativa, es decir, que los aprendizajes adquiridos en el Taller
tengan una influencia en la acción de los propios participantes

El taller se constituye en una experiencia social en la medida que los participantes


interactúan entre sí en torno a una tarea específica. Dicha experiencia modifica el rol del
educando, de un rol pasivo a un rol protagónico en el aprendizaje. Es decir, que el propio
sujeto se convierte en objeto de estudio. Participa del grupo para vivir un proceso colectivo
de conocimientos tendientes a la comprensión global de la realidad. De esa manera el
proceso de conocimiento es asumido por el grupo, el que cuenta con una coordinación de
carácter cooperativo y que favorece la democracia grupal.

Podemos definir el taller, como tiempo-espacio para la vivencia, la reflexión y la


conceptualización. La vivencia puede entenderse como el primer paso en el cual se
implementaran ciertas técnicas disparadoras con el objetivo de romper el hielo y movilizar
algunas estructuras cognitivas en relación al tema que se trate. Está vivencia puede
desarrollarse progresivamente desde un escaso compromiso intelectual-afectivo,hasta un
momento de alto grado de compromiso. Ello dependerá del tipo de grupo, del grado de
confianza e integración de los miembros del mismo.

El tiempo-espacio para la reflexión es tan rico como el anterior. En él se repiensa acerca del
cómo se sintió la experiencia y que ideas aporta, desde ese pensar, cada integrante, con lo
cual se van hilvanando distintos contenidos más emocionales que conceptuales, en relación
con las técnicas disparadoras. Esos contenidos se dejan en suspenso hasta la siguiente
etapa, en la que se busca articular aquel hacer con el sentir para producir nuevas hipótesis
que llevaran a la síntesis y conceptualización final.

Se entiende al aprender como aquel proceso que lleva a todo sujeto humano a inquirir,
indagar, investigar la realidad y que le permite tomarla para producir las modificaciones en
ella, al mismo tiempo que se realizan en el propio sujeto. De alguna manera, ese transitar
por las diferentes experiencias, lo llevan a ratificar o rectificar modelos aprehendidos,
actitudes, comportamientos. También, durante la tarea educativa, se movilizan las
estructuras personales, rompiendo con los estereotipos que no ayudan a crecer.

Todo aprendizaje parte de una experiencia previa y de una red de interacciones, que en el
taller se ponen de manifiesto. Por lo tanto, el taller puede convertirse en un lugar de
vínculos, de participación, donde se desarrollan distintos estilos de comunicación y, por
ende, un lugar de producción social de objetos, hechos y conocimientos.
El espacio del taller se inicia con la presentación de un problema, a partir del cual se da un
proceso de desestructuración, de deconstrucción, para llegar a través de los pasos
sucesivos a una nueva estructuración.

Alejandro Busto
109
La dinámica que se produce en el taller, en tanto grupal, va generando un proceso
educativo,un aprendizaje, pero al mismo tiempo, efectos terapéuticos por cuanto aparecen
conflictos personales intersubjetivos que se ponen n juego durante la experiencia y que es
posible visualizarlos a la luz de la explicacion, en un ambito de comunicacion y confianza
que se facilita en el taller y que ayuda a pensar y co-pensar con el otro.

En definitiva, el taller es un nuevo camino con alternativas pedagógicas que estimulan el


aprendizaje, las intersubjetividades, la creatividad, en busca de la apropiación del objeto de
conocimiento.

Cada Taller necesita una programación pertinente y previsible. No es cuestión de improvisar


a partir del uso de determinadas técnicas, sino por el contrario, tener en cuenta algunas
variables fundamentales:
1. Conocimiento de las personas que formarán parte del taller: si es un grupo
conocido; si algunos integrantes se conocen y otros no; qué características tienen
esas personas; son miembros de una comunidad barrial, de una escuela; son
profesionales, técnicos, docentes, padres, etc
2. Conocer cuál es la demanda del grupo: es decir, cual es la necesidad. Diferenciar
entre necesidades personales, grupales, comunitarias o institucionales. Esclarecer
concretamente tal necesidad para enfocar la tarea profesionalmente. Descubrir si
esa demanda tiene relación con algún programa nacional, provisional, zonal o local,
para mantener la coherencia.
3. A partir de especificar la demanda, elaborar objetivos de alcance concreto: si
es posible, factibles de lograr en el taller o disparadores para analizar en un corto
plazo.
4. En coherencia con la demanda y los objetivos, planificar el número de
encuentros: estos serán los necesarios para cumplimentar la tarea.
5. Quien va a oficiar de coordinador: aquí es importante analizar cuál es su
capacidad, su experiencia, su grado de compromiso, su habilidad para tomar
decisiones en relación a la necesidad del grupo o la institución.
6. Tener en cuenta la relevancia del tiempo y el espacio físico
7. No dejar librado al azar el tema de los recursos y los materiales: es parte de la
infraestructura educativa. Evitar olvidarse de algunas herramientas que son
imprescindibles para el taller y que de no tenerlas será necesario modificar toda una
planificación sobre la marcha.
8. Es fundamental contar con material bibliográfico adicional: ya que los
participantes, a través del taller, descubren otros conocimientos y sienten avidez por
este tipo de material

Objetivos
Para planificar el taller propiamente dicho tenemos que pensar en él/los objetivos. Estos
pueden definirse como conductas deseables a alcanzar en un tiempo determinado y a las
que se procura llegar a través de acciones previstas y por medio de recursos efectivos. Las
acciones hacen referencia a todo movimiento consciente o inconsciente que realiza todo ser
humano o grupo social.

Los objetivos, una vez planteados, facilitan la selección de actividades y de recursos y el


trabajo en equipo. Además permiten la identificación de las condiciones que deben darse
para que se produzca el cambio esperado y, al mismo tiempo, la autoevaluación del sujeto o
el grupo con el que se está trabajando.

Alejandro Busto
110
Deben estar expresados claramente, de forma preciosa y, en lo posible, en positivo. Deben
estar planteados en función de los sujetos que deberían modificar su comportamiento.

Si los objetivos estan pensados en conductas a lograr, sin tener en cuenta un contenido,
están mal formulados, por cuanto yo puedo decir que la conducta esperada es que las
personas puedan escribir, pero si no le agrego el contenido de la descripción, el objetivo
está inconcluso.

Luego de formular el objetivo, reflexiono internamente desde la propia experiencia de


participante, acerca del disparador más apropiado para el primer momento del taller, que es
el espacio para la vivencia. Cuando digo vivencia estoy pensando en alguna actividad que
promueva la movilización del pensar a partir del sentir. Estas actividades, técnicas
disparadoras, deben ser las más cercanas para ese grupo y lo serán en la medida que no
se pierda de vista las personas que lo integran y sus características.

Primer momento del taller - Encuadre e introducción


Dependiendo de las características del grupo, se deben plantear diferentes modalidades de
abordaje. Si el grupo se reúne por primera vez será un abordaje que permita armar un clima
que nos permita evaluar como estan las personas, que grado de flexibilidad tienen, cuales
son sus expectativas. De está manera se permite encuadrar al grupo para luego realizar
una presentación de los participantes que permita romper el hielo y empezar un nivel de
comunicación más distendido, posibilitando una mayor escucha de los otros. Si el grupo ya
viene compartiendo una tarea, en el inicio hay que contemplar las redes de identificación y
el juego de roles que se pone de manifiesto, investigando al mismo tiempo, la historia grupal
que pueda favorecer u obstaculizar el proceso.

Es muy importante estar atento y con amplia escucha en este momento de la vivencia, que
puede ser dialogada, jugada con diversos materiales o dramatizada, para poder reflexionar
después de la experiencia.

Segundo momento - reflexión


En esa reflexión aparecen pensamientos generalmente profundos acerca del sentir.
Comienza aquí una red de ideas que se van entrelazando y constituye la base de nuevos
conocimientos producidos a través del interjuego de relaciones de los distintos integrantes,
de las ideologías subyacentes, de las necesidades compartidas.

Tercer momento - síntesis


Si el coordinador pudo ir enlazando las ideas, conceptos, pensamientos, en el último
momento, se conceptualiza, se realiza la síntesis de contenidos grupales. El no hacer esto y
quedarse en la pura reflexión puede devenir en una sensación de frustración grupal, con
sensación de haber perdido el tiempo. Es importante tener en cuenta en este momento que
la última palabra no debe tenerla el coordinador.

Cuarto momento - evaluación


Muchas veces éste espacio se pierde por falta de planificación o por mal uso del tiempo
dedicado al taller. Los participantes necesitan hacer un recuento de lo vivido y explicitarlo,
no sólo a nivel de experiencias positivas, sino también las negativas. Es un espacio para la
catarsis y al mismo tiempo para escuchar el análisis del coordinador en relación al
rendimiento del grupo.
Los que coordinan necesitan recibir una devolución de las vivencias del grupo, sobre todo
para ratificar o rectificar el modelo de taller y de esa manera encontrar nuevos aprendizajes.
Alejandro Busto
111

Es muy importante dejar un espacio para la evaluación conceptual, emocional y reflexiva, ya


que ella será el punto de enlace con las siguientes reuniones, si las hubiera, o para dejar
una impronta que permita reencontrarnos en otra oportunidad.

Redes

Dabas, E. (2001) Redes sociales, niveles de abordaje en la intervención y


organización en red. Buenos Aires: Panorama.

El concepto de RED provee una nueva perspectiva sobre las jerarquías. Estas son
concebidas como diferentes niveles de complejidad con diferentes leyes operando en cada
nivel.

Algunos pensadores acuñan el concepto de heterarquía -en vez de el de jerarquía- para


referirse a las relaciones humanas desde una perspectiva de red. Se refiere a la posibilidad
de coexistencia de “jerarquías” distintas, tanto sucesivas como simultáneas, en el
funcionamiento de un sistema determinado. No implica la negación de la jerarquía sino la
coexistencia y el reconocimiento de una variedad de las mismas.

El planteo puede sintetizarse en que la trama de la vida está constituida por redes dentro de
redes. En este sentido, se concibe que una comunidad humana es sostenible cuando es
consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros.

Los diversos niveles de abordaje nos plantean un enfoque multidimensional, desde el cual
todo foco es justamente eso: un foco, a los efectos de la intervención, el estudio o el análisis
de un hecho social o colectivo. Al realizar está focalización nos hacemos cargo de la
exclusión, que es inseparable de la inclusión, por lo cual podemos operar integrando
ambas.

Intentos de analizar los niveles de abordaje

En está dirección se vienen desarrollando diversas estrategias, que confluyen en diagramas


pensados como modalidades de cartografiar o mapear redes.

En todas las situaciones, este mapeo implica una gestión de búsqueda de información para
promover posibilidades de cambio en las condiciones de vida de la población que provee
dicha información. Este cambio está orientado hacía la visibilización de recursos,
optimización de la participación de los mismos, redefinición de problemas, entre otros.
Siempre implican un análisis situacional, basado en la significatividad de la misma para la
persona involucrada o del problema definido como prioritario para un colectivo.

Este mapeo ha sido utilizado de diversa manera

1- En primer lugar, para graficar la dinámica de las relaciones personales. En estos casos,
el mapeo se realiza en conjunto con la persona que plantea un problema o con un allegado
de la misma.

Existe evidencia comprobada de que una red personal estable, sensible, activa y confiable
protege a las personas de las enfermedades, actúa como agente de ayuda y derivación,
afecta la pertinencia y la rapidez de la utilización de los servicios de salud, acelera los
Alejandro Busto
112
procesos de curación y aumenta la sobrevida, es decir, la red que tiene está características
es salutogénica.

Al no considerar la perspectiva de red, la calidad, eficacia y eficiencia del nivel promocional


y asistencial se ve muchas veces disminuida por situaciones que desde el sector salud se
consideran ajenas y externas al mismo.

Algunas de estas situaciones son:


- desconocimiento o ignorancia acerca de las situaciones que incrementan el riesgo
personal y/o familiar
- pérdida de oportunidades de aprendizaje acerca de la salud y de su cuidado dentro
del núcleo familiar, de amigos, laboral y de la aplicación de esos conocimientos en
su entorno
- postergación del inicio oportuno de tratamiento efectivo
- dificultad de los pacientes para cumplir con indicaciones terapéuticas. El profesional
se encuentra en las consultas siguientes con que las indicaciones proporcionadas,
tanto con relación a estudios y medicaciones o dietas se han cumplico parcialmente
o no se han cumplido
- internaciones reiteradas, muchas veces por falta de cuidados adecuados después
de un alta
- internaciones prolongadas más de lo necesario, por no contar tanto con una red de
servicios efectiva como con una red de sostén del paciente o un hogar continente
- fuga de internaciones

Sin embargo, muchas de estas cuestiones podrían ser resueltas, y por lo tanto incidir en el
incremento de la calidad y la eficiencia de la atención y del cuidado de la salud, si se
considera la perspectiva de red social de inserción de la persona o paciente ya desde el
ingreso del mismo a la institución y luego en su entorno social.

Desde está propuesta, la importancia del abordaje radica en la interconexión entre los
diversos integrantes del equipo de salud, en forma primordial, y con los integrantes de la red
social del paciente, de modo articulado y coherente.

La admisión es una situación clave para interrogar acerca de su red de inserción, la cual
debería formar parte de su historia clínica. Cabe aclarar que el interrogatorio sobre la red no
se limita a preguntar y registrar un listado de nombres. Sino que más bien lo que interesa
es, por ejemplo respecto al grupo familiar, cuáles son las relaciones más significativas.

Según Sluzki, la red social personal es la suma de todas las relaciones que un individuo
percibe como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la sociedad.
Está red contribuye sustancialmente a su reconocimiento como individuo y constituye una
de las claves centrales de la experiencia individual de identidad, bienestar, competencia y
protagonismo, incluyendo los hábitos de cuidado de la salud y la capacidad y adaptación a
una crisis.

La importancia de los distintos grupos de relaciones intenta focalizar sobre una situación
que no ha sido considerada sistemáticamente por los prestadores de salud. Cuando se
logra traspasar el límite de considerar al paciente como alguien aislado, descontextualizado,
el grupo que se ha privilegiado es el familiar. La importancia central que nuestra sociedad
ha dado a la consanguinidad, ha llevado a que en situaciones en que ésta se halla

Alejandro Busto
113
debilitada, no puedan considerarse la importancia de otros lazos que poseen los mismos
atributos que los vínculos familiares.

Sería importante realizar la historia clínica en términos de considerar la red social personal.
La red social personal podría ser registrada mapeando las relaciones en un diagrama
construido en interacción del consultante.

La información proporcionada se sistematiza al menos en cuatro campos, aunque en cada


situación planteada surge un campo de “otros” que da significatividad y valor al diagrama.

Los campos básicos son:


1. Familia: precisando en este punto no solo como está compuesta, sino las relaciones
que resultan más significativas. Desde este punto de vista, es importante precisar
tanto los integrantes de la familia nuclear como la extensa, sin prescindir de aquellas
que esten geográficamente distantes.
2. Amistades: estas resultan altamente significativas en el caso de migraciones, que
determinan una pérdida o disminución de las relaciones familiares de sostén. En
este caso, es importante indagar por las relaciones de vecindad, que pueden
constituirse en apoyos importantes para la persona.
3. Relaciones laborales o escolares: muchas veces estas relaciones son las únicas
que una persona posee, fuera de su ámbito familiar. La cotidianidad de estos
vínculos hace que resulten sumamente importantes tanto para brindar información
como para las funciones de acompañamiento y apoyo.
4. Relaciones comunitarias, de servicio o de credo: pueden conformar un mundo
significativo de pertenencia, posible de ser activado en caso de necesidad.

Un aspecto fundamental a considerar es el registro de la densidad de las relaciones, esto es


las interacciones establecidas entre los integrantes de la red, independientemente del
informante.

Este mapeo posibilitaria contar con un banco de recursos que puedan operativizar acciones
que incluso trascienden el área de la salud.

Por la focalización, estimulación y desarrollo de estas redes sociales se pueden establecer


relaciones hasta el momento no promovidas, que pueden constituir un recurso para otros
casos.

Mapeo de relaciones institucionales y de redes comunitarias

Las redes comunitarias han tenido una evolución muy interesante. Los diseños se realizan
en micropoblaciones. La información se obtiene cotidianamente con la captación de los
actores sociales, quienes no solo la proveen sino que son informados acerca de los
resultados obtenidos. Estos se visualizan en un “mapa”, que es dinámico, compartido y
enriquecido por todos los involucrados en la resolución del problema planteado.

Está perspectiva de análisis de las redes nos implica la reflexión permanente acerca de la
imposibilidad de manejarnos con un pensamiento apriorístico y por lo tanto con
herramientas que funcionen como aparatos de captura de lo que es en sí un movimiento
dinámico, fluido, asincrónico y multidimensional.

Alejandro Busto
114
Por esto, desde está perspectiva analizamos las redes en conjunto con los actores
involucrados, incluyéndonos no como un observador externo sino presente en el campo del
mapeo, situacionalmente a tono con el problema necesario de resolver.

Cartografía

Orihuela, M., Martinelli, V., Kastrup, V., & Passos, E. (2020). Cartografiar es trazar un
plano común: Traducción del artículo: Cartografar é traçar um plano
comum. Cardinalis, (15), 347–369.

La investigación de campo a menudo coloca al cartógrafo frente a un territorio que no


conoce y en relación con el cual pretende mejorar su comprensión y las prácticas de
trabajo. Si realizamos una investigación involucrando a usuarios de la red de salud mental,
por ejemplo, surgen algunas preguntas. ¿Cómo producir conocimiento con ellos, teniendo
en cuenta que no consideramos el conocimiento como una representación de la realidad,
sino como un proceso de construcción colectiva? ¿cómo trazar un plano común entre los
investigadores e investigados, con sus territorios y semióticas únicas? En otras palabras,
¿cómo garantizar el carácter participativo de la investigación cartográfica?. En el contexto
del método cartográfico, decimos que se debe trazar un plano común, sin el cual la
investigación no puede desarrollarse.

La cartografía es un método de investigación que no busca revelar una naturaleza o


realidad preexistente. Partimos de la suposición de que el acto de conocer produce la
realidad, lo cual pone en tela de juicio el paradigma de la representación.

Una guía para la investigacion cartografica: la transversalidad que conecta


heterogéneos

La investigación cartográfica siempre busca la investigación de la dimensión procesual de la


realidad. Desde el punto de vista de las estrategias de investigación, la cartografía apuesta
al acceso del plano que reúne lado a lado la diversidad de vectores heterogéneos
implicados en la investigación: el investigador y su campo de interlocuciones académicas y
herramientas técnicas, agencias de fomento, compromisos políticos, alianzas
institucionales, así como el objeto y sus diversas articulaciones.

Tal plano no es llamado común por ser homogéneo o por reunir actores que mantendrían
entre sí relaciones de identidad, sino porque opera en él una comunicación entre
singularidades heterogéneas en un plano que es pre-individual y colectivo. Se trata de
incluir las múltiples líneas o vectores que conforman un rizoma, el cual evoca una red de
articulación y composición, de manera que podamos lograr comprender una realidad
compleja.

En dicha red estamos todos incluidos -o implicados-. Diferentes sujetos, objetos e


instituciones, debiendo, por lo tanto, a las estrategias de investigación acceder al plano que
articula, conecta y promociona esa diversidad. En la medida en que la cartografía traza ese
plano común y heterogéneo, contribuye a la construcción de un mundo común.

El grupo involucrado en la investigación es más que un conjunto de personas y cosas


reunidas, porque involucra una dimensión externa al grupo: lo colectivo. La cartografía
apuesta por la contracción de lo colectivo al componer una grupalidad, que se entiende

Alejandro Busto
115
desde la transversalidad. Desde este eje de transversalidad ya no es posible ni necesario el
establecimiento de límites que separen los saberes y actores.

En el contexto de la cartografía, cuando indicamos que lo común es producido por la


transversalización realizada mediante las prácticas de participación, inclusión y traducción,
afirmamos la paradoja de la inseparabilidad de las ideas de lo común y la heterogeneidad.
Somos conducidos, entonces, a permanecer en el límite inestable entre lo que es común y
lo que difiere; entre lo que vincula a los diferentes sujetos y objetos involucrados en el
proceso de investigación y lo que, en esa conexión, tensiona.

El concepto de lo común se define por su consistencia experiencial y concreta y constituye


un desafío que se debe enfrentar de manera permanente, y que nunca se conquista en
forma definitiva. Al no ser algo que se pueda suponer como dado, lo común se produce
mediante procedimientos que van más allá de la experiencia, acompañando a las prácticas
concretas que comunica, ya que comparten un bien común y, en consecuencia, crean el
efecto de pertenencia.

Es común lo que, en la experiencia, se experimenta como la pertenencia de cualquier


individuo al colectivo. Es un concepto político por excelencia, ya que común es la
experiencia de “decisión concertada” a la que estamos llamados e incluso obligados a hacer
al compartir lo colectivo.

Lo común tiene un doble sentido de lo compartido y la pertenencia. Lo común es aquello


que compartimos y en el que participamos, pertenecemos, nos comprometemos. En el
mismo acto, lo compartido distribuye la realidad y crea dominios de participación.
Compartimos un dominio común del que formamos en función del modo en que juntos
habitamos un territorio, coexistimos en un tiempo y compartimos un tipo de actividad, una
forma de hacer.

La cartografía traza y accede al plano común y colectivo, abriendo y expandiendo las


relaciones intra e intergrupales. Este procedimiento produce colectivos no identitarios a
través de los cuales podemos crear condiciones para el acceso del sujeto a su plano de
subjetivación. Lo colectivo, aquí, no puede reducirse a una suma de individuos o al
resultado del contrato que hacen entre ellos. Es la red de composición, potencialmente
ilimitada, de seres alcanzados en la proliferación de las fuerzas de producción de la
realidad. En lo colectivo no hay propiedad privada, nada que sea privado, ya que todas las
fuerzas estan disponibles para ser experimentadas. Aquí es donde entendemos que se
desarrolla la investigación cartográfica: experimentación en el plano colectivo, construcción
de lo común, experimentación pública.

La investigación cartográfica como modo de participación e inclusión

El carácter participativo de la investigación cartográfica reafirma su sentido de


investigación-intervención. Asegurar la participación de los sujetos involucrados en la
investigacion cartografica significa poner en valor el protagonismo del objeto y su inclusión
activa en el proceso de producción de conocimiento, lo que interviene en la realidad, ya que
desestabiliza los modos de organización del conocimiento y de las instituciones, marcados
por la jerarquía de los diferentes y por el corporativismo de los iguales.

La cartografía es una investigación-intervención participativa porque no mantiene la relación


de oposición entre el investigador y el investigado como realidades previamente dadas, sino
Alejandro Busto
116
que desmonta estos polos para asegurar su relación de coproducción o relación de
co-emergencia.

Lo que permite que la participación en la investigación se haga a través de un real


protagonismo de los sujetos no es solo la presencia de actores diversos a los que “damos
una voz”, sino el modo en que la participación es guiada. Para tener participación es
necesario que haya experiencia de pertenencia. No es suficiente con que el investigador se
proponga hacer una investigación participativa. También es necesario que los participantes
se quieran comprometer con la misma. Sin esto, la participación, en el sentido fuerte del
término, no ocurre, resultando en una participación mitigada.

La inclusión de los diferentes sujetos no garantiza por sí misma el carácter colectivo de la


participación. Sino que se trata de investigar con. La investigación, desde está perspectiva,
es una práctica discursiva de hablar sobre la realidad. Tales prácticas no incluyen el
protagonismo del objeto que aparece como “informante” o “fuente de datos”. La
participación aquí se mitiga en una práctica de baja inclusión. Por otro lado, la inclusión de
los diferentes sujetos se puede hacer a través de una transversalidad que desestabiliza la
verticalidad que distingue y separa a quien conoce de quien es conocido.

La cartografía construye y accede al plano común porque está guiada por una triple
inclusión:
1. el de los diferentes sujetos y objetos: pone lado a lado a los diferentes sujetos y
objetos involucrados en la producción de conocimiento.
2. el de los investigadores
3. el de los movimientos de lo colectivo (Orihuela, 2020, pp.361-362)

El carácter participativo e inclusivo de la investigación cartográfica se basa en la apertura


experimentada por la red o el colectivo involucrado en el proceso de investigación. Para que
la red de sujetos y objetos involucrados amplíe la perspectiva del conocimiento, es
necesario ampliar el patrón de comunicación entre los grupos de interés involucrados.

La participación y la inclusión son procedimientos que permiten a la investigación el trazado


del plano común de la experiencia investigada. El plural de culturas aparece no como un
mero inventario de diferencias, sino como una carta, un intervalo. Lo más importante es
escapar de los reclamos de identidad. Sería mejor poder ser singular, diferenciándose y
construyéndose un futuro inventivo.

Alejandro Busto

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