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Resumen de Herramientas de la
Psicología Social (2022). Módulos 1-7.
Módulo 1 pág 2
Módulo 2 pág 19
Módulo 3 pág 33
Módulo 4 pág 51
Módulo 5 pág 59
Módulo 6 pág 73
Módulo 7 pág 98
● Bibliografía:
https://drive.google.com/drive/folders/1QF5RXBT_dDeQgKMDrOXRmzqqK_CDR2W
S?usp=share_link
● Pruebas de practica:
https://drive.google.com/drive/folders/1ewRbSOin1-68zaXQuxTfW5Ke2aJ8qZZM?us
p=share_link
● Resúmenes de Ciclo Inicial: https://psicoresumenes.weebly.com/primerano.html
● Resúmenes de segundo año:
https://psicoresumenes.weebly.com/segundoano.html
● Resúmenes de tercer año: https://psicoresumenes.weebly.com/tercerano.html
Alejandro Busto
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Tema 1 - La construcción del campo de intervención
Video complementario de Psicología Social basado en los textos de Maceiras y Bachino por
un lado y de Fernandez por otro.
Fernández, AM. (2007). Haciendo met-odhos. En: Las lógicas colectivas. Imaginarios,
cuerpos y multiplicidades.
Bibliografía obligatoria
Martínez Guzmán, A. (2014) Cambiar metáforas en la Psicología Social de la Acción
Pública: De intervenir a involucrarse.
Teniendo en cuenta estos 3 aspectos diferenciales entre ambas metáforas: 1) el lugar del
profesional/investigador, 2) la relación entre los actores y 3) el lugar del conocimiento.
5. ¿Que implica entender a la intervención psicosocial desde la metáfora de la
“intervención quirúrgica” o desde la del “involucramiento”?
6. Con estos 3 elementos Martinez plantea una serie de elementos que permiten
concebir a determinado tipo de intervención psicosocial como “una tecnología de
gobierno”. ¿Cuáles serían esos elementos?
7. ¿Qué orden de cosas se define y reproduce desde esa acepción?.
8. ¿Cómo y porqué?
Las categorías territorio, ámbito y campo estan vinculadas a posturas epistémicas. Tienen
que ver con las posibilidades de conocer y comprender lo que hay, en la delimitación de un
recorte de realidad puesto a consideración, que el sujeto que asume tal encargo despliega.
En otras palabras, tiene que ver con la naturaleza de la relación entre quien pretende
conocer y comprender y aquello que tiene por destino ser comprendido y conocido.
Estas 3 nociones no existen como categorías puras, sino que todo lo contrario, se hallan en
constante interpenetración y movimiento, a veces territorio, a veces ámbito, a veces campo.
Estas categorías en definitiva mantienen una relación de interconexión, continuidades y
discontinuidades.
Territorio: según las definiciones de la RAE, la palabra “territorio” sugiere una suerte de
soberanía y delimitación precisa de una cierta porción de realidad que está sujeta a
formaciones instituidas de gobierno que la rigen y administran, y que por tanto reivindican la
autonomía e independencia de acción sobre ella. Metáfora que nos sitúa en la perspectiva
de pensar las disciplinas invariablemente ligadas al territorio, ejerciendo poder, soberanía,
dominacion y exclusión de todo aquello que le es ajeno.
La modernidad pone el énfasis en la razón como valor último, desplazando en este sistema
de conocimiento a la emoción del sujeto cognoscente. La emoción en este universo se
percibe como interferencia u obstáculo, por lo tanto en este momento la implicación queda
colocada en el lugar de lo impensado. Entendiendo por aquella al conjunto de relaciones
conscientes e inconscientes que los actores mantienen con los sistemas institucionales
donde despliegan el acto cognoscitivo. Queda entonces excluida la posibilidad de que el
sujeto se interpele por las circunstancias involucradas en la acción particular de conocer, lo
que estaría obturando la capacidad del pensar en relación a lo que se hace, así como en
relación al saber como se piensa en ese hacer.
El sujeto que conoce se ubica separado del objeto de estudio. Objeto formal y abstracto que
es medible, reproducible, cuantificable, autónomo, no contradictorio y univoco y que se halla
desligado de un sujeto cognoscente, que a su vez tiene las características de ser
a-histórico, aséptico, trascendente y que en su interpretación de la realidad buscará
verdades últimas regidas por la obtención de una pretendida objetividad. Clara primacía de
la lógica de lo uno e imposibilidad de considerar lo múltiple que conllevaría la inclusión en el
acto cognitivo de aproximaciones a otros campos disciplinarios.
Es un modo de pensar y operar que no supera los reduccionismos que son propios a las
lógicas de objeto discreto que se delimitaron en los momentos fundacionales de las ciencias
humanas y que territorializaron tales saberes en disciplinas académico-profesionales.
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Se busca entonces generar visibilidad y comprensión a la vez que construir estrategias de
intervención desde un territorio disciplinario y disciplinante. La teoría y la técnica despliegan
en este sentido su mayor violencia simbólica, ya que diagraman cual “lente” se antepone a
la mirada del técnico para indicarle y construirle el objeto de estudio que tiene ante sí.
Violencia simbólica que consiste en poner formas reconocidas como convenientes y
legítimas, produciendo efectos territorializantes que no se presentan como tales al
percibirse como universales. Foucault diría que una de las razones de la eficacia del
ejercicio de poder es que oculta parte de sus propios mecanismos; en este sentido, la
violencia simbólica nunca se presentaría como tal y sus axiomas y dogmas no se
cuestionarían sino que serían atribuidos al orden de las cosas, a lo natural.
Lo que el técnico busca, entonces, es el reconocimiento de ese universo teórico antes que
cualquier eventualidad de un conocimiento nuevo, impredecible, que sorprenda.
Estamos ante el gobierno de las técnicas (tecnocracia), y estas pasan a ser instrumentos
cristalizados, arrancados de las realidades que les dieron vida y considerados con un valor
“en sí” de carácter universal. Se considera que para la utilización de dichas técnicas en
otros territorios sólo es cuestión de trasladarlas sin necesidad de grandes modificaciones.
Ámbito: la noción de ámbito es una categoría que aunque por momentos remite al
disciplinamiento propio del territorio, por otros tiene la capacidad de abrir el abanico a
nuevas prácticas que muestran atisbos rupturistas. Estos involucran una ampliación de los
lugares de intervención, al tiempo que promueven el desarrollo de nuevos modelos
conceptuales, por ello, lo entendemos como una categoría bisagra, entre la noción de
territorio y la noción de campo.
Conviene aclarar que no son sinónimos y que, por lo tanto, no coinciden psicología
individual y ámbito psicosocial, tanto como tampoco coinciden psicología social con
ámbito psicodinámico; la diferencia entre psicología individual y social no reside en el
ámbito particular que abarcan una y otra, sino en el modelo conceptual que utiliza
cada una de ellas; así, se puede estudiar la psicología de grupos (ámbito
psicodinámico) con un modelo individual, tanto com se puede estudiar al individuo
(ámbito psicosocial) con un modelo de la psicóloga social.
Es justamente en este sentido que nos permite pensar que la psicología social no se
encuentra definida ni por el número de personas con las que se trabaja, ni por el lugar
donde se trabaja, sino por el enfoque con el que se trabaja. Por ello entendemos que la
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mayor potencia del término ámbito se encuentra cuando la referencia al mismo es en
términos de modelo conceptual, donde el ámbito “...comprende la extensión o amplitud
particular en que los fenómenos son abarcados para su estudio o para la actividad
profesional”. Es decir, por ejemplo, que el ámbito psicosocial si bien se asocia a los
individuos, no es únicamente dirigido a individuos.
El autor en cierta medida problematiza el curso del desarrollo histórico que han seguido los
modelos psicológicos hegemónicos, y plantea que el desarrollo de la psicología ha seguido
el curso del sentido A del siguiente esquema, dirección que ha coincidido en cierta medida
con una extensión de los modelos de la psicología individual a todos los otros ámbitos, y
que es claramente insuficiente para manifestarse sobre las peculiaridades que en estas
tienen lugar.
Está concepcion (sentido B) nos permite por ejemplo al trabajar en clínica con un sujeto
(individuo), poder pensar los distintos planos que lo componen así como las diversas
dimensiones que se hallan “jugadas” en esa singularidad; donde el mismo está incluido en
distintos grupos, su familia, una determinada comunidad, al tiempo que es subjetivado por
múltiples instituciones.
También nos habilita en la utilización de una herramienta, como por ejemplo el mapa de red,
surgido para intervenir en determinado ámbito como lugar empírico (comunidad), para
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trabajar en otro como puede ser la clínica individual, donde se lo estaría utilizando para
abordar y comprender las redes sociales de un paciente determinado.
Vemos claramente como Bleger propone una inflexión respecto al modelo conceptual
predominante, que estaba centrado en las disciplinas, con alto nivel de especificidad y bien
delimitadas unas de otras. En dicho modelo al individuo debía abordárselo con teoria y
tecnica de alguna rama de la psicología individual, igualmente con un grupo, al que debía
tratarse con teoria y tecnica de grupos, y por supuesto, siempre manteniendo la relación
entre el recorte espacial y la teoría y la técnica que para dicho ámbito se había gestado.
Campo: lo que nos sugiere la noción de campo antes que nada, es que no estamos ante un
objeto discreto con las cualidades que les son propias y que se constituyeron como tales en
el encuentro con una forma de posicionamiento epistémico del sujeto cognoscente. Sino
que está noción rescata lo diverso como aquello que agrupa lo discontinuo, sin cultivar lo
homogéneo, y nos ubica en una concepción epistemológica de la complejidad, esto último
implica una nueva manera de pensarnos a nosotros mismos, la ciencia que producimos y el
mundo que construimos gracias a nuestras teorías y nuestra capacidad creativa.
Está noción amplía las posibilidades respecto a lo que se investiga, pudiendo pensar ahora
si desde la lógica de la paradoja y de lo discontinuo, dejando atrás un pensamiento lineal
causa-efecto. Este movimiento de descentramiento estaría implicando posicionarse desde
una epistemología que contemple lo transdisciplinario, lo que posibilitaría generar mayor
visibilidad ya que se minimizarían ciertos puntos ciegos, entendiendo por éstos un cierto
campo de visión epistémico que no es advertido, fenómeno que también involucra el no
darse cuenta que no se ve, es decir, una “ceguera de segundo orden”. Es decir, nos permite
percibir los impensados de una teoría, o sea, aquellas invisibilidades producidas a partir de
sus condiciones de posibilidad de enunciación.
De está manera las fronteras que unen separando o separan uniendo se vuelven difusas,
porosas, de límites inexistentes o imprecisos, lo que nos habilita a pensar en términos de
conexiones y acoples. Condición de posibilidad para pensar en términos de multiplicidad, lo
que lleva implícito el trabajo en el entre, en él “y”, donde se establecen entre los elementos
la síntesis conectiva que es lo inmanente mismo del encuentro.
La figura que se ubicaría en el lugar del sujeto cognoscente, no es la del técnico, sino la del
investigador, ya que no hay técnicas que aplicar.
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El trabajo en campos de problemas y no de objeto unidisciplinario implica considerar que
pensar problematicamente es trabajar ya no desde sistemas teóricos que operen como ejes
centrales sino pensar puntos relevantes, que operen permanentemente descentramientos y
conexiones no esperadas; el problema no es una pregunta a resolver sino que los
problemas persisten e insisten como singularidades que se despliegan en el campo.
En términos de campo no hay lugar para lo teórico por un lado y lo práctico por otro como
categorías disociadas, ya no teoría-práctica, sino relaciones de indeterminación, es decir,
teoría:práctica.
Desde este posicionamiento no se piensa ni opera desde un marco teórico que estaría
signado por la lógica de lo uno y sumido en criterios de verdad adhiriendo a relatos
totalizadores y totalizantes. Se trata de construir instrumentos para pensar campos de
problemáticas, donde la constitución del campo de conocimientos desde donde intervenir se
va construyendo atendiendo a lo específico, lo local y puntual, y donde no tienen cabida
cristalizaciones teórico-técnicas con criterio de universalidad.
Una teoría es exactamente como una caja de herramientas. Es preciso que sirva, que
funcione. Y no para uno mismo. Si no hay personas para utilizarla, comenzando por el
teórico mismo, que deja entonces de ser teórico, es que no vale nada, o que el momento no
llegó aún.
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Fernández, AM. (2007). Haciendo met-odhos. En: Las lógicas colectivas. Imaginarios,
cuerpos y multiplicidades.
Una teoría enmarca sus áreas de visibilidad e invisibilidad, sus enunciados y sus silencios
desde una compleja articulación de un conjunto muy heterogéneo de factores. Las ideas no
son ideas; en sus condiciones de posibilidad de enunciación confluyen los a priori
epistémicos desde donde pueden pensarse las urgencias sociohistóricas a las que un
campo de saberes y prácticas responde, las tensiones institucionales que la atraviesan, etc.
En tal sentido lo que una teoría no ve, o no enuncia, no son sus eventuales errores o
defectos, sino sus objetos prohibidos, sus objetos denegados, sus impensables.
Estos factores actúan de modo implícito, pero operan en el centro mismo de un campo de
saberes y prácticas. Por todo lo dicho anteriormente es necesario aquí el trabajo de
pensamiento desde un criterio de caja de herramientas, la cual permite:
- Desmontar las teorías evitando su cristalización en cuerpos de doctrinas
- Abrir visibilidad y consiguiente enunciabilidad, permitiendo nuevas teorizaciones
- Pensar problemas y no instituir sistemas
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- Pensar sin anular los aportes unidisciplinarios pero relativizando los efectos de
verdad que estos suelen instituir
- Recuperar la potencia enunciativa de nociones teóricas que la certeza de sus
sentidos comunes disciplinarios pudiera haber erosionado
Esto vuelve borrosa la distinción clásica de teoría y práctica, ya que los dispositivos en
acción son teorías en acto y a su vez “las prácticas” que ellos despliegan interpelan
permanentemente saberes instituidos y abren a reconceptualizaciones.
Así como este programa de indagación conceptual se propone la conformación de una caja
de herramientas en permanente construcción y no un “marco teórico” a aplicar para analizar
materiales de terreno, lo mismo ocurre con sus consideraciones metodológicas. No se trata
aquí de una metodología que se define a priori, sino que a partir de los problemas que
necesita pensar se despliegan criterios y recaudos metodológicos en situación que van
gestando orgánicamente su propio estilo de indagación.
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Martínez Guzmán, A. (2014) Cambiar metáforas en la Psicología Social de la Acción
Pública: De intervenir a involucrarse.
Introducción
…como punto de partida es una ruta fértil para el cuestionamiento y transformación de las
prácticas de la psicología social en el ámbito de la acción colectiva, cuestionamiento que
pasa por analizar y reinventar los discursos que las constituyen.
La metáfora puede definirse como una figura lingüística en donde una cosa es comparada
con otra implicando que una cosa es la otra, como en el caso de “la laguna es una ventana
a la tierra”. Así, la metáfora establece cierta semejanza entre una experiencia, acción u
objeto, por un lado, y una palabra, frase o concepto ampliamente conocidos, por el otro. A
menudo consiste en comunicar lo desconocido mediante su transposición en términos de lo
conocido. A través del tejido de estas asociaciones, las metáforas configuran vínculos
particulares con el mundo, organizan la experiencia y funcionan como herramientas de
comprensión.
De está forma, la metáfora no sólo enfatiza ciertos aspectos de la experiencia, sino que
también suprime o excluye otros posibles, que derivarían en un significado diferente. En la
metáfora “una discusión es una guerra”, por ejemplo, se dejan de lado los aspectos
cooperativos y mutuamente enriquecedores de la discusión.
En este sentido, las metáforas son dispositivos para producir conocimiento y vehiculizar la
acción, y por lo tanto, su análisis es una buena oportunidad para dar cuenta de la dimensión
instituida del concepto metafórico de “intervención”, así como también, nos permitirá atender
a la dimensión instituyente de la metáfora, su posibilidad de innovación y generación de
nuevas figuras y significados; es está dimensión, precisamente, de la que emergen la
creatividad y el cambio social.
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Este isomorfismo se evidencia en el léxico que puebla la literatura sobre intervención social.
Suele decirse que debe realizarse un diagnóstico social, que hay que evaluar el resultado
de los programas, realizar un análisis de las circunstancias y los recursos, establecer un
diseño de tratamiento y dar un seguimiento adecuado.
Estas expresiones se avecinan al lenguaje médico y a los discursos que provienen de los
ámbitos clínicos/terapéuticos
En está metáfora próxima al ámbito médico las asociaciones no son azarosas ni casuales,
sino que responden a una determinada manera de concebir la acción; nos dicen algo sobre
cómo nos situamos ante el resto de actores sociales, qué sentido damos a las actividades
que realizamos y que lugar otorgamos al contexto social en que actuamos.
La preposición “sobre” nos indica que esa acción recae en un paciente; una acción que un
agente realiza sobre alguien, y no con, para o a través de. En estas circunstancias, la
intención de producir una mejora solo puede ser localizada en quien emprende la acción.
Está escena coloca al intervenido como un actor sin agencia, sujeto al mismo tipo de
influencias que reciben los objetos físicos del mundo, como la ventana.
Como se ha dicho antes, la metáfora, cuando actúa, muestra al mismo tiempo que esconde.
Por ejemplo, la idea de una agencia interventora que actúa sobre un actor social
diferenciado y en carencia o necesidad, opaca los procesos de transformación que acaecen
al propio interventor durante su implicación en la acción. También opaca los aspectos
contingentes, inciertos e imprevistos,que escapan al control instrumental y que influyen
decisivamente en la cualidad y el curso de acción. Así, ensombrecen los aspectos
cooperativos, la influencia mutua y la determinación recíproca, la agencia distribuida que
constituye la acción colectiva y los espacios de indeterminación que se abren en ella, pasan
a un segundo plano.
La noción de intervención funciona como una metáfora “muerta”, en el sentido de que está
tan convencionalmente fijada en el léxico de las disciplinas sociales que ha perdido su
sentido alegórico para terminar por percibirse como una expresión literal y objetiva, como
algo claro que referencia a un conjunto de experiencias que no podrían ser nombradas de
otra forma. Lizcano (2006) usa el término de metáfora zombi, ya que si bien ha perdido su
frescura alegórica sigue modelando activamente el concepto en uso. Se trata de un
auténtico muerto viviente, un muerto que vive en nosotros y nos hace ver por sus ojos,
sentir con sus sensaciones, idear con sus ideas, imaginar con sus imágenes.
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intervención y que darán lugar a la identidad de un sujeto profesional dueño de estos
saberes y en consecuencia legitimado para intervenir.
Invito a pensar en el término involucramiento como herramienta para construir una forma
alternativa de situarse y concebir el papel del investigador/profesional en el campo, de
organizar la acción de generar relaciones con otros actores sociales.
De manera general (pero no son los únicos) hay 3 aspectos de la metáfora del
involucramiento que difieren de los de la intervención:
1. La posición del profesional/investigador ante el problema el campo
2. La relación entre los actores -incluyendo al profesional/investigador-
3. La concepción de conocimiento y acción en un proceso de transformación social
Se trata de concebir una posición en que nos reconozcamos como circundados por una
trama diversa en la que incidimos pero que nos desborda, de la que formamos parte pero
que no podemos controlar en su totalidad. La idea de involucrarse en un campo-tema facilita
pensar la propia experiencia como parte de una forma de acción que acontece en una red
temporal en donde convergen actores heterogéneos: humanos,materiales, sociotécnicos.
En una red de está naturaleza la agencia está distribuida y la acción es siempre producto de
la colectividad.
Ubicarse en este espacio hace que la distinción entre la situación-problema bien localizada
que uno delimita e interviene y el mundo social más global donde ésta se inscribe se vuelva
difusa. La perspectiva entonces es la de atender una red de actores que, a escala general y
particular, estan implicados en dicho campo-tema. Así, uno está involucrado en un
campo-tema en tanto que uno siempre está en medio, envuelto en una red que lo
constituye.
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Si partimos de está posición, el profesional participa de igual manera que el resto de los
actores, aunque con instrumentos y vocaciones diferentes, en la constitución del campo
social que se busca transformar.
Se trata de pensar el campo como una totalidad de factores coexistentes concebidos como
mutuamente interdependientes que son responsables de o permiten explicar la conducta y
la acción. Buscando comprender las diferentes fuerzas actuando en su entorno y en un
contexto más amplio, sean estas psicológicas o no.
La lógica del involucramiento se aparta de la lógica en la que los distintos actores registran
su acción en una clave única: las mismas necesidades de partida, los mismos horizontes de
movimiento.
La lógica del involucramiento nos acerca más a la idea de establecer tensiones creativas
entre las distintas partes, vínculos descentralizados y diversos entre comunidades, saberes
y actores sociales que a menudo se mantienen apartados.
Una forma útil de replantear la relación que se establece con otros actores en un proceso de
acción colectiva es a través de la noción de articulación. Históricamente los portadores del
conocimiento científico se han convertido en portavoces sustentando su posición a través
de un distanciamiento objetivo, por medio de una relación de exterioridad y disyunción que
se hace visible en el binomio interventor/intervenido. Pero la articulación supone una
posición radicalmente distinta para comprender el vínculo: el entramado de actores sociales
no es el objeto que será representado por el profesional, sino que será el sujeto de la acción
que define y produce sus propios términos de representación.
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La interioridad del sujeto profesional con respecto al campo-tema contribuye además a
hacer visible las transformaciones que le acontecen como parte del proceso de acción.
Mientras que la intervención dibuja una trayectoria donde la agencia y la acción pasan del
interventor al intervenido, involucrarse abre un espacio de reciprocidades y
entrelazamientos que dan cabida a las intervenciones que recaen sobre el interventor.
En el momento en que deja de ser claro quién interviene y quien es intervenido, quien actúa
y quien recibe la acción, quien cambia y quien es cambiado, entonces la distinción
interventor-intervenido deja de tener sentido.
Este punto de mira permite rescatar la sensibilidad etnometodológica para reconocer a los
actores sociales como miembros competentes de una comunidad, participantes en la
realización práctica de los escenarios sociales que habitan, poseedores de un conjunto de
saberes cotidianos con los que activamente sostienen y transforman arreglos sociales,
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Raggio, A. (2000) Intervención y campo de intervención. En Rivero, N. (Ed., 2000),
Psicología Social: estratégias, políticas e implicaçoes
Una primera deconstrucción de está forma de clasificación por ámbitos nos deja al
descubierto 3 líneas de sentido predominantes:
1. la evidencia empírica
2. las lógicas técnicas
3. los objetos disciplinarios
Las lógicas técnicas y los objetos se anudan, anticipando y encubriendo los procesos en los
que se interviene. Se jerarquizan objetos en tanto estos son funcionales a los
requerimientos de las estrategias elegidas, así, los distintos objetos en donde se operará,
no son otra cosa que una noción teórico-técnica, una particular codificación del campo, que
busca hacer operativo este campo a los fines de la estrategia referida.
De está forma, se puede decir que siempre se interviene en procesos subjetivos. Ya no hay
“objetos”: individuos, grupos, comunidades, o sea, cuerpos naturalmente organizados. Y si
parece haberlos, o bien son alucinaciones técnico-disciplinarias de nuestra mirada, o bien
cristalizaciones que no dejan de ocultar los complejos procesos subjetivos, sus
agenciamientos colectivos y sus maquinaciones deseantes.
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De la naturaleza del campo de análisis
Como lo plantea Freud en su teoría, el espacio de análisis está ubicado en la dialogía entre
paciente y analista, más allá de que está dialogía sea específica del dispositivo
psicoterapéutico psicoanalítico, lo importante es donde está ubicado el espacio de análisis:
en la dialogía.
Está metafora espacial (pliegue), ademas de permitirnos una reconsideración crítica del
dualismo campo de intervención/campo de análisis, posibilita pensar al espacio de análisis
como una lógica de subjetivación, reflexivamente establecida y articulada en una
continuidad topológica con el espacio social.
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Tema 2 - Dispositivos, lógica y estrategia de intervención
Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental. En: Internados.
Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales (pp. 132 - 172). Buenos
Aires: Amorrortu.
1. ¿Que es un dispositivo?
2. ¿En qué procesos prácticos se expresa en la construcción de realidades, en la
producción de relaciones de poder, en la producción de saberes, en la producción de
subjetividad?
3. ¿Qué aporta está noción a la manera en que pensamos una estrategia de
intervención?
4. ¿Qué dispositivos actuantes se pueden visualizar en el curso de las intervenciones
psicológicas de distinta naturaleza?
5. ¿Que nos aporta interrogarlos?
6. ¿En qué sentido aplicacionista?
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Deleuze, G. (1989). ¿Qué es un dispositivo?. En Michel Foucault, filósofo (pp.
155-163). Barcelona: Gedisa.
Los dispositivos, dice Foucault, son máquinas para hacer ver y para hacer hablar. La
visibilidad no se refiere a una luz en general que iluminaría objetos preexistentes; está
Alejandro Busto
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hecha de líneas de luz que forman figuras variables e inseparables de este o aquel
dispositivo. Cada dispositivo tiene su régimen de luz, la manera en que está cae, se esfuma,
difunde, al distribuir lo visible y lo invisible.
Mi interpretación del párrafo anterior: Esto refiere a esa cuestión de los dispositivos que,
a la vez que permiten ver algunas cosas, también invisibilizan otras, por ejemplo, el
dispositivo psiquiátrico podría decirse que permite visibilizar ciertas cuestiones en cuanto a
la enfermedad mental, pero también invisibiliza otras como por ejemplo la concepción de
locura que imperó durante tanto tiempo, que no tiene fundamento, porque el loco no existe,
sino que lo que existen son personas con múltiples y heterogéneas
enfermedades/trastornos/etc mentales, que aunque tengan el mismo trastorno, eso no quita
que tengan características distintas entre sí, es decir, la homogeneización "del
esquizofrénico" invisibiliza que cada esquizofrénico es una persona singular. En ese sentido,
el dispositivo lo que hace es legitimar ciertas cosas, ciertos discursos, pero como las
personas somos preponderantemente sujetos lingüísticos, que habitamos entre signos y no
entre cosas, solamente podemos comunicarnos mediante el lenguaje y pensar mediante el
lenguaje, esos discursos también hacen que veamos las cosas de la manera que los
dispositivos lo permiten
Un dispositivo, además, implica líneas de fuerza. Parecería que estas fueran de un punto
singular a otro situado en las líneas precedentes; de alguna manera “rectifican” las curvas
anteriores, actúan como flechas que no cesan de penetrar las cosas y las palabras, que no
cesan de librar una batalla. Las líneas de fuerza se producen “en toda relación de un punto
con otro” y pasan por todos los lugares de un dispositivo. Se trata de la dimensión del poder,
y el poder es la tercera dimensión del espacio interno del dispositivo, espacio variable con
los dispositivos. Esta dimensión se compone, como el poder, con el saber.
Finalmente Foucault descubre las líneas de objetivación: el autor presiente que los
dispositivos que analiza no pueden ser circunscritos por una línea envolvente sin que aún
otros vectores no pasen por arriba o por abajo.
Lo que se subjetiviza son tanto los nobles como los excluidos, los malos, los pecadores, los
ermitaños, las comunidades monacales, los heréticos: toda una tipología de las formaciones
subjetivas en dispositivos móviles. Por todas partes hay marañas que es menester
desmezclar: producciones de subjetividad se escapan de los poderes y de los saberes de
un dispositivo para colocarse en los poderes y saberes de otro, en otras formas por nacer.
En todo dispositivo hay que distinguir lo que somos (lo que ya no somos) y lo que estamos
siendo: la parte de la historia y la parte de lo actual. La historia es el archivo, la
configuración de lo que somos y dejamos de ser, en tanto que lo actual es el esbozo de lo
que vamos siendo.
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Moro Abadía, O. (2003). ¿Qué es un dispositivo?. Empiria: Revista de metodología de
ciencias sociales, (6), 29-46.
La episteme es “el conjunto de relaciones que se pueden descubrir, para una época dada,
entre las ciencias cuando se las analiza al nivel de sus regularidades discursivas”. La
episteme no es ni el estilo general de las investigaciones en un periodo concreto, ni una
cierta mentalidad que pudiera subyacer a todas ellas, ni una determinada visión del
mundo,ni una estructura general del pensamiento.
De está forma, puede señalarse una doble coincidencia entre el concepto de episteme y el
de dispositivo:
1. En primer lugar, ambos remiten a un espacio topológico: un espacio que se define
tanto por la posición que ocupan los elementos que se distribuyen en él (incluida la
distancia que los separa) como por las funciones de dichos elementos. Por ejemplo,
en el “dispositivo pedagógico”, sus elementos no son significantes en sí mismos,
sino que adquieren su significado por la posición que ocupan en un determinado
espacio, por la función que desempeñan y por el tipo de relaciones que entablan
entre ellos.
2. En segundo lugar, ambos refieren a una multiplicidad. Definen multiplicidades de
elementos: la primera hace referencia a la pluralidad de componentes del espacio
del saber, el segundo a un conjunto de piezas que, en forma de grilla, estructuran un
espacio determinado.
El dispositivo
Foucault finalmente reemplaza el concepto de episteme por el de dispositivo. En Vigilar y
castigar, Foucault ofrece una idea de dispositivo. El dispositivo describe el espacio de una
dispersión, la realidad de una multiplicidad de elementos. Sin embargo, el dispositivo
introduce nuevos elementos:
a. define una serie de conexiones íntimas entre saber y poder
b. establece la dispersión del poder a través de una multiplicidad de dispositivos
c. describe la producción de modos de subjetivación del individuo a partir de
determinadas técnicas
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2. Líneas de enunciación: su función es hacer hablar a través de la producción de un
régimen de enunciación concreto. Estas líneas determinan el espacio de lo
enunciable, aquello que puede ser dicho en el campo de un dispositivo dado
3. Líneas de fuerza: añaden la tercera dimensión que permite al dispositivo ocupar un
determinado lugar en el espacio, adoptar una forma concreta. Recorren la
interioridad de dicho espacio (o más bien la atraviesan) y regulan el tipo de
relaciones que pueden reproducirse.
4. Líneas de subjetivación: se refieren al individuo y describen las condiciones en las
que este se convierte en sujeto/objeto de conocimiento, definen procesos y
funcionan como líneas de fuga.
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poder sin constitución relativa de un campo de saber, ni saber que no suponga y no
constituya al mismo tiempo unas relaciones de poder.
Entre ellos, el hecho de constituirse como una norma pragmática que define en su centro a
un enunciador legítimo que se arroga el derecho de hablar sobre “alteridades” determinadas
en relación con él, constituyendo en ello simultáneamente un ego-centrismo y un
etno-centrismo. Le da derecho de fiscalización sobre los que no tienen derecho a la palabra:
los locos, los criminales, los niños, la plebe campesina, etc.
Hay una profunda imbricación entre el lenguaje “científico” y el “común”, de modo que los
términos de uno terminan circulando en el otro o metaforizando en los discursos de otras
ramas científicas y formando parte de prácticas sociales diversas. La presencia hegemónica
del discurso médico en la vida colectiva y en las vidas singulares cotidianas de los sujetos
forma parte del proceso de medicalización.
Definir categorías implica generar campos de sentidos y prácticas que las acompañan: se
trata de un proceso de hegemonía discursiva.
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Es importante señalar, sin embargo, que hegemonía no significa nunca dominio estático y
absoluto, se trata siempre de una arena de conflicto donde hay actores que ponen otras
voces y, por ende, otras formas de nominación y producción de sentido, otras prácticas.
Las instituciones de salud, las prácticas en salud, en las que hegemoniza el paradigma
medicalizante son productoras de subjetividad y, simultáneamente, de padecimiento
subjetivo.
Las categorías sujeto y subjetividad han sido importadas al psicoanálisis y las ciencias
sociales desde la filosofía, así como también el debate y la reflexión gira alrededor del
sujeto de la modernidad y su crítica. Este se trata de un constructo que considera
esencialmente separado al hombre de la naturaleza, a la cual estaría llamado a dominar, y
lo extraña también de su propia “naturaleza”, relegando el cuerpo a una dimensión de lo
natural regido por las leyes de causalidad y diferenciado de lo “esencialmente” humano que
sería una conciencia pura, razón y libertad, en base a la moral. Así, la medicina moderna
occidental pudo reducir el cuerpo a su dimensión biológica y en algunos casos, como el de
las enfermedades psiquiátricas, incorporar simultáneamente la “falla moral” como
enfermedad. Está idea, es el sustrato de todas las reducciones biologicistas y genetistas
que se hacen hoy en el campo de la salud, que conllevan necesariamente un proceso de
objetivación.
La relación entre subjetividad y objetivación está situada en el nudo del análisis de las
formas actuales de producción de subjetividad, se trata de un antagonismo central. Es
también este sujeto-individuo el que se supone, en cuanto unidad, capaz de una libertad
frente a la cual los otros constituyen un límite y que entiende sus límites como barreras a la
humanidad y no como parte integrante de lo que somos. Considerar a los otros como
barrera a la libertad individual, antagoniza con la idea de una subjetividad que se constituye
en relación a ellos.
Existen, sin embargo, modos de pensar y lenguajes que permiten definir el sujeto y la
subjetividad renunciando a la idea de individuo pero no a la de singularidad. Al hacerlo, se
deja de lado los dualismos como mente-cuerpo, individuo-sociedad, que acompañan a este
concepto. Sucede que lo singular no hace dupla con lo genérico sino que lo particulariza, lo
concreta, y que el cuerpo aparece necesariamente como social y subjetivo aun en su
dimensión biológica.
Alejandro Busto
27
Una definición en donde la subjetividad se constituye como singularidad de lo genérico es la
de Negri (1992):
Un ser común y potente que se forma en el proceso histórico. Ser común, porque está
compuesto de las necesidades comunes de la producción y de la reproducción de la vida.
Ser potente, puesto que rompe continuamente estas necesidades para determinar
innovación, para producir lo nuevo y el excedente de vida. El sujeto es un proceso de
composición y recomposición continua de deseos y actos cognoscitivos que constituyen la
potencia de la reapropiación de la vida.
El sujeto no es algo que pueda ser alcanzado directamente como una realidad sustancial
presente en alguna parte; por el contrario, es aquello que resulta del encuentro cuerpo a
cuerpo con los dispositivos en los cuales ha sido puesto -si lo fue- en juego…la historia de
los hombres no es quizás otra cosa que el incesante cuerpo a cuerpo con los dispositivos
que ellos mismos han producido: antes que ninguno el lenguaje…la subjetividad se muestra
y resiste con más fuera en el punto en que los dispositivos la capturan y la ponen en juego.
Una subjetividad se produce cuando el viviente, encontrando en el lenguaje y poniéndose
en juego en él sin reservas, exhibe en un gesto su irreductibilidad a él.
En un segundo movimiento, todo dolor o malestar de una persona que ha sido encuadrada
en una categoría psicopatológica queda subsumido a ello y termina definiendo algo del
orden del ser. Esto es muchas veces debido a la categorización social de la
psicopatologización de las rarezas o exotismos en cuanto a la visión de la vida o a las
apariencias físicas, costumbres o formas de pensar y actuar de las personas. Estas
deberían poder incluirse como formas alternativas, diferentes, pero no enfermas. Esto último
coloca lo social en la determinación misma del proceso psicopatologizante, y dentro de lo
social, las prácticas y discursos medicalizantes tienen un lugar privilegiado, al menos en
estos casos.
Alejandro Busto
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Sucede que la objetivación es probablemente un determinante fundamental en todas las
formas de producción de sufrimiento psíquico de la época y es, simultáneamente, un
componente de las prácticas en salud. Todo acto en salud invoca una intervención
disciplinaria o técnica, potencialmente objetivante. En los modelos hegemónicos de
atención, es esta prácticamente la única que su organización y producción permite.
Por lo anterior, es requerido que las prácticas en salud integrales incorporen la dimensión
subjetiva, histórica y social tanto en el abordaje de poblaciones como de sujetos singulares.
Prácticas que se desplazan de la “ontología de la enfermedad” al sujeto, produciendo una
“clínica ampliada” y que requieren de nuevos modos de gestión del trabajo en salud:
horizontalización y articulación entre especialización e interdisciplinariedad. Se trata de
prácticas en las cuales el componente de objetivación inherente a toda intervención
disciplinar queda subordinado al reconocimiento del otro como sujeto con capacidad de
innovación y como sujeto de derechos.
El reduccionismo en estos casos no suele hacerse sobre conceptos biológicos sino sobre el
constructo de “estructura” o directamente tomando prestada de la psiquiatría la nosografía
tradicional, remozada con lenguaje psicológico. La “estructura” pese a ser solamente una
herramienta teórica es ontologizada, quizás porque se anhela encontrar un punto de anclaje
inamovible en procesos de transformación constante, de tal manera que obtura la escucha
del acontecimiento y de la narrativa, núcleo de los procesos vitales y del sufrimiento
psíquico.
Por ejemplo, el hecho de que la clínica psicoanalítica haya sido una práctica desarrollada
fundamentalmente bajo el modo del “ejercicio profesional liberal” ha producido algunos
fenómenos aparenciales. Uno de ellos es la confusión entre sujeto e individuo. Esto se
manifiesta en el lenguaje coloquial del campo, al referirse al “psicoanálisis individual”
término que encubre el hecho de que no habría nada menos “individual” que el sujeto del
psicoanálisis, pero al superponerle el individuo se opera en una abstracción que habilita
dejar fuera el cuerpo y lo social. El dispositivo psicoanalítico en el cual dos sujetos
singulares ocupan posiciones que hacen marco a una forma particular de discurso y
emergencia de la palabra, no puede ser homologado a un contacto entre dos “individuos”.
Por lo menos estan presentes allí, además de las corporeidades, un referencial teórico
disciplinario, los componentes sociales y culturales de una práctica y la incertidumbre que
ello produce en cuanto acontecimiento.
Alejandro Busto
29
Quienes desarrollan la práctica psicoanalítica son personas comunes, esto significa tanto
que estan sujetos a las determinaciones de época como que pueden innovar, pero no dejan
de ejecutar discursos hegemónicos. El psicoanálisis en cuanto instituido o como campo,
requiere una arqueología y una revisión crítica de sus momentos y acciones, para poder
operar reflexivamente sobre sus prácticas actuales.
Goffman, E.(1961/ 2001) La carrera moral del paciente mental. En: Internados.
Ensayos sobre la situación social de los enfermos mentales (pp. 132 - 172). Buenos
Aires: Amorrortu.
En este contexto, el término carrera se utiliza en sentido amplio para referirse a una
trayectoria social recorrida por cualquier persona en su curso de vida. Además, una de las
ventajas de este concepto, es que se relaciona con asuntos subjetivos tan íntimos y
preciosos como la imagen del yo, y el sentimiento de identidad; así como también se refiere
a una posición formal, a relaciones jurídicas y a un estilo de vida, y forma parte de un
complejo institucional accesible al público. Por lo tanto, gracias al concepto de carrera
podemos oscilar a voluntad entre lo personal y lo público, entre el yo y su sociedad
significativa, sin necesidad de limitarnos como única fuente posible de datos a lo que la
persona dice pensar que imagina ser.
De acuerdo con la opinión vulgar y naturalista, la carrera del enfermo mental puede dividirse
en 3 etapas:
1. La etapa del pre-paciente: que refiere al periodo previo a su internación
2. La etapa del paciente: que refiere al periodo de estadía en el hospital
3. La etapa del ex-paciente: que refiere al periodo posterior al alta del hospital, si este
se produce
Alejandro Busto
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Una serie correlativa de contingencias, no menos importantes, ayuda a una persona a eludir
ese mismo destino, y si al cabo se interna en el hospital, también allí habrá una serie de
contingencias que determinen el momento en que se lo dará de alta.
Entre estos agentes y agencias estan los mediadores, que son aquellos a los que el
pre-paciente es transferido, y que a su vez lo reenvían a otros y condicionan hasta que llega
al hospital. Este grupo incluye policías, médicos generales, especialistas en psiquiatría,
asistentes sociales, etc. Cuando los mediadores se retiran de la escena el pre-paciente se
ha convertido en un interno.
Los mediadores casi siempre son especialistas y difieren, en varios aspectos significativos,
de las personas a quienes sirven. Tienen experiencia en el manejo de situaciones difíciles,
las que saben mantener una distancia profesional, su orientación psiquiátrica es mayor que
la del público lego, y les hace ver la necesidad de tratamiento en casos en que pasa
inadvertida para el público.
Desde el punto de vista del paciente, el circuito de figuras significativas funciona como una
especie de embudo. Su transición de persona a persona suele efectuarse en una serie de
etapas eslabonadas. Cada etapa señala una acusada reducción en su status de adulto libre,
y al mismo tiempo cada agente procura mantener una ficción de que no habrá reducciones
ulteriores. Puede arreglárselas inclusive para transferir al pre-paciente a manos del agente
próximo, sin renunciar a la ficción. Por medio de palabras, indicios y gestos, el agente de
turno solicita del pre-paciente, en forma implícita, que colabore con el, ateniéndose al tono
de una charla amable, llevada con el tacto necesario para eludir los hechos concretos de la
situación, y aumentando en cada etapa su incompatibilidad con esos mismos hechos.
Si el paciente evoca, ya en el hospital, las distintas etapas del proceso que culminó en su
internación, quizá advierta que al mismo tiempo que se mantenía afanosamente la
tranquilidad actual de todos los otros, se estaba minando a largo plazo su bienestar futuro.
Este descubrimiento puede constituir una experiencia moral capaz de ahondar la brecha
que ya lo separa de la gente de afuera.
A los mediadores en el tránsito de un sujeto del status civil al status de paciente les interesa
que una persona responsable y allegada al paciente se constituya en apoderado o guardián
suyo. Así, a medida que una persona se transforma poco a poco en paciente su persona
más allegada va convirtiéndose en curador. Algunos de los derechos civiles derogados para
el pre-paciente pueden transferirse a la persona del curador, con lo que se contribuye a
sostener la ficción legal de que aquel no los pierde, aunque no los ejerza.
Alejandro Busto
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El curador, sin embargo, está en una posición intermedia entre paciente y profesionales, de
está forma, este no solo es la persona que el paciente busca para pedir ayuda, para que lo
proteja de peligros tales como la reclusión contra su voluntad, sino que es, también, a la
vez, la persona a la que recurren los mediadores y las autoridades del hospital, para
solicitar la autorización de dicha reclusión.
A veces sucede que el allegado se dirige a los mediadores para pedir consejos, sin la idea
de hospitalizar al pre-paciente y, entonces, los mediadores, con mayor versación en
psiquiatría, y su creencia en la virtud curativa de los hospitales psiquiátricos, suelen
encargarse de abrirle los ojos a la realidad, mostrándole que hospitalizar al enfermo es la
solución accesible y sensata del problema.
De está manera se advierte que la carrera toda del pre-paciente depende, en cierto sentido,
de está reconstrucción.
En este sentido, hay ambientes que manifiestan el status de una persona, a pesar de que
estos no estén sometidos a su dominio, sino al de otros. Los hospitales psiquiátricos
constituyen un caso extremo de estos, nonsolo por sus niveles de vida, excepcionalmente
degradados, sino también por la excepcional crudeza explícita con que se hace sentir al
paciente mental en forma penetrante, persistente y concienzuda, la significación que sus
ambientes tiene para el yo. Después de alojarlo en una sala determinada, se le explica al
paciente que las restricciones y privaciones que encuentra allí son partes deliberadas de su
tratamiento, parte de su necesidad actual, y por lo mismo, testimonio del estado en que ha
caído su yo.
Las doctrinas psiquiátricas pueden reforzar las fluctuaciones sociales del sistema de salas.
Este sistema funciona como una especie de incubadora: los pacientes ingresan en
Alejandro Busto
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condiciones sociales de primera infancia para pasar, en el término de un año, a salas de
convalecientes, en condiciones de adultos resocializados. Este criterio realza la importancia
y la dignidad que el personal atribuye a su trabajo y exige una especie de impermeabilidad a
cualquier otra forma de concebir el sistema de salas, entre ellas la que lo juzga un método
destinado a disciplinar sujetos rebeldes mediante recompensas y castigos. Como quiera
que fuere, la perspectiva de la resocialización tiende a sobrestimar la incapacidad de los
pacientes de las peores salas, para todo comportamiento socializado, así como la aptitud y
el empeño de los internados en las salas mejores para intervenir en el juego social.
Precisamente porque el sistema de salas es algo más que una cámara de resocialización,
los pacientes encuentran numerosos motivos para “alborotar” y meterse en dificultades, y
correlativas ocasiones para sufrir los consiguientes descensos a posiciones menos
privilegiadas. Estos descensos pueden interpretarse oficialmente como recaídas
psiquiátricas, o reincidencias morales, a fin de salvar la imagen del hospital como escenario
de resocialización conforme con el sentido implícito en tales interpretaciones; una mera
infracción a las normas, y la reducción resultante en el status institucional, se toman como
expresión inherente del status que corresponde al yo del culpable. De análogo modo las
promociones, que a veces dependen solo del excesivo número de ocupantes de una sala,
de la necesidad de contar con un “paciente modelo”, o de cualquier otra causa igualmente
ajena a la psiquiatría, pueden configurarse y exhibirse como la manifestación más cabal de
todo el yo del interno.
Etapa ex-paciente
Respecto a las condiciones que suelen adscribirse al alta del interno, este suele retirarse a
menudo del hospital confiado a la supervisión y autoridad de su persona más allegada o de
un empleado que lo vigile. Si bajo tales auspicios se comporta mal, es posible que ello
acarree una reinternación instantánea. Se encuentra por lo tanto sometido a personas que,
en circunstancias normales, carecerían de ese poder sobre él.
Finalmente
La carrera moral de una persona perteneciente a una categoría social dada implica una
secuencia normal de cambios en su manera de concebir los yoes, principalmente el suyo
propio.
Cada carrera moral, y más allá de está, cada yo se desenvuelve dentro de los límites de un
sistema institucional, que puede estar representado por una institución social o bien
consistir en un complejo de relaciones personales y profesionales. El yo puede verse así,
como algo que radica en las disposiciones vigentes para los miembros de un sistema social.
En este sentido, no es propiedad de la persona a quien se atribuye, sino inherente más bien
a la pauta del control social ejercido sobre esa persona por ella misma y por cuantos la
rodean. Este tipo de ordenamiento institucional, más que apuntalar el yo, lo constituye.
Alejandro Busto
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Tema 3 - Perspectivas desde el Análisis Institucional
Alejandro Busto
34
De Barros, H., y Batista, V. (1989). El análisis institucional y la profesionalización del
Psicólogo. En Lo grupal 7 (pp. 121- 143). Buenos Aires: Búsqueda
El tercer momento trae sorpresas; son los movimientos anti-institucionales. Estos traen un
sentido conceptual y no meramente empírico del término institución. Y por esto, son los
primeros que podrían reivindicar, en un sentido estricto, la práctica (conceptual y concreta)
de un Análisis Institucional. Aquí, se encuentra una conceptualización de institución que no
es ni un establecimiento ni una técnica, aparece como algo no localizable: forma que
produce y reproduce las relaciones sociales o forma general de las relaciones
sociales, que se instrumentaliza en establecimientos y/o dispositivos.
El objetivo del análisis institucional sería traer a luz esa dialéctica instituyente-instituido,
de manera generalizada (en todos los ámbitos y realizada por todos). Para conseguirlo,
puede intervenir en establecimientos y con dispositivos, pero siempre intentando entender a
la institución como algo activo.
Alejandro Busto
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A partir de lo anterior, ¿que efectos tiene esa última conceptualización sobre nuestras
concepciones y nuestras prácticas?
Cuando hablamos de las “áreas de la psicología” (clínica, escolar o industrial, por ejemplo),
está división remite al primer sentido (institución = establecimiento), y puede o no implicar
un abordaje institucional (institución como concepto). Eso porque, si hablamos de Análisis
Institucional, en todos los casos se impone una reflexión sobre la demanda y sobre el
cliente.
Se puede decir entonces, que si el análisis institucional toma al pie de la letra demandas de
intervención que son análisis de establecimientos, se convierte en un análisis organizacional
en el sentido más trivial del término, o mejor dicho en un sentido que ni siquiera tiene en
cuenta la organización como proceso captándola solamente como producto, sistema y
disposición instrumental, como conjunto práctico organizado para determinados fines. Para
que exista un análisis institucional distinto de las otras operaciones de intervención, es
necesario que el albo sea la institución que se instrumentaliza en una organización social
determinada, en un establecimiento-cliente.
O sea, que en este sentido, para el Análisis Institucional no hay institución-cliente, dado que
el cliente (aquel que demanda) siempre es un grupo, un establecimiento, una organización.
Paradojalmente, por otro lado, no hay Análisis Institucional cuando se atiende a la demanda
del cliente, lo que hay en este caso es un trabajo de Desarrollo Organizacional, Psicología
Institucional o como sea que se llama.
¿Qué significa este análisis sobre la implicación del profesional que se dice “analista
institucional”? Podemos partir del hecho de que se trata de un “profesional”, o sea alguien
que ejerce una determinada actividad de la cual depende para su sobrevivencia, en otras
palabras, alguien cuyo trabajo debe ser pago. ¿quien paga el análisis institucional?¿cual es
la dependencia que se establece en relación a quien paga?¿cual es la dependencia que
nuestro supuesto analista institucional tiene en relación a su trabajo?
La cuestión del dinero, señalado como “analizador de base”, aparece como elemento
fundador en este análisis de implicación.
Pensamos que la mayor dificultad consiste en llevar este tipo de cuestionamiento al cliente,
en realizar con él el análisis de nuestra implicación, en cuestionar en nuestra práctica
nuestro rol. Y esto, porque el problema fundamental que de inmediato se colocará, será el
siguiente: ¿seremos capaces de soportar el riesgo de la desprofesionalización a la cual este
cuestionamiento nos conduce?
Alejandro Busto
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¿Quienes son los institucionalistas?
En nuestra opinión, nos decimos institucionalistas no tanto por claridad conceptual, sino por
un cierto grado de acuerdo respecto a ciertos puntos, llamados por ello “puntos de
convergencia”.
Definimos institución como ciertas formas de relaciones sociales, tomadas como generales,
que se instrumentalizan en organizaciones y en las técnicas, siendo en ellas producidas,
re-producidas, transformadas y/o subvertidas.
Sin embargo, dicho análisis, no se resume en analizar las maneras de relacionarse de aquel
que interviene, con los individuos, grupos y organizaciones con los que trabaja. Este tipo de
relación es lo que se denomina “contratransferencia institucional”, y cuando hablamos de
análisis de la implicación no nos referimos solamente a el análisis de ella.
Nos referimos al análisis de los vínculos (afectivos, profesionales y políticos) con las
instituciones en análisis en aquella intervención, en una u otra organización y, de un
modo más general, al análisis de los vínculos con todo el sistema institucional. Es decir,
fundamentalmente los vínculos con las instituciones en análisis, como la institución
universidad y la institución escuela (si ahí fuera la intervención) y los vínculos con todo el
sistema institucional (el público y el privado, el dinero, la comunidad científica, el Estado, e,
inclusive, la propia institucion del analisis institucional).
Alejandro Busto
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Está idea remite al concepto de transversalidad. Individuos, grupos y organizaciones se
vinculan de un modo u otro, tanto con las instituciones en análisis como con todo el sistema
institucional. De este modo se rompe la ilusión de la totalidad cerrada.
El grupo, como proceso, nunca podría ser visto como una unidad cerrada en sí misma, sino
que siempre debe estar abierto al devenir, a la transformación, así como al exogrupo, al
exterior a sí mismo, de donde el grupo mismo toma su sentido.
Lourau (1980), acerca de las condiciones de posibilidad del análisis institucional, dice:
(...) lo que cierra el sistema de relaciones de fuerza más globales, más determinantes, y al
mismo tiempo añade la fuerza propia de la legitimación suprema, es la forma estatal
nacional e internacional (constituida por las relaciones de fuerza entre estados): las
condiciones de posibilidad de un modo de intervención se encuentra en todo momento
sobredeterminadas por el grado de fluidez o de rigidez que emana de una forma estatal
dada.
Alejandro Busto
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Creo que en este sentido deberíamos agregar el lugar del intelectual en el imaginario social
de una sociedad específica. La significación que cobra el trabajo intelectual no únicamente
depende de la “fluidez que emana de una forma estatal dada”. También es importante
conocer el prestigio de esa capa social, y más específicamente los profesionales de tales o
cuales disciplinas. Está situación de prestigio, tiene que ver con las posibilidades que los
profesionales tienen de satisfacer las demandas que subyacen a los encargos de
intervención.
Es claro que la intervención socioanalítica no pretende ser una terapia social cualquiera, y
menos una consulta de experticia para arreglar los problemas de un establecimiento.
El análisis institucional más o menos generalizado que se dio en la época de los ‘60 y ‘70
suponía una serie de condiciones de posibilidad. Fue necesario romper con la intolerancia,
limitar la represión, permitir la expresión de los desviantes. El ambiente social se plasmó en
las dos consignas: “prohibido prohibir”, y “seamos realista: exijamos lo imposible”. El modo
de acción supuso también la intervención en todos los ámbitos: en las calles, en las familias,
en las escuelas y universidad…
Una característica de los encuentros hechos a través del método encuentro institucional
es el tipo de demanda: se trata de demandas de corte pedagógico, o demandas en las que
se solicita la intervención de especialistas en procesos de animación sociocultural, por
ejemplo. Estas demandas son respondidas con dispositivos de encuentro institucional, que
derivan necesariamente en procesos de análisis institucional. Dicho de otra manera, el
encuentro institucional permite al análisis institucional abarcar un rango mucho más amplio
de demandas, que aquellas que se dirigen específicamente a la realización de un
socioanálisis.
Está forma de intervención, finalmente, hacía un llamado a los mismos elementos que
estarían planteados por la forma clásica de la intervención socioanalítica. Se trataba, ante
todo, de generar condiciones de posibilidad para el análisis institucional o, como lo
planteaba Lapassade, para la subversión de la institución.
A partir de estos desarrollos, Remi Hess y Antoine Savoye plantean que se ha generado un
socioanálisis participante, que sería una denominación más precisa de la de
Alejandro Busto
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socioanálisis interno. La perspectiva sobre el socioanálisis participante lo aproximaría al
método de observación participante.
Ahora bien, este modo de análisis no constituye una práctica homogénea, sino que presenta
variantes. La denominación “análisis institucional interno” recubre, en efecto, prácticas
socioanalíticas que se pueden diferenciar según el lugar que ocupa el socioanalista en
relación con la realidad que analiza.
La psicoterapia Institucional
La pedagogía institucional
El socioanálisis
A pesar de que resulta imposible comprender el Socioanálisis sin la práctica grupal que le
dio origen, no lo podemos reducir a dichas prácticas. El Socioanálisis rebasa, desde un
análisis de carácter político, a estas. Y este análisis político es el análisis de lo impensado
y lo impensable de dichas prácticas.
A. El dispositivo de intervención
Los horarios y lugares en los cuales se realiza la intervención pueden ser modificados,
incluso pueden verse destruidas las formas psicosociológicas de intervención, por la presión
del grupo cliente o por la voluntad experimental de los analistas.
Alejandro Busto
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- Al contrario, si el “staff” cliente aplasta con su presencia todo intento de socialización
del análisis, de emergencia de demandas distintas a las suyas propias, el “staff”
analitico intentara tarbajar en el sentido de la constitución de un grupo-cliente,
obteniendo, por ejemplo, a través de diversos medios, la presencia de los “ausentes”
terriblemente “presentes” simbólicamente en la sesión
B. El campo de análisis
C. El campo de intervención
Lo que sucede antes y después de la intervención, así como lo que sucede exteriormente a
está, constituyen elementos del campo de intervención (y por lo tanto también del análisis
del campo de la intervención):
- Antes: la negociación del contrato de intervención con el “staff” cliente, que puede
haberse realizado mucho tiempo antes de la primera sesión socioanalitica, es lo que
traerá, durante la intervención, un análisis de la encomienda diferente al de la
demanda.
- El exterior: personas, grupos, elementos materiales exteriores a las fronteras
originales del grupo-cliente pueden entrar en el campo de intervención. Así, por
ejemplo, en ciertas instituciones las secretarias, el personal de limpieza, etc., pueden
jugar un papel importante en la realización de ciertas tareas institucionales, en la
producción de ciertos conflictos, en la elucidación de algunas problemáticas. Esto
justifica, además, la tendencia a hacer estallar las fronteras del grupo-cliente hacia la
totalidad de la base social de la institución.
- Después: el “seguimiento” es un principio bastante conocido en la consulta o las
intervenciones psicosociológicas. El dispositivo de intervención está necesariamente
delimitado en el tiempo. Sin embargo, no es raro que el mismo proceso de la
intervención haga estallar el límite de tiempo establecido para la intervención. Se
trata de un momento privilegiado de análisis colectivo, y tienen tanta importancia
como el contrato de intervención o los proyectos del grupo-cliente que se discute
calmadamente en una Asamblea General. Las condiciones de este desbordamiento
del tiempo originalmente establecido, así como los efectos de intervención que se
desarrollan después de las sesiones socioanaliticas constituyen también al campo
de intervención.
Alejandro Busto
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D. El nivel conceptual del análisis
De está manera, no podemos considerar el nivel conceptual del análisis institucional como
una teoría acabada, como una concepción homogénea de los hechos sociales. Al contrario,
los conceptos del análisis institucional han sido importados y construidos en momentos
distintos de su historia, frente a problemáticas disímiles. El campo conceptual se constituye
no como una teoría, sino como una encrucijada de nociones y conceptos de disciplinas
múltiples y prácticas diversas. Quizá si alguna unidad pudiera encontrarse, sería el sentido
de la posición anti-institucional de las prácticas que estan en el origen de los conceptos
constituyentes del análisis institucional.
Y justamente por ese papel social del conocimiento es que se denomina como
“encomienda”, ya que se espera que el socioanalista actúe en cierto sentido,
mantenga la significación dominante de los vínculos sociales, se sostenga como
especialista, que pronto se transforma en juez. En resumen, está dimensión de la
encomienda supone que el socioanalista, respondiendo al encargo, legitime en su
totalización al sistema social vigente. Sin embargo, en tanto que la esencia de todo
Alejandro Busto
46
socioanálisis está en el rechazo de este mandato social, la encomienda inicial
deberá ser no sólo ampliada, sino también desviada de sus objetivos originales.
● Demanda: así como la encomienda es una de las múltiples demandas que aparecen
en la base social de la institución, el origen de todas estas demandas podríamos
situarlo en los lugares múltiples y contradictorios que ocupan los integrantes de la
institución. Sin embargo, no siempre es fácil la emergencia de las diversas
demandas del grupo-cliente.
Implicaciones primarias
a) Implicaciones del investigador-practicante en su objeto de investigación/intervención
b) Implicación en la institución de investigación u otra institución de pertenencia, y en
primera instancia en el equipo de investigación/intervención
c) Implicación en el mandato o encomienda social y en las demandas sociales
Implicaciones secundarias
a) Implicaciones sociales, históricas, de los modelos utilizados (implicaciones
epistemológicas)
b) Implicaciones en la escritura o en cualquier otro medio utilizado para la exposición
de la investigación
Para que está clasificación tenga sentido es necesario aclarar dos nociones:
Guattari dice que el pasaje al grupo sujeto se da en la elaboración de estas dos formas de
alienación. La elaboración de la verticalidad y la horizontalidad del grupo lo remite a su
estar en el mundo, a su situación y, en última instancia, al sin sentido, en ese proceso
de totalización y destotalización que constituye a toda forma colectiva. Esta
elucidación de la relación entre verticalidad y horizontalidad que atraviesa al grupo es su
coeficiente de transversalidad.
Así, podemos decir que lo que realiza el análisis es el analizador. El análisis es aquí
entendido como el efecto analizador, el análisis es una acción de deconstrucción
que tiene efectos mediatos e inmediatos, en función de las relaciones de poder, de
autoridad, del saber de los participantes de toda la estructura oculta de la institución,
revelada de manera más o menos virulenta por los analizadores.
De está manera, el concepto de analizador es un concepto que tiene que ver más
con una acción específica, una acción de denuncia o de develar las situaciones que
conforman el no-saber de los miembros respecto de la institución a la que
pertenecen.
La acción del analizador se opone a las fuerzas institucionales, que pueden tener
origen en diferentes momentos de la institución, que pugnan por mantener un
secreto, un no-saber, incluso de ellas mismas, que constituye la base del
funcionamiento y la funcionalidad institucional. Así, el análisis se constituye como un
trabajo, una acción de deconstrucción en la acción de lo instituido, de las formas de
funcionamiento ya establecidas y naturalizadas, ya integradas en la institución.
Alejandro Busto
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Podemos reconocer 3 tipos fundamentales de analizadores:
1. El analizador construido: dispositivos de intervención que tienden a poner de
manifiesto, durante su operación, dimensiones y elementos diversos que
normalmente se constituyen como un no-saber colectivo sobre la institución. Así, por
ejemplo, el dispositivo socioanalitico intentaría constituir una crisis en frío de lo
instituido, de lo ya establecido, para desmontar su funcionamiento y estructuración.
2. El analizador natural: al interior de los dispositivos de intervención construidos
irrumpe generando consigo un saber sobre los fundamentos mismos de la
institución. La irrupción de lo inesperado, la manifestación de todos aquellos
elementos que se encontraban ocultos y cuya invisibilidad sostenía una forma de
funcionamiento, se constituyen como analizadores naturales. Estos son los más
virulentos, revelando todas aquellas alianzas y relaciones que mantienen una forma
específica de implicación del grupo cliente y del staff analítico con la institución.
3. El analizador histórico: situaciones de explosión social- revoluciones, movimientos
sociales más o menos generalizados- que tienden a un Análisis Institucional
generalizado al conjunto de la sociedad.
El analizador es un concepto político, que devela las relaciones de poder al interior del
grupo, o entre el grupo y su medio institucional.
Conceptos microsociológicos
Conceptos macrosociológicos
Alejandro Busto
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Tema 4 – Implicación/sobre-implicación.
Borakievich, S., Cabrera, C., Ortiz, S. y Fernández, AM. (2014). La indagación de las
implicaciones y el pensar-en-situación: una contribución de la metodología de
problematización recursiva. Revista Sujeto, Subjetividad y Cultura, no 8, 21-28.
Alejandro Busto
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Acevedo, M. (2001). La implicación: Luces y sombras del concepto lourauniano.
Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales. Equipo de Cátedras del
Prof. Ferrarós.
Más recientemente Savoye propone distinguir, en el análisis de cada uno de esos niveles,
las dimensiones organizacional/material, libidinal/afectiva e ideológica/política. El análisis de
estás implicaciones, en el aquí y el ahora del dispositivo de intervención socioanalitico,
deviene una tarea clave para los analistas institucionales. La explicación de sus
implicaciones en el marco de la Asamblea General, facilitará la emergencia de las
implicaciones de los miembros de la organización con las instituciones que los atraviesan.
La puesta en palabras de dichas implicaciones, no confesadas e incluso no concientizadas
previamente, producirá el efecto buscado por el dispositivo socioanalitico: el develamiento
de las contradicciones encarnadas en los individuos, y escenificadas en los grupos y
las organizaciones. Contradicciones particulares que no hacen sino reproducir las
contradicciones instituidas en la macro sociedad, y que el Análisis Institucional
pretende desenmascarar.
Alejandro Busto
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Las dificultades para definir con precisión el fenómeno de la implicación tienen que ver con
que está no es un concepto que tiene un sentido único y fijo, sino que es una noción, y
como tal su polisemia es mucho más amplia e imprecisa. Las nociones se caracterizan
porque existen de ellas diferentes acepciones según el campo del que provengan, y
además su significación varía a lo largo de las épocas.
El problema no es saber cual es el buen sentido, sino familiarizarse con todos los sentidos,
y comprender que la realidad de una noción es extraordinariamente amplia, vasta, y que,
además, ninguna noción puede ser comprendida o representada aisladamente. Cada
término remite a otro gran número de términos con los que está en interacción, forma parte
de una constelación de nociones interrelacionadas.
Revisando las diferentes acepciones del término vemos que es utilizado en 3 campos
distintos:
1. El del Derecho penal: donde se dice que un individuo está “implicado” en un hecho
delictivo. En este caso es de destacar que la implicación designa un fenómeno al
que el individuo queda pasivamente sometido.
2. El del campo lógico-matemático: en el cual cuando se dice que un término (A)
implica a otro (B), se está señalando que el segundo está contenido en el primero, o
que el primero conduce al segundo. Se trata de una relación lógica que, por ende,
tampoco supone la idea de voluntad.
3. El del campo psicológico: aquí la idea de implicación es la de aquello por lo que
nos sentimos adheridos, arraigados a algo a lo cual no queremos renunciar.
Alejandro Busto
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observar al mundo y a los otros, sus comportamientos en relación a esas realidades,
y su singular manera de ejercer una práctica.
- Implicación social: esta ubica los determinantes culturales en general, y, en
particular, la clase social de origen.
Nuestras implicaciones son parte de una realidad psicológica -las implicaciones libidinales-,
y de una realidad sociológica -las implicaciones sociales o institucionales-. La posibilidad de
comenzar a estar menos alienados es el conocimiento y reconocimiento de lo que nos
determina.
La sobre implicación
Borakievich, S., Cabrera, C., Ortiz, S. y Fernández, AM. (2014). La indagación de las
implicaciones y el pensar-en-situación: una contribución de la metodología de
problematización recursiva. Revista Sujeto, Subjetividad y Cultura, no 8, 21-28.
Dicha metodología cuenta entre sus principales procedimientos el hacer visible lo invisible,
pero no se agota en ello.
Introducción
Alejandro Busto
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sino que se despliega como un modo de experiencia. Entender el pensamiento como un
modo de experiencia supone pensar en el límite de lo que se sabe.
En las reuniones de investigación es habitual que los operadores de campo compartan las
experiencias de sus trabajos de campo con los otros integrantes del equipo. Se comparten
las situaciones previas y posteriores a la inmersión en el terreno, se da cuenta de algún
hecho que haya sido inesperado o producido de alguna incomodidad.
La indagación de las implicaciones no se limita a explicitar las opiniones de cada quien, sino
como en los encuentros con otros, se puede ser hablado o actuado por los imaginarios
sociales que laten-ahí-todo el tiempo. Ese momento destinado a intercambiar impresiones,
opiniones y afectaciones permite poner de manifiesto naturalizaciones de sentido. De modo
de estar advertidos para que las eventuales similitudes con la propia experiencia de vida no
obturen, por naturalización, la potencia de interrogación de lo obvio.
O a la inversa: podría suceder que las diferencias con nuestra experiencia operen
disfrazando de concepciones, enunciados teóricos e incluso interpretaciones, nuestros
posicionamientos frente a la cuestión que se ha de investigar o sobre la
que se ha de intervenir.
Las operatorias de recursividad permiten volver tanto sobre las preguntas que guían el
trabajo como sobre las respuestas que se van construyendo. A su vez, estas aperturas
generarán condiciones para alojar y producir nuevos interrogantes, pasibles de reconfigurar
el campo de problemas que se está indagando. En otras palabras, se trata de una
Alejandro Busto
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modalidad de trabajo que busca crear condiciones para el registro y elucidación del
desborde de los instituidos, de las naturalizaciones, de aquello que se presenta como
cristalizaciones de sentido.
Pero la cuestión no se queda allí. También es necesario destacar el efecto de grupo que se
produce en el equipo. Nadie queda indiferente a las anécdotas. Se producen comentarios
personales, risas,chistes, se altera la tranquila reflexión sobre los materiales que se estan
trabajando y se despliega una particularidad intensidad de las afectaciones, en un clima que
involucra al conjunto, aunque nunca a todos por igual.
Quienes investigan estan implicados en el campo de problemas que indagan. Estan ahí.
Corporalidades sensibles que resuenan; materialidades sensibles que estan en un campo,
desplegando sus estrategias de indagación. Lo sensible aquí no se refiere a los
sentimientos sino a la capacidad de los cuerpos de ser afectados. Las corporalidades
sensibles son aquellas susceptibles de ser apropiadas por un agenciamiento, al entrar en
conexiones maquinicas con elementos que componen ese campo. Cuando eso acontece
hablamos de una afectación. No es la afectación de nadie en particular, no es mi o tu
afectacion.
No es la voluntad reflexiva del investigador “el sujeto” de esa afectación. Una afectación
acontece, y en ella investigadores y campo son apropiados mutuamente por un mismo
proceso que configura un nuevo territorio.
Cabe destacar que no se interpretan los motivos psicológicos de lo dicho por el investigador,
tampoco se trata de comprender que se quiso decir en lo que se dijo. Se trata de la
distinción y puntuación, en situación, de aquella afectación y los derroteros que inaugura.
Algo nuevo y bien real se produce que relanza una pregunta. Es cuestión de darle el lugar y
seguir la pista, ya que tal vez se trate de un indicio. Se trata de un pensar en los bordes de
lo que se sabe, incómodo, disruptivo.
Alejandro Busto
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Tema 5 - Estrategias psicoterapéuticas de la Psicología Social del Río de la Plata.
Las nociones sobre intervención, los dispositivos, las instituciones, las implicaciones y sus
correspondientes análisis, constituyen los aspectos centrales que articulan las
intervenciones realizadas desde la Psicología Social en Uruguay.
Este módulo (tema 5) implica comprender cómo esos aspectos centrales se ponen a jugar
en estrategias específicas de intervención.
Rodríguez Nebot, J. (2004) Clínica móvil. En: Clínica móvil. El socioanálisis y la red.
(pp. 17-40). Montevideo: Psicolibros
Alejandro Busto
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Scherzer, A. (1997) Múltiples abordajes psicoterapéuticos. En ¿Quién cura a quién?.
Múltiples abordajes terapéuticos, (pp. 15-41). Montevideo: Multiplicidades.
Introducción
Con la aparición del Psicoanálisis se instaló una ruptura con la psiquiatría clásica de la
época de principios del siglo XX. Esto introdujo cambios en el campo de la
Salud-Enfermedad, que hicieron que los diagnósticos y tratamientos del plano de la
conciencia se descentraran hacia el plano del inconsciente.
Alejandro Busto
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son posibles ciertos tratamientos por dificultades múltiples de los pacientes o de los
propios técnicos
Los tres descentramientos técnicos a los que aludo son, en realidad, descentramientos:
- de la conciencia
- de la intervención psicoanalítica clásica para la cura
- de la metapsicología freudiana
- del complejo de Edipo
- de las estrategias psicoterapéuticas
- del poder hegemónico de algunas instituciones de la salud mental en el mercado
laboral y del conocimiento científico
- de las formas de pensar la determinación de los actos; su relación con el proceso de
producción de bienes materiales
- epistemológicos
Alejandro Busto
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Capítulo 2. Aportes de las estrategias terapéuticas de abordaje pluridimensional
Hoy en día entiendo que a ciertas dinámicas del funcionamiento grupal, y por ende del
familiar, no les corresponde la denominación de “patológicas”.
El término patológico denota y connota un pensamiento psiquiátrico o médico que, para mi,
ya no es convincente.
Abordaje pluridimensional
Es una noción técnica elaborada por Pichón Riviere, en base a los principios de pluralidad
fenoménica, como la aparición de los síntomas en las tres áreas de expresión (mente,
cuerpo y mundo exterior), y al principio de policausalidad, o expresión etiológica que sigue
al principio configuracional de las estructuras patológicas en sus diversas dimensiones.
Según Pichón Riviere, el abordaje terapéutico pluridimensional tiene como objetivo cubrir, lo
más extensamente posible, las múltiples dimensiones etiopatogenia de los conflictos
psicopatológicos y la diversidad de las áreas de expresión de los mismos. Pichon sostiene
que por su acontecer y su sintomatología, el sujeto se da cuenta de que sus conflictos no
son solamente de el, sino que son de su grupo familiar.
Nosotros pensamos que los conflictos de un sujeto estan en relación con variables más
globales que comprenden por lo menos a su grupo familiar, y a instituciones por las que
atraviesa en su tránsito vital. O sea que planteamos que su grupo familiar y las
instituciones delimitaran operativamente una globalidad más amplia por la que cursa
la vida de un sujeto y lo determina en la construcción de su subjetividad.
Abordaje terapeutico
Este enfoque permite reconstruir parte del contexto en el cual cobra otro sentido la
organización de la clásica llamada enfermedad mental.
Para nosotros, parte del trabajo estaría dado en delimitar, lo más exactamente posible, cuál
es ese otro contexto al cual nos vemos enfrentados, cuando estamos hablando con un
paciente. Para esto se movilizan, además de aspectos teóricos y técnicos vinculados a la
psicopatología individual, grupal y familiar; problemáticas institucionales, epistemológicas,
etc, frente a las cuales esperamos poder polemizar, cuestionar y discutir.
Nuestra direccionalidad apunta hacía una elaboración del contexto latente, y no solo hacia
lo explícito, ni a lo fenomenológico-descriptivo como meta final del trabajo psicológico.
Por eso instrumentamos las estrategias terapéuticas hacía un lugar más allá de los sujetos;
hacía la latencia de las configuraciones “psicopatológicas”. Reservamos la palabra latencia
para referirnos a elementos no conscientes (preconscientes e inconscientes) sean grupales,
institucionales, etc.
Alejandro Busto
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Pensamos el emergente como el momento del discurso grupal que surge como parte de la
problemática latente expresada a través de la comunicación y metacomunicación de los
sujetos involucrados en una tarea y una finalidad común, de cuya intencionalidad da cuenta
la sobredeterminación reglada de las contradicciones, conflictos y el contexto en juego.
Estrategias terapéuticas
Por todo esto utilizamos distintos encuadres terapéuticos atendiendo a las distintas
unidades operativas en juego.
Para lograr los objetivos y comprender mejor la utilización de esos recursos aplicamos una
noción técnica proveniente de nuestra experiencia clínica: la diferencia entre psicoterapia
asociada y psicoterapia combinada:
- La psicoterapia asociada: es la unión de diferentes recursos terapéuticos sin que
necesariamente haya similitud entre los esquemas referenciales teóricos, técnicos y
metodológicos, que sustentan dichos recursos terapéuticos. Se trata de una
coincidencia temporal de los dispositivos terapéuticos que no conforma ni tienda
hacía un mismo objetivo. Por ejemplo, en una terapia grupal, cada integrante de la
pareja con un analista individual que, incluso, a veces se posicionan desde distintos
esquemas referenciales.
- La psicoterapia combinada: es la unión de dos o más técnicas psicoterapéuticas,
de modo tal que constituyen un procedimiento articulado, apunten hacía un mismo
objetivo e integren simultáneamente un similar y complementario esquema teórico,
técnico y metodológico.
Algo de historia
Luego apareció el problema estratégico referido a las estrategias terapéuticas. Había que
lograr no solo un mismo objetivo en el equipo terapéutico, sino que ese objetivo estaba en
función de una ideología asistencial que, como primer paso, había que elaborarla dentro del
equipo para luego articularla con una visión teórica y una perspectiva técnica coherente con
es ideología asistencial, que con validez científica propia actuará sobre el campo.
Alejandro Busto
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De tal forma, para nosotros, el problema del abordaje de la estructura pluridimensional se
convirtió en el centro de la problemática y, su dinámica en el problema de la elucidación,
tanto teórica como técnica a ser aplicada en las estrategias terapéuticas.
Para ello es menester una integración particular de varias disciplinas sustentadas por una
base epistemológico-metodológica coherente con la concepción pluridimensional, que
permita un uso pertinente de los recursos técnicos.
Las indicaciones precisas fueron hechas después de evaluar en el caso clínico las
posibilidades de los pacientes: culturales, intelectuales, económicas, etc; la disponibilidad
de los técnicos, el esquema referencial, los horarios y las variables institucionales (cuando
era efectuada, por ejemplo, en un hospital).
En suma
Nos planteamos el abordaje pluridimensional de las configuraciones psicopatológicas y la
necesidad de una estrategia terapéutica que comprenda las distintas dimensiones de la
misma, con técnicas, métodos y una ideología asistencial común a los profesionales
intervinientes.
Nuestro punto de vista parte de una globalidad situacional, grupal, de un ser social, cuya
articulación con el grupo conforma parte de las vicisitudes de la técnica operacional.
Consecuentes con ello, sostenemos la necesidad de homogeneizar el proceso terapéutico,
que sus técnicas involucren el esclarecimiento de las formas de vida, hábitos y costumbres
de la vida cotidiana, que articulen los abordajes individuales, grupales, institucionales y
comunitarios por medio de un esquema referencial, conceptual y operativo común entre los
profesionales que abordan el campo. Por ahora el que mejor contempla estás variables es
la Concepción Operativa de la Psicología Social, de los Grupos, y de las variables
anteriormente mencionadas.
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Rodríguez Nebot, J. (2004) Clínica móvil. En: Clínica móvil. El socioanálisis y la red.
(pp. 17-40). Montevideo: Psicolibros
Estos dispositivos que llamamos sedentarios tienden a tratar de hacer pasar a los pacientes
por determinados lugares prefigurados, prearmados y que de está manera van a dar
siempre, los mismos resultados, dentro del universo simbólico al cual estan adscritos.
Es por eso que postulamos que para el desarrollo de cualquier clínica es necesario
permanentemente tener una actitud inicial, una actitud ética de investigación y de
cuestionamientos del saber propio y del no saber. Esto es en qué frontera nos movemos, y
es en ese no saber que en última instancia redunda en una suerte de interrogación, de
cuestionamiento de nuestra propia práctica.
Alejandro Busto
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No hay que olvidar los trabajos de Pichon-Riviere en cuanto al esquema de abordaje
múltiple esto es individual, de pareja, grupo y familia; de está manera, se puede armar un
pool de trabajo en donde la subjetividad está allí para poder desplegarse en los ámbitos y
los puntos de fuga provoquen sus pautas de conexiones; en donde el analizador habilite un
espacio de reflexión y de simbolización que permita la posibilidad del encuentro en funcion
analitica. La funcion analitica del punto de vista terapeutico no se encuentra por la
nominacion de ser psicoanalista o terapeuta, sino que la funcion analitica se encuentra en
función del vector de fuerza que marca una demanda, que plantea un problema y que hay
allí un agente, un otro, que está para testimoniar el efecto de desarrollo que el otro hace a
partir de su sufrimiento o de su síntoma, y permita la apertura de juego que inaugure la
conformación de un espacio analitico. Por lo tanto, en las técnicas actuales de psicoterapia,
si se quiere hacer realmente clínica, estas deben estar en una articulación de mutación
permanente y de acompañamiento de las formaciones novedosas que surgen.
De lo nómade a lo móvil
En los últimos años lo que hemos visualizado es la potenciación creadora que tiene el
hecho de no quedarse agarrado como psicoterapeuta a una técnica específica sino al
manejo de múltiples técnicas. Esto lleva a la noción de caja de herramientas de Foucault.
Este enfoque permite ir distinguiendo lo que son modalidades sedentarias a modalidades
nómades.
La nomade es una forma de ser, de devenir ser en un plano de fuga y tránsito, de senderos
que permanentemente determinan rutas; ya que lo nómade se apropia de un sistema de
tránsito, no de un espacio territorializado sino de un efecto de desterritorialización en donde
lo que se espacializa en realidad es una ruta, un sendero. De esos senderos es lo que son
las clínicas actuales. Las actuales formaciones subjetivas nos dan determinados senderos
pero de lo cual nosotros no podemos dar cuenta de los mismos, salvo describirlos
medianamente, fenomenológicamente, pero no podemos ir dando cuenta de la etiología de
esos fenómenos. Esto nos lleva inevitablemente a instrumentar una modalidad de
pensamiento y de acompañamiento de estas subjetividades y adaptarnos a una
conformación determinada.
Es por eso que pretendemos hablar mejor de lo que es una clínica móvil, trashumante y en
tránsito. Por clínica móvil entendemos una clínica no desarrollada, ni taxonómicamente
desarrollada, ni genéticamente desarrollada, sino que por el contrario una clínica en vías de
desarrollo, en vías de posible inscripción en la medida que se adosa a problemáticas
subjetivas y va pudiendo desarrollar micro espacios en las estructuras mentales que
permitan el desarrollo de una reflexión o el desarrollo posible de una potenciación del
Alejandro Busto
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devenir. En este sentido se trabaja fundamentalmente con un esquema multiterapeutico y
con la articulación de diferentes referentes teóricos y de articulaciones tecnológicas
diferentes, puede ser el psicodrama, sociodrama, psicoanálisis, psicología social, etc.
El nodo se caracteriza por lo siguiente: contiene una res-extensa, que se demarca a partir
de una serie de pautas de conexión de los siguientes elementos construyendo un territorio
de existencia:
a) una población
b) instituciones y organizaciones
c) un universo simbólico consistente -discursos políticos y folklóricos-
d) discursos y prácticas vinculares
Esto implica entonces que cualquier artefacto técnico, sea una terapia grupal, sea una
terapia familiar, puede de pronto devenir en otra cosa, una terapia familiar puede devenir en
una terapia de pareja, una terapia de pareja puede devenir a su vez en terapia de conjunto
de pareja, etc.
Hay dos elementos fundamentales planteados por Freud, a partir de los cuales distingue
dos modelos terapeuticos basicos:
- Modelo por vía de porra: se trata de una tecnología que agrega material
- Modelo por vía de lavare: se trata de una tecnología que saca material
Nosotros hacemos acuerdo con este postulado, pero también teniendo mucho cuidado de
que en realidad no solamente se trata de algo que hay que sacar porque de pronto hay algo
más que está por ahí, sino que todo lo contrario, lo que está por ahí ya está, ya estuvo y ya
estará. Que como efecto de la inmanencia se transmuta. Esto implica un devenir temporal,
una noción de articulación temporal y con el espacio de trabajo.
Para poder desplegar la potencia del sujeto el espacio del set debe contemplar las
posibilidades de gestión. Si uno tiene un espacio reducido y chico, no permite una expresión
corporal, pero permite la inventiva de que la expresión corporal pueda ser desarrollada en
otro lugar, no tenemos por que ajustarnos ni agarrarnos del espacio que exclusivamente
manejamos y tenemos. La función terapéutica o analítica no se circunscribe al espacio
específico del set.
Los tiempos reales del encuadre no tiene que ver con las temporalidades de la subjetividad,
sin embargo contratamos por tiempos reales; la resolución del conflicto de las diferencias de
tiempos, es resuelta por el ajuste permanente de los agentes implicados en el proceso. Por
Alejandro Busto
68
eso nuestra clínica está basada fundamentalmente en los emergentes de la producción de
acontecimientos que provocan un devenir.
La situación del espacio y la regulación del tiempo de las frecuencias es algo que debe ser
permanentemente trabajado y no quedar arreglados ni acordados en torno a una doxa que
en todo caso nos limita y es limitante para el otro. En suma esto lleva entonces a la
potenciación creativa, entonces la psicoterapia se transforma en un arte. Nosotros
entendemos que la psicoterapia es una artesanía, en donde lo que se juega es un artesano.
Hay un aspecto de la potencialidad creadora del conjunto de los pacientes.
Se trata de producir agenciamientos de los espacios necesarios para que los actores
produzcan su realidad social y su devenir, en suma se trata de construir una esperanza
posible de un mundo posible, o sea construir un deseo inmanente pleno que libere el
desarrollo de las potencialidades de cada una de las personas que integran estos conjuntos
de trabajo. En suma el trabajo clínico no es una clínica, no existe la clínica, sino el trabajo
clínico como proceso de producción en donde lo que se juega es no solamente el
sufrimiento, sino que también se juega la esperanza de ese mundo posible.
Alejandro Busto
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Berriel, F. y Pérez, R. (2007). La elaboración de un plan de abordaje psicoterapéutico
grupal. En: Alzheimer y Psicoterapia. Clínica e investigación. (pp. 48-52). Montevideo:
Psicolibros Universitario
Una vez definidos estos diferentes impactos de la patología en el grupo afectado, se podrá
realizar un mapa de ruta de la enfermedad, el cual será un insumo básico a la hora de
definir una estrategia de intervención.
2) La estrategia de intervención
Una vez construido el mapa de ruta, se debe construir un plan integral de tratamiento,
singularizado para cada caso. Este plan se construye a partir de las formulacion de tres
preguntas:
1. ¿dónde intervenimos, sobre qué áreas?
2. ¿para qué, cuáles son nuestros objetivos?
Alejandro Busto
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3. ¿Cómo vamos a intervenir, qué tipo de intervención es la más adecuada?
Los objetivos: deben definirse diferenciados según cada área y cada caso. La intervención
en cada área no debe tomarse como algo estático o como un fin en sí mismo, sino ubicarla
dentro del plan general de intervención, en forma sinérgica al mismo. Se apunta a producir
cambios psíquicos en el paciente y su red inmediata. Refiriéndonos al cambio psíquico
como un nuevo posicionamiento subjetivo de cada uno de los implicados en la patología y
favoreciendo los procesos de simbolización de los conflictos. En nuestra propuesta uno de
los principales objetivos operativos es lograr una adaptación activa. Respecto a los objetivos
en el área de los vínculos, estos refieren a la posibilidad de producir y sostener grupalmente
los cambios psicológicos en la persona, así como los funcionales en la red.
Nos interesa dejar claro que el tratamiento farmacológico debe estar subordinado como
apoyo a la principal línea de intervención, que es la psicoterapéutica, orientada desde el
plan integral.
Modelo multidimensional
A pesar de las definiciones que se dan de la demencia pasan por los planos somático y
cognitivo, lo que causa mayor sufrimiento familiar y grupal responde a los otros dos planos
psicosocial y psicoafectivo, que se encuentran muy vinculados al plano sociocultural. De
está forma, mientras el modelo biológico busca las causas en el plano somático y toma los
otros cuatro como consecuencias de este, si invertimos está relación buscando las
condiciones de producción de estas patologías en los 3 últimos y tomamos a los planos
somático y cognitivo como secundarios a ellos, se abre una nueva línea de
conceptualización e intervención en estas patologías. Está perspectiva psicológica de las
Alejandro Busto
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demencias la hemos denominado “Modelo Multidimensional”, el cual implica no sólo una
perspectiva teórica de las mismas, sino que permite también construir herramientas de
intervención psicoterapéutica, según la singularidad de cada caso.
Este modelo que venimos planteando se plasma por tanto en un dispositivo complejo
integrado a su vez por diversos componentes psicoterapéuticos. Implica, como un requisito
ineludible, la constitución de equipos que merecen espacios propios de trabajo de
pensamiento e interacción creativa; y que se propone aportar dialógica, simétrica y
complementariamente al abordaje médico de la enfermedad.
En la investigación, la mayoría de los sujetos del grupo que recibió la totalidad del
tratamiento psicológico presentó mejoría en los diferentes aspectos tratados, respecto a los
sujetos del grupo control que tienden a empeorar.
Alejandro Busto
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Tema 6 - Estrategias desde la perspectiva de la Psicología Social Comunitaria
Todo proceso de intervención implica una forma de conocer y explorar, es decir, que la
metodología en psicología comunitaria se presenta también como estrategias de
investigación.
Una vez respondidas esas preguntas y en relación con la misma situación específica antes
planteada, enumere y jerarquice las ventajas y desventajas de los metodos y tecnicas
considerados como los más adecuados e identifique los siguientes aspectos:
- La distribución de ventajas y desventajas respecto de los agentes internos y
externos. Señale cuales corresponden a unos y a otros.
- Que modos de usar el poder estan presentes en las relaciones derivadas del uso de
esos métodos
- Quien tiene poder y como lo usa
Bibliografía utilizada
Montero, M. (2006). El método en la psicología comunitaria. Cap. 1. En Hacer para
transformar. El método en la psicología comunitaria, (pp. 27-48). Buenos Aires:
Paidós.
Rodríguez, A., Giménez, L., Netto, C., Bagnato, M., y Marotta, C. (2001) De ofertas y
demandas: una propuesta de intervención en Psicología Comunitaria. Revista de
Psicología Universidad de Chile, X (2): 101- 109
Introducción
El objeto, el lenguaje y el método son aspectos constitutivos de una disciplina científica. El
primero define el campo de acción, el segundo rige la definición de los conceptos
explicativos de los fenómenos y procesos considerados propios de ese campo, a la vez que
a través de su empleo marca el sentido, y el tercero determina los modos de aproximación
al estudio de ese objeto y de sus circunstancias. No hay duda de que los objetos de la
psicología comunitaria son la comunidad y los procesos y relaciones psicosociales que en
ella se producen, ambos construidos entre los individuos que integran dicha comunidad y
que reciben asimismo su influencia.
Los valores mencionados van a influir en las prácticas, a la vez que esas prácticas van a
ratificar la necesidad de guiarse por esos valores, tanto en las elecciones metodológicas
como en la transformación de las técnicas empleadas. La relación entre ética, método y
teoría es un aspecto que necesita ser tomado en cuenta para poder comprender el
desarrollo de está rama de la psicología.
Alejandro Busto
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Este método se centra en la investigación-acción participativa que se orienta a la
transformación y búsqueda de conocimiento a medida que transforma y conoce.
Alejandro Busto
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La aceptación de la coexistencia de las contradicciones como parte de la vida no significa
irracionalidad; por el contrario, y la manera de abordar dichas contradicciones no es
negandolas, sino aceptándolas como tales e introduciendo modos de lidiar con ellas, sino
introduciendo modos de lidiar con ellas. Se trata de tomar en cuenta las paradojas de la vida
cotidiana, para plantear una regla paradójica como respuesta; lo cual permite tratar con la
parte inesperada del sentido común.
Por lo tanto debe pensarse, en todas las posibilidades, no desechar ni desdeñar ninguna
información por pequeña que sea; no perder el sentido de totalidad; se deben prever
obstáculos e incorporar recursos sustitutos en caso de que fallen aquellos que se haya
decidido utilizar en primer lugar. Imaginar y diseñar alternativas; guardar espacio para
correcciones, adiciones y sustracciones. Tener y mantener la capacidad de modificar el plan
de acción, haciéndolo tan flexible y dinámico como la situación que se estudia.
¿Cualitativo o cuantitativo?
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Segun Bronfenbrenner (1977), «una investigación se considera como válida
ecológicamente si se lleva a cabo en un ambiente naturalístico y con objetos y actividades
de la vida de cada día»
El método es el instrumento para lograr un fin, y ese fin es la producción de conocimiento,
por lo cual se rige por relaciones de orden epistemológico (de producción de conocimiento,
de saber) y ontológico (esto es, según la naturaleza del objeto de conocimiento). En ese
sentido, el método sigue al problema y a su objeto. Se construye para poder solucionar un
problema, sirviendo a un objeto.
Incluso cuando los datos no sean convergentes, sino que, por el contrario, colidan, son
útiles porque pueden estar mostrando la debilidad teórica o metodológica de las
investigaciones, estimulando la revision y modificacion de los supuestos teóricos iniciales o
incluso el desarrollo de nuevos conceptos teóricos que fortalecerán el conocimiento.
Es importante destacar que combinar es hacer collage. No se trata de unir al azar unos
métodos con otros. Solo se combinan cuando el problema planteado lo amerita.
Por ello, la relación entre agentes externos e internos debe ser horizontal, fundamentada en
el intercambio de saberes y en el diálogo.
Es necesario saber que solo el contacto asiduo permite a los agentes, tanto externos como
internos, distinguir entre los participantes comprometidos y asiduos, los comprometidos y
esporádicos, los incidentales, los ocasionales y los que se limitan a opinar de vez en
Alejandro Busto
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cuando. Pero no hay que generar brechas o erigir barreras entre unos y otros. La
experiencia en trabajos con comunidades indica que no se trata de categorías rígidas y que
el interés, la participación y el compromiso pueden originarse a partir de contactos breves.
Tales situaciones necesitan ser sometidas a una reflexión crítica en la cual se activen
procesos cognoscitivos que sometan a examen lo que se hace o se dice buscando sus
orígenes y causas, sus relaciones, los intereses a los cuales responden y las razones para
mantenerlas. Para ello, es necesario generar un proceso en el cual las respuestas o
explicaciones habituales produzcan una movilización en la conciencia ante la falta de
sustentación de las explicaciones trilladas y la comprensión de la contradicción o de la
ausencia de fundamentación.
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exclusión, opresion; reproducción acrítica de un conocimiento recibido o impuesto, que no
responde a la condición en que se vive.
Y al hacerlo, examinan la relación entre ese conocimiento y otras posibilidades de vivir y de
conocer, contextualizadas, es decir, situadas temporal y espacialmente y con posibilidad de
ser transformadas.
Problematizar es entonces una estrategia para desarrollar la conciencia crítica que, a la vez
que se desarrolla en la reflexión y en la acción, produce a través de ambas la
transformación de las circunstancias naturalizadoras y alienadoras. La problematización
sensibiliza, desnaturaliza, establece las bases cognitivas y afectivas para producir una
motivación de cambio que se traduce en acciones concretas de transformación.
Alejandro Busto
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Se moviliza así el campo cognoscitivo y se inicia un proceso que desnaturaliza,
desideologiza y concientiza. Esto ocurre a partir del rechazo o la desconfianza crítica
producida por el examen de situaciones y relaciones concretas que afectan las vidas de las
personas. Este examen muestra las contradicciones presentes en el objeto problematizado,
así como sus nexos con intereses sociales, económicos y políticos, que suelen ser también
cuestiones relacionadas con el poder.
Es relevante destacar que debido al carácter dialógico del proceso, otras formas de
proceder pueden ser generadas en la praxis, lo cual no solo es deseable sino también
necesario. A los fines de socializar el conocimiento producido en la
investigación-intervención participativa, es conveniente registrar cuidadosamente los pasos
que se han dado y que han sido exitosos, analizando las condiciones que determinaron el
éxito, para luego compartirlas con otras comunidades: científica, académica, otros grupos
comunitarios.
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En está técnica es necesario garantizar:
1. Que todos los participantes tengan la misma oportunidad de expresar sus ideas
2. Si se trata de un dibujo grupal, que los miembros de ese grupo discutan y decidan
previamente que van a hacer y por que lo van a hacer de determinada manera,
además de organizarse internamente.
3. Se debe observar y tomar nota de lo que ocurre en los grupos.
4. Debe distribuirse con cuidado el tiempo del cual se dispone para hacer este tipo de
trabajo.
5. La tarea de los agentes externos comprometidos con este trabajo es organizar
la aplicación del procedimiento; observar la forma de trabajo de los grupos y
registrar expresiones sobre el tema trabajado; presentar las observaciones
sobre cada grupo cuando estos hayan terminado de presentar su obra; hacer
preguntas problematizadoras en función de lo presentado, observado y
discutido. Facilitar la discusión dando oportunidad de participar a todas las
personas presentes.
6. Las conclusiones deben surgir del grupo, incluyendo a los agentes externos e
internos facilitadores.
Cuando se trabaja en grupos es posible acudir a técnicas que exijan trabajar con muchas
personas al mismo tiempo. Se busca producir el efecto de problematizar simultáneamente
en un número relativamente elevado de personas. Pueden ser juegos, ejercicios o
representaciones que metafóricamente expresen los elementos de determinada situación
problemática o de interés para la comunidad.
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3- La reunión de discusión-reflexión colectiva y crítica
Estas reuniones de discusión-reflexión colectiva son una etapa obligada en muchas de las
fases de los diferentes tipos de trabajo comunitario. Se puede incluso decir que la
indagación, investigación o intervención no estarán completas si no se incluye este
procedimiento.
Como en toda discusión de grupo es necesario seguir las normas que rigen este tipo de
situación: organización; participación de todos los asistentes; observación y respeto del
derecho a la palabra; conducción democrática; elección de un lugar cómodo, tranquilo,
donde los participantes se sienten a sus anchas. La organización es fundamental si se
esperan tener resultados de interés. Una reunión que no arriba a alguna conclusión, que no
tiene un desarrollo claro y que es percibida como caótica suele producir en las personas
participantes irritación, sentimientos de pérdida de tiempo y credibilidad en lo que se está
haciendo.
Está pregunta de cierre, que en realidad abre un nuevo, pero breve, espacio reflexivo,
puede ser muy útil. No es obligatorio hacerla siempre, pero a mi me ha dado resultado, aun
en reuniones de otra índole, tales como las de trabajo.
Está pregunta se centra siempre sobre lo ocurrido en la sesión y por lo tanto significa que el
facilitador debe estar muy atento y observar cuidadosamente lo que ha ocurrido entre los
participantes.
En las sesiones es necesario tomar en cuenta ciertos aspectos propios del objetivo a
alcanzar:
- Los facilitadores no deben acaparar el tiempo destinado a la discusión con sus
intervenciones. Por lo tanto, deben hacer preguntas u observaciones no solo en
momentos pertinentes, sino además imprescindibles en función del rumbo de la
discusión.
- Se debe entender que el asunto discutido, por estar ligado a aspectos
problemáticos, no suele agotarse o quedar zanjado en una sola reunión.
- Las reuniones de discusión-reflexión deben ser planificadas junto con miembros de
la comunidad
- Los objetivos de la reunión deben estar definidos. No se moviliza a personas de una
comunidad para tener una conversación interesante, ya que muchas veces no se
dispone de mucho tiempo.
- Ninguno de los dos agentes deben imponer sus puntos de vista, pues en tal caso
estarán agregando más conocimiento impuesto que no ha sido discutido
- Los facilitadores no deben asumir tonos y gestos didácticos, protectores,
magistrales. Es necesario partir del hecho de que las personas tienen opiniones,
conocimientos y sentimientos sobre los cuales es necesario trabajar. Pero ese
trabajo es solo facilitado desde fuera, pues es su conciencia la que va a movilizarse
y ese es un trabajo que hace cada persona desde sí misma en una situación grupal.
Alejandro Busto
85
Es decir, se da en sociedad, pero a la vez individualmente, pues todo trabajo
individual es social y todo trabajo colectivo está hecho a partir de una suma de
individualidades.
Alejandro Busto
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2. Cuando un grupo social relevante define algunas condiciones como problema y pone
en marcha acciones para su solución
La responsabilidad colectiva sobre estos factores es una de las diferencias más importantes
entre lo que son problemas personales y problemas sociales. Estos últimos, son afectados
por las formas de organización social o la evolución de las prácticas sociales. La solución de
los problemas que surgen, entonces, lleva consigo una responsabilidad colectiva que, en el
caso de los Estados modernos se atribuye al Estado como representante de la ciudadanía.
Para la perspectiva que propone que un problema social surge cuando grupos de
presión definen algo como problema, “existe un problema social cuando un grupo de
influencia es consciente de una condición social que afecta a sus valores, y que puede ser
remediada mediante una acción colectiva." Segun está definicion son necesarias ciertas
condiciones para que algo sea erigido como problema social:
1) La conciencia de un grupo de que existe un problema que les afecta
2) La influencia de este grupo para lograr que el problema ubicado sea considerado
como tal por otros agentes sociales
3) La posibilidad de actuar para buscar su solución; es decir, la posibilidad y
deseabilidad de la transformación de la condición problemática.
En este caso, la asunción de base es que es posible “convertir” alguna condición social
específica en problema social a través de la influencia que pueda tener un grupo dado en su
definición y que pueda conseguir que las instituciones y equipos de intervención también lo
vean como relevante e introduzcan recursos para su solución. A diferencia de la postura
anterior, en esta postura ciertos grupos sociales erigen un tema como problema al ver
afectados sus intereses como grupo. Se asume que existen diferentes grupos sociales y
que estos tienen intereses diferentes y, a veces, contrapuestos.
Desde nuestro punto de vista, ambas posturas se ubican en una forma de entender lo real y
el conocimiento de lo real que parte de premisas parecidas. Ambos modelos explicados se
basan en ciertas premisas:
1. La idea de que existen condiciones sociales determinadas en una sociedad
2. Que estas condiciones pueden ser convertidas en problema visible por parte de
grupos de presión o instituciones (movimientos sociales, científicos, políticos)
Alejandro Busto
87
3. Que afectan a los individuos y grupos sociales creando situaciones de malestar
social.
Para poder llevar a cabo la intervención social desde estas premisas debe ser posible:
1. El conocimiento de las condiciones que son problemáticas en un momento dado
2. La atención de las situaciones problemáticas por parte de las diferentes instituciones
competentes para darles solución
3. Las técnicas y recursos para implementar intervenciones que solucionen el malestar
causado por los problemas sociales.
Las perspectivas participativas sostienen que los problemas sociales son producto de las
relaciones de asimetría presentes en la sociedad. La explotación (económica, cultural,
social) de los seres humanos en el sistema capitalista es el problema social fundamental al
cual apelan estas posturas. Además, las contradicciones fundamentales de este sistema
son ocultadas por contenidos de conciencia que no permiten su adecuada representación
por parte de la mayoría de las personas. Esto tiene como función la manutención y
reproducción de las relaciones de dominación que sostienen esta realidad y la relativa
imposibilidad de movilización para la transformación.
Aunque las relaciones de opresion estan enmascaradas por los elementos ideológicos
presentes en la sociedad, estas son cognoscibles o bien a través de la reflexión científica de
las causas y mecanismos de manutención de las relaciones sociales o bien a través del
diálogo entre personas que sufren directamente la opresion del sistema social e
intelectuales comprometidos con el cambio social. A partir de está conciencia de estas
condiciones de opresion son posibles las movilizaciones colectivas hacía la transformación
de ciertas condiciones sociales.
Alejandro Busto
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protagonizan, a través de su participación, la propia definición de aquello problemático y de
las vías de solución posibles.
La representación de la realidad
Para proponer una forma alternativa de entender lo que podría ser digno de transformación
desde espacios de acción colectiva o de intervención social, aceptaremos el carácter
construido de la realidad enmarcada en contextos históricos y sociales donde procesos de
transformación social se pueden llevan a cabo y la imposibilidad de una mirada total que
pueda definir cuáles son los problemas sociales que afectan a una sociedad. También
utilizaremos la noción de articulación de Laclau y Mouffe (1985) como concepto que
describe los mecanismos de creación de puntos nodales específicos que fijan los
significados para definir "aquello problemático".
Alejandro Busto
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En este sentido, no hay un significado literal anterior de las articulaciones que definen algo
como “problemático”, no hay encadenamiento que sea verdadero en sí mismo, inscrito en la
naturaleza del problema. Cual discurso puede llegar a ser dominante con respecto a la
problemática depende de los juegos de poder y antagonismos, cuyo resultado no está
garantizado por ninguna relación necesaria o “alianza natural”.
Las alianzas que producen antagonismos, las formas de entender que se construye como
problemático o las posibilidades de acción es una cuestión política. La politización no cesa
nunca, dado que la indecibilidad (esto es la contingencia de los significados sociales) sigue
habitando la decisión (la fijación de significados en un momento dado). Cada consenso
aparece como la estabilización de algo esencialmente inestable y caótico e implica alguna
forma de exclusión. El caos y la inestabilidad son irreductibles. Esto implica a la vez un
riesgo y una posibilidad, dado que una estabilidad permanente implicaría el fin de la política
y de la ética.
Está perspectiva posibilita iniciar un diálogo sobre formas de acción social que eviten las
maneras en las que se ha conformado la "otredad" y las "situaciones problemáticas" en la
literatura propia de los modelos actuales de intervención social (modelo de criterios
objetivos y modelo de grupos de presión).
Rodríguez, A., Giménez, L., Netto, C., Bagnato, M., y Marotta, C. (2001) De ofertas y
demandas: una propuesta de intervención en Psicología Comunitaria. Revista de
Psicología Universidad de Chile, X (2): 101- 109
El contrato de trabajo con los destinatarios supone esa reflexión previa que posibilitará el
“establecimiento de la relación inicial”. Permite un ajuste de expectativas a la vez que obliga
a recortar el campo de trabajo. En este sentido, implica dejar cosas afuera, tomar
conciencia de los límites y llevar la intervención al campo de lo posible.
Alejandro Busto
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Las intervenciones comunitarias pueden fundarse de diversas formas:
1. A partir de un pedido formulado directamente por la comunidad
2. A partir de un pedido formulado por un tercero
3. A partir de una oferta, cuando no aparece un pedido y la intervención se genera
desde la oferta de un servicio
En todos estos casos, la estrategia será distinta pero siempre supondrá transitar por la
construcción de un vínculo para posibilitar el desarrollo de un trabajo.
Conceptos claves
Para posibilitar el análisis del momento inicial de la intervención hay 4 términos, que a
nuestro criterio deben ser abordados, tanto en la especificad de cada uno de ellos, como en
su interrelación.
Necesidades
Según cual sea su origen perceptivo las necesidades pueden clasificarse en:
1. Normativas o inferidas: las necesidades surgen de la comparación que un agente
externo realiza entre la realidad y un canon preestablecido
2. Sentidas: son las propias personas que las manifiestan explícita o implícitamente
La matriz de necesidades y satisfactores propuesta por Max Neef (1986) constituye una
interesante herramienta diagnóstica para trabajar junto con los diferentes sujetos
comunitarios en la delimitación de los problemas y sus posibles alternativas.
Los satisfactores no actúan colmando las necesidades sino que constituyen los modos
culturalmente establecidos para actualizarlas de forma continua y renovada. Existen
diferentes tipos de satisfactores y no todos posibilitan vivir las necesidades con igual
intensidad y plenitud.
Alejandro Busto
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Pedido
La autopercepción de las necesidades supone que las personas nos podamos reconocer
como carentes. Ello incluye la desilusión y la ruptura de la omnipotencia, el reconocimiento
de los límites. Pero a la vez, la necesidad es potencialidad en tanto se constituye en un
motor que nos pone en movimiento para buscar su satisfacción y para pedir ayuda cuando
la misma se hace necesaria. La explicitación del deseo de satisfacer las necesidades y de
resolver los problemas con la ayuda de un otro, se constituye en la formulación de un
pedido. El pedido es entonces la explicitación de la necesidad de ayuda, dirigida a
quien o quienes se cree podrán responder a la misma.
La demanda no puede ser entendida sin considerar su relación con la oferta. Es solo desde
está última, que la primera se puede desplegar. Dicho interjuego está siempre presente,
exista o no un pedido de intervención.
Cuando existe un pedido explícito, el mismo se genera desde la idea de que alguien puede
darle respuesta. Dicho pedido merece una lectura y una problematización en el seno del
vínculo entre el técnico y quien lo formula. Se producirá allí algo novedoso para ambos.
Nos referimos a una construcción entre ambos términos de la relación. Si bien la realidad
preexiste a la presencia del técnico, cuando el agente externo entra en contacto con la
misma, se genera un campo intersubjetivo que modifica a los actores en juego y genera
nuevos procesos determinados por esa relación. Dicha construcción puede tener sentidos
diferentes en las situaciones antes descritas.
Problematizar supone entonces abrir un espacio para la comprensión, romper con la mirada
ingenua y con la idea de que la realidad es una y podemos ir a su encuentro mediante un
camino lineal. Problematizar supone abrir el espacio para la complejidad y para la dinámica
de la realidad, rompiendo sin embargo con la fantasía omnipotente de poder aprehenderla.
Alejandro Busto
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Este momento de la intervención es un momento de apertura, tendiente a posibilitar el
desarrollo de un trabajo que genere algún tipo de cambio en la situación planteada y el
sentido de dicho cambio surgirá de este encuentro. La respuesta directa al pedido y sin
cuestionamiento alguno, puede implicar un cierre a dichas posibilidades.
Sin embargo, no siempre estan dadas las condiciones para dar lugar a un intercambio y
problematización del pedido. En ocasiones, responder directamente a lo que se pide, se
constituye en una táctica de trabajo que facilita la construcción de un vínculo de confianza y
abre la posibilidad de que la palabra del técnico sea escuchada. La reflexión conjunta en
torno al pedido, podrá realizarse en un momento posterior, a veces como “cierre” de la
intervención.
Las condiciones para interrogar directamente el pedido pueden no estar dadas por
diferentes razones:
- Por el tiempo real con el que se cuenta
- Por las urgencias que nos plantea el colectivo con el que vamos a trabajar lo cual
determina una necesidad de dar respuestas inmediatas
- Por los tiempos internos del colectivo
Una actitud estrategia que permita valorar a cada momento los límites y posibilidades, los
obstáculos y los facilitadores, es fundamental para poner los objetivos de la intervención al
alcance.
O puede partir de un diagnóstico acotado a una situación particular, que permita determinar
la pertinencia de la propuesta de trabajo con determinado sector de la población. Requerirá
por parte del psicólogo una serie de acciones tendientes a involucrar en la propuesta a los
actores de la comunidad. Y en ese proceso deberá darse lugar a la flexibilidad necesaria
para la introducción de los cambios que la situación requiera. De no existir articulación con
las necesidades del otro la intervención no será posible. En esa articulación es que se va
construyendo la demanda, lo cual requerirá de un proceso de análisis permanente.
Encargo
La formulación del pedido lleva consigo una serie de depositaciones en el psicólogo. A ello
nos referimos cuando hablamos de encargo. Depositaciones que implican el reconocimiento
de un saber y de una autoridad en el profesional y que por tanto posibilitan una intervención.
Y también depositaciones que obstaculizan, en la medida que significa poner en manos de
otro la resolución de la situación, sin dar lugar a un intercambio donde ambos términos de la
relación tengan un papel activo y protagónico.
Será imprescindible entonces, aceptar una parte de la depositación para poder trabajar,
aquella que nos legitima en el lugar de poder brindar algún tipo de ayuda a quienes la
necesitan.
La participación no se presenta de manera aislada, sino junto a otros procesos, para los
cuales constituye un eje articulador o promotor. Algunos de estos otros procesos son, por
ejemplo, la organización comunitaria y de la sociedad, el poder, la concientización, la
apropiación, etc. Arango (1996) enfatiza en los procesos socio-cognitivos, ya que las
acciones participativas son acordadas reflexivamente y se basan en la cooperación,
solidaridad y ayuda mutua. También se la vincula con el compromiso en una relación
dialéctica, donde la participación debe ser comprometida y el compromiso debe ser
participativo.
Alejandro Busto
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Características de la participación
Las formas de calificar las modalidades de participación varían según los aspectos que
enfaticen. Tenemos entonces, la participación:
- Activa: es dialógica, crítica y se asocia a una conciencia reflexiva
- Pasiva: es acrítica y se vincula con una conciencia mágica
Tipos de participación
Una pretensión de la participación en, con y de las comunidades es que, en el tránsito hacía
lo público, sus integrantes se organicen, cohesionen, e incrementen y amplíen su poder
decisional y esfera de actuación en las políticas públicas relativas a sus requerimientos. De
allí que la co-implicación de los distintos tipos de participación, al igual que su expresión en
el reconocimiento del sujeto comunitario y de los derechos ciudadanos, y su materialización
en la equidad y la justicia social.
Alejandro Busto
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Bondades-riesgos y desafíos-rutas
La participación suele tener una connotación positiva, por las ventajas que brinda en los
planos intelectual, emocional, relacional, ético y político, y en general, por las posibilidades
que ofrece de involucrar a las comunidades en el fomento de su autonomía y además
reivindicaciones ciudadanas.
Sin embargo, existen formas de estimular y ejercer la participación que, encubiertas con
calificativos socialmente deseables (auténtica, liberadora, etc) apoyan propósitos ajenos a
los exigidos por las y los participantes. Como diría Fals-Borda, no todo lo que se designa
como participación es participativo.
Se han creado mitos o distorsiones que llevan a idealizar la participación, entre ellas,
asumirla como buena per se, como vía idónea para el éxito. Cuando se trata de la
participación institucionalizada, se suele exhortarla sin un liderazgo adecuado; sin
capacitación de los involucrados; reiterando el empoderamiento, sin claridad de lo que
implica ni cómo alcanzarlo. En términos generales los riesgos referidos evidencian las
direcciones que puede tomar la participación, dependiendo de las intenciones y posturas
políticas e ideológicas de quienes las lideran, y es alli donde el compromiso etico y politico
de los profesionales debe colocarse al servicio de los sectores y propósitos de una
participación coherente con los principios y valores de la psicología social comunitaria,
enfrentando las resistencias y los conflictos que emerjan, con apoyo de los recursos que
brinda la disciplina: familiarización, reflexividad, concientización, etc.
Para evitar los riesgos mencionados, se han propuesto un conjunto de criterios que
direccionan la participación hacía la emancipación de sus actores, entre ellos:
- Analizar las formas y relaciones de poder
- Analizar el grado de autogestión del proceso y los espacios participativos a fin de
propiciar los modos de empoderamiento
- Analizar los ámbitos de participación acordes con los objetivos planteados
El posicionamiento ético y político, no debe deslindarse de las demás dimensiones del
paradigma asumido, ni de la formación y ámbito de desempeño de sus proponentes y
practicantes. Dichas dimensiones conforman una totalidad, de modo que las
aproximaciones teóricas, epistemológicas, metodológicas, éticas, políticas, etc. a la
participación deben ser congruentes entre sí.
Alejandro Busto
96
participantes, objetivos de la investigación, aunque todos estos aspectos estén presentes en
el proyecto llevado a cabo.
Otras estrategias son designadas con base en modos alternativos de posicionarse los y las
investigadores ante el proyecto participativo y relacionarse con sus actores.
Es importante destacar que una misma estrategia puede ser aplicada para abordar
diferentes temas, o, como un mismo tema puede ser estudiado desde diferentes
estrategias. Existen una multiplicidad de métodos para la producción de información
utilizados para abordar la participación, y usualmente se combinan varios de ellos. A partir
de esto puede suponerse que no existe una correspondencia directa y generalizable entre
temas y aproximaciones, sino que cada problema es tratado a la luz de sus particularidades
e intereses y decisiones de los investigadores.
Los juegos también han sido utilizados como recursos para generar reflexión crítica y
concientización, como condiciones para una praxis transformadora. Se han empleado para
promover la cohesión social en proyectos comunitarios, y se ha evidenciado que la
interacción durante los juegos es más efectiva que el aporte de información para los
objetivos planteados.
Alejandro Busto
97
Conclusiones
Alejandro Busto
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Tema 7 - Dispositivos y tecnologías de intervención de la Psicología Social
Taller - Bibliografía
Redes - Bibliografía
Cartografía - Bibliografía
Orihuela, M., Martinelli, V., Kastrup, V., & Passos, E. (2020). Cartografiar es trazar un
plano común: Traducción del artículo: Cartografar é traçar um plano
comum. Cardinalis, (15), 347–369.
Alejandro Busto
99
Grupo Operativo
La función del observador consiste en analizar los efectos de la acción del coordinador
sobre el grupo, para que, ya sea a través de la lectura de emergentes o mediante el rescate
a posteriori de la dinámica grupal mediante la lectura del registro, el coordinador pueda
reubicarse, detectando los puntos de sutura a la fantasía grupal.
El observador siempre participa del proceso, aunque no hable. El hablar no define el nivel
de participación.
La intervención del coordinador del grupo operativo se limita a señalar las dificultades que
impiden al grupo enfrentar la tarea. Dispone para ello de un ECRO a partir del cual intentar
descifrar esas dificultades. Irá proponiendo al grupo lashipotesisque le permitan tomarse a
sí mismo como objeto de estudio e ir revelando las dificultades que aparecen en la
comunicación y en el aprendizaje.
Un coordinador no está allí para responder a preguntas sino para ayudar al grupo a formular
aquellas que permitiran el enfrentamiento de los miedos básicos.
Alejandro Busto
100
Pichon Rivière, E. (1985). Estructura de una escuela destinada a la formación de
psicólogos sociales. En El Proceso Grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social,
(pp. 149-160). Buenos Aires: Nueva Visión
La técnica de grupo creada por nosotros, llamada de grupos operativos, se caracteriza por
estar centrada en forma explícita en una tarea que puede ser el aprendizaje, la curación, el
diagnóstico de las dificultades de una organización laboral, la creación publicitaria, etc. Bajo
está tarea explícita subyace otra implícita, que apunta a la ruptura, a través del
esclarecimiento de las pautas estereotipadas que dificultan el aprendizaje y la comunicación
significando un obstáculo frente a toda situación de progreso o cambio.
El ECRO es el punto focal del aprendizaje general, permitiéndonos integrar a través del
grupo las experiencias que permitirán la instrumentación. La praxis en la que teoría y
práctica se integran en una fuerza operativa, instrumento de transformación del hombre y
del medio, está en la base del método.
Los emergentes de apertura deben ser cuidadosamente registrados, ya que todo material
va a ser retrabajado durante la sesión y es dable observar como reaparece ya modificado
en el momento del cierre.
Alejandro Busto
101
Taller
(...) un dispositivo de trabajo con grupos, que es limitado en el tiempo y se realiza con
determinados objetivos particulares, permitiendo la activación de un proceso pedagógico
sustentado en la integración de teoría y práctica, el protagonismo de los participantes, el
diálogo de saberes, y la producción colectiva de aprendizajes, operando una transformación
en las personas participantes y en la situación de partida.
De este modo, el taller como dispositivo dispone un campo de trabajo y una serie de
elementos en relación a partir de una definición estratégica (determinados objetivos).
Alejandro Busto
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La pedagogía de la praxis y el proceso de transformación
Sistematización: el taller puede también ser una metodología a utilizar como parte de una
estrategia de sistematización de una experiencia, en tanto permite analizar elementos del
proceso de desarrollo de dicha experiencia, en función de determinados ejes de análisis,
Alejandro Busto
103
procurando reconstruir, deconstruir y reflexionar críticamente sobre el proceso realizado,
con el fin de objetivar aprendizajes colectivos
Análisis de una temática: abordaje colectivo de una temática para su discusión, por
ejemplo, un análisis de coyuntura -el cual puede ser parte de un diagnóstico-
Es necesario considerar dos puntos de partida, uno de orden estratégico, y otro de orden
metodológico.
Consiste en tener en cuenta los objetivos que se pretende alcanzar: el “para qué” de la
realización del taller. Las características que adopte el taller, su duración, contenidos, las
técnicas que se utilizarán, así como la estrategia de difusión, registro y evaluación, serán
diferentes según se trate de un taller de formación, de diagnostico, de planificación, de
evaluación, o bien de un taller de análisis de coyuntura.
Consiste en partir del conocimiento de las personas participantes, sus intereses, historia,
códigos culturales y comunicacionales. Esto implica tanto el momento de la planificación del
taller, como el momento de trabajo en el taller, su desarrollo.
A la hora de planificar un taller es importante tener en claro para que se quiere realizar, así
como partir de un conocimiento de las personas que participaran. Si no se tiene en cuenta,
por ejemplo, que el principal canal de comunicación de un grupo es el oral y no el escrito y
se propone una dinámica basada en la escritura, se estará cometiendo un error
metodológico fruto de no considerar este conocimiento previo.
Si el taller se realiza con personas que no se conocen entre sí, o que no conocen al
coordinador, resulta importante considerarlo al momento de planificar el taller y seleccionar
las técnicas que se utilizaran; al tiempo que será necesario prever un momento inicial para
la presentación de los asistentes.
Alejandro Busto
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Guia para la planificación de un taller
Para planificar un taller resulta importante tener en cuenta los siguientes elementos:
a- Objetivos: ¿que se busca con el taller? Es importante tener claros los objetivos que se
busca alcanzar con el taller, por un lado para poder ver qué cosas pueden lograrse con
este, y cuáles no; y por otro para poder luego hacer una adecuada evaluación, valorando el
taller en el marco de la totalidad del proceso.
c- Contenidos: en función de los objetivos que se persigan con el taller, los contenidos que
se quieran trabajar en él y las características de los participantes, se analizará la estrategia
del abordaje de los contenidos, la secuencia lógica de su tratamiento, los tiempos a dedicar
a cada tema, y las técnicas específicas que se utilizarán (dinámicas de caldeamiento y
presentación, técnicas dramáticas, etc).
Una vez planificado el taller, resulta útil elaborar un guión de los contenidos que se
trabajarán, las técnicas que se utilizaran, el momento de cada contenido y el tiempo
dedicado a cada momento. Este guión consiste en un punteo ordenado de la estructura del
taller y la articulación de sus momentos y contenidos, que será de utilidad a la hora de
coordinar el taller, llevar adelante la planificación, y eventualmente adoptar decisiones que
cambien parcialmente la planificación prevista.
El taller comienza antes del taller. Es decir, comienza en la planificación del mismo. Así, el
taller incluye tres momentos diferenciados:
En cualquiera de los dos niveles pueden utilizarse diferentes técnicas para realizar la
evaluación, documentarla y convertirla en material de aprendizaje.
Alejandro Busto
106
Otros elementos a tener en cuenta
Un primer aspecto a considerar a la hora de seleccionar una técnica refiere a tener en claro
el “para que”, los objetivos que queremos lograr con dicha técnica. Un primer aspecto
condicionante será la temática del taller, si se trata de uno de evaluación o de formación,
por ejemplo; y dentro de esto, si se trata de una técnica de caldeamiento o que se utiliza
para fomentar un mejor análisis de un tema.
Un segundo aspecto refiere a las características del grupo con el que se va a trabajar. Si los
participantes no se conocen entre sí no conviene recurrir a técnicas que impliquen un alto
compromiso grupal, un alto grado de exposición personal y confianza mutua. En estos
casos es aconsejable utilizar técnicas menos invasivas. Conviene además tener un abanico
de técnicas posibles para cada momento de modo de poder elegir la mejor en el momento,
según la situación que se encuentre al comenzar el taller.
El tercer criterio para la selección de una técnica está dado por el tiempo con que se
dispone para trabajar.
Por último, es importante que se utilicen las técnicas con creatividad y flexibilidad. Nunca es
realizada una técnica dos veces del mismo modo, sino que cada contexto y cada grupo
configuran una situación inédita en cuya inmanencia se debe actuar, evitando escudarse en
la rigidez de un procedimiento estandarizado.
Alejandro Busto
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Procedimientos de aplicación de las técnicas
Alejandro Busto
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García, D. (1997) El taller como espacio de aprendizaje. En: El grupo. Métodos y
técnicas participativas (pp. 20 - 25). Buenos Aires: Lugar Editorial
El tiempo-espacio para la reflexión es tan rico como el anterior. En él se repiensa acerca del
cómo se sintió la experiencia y que ideas aporta, desde ese pensar, cada integrante, con lo
cual se van hilvanando distintos contenidos más emocionales que conceptuales, en relación
con las técnicas disparadoras. Esos contenidos se dejan en suspenso hasta la siguiente
etapa, en la que se busca articular aquel hacer con el sentir para producir nuevas hipótesis
que llevaran a la síntesis y conceptualización final.
Se entiende al aprender como aquel proceso que lleva a todo sujeto humano a inquirir,
indagar, investigar la realidad y que le permite tomarla para producir las modificaciones en
ella, al mismo tiempo que se realizan en el propio sujeto. De alguna manera, ese transitar
por las diferentes experiencias, lo llevan a ratificar o rectificar modelos aprehendidos,
actitudes, comportamientos. También, durante la tarea educativa, se movilizan las
estructuras personales, rompiendo con los estereotipos que no ayudan a crecer.
Todo aprendizaje parte de una experiencia previa y de una red de interacciones, que en el
taller se ponen de manifiesto. Por lo tanto, el taller puede convertirse en un lugar de
vínculos, de participación, donde se desarrollan distintos estilos de comunicación y, por
ende, un lugar de producción social de objetos, hechos y conocimientos.
El espacio del taller se inicia con la presentación de un problema, a partir del cual se da un
proceso de desestructuración, de deconstrucción, para llegar a través de los pasos
sucesivos a una nueva estructuración.
Alejandro Busto
109
La dinámica que se produce en el taller, en tanto grupal, va generando un proceso
educativo,un aprendizaje, pero al mismo tiempo, efectos terapéuticos por cuanto aparecen
conflictos personales intersubjetivos que se ponen n juego durante la experiencia y que es
posible visualizarlos a la luz de la explicacion, en un ambito de comunicacion y confianza
que se facilita en el taller y que ayuda a pensar y co-pensar con el otro.
Objetivos
Para planificar el taller propiamente dicho tenemos que pensar en él/los objetivos. Estos
pueden definirse como conductas deseables a alcanzar en un tiempo determinado y a las
que se procura llegar a través de acciones previstas y por medio de recursos efectivos. Las
acciones hacen referencia a todo movimiento consciente o inconsciente que realiza todo ser
humano o grupo social.
Alejandro Busto
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Deben estar expresados claramente, de forma preciosa y, en lo posible, en positivo. Deben
estar planteados en función de los sujetos que deberían modificar su comportamiento.
Si los objetivos estan pensados en conductas a lograr, sin tener en cuenta un contenido,
están mal formulados, por cuanto yo puedo decir que la conducta esperada es que las
personas puedan escribir, pero si no le agrego el contenido de la descripción, el objetivo
está inconcluso.
Es muy importante estar atento y con amplia escucha en este momento de la vivencia, que
puede ser dialogada, jugada con diversos materiales o dramatizada, para poder reflexionar
después de la experiencia.
Redes
El concepto de RED provee una nueva perspectiva sobre las jerarquías. Estas son
concebidas como diferentes niveles de complejidad con diferentes leyes operando en cada
nivel.
El planteo puede sintetizarse en que la trama de la vida está constituida por redes dentro de
redes. En este sentido, se concibe que una comunidad humana es sostenible cuando es
consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros.
Los diversos niveles de abordaje nos plantean un enfoque multidimensional, desde el cual
todo foco es justamente eso: un foco, a los efectos de la intervención, el estudio o el análisis
de un hecho social o colectivo. Al realizar está focalización nos hacemos cargo de la
exclusión, que es inseparable de la inclusión, por lo cual podemos operar integrando
ambas.
En todas las situaciones, este mapeo implica una gestión de búsqueda de información para
promover posibilidades de cambio en las condiciones de vida de la población que provee
dicha información. Este cambio está orientado hacía la visibilización de recursos,
optimización de la participación de los mismos, redefinición de problemas, entre otros.
Siempre implican un análisis situacional, basado en la significatividad de la misma para la
persona involucrada o del problema definido como prioritario para un colectivo.
1- En primer lugar, para graficar la dinámica de las relaciones personales. En estos casos,
el mapeo se realiza en conjunto con la persona que plantea un problema o con un allegado
de la misma.
Existe evidencia comprobada de que una red personal estable, sensible, activa y confiable
protege a las personas de las enfermedades, actúa como agente de ayuda y derivación,
afecta la pertinencia y la rapidez de la utilización de los servicios de salud, acelera los
Alejandro Busto
112
procesos de curación y aumenta la sobrevida, es decir, la red que tiene está características
es salutogénica.
Sin embargo, muchas de estas cuestiones podrían ser resueltas, y por lo tanto incidir en el
incremento de la calidad y la eficiencia de la atención y del cuidado de la salud, si se
considera la perspectiva de red social de inserción de la persona o paciente ya desde el
ingreso del mismo a la institución y luego en su entorno social.
Desde está propuesta, la importancia del abordaje radica en la interconexión entre los
diversos integrantes del equipo de salud, en forma primordial, y con los integrantes de la red
social del paciente, de modo articulado y coherente.
La admisión es una situación clave para interrogar acerca de su red de inserción, la cual
debería formar parte de su historia clínica. Cabe aclarar que el interrogatorio sobre la red no
se limita a preguntar y registrar un listado de nombres. Sino que más bien lo que interesa
es, por ejemplo respecto al grupo familiar, cuáles son las relaciones más significativas.
Según Sluzki, la red social personal es la suma de todas las relaciones que un individuo
percibe como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la sociedad.
Está red contribuye sustancialmente a su reconocimiento como individuo y constituye una
de las claves centrales de la experiencia individual de identidad, bienestar, competencia y
protagonismo, incluyendo los hábitos de cuidado de la salud y la capacidad y adaptación a
una crisis.
La importancia de los distintos grupos de relaciones intenta focalizar sobre una situación
que no ha sido considerada sistemáticamente por los prestadores de salud. Cuando se
logra traspasar el límite de considerar al paciente como alguien aislado, descontextualizado,
el grupo que se ha privilegiado es el familiar. La importancia central que nuestra sociedad
ha dado a la consanguinidad, ha llevado a que en situaciones en que ésta se halla
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debilitada, no puedan considerarse la importancia de otros lazos que poseen los mismos
atributos que los vínculos familiares.
Sería importante realizar la historia clínica en términos de considerar la red social personal.
La red social personal podría ser registrada mapeando las relaciones en un diagrama
construido en interacción del consultante.
Este mapeo posibilitaria contar con un banco de recursos que puedan operativizar acciones
que incluso trascienden el área de la salud.
Las redes comunitarias han tenido una evolución muy interesante. Los diseños se realizan
en micropoblaciones. La información se obtiene cotidianamente con la captación de los
actores sociales, quienes no solo la proveen sino que son informados acerca de los
resultados obtenidos. Estos se visualizan en un “mapa”, que es dinámico, compartido y
enriquecido por todos los involucrados en la resolución del problema planteado.
Está perspectiva de análisis de las redes nos implica la reflexión permanente acerca de la
imposibilidad de manejarnos con un pensamiento apriorístico y por lo tanto con
herramientas que funcionen como aparatos de captura de lo que es en sí un movimiento
dinámico, fluido, asincrónico y multidimensional.
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Por esto, desde está perspectiva analizamos las redes en conjunto con los actores
involucrados, incluyéndonos no como un observador externo sino presente en el campo del
mapeo, situacionalmente a tono con el problema necesario de resolver.
Cartografía
Orihuela, M., Martinelli, V., Kastrup, V., & Passos, E. (2020). Cartografiar es trazar un
plano común: Traducción del artículo: Cartografar é traçar um plano
comum. Cardinalis, (15), 347–369.
Tal plano no es llamado común por ser homogéneo o por reunir actores que mantendrían
entre sí relaciones de identidad, sino porque opera en él una comunicación entre
singularidades heterogéneas en un plano que es pre-individual y colectivo. Se trata de
incluir las múltiples líneas o vectores que conforman un rizoma, el cual evoca una red de
articulación y composición, de manera que podamos lograr comprender una realidad
compleja.
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desde la transversalidad. Desde este eje de transversalidad ya no es posible ni necesario el
establecimiento de límites que separen los saberes y actores.
La cartografía construye y accede al plano común porque está guiada por una triple
inclusión:
1. el de los diferentes sujetos y objetos: pone lado a lado a los diferentes sujetos y
objetos involucrados en la producción de conocimiento.
2. el de los investigadores
3. el de los movimientos de lo colectivo (Orihuela, 2020, pp.361-362)
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