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FMI - ANÁLISIS DEL PROYECTO DE LEY PERUANO


"FINANCIACIÓN ILÍCITA DE PARTIDOS POLÍTICOS",
Metodología De La Investigación (Universidad de Piura)

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ANÁLISIS DEL PROYECTO DE LEY: “DELITO DE FINANCIACIÓN DE ORIGEN


DELICTIVO PARA ORGANIZACIONES POLÍTICAS”

MARÍA TERESA SALAZAR ESPINOZA


LUIS DIEGO SIALER ESPINOZA

CURSO FMI
2019

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Índice

Introducción................................................................................................................................3
Capítulo I: Problemática y regulación.......................................................................................4
1. Descripción del problema................................................................................................4
2. Regulación anterior del financiamiento de partidos políticos en el Perú.........................6
3. Aprobación del proyecto de ley.......................................................................................8
Capítulo II: Análisis comparado..............................................................................................10
1. Francia, Italia, Alemania y España................................................................................10
Capítulo III: Diferencias entre el delito de financiación de origen delictivo para
organizaciones políticas y el delito de lavado de activos..........................................................12
1. Respecto del bien jurídico protegido.............................................................................12
2. Respecto de la conducta tipificada.................................................................................14
3. Respecto de la consecuencia jurídica (pena).................................................................15
Toma de postura........................................................................................................................16
Propuesta de soluciones............................................................................................................17
Conclusiones.............................................................................................................................19

Introducción
El presente trabajo de investigación tiene la finalidad de responder a la siguiente pregunta:
sabiendo que existe el delito de lavado de activos, ¿es necesario el delito de financiación de

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origen delictivo para organizaciones políticas? Para dar respuesta y tomar una postura, se
procederá a realizar un análisis acerca del nuevo delito de financiación de origen delictivo
para organizaciones políticas, el cual es de gran importancia debido a la actual coyuntura
política de nuestro país. Debido a que este delito es nuevo, la investigación respecto de este es
escasa y habiendo tanto por investigar, el trabajo se centrará en determinados aspectos que se
detallarán más adelante.
Acerca de la estructura del trabajo de investigación, se dividirá de la siguiente manera:
En primer lugar, el capítulo I abordará la descripción del problema, donde se tomará en
cuenta el contexto anterior a la regulación vigente; después, se hará una breve mención a la
regulación vigente, tanto en el plano constitucional como en el plano legal y, finalmente, se
realizará una breve referencia al proyecto de ley aprobado junto con algunas de las críticas
más relevantes que ha recibido.
En segundo lugar, el capítulo II abordará el análisis de la doctrina comparada respecto al
delito de financiación de origen delictivo para organizaciones políticas. Se analizará cómo
está regulado este delito en ordenamientos jurídicos como Francia, Alemania, Italia y España.
Solo se tomará en cuenta los aspectos más relevantes para forjar una idea de lo que realmente
trata este nuevo delito. Asimismo, los aspectos a tener en cuenta serán las obligaciones
impuestas a los partidos políticos u organizaciones políticas, la configuración del delito, las
conductas sancionadas, el sistema de financiación, etc.
Por último, el capítulo III abordará las diferencias del delito de financiación de origen
delictivo para organizaciones políticas con el delito de lavado de activos. Hemos decidido
escribir este capítulo para dar un alcance acerca de lo que difieren y se asemejan estos dos
delitos, y así generar un análisis crítico en el lector respecto al tema. Además, los aspectos a
tomar en cuenta son: el bien jurídico protegido, el cual difiere en cada delito, la conducta
típica, que es la misma en ambos delitos y la pena, la cual será de más cuantía en un delito
que en el otro. Asimismo, este capítulo dará una aproximación a lo que será la toma de
postura.
Culminado el análisis de cada capítulo, se realizará la toma de postura, que responderá a la
pregunta planteada y se explicarán los motivos de dicha toma de postura. Luego, se
propondrán soluciones a la problemática, las cuales hemos considerado que son las más
acertadas y, finalmente, se dará a conocer las conclusiones correspondientes al tema
investigado.
Esperamos que el presente trabajo de investigación sea de ayuda para aquellos que estén
interesados en la rama del Derecho penal y puedan formular sus propias conclusiones e ideas
al respecto.

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Capítulo I:
Problemática y regulación

1. Descripción del problema


Durante los últimos años, en nuestro país, se han descubierto una serie de escándalos
políticos relacionados a la criminalidad organizada, siendo que, los partidos políticos y sus
líderes se han visto involucrados, pues durante la campaña electoral se insertan aportes
dinerarios de personas naturales o jurídicas, provenientes de un delito previo para finalmente
ser donado o invertido en los partidos políticos. Actualmente, estas conductas defraudatorias
son subsumidas en el tipo de lavado de activos; precisamos desde este momento que no se
trata de delitos de corrupción o contra la administración pública. En este trabajo nos
centraremos en los aportes dinerarios que se otorgan en el marco de la campaña electoral. En
esa misma línea:
Arrieta (2017) citado por Ramírez (2017) señala que, difícilmente
se puede encauzar las investigaciones por enriquecimiento ilícito o
cohecho porque esos delitos presuponen que el agente sea un
funcionario público y, en la mayoría de casos, los aportes se dan
durante la campaña electoral cuando los postulantes aún no ocupan un
cargo público (párr.16).
El delito de lavado de activos se encuentra recogido en nuestro país en el Decreto
legislativo 1106, después de diversas modificaciones que llevaron a su tipificación especial, la
cual independizó este tipo de los delitos de tráfico ilícito de drogas, pasando a sancionar las
conductas que tengan como fin legitimar activos que proviniese de la comisión en general de
hechos delictivos. En ese sentido:
Blanco Cordero (2002, p.39) citado por García Cavero (2015,
p.20); indica que, dado que a los miembros de la organización
delictiva les interesa mantenerse en sociedad y disfrutar
tranquilamente de los beneficios alcanzados por su accionar delictivo
se procede a realizar diversas maniobras con las ganancias con la
finalidad de darles una apariencia de legalidad. El lavado de activos se
presenta, de esta manera como un paso necesario para que los
delincuentes encuentren en la criminalidad en una forma vida.
Es necesario aclarar que, en el contexto explicado anteriormente, los partidos políticos no
ocupan el rol de organización criminal, sino más bien un medio que estas tienen para lavar
dinero.
La deficiente regulación administrativa del financiamiento de las organizaciones políticas,
ha dado un espacio para que las organizaciones criminales los utilicen como medio de
blanqueo de capitales, tal es así que los procesos en trámite son de campañas electorales de
hace 10 años, incluso el control y fiscalización de dicho financiamiento es tardío.
En la misma línea, el abogado penalista, Caro Coria (2016),
expresa que, las consecuencias de este sistema son bastante conocidas:
fuentes opacas u oscuras (de origen desconocido), penetración de
rentas ilícitas (del narcotráfico, la corrupción u otros delitos graves), la
proliferación de falsos financistas (testaferros y aportantes de
fachada), así como la mezcla o desvío de recursos de campaña al
patrimonio personal, familiar y amical de los candidatos (párr.5).

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Toda esta problemática ha sido un golpe para la democracia en nuestro país, para la
función de representatividad de los partidos políticos y, sobre todo, su credibilidad y
transparencia. Ante ello, diversas han sido las respuestas, desde aprobar un referéndum en el
año 2018, modificando así el artículo 35 de la Constitución Política del Perú (en adelante
CPP), que regulaba el financiamiento, siendo ahora más detallado; hasta presentar iniciativas
legislativas para incluir en nuestro ordenamiento un delito de financiamiento de origen
delictivo para las organizaciones políticas. Los diversos proyectos de ley finalmente han sido
aprobados en diciembre del año pasado por el Congreso de la República, emitiendo un único
texto sustitutorio “Ley que incorpora en el código penal el delito de financiamiento de origen
delictivo para las organizaciones políticas”, pretendiendo incorporar el artículo 359-A en el
Código penal junto a una disposición complementaria final.
La aprobación de dicho texto sustitutorio se encuentra en observación por el Presidente de
la República; además, ha sido objeto de diversas críticas por parte de los mismos congresistas,
como de expertos en la materia. Las razones de estas críticas, en primer lugar , sin ahondar en
cuestiones políticas o mediáticas, es justamente que estos proyectos de ley son presentados
por las bancadas representantes de partidos políticos involucrados en procesos de lavado de
activos en trámite, siendo esto así, podría decirse que presentan cierto interés en legislar el
delito de financiación ilícita de partidos políticos, puesto que justamente este propone una
pena de un rango de 3 a 10 años o de 5 a 15 años; a diferencia del lavado de activos cuya
pena es de 8 a 15 años o de 10 a 20 años en el tipo agravado. Sin duda, una gran diferencia
cuantitativa en la pena de ambos delitos, que posiblemente beneficiaria a los procesos que
están en trámite por el principio de retroactividad benigna; y a los que pueden iniciarse en un
futuro, por el principio de especialidad.
Otra razón, es porque para describir la conducta típica de este nuevo delito, utilizan verbos
rectores similares al tipo de lavado de activos, lo cual resultaría confuso distinguir y fijar
límites en su campo de aplicación, por ejemplo, entre: “entregar y recibir” (delito de
financiación ilícita) con “actos de conversión y transferencia” (delito de lavado de activos).
En resumen, son varias las deficiencias y contradicciones que podemos señalar, por
ejemplo, el tema del compliance, cuya crítica es que no serviría en absoluto que sea
facultativo. Sin embargo, no trataremos de ese punto, puesto que, el objetivo del presente
trabajo de investigación es concluir si es necesario y por ende, útil, este nuevo delito o si por
el contrario es innecesario porque todos los ilícitos eran ya cubiertos por el delito de lavado de
activos, Debemos enfatizar que este proyecto de ley está en espera a ser observado por el
presidente, sin embargo, consideramos importante hacer desde ya un análisis del mismo, por
la relevancia que reviste. Es por ello que nos basaremos en analizar: primero el bien jurídico,
la conducta típica y finalmente la pena. Dichos puntos se desarrollarán en los siguientes
capítulos, de los cuales llegaremos a una conclusión en cada uno de ellos, descubriendo de
forma progresiva la claridad sobre este tema y formando así nuestra toma de postura.
Antes de ello, pretendemos expresar en este apartado una serie de preguntas que nos hemos
formulado como punto de partida de nuestra investigación y las compartimos con usted con la
finalidad de sembrar el mismo interés sobre el tema y lleguemos juntos a una conclusión.
Primero, ¿las deficiencias en la ley electoral y en el ámbito administrativo justifican la
creación de un nuevo tipo penal para reprimir tales conductas?; segundo, ¿realmente se trata
de dos bienes jurídicos distintos? y, por último, ¿tales conductas defraudatorias no eran ya
subsumidas bajo el delito de lavado de activos?

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2. Regulación anterior del financiamiento de partidos políticos en el Perú


En nuestro ordenamiento jurídico, el financiamiento de los partidos políticos se ha
regulado a nivel constitucional y legal.

2.1. Nivel constitucional.


Hasta el año pasado, el financiamiento de los partidos políticos estaba regulado
brevemente en la Constitución Política del Perú (1993), en adelante CPP, de la siguiente
manera:
“(…) La ley establece normas orientadas a asegurar el funcionamiento democrático de los
partidos políticos, y la transparencia en cuanto al origen de sus recursos económicos (…)”
(art. 35). (el énfasis añadido es nuestro).
Sin embargo, como hemos mencionado anteriormente, distintas han sido las respuestas
ante la crisis de los partidos políticos, especialmente en cuanto a su financiación, es por ello
que el pasado año, se sometió a referéndum la reforma constitucional del mencionado artículo
y otras medidas. La autógrafa fue aprobada, modificando así el artículo 35 de la CPP y por
ende su texto actual, es el siguiente:
(…) Mediante ley se establecen disposiciones orientadas a asegurar
el funcionamiento democrático de las organizaciones políticas y la
transparencia sobre el origen de sus recursos económicos, así como su
verificación, fiscalización, control y sanción. El financiamiento de las
organizaciones políticas puede ser público y privado. Se rige por ley
conforme a criterios de transparencia y rendición de cuentas. El
financiamiento público promueve la participación y fortalecimiento de
las organizaciones políticas bajo criterios de igualdad y
proporcionalidad. El financiamiento privado se realiza a través del
sistema financiero con las excepciones, topes y restricciones
correspondientes. El financiamiento ilegal genera la sanción
administrativa, civil y penal respectiva (…) (Const., 1993, art.35). (el
énfasis añadido es nuestro)
Como podemos observar, si bien la Comisión de Constitución al aprobar esta
modificación, su intención ha sido detallar de manera más específica la forma de
financiamiento de los partidos políticos, ya en el anterior artículo 35 CPP, se señalaba que se
haría por ley, lo cual hubiera sido lo más acertado, lo normal es que una ley desarrolle las
disposiciones de la Constitución, de manera que esta no contenga párrafos tan extensos de
manera innecesaria. La intención es adecuada, pero pudo incluirse tales especificaciones
mediante ley. Además, los tipos de financiamiento público o privado, ya estaba regulado en la
Ley de Organizaciones Políticas (Ley N°28094), a la cual nos referiremos más adelante.
Al respecto del actual texto vigente del artículo 35 CPP, se detalla que el financiamiento de
los partidos políticos puede ser público y privado, señalando que estos deben darse conforme
a criterios de transparencia y rendición de cuentas (esto último, muy importante, lo cual
desarrollaremos más adelante). Lo más importante, en nuestra opinión, que incluye esta
reforma, es respecto a la sanción que generaría el financiamiento ilegal, la cual podría ser:
administrativa, civil o penal; puesto que , si bien ya existen sanciones administrativas sobre el
tema, reguladas en el reglamento de la ONPE, tales sanciones hacen referencia al
financiamiento que se excede de los topes, cuando son fuente prohibida o cuando se incumple
la obligación de presentar los informes sobre sus gastos, pero no hace referencia cuando el |

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financiamiento es de carácter ilícito. Es por ello, que el desarrollo legal y reglamentario de


tales reformas constitucionales sobre el tema de financiamiento, es de suma importancia y
sobre ello, diversos especialistas en la materia han dado recomendaciones; en el presente
trabajo, abordaremos algunas de ellas. Por ende, consideramos, hasta el momento, que un
aspecto a tomar en cuenta antes de incluir en el código penal un delito de financiación ilícita
de partidos políticos, es esperar a que dicho desarrollo legal y reglamentario sobre las últimas
reformas constitucionales sobre el tema en cuestión, sean incluidas en nuestro ordenamiento,
de manera que, se fortalezca la ley electoral para que, en base a ello, se regule el tema en
materia penal.

2.2. Nivel legal.


En el apartado anterior, hemos señalado que el mayor desarrollo sobre la financiación de
los partidos políticos se encuentra en la Ley N°28094, Ley de Organizaciones Políticas (en
adelante LOP) en cuyo título VI señala que el financiamiento de las organizaciones puede ser
público y privado. En el presente trabajo, no abordaremos el financiamiento público, puesto
que no presenta mayores problemas, al ser otorgado sólo para aquellos partidos que obtienen
representación en el Congreso y además porque la rendición de cuentas sobre el mismo, si es
presentada oportunamente.
Sin embargo, sí trataremos el financiamiento privado, puesto que mediante este se da la
inserción de dinero ilícito en los partidos políticos, cuestión de importancia para la presente
investigación.
Según la Ley N° 28094 (2003), el financiamiento privado de las organizaciones políticos
puede realizarse, según las siguientes modalidades:
(…) a) Las cuotas y contribuciones en efectivo o en especie de
cada aportante como persona natural o persona jurídica extranjera sin
fines de lucro, incluido el uso de inmuebles, a título gratuito, que no
superen las ciento veinte (120) Unidades Impositivas Tributarias al
año, las mismas que deben constar en el recibo de aportación
correspondiente. b) Los ingresos obtenidos por la realización de
actividades proselitistas, provenientes de aportes en efectivo
debidamente bancarizados o de contribuciones que permitan
identificar a los aportantes y el monto del aporte con los comprobantes
correspondientes, hasta doscientas cincuenta (250) Unidades
Impositivas Tributarias por actividad. c) Los rendimientos producto
de su propio patrimonio y de los bienes que tienen en posesión, así
como los ingresos por los servicios que brinda la organización política
a la ciudadanía y por los cuales cobra una contraprestación. d) Los
créditos financieros que concierten. e) Los legados (…) (artículo 30).
(el énfasis añadido es nuestro).
En el artículo 31 de la LOP, se establecen cuáles son las fuentes prohibidas de financiación,
estas claramente tienen una sanción administrativa, por lo que no abordaremos dicho artículo
en nuestra investigación.
Acerca de las cuotas o actividades ya han sido reveladas distintas irregularidades, informes
que no se corresponden con la realidad y mediante los cuales, es posible que se inserte dinero
ilícito en las organizaciones, pese que la LOP también establece un monto máximo de 60 UIT
al año para la aportación de una persona natural o jurídica y que además las fuentes de tales
ingresos consten en los libros de contabilidad del partido político. Sin embargo, esta

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disposición no es cumplida, dado que los partidos políticos presentan informes con gastos que
son inferiores a lo que realmente invierten durante la campaña electoral. Si bien, el
incumplimiento de este artículo tiene una sanción administrativa regulada en el artículo 36 de
la LOP, no abarca la cuestión cuando el dinero es de una fuente ilícita, sólo sanciona cuando
tales formas de aportación no son realizadas de acuerdo a lo que establece la misma ley, con
las excepciones, topes y restricciones correspondientes. Por lo que, tales aportaciones son
recién descubiertas de forma posterior y ciertamente tardía, tal es así que recientemente se han
iniciado procesos contra líderes de partidos políticos acerca de campañas electorales de hace
años; estas aportaciones de fuente ilícita constituyen conductas defraudatorias que son
tramitadas actualmente en procesos de lavado de activos y que posiblemente, por el delito de
financiación ilícita de partidos políticos, de ser aprobado finalmente.
Finalmente, acorde a la Ley N°28094 (2003), las sanciones que puede imponer el jefe de la
Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) son las siguientes:
(…) a. Por la comisión de infracciones leves, una multa no menor
de diez (10) ni mayor de treinta (30) Unidades Impositivas Tributarias
(UIT). b. Por la comisión de infracciones graves, una multa no menor
de treinta y uno (31) ni mayor de sesenta (60) Unidades Impositivas
Tributarias (UIT). En el caso de la infracción prevista en el artículo
36, inciso b, numeral 2, la multa es del monto equivalente al íntegro
del aporte recibido indebidamente. c. Por la comisión de infracciones
muy graves, una multa no menor de sesenta y uno (61) ni mayor de
doscientos cincuenta (250) Unidades Impositivas Tributarias (UIT) y
la pérdida del financiamiento público directo (art. 36). (el énfasis
añadido es nuestro).
Sin embargo, el problema radica en que la ONPE, no tiene facultades de coerción para
cobrar dichas multas, siendo que, hasta la fecha, no se conoce el caso de algún partido político
haya cancelado las deudas impuestas por la ONPE por la comisión de una infracción
administrativa.
En síntesis, habiendo observado la regulación constitucional y legal del financiamiento del
partido político, podemos concluir que son claras las deficiencias de nuestro ordenamiento
sobre la materia, el control posterior y verificación tardía de las obligaciones formales de las
organizaciones políticas referentes a la información de su financiamiento es insuficiente. Sin
embargo, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿Dicha deficiencia justifica la creación de un
tipo penal nuevo? Con el fin de responder esta pregunta, en los siguientes apartados
analizaremos cómo está regulado el delito de financiación ilícita de partidos políticos en otros
ordenamientos y también algunas instituciones jurídicas que nos ayudarán a construir una
toma de postura sobre el tema.

3. Aprobación del proyecto de ley


Los proyectos de ley presentados por distintas bancadas políticas, finalmente fueron
aprobados el pasado miércoles 05 de diciembre por el Congreso de la República, con 66 votos
a favor, 28 en contra y 2 abstenciones; emitiendo un único texto sustitutorio “Ley que
incorpora en el Código Penal el delito de financiación de origen delictivo para las
organizaciones políticas”

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La norma tiene la finalidad de reprimir las conductas defraudatorias de los partidos políticos,
a raíz del protagonismo que tomaron por el caso Odebrecht y los aportes ilícitos realizados a
sus respectivas campañas electorales.
El texto sustitutorio se enuncia de la siguiente forma:
(…) El que, infringiendo la ley electoral o de organizaciones
políticas, entrega o recibe, directa o indirectamente, financiamiento
de origen delictivo a sabiendas de este o debiendo razonablemente
presumirlo, para grupos, alianzas, movimientos u otras organizaciones
políticas, en proceso de registro o registrados, mediante aportaciones,
donaciones o cualquier otra modalidad de financiamiento privado es
reprimido con pena privativa de libertad no menor de 3 ni mayor de
10 años.
La pena privativa de libertad es no menor de 5 años ni mayor de 15
años y de 120 a 350 días multa si el valor del dinero, bienes, efectos o
ganancias involucradas es superior al equivalente de 500 UIT. (el
énfasis añadido es nuestro)
Disposición complementaria final
Única. Creación e incorporación del Oficial de Cumplimiento.
Créase con carácter facultativo en las organizaciones políticas,
constituidas conforme a la legislación de la materia, un programa de
cumplimiento de normas (…)
Al parecer, el tipo penal presenta un objetivo legítimo, sin embargo, ha sido
formulado de una forma similar al tipo de lavado de activos, reprimiendo la
misma conducta, lo cual favorecería la impunidad de ciertos líderes de partidos
políticos investigados por lavado de activos con el fin de tener menos sanción.
Ante ello, distintas han sido las críticas por expertos en la materia, a modo de
ejemplo:
Caro Coria (2018) citado por (Bazo Reisman,2018): El tema, creo,
debería ser observado o derogado. La ley plantea una mezcla con el
lavado de activos para atenuarlo con un delito diferente. En todo caso,
se debieron incorporar las especificaciones sobre organizaciones
políticas al tipo de lavados de activo ya existente o tipificar de manera
autónoma (párr.5)
Oporto Patroni (2018) citada en (Bazo Reisman, 2018): El artículo
103 de la Constitución permite la aplicación de normas más
beneficiosas para el imputado. Es decir, las personas investigadas por
presunto lavado de activos en sus organizaciones políticas se
beneficiarán con un nuevo delito específico que prevé penas menores
para ellas (párr.7)
En suma, es imperante preguntarse cuál es el verdadero fundamento de los
elementos introducidos a este tipo penal, pues, como veremos más adelante,
existen tipificaciones del mismo delito en ordenamiento de otros países, las cuales
son más adecuadas y además los elementos introducidos no son similares al tipo
de lavado de activos.

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Capítulo II:
Análisis comparado

1. Francia, Italia, Alemania y España


En el presente apartado, tomaremos como ejemplo a países como Francia, Italia, Alemania
y España, pues poseen una regulación del delito de financiación ilícita de partidos políticos y
cada ordenamiento jurídico posee aspectos merecen mencionarse.
En Francia, encontramos que existe la obligación o el deber de emitir un recibo o
certificación al donante por parte del tesorero o encargado de las finanzas del partido, incluso
deben tener o llevar un registro sobre las personas aportantes, que podrán ser personas
jurídicas como naturales (Javato Martín, 2017).
La emisión de dicho recibo es importante, pues sirve como acreditación de las donaciones
que reciba el partido político, así se llevará un control de los ingresos del partido. El resultado
será un riesgo menor o la erradicación de conductas ilícitas para el financiamiento, como
lavado de dinero o donaciones encubiertas; además, se fomenta la transparencia de la
financiación de los partidos políticos.
En Italia, Javato Martín (2017, p. 7) cita a Forzati y Spagnolo, quienes precisan que, en el
delito de financiación ilícita de partidos políticos se configuran infracciones plurisubjetivas de
encuentro, encontramos que se impone la sanción no solo al que recibe, sino que también al
que realiza la contribución o financiación.
De esta manera, se pretende proteger o fomentar la transparencia de la financiación de los
partidos políticos, garantizando la igualdad de oportunidades entre los partidos políticos, lo
que ayudaría de manera indirecta una toma de decisión responsable y consciente de una
determinada opción política, pues eventualmente los ciudadanos prefieren elegir al que ofrece
o da más dádivas o donaciones a determinadas personas de un determinado sector, en vez de
preferir al que presente una mejor propuesta de gobierno.
Respecto a Alemania, la transparencia financiera de los partidos políticos es un mandato
constitucional, el cual encuentra su protección en el delito de financiación ilícita de los
partidos políticos. Este delito sanciona conductas que tienen la finalidad de ocultar la
financiación de los partidos políticos o de eludir el deber que tienen de rendir cuentas;
también se sancionan las conductas de las personas que intervienen en la preparación del
informe de rendición de las cuentas del partido, que podrá ser un secretario o un contador del
partido político (Javato Martín, 2017).
Cabe precisar que, Alemania otorga una protección más que rígida a la transparencia de la
financiación de un partido político, pues la consagra como un mandato constitucional; por
ello, ninguna ley podrá contravenirla ni contradecirla. De más está decir que la Constitución
primará por encima de la ley.

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El contador o el secretario también son sancionados, son las personas que se encargan de
realizar el encubrimiento o brindar la información falsa para que las cuentas “cuadren” o se
ajusten a la realidad.
El delito de financiación ilícita de partidos políticos, en Alemania es considerado dentro de
los “delitos de simple actividad (schlichte Tätigkeitsdelikte). Basta para que esté presente su
consumación que se cometa la acción con la intención de ocultar el patrimonio o evitar la
pública rendición de cuentas sin que sea necesario ningún resultado (dañoso)” (Saliger)
(Javato Martín, 2017, p. 16).
En otras palabras, bastará que una persona realice la donación (de dinero proveniente de
un acto delictivo con la intención de lavarlo o darle apariencia de legitimidad) o que el
secretario del partido político no realice la rendición de cuentas correspondiente (busque darle
apariencia de legitimidad a ese dinero recibido). No se especifica si también se sanciona al
que recibe la donación, como es el caso de Italia, pero vamos a tomar en cuenta en que sí debe
sancionarse al que recibe la donación.
Finalmente, en España, por su parte Javato Martín (2017) postula que los partidos políticos
poseen un sistema de financiación mixto: público y privado; además, precisa que se realice el
delito debe haber una conducta bilateral, pues se sanciona tanto al donante como al receptor y
se les impone la misma pena.
Este último aspecto es de gran relevancia, pues al considerarse una conducta bilateral, se
interpreta que bastará que el dinero donado sea de procedencia delictiva y que este sea
recibido para que ambas personas sean sancionadas penalmente.

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Capítulo III:
Diferencias entre el delito de financiación de origen delictivo para organizaciones
políticas y el delito de lavado de activos

1. Respecto del bien jurídico protegido


Tomaremos como punto de partida lo que señala el autor español Isidoro Blanco Cordero,
quien nos sirve de guía, pues no solo ha escrito de manera sobresaliente sobre el delito de
blanqueo de capitales (denominación del delito de lavado de activos adoptado en España),
sino que también determina cuál es el bien jurídico protegido de este delito, el cual es el
mismo bien jurídico protegido por el delito de lavado de activos en el Perú.
“El blanqueo de capitales es un delito económico que busca proteger un bien jurídico de
carácter económico” (Blanco Cordero, 2002, p. 216). Dicho bien jurídico de carácter
económico no es otro que el orden económico. Como lo mencionamos, el bien jurídico
protegido por el Perú es el mismo bien jurídico protegido por España, es el orden económico.
En ese sentido:
El orden económico está constituido por la expectativa normativa
de conducta de que el tráfico de los bienes se mueva por operaciones o
transacciones reales de carácter lícito, de manera que los agentes
económicos puedan orientarse en el mercado bajo la confianza de que
las diversas operaciones o transacciones responden a procesos
económicos legítimos. (Villegas Paiva, 2012) (García Cavero, 2015, p.
76).
Por lo antes mencionado por el Dr. García Cavero, quien explica en qué consiste el orden
económico, sostenemos que el sistema económico se ve transgredido en la manera en que las
personas obtienen activos de modo ilegal y, ante ello, buscan darle apariencia de legalidad.
Así, “el delito de lavado de activos busca ensombrecer su origen para luego integrarlos al
sistema económico como ingresos aparentemente legales y poder disfrutar de todos sus
beneficios”. (García Cavero, 2015, p. 79 - 80).
Consideramos que, el orden económico tiene un cauce correcto, que es el siguiente: una
persona genera ingresos, los obtiene de una manera lícita y legítima y los utiliza en su vida
cotidiana para los fines que desee (se entiende que deben ser fines lícitos). Al contrario, existe
un cauce incorrecto, en el cual una persona obtenga activos de un modo ilícito y delictivo y,
buscan darle apariencia de legitimidad, lo que tendrá que ser sancionado penalmente.
Por consiguiente, respecto al delito de financiación ilícita de partidos políticos, un sector
de la doctrina peruana señala que “el delito de financiación ilícita de los partidos políticos
tiene como bien jurídico el correcto funcionamiento constitucional - democrático de las
organizaciones políticas” (Solis y Chanjan, 2018, párr. 5).
Pero debemos decir que, debido a que la regulación en nuestro ordenamiento jurídico es
escasa respecto al delito de financiación de origen delictivo para partidos políticos,

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procederemos a analizar el bien jurídico protegido en España, el cual consideramos que es


más completo a comparación a lo que señala la doctrina peruana.
En España, “el bien jurídico protegido se identifica con el correcto funcionamiento del
sistema de partidos y del desempeño de las funciones que constitucionalmente tienen
asignadas” (Javato Martín, 2017, p. 22). El correcto funcionamiento constitucional -
democrático de las organizaciones políticas, se ve transgredido o vulnerado cuando los
partidos políticos, ya sea mediante el contador, secretario, abogado o algún representante, se
financian y/o reciben dinero que saben o pueden razonablemente presumirlo que proviene de
una fuente ilícita o delictiva, utilizándolo para financiar su campaña y así llegar al gobierno.
Además, constituye un acto de mala fe, pues otros partidos políticos generan ingresos de
modo lícito y de esta manera financian su campaña política para llegar al gobierno de manera
transparente, lo cual debería suceder en todos los casos, pero habiendo otro partido político
que se ha financiado de modo ilícito, su campaña termina teniendo más fondos en
comparación de los demás partidos, resulta que tendrá mayor oportunidad de ser elegido.
Es por ello, que este bien jurídico es de gran importancia, ya que busca proteger la
transparencia de la financiación de los partidos políticos, garantizando así la correcta
información de los ciudadanos, lo que de manera indirecta ayudaría a decidir de manera
responsable y consciente respecto de una opción política; esto último afecta también a la
función de representatividad de los partidos políticos. En ese sentido, se estaría vulnerando
además el mandato constitucional recogido en el artículo 35 de la CPP, el cual señala: “[...]
Tales organizaciones políticas concurren a la formación y manifestación de la voluntad
popular [...]”.
Sin embargo, es necesario ser honestos con lo que realmente se pretende proteger con este
nuevo tipo penal, y analizar cuál es la verdadera problemática a la que se quiere dar una
respuesta en materia penal. En síntesis, es el dinero ilícito que entra a estas organizaciones,
utilizando como canal para lavar activos a los partidos políticos, en otras palabras, insertando
en el mercado económico de nuestro país, dinero de origen delictivo. Entonces, nos
preguntamos: ¿No es acaso el mismo bien jurídico que ya es protegido por el delito de lavado
de activos, es decir, el mercado económico? No vamos a negar, que es claro que tales
conductas cometidas por dichas organizaciones, afectas además la función representativa de
los partidos políticos, la credibilidad de los mismos y la confianza de los ciudadanos. Sin
embargo, si el problema finalmente es económico, es correcto que siga subsumido en el tipo
de lavado de activos. Puesto que, es conveniente recordar, que este tipo es pluriofensivo y así
lo señala el Dr. Percy García: “es un delito pluriofensivo, ya que su desvalor penal no se
queda en la lesión de un solo bien jurídico, sino que abarca otros más”. (García Cavero, 2015,
p. 70). Así, el delito de lavado de activos lesionaría no solo al orden económico, sino también
a la Administración de Justicia o la libre competencia.
A modo de conclusión, podemos señalar que, hasta el momento, el delito de lavado de
activos ha sido suficiente para proteger este bien jurídico, no siendo necesario (con respecto al
análisis de su bien jurídico), incorporar en nuestro ordenamiento un delito de financiación de
origen delictivo de organizaciones políticas, puesto que, además de la pena de libertad que
regula el delito de lavado de activos, puede otorgarse una consecuencia accesoria para el
partido político como persona jurídica por afectar la función y representatividad que por
mandato constitucional, deben cumplir. Incluso, por el principio de ultima ratio del derecho
penal, “el Derecho penal sólo debe intervenir en los casos estrictamente necesarios, es decir,
cuando el problema o conflicto social no pueda resolverse con los otros sistemas de control
extrapenales” (Silva Sánchez) (García Cavero, 2012, p. 136); el correcto funcionamiento de

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las organizaciones políticas puede protegerse a nivel administrativo, a través de sanciones o


multas.
Más adelante, desarrollaremos con mayor extensión las posibles consecuencias accesorias
que a los partidos políticos, como personas jurídicas que son, pueden serles aplicables y
también sobre de la protección a nivel administrativo que hemos mencionado, a través de
posibles propuestas de solución.

2. Respecto de la conducta tipificada


El delito de lavado de activos está regulado en el Decreto legislativo 1106. Cada artículo
contiene unos verbos rectores determinados, los cuales serán analizados a continuación:
En el artículo 1, encontramos los siguientes verbos rectores: convertir y transferir.
 Convertir: “implica que el bien originario de procedencia delictuosa se transforme en
otro” (Vidales Rodríguez y Caro Coria) (García Cavero, 2015, p. 85). Fácilmente, una persona
podría convertir el dinero o bien de procedencia delictuosa comprando bienes, así le estará
dando apariencia de legitimidad, pero el hecho es que se ha comprado un bien con dinero de
procedencia delictuosa.
 Transferir: implica transmitir o entregar un bien a otro. Vale aclarar que, los activos
deben tener origen ilícito o delictivo, podría suceder que una persona transfiera el activo o
dinero a otra, mediante un depósito en la cuenta del receptor.
En el artículo 2, están presentes los siguientes verbos rectores: adquirir, guardar, utilizar o
administrar, custodiar, recibir, ocultar y mantener en poder.
 Adquirir: hacer un bien ajeno en propio, tomar la propiedad de un bien. En este caso,
la persona no solo recibe los activos de origen delictivo, sino que “los hace suyos”, toma la
propiedad de estos.
 Recibir: “no implica una transferencia en propiedad de los activos, sino que se refiere
únicamente al acto que lleva a su tenencia fáctica”. (García Cavero, 2015, p.88). Es el caso de
una persona a la que le depositan o entregan el dinero y, no sabe ni quiere saber que el dinero
es mal habido.
 Guardar: el sujeto recibe el bien o los activos y “la tenencia se hace en cumplimiento
de un deber”. (Prado Saldarriaga y Caro Coria) (García Cavero, 2015, p. 90).
 Utilizar o administrar: “hacen referencia a una posesión con la posibilidad de usar,
disfrutar o disponer de los activos en atención a un encargo del que los tiene bajo su dominio”
(García Cavero, 2015, p. 90). Los bienes pueden usarse para fines lícitos o ilícitos, lo
relevante es que tengan procedencia delictiva.
 Custodiar: el sujeto recibe el bien o los activos y los debe cuidar y vigilar mediante un
control permanente. El sujeto deberá hacerse cargo del bien o los activos.
 Ocultar: esconder el bien para que no pueda ser identificado. De esta manera, no se
podría conocer su procedencia.
 Mantener en poder: se recibe el dinero o activo, pero “la procedencia ilícita de los
activos resulta conocida o posible de conocer después de haberlos recibido”. (García Cavero,
2015, p.89).

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En el artículo 3 tenemos los siguientes verbos rectores: trasladar y transportar. A simple


vista pueden significar lo mismo, ambos implican el movimiento del bien de un lugar a otro,
pero se diferencian en que el verbo trasladar se refiere “al movimiento internacional de los
activos maculados”. (García Cavero, 2015, p.92). Mientras que el verbo transportar se refiere
al movimiento de los activos en el territorio nacional.
Respecto a la conducta tipificada del delito de financiación de origen delictivo de partidos
políticos, nos basaremos en lo estipulado en el texto sustitutorio aprobado, el cual utiliza los
siguientes verbos rectores: “entregar” y “recibir”, los cuales ya han sido definidos en párrafos
anteriores. Los verbos recogidos por el texto sustitutorio son los mismos que utiliza el delito
de lavado de activos para reprimir la conducta defraudatoria; por lo que, evidentemente el
delito de financiación de origen delictivo de partidos políticos busca reprimir conductas que el
delito de lavado de activos ya sanciona o abarca y, por consiguiente, este nuevo tipo penal no
traería nada nuevo que aportar para que así se sostenga la postura de afirmar la necesidad de
este nuevo delito.
Por otra parte, las conductas de ambos delitos se refieren al mismo objeto, el objeto a
recibir o entregar es un aporte, financiamiento, activos o donación de origen delictivo.
Ahora, podría surgir la duda respecto a los sujetos que pueden realizar esta conducta. Vale
aclarar que, el delito de lavado de activos, es un tipo penal común, pues “el sujeto activo del
delito básico de lavado de activos en cualquiera de sus modalidades puede ser cualquier
persona” (García Cavero, 2015, p. 78). A “persona” se refiere tanto a las personas naturales
como jurídicas. Por ende, el delito de lavado de activos perfectamente puede reprimir la
conducta defraudatoria realizada por un partido político u organización política, pues estamos
hablando de una persona jurídica.
En suma, basándonos en lo explicado en los párrafos precedentes, en cuanto a la conducta
tipificada, el delito de lavado de activos abarca la conducta tipificada por el delito de
financiación de origen delictivo de partidos políticos.

3. Respecto de la consecuencia jurídica (pena)


Ambos delitos imponen como consecuencia jurídica una pena cuando se realiza el hecho
descrito en la norma. La pena es una consecuencia jurídica penal que impone el juez en un
proceso penal como consecuencia de un acto calificado como delito.
Sabiendo que la pena cumple la función de reestabilización de la vigencia de la norma, “el
efecto comunicativo de la pena debe estar orientado socialmente a mostrar el fracaso del
autor, pues de lo contrario, la pena no podrá restablecer la vigencia de la norma infringida”.
(García Cavero, 2012, p. 805)
Pero tomando en cuenta la cuantía de la pena, el delito de lavado de activos impone en la
modalidad básica una pena privativa de libertad no menor de ocho ni menor de mayor de
quince años y en la modalidad agravada impone una pena privativa de libertad no menor de
veinticinco años. En cambio, el delito de financiación ilícita de partidos políticos, en su
modalidad básica, impone una pena privativa de libertad no menor de tres ni menor de diez
años y, en su modalidad agravada, impone una pena privativa de libertad no menor de cinco ni
mayor de quince años.
Entonces, a simple vista, surge la interrogante: ¿cómo el delito de financiación ilícita de
partidos políticos va a imponer una pena menor a la impuesta por el delito de lavado de
activos? Si bien es cierto que, los bienes jurídicos protegidos de cada delito son distintos, en
el caso del delito de financiación de origen delictivo de partidos políticos se protege el

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correcto funcionamiento constitucional – democrático de los partidos políticos y, según su


importancia dilucidada en párrafos precedentes, resulta cuestionable que el delito de
financiación de origen delictivo para los partidos políticos imponga una pena menor que la
pena impuesta por el delito de lavado de activos.
Pero consideramos que, la razón determinante para sostener que la pena impuesta por este
nuevo delito no debe ser menor a la pena impuesta por el delito de lavado de activos, debe ser
tomando en cuenta la conducta tipificada, pues el delito de lavado de activos reprime y abarca
la conducta tipificada del delito de financiación de origen delictivo de partidos políticos.
Toma de postura
Como resultado de la investigación realizada en los apartados anteriores, consideramos que
no es necesario incluir un delito de financiamiento de origen delictivo de organizaciones
políticas en nuestro código penal, puesto que estas conductas ya son abarcadas por el delito de
lavado de activos. Son claras las deficiencias que a nivel administrativo se presentan, pero no
por ello se debe penalizar una situación que puede ser resuelta en el ámbito legal o
reglamentario, esto por el principio de última ratio del derecho penal, que anteriormente
hemos señalado. No se pueden crear delitos solo por crearlos, no se puede incurrir en el error
de una administrativización del derecho penal, ni mucho menos creer que la incorporación de
más delitos o más penas, se logre desalentar una determinada conducta defraudatoria.
Igualmente sucede en los delitos económicos, al respecto:
El derecho penal económico no cumple, por tanto, una función de
motivación mediante las normas penales, al menos no como criterio
generalizable, como lo demuestra no sólo cada nuevo delito
económico, sino también los casos en los que la decisión de no
emprender una conducta delictiva responde a razones ajenas a la
amenaza penal (Schmidhauser, 2018) (Percy García, 2014, p. 110).
Además, como hemos mencionado, recién el año pasado se ha incluido una reforma
constitucional al artículo 35 CPP junto con otras medidas, estando a la espera la
implementación legal y reglamentaria del mismo. Por ello, en nuestra perspectiva, se debe
esperar el desarrollo de las medidas aprobadas en el referéndum, las cuales fortalecerán hasta
cierto punto el sistema electoral, para recién optar por sancionar penalmente tales conductas.
De lo contrario, ¿cómo sabremos si por el principio de ultima ratio, el derecho penal debe
intervenir?
Sin embargo, no negamos la posible necesidad de un soporte penal para las sanciones
administrativas establecidas para el supuesto de fuentes prohibidas de financiamiento privado
señaladas en el artículo 31 de la ley de organizaciones políticas, siendo que estas escapan en
cierto punto del delito de lavado de activos; dando carta abierta a la posibilidad de legislarse
un delito de financiamiento ilícito de partidos, con la observación, claro está, que ofrezcan un
plus en los elementos que lo conforman, los cuales no estén englobados previamente en las
sanciones administrativas, de manera que se justifique la incorporación de un nuevo tipo
penal. Enfatizamos, que tal posibilidad es respecto de las fuentes prohibidas tales como:
aportaciones anónimas o aquellas que falsifican la identidad del aportante, puesto que estas no
tienen una sanción penal. No sucede lo mismo sobre el tema de nuestra investigación, que es
el caso de aportaciones dinerarias de origen delictivo, las cuales claramente son casos de
lavado de activos.
Por último, es necesario tener en cuenta la función y finalidad que los partidos políticos
cumplen en nuestro ordenamiento y sociedad; si bien son personas jurídicas y debe tratárseles
como tal, es preciso adecuar o incorporar disposiciones especiales para el caso que estas

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organizaciones políticas cometan el ilícito recogido en el delito de lavado de activos; con el


fin de evitar espacios de impunidad, pero sobre todo para lograr la efectividad del proceso
penal y las respectivas consecuencias jurídicas.

Propuesta de soluciones
Según lo expuesto y considerando innecesario la incorporación del delito de
financiamiento de origen delictivo en nuestro ordenamiento, por las razones previamente
señaladas, proponemos las siguientes soluciones:
Instituir como sujetos obligados del delito de lavado de activos a las organizaciones
políticas, puesto que, hasta la actualidad, es el Jurado de Elecciones el sujeto obligado a
reportar las operaciones sospechosas o inusuales del financiamiento de los partidos políticos,
pero ante la falta de veracidad y transparencia de los informes presentados por tales
organizaciones, el deber impuesto al JNE no puede desarrollarse de manera adecuada y eficaz,
de manera que no se logra la finalidad que establece la Ley penal contra el Lavado de Activos.
La mencionada ley establece que los sujetos obligados deberán “proporcionar información
relevante para la prevención y análisis de actos de lavado de activos” (García Cavero, 2015,
p. 45).
Asimismo, no solo implica la obligación mencionada, “sino que supone el cumplimiento
de obligaciones específicas de identificación de sus clientes, registro de operaciones y
organización, en general, de un sistema idóneo de prevención y detección de riesgos de
lavado de activos” (García Cavero, 2015, p. 45 - 46). Serán las propias organizaciones
políticas las encargadas de detectar y brindar información, en caso algún aportante (persona
natural o jurídica) o militante del partido político quiera utilizar a la organización política
como medio para el delito de lavado de activos.
Aplicarse consecuencias accesorias a la organización política, al ser una persona jurídica.
“En el plano de las consecuencias jurídicas accesorias aplicables a las personas jurídicas, la
actual normativa contra el lavado de activos hace una regulación extensa de las mismas”.
(Salas Beteta, 2012) (García Cavero, 2015, p. 178). Nos remitimos al artículo 8° del Decreto
legislativo 1106, el cual contiene un listado de las consecuencias accesorias, de las cuales nos
parecen las más adecuadas: el inciso 3 referido a la suspensión de actividades por un plazo no
mayor de tres años y el inciso 6 referido a la disolución de la persona jurídica. Esta elección
se fundamenta en que, debido a la problemática ya explicada anteriormente, es imperante
poner un alto a los aportes que buscan lavar el dinero o darle apariencia de legitimidad;
además que, se trata de grandes cantidades de dinero que sirven para que un determinado
partido político llegue al poder o gobierno. Vale aclarar que, se deberá proceder en primer
lugar a la suspensión de actividades, pero si después la organización es reincidente se
procederá a la disolución de la misma.
En el mismo sentido, las consecuencias jurídicas, deben aplicarse al partido político en
cuanto persona jurídica y a los miembros, que, según el proceso penal, resulten responsables,
a título individual; entre ellos: líderes, contadores, representantes, entre otros. Además, debe
evaluarse caso por caso la situación de un determinado partido político, si sólo ha sido usado
como medio para lavar activos o si por el contrario ha sido tomado por la criminalidad
organizada, de manera que ha perdido su razón de ser y la función que representa en nuestro
país, siendo imperante su disolución, del mismo modo que sucede con cualquier otra persona
jurídica.

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En la misma línea, es importante se incluyan disposiciones especiales para el caso que el


delito de lavado de activos sea cometido por organizaciones políticas. Incluso podría
considerarse una agravante del tipo, así como ya esta establecido para los funcionarios
públicos, cuando el delito sea cometido durante la campaña electoral, cuando aún no son
elegidos, sancionar a los líderes o posibles candidatos a ser funcionarios. También es posible
sancionar a los contadores, los cuales “poseen una posición de garantía que le obliga a
impedir la producción del delito” (García Cavero, 2012, p. 553).
De la misma forma, es imperante fortalecer y modificar disposiciones de la regulación
electoral sobre financiamiento de los partidos políticos, siendo importante para el desarrollo
institucional de nuestro país. Es necesario una mayor regulación de las actividades
proselitistas que realizan las organizaciones políticas, porque estas son una forma en que el
dinero ilícito puede insertarse en la política y, por ende, en el mercado económico. Asimismo,
sería preciso imponer topes a los partidos político sobre los gastos en los que pueden incurrir
durante la campaña electoral, no es necesario un presupuesto exuberante para la misma y para
llegar a ser elegido, puesto que esto alienta a los partidos políticos, que, por necesidad en
algunos casos, aceptar donaciones de cualquier fuente, sin tomar las precauciones del caso.
Por las mismas razones, también es necesario dotar de medios a la ONPE Y AL JNE, para
comprobar la veracidad de los informes financieros presentados por los partidos políticos,
exigir que los partidos políticos demuestren la fuente lícita de los aportes declarados ante los
órganos supervisores, entre otras medidas que aseguren la veracidad y transparencias de los
reportes financieros de tales organizaciones. Además, de un efectivo sistema de sanciones,
ante e incumplimiento de las obligaciones antes mencionadas, especialmente sanciones
políticas.
Por último, es indispensable, que la ONPE Y EL JNE, revistan las suficientes facultades
coercitivas para exigir el cumplimiento de las sanciones impuestas, especialmente si se trata
de sanciones pecuniarias, puesto que, hasta el momento, son pocos, por no decir ninguno, los
partidos políticos que han cumplido con pagar las multas impuestas por los órganos
supervisores. Incluso estos partidos políticos siguen siendo parte de los procesos electorales
como si nada pasara, debería impedírseles su participación hasta que cancelen sus respectivas
multas.
Para culminar, aclaramos y enfatizamos, que todas las soluciones propuestas, tienen un fin
de uniformidad y fortalecimiento de nuestro ordenamiento jurídico respecto del
financiamiento de las organizaciones políticas, tanto en el sistema electoral, como en el
ámbito penal. Reiteramos, nuestra posición de no incurrir en el error de reprimir una conducta
penalmente sólo por reprimirla, puesto que en virtud del principio de ultima ratio, el derecho
penal debe intervenir en última instancia sólo cuando es necesario porque los medios
anteriores no son suficientes; sin embargo, ha quedado demostrado, que sí es posible
desalentar este tipo de conductas fortaleciendo el sistema electoral. E incluso, no es necesario
incluir un tipo penal, cuya conducta ya es reprimida por otro delito.

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Conclusiones
Sin duda, al finalizar nuestra investigación, hemos confirmado la preocupación inicial
sobre la cual realizamos nuestro planteamiento del problema, es clara la importancia de
dilucidar acerca de este tema y aunque el proyecto de ley del delito de financiamiento de
origen delictivo de organizaciones políticas se encuentre en observación por el presidente e
independientemente sea aprobado o no, juega un papel importante como respuesta a la crisis
de transparencia de partidos políticos, no sólo estos proyectos de ley, si no también otras
medidas presentadas, porque ello significa que nuestro país está despertando ante esta
coyuntura social, política, jurídica, etc. Muestra de ello es la aprobación del referéndum, es
una respuesta de los ciudadanos y de las personas que están detrás de la reforma del sistema
electoral. Sin embargo, es importante que las iniciativas y reformas que se establezcan, se
hagan de la mano con el reforzamiento de los valores en la cultura política, de respeto por lo
público y de servicio a la sociedad, no sólo en los funcionarios públicos e integrantes de los
partidos políticos, si no de la ciudadanía en general. Y de ser el caso, si se presentará la real
necesidad de dar una respuesta en el ámbito penal, debe hacerse de la mano con una reforma y
fortalecimiento del sistema electoral.
De la misma forma, a lo largo de nuestra exposición, hemos logrado esclarecer la utilidad o
no de incluir un delito de financiación de origen delictivo, que tal como está presentado en el
aprobado texto sustitutorio, resulta innecesario puesto que en su redacción, el legislador
utiliza verbos rectores similares a los ya regulados por el delito de lavado de activos, los
cuales por razones de fondo explicadas anteriormente, hacen referencia a conductas
defraudatorias que perfectamente pueden seguir tramitándose en procesos de lavado de
activos.
Asimismo, no hemos negado la importancia y por ende diferencia, del bien jurídico que al
parecer se ha pretendido proteger en el texto sustitutorio aprobado; sin embargo, la
problemática acaece sobre el ingreso de dinero ilícito o de origen delictivo a la política, la
utilización de las organizaciones políticas como medio para lavar dinero, es decir, la entrada
de dinero de origen delictivo a través de las organizaciones políticas (las cuales son personas
jurídicas) al mercado económico peruano. En suma, tales conductas vulneran al fin y al cabo
el mismo bien jurídico protegido por el delito de lavado de activos, siendo este un tipo
pluriofensivo, deben seguir subsumiéndose bajo este tipo.
Por lo concluido anteriormente, hemos señalado una serie de propuestas alternativas para
dar una solución al tema que estamos tratando, no siendo necesario reprimir tales conductas
con un tipo nuevo, si no más acertado sería fortalecer las instituciones que ya tenemos. En ese
sentido, resaltamos la propuesta señalada anteriormente: Instituir a los partidos políticos como
sujetos obligados de informar a la UIF de operaciones sospechosas sobre lavado de activos,
así como su prevención, detección, un sistema de identificación de los aportantes,
capacitación sobre la prevención de lavado de activos y la implementación de códigos de
conducta, el cual debe ser seguido por todos los integrantes del partido político.
Sobre las consecuencias jurídicas que pueden ser impuestas a las organizaciones políticas,
resaltamos que son personas jurídicas y por ende son aplicables las consecuencias accesorias
previstas en la Ley penal contra el Lavado de activos, tales como: multas, inhabilitación,

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clausura de locales y establecimientos, etc. De igual manera, las consecuencias jurídicas


deben ser tanto para la organización política en sí, como para los líderes o contadores por
responsabilidad individual. Sin embargo, para que tales medidas sean efectivas,
consideramos, es necesario se incluya en la ley o se reglamenten disposiciones especiales en
el caso que el delito de lavado de activos sea cometido por organizaciones políticas, puesto
que estas se desenvuelven en un contexto diferente que las demás personas jurídicas y además
tienen otra función dentro de nuestro ordenamiento. Por tanto, en caso las organizaciones
políticas no paguen las multas impuestas en un proceso penal (diferentes a las sanciones
administrativas), no debería permitírseles participar en otro proceso electoral, hasta que
cancelen tal deuda. Además, la extinción de la organización política como persona jurídica,
debe tratarse de forma delicada, puesto que debe diferenciarse entre los partidos políticos que
han tenido un rol de medio para lavar activos de aquellos que ya han sido tomados por la
criminalidad organizada, desvirtuando totalmente su función y finalidad dentro de nuestro
ordenamiento. Por último, señalamos que, la prohibición de no poder participar en otro
proceso electoral hasta no cancelar una multa, puede darse en el marco de la legislación
electoral, puesto que para las organizaciones políticas serían más efectivas consecuencias
políticas que pecuniarias o penales.
Finalmente, es necesario seguir reforzando y fortaleciendo el sistema electoral sobre la
financiación de los partidos políticos, nuestro sistema tiene que tener coherencia y
proporcionalidad entre las medidas que se implementen. Por ello, para que la lucha contra el
lavado de activos en nuestro país sea efectiva, es importante que el sistema electoral y las
sanciones administrativas sean efectivas; puesto que, como hemos señalado anteriormente, los
delitos económicos no cumplen una función de motivación de tales conductas defraudatorias.
En suma, el Jurado Nacional de Elecciones y la Oficina Nacional de Procesos Electorales, así
como los demás órganos supervisores del financiamiento de los partidos políticos, deben tener
facultades coercitivas y de sanción que sean efectivas.

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